interétnica
Ritual, sociedad
y figuras del Intercambio
entre los grupos negros
y Emberá del Chocó
Agradecimientos J9
© ICANH Instituto Colombiano de Antropologfa e Historia
Sede: Calle 12 N 2-41
Bogotá Colombia
Telef: 5619500-5619600 Fax Ext 144 Prefacio 23
Correo electrónico: icanh@mlncultura.gov.co
Dirección URL: http://Www.icanh.gov.co
El terreno 73
I
El santo de devoción especial )14
CAPiTULO IV
El oro 143
Enfermedad, Infortunio y Reparación 239
Los ritos de nacimiento: cuerpo y universo 192 Locura de hombres, locura de mujeres 274
El "bautismo de nombre" 203 El curandero acompañado de Dios 277
,
6 7
El trance limitado o el ardid del espíritu 282 ¿Africa entre los Emberá? 349
CONCLUSIONES 363
La identidad del jaibaná: captura y arraigo 294
La ceremonia de legltimizac:ión: el espacio c:hamánic:o 303 ¿Sociedad desorganizada o estructuracl6n
especifica? 365
Defensa y agresión simbólica: el exterior étnico 306
frontera interétnica y ritual 366
"El chamán no sabe más que tomar, pero no dar":
los males chamánicos 307 Diferencia y semejanza:
el buen uso de la alteridad 368
Conflictos humanos, batallas de espíritus 312
Lógica bantú, católica e Indfgena:
La curación como agresión
315
el fondo chamánico
.
369
figuras de Si mismo y del Otro:
El espacio de la restauración: nueva perspectiva para el sincretismo 372
la ceremonia de curación 317 Conflicto de interpretaciones
El chamán y el territorio 322 y enfrentamiento entre los hombres:
el sincretismo como figura política 374
CAPiTULO VII(
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS 377
El campo interétnico: representaciones
e intercambios entre los negros y los Emberá 327
8
Prefacio
a la edición en español
Dentro de un itinerario de antropólogo -ya largo pero aún sin con-
cluir-, el regreso de su trabajo a la lengua, al país ya las personas'que
fueron su fuente de inspiración constituye un especial momento de emo-
ción. El presente libro, publicado en francés en 1997, es el fruto de un pro-
longado trabajo de campo, hecho de idas y venidas entre el Chocó, Bogotá
y Europa entre 1975 y 1992. Por ende, las observaciones, palabras, ritos,
gestos, fiestas, trabajos, narrativas y tensiones recogidos, parecen hoy
pertenecer a la vez a la etnografía -ya que lo descrito aún perdura y co-
lorea lo nuevo, entretanto acontecido- y a la historia, pues la nueva carta
constitucional y política otorgó nuevos matices. y visibilidad a procesos y
conflgúraciones sociales anteriores, sin llegar a subsumirlos enteramente
en lo organizacional. Entre etnografía e historia, este trabajo entreteje lo
que las gentes dicen, saben, hacen y piensan, y lo poco que de esta comple-
jidad polifónica entendió la extraña, atenta y apasionada que fui.
aislacionista de su estudio y a considerar el de las redes interétnicas de que marca hasta hoya la mayoría de los estudios antropológicos de tipo
importancia central para la comprensión del mundo socio-cultural n:gro / monográfico. Manifestación de ello es el postulado frecuente de que las
del Chocó. " formas de interpenetración social y cultural no pueden sino empobrecer
y atacar a la "cultura" y someterla al exterior. En mi concepto, el término
Paralelamente, una primera estancia entre los grupos emberá vecinos
"interétnico" no apunta solamente a la exploración de la interrelación sis-
de las comunidades negras estudiadas, se constituyó en el comienzo de
temática que puede ser constructora de lo propio entre grupos culturales
una larga investigación que se seguía desarrollando a la par y en vaive-
que representan su particularidad con un marcador discursivo de tipo ét-
nes continuos con la primera. A partir de este momento, el envite social
nico -problemática relativamente poco analizado hasta hoy. Puede incluir,
y simbólico de los intercambios interétnicos y su inherencia en el espacio
igualmente, el análisis de los intersticios e intersecciones culturales entre
social interno de ambos grupos aparecieron en términos de un impacto
colectivos que no se definen ni a ellos mismos ni a los otros en términos
recíproco. Este planteamiento investigativo, nuevo para la época, se centró
étnicos.· Una salida del etnicismo persistente que subyace a ciertos campos
en la intersección mutua entre dos organizaciones sociales y dos sistemas
de la disciplina antropológica, sin caer en la trampa inversa de disolver lo
de representación que mantienen una relación horizontal --es decir, no je-
social en una visión opuesta de agregados aleatorios de individuos erran-
rárquica- entre sí, pero que están también inscritos verticalmente en lo
tes y "globalizados", permitiría una aprehensión más fiel, más dinámica y
más bajo de una escala jerarquizada de una estructura de Estado-Nación.
procesal de la construcción cultural simultánea de fronteras y aperturas
En esta perspectiva, para esbozar los contornos de una antropología de lo
frente al otro. En esta perspectiva amplia, los procesos culturales y las
interétnico, me pareció imprescindible basarme en un estudio minucioso
políticas de etnicización se ubican como una figura, entre muchas otras
de las sociabilidades en contacto y de sus relaciones, en el comparatismo
posibles, de la relación entre grupos que se viven diferentes. Así, la cons-
sistemático de sus componentes y en desentrañar paradojas, conflictivida-
trucción y la visibilización de fronteras identitarias contrastivas dejan de
des, tensiones o acuerdos al interior de sus relaciones, contextualizándolo
aparecer como evidencia de identificación y, por ende, como único hori-
todo en el transcurrir histórico.
zonte de todos los grupos culturales.
En suma, mi investigación se proponía inicialmente aportar una con-
El contexto antropológko y político de una perspectiva interétni~a de
tribuciÓl1 a la etnograffa de Jos sistema:; sociales y simbólicos a"rro-mneri-
investigación sufrió notables cambios desde finales de los años 80. La mo-
canos menos conocidós, mediante el estudio a profundidad de un conjunto
vilización política y el cambio legishitivo en el estatus de estas poblaciones
"negro" que ofrece muchas características comunes a aquellas de los gru-
posibilitaron nuevas condiciones de acces'o a las tierras y a los recursos, y
pos negro-ecuatorianos, negro-panameños, negro-venezolanos y de otros
suscitaron una reconstrucción identitaria tras la que subyace una nueva
de las zonas rurales del Brasil. Pero el descubrimiento de sus formas de
bipolaridad cuyos referentes son Nación versus Comunidades étnicas. La
sociabilidad, historicidad y religiosidad, me llevaron a la necesidad de re-
descripción de las innovaciones discursivas y organizativas resultantes de
plantear la imbricación, considerada clásica entre territorio, limites étnicos
este proceso, y el análisis de sus repercusiones políticas en lo nacional y lo
y sistemas simbólicos e identitarios; lo que sugirió un enfoque de lo inte-
regional, constituyen el ~e de novedad de múltiples estudios recientes que
rétnico como dimensión subyacente y posiblemente en grados y formas
imponen un nuevo estatus de visibilidad académica, abren y enriquecen
variables, constitutiva de todo espacio social considerado como propio. La
el diálogo con el campo organizativo de los grupos negros. Otros trabajos
ampliación de esta reflexión, basada en trabajos etnográficos en diversas
privilegian, en cambio, una perspectiva construccionista e interaccionista
para descifrar el juego social de fenotipos y sus categorizaciones social~
zonas del mundo, sigue pareciéndome apremiante, ya que más allá de su
arraigo geográfico y cultural colombiano y latinoamericano, tales inte-
en contextos urbanos de hibridación de prácticas y representaciones. Este
rrogantes residen eh las turbulencias que agitan a la Europa y al Medio
marco analítico muestra su pertinencia, ante todo, al ser aplicado a prácti-
Oriente posteriores a la caída dé! comunismo en 1989.
cas, grupos y personajes que el medio urbano y la experiencia migratoria
Por otra parte, la posibilidad de una antropología de lo interétnico me han liberado del referente territoriai de enraizamiento como fundador de
parece ligada a una reflexión crítica más amplia acerca del énfasis etnidsta la relación social y como símbolo compartido de la presencia colectiva.
16 17
Agradecimientos
18
Alejadas en el espacio, deseo que las gentes que inspiraron y dan vida y
sentido a este libro, encuentren en él unas parcelas de verdad, una pequeña
muestra del deseo que me animó a restituir la compleja densidad y sutili-
dad de sus recursos culturales, su aptitud a la apertura y su talento para
innovar y poder permanecer fieles a sí mismos. En Villa Claret, las familias
Copete, Machado, Tapias y Mosquera me brindaron más que su hospitali-
dad: fueron, jóvenes y adultos, como doña Dolores y doña Noemí, mis pa-
cientes y sagaces interlocutores en todo momento. Gracias a doña Melania
por los alabaos, a don Borja por los viajes en canoa. Capa arriba, eljaibaná
Italiano Dumasa y su extensa familia me acogieron repetidas veces. Gra-
cias por las noches de canto de JaY y por mi ahijada Ana María Dumasa. En
Quibdó, agradecimientos a Alberto Achito y Gabriel Forastero, dirigentes
de la OREWA y a todos mis amigos de Quibdó, cuya apertura, humor y
solicitud permanentes me enseñaron tanto; en especial a Inocencia Lemus
de Uribe, Jairo Guerra y Marujita de Guerra, Qrian Jiménez, William Villa,
Mauricio Pardo, Rudesindo Castro, Zulia MENA y Efram Ruiz. Gracias a
los amigos de Medellín y Bogotá: a Diana CebaBos y Gabriel Vieira, a Car-
los Miguel Ortiz, Clemencia Ramírez, Margarita Chávez, Marta Zambrano
y Mara Viveros, quienes me abrieron la puerta de múltiples otras "Colom-
bias", así como las de su propio techo.
21
Agradecimientos
Un libro como contrapartida de una aventura intelectual y existen-
cial de más de 25 años puede parecer poca cosa para todos aquellos cuyo
encuentro y participación le otorgaron color, sabor, intensidad y sentido.
Muchos de ellos, ya muertos o aún vivos, animan con su presencia las
páginas de este texto. A ellos, a los otros, a todos, gracias.
Prefacio
22
\.
Por tradición, la etnología americanista se ha consagrado casi exclusi-
vamente al estudio de las poblaciones indígenas del continente. La búsque-
da de creencias y de formas de pensamiento no occidentales, la nostalgia
de los orígenes y el atractivo indiscutible que ofrecían las civilizaciones
autóctonas explican el hecho de que hasta fecha reciente los demás pueblos
de América no hayan despertado sino un discreto interés. Es revelador, en
efecto, que los artículos del célebre Journal de la Société des Américanistes
dediquen un espacio reducido a los mundos afro-americanos, cuya impor-
tancia demográfica no se puede sm embargo menospreciar. Aunque hoy
en día se realzan menos los orígenes que las recomposiciones políticas de
las minorías étnicas, la primacía del indígena sigue siendo indiscutible. Por
otra parte, la perspectiva etnológica indigenista que se desarrolló desde
finales del siglo XIX coincidía con las ideologías nacionales de los nuevos
estados latinoamericanos, emancipados de la tutela de España y en busca
de sus raíces culturales en un pasado no europeo. El valor emblemático
atribuido a los aztecas, los mayas y los incas en la construcción de la me-
moria de México, América Central y Perú no fue diferente de aqu~l que la
España del siglo XVI, preocupada por borrar ocho siglos de cohabitación
con los musulmanes, concedió a los romanos y a los visigodos.
Sin embargo, a causa de los prejuicios raciales hacia los negros, éstos no
se prestaban bien para una reapropiación ideológica nacional. Los cultos
de posesión de Brasil, Haití y Cuba. fueron vistos primero como mani-
festaciones psicopatológicas, juzgadas conjo obstáculos para el acceso de
los países a la modernidad. Luego, gracias a su revalorización estética, el
vudú, la santería y el candomblé, en los cuales África parecía tan presente,
se convirtieron en objeto de estudio para la antropología y la sociología.
'Iras la fachada cristiana impuesta por la esclavitud, se pusieron de ma-
nifiesto los orishas y las entidades venidas del otro lado del Atlántico y se
incorporaron en el cuerpo de los celebrantes. La memoria de la tierra natal
-particularmente yoruba y fon- subsistiÓ en los gestos, los cuerpos ylas
emociones de los descendientes de los esclavos.
Prefacio
los cuales se podía si acaso descubrir algunos elementos africanos diluidos Los ritos de padrinazgo introducidos por la Iglesia desde la época colo-
en los rasgos arcaicos surgidos del contacto prolongado con los europeos. nial permiten que se establezcan contactos interétnicos regulares. No deja
de ser paradójico que los negros, a quienes la esclavitud priv6 de nombres
Este hermoso libro de Anne-Marie Losonczy sobre los habitantes del
propios auténticos, hayan sido escogidos por los indígenas como padrinos
Chocó, en Colombia, viene a llenar este vacío. La riqueza de sus observa-
para sus hijos (lo que no se produce a la inversa). Dar un nombre', eÍ! este'
ciones, la pertinencia de sus análisis, la originalidad de su enfoque, que se
contexto, no es cosa de poca monta. Los negros del Chocó creen, en efec-
niega a encerrarse en el marco tentador de la etnia, hacen de esta obra un
to, que el apelativo de un individuo es la materialización de su "sombra",
texto esencial para comprender el funcionamiento de estas culturas cuyo
un alma que todo ser adquiere cuando ya puede caminar solo y que nó
espacio social e influencia no se reducen al territorio que ocupan. Más aún,
atribuyen entonces, como el aliento, al nacimiento. Este poder otorgado al
fuera del interés de descubrir un pueblo poco conocido, el lector encontrará
negro de "completar" a la persona indígena y de integrarla en un'conjunto
una mirada nueva sobre las sociedades afro-americanas que pone en tela más amplio, el del estado, lo convierte en el representante local del espacio
de juicio la imagen que se tenía de las relaciones interétnicas y de sus con- nacional, el intermediario entre los "salvajes" y las instituciones naciona-
secuencias para la recomposición de las culturas de tipo tradicional. Ya que les. Además, esta asociación no debe sorprender puesto que, a pesar de su
estas poblaciones negras no sólo existen, se desarrollan y se transforman posición social inferior, los esclavos africanos eran considerados, por los
al integrar al Otro mediante los ritos, sino que crean igualmente una diná- menos en los países hispanoamericanos, superiores a los nativos al actuar
mica cuyos efectos repercuten en sus vecinos. en nombre del dominante.
Anne-Marie Losonczy vivió largo tiempo en las tierras bajas del pacífico Los rituales de curación constituyen el vínculo más fuerte establecido
colombiano, una de las regiones más lluviosas del mundo. En esta zona de entre los dos pueblos, que buscan sacar ventaja de las respectivas com-
ríos y de manglares habitan descendientes de los esclavos africanos lleva- petencias médicas. En el Chocó, como en otras partes, la alteridad es la
dos allí por el tráfico desde d siglo xve COlllparten este Lerritorio dl: n!::l¡a piedra angular de las redes terapéuticas, cuya eficacia se apoya pre~isa
y de selva con los indígenas Emberá, menos numerosos que los negros, mente en la incorporación de diferentes saberes. TIlmbién en esto los ne-
pero autóctonos. Los negros los consideran "salvajes", con toda la mezcla gros se presentan como sucedáneos de los blancos, ya que pueden cUrar
de admiración y de desprecio que contiene el término. Son los amos na- las enfermedades infecciosas que aportaron estos últimos. En cambio, el
turales de la selva, de la que consienten en "prestarles" las tierras taladas; chamanismo Emberá, que apela a las entidades de la selva, representa la
en cambio, para los negros, la tierra pertenece a quien la desbroza. Este instancia legítima capaz de restablec~r el equilibrio entre el mundo de' los
malentendido está en la base de las relaciones entre los dos grupos. La hombres y el de los espíritus de la seiva. Ei chamanismo Emberá, como lo
desconfianza recíproca no implica el repliegue en sí mismos. Entre unos explica Anne-Marie Losonczy, se infiÍtra a través de las mallas flexibles de'
y otros circula la palabra, desencarnada, al igual que las monedas. Ella se la reja cultural bantú, que sería la matriz de la que provienen los negros
expresa en un español reducido a lo esencial, despojado de matices y suti- del Chocó.
lezas, y en el que no hay lugar para las improvisaciones estilísticas. El uso Esta complementariedad en el tratamiento de los infortunios no implica
general del gerundio para describir cualquier acción acentúa el aspecto im- que haya matrimonios o incluso relaciones sexuales entre los dos grupos.
personal de una comunicación que es, no obstante, necesaria. Las palabras Para los indígenas, el contacto sexual con los "morenos" implicaría el ries-
acompañan los intercambios, ya, sea de product9s naturales o de dinero, go de debilitar su fuerza vital. Para el negro, ceder a esta tentación man-
reservando lo gratuito para las relaciones internas de cada grupo. En algu- cillaría su sombra, esa alma adquirida con el nombre, y la "salvajizac!ón
nas festividades los dos grupos se encuentran lado a lado sin que aquello de los sueños". Peligros estos del mestizaje, superados en otras épocas,
implique fundirse en una misma comunidad. En pasajes muy evocadores, Durante la esclavitud, en efecto, los negros trataban de tener hijos con las
Anne-Marie Losonczy logra hacernos oír el parloteo ruidoso de los negros indígenas para librarlos de la servidumbre. Hoy en día, los afro-america-
frente al silencio impenetrable de los Emberá. nos se definen como "libres" y borran así un pasado servil del que no les
26
3°
Carmen Bernand
El reconocimiento de los descendientes de los esclavos africanos como
objeto de estudio antropológico es relativamente reciente. La nueva ciu-
dadanía de los afro-americanos después de la abolición de la esclavitud y
los problemas planteados por su integración a las nuevas naciones lati-
noamericanas suscitarán las primeras investigaciones. Su preocupación
central será la de saber si los afro-americanos son o no asimilables a la
sociedad nacional. En esta perspectiva los primeros trabajos de Nina Ro-
drigues, describen las prácticas religiosas afro-brasileñas como la expre-
sión de un "animismo fetichista" africano bajo el barniz del catolicismo.
En Cuba, Fernando Ortiz interpreta las manifestaciones religiosas africa-
nas como una brujería supersticiosa y agresiva que constituye la única
cultura del lumpen-proletariado marginal. Estos trabajos que contienen
valiosas descripciones, asocian la africanidad de las prácticas religiosas al
carácter marginal y difícilmente asimilable de los afro-americanos en el
seno de una nación que se atribuye valores europeos. Mientras tanto, el
movimiento de la "negritud" surge en Haití mediante el reconocimiento
del Vudú en cuanto religión portadora de valores nacionales basados en la
herencia africana. Estas dos posiciones extremas dan de entrada la medida
de lo histórico, ideológico e identitario, que nunca dejará de influir en el
estudio a las culturas afro-americanas. Anuncian también la divergencia
entre un enfoque más sociológico que enfatiza la marginaHdad social de
Jos Negros y otro que privilegia el estudio de los sistemas religiosos de ins-
piración claramente africana.
Habrá que esperar los trabajos de Herskovits para que el estudio de
las supervivencias culturales africanas en el Nuevo Mundo reciba un es-
tatus especificamente antropológico y comparativo. La continuidad entre
los orígenes culturales africanos y las formas culturales afro-americanas
(sobre todo en Haití, la Guayana y las Antillas), es sustentada por Hersko-
vitz en sus extensos estudios en África, a partir de una perspectiva com-
parativa. Es así como establece una escala de grados de las supervivencias
africanas y de los niveles de sincretismo en las culturas afro-americanas.
Los conceptos teóricos que enmarcan sus trabajos de campo son el cultural
focus (el "núcleo cultural") y la reinterpretación. Según él, la reinterpreta-
ción es el mecanismo cultural primordial por medio del cual los africanos
y sus descendientes respondieron al traumatismo de la esclavitud y a las
imposiciones del catolicismo. Su adaptación al nuevo medio se habría rea-
lizado mediante la reinterpretación de la cultura europea a través de las
categorías culturales africanas de su origen.
33
La América negra y los negros colombianos
l
La abundante obra de Herskovits que abarca una multitud de comu- también a los de origen europeo". Para él, las estrechas correspondencias
nidades afro-americanas y una plétora de áreas de investigación, integró entre dioses africanos (svoduns u orishas) y los santos católicos, resultan
los estudios de estos grupos en la corriente de la antropología culturalista de un proceso de sincretismo religioso en la medida en que' existiría una
y abrió el camino para un fecundo estudio comparativo entre los sistemas equivalencia estructural, cultural y sociológica entre el culto a los santos
religiosos africanos y los afro-americanos. Esta tendencia tuvo muchos y el culto a los dioses africanos.
seguidores; los trabajos de Bascom y de Cabrera sobre la religión afro-cu-
bana, los de Metraux sobre el vudú haitiano, y los de Verger sobre algunas Bastide intenta una primera síntesis de la proliferación de culturas <ifro-
culturas afro-brasileñas son los más destacados. Estos autores realizan americanas, y también de las investigaciones en torno a ellas. Establece
sus estudios entorno a los sistemas religiosos que poseen centros rituales una distinción importante entre las diversas formas culturales de descen-
y cuyo carácter africano sigue siendo palpable en el panteón de sus divini- dientes de africanos en el Nuevo Mundo. Existen, por un lado, culturas en
dades, en los relatos míticos, en la lengua ritual y, sobre todo, en el lugar las cuales subsisten estratos enteros de civilizaciones africanas, surgidas
central que ocupa en ellos la posesión, en cuanto modo de comunicación ya sea de revueltas y fugas de esclavos -las sociedades de los negros·· ci-
privilegiado con los dioses. Estos cultos sobreviven en el seno de sociedades marrones-, o de la organización colonial de las "Naciones" que agrupa-
nacionales donde los negros descendientes de esclavos forman parte de los ban a los negros según su origen étnico: las culturas afro-americanas. El
estratos sociales inferiores. número e intensidad de las supervivencias africanas disminuye a medida
que uno se aleja de las sociedades aisladas, formadas antiguamente por los
Pero así como los estudios de Herskovits enfatizan en la continuidad esclavos fugitivos, y se aproxima a los cultos afro-americanos en las zonas
cultural entre África y América, las consecuencias metodológicas de sus rurales y urbanas de las sociedades nacionales. Por otro lado, la disgrega-
trabajos en la orientación ulterior de las investigaciones suscitan una agria ción cultural motivada por la esclavitud y la voluntad de ascenso social
controversia de la parte de algunos sociólogos como Frazier que ven en de los negros sepultaron frecuentemente la herencia cultural africana. Las
ella la afirmación del carácter inasimilable del Negro en las sociedH.des na- comunidades, relativamente aisladas, formadas por los afro-americanos
cionales morlcrn¡;ts. Según estll nH'rirnte, la historia de los cJcscí'ndirnl(':¡ ,,1 finalizar la esdavitud se hicieron entonces él una cultura propia como
africanos en el Nuevo MUndo es la crónica de una desorganlzaciÓI1 social y respuesta al nuevo medio. Aunque conserva rasgos de origen africano en
cultural impuesta por la esclavitud, donde se pierde irremediablemente la los cuentos orales, en la música o en 'el lenguaje gestual cotidiano y la dan-
herencia africana; ella es seguida de una reorganización que inserta a los za, esta cultura está, en su conjunto, tan alejada del África de los orígenes
afro-americanos en los modelos y valores de la sociedad global. Esta tesis como de la cultura blanca que se resiste a integrarlos: en este caso se trata
también influyó en las investigaciones posteriores, orientándolas hacia el de "culturas negras".
análisis de la situaciÓn local de ciertos grupos de afro-americanos y, ante
todo, hacia las relaciones desiguales entre éstos y otros conjuntos socia- Esta distinción permite, en efecto, dar. cuenta de la divergencia entre,
les. En estos estudios, los hechos religiosos son frecuentemente percibidos por una parte, los cultos de posesión africanos que sobreviven en socie-
como parte integrante de un mecanismo social de adaptación a un medio dades como en Cuba, Haití, Santo Domingo, 1tinidad o Brasil, y por otra
ecológico y social nuevo. parte, las culturas de los descendientes de africanos en Venezuela, Panamá,
Colombia, Ecuador y Perú, donde dichos sistemas rituales han desapare-
Los trabajos de Bastide en Francia retomarán en su conjunto la pro- cido completamente. Según Bastide, la práctica ritual que erige un puen-
blemática de los estudios afro-americanos. Autor de una importante obra te entre los cultos de posesión manifiestamente africanos y las culturas
sobre las religiones africanas del Brasil, él matiza desde la sociología la "negras" se encuentra en la relación que estas últimas establecen con los
posición de Herskovits y trata de colocar estos cultos en el c~ntexto de la espíritus de la muerte, relación cuyo origen se propone en el culto bantú
sociedad global brasileña. Constata que estas religiones "se separaron de de los antepasados. La esclavitud rompió los linajes, base de estos cul-
las etnias que les aportaron para vivir una vida propia, pudiendo así atraer tos, y del mismo modo el desarraigo espacial quebrantó la relación ritual
a su seno no solamente a los mulatos y a los mestizos de indígenas, sino bantú con los espíritus de la naturaleza, ligados a un territorio perdido
34 35
CapítulO I La América negra y los negros colombianos
\
para siempre. La flexibilidad y la apertura de los cultos de origen banro al persos de origen africano. Sin embargo, estas culturas se reorganizaron en
sincretismo -ya sea a cultos de origen yoruba, fon, amerindios, o con el modalidades sociales y culturales que se han alejado de la herencia africa-
catolicismo- son atribuidos por Bastide a esta rápida disolución de su sis- na, pero que siguen siendo específicas, frente a las sociedades' indigenas y
tema ritual ancestral y territorial. Pero es también esta flexibilidad lo que la sociedad de los blancos.
a su juicio permite en las culturas negras la transformación de los cultos a
Es indudable que la obra de Herskovits y el trabajo de srntesis de Bas-
los antepasados de origen banro, en una relación mágico-religiosa con los
tide plantean interrogantes tanto teóricos como etnográficos. El primero
espíritus de los muertos que, no obstante, excluye la posesión.
se refiere a la naturaleza y el alcance del sincretismo entre los diferentes
En suma, la visión panorámica de las culturas afro-americanas reali- rituales africanos por una parte, y entre estos últimos y el catolicismo
zada por Bastíde diferencia cuatro figuras. En primer lugar, las sociedades luso-hispánico por otra. Este interrogante podría conducir a un intento de
surgidas del cimarronazgo de los esclavos africanos de diversos orígenes redefinici6n teórica del sincretismo.
étnicos, que pudieron conservar su independencia en el aislamiento, cons-
El segundo interrogante atañe al lugar diferente que ocupa la herencia
tituyen en Surinam, la Guayana Francesa, Jamaica, México y Colombia
cultural africana en las culturas post-coloniales de los descendientés de
formaciones sociales originales que conservan la huella de diversas cultu-
los esclavos. La diferencia de estatus y de movilidad de los esclavos en la
ras africanas. El sistema de parentesco, la organización social y el dominio
economía de las plantaciones, en la economía minera o en las ciudades; la
religioso se distinguen por la herencia fanti-ashanti o ewe. En segundo
intensidad de la actividad misionera; el carácter concentrado o disperso de
lugar, en Brasil, Cuba, Haití, Santo Domingo y lrínidad, los cultos de po-
la población afro-americana en ciertas regiones; el origen étnico y cultural
sesión de origen yoruba, banro,fon y fanti-ashanti comportan un sistema
de la última oleada de esclavos del siglo diecinueve; el conocimiento de
religioso multiforme y prolífico donde las correspondencias establecidas
todos estos factores contribuye, ciertamente, a la comprensión del mante- .
entre las divinidades y los santos católicos no alcanzan a ocultar el carác-
nimiento o el debilitamiento de la africanidad en las diferentes sociedades
ter africano de las primeras.
afro-mnrricanas. Sin embargo, la consideración de estas circ,mstancins
En algllnos lugnl't's, el l'IJ('I!(,1l11'1) dd afro-mncrícUllU (fW;it ¡YO ~, I1U) históricas ligudas a la coloniz~\dón y a ta esclavitud está lljos de llegar
con el indígena dio lugar a un mestizaje biológico y a una fusión de cultu- a conclusiones unívocas. En efecto, los cultos de posesión afro-cubanos,
ras. Este es el caso de los caribeños negros, llamados hoy "garlfuna", que afro-brasilefios y haitianos surgen en una economía de plantación, y la
ocupan una franja territorial larga y estrecha en América Central, desde cultura negra -y ya no africana- de los negros de la costa peruana tam-
la península de Yucatán hasta las ciénagas de Mosquitia; allí el mestizaje bién. Asimismo, la intensidad de la obra misionera fue mucho menor en
cultural dio vida a una sociedad y a un sistema ritual originales en los que las zonas auríferas del occidente colombiario que en Cuba; donde, no obs-
se mezclan, en forma inextricable, elementos caribes y africanos con el tante, pudieron sobrevivir numerosos cultos africanos de diversos orígenes
panteón de los santos católicos. En cambio, el candonblé de cabodo y la ma- étnicos. Así pues, para comprender la diferencia de estatus de los comple-
cumba de Brasil son reÍigiones sincréticas en las que los espíritus indígenas, jos religiosos africanos originales en las sociedades afro-americanas, pa-
tomados de la mitología tupi-guaraní, y las divinidades africanas coexis- rece indispensable tener en cuenta las características estructurales de tales
ten sin fusionarse. En los templos, su respectivo territorio está separado y, sistemas.
mientras que los primeros son invocados en lengua ritual africana, a los
La exploración etnográfica y teórica del fenómeno sincrético dio lugar
segundos se les llama en portugués. En la práctica, este ritual difiere poco
a importantes trabajos, sobre todo en las sociedades surgidas del cima-
de los cultos llamados Angola o Congo. El candombIé de cabacIo, en efecto,
rronazgo y sobre los cultos de posesión afro-cubanos, afro-brasileños y
no existen sino en el seno de los rituales de origen banro: los de origen
del vudú haitiano. Los primeros, de orientación esencialmente etnográ-
yoruba o fon no los aceptan.
fica, describen en las sociedades cimarronas de la Guayana, de Jamaica
La cuarta forma socio-cultural de los afro-americanos la constituyen y de México múltiples formas de sincretismo dentro de sistemas sociales
las culturas "negras", en las que se pueden percibir ciertos elementos dis- y rituales africanos de diversos orígenes étnicos, al mismo tiempo que
37
Capítulo I La América negra y los negros colombianos
observan una cierta influencia del catolicismo. En cambio, los estudios de Mediante esta demostración, el postulado de Bastide se encuentra fun-
Métraux, de Leiris y de De Heusch sobre los cultos de vudú haitianos y do- damentalmente cuestionado en cuanto a la equivalencia estructural, cul-
minicanos tienen, por su lado, UIla intención más teórica: la comprensión tural y sociológica entre el culto de los santos y el de los dioses africanos.
de las compatibilidades e incompatibilidades entre los diversos sistemas Pero este cuestionamiento, a nuestro juicio, va mucho más allá: implica,
en contacto. Aunque Leiris y De Heusch contribuyeron notablemente al en el nivel metodológico, que se debe superar el inventario de los rasgos
esclarecimiento de las relaciones entre el panteón africano y los santos en atribuidos a los sistemas religiosos que coexisten en la práctica ritual afro-
el vudú, nos parece que el alcance de sus conclusiones sobrepasa el marco americana, para así poder examinar la compatibilidad estructural de los
etnográfico de este culto al punto de plantear una nueva perspectiva sobre diversos sistemas en juego. Esta nueva perspectiva sobre los cultos afro-
el sincretismo en general. americanos nos invita a postular nuevas definiciones del fenómeno sincré-
tico como tal.
