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Evangelio: Mateo 24,37-44

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: Cuando venga el Hijo del hombre,
pasará como en tiempo de Noé. Antes del diluvio, la gente comía y bebía y se
casaba, hasta el día en que Noé entró en el arca; y cuando menos lo esperaban
llegó el diluvio y se los llevó a todos; lo mismo sucederá cuando venga el Hijo
del hombre: Dos hombres estarán en el campo: a uno se lo llevarán y a otro lo
dejarán; dos mujeres estarán moliendo: a una se la llevarán y a otra la dejarán.
Por lo tanto, estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor.
Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora de la noche viene el
ladrón estaría en vela y no dejaría abrir un boquete en su casa. Por eso, estad
también vosotros preparados, porque a la hora que menos penséis viene el
Hijo del hombre.
Comenzamos el Adviento. Es el tiempo litúrgico en el que vivimos en carne propia la
esperanza del pueblo de Israel que atendía a la llegada del Mesías, esperado por siglos y
manifestado gloriosamente en la Encarnación del Hijo de Dios.

Uno de los conceptos litúrgicos (en general) que mas me maravilla es el de “memorial”. No
podemos entenderlo solamente como un “hacer memoria o meramente recordar” sino que
va mas profundamente al “hacer de nuevo” “vivir, experimentar hoy lo que antes se vivió”.
Es la actualización de los misterios de nuestra fe. Por eso el memorial del Adviento es
también para nosotros la esperanza israelita en la venida del Mesías. De ahí que se conozca
también este tiempo litúrgico como la esperanza de las 2 venidas porque, si es cierto que el
lugar central lo ocupa el nacimiento del Niño Dios (y el memorial que hacemos de ese
advenimiento en nuestros corazones), tampoco podemos perder la perspectiva de la
segunda venida del Mesías, “cuando venga el Rey de la Gloria y sus ángeles con él”.

Abrir el adviento con el Evangelio de San Mateo es la invitación que nos hace la Iglesia,
atendiendo a las palabras del mismo Cristo “a estar preparados” para la segunda venida que
es, “a la hora que menos penséis”, es decir que nadie sabe, “ni los ángeles, ni siquiera el
Hijo, sólo el Padre” (Mc. 13,32)

La misma “corona de Adviento” que desde hace algunos años se ha puesto de moda en
nuestros templos (venezolanos) y sus cuatro velas que se van encendiendo, una distinta
cada domingo, nos recuerda que el tiempo se está acercando, no solo al Nacimiento (que
celebramos el 25 de diciembre) sino a la Parusía.

En las 9 misas de aguinaldo acompañamos a la Virgen María en sus 9 meses de espera


confiada en la promesa de Dios hecha por boca del arcángel Gabriel, de ser la madre del
Redentor y poder entonar el 24, en la misa de medianoche, junto a los Ángeles el himno
“gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor”.

Dios bendiga a mis amistades del Twitter y nos conceda la paz a todos los venezolanos.

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