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Diplomado

Problemas emocionales en la infancia

UNIDAD IV

Andrea Marcela Carrero Moreno


Politécnico de Suramérica
PROBLEMAS EMOCIONALES EN LA INFANCIA PARTE 2

Dificultades en los estados anímicos y depresión

El estado de animo refiere al matiz de los afectos. Este puede ser normal, elevado
o deprimido.

Las fluctuaciones del estado de ánimo se encuentran influenciadas por el nivel de


satisfacción del sujeto frente a diversas necesidades externas e internas. Se habla
de una variación negativa del estado de ánimo cuando su tono se encuentra
excacerbado o disminuido afectando la dinámica personal y relacional del individuo.

Los afectos depresivos reflejan un estado de ánimo bajo, tristeza profunda,


desinterés, pesimismo, cansancio e inhibición. Mientras que los estados de ánimo
hiper-elevados se caracterizan por un alto nivel de euforia y excitabilidad.

Los niños se deprimen?

La depresión es una de las primeras enfermedades mentales reconocidas y


estudiadas desde la antigüedad, pero en realidad será hasta los años 80s que la
psiquiatría se enfoca en el estudio de síntomas relacionados con el estado de ánimo
en niños y adolescentes, encontrando que la depresión aparece tanto en niños y
adolescentes como en adultos, aunque difiriendo en algunos de los síntomas que
experimentan o manifiestan.

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La depresión es un sentimiento persistente de inutilidad, pérdida de interés por el
mundo y falta de esperanza en el futuro, que modifica negativamente la
funcionalidad del sujeto. La experiencia clínica expone que la depresión en niños y
adolescentes se caracteriza por un estado de irritabilidad, a diferencia de la
manifestación común que adquiere en la vida adulta.

Existen diversas teorías que explican la depresión. La biológica supone que esta se
presenta debido a un mal funcionamiento fisiológico que puede tener o no una base
en la herencia. Esta postura aduce que genéticamente los individuos pueden tener
una vulnerabilidad biológica que incidirá en la aparición de un trastorno depresivo,
especialmente si los factores ambientales activan esta predisposición. Los estudios
científicos han aportado información en torno a la incidencia de aspectos
bioquímicos en la depresión, especialmente por la deficiencia de ciertos
neurotransmisores químicos (catecolaminas y noreprinefrina) en áreas particulares
del cerebro. Posturas cercanas apoyan la incidencia del sistema endocrino en la
etiología de la depresión. Encuentran una estrecha relación entre los trastornos del
estado de ánimo con el balance hormonal; por ejemplo, la depresión causada por
niveles elevados de cortisol.

Existen otras perspectivas que acentúan la importancia de los factores psicológicos


y ambientales. Proponen que la depresión puede ser causada por la interacción
entre aspectos como:

Factores individuales:

 Aspectos relacionados con el temperamento: mayor reactividad a estímulos


negativos
 Bajo concepto de sí mismo
 Privación afectiva en la primera infancia
 Pobre madurez en el manejo de las emociones
 Condiciones relacionadas con discapacidad física o problemas de
aprendizaje, déficit de atención, hiperactividad o alteraciones de conducta
tienen un mayor riesgo de depresión

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Factores ambientales

 Pobres interacciones familiares y sociales


 Baja implicación paterna y alta sobreprotección materna
 Problemas de comunicación
 Experiencias de maltrato y abuso
 Padre o madre depresivos
 Factores psicosociales que producen tensión, ej: Depresión socioeconómica
 Acontecimientos estresantes como separaciones, divorcios o duelos.

Desde el enfoque psicoanalítico se habla de síntomas depresivos que se presentan


como resultado de conflictos intrapsíquicos, en particular frente a dificultades en las
relaciones objetales. Aunque desde algunas posturas de esta línea niegan la
existencia de la depresión infantil en los primeros años, se propone que puede
aparecer de forma enmascarada a través de problemas del comportamiento,
reacciones psicosomáticas y psicofisiológicas.

René Spitz introdujo el término de depresión anaclíptica para describir un cuadro de


depresión que se presenta comúnmente en los bebés que después de haber tenido
un contacto normal con la figura materna (sea su madre o quien ejerciera el rol
maternal), se ven separados tempranamente de ella durante un periodo de tiempo
significativo, causando la no identificación de la figura materna en un momento
importante de su desarrollo psíquico. Esto dará lugar a una pérdida de la capacidad
en el niño para dar respuestas afectivas, a excepción de la tristeza, acompañada
principalmente de una disminución en su expresividad, así como de alteraciones en
el sueño y el apetito.