Al evocar las cromolitografías de los santos que adornan los muros de
los templos del vudú, Leiris anota que éstas están destinadas a representar Se constata que estos trabajos, como aquellos que retoman la perspec-
a las loa (las divinidades paganas, africanas o criollas) gracias a un "retrué- tiva de Bastide, conservan un interés privilegiado por las culturas afro-
cano, no de palabras sino de cosas". La relación se crea a partir de ciertos americanas. Su anclaje africano es manifiesto: ellos centran sus análisis
detalles contenidos en la imagen, porque estos evocan una particularidad sobre este núcleo africano que muy a menudo es un complejo ritual de
de alguna divinidad africana. Este "retruécano de objeto" permite que un posesión.
mismo santo remita a dioses diferentes en uno u otro templo. Leiris deduce Las comunidades afro-americanas cuya organización y sistema ritual
el carácter puramente formal de estas equivalencias entre los santos católi- no conservan sino fragmentos dispersos de la herencia africana han sido
cos y las figuras vudú; los primeros parecen apenas soporte de las loa. abordados desde dos enfoques. El primero, sociológico, pone en segundo
plano, u omite, el estudio del campo simbólico; describe estas comunida-
De Heusch va más lejos. Al basarse en los trabajos de Métraux y de
des ya sea como resultado de una adaptación exitosa a medios ecológic;os
Leiris, complementados por sus propios estudios de campo sobre el culto
nuevos y a una historia agitada, o bien como testimonio de una desorga-
petro bantú en Haití y sobre las prácticas vuduizantes de Santo Domingo,
nización y una mnrginalizadón soci~económicas, ligadas a la política de
muestra que los santo!, Tl\!IIí'il ~r comllllk<l!1 mIl los firJl's por !1l('dio dd
l.liscl'iminnclÓn rnclal y económico de ¡os poderes de }¡¡ socieui\d nacional.
Lmllce; su invocación se hac!: para activar a las loa que, ellas sí, tomarán
posesión de los fieles. Los santos y las loa cumplen en estos cultos un pa- El segundo enfoque es de tipo folclorista: siguiendo los pasos de los tra-
pel distinto, donde "los santos sostienen con su acción a la de los dioses bajos de Herskovits, enfatiza en el inventario de los "rasgos africanos" en
autónomos". Lejos de ser una fusión sincrética, esta coexistencia es más estas culturas y trata de relacionarlos con sus orígenes étnicos africanos.
bien una yuxtaposición. Más aún, a pesar de la evocación del Dios católico En Colombia, el interés antropológico en los estudios afro-colombianos
como preludio de los ritos de posesión, ni las loa ni los santos son conside- es tardío y choca contra prejuicios raciales y políticos. Así como en mu-
rados como sus enviados; se manifiestan como universos autónomos. chos otros países latinoamericanos, las primeras investigaciones sobre la
población negra se insertaron en una corriente literaria y poética que dio
De Heusch sitúa la irreductibilidad de los dos sistemas religiosos en
forma a una toma de conciencia negro-colombiana. Estos primeros estu-
el fenómeno mismo del trance que convierte el cuerpo del poseído en un
dios adoptaron una perspectiva cercana a los trabajos de Herskovits en
"altar viviente" del dios. Esta concepción de la comunicación religiosa es
la búsqueda de rasgos africanos en las comunidades negras de las tierras
incompatible con la lógica del catolicismo, y es duramente reprobada por
bajas del Pacífico colombiano y en el intento de definir a partir de estos
la iglesia, que ve en ella una manifestación diabólica. En consecuencia,
elementos los orígenes étnicos precisos de los esclavos llegados a Colombia.
no existe una fusión sincrética entre el cristianismo y las tradiciones afri-
Dos etnólogos negro-colombianos tuvieron una gran influencia en esta
canas; en cambio, en Haití se realiza un verdadero sincretismo entre los corriente de investigación. Manuel Zapata Olivella inscribió sus múltiples
diversos aportes africanos a los que se incorporan invenciones locales. descripciones del arte, la música y la danza negras en el postulado de la
39
Capítulo I
La América negra y los negros colombianos
"contribución tri-étnica" (indígena, blanco y negro) en la formación de relacionados con el Chocó, emprendidos por jóvenes investigadores como
la identidad cultural colombiana. Rogerio Velásquez, nativo del Chocó, es Villa y Valencia. Además son los únicos que mencionan la existencia de in-
un etnógrafo meticuloso y paciente, cuyos trabajos constituyen referencia tercambios continuos con los vecinos grupos indígenas Emberá'y Waunaná,
obligada para quien estudia las comunidades negras de la costa Pacífica aunque la exploración de tales relaciones nunca hasta ahora haya sido un
Colombiana. objeto de estudio propiamente dicho.
Otro enfoque inscribe a los grupos afro-colombianos en las dicotomías Este breve repaso, necesariamente fragmentado, de las investigacio-
de clase y de "cultura culta/cultura popular". Muestras notables del mis- nes afro-americanistas, de ningún modo pretende ser exhaustivo. Trata
mo son los trabajos de Pineda y de Gutiérrez de Pineda. Esta última descri- solamente de esbozar los principales postulados que dan fundamento a
be a la "familia negra" de la costa colombiana resaltando "la ausencia del los cuestionamientos especfficos de este campo de estudio. Enfatiza, ·sobre
matrimonio católico" y la "desorganización matrifocal". todo, enlas contribuciones y los interrogantes que tuvierori·influenciadi':'
recta en el presente trabajo.
Sin embargo, en los años sesenta surge una serie de investigaciones so-
bre la historia colonial y la lingüística "criolla" que recalcan la originalidad ***
de las culturas negro-colombianas.
Este estudio se concibió en primer lugar como una contribución al co-
Los trabajos de Priee sobre las comunidades negras de las islas de San nocimiento del tipo de sociedad afro-americana menos explorado por las'
Andrés y Providencia, seguidos por los de Friedemann y Whitten, abren el investigaciones: el que Bastide llama "negro", aquel donde los modelos afri-
camino hacia un enfoque que interpreta la organización social y la "reli- canos perdieron su poder estructurante en las comunidades de descendien-
giosidad" negro-colombianas como un mecanismo de adaptación socio-
11
tes de esclavos. Después de la abolición de la esclavitud, estas sociedades ..
ecológica" a un medio nuevo, producto de procesos sincréticos con com- integran elementos africanos dispersos en una nueva organización social
ponentes culturales de la sociedad colonial y post-colonial. Estos estudios y ritual que nace articulada con el catolicismo hispánico. Estas comuni-
analizan igualmente los q.:mflictos sociales y económicos entre ti Estado
dades han sido estudi¡¡d¡¡s fundalllt>l1talmcnte desde dos plllltoS de vista.
colombiano y las clllnunilladl'~ m'gms. Se cOlln:lIlran \'ll el cxuml.'ll dc la
O bien se trataba de enumerar los "rasgos culturales" africanos desde una
organización social negro-colombiana, en el análisis de las estrategias de
perspectiva folclorista; o se recalcaba la descripción de su marginalidad so-
"fuga y de enfrentamiento" del negro frente a la "invisibilidad" a la que lo
cioeconómica y la prolongación de las desigualdades y las discriminaciones
somete la sociedad nacional, y de la participación del afro-colombiano en
heredadas de la época colonial. Los dos enfoques sugieren observar estas
la formación de la nación. Esta corriente encuentra eco en el movimiento
sociedades como disociadas, básicamente tributarias de lógicas sociales '}.ue
cultural de auto-afirmación étnica de algunos intelectuales negros.
les son exteriores.
Los trabajos de Price, de Friedemann y de Whiten son los que más han
contribuido al conocimiento de la organización social de las comunida- Nuestro enfoque se construye a partir de una perspectiva opuesta a
des negro-colombianas. Al describir el "tronco" de descendencia bilateral este postulado: se propone examinar un conjunto de problemáticas etIÍo-
como una unidad social de base que organiza el acceso a los recursos eco- gráficas que aún no han sido objeto de un análisis sistemático y holfstico.
nómicos, Friedemann cuestiona la representación de la "familia" negro- El análisis se basa en el postulado de que estas culturas no son ni africa-
colombiana en términos de matrifocalidad. Sus estudios, así como los de nas, ni europeas, ni amerindias, pero que en ellas se organizan elementos
Whitten, se apoyan en un rico material· de campo recogido en diferentes culturales diversos en un todo provisto de una lógica propia y original;
zonas de la costa Pacffica, y se proponen definir la funcionalidad cultural adoptaremos para designarlas el término "negro-colombianas". Se trata,
de las fiestas religiosas, de las técnicas de subsistencia y de las relaciones en otras palabras, de estudiar estos grupos como un conjunto social y cul-
conflictivas con la sociedad nacional mediante una labor qu~ conecta el tural dotado de una organización propia. Esta perspectiva implica abordar
análisis sincrónico, con un análisis ({iacrónico de los procesos históricos sus manifestaciones como un sistema autónomo cuya génesis se nutre de
de la sociedad colonial. Este enfoque caracteriza igualmente los trabajos fuentes culturales diversas.
43
Capítulo I La América negra y los negros colombianos
análisis restituye las categorías espaciales características de los negro-co-
lombianos del Chocó. Los lugares donde se realiza una "socialización de la
naturaleza" y de sus recursos, son al mismo tiempo soporte de las repre-
sentaciones simbólicas de lo sobrenatural y del otro grupo étnico: los Em-
berá. El campo religioso y ritual propiamente dicho se inscribe igualmente
en esta topografía y crea en ella otros límites simbólicos, al igual que las
figuras del infortunio y de la curación. En la mayoría de sus manifesta-
ciones, la creatividad cultural propia de los negro-colombianos dibuja en
filigrana la presencia ambigua de los indígenas. Para captar mejor esta
impronta indígena en el sistema de representaciones negro, nos pareció
necesario realizar un examen del chamanismo Emberá y de sus despliegues
en el campo social y simbólico de los grupos negros. El análisis del sistema
de intercambios pragmáticos y simbólicos entre los dos grupos muestra .~
las modalidades complejas de un ajuste mutuo.
Para concluir, se proponen algunas hipótesis de interpretación de las
complejas relaciones entre el sistema social y simbólico de los negros y de
los Emberá. 'frataremos entonces de indicar las diferentes vías de investi-
gación que el presente enfoque en el campo de investigación de las culhlras
"negras" en América permite abrir.
CAPíTULO 11
Pasado y
presente de los
negro-colombianos
del Chocó
44
Capítulo I
El Chocó forma parte de una configuración geográfica, ecológica y so-
ciocultural, el occidente colombiano, cuyas características se oponen a lo
que los colombianos llaman "el interior", compuesto por regiones andinas
e interandinas y los llanos del oriente del país. Esta configuración situada
entre la ladera oeste de la cordillera occidental y los océanos Atlántico y
Pacífico está limitada en el norte por el Golfo de Urabá y se extiende hacia
el sur hasta la frontera con el Ecuador. Comprende varios departamen-
tos: Antioquia, Chocó, Valle del Cauca, Cauca y Nariño. Durante la época
colonial del Virreinato de Nueva Granada, el conjunto de estas regiones
tropicales y subtropicales formaba un complejo socioeconómico en el que
se articUlaban dos principales formas de producción esclavista: las grandes
plantaciones y las haciendas de cría de ganado por una parte (sobre todo
en el Valle del Cauca), y por otra la explotación minera fluvial (sobre todo
en Antioquia, Narmo y Cho"ó), generando la formación de ciudades y
aldeas portuarias, con Cartagena, punto de convergencia de diferentes for-
mas de comercio colonial, puerto de llegada y distribución de los esclavos.
Contrariamente al"interior" andino, el denominador étnico común de este
complejo fue y sigue siendo el predominio de negros y mulatos, con una
burguesía minoritaria de origen hispánico concentrada en las ciudades,
así como los diferentes grupos de indígenas autóctonos, amestizados con
negros o blancos (en el Cauca y en parte de Antioquia), o endógamos (en
el Chocó y en el litoral Pacífico).
Los grupos que son objeto de este estudio están doblemente vincula-
dos a uno de los componentes de esta configuración. Históricamente, son
descendientes de los esclavos de las minas fluviales de las tierras bajas del
Pacífico, zona cuyos estudios dialectológicos y etnohistóricos demuestran
el anclaje cultural africano desde principios de la colonización. Ecológi-
camente, su existencia sigue desarrollándose en el complejo tropical:flu-
vial-húmedo de la selva, que constituía la base principal de la explotación
colonial. "
47
Pasado y presente de los negro-colombianos del Chocó
te a la abolición de la esclavitud, cuando numerosos negros de las costas, sur (el Litoral Pacífico, mucho más extenso), está cubierta por una densa
del Cauca y de Antioquia migraron hacia el Chocó, pero también al prolí- selva tropical húmeda, de tipo "bosque-galería", de considerable riqueza
fico comportamiento demográfico que los negro-colombianos han tenido vegetal, y es recorrida por un gran número de ríos y afluentes. Domina en
desde entonces, contrastando con el ideal y la práctica demográfica tradi- la fauna la abundancia de especies acuáticas. El carácter eco lógicamente
cional de los indígenas. Una disparidad que, basada en representaciones marginal de este territorio, en relación con otras zonas de Colombia e in-
culturales divergentes, constituye además una fuente de tensión interétni- cluso frente al conjunto geográfico del continente suramericano, su papel
ca en los ríos del Chocó rural, tensión que el sistema de intercambio cana- como "zona de refugio", así como las consecuencias de éste en la singula-
liza pero no resuelve completamente. ridad cultural y etnohistórica, han sido destacados tanto por los geógrafos
como por los historiadores y los etnolingilistas.
El resto de la población está compuesto por "blancos", originarios en
su mayoría del departamento vecino de Antioquia. Estos últimos no viven Los tres grandes ríos principales del Chocó, el Atrato, el San Juan y el
nunca en el Chocó rural, con excepción de algunos religiosos instalados en Baudó, dividen la región en tres zonas naturales. La comunicación entre
las cabeceras municipales. eUas por el istmo de San Pablo todavía es precaria a causa de los remolinos,
las cataratas y las crecidas de los ríos 1 • El clima es uno de los más lluviosos
Quibdó, la capital del Chocó, es el centro administrativo, comercial, es-
del mundo, con precipitaciones anuales que varían entre los 10,000 y los
colar y eclesiástico de la región, así como punto neurálgico y cruce de los
12,000 mms, y con un promedio de humedad atmosférica del 92%. Hay
desplazamientos intra e interregionales de población. Fuera del centro de la
ciertos meses menos lluviosos (llamados "verano") que son enero, febrero
ciudad -donde se encuentran todas las dependencias de la administración
y marzo, y en menor medida julio y agosto, cuando las precipitaciones,
departamental, la catedral, el conwnto de los clarctiano~, la univ\'fsidud de
más escnsns, no tienen lug<l1' sino durante la noche, y los ríos llegan a sU
redmte fundación, lo~ hanros, d úui(u dlll', d (ClrrCO, un pequcüo hospi-
nivel más bajo. Esto genera cambios climáticos que marcan el ritmo de
tal, así como el mercado cubierto y los cafés y negocios de los "blancos"-,
las diversas actividades de subsistencia, como las grandes migraciones de
sus numerosos barrios se extienden a todo lo largo del río Atrata. Familias
negras venidas de todas las comunidades del Chocó, que se agrupan según verano, entre enero y abril, que hacen los negros para el lavado de oro, la
sus lugares de origen y sus lazos de parentesco, habitan en casas de made- siembra, la cosecha, la pesca y la caza.
~.,
ra sostenidas por lJilotes, similares a las del Chocó rural. Se dedican funda- Esta configuración ecológica, formada por una selva particularmente
,;
mentalmente a actividades parecidas a las de los habitantes rurales, como ~.
densa y tenaz, por lagunas, islotes y pantanos, por ríos de corriente capri-
la explotación artesanal del oro, la horticultura y la pesca en los afluentes chosa y crecidas devastadoras, donde el único medio de transporte perma-
cercanos. Además;, esporádicamente practican el comercio ambulante yal- nente es el fluvial, ha obstaculizado la completa colonización del Chocó,
gunos trabajos asalariaclos intermitentes. engendrando un modelo de extracción ausentista y parcial, originando la
La ciudad, caliente, densa, húmeda, con su cenagoso laberinto de pasa- presencia casi exclusiva de negros y de mulatos en la región, y el repliegue
relas de madera que comunican entre sí las numerosas casas de los barrios, ,'-.: de las pequeñas comunidades autóctonas hacia las cabeceras de los ríos y
frecuentemente intmdadas por el río; con un centro de calles en cuadrícula afluentes. Incluso ahora -aunque tiene ya varias carreteras y vuelos aé-
y de edificios en ladrillo y cemento visiblemente deteriorados, podría pare- reos diarios de Quibdo hacia Bogotá y Medellín- el territorio sigue siendo
cer una condensación en miniatura del universo social del Chocó si no fue- poco conocido y es visto con recelo por los colombianos, manteniéndose
ra por la ausencia permanente de viviendas indígenas!. Para los Emberá, como el "olvidado" de los sucesivos gobiernos nacionales en materia de
tradicionalmente reacios a cualquier aglomeración, la capital del departa- programas educativos, sanitarios y de desarrollo. •
mento no es, en efecto, sino un lugar de paso en los viajes que por diversos
El medio esencial y tradicional de desplazamiento en el Chocó sigue
motivos emprenden a lo largo de todo el año.
siendo la canoa, que los afro-colombianos (hombres, mujeres y niños ru-
La región del Chocó, que posee un litoral de varios cientos de kilóme- rales y urbanos) manejan con tanta maestría y pericia, como aquella de los
tros, tanto al norte del Canal de Panamá (el Litoral Atlántico) como en el que antiguamente fueron forzados a ofrecerle este "regalo de bienvenida" a
49
Capítulo 11 Pasado y presente de los negro-colombianos del Chocó
sus antepasados esclavos: los indígenas. Sin embargo, estos últimos siguen nuevo la vegetación que ha invadido el terreno durante los años de barbe-
teniendo un monopolio casi total en la fabricación de canoas, cuya venta cho. Las familias siempre tienen varios terrenos en diferentes parajes del
a los afro-colombianos (en Quibdó así como en otros pueblos) constitu- río y sus afluentes, alejados unos de otros y de la casa familiar. En torno a
ye uno de los ejes de su intercambio de bienes. No obstante, las familias ésta por lo general no se cultivan sino plantas medicinales de uso corrien-
negras adquieren cada vez más botes con motor fuera de borda, pero sin te, y algunas matas de plátano y árboles frutales. Pero como la escogencia
reemplazar sus canoas, puesto que en algunos ríos y durante ciertos pe- del lugar de habitación parece obedecer siempre a los mismos criterios de
ríodos del año no podrían emplearlos. También circulan camiones y buses los terrenos agrícolas (lugar relativamente seco, elevado, un poco retirado
-en horarios irregulares- en el trayecto que une a Quibdó,.con Medellín aunque no hjos del río), es legítimo preguntarse sobre el sentido social de
y Cali, y con la desembocadura del río San Juan, centro de la explotación esta práctica de diseminación de los terrenos y su distancia de la casa, más
aurífera industrial y sede de la compañía Chocó-Pacffico. aún porque este tipo de ocupación dispersa del espacio para la agricultura
caracteriza igualmente a la sociedad Emberá.
Las posibilidades de extensión de la agricultura en el Chocó son limita-
das, así como las de la cría de ganado, de reciente introducción, salvo la de En las comunidades negras, el derecho de uso y posesión de lugares
la zona costera atlántica del departamento, donde se practica en pequeña mineros fluviales sigue las mismas reglas que las de los terrenos agrícolas.
escala alIado de las grandes plantaciones de monocultivo de plátano en el Es en cuanto miembro de un "tronco" de descendencia cuyos ascendientes
Golfo de Urabá. En el interior del Chocó, los suelos aluviales y de terraza, explotaron primero el lugar, que se tiene derecho a él. Como el sistema de
la constante y fuerte erosión de su muy delgada capa fértil -a causa del descendencia es bilateral, y los lavaderos explotados al tiempo, múltiples
desyerbe y los embates de los diarios diluvios tropicales-" la humedad y dispersos a lo largo de varios ríos, a veces a días de viaje de la casa, el
constante y excesiva de la región, debida a las crecidas periódicas de los individuo, hombre o mujer, puede de este modo actualizar sucesivamente
ríos, a la fuerza y constancia de la lluvia y a la humedad perpetua del aire, sus derechos a una pluralidad de espacios mineros, de los que explota dos'
explican las limitaciones de la actividad agrícola, determinando en gran o tres en un momento dado, en alternación estacional con los trabajos
medida sus productos. agrícolas y la tala de árboles.
Así pues, la unidad social eH el Chocó que se sitúa por encima de la do-
tos habibmtes dd Chocó -negros (' indígenas-o delimil.an sus terrenus
méstica, es la del río; esto se refleja en los términos de auto-definición, que
de agricultura en sitios algo elevados en relación con el nivel del río, yaun-
siguen los patronímicos. Es decir, qu~ el modelo de poblamiento negro de
que algo retirados, se ubican cerca de éste: su principal "ruta". Los utilizan
la región -aunque tienda últimamente hacia una mayor concentración de
como terrenos despejados sin chamicera; los hombres despejan con hachas
la vivienda, sobre todo bajo la presión:de las instituciones nacionales como
y machetes la vegetación primaria y secundaria, sin quemarla, puesto que
la escuela y la iglesia-, se inscribe también, dentro de una unidad más
no lo permiten ~as condiciones ecológicas. Esta vegetación primaria y se-
fluida y mayor que la del "pueblo": casas solitarias y pequeños grupos de
cundaria se pudre, y después de unos meses enriquece la estrecha capa
casas de familia nucleares o extendidas, diseminadas en las riberas de un
fértil en la cual siembran los granos de arroz o de maíz (diversas varie-
río que las une por el viaje en canoa. Teniendo en cuenta la multiplicidad
dades) y las estacas de yuca. Plantan -a escasa profundidad- retoños de
de los espacios ocupados, vemos la importancia que su articulación le con-
diferentes tipos locales de plátanos, caña de azúcar, a veces de frutas tro-
fiere a los desplazamientos fluviales, así como a la movilidad y la fluidez
picales (piña, guayaba, mango, aguacate) y de frutas propias de la región
en las cuales inscriben estas comunidades su existencia.
(borojó, almirajo, etc.j.
E! terreno del cual un individuo, en cuanto miembro de una familia, se
Historia de un contacto forzado: negros, Indígenas y blancos
apropia al despejarlo y cultivarlo, nunca es labrado enteramente; dentro
de cada extensión ocupada, siempre hay una parte sembrada y otra en La introducción de esclavos negros al Virreinato de la Nueva Granada
barbecho. El tiempo habitual de este reposo es de cinco a siete años, perío- comenzó desde los primeros años de la Conquista, provenientes tanto di-
do suficiente para la regeneración de su capa fértil. Se tumba entonces de rectamente del África como del sur de España, donde los esclavos negros,
5° 51
Capítulo 11 Pasado y presente de los negro-colombianos del Chocó
llamados "ladinos", habían sido introducidos anteriormente por los árabes siglo XVIII- padecen todo el rigor de la Inquisición, que persigue sin pie-
y luego por los mismos españoles. Hay numerosos testimonios de cronis- dad todas sus prácticas rituales propias, siempre que desborden el marco
tas de la época que atestiguan su participación en varias expediciones de autorizado de las escasas fiestas en las "cofradías", "naciones" o "cabildos"
descubrimiento de los nuevos territorios 3 • Hacia la mitad del siglo XVI, la de algunas ciudades. Disposiciones legales, también muy severas, castigan
población negra de Cartagena de Indias, primer puerto de introducción de el cimarronazgo, la huida, la ayuda o la complicidad pasiva con algún es-
esclavos en la costa oeste del continente suramericano, ya era numerosa, clavo fugitivo y cualquier acto de desobediencia, con la muerte, los azotes
como lo demuestra el decreto del cabildo de la ciudad, promulgado en o las mutilaciones. Al mismo tiempo, establecen una rigurosa separación
1552 que prohíbe la circulación de negros "a horas no lícitas" de la noche, entre los nativos y los negros, al prohibirles a éstos últimos que vivan en
"por cuanto en esta ciudad había muchos negros". Desde esta época, a los aldeas de indígenas o que se acerquen a sus mujeres. Aunque las leyes le
esclavos de las ciudades se les autorizó la formación de algunas cofradías, recomiendan a los propietarios casar religiosamente a sus esclavos entre
llamadas también "cabildos"; estas agrupaciones de tipo español celebra- sí, les ·prohíben, en cambio, la unión de miembros de una misma etnia
ban fiestas religiosas y permitían la ayuda mutua. También se le permitía africana.
a los esclavos urbanos, considerados como originarios de una misma re-
gión africana, la posibilidad de reunirse en torno al culto de un santo o de Estas disposiciones se comprenden siguiendo la lógica de la clasificación
una Virgen, culto bajo el cual se encarnaban todavía divinidades yoruba, social y jurídica que prevalece en la sociedad colonial de la Nueva Grima-
fon, mina o bantú. da. Al contrario del modelo hispánico de descendencia bilateral asimétrica
que rige los matrimonios, la consaguinidad y la transmisión de la herencia
El Consejo del Rey de la Corona española otorgó a comerciantes portu- para los españoles; el colonizador, que desde el principio de la esclavitud
gueses, franceses, holandeses y sobre todo españoles, cada vez más licen- tuvo relaciones sexuales con los esclavos y a veces incluso con las indíge-
cias para la introducción anual a las colonias de varios centenares, incluso nas, reglamentó la transmisión de la situación de esclavo o de indígena
miles de esclavos. Fue así como la trata se intensificó a partir de principios por la vía materna" El fruto de la unión entre un esclavo y una indígena
del siglo XVII, a medida que comenzaba la explotación sistemática de las naefa libre, escapando de este modo a la situación de trab<tiador gratuito.
plantaciones de caña de ólz.úcnr y de aJ~oc.lón, ',IS hacicnd¿l~ de rrí.1 elr gil' La prnhihidón del matrimonio entre esdilvos de I¡I misma etniu tenía el
nado, y lu.;:go Ins lnÍJw~ dI: oro; las llecesidades de lraJlSpOrle fluvial y propósito de evitar la reconstitución de vínculos y de complicidades tri-
terrestre aumentaron paralelamente. Esta evolución de la trata se explica bales, y de obligar a los africanos al olvido desus lenguas de origen y al
por la disminución sensible de las poblaciones autóctonas, diezmadas a aprendizaje del español.
causa de las epidemias introducidas durante la Conquista, así como por el
régimen de trabajo forzado -la encomienda- a las que eran sometidas Estas disposiciones legales que rigieron las relaciones interétnicas co-
por el conquistador en la mayor parte de las provincias. Bajo la presión loniales desde principios del siglo XVI hasta fines del XVIII, crearon una
de esta catástrofe demográfica y de la de algunos misioneros, la Corona situación cuyas repercusiones seguÚ'án marcando la existencia social de
española promovió desde 1542, mediante las Leyes de Indias, una volu- los descendientes libres de los esclavos en el Chocó y sus relaciones con los
minosa legislación de protección paternalista del indígena que lo sustrae indígenas: contribuyeron por una parte al olvido de las lenguas maternas
de los trabajos Ínás duros, intenta protegerlo del contacto con los espa- y al refugio de los dioses y ritos africanos tras los nombres y las repre-:
ñoles y los mestizos y prohíbe su maltrato; Por el contrario, las escasas sentaciones de los santos católicos, y por otra parte, fueron origen de la
disposiciones referentes a los esclavos negros no se presentan sino, con rigurosa separación residencial y de la prohibición tácita, pero respetada
muy pocas excepciones, como un conjunto de sanciones penales de gran por ambos bandos, de cualquier matrimonio interétnico.
dureza. Incluso la dominación religiosa de la Iglesia se manifiesta en forma Fue en el siglo XVIII cuando la institución de la esclavitud y la sub-
diferente ante los dos grupos. A los "indígenas" se les somete a intentos siguiente importancia de la población negra llegaron a su máxima ex-
de adoctrinamiento evangélico directo, con la presencia de los misioneros. presión. Durante este período, al puerto de Cartagena de Indias llegaron
En cambio los esclavos -sin adoctrinamiento sistemático hasta fines del anualmente de las costas africanas entre doce y catorce barcos, cargados
52
53
Capítulo"
Pasado y presente de los negro-colombianos. del Chocó
con casi mil esclavos cada uno. En ese siglo se construyeron, entonces, En cambio, Zapata Olivella, Escalante, Arocha y Friedemann, más cer-
todas las facetas de la economía colonial -la producción azucarera, la canos a la postura etnológica y a la metodología propuestas por R. Bastide
cría de ganado, el trabajo doméstico y el transporte de mercancías, y so- para el estudio del problema, parten del análisis de las "supervivencias"
bre todo el trabajo en las minas en el Cauca, Antioquia, Chocó y algunas africanas, observables actualmente en la música, el lenguaje hablado, los
zonas del oriente colombiano-, con base en la mano de obra servil, cuyo gestos y algunos elementos del sistema de pensamiento, para construir
número se convirtió así en el primer indicador de la riqueza. En el ámbito una hipótesis sobre los orígenes étnicos de los esclavos de la Nueva Gra-
demográfico, según cifras de 1789, en las provincias que luego formaron nada. Es así como Escalante y Zapata Olivella establecen la predominancia
la República de la Nueva Granada y después Colombia, había 53,788 es- de esclavos de lenguas bantú, originarios de las regiones del Congo y del
clavos, concentrados en su mayoría en el occid¡;nte colombiano, dentro de norte y centro de la actual Angola" en la constitución de la población ne-
una población total de 800,000 habitantes. Dada la falta de rigor de los gro-colombiana5 , reconociendo igualmente rasgos lingüísticos y cultura-
censos coloniales, algunos historiadores creen que esta población debía ser les que muestran la presencia de esclavos ~e-fon, fanti-achanti, así como
incluso superior. Según J.H. Franklin, en 1810 la proporción más alta de de la costa de Guinea. Estos últimos, según Zapata Olivella, formaron los
negros y mulatos con relación al resto de la población, era la del Virreinato primeros contingentes llegados de África a Cartagena de Indias.
de la Nueva Granada. En los territorios actuales de Panamá y Colombia
habrían vivido cerca de 210,000 negros, esclavos o libertos, para una cifra En cambio, Friedemann y Arocha, basados no sólo en sus estudios et-
global de 1,400,000 habitantes. nográficos de las poblaciones negro-colombianas del Litoral PaCÍfico sino
en trabajos lingüísticos recientes, establecen que la región de Senegambia
*** fue la fuente principal de procedencia de esclavos hasta mediados del siglo
Los orígenes étnicos precisos de este flujo ininterrumpido de esclavos XVI. Después, durante más o menos un siglo, la provisión de esclavos de la
africanos hacia Colombia siguen siendo históricamente oscuros, al contra- Nueva Granada habría sido dominada por esclavos bantúes, originarios de
rio de Brasil o de México, donde la existencia de numerosos documentos de las regiones del Congo y de Angola; en el último siglo de la trata se agregan
archivo ha facilitado el trabajo del etnohistoriador, completadQ por el es- africanos del golfo de Guinea al flujo continuo de bantúes. Las conclusio-
tudio de las culturas negras actuaks de estos paísl's, otro punto de partida nes históricas más recit;ntes subrayan, sin embargo, que ningún grupo
pnra llegar a Ull¡i ~iI;tt'rmil1i1rión nUls j)I"CChll dI' ¡¡U origen itfricHlW, En td étnico ~lfrkal1o fue particularmcntc dominanle en estas regiones.
caso de la Nueva Granada, la falta de registros de importación o de docu- ***
mentos de compra de la aduana de Cartagena de Indias, así como la fecha
La historia de la sociedad colonial está salpicada por revueltas, conflic-
tardía (la segunda mitad de siglo XVIII) del comienzo de censos de esclavos
tos abiertos, actos de desobediencia y de cimarronazgo, tanto por parte de
en algunas zonas, como el Chocó -la mayor parte de ellos, además, sin
los indígenas como de los negros. Aunque estos actos -al principio aisla-
mención alguna del origen de los esclavos- han obligado a los historiado-
dos y minoritarios- se sucedieron con cierta regularidad desde principiós
res a recurrir a documentos como los testamentos, o también al estudio de
de la esclavitud, entre 1750 y 1790 el conflicto se tornó global, a tal punto
los patronímicos negros de la actual población del occidente colombiano,
que podría suponerse la existencia de un acuerdo secreto para una revuelta
para esbozar una hipótesis sobre los orígenes étnicos de mayor presencia.
generalizada a escala de toda la Nueva Granada. Este asume la forma de
Fue así como West encontró en la costa Pacífica una abundancia de patro-
lo que el lenguaje colonial llama "palenque", palabra que originalmente
nímicos que indican diversos orígenes étnicos africanos, tales como "Mina,
designa una empalizada de maderos para la defensa de un poblado. Tal era,
Congo, Mandinga, Cangá, Biáfara, Cambindo, Cuenú, Carabalí, Congo-
en efecto, la estrategia de los esclavos cimarrones que huían hacia zonas
lino". Velásquez hizo el análisis. de los patronímicos de origen africano
apartadas de las selvas, terrenos pantanosos y estribaciones de las mon-
más frecuentes en el Chocó: entre 88, clasificó ocho de origen del antiguo
tañas para formar allí comunidades relativamente estables y provistas de
Dahomey, cuatro provenientes del Golfo de Guinea, nueve sudaneses, die- una organización social autónoma que resistía, a menudo con éxito, a las
ciséis originarios de las zonas de Níger, Mali y Senegal, y once provenientes expediciones punitivas, tanto en Colombia como en Venezuela, en Brasil,
de la región del Congo.
en América Central y en las Guyanas.
