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Título del trabajo:

“Los distintos modelos de hombre en la teoría y


práctica psicológica”

Autor: Sr. Morales Franco1 (Trabajo inédito)

1
Facultad de Psicología - Universidad Nacional de Mar del Plata
Teléfono: 0223-4935722 / 0223-155294073
Correo electrónico: moralesfranco@live.com

1
Descripción resumida:
Resumen: Luego de más de 200 años de la primer edición “Crítica de la razón pura” de Kant, en
la que deja abierta 4 de las preguntas de la filosofía siendo la última “¿Qué es el hombre?”, pareciera
que la respuesta a tal pregunta esta lejos de responderse. Esto atañe a la psicología como disciplina,
entendiendo que cada uno de los sistemas teóricos fundados tiene un modelo de hombre explícito o no.
El presente trabajo tiene dos objetivos. El primero es dar cuenta de dichos modelos de hombre que cada
sistema propuso, utilizando para ello la Antropología Filosófica como parámetro tomando la
clasificación propuesta por Max Scheler (1928) y Alberto Vilanova (1993). Dentro de la amplia variedad
de sistemas psicológicos que surgieron en el siglo XX tomaremos las “tres fuerzas” (Maslow 1954)
dentro de la psicología: Psicoanálisis – Conductismo – Humanismo. El segundo es discutir la relevancia e
implicaciones del debate de estos tópicos en el estado actual de la ciencia y su posible impacto en la
formación de futuros profesionales e investigadores.

Abstract: After 200 years from the first edition of Kant’s “Critique of Pure Reason”, where he
lefts open 4 questions to the philosophy being one of them “¿What is the Human?” it seems that the
answer to that question is far away from being answered. This implies the Psychology as a discipline,
acknowledging that each one of the theoretical systems has a human model explicit or not. There are
two objectives with the present paper. The first one is to show the human models that each theoretical
system proposed, by using the philosophical anthropology as a parameter taking Max Scheler’s (1928)
and Alberto Vilanova’s (1993) proposals. The second one is to discuss the relevance and implications of
the debate of this topic in the actual state of the discipline and the possible impact in the formation of
futures professionals and researchers.

Palabras claves: Antropología Filosófica – Sistemas Psicológicos del Siglo XX – Epistemología

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Introducción
Podríamos decir que Kant fue el primer epistemólogo puro. Según él nos encontramos ante una
mente con energías propias que ordena y da sentido a la realidad. De esta forma, sin dejar de reconocer
que el conocimiento se inicia con la experiencia, afirma que son nuestras categorías apriorísticas las que
nos proporcionan el conocimiento de todas las cosas, no como realmente son en sí mismas sino como se
nos aparecen (Fenómenos). Por otro lado, él plantea 4 preguntas en el marco de una filosofía separada
de la filosofía estrictamente académica: ¿Qué puedo saber?; ¿Qué debo hacer?; ¿Qué me cabe
esperar?; ¿Qué es el hombre? Sin embargo, considera que en el fondo todas estas disciplinas se podrían
refundir en la antropología, porque las tres primeras cuestiones revierten en la última y de ella es de
donde, en los siglos posteriores surge la Antropología filosófica con todas sus vertientes y diversidades.
(Kant 1787)
En el caso de la psicología es importante mostrar que si bien como ciencia busca un
acercamiento a la realidad, las categorías apriorísticas que mencionamos arriba impregnan la
investigación y la aplicación psicológica. “… En efecto, cualquier psicoterapia se desarrolla bajo un
horizonte apriorístico. Ya que desde siempre tiene como base una concepción antropológica, sea esta
explícita o implícita.” (Frankl, 1990: 64, 65). “Toda psicoterapia se basa en supuestos filosóficos (…); de
la falta de esclarecimiento de los mismos sólo pueden surgir prejuicios y confusiones” (May, R 1978).
Allí es donde reside la motivación y, por qué no, la necesidad de este trabajo de explicitar qué
modelo de hombre (Vilanova 1993) tuvo cada autor en psicología.
Sin embargo, se hace imposible poder desentrañarlo sin antes definir los distintos modelos de
hombre donde podamos ubicar a los diferentes autores. Utilizaremos para ello la clasificación que hace
Vilanova (Vilanova 1993), que sin intenciones de dar una mirada abarcadora de todos los modelos,
propone 5 categorías; tomaremos también, aunque tangencialmente, la clasificación propuesta por Max
Scheler (Anexo 1)
Habiendo mostrado con qué categoría podemos tener en cuenta para distinguir un modelo de
hombre de otro, haremos un recorrido por los distintos teóricos psicológicos tratando de desmenuzar
qué concepción de hombre tuvieron de base reconocidas explícitamente o no. Nos centraremos en los
siguientes autores: F. B. Skinner – C. Rogers – S. Freud. Esta lista de autores podría extenderse a muchos
otros, pero nos resulta significativo recortar el número de autores a fin de poder plantearlo desde las 3
grandes fuerzas de la psicología del último siglo que se presentan como las tres grandes fuentes en la
discusión psicológica y cuyas teorías se encuentran lo suficientemente polarizadas como para poder
distinguirlas de manera relativamente fácil.

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Marco Teórico
Antropología filosófica: Definiciones de esta disciplina ha habido varias. Sin embargo nos
quedaremos con la definición de Scheler: “Bajo esta denominación (hablando sobre la antropología
filosófica) entiendo una ciencia fundamental de la esencia y de la estructura esencial del hombre (…) En
dicha ciencia hállanse contenidos el problema psicofísico del cuerpo y el alma, así como el problema
noético-vital. Esta antropología sería la única que podría establecer un fundamento último, de índole
filosófica, y señalar, al mismo tiempo, objetivos ciertos de la investigación a todas las ciencias que se
ocupan del objeto “hombre”: Ciencias naturales y médicas; ciencias prehistóricas, etnológicas, históricas
y sociales, Psicología normal, psicología de la evolución, caracterología” (Scheler 1942, p. 53)

Clasificación de los Modelos de hombre:


Vilanova:1
1. El hombre organismo: Las conductas son intentos de reestablecer un equilibrio perdido a causa
de una necesidad interna. La fuente de las fuerzas motivadoras es somática. El impulso, la
pulsión, el instinto es el amo de la conducta. El psiquismo de cada sujeto es el resultante de un
sistema de tensiones, de negociaciones con el ambiente que cada cual, consciente o
inconscientemente habrá forjado.
2. El hombre animal: A partir del arco reflejo biológico, la personalidad de un hombre adulto es
resultado de la sumatoria de elementos discretos llamados hábitos, constituidos por conexiones
entre estímulos y respuestas que se van organizando de lo complejo a lo simple.
3. El hombre niño: el peso de las experiencias infantiles es determinante para predecir o describir la
conducta adulta. Las conductas del hombre adulto (patológico o no) se manejan como
marionetas cuyos hilos llevan siempre a la infancia a partir de las fijaciones con padre, madre,
hermanos y situaciones traumáticas, como el destete.
4. El hombre máquina: A partir de haber tomado de otras disciplinas teóricas prestadas, se utiliza la
noción de campo de la física que postula que la conducta humana en los grupos es similar al
comportamiento de las partículas en los campos de fuerza; por otro lado, el concepto de sistema
es actualmente más aceptado, entendiendo al hombre como un emergente de una compleja
suma de elementos que se encuentran en interacción con el ambiente.
5. El hombre del Humanismo2: En contraposición con el modelo físico, entiende que la vida
inaugura nuevos tipos de relaciones, desconocidos por la ciencia de lo inerte. Las relaciones
entre el organismo y sus hábitats, son pues interactivas y no pueden inteligirse desde un ángulo
físico o químico. Tampoco lo convence el plano biológico, ya que el hombre no se distingue por
la adaptación pasiva al ambiente, sino que propugna una transformación inaudita del medio a su
realidad. Lo propio del hombre es la revolución, el cambio, el crecimiento; sólo se advierte
reposo o equilibrio ante la enfermedad o muerte.
Dos axiomas centrales:

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Ver también la clasificación de Max Scheler en (Anexo 1), ya que si bien no de manera preferencial, utilizaremos
sí algunas de sus categorías a fin de elucidar desde la misma antropología filosófica los supuestos de cada autor
2
Es importante destacar que esta 5ta categoría Vilanova no la separa sistemáticamente de las otras 4 sino que es
una reconstrucción de las diferencias que él mismo considera relevantes en su concepción del hombre para los
psicólogos humanistas
4
-No hay psiquismo sin símbolo, sin biografía y sin historia.
-El hombre es activo, explorador, buscador de riesgos y creador.
Conceptos de los diferentes autores
Skinner
Análisis experimental de la conducta (Skinner, 1986) Conducta Conductismo Radical (Skinner,
1986) Condicionamiento operante (Skinner, 1986)
Freud
Sexualidad infantil (Laplanche y Pontalis, 2007) Pulsión (Freud, 1915) Segunda teoría pulsional
(Freud, 1920) Regresión (Freud, 1917). Segunda tópica (Freud, 1923)
Rogers
-Experiencia (Vilanova, 1993) Sí Mismo (Vilanova, 1993) Tendencia Actualizante (Rogers 1961)
Sabiduría organísmica (Rogers, 1969)