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CARACTERISTICAS DE LA DEPRESIÓN INFANTIL

Es importante considerar que las características de la depresión en los niños, se


ven influenciadas por las etapas de su desarrollo debido a que los cambios a nivel
biológico, psicológico y social son en este momento diversos y fluctuantes.

En la infancia prevalecen las reacciones psico-fisiológicas y motoras como son;


irritabilidad, rabietas, llanto o problemas de control de esfínteres. En la adolescencia
se destacan respuestas cognitivas que inciden en su autopercepción, ideas
catastrofistas o visión pesimista del futuro. Es decir que en edades tempranas los
niños muestran más síntomas de carácter exteriorizado (Weiss, 1992) mientras que
en la adolescencia los síntomas tanto cognitivos como afectivos son interiorizados
y se presentan con mayor intensidad. (Del Barrio, 1997, Servera, 2002)

Los síntomas según la edad:

Entre los 3 y 6 años de edad se evidencian las siguientes manifestaciones


asociadas a la depresión

 Afecto pobre (No protesta ante la ausencia de la madre, o ante eventos)


 Irritabilidad (no se calma fácilmente)
 Mirada perdida (desmotivado)
 Desinterés apatía, falta de placer y distracción

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 Juego pobre y sin mucha iniciativa
 Problemas de alimentación y crecimiento
 Problemas del sueño
 Sentimientos de minusvalía
 Agresión
 Dolores físicos sin causa médica
 Letargo-hiperactividad
 Enuresis o encopresis

Entre los 7 y 11 años:

 Expresión triste
 Falta de placer, desinterés (quietud)
 Irritabilidad
 Desesperanza
 Afecto lábil
 Sentimiento de infelicidad (expresiones…nadie me quiere, nadie me
cuida…insatisfacción en los ámbitos)
 Agresividad, Autoagresión
 Falta de concentración, dificultades escolares, afectación en relaciones con
pares (fobia escolar)
 Preocupaciones excesivas y quejas persistentes
 Cambios en el sueño y peso
 Hiperactividad
 Somatización

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Entre los 12 y 18 años
La depresión en esta etapa comienza a asemejarse a la depresión de adultos, se
incrementan las conductas de auto riesgo y se acentúan los síntomas de inicio en
la infancia.

• Afecto triste
• Apatía
• Sentimientos de culpa
• Predominio de ansiedad
• Irritabilidad
• Conductas de auto riesgo-lesivas más consientes
• Fugas
• Predisposición a los accidentes
• Conducta delictiva
• Impulsos suicidas
• Anorexia
• Inmadurez emocional

Consecuencias

Los efectos de la depresión variarán a medida que el niño crece y se acerca a la


edad adulta.

La depresión temprana puede afectar bases del desarrollo psico-afectivo, así como
también retrasar el crecimiento.

Alteraciones en el desarrollo intelectual y social: Generalmente se afecta el


desenvolvimiento escolar, en muchos casos hasta producir fracaso escolar. Las
relaciones sociales y familiares del niño se verán alteradas por su inestabilidad
emocional y su posible tendencia al aislamiento.

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En la adolescencia suele agravarse la intensidad de los estados afectivos y
manifestarse problemáticas conductuales que alteran la adaptabilidad en los
diferentes contextos. En esta etapa se hacen más contundentes los
comportamientos auto y heteroagresivos, y pueden iniciarse conductas que
conduzcan al adolescente hacia el consumo de drogas, embarazos tempranos o
ideas suicidas.

De ahí la importancia de reconocer y abordar a tiempo la sintomatología.

Abordaje

Cuando se identifican manifestaciones que generan un signo de alerta de una


posible depresión, es importante apoyarse con personas especializadas. Entre más
complejos sean los síntomas; los niños y adolescentes deben recibir un tratamiento
más integral. Entre algunos de los abordajes más comunes se encuentran; el
psicoterapéutico, el farmacológico y el psicoeducativo que busca orientar a las
familias frente al manejo de la depresión. También es común el empleo de terapias
ocupacionales y de otras estrategias que favorezcan el manejo del tiempo libre.

Es importante que se brinden apoyos tempranos que permitan minimizar el impacto


o agravamiento de los síntomas.

Cuando se presentan manifestaciones iniciales que no necesariamente implican


una depresión clínica, se recomienda movilizar las dinámicas alrededor del niño,
afianzar las demostraciones de interés en él, expresarle afecto y amor incondicional,
brindar acompañamiento, evitar que pase tiempo solo y ofrecerle recursos
contundentes para superar problemáticas escolares y sociales que pueda estar
presentando.