54
55
Capítulo 11
Pasado y presente de los negro-colombianos del Chocó
El primero y el más perdurable de los palenques sobre los que existen lingüística como por las instituciones económicas y jurídicas dominantes.
documentos de la época fue el Palenque de San Basilio, formado por es- Esta convergencia hace parte del telón de fondo histórico sobre el cual se
clavos cimarrones de Cartagena de Indias cerca de la aldea de Mahates en pudo establecer progresivamente, desde el fin de la esclavitud, él sistema
la provincia de Cartagena. Según Fray Pedro Simón, su primer jefe fue el de intercambio interétnico en el Chocó entre las nuevas comunidades de
. negro Dionisia Biohó hacia 1599 o 1600. Las autoridades coloniales inten- negros libres y los pequeños grupos locales de nativos sobrevivientes.
taron en vano vencer la resistencia de los cimarrones hasta concederles en
1613, la libertad y el derecho de una cierta autonomía, con la condi~ión Durante las últimas décadas del siglo XVIII, los movimientos de cima-
de no aceptar nuevos fugitivos. Los miembros de este palenque hablaban rronazgo negro no sólo se generalizaron en las diferentes provincias del
una lengua sincrética, mezclada con el español. Crearon una organiza- virreinato, sino que también pudieron establecer relaciones secretas entre
ción social que se convirtió también en una forma sincrética inédita, en la síy dar lugar, mediante planes de fuga concertados, a una primera mezcla
que una lógica social, alimentada por múltiples tradiciones africanas, se de una parte de la población negra entre las diferentes zonas del occidente
desplegaba dentro de los marcos y la terminología del modelo hispánico. colombiano. Gracias a estos movimientos germinaron en las riberas de
De este modo, las autoridades elegidas del palenque fueron: un "capitán los múltiples ríos secundarios del Chocó (en el río atún, por ejemplo) los
de pueblo", el jefe político, un "capitán de campo", el jefe militar, y un primeros intentos -efímeros la mayor parte- de población negra autó-
"alcalde", aprobados por el gobernador de la provincia. Fue la única aldea noma. Aunque algunos documentos coloniales nos permiten vislumbrar
fortificada de esclavos cimarrones que logró mantenerse como comunidad que ocasionalmente los negros cimarrones pudieron forzar a los indígen:as
autónoma, conservando una africanidad a la cual algunos trabajos recien- para que los ayudaran, e incluso aceptarlos entre ellos, es en esta época que
tes atribuyen raíces bantúes, comprobables tanto en la lengua como en los un documento menciona por primera vez el proyecto negro de "pactarse
ritos. Esta comunidad, sin embargo, se une poco a poco a la economía del con el infiel", es decir con los indígenas, "para que los ayudaran a vivir li-
país y desde principios de los años 60 del siglo XX se integra progresiva- bremente", saltando así las rígidas barreras jurídicas, sociales, geográficas 1:
mente a la sociedad nacional. y culturales -fuentes de hostilidad y de conflictos- que la organización
colonial nunca dejó de mantener entre los nativos y los esclavos negros.
Con las fugas y los actos de revuelta, individuales y esporádicos, que
se produjeron desde el principio mismo de la trata -paralelamente a ac- Esta revuelta negra generalizada y cada vez más planificada -unida a
tos de resistencia pasiva,: como el sabotilje del trabajo, los suicidios (1 los la creciente dificultad de adquirir nuevos esclavos en África y a la creciente
infnnticidios~1 la organizaci61l de ll),~ fllg¡(ivll~ rll ¡HIlc:lJqU':!i r su. len;" prl'~i61l di' 1[1 opinión nll'opra influida p()¡' Ja:; kkm¡ de la Ilustración y los
resislencia colectiva ya es mencionada en la costa de Panamá y en el litoral cambios económicos y comerciales- ciertamente contribuyó a desenca-
colombiano desde 1556. Las crónicas y los informes judiciales continuarán denar una crisis en la institución esclavista en la Nueva Granada a finales
describiendo su capacidad de autogobierno y de autonomía económica, del siglo XVIII. Esta crisis se inscribió en el conflicto global de legitimidad
basada en el lavado de oro, la pesca y la agricultura. Extrañamente, esta que el dominio español tuvo en el Nuevo Mundo, frente a una capa criolla
alternancia de "fuga y e~entamiento", expresada por el cimarronazgo y (descendientes de españoles nacidos en la colonia) cada vez más ávida de
los palenques, se emparienta a una estrategia que alimentó primero, en j independencia y de emancipación, impregnada de las ideas de la Ilustra-
forma inversa (el emrentamiento y la fuga) las guerras entre los diver- • ción y del romanticismo. Este antagonismo, junto con la crisis económica
sos grupos autóctonos dd Chocó,· así como los primeros hostigamientos colonial, desembocaría en la guerra de Independencia, guerra que afectará
contra el invasor español. Sin embargo, la presión colonizadora obligó fundamentalmente la situación de los negros en el proceso del estableci-
posteriormente a algunos de estos grupos a invertir su estrategia; la fuga, miento de las instituciones republicanas.
seguida del enfrentamiento, se convirtió así en la forma dominante de su
resistencia ante el colonizador y en la garantía de su supervivencia. De este ***
modo nace un pa~alelismo entre las estrategias de resistencia de los dos
En el contexto colonial de la Nueva Granada, el Chocó fue uno de los
grupos minoritarios, separados tanto por su falta de mutua comprensión
territorios más tardía e incompletamente colonizados, básicamente por
57
Capítulo 11
Pasado y presente de los negro-colombianos del Chocó
,,\ ""
dos razones: por una parte, la extrema dificultad de acceso, penetración y La primera incursión española en territorio del Chocó fue la del ejército
reabastecimiento que presentaba esta zona de selva densa, lluvias diluvia- de Balboa en 1511, que llegó hasta la desembocadura del río Sucio. Le siguió
nas, de capa fértil pobre y erosionada y de ríos poco aptos para la navega- la de Gómez Fernández en 1539, que llegó hasta el río Andágueda en e! alto
ción; y por otro lado, la terca resistencia de los nativos contra los sucesivos Chocó, donde fue expulsado por los Emberá-Citará, así como la expedición
intentos de reconocimiento y explotación de la región.
de Andagoya por el San Juan en 1540, que fue exterminada por losgue-
A principios de la colonización española, habitaban en el Chocó nu- rreros Waunaná. En 1586, después de algunos años de existencia, 10sEm-
merosos grupos nativos, la mayor parte hoy en día extintos. En la zona berá destruyeron el centro minero de Nóvita y los Waunaná aniquilaron la
costera del golfo de Urabá, cerca de la actual frontera colombo-paname- vanguardia española del alto San Juan. En 1588, la expedición de Velásquez
ña, se encontraban los Cueva. Un poco más al sur, en la parte baja del río contagió de varicela a los nativos, pero el hecho de ser diezmados no impi:-,
Atrato y de sus afluentes, vivían los Cuna; los Poromea ocupaban el curso dió que, en 1605, exterminaran a las tropas del capitán Baeza en la zona
medio del Atrato y el río Bojayá, mientras que el río Arquia constituía el del Baudó. También, en 1638, los Citará del alto Atrato hicieron fracasar
territorio de los Guaracúes, y en el río Quitó vivían los Suruco. Los Chanca una avanzada española que trató de establecerse negociando con ellos. Estos
habitaban en el curso medio del río San Juan, y los Idabaez la costa Pací- actos de guerra contra el invasor acentuaron sin embargo las, tendencias
fica del golfo de 1ribugá. Algunas crónicas coloniales también mencionan centrífugas de la sociedad nativa, tanto que siguió un período de duras re-
grupos como los Urabá, Guasusue y Thlucana en el curso del Atrato, y los presalias españolas que desencadenó una fuga masiva indígena hacia el alto
Bogobae en la zona del Baudó.
Chocó. Fue allí donde el misionero Fray Matías Abad logró persuadir a los
Los Emberá vivían dispersos en el alto Atrato y en el alto San Juan, y nativos de que se concentraran, se establecieran en aldeas y cesaran la resis-
los Waunaná ocupaban la desembocadura del río San Juan. Las crónicas tencia guerrera. El resultado fue la fundación de cinco poblados, unos cerca
españolas mencionan a menudo el nombre común de "Chocóes", y estable- de la actual ciudad de Quibdó y los demás próximos a las actuales poblacio-
cen varios subgrupos entre los Emberá: los Citará en el Atrato, los Tatamá nes de Neguá y de Uoró. Sin embargo, después de la muerte del misionero,
en el alto San Juan, los Cirambira en el curso medio del San Juan y los los nuevos administradores rompieron los acuerdos que éste había obtenido
Paya al norte de la vertiente del San Juan. para que los Emberá fueran considerados Indios de la Corona (dependientes
En estos pequeños grupos atomizados, dispersos, móviles y de enorme directos de la Corona, a la que le pagaban un tributo anual, y no sometidos
diversidad culturál y lhlgüística, reinaba un estado de guerra permanente, entonces a la encomienda o al trabajo obligatorio). '
tanto interétnica como: intraétnica. La sucesión de incursiones, persecu- En 1684 los abusos llevaron a una revuelta general de todos los indí-
ciones y enfrentamientos bajo el mando de los jefes guerreros se nutría
genas del alto Atrato y del alto San Juan, revuelta que acabó con todas
de la movilidad yla escisión de diversos grupos locales, al capricho de los
las aldéas de la región, así como a casi todos los españoles que se habían
cambios periódicos de alianzas que reunían pasajeramente a algunos de
establecido en ellas. La represión que siguió los obligó, también esta vez, a
ellos. Aunque esta atomización pudo contribuir a que los españoles acaba-
realizar una larga peregrinación hacia la parte baja del ríoAtrato. A me":
ran por reducir y 'exterminar a la mayoría, parece también lícito especular
nudo fueron arrestados por los colonizadores, que entonces les obligaban
que parte de estos grupos pudieron desaparecer al fundirse a otros más
a hacerse sedentarios. Las aldeas que fundaron los españoles en la prime-
importantes numéricamente de los Waunaná, Emberá y Cuna, mediante
ra mitad del siglo XVIII (Murrí, Beté, Bojayá, Riosucio y Murindó, entre
la captura de las fuujeres o incluso por la agregación, voluntaria o no, de
hombres cautivos. Los Waunaná, Emberá y Cuna, gracias a su dispersión otras) fueron sin embargo destruidas por los indígenas entre 1770 y 17'80.
y movilidad, unidas a una terca resistencia contra el nuevo enemigo y a Este estado de guerra endémico explica el hecho de que los yacimientos au-
un sentido político claro, pudieron en cambio sobrevivir. Para la primera ríferos fluviales del Chocó, cuyo descubrimiento despertó la codicia coloni-
mitad del siglo XVIII, los documentos no registran sino la existencia de los zadora, no comenzaran a ser explotados en gran escala antes de 1654.
Suruco del río Quito y de los Poromea del Bojayá, ambos en guerra contra Los Cuna de la desembocadura del Atrato fueron pacificados por un
los Emberá-Citará.
misionero español y se convirtieron en Indios de la Corona en 1691. La
59
Capitulo 11
Pasado y presente de los negro-colombianos del Chocó
presencia paralela en esta zona de franceses, holandeses e ingleses, condujo de la organización social y del ritual católico en las comunidades de negros
sin embargo a las autoridades españolas a prohibir en 1698 la navegación organizadas a partir de la abolición de la esclavitud. .
libre en el Atrato y en consecuencia su colonización, lo que en aquellos Basado en los censos oficiales de principios del siglo XIX y teniendo en
años la convirtió en zona privilegiada para el cimarronazgo negro, en re- cuenta los fenómenos de dispersión de la población, el historiador Jaime
fugio Emberá y Cuna, y en área de relaciones interétnicas libres, a pesar de Jaramillo Uribe llega a contar cerca de 20.000 indígenas en el Chocó, que
los constantes ataques de los piratas. habrían experimentado desde entonces un estancamiento demográfico.
Los Waunaná, por su lado, después de un siglo de resistencia armada Cabe anotar que esta población parece efectivamente haberse mantenido
contra el establecimiento de los españoles en el bajo San Juan y en la costa hasta principios de la década de 1960, puesto que el etnólogo G. Reichel-
de Buenaventura, acordaron un tratado de paz con éstos en 1652. Concen- Dolmatoff habla en 1960 de una cifra aproximada de 20.000 indígenas en
trados en aldeas, los documentos coloniales atestiguan a partir de esa épo- el Chocó, incluyendo los Emberá y los Waunaná.
ca sus pagos regulares de impuestos, quedando exentos de la encomienda
La supervivencia autónoma de estos dos grupos étnicos a las tribulacio-
y del trabajo obligatorio. Desde fines de la época colonial, los Waunaná
nes de una historia colonial de conquista, seguida de una agitada historia
recuperaron parte de su movilidad y dispersión.
republicana llena de violencia, supervivencia que contrasta con la desapa-
Es claro entonces que fue sólo en la segunda parte del siglo XVIII que f¡ ~ rición de tantas otras etnias en el curso de la misma historia, nos plantea
las autoridades del virreinato consiguieron integrar en mayor o menor una cuestión cuya respuesta no puede ser sino hipotética. Parece que el
grado parte de los grupos nativos del Chocó a un sistema colonial estable. destino de los Emberá, los Waunaná y los Cuna confirmaría la hipótesis
Pero no por ello éste dejó de estar socavado por la existencia de numero- de varios autores brasileños, según la cual el tipo de actividad económica
sos negros e indígenas cimarrones, refugiados río arriba en los afluentes prioritaria de una región, así como la mayor o menor proximidad de los
apartados de este territorio. A principios del siglo XIX, estas dos provincias representantes del Estado y de In Iglesia, determinarían las oportunidades
administrativas -la de Nóvita, d(' la regi6n del San Juan, V la de CitariÍ, de supervivencia de las sociedades nativas. En este orden de ideas, si la acti-
en la del Atralo-- no comprendían respectivamente sino las aldeas indíge- vidad dominante es de tipo "extractivo", y la presencia estata:l y misionera
nas siguientes: Tadó, Noanamá, Brazos, Sipí, Baudó y Juntas en Nóvita; lejana y esporádica --como fue el caso del Chocó-, la ocupación perma-
Quibdó, Doró, Chamí, Beté, Bebará, Murri y Pabarandó en Citará, que nente de la tierra no constituye el primer objetivo de los blancos. Por ello,
serían abandonadas en su totalidad por los indígenas después de la guerra los indígenas pueden seguir siendo básicamente dueños de su territorio, y
de Independencia. a pesar de los contactos con el colonizador, breves pero violentos, tendrán
En este período se publicó un censo detallado de la población del Chocó, mejores oportunidades de supervivencia autónoma. Sin embargo, la des-
acompañado por una descripción geográfica y social de la zona. Se trata de aparición de numerosos grupos autóctonos del Chocó nos obliga a comple-
la Relación de laS Prov¡'ncias Citará y Nóvita, escrita en 1780 por el capitán mentar esta hipótesis. La supervivencia de los Emberá, los Waunaná y los
ingeniero Juan Jiménez Donoso. El censo registraba 4.414 indígenas den- Cuna probablemente de~a mucho a un precoz reconocimiento del invasor
tro de una población total de 14.668 habitantes, contando 5.756 esclavos, como un nuevo género de enemigo y a la prioridad dada a la resistencia
3.160 libres, 309 blancos y 23 religiosos. Estas cifras -que, según los his- guerrera contra él, en contraste con las incursiones de las tradicionales
toriadores, subestiman por mucho el número real de indígenas y negros guerras intertribales. Esto transforma la estrategia indígena tradicional
que había en la zona, considerando el cimarronazgo y el modo de vida iti- que, desde ese momento, alterna la incursión armada con una fuga cada
nerante de los lavadores de oro-- muestran claramente la debilidad demo- vez más dispersa. La importancia numérica de estos grupos indígenas en
gráfica del grupo residente de colonizadores y de misioneros, en relación relación con otros, más pequeños, debió también influir en su favor. La
con los negros, mulatos y autóctonos, debilidad que sin duda contribuyó a convergencia de estos factores debe ser tenida en cuenta para comprender
lo largo de los siglos tanto a la salvaguarda de la cultura ,Emberá-Wauna- '1,',
esta supervivencia-desaparición selectiva que dejó a salvo a los Emberá, los
ná como a la singularidad de la dialectización del español, y la originalidad ,; Cuna y los Waunaná.
60 6I
Las cuadrillas, unidades socioeconómicas de base de la institución mi- mos debían su libertad a la manumisión, gracias al testamento de un amo
nera colonial, eStaban formadas en promedio por medio centenar de es:" complaciente, o al pago propio de su liberación. Este pago podía ha:erse
clavos, pero según los documentos, el mínimo era de nueve y el máximo con el oro rebuscado en el lavadero del amÓ los domingos y días feriados
de quinientos. A ellas se sumaban algunos trabajadores libres, negros y religiosos, días de reposo que se impusieron a lo largo de las .décadas, an:e
mulatos, libertos e indígenas. Estos últimos, con la ayuda de los esclavos, la pérdida de la mano de obra por agotamiento y por la presl.ón de los mI-
se dedicaban ante todo al despeje y cultivo de pequeños terrenos cercanos, sioneros. Esta costumbre de dejarle a los esclavos el benefiCIO del oro así
destinados a la horticultura, que constituían la base de la alimentación. obtenido parece haber sido una constante dél sistema neogr:madi~o desde
Las cuadrillas se organizaban según una jerarquía de varios grados. En la el principio. Los principales beneficiarios de este sistema de h~~raclón.eran
cúspide estaba el "señor de la cuadrilla", es decir, el colono o propietario esencialmente los capitanes de cuadrilla, quienes por su habIlIdad mmera
de la mina. Pero en el caso -muy frecuente en el Chocó- de la ausencia y posición jerárquica tenían, más que otros, acceso a esta posi~ilidad. Al
de este último, que viVía en una de las ciudades coloniales del occidente liberarse, dejaban el puesto de capitán a otro esclavo de la cuadrilla que así
colombiano, el primer personaje jerárquico de la mina era un empleado, podría, algún día, acceder a la libertad.
el "administrador de la mina", por lo general un blanco pobre, a veces un Los negros liberados por esta vía continuaban con frecuencia trabajan-
mu1ato residente. De este modo, la posición de administrador constituía do en la mina, siguiendo a las cuadrillas de esclavos hasta los lavaderos
62
Capitulo"
Pasado y presente de los negro-colombianos del choéó
ya explotados por éstos para recoger los restos. En ocasion~s dejaban de cundaríos. Las fugas se intensificaron durante la guerra y al principio del
ser itinerantes tras la cuadrilla colonial, y se establecían en algunos ríos período republicano, hasta retirarse de Lloro -cabecera del municipio del
secundarios de la región para crear ahí, con otros libertos o con fugitivos, mismo nombre, que se convertirá con el tiempo en una gran comunidad
el germen de una organización social propia, inspirada en las formas de negra- toda la población indígena. Esta se disemina entonces en pequeños
organización ya establecidas en torno al lavado de oro colonial. Estos dos grupos de parentesco atomizados y a menudo hostiles, en la escarpada
modelos de existencia de la organización del trabajo de explotación aurí- parte alta del Andágueda y de sus afluentes, en el medio Atrato. Un grupo
fera, el uno colonial y el otro autónomo, se convirtieron, sin duda, en el se desplaza tal vez hacia el nacimiento del río Capá, afluente casi desha-
telón de fondo histórico de las comunidades negras mineras-horticultoras bitado del Atrato, donde formará el núcleo de las primeras agrupaciones
de hoy en día. residenciales Emberá. Es con éstas que los negros libres llegados al Capá
entre 1850 y 1860, establecerán sus primeros contactos.
La apropiación colonial del territorio, la constituciÓn de poblados au-
tóctonos y de lavaderos de oro, se produjeron tarde en la Zona del alto
Chocó, y más particularmente en la del alto Atrato, en la confluencia del Del fIn de la esclavitud al presente: ruptura y continuidad
Andágueda y del Atrato, cerca del río Capá, centro de nuestro trabajo de La guerra de Independencia, que puso fin tanto al dominio español en
campo. Después de la revuelta generalizada de los indígenas del alto Atrato el Vrrreinato de la Nueva Granada como a la institución de la esclavitud,
que, entre 1684 y 1688, destruyó los frágiles puestos de la avanzada es- convierte las provincias en naciones republicanas independientes. Desde
pañola, no es sino hasta 1761 que el bachiller Antonio de Guzmán recorre 1820, se presenta un proyecto de ley aboliendo la esclavitud; pero el des-
de nuevo esta zona en busca de lugares para concentrar a una población plome de la economía colonial y el temor de su ruina general provocan
indígena relativamente numerosa (calc\!lada en 300 personftsj, yencuen- una terca resistencia de los dueños de plantaciones, criadores de ganado y
tra al que llama el caciqlJlt Eftlberá Uor6 ' ; éste (1ltimo le dará ~u n0mbre al propietarios de millUS antt" d peligro de ver completamente abandonad¡ts
centrQ colQuÍltl nlÍHI:ro y ugrÍl:oltl úumk l':;davos negros e ~l1dfgcnas traba~ sus labores por quienes no querrán seguir siendo retenidos en regiones
jaron lado a lado. Éstos abastecían con plátanos y maíz a las madrillas de aisladas e inhóspitas por ningún sistema institucionalizado. Esta oposición
lavadores de oro esclavos. El poblado indígena, aquí como en otras partes, retardará treinta años la aplicación masiva y efectiva de esta ley, que no
está bajo la autoridad de un sistema de cacicazgo inspirado a los españoles tendrá vigencia sino hasta 1851.
por el modelo de jefatura de algunas sociedades andinas autóctonas, pero
totalmente ajeno de la~ concepciones Emberá de autoridad y de prestigio. Sin embargo, la guerra dejó a su paso brechas en la estructura socioló-
La existencia y actuaci6n de estos "caciques" Emberá, impuestos por los gica de la esclavitud al reclutar a muchos negros en las filas del ejército, y
españoles, socavaron P?cO a poco el prestigio de los jefes de guerra tradi- el posterior período de efervescencia republicana, que diseminó a muchos
cionales, entonces reduCidos a la impotencia. otros por todo el occidente colombiano en búsqueda de nuevos territo-
rios donde vivir. De este modo, la libertad de movimiento de los esclavos
Estos poblados coexiSten con pequeños grupos de indígenas cimarrones negros, que en adelante se llamarán a sí mismo "libres", se manifiesta de
en las partes altas de ríos lejanos, grupos ellos encerrados en su aislamiento. inmediato en un intenso proceso migratorio, que dará lugar a una impor-
Esta división nueva y traumatizan te, en el seno de una etnia ya fragmen- tante mezcla de poblaciones negras. Este movimiento dura algunas déca-
tada, contradice la dinámica social tradicional Emberá de reagrupamientos das desde el principio de la guerra de Independencia y se renueva en menor
y escisiones, arraigada en su ideología y prácticas guerreras. El corte así escala cada vez que la agitada historia de Colombia engendra un nuevo
instaurado tendrá repercusiones negativas en las relaciones entre los grupos enfrentamiento arrnado. •
indígenas locales, después de la colonización.
Durante este período, el Chocó, fuera del desplazamiento y reestruc-
En el centro minero colonial de Lloró, la composición demográfica sigue turación de su población negra propiamente dicha, recibe un importante
siendo mayoritariamente nativa hasta la guerra de Independencia, aunque aporte migratorio, proveniente esencialmente de las zonas mineras delli-
hubiera permanentes fugas hacia las partes altas inaccesibles de los ríos se- toral Pacífico sur (regiones de Cauca y Nariño) y de las que pertenecían al
66
Capítulo 11
Pasado y presente de los negro-colombianos del Chocó
prende el subsuelo acuático, puesto que los "libres" vuelven a emprender aislamiento y la desconfianza interétnica entre los pequeños y dispersos
la práctica del lavado de oro. Según dicen los ancianos negros e indígenas, grupos locales Emberá actuaron, desde esa época, en el sentido de la conso-,
entre los años de 1860 a 1870, los Emberá de la parte alta del Capá vivían lidación del sistema de intercambio interétnico con los negros, aún cuando
en dos distintas pequeñas unidades residenciales, alejadas la una de la otra, éste constituya un puente tendido sobre sentimientos colectivos difusos de
mientras que los libres estaban regados a lo largo del río en la parte baja, a extrañeza y de recíproco desdén entre los dos grupos.
un día de navegación de la alta. El río Mubarandó ---en el curso medio del La explotación, muy intermitente, de los yacimientos aluviales en el
Capá- todavía no estaba habitado. curso superior del río y de sus afluentes por parte de los negros, no parece
Los primeros pequeños grupos de negros, cuyo número aumentó rápi- haberle presentado problemas a los Emberá; los lavaderos siempre estaban
damente con nuevas llegadas y numerosos nacimientos, emprendieron el bastante distantes de sus casas y sus cultivos. Esta aceptación se explica
despeje y la siembra de terrenos de plantación, distantes unos de otros y también por el abandono radical del lavado de oro nativo desde el siglo
cada uno con un área dos o tres veces mayor que la cultivada, para poder XVU, lo que parece haber sustraído el subsuelo fluvial de las representa-
rotar los cultivos y satisfacer las necesidades de una numerosa descendencia. ciones simbólicas de su territorio.
La búsqueda constante de terrenos suficientemente elevados y cercanos a Sucedía y sucede otra cosa con el suelo. Los terrenos que los negros
la ribera del río, y también a yacimientos auríferos ricos, así como la caza despejaron en la parte alta del río -aunque estuvieran distantes de sus
y los frecuentes desplazamientos interfluviales de los indígenas, llevaron viviendas, cultivos y terrenos de caza propios, y aunque no hubieran sido
rápidamente a intercambios interétnicos cuyos iniciadores parecen haber antes ni despejados ni cultivados por los indígenas- los consideraban,
sido aquí, como en otras partes del Chocó, principalmente los negros. Estos por su parte, pertenecientes en forma inalienable al grupo local (y no a
intercambios consisten primero en el trueque de canOas y de cestas de fa- sus miembros en particular). En consecuencia, ~u ocupación y explotación
bricación Erpberá por hachas, macheh's, sal y, más tarde, por el pvgo con por los negros \,S considerij,da, más que un préstamo, como una donación
dInero (]" rnlrte ~Ie los neg'·os. cl?!ldiciollal! que debería entonces reql111rir uno cQnf I:npnrtidil pern1une n te
por parte de sus beneficiarios. No ocurrió así, pues en el concepto negro, el
Según informantes de edad avanzada de ambos grupos, parece que la
trabajo (de despeje, explotación y mejoras) es lo único que origina derechos
presencia indígena en la cuenca superior del Capá fue ligeramente anterior
inalienables de usufructo, de transmisión familiar e incluso de venta de los
a la de los negros, resultado tal vez de las fugas y de la disolución del ve-
terrenos, aunque ésta idealmente no pueda ser sino intracomunitaria.
cino poblado colonial de Uoró. Esta anterioridad de presencia territorial se
incorpora en las represerÍtaciones indígenas de precedencia en el territorio, He aquí entonces la escena, histórica pero fuertemente presente todavía,
enraizada en los mitos de origen que sobreviven tras el periodo colonial. de un primer "malentendido" en el intercambio interétnico: el no-reconoci-
Fue moderada posteriormente por un sentimiento de derrota y por el afán miento de una donación condicional por parte de los "adquirientes", que se
por conservar la estrategia cultural de atomización. Por ello, los Emberá consideran los primeros ocupantes de una tierra vacía. Hasta finales de los
de la cuenca alta aceptan que la parte baja del río no les pertenece, pues a años ochenta, la relativa abundancia de tierras, así como las otras formas
su juicio está demasiado cerca de los ríos Atrato y Andágueda, sitios prin- de intercambio entre los dos grupos -el de los signos lingüísticos, y de
cipales de la explotación minera coloniaL Consideran, en cambio, la cuenca bienes, con procedimientos terapéuticos, agresiones y reparaciones mági-
alta perteneciente íntegramente a los miembros de la comunidad indígena, cas; y el del parentesco ritual de inspiración católica, el compadrazgo-lo-
tanto vivos como muertos; incluyendo la parte explotada por ellos, como graron contener este conflicto latente de interpretaciones y de praxis. Pero
también la no cultivada. Esta última la consideran no sólo una zona de más adelante veremos hasta qué punto este fondo de reciprocidad fallida
reserva necesaria para la caza, la horticultura y la tala de árboles, sino influye sobre dichos intercambios. En ocasiones, la intempestiva interven-
además la medida de distancia que separa las unidades residenciales indí- ción de la lógica de la Iglesia o del Estado pudo llevar el sistema hacia un
genas entre sí, con lo que se garantiza la independencia en la dispersión, peligroso punto de desviación hacia la violencia, que tanto negros como
estrategia tradicional de su sociedad. Con todo esto, es licito pensar que el indígenas superaron hasta antes de los años noventa.
