Para poner un fundamento al discurso sobre la fe hacen falta como condiciones (Gesche):
Teología de los fundamentos como tarea ad intra: reflexión teológica sobre los
fundamentos de la fe, de manera que puedan exponerse razonadamente a los propios
cristianos. Esta fundamentación es especialmente necesaria en nuestros tiempos de pluralismo
y de generalizada indiferencia religiosa, en los que el ateísmo tiene quizá en nuestro corazón
más arraigo del que a veces creemos.
Teología “apologética” como tarea ad extra: diálogo argumentativo con los de fuera,
con las diversas formas de pensamiento no cristiano, que esperan y demandan una palabra
comprensible desde nuestra fe. Incluye tres aspectos principales: una teoría general de la
apología (¿cómo hacer apología de la fe?), una apología “adversativa” (testimonio
responsable de la fe ofrecido hacia fuera) y una apología transpositiva o referencial (llevar el
lógos cristiano a otros ámbitos no cristianos, permitiendo que ilumine esas realidades).
En efecto esta “desproporción entre lo que somos y lo que tendemos a ser”, esta
distancia o desequilibrio, es descrita por Blondel como “herida ontológica”, “escisión íntima”
o “divino descontento”. El sentimiento de la ausencia de Dios es como la “huella en negativo”
de Dios en el alma humana, su “sello”. El fin de la existencia humana no es otro que
acrecentar todo lo posible la comunión entre la volonté voulante (el ímpetu de trascendencia)
y la volonté voulue (el objeto concreto de nuestros quereres).
Tomás de Aquino entiende la religión como un ordo ad Deum; religión como virtud, como
estructura del actuar humano, en la que se fundamenta la fe cristiana, que es la verdadera
“religación” con Dios: “Religio proprie importat ordinem ad Deum”, o como precisa más
adelante el Aquinate, “ordinat hominem solum ad Deum”. Para que este ordo sea ad Deum, es
decir, para ser auténtica religio, ésta debe ser a su vez definida como la relación salvadora con
Dios en todas sus expresiones (oratio, cultus-pietas, devotio). Entra, por tanto, dentro de lo
que podríamos denominar una concepción antropológica, pues parte, en efecto, del homo
capax Dei, sostenido desde la virtudes teologales fides, spes, caritas. Mas no conviene
descuidar el carácter teológico que también posee el concepto del Aquinate: su esencia
teológica la entrevemos no en la descripción de situación existencial, o de un estado de
conciencia, sino en el hincapié de Tomás de la clase de relación que con Dios debe tener lugar
para ser, en efecto religio: un trascender real hacia Dios, una vida ante Dios en el horizonte de
la redención, de la comunión con él; es, precisamente el solum ad Deum el que caracteriza
verdadera y eficazmente la realidad salvífica de dicha relación.
Según van Baaren, toda revelación tiene un Autor: lo que denominamos genéricamente el
Misterio, que admitirá, dependiendo de la religión, una configuración concreta (monista,
dualista, politeísta, personal, impersonal, trinitaria…). Toda revelación es, además un
fenómeno de mediaciones a través de una realidad (personal, físico-biológica o histórica);
además, en el caso del cristianismo coinciden la mediación (el mediador) y la revelación.
Toda revelación comporta un contenido siempre concebido superior e inaccesible por otros
medios; en palabras de Schelling: “Sabemos de Dios sólo por lo que Dios revela de sí”. La
revelación además está dirigida a alguien concreto en un acto culmen de toda donación y que
lo desborda por todas partes, que podría ser final o podría ser transformado, a su vez, en
mediador. El efecto inmediato y último de la revelación es la salvación entendida como
redención del pecado y la incorporación a la vida de la divinidad (por medio de la instrucción
en el gnosticismo, o a través de una vocación específica).
12- Qué se quiere decir con el concepto teológico de revelación.
Antes que nada hay que decir que este autor tiene un papel significativo dentro de la
reflexión del acceso del hombre a la Revelación, especialmente por su aportación referente a
la fenomenología del amor.
La figura de la revelación de HUvB está se caracteriza por ser una estética que tiene un
carácter estrictamente teológico: se trata de la percepción y de la acogida, que sólo la fe
posibilita, del amor sorprendentemente libre de Dios, que manifiesta así su gloria, HuvB
confiesa que su método parte de la fenomenología de Max Scheler, y para su recto uso, el
hombre no debe situarse en una actitud de búsqueda al estilo de las ciencias positivas de una
objetividad estrictamente desinteresada, sino en una actitud que él califica de indiferencia
cristiana, capaz de percibir y acoger el desinterés del amor divino, que tiene su propio fin en
cuanto que es absoluto.
Balthasar para mostrar la vía amoris, como único camino creíble y digno de fe, tipifica dos
posibles vías reduccionistas, proponiendo el amor como tercera vía:
Siguiendo a Pannenberg, antes que nada debemos decir que “Los textos del AT sólo
contienen palabras sobre revelaciones de Dios vividas, sucedidas, confirmadas, respondidas o
reflexionadas, y no las revelaciones mismas, ni siquiera en los casos en que, según lo que dice
el propio AT, se trata de una autorrevelación de Dios. Lo que nosotros tenemos son textos que
de muy diversas maneras nos dan noticia de la revelación; no, la revelación misma”.
