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Lección 9: Jesucristo—Nuestro Rey Para

Siempre

Querido Amigo:
En la lección número 8 estudiamos acerca de cuando el Señor
Jesús será Rey sobre toda la tierra. Durante este período, Satanás
será atado, y habrá un tiempo maravilloso de paz y felicidad en la
tierra.
¿Qué pasará después de esto? La Biblia dice,

Cuando los mil años se cumplan, Satanás será suelto de su


prisión, y saldrá a engañar a las naciones (Apocalipsis 20:7-8).
¡Sólo piensa en esto! Aún después de mil años bajo el reinado del Señor
Jesús, Satanás otra vez podrá engañar a la gente. ¡Cómo es de astuto Satanás !
¡Y cómo son de necios los hombres!
Otra vez, Satanás y sus seguidores se rebelarán contra Dios y Su Hijo, el Señor
Jesucristo. Esta vez, fuego vendrá del Cielo para destruirlos, y Satanás será
lanzado en el lago de fuego, el cual es su destino final. Nunca jamás podrá
Satanás volver a molestar. La Biblia dice,

Y el diablo que los engañaba fue lanzado en el lago de fuego y


azufre, donde estaban la bestia y el falso profeta; y serán
atormentados día y noche por los siglos de los siglos
(Apocalipsis 20:10).
EL Juicio del Gran Trono Blanco

Después de que Satanás sea lanzado en el lago de fuego, los


inconversos ya muertos serán juzgados. Este juicio se llama "el Juicio del
Gran Trono Blanco" y es solamente para los incrédulos. Los cuerpos de los
incrédulos serán levantados de la tumba, y todos ellos, grandes y pequeños,
comparecerán delante de Dios. Dios lleva un registro de toda palabra dicha y
de todo lo que se ha hecho. En aquel día, los libros de registro serán abiertos y
cada uno será juzgado según sus propias obras. A cada incrédulo le serán
recordados todos sus pecados. Él se acordará de cómo rehusó el amor de Dios
y rechazó al Hijo de Dios. Él admitirá que merece ser condenado.
Otro libro será abierto también—el Libro de la Vida del Cordero. En
este libro están los nombres de aquellos quienes dejaron sus pecados y
recibieron al Señor Jesús como su Salvador. Aquellos cuyos nombres no se
hallan en este libro están perdidos para siempre. La Biblia dice,
Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado
al lago de fuego (Apocalipsis 20:15).
Después del Juicio del Gran Trono Blanco, la tierra será destruída por
fuego, y Dios creará un nuevo Cielo y una tierra nueva donde no habrá
pecado.

La Nueva Jerusalén
Dios le mostró al apóstol Juan muchas cosas que están en el nuevo Cielo
y en la nueva tierra. Juan escribió,
Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y
la primera tierra pasaron, y… yo Juan vi la santa ciudad, la
nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios (Apocalipsis 21:1-
2).
Esta nueva ciudad será más bella que cualquier cosa que nos podamos
imaginar. Será hecha de oro puro y tendrá toda clase de piedras preciosas.
Doce puertas estarán en la entrada de la ciudad, y cada puerta será una gran
perla. Allá no habrá ni sol ni luna y no se necesitarán, porque la gloria de Dios
alumbrará esta ciudad. Todo será puro y limpio. No se permitirá entrar en
esta ciudad ninguna cosa inmunda.
En la nueva Jerusalén, no habrá enfermedades ni dolor, ni tristeza ni
muerte. Ya no habrá más llanto, porque Dios limpiará todas las lágrimas de
nuestros ojos. Dios Mismo morará con nosotros. ¡Qué lugar tan maravilloso
será! Juan escribió,
…Dios… morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios
mismo estará con ellos como su Dios. Enjugará Dios toda
lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá
más llanto, ni clamor, ni dolor (Apocalipsis 21:3-4).
Multitudes en Ropa Blanca

El apóstol Juan vio a una gran multitud, todos vestidos de ropa blanca,
alabando y adorando al Señor Jesús. A Juan se le dijo quienes eran ellos,
Estos son los que han salido de la gran tribulación, y han
lavado sus ropas, y las han emblanquecido en la sangre del
Cordero (Apocalipsis 7:14).
¿Qué significan estas ropas blancas? Las ropas blancas significan
la justicia sin mancha. Esta gran multitud había lavado sus ropas y las había
blanqueado en la sangre del Cordero. Esto quiere decir que ellos habían
confiado en el Señor Jesús como su Salvador y que Su sangre les había lavado
todos sus pecados.
El Cordero en Medio del Trono

El apóstol Juan vio el trono de Dios en el Cielo. En medio del trono,


vio "un Cordero como inmolado" (Apocalipsis 5:6). Este Cordero no es
ningún otro sino el Mismo Señor Jesucristo. Él es el Cordero de Dios. El
Señor Jesús tiene muchos nombres maravillosos, pero quizás el más
maravilloso de todos es "el Cordero de Dios." ¿Qué quiere decir "el
Cordero de Dios"? Significa que Jesús murió en la cruz por nuestros
pecados. La verdad más preciosa en toda la Biblia es que el Hijo de Dios nos
amó tanto que Él dejó el Cielo y se hizo hombre para que pudiera morir por
nuestros pecados. No es de extrañarse que todos en el Cielo le aman y le
adoran.
Sí, el Cordero de Dios es la gloria del Cielo. Los millones de
redimidos quienes estarán en la presencia de Dios adorarán para siempre al
Señor Jesús como el Cordero. Ellos no dirán que sus buenas obras y su
justicia les trajo al Cielo, sino que alabaran al Hijo de Dios quien les redimió
por Su sangre. Aquellos quienes reciben galardones, con gozo los colocarán a
los pies de Jesús, quien solamente es digno de todo honor. La Biblia dice,
y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres… porque
tú fuiste inmolado, y con tu sangre… (Apocalipsis 5:9).
Todos los galardones finalmente serán colocados a los pies de Jesucristo
quien merece todo honor.

Jesucristo—Digno de Toda Adoración


Los ángeles en el Cielo adoran al Señor Jesús como el Cordero.
Juan vio a muchos ángeles alrededor del trono de Dios. El número fue tan
grande que no se podían contar. Estaban adorando al Señor Jesús diciendo,
El Cordero que fue inmolado es digno de tomar el poder, las
riquezas, la sabiduría, la fortaleza, la honra, la gloria y la
alabanza (Apocalipsis 5:12).
Otra vez, el apóstol Juan describe para nosotros otra futura escena en el Cielo.
Esta vez, él oyó a toda criatura en el Cielo y la tierra adorando al Señor
Jesucristo diciendo,
…Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la
alabanza, la honra, la gloria y el poder, por los siglos de los
siglos (Apocalipsis 5:13).

Algún día, con los millones de almas redimidas, nos reuniremos alrededor
del trono del Señor Jesús para alabarle y adorarle. Pero no tenemos que
esperar hasta aquel día para alabar a Quien nos amó y nos lavó de
nuestros pecados en Su propia sangre. Ahora podemos empezar a ofrecerle la
alabanza y adoración que merece.

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