1
Se trata de una posición atenta no hacia lo que completa el conjunto sino más
bien a aquello que resta, que resiste de diversas formas: el síntoma, el
residuo.
En uno de sus últimos seminarios, Lacan habla de piezas de repuesto, de
hecho la asociación libre consiste en pedirle a un paciente que deje fluir su
pensamiento en piezas de repuesto, en restos, sin preocuparse por el orden ni
la coherencia de los mismos.
El cuerpo, para Lacan en esta última etapa de su enseñanza, no es una forma
unívoca y completa sino algo más bien comparable a un montón de piezas de
repuesto. Algo de lo que no nos damos cuenta mientras permanecemos
cautivos de su forma, mientras la pregnancia de la forma impone la idea de su
unidad.
Los analistas comprobamos a diario, como para los pacientes su propio cuerpo,
recortado, aislado en piezas de repuesto deviene enigmático.
En principio las piezas de repuesto, los residuos no sirven para la función
primigenia que tenían designada, son figuras del sinsentido.
Cuando algo no tiene sentido, cuando una pieza de repuesto, un residuo ya no
sirve para nada, es cuando pueden servir para otro forma de uso, un uso de
goce, si el goce es, como evoca Lacan aquello que no presta servicio alguno.
Del que se hace con ese goce, con ese resto y de cómo se lo pone en
funcionamiento será tarea de cada uno, así tendremos: el síntoma para
relacionarse en el paciente, el residuo que acomoda el linyera, la obra de arte
que nos propone el artista.
El valor de goce de una pieza de repuesto es aquello que supo explotar por
ejemplo Duchamp, mediante el gesto con el cual convirtió a un mingitorio en
un objeto estético.
Entonces, la pieza de repuesto se presta, una vez sustraída de su uso natural,
a otros usos eventuales para los que no estaba hecha, se trata de un proceso,
un procedimiento fundamental como es la práctica de acomodar, arreglar,
componer, darse maña apelando a los recursos de que se dispone.
El tesoro de quien se da maña con las piezas de repuesto está hecho, apunta
Miller, en función de las ocasiones, es un resultado contingente de aquello que
pudo recuperar a partir de residuos diversos.
El residuo es entonces, un eco que visto desde la perspectiva del artista evoca
y convoca una nueva mirada sobre la realidad.
Dice Baudrillard que:”El arte moderno ha podido formar parte de la parte
maldita, al ser una suerte de alternativa dramática de la realidad y traducir la
irrupción de la irrealidad en la realidad”1
¿Cómo traducir, cómo presentar, cómo hacer surgir lo irrepresentable?
¿Cómo recobrar la ilusión radical? Pregunta el propio Baudrillard y responde
que es a través de “Objetos cuyo secreto no es el de su expresión, el de su
forma representativa, sino por el contrario, el de su condensación y luego su
dispersión en el ciclo de las metamorfosis…escapando de la trampa de la
representación por una deconstrucción interminable, donde la pintura no cesa
de mirarse en los pedazos de espejo, sin perjuicio de recomponer después con
los restos…”2
1
Jean Baudrillard: “El complot del arte” Pág. 57, Editorial Amorrortu
2
Jean Baudrillard: “El complot del arte” Pág. 43, Editorial Amorrortu
2
Por su parte Victoriano Alcantud señala que:”Aquellas obras que han intentado
pensar la verdad que excede cualquier imagen o incluso cualquier palabra han
intentado, por la utilización de la materia misma, escapar a la visibilidad o a lo
decible. Han inscrito la falta en el corazón de la obra, han apuntado hacia lo
real en la falta, se han opuesto a la concepción clásica que tiende a una
sublimación que oculta la falta.”
¿Qué queda una vez que la obra de arte se libera de la significación y de la
semejanza?
Queda la obra misma, reducida a una pura presencia, a su pura materialidad.
Didi-Huberman comentando “Lo visible y lo invisible”, se pregunta: “¿Qué
sería, pues un volumen que mostrara la pérdida de una cuerpo? ¿Cómo
mostrar un vacío? ¿Y cómo hacer de ese acto una forma- una forma que nos
mira?”
La forma quizás de mostrar un vacío, de apuntar a la falta en la obra de Paulo
sea justamente la superposición de textos lumínicos, lenguajeros, de una
lectura, de una elección de lo hay a disposición, de lo que retorna, de un eco,
donde la letra es pintura agregada y el color también impone un recorrido
discursivo, donde escuchamos voces de escrituras olvidadas, recuperadas,
presencia de letras ausentes que hablan, gritan pero nunca cierran la carta de
lo que nos vienen a decir.
“¿La verdad despierta o adormece? Eso depende del tono con el que es dicha…
3
¿Cómo ir de la tonalidad a la modulación?
Ir del tono, del orden en el deslizamiento a lo vivo (pegar Laurent con la
conversación)
“una interpretación justa extingue un síntoma que la verdad se específica por
ser poética”
Interpretar del lado de la poesía
“Una práctica sin valor, esto es lo que trataría de instituir para nosotros”3
El acto del analista evoca al cuerpo a partir del goce, lo hace resonar. La
resonancia se funda sobre el Witz, que no es bello sino equívoco, puesto que
nosotros no tenemos nada bello para decir. La práctica analítica, por lo tanto,
consiste en tratar el goce por la multiplicidad equívoca, una manera de hacer
uso del lazo de un modo inverso al de la fijación al Uno.
3
J. Lacan: Seminario “L’Insu…”, Clase 7 La varidad del síntoma, inédito
4
Kant - Crítica del juicio
5
Borges en la EFBA, Pág. 107, Ed. Agalma, 1993