*Mántica intuitiva (Sueños, estados proféticos de trance sin visión ni audición de Dios, pero
interpretados como inspiraciones de Dios)
*Explicaciones proféticas.
*Aparición de Dios: Teofanía (para un individuo; visiones para los elegidos; “gloria” para
todo el pueblo).
*Palabra de Dios
16- Por qué Hegel y Shelling hacen muy dificil una teología cristiana de la
revelación
El movimiento del hombre hacia Dios es religión, es decir obra humana, justificación por
las obras; cuando la justificación para un protestante es siempre justificación por la sola fe,
por la sola gracia, por el solus Christus. Entonces, la religión es el movimiento del hombre,
que quiere hacer una componenda con Dios. Eso supondría identificar mundo y Dios, y es el
problema de la teología liberal y de la teología católica que, en cuanto se descuidan, terminan
por hacer una componenda con la cultura, con el mundo, con la política.
Karl Barth no tiene nada contra los científicos, contra los fenomenólogos de la religión, ni
muchísimo menos; al contrario, dice que es una disciplina maravillosa que se tiene que
cultivar. Contra quien sí lo tiene es contra los que él llama “religionólogos”, contra los
teólogos que no se sabe lo que son, si científicos de la religión o teólogos.
Cuando Barth dice Palabra de Dios, está diciendo revelación, está diciendo Cristo como
Palabra, no sólo la Escritura, donde resuena la Palabra de Dios en las palabras de los hombres.
para él, lo importante es, justamente, el predominio de la Palabra de Dios. Por esta razón, él
quiere excluir toda solución metafísica -podríamos decir, teórica-, cuando se habla de Dios,
porque eso supondría escaparnos de lo concretísimo que es Cristo como Palabra de Dios.
Dios que se vacía de sí mismo en un acto de amor irrestricto, sin ningún límite, hasta
entregarse sin reservarse nada, está en la base de las ideas de Barth, influido
fundamentalmente por Kierkegaard.
18- La tematizacion de Karl Rahner sobre la revelación y las relaciones
historia de salvación- historia profana
Paul Tillich, llega a decir en su Dogmática de 1925 que la revelación es conmoción. Una
conmoción que no supone la destrucción del ser finito, la creatura, sino su giro, su vuelta
hacia el fundamento infinito, hacia lo incondicional. Conmoción: ¡Se conmueven los
cimientos de la tierra! Cuando Dios irrumpe, según Barth, deja en nosotros una especie de
huella imborrable, una especie de cráter en nuestra oscuridad, en nuestra nada; una especie de
resonancia; está presente como una forma de ausencia.
Defendió la revelación sobrenatural, contra todos los que concedían a la razón plena
autonomía y suficiencia, reduciendo la revelación cristiana a una realidad puramente inma-
nente al hombre.
R= Debemos tener en cuenta el título, el cual, justifica y desarrolla en todo este número:
“En Cristo culmina la Revelación”. Se trata pues, de una comprensión más bíblica de la
Revelación en la línea de la Teología de la palabra de Dios – el dabar hebreo – que integra su
doble dimensión: la verbal (verba) y la operativa (opera), al manifestarse centralmente en
Jesucristo quien “habla las palabras de Dios (verba) y realiza la obra (opus) de la salvación,
con sus palabras y acciones (verbis / operibus).
Subraya la mediación de Cristo que es Hombre enviado a los hombres y habla las palabras
de Dios y realiza la obra de la Salvación que el Padre le encargó, por eso quien ve a Jesucristo
ve al Padre y además se dice que es la “plenitud de toda la Revelación”.
Presenta la economía cristiana como la nueva alianza, y definitiva que no pasara y por lo
cual no hay que esperar otra revelación publica antes de la gloriosa manifestación de
Jesucristo nuestro Señor. Sin embargo aunque la Revelación esté acabada, no está
completamente explicitada: corresponderá a la fe cristiana comprender gradualmente todo su
contenido en el transcurso de los siglos.
R= A Dios, que se Reveló, se debe la obediencia de la fe, para la cual son necesarias la
gracia de Dios y la ayuda del Espíritu Santo. Esta concepción de Revelación (auto –
Revelación) se presenta una visión más integral de la fe. Además de recordar al Vaticano I que
la definía como una total sumisión del entendimiento y de la voluntad, subraya el carácter
total y libre de tal acogida por la cual el hombre libremente se entrega del todo a Dios,
apuntando a una visión más personalista y global del acto de creer. A su vez, subraya que el
Espíritu mueve el corazón lo convierte a Dios y abre los ojos del entendimiento: expresiones
todas de cuño bíblico, patrístico, y teológico que han servido para la renovación del tratado de
la fe.
Sobre esta no he encontrado algo, pero pongo algunas ideas que creo que pueden servir. Si
encuentro algo más se los hare llegar.
Por lo tanto una y otra deben ser aceptadas con igual piedad y reverencia, en cuanto que la
Iglesia no alcanza de la Sola S. E. su certeza sobre todas las cosas reveladas.
realidad» (Ratzinger).