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En la evaluación, es recomendable para el clínico:

 Escuchar al niño
 Definir el conjunto de déficits (motivacionales, cognitivos y emocionales)
 Tener en cuenta el entorno del niño (padres o cuidadores, maestros o
compañeros de clase) buscando una perspectiva amplia que le permita
precisar el estado de la depresión.
 Emplear pruebas proyectivas o psicotécnicas. Uno de las más empleados es
el cdi (inventario de depresión infantil que se aplica a partir de los 7 años).
 Considerar los factores precipitantes e involucrar a los miembros de la familia
en el tratamiento.

Conceptos relacionados con la depresión

 Anhedonia: incapacidad para sentir placer, perdida de satisfacción en casi


todas las actividades. Falta de reacción ante estímulos
 Distimia: es una forma leve, pero crónica, de depresión
 Labilidad afectiva: inestabilidad del estado afectivo en el que se producen
cambios con una gran facilidad
 Disforia: se considera un estado depresivo crónico caracterizado por un estado
de ánimo deprimido (o irritable en niños y adolescentes) que se mantiene la
mayor parte del día y la mayoría de los días; no es lo suficientemente grave
como para considerarse como episodio depresivo mayor.

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PROBLEMAS DE CONDUCTA

De acuerdo a su etapa madurativa los niños van definiendo características


personales que influyen en su comportamiento. La crianza participa en esto de
manera importante en la medida que involucra el manejo de las emociones, el
control de impulsos, la respuesta del niño ante la norma, los límites y figuras de
autoridad, y otros relativos a su socialización. La madurez que el niño va alcanzando
se refleja en su capacidad para tramitar sus expresiones afectivas y comportarse de
acuerdo a las condiciones y demandas del entorno.

Como se ha observado a lo largo de las unidades, de acuerdo a la etapa del


desarrollo del niño son frecuentes expresiones como la ansiedad, los miedos y
comportamientos de agresividad. Estos también podrán ser temporales sucediendo
tras un evento estresante. De igual forma, es natural que los niños se comporten
“mal” en ocasiones, generalmente estos no responden de forma total a las
demandas de los adultos, de hecho las conductas de oposición son normales y
necesarias en determinados momentos, en tanto el niño va definiendo su propia

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identidad, lo que implicará que cuestione la norma y quiera replantearla con los
adultos.

Sin embargo, cuando sus conductas reiteradamente y por un largo periodo de


tiempo son transgresivas, comenzando a afectar su desenvolvimiento cotidiano y
sus relaciones con los otros, se convierte en un indicador complejo que puede
representar un problema de conducta. Cabe resaltar que los desórdenes de
comportamiento en la edad adulta tienen su inicio en la infancia, cuando al no ser
abordados avanzan progresivamente.

Como trastorno de la conducta se define un patrón de comportamiento hostil,


agresivo o perturbador que dura más de seis meses y que no es apropiado para la
edad del niño. Entre sus características se encuentran:

 Daño o amenaza a otras personas, mascotas o a sí mismos


 Daño o destrucción de las pertenencias ajenas
 Conductas de robo y mentira persistentes
 Bajo rendimiento escolar, ausentismo.
 Consumo de cigarrillos o spa
 Actividad sexual precoz

 Rabietas y riñas frecuentes

 Hostilidad constante hacia las figuras de autoridad

 Renuencia a cumplir las normas

Las causas…

Como factores incidentes en los problemas conductuales de los niños, se hayan:


desajustes en el medio familiar, escolar y/o social, falta de afecto y acompañamiento
por parte de los padres, manejo excesivo o ambivalente frente a las normas, por
ejemplo; de indiferencia y laxitud o de represión y autoritarismo, siendo más
frecuente la laxitud.

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El maltrato y el abuso son también causas recurrentes de los problemas
conductuales.

También debe considerarse la influencia de aspectos culturales que acentúan


ciertas manifestaciones en los sujetos, pues algunos de los mensajes que transmite
la cultura contemporánea en la subjetividad de la época, son la primacía de la
satisfacción, el individualismo, la idea de que “el fin justifica los medios”, etc, que
como efecto puede producir en los individuos una baja resistencia a la frustración
que desencadene en conductas de descontrol en los diferentes ámbitos.

A nivel individual se identifican como factores predisponentes:

• Temperamento difícil, neuroticismo y extraversión


• Impulsividad
• Búsqueda permanente de sensaciones extremas
• Inestabilidad afectiva
• Cognitivas (dificultad en la solución de problemas, baja capacidad
verbal)
• Déficit de habilidades sociales y pobre empatía
• Baja autoestima
• Pobre desarrollo moral
• Bajo rendimiento escolar

Los niños con problemas de conducta en la mayoría de casos presentan dificultad


en asimilar las frustraciones y postergar la satisfacción, por lo que suelen reaccionar
reactivamente y con susceptibilidad.

