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APROXIMACION A LA LOCURA

Pelicula: Hombre mirando al sudeste

Me parece una sugestiva manera de empezar, plantear através de la experiencia


de perplejidad del psiquiatra Julito con Rancés, el loco lúcido, el cuestionamiento de la
naturaleza de la locura.
¿Qué es estar loco?
Una concepción muy extendida la categoriza como "Pérdida del sentido de la
realidad".
Pero ¿qué es la realidad?
Una definición que me gusta por su sencillez dice que es "la trama de
significaciones compartidas".
Así que el valor de realidad parece una convención consensuada. Es decir que en una
comunidad, una cultura, podíamos decir, que cree que existen los espíritus, ángeles o
demonios, quien refiera su visión puede ser tomado por un carismático lider iluminado o
por carne de hoguera. Hoy en día su destino más probable sea el manicomio o el risperdal
ambulatorio.
Así que la cosa como diría Sarita Montiel, es relativa. Relativa, pero ahí está,
rompiendo esquemas y espejos, desgarrando almas."Bienvenido al infierno" que le dicen en
la peli al primer enfermo, resume un destino a menudo penoso y devastador. Enfermo digo,
pero hay en esa concepción de la locura como enfermedad mental todo un proceso
ideológico detrás. Y no se trata de negar su existencia mórbida como harán algunos, Szasz
fue uno de los más sonados, sino de poder contextualizar su categorización y sus
consecuencias.
Así que el viaje que os propongo es una aproximación abierta al fenómeno de la
locura y una revisión básica de las diversas formas de pensarla.

UNA PERSPECTIVA HISTORICA

Es lógico pensar que uno va a pensar lo que piensa en función del sistema de
pensamiento que su circunstancia histórica le determina. Uno no puede atribuir una
enfermedad a la infección por un virus si se ignora la existencia de éstos. Pero incluso
cuando éstos ya están patentados, una cierta ideología puede infiltrarse tenaz en la hoy
llamada opinión pública. Véase lo acontecido en los primeros años del sida. Una plaga,
castigo-divino para pecadores sodomitas y drogadictos.
Así pues en las culturas antiguas donde todo cuanto lo que le acontecía al
hombre era por designio de la divinidad de turno, concepción mágico animista poblada de
toda suerte de espíritus o demonios, las enfermedades, y especialmente las psíquicas, eran
resultado de posesiones, hechizos y brujerías.
Cita Potter, hablando de los babilonios, que tal posesión era el castigo por la
violación de cierto tabú, primitiva relación entre locura y trasgresión de la ley que Freud
retomará treinta siglos después. De cualquier forma, dada su naturaleza, el abordaje pasaba
por determinados rituales y conjuros aliñados por ensalmos y otras hierbas.
Y llegamos a los griegos dónde empiezan a plantearse las cosas de otra manera y
no por casualidad. Porque no es casual que el pensamiento racional surja en una cultura que
ha pasado de los tiempos de los tiranos a la democracia de la polis, y sus embajadores
proclamen que no tienen otro amo que la ley, ausente una casta sacerdotal.
Desde ese lugar es que intentan dar cuenta de la naturaleza de las cosas explicándolas como
sujetas a un orden natural que no sobrenatural, pasando del mythos homérico al logos de los
primeros filósofos. Aplicando el pensamiento racional, es decir, aquél sujeto a unas leyes
establecidas por la lógica, se emplean a la búsqueda de la verdad, centrando su mirada tanto
en su alrededor, la physis o materia, como en su interior, la psijé o alma.
También partícipes de ese espíritu actuarán los médicos que consideran la
enfermedad como un trastorno natural y elaborarán una teoría del enfermar en función del
desequilibrio de los humores o fluidos elementales del organismo. Pero dada su disposición
eminentemente práctica, centrada en el abordaje de lo tangible, el campo de las dolencias
psíquicas quedará marginado de su clínica y dejado en manos de la especulación de los
filósofos.
De Sócrates, Platón y Aristóteles a los estoicos grecolatinos, se produce el desarrollo de la
ética que planteará la locura o vesania como un conflicto moral entre las pasiones y la
razón. Veremos como este dualismo entre la concepción organicista y el trastorno
psicógeno reaparece de nuevo en escena en la era moderna y perdura hasta nuestros días.
Hay un paréntesis de más de mil años dónde la Iglesia Católica cambia el
paradigma, del Logos a la Fe, reintroduciendo el concepto de posesión, y el desgraciado
trastornado por el demonio recibirá un tratamiento bifronte, purificando su alma con el
exorcismo, y su cuerpo pecador con la hoguera redentora.
El retorno cultural a los clásicos que supone el Renacimiento, los descubrimientos
técnicos y geográficos (Copérnico, Colón), la fractura en el poder monolítico del papado
que supone la Reforma de Lutero y la revolución científica que culmina en Newton
producen un verdadero terremoto ideológico que deja atrás la cosmovisión medieval y
establece con la modernidad el nuevo paradigma de la razón y la ciencia.
Los locos, dementes, idiotas y demás carne de marginación han sido segregados y
recluidos mayoritariamente en asilos, hospicios y hospitales. Perdida la razón que los haría
humanos, son infrahumanos y como tales son tratados. Los médicos retoman protagonismo.
Descubren el sistema nervioso. Y llegamos a Cullen, neurólogo escocés que en 1777 acuña
el término neurosis para referirse a aquellas afecciones del S.N. sin fiebre ni lesiones
localizadas. La Ilustración, la revolución francesa, un nuevo humanismo ilustrado que
reconoce los derechos del individuo alumbran la llegada de los médicos filósofos como
Pinel que estrenando el nuevo siglo librará de las cadenas a los alienados y propondrá una
nueva concepción de abordar la locura, el alienismo o medicina alienista, porque “el loco
está alienado, enajenado de si mismo”, pasando a denominar a la folie, término vulgar para
referirse a la locura, alienation.