68 , 69
en el momento del retorno de los negros de su gran migración anual hacia dificultad de conservación impide la formación de excedentes, y además,
las zonas de explotación aluviales lejanas (a fines de marzo, antes de la el fácil y permanente acceso a este producto le hace perder cualquier valor
Semana Santa), momento en el que se encuentran momentáneamente des- de intercambio.
provistos de estos alimentos. En segundo lugar, los productos artesanales Esta modalidad codificada de intercambio interétnico, que pone en cir-
Emberá como las canoas, talladas por los hombres -de importancia capi- culación bienes de subsistencia y herramientas, se realiza en términos de
tal para los negros, entre los cuales son pocos los que saben fabricarlas- y compra y venta, dentro del ciclo de las fiestas negras y en los espacios co-
las cestas utilitarias, hechas por las mujeres, que son vendidas cuando los munitarios negros. Ello mantiene las interacciones de circulación de bienes
Emberá bajan a la aldea negra durante los tres períodos de fiestas comuni- en un nivel constante, sin excesos, aunque con una precisa e importante
tarias, la Semana Santa, la de San Antonio y la Navidad. El motivo de estas excepción: el intercambio en forma de donación que sella el compadrazgo,
visitas de los indígenas es algo más que la venta, puesto que también son o el parentesco ritual entre una pareja de negros y una pareja Emberá. .
invitados a participar en las fiestas de los negros. Sin embargo, su presen-
Durante el período de siembra y de cosecha de maíz, los negros -a
cia da lugar a un comportamiento bastante formalizado de hospitalidad,
menudo a causa de la escasez de mano de obra familiar, debida a las acti-
que contrasta en gran medida con el de la conv.ivialidad intraétnica que
vidades concomitantes de lavado de oro- tienden a acudir a los indígenas
caracteriza a cada, uno de los dos grupos.
para que les ayuden en los terrenos de la cabecera del río. Les ofrecen ya
Los indígenas compran en la aldea negra todos los prodm'tos ~le fa- sea un snl¡wio (liario, ya sra lino. cantidad determinada de productos gel
bricación ~xt~rjl)l' qt!\; inrorl'VrnfiJO- PVI:P !J PQ('t) m ,:)1) vklQ; !lU I, fósfgro,'i, ~erreno p~r día de trabajo, o tambiihl su propia fuerza de trabajo para
queroseno, hachas, machetes, escopetas de caza, arpones y aguardiente de colaborarles, en su momento, en las labores de despeje. El dinero no tienta
fabricación regional. En este sentido, la comunidad negra se presenta como a los Emberá pues las sumas recibidas por sus canoas y cestas les bastan
redistribuidora privilegiada de objetos manufacturados para la sociedad para sus compras. Tampoco les interesan los productos hortícolas; con
Emberá, lo que evita en gran medida que ésta tenga contacto con los co- una población bastante menor producen siempre lo suficiente, y como la
merciantes blancos de Quibdó. Es así como los negros se interponen entre proporción de adultos es mayor que la de niños, no requieren la ayuda de
los Emberá y la brutal lógica mercantil de la sociedad nacional, generando los negros para llevar a cabo sus trabajoS de subsistencia. Además, aceptar
un contacto mediatizado y atenuado que permite a los indígena§ hacer un trabajar con otros, no co-residentes, es ajeno a su concepción de la acti-
aprendizaje del universo blanco menos traumatizante y destructor que si vidad de producción, postulada únicanlente como vínculo familiar o de
la relación fuera directa. Esta experiencia ciertamente contribuyó a su su- comunicación individual con un espacio. Por lo tanto, esta colaboración
pervivencia física y cultural desde finales de la época colonial. reviste a sus ojos el carácter de un servicio extraordinario que el pago en
dinero o en productos no compensa. En tal caso, esperan recibir un bien
Sin embargo, todo el excedente agrícola indígena no se vende; los Em-
o un servicio también extraordinario (Como medicinas, cigarrillos, telas,
berá siempre cuidan de guardar una reserva de maíz en caso de inunda-
radios de pila) para así equilibrar el intercambio, pero los negros no com-
ción, malas cosechas o para la fabricación ceremonial de la chicha. El uso
prenden ni satisfacen tal condición, lo que disuade una vez más a los indí-
de herramientas metálicas no parece haber aumentado su producción de
genas a intercambiar su trabajo y a los libres a solicitarlo. En este sentido,
bienes de subsistencia; en cambio, les hizo ganar tiempo para dedicarse a
el intercambio de servicios se halla fuertemente contraído.
actividades no productivas de bienes, como los baños, las fiestas ,rituales y
71
7°
Capitulo 11 Pasado y presente de los negro-colombianos del Choc6
Todo sucede, para resumir, como si a lo largo del tiempo, en el desplie- pos; el difuso y recíproco sentimiento de recelo entre ellos, y la persistente
gue de los intercambios de bienes y servicios vinculados a la subsistencia, "invisibilidad" de la población negra en la conciencia nacional colombiana,
la práctica y las representaciones de cada grupo étnico se hubieran enca- parecen haber constituido las líneas de fuerza de una continuidad entre el
jado paulatinamente para equilibrar dos fuerzas contrarias, que crean y pasado colonial y el presente. No obstante, la utilización estratégica de los
recrean un equilibrio dinámico que garantiza tanto el respeto de las fron- dos primeros factores como los elementos esenciales de un sistema inédito
teras como el mantenimiento de un grado mínimo de interrelación: una de comunicación que garantiza los límites sociales y culturales de cada
fuerza que lleva al intercambio y otra que de inmediato limita su extensión grupo, canaliza los conflictos y abre el campo para la innovación dentro
y su alcance. de la tradición. •
Esto fue, creemos, paradójicamente facilitado por dos similitudes de Los procesos que marcan una ruptura social entre la época colonial y
orden cultural que acercan a estos dos grupos, vecinos desde hace mucho la época a<;tual afectan a los dos grupos. La reubicación de poblaciones
tiempo. Se trata, por una parte, del empleo de ciertas tecnologías pro- negras en busca de nuevos territorios dio origen, en el Chocó, a un pobla-
ductivas, y por otra, del hecho de que en cada una de estas sociedades la miento disperso que caracteriza la existencia social de los nuevos grupos
acumulación individual e incluso familiar de bienes tiene un cariz negati- nbereños negro-colombianos. Entre los Emberá, los ejes de la ruptura con
vo, incluso si sus respectivas representaciones ideológicas difieren consi- el período colonial se encuentran en el sistema de parentesco y en la re-
derablemente de un grupo al otro. Una diferencia que también contribuye ciente aparición de una organización política regional para la defensa dr. la
a configurar estos intercambios, es la que marca un límite entre los dos autonomía indígenaS, cuya existencia comienza a constituir un contrapeso
conjuntos étnicos y que se materializa en ese filón de oro que brilla en las estructural frente a la atomización y la desconfianza intraétnicas.
arenas de los ríos del Chocó; oro que no ha dejado de fascinar a quienes el
Esta dialéctica de la continuidad y de la innovación biétnicas traza las
desarraigo y la esclavitud sometieron a su extracción. Aquellos cuyos an-
líneas de fuerza dentro de las cuales se encuentran más inmersos los ne.,.
tepasados lo descubrieron primero, en cambio, abandonaron radicalmente
gros, con su organización social y sus estrategias culturales, que la sO-
su explotación.
ciedad Emberá, que ha conservado el modelo pre-colonial de ocupación
El aspecto actual del Chocó rural es entonces el de la coexistencia de territorial así como su singularidad lingüística y étniCa. por el contrario,
dos grupos étnicos con un pe:;o clemogrMico clesigual. Esta. coexistencia, para los negro-colombianos se trataría verdaderamente qe un acto de fun-
basucla en una rigurQSl,l seponJ.Clól1 "S[liKi~tl r ¡:n. ~l repUtUt) de irIS rdl.\do~ d¡ldón. Fynda¡;ión de lema nueva org¡mizlÍCión ~odal y cultural, originada
nes sexuales interétnicas, produjo poco a poco un sistema de intercambios en la discontinuidad debida al desarraigo irreversible y a los atropellos
interétnicos denso y coherente, mas no desprovisto de puntos de conflicto. fisicos y culturales de la esclavitud.
Las modificaciones históricas de esta relación interétnica, al principio asi-
métrica y fuertemente mediatizada por la clase dominante de la sociedad
El terreno
colonial, y que tendió luego a una cierta simetría binaria, permiten seguir
el transcurso por el cual, para estos dos grupos, la existencia espacial y Nuestra investigación de campo fue desarrollada en el alto y medio
sociocultural del otro llegó a significar su propia periferia y sus propios Chocó, con las comunidades negro-colombianas de los ríos Capá, lchó, 1\.t-
límites. tunendó, Negua y Bebaramá y estadías esporádicas en Doró, Yoto, Quibdó
El estado actual de las dos sociedades, así como el de sus relaciones, y Bahía Solano así como en Riosucio, en el bajo Chocó, para la recolección
parece ser el resultado de un equilibrio dinámico entre la continuidad y la de información complementaria. También visitamos comunidades en 1\.t-
ruptura, en referencia a la sociedad colonial que lo~ reunió en el Chocó por maco y Pasto, en el sur de la costa Pacífica. Vivimos con los grupos Emberá
la fuerza. La reanudación autónoma por parte de los negros del lavado de del alto Capá, de lch6 y de la Carretera, así como con los del alto Bebaramá
oro con los métodos de explotación pre-coloniales y coloniales, contra su y el alto Tagachí en el Choc6 medio. Sin embargo, el centro de nuestra in"-
abandono por los Emberá; el alejamiento espacial y sexual de los dos gru- vestigación fue el río Capá y su afluente, el Mumbaradó.
73
Capitulo 11 Pasado y presente de los negro-colombianos del Choc6
Notas
La investigación se realizó en varias etapas entre 1975 y 1990, con un
total de 26 meses.
1 Con la excepción -desde 1984- de las dos casas situadas en el barrio San
l Vicente, donde funciona la Organización Regional Emberá-Waunaná del Chocó
Fue durante nuestra primera estadía que elegimos la comunidad en
(OREWA). Los terrenos de estas casas fueron donados por el Centro Pastoral
la cual íbamos a vivir en forma prioritaria: la del río Capá. Las razones'
Indígena (CPIl, de la orden claretiana del Chocó. La pequeña sede de OR~A
de esta escogencia fueron de varios órdenes. En primer lugar, el tamaño alberga los archivos escritos de la organización, una sala de reuniones, oficmas
demográfico de la comunidad, que entonces contaba con 684 habitantes.' y habitaciones donde se alojan los dirigentes y algunos colaboradores, así como
Esto la situaba en el punto intermedio entre las más pequeñas (de entre huéspedes de paso.
200 y 400 integrantes) y las cabeceras municipales de la región (de entre , La preocupación recurrente en la búsqueda de un canal entre los ríos Atrato
y San Juan que comunicaría los dos océanos -canal que supuestamente fue
2.000 y 6.000 habitantes); este tamaño nos pareció a la vez representativo cavado por los indígenas autóctonos antes de la colonización y que después
del nivel demográfico regional, y adecuado para una investigación directa.' , habría sido cubierto por la vegetación-, ha sido desde Carlos V (ver Haring,
En segundo lugar, la antigüedad del poblamiento negro del Capá y de la 1938, citado por Ve1ásquez, 1985), motivo de múltiples expediciones al Chocó,
La tenaz leyenda de este canal perdido, jamás descubierto y buscado aún hoy
presencia en la cuenca alta de un centenar de indígenas Emberá, nos pa- en día, añade un misterio más a la imagen que los colombianos tienen sobre
reció también representativa de un contacto interétnico cuya existencia,' este territorio, tachado de ser salvaje, imposible de conocer y de dominar. ,
modalidades y objetivos constituyeron para nosotros un descubrimiento 'Entre otros, Juan de Castellanos en su Historia de Cartagma (Biblioteca popular
sobre el terreno. de Cultura Colombiana del Ministerio de Educación Nacional, Bogotá, 1942,
VI, p. 152); Pedro Cieza de León en su Cr6nica del Perú (Rivadeneira, Madrid,
De no ser por el espíritu burlón, algunas veces irónico, otras curioso, y 1947, cap. X); y Fray Pedro Simón en sus NoticiasHistoriales (Biblioteca Popu-
siempre tolerante de nuestros interlocutores, nuestras idas y venidas entre lar de Cultura Colombiana del Ministerio de Educación, Bogotá, 1953, vol. VII,
Noticia V; Cap. XXXV; pp. 217-18.
los diferentes grupos ribereños hubieran podido engendrar una serie de
Esta disposición podía ser suavizada por la compra propia de la hbertad o la
conflictos de lealtad. El carácter doble de nuestro terreno nos exigía una manumisión -mediante escritos notariales o testamentos, de los que quedan
dificil ecuanimidad en la organización del tiempo y en nuestros modos de numerosos testimonios en los archivos- de la madre esclava y/o de los hijos
alojamiento, y un delicado equilibrio en la comunicación con unos sobre mulatos de tal unión, Esta disposición jurídica contribuyó a lo largo de la co-
lonización a la formación de un grupo social de negros y de mulatos libertos,
el tema de los otros. Esta experiencia fue también una lección existencial: capataces, celadores de plantaciones, pequeños artesanos o comerciantes. La
el aprendizaje del silencio y el habla selectivos, pero no falsos, y el de la ley siguió en vigor, por regla general, haista principios del siglo XIX.
lealtad, doble pero firme. No creemos haberlo logrado enteramente y sin Según estos autores, lexemas del habla"sincrétlca, así como el nombre y de-
malentendidos, no obstante, nos pareció que valía la pena intentar este sarrollo del rito funerario, llamado luml,alú en el Palenque de San Basilio, co-
munidad de descendientes de esclavos ciIÍlarrones, sin contacto con la sociedad
ejercicio difícil e imperfecto, tanto por la calidad del contacto que final- nacional durante largo tiempo, constituyen elementos "de origen bantú". Este
mente alcanzaron nuestras relaciones con unos y otros, como por el inte- pueblo aislado no se encuentra en el Chocó.
rés intelectual de una doble mirada etnográfica. Entregamos aquí parte de Los indígenas del Chocó, que al parecer explotaban y trabajaban el oro a pe-
los resultados y dejamos que sea el lector quien juzgue sobre el acierto de queña escala antes de la llegada de los españoles, lo utilizaban como ~fmbolo
de prestigio religioso y político y lo intercambiaban con los chibchas de la alta
nuestra tarea. meseta andina oriental; pero, al contrario de los negros, los indígenas aban-
donaron definitivamente el lavado de oro desde el traumatismo de las minas
coloniales. (Reichel-Dolmatoff, 1960, p. 75).
La sociedad Emberá era desde antes de la colonización y sigue siéndolo, una
sociedad acéfala, donde en tiempos de paz la condición particular de Hjefe",
cuando existia, estaba desprovista de cualquier tipo de autoridad o coerción
legítimas; en cambio, implicaba e implica deberes (como por ejemplo el con-
tacto privilegiado con el exterior, en representación de la unidad residencial) y
engendra prestigio (ver sobre todo Wassen, op. cit.). Además, en lengua Embe-
rá, egoró, jior6 y yoró -según las zonas dialectales- significa tierra; puede ser
74 75
e A P í TUL o 111
La organización
social "libre"
del Chocó:
Unidades
constitutivas y
sistema social
CapItulo 11
El análisis del sistema social negro-colombiano y sobre todo del orden
subyacente a sus reglas nunca antes fue realizado de manera sistemática
en el Chocó. El enfoque aquí propuesto contradice, tanto por su objeto
como por sus supuestos metodológicos, prácticamente todos los trabajos
anteriormente realizados sobre este grupo. En efecto, en ellos predomi-
na la orientación "folclorista" (inventario de elementos de supervivencia
africana en la danza, la música y la tradición oral), y los pocos estudios
consagrados a la familia negro-colombiana hacen énfasis en el contexto
de pobreza y de reivindicación de la emancipación, algunas veces desde
una perspectiva histórico-descriptiva parcelada en la que se emplean "va-
riables" tales como "la ausencia de matrimonio católico", "la ausencia del
padre", la "desorganización matrifocal", etc. Así pues, estos estudios no
conciben la emergencia en los grupos negros de ninguna organización so-
cial ni de un universo de reglas propias.
79
La organización social "libre" del Chocó: Unidades constitutivas y sistema social
Cauca. Estas migraciones se produjeron a lo largo de varias décadas, entre una residencia neo-local. De este modo, las casan albergaban familias cada
1865 y principios del siglo XX, pero se intensificaron durante la Guerra vez más reducidas que se constituían en unidades domésticas relativamen-
de los Mil Días, una guerra civil que enfrentó a liberales y conservadores te independientes pero emparentadas entre sí.
entre 1899 y 1902.
La comunidad negra del Capá se configura entonces bajo el signo de la
Comienza entonces la paulatina ocupación del río Capá, cuya parte alta ocupación familiar del espacio, sin el levantamiento de una aldea comuni-
era ya habitada por unos cincuenta Emberá. Las casas construidas por los taria. Este espacio selvático se articula en torno al río y sus riberas, en sus
primeros habitantes fueron situadas en medio de la soledad de la selva, a lo aguas y en el fondo donde se esconde el oro. Por su parte, el río se articula
largo de los ríos. Eran casas cuadradas de madera sobre pilotes, con techos con otros o con sus afluentes. Nos encontramos así frente a un espacio con
de paja trenzada, la entrada principal hacia el río y la cocina abierta de- centros múltiples donde los desplazamientos fluviales son continuos.
trás. Según los informantes de más edad, la distancia mínima tácitamente
Sin embargo, los negros que viven en casas familiares distantes unas
establecida entre las casas era de media hora en canoa, pero en realidad en
aquella época estaban a hora y media o dos horas. Las cabañas de los re- de otras, que trabajan y explotan terrenos de cultivo bastante separados,
cién llegados, dispersas a lo largo del río, poseían la estructura interna que que se dedican al lavado de oro en yacimientos igualmente diseminados,
conservan hasta hoy: una gran pieza común primero y luego, a lo largo de forman una sociedad unida por una densa red de intercambios perma-
un pasillo que desemboca en la' cocina, dos o tres pequeños espacios sepa- nentes: de bienes entre las familias (alimentos, herramientas, regalos), y
rados por tabiques y sin puertas. Esta estructura posiblemente surgió con de servicios, mediante la colaboración en el lavado de oro entre unidades
la llegada de solteros que se cas,lron COI1 hermanas y luego con h\j¡IS de los domésticas emparentadas entre sí cuya contrapartida, en el sistema de
")llano cambiada", giwba eH torno al despeje de los terrenos o a la cons-
residentfs, y qUe se cstablederon l'lmhién en el Capi'Í sl'gún dos modelos
residenciales intermitentes: el modelo uxori-local, en el que se agrandaba
"
" trucción de las casas.
la casa de los suegros, o la residencia neo-local. Los recién llegados cons- El río es una unidad endogámica de intercambio de mujeres median-
truían entonces sus propias casas, distanciadas entre ellas, pero sin unirlas te el matrimonio, y un lugar privilegiado de intercambio de signos y de
con una red de senderos que les permitiera atravesar o comunicarse a mensajes, tanto por el uso de un dialecto común muy particular del es-
través de la selva. Esto explica que la canoa y el viaje hayan sido desde un pañoP, como por la participación en una misma ciencia de lo concreto
principio los elementos básicos de la comunicación entre las familias. El
, ,
encarnada en la farmacopea y la magia; además donde se comparten las
acceso a los terrenos de' cultivo familiares y a los lugares favorables para mismas creencias, cuyas manifestaciones principales eran y siguen sien-
la pesca, así como a los múltiples yacimientos aluviales, también se hacían do las reuniones para ritos funerarios y para la Semarla Santa, la fiesta
por medio del río. La eXplotación de estos últimos se desarrolló desde esa de San Antonio y la Navidad. Este denso tejido de intercambios unía a
época en dos espacios-tiempos diferentes: el del lavado cotidiano, realizado las gentes del Capá en una sociedad designada por ellos mismos con el
por las mujeres de unoo varios grupos domésticos ---emparentados entre término de "comunidad", y cuyo soporte espacial ha sido siempre el río.
sí- en un afluente relativamente cercano a la vivienda, y el lavado de oro La desembocadura del Capá en el Atrato constituye un límite a partir del
anual de larga duraciÓn durante los tres meses relativamente secos del cual la comunidad se abre a otros conjuntos sociales del mismo tipo. Este
verano. Para ello, todo el grupo doméstico se desplazaba hacia las cuencas límite se piensa y se vive como relativo, puesto que puede ser franqueado
superiores de los diferentes afluentes del río, se dedicaba a tina intensa por múltiples medios: los viajes, los matrimonios con gentes de otros ríos,
búsqueda del metal mientras aseguraba su alimentación con la pesca, la y el establecimiento temporal o definitivo al borde de éstos. En cambio, la
caza o la recolección. Estos largos desplazamientos anuales permitían sos- parte alta del Capá es vivida y pensada como un límite absoluto; aunque
tener encuentros 'ocasionales con algún grupo familiar de un río cercano ciertos miembros de la comunidad incursionen en estas tierras periféricas,
y que podían culininar en una alianza matrimonial. En esa época, según no puede transformarse en un espacio de habitación. Habitado sí por los
nuestros informantes, tales alianzas eran de tipo uxori-fluvial, es decir que indígenas, este espacio constituye un límite que no puede ser franqueado
el cónyuge se establecía en el río de origen de su mujer, por lo general en mediante mecanismos sociales como el matrimonio o la vivienda.
Ho
81
Capftulo 111
La concentración de la vivienda comienza a fines de la década de 1920 multiespacialidad y de la fluidez sociales; así, esta práctica y su representa-
por una iniciativa del clero del Chocó. 'Iras el fracaso completo en la aper- ción constituyen uno de los pilares de la identidad negra del Chocó rural.
tura de una escuela para los Emberá de la cuenca alta (de la que huían
sistemáticamente los niños), la orden claretiana compró a una de las pri- Con unas treinta casas aisladas, dispersas a lo largo del Capá, tanto río
meras familias llegadas al Capá el terreno llamado "la loma" -entonces abajo hacia la desembocadura en el Atrato, como río arriba hacia la cué~ca
bautizado Villa Claret- en la confluencia del Capá y el Mumbaradó, muy alta la comunidad actual combina la dispersión inicial y la aglomeraClón
cerca de la casa comunitaria para fiestas y reuniones, y allí construyó una pos~erior;, La última vivienda negra aislada se encuentra a una dista~cia de
capilla y una pequeña escuela. una hora y media en canoa a partir del primer tambo Emberá, segUIda por
tres pequeñas unidades residenciales de entre seis y una docena de casas
Fue en torno a esta casa, a la capilla (hoy desaparecidas) ya la escuela, cada una.
que algunas unidades domésticas -de río arriba o río abajo- comenzaron
a establecerse paulatinamente. Sin embargo, sería más exacto decir que es La tendencia de los negros a la concentración del hábitat se intensificó
a partir de estas tres construcciones que se desarrolla río abajo el núcleo durante los últimos treinta años, sin que mediara la influencia inicial del
aldeano, siguiendo el curso del río como todas las casas negras del Chocó. clero. Todo sucede como si la comunidad sintiera oscuramente la necesidad
Su estructura espacial incluye cerca de 75 casas 2 , así como una iglesia, un de hacer real la representación de sí misma y de arraigarse en un espacio
cementerio y tres pequeñas escuelas de un solo salón cada una, en la colina más unificado, aunque dejando intactas las otras modalidades de ocupa-
de Villa Claret; cuatro calles estructuran la parte alta que da a la iglesia ción dispersa. Últimamente, es como si la comunidad deseara acentuar sus
y al cementerio. Estos últimos se presentan como el límite superior, tanto límites, vivirlos en una forma más intensa, saberse más comunidad que
horizontal como vertical y hasta simbólico del espacio aldeano -no como antes.
su centro ciertamente-, mientras que en la parte baja, cerca del Capá, las Thl evolución parece ir a la par con un proceso de dos facetas. Se tra-
casas se van esparciendo paralelmllente al curso del rfo, o ligerillllenle se- ta de In presión demognífira qUI' empezó con la llegada de los primeros
paradas de éste, sin formar calles. grupos pequeños de negros libres al Capá, complementada con la sucesiva
llegada de familias nucleares hasta la década de 1940. Desde entonces, las
Con el tiempo, este núcleo fue dividiéndose en diferentes barrios. Pue-
únicas fuentes de crecimiento demográfico parecen ser la llegada de cón-
de decirse que er~n unidades de auto-referencia, compuestas por grupos
yuges de otros ríos y la descendencia numerosa. Los negros, al contrario
domésticos unid()s mediante la alianza y el parentesco ritual del compa-
de los indígenas, comienzan a perder el dominio de su equilibrio demográ-
drazgo. Dichos vínculos articulaban entonces equipos de cooperación para
fico. Ante ello, la comunidad siente como una especie de angustia ante el
la minería y la Hila. Una vez llegados a la colina, los grupos domésticos
exceso, según lo expresaron numerosos infonhantes.
implicados fueron construyendo lado a lado sus respectivas casas, logran-
do una coherente. agregación espacial del vecindario. El surgimiento de un espacio de vivienda aglomerado constituye una
respuesta a estos cambios demográficos que podrían debilitar los vfn~los
Subiendo el do, a cerca de una hora en canoa, se puede ver en una
comunitarios. Además, esta escogencia parece haber sido el precio a pagar
planicie despejada otra aglomeración más reciente con unas veinte casas
para salvaguardar el principio cultural fundador de la sociedad, el viaje, en
dispersas en grupOs de dos o tres (barrios), suficientemente distantes unas
todos los otros escenarios de la existencia social. En efecto, el crecimiento
de otras. Sin embargo, los habitantes consideran el sitio como un núcleo
demográfico significa el aumento de la necesidad de tierras cultivables.
de aglomeración, porque se trata de una planicie de vegetación escasa don-
Ahora bien, siguiendo el postulado -compartido además por los indíge-
de el acceso a cada casa se puede realizar "sin viajar", es decir a pie y sin
nas- de que los cultivos alejados de la vivienda son preferibles, el aumen-
embarcarse. Esto revela el sentido que los negros le dan al término "viaje",
to y la dispersión de las casas disminuyen considerablemente el número de
que significa embarcarse en una canoa y navegar por el río. Esta estrate-
terrenos disponibles para el cultivo. Quedaban entonces dos posibilidades:
gia cultural hace del viéÜe el centro de toda la vida social, lo convierte en
renunciar a los viajes y despejar terrenos cerca de la casa -lo que habría
el operador conceptual del espacio-tiempo y en el operador práctico de la
significado un mayor aislamiento de las unidades domésticas, y por lo
Capitulo 111
La organización social "libre" del Chocó: Unidades constitutivas y sistema soclál
tanto el debilitamiento gradual de los vínculos comunitarios por la dis- Emberá. Esta exclusión, que no se debe a que ignoren la 'existencia de estos
persión de un número cada vez mayor de fanúlias-, o salvaguardar la grupos o a que les nieguen su derecho de vivir en el Chocó, demuestra que
estrategia sociocultural del viaje para todo el mundo, inscribiendo parcial- ,el término "chocoano" designa más una unidad social de autorlefinición,
mente a la comunidad -ya existente en el nivel de la representación- en que una unidad geográfica de residencia ligada a la región.
un espacio de co-residencia. En la praxis social, esta opción significa que la
Si pasamos del nivel de la representación al del acceso a los recursos
comunidad toma explícitamente posesión de una parte más importante de
económicos, esta unidad social es igualmente pertinente. Las reglas flexi- '
la vida de sus miembros. Pero esta toma de posesión se halla equilibrada
bIes de la filiación bilateral así como el parentesco ritual del compadrazgo,
gracias al mantenimiento de la tradición del viaje, y la ocupación familiar
conceden a los descendientes y a los compadres derechos de explotación
o individual del espacio exterior, cultivado o explotado.
de los cultivos o de los yacimientos aluviales, situados en zonas alejadas
Este análisis de las alternativas estructurales del modelo espacial negro- de sus comunidades de origen, así como al albergue y a la comida de su
colombiano del Chocó, puestas en práctica simultánea o sucesivamente, parentela extendida. La "chocoanidad" se manifiesta entonces como la ex-
permite ahora reconocer las unidades sociales en las que se arraiga la vi- presión de una yuxtaposición de conjuntos comunitarios del mismo tipo
vencia colectiva de la sociedad. Es posible identificar tres niveles de orga- flexibles y solidarios que incluye incluso los barrios periféricos de Quibdó,
nización: el de la región, el del río y el de la casa, éste último extendido a la capital.
los barrios.
El río, por su lado, constituye una unidad social de co-residencia am-
Frente ai extranjero la Colombia del interior, e incluso entre los gru- pliada, pero cuya función de articulación parece ser más simbólica que
pos nl'gros de olrrts zonas dd orddrutl' wlombiuno, el I ('¡'J)lino ¡ll' uuto. econ6mica, incluso si los co-rcsi<h:ntcs utilizan su entorno en forma co-
referencia empleado es "nosotros los chocoanos". La totalidad social así , ordinada. No existe, de hecho, ninguna actividad ligada a la subsistencia,
designada expresa en primer lugar la pertenencia a una comunidad que ninguna forma de colaboración que requiera la movilización del conjunto
comparte habilidades en el lavado de oro y en la práctica del viaje flu- de los co-residentes de un río. Lo que define el contorno de esta unidad es:
vial, en el seno de una naturaleza y de un clima, cuyas particularidades los ritos de nacimiento que ponen al recién nacido en contacto con el agua
son frecuentemente evocadas. En segundo lugar, la frase reiterativa: "en de su río; los mismos antepasados fundadores, enterrados cerca de sus
el Chocó todos somos más o menos parientes" -declaración que no pue- riberas; la participación en las ceremonias, ligadas al mismo santo patrón
de dejar de llamar la atención del observador europeo por tratarse de un ya la misma VIrgen; la definición de la l'buena muerte", entendida como
territorio más g~ande que Bélgica y lleno de obstáculos naturales para la morir "en su río"; y una densa red de parentesco consanguíneo y ritual.
comunicación-" representa a la comunidad chocoana como una red difu': Es principalmente por ser "del no" que el chocoano tendrá acceso a los
sa de parentesco con grados progresivos de inclusión a partir de la familia ritos de paso y a los rituales colectivos, y que volverá con frecuencia para
restringida hasta la totalidad del grupo social. participar en ellos, por muy lejos que se encuentre. Por lo tanto, es ante
Se reconocen· además como chocoanos los que comparten el mismo todo esta estrecha solidaridad simbólica y religiosa, ligada al territorio' del
dialecto,..etnolecto español muy fuertemente particularizado, es decir, los río y también designada por el término "comunidad", que se expresa la
"morenos"3, entre quienes las relaciones de intercambio formalizadas y autodefinición de "capaseño".
llenas de condiciones no tienen lugar, lo que favorece un comportamiento
La casa alberga en general una familia restringida neo-local, que se
muy poco formal, centrado el). una convivialidad basada en la cooperación
identifica con los patronímicos de los doS cónyuges, acentuando el patro-
y el reparto. Este comportamiento deja un gran espacio para la particula-
nímico masculino, Es una unidad doméstica, compuesta por una pareja,
rización de las relaciones interindividuales no formales 4 •
sus hijos y tal vez uno o dos primos hermanos solteros, que trabajanjun-
Los dos últimos criterios excluyen de la totalidad social chocoana a tos los terrenos y los lavaderos, con una división sexual del trabajo relati-
los blancos de Quibdó y de otros municipios, aunque con frecuencia han vamente poco formalizada. La casa es también la morada de los pequeños
sido residentes del Chocó desde varias generaciones atrás al igual que los altares de ritos individuales, dedicados al "santo de devoción especial" de
CapitUlo 111 La organización social "libre" del Chocó: Unidades constitutivas y sIstema soclál
cada individuo adulto; esta es entonces la mediadora de un acceso persona- o reales-, así como el conflicto, latente, de una autoridad nacional que
lizado tanto a los recursos de subsistencia como a una identidad religiosa acepta difícilmente su falta de control sobre los grupos locales.
completa. La institución de un "inspector" parece ser una respuesta a estas dos
Pero la casa de la familia restringida permanece abierta, dada la multi- clases de conflictos potenciales. Es inicialmente la imposición de una forma
plicidad de las relaciones sociales que la vinculan con otras casas del río y de regulación política en unas comunidades aisladas y de débil peso demo-
hasta de otros ríos y de manera más intensa y cercana con aquellas casas gráfico, por parte del sistema jurídico nacional. El inspector desempeña
del mismo río, con las que el parentesco consanguíneo y ritual es más di- en cierta forma las funciones de juez de paz; a su cargo está el resolver
recto, forma con éstas una asociación de unidades domésticas, a menudo las diferencias surgidas entre los miembros de la comunidad, mediante la
pertenecientes a la tercera generación de un mismo tronco de descenden- aplicación de un sistema de multas que deben ser pagadas en efectivo a las
autorida~es departamentales y estar acompañadas de un documento es-
cia bilateral. Esta asociación que posee derechos comunes de explotación,
constituye la mayoría de las veces un equipo habitual de cooperación para crito y firmado por los involucrados. Para asignar el cargo de inspector, la
comunidad presenta una lista de tres candidatos y luego la dirección admi-
la explotación aluvial colectiva, el despeje de terrenos, la tala de árboles y
nistrativa del departamento elige uno de ellos. Recibe un salario mensual
las expediciones de caza. Los grupos de parentesco -algunos de los cuales
que apenas le sirve para cubrir sus viajes a lloró y Quibdó, pero no tiene
expresan sus vínculos mediante la configuración espacial de una vecindad,
derecho de portar armas y debe continuar con las mismas actividades de
bajo la forma de barrios en el núcleo aglomerado, como Villa Claret- son
subsistencia que los demás miembros de la comunidad, ningún distintivo
unidades sociales cruzadas por múltiples relaciones, cuya función parece
simétricamente opuesta a la del río: de cierta manera predominantemente lo diferencia de éstos.
económica, más que simbólica o religiosa. Los candidatos -hombres de edad madura, reputados en la comunidad
por su tranquilidad- se muestran bastante reacios a aceptar el cargo,
***
pues, según ellos, puede "crearles problemas con la gente" e implica se-
La yuxtaposición regional de conjuntos sociales, ligados cada uno a un guramente un aumento de sus actividades, aún cuando el ejercicio conci-
territorio ribereño geográfica y simbólicamente delimitado por las unida- liador y mesurado de esta función produzca un aumento de su prestigio
des residenciales Eínberá de la cuenca alta, se encuentra bajo un sistema de comunitario. Si lo aceptan, lo considedm como un servicio importante
autoridad nacional que le es histórica, social y topográficamente exterior. pero ingrato que prestan a "su gente", y rara vez lo ejercen más de dos
Su proyección espacial es el centro de Quibdó, construido en concreto, es años seguidos, aunque reciban la ayuda de otros adultos de la comunidad,
decir, con ladrillos y cemento, en contraste con las construcciones nati- sobre todo para escribir.
vas en madera. La gobernación del departamento, la policía, el juzgado,
Los asuntos que deben arbitrar son, por lo general, leves: intrusiones
los representantes regionales con escaños en el congreso en Bogotá, las
momentáneas en los cultivos o lavaderos ajenos, apropiación de un perro
instituciones del Estado representadas en la región, constituyen diferen-
de caza o de una gallina, peleas de borrachos o querellas de mujeres. Por lo
tes facetas de esta autoridad nacional que, salvo en casos de delincuencia
general, los involucrados reconocen la rlecesidad imperiosa de un tercero
caracterizadaS, tienen muy escasa presencia entre las comunidades rurales
para zanjar los conflictos, lo que se hace después de largos conciliábulos
y suburbanas. que el inspector realiza primero con cada uno de ellos y luego con todos
Éstas se constituyen en sociedades políticamente acéfalas, sin ningún reunidos. Rara vez terminan estas conciliaciones con las niultas ylos do-
mecanismo institucional propio de autoridad política comunitaria. Tam- cumentos que debería enviar la comuriidad a la autoridad nacional. En
poco existen allí grupos sociales horizontales del tipo "clase de edad", sis- general su resultado es una compensación en oro o en especie, dada por
tema que puede permitir que un subgrupo, constituido con base en este una parte a la otra sin constancia escrita:. Pero en el caso, muy raro, de que
principio, tome decisiones constrictivas para el individuo o la colectividad el inspector trate de imponer una decisión considerada arbitraria por los
., !:
local. Pero sí existen pequeños conflictos intracomunitarios -potenciales involucrados, el asunto es llevado ante la alcaldía de lloró, compuesta por
86 87
Capítulo 111 La organización social "libre" del Chocó: Unidades constitutivas y sistema social
negros, frecuentemente emparentados por un matrimonio o compadrazgo padrazgo) que lo atraviesa y lo amplía hasta incluir en el intercambio a la
con una u otra familia del Capá. Después, la comunidad capaseña, al esco- sociedad Emberá, y la originalidad de su génesis histórica (la institución
ger otro inspector, obliga al primero a dimitir. esclavista) nos obliga a enfocar nuestro análisis en las relaciones sociales
que produce y alimenta. Trataremos, sin embargo, de indicar algunas pis-
Es claro que la comunidad, al canalizar y restringir el ejercicio de esta tas para un estudio semántico ulterior de sus categorías. Esta opción está
forma de autoridad impuesta por el Estado, le confiere un poder diferente motivada por el hecho de que este sistema de parentesco, pese a que tiene
que utiliza según sus propios imperativos políticos. Para poder mantener una lógica diferente a la del modelo hispánico colonial, toma prestada su
en su seno un campo político difuso, no separado de las unidades sociales terminología. Esta divergencia y tensión entre un sistema de parentesco
regidas por la reciprocidad, la comunidad proyecta el campo de la coacción y sus categorías terminológicas son poco comunes en los estudios sobre
fuera de su espacio propio, expulsándolo hacia el punto de unión del espa- estos temas, y hacen todavía más complicado un análisis conjunto de los
cio comunitario y la sociedad dominante. -, dos registros.