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Desarrollo
Antropología filosófica
Es importante para el entendimiento de este trabajo poder enmarcar abarcativa pero
sintéticamente a la Antropología Filosófica como disciplina para luego poder entender las relaciones que
podamos llegar a hacer con respecto a la ciencia psicológica.
Como esbozo de definición podemos decir que al ser reflexión filosófica no es una ciencia, sino
un análisis de los fundamentos de la misma noción de ser humano, y de la consideración de éste como
punto de partida de todo conocimiento sobre sí mismo y sobre el mundo.
La antropología filosófica apareció en la época moderna, ya que sólo a partir del siglo XVII pudo
empezarse a considerar el hombre independientemente de la teología, y desde sus inicios estuvo
fuertemente marcada por el dualismo cartesiano y por el enfoque kantiano. No obstante, aunque
moderna como disciplina filosófica, la reflexión sobre el hombre es tan antigua como la filosofía misma.
No hace falta ir más lejos que el “conócete a ti mismo” de Sócrates, o el hombre racional – político –
parlante de Aristóteles para darnos cuenta de la antigüedad de la pregunta por el Hombre
En principio y de manera general podemos decir que el giro Antropológico tiene su rito de
iniciación en “Crítica a la Razón Pura” de E. Kant en referencia a la cuarta pregunta a la que se hizo
referencia en la introducción. Especialmente relevante es la posición de Feuerbach (Cfr. Feuerbach,
1984), para quien el hombre es el único objeto universal de la filosofía, razón por la cual la antropología
deviene la única ciencia universal.
A pesar de todo esto, se considera a Max Scheler como el iniciador de una antropología filosófica
que tiene plenamente en cuenta el fenómeno de la cultura y la historia (Scheler, 1928 y 1942). Para
Scheler, la antropología filosófica debe tratar al hombre no solamente como naturaleza o como vida; no
solamente como voluntad, como sujeto o como razón, sino como hombre en su totalidad.
Desde otra línea, Heidegger con su obra “Ser y Tiempo” (Cfr. Heidegger 1962), también
fundamenta la filosofía sobre el estudio del Ser Humano creando así una fructífera reflexión
antropológica, Sin embargo, también señala las dificultades de una antropología filosófica pues, si desde
un punto de vista holístico y antropológico se puede considerar que “nada es comprendido hasta no ser
aclarado antropológicamente”, también afirma que “la antropología se hace tan amplia que se pierde en
la más completa indeterminación” (Heidegger 1973, p. 175).
Otra postura sobre el conocimiento de la Antropología Filosófica es la de Martín Buber: entiende
que en ella tanto el investigador como el objeto investigado son la misma cosa, “el conocimiento
filosófico del hombre es reflexión del hombre sobre sí mismo (…) y en torno a lo que descubra el filósofo
que medita sobre sí se deberá ordenar y cristalizar con todo lo que encuentre en el hombre histórico y
actual” (Buber 1949, p. 20), centrando así la investigación de la antropología filosófica en una reflexión
por un lado interna y actual y por el otro histórica. Llega así a la conclusión: “El hecho fundamental de la
existencia humana no es ni el individuo en cuanto tal ni la colectividad en cuanto tal [...] El hecho
fundamental de la existencia humana es el hombre con el hombre” (Buber 1949, p. 146), es lo que Buber
llama “la esfera del entre”.
También debemos dar cuenta de otros autores que desde distintas líneas han aportado al
conocimiento de la Antropología Filosófica: el hombre en su historicidad (Hegel, Marx), o en su carácter
de homo Faber (Bergson), o en su carácter de ser simbólico (Cassirer), el énfasis que se ponga en
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considerar la existencia como prioritaria, por encima de una hipotética esencia (Heidegger y Sartre), el
estructuralismo de Levy-Strauss, el hombre como una invención reciente de las distintas disciplinas (M.
Foucault), entre otros.
A toda esta lista de autores se le pueden agregar una serie de conceptos y reflexiones respecto
de la pregunta por el Hombre en cada uno de ellos, sin embargo el sentido de haber incorporado una
pequeña parte de sus aportes es fundamentalmente dar cuenta de la provisionalidad del conocimiento
en esta disciplina y de las grandes discusiones que se dan dentro de ella.
Por último, volvemos a hacer referencia a la definición de la disciplina que dimos en el Marco
Teórico (Cfr. Scheler 1942). Esta definición nos servirá ya que tiene en cuenta la influencia que esta
disciplina tiene en el resto de las ciencias y particularmente la psicología en nuestro caso.

La concepción de hombre y su relación con los paradigmas.


“Nada es comprendido hasta no ser aclarado antropológicamente”
Heidegger en “Ser y Tiempo”

Kuhn en “La estructuras de las revoluciones científicas” define al concepto de paradigma como:
“Por una parte, significa toda la constelación de creencias, valores, técnicas, etc., que comparten los
miembros de una comunidad dada. Por otra parte, denota una especie de elemento de tal constelación,
las concretas soluciones de problemas que, empleadas como modelos o ejemplos, pueden reemplazar
reglas explícitas como base de la solución de los restantes problemas de la ciencia normal” (Kuhn 1962,
p. 269). Se trataría de auténticos marcos que delimitan los puntos de vista de distintas teorías o
corrientes.

En psicología este concepto ha sido excesivamente usado particularmente en la mitad del siglo.
Por aquel entonces se podían delimitar grandes teorías dentro de la disciplina PSI y la relación entre
ellas podía ser entendida plenamente en términos de inconmensurabilidad. El concepto de paradigma
podía encontrar ejemplos claros en el PSICOANÁLISIS, CONDUCTISMO y el FENOMENOLOGICO
EXISTENCIAL O HUMANISTA.
Como nuestro trabajo intenta dar cuenta de los distintos modelos de hombre en FREUD,
SKINNER y ROGERS, y cada uno de ellos representa respectivamente a los anteriores nombrados
paradigmas, extenderemos la definición del concepto Kuhniano.

En principio podríamos hacer mención a la definición que Guba da del concepto de paradigma en
la que los define como aquellos que dan una respuesta con respecto a lo Ontológico, lo Epistemológico y
lo Metodológico. Por su parte, Montero entiende que podríamos extender dicha definición y agregar
dos elementos más, a saber la Ética y la Política. (Cfr. Montero 2001).
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Sin embargo, es Munné (Cfr. Munné 1997), quien desde un planteo de la Complejidad, entiende
que habría que agregar otro elemento cuyo carácter es central en las Ciencias Sociales. Este elemento es
el modelo teórico del Ser Humano (las ciencias de la naturaleza tendrán un modelo del mundo natural).
De esta forma, desde la psicología social, Munné muestra como desde distintos marcos paradigmáticos
se puede encontrar un modelo de hombre.
Psicoanálisis Social Homo irrationalis
Conductismo Social Homo Oeconomicus
Sociocognitivismo Homo Cyberneticus
Tradición del rol (Mead – Gergen - …) Homo Artifex
Psicosocial inspirado en el marxismo Homo Faber
Humanista Homo Volens

Según Munné, el modelo de ser humano es un elemento nuclear en las ciencias humanas. Nunca
esta acabado ni perfectamente delimitado; sin embargo “Los modelos son implícitos: raramente se
cuestionan, funcionando como los principios axiomáticos de Wittgenstein y los sobreentendidos de
Hogstätter (1963)” (Munné 1997, p. 4). Es decir, los modelos de hombre que son un aspecto nuclear en
las ciencias humanas, se encuentran muchas veces escondidos en los planteos de cada uno de los
paradigmas.
Nos encontramos aquí con un primer mojón que nos da pie a tratar de explicitar los modelos de
hombres que encontramos en los distintos paradigmas psicológicos.
Entendiendo que no puedo extenderme demasiado, haré referencia a otro autor que entiende
como prioritario para la psicoterapia, y en sentido extensivo a toda la psicología, la necesidad de poder
consensuar un modelo humano dentro de las ciencias humanas. Ese autor es Rollo May. En la cuarta
parte de su libro “El dilema del hombre” nos dice:
“Si pensamos estudiar y comprender al hombre, necesitamos un modelo humano. Esto suena
como una perogrullada, debería serlo; lo sorprendente es que no lo es en absoluto (…)
… a pesar de todas las opiniones sobre la psicoterapia y los problemas emocionales del hombre
moderno que aprecen en las publicaciones científicas y en la prensa diaria, aún no contamos con una
ciencia del hombre activa sobre la que podamos fundamentar la psicoterapia.
… por ciencia del hombre entiende algo distinto, es decir, una teoría activa que nos permita
entender y clarificar las características específicas y distintivas del ser humano” (Rollo May 2000, p. 173-
174)
En consecuencia este autor norteamericano nos pone en situación y nos interpela a dar
respuesta a la necesidad prioritaria de explicitar el modelo de hombre con el que las ciencias humanas
se manejan. Durante el resto del capítulo May va recorriendo de manera arbitraria ciertas características
que el considera importantes a la hora de poder responder la pregunta por el hombre y las va tomando
de distintos autores de la disciplina psicológica. Como conclusión, el considera que este modelo de
hombre debe ser un modelo no reduccionista que se adecue a la realidad compleja del fenómeno que
tiene que estudiar.

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Habiendo mostrado este segundo jalón, queda a la luz la necesidad de mostrar con qué modelos
de hombre se ha manejado la psicología hasta ahora y así dar cuenta de las limitaciones de dichos
modelos.
Nuestro intento será mostrar qué correlatos se dan entre los distintos conceptos de los 3
paradigmas y las clasificaciones de modelo de hombre de Vilanova y Scheler, a fin de dar de un modo
descriptivo y comprensivo una serie de asociaciones que enriquezcan el análisis de la psicología.

