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Medellín-Colombia. Enero-Diciembre de 2011, ISSN 0120-1166
(el saber y los presupuestos científi- a los muertos; unas se usan con fines
cos que se aplican en su concepción y sociales, otras con fines dramáticos y
elaboración), los valores dominantes son parte de la puesta en escena del
de la época donde se concibieron y teatro religioso o profano.
fabricaron, los contenidos festivos o
religiosos que expresaban, el uso lú-
dico o ceremonial que los identificaba, La tradición de las máscaras en
los afectos y emociones que los ro-
dearon (Hodder, 1994: 136).
México
Algunos objetos solo denotan, otros tie- Las máscaras son, en su sentido más
nen el poder de connotar o encierran básico, representaciones del rostro
un cuerpo de significados adicionales, (humano o animal) que se superponen
y, de manera evidente o de forma in- sobre la cara y la cubren parcial o total-
directa, tienen el poder de nombrar por mente. Los materiales que se emplean
un acuerdo social otros contenidos o para su elaboración son muy variados:
representar abstracciones o símbolos (como la pure- se usan tanto los materiales blandos y fáciles de darle
za, la sabiduría, la traición, la libertad, la opulencia, la forma (como la madera, las fibras y los tejidos natura-
renovación, por ejemplo). Unos sólo hacen explícita la les, la cera, el cuero, el papel, los textiles, los plásticos
función que los identificaba, otros remiten al rol que o la hojalata), como los materiales duros y resisten-
desempeñaban en la configuración y estructuración de tes (como la piedra, el barro, el yeso, la cerámica o
la sociedad de donde procedieron. Este es el caso de el marfil). Algunas toman la forma de los materiales
las máscaras en México. utilizados, otras tienen armazones de alambre o de
hierro que les dan estructura y volumen. Algunas son
Las máscaras son expresión de la imaginación popu- talladas o labradas, otras son pintadas o se revisten
lar, son objetos artesanales fabricados por artífices con resinas o materiales que les dan una apariencia
anónimos o por artistas populares. En su gran mayo- inusual. Algunas cubren solamente el rostro, otras son
ría, son el resultado de una tradición que les precede parte del conjunto del disfraz que llevan los danzantes
y que, en muchos casos, se remonta o de las comparsas del carnaval. Algu-
más allá de la colonia. Pueden ser crea- nas suelen ser realistas (y para produ-
ciones individuales o el resultado de un cir el efecto de realidad van adornadas
trabajo colectivo en el que se consigna con cejas, bigotes y barbas de pelo
el trabajo de varias generaciones. Son natural), son un retrato fiel de ciertos
expresión del mestizaje cultural, de lo actores históricos o, como un objeto
que en este hay de conflictivo, de las ceremonial, representan a un determi-
formas de resistencia, del sincretismo nado personaje de la tradición religiosa
que caracteriza las creencias, las prác- (el santo patrono, los momentos de la
ticas religiosas y las actividades festivas Pasión, el arcángel San Miguel, etc.);
en México. En ellas se pueden apreciar otras buscan otros referentes y rom-
aportes de las culturas precolombinas pen la correspondencia con la realidad
(de los pueblos prehispánicos) como (como las que exhiben seres fantásticos
de las culturas que llegaron de Euro- o seres imposibles construidos por la
pa y África. No son simplemente ob- superposición de elementos no compa-
jetos funcionales, ni se agotan en las tibles –de animales, vegetales o seres
dinámicas de las actividades cotidianas. Algunas son inanimados -, o las que rompen la unidad del rostro y
objetos lúdicos que acompañan los momentos excep- provocan otro orden en sus componentes)5. Unas ex-
cionales de las fiestas, de las danzas y las comparsas
del carnaval en México, otras son objetos rituales que 5 Son, en muchos casos, el resultado heteróclito de una combina-
ción de elementos que proceden de universos diferentes y que
están integrados a las ceremonias de devoción y culto
al integrarse en una nueva organización adquieren otro sentido
(Gutiérrez, 1989: 190). Esta combinación de elementos dispa-
situación socio-política determinada. En las sociedades actua- res es la que produce el efecto de extrañeza que acompaña la
les, por ejemplo, es un signo de progreso, de avance y de segu- máscara. Son espacios visuales en los que concurren elementos
ridad. El control que la técnica realiza sobre el mundo material, que no tienen conexión entre sí, que provienen de épocas y
sobre las cosas que rodean al hombre crea un simulacro de de intenciones diferentes. Es común encontrar fragmentos del
seguridad, de confianza en sí mismo y en el poder de la acción mundo animal, órganos de distintos animales, (pieles, vellosi-
humana. dades, garras), piezas del mundo vegetal, texturas y formas de
de manera bufa, se realizan toda suerte de que se ignora la distancia sobre la que se
imitaciones grotescas donde la jerarquía construye el espectáculo teatral. El carna-
de los valores se trastoca. val es un estado de excentricidad. Es el
momento en que las distancias entre las
El carnaval es un dispositivo simbólico uti- personas desaparece y se impone un con-
lizado por los sectores populares para en- tacto libre y familiar entre la gente (Bajtin,
cauzar su resistencia a la dominación, para 1986: 173). En su interior existe un clima
neutralizar temporalmente el orden social de familiaridad absoluta: todos, hombres y
que los marca y los determina, los cáno- mujeres, jóvenes y ancianos, pobres y ri-
nes que en el mundo oficial establecen las cos dejan a un lado su gravedad y el papel
pautas de acción y de comportamiento, y social que les corresponde, las jerarquías
el protocolo, y para invalidar el papel que que los separan y se “suman al banquete
cumplen las instituciones que validan o cer- lúdico”. El carnaval no se contempla ni se
tifican la verdad. Es un tiempo de revancha representa. A su interior no hay diferen-
de los subalternos y de negación/inversión cias, todos los que asisten al carnaval lo
de las posiciones sociales, de trastrocamiento de las viven y los asumen por igual sin grados, ni rangos que
reglas y los valores imperantes, de las costumbres, determinen niveles diferentes de participación.