El inspector representa a la comunidad en el exterior, sin detentar poder . Abordaremos en primer lugar el momento histórico que coloca a los
coercitivo, pero sí fuertes obligaciones comunitarias. El desempeñar estas esclavos africanos -a causa de sus orígenes culturales múltiples, del to-
tareas de forma adecuada con el ethos cultural, engendra un prestigio que tal desarraigo, del desequilibrio artificial en la proporción de los sexos y
recuerda el estatus particular del jefe el\ muchas sociedades indfg\~na:; de las de la promiscuidad- en un estado próximo al grado cero de parentesco.
tierras bajas tJ'opicales surumcl'icanas, comu el1la propia sociedad EllIberá, trente a este grupo instrumentaJizado existen dos modelos de parentesco:
que es también políticamente acéfala. El campo político comunitario y la el hispánico y el indígena. Seguiremos el proceso de selección, los ensayos
figura del inspector reflejan una estrategia simbólica que se encuentra en de compatibilidad entre éstos, así como la estructuración colonial de los
diversas facetas del sistema social y ritual: una forma impuesta o tomada campos sociológicos fundados por cada uno. El carácter singular de la
de la esfera nacional encubre una práctica próxima a aquella, tradicional, creación, casi ex nihilo, de una organización social nueva a la que los siglos
de los indígenas, pero la lógica de conjunto y la orientación estratégica del de esclavitud obligaron a los futuros libres, justifica a nuestro juicio esta
sincretismo que resllitart de ello llevan el sello de la innovación rtegra. opción metodológica en la que se interpenetran el análisis diacrónico y él
estudio etnográfico sincrónico. Esto nos llevará a considerar la abolición
de la esclavitud como un corte sociológico a la vez que como un punto"de
El orden de los parentescos
cristalización estructural.
Este subtítulo eú plural puede seguramente asombrar. En efecto, ana- Examinaremos luego la puesta en práctica de las reglas de matrimonio
lizaremos dos tipos de sistemas de parentesco. Uno es evidentemente el y consaguinidad que operan en el procesÓ de formación de la comunidad
que se produce a partir del intercambio de mujeres, confirmado mediímte capaseña, proyectadas en la ocupación de los diferentes espacios ecológicos
la alianza matrimonial; el otro, el compadrazgo, que pasa por el esta- y sociales, y las posibilidades estructural~s de su flexibilidad. Explicitare-
blecimiento de vínCulos de carácter ritual, de consaguinidad ficticia entre mos sus implicaciones demográficas y simbólicas, y también analizaremos
padres y padrinos de un mismo Ego, y por la creación de una relación de las relaciones entre parentesco, consangUInidad y afinidad por una parte,
"ahijamiento" entre el Ego y su padrino y madrina. y el compadrazgo por otra.
Constituye un desafío teórico importante esta primera aprehensión an- Una anotación previa se impone a propósito de las reglas. Durante
tropológica jamás fntentada del sistema de parentesco negro-colombiano nuestra investigación etnográfica del parentesco, no obtuvimos ningún
del Chocó. A primera vista, éste parece pertenecer a un modelo de estruc- enunciado de reglas prescriptivas, ni tampoco exégesis de los hechos regu-
tura compleja, pero está inmerso en reglas sociológicas y en una praxis lares resultantes de las genealogías, como no fueran del tipo "siempre se
que lo acercan, al nivel de su funcionamiento, a un tipo muy particlliar de ha hecho así, porque así está bien, pero podrían hacerlo los jóvenes de otra
intercambio generalizado. Su articulación con el parentesco ritual (el com- forma", o "es mejor así porque hay menós disputas, pero tal vez se puede
88 89
Capitulo 111 La organización social "libre" del Chocó: Unidades constHutivas y sistema social
hacer de otra manera", etc. Esto significa que este sistema se instituyó ñas unidades residenciales, constituidas en grupos residenciales exogámi-
sin ninguna prescripción explícita, que fue enteramente realizado dentro coso Esta fluidez contribuía, junto con otras instituciones como la guerra
de la lJl'áclica social, y que los hechos regulares deducidos de las genealo- itinerante tradicional, a promover en el seno de la sociedad un perpetuo
gías no son posteriormente objeto de un esfuerzo de exégesis normativa movimiento de división y de reagrupamiento.
nativa. En consecuencia, nuestro análisis versa sobre las regularidades
explicitas a partir de una práctica y cuyos cruces forman un sistema, En cambio, el sistema de parentesco hispánico de la época colonial -
pero no sobre la puesta en práctica más o menos fiel de las reglas pres- una estructura compleja- se inscribe dentro de una regla de filiación bi-
criptivas enunciadas. lateral y de residencia neo-local. El carácter indisoluble del matrimonio le
confiere rigidez y estabilidad sociológica al sistema y permite trazar una
frontera sólida -sociológicamente importante para la transmisión de bie-
El conjunto de los individuos brutal y definitivamente arrancados de nes, títulos y algunos cargos- entre la descendencia legítima y la ilegíti-
sus respectivas sociedades Ilfricanas y reducidos a la condición de instrl,l- ma,. Al interior de esta última categoría se Cuentan los nifios "sacrilegos"
mentas, se encuentra sin transición frente a una so<;iedad esencialmente (hijos de sacerdotes o de reÚgiosas), loS hijos de las prostitutas, los frutos
bipolar (colonizadores-nativos), desig\H11 y i.lsimétrkn,. Al\l1qUt; en lIll prin- de relaciones incestuos;:ts, los hijos "ad~Ilteros" (el marido de la madre no
cipio los inclígcllos son fund¡llllcntulmwle compníkros de lmhaj\) dc los es d padre), lo:; "bastardos" (la eSp(1S¡¡ dd progenitor no es la madre), y los
esclavos negros en los yacimientos aluviales, rápidamente las relaciones se hijos "naturales" (nacidos de padres no casados, pero sin ningún impedi-
instauran bajo el signo de la ambigüedad. La legislación colonial estipula mento legal para hacerlo).
una rigurosa asimetría que comporta la separación de los estatus y de
Las relaciones sexuales del colonizador con sus esclavos negros o con
las residencias, más la prohibición de las relaciones sexuales interétnicas.
Cuando éstas existen, se excluyen de toda regulación. indígenas no podian ser codificadas. Son uniones violentas y los hijos na-
cidos de ellas no están cobijados por el carácter positivo de la regla de
Las relaciones sexuales de los colonizadores con las mujeres de los con- filiación hispánica que sanciona el matrimonio religioso. Sin embargo, los
juntos sociales sometidos son producto de una dominación, es decir de mestizos (hijos de blanco e indígena) pueden alcanzar un estatus dentro
una anti-reciprocidad, y por ello no consiguen fundar un sistema de in- del sistema autóctono de parentesco gracias a la regla bilateral de des-
tercambio en el sentido lCvi-straussiano del término. La reciprocidad regía cendencia. Los mulatos, por su parte, sin poseer un estatus codificado, a
solamente las esferas endogámicas de los colonizadores hispánicos y las de menudo se convierten en esclavos privilegiados, en seres intermediarios en
las diferentes etnias autóctonas, pero faltaba por completo en el conjunto el eje de dos universos antagónicos, de los cuales uno está interiormente
social formado por los esclavos en el momento de su llegada a América. estructurado y el otro desprovisto de estructura interna; su coherencia es
impuesta desde el exterior.
A partir de los ~ocumentos y las crónicas de la época, es posible re-
constituir los grandes rasgos de ciertos sistemas de parentesco aútóctonos, Los misioneros se esforzaron por obligar a los propietarios a casar por
incluso si la coaccidn de la legislación colonial y el intenso e intempestivo la iglesia a sus esclavos. Sin embargo, los esclavistas nunca llegaron a ser
trabajo misionero obligaron a algunos a ocultarse bajo el barniz de la "civi- partidarios del matrimonio religioso de sus esclavos, pues las Leyes de lIJ.-
lización". Según estas fuentes, el sistema de parentesco Emberá-Waunaná dias prohibían la separación (por venta o dedicación a trabajos diferentes)
se habría caracterizado por el uso de una terminología clasificatoria, una de las parejas de esclavos casados y de sus hijos. En cambio, las parejas in-
regla de descendencia que algunos documentos describínn como matrili- formales se conformaban o se deshacían según el capricho de la asignación
neal, pero que en estudios más recientes se considera cognática , bilateral, de los yacimientos mineros. Pero, por lo general los hijos permanecían con
con una regla de residencia patrilocal, exogamia residencial, endogamia su madre, al menos hasta cuando pudieran trabajar como adultos (entre
tribal y poliginia del jefe y del chamán 6 • La divergencia entre la regla de los 10 y 12 años). Como la madre trabajaba durante el día, los niños per-
filiación y la regla de residencia, así como la frecuente sucesión de varios manecían bajo el cuidado de esclavas ancianas, hasta que con el tiempo,
matrimonios debieron contribuir a la gran fluidez y movilidad de peque- según el sexo, asumían diferentes trabajos en el campamento minero.
9° 91
Capítulo 111
La organlzacl6n social "libre" del Choc6: Unidades constitutivas y sistema social
Al contrano de lo que sucedfa en las plantaciones, parece que la selec- los padres del niño de los que serán compadre y comadre, es decir con-
ción de compañera era relativamente libre en las minas y dependfa enton- sanguíneos ficticios, como para el descendiente, vinculado a ellos por el
ces más de las preferencias individuales, limitadas sin embargo por la esca- "ahijamiento", es decir, su filiación ficticia. La creación de estoS" vínculos
sez general de mujeres entre la población llegada de África y en particular codificados pondrá también en movimiento toda una cadena de intercam-
la que afectó en los primeros tiempos a las cuadrillas de lavado de oro. En bio de bienes y servicios; ayuda en la educación o el cuidado del niño, in-
cuanto a los frutos de estas uniones, el patronímico que recibfan podía tercambio de alimentos y de regalos.
provenir de dos fuentes: podía ser la denominación étnica atribuida, a me-
En general, el padrino y la madrina no formaban pareja; su elección
nudo en forma arbitraria, al progenitor o a su madre (por ejemplo, "Lucu-
parecería estar condicionada esencialmente a su edad. Así, entre más edad
mía", ':-\ngola", "Congo", etc.), o era el patronímico del propietario de sus
tenían, menos probabilidades había de que su propietario considerara en-
progenitores (por ejemplo, Mosquera, Caicedo, Machado, Velásquez, etc.).
viarlos a otros destinos; en ese sentido, poseían mayor estabilidad que los
Al patronímico lo acompañaba siempre un nombre español, eventualmen-
jóvenes, y tanto los amos como los otros esclavos apreciaban su resistencia
te santificado por un bautizo católico.
y su habilidad para la minería. Así la comadre de edad vigila y educa al
Así pues, para identificar a sus consanguíneos, el patronímico dé! Ego nifto mientras la madre trabaja. Entretanto, el compadre se hace cargo de
(que era el mismo para la mayor parte de los trabajadores de un campa- la protección de la joven madre al desaparecer el progenitor. Adicionalmen-
mento, con excepción de los que tenían el patronímico de un propietario te le enseña a su ahijado las técnicas para el lavado de oro y adquiere el
anterior o una denominación étnica) resultaba inoperante. T.1mbién era
derecho de fiscalizar su elección de pareja sexual.
difícil remitirse a su» dos padres, dada la muy frecuellh~ y f1 menudo de-
finitiva separación con el progenitor. El único elemento de referencia re- Puede suponerse que -contrariamente al derecho canónico en el que
lativamente estable seguía siendo la madre, que era igualmente la fuente esta relación constituye un impedimento matrimonial menor- la rela-
de transmisión legal del estatus de esclavo a sus hijos, incluso en el caso ~. ción de filiación espiritual constituía en los campamentos mineros una
de que el progenitor fuera un blanco o -lo que era poco frecuente- un preferencia de hecho, para trasponer dicho vínculo en el plan de la alianza
indígena no esclavo. Este estado de cosas no contradecía el es!,íritu del sis- matrimonial; en particular, al casar al ahijado con una de sus propias hi-
tema de filiación hispánico, ni las reglas de la sociedad nativa; pero sobre jas, o a la ahijada con uno de sus hijos. Para realizar estas uniones, el pa-
todo, correspondía a las exigencias de la reproducción de los esclavos y a drino sólo contaba con sus hijos que, nacidos de su última unión, todavía
la separación legal entre indígenas y negros. Creó entre los esclavos una permanecían en el campamento. Mediante esta "traducción" preferencial
especie de unifiliación matricentrada de hecho; los colaterales de un Ego de la consanguinidad ficticia entre la madre y el padrino en un vínculo
serían entonces aquellos que él pudiera reconocer como tales., es decir, sus matrimonial de sus respectivos descendierttes, la figura masculina de éste,
hermanos y hermanas de madre común, pero de progenitores diferentes. que acompañaba al niño en las sucesivas identificaciones de sus relaciones,
se presentaba como una especie de equivalente de hecho del tío materno
El padrinazgo: nacimiento de un código dentro de un sistema matrilineal.
En ciertas ocasiones, el compadrazgo creaba un vínculo de filiación es-
Paradójicamente es el don de un nombre en el bautismo, esa cere-
monia impuesta por la religión de los opresores, lo que se convertirá piritual entre el hijo y su propio progenitor, como cuando éste era blanco.
progresivamente éh el punto de partida de un código positivo de paren- Esta relación inauguró una de las estrategias de los vínculos interclase,
tesco, reemplazando en cierta forma los códigos africanos de matrimonio hoy en día vigente en el occidente colombiano, permitiéndole al niño tener
y de filiación, destruidos por un desarraigo y cuya continuidad habría una estrecha vía de ascenso social que bien podía concretarse en una ma-
sido incompatible con la fragmentación social de la esclavitud y con la numisión (concesión de la libertad al ahij~do en el testamento o antes de
implacable instrumentalización de los esclavos. El padrino y la madrina morir) o por lo menos en una posición privilegiada dentro de la cuadrilla
de bautismo se convertirán a su vez en puntos de referencia, tanto para de esclavos.
92 93
Capítulo 111 La organización social "libre" del ChocO: Unidades constitutivas V sistema social
No obstante, las posiciones respectivas del hombre y la mujer negros !, de una descendencia negra múltiple repercutirá más tarde en las represen-
diferían considerablemente en el sistema social colonial. La natalidad cons- , taciones de la sociedad negro-colombiana surgida de la esclavitud.
tituía una de las principales fuentes de provisión de mano de obra servil; Hacia fines del siglo XVIII, la proporción de negros liberados 'aumenta
por lo tanto, los propietarios la estimulaban con ahínco, pero sólo en las , dentro de la población negra global. Sin embargo, los matrimonios cató-
modalidades que permitieran reproducir esclavos, es decir, como descen- '¡ licos de éstos con'mujeres esclavas no implican una liberación automática
dientes de una madre negra. Además, para pertenecer a la clase dominante , ni de ellas ni de sus hijos comunes. Aún así, el padre libre puede pagar por
--{:uyos límites coincidían con la frontera racial, formulada también en '. la libertad de sus hijos, y transmitirle su patronímico. En tal caso, sus des-
términos jurídicos- era necesario poseer una ascendencia bilateral cuya cendientes tendrán dos patronímicos, como en la costumbre hispánica: el
única modalidad jurídica y socialmente reconocida era un matrimonio en- . apellido del padre seguido por el de la madre, que a menudo eran diferen-
dogámico indisoluble entre blancos, santificado por la iglesia. Todos los . tes. Los padrinos libres también podían pagar por la libertad de sus ahija-
que nacían de uniones que no satisficieran alguna de estas normas, esta- ..' dos, en cuyo caso se añadía su patronímico al de origen. Por consiguiente,
ban destinados a conformar una matrifiliación de hecho. entre los nuevos negros libres de la segunda mitad del siglo XIX, había
En esta sociedad, atravesada por diferentes jerarquías formuladas en ~ unos pocos que podían identificarse con dos patronímicos.
términos de raza, de filiación y de estatus hereditarios, la condición para La Guerra de Independencia y la disolución del sistema colonial abren
una transmisión patrilateral de estatus y de bienes era únicamente la bi- la libertad de movimiento a los negros. El proceso migratorio consiguiente
lateralidad uniracial, producto de una alianza santificada por el derecho permite una considerable apertura y ampliación del campo para la se-
canónico. O sea que una descendencia bilateralmente codificada y social- lección de cónyuge. Es probable que un buen número de uniones de la
mente reconocida --<:uyo signo lingüístico era la yuxtaposición de los dos época fuera entre parientes biológicos muy cercanos, dado que un Ego no
patronímicos, el paterno y el materno-- constituía, en el nivel del sistema podía reconocer a sus hermanastros paternos nacidos en un campamento
de filiación, la frontera absoluta entre los dominantes y los dominados. La diferente, y tampoco disponía de medios terminológicos para identificar-
mntrifiliaCÍón de hecho contribuía entrmccs a la cooservnción r la \"t'pW- los, puesto <[tle la gran llwyoría de los escJilvOS de un mismo propietario
ducción de una organización social bipolar, cuyo ideal era una ausencia tenía el patronímico único de éste. Por ende, la tendencia a casarse con el
casi total de movilidad entre sus dos componentes asimétricos. portador de un patronímico diferente aumenta paulatinamente. Y será la
Considerando que todo niño nacido de una madre esclava se convertía incertidumbre sobre la ascendencia paterna, el desconocimiento de los co-
en esclavo, independientemente de la condición (la raza) del progenitor, el laterales paternos, así como el de una parte de los primos maternos, lo que
centro de cualquier relación hombre-mujer no codificada pero fomentada sentará las primeras bases de la representación de un parentesco difuso
no obstante por los dominantes era la mujer negra, reproductora de escla- entre todos los negros de la región -lo qúe refuerza aún más el carácter
vos. Esto equivalfiií. a prohibir por todos los medios las uniones entre negros reducido del ramillete patronímico. Precisamente esto es lo que constituye
e indias, pero no se actuaba con el mismo rigor frente a las relaciones entre hoy en día la base de la unidad social y de la noción de "chocoanidad".
indígenas y esclavas, pues los hijos de éstas se convertían en esclavos. Por
consiguiente, el hombre negro estaba sometido a una rigurosa endogamia Los Libres: el tiempo de la genealogía
racial, pero era empujado a una promiscuidad constante y diseminada,
mientras que la mujer negra, aunque fuera obligada a pasar tanto por la A causa de las características de las relaciones sociales en los campa-
endogamia como por la exogamia racial en sus sucesivas relaciones, cons- mentos mineros e incluso en las plantaciones, los esclavos recién liberados
tituía siempre un punto de identificación social y afectiva para sus hijos. partían para ocupar los ríos secundarios del Chocó en pequeños grupos,
Esto conlleva a una fuerte valorización colonial de la maternidad negra formados en su mayoría por hermanastros y hermanastras del lado ma-
(biológica y social), opuesta a la negación radical de cualquier paternidad terno, algunos de los cuales ya estaban casados y viajaban acompañados
codificada y socializada para el hombre negro, negación que lo constriñe al por sus respectivos cónyuges. El periodo en que comenzó la ocupación del
papel único de progenitor biológico múltiple. Esta sobrevaloración colonial Capá (aproximadamente entre 1865 y 1875) nos indica la profundidad ge-
94 95
Capítulo 111 La organización social "Ubre" del Chocó: Unidades constitutivas y sistema social'
nealógica de la comunidad: entre los primeros ocupantes y la actual clase aquí veremos que dicha regla no seguirá la tendencia de lo "dado", sino
de edades entre los 10 Y los 20 años (en 1985 su inmensa mayoría todavía que instituirá un nuevo tipo codificado de red.
no se ha casado), se cuentan cinco generaciones. Dos viven en su mayoría, No se puede establecer claramente si las primeras parejas del Capá se
y algunos cuantos representantes de la tercera generación, que forman un formaron antes o después de su instalación en las riberas del río; lo más
reducido grupo, con edades entre los 75 y los 90 años. probable es que parte de las uniones se habían realizado con. anteriori-
Los cerca de 3,500 habitantes que conforman la comunidad del Capá dad, y que las parejas venían acompañadas por los colaterales maternos
comparten en su casi totalidad una veintena de patronímicos que --com- respectivos de cada cónyuge. Como ciertamente se dieron los dos casos,
binados en duplas según las diferentes alianzas matrimoniales- designan veamos más de cerca estos primeros matrimonios que dieron nacimiento
y expresan los troncos de descendencia bilateral, así como los vínculos a la comunidad de Capá. Los dos hermanos Tapias se casaron con dos Ro-
de alianza establecidos entre ellos mediante los sucesivos matrimonios. dríguez, y, su hermana con un Arias. Dos otros hermanos Arias se casaron
Como el modo social de inserción privilegiado de un recién llegado puede respectivamente con una Serna y una Machado, mientras que un tercer
haber sido el matrimonio con un miembro de las familias ya instaladas, las hermano Arias se casó con otra Arias que podía ser su prima hermana por
uniones de las sucesivas generaciones nos brindan igualmente un ángulo el lado materno, pues una hermana Arias se había establecido en el Alto
de lectura del orden de y la época de llegada.de los diferentes fundadores Andágueda después de haberse casado con un Rodríguez de ese río. Entre
de familias, así como de su condición matrimonial en el momento de su los Machado no había sino un hombre --casado con una Prado que llegó
llegada. junto con un hermano desde el Alto Andágueda- y dos mujeres: una se
Según dicen los viejos, las primeras familias llegadas al río Capá fueron casó con un Cuesta, que presumiblemente no tenía hermanos; la otra, que
los Tapias y los Machado, provenientes respectivamente de la zona Pacífica desposó a un Arias, transmitió su único patronímico a un hijo que tuvo
del Cauca y la de explotación aluvial de Antioquia. Poco después llegaron antes de casarse. Una de las hermanas Rodríguez también tuvo un hijo
los Arias, los Serna, los Cuesta y dos hermanas Rodríguez, oriundas de la fuera del matrimonio y que sólo conservó el patronímico materno. Final-
zona de lavado de oro colonial del río Andágueda (alto Chocó). Según las mente, el hermano Prado se casó con una Serna.
coincidencias entre los relatos de los ancianos, a veces un poco contradic- Al examinar en detalle estos primeros matrimonios, que fundan un mi-
torios, sobre losmatri'monios de la primera generación, se puede inferir crocosmos parental, sc vc cómo emergen ciertas tendencias matrimoniales,
que en lugar de familirls, se trataba tal vez más bien de grupos de herma- las reglas de descendencia y de residencia, los límites de la endogamia local,
nastros con un solo patronímico. No es sino a partir de la 'generación de
las modalidades y la orientación geográfica de la exogamia. En las genera-
sus propios hijo~ que s~ generaliza la posibilidad y la costumbre de llevar
ciones siguientes se fueron precisando y afirmando estas tendencias.
juntos los patronímicds paterno y materno, tanto en el Capá como en
todo el Chocó, marcando así para el hombre negro la emergcncia de una Una tendencia esbozada es la de doblar el matrimonio entre dos grupos
paternidad codificada. La importancia histórica y simbólica del patroní- de colaterales ribereños --como por ejemplo los dos matrimonios Thpias-
mico, cuyas vicisitudes, ofrecen una lectura de los cambios sociales en este Rodríguez- así como entre un grupo de familias ribereñas y una familia
universo, contribuye ciertamente a explicar la importancia que tiene hoy de otra zona, como lo demuestran los dos matrimonios con una hermana
en día el idioma patronímico para la clasificación negra de las relaciones y un hermano Prado, llegados del alto Andágueda, y el de una hija Arias
sociales en términos de parentesco? que se establece allí. Estos últimos casos ilustran igualmente la dirección
que tomaba la exogamia que aquí podríamos llamar "zonal": el grupo del
De este modo, los fundadores de la comunidad se presentan en su ma-
Capá le da una mujer a otra comunidad a cambio de dos hombres (~e;'
yoría como grupos familiares compuestos por hermanastros uterinos de
hecho, que desconocen su ascendencia paterna. De allí, los primeros matri- diante el matrimonio uxori-local). La descendencia de estos tres personajes
monios habrían podido establecer una regla de descendencia que mantu- estará ligada por una relación de primos cruzados. Su eventual matrimo-
viera, consolidara y codificara esta potencialidad matrifilial. Sin embargo, nio seria a la vez endogámico (de parentesco) y exogámico (de río).
97
96
CapitulO 111 La organización social "Ubre" del Chocó: Unidades constitutivas y sistema social
El ejemplo del hermano Prado que se establece en el río de origen de su crea núcleos socio-espaciales dentro de una unidad ribereña amplia y.flui-
mujer inicia una tendencia que se ampliará en la generación siguiente y da, unidad cruzada por vínculos de consanguinidad y de alianzas entre los
que formará una de las fuentes de crecimiento de la comunidad en esa épo- troncos de descendencia no unilaterales, con familias restringidas disemi-
ca: el carácter "uxori-fluvial" de la residencia matrimonial. 1endrá como nadas a lo largo del río.
consecuencia la incorporación de la descendencia a la comunidad en una La comunidad se instala entonces en una dispersión residencial dentro
forma completa, lo que determinará el derecho y la práctica de ocupación,
de una unidad más amplia. El número de la descendencia adquiere ima im-
de explotación y de transmisión de los recursos. En efecto, si los derechos
portancia primordial para una estrategia matrimonial tendiente, por una
de usufructo les son reconocidos a los descendientes de un padre o una
parte, a solidificar un microcosmos de parentesco particularmente estre-
madre, originarios de un río en el que habían ocupado un yacimiento o un
cho mediante los matrimonios entre primos matrilaterales o patrilaterales
terreno, pero que lo han abandonado para casarse o establecerse en otra
-veremos en la segunda generación varios matrimonios que repit'en en un
comunidad, los derechos completos de usufructo permanente y de trans-
misión de yacimientos y de terrenos no son adquiridos por los descendien-
u
sentido otro el de los padres-, y que por otra parte trata' de diversificar
las uniones, con el fin de emparentarse por la vía del matrimonio al máxi-
tes, de no mediar la primera ocupación y trabajo conjunto y común de la
mo de familias del río.
pareja parental8 • Esta conjunción entre matrimonio, residencia y explota-
ción común de recursos para su transmisión completa tiene el efecto de Vnnos en la primera generación un grupo familiar Arias que iniciaba la
incitar al matrimonio y en cierta medida de estabilizarlo. Pero este efecto tendencia de casarse entre primos de primer grado. Esta tendencia se acen-
se desarrolla a través de una práctica residencial uxori-centrada, es decir, tuará en la generación siguiente y en la tercera. Fue así como un hijo de
que la mujer constituye el elemento residencial decisivo. Aunque esta ten- esta primera unión Arias-Arias se casa con una prima patrilateral, y otro
dencia no se vuelve nunca una regla imperativa, prevalecerá en la nueva t . Arias, primo del primero, se casa con una matrilateral cruzada. Un hijo
comunidad durante cierto tiempo. del matrimonio Arias-Machado se casa con una Machado (prima cruzada
matrilaterall, mientras que sus hermanas y sus otras primas conciertan
Esto muestra hasta qué punto el fin de la esclavitud se presenta como
matrimonios diversificados con miembros de todos los troncos presentes.
un corte: las nuevas comunidades y su sistema de parentesco parecen cons-
Entre los descendientes de los dos matrimonios Thpias-Rodrfguez, ub.o 'de
tituirse en una discontinuidad radical en relación con el destino esclavo de
los hijos se casa con una prima paralela matrilateral(que va a buscar al
promiscuidad no codificada, de uniones furtivas y fugaces, de insolidari-
alto Andágueda donde tiene tíos y tías' maternosl. Otros dos hijos de la
dad entre los dos sexos. Los nuevos matrimonios se convierten en la base
unión Thpias-Rodríguez se casan con dos hermanas Prado-Serna. Esta ge-
yen el punto de pllrtida,de un modelo de parentesco, cuya regla emergente
neración ve la llegada de Abraham Gutiérrez de la costa Pacífica del Chocó,
de descendencia no-unilineal no se debe solamente a la imitación del ideal
quien se casa con una Arias-Serna y funda el tronco Gutiérrez-Arias~ El
hispánico, al simbolizar, el acceso a la condición de hombres libres. Consti-
tuye también una respuesta adecuada a una situación de vacío' a nivel del apellido Rentería -del alto Andágueda- llega con una esposa Arias, pero
matrimonio y de ia co~aguinidad patrilateral¡ vacío heredado'de la época que le ha dado su único patronfinico a un hijo nacido fuera de esematri-
de la esclavitud. Paralelamente, este esbozo de regla subyacente expresa monio. Se registra también otro grupo familiar del alto Andágueda; el de
una imperiosa voluntad social, tanto para codificar al máximo la descen-
- ~ Gonzalo Ríos que llega solo y se casa cón una Arias; después, uno de·sus
dencia y la colateralidad en primer grado, como para incluir también un sobrinos (hijo de un hermano que permaneció en Andágueda) se casó con
máximo de personas, dentro y fuera de la comunidad ribereña, en una una sobrina de su esposa (hija de un hermano) y se establece en el Capá.
periferia de parentela, basada en la unilateralidad (definida por el padre o Para terminar, otros dos solteros, también del alto Andágueda, un Ma-
la madre). Esta red fluida y menos codificada de las relaciones se convierte turana y un Mosquera que se casan cada uno con una Thpias, forman el
en vínculos preferenciales de intercambio. aporte exterior de la segunda generación.
