Sentido de la vida y trascendencia: “Los grandes conversos que han dado el salto del ateísmo a la fe
estiman que la fe es razonable. En lugar de ser una abdicación de la razón, su fe es fidelidad a la luz
entrevista por la inteligencia. En otras palabras, si la razón rehusase la guía de Dios, sería infiel a sí
misma.”
El porqué de la Religión: Religión puede definirse como el reconocimiento tanto interior como
exterior de la relación vital del hombre con la divinidad. No es un hecho meramente cultural y
relativo, sino una realidad antropológica, es decir, una dimensión de la persona humana. Hay distintos
modos de clasificarlas:
Reveladas: Dios sale al encuentro para anunciarles la salvación eterna y cómo han de
comportarse moralmente.
No reveladas (Naturales): Son aquellas que nacen de las inquietudes naturales de todo
hombre que busca el sentido de su existencia.
Apertura a todo lo real: “Como seres espirituales y a la vez materiales que somos (alma y cuerpo)
podemos afirmar la existencia de la realidad que nos circunda y lo que ella es (la esencia de las cosas),
aunque no seamos capaces de abarcarla totalmente”
El camino del hombre hacia Dios: “Si el hombre es capaz de conocerse a sí mismo y al mundo que le
rodea, aceptar la existencia de Dios es fruto del conocimiento de sí y de la realidad, pues el ser
humano es capaz de alcanzar la verdad de las cosas y de su origen.”
Conocimiento natural de Dios: “Se llama conocimiento natural de Dios el que el hombre adquiere con
su inteligencia racional por medio de las cosas creadas. Se distingue del conocimiento sobrenatural,
que es el que se recibe por la directa Revelación de parte de Dios.” Este conocimiento natural de Dios
tiene dos grados: uno espontáneo (A) y otro racional o científico (B). A) Consiste en la percepción
general de Dios como fundamento de toda la realidad. De aquí surge el fenómeno religioso. B) El
proceso de avanzar un poco más, y reflexionar acerca de esa incipiente experiencia de la divinidad, a
propósito de sí mismo y del mundo que lo circunda.”
Pruebas metafísicas: Dios escapa del rango de la investigación científica, está más allá porque es un
ser espiritual e infinito, que no se puede comprobar a través de experimentos. La pregunta por el
origen primero de las cosas es de orden filosófico: se trata de descubrir el Ser que ha causado todo lo
real. Las obras de la Creación: De la belleza del mundo y su bondad, visible al hombre, se llega al
invisible Creador. Así lo consignan las religiones de muchos pueblos: el hombre puede encontrarse
con Dios a través de las obras de la Creación. El movimiento del mundo: Hace falta una primera
causa que dé el ser y el movimiento a todo el cosmos. Sin ella, toda la sucesión posterior permanecería
inexplicada. El orden de la materia y de los seres vivos: el hombre constata que jamás habría podido
hacer o siquiera imaginar el orden que presenta la realidad, esto le abre las puertas a la pregunta por
una Inteligencia superior, que proyecta y mantiene todo esto.
Las cinco vías de Santo Tomás de Aquino: Este santo quiere mostrar que creer en Dios no es ingenuo o
contrario a la inteligencia humana, sino que potencia su natural tendencia a trascender lo inmediato,
preguntarse por las causas, y llegar a la última de ellas, Dios. Estructura racional de las cinco vías tomistas:
1) Siempre comienza por consignar hechos de experiencia, de los que no cabe dudar. 2) Ahora busca demostrar
que esos hechos son efecto de una causa. 3) Se ha de llegar hasta la causa primera. 4) La primera causa de
todos esos efectos es lo que los hombres llaman Dios. Por tanto, Dios existe.
Tomás de Aquino constata aquí que ningún ser se mueve si no es movido por otro que ya
esté previamente en acto. Es preciso llegar a un primer motor que no haya sido movido por
otro, sino que sea inmóvil. Este es lo que algunos llaman Dios.
Todo efecto tiene una causa. Esto es lo que se llama principio de causalidad. Como la serie
de causas no puede ser infinita, ha de haber una causa primera no causada por ninguna otra,
a la que están subordinadas todas las demás causas. Ésta es la que llaman Dios.
Si las cosas pueden dejar de ser, significa que su existencia no es necesaria: pueden ser o no
ser. Esto es lo que se llama contingencia. Si pueden no existir, significa que no existen por
sí mismas, sino que reciben el ser de otro. Pero no es posible que todos los seres sean
contingentes. Ha de haber al menos alguno cuya existencia sea necesaria, o sea, que no
pueda no existir. Y por tanto habrá de ser eterno. Este ser es Dios.
Entre las cosas, las hay mejores y peores respecto de una misma perfección. Pero ninguno
de esos seres abarca toda la característica: de lo contrario no habría más que un solo ser
bueno, bello, inteligente, etc. Si estas y otras perfecciones se encuentran en más de un ser,
significa que participan de esas perfecciones, pero ninguno de ellos es causa de ellas. Debe,
por tanto, existir un ser que sí tenga en plenitud esas perfecciones y, al no recibirlas o
participarlas de otro, sea él mismo la causa de todas ellas. Este ser es Dios.
El orden que hay en el universo. Como está compuesto por seres no inteligentes, ese orden
ha de provenir de otro ser que sí sea inteligente y conozca el fin o sentido de todas las cosas.
Este orden o finalidad viene de esa inteligencia que dirige todo el cosmos que ha inventado.
En este orden del mundo resplandece la sabiduría de esta Inteligencia, con la que se designa
a Dios.