El paradigma Psicoanalítico
En el texto Historia del movimiento Psicoanalítico (Cfr. Freud 1914), Freud hace un recorrido de
los cimientos de su teoría que más tarde devino en paradigma. De manera superficial podríamos decir
que su la teoría freudiana tuvo como precedente los estudios de Joseph Breuer a partir del método
catártico e hipnótico; sin embargo, estaríamos dejando de lado un antecedente mayor y más profundo,
al que el paradigma psicoanalítico le debe sus cimientos. Me estoy refiriendo por supuesto a la
Psicología patológica y el método clínico establecido por Th. Ribot. (Cfr. Reuchlin 1982). El veía en la
desorganización patológica un verdadero sustituto para el método experimental. Tomando la teoría
evolucionista de Spencer concluyendo que el sistema nerviosos en su estado patológico perdía primero
sus funciones más complejas y luego las mas simples.
Freud se forma en la escuela de la Salpetriere en Francia con los discípulos de Ribot cuya
formación tenía componentes filosóficos y a su vez en de medicina. Allí se efectuaban trabajos de
sugestión, hipnotismo en histéricos, dando nacimiento así a la psicología dinámica que estudia las
fuerzas (tendencias, pulsiones, etc.) que orientan en uno u otro sentido el funcionamiento de la
actividad individual.
Por otro lado, pero en la misma línea, Freud recoge los aportes de Breuer, Janet pero
principalmente de Charcot, que, a partir de diferentes estudios, entienden que la causa de ciertas
parálisis no era orgánica, son que se relacionaban con algún recuerdo traumático inconciente. De
Charcot, toman con Breuer el método hipnótico que rápidamente será desechado, pero tendrá una
importancia sustantiva en la elaboración del concepto de resistencia.
Esta ubicación histórica nos servirá para poder entender las raíces del pensamiento
psicoanalítico.
En primera instancia debemos advertir y alertar desde el inicio que la teoría psicoanalítica ha
tenido muchos cambios a lo largo del tiempo. En principio, durante la vida de su creador, ha habido
cambios relativamente sustanciales; sin embargo, también luego, con la aparición de continuadores de
la teoría, ha habido distintas lecturas. Todo esto hace que se haga algo dificultoso ser objetivos en el
estudio de dicho paradigma.

Para relacionarlo con las distintas clasificaciones sobre los modelos de hombre haremos
referencia a distintos conceptos. La teoría Freudiana, se funda en el supuesto de la existencia de un
Aparato Psíquico dividido. Tanto la primera (ICC/Prcc/Cc) como la segunda tópica (Ello/Yo/SuperYo), nos
muestran al Ser escindido en diferentes compartimentos o agentes. En ambas, el psiquismo se
estructura a partir del despliegue pulsional a lo largo de la vida y particularmente en la infancia.

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Antes de hablar de dicha estructuración, definiremos el concepto de Pulsión como “concepto
fronterizo entre lo anímico y lo somático, como un representante psíquico de los estímulos provenientes
del interior del cuerpo y alcanzan el alma; como una medida de la exigencia de trabajo que es impuesta
a lo anímico a consecuencia de su trabazón con lo corporal.” (Freud 1915, p.117)
En la primer tópica, las pulsiones, en ese momento Sexuales y Yoicas, se apuntalan y van
quedando fijadas. Es a partir de la represión que comienza a dividirse el aparato psíquico, en el cual las
fijaciones pasan a ser el contenido del ICC que queda reprimido a fines de no generar disturbios en el
área Cc (Cfr. Freud 1900)
En la segunda tópica, las pulsiones de vida buscan mezclarse con las de muerte a fin de
prolongar la vida (Freud 1920). Ambas se encuentran desde el nacimiento en el Ello, definido como
“reservorio pulsional” (Cfr. Freud 1923). Mediante el contacto con el mundo externo y las primeras
identificaciones se forma el Yo Prcc/CC. Luego, por consecuencia de la represión, se termina de escindir
el aparato en tres partes creándose así el SuperYo.
En ambos casos lo que termina de estructurar al Aparato Psíquico es la Represión, represión de
la sexualidad infantil. Más allá de las diferencias entre ambas tópicas, esta represión encuentra su
máximo exponente en el Sepultamiento del Complejo de Edipo. Luego de dicho sepultamiento, queda
fijada la sexualidad del niño.
En la práctica clínica el paciente llega al psicoanalista con un síntoma. Puede ser angustia, un
trastorno obsesivo, una histeria, etc. (siempre hablando de una estructura Neurótica, no Psicótica ni
perversa). Según el psicoanálisis en dicho síntoma se observan dos fuerzas que se satisfacen con él. La
fuerza represora de la representación (SuperYo) y la pulsión reprimida que encuentra una descarga en el
cuerpo a pesar de no hacerse conciente su representación (ello). A la hora de entender la formación del
síntoma diremos resumidamente que se forma a partir del proceso de regresión “En el sentido
temporal, la regresión supone una sucesión genética y designa el retorno del sujeto a etapas superadas
de su desarrollo (fijaciones)” (Freud 1917, p. 327) Es decir, el síntoma encuentra su lugar en las fijaciones
que como dijimos más arriba fueron creadas en la primer infancia que luego fueron reprimidas
mediante el sepultamiento infantil. Entendemos ahora la definición que dan Laplanche y Pontalis de
sexualidad infantil “Al hablar de sexualidad infantil se pretende reconocer, no sólo la existencia de
excitaciones o de necesidades genitales precoces, sino también de actividades pertenecientes a las
personas perversas del adulto, en la medida en que hacen intervenir zonas erógenas” (Laplanche y
Pontalis 2007, p.402).
Creo que ya a esta altura contamos con ciertos elementos como para poder volver a nuestro
análisis.
A primera vista, podemos encontrar dentro del Psicoanálisis la concepción de Hombre Niño de
Vilanova. Si vemos el concepto de regresión temporal en la formación de los síntomas, o la idea de una
sexualidad infantil que estructura el psiquismo de manera definitiva (es importante recordar que si en la
vida infantil el psiquismo se estructura en psicosis o perversión, dicha estructura es irreversible) se hace
patente que el peso de las experiencias infantiles es determinante para predecir o describir la conducta
adulta.
Las consecuencias de este modelo es el hecho de que el hombre que desdeña su capacidad para
asumir una postura ante las situaciones, cualesquiera que éstas sean, y se entiende como sujeto (en el

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sentido pleno de la palabra) pasivo, sin posibilidad de modificar su posición frente al mundo. Es lo que
comúnmente suele llamarse Pandeterminisimo, la sensación de estar totalmente determinado (pan =
todo, total) por las situaciones externas.

En segundo lugar, podemos encuadrar el planteo psicoanalista dentro del modelo de Hombre
Organismo también de Vilanova. La definición del concepto de Pulsión y del concepto de Síntoma nos
muestra que las conductas de la persona son intentos de reestablecer un equilibro perdido; en otros
términos: “Refiriéndose a Freud, Lacan sostiene que el Sujeto no es autónomo, porque siempre está en la
búsqueda de ese objeto perdido” (Cfr. Maiolis, sin fecha).
Las fuerzas psíquicas son somáticas. Por último, y tal vez lo que de manera más patente se
denota, es que el psiquismo es el resultante de un sistema de negociaciones con el ambiente que cada
cual ha forjado: “el deseo de recuperar el objeto perdido se traduce en demandas, el otro no puede
otorgarle lo perdido y los objetos que provee nunca podrán ser lo suficientemente satisfactorios, son sólo
objetos de la demanda y la necesidad, siempre habrá distancia, entre lo demandado y lo recibido, y ahí
se aloja el deseo” (Cfr. Azurdia, 2002).
Un último encuadre en el que podemos situar a la teoría psicoanalítica es el de Hombre
Decadente-Dionisiaco de Scheler. Según este modelo, el hombre es en esencia decadencia. Nace
provisto de instintos predeterminados que moldeen su conducta para defenderse en la vida. Todo lo
que se considera “propiamente humano” no son más que rodeos para suplir aquello que en los animales
ya está dado por los instintos naturales. Esto se ve de manera muy clara en la creación de mitos y
religiones a lo largo de la historia humana. Según Freud, estas creaciones humanas son resultado de la
relación que el sujeto humano histórico va estableciendo con el complejo de Edipo. Para una mejor
explicación de ello se puede hacer referencia a dos textos freudianos “Psicología de las masas y análisis
del Yo” en 1921 y “El malestar de la cultura” en 1930. También, dentro del marco del Hombre
decadente, Scheler encuadra aquella antropología en la que el hombre es un desertor de la vida. Esta
concepción se ve claramente reflejada en “Más allá del Principio de Placer” (1920) donde Freud
introduce su nueva teoría pulsional con la Pulsión de Muerte elaborada teóricamente a partir de ciertos
fenómenos como los sueños traumáticos, la transferencia negativa y los juegos infantiles (Fort-da). En
este texto se nota la clara herencia Schopehauriana en Freud.
Una última relación se nos hace presente al revisar el texto de Scheler. Podemos ver cómo el
paradigma Psicoanalítico también concibe al hombre como Homo Faber del Positivismo. Si bien en
primera instancia pareciera ser contradictorio, nos damos cuenta que dentro de este modelo de hombre
Scheler enmarca a todos aquellos autores que consideran al hombre como una continuación del animal
que agrega un nuevo nivel de complejidad, aunque siempre fundado en instintos. Allí es donde cita a los
grandes “psicólogos del instinto” entre los cuales incluye a Feuerbach, Schopenhauer, y, en la Psicología
más reciente, a Adler y a Freud. A éste último le roba una cita que transcribiré a continuación “La
evolución que hasta ahora ha seguido el hombre, no me parece susceptible de otra explicación que la
que damos a la evolución de los animales; y esa indómita propensión a mayor perfeccionamiento que se
observa en una minoría de individuos, puede, sin esfuerzo, comprenderse como una consecuencia de la
represión de los instintos, sobre la cual se asienta lo más valioso de la cultura humana” (Scheler 1942,
p.74)

