Por todo ello, continúa la sentencia, “resulta, (...) que la actuación administrativa que
impidió la instalación de los elementos tan citados, el día 20 de diciembre de 2009, vulneró el
derecho de reunión”.
El alcalde de Valladolid cree ser dueño y señor de las calles de la ciudad y pone a la
policía municipal a trabajar contra los ciudadanos y a intentar impedir que actos solidarios
como esta marcha silenciosa contra el hambre, se celebren con normalidad. Con la normalidad
que deben tener los actos de solidaridad en nuestras calles. Con la normalidad de que unos
ciudadanos puedan ejercer su derecho constitucional de manifestación y no les sea impedido por
aquellos que se supone que están para servirles: la policía y un alcalde a los que pagan sus sueldos
con sus impuestos. Esta sentencia supone un varapalo, uno más, al Ayuntamiento de
Valladolid y a su alcalde, Javier León de la Riva, por vulnerar derechos constitucionales.