En el manejo de las dificultades comportamentales en los niños es importante


establecer o corregir pautas educativas inadecuadas, promover habilidades
sociales como la empatía, la cooperación y la resolución de conflictos, así como
también las competencias comunicativas. Favorecer el auto control de las
emociones y los impulsos, así como el auto concepto y tolerancia del niño.

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Teniendo en cuenta que los abordajes integrales son mucho más efectivos, será
necesario involucrar a las familias introduciendo cambios que fortalezcan la
dinámica familiar, la comunicación entre sus miembros y en especial, intervenir las
conductas de bajo auto-control que puedan presentar los padres. Por su parte, debe
recomendarse al contexto escolar, la no estigmatización del niño, la inclusión
educativa en todas sus esferas y el desarrollo de acciones específicas que
aumenten el trabajo en equipo y las habilidades pro-sociales en el grupo de
referencia.

A tener en cuenta…

Es frecuente que rápidamente los niños en los que comienza a establecerse un


patrón de indisciplina, sean percibidos por los adultos como niños problema, y en
muchos de estos casos comienzan a ser estigmatizados, convirtiéndose en un rótulo
con el que el niño se identifica a sí mismo. Por esto, es importante el manejo
cuidadoso de estas dificultades de comportamiento por parte del adulto, pues lo que
inicia como una dificultad incipiente y temporal en el niño, puede agravarse debido
a un mal abordaje, dificultando las posibilidades de adaptación y normalización de
su desarrollo.

Igualmente es necesario contemplar que la dificultad no sea percibida por algunos


adultos que quizás tengan una expectativa desajustada frente al comportamiento
del niño, por ejemplo, que espere de él una obediencia absoluta o que no tenga en
cuenta las características propias de su edad.

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PROBLEMAS DE LA CONDUCTA ALIMENTARIA

La conducta alimentaria refiere al “comportamiento relacionado con los hábitos de


alimentación, la selección de alimentos que se ingieren, las preparaciones culinarias
y las cantidades ingeridas”.

Los patrones alimentarios se forman y se aprenden mediante un proceso que ocurre


en los primeros años de vida. Por esto, muchos de los problemas en la conducta
alimentaria también podrán rastrearse durante la infancia.

Desde el nacimiento, alrededor de la alimentación se sitúan múltiples elementos,


como son:
 La base fisiológica que subyace al apetito y al vaciamiento gástrico e
intestinal, las hormonas reguladoras del metabolismo e ingesta de alimentos,
las señales visuales, olfatorias, gustativas, táctiles y metabólicas que se
producen como respuesta sensorial ante la alimentación.
 Los factores socio-cultuales que imponen pautas sobre los alimentos, su
preparación y las practicas alimentarias.

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 La construcción de hábitos, las dinámicas afectivas y relacionales alrededor
del comportamiento alimentario

Dinámicas en torno al comportamiento alimentario:

La alimentación es un acto mediado por el vínculo. Uno de los primeros contactos


que el bebé tiene con su madre es a través de la alimentación. La zona oral, que es
continente de placer en el bebé se satisface en la succión, a la vez que el niño
experimenta un momento de especial contacto corporal con la madre cuando es
alimentado.

La dinámica que se organiza alrededor de la alimentación es al principio


dependiente por parte del niño. Puede que este sea activo en cuanto al llamado a
la madre o a quien haga las veces de su cuidador para que sacie su apetito, pero
este adulto es quien interpreta sus señales respondiendo efectivamente o no a ellas.
Cuando el adulto, como en la mayoría de los casos sucede, atina a la demanda del
niño, se crea una relación armónica en la que se compagina el hambre con la
satisfacción. Pero, ¿qué sucede si la madre o el cuidador asume ante el llanto del
bebé que siempre quiere comida, sin contemplar sus demás necesidades de afecto
o sensaciones de incomodidad o dolor? Si esta dinámica se constituye en un patrón
entre el niño y su madre o cuidador, podría conducir a que este objeto-comida quede
asociado a múltiples sensaciones. Algunas perspectivas, en especial las
psicodinámicas, que trabajan sobre las relaciones de objeto en las dependencias,
permiten entender como en ocasiones los objetos (droga, alcohol, comida) vienen
a suplir vacíos que se encuentran en el orden de los afectos; es decir, se busca con
ellos cubrir insatisfacciones que no son las fisiológicas.