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El paradigma conductista
Una pregunta viable es la de ¿Cómo surge el conductismo? Primero, en lo que respecta a sus
antecedentes filosóficos debemos hacer referencia por un lado a la Filosofía Empirista Anglosajona
(Hume – Locke – Berkeley) que entiende al asociacionismo y al ambientalismo como principios
determinantes de la conducta y por el otro al Positivismo Epistemológico fundado por Comte a
principios de siglo XIX cuyo fin era encontrar las leyes universales de funcionamiento.
En lo que respecta a sus antecedentes científicos, debemos reconocer la fuerte influencia del
Evolucionismo Biológico (Darwin – Spencer) cuyos principios son los de continuidad biológica de las
especies, es decir que las leyes que gobiernan al ser humano son las mismas que las que gobiernan las
conductas por un lado, y por el otro el de la selección natural. También y en la misma línea, tuvo una
fuerte influencia la Teoría Funcionalista (Catell - Angell) con su ideología pragmatista (W. James), su
oposición al Estructuralismo por su método (introspección) y por su intento de disgregar a la psicología
de las ciencias naturales, su valoración por el medio ambiente. Como continuación de la teoría
funcionalista tenemos a la Psicología animal de Thorndike en quién aparecen las ideas del aprendizaje
por ensayo-error y la ley del efecto (antecedente a la ley de refuerzo de Skinner). Otro antecedente
científico que viene desde otro lado del mundo pero cuya incidencia en el conductismo fue
determinante es la Psicología Objetiva Rusa, principalmente Sechenov y Pavlov con sus aportes con
respecto al aprendizaje animal y los reflejos e inhibiciones en dicho aprendizaje.
(Cfr. Hergenhahn 2001) (Cfr. Hothersall 2004)
Habiendo descripto los antecedentes del conductismo, introduzcámonos de lleno en él.
Quien acuña el término Conductismo es J. B. Watson. En su obra principal “psicología desde el
punto de vista de un conductista”, elabora una psicología de estimulo respuesta que se preocupa de la
predicción y el control de la acción humana sin mediar el análisis de la “conciencia”. El objetivo del
estudio psicológico, para Watson, es determinar los datos y las leyes por los que la psicología, dado el
estímulo, puede predecir la respuesta que se va a originar. Sus métodos son 4: la observación, el
método del reflejo condicionado, la prueba y los informes verbales. A medida que su teoría fue
avanzando, fue dejando de lado la importancia otorgada a los instintos y fue priorizando la experiencia
como formadoras de la conducta humana. En consecuencia, en 1926, se autodefine como ambientalista
radical. (Cfr. Cap.1 Watson 1972) (Cfr. Hergenhahn 2001)

El condicionamiento operante de B. F. Skinner, será sobre el que nos abocaremos centralmente.


Según Ardila (Cfr. Ardila 1972), Skinner insiste en la objetividad de la medición estricta de las respuestas
dadas en la situación de control absoluto de todos los factores que entran en lo que denominaríamos
ambiente, sin embargo, y a diferencia de Watson, no teme extraer conclusiones de sus experimentos y
generalizarlas a los problemas humanos más importantes. Un intento de explicación de ello puede ser la
distinción entre Conducta Respondiente, es decir aquella que es desencadenada por el estímulo y la
Conducta Operante, es decir aquella emitida por el organismo. Este último tipo de conducta se opone
en cierta forma a la reflexología pavloviana. (Cfr. Skinner 1986) Para entender esto debemos hacer decir
que la psicología Skinneriana es una Psicología del refuerzo, que toma como principio básico la ley del
efecto de Thorndike. El refuerzo aumenta la probabilidad de que se repita la conducta en cuestión.
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Podríamos hablar dentro de esta psicología del refuerzo de Reforzamientos y Castigos
- Reforzamientos positivos: Fortalece cualquier comportamiento que produzca dichos
reforzamientos.
- Reforzamientos negativos: Fortalece cualquier comportamiento que elimine dicho reforzador
perturbante. (Por ejemplo una piedra en el zapato)
- Castigo positivo: Aquel que hace disminuir la conducta que genera dicho castigo.
- Castigo por omisión: si la retirada de un estímulo positivo cuando aparece una conducta trae
consigo la disminución de dicha conducta.
La ciencia no es únicamente conocimiento sino también poder como decía Bacon. Esto Skinner
entendiendo esto, está sumamente interesado por controlar la conducta por medio del proceso de
moldeamiento. Para ello divide la conducta en sus partes constitutivas, refuerza cada uno de ellas y
paso a paso la conducta se va acercando a lo deseado. A su vez, en su libro Walden Dos, Skinner
propone organizar una sociedad perfecta, una utopía científica, de acuerdo con los principios de la
Psicología de Reforzamiento positivo y negativo. También en Reflexiones sobre el conductismo y
sociedad” propone algunas reflexiones al respecto, promoviendo un uso de la modificación de la
conducta a partir del reforzamiento positivo, buscando “cambios significativos en el control frente a
frente de la gente por la gente” (Skinner 1982, p. 19).
La mayor parte de las investigaciones se han realizado en un aparato muy bien conocido por
todos los psicólogos, la “caja de Skinner”, que en esencia consiste en una cámara cerrada, con una
palanca, en la cual todos los estímulos son controlados. En ella se introduce un animal y, a partir de un
programa de refuerzo previamente estatuido por el investigador, se va moldeando la conducta del
animal. En esta metodología de estudio, vemos cómo el Evolucionismo Biológico al que hacíamos
referencia sigue vigente en la teoría Skinneriana.
En cuanto a la pasividad o actividad del Ser Humano, la posición de Skinner es un tanto
contradictoria o, al menos, confusa. Por un lado se entiende al organismo como activo, en el sentido de
que es capaz de intervenir en el medio modificando su conducta (aprendiendo o perdiendo
conductas).Por el otro, se explica la conducta pura y exclusivamente como dependiente por completo
del “contexto ambiental”, que en el caso de los seres humanos es el mundo físico y social. A todo esto
podríamos agregarle que en su libro “Ciencia y Conducta” (Cfr. Skinner 1953) afirma la existencia de
leyes de la conducta, y por lo tanto, la noción de “voluntad libre” debe descartarse desde el comienzo.
Como intento de síntesis, podríamos decir que su teoría es enteramente externalista, aunque en cierto
grado, el sujeto puede determinar cambios en el medio para crear o eliminar reforzamientos y castigos.

En lo que respecta a nuestro estudio, la primera relación se hace evidente con el Hombre Animal
de Vilanova. Efectivamente en Skinner, la personalidad o mejor dicho la conducta es el resultado de la
suma de elementos discretos llamados refuerzos3 constituidos por conexiones entre estímulos y
respuestas que se van organizando desde lo complejo a lo simple.
En íntima relación con lo anteriormente dicho, surge una segunda relación con la idea de Homo
Faber del Positivismo. Según esta concepción de hombre, no hay una diferenta esencial entre hombre y

3
Vilanova hace referencia a hábitos pero se puede entender que podemos entenderlos de manera general como
similares
13
animal, sino una diferencia de grado de complejidad. Aquí vuelve a hacerse presente el Evolucionismo
Biológico que nombramos en los antecedentes al principio de este apartado. Por otra parte, “El llamado
“espíritu pensante” de los griegos, la facultad de “voluntad central” y de proponerse fines (Facultad
aparentemente distinta a la del instinto), los valores y las valoraciones, el amor espiritual (…) son
simplemente epifenómenos tardíos, inactivos reflejos conscientes de ciertos agentes que actúan también
en el mundo animal Infrahumano” (Scheler 1942, p. 71). Volvemos a la idea a la que nos referimos
cuando citamos al texto de Skinner “Ciencia y Conducta” en la que hace referencia a que “La Voluntad”
como tal no existe, lo que existen son leyes de la conducta. Por último debemos hacer mención al hecho
de que, las bases filosóficas que entiende Scheler que dan fundamento a este modelo de hombre
enmarca a casi todos los filósofos y teóricos que nombramos al principio del apartado. “Lentamente
desde el sensualismo griego de Demócrito y Epicuro, las poderosas corrientes intelectuales del
positivismo (Bacon, Hume, Mill, Comte, Spencer), y después, sobre todo, la teoría evolucionista, señalada
con nombres de Darwin y Lamarck, y más tarde aún, los filósofos pragmatistas convencionalistas
(También ficcionalistas) han elaborado esta idea del hombre como Homo Faber” (Scheler 1940, p. 73)