Podemos situar aquí los orígenes de la Psiquiatría como especialidad médica,


término acuñado por Reil, romántico alemán en 1808. Creo que, siguiendo a Alvarez, es
importante para desentrañar los fundamentos y los avatares que han determinado las
presentes construcciones teóricas sobre la patología mental recorrer el itinerario histórico
de las enfermedades mentales, entendidas como un efecto inducido por el discurso
científico sobre la locura y constatar las consecuencias que implica, respecto al lugar al que
se relega al loco, lugar de silenciado según Foucault, que señala a la psiquiatría como un
monólogo de la razón sobre la locura, donde el loco no tiene nada que decir.
Siguiendo los pasos de Jose María Alvarez en su imprescidible La Invención de las
enfermedades mentales, expondré a continuación una breve reseña de las figuras señeras en
la construcción de los cimientos del que terminará siendo el actual edificio nosológico de
las psicosis, recorrido necesario para poder rastrear los eslabones que encadenan ese
discurso.

Estábamos con Pinel(1800). Estudia las Neurosis de Cullen que distingue cuatro
grupos de dolencias:
Espasmos (Histeria y epilepsia)
Comas (apoplejía)
Adinamias locales
Vesanias: Manía
Melancolía
Demencia
Idiotismo
La Alienación Mental es un proceso morboso único de manifestaciones variadas que
siguen un orden gradual. La manía será la locura por excelencia, con agitación y furor. Lo
propio de la melancolía es el delirio, siendo demencia e idiotismo los estadios terminales
deficitarios. Se corresponden bastante con las actuales psicosis, término que introdujo el
psiquista alemán Von Feuchtersleben en 1845.
El tratamiento moral que propone Pinel lo toma de su lectura de los estoicos que
entienden la locura como un desequilibrio entre la razón y las pasiones, un desarreglo
moral. Así el objetivo será moderar las pasiones y acabar con el delirio a través del buen
trato y la persuasión. Se le da la palabra al interno, se le escucha, en la creencia de que allí
en donde se manifiesta su sinrazón reside las claves de su cura. (Foulkes 44). La causa de la
alienación es una decisión equivocada por lo que la responsabilidad del sujeto está
implicada en su causa y dada la convicción de que en el alienado siempre queda un resto de
razón, en buena lógica en él alberga la posibilidad de restaurarla mediante el tratamiento
adecuado.

Esquirol(1820). Discípulo de Pinel desarrolla las directrices de su maestro, pero a lo


largo de su magisterio va experimentando un progresivo desencanto respecto a la verdadera
eficacia del tratamiento moral y decantándose hacia el enfoque más médico de su discurso,
eligiendo el término de maladies mentales en vez de el de alienation.
Y con ese término, enfermedades mentales, apunta hacia una concepción plural de la
patología mental frente al modelo unitario de su maestro. Introdujo el concepto de
monomanía o locura parcial, aquél loco en su tema pero cuerdo en lo demás, que se
convertirá para lo sucesivo en la piedra en el zapato de la psiquiatría somatizante.