La bilateralidad de la ocupación y de la explotación de los principales ¿Qué pasa en esta generación con la estructuración de .las tendencias
recursos de subsistencia que origina los plenos derechos de su transmisión, que rigen el sistema de parentesco? La nomenclatura bi-patronfmica de
98 99
Capítulo 111 La organización social "libre" del Chocó: Unidades constitutivas y sIstema social
la descendencia bilateral se precisa, así como la "uxori-fluvialidad" como campo siempre re-actualizable, que une supuestamente de manera flexi-
práctica residencial; los hombres que vienen del exterior establecen su re- ble, de tronco en tronco de descendencia, a todos los que tienen el mismo
sidencia matrimonial en el Capá. Además, la tendencia de casarse entre patronímico en particular y a todos los negros del Chocó en for~a más ~e
primos hermanos, sobre todo matrilaterales cruzados o patrl1aterales pa- neral. Esta práctica de matrimonios orientados por el patronímICO comun,
ralelos, se sigue presentando en la mayor parte de los troncos, lo que tiene facilita también la codificación y la incorporación del vínculo nuevo, no
como consecuencia, en el nivel de la transmisión de patronímicos, la repe- sostenido por una unidad de residencia común, en la memoria genealógic(i
tición de dos apellidos idénticos (por ejemplo, Arias-Arias). Esta tendencia de las dos comunidades, y al mismo tiempo permite la extensión de éstas
-salvo precisamente en el caso de la familia Arias, en la que parece muy hacia los recursos de subsistencia fuera del espacio ribereño.
pronunciada- está representada cuando más por un matrimonio por ge-
Paralelamente, en la tercera generación se da también la incorporación
neración en un tronco de descendencia. La repetición del matrimonio de un
mediante el matrimonio de solteros llegados del exterior. Los tres herma-
hermano o hermana mayores, que parece hacerse mayoritariamente entre
nos Copete proceden de Quibdó; dos se casan con dos hermanas Machado,
colaterales del mismo sexo, parece igualmente consolidarse como estrate-
el tercero nunca, a causa de una enfermedad. Un Guevara del litoral Pací-
gia matrimonial, lo que cristaliza el intercambio entre dos grupos familia-
fico se casa con una Serna, y sus dos hermanas lo hacen respectivamente
res en forma diádica. Y finalmente, la dirección preferida de la exogamia
con un Ríos y un Arias. Un Bejarano, originario también del alto Andá-
parece fijarse en la región del alto Andágueda -en la tercera generación gueda se casa con una Rentería, y un Garrido de la lllÍsma comunidad se
con un aporte menor del Atrato medio, Quibdó y llor6-, y sobre todo establece en Capá con su esposa, una Obregón del alto Andágueda , •seguida
hacia los grupos familiares con algunos de sus miembros ya parte de los
por su hermana que se casa con un Gutiérrez.
fundadores de la comunidad de Capá.
Es esta tercera generación la que concentra una parte del espacio resi-
Es así como -para citar una constelación matrimonial particularmen- dencial en la "colina" de Villa Claret; la agrupación de las casas en "barrios"
te clara en este aspecto, pero que está lejos de ser la única en esta ge- expresará allí espacialmente tanto la formación de troncos no-unilaterales
neración- se detecta a una Thpias que se casa con un Rodríguez, de la de descendencia como la orientación de sus matrimonios. Thmbién es esta
familia Rodríguez del alto Andágueda y que se establece en Capá. Uno de generación la que inició en la década de 1950 los grandes despla::amient~s
sus hijos se casa con una prima cruzada matrilateral y otros dos, contraen hacia zonas del medio Chocó (Bebará) y hacia el área de explotaCIón alUVial
matrimonio con dos hermanas Mosquera que traen del alto AIÍdágueda; del vecino departamento de Antioquia, donde las parejas ocupan nuevos
los demás hijos diversificim al máximo sus matrimonios, tanto nentro de yacimientos auríferos. Y son también ellas, las que acentuarán una ~e~den
la unidad ribereña como en el exterior, sobre todo en lloró, Quibdó y el cia que se irá intensificando en la genera9ón siguiente: el establecIm~ento
alto Andágueda, preferentemente con familias que tienen uno de los pa- a largo plazo de algunas familias restringidas por fuera de la comumd~d,
tronímicos ya pres~ntes en el Capá. Esta última orientación matrimonial, al principio en algunos lugares de origen de miembros de la generaCIón
aunque signifique eI inicio de una reciprocidad continua entre las familias precedente, tales como lloró o Quibdó -<londe se agrupan unos cerc~, de
pertenecientes a cOIpunidades ribereñas de la misma zona regional, crea al otros en dos barrios periféricos-, y luego en la zona minera recientemente
mismo tiempo un éampo de matrimonios en la frontera de lo eXogámico ocupada de Zaragoza en Antioquia.
y lo endogámico, y ello bajo dos modalidades. O bien existe entre los dos Las modalidades matrimoniales de estos establecimientos fuera de la
grupos de parentesco una relación de consanguinidad precisa, codifica- comunidad son de tres tipos: o bien una pareja formada en el Capá, se ins-
da y conocida, en las dos generaciones precedentes; se trata entonces de tala y ocupa a la vez terrenos y yacimientos auríferos aún no ocupados en
unir mediante el matrimonio dos pat;entescos de un tron~o de descenden- otra zona; o un soltero encuentra una esposa en otro río y se establece allí;
cia común, separados por la residencia. O bien el patronímico común no o también una mujer de Capá se establece en la comunidad de su marido.
corresponde a ninguna relación de parentesco precisa y conocida entre Estas partidas no constituyen ni una pérdida de miembros para la comu-
los dos grupos familiares; pertenece entonces a ese campo de parentesco nidad, ni una forma insidiosa de disgregación. Las uniones exogámicas, en
difuso, cuya potencialidad y representación se heredan de la esclavitud, efecto, hacen parte ya sea de un campo de reciprocidad de intercambio con
100 101
Capítulo 111 La organización social "libre" del Chocó: Unidades constitutivas y sistema soclál
nidad significa un aumento de su riqueza potencial de relaciones codifica..;
las mismas comunidades ribereñas, o del parentesco difuso, que se supone
das. Pero los limites ecológicos y sociales 10 de los espacios explotables por
vincula a todos los chocoanos.
la dispersión y el alejamiento que significa el viaje -estrategia social de di-
Además, la dirección de esta exogamia y estas partidas de familias res- versificación y de fluidez- incitan hoy en día a la comunidad a condensar
tringidas apunta hacia zonas con las cuales el resto de los miembros de y unificar su espacio habitado a lo largo del río. Al mismo tiempo, puede
la comunidad ribereña se comunica de manera regular mediante diver- ampliarse, tanto mediante la práctica exogámica como de la primera ocu-
sas clases de viajes: estos espacios constituyen ya sea lugares de apertura pación de los espacios de explotación aluvial, cada vez más lejanos por pa-
articulados a la red socioeconómica del mercado nacional (Quibd6) o in- rentelas endogámicas asociadas, y generalmente vinculadas por repetidos
trazonal (Uoró), o conjugan aquella con la lógica social comunitaria (los matrimonios entre dos grupos de colaterales.
ricos yacimientos aluviales del bajo Choc6 o de Antioquia), constituyendo
ambas la extensión periférica de la comunidad por la institución !le la ex- La cuarta generación prolongará todavía más las estrategias matrimo-
plotación aluvial. De este modo, el parentesco se articula en torno ~ los dos niales y de ;esidencia de las generaciones precedentes: el matrimonio de
núcleos culturales fundadores de ese universo: el oro y el viaje. Entre más primos cruzados matrilaterales o de primos paralelos patrilaterales (más
se tienen parientes lejanos o de primer grado más se viaja: se tiene aloja- frecuente en las familias Tapias y Arias que en las demás), la repeticiÓn dei
miento y el acceso a los recursos de subsistencia asegurados por el tiempo matrimonio de un hermano o hermana mayores. Al lado de estos ma-
que sea necesario. trimonios fuertemente endogámicos, los demás siguen mostrando una
tendencia a la diversificación, tanto al interior como al exterior de la
Recíprocamente, los miembros exteriores vuelven cada año para parti-
comunidad.
cipar en las fiestas colectivas del Santo Patrón, la Semana Santa y Navidad;
y a menudo contraen, por el bautizo de hijos, nuevos vínculos de compa- Es interesante evocar brevemente los casos -poco numerosos- de ca-
drazgo que profundizan su arraigo en la comunidad. paseños que al establecer una residencia extra-comunitaria no lo hacen
dentro de los limites regionales. Solteros, se establecen ya sea 'en el capital
La estrategia matrimonial ideal que se deduce del examen de estos datos
del departamento vecino de Antioquia (MedelUn), o en las ciudadescosk-
para cada generación, consistiría entonces en realizar, en una herlllilndad
rélS de -¡\\l'ho, CiU'tagena y Buenaventura, o también en loS departamentos
del mismo padre y la l!lismam~l(lre, tres tipus de matrimollio: lIlla ~Ulióll
andinos vecinos, donde contraen matrimonios no sólo extracomunitarios
con una prima matrilateral cruzada o patrilateral paralela; otros con co-
y extraregionales, sino incluso mixtos desde un punto de vista "racial""
laterales de una misma familia, repitiendo el matrimonio de un hermano
es decir, se casan con blancas o mestizas andinas_ La conjugación de estos
o una hermana; y en cuanto a los demás, una diversificación de los ma-
dos factores -de los cuales el segundo nunca se da sin el primero, que a
trimonios, con el fin de vincularse al mayor número posible de familias
su vez puede darse sin el segundo, en cuyo caso el retorno siempre es po-
comunitarias. Esta apertura de los matrimonios prosigue hasta la Cuarta
sible- hace que vayan perdiendo el sentido de pertenencia las dos partes:
generación con la concl,usión de por lo menos una unión exogámica extra-
tanto la comunidad como el individuo. Es claro que la sociedad negro-co-
comunitaria por familia restringida ..
lombiana del Chocó fija en este punto los límites de su flexibilidad y de su
Es evidente que para realizar este ideal extremadamente diversifi- crecimiento.
cado, teniendo en cuenta igualmente la mortalidad infantil9 1<1 des-
cendencia debe ser lo suficientem~nte numerosa. Además, si c~da niño ***
implica por lo menos un matrimonio posible, también es la base de una ¿Cuáles son las características generales que vemos surgir a partir de
relación de consanguinidad ficticia de sus padres mediante la institución estos datos? En primer lugar, en el nivel de las aliímzas matrimoniales, el
del compadrazgo. ~istema parece multiplicar las posibilidades. No existe ninguna regla pres-
La comunidad de co-residentes de un río se manifiesta entonces menos criptiva para los matrimonios, ni ninguna fórmula global de repartición
como una unidad de producción de bienes que como una de producción entre cónyuges posibles y prohibidos; esta última categoría no incluye sino .
máxima de relaciones codificadas; asf, la riqueza demográfica de la comu- a los hermanastros del mismo padre y, de la misma madre o a los uterinos.
102
1°3
Capitulo 111 La organización social "Ubre" del Chocó: Unidades constitutivas y sistema social
La red de matrimonios se compone, en la práctica, de núcleos de uniones cial formal, y que tras salir de la esclavitud enfrent~ron el ret~ de ocupar
cercanas -repetidas en forma diádica entre dos grupos de colaterales, o tierras prácticamente deshabitadas. Las característIcas ecológIcas d~ este
de padres e hijos (prima cruzada matrilateral o primo paralelo patrila.., hábitat así como el pasado social de los nuevos ocupantes, los empujaron
teral)- rodeadas de matrimonios "expansivos", en círculos concéntricos a una ~conomfa de extracción, poco compatible con un territorio local, y
de proximidad social (y no solamente genealógica) decreciente. Dentro de con la conformación de gruposlocales delimitados de una vez por todas.
esta óptica, la unidad ribereña constituye la parte central, la más densa de El deseo de movilidad surgido como contrapunto de la esclavitud pudo in-
esta red de matrimonios y de consanguinidad. En el nivel de la filiación, no sertarse entre las opciones ofrecidas por el carácter ecológico de la regió~ y
existen grupos de unifiliación, ni tampoco límites intrÚlsecos asignados a por el saber tecnológico de los nuevos "libres". Por otra parte, e~ atractivo
los grupos de parientes. Así pues, por la polivalencia de las relaciones de del modelo de descendencia bilateral hispánico que prometía remtegrar al
parentesco, el sistema tiene una considerable capacidad de reabsorción, e hombre negro en una esfera de paternidad codificada, sin excluir a la ~u
igualmente permite la expansión. Por ende, aparece como flexible y abierto jer negra, fuente de identificación social colonia~ y .punto ~e ~ondensaClón
al azar de las circunstancias demográficas e históricas. La ausencia de re- de las relaciones sociales y afectivas, pudo constituIr otro mCltante. En fm,
glas prescriptivas de residencia refuerza esta flexibilidad; la forma predo- la percepción ulterior de la movilidad interfluvial de los indígenas en busca
minante de su práctica en cada río es neo-local, pero el sistema mantiene de una esposa o de un terreno lejano a que tenían derecho por. vía d~ des-
su laxitud frente a los límites (incluso en las zonas residenciales) entre las cendencia paterna o materna, debió también ser un a~oy~ delld~ bilat~:
diferentes comunidades locales. ral y un punto de partida para la orientación exogánuca mtra-étnica.
Estas cara,cteristicas parecen cQrresPQnder a ~m sistema de oricntm:ión Sin embargo, la atomización y la ausencia de codificación genea~ógica
cognática. Siendo rigurQ)jos, purct:e Í1nprud¡;nte hablar ~k un "istcma cog- y social en la raíz de la existencia negra libre pudieron al mismo l1cmpo
nático, pues no hemos hecho un examen minucioso de las condiciones empujar al fortalecimiento de una parte de los VÚlculos codificados, por
terminológicas. Pero evidenciar esta orientación del sistema negro-colom- la tendencia a repetir los matrimonios de los parientes o de los herIn:anos
biano del Chocó permite confrontar el tronco bilateral negro y sus estrate- y hermanas mayores Y casarse dentro de un mismo g~upo familiar. Un
gias matrimoniales con el"chapakau", grupo de descendencia bilateral de primer esbozo de esta práctica se observa desde la coloma, cuando el ví~
los Emberá, cuyo sÍstema global también ha sidofiescrito como cognático. culo de consanguinidad ritual del compadrazgo se "traduce" en un matrI-
La flexibilidad de este último se manifiesta en una atomización residencial monio entre los descendientes, con la creación de núcleos de matrimonios
una constante movilidad, y la resolución de los conflictos intra-étnicos co~ cercanos. Esta tendencia separa el sistema de parentesco negro del sistema
rupturas y reagrupamientos de grupos ribereños de parentesco. Emberá. Es más, según informan los ancianos negros, se puede suponer
El paralelismo entre los dos sistemas no puede ser explicado como un también que los perpetuos conflictos intra-étnicos que desga:r.a~an las
simple "préstamo" tomado de los indígenas por los negros. La rigurosa parentelas residenciales indígenas, llevándolos a constantes dIVISIones y
separación lingüística, residencial y sexual que rige sus relaciones desde reagrupamientos, pudo generar un sentimiento ~e repudio que animó más
hace siglo y medio en esta zona chocoana contradice esta hipótesis, tanto a los negros a incluir en la fluidez de su sistema núcleos más densos de
más si se considera que los matrimonios interétnicos siguen siendo firme- solidaridad genealógica y residencial.
mente prohibidos por ambos y que la transgresión -muy rara- de esta La otra diferencia mayor entre los dos sistema~ es de naturaleza termino-
prohibición coloca a la pareja así constituida al margen del código de los lógica: se trata de la predominancia entre los negro-colombianos del ~istema
dos sistemas de parentesco y de los espacios residenciales de cada grupo. patronímico, sobre una terminología espafiola, presente pero demaSiado rí-
Nos parece más bien que una conjunción de factores convergentes expli- gida y unívoca para la clasificación de las relaciones de pa~entesco. Ambos
ca la orientación cognaticia del: parentesco entre los negro-colombianos sistemas igualmente opuestos a la terminología clasificatona Emberá.
del Chocó. La flexibilidad estructural y la capacidad de reabsorción y de
Sin duda alguna, en lugar de ser un préstamo de los indígenas, se trata
expansión de este tipo de sistema fueron sin duda esenciales para estos
más bien de una relación dinámica de atracción-oposición basada en una
conjuntos atomizados de individuos, desprovistos de cualquier lazo so-
I04
CapitUlO 111 La organización social "libre" del Chocó: Unidades constitutivas Y sistema social
herencia histórica diferente que también marcó poderosamente esta "elec- patronímico al hijo, éste tendrá el patronímico único de su madre yse
ción" estructural de los negros. Pero también atestigua de la existencia de unirá exclusivamente al tronco de descendencia de ella. En el caso de que
una capacidad de innovación que hace surgir una nueva lógica de conjun- la madre se case con otro hombre, es frecuente que tome el p'atronímico
to entre materiales culturales de distinta procedencia. de su padrastro yse una a la descendencia común de la pareja. Además, si
el progenitor es de la misma unidad ribereña que la madre, la comunidad,
Hay una característica del sistema de parentesco negr<;1-colombiano
según su lógica interna, obligará al hombre a asumirse como padre cons-
cada vez menos frecuente, más perceptible en las estrategias matrimo-
truyendo,una casa neo-local para la madre, y asegurando así la unión del
niales que en la filiación. Se trata de la poliginia en sus dos modalidades
niño a dos troncos de descendencia.
residenciales: la unidad poligámica de residencia, y la residencia por gru-
po matrifocal. En pocas palabras, las uniones poligínicas, a diferencia de Dicen los ancianos del Capá que antiguamente la poliginia era más fre-
la separación y de un nuevo matrimonio -uniones sucesivas que tam- cuente en la comunidad; ahora sólo hay cinco grupos familiares basados
bién existen en la sociedad negro-colombiana-, son multi-matrimonios en ella11. Sin embargo, ésta no parece haber tenido jamás un sentido obli-
simultáneos. La consideración de esta modalidad matrimonial no modifica gatorio, como tampoco parece haber estado ligada a un estatus definido
nuestro unálisis en el sentido de su orientación cognaticia. En cambio sí dentro de 'la organización social. No obstante, es evidente que tanto la
n()s ayuda a precisar los límites comunitarios, y además parece introducir co-existencia de los dos matrimonios, como el número particularmente
1ft cuestión de la africanidad en pI sísteml1. Según Velá7.qucz, la poliginia importante de la descendencia así ohtenida tienen el efecto de multiplicar
constituye crccUvall1cllll' una "$llp,~rvivcnda", COllCl'ctmncntc de la cullu- para el Ego los campos de intercambio estruclurados por el parentesco
ra bantú de la región del Congo. Pero, sea o no cierto, esta forma matri- (consanguíneo, matrimonial y ritual) y hacen así posible una acumulación
monial se encuentra enmarcado dentro del sistema negro-colombiano, y de relaciones codificadas que conjuga lo que los negros llaman la ''riqueza''
es sólo en estos términos que puede ser analizada. del individuo y la de la comunidad. Esta representación de la "riqueza"
-término que nunca utilizan para referirse a las posesiones materiales-
La comprensión de la poliginia nos parece ligada tanto a la naturaleza es una abundancia de relaciones codificadas que está ligada al prestigio
del matrimonio en el Chocó como a la representación cultural del pleno comunitario. Concuerda con la norma culturál que fija el principio de la
desarrollo individual y de prestigio. En primer lugar, la inmensa mayoría edad adulta, el de la plenitud individual y sodal tanto masculina como
de matrimonios son uniones consensuales estables cuya legitimidad so- femenina no en el momento del matrimonio sino en el del nacimiento
ciológica y genealógica intracomunitaria no es sancionada por la forma del prim:r hijo, es decir, de la creación de un nuevo "objeto" de relaciop.es
juridico-ritual del matrimonio católico, en la cual la sociedaa dominante codificadas, cualquiera que sea la modalidad dé parentesco social escogida,
fya la forma ideal y legitima de regulación del matrimonio y de la des- bajo la fluidez de las normas que la sociedad ofrece para la codificación de
cendencia. Aunque algunas parejas del Chocó rural se casan por la Iglesia
la descendencia,
-ante la permanente insistencia de los misioneros-, esto no modifica
en nada el sentido que dan a estos matrimonios, como tampoco el siste- La poliginia intracomunitaria uniresidencial (representada por tres fa-
ma de actitudes entre los cónyuges y entre las generaciones. Esta sanción milias poligínicas del Capá) significa un grupo de parentesco unilocal com-
jurídico-religiosa del matrimonio tampoco introduce una jerarquía entre puesto por un marido, dos (o eventualmente tres) co-esposas Y su descen-
los descendientes ("legítimos" o "ilegítimos", de acuerdo con la termino- dencia. La procedencia de las esposas puede ser endogámica o exogámica.
logía dominante). Es decir que, en el universo social negro del Chocó, se Así, las dos esposas co-residentes de un Mosquera son primas cruzadas
habla de "hijos naturales" -sin ninguna connotación peyorativa ni nin- matrilaterales (una Arias Thpias y una Tapias Rentería); además, el matri-
guna actitud discriminatoria hacia ellos- solamente en el caso de que se monio con la primera es simétrico con el de un hermano Arias Thpia's con
trate del fruto de una relación que no haya estado acompañada por una la hermana del esposo Mosquera. Se da entonces un intercambio intensi-
cohabitación pública o que no haya sido ocasión para la construcción de ficado de mujeres entre dos troncos de descendencia, pero aquí la poliginia
una casa por el hombre, la cual pertenece principalmente a la esposa. Si introduce un desequilibrio a favor del "tomador" Mosquera, que toma
el progenitor ha desaparecido de la vida de la madre sin haberle dado su en efecto dos mujeres del mismo tronco de descendencia, pero no le-da a
106 I07
Capítulo 111 La organización social "libre" del C~ocó: Unidades constitutivas y sistema social
-·li\ :~;
F
éste sino una. Sin embargo, no es el que da dos 'mujeres sino el que hace el una diversificación de los matrimonios, pero esta vez centrada en torno
papel de doble tomador el que adquiere prestigio; gracias ante todo al nú- a la mujer. Sin embargo, el grupo de descendientes colaterales unificado.
mero de su descendencia, y también a ese poder mágico individual que le por el patronímico materno es nominalmente bilateral; pero en el nivel el",
atribuye esta sociedad a cualquier hombre que logre establecer y mantener sociológico tiende hacia una definición matrifocal, en ocasiones tocando el
estable una poliginia residencial en la que las esposas se entiendan entre límite de la matrilateralidad; y será la autoridad de los padrinos, a menudo
ellas y con el marido. escogidos entre los tíos maternos o entre los tíos abuelos maternos, la que
La segunda variante de matrimonio en una unidad poligámica co-re- equilibre la ausencia paterna, sobre todo durante los períodos en que la
sidente está representada en el Capá por dos casos. Aquí las dos esposas madre se encuentre sin compañero.
proceden de la unidad endogámica del río, pero el parentesco entre ellas Las uniones sucesivas constituyen, en efecto, un modo de diversifica-
es difuso; es el que no está codificado ni en el nilJlCI del Ego, ni en el de las ción de los, matrimonios con un número considerable de descendientes,
dos generaciones precedentes, campo que se expresa por la frase recurrente
pero sólo a cambio de una pérdida sociológica del vfnculo para que otro
"todos los capaseños somos un poco parientes". También en ~ste caso la
vínculo matrimonial pueda crearse, lo que no es el caso de la poliginia.
poliginia significa una diversificación simultánea de alianzas matrimo~a
Además, si la descendencia numerosa es un objetivo alcanzado en este caso
les comprometiendo tres troncos de descendencia a la vez.
para la mujer y su tronco de descendencia, no lo es para el hombre que,
La tercera variante de la poliginia juega sobre dos registros, uno en- al romper el vfncúlo, desplaza su descendencia hacia la matrifocalidad,
dogámico, el otro exogámico, Es así como una de las dos esposas procede de tal suerte que pierde y hace perder a su tronco de descendencia gran
de un tronco de descendencia ribereño y la otra de una de las zonas en el parte de su paternidad codificada. Se puede entonces considerar que la
límite de la endogamia y la exogamia -Lloró, Quibdó, el alto Andágue- estrategia matrimonial y el grupo de parentesco matrifocal resultantes
da- que rodean en círculos concéntricos a la comunidad. Si la residencia constituyen en cierta forma la periferia del sistema negro-colombiano de
de este grupo doméstico se encuentra dentro de la comunidad capaseña, el parentesco en la medida en que el intercambio entre grupos familiares se
hombre obtiene parientes de primer grado, tanto en el río como en el ex- debilita a costa de una individualización de las uniones, corolario de una
terior y le hace ganar a la unidad ribereña una mujer, o mejor, una madre pérdida masculina de la descendencia. Todo sucede como si después de la
que le dará descendientes.
unifiliación matricentrada de hecho, que marcó el destino de los esclavos,
La residencia de estos grupos poligínicos puede también ser plural en el esta especie de deslizamiento hacia la matrifiliación no dejará de poner en 1:.
interior de la comunidad y ordenarse en este caso en torno a cada esposa tensión el sistema de parentesco negro-colombiano. Ver en ello una even-
que vive con sus hijos en una casa que le ha construido el hombre; éste tual "supervivencia" de un sistema matrilateral áfricano es una hipótesis
vive principalmente con una de ellas pero visita con frecuencia a la otra y que ningún dato autoriza con rigor, dada la extrema disparidad étnica
participa económicamente en el mantenimiento de la familia. Otra forma -por lo demás mal conocida- de los orígenes esclavos y de la duración
puede ser la residencia neo-local en la unidad ribereña del marido y una del sistema esclavista.
de sus mujeres, mientras la otra vive en casa de sus padres, taJ)lbién en la
comunidad. En suma, todo parece indicar que desde el punto de vista de la preserva-
ción y de la reproducción de la comunidad ribereña dentro de una fluidez
Las uniones sucesivas que siguen a las separaciones constituyen tam- codificada como en el de la apertura hacia otros conjuntos del mismo tipo,
bién un caso minoritario en las comunidades rurales del Chocó, pero son el modelo que conciliaría mejor todos los objetivos culturales subyacen-
más frecuentes en las zonas suburbanas de Quibdó. Son el origen de una tes 12 y hacia los cuales parecería tender la comunidad en el conjunto de sus
descendencia nominalmente no-unilateral de hermanastros cuyo princi- sistemas de parentesco sería la poliginia con una mujer cercana y una mu-
pio unificador es el patroriímico materno. Esta descendencia se constituye jer proveniente de otra comunidad, pero residente en la primera. En efecto,
entonces en una simetrfa inversa a la que proviene de los matrimonios este modelo prestigioso pero minoritario es el que armoniza más la exi-
poligínicos. Se trata de una estrategia matrimonial que lleva también a gencia de la multiplicación de los matrimonios sin "pérdida" -mediando,
108
10 9
Capitulo 111
La organización social "libre" del Chocó: Unidades constitutivas y sistema social
además, una apertura exogámica- y la maximización de la descendencia, parentesco por adopción substituye la estructura de parentes~ol ... ] vol-
tanto para el hombre como para la mujer, lo que está emparentado con la viéndose lo que es el parentesco cognáticol ... l, el parentesco r~tual co~
codificación de la paternidad y la estabilización del carácter bilateral de la pleta dicha estructura; es lo que el parentesco cognátic~ aspm,l ser. sm
descendencia. conseguirlo". Además, también desempeña una de las funCiOnes que r.¿mtz
y Wolf le han atribuido: "l ... ] consolidar horizontalmente las relaCiOnes
Al término de esta exploración del sistema de parentesco negro-colom- . . da d rural''' 3 .
sociales entre los miembros de una nusma vecm
biano, nos encontramos decididamente lejos de las imágenes caóticas de
una "familia matrifocal" exclusiva y una paternÍdad únicamente biológica El compadrazgo es una relación de respeto que crea un intercambio per-
del hombre negro, considerado como un vagabundo sexual irresponsable e manente de bienes y servicios. Implica ya sea a dos parejas, o una madre y.
irreprensible, imagen perfilada por algunos autores influyentes de media- una pareja, así como a un niño, y en el Chocó sólo puede ser establecido en
dos del siglo XX, sobre la costa Atlántica y la costa Pacífica colombianas. el bmüizo, segundo rito de paso obligatorio para todo el mundo. Salvo en
Más ¡;¡.llá de una visión impregn¡;¡.da ck prejuicios, es indiscutible que la ) .. los casos e~ que un bebé corre peligro de muerte, éste no tiene lugar antes
tendencia a la inestabilidad de las uniO!1es y a la "matrifocalidad" parece dI.' que el niño haya cumplidQ un año de vida, "cuando ya tiene un poco
más 1\lerle y m{is exl"l'ndid¡1 e11 ¡¡lguna~ Z(lIlas de Colombia donde pred,'- más (k rnlellllimicnto", C0l110 dicen. Antes dI.' dIo no tiene nombre, y por
minan los grupos negros, como en la costa Atlántica y en los tugurios de lo tanto nadie se dirige a él nominalmente. Por lo general, son la madre o
las grandes ciudades costeras. Sólo un estudio minucioso, apoyado en la la abuela materna quienes eligen su nombre, aunque consultan a su padre,
lectura de genealogías precisas relacionadas con las prácticas residenciales, y es de esta misma forma que son elegidos los futuros compadre y co-
haría inteligible el orden subyacente a los grupos de parentesco reales. Sin madre teniendo en cuenta sobre todo las afinidades interpersonales, pero
embargo, entre el postulado de que un sistema de parentesco esté codifica- igual~ente la voluntad de "cuajar" y de volver duradera una relación que
do en su totalidad -codificación que podría ser íntegramente "traducible" a menudo ya se encuentra codificada genealógicamente, pues es sustraída
en el campo sociológico-, y por otra, el de una no-codificación casi ab-
así del conflicto y del cambio.
soluta cuya apariencia se postula ser la estructura subyacente del sistema
de parentesco negro-colombiano del Chocó, sugiere la complejidad de la También los futuros compadres participan en la elección del nombre
relación y de los límites réspectivos de lo codificado y lo no-codificado en y después, durante el rito del bautismo del que son oficiantes, serán ~llos
todo sistema social. quienes lo pronunciarán por primera vez. Mediante este acto de nonuna-
ción, que establece una comunicación con la esfera llamada por los negro-
colombianos "lo divino", el niño nace de alguna forma por segunda vez:
El parentesco ritual del compadrazgo
de un ser indiferenciado de su ascendencia, sin nombre propio, se convierte
La institución del compadrazgo, vínculo de "parentesco ritual, implican- en un ser social nominado, con un parentesco codificado, y su identidad
do una relación codificada de respeto y establecido por ideología católica, y individual ratificada a la vez por "lo divino". Esta transformación ritual
considerablemente difundido en la mayor parte de las culturas mestizas de tt;je un vínculo en el cual "lo divino" está presente tanto entre los padres
la América Central y del Sur, ha suscitado importantes contribuciones de como entre el padrino y la madrina. Para el niño, estos últimos actúan
carácter etnológico, sobre todo en relación con sus funciones sociales, y los como nominadores rituales que cumplen en el nivel del nombre -signo
medios que emplea para llevarlas a cabo, y mucho menos sobre la natura- lingüístico de la individuación- lo que la filiación en el nivel de los apelli-
leza del vínculo así establecido. Por nuestra parte, propondremos aquí una dos -primeros signos lingüísticos del ser social. Lo atestigua el empl.eo del
respuesta a este interrogante, pues la extensión de esta institución en el término "ahijado" para referirse a quien recibe el nombre. Ahora bien, el
Chocó hacia la sociedad indígena nos obliga a proponer un planteamiento compadre y la comadre no se encuentran solos en este acto ritual de nomi-
particularmente agudo. nación: durante todo el proceso ritual están con los progenitores del niño,
En y entre las comunidades ribereñas negro-colombianas, el parentes- yen el desenlace se convierten juntos en co-nominadores, por oposición a
co ritual parece coincidir con lo que describe Pitt-Rivers: "Mientras que el los hermanos, cuyos patronímicos compartidos los colocan en une suerte
III
IlO
Capítulo 111 La organlzacl6n social "libre" del Chocó: Unidades constitutivas y sistema socla.1
de relación de co-nominados. En este sentido resulta licito hablar de una Al contrario de la consanguinidad, el compadrazgo no forma una cade-
relación de consanguinidad ritual entre co-nominadores y de afiliación na; no se transmite como la filiación. Debe reiniciarse en cada generación,
ritual entre los nominadores rituales y el nominado. pero se cristaliza siempre en torno a la descendencia. Estos vínculos, mar..;
cados con el signo de "10 divino", no son transmisibles; por ende, suponen
A nuestro juicio, es difícil omitir el análisis de la naturaleza de este vín-
cada vez un acto que se opone al determinismo de la consanguinidad.