El paradigma Fenomenológico-Existencial o Humanista


Desde el mismo título de este apartado podemos darnos cuenta de la gran dispersión que hay en
este campo. Para explicitar dicha diversidad vamos a referirnos a las “Ideas Impulsoras” de este
enfoque. Desde las Raíces Filosóficas y Conceptuales; encontramos a Leibniz, Kant, Brentano, Dilthey,
Husserl. La Psicología de la gestalt: Wertheimer, Koffka, Kohler. La Psicología Organísmica de Goldstein,
los Pensadores Existencialistas como Heiddegger, Marcel, etc. La Psiquiatría existencial: desde el campo
psiquiátrico o psicoterapéutico: Jaspers, Binswanger, Boss, Allers, Laing, Cooper (desde la Anti-
psiquiatría). Rollo May como bisagra entre la analítica existencial europea y la psicología humanística
existencial americana. El Materialismo Dialéctico: Marx, Fromm, Vigotsky. (Cfr. Vilanova 1993).
Con este panorama nos damos cuenta que las influencias que fueron formando este paradigma
son por demás variadas. En cada uno de los autores nombrado podemos encontrar diferentes conceptos
o teorías que se relacionan directa o indirectamente con la formación o el corpus mismo del paradigma
fenomenológico. De hecho hay autores que consideran que no se podría hablar en términos de
paradigma por la falta de reglas claras y de una metodología unívoca dentro de este gran cuerpo de
teorías y autores (Cfr. Fierro 1996); sin embargo, trataremos de dar cuenta de un núcleo en común para
todas estas teorías.
Para ello, y a fines de no extendernos explicitando dicho núcleo común, nos referiremos
solamente a las raíces filosóficas desarrolladas en el texto de Vilanova. Según él, Leibniz, en su oposición
al asociacionismo Lockeano, entiende que cada unidad del universo esta en relación con el resto
imperando en la totalidad una “armonía Preestablecida”. “La mente de Leibniz, que tiene zonas
inconcientes pero dinámicas, se motoriza a partir de lo intencional; y esta intencionalidad no proviene de
una “historia de refuerzos, sino de propensiones innatas. (…) Con Leibniz nace la idea de un psiquismo
independiente de la presión del medio, generador de información, no respondiente o reactivo, sino
creador.” (Vilanova 1993, p.29-30). En cuanto a Kant, le atañe la responsabilidad de la concepción de un
psiquismo que cuenta con categorías a priori que determinen la forma de conocimiento del mundo. En
Brentano “la conciencia es una totalidad “arrojada” siempre hacia algo, teleológica, intencional”
14
(Vilanova 1993, p.31-32) Sin embargo, falta hacer mención de Husserl. En él se sintetizan las ideas de los
dos últimos autores. Husserl, el padre de la fenomenología, era discípulo de Brentano y mantiene de
éste la idea de una conciencia como siempre conciencia de algo. A su vez concibe la percepción como un
proceso en el que el sujeto y el objeto percibido son inescindibles. “Su propuesta de poner entre
paréntesis los presupuestos abstractos y limitarse, para abordar los fenómenos, a la descripción exacta
de ellos como aparecen en la conciencia dio un método de vital importancia a los pensadores
existencialistas (…). La experiencia inmediata, de aquí en más, será el portal de entrada para el saber
creíble y profundo” (Vilanova 1993, p. 32).
Sin embargo, para Vilanova “Si fuera menester imponerle un caudillo a la Psicología Humanística,
ese hombre sería Dilthey (…) Es en Dilthey y no el Wertheimer o Koffka donde el pensamiento holista
realiza su primera y más espectacular presentación. La mente es una estructura en fluencia genética,
dinámica y cambiante; esta estructura se nos presenta como una organización que nos permite inteligir
la razón de cada componente. A la psicología no debe ocuparla más que el estudio de esta unidad
estructural en movimiento; su objeto no es otro que el ser humano completo.” (Vilanova 1993, p.33-34).
Otro aporte esencial de Dilthey a la teoría Psicológica humanista ha sido la justificación epistemológica
de las Ciencias Humanas que hasta hoy día se sigue manteniendo.
Con este pantallazo de las raíces filosóficas podemos encontrar cierta coherencia dentro del
paradigma fenomenológico-existencial o humanista.
En conclusión, el término Humanismo se relaciona con las concepciones filosóficas que colocan al ser
humano como centro de su interés. El humanismo filosófico resalta la dignidad del ser humano, aunque
interpretada de distinto modo en las diferentes formas de humanismo El Existencialismo pone su
énfasis justamente en la existencia, en cómo los seres humanos viven sus vidas, en la libertad. Contra
las especulaciones abstractas y el cientifismo racionalista. El ser humano no se puede reducir a una
entidad cualquiera, sea esta la de animal racional, ser social, ente psíquico o biológico. La
Fenomenología es el método adecuado para acercarse al hombre. Busca descubrir lo que es dado en la
experiencia, acercarse a los contenidos de la conciencia sin prejuicios ni teorías preconcebidas por parte
del observador. Junto con esta consideración metodológica, la fenomenología ofrece a la psicología
humanista otra tesis fundamental: la consciencia es siempre consciencia que tiende a algo, es
esencialmente intencional.
Con respecto a los autores en Psicología dentro de este enfoque entendemos que sus
representantes pueden ser: Abraham Maslow, Carl Rogers, Ludwig Binswanger, Medar Boss, Rollo May,
Vicktor E. Frankl, Eric Fromm, Ronald Laing, Joseph Nuttin, entre otros.
A diferencia de los otros dos paradigmas, nos centraremos en el análisis del autor que
tomaremos de manera práctica, y en cierta forma arbitraria, como central en este paradigma, a saber
Carl Rogers.
Rogers fue el primer psicólogo no proveniente del ámbito médico que generó teoría propia; y,
dentro del enfoque que estamos caracterizando en este apartado fue uno de los pocos en formular con
tal sistematicidad su teoría.
Podríamos decir que podríamos encuadrar el sistema rogersiano deviniendo de una premisa
primordial: “Los seres humanos son concebidos como poseedores de una tendencia innata a actualizar
las potencialidades de su organismo; y esa fuerza constructiva y moviente es superior y al mismo tiempo

15
está por detrás de los llamados instintos o necesidades específicas” (Cfr. Vilanova 1993, p. 62) en este
sentido el hombre se comporta como una totalidad una gestalt que se orienta en dirección al
mantenimiento de la vida. El psiquismo humano posee la capacidad de recibir y decidir que información
del medio utilizar para autorregularse. A este proceso Rogers lo denomina EXPERIENCIA. Dicha
experiencia, por un lado no siempre es capaz de conciencia, por el otro, la experiencia se definirá por los
informes ACTUALES, se atiene al presente al aquí y ahora.
En el seno de la experiencia se produce una diferenciación de la imagen que me voy forjando de
mí mismo, y que avanza desde la nebulosa intuición de que soy distinto de los otros hasta un “sí mismo”
o “autoconcepto que me dice cómo soy. El YO de la psicología, Rogers lo entiende desde esa
autoimagen, ese conjunto de opiniones del paciente respecto de sí mismo. Lo reprimido es
simplemente aquello que no coincide con la imagen que el sujeto sostiene de sí mismo.
Un rasgo común en los seres humanos es la necesidad de aceptación del otro. Desde un punto de
vista ontogenético, el bebé es su propio criterio de valoración (experimento con bebes y distintos
alimentos). Utilizan la sabiduría de su cuerpo como guía de sus conductas. Sin embargo, los seres que
conforman su hábitat no siempre aceptaran como merecedoras de consideración positiva sus
necesidades o reacciones. La necesidad de consideración positiva conduce a que la sabiduría del
organismo vaya siendo desplazada por pautas y valores introyectados, exógenos, concluyendo así en
una pérdida de los valores espontáneos.
“Eres un pícaro”  “Soy un pícaro”
Como consecuencia de lo antes dicho, el conflicto psíquico surge como resultado de la
incongruencia entre los impulsos y la concepción de sí mismo que la persona tenga; y para entender el
proceso de formación de dicho conflicto, es necesario entender que se dio una Subcepción No-
conciente de la perturbación que ciertos impulsos pueden crear por la incongruencia con la idea de sí
mismo.
LA HIPÓTESIS BÁSICA. La persona posee una proclividad no adquirida a actualizar las potencias
propias de su organismo. Esta proclividad innata constituye la piedra basal del modo como Rogers
piensa los fenómenos psíquicos.
La vida es un proceso activo y no pasivo (desde los protozoos hasta los humanos)… más allá de
los estímulos externos o internos, favorables o desfavorables, se puede confiar en que las conductas de
un organismo están dadas en la dirección de mantenerse, mejorarse y reproducirse. Rogers llama a esto
TENDENCIA ACTUALIZANTE, que incluye un desarrollo hacia la diferenciación de órganos y funciones,
tendiendo hacia la autorregulación y alejándose de las fuerzas externas.
EXISTE UNA TENDENCIA ÚNICA AL MANTENIMIENTO Y A LA EXPANSIÓN. Rogers nos brinda un
aparejo explicativo muy distinto a los modelos de reducción de tensión de tinte fisicistas o animalistas.
En oposición a esta postura, para Rogers, tanto la materia viva como la inteligencia misma, no tienden a
un nivel mínimo de tensión sino, por el contrario, a la búsqueda de estímulos y al reordenamiento
constante y creciente.
“El individuo muchas veces es visto como innatamente pecador, destructivo o haragán.
Como si debiera ser continuamente vigilada. Pero el enfoque centrado en la persona descansa sobre la
tendencia actualizante, la cual está presente en todo organismo vivo; la tendencia a crecer, a
desarrollarse, a realizar su potencialidad”

16
Los dispositivos institucionales de las estructuras sociales parten del a priori de que las personas
no son confiables. Desde esta perspectiva muchas veces se bloquea o limita el avance de las personas
hacia sus metas con el fin de controlar su comportamiento.
En Rogers el hombre maduro y sano, tiene una gran cantidad de similitudes con el bebé y su
Sabiduría Organísmica. En primera instancia, su proceso de valoración es fluido y flexible. El locus de
valoración se encuentra firmemente establecido dentro de él, es decir, es su propia experiencia la que le
provee información o realimentación de los datos sobre los valores. Esto no es que se cierre a toda
experiencia provenida de otras fuentes, sino que la acepta como lo que es, evidencia externa,
otorgándole así menos valor. Este individuo psicológicamente sano confía en la sabiduría de su
organismo y la utiliza. (Cfr. Rogers 1964).
Aunque podríamos extendernos en la definición de la teoría Rogersiana, nos detendremos aquí
para volver a nuestro objetivo inicial, entendiendo que con los conceptos ya trabajados se puede dar
cuenta de qué modelo de hombre tenía Rogers y por extensión generalizadora todo el paradigma
Fenomenológico-Existencial o humanista.
En principio podríamos decir que esta psicología se constituye desde el cominezo en una
personología, en una ciencia de la persona y, en el último horizonte, del ser humano completo (Dilthey)
(Cfr. Fierro 1996).
En cuanto a su correlato en las clasificaciones de Vilanova y Scheler, salta a la vista que tiene que
ver con el primero. El modelo de hombre del Humanismo. Un hombre enteramente social, pero
modelado por su contexto, es la criatura del conexionismo, del behaviorismo o de la reflexología, esto es
la oferta teórica empirista. Un hombre activo, curioso, sabio y auto dinámico, pero PRE-social, es la
propuesta del biologismo instintivista, del preformismo ingenuo de los naturalistas (o nace de la idea de
alma, sin créditos en la ciencia). Cómo la naturaleza y la historia se han conjugado para generar un ser
con estas cualidades es el ámbito de estudio preferido por los psicólogos humanistas. (Cfr. Vilanova
1993) Según esta visión, lo propio del hombre es la revolución, el cambio, el crecimiento; el hombre es
activo, explorador, buscador de riesgos y creador. Esto encuadra plenamente con la concepción de
tendencia actualizante, que, en oposición con las teorías de descarga de tensión, busca el crecimiento
de manera constante y creciente.
Dentro de la clasificación de Scheler, el paradigma Rogersiano se encuadra dentro de aquellas
teorías que tienen como modelo de hombre al Súper Hombre Nietzscheano. Primero por encumbrar la
conciencia que el hombre tiene de si mismo como idea central de este modelo. A partir de la afirmación
de Nietzsche “Dios ha muerto” aparece el Superhombre. La negación de Dios no es sentida como
descargo de responsabilidad, ni disminución de independencia y libertad, sino justamente como la
máxima exaltación de soberanía sobre sí mismo. El Hombre se encuentra por encima de toda
determinación causal. Para vivir no debe apoyar su pensamiento en ninguna divinidad, o en ideas o
valores abstractos, sino que quien debe introducir sentido o valoración es en primer y última instancia el
Hombre. Esta concepción de hombre encuadra plenamente con los conceptos de valoración flexible e
interna y la idea de Hombre Sano y maduro (Cfr. Rogers 1961). En él, no son los valores externos a
saber, divinidades, instituciones, o cualquier otro que introyecte valores, los que deben determinar la
conciencia del hombre sobre sí mismo, sino los valores que provienen de la sabiduría organísmica que
tienen fundamento en la Tendencia actualizante