La enfermedad de Bayle (1822)


Discípulo de Royer-Colard, rival de Esquirol, interno de Charenton, asilo público de
París donde ingresaban los militares del ejército, muchos de los cuales habían contraído
sífilis en su correrías imperiales. Y cito estos datos aparentemente anecdóticos porque es
precisamente la concatenación de tales aspectos coyunturales lo que va a propiciar el
hallazgo que resultará determinante en la evolución del curso de la psiquiatría.
Bayle al estudiar casos de enfermos delirantes que cursaban con trastornos motores
y parálisis, encontró en algunas necropsias alteraciones anatomopatológicas, inflamación de
las meninges, descubriendo que se trataba de una enfermedad orgánica del cerebro, por fin!,
y sentando las bases tan largamente anheladas para extender este hallazgo concreto y
parcial a la categoría de modelo que postula la locura como una enfermedad cerebral,
dándose la paradoja de que fue precisamente el no haber llegado a relacionar el cuadro con
su etiología sifilítica lo que le dio su pretendido valor nosológico.
La semilla y la suerte estaban echadas.

La escuela alemana
Al otro lado del Rin la psiquiatría alemana mantenía dos posiciones abiertamente
enfrentadas, los Psychiker y los Somatiker. Los primeros, de espíritu romántico, sostenían
una causalidad psíquica, destacando entre ellos Heinroth. Del lado de los somatistas brilla
la figura de Griesinger que en 1845 proclama categórico que las enfermedades mentales
son enfermedades del cerebro. Es también defensor del modelo de la psicosis unitaria, con
un patrón que cursa en el inicio con trastornos afectivos (melancolía o manía), seguido de
delirio sistematizado y concluye con alguna forma de demencia. Este patrón procesual no
encaja con la Paranoia, la vieja monomanía pineliana, que deja en evidencia el forzamiento
de la enfermedad mental como una enfermedad natural más.

Pero es el modelo que se impone definitivamente como mayoritario, siendo Falret


su gran ideólogo, que niega la existencia de la locura parcial y teoriza un nuevo cuadro, la
locura circular (1854) donde aúna la melancolía y la manía. Será Kraepelin quien en 1899
la designará como psicosis maníaco depresiva.

Kraepelin (1856-1926), es el gran nosólogo de la psiquiatría organizando y


sistematizando a lo largo de las 8 ediciones de su Lerhbuch (manual de psiquiatría)
elaborado durante más de treinta años, todo un compendio de las diversas patologías
mentales que él las concibe como enfermedades naturales, entidades morbosas homogéneas
e independientes, semejantes al resto de patologías orgánicas con un curso y terminación
preestablecido al margen de toda subjetividad, con un acusado pesimismo terapéutico
donde el enfermo no tiene nada que decir. Como House, prescinde del paciente,
proclamando incluso las ventajas de ignorar su lengua, como le sucedió en su primer
destino manicomial en Estonia.
Me interesa repasar con detalle los pasos que da K en la construcción de su
nosología para dejar en evidencia su carácter de construcción en marcha, chocante paradoja
tratándose de supuestos cuadros naturales.
En la 5ª edición del L (1896) agrupa bajo la categoría de enfermedades con deterioro tres
tipos:
-La dementia precox, que retoma de Morel el nombre y de Hacker la descripción del cuadro
hebefrénico, demencias en jóvenes, en honor de la diosa griega de la juventud Ebe.
-La catatonía de Kahlbaum, caracterizada por agitación psicomotora y rigidez.
-la demencia paranoide, demencia con ideas paranoides no sistematizadas.
En la 6ª edición (1899) presenta la Dementia Precox como una nueva categoría nosológica
donde reúne la hebefrenia, la catatonía y la demencia paranoide.
Distingue un síndrome nuclear siguiendo el paradigma de la hebefrenia marcado por el
deterioro psíquico y afectivo y los trastornos del lenguaje, pero podía
transitar a las otras formas clínicas.
Va a recibir fuertes críticas fundamentalmente en lo que atañe a su rasgo demencial
inexorable. “el demente es menos demente de lo que se le considera”, y a su requisito de
precocidad, pues son numerosos los casos que no se inician a la temprana edad que se les
presupone.
La 8ª edición (1913) va a experimentar algunos cambios significativos siendo el principal el
desplazamiento del concepto de deterioro al de disgregación, haciéndose eco del impacto
producido por Bleuler y su trabajo sobre las esquizofrenias(1911).
También ampliará el arco de tres tipos clínicos a nueve, donde incluirá entre otros
la parafrenia, la esquizoafasia y las demencias esquizoafectivas.