culo -y más particularmente en el Chocó, donde el padrino y la madrina
En este sentido, este parentesco ritual es del orden de "10 constituyente",
son también oficiantes del rito- si se quiere comprender el carácter de la
mientras que la consanguinidad se encuentra en el de "lo instituido". En la
relación que se crea entre los interesados. La comprensión de este vínculo
sutil dialéctica de ambos se humaniza la vida biológica de un ser humano.
en el Chocó implica además apelar a las categorías nativas de "lo divino" y
o Pero, al contrario de la alianza matrimonial-que también es un acto- el
de "10 humano", para la clasificación de las relaciones. El vínculo de co-no-
vínculo de co-nominación es indisoluble e incuestionable. En este sentido;
minación entra en relación, mediante el rito, con lo divino; por ende, toda
se convierte en la imagen de una especie de alianza ideal, de la que estarían
acción mágica -que pertenece por su carácter modificador de las cosas a
excluidos el conflicto, la ambivalencia y el cambio. Un Ego no puede tener
la categoría de "10 humano"- está radicalmente excluida entre los com-
sino un padrino y una madrina, como no tiene sino una vida terrestre;
padres y entre los padrinos y el ahijado, como lo está entre los hermanos
pero tendrá tantos compadres como hijos, porque tiene la capacidad de'
y entre padres e hijo, como si el compadrazgo estableciera una relación de
multiplicar el don de la vida.
consanguinidad. Por la misma raz6n -las relaciones entre los sexos, codi-
ficadas o no, forman igualmente parte del dominio de "lo humano"-, se A este propósito, vale la pena anotar que dentro de la ideología negro-
excluye cualquier relación sexual entre padrino y madrina por una parte colombiana, el pasaje entre el acto de procreación -que lleva el sello de "10
y padres por otra. El orden del sexo es humano, es decir perecedero, sus- humano", de lo cambiable, de lo perecedero, de lo corporal- y su fruto, el
ceptible de ruptura y de cambio. El vínculo de compadrazgo que excluye lo niño, se pasa de una categoría de significación a otra: la vida y su eclosión.
sexual, y al contrario pone en juego el nombre, co-emergente con el alma, Ambas marcadas con el signo de ul0 divino". Por lo tanto, multiplicar el
pertenece por lo tanto a "lo divino", y en ese sentido es indisoluble. En esta acto, ciertamente humano, de engendrar la vida, es también multiplicar
disyunción radical entre ladivino y la sexualidad se basa el recpazo de esta la potencialidad de los vínculos sociales tocados por "lo divino", que no
sociedad a admitir el matrimonio como sacramento, y el horror ante el son perecederos; es realizarse armónicamente en todas las dimensiones del
discurso de los eclesiásticos que relaciona la sexualidad con lo divino. Para ser humano que tienen valor para esta sociedad. S610 esta multiplicaci6n
los negro-colombianos, el alma humana, no perecedera y por tanto divi- permite acceder a la vez a la plenitud biol6gica individual en el placer, a la
na, sólo comunica fuera de los límites del cuerpo, sí perecedero. Así pues, plenitud social de creación de relaciones codificadas diversas y múltiples,
la uni6n de cuerpos no pu~e pensarse en relación con lo divino, y como ya la plenitud religiosa de oficiante múltiple de bautismos, de nominador
la relación dentro de la cual se realiza está en el dominio de "10 humano", ritual. La exigencia de multiplicación de uniones corporales es contraria,
entonces la acción mágica (como la magia amorosa) es lícita en ella. en su lógica, a la valoración de la duración y sobre todo al cierre de la pa-
reja hombre-mujer, de la que únicamente el fruto pertenece a lo divino y
El momento en que se teje el vínculo de compadrazgo es el ritual del
puede crear en torno a sí vínculos que participan de él. Sin embargo, esta
segundo nacimiento del niño, que supone un acto de tipo "divino" por el
representación no implica una valorización privilegiada del niño como tal,
cual surge simultáneamente el alma y el nombre individual;' siendo su
sino más bien la de la descendencia. Igualmente otorga un lugar simbólico
primer nacimiento, o nacimiento biológico, la consecuencia directa de un
privilegiado a los vínculos de filiación y de consanguinidad frente a aque-
acto "humano". El bautismo es entonces un rito de paso para el niño, pero
llos de la alianza matrimonial entre familias.
también lo es para los padres y los padrinos, sobre todo cuando se trata
de un primogénito, o cuando el compadre y la comadre son escogidos por Las estrategias de selección de los compadres trazan espacios relaciona-
primera vez. De objetos de relaciones codificadas, se convierten en sujetos; les donde el conflicto, el cambio y la ruptura deben ser imperativamente
de nominados, en nominadores. conjurados, donde lila supresión formalizada de cualquier sentimiento o
112
Capitulo 111 La organización social "libre" del Chocó: Unidades constitutivas y sistema social
manifestación de hostilidad va a intensificar (al vínculo) con el tiempo". De nombres propios, el hacer latente su individualidad, tanto como cualquier.
este modo, existe una tendencia marcada a constituir al menos una pareja ,1 aspecto íntimo-cuyo signo es el uso del nombre propio- a favor de su
de nominadores rituales de una tía paterna y de un tío materno, lo que du- función ritual compartida de donantes de nombre.
plicará en alguna forma el vínculo de filiación que une al niño con sus dos Para dirigirse a sus padrinos y madrinas, los ahijados alternan -y esto
troncos de descendencia. Además, este vínculo sobrevivirá a una eventual es importante- entre los términos tío, tía15 y padrino y madrina, sinja-
disolución del matrimonio de los padres; en cuyo caso igualmente conjura más pronunciar su nombre, ni cuando hablan con ellos ni cuando los evo-
el alejamiento o la hostilidad hacia el grupo consanguíneo del cónyuge. En can. En cambio, no hay posibilidad de llamarles padrino o madrina a los
caso de poliginia, y sobre todo cuando es uniresidencial, a las co-esposas se
tíos y tías que no lo son.
las incita a establecer entre ellas relaciones de comadres, lo que equivale a
la obligación de tener una constante actitud de respeto y de ayuda mutua En la unidad social chocoana, el compadrazgo es una relación de re-
y excluye cualquier acción mágica de la una contra la otra. Fuera de estas ciprocidad, no sólo por el intercambio de bienes y servicios donde se im-
tendencias estratégicas destinadas a traducir e incluso a "sobrecodifícar" plican continua y obligatoriamente las partes, sino sobre todo porque el
un vínculo cercano (ya codificado genealógicamente), el imperativo parece nombramiento de compadre no puede permanecer siendo un acto uni-
ser aquí también la diversificación máxima adentro y sobre todo afuera de lateral de los padres del niño; es un acto inicial que en su momento será
la unidad ribereña. En efecto, la mayor parte de los vínculos de padrinazgo correspondido por los padrinos elegidos. Es decir que cualquier relación
que posee un Ego lo unen a miembros de comunidades diferentes. El com- intraétrnca de compadrazgo es doble, bi-unívoca y recíproca, Y en esto
padrazgo negro-colombiano se presenta así como un mecanismo ritual y coincide enteramente con la consanguinidad genealógica. Ahora bien, los
social privilegiado de las relaciones intercomunitarias; las relaciones que vínculos de compadrazgo que involucran a miembros de etnias o de clases
crea son "ego-centradastl14 y basadas en la donación ritual recíproca de diferentes no funcionan de la misma manera. Entre negros e indígenas, el
nombre. La estabilidad de estas relaciones, ritualmente ratificadas por lo vínculo opera en un solo sentido, ya que los indígenas no pueden ser pa-
divino, se opone al carácter más versátil de las alianzas familiares creadas drinos de un niño negro.
por el matrimonio.
Sin embargo, en el nivel de los ahijados, padres y padrinos tienden a Las relaciones vividas: orden y espontaneidad
promover la unión entre sus descendientes y sus ahijados. Cuando estós
matrimonios se realizan -;según las preferencias personales de los jóve- La co-nominación ritual, que es el punto de partida de una relación de
nes- son considerados positivos por las dos generaciones, porque se re- consaguinidad ficticia bi-unívoca y de una afiliación ficticia, traza los es-
ducen los conflictos y la malevolencia entre suegros e hijos políticos. Re- pacios de vínculos interpersonales que, aunque se basen en una elección
cordemos que es el mismo argumento que esgrimen siempre para explicar voluntaria y se apoyen en la afinidad electiva, implican una posterior
el carácter deseable -pero de ningún modo obligatorio- del matrimonio definición formal de las actitudes. Sucede lo mismo con ciertas relaciones
entre primos. genealógicamente codificadas. Pero también existen otras relaciones en
que las transacciones cotidianas están poco marcadas por prescripciones o
:[15
CapitulO 111 La organización social "libre" del Chocó: Unidades constitutivas y sistema social
y que sean en su mayor parte de fabricación extracomunitaria, tales como Los espacios relacionales del "respeto" -que significa evitar mutua-
vestidos, zapatos, joyas, imágenes y estatuillas religiosas, y hasta oro y pla- mente la proximidad corporal, los chistes verdes, las palabras subidas de
ta. El ahijado, por su lado, debe manifestar hacia ellos el mismo respeto y tono y las acciones mágicas- se sitúan dentro de la clasificación "huma-
obediencia que a su padre y a su madre. La expresión gestual ritual de este no-divina", ahí donde no puede haber relaciones sexuales y donde exista
respeto -que está desapareciendo en el Capá entre la generación joven, pero ,. una diferencia generacional, dado que el matrimonio entre miembros dé
que todavía es vigorosa y observable en otras comunidades del Chocó- es generaciones diferentes es muy mal visto y por ello no es nada frecuente.
el esbozo de una genuflexión en el momento del encuentro con el padrino o Las actitudes en el campo definido por la alianza, es decir entre cuñados y
la madrina, a cambio de la bendición de éstos con la señal de la cruz sobre la cuñadas, así como entre los cónyuges son relativamente informales; per-
frente del ahijado o en su dirección. En otros tiempos, se hacía este intercam- miten ciertas manifestaciones de mal humor o de ira, y bromas entre ellós,
bio de gestos rituales con los padres cada mañana al levantarse y cada noche sin jamás poner en cuestión la estrecha asociación, cooperación y solidari-
al acostarse. En cuanto al padrino o la madrina, este gesto era obligatorio dad que deben unir a los cónyuges en las múltiples actividades de subsis-
incluso cuando pasaban en canoa frente a sus casas: al encontrarse delante tencia compartidas. El poner uno u otro en tela de juicio esta solidaridad
de su casa, el ahijado se arrodillaba en la canoa y así recibía la señal de la por acto u omisión lleva rápidamente a la disolución del matrimonio. Por
cruz hecha por el padrino o la madrina desde su casa. lo demás, las relaciones entre los cónyuges, las de los padres con sus hijos
Aparentemente los compadres no practican entre ellos gestos ritualiza- hasta los 13 o 14 años y entre los hermanos y hermanas mayores con
dos. En cambio, los acerca una relación amigable y respetuosa de la que los menores del mismo sexo -pero sólo durante la niñez- son vínculos
está excluida radical y recíprocamente cualquier manifestación de recha- designados para la abierta manifestación de sentimientos de contrariedad
zo, altisonancia, discusión o desacuerdo. La trasgresión -prácticamente y de agresividad, asfcomo de constantes bromas. Por el contrario, si en las
inexistente- de estas normas es causa de una reprobación comunitaria relaciones entre menores y mayores, ahijados y padrinos, y entre colate-
masiva, que desemboca en la supresión de cualquier otra demanda de rales de sexo diferente, se deteriora la actitud de "respeto" por un conflicto,
compadrazgo. Se piensa que tal trasgresión atrae una sanción divina, par- el vínculo debe transformarse en distancia, pero jamás en una hostilidad
ticularmente ciertas enfermedades que pueden afectar al transgresor y a verbalizada o gestual. Dicha distancia puede revertirse mediante la inter-
su descendencia, o a ambos. vención de un tercero respetado por ambas partes: usualmente se trata del
padrino, la madrina o el compadre y la comadre.
Las comadres se prestan comida e intercambian servicios. La comadre,
con la colaboración de las hermanas, se encarga de lavar la ropa, cocinar A los niños se les incluye poco a poco en las actividades de los adultos.
y cuidar a los niños de la madre después del parto y cuando está enfer- Tienen ante ellos a múltiples mayores: padre, madre, abuelos, padrino,
ma o ausente. Los compadres también intercambian trabajos, mediante el madrina, hermanos y hermanas mayores. Con éstos la relación es poco
sistema de trueque de trabajo llamado "mano cambiada", colaboran en la verbalizada; se dan pocas explicaciones y se usan pocas frases para pedir,
renovación de la casa, la tala de árboles y en los cultivos, sobre todo en el ordenar, consolar o prohibir. La educación consiste en mostrar el modelo
momento de la siembra o la cosecha, y utilizan temporalmente los yaci- de comportamiento o la técnica de trabajo, permitiéndole al niño desarro-
mientos aluviales que pertenecen por tradición al tronco de descendencia llar su iniciativa y responsabilidad con sus contemporáneos o menores por
del compadre. Es común que viajen juntos a Quibdó o a Doró para vender fuera de la casa, pero en ella le exigen estricta obediencia a los mayores. La
oro y madera y hacer las compras; en este último caso viajan con sus es- niñez está lejos de ser considerada como una identidad completa; se con-
posas. Tendrán techo y comida por el tiempo que necesiten en las casas de cibe más bien como un estado más próximo a la naturaleza que a la cul-
sus compadres de otras comunidades ribereñas; también pueden enviar a tura, por lo tanto incompletamente humano y que debe escalar peldaños
uno de sus hijos para hospedarse con ellos. sucesivos -medidos por un equilibrio creciente entre autonomía e imita-
Ante la muerte o la partida del padre, el padrino del niño asume la ción- hacia la plenitud adulta. A la edad de 12 o 13 años, el niño debe
autoridad paterna y la protección para la madre. Cuando es ésta quien se saber realizar todas las actividades que tendrá en la vida. Se le concede l!n
ausenta, la madrina le abrirá a su ahijado las puertas de su casa. pedazo de terreno que cultivará solo, la mitad de cuyo producto dará a sus
116 117
Capítulo 111 La organización social "libre" del Chocó: Unidades constitutivas y sistema social
padres y la otra a sus padrinos. Niños y niñas conocen difer~ntes técnicas alianza con dos miembros de una misma familia. No siempre se impone
de lavado de oro y sus papeles respectivos en cada una, y ya hace tiempo su opinión, por la inexistencia de cualquier norma positiva de prescripción
que manejan las de la pesca y el pilotaje de la canoa. Las niñas dominan matrimonial. Los argumentos a favor del matrimonio con una prima o un
todos los trabajos deIa casa, saben cómo ayudar a los hombres en los cul- primo, así como con un hijo del padrino o la madrina son de orden relacio-
tivos Y si es necesario, lo hacen solas. Ninguna ternura demostrativa, ni nal: "uno pelea menos, se entiende mt10r con los suegros".
verbal ni gestual, acompaña su constante aprendizaje, cuya recompensa El sistema social negro-colombiano así constituido se extiende sobre
afectiva será la lenta transformación de una exigencia solidaria, vigilante una multiplicidad de espacios que la práctica y el pensamiento ponen en
y a veces severa, en un reconocimiento amigable y menos tenso. comunicación, fundiéndolos en una topografía particular, tributaria tam-
A la edad de 12 o 13 años se le confía al niño por primera vez la canoa bién de la representación del tiempo. Es en esta topografía y en este tiempo
familiar, para que se embarque y haga su primer viaje solitario de varios que se arr1:iiga y se construye el sistema de pensamiento de los "Libres".
días hacia algún lejano cultivo. Será la primera vez que se encuentre solo,
enfrentado a los peligros del río, a la inmensidad de la selva que le rodea,
y la primera ocasión en que por experimentar la soledad se puede percibir
como individuo. En cierto modo, esta práctica funciona como un rito de
paso en el que la prueba del peligro y del aislamiento, por fuera del orden
cultural del espacio habitado, hace acceder al niño, por medio del viaje, a
la condición de individuo. Sugiere que solamente puede aspirar a la indi-
vidualidad quien haya recorrido los pasos sucesivos del aprendizaje de las
relaciones sociales de dependencia, y que sólo una persona socialmente
constituida tiene capacidad de enfrentarse a la soledad, frente a la natura-
leza y sus peligros, sin perder su ser cultural. Los peligros de tal pérdida
son regularmente evocados por los informantes adultos: dt1arse agarrar
por los llamados de los personajes misteriosos y maléficos de la selva y del
fondo del río, o paralizar por el efecto disociador de la misma soledad. El
joven adolescente, solitario, enfrentando al silencio desgarrado de ruidos
no humanos, ambos signos de lo natural, abrirá con su presencia un espa-
cio intermedio entre la vivienda -espacio lleno de cultura- y el interior
de la selva, espacio no cultural por excelencia. A su regreso, no se le pide
ningún relato de su viaje: el producto de su primera caza en solitario, los
pescados y los plátanos, el maíz y las frutas que traiga del sembrad,o ha-
blarán solos a favor de su paso al mundo adulto.
Después de esta primera empresa solitaria -que las nifias también rea-
lizan, pero atravesando menores distancias, para lavar oro en la ribera de
un afluente donde, después del viaje solitario, encuentran siempre a otras
mujeres-, no queda sino un último escalón sociocultural a realizar: el
matrimonio, seguido o precedido por la paternidad (maternidad). En cuan-
to al primero, los padres y los padrinos tratan de influir en la elección de
pareja, sobre todo en el caso de los hijos mayores, prefiriendo para ellos
la estrategia matrimonial de casarse con una prima, o la repetición de la
lI8 II9
Capítulo 111 La organización social "libre" del Chocó: Unidades constitutivas y sistema soclál
Notas
definir la condición parental propia o ajena. Así, por ejemplo, dicen: "es un
Arias-Mosquera casado con una Serna-Cuesta, y yo soy un Tapias-Arias casa-
La extrema singularidad de este dialecto y sus relaciones con el origen afri do con una Cuesta-Serna, entonces usted ve que [... 1", en lugar de decir "somos
de los negro-co~ombianos han sido abundantemente estudiadas. Ver espe~~ primos" o "es mi cuñado", etc. Términos que son mucho más unívocos y re-
mente los trabajos de Granda (1977 y 1978) Y de Montes (1959). ductores, en relación con el cúmulo de diferentes relaciones de parentesco que
La ~omunidad de Capá-Villa Claret, como casi todas las de poblamiento secun- en general unen dos Egos co-residentes en una misma comunidad.
dan~ de! Chocó, no pos~e archivos ni registro civil y ni siquiera un registro Esta situación es ligeramente distinta de aquella descrita por Friedemann (1971
eclesl~stico, dado que la mrnensa mayoría de los bautizos son celebrados por y 1986, p. 37) en las comunidades negras de lavadores de oro del río Guel-
los ~Ismos negros, según la propia usanza negro-colombiana y.sin la inter- mambi (litoral Pacifico sur). Allí se define el tronco de descendencia como un
ven~ó.n de un sacerdote. En consecuencia, la historia del poblamiento, el censo
"grupo de parient!!s consanguíneos que remonta su ascendencia por la vía pa-
de VIViendas, así como las genealogías aquí mencionadas provienen es ncial-
terna y materna hasta un ascendiente fundador del grupo. El miembro de un
mente de nuestra investigación etnográfica. e
tronco tiene derechos sobre los terrenos mineros y terrenos reclamados por el
Cab.e an.0t~ que "negro", en cuanto término de auto-designación y de desig- " fundador wmo propiedad de su descendencia. La condición de miembro de un
naCión etnica no es usado en el Chocó sino por los intelectuales de izquierda tronco permite que las gentes se integren a la vida económica de comunidades
negros o blancos. ' distintas que la nativa, cuando se hace diffcilla supervivencia en ella". Parece-
Se pue~e constatar que este nivel de auto-referencia étnica, en el Chocó o en ría entonces que los derechos completos de usufructo y de transmisión de los
cual9U1er otra de las reglones negras de Colombia, no contiene ninguna refe- recursos, dados por los troncos de descendencia bilateral, del litoral Pacífico sur
rencra a ~n pasado común de esclavitud, y mucho menos a un origen africano son menos dependientes que en el Chocó de la residencia y primera ocupación
comparbdo..Estas dos realidades histÓr1.cas han desap~recido compkt(lmenle COl~jUlltl\ de la parcja. Pero el principio de descendencia bilateral es común a
de la memol'Ja colcctiV<l {'~p\ídt(\ ¡I\' ltls ilegro-cpIOlnbÍ<tno~. l<ls dos 'l,01U1S negro-colombionas, as! como la nexibilill¡¡d y plasticidad de este
, E~ Chocó es desde ha¡:e tiempo una de las regiones meno~ violentas de Colom- principio para favorecer la multi-espacialidad en la explotación de los recursos
bia, e~ cuanto a la delincuencia común como a la violencia política o económica y permitir la permeabilidad de los limites comunitarios.
or~amza~as -salvo por unas incursiones periféricas y esporádicas de la ue-
El número promedio de niños vivos por pareja en el Chocó actual oscila entre 6
rrilla andina y del ejército. Existe sin embargo una excepción: la zona del &lfo y 8, pero puede llega a ser de 10 o 12. La mortalidad infantil, muy considerable
de Urabá, zo~ de c~ntrabando, de cría de ganado y de monocultivo (incluidas hasta hace sólo tres décadas, está actualmente en retroceso, sobre todo gracias
las plantas pSlcotróplcas) donde en los últimos años han proliferado las milicias
a las campañas contra el paludismo y de vacunación del gobierno y entidade.s
de autod~fensa de 105 grandes propietarios, y los grupos armados guerrilleros
privadas. La natalidad, por otro lado, parece haberse estabilizado en los últimos
y d~ traficantes de dr?gas. Recordemos, además, que la mayor parte de los
?ablt~ntes negros -e mdígenas- del Chocó no poseen ningún documento de años.
ldenti~ad, pero que tienen en cambio una gran familiaridad con la selva y sus 10 Recordemos que los línútes sociales de la expansión negra se constituyen tradi-
refugIOS. Ante esta. falta de documentos y abundancia de refugios se concen- cionalmente en cada río por la existencia de las unidades residenciales Emberá
tran a veces las aCClones represivas de las autoridades nacionales. en la cuenca alta; últimamente, bajo la presión de la OREWA, el gobierno le ha
NOTA ~DITORIAL: Con posterioridad a la publicación original del texto (1997) concedido resguardos a los grupos indígenas (una extensión de tierra, delimi-
el conflict~ armado colombiano ha repercutido tanto en el interior como en I~ tada por el número de habitantes que pertenecen a la comunidad indígena en
costa Pacífica del Chocó. su conjunto y que es inalienable). En varios ríos del Chocó, el trazado previo
de los límites de los resguardos en las cuencas altas provocó protestas negras;
Esporá~~cas pero rudas incursiones de la guerrilla (extrema izquierda) y de los
en el Capá la cuestión no pasó a mayores. Los "préstamos" de terrenos (ver
paramll~t:rres (~ema derecha) han provocado el desplazamiento de numero-
sas familIaS al mterior del país. Capítulo 1) continúan, pero indiscutiblemente las fronteras interétnicas van
Hasta este ~omento, no existe ningún estudio antropológico exhaustivo con- endureciéndose.
sag:ado al sistema de parentesco de los Emberá ni de los Waunaná. Las indi- 11 Curiosamente, este estado de cosas no se presenta de manera explícita en las
caClo~es sobre este tema que figuran. en ciertos trabajos (por ejemplo, Faron, genealogías concernientes a las generaciones precedentes, a pesar de su preci-
1961, Deluz, ?974; pardo: 1986; Stipek, 1975, e Isacsson, 1975), así como sión en otros niveles y del principio de la doble transmisión del patronímico.
~uestras propIas observaCiones, llevan a constatar la existencia actual d Sin embargo, un examen más atento de su circulación saca a la luz la notable
slste~a d~ descendenc~a de .tipo consanguíneo y una práctica flexible en~efa frecuencia de ciertos patronímicos en primer lugar -como el del padre-, lo
patnlocahdad, la uxorilocalldad y la neolocaUdad. Esta divergencia notable en- que sugiere para algunos hombres un número de descendientes que supera
tre el pasado y el presente Emberá, en relación con el sistema de parentesco los límites biológicos de un ciclo de procreación femenino. La poliginia parece
mer~cería un profundo examen de las fuentes y un estudio consecuente y mi~ entonces ocultarse en el nivel de la matridescendencia. Por ende, debemos cen-
nUClOSO del presente. trar nuestro análisis en las cinco uniones poligínicas que existen actualmente,
1 Esto quiere ~ecir que lo~ informantes recurren ante todo a las combinaciones aunque refiriéndonos a informaciones no formalizadas de las genealogías del
de patronímiCOS, prefinéndolos a la terminología española, para enunciar y pasado.
121
120
Ca pitulo 111 La organlzacl6n socIal "libre" del Choc6: UnIdades constitutivas y sistema social
11 Estos no se volverán inteligibles sino relacionados con las representaciones -
cuyo conjunto forma una ideología, en el sentido dado a este término por L.
Dumont (1971, p. 15)- propias de la sociedad negro-colombiana, representa-
ciones que se articulan en torno a la reproducción humana y a los componen-
tes de la persona (ver sobre todo los capítulos V y V1).
IJ Mintz y Wolf, 1950, p. 126. La otra función que le atribuyen, la de "estruc-
turar verticalmente las relaciones individuales o familiares entre miembros de
diferentes clases", no la escogen sino rara vez los miembros de las comunidades
rurales del Chocó; por el contrario, en las zonas suburbanas del Chocó y en las
grandes ciudades costeras se recurre mucho más a ella, al escoger compadres
entre los miembros mulatos o blancos de clase media, estrategia que le facilita
al ahijado un cierto ascenso sodal.
14 Utilizamos el término "ego-centrado" para especificar las relaciones interindi-
viduales codificadas, centradas en un Ego de referencia. Entre los negro-colom-
bianos, las relaciones intercomunitarias codificadas por el padrinazgo ritual
se centran tanto en el Ego de referencia como en una comunidad ribereña de
referencia.
15 Nos parece ver en esto tanto una expresión adicional de la especie de "tenta-
ción" matricentrada que ronda en el conjunto de este sistema de parentesco,
desde la esclavitud hasta el presente, como un recuerdo subyacente de aquella,
en el que el padrino cumple, de cierto modo, las funciones de un tío materno
(ver supra).
CAPíTULO IV
La topografía
pragmática
y simbólica:
Lugares
y marcadores
I22
Capitulo 111
La ocupación y el simbolismo diferenciados de los espacios geográficos
los organizan en un todo articulado e inteligible. Este orden se construye
con base en la periodicidad de las estaciones y de las diversas clases de re-
cursos naturales que ofrece el hábitat, por medio de huellas y marcadores
topográficos en los que se trenzan el simbolismo cultural y la praxis social.
De este modo, la organización del espacio natural en territorio cultural
introduce, en el continuum del primero, cortes significativos que las acti-
vidades del trabajo y del pensamiento recorren y reafirman sin descanso.
Esta obra común de lo vivido y lo pensado se manifiesta en la mayor
parte de las culturas a partir de una oposición entre el territorio cultural
habitado y'el terreno inculto y salvaje, situado más allá de los límites del
primero, y separados por zonas intermedias de ocupación discontinua y de
posición simbólica particular. A la trama de vínculos que los movimientos
de la práctica y el pensamiento negro-colombianos establecen entre estos
espacios subyace una concepción gen~rica del espacio y del tiempo. Lejos
de corresponder a categorías separadas de la experiencia, el tiempo y el
espacio se entremezclan constantemente en la construcción de los mar-
cadores topográficos. Esta concepción espacio-temporal implícita se halla
igualmente codificada en la semántica del léxico topográfico. Veremos que
esta espacialidad, a la vez vivida y construida por el pensamiento, posee
un simbolismo propio, al mismo tiempo que constituye el telón de fondo
sobre el cual se articulan las demás figuras del simbolismo afro-colombia-
no. Dibuja en filigrana una visión del universo cuyo comentario jamás es
explícito entre los negro-colombianos, pero que puede ser reconstruido a
partir de enunciados, dichos y prácticas heterogéneas.
La articulación simbólica .de estos espacios apela también a ciertos ejes del
pensamiento clasificatorio nativo. Estas categorías le dan coherencia al uni-
verso de la naturaleza y al de la cultura, pues tejen entre ellos relaciones
flexibles y complejas. Su alcance no se limita a la topografía simbólica y a la
representación del espacio-tiempo, sino que las vinculan al sistema social y a
las diversas facetas del sistema ritual, y es en este último donde se despliega
todo su poder de estructuración. Hemos visto ya en acción el eje clasificatorio
"divino-humano" en la organización de las relaciones sociales. Notaremos
que estructura también oposiciones espaciales, así como las bipolaridacÍes:
caliente-frío, masculino-femenino y muerto-vivo, todas igualmente inmersas
en la oposición fundadora entre lo salvaje y lo domesticado.
El núcleo central a partir del cual se estructura la espacialidad negro-
colombiana está constituido por el espacio habitado. La selva, por su parte,
125
129
128
Espacios de paso, los contornos de la iglesia, el cementerio y el terre- VImos que en el interior de cada casa se articula una división horizontal
no cubierto de maleza, tienen la impronta de lo no-humano lejano y sin entre lo masculino y lo femenino. Pero el espacio de las casas representa tam-
embargo cercano: la del más allá sobrenatural y de la' muerte, y la del bién una intersección vertical entre lo alto, marcado por "lo divino" y lo bajo
proceso natural de pudrimiento. Estos dos universos desdibujan los límites asociado con la podredumbre salvaje, sus dos límites. Observaremos que el
de las distinciones culturales. Tal vez sea este carácter lo que explica que escalonamiento entre "arriba" y "abajo" estructura igualmente los espacios
acercarse a ellos por fuera de un contexto ritual condene literalmente a los fuera de la vivienda; como ocurre en torno al eje río arriba-río abajo.
hombres al silencio.