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18
Investigaciones Recientes
Ya habiendo realizado el desarrollo del trabajo y como anticipo a la Integración del mismo nos
avocaremos a revisar las investigaciones que se han hecho sobre el tema.
Al buscar libros, artículos, notas, o entrevistas que tuvieran relación directa con el presente
trabajo se me hizo presente una realidad que suponíamos antes de comenzarlo. En efecto, no hemos
podido encontrar (dentro de nuestros alcances) ningún material que nos sirviera de marco o de
encuadre para comenzar a trabajar este tema. No hemos podido constatar un solo trabajo que diera
cuenta de los diferentes modelos de hombre en la historia de la psicología; al menos no como lo hemos
planteado nosotros.
A pesar de ello hemos encontrado algunos tipos de trabajos que en alguna medida estaban
relacionados con nuestra propuesta.
En primera instancia hemos encontrado trabajos que hacen revisión del modelo de hombre que
algún autor en particular. Por ejemplo el trabajo de Pascual Fernando (Cfr. 1997) en el que revisa el
concepto de hombre para Viktor E. Frankl.
También se pudieron observar algunos trabajos sobre Antropología Filosófica en los cuales se
hace eventualmente alguna mención a la incidencia en la psicología. Por ejemplo el de Antoine Vergote
“In search of a philosophical anthropology: a compilation of essays” (Cfr. 1996). Hay otro trabajo donde
se busca dar cuenta de algunas raíces filosóficas dentro de la psicología en el cual se trata el tema de la
relación entre antropología filosófica y la psicología en un reducido capítulo. Es el trabajo de William
Warren “Philosophical dimensions of personal construct psychology” (Cfr. 1998). Por último
nombraremos el trabajo de Taylor, Charles. “Sources of the Self: The Making of the Modern Identity”
(Cfr. 1992). En él se encarga de hacer una revisión sobre algunas concepciones de hombre en el siglo XX
y relaciona dichas concepciones con la sociología y la psicología.
Otro trabajo interesante al en relación con el tema es el realizado por Alfredo Fierro “Para una
ciencia del sujeto: Investigación de la Persona (lidad)” (Cfr. 1993). En él, Fierro propone en uno de los
últimos capítulos una Antropología Psicológica. Realiza el análisis de la frase de un filósofo: “El hombre
es un desconocido y no es en los laboratorios donde se le va a encontrar”. Considera que la primer parte
de dicha frase es altamente realista y responsable; sin embargo, no está de acuerdo con la segunda
parte. Para él, descifrar el misterio humano es la tarea de la psicología y la antropología. Propone así
eliminar cualquier concepción mística sobre el hombre y comenzar a develar la incógnita del ser
humano mediante la investigación principalmente experimental. “La incógnita del sujeto humano va
dejando de serlo en cuanto se analiza. En él nos encontramos con fenómenos, en una multiplicidad
analizable (…)” (Fierro 1993, pp. 383) (Dicha postura la evaluaremos en la conclusión).
El último trabajo al que nos remitiremos es al de González Eliana “Existencialismo y Humanismo
ante la crisis de la psicoterapia. Una revisión” (Cfr. 2006). En este trabajo la autora hace una revisión de
los aportes de diferentes autores provenientes del existencialismo y el humanismo en psicoterapia y
afirma que, entre otras cosas, algo que todas las modalidades dentro de este enfoque particular hacen
mención especial y casi constante sobre la necesidad de explicitar sobre el modelo de hombre.
Aquí encontramos una nota distintiva al evaluar el tratamiento de este tema por los autores
teóricos mismos. Haciendo una revisión superficial nos damos cuenta que la afirmación de González es,
al menos en principio cierta. Usualmente los teóricos de enfoques existencialistas, humanistas,
19
fenomenológicos son quienes hacen explícito el modelo de hombre que tienen y alientan la necesidad
de ponerlo en discusión.
Aquí van algunos datos significativos al respecto,
i) Viktor Frankl dedica una entera sección de uno de sus libros más trascendentes,
“Psicoanálisis y Existencialismo” (Cfr. Frankl V., 1966) en la discusión sobre el concepto de
hombre que él tiene.
ii) Gordon Allport en su “Manual de la personalidad” (Cfr. 1961) dedica la parte primera, es
decir, los primeros tres capítulos, en hacer un relevo histórico de concepciones de hombre y
plantea el suyo propio.
iii) Rollo May dedica un libro entero en la discusión por la concepción de hombre y considera
que toda discusión teórica entre autores de la disciplina es, en el fondo, una discusión por el
modelo de hombre que se tiene. Considera que hasta el momento se ha intentado ver sólo una
parte de los hombres, dejando de lado la realidad paradójica de la existencia humana.(Ver
anexo 3)
iv) En Carl Rogers, si bien no encontramos el tema del concepto de hombre ocupando de
manera concreta tantas páginas como los anteriores autores, hace mención al modelo humano
que tiene a lo largo de toda su obra.

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INTEGRACIÓN
En primera instancia quisiera realizar una síntesis sobre lo trabajado a lo largo del desarrollo.
Comenzamos definiendo tanto conceptual como históricamente la ubicación de la Antropología
Filosófica a modo de poder contemplarla de manera comprensiva y amplia. Si bien dicha definición fue
por demás acotada, cumplió el objetivo principal que fue dar sustento a considerarla como disciplina de
vital importancia al analizar las diferentes corrientes teóricas en psicología.
Luego nos dedicamos a preguntarnos por la pertinencia de la pregunta sobre “¿Qué es el
Hombre?” dentro de la disciplina psicológica. ¿Es importante describir qué modelo de hombre tiene
cada corriente teórica? Utilizando por un lado lo trabajado por F. Munnè (Cfr. 1997) desde la psicología
social explicitando los modelos de hombre que existe en cada uno de los distintos paradigmas, por otro
algunas ideas extraídas de Viktor E. Frankl (Cfr. 1990 - 1966) con relación a la Antropología Filosófica y
su íntima relación con el saber y la práctica psicológica y por último el libro de Rollo May “El dilema del
Hombre” (Cfr. 2000) en el cual muestra la imperantemente necesidad requerida dentro de la psicología
de poner en la mesa de discusión qué modelo de hombre se tiene en la disciplina en general y en la
psicoterapia de manera particular, entendimos que la pregunta a la que hacíamos mención tiene
respuesta positiva.
Ello nos dio el visto bueno a continuar con el desarrollo. A partir de la descripción histórica de
cada uno de los tres paradigmas seleccionados fuimos encontrando elementos centrales que nos
ayudaron a enmarcar a cada uno de ellos dentro de los modelos que nos proponían Vilanova y Max
Scheler. Como resultado de dicho proceso concluimos en este cuadro:
Paradigma Modelo(s) de hombre

-Hombre niño (Vilanova)


Psicoanalítico -Hombre Organismo (Vilanova)
-Hombre Decadente-Dionisíaco (Scheler)
-Homo Faber del Positivismo (Scheler)

Conductista -Hombre animal (Vilanova)


-Homo Faber del Positivismo(Scheler)

Fenomenológico-Existencial -Modelo de hombre para los Humanistas


(Vilanova)
-Superhombre Nietzscheano (Scheler)
Luego de esta breve síntesis quisiera pasar a la segunda parte de la integración: Las limitaciones
del presente trabajo.
En primer lugar, es importante notar que, como fue dicho en el apartado de “Investigaciones
Recientes”, no hay investigaciones que aporten y den un marco sobre el tema de los modelos de
hombre en diferentes paradigmas. Por ello es que considero el presente trabajo por un lado fresco y
original, pero, por otro minado de posibles cuestionamientos sobre utilidad y pertinencia dentro de la
discusión por la psicología y cargado de limitaciones teóricas.