En esta vía, así como el objeto comida podría quedar inserto en un malentendido
simbólico a favor de una conducta impulsiva hacia la ingesta, también el rechazo al
alimento podría entenderse a partir de una dinámica relacional, en la que, la
negativa del niño a alimentarse constituye un mensaje al otro. El no comer, se ha

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intentado explicar cómo la negación que el niño expresa ante una presencia que
puede resultar invasiva o sobreprotectora por parte de sus padres o cuidadores, o
como una respuesta a comportamientos ansiosos en estas figuras. La negación del
niño frente al alimento actuaría como una maniobra de auto-afirmación para
expresar su rechazo ante algo que le afecta de la dinámica relacional con los padres
o cuidadores, constituyéndose así en una forma de oposición.

 Algunos estudios relacionan la anorexia psíquica en los niños con la


depresión anaclíptica que es un cuadro que se presenta en lactantes, como
consecuencia de la no identificación de la figura materna por una separación
temprana.
.

La anorexia psíquica no es frecuente en


el bebé, por esto debe descartarse los
factores biológicos. Mientras que en
niños preescolares y escolares se
manifiesta con mayor regularidad

Otras posturas dan énfasis a los inadecuados procesos de aprendizaje en torno a


las pautas alimenticias. La transición a la dieta adulta involucra un aprendizaje
particular en los niños, en tanto atraviesan periodos sensibles en los que deben
adaptarse paulatinamente a nuevas texturas, cantidades y horarios de alimentación,
sucediendo esto después del destete; lo que conlleva paralelamente un proceso de
independencia. Es por esto que resulta importante introducir pautas que favorezcan
la adaptación del niño a esta nueva alimentación en el marco de una formación de
hábitos. En muchos casos la negativa del niño a alimentarse produce ansiedad y
manejos inadecuados por parte de los adultos, que transfieren esta ansiedad a los
niños durante los momentos de alimentación, provocándole aversión.
Adicionalmente, la sustitución de los alimentos nutricionales adecuados para su
etapa de desarrollo, por otro tipo de comidas como consecuencia de la renuencia
del niño, provoca también un aprendizaje errado que en muchos casos se convierte

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en una manipulación hacia al adulto, quien buscando que coma accede al capricho
del niño.

Cuando las dificultades con el apetito y las pautas alimentarias inadecuadas


prosperan durante la infancia es más frecuente que se presente la anorexia nerviosa
y la bulimia durante la pubertad y adolescencia.

La anorexia nerviosa se define como el rechazo contundente a mantener el peso


corporal por encima de unos valores mínimos normales para una determinada talla
y edad. Generalmente se acompaña de miedo a ganar peso o a convertirse en una
persona obesa, aun cuando se encuentre por debajo del peso adecuado. Involucra
distorsiones en la imagen corporal y como uno de sus signos presenta amenorrea
en las mujeres (ausencia de menstruación). En la bulimia nerviosa se presentan
periodos de voracidad que se caracterizan por la falta de control en el apetito y en
la ingesta de alimentos seguido de técnicas para evacuar la comida, ya sea por
medio del vómito, del uso de diuréticos y laxantes, dietas estrictas o ejercicios
vigorosos.

Anorexia y bulimia nerviosas son manifestaciones que se presentan generalmente


hasta después de la pubertad.

Cuando la anorexia y la bulimia se presentan al finalizar la niñez e iniciar la


adolescencia, influyen de manera importante los factores culturales asociados a la
identificación de figuras esbeltas como ideales del cuerpo. Sin embargo, cabe
precisar que estos factores no son determinantes, más bien son activadores de
otras problemáticas, cuyos vértices se encuentran en la afectividad, los problemas
de aceptación con la autoimagen, el autoestima y conflictos familiares.

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Bibliografía

Belloch, A, Sandín, B. Ramos, F. (2008). Manual de Psicopatología. Edición


revisada. Volumen 1 y 2. Madrid, Thomson.

Asociación Americana de Psiquiatría, (2014). Manual diagnóstico y estadístico de


los trastornos mentales (DSM V), 5 Ed. Arlington, Va, Asociación Americana de
Psiquiatría.

Rodríguez-Sacristán, (1998). Psicopatología del niño y del adolescente. Sevilla:


publicaciones de la Universidad de Manuales Universitarios.

Cibergrafía

Casas M., Ayllon, L. Hospital pediátrico Universitario (2002). “Anorexia en la


infancia”. Disponible en
http://scielo.sld.cu/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0034-75312002000300005

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