de las normas de conducta y de los principios recto-
res, de las situaciones jerárquicas (estamento, rango, La fiesta es un combate simbólico entre el orden
edad o fortuna). Es el momento en el que se puede vigente y el caos (primigenio y profundo), el poder
humillar ritualmente la autoridad e invertir las rela- establecido y la creatividad colectiva, el placer y el
ciones políticas de poder, en el que la autoridad se trabajo (Brisset, 2009). Es un período donde domi-
somete al público y este pasa a ejercer festivamente nan provisionalmente las potencias del desorden,
la soberanía (Gil, 1994: 194). se pone entre paréntesis el orden social y se impo-
nen como principios la confusión y el desenfreno.
Es una práctica colectiva de apropiación del espacio Es un estado de desequilibrio lleno de posibilidades
público. El carnaval “no conoce el escenario ni las can- de cambio y transformación. Su motor central es
dilejas del teatro”, ni los espacios cerrados que se- un afán de libertad12, un deseo de emancipación.
paran actores del público, su universo espacial está Por este mismo principio supone una capacidad muy
conformado por los espacios públicos urbanos. Si es desarrollada para la celebración y la fantasía, para
por esencia un evento popular y universal en el cual el delirio, la ensoñación y el juego libre de la aso-
todos pueden participar y entrar en contacto de ma- ciación, para la creatividad y el poder de improvisar.
nera libre y espontanea, la plaza urbana es el espacio Es un evento marcado por la alegría y los valores
que no solamente lo contiene sino que es el símbolo considerados altamente positivos (como el jolgo-
que lo representa y que expresa su carácter popular. rio y la camaradería) y en esta búsqueda aporta
En la ciudad actual el carnaval se toma tanto el centro a la sociedad un denso material simbólico. Como
de la ciudad como las plazas, las avenidas, las calles núcleos de su actividad están los actos de transgre-
de mayor circulación (las cuales dejan de ser el sitio sión, las metamorfosis, los transformismos y los ac-
de las decisiones impersonales para convertirse en el tos de ruptura de la vida cotidiana, y como elemen-
punto de encuentro de la población), como los luga- tos esenciales de estos actos están las máscaras y
res de encuentro y de contacto donde gentes de todo el uso de disfraces. El carnaval es una fiesta llena
tipo se relacionan e interactúan (cafés, tabernas, ba- de comparsas y máscaras, de imágenes de diablos,
ños públicos, mercados abiertos, espacios deportivos, de personajes grotescos, de parodias de personajes
etc.). “Es un espec- públicos, de animales irreales, de representaciones
táculo sin escenario de la muerte. Con estos recursos el carnaval lleva a
ni división en actores
y espectadores. En 12 “Si la fiesta embriaga es porque emborracha de libertad. Entre-
carnaval todos par- garse a la fiesta es emanciparse, liberarse, desencadenarse y
desprenderse de cualquier atadura anterior o vinculación pre-
ticipan, todo mundo
via”, de la coacción (de la violencia o la imposición de condicio-
comulga en la ac- nes que se ejercen sobre los sujetos para obligarlos a realizar o
ción” (Bajtín, 1986: a omitir una determinada conducta) tácita e informal que ejerce
172). A su interior el medio social, del oscurantismo y del poder, del poder asocia-
do al orden social vigente impuesto por la familia, el trabajo y
no sólo se suspende
la comunidad. “Gracias a la fiesta, puedes eludir el poder del
la diferencia entre poder” (ideas tomadas de GIL CALVO, Enrique (1991) Estado
pobres y ricos, sino de fiesta, citado por: Brisset, 2009).
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