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Domingo de Cristo Rey

Con este domingo terminamos un Año Litúrgico más, y como culminación de este
recorrido de fe, se celebra a Cristo Rey del Universo.

Es una celebración muy importante en nuestra Iglesia, porque es seguir reconociendo la


grandeza de Cristo, quien debe ocupar un lugar de honor en nuestra vida, en nuestra
misma Iglesia, y también guiar la convivencia social.

Cristo es Rey, pero su reino no es de este mundo (Jn 18,36), mas su reino se va
haciendo presente en este mundo. Dice san Pablo: “El reino de Dios no consiste en
comida ni bebida; sino en la fuerza salvadora, en la paz y la alegría que proceden del
Espíritu Santo” (Rm 14,17). Su reino no se trata de crear un gran imperio, como lo fue
el romano en la antigüedad, o como lo es el americano en nuestro tiempo; sino que se
trata de trabajar por la paz, por la justicia, por el servicio a los más necesitados en todas
las condiciones.

Aquellos que viven las bienaventuranzas (como las presenta san Mateo o san Lucas)
van haciendo posible el reino de Cristo: ser pobres de espíritu (confiados plenamente en
Dios), estar afligidos, angustiados por la falta de amor en nuestro mundo, el ser
humildes, tener hambre y sed de ser justos y de que se viva la justicia y la verdad, los
que son misericordiosos con todos, los limpios de corazón, los que construyen la paz,
los que son perseguidos porque se esfuerzan en seguir a Cristo, y vivir sus enseñanzas.

Pero no todas las personas aceptan a Cristo, no todos lo siguen; ya en su tiempo fue
perseguido porque no se soportaban sus palabras; a través de los siglos también ha
habido rechazo a Él y su enseñanza; nuestro tiempo no es la excepción a esta
persecución. En esta semana de jóvenes que ha concluido nos compartía una religiosas
de la India algo de la situación de dificultad en su tierra. Como parte de la religión
hinduista o de las religiones naturales es adorar a las vacas como dioses, rechazan a los
cristianos y católicos que han dejado su antigua religión para reconocer al Dios
verdadero, al Dios de Jesucristo, porque éstos ya no adoran a esos animales, y por ello
en los últimos años ha habido una fuerte persecución contra los cristianos católicos.

También un sacerdote en una clase escolar en esta semana en el Seminario de San Juan
comentaba algunos de los planes malévolos que hay en nuestro mundo contra la Iglesia
y contra la familia por parte de organismos internacionales (algo de esto expuesto por
una mujer que estuvo mucho tiempo trabajando en la ONU, y expresado en la II
Cumbre Iberoamericana de la Familia que se realizó hace poco en Guadalajara). Parte
de las políticas de los países ricos es favorecer sus economías, por eso buscan atacar de
muchos modos sobre todo a los países más pobres o subdesarrollados (entre ellos
nuestro México); y una parte que encuentran como obstáculo a su planes es la familia y
la Iglesia, por ello, de manera muy sutil o ya también agresiva atacan estas dos
instituciones para debilitar así la sociedad y más fácilmente llevar a cabo sus ideología.

Si Cristo se reconoce como Rey, eso quiere decir que estamos llamados a aceptar sus
valores, sus enseñanzas; pero si no es aceptado, se ataca, se le rechaza, y como los
valores del Reino de Cristo obstaculizan la ambición desmedida de las cosas de este
mundo, como los valores de Cristo piden tratar a la persona como lo que es, persona,
con una dignidad, y no como un objeto, eso estorba a ideologías que buscan otros
propósitos.

Cuando fuimos bautizados se nos hizo miembros de Cristo Sacerdote, de Cristo Profeta
y de Cristo Rey; esto nos debe llevar a vivir como Él; a vivir como pueblo donde
regimos con valores que humanizan, valores que nos exigen hacernos responsables de
nuestro ambiente, de trabajar por seguir construyendo familias con valores bíblicos y
evangélicos; de empapar con esa presencia de Cristo la sociedad, la escuela, la política;
y no se trata de hablar de Cristo en esos ambientes o de cambiar la Biblia por la
Constitución y los reglamentos, sino de vivir los valores de Cristo de manera tan
convencida, con el testimonio, que así se valla llenando de Él todo ambiente y lugar en
el que vivamos.

Ante las situaciones de violencia en nuestro México, ante los ataques continuos a la
familia, a nuestra Iglesia, ante la pérdida de valores en nuestra sociedad, ¿crees que
convenga seguir teniendo a Cristo como Rey de nuestras vidas, de nuestras familias, de
nuestra sociedad?

En mi familia, cuando se termina el rezo del Rosario, dicen: ¡Viva Cristo Rey! En mi
corazón, en mi casa y en mi patria.

Ojalá sea esta una suplica y una actitud continua de cada uno de nosotros.

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