Dios viene al encuentro del hombre:
La Revelación de Dios: Decide revelar un poco más su misterio a los hombres, porque nos invita a
participar del gozo de su misma intimidad. Nos llama a ser sus hijos, parte de su familia. Por amor, no
por necesidad. Revelación: “la manifestación que Dios hace a los hombres de su propio ser y de
aquellas otras verdades necesarias o convenientes para la salvación.” Por medio de palabras y
obras, La Revelación divina es Palabra de Dios que se hace presente en la historia de los hombres y
para ellos. Dios se da a conocer y pide una respuesta, que requiere la fe, esto es, confiar en Él y en la
verdad de su mensaje. La plenitud de la Revelación, Toda la Revelación divina y su Alianza con los
hombres se dirigen tanto a manifestar la bondad infinita de Dios como a salvar a los hombres del
pecado y abrirles las puertas de la inmensa alegría de la vida junto a Él para siempre. La Palabra
divina confiada a la Iglesia, Es preciso que Cristo sea anunciado a todos los pueblos y a todos los
hombres y que así la Revelación llegue hasta los confines del mundo, por esto toma apóstoles y
discípulos, por esto forma iglesia. Para dejar testimonio en el evangelio.
La verdad de la Sagrada Escritura: La inspiración divina de la Biblia, Los creyentes buscan este
escrito sagrado como camino de salvación que Dios mismo les comunica. De aquí su carácter sagrado:
es palabra divina. La Iglesia Católica ha entendido siempre que la inspiración bíblica es una verdad
de fe. La veracidad de la Biblia, toda ella es verdad y no contiene error, porque no se trata de una
verdad científica ni histórica, sino salvífica, esto es, consignada ahí para nuestra salvación. Es un
mensaje que es parte del plan salvífico de Dios. La interpretación del texto sagrado, En realidad,
para captar cómo la Biblia enseña la verdad hace falta interpretarla adecuadamente. Interpretar un
texto es tratar de entender lo que dice según su tiempo y su cultura, intentar de entender qué es lo que
el autor quiso expresar y reflexionar sobre su verdad. Evitar el hipercriticismo (olvida que se trata de
un texto inspirado) y el fundamentalismo (minusvalorar el elemento humano en la Escritura).
Razones para creer: La Revelación divina es un mensaje de salvación que Dios propone a cada ser
humano. El cual puede adherirse o mantenerse al margen, no está obligado a fiarse de Dios. Cada
persona ha de tomar su propia decisión frente a Dios, y fiarse de Él y su mensaje o no. Signos y
milagros, La palabra de Dios es digna de ser creída a lo largo de los testamentos debido a que viene
acompañada del obrar del mismo Dios. Este actuar sirve como signo de que dicha palabra revelada es
divina y no meramente humana. Y por tanto creer en ella tiene un punto de apoyo. Jesucristo, signo
primordial de credibilidad, no son sólo las acciones extraordinarias de Jesús las que nos hacen creer
en Él, sino toda su Persona y toda su vida: enseñanzas y acciones, su amor infinito que le lleva a la
muerte. La Iglesia como razón para creer en Cristo, la Iglesia resulta creíble porque hace presente a
Cristo. Refleja la credibilidad de Jesús mismo, que vive y actúa en ella. Como Él es santo, lo es
asimismo su Iglesia; como Él dice la verdad, así también su Iglesia. La Iglesia es santa porque
participa de la santidad del mismo Hijo de Dios, y por este motivo puede santificar a los hombres. Su
santidad innata puede, o no, reflejarse en sus fieles.
La transmisión de la Revelación: Los Apóstoles, eslabones entre Cristo y la Iglesia, los Apóstoles
fueron escogidos personalmente por Cristo para ser sus testigos: fueron llamados para estar con Él y
recibir su doctrina de salvación, con el encargo de transmitirla después a la Iglesia que iba a fundar.
La Tradición apostólica, Ellos entregan la entera realidad cristiana: no sólo un mensaje, sino la
palabra eficaz de Dios que salva, esto es, acompañada de la acción interior del Espíritu Santo en el
corazón de quien escucha, para llevarlo a la fe y a los sacramentos. La sucesiva comprensión del
Depósito de la fe, Así como dos amigos que se tienen confianza comparten su intimidad, Dios
también nos da a conocer su intimidad, nos manifiesta su amor sin límites. Lo hace al entero Pueblo
que ha elegido, su Pueblo, la Iglesia. Cada generación recibe este mensaje y lo incorpora a su vida, en
la medida en que puede entenderlo y asimilarlo.
La respuesta del hombre: la Revelación divina es un anuncio de salvación de Dios a los hombres. Pero
sólo se hace comunicación cuando hay una respuesta de parte del hombre, un verdadero diálogo. Ello
es posible por la fe: el hombre se entrega a un Dios que se le ha entregado antes. La fe y la
inteligencia, En sentido estricto, la fe se funda en la confianza en el testigo. En el ámbito de la fe en
Dios y su mensaje, creer aquí también es un modo de acceder a una nueva realidad: los misterios
divinos comunicados a través de la Revelación. No basta creer algo, sino que es preciso que sea a
alguien. La libertad de la fe, Aunque el mensaje de Jesús es razonable, no es de tal modo evidente
que no se pueda sino aceptarlo: siempre nuestra voluntad puede resistir la invitación divina o aceptarla
libremente. Creemos porque queremos. Un don de Dios, Para tener la fe cristiana se requiere, como se
ha dicho, de la inteligencia y de la voluntad. Pero no basta, porque la fe divina es siempre un regalo de
Dios a quien se la pide humildemente.