Llama la atención la deriva respecto a la supuesta etiología que formula en las distintas
ediciones: Desde una afección metabólica a una enfermedad cerebral de naturaleza
imprecisa, acabando recalando en el oscuro amparo de lo endógeno. Resulta muy atrevido
pretender afianzar la concepción de la locura como enfermedad mental, sin aclarar en
absoluto una cuestión clave como es la etiología.

Y llegamos en este recorrido panorámico al último puntal que pretendíamos, Bleuler.


Suizo contemporáneo (1857-39) de Kraepelin(1856-26) y de Freud (1856-39).
Imparte magisterio como catedrático del prestigioso Burgholzli zuriqués, y cuenta entre sus
alumnos con Jung. Se interesa en los primeros años del siglo por la obra de Freud, y
resultado de ese interés nacerá el eje Zurích-Viena de fecundos frutos psicopatológicos.
La relación no llega a una década pero marca una impronta indeleble en sus respectivos
proyectos. Bleuler va a hacer una síntesis de K y F como deja claro en el prólogo de su obra
clave: La Dementia precox y el grupo de las esquizofrenias, donde acuña el término que
hará fortuna implantándose hasta nuestros días. No entraré a desgranar el trabajo de Bleuler
y sus diferencias con K, sólo señalar que bajo la influencia de Freud, va a postular un
mecanismo subyacente común en el origen de tan abigarrada sintomatología, la spaltung o
escisión de las funciones psíquicas. Pero a diferencia de él siempre sostendrá que hay una
perturbación cerebral de base, aunque imprecisa, ¡no faltaría más!.
Y es que esta visión orgánica de la patología mental, por más insuficiente que resulte su
fundamento, se impone triunfal a lo largo del siglo XX, determinando toda una ideología
que condiciona decisivamente al afectado, obviando su condición de sujeto discursivo y su
responsabilidad e implicación en su cuadro, quedando como puro receptor pasivo de una
contingencia que le es ajena, tanto respecto a la causa (neuroquímica of course!), como del
tratamiento (exclusivamente farmacológico, obviamente).
Del seno de este modelo, contemporáneo exacto de K y Bl, surge Sigmund Freud,
neurólogo discípulo de Brucke y Meynert, popes del ala dura del positivismo científico, que
en sorprendente deslizamiento pasará de aguzar la mirada en el microscopio del laboratorio
a aguzar la escucha del discurso del sufriente en el diván. Cambio de registro que ilustra
paradigmáticamente la tensión dualista que recorre la historia de la locura: Cuerpo y alma,
naturaleza y cultura, cerebro y mente, materia y pensamiento, neurotransmisor y lenguaje,
biología y biografía.
Y es así que Freud le hace sitio a la palabra del sujeto, es decir, al sujeto mismo,
porque somos seres de lenguaje, parletre dirá Lacan, y en esa escucha atenta a la literalidad
del discurso va atropezarse con la clave secreta de la sinrazón, la existencia de una razón
otra, ajena al yo pero inserta en la raíz de su ser, siniestra la llamó Freud, extima neologiza
Lacan. Nada nuevo si sabemos escuchar a los románticos cuando proclaman que "hay
razones del corazón que la Razón no entiende".
La razón cartesiana de las Luces no es la única, y ahí está la razón furiosa de la
pasión oscura escribiendo la historia de nuestros extravíos. Eso Freud lo va a ir elaborando
a través de su teoría del inconsciente, núcleo del edificio psicoanalítico. Lacan lo va a
formalizar en una definición breve y contundente a la manera de un axioma: "El
inconsciente está estructurado como un lenguaje". Intentaré justificar el sentido de esa
fórmula y sus consecuencias a la luz del estudio de las psicosis, vigente término que
designa a la vieja locura a la que el psicoanálisis deja de pensar como un puro defecto del
ser, y a sus manifestaciones, más que un disparate o una chaladura, las piensa más bien
como tentativas desesperadas por seguir siendo.
Nada más indicado ahora que citar a Lacan: “Y el ser del hombre no sólo no puede
ser comprendido sin la locura, sino que no sería el ser del hombre si no llevara en si la
locura como límite de su libertad.”

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