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En segundo lugar, el hecho de considerar al Psicoanálisis, al Conductismo y a la Fenomenología-
Existencial Humanista como PARADIGMAS deja muchas dudas y cuestionamientos. El concepto acuñado
por Kuhn nos sirve para enmarcar ciertos conceptos, autores y teorías dentro de un todo armonioso; sin
embargo, en la práctica cotidiana, esta división entre paradigmas de carácter tan delimitada y esta idea
de paradigma como un todo armonioso hoy día está siendo ya caduca. Cada vez nos damos cuenta del
gran desorden y la gran cantidad de debates que existen dentro de cada uno de estos enfoques. A su
vez, nos encontramos hoy con una serie de movimientos y planteos que buscan la integración de dichos
paradigmas ya que el aporte que unos le han podido hacer a otros han hecho de la psicología una
ciencia que permite abordar de manera más completa y compleja los problemas que se le presentan.
(Cfr. Fernández Álvarez, 1992)
Más allá de esto, podríamos concebir que a los fines de aportar a la concepción de hombre como
un elemento más para contemplar históricamente las teorías que han ido circulando por la disciplina
psicológica, la delimitación de paradigmas es un paso necesario y obligado, sin dejar de tener en cuenta
las limitaciones de dichas divisiones.
En tercer lugar e íntimamente relacionado con el tercer punto, se encuentra la cuestión sobre la
clasificación de los diferentes modelos de hombre. Como se sabe, hemos tomado a las clasificaciones
de: En primera instancia de Max Scheler, a quién se considera como padre de la Antropología Filosófica,
por lo que su aporte será de vital importancia. En segundo lugar tomamos la clasificación de Alberto
Vilanova. El escritor local, desde la psicología nos plantea de manera acotada aunque contundente
diferentes modelos de hombre aunque, ahora sí, dentro del ámbito mismo de la psicología. Entonces, si
tenemos en cuenta que una clasificación la extrajimos del campo de la Antropología Filosófica y otra de
la psicología misma, parecería que ambas clasificaciones se integran y se complementan a la perfección
para el presente trabajo. Sin embargo, cabe la posibilidad de preguntarse si es posible agregar una
nueva clasificación de otro autor; o si no hubiera sido mejor utilizar las categorías de ambos autores y
crear una clasificación propia que sea más eficiente a la hora de evaluar a los diferentes paradigmas.
Esto queda a modo de pregunta abierta y como cuestionamiento sobre las clasificaciones seleccionadas.
En cuarto lugar, y dejando las limitaciones sobre los paradigmas y sobre las clasificaciones de
lado, podríamos preguntarnos si la adscripción de los diferentes paradigmas a los diferentes modelos de
hombre que hicimos es correcta o si: i) faltan algunos elementos para completar la idea de hombre de
cada paradigma; ii) la adscripción fue errónea o al menos no muestra en un 100% el modelo de hombre
que se tenía.
La idea de explicitar las limitaciones que encontramos en el presente trabajo tiene como objetivo
abrir el tema a discusión y crítica a fin de poder profundizar sobre el mismo.

22
CONCLUSIÓN
Sin olvidar las limitaciones descriptas en la integración, considero que este trabajo tiene una
pertinencia real dentro de la discusión psicológica. El debate por los modelos de hombre se hace
imperante dentro de las ciencias sociales en general y en la psicología en particular. ¿Por qué considero
esto?
Daremos un breve rodeo para llegar a a comprender la implicancia de los modelos de hombre
principalmente en la práctica científica. Desde un principio partiremos de la permisa construccionista de
que toda ciencia humana o natural, es en principio una práctica social, en consecuencia, una práctica
frágil, contingente, histórica y relativa (Ibáñez 1994). Según Esther Wiesenfel, para los construccionistas
“la realidad es total; es una construcción mental, ya que es producto de la mente humana y por lo tanto
subjetiva; y es social ya que se construye en la interacción social y esta llena de significados compartidos
a través de la comunicación.” (Cfr. Wiesenfel 1994, pp.229). Entonces la realidad es construida a partir
de la comunicación y la interacción social simbólica. Dándole una última vuelta de tuerca diremos que el
signo signo o «representamen», según Charles Sanders Pierce, es lo que sustituye algo por alguien. El
signo se dirige a alguien y evoca para aquél un objeto o un hecho, durante la ausencia de tal objeto o de
tal hecho. Por ello, decimos que el signo significa «in absentia». Ahora, introduce una importante
relación entre el signo y la acción. Es plausible afirmar, como Peirce lo hace, que los signos aunque
generales son operativos en la realidad. Para visualizar la operatividad de los signos podemos tomar
una proposición general que exprese la ley de la gravitación universal a saber, "Todos los cuerpos
sólidos caen en ausencia de cualquier presión o fuerza que los sostenga". El problema es cómo sabemos
que este signo general es operativo en la realidad. Peirce respondería a esta pregunta diciendo que
sabemos esto porque podemos derivar a partir de este signo general un interpretante experimental, un
esquema de acción, que nos permita actuar sobre la realidad obteniendo algunos resultados que
corresponderán a instanciaciones de esa proposición general. En tanto el interpretante se deriva de una
hipótesis general, podría decirse que por extensión dicho signo general es también causalmente
operativo con respecto a la realidad, puesto que prescribe un comportamiento experimental que tendrá
consecuencias en la realidad.” (Vallejos 1999)
Luego de este rodeo, nos damos cuenta que las concepciones de hombre, en tanto construcción
teórica (y en tanto es teórica es simbólica), que cualquier autor tenga incidirá en mayor o menor medida
en lo que el hombre sea.
En consecuencia de esto, ¿qué podemos pensar? Como dijimos, dentro de la psicología existen
modelos de hombre que moldean la práctica. Ellos pueden ser implícitos o explícitos (Frankl, 1990). A su
vez aportamos lo dicho por May: “Toda psicoterapia se basa en supuestos filosóficos (…); de la falta de
esclarecimiento de los mismos sólo pueden surgir prejuicios y confusiones” (May, R 1978). De esta forma
nos damos cuenta que la necesidad de debate en torno a la concepción de hombre que tenemos no
sólo responde a necesidades teóricas, sino que, y en mayor medida, responde a necesidades prácticas.
Y cuando hablamos de prácticas nos referimos a todos los niveles, en la investigación, en la clínica, en la
práctica comunitaria, en el diseño de políticas de salud públicas, en la educación, etc.
Otra cuestión que es digna de ser discutida en esta conclusión es: Si consideramos que es
importante poner sobre la mesa el debate por el concepto de hombre, ¿Debemos elegir qué modelo
consideramos más apropiado como disciplina, o al menos individualmente? Creemos que no. Elegir UN
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modelo de hombre sería volver a caer en el reduccionismo, y la historia de la psicología ya nos está
enseñando las consecuencias de ello. Consideramos entonces que como profesionales debemos discutir
este tema y comenzar a hacernos una idea lo más abarcativa, amplia, comprensiva, compleja y realista
de lo que el hombre es. Considero en este sentido un aporte esencial sobre el tópico el ante-último
capítulo del libro de Rollo May “El dilema del hombre” (1978). Dicho capítulo tiene por título
Interrogantes para una ciencia de hombre, y justamente plantea eso, Interrogantes. Hace una revisión
de cómo autores de diferentes corrientes teóricas redujeron la realidad humana a sus propias
categorías. Para el final del capítulo plantea algunas ideas o notas centrales del hombre, pero propone
que la noción o modelo de hombre debe, no solo ser discutida, sino quedar siempre abierta a revisión y
discusión.
Por último haremos mención a la propuesta de Alfredo Fierro (1993) mencionada en el apartado
de Investigaciones Recientes. Dijimos que él proponía una antropología psicológica y que ella sería
elaborada a partir del análisis de los diferentes fenómenos de lo humano a partir de métodos
principalmente experimentales. Desde lo expuesto por May acerca de los fundamentos filosóficos de
base en la investigación, y lo elaborado al inicio de esta conclusión en relación con las ideas del
construccionismo y de Charles Pierce se nos hace, al menos en principio, sospechosa la propuesta de
Fierro en tanto que considera que desde métodos puramente experimentales se llegará a delimitar la
naturaleza humana. Con esto no estamos diciendo que debemos excluir los métodos experimentales o
cualquier otro método. Lo que estamos afirmando es que fragmentando y desintegrando los fenómenos
humanos y estudiándolos experimentalmente (Al igual que propone el positivismo) y eliminamos otras
formas de acceder al conocimiento (científicas o no científicas) difícilmente llegaremos a dar aportes
contundentes sobre este tema y caeremos posiblemente en un reduccionismo igual o peor que los
anteriores.
Como todo trabajo exploratorio aparecieron más preguntas y propuestas que respuestas y
certezas. Apuntaremos aquí algunas de ellas.
¿Qué relación guardan los distintos modelos de hombre adscriptos a cada paradigma con el
momento histórico social que se vivía en la época?
¿Cómo podemos explicar el hecho de que los autores que más hacen mención a la concepción de
hombre sean autores de enfoques existenciales, humanistas o fenomenológicos?
¿Por qué el debate por los modelos de hombre tiene poca importancia en la actualidad?
En términos de futuro, ¿Cómo ciencia lograremos llegar a un consenso, abierto a discusión pero
consenso al fin, sobre las notas esenciales de nuestro objeto de estudio? Por ejemplo la física ha
elaborado diferentes modelos de universo a lo largo de la última centuria y en los diferentes momentos
ha habido un generalizado acuerdo en el propuesto en la época.
También podremos pensar en algunas posibles investigaciones:
-Una línea de investigación podría ser planteada en términos de creación de una matriz general
que permita sistematizar más coherentemente los modelos de hombre tenidos en la historia de la
psicología que, a su vez, sirva para contemplar y comprender los modelos de hombre actuales.
-En relación a los estudiantes de psicología ¿Se considera importante esta discusión? ¿Qué
modelos de hombres podemos encontrar en los estudiantes de psicología? ¿Son ellos explícitos o
implícitos? ¿Qué relación podemos establecer entre los modelos de hombre y las motivaciones para la

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elección de la carrera? Para ello habría que dedicar algún esfuerzo en diseñar algún dispositivo que nos
provea de dicha información.
-Retomando el tema de la formación, se torna necesario pensar en investigar que relevancia le
dan a la influencia de los modelos de hombre en su enseñanza.
-Otra podría ser elaborar las mismas preguntas para los profesionales de la disciplina en todos
los niveles y campos de trabajo.
Por supuesto que podríamos pensar muchas más.

EN CONCLUSIÓN. El presente trabajo no intenta dar una visión acabada ni definitiva sobre los
modelos de hombre en la historia de la psicología. Las limitaciones ya fueron apuntadas. Lo que se
intentó fue aportar algunos elementos que resultan significativos que ayuden a comenzar a diseñar y
pensar sobre el tema.
Sabemos que es un tema por demás complejo ya que no sólo implica cuestiones teóricas que ya
de por sí son complejas, sino prácticas, sociales e históricas. Sin embargo creemos que es imperante
poner sobre la mesa el debate por el hombre para hacer de nuestra disciplina una práctica más
saludable tanto para el profesional como para el paciente y la sociedad toda.

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Anexos
Anexo 1. Clasificación propuesta por Max Scheler:
1. Idea Judeo-cristiana: Se basa en la fe religiosa en la que vemos el origen del hombre desde el
punto de vista judío-cristiano, y que luego de su caída en este mundo material ve una posible
salvación para volver a unirse con su creador, luego del “Juicio Final”.
2. Idea del Homo sapiens Griego: 4 características:
-El hombre lleva en sí mismo un agente divino (la Razón), diferente al resto de los seres vivos de
la naturaleza.
-Dicho aspecto del ser del hombre tiene la capacidad de conocer el mundo.
-A su vez este agente posee independencia y fuerza, el poder de la razón.
-Se mantiene constante en la historia, en los pueblos y en las clases.

3. Idea del homo Faber del positivismo: Esta idea niega una “facultad racional” separada
específicamente del hombre. No hay entre el hombre y el animal diferencias de esencia, sólo hay
una diferencia de grado. El hombre es más complejo tanto en lo físico (desarrollo neuronal), en
lo psíquico como en lo conciente. Para esta idea lo espiritual y lo anímico (el alma) son
comprensibles para la expresión de instintos, sensaciones y sus derivados genéticos.
4. El hombre Decadente – Dionisíaco: la decadencia está en la esencia misma y origen del
“hombre”. El hombre nace desprovisto de los instintos y esquemas de conducta necesarios para
defenderse en la vida, que son suplidos por el así llamado “espíritu”, con un conjunto de
instrumentos materiales e inmateriales. Todo lo que se considera como “propiamente humano”
no son más que rodeos para suplir aquello que en los animales ya está dado por los instintos
naturales. Esta antropología dice que el hombre es un desertor de la vida, que habiendo exaltado
morbosamente el sentimiento de su propio ser, se vale, para vivir, de meros sucedáneos,
sustitutivos de las auténticas funciones y actividades vitales, capaces de desarrollo.
5. El superhombre Nietzscheano: todo lo contrario a la idea cuarta, encumbrando la “conciencia”
que el hombre tiene de sí mismo como no lo encontramos en ninguna de las anteriores ideas. Se
funda en el ateismo postulativo de Nietzsche con su “Dios ha muerto” cuya muerte implica la
aparición de un ser llamado superhombre. La negación de Dios no es sentida como descargo de
responsabilidad, ni disminución de la independencia y la libertad, sino justamente como la
máxima exaltación imaginable de la responsabilidad y soberanía. El hombre se encuentra por
encima de toda determinación causal. Para vivir no debe apoyar su pensamiento en ninguna
divinidad, en valores o ideas objetivas, sino que en el introducir un sentido o valor último al
mundo el hombre está solo.
Anexo 3:
Introducción al libro El dilema del hombre de Rollo May
“Un psicólogo, uno cualquiera o todos nosotros, llega a las puertas del cielo al final de una vida
larga y fructífera. Es conducido ante San Pedro para la habitual rendición de cuentas. Imponente, San
Pedro, tranquilamente sentado ante su escritorio, semeja en su aspecto al Moisés de Miguel Ángel.
Un asistente evangélico, vestido de chaqueta blanca, deja caer sobre el escritorio un sobre de papel

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madera que San Pedro abre y examina frunciendo el entrecejo. A pesar del terrible semblante del
juez, el psicólogo aprieta su portafolio y avanza con encomiable coraje.
Pero el entrecejo de San Pedro se frunce aún más. Tamborilea los dedos sobre el escritorio y
gruñe unos “ejem ejem” nada aclaratorios mientra clava ante el candidato sus ojos mosaicos.
El silencio es desconcertante, Finalmente el psicólogo abre su portafolio y exclama:
-Aquí están, las reimpresiones de mis 132 trabajos.
San pedro sacude lentamente la cabeza.
Hurgando en las profundidades del portafolio el psicólogo ofrece:
-Permítame presentarle la medalla que recibí por mi hazaña científica
El ceño de San Pedro no disminuye mientras continua en silencia, con la vista clavada en el rostro
del psicólogo.
Por fin, San Pedro habla.
-Me doy cuenta, buen hombre, de lo trabajador que fue. No se lo acusa de pereza. Tampoco de
conducta anticientífica.
Calla de nuevo y su expresión se vuelve aún más sombría. El psicólogo comprende que mucho
antes de que la confesión pasara a realizarse en el diván del psicoanalista, era sumamente estimada
en estas mismas partes.
-Bueno es cierto- Admite con una exquisita muestra de sinceridad - Deformé un poco los datos de
mi trabajo de tesis
Pero San Pedro no se aplaca.
-No- dice sacando el formulario 1ª del expediente, - No es inmoralidad lo que aparece en este
documento. Usted es tan ético como cualquier otro. Tampoco lo estoy acusando de ser Conductista o
Místico o Funcionalista o Existencialista o Rogersiano. Esos son sólo pecados veniales.
Después de dar un resonante golpe sobre el escritorio con la palma de la mano, San Pedro
exclama en un tono similar al de Moisés:
-Se lo acusa de Nimis Simplicando. Se ha pasado la vida convirtiendo las montañas en montículos:
de eso es culpable. Cuando en el hombre había un sentimiento trágico usted lo convertía en tribal.
Cuando había en él picardía, usted lo llamaba fusilería. Cuando sufría pasivamente, lo describía como
bobo; y cuando él juntaba el coraje necesario para actuar, usted denominaba el hecho E R. El
hombre experimenta pasión, y usted, cuando dictaba pomposamente sus clases la llamaba
Satisfacción de las Necesidades básicas. Y cuando estaba tranquilo y contemplaba a su secretaria, la
llamaba liberación de tensiones. Usted hizo al hombre a imagen y semejanza de sus ideas sexuales, o
de las máximas de su infancia, de la escuela dominical: ambas igualmente horrendas. En suma lo
enviamos a la tierra para que estuviese 72 años en un circo dantesco, y usted se pasó día y noche en
espectáculos secundarios ¡Nimis Simplicando! ¿Cómo se declara? ¿Culpable o inocente?
-OH! Culpable su celestial señoría –tartamudeando el psicólogo- o mejor dicho inocente. Porque
yo estaba tratando de estudiar cómo se comportaba el hombre, acaso no es e fin de la psicología. Su
propio libro santo dice que el hombre es un gusano y que no hay salud en él. ¿Por lo tanto no estaba
cumpliendo con otra tarea que se esperaba de mí?
San pedro barre el formulario 1ª del escritorio con el antebrazo y se inclina sobre el rostro del
psicólogo:

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-¡Usted ni siquiera vio al hombre que estaba estudiando! ¿Se cree que yo no sé que a veces es un
gusano? Pero ese gusano también se yergue y pone una piedra sobre otra para construir el Partenón.
Y ese hombre una noche se detuvo en un desierto junto al Nilo y observó las estrellas y se maravillo. Y
cuando las estrellas se desvanecieron el firmamento volvió a su cueva en la colina, y estudió las patas
del ibis pintadas en sus piezas de alfarería. Y sacó un trozo de madera chamuscada del fuego y trazó
un triángulo sobre la pared y creó las matemáticas. Y así se enseñó a determinar las órbitas de las
estrellas y aprendió a sembrar sus granos de acuerdo con las crecientes y las bajantes del Nilo. ¿Un
gusano hace eso? Usted se olvida de todo, ¿No es verdad?
El psicólogo retrocede.
-Su señoría ¡Sólo trataba de dejar al hombre expresarse por si mismo!
-OH! Usted lo hacía ¿no es así? Y ¿Qué hay respecto a esos experimentos?
San Pedro señala con un gesto el portafolio todavía abierto.
-Anoche cuando supe que venia usted leí sus trabajos en un microfilm celestial. ¿Qué pasa con
aquellos experimentos en los que la gracia consistía en engañar al sujeto? ‘Presione esta palanca y
así hará sufrir al tipo que está al otro lado del vidrio’. Y usted hacía que el hombre que iba a servir de
señuelo fingiera muecas de dolor y siguiera el juego. ‘¿Cuál de las líneas es la más larga? A ver toda
la clase’. ‘OH! La más corta es la más larga. Y usted Sujeto-Cabeza-De-Turco, ¿Sigue sosteniendo
estúpidamente en contra de toda la clase que la línea más larga es la más larga?’
San Pedro suspira y se recompone.
-Le confieso que es la única cosa que nunca pude entender de ustedes los psicólogos. Una vez que
obtienen el doctorado suponen que pueden embaucar a los demás seres humanos todo el tiempo, y
no podrían ni engañar a su perro de esa manera: él se daría cuenta del engaño de inmediato.
El intento de defensa por parte del psicólogo:
-Pero todos los sujetos participaban voluntariamente en el experimento…
Termina ahogado por el tono estentóreo de San Pedro.
-OH! No crea que no lo sé. El animal humano posee una enorme capacidad para fingir que lo
embaucan, y no permite que nadie, ni siquiera el mismo se dé cuenta de que está fingiendo. Pero es
usted de quien yo tenía mejor opinión…
Y señala con un largo dedo huesudo al psicólogo.
-Usted pensaba que todo el mundo podía ser engañado. Todos excepto usted. Siempre supuso
que usted el burlador, ¡Jamás sería burlado! No es una teoría muy coherente, ¿No lo cree?
San Pedro suspira. El psicólogo abre la boca, pero Pedro levanta una mano:
-Por favor, no me venga con su bien practicada cháchara. Hace falta algo nuevo… Algo nuevo… “

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