¿Cuáles son entonces los términos dentro de los cuales esta sociedad
Son pocas las iglesias y cementerios de todos los ríos del Chocó que se vive el conjunto del espacio así construido? En primer lugar, el mundo de
encuentran en puntos elevados en relación con el espacio habitado. Sin las casas es un punto de partida para todas las formas de desplazamien-
embargo, en las conversaciones cotidianas, siempre se dice 'tarriba" para to que llaman "viaje", el acto disyuntor por excelencia: embarcarse en la
referirse a ellos. Por el contrario, al hablar de las tierras cubierta~ de male- canoa. La casa es también el lugar de la única "buena muerte" para los
za que separan los grupos de casas y que están, ellas sí, a un m~yor nivel miembros de la comunidad, la que le permitirá "irse bien". Está marcada
de altura, lo usual es que se diga: "pasé por abajo". Aunque "arriba" y por el sello de lo divino, tanto bajo la forma "domesticada" de los ritUales
"abajo" corresponden a espacios concretos, estos términos no señalan una individuales y colectivos, como bajo la de la presencia imponente, silencio-
diferencia de relieve sino más bien una representación escalonada del mun- sa y temible de la iglesia. Es el espacio habitado que los santos de la iglesia
do, inscrita en el idioma espacial del hábitat. Es así como los habitantes "reconocen" en las procesiones durante las fiestas comunitarias; el lugar
del Capá, hombres y mujeres, justifican el miedo que manifiestan ante la donde el mundo de lo "divino" y de lo "humano" pueden comunicarse
sola idea de aventurarse en la noche fuera de la casa con términos que nos plenamente. Y precisamente estas salidas de los santos de la iglesia, que
parecieron bastante misteriosos al principio de nuestra investigación. El cierran momentáneamente el espacio del grupo de casas: constituyen los
enunciado "salir de noche es peligroso porque lo alto baja y lo bajo sube", únicos momentos del año en que debe ser suspendido cualquier embarque,
no se aclara si no se tiene en cuenta esta representación escalonada del cualquier viaje.
mundo, entre "divino", "humano" y "podredumbre", y el carácter móvil,
sin límites fijos, del mundo nocturno que moviliza lo "alto" y lo "bajo" Además, este espacio-tiempo de las fiestas es también la ocasión para el
~.,
Capítulo IV
La topografía pragmática y simbólica: Lugares y marcadores
paradoja entre lo semejante y lo diferente, lo familiar y lo extraño, recibe la el universo vegetal. Por su parte, "monte" designa el interior concreto de la
solución más satisfaciente para ambos grupos. selva, ahí donde se dirige un individuo para cazar o para talar los árboles
que utilizará después en la construcción de las casas o de las canoas que
Corno los trabajos de lavado de oro, caza, tala de árboles y horticulturá
implican un viaje cotidiano en canoa hacia lugares alejados de las casas, el venda en la ciudad.
retorno a éstas divide el día en dos y separa momentáneamente a hombres . Este universo parece simétricamente opuesto al de la vivienda. Porun
y mujeres después de la dispersión individual o familiar. La aldea es un lu''': lado la vivienda es un lugar de no-trabajo para el hombre, y por el otro, la
gar donde el cazador solitario, el miembro de una familia restringida qué selv~ es un lugar de no-presencia de la mujer. La prohibición de cualquier
colabora en el cultivo, el miembro de un tronco de descendencia que lava presencia femenina dentro de la selva es una de las escasas normas fuertes
oro con sus parientes, viven y se sienten corno parte de una colectividad y unívocas de esta sociedad: la separación de los sexos rige allí en forma
de hombres o de mujeres, más allá de los vínculos familiares. El espacio más radical que en el espacio habitado. En efecto, la caza con trampas o
de la vivienda es un lugar de "no-trabajo" para los hombres, reunidos por con perros es una actividad exclusivamente masculina y además la única
sus conversaciones en el umbral de la entrada principal de la casa o en: la que se hace en solitario. Sin embargo, el cazador que va remontando el río
tienda. Las mujeres se reúnen en el fondo de las casas o en la orilla del río, tras su presa (roedores grandes, pecaríes, algunos monos), siente temor
donde trabajan codo a codo. Al atardecer, el río reúne a los hombres, las de la selva; y por tanto sólo se interna en ella a un~ profundidad relativa
mujeres y las diferentes generaciones, en una pesca colectiva que muchas y vuelve a su canoa para pasar la noche. La poca cantidad d~ presas q~e
veces es considerada más corno un juego que un trabajo. obtiene puede estar relacionada con la importancia secundana que reVIS-
Así, el espacio de la casa representa la negación de la colaboración fa- te la caza en el universo negro-colombiano, y que contrasta con la que
miliar entre los sexos. En cambio, es el lugar de.la afirmación de la mascu- . posee entre los Emberá3 • Los indígenas tienen una relación más au~az y
linidad y de la feminidad en tanto alteridades culturales complementarias. constante, si no más familiar con el interior de la selva, corno lo demues-
Es igualmente en este espacio habitado que se manifiesta la faceta cultu- tra el hecho de que, al contrario de los negros, abren y emplean sendetos
ralmente "domesticada" de la alteridad Emberá; el tiempo del ritual del para atravesar la selva de un río a otro, lo que a veces implica mar~has de
bautizo y de la fiesta se hace complementaria del ethos negro. varios días. Esta relación más íntima de los indígenas con el espaCIO de la
selva tiene eco en el discurso de los negro-colombianos, que los consideran
La selva: el espejo Invertido más "selva", pero ante todo más "bravos" que ellos. Ese carácter "selva"
de los indígenas lo evocan los negros a menudo cuando se refieren a lo
El interior de la selva constituye el polo espacial que parece expresar imprevisible de sus acciones; su naturaleza "brava" se manifiesta en la
los lfmites extremos de lo pensable para los negro-colombianos, a menudo incesante brujería intra-étnica que supue~tamente practican'. A causa de
descrito con la frase ''nada más que bravo". El campo semántico del ca- esta propiedad "brava", los negro-colombianos también atribuyen a los
lifiéativo "bravo" incluye "salvaje", pero también "temerari(t, "colérico" indígenas mayor resistencia contra las eriferm~dades corrientes que ellos
y "fuerte". "Selva" y "monte" son los dos términos que lo designan. Pero mismos llaman divinas. La relación así establecida entre la brujería eficaz
más allá de una realidad ecológica o geográfica, si es cierto que "selva" y la familiaridad con la selva por una parte, y entre la resistencia física y
denota la categoría general de espacio salvaje, de vegetación inextricable y la selva por otra es eminentemente ambigua; si plantea el problema de la
densa, de suelo pantanoso, alejado del río, no apto para el cultivo y reino alteridad étnica en términos de una mayor proximidad al salvajismo de la
de la fauna salvaje, además el término señala más bien una cualidad. Lo naturaleza, sugiere también la relación entre una fuerza vital acrecentada
demuestra el uso posible de "selva" corno adjetivo. Una "cosa selva" es
y el espacio temible de la selva.
algo cuya característica principal es la confusión, la falta de claridad, un
carácter peligrosamente indistinto, sin contorno, pero al mismo tiempo la En el pensamiento afro-colombiano, "vida" equivale a "movimiento"
fuerza. En las referencias al espacio interior de la selva, encontramos en- ya "claridad"; por lo tanto viven los ríos, las nubes, el viento, el fuego, el
tonces el término "bravo" para designar al mundo animal y, "selva" para sol, la luna, la luz del sol, las plantas, las ramas y las hojas de los árboles,
133
¿Cuáles son entonces los componentes de esta especie de supranatura- En estas representaciones, la selva aparéce como un espacio de apertura
leza temible que la selva encierra? Son en primer lugar esos seres inciertos, hacia mundos sobrenaturales, con los cuales una comunicación ritual be-
intermedios e inquietantes en que se convierten aquellos que "no supieron néfica parece imposible para los negros. La selva se caracteriza por la con-
morir bien"; espíritus que anteriormente eran sirvientes de un brujo, es- tigüidad de la huella del diablo, los indígenas, las plantas silvestres y los
píritus de los brujos mismos, de muertos solitarios víctimas"de la selva, animales salvajes. Pero este carácter a-ritual de la selva también se encarna
mordidos por una serpiente o asesinados, seres que no son ni animales en los personajes sobrenaturales que le son propios.
ni humanos, ni vivientes ni muertos, ni masculinos ni femeninos y que Como para los negro-colombianos el universo vegetal en su conjunto
vagan eternamente por la selva ávidos de compañía humana. Es el destino pertenece a la categoría de lo femenino, piensan que la figura llamada
al que lleva la incurable "locura de los hombres" que acecha al cazador, ya Madremonte protege las profundidades vegetalés inextricables de la selva
134
135
Capitulo IV
La topografía pragmática y simbólica: Lugares y marcadores
contra la intrusión humana. Para lograrlo, envía contra el cazador o leña- de lo salvaje, bajo los rasgos femeninos del otro grupo parece responder
dor una culebra cuya mordedura sería mortal, 'o aplasta al hombre bajo extrañamente a la prohibición rigurosa, impuesta por una y otra parte,
el tronco de un árbol; también desencadena lluvias torrenciales o llena el de cualquier vínculo matrimonial o incluso de cualquier r'elación física
agua del río de hojas y frutas podridas o de animales muertos. Cuando interétnica. Todo sucede como si para las dos sociedades el peligro de una
esto sucede, la navegación se torna peligrosa, se extinguen los peces, se proximidad demasiado cercana y por lo tanto de una pérdida de identidad,
dañan los cultivos y el baño o el lavado de ropa se vuelven lesivos. Así, la se diera en forma privilegiada a través de la circulación de las mujeres de
Madremonte logra trastornar la comunicación entre los espacios cultura- un grupo a otro.
les, trastocando todas las características que confieren al río su papel de
Sin embargo, entre estas dos figuras sobrenaturales también hay una
mediador positivo. Este maligno personaje femenino de la selva pudre los
diferencia importante. La Madreagua Emberá se inscribe en un sistema
diferentes elementos de la alimentación humana, en contraposición vio-
ritual; hace parte de la categoría de los espíritus vinculados a los animales
lenta con la función cultural que tienen las mujeres en la cocina.
con los cuales se comunica el chamán, quien con sus ritos puede controlar
La Madremonte vive supuestamente bajo una gran piedra en un lugar sus acciones y reparar el mal que causan o del que son agentes. En cambio,
apartado de la selva. Es invisible y sus acciones son imprevisibles; solamen- para los negros, la figura de la Madremonte está ligada al universo vegetal
te pueden constatarse sus efectos. Aunque los negros afirman que "nadie, silvestre y se encuentra radicalmente fuera del sistema religioso cultural-
puede verla", dicen sin embargo tener la certeza de que es "como una vieja mente pertinente. Significa, al contrario, la incomunicabilidad: es invisible
chola fea". Este personaje femenino salvaje evoca en contrilpun(o a una fi- para todos, imposible de cOlllUiúcarse COIl ella, y no se puede ni invocarla
gura sobrenatural Emberá llamada "pulvíchi", que los indígenas traducen
ni luchar contra ella. Sus acciones, así como su ser mismo, se manifiestan
al español como "Madreagua". De ella se dice que vive bajo el agua del río
para los negros en una forma tan incontrolable ya-cultural como el mis-
y consideran que es la condensación sobrenatural y la protectora de todas
mo universo vegetal de la selva.
las especies animales acuáticas. Durante la noche, este personaje peludo y
de rostro negro, como lo describen los Emberá, puede salir a la superficie En la selva habitan otros personajes femeninos con fama de ser malig-
del agua y volcar la canoa del indígena viajero y a veces ahogarlo. Para los nos. Las Patasolas 5 están vinculadas a los árboles. Sus cabellos desordena-
negros, esa mujer salvaje que trastoca la comunicación entre los espacios dos son las ramas y su única pierna el tronco del árbol. Ellas condensan en
y los expulsa de la selvá, la Madremonte, cómplice de la podredumbre de su ser el entrecruzamiento inextricable de la vida (las ramas móviles) y la
los alimentos, tiene el aspecto de una "india vieja fea". Mientras tanto, los muerte (el tronco inmóvil) que abarca toda la selva. Uaman con sus gritos
rasgos exteriores atribuidos por los Emberá a la Madreagua, que a veces o su canto al leñador o al cazador, y se supone que lo devoran o lo ahogan
ahoga a los hombres, corresponden exactamente a lo que les repugna del constriñéndolo entre sus ramas. Aquel que se deje "seducir" por su voz y
aspecto físico de los negros, en contraposición a los suyos. De este modo, les responda no logrará salir nunca más de la selva o morirá ahogado en el
estos dos personajes de la naturaleza próxima y destructora parecen re- río. Por lo tanto, la relación del hombre con estas figuras femeninas -que
flejar en cada uno de los universos culturales vecinos la imagen extrema no tienen paralelo entre los espíritus Emberá- se manifiesta exclusiva-
de la peligrosa alteridad del otro, proyectánd?la hacia lo no-cultural. Su mente en el silencio o la resistencia pasiva ante los llamados de aquella,
denominador común es su sexo femenino, así como su relación estrecha pues sólo así podrá evitarlas y continuar la caza o la tala de árboles. El
con el reino vegetal que protegen y el resultado de su acción maléfica en animal capturado y el árbol talado, caído a tierra, significan 'la victoria
el mundo de los hombres. En efecto, ambas transforman en su opuesto el silenciosa del hombre contra estas peligrosas seductoras salvajes.
agua del río, medio privilegiado de comunicación intra e interétnico, lugar
de vida y fuente primordial de alimento, tanto para los negros como para La Thnda es una mujer blanca, de cabellos rubios y sin rostro, quevaga
los indígenas. A través de su acción, el río se transforma en un lugar de por la selva. En ocasiones aparece en la orilla del río y llama a su víctima
pérdida de comunicación, de Mmala muerte- (súbita y solitaria) y en sitio con sus cantos o susurrando su nombre. Si se cede a sus llamados, ella
venenoso, Manti-alimenticio-. Esta representación del peligro destructor mata "chupando" de los pies para arriba con sus órganos genitales.
137
139
14°
Capítulo IV La topografía pragmática y simbólica: Lugares y marcadores
nia gracias a la modestia de su depredación, el cazador extraviado puede de peligro y culturaImente beneficiosas. Thmbién es esta naturaleza par-
legítimamente, aunque no con certeza, esperar la ayuda de este personaje cialmente masculina lo que explica su habilidad para curar las mordeduras
contra las fuerzas alienantes de la vegetación silvestre femenina. El hom- de culebra. El pensamiento negro percibe a las culebras como seres parti-
bre puede comunicarse con él por la palabra, aunque el efecto de esta co- cularmente nocivos, debido a su ambigüedad "entre el animal y las lianas"
municación sea en parte aleatorio. y por su familiaridad con los personajes sobrenaturales femeninos de la
selva, que recurren a ella con frecuencia para atacar al hombre.
Si el carácter más previsible, cooperativo y comunicativo -masculi-
no- hace a este personaje ocasionalmente cómplice de los cazadores, ellos Por consiguiente, ciertos curanderos prefieren pedir la colaboración de
atribuyen en cambio su versatilidad a su componente femenino vegetal. las curanderas para la búsqueda de ciertas plantas silvestres, sobre todo
Pero, es este último lo que le permite obrar con astucia ante la mujer-sel- de las que se cree facilitan los partos o que curan enfermedades especffica-
va salvaje y preservar al cazador. El hombre negro-colombiano necesi- . mente infantiles o femeninas. De tal modo, es el saber adquirido de la cu-
ta incorporar esta fuerza de los animales de caza -de lo "bravo"- pará randera lo que parece en cierta forma domesticar una potencia femenina
aumentar las posibilidades de ganar su lucha contra la selva. Esta fuerza innata y temible. Se piensa que el "entendimiento" obtenido en el aprendi-
masculina, ligada al ser animal, pero fortalecida por la contigüidad con lo zaje refuerza en ella la parte alta del cuerpo, más caliente, más masculina
vegetal-femenino salvaje, será introducida en el cuerpo del recién nacido que la parte baja.
mediante el rito del "ombligado".
Esta secreta y peligrosa complicidad entre la feminidad y el exceso ve-
Esta representación del interior de la selva permite dar cuenta del lu-
getal de la selva puede utilizarse con fines culturales. La caza y la tala de
gar descentrado -pero importante- que la caza ocupa en la práctica y
árboles razonables e intermitentes, el reparto de la carne entre los com-
la ideología negro-colombianas, en contraste con la de los Emberá, para
padres y los ahijados y la terapéutica femenina son modalidades de la
quienes la representación de la selva se sitúa en el centro mism"o del discur-
transformación de la muerte en vida, y de la naturaleza en cultura, dondé
so y de las prácticas rituales que comunican con lo sobrenatural. Al mismo
la fauna y la flora, lo masculino y lo femenino, lo salvaje y lo domesticado
tiempo adara la relación que el pensamiento de los negros establece entre
se reflejan entre sí.
el espacio femenino salvaje y la fuerza vital masculina que se vislumbra
en el retorno del cAzador. A los hombres-cazadores Emberá que viven en
cotidiana familiaridad con la selva, los negros le atribuyen una cantidad El oro
mayor de esta fuerZa vital. Esta relación también se manifiesta en la prác-
Desde su llegada al Chocó, el destino de los eschwos africanos fue vincu-
tica social iniciática del viaje de caza solitario del adolescente negro.
lado al oro y su explotación. Los descendientes libres continuaron la explo-
Para el adolescente, este viaje, la primera experiencia cinegética, signi- tación aluvial siguiendo diversas modalidades de cooperación y ocupando
fica su introducción en el ciclo de intercambio exclusivamente masculino múltiples espacios. Dentro de la topografía simbólica negro-colombiana, el
de la carne de caza, en el cual las partes más importantes corresponden sentido de estos espacios está fundamentadó en la representación del oro.
al padre y al padrino. De esta manera, la carne de caza pasa de salvaje a
cultural, gracias a su entrada en un sistema de relaciones que los negros En efecto, la naturaleza de este metal parece constituir un interrogante
llaman "la deuda dd nombre". Este tipo de relaciones, marcadas por lo di- para los negros del Chocó, que lo sitúan en diferentes ejes clasificatorios
vino, constituyen una de las armazones de la identidad individual negra. con los que estructuran su aprehensión del universo: el eje sexUal, el tér-
mico, aquel definido por la vida y la muerte, y el de la compatibilidad con
Aunque las mujeres negras del común son excluidas radicalmente de la el espacio de lo "divino".
selva, la curandera constituye una excepción. Su saber adquirido la con-
vierte "un poco como un hombre" y hace así de ella, un ser mixto. Esta El oro es concebido como algo viviente: por ser móvil, puede "aparecer"
característica es la que permite considerar su proximidad y alianza con las o puede "escaparse". Es "luminoso" pero sin embargo "frío". Como la luz,
plantas medicinales, venenosas e incluso alucinógenas, como desprovistas pertenece en una forma general a la categoría de lo caliente, y la oscuridad
142 143
entre el calor, mantenido por el fuego de las cocinas, propio del espacio ha- \: nunca tomar esta forma silvestre del borrachero, supuestamente mortal
bitado, y la frialdad de la selva donde reinan la penumbra y su cómplice, la ,. al instante; las lavadoras de oro con menopausia son las únicas ,a quienes
concentración vegetal silvestre. Se manifiesta así como mediador entre lo ,
\~
(,'
1\
se les permite consumir la planta macho. También aquí, el eje clasificatorio
frío y lo caliente, la feminidad y la masculinidad, la casa y la selva. sexual vehicula la representación del carácter silvestre de las plantas como
de naturaleza femenina. El peligro sólo puede atenuarse separáridola del
Además, el oro puede hacerse simbólicamente presente en el espacio
universo cultural femenino. La mediación masculina es imperativa; la d~l
habitado. Su aparición está ligada a las noches de los "días misteriosos"
dador de la planta y la del espacio donde debe consumirse.
de la Semana Santa. Se trata de un momento de gracia en el que los espí-
ritus de los que han tenido una buena muerte y han sido enterrados en el Entre selva y vivienda, naturaleza y cultura, el pasado de los negros y
cementerio se presentan en los sueños de sus viudas o descendientes para su presen~e, el brillo del oro aclara también en forma diferente la alteridad
indicarles el lugar de un rico yacimiento aurífero. Thmbién es durante es- de los Emberá. Según los negros, ellos tienen una relación eminentemen-
tos días misteriosos que el oro "asciende a la superficie de la tierra y se te ambigua con este metal viviente. En el pasado, dicen, los Emberá eran
muestra ante los hombres". Estos días en que ceden los límites ordinarios sus únicos poseedores; el oro les "obedecía" más que a los blancos o a los
entre lo humano y lo sobrenatural, el deslinde entre lo visible y lo invi- negros. Conocían plantas silvestres en la selva que modelaban el oro en
sible parece igualmente volverse más tenue: el oro se hace visible sin que objetos de una belleza perfecta, y ello sin ninguna intervención humana
medien el trabajo de lavado o los sueños. En el momento 9"ucial de este efectiva. Desde que "dejaron de estar solos en el Chocó" no volvieron a
período simbólico, el viernes santo a medianoche, se aparece la "gallina de tocarlo, pero siguen conociendo y conservando las plantas silvestres que
oro" con sus polluelos, ya sea frente a la iglesia, que está abierta, o al borde permiten ver el oro bajo tierra, conocimiento que supuestamente esconden
de la selva, en la ribera opuesta a las casas; ésta aparición fugaz y bene- decididamente de los negros.
factora significa para los lavadores de oro negros que su destino, ligado al
He aquí otra imagen de esta alteridad, ligada todavía a una complici-
oro, seguirá un año más. El oro se dejará de nuevo amansar por quienes
en cierta forma le deben su presencia en el Chocó. dad con el salvajismo de la selva, tanto animal como vegetal. Más aún, se
piensa que es precisamente gracias a estas plantas y no por medios cultu-
Si el oro es compatible con el universo de los muertos y de lo divino que rales que los indígenas dominaron este metal desconcertante que es el oro.
se asocia al espacio habitado, mantiene al mismo tiempo una relación de La presencia de los negros -que se consideran a sí mismos más cercanos
complicidad con una planta silvestre del interior de la selva. Existe en efec- a la cultura- parece haber despojado a los indígenas de los medios para
to un alucinógend~del que se dice que permite "ver el oro escondido bajo domesticar el oro a través de plantas silvestres, pero todavía conservan la
tierra". Esta planta -una subespecie de Datura- se llama "borrachero" y facultad de "verlo", aunque la mantienen celosamente dentro de los límites
posee dos formas. La que es considerada hembra da una flor blanca; no se
étnicos.
da sino selva adentro -de ahí lo sumamente dificil que es conseguirla~ y
tiene fama de ser más fuerte y más peligrosa para la mente que la planta Suponen los negros además que los tesoros de oro enterrados con los
macho. Esta última, de flores púrpura, puede encontrarse al borde de la cadáveres de los antiguos indígenas siguen viviendo bajo tierra. Se les lla-
selva o en cultivos abandonados; sus hojas aplicadas en la frente o bebidas ma "guacas'o y durante la Semana Santa también se vuelven. visibles a
en infusión permiten ver en sueños el oro oculto, con la condición de que la causa de la luz pálida que sale de la orilla de su.entierro. Sin embargo,
planta se haya recogido en período de luna menguante. Pero la locura ace- tratar de desenterrarlas se tiene por empresa en extremo delicada;. para
cha a quien manipule sin precauciones la forma hembra de la planta pro- lograrlo, es necesario conocer los "secretos" apropiados, e incluso enestas
veniente de la selva: para conjurar el peligro se recomienda estrictamente condiciones la venganza de los espíritus de los indígenas muertos no tarda
recibirla de manos de un hombre, tomarla únicamente en la casa, evitar en caer sobre el audaz y su familia. Invocar el poder de Dios y de los santos
las relaciones sexuales tres días antes de su empleo y conocer tanto la dosis se considera totalmente ineficiente para protegerse, porque "los indios no
exacta como las fórmulas mágicas que se deben pronunciar antes y des- creen en ellos". Esta representación negra de la guaca, que los indígenas
145
I47
La naturaleza del oro participa de las normas de la cultura de los lava- La relación de los humanos con el oro es del orden de la comunicación.
dores de oro, pero su capacidad de movimiento lo asocia al mismo tiempo Es una relación continua, siempre reanudada, donde cada uno comparte
con el componente no divino de la fuerza vital, que el pensamiento negro un saber sobre el otro. Los hombres conocen los movimientos del oro y lo
reconoce ser común en las plantas, los animales y los hombres. Sin embar- encuentran. El oro, por su parte, con su huida de las personas con "mal
go, el oro acoge igualmente lo divino cuando se deja ver fuera de su lugar pecho", les revela facetas conflictivas latentes pero potencialmente peligro-
de origen, durante los días misteriosos de la Semana Santa; también es sas de su humanidad.
cómplice de los muertos cuando se deja señalar por ellos en los sueños de
El hilo brillante del oro marca igualmente una diferenciación interét-
los vivos, y participa también de la magia cuando se presenta al llamado
nica que permite integrar la alteridad de los indígenas a la periferia de la
del borrachero alucinógeno. Limítrofe de todos, no pertenece completa-
identidad propia, otorgándole una continuidad -no exenta de contradic-
mente a ninguno de estos dominios. Al funcionar como una especie de
ciones- a la historia de su coexistencia.
transmisor conceptual, como un verdadero soporte simbólico "todo terre-
no" que liga los espacios, presionando al mismo tiempo constantemente El oro se manifiesta, en suma, como una sustancia-soporte de espacios
sus límites, el oro, por su naturaleza compleja, forma un sistema aparte, naturales, sociales y simbólicos diversificados de los cuales constituye el
culturalmente considerado en última instancia como indescifrable. núcleo de coherencia. Es el mediador privilegiado entre los diferentes com-
ponentes del medio físico (río, suelo, subsuelo, selva) y las diferentes uni-
Todos los lavadores de oro están de acuerdo en subrayar que "el oro es
dades constitutivas de la organización social. Además, el oro también es
misterioso". Aunque el tomar en cuenta las incompatibilidades que rodean
uno de los ejes de referencia en la definición de los límites interétnicos entre
su aparición puede ayudar a encontrarlo, la persistente mala suerte del la-
los negros y los indígenas. Es la llave maestra de la dialéctica de lo interior
vador de oro puede llevar a éste a considerarla en definitiva como indepen-
y lo exterior, dialéctica que funda y defule el universo negro mediante la
diente de cualquier maleficio eventual e inexpiicable. No obstante, existe
flexibilidad de sus fronteras.
un procedimiento mágico conocido para neutralizar el "daño" hecho a un
lavadero; está al alcance de todos, pero su resultado no es nada seguro. Se
trata de sembrar una mezcla de nueve plantas, silvestres y cultivadas, en El espacio del lavado del oro
la entrada del lavadero. El curandero debe traerlas y el hombre y la mujer
La categoría del espacio del lavado de oro comporta varias subcatego-
de más edad en el equipo de lavadores deben sembrarlas solos al atardecer.
·r < rías, cada una de las cuales tiene un lugar particular en el entramado de la
De nuevo, tanto la composición como la modalidad de la colocación de la
clasificación social, en función de criterios como la intensidad de la ocupa-
barrera vegetal reproducen el carácter liminal del oro entre la selva y la
ción, del sitio y de su explotación, las modalidades y reglas sociales de la
aldea, lo masculino y 10 femenino, lo divino y lo humano, la claridad y la
colaboración y las reglas de posesión del producto. En el nivel espacial, el
oscuridad.
148
149
153
154 155
157
La multiplicidad de las adivinanzas en torno a la canoa revela el lugar Si el carácter vivo del río, medio y expresión de comunicación y de cir-
semántico central que ocupa este objeto, de origen indígena, en el univer- culación de los hombres, de objetos y de sustancias, puede ser convertido
so negro-colombiano del Chocó. Fuera de la riqueza y heterogeneidad del en su contrario por la Madremonte, el fondo del agua también encubre
léxico que se emplea en torno a ella, la poesía oral, y sobre todo úna copla, una presencia sobrenatural de carácter ambiguo que Sé manifiesta inter-
caracteriza al hombre chocoano en estos términos: mitentemente. Lo llaman "El Indio del AgÍla", tiene el aspecto de un indí-
gena anciano, pero en lugar de piernas tiene aletas. Vive bajo una gran
Es mi novia la palanca piedra en el fondo del agua en el curso superior del río, pero sale de allf a
mi padrino el canalete veces para secarse en las riberas solitaria~. Sus actos, al contrario de los
mi pariente la bafea de la Madremonte, no afectan al río mismo; en cambio a veces se apodera
de los niños que se alejan de los alrededores de su casa y juegan en ribe-
Cuando cojo la palanca ras solitarias, donde se les pierde de vista, para llevárselos al fondo del rí~
ni la muerte se me arrima donde les da de comer pescados crudos. Sólo los devuelve sanos y salvos
si su padrino se tira al agua, los llama por su nombre con insistencia y le
Aquí el hombre y la canoa tienen una correspondencia en extremo es-
pide su liberación.
trecha que conjuga las metáforas de la filiación ritual, de la unión y del
parentesco. Esta relación reúne los dos polos opuestos de la actitud negra Así, al río también lo habita una représentación del Otro, que plantea
ante los miembros de su parentela: la familiaridad íntima cuya metáfora en términos nuevos el dilema de su existencia y de su amenaza. Esta fi-
es la ligazón con la prometida y el respeto, matizado de reserva, que carac- gura subacuática es masculina, a veces accesible a la vista y a la palabra;
teriza el vínculo de un ahijado con su padrino. La canoa es aquí metafóri- por lo tanto, según la lógica de las representaciones negras, no es deUódo
camente hombre y mujer a la vez, parientes por alianza al mismo tiempo destructiva. Marca con su presencia la parte alta del río, más cerca de la
que parientes espirituales. El hombre y la canoa connotan de esta forma el vivienda Emberá, donde la sensación de "estar en casa" de los negros se
movimiento mismo de la sociedad. atenúa gradualmente. Este Indio del Agua se manifiesta entonces como
I59
Capitulo IV La topografla pragmátIca y simbólica: Lugares y marcadores
un indicador pacífico d li"t fi .
. e lDl es, gura ambigua que recuerda el peli ro de hasta el crepúsculo, o sea cerca de once horas. A más de tres jornadas, el
alejarse de la casa hacia esos espacios que la proxun' I'd d d 1 tr g
, f T a e o o grupo lugar se considera "muy lejos", pero la apreciación de la distancia sigue
mas ami lar con la selva salvaje, hace cada vez menos culturales El peli'
gro es mayor para el niño que no posee todavía la totall'dad d I ' - también otros criterios. Así por ejemplo, la distancia entre el grupo de
prá t' . b . e os recursos casas de Villa Claret y la primera casa indígena en la parte alta del río se
d c ICOS y slm óhcos de su cultura. El riesgo de ser literalmente captura-
': calcula en media jornada, salvo desde enero hasta fines de marzo cuando
~ por el Otro, se representa, no por la muerte sino por la imagen d
~da ~o ~uman~, subacuática y desprovista del cáIor transformad::: el nivel bajo de las aguas la prolonga otra media jornada. En cambio, la
~ :ocma, una Vida que eterniza la indefinición cultural al im d' "1 distancia entre esa casa y Villa Claret río abajo no es sino de tres horas," es
mno crezca. ' pe Ir que e decir, "está cerca". La dirección del desplazamiento, siempre considerada
sobre el eje parte alta-parte baja del río, es elemento integral de la medición
Pero éste puede ser devuelto a la vida humana mediante la al b d de la distancia.
su nominador ritual po 1 1 para e
d 1 1 ' raque que o ha hecho nacer en el orden cultural
de dah engua y en conjunción con lo divino. Este depositario de su identi- Además, sobre este eje del río se inscribe también una gradación de los
a umana lo llamará de vuelta al pronunciar su nombre y mediante medios naturales más o menos "bravos"." Es en la cuenca alta donde la
~n acto de comunicación con su carcelero que reconoce su condición d selva es más espesa, la fauna más rica y los animales más feroces, el oro
mterlocutor, e más abundante pero más renuente; incluso caídas, remolinos y piedras en
Esta el fondo interrumpen el río. Las grandes tormentas vienen siempre de la
d d rep;esentación esboza en filigrana una relación de consustanciali_ cuenca alta: espacio "bravo" por excelencia,
a . entre e n~mb~e y la persona, representación que subyace a Uis estra-
tegias de nommaClón. Pero la figura del Indio d 1A b . Los lavaderos de oro familiares, así como los cultivos y los sitios donde ,, ,
áf e gua es oza también la
met o~a de la ~ompatibilidad ambigua entre los dos grupos étnicos; la de talan árboles, están casi siempre situados río arriba del espacio habitado
la práctica efectIva de la comunicación interétni tal -ya sea en la parte alta del río o en la cuenca superior de los afluentes. Se
1 ext . , ca, como se encarna en
a e~slOn del compadrazgo para los indígenas y en la existencia de Un deduce que ir implica siempre una mayor distancia que regresar.
len~uaJe de uso inter~tni~o. Sin embargo, recuerda al mismo tiem o los Por lo tanto, todo sucede como si navegar río arriba, que significa acer-
límites de esta comumcaclóri y la alteridad irremediable d 1 tr P
e o o grupo. carse al espacio indígena, fuera simbólicamente percibido como un aumen-
to de la distancia entre la cultura y los lugarés a los que así se llega. Pero
El viaje: lo cercano y lo lejano por otro lado, es en función misma de la distancia que se supone que los
espacios son progresivamente más ricos en recursos necesarios, aunque a
Pa~a comprender mejor el sentido del viaje para este pensami~nto que veces culturalmente ambiguos, como el oro, lil caza y las plantas terapéu-
",'
',,1
~r:amza.los espacios reales y simbólicos en series de oposiciones parce- ticas "salvajes", que conjugan, cada cúal en forma diferente, la amenaza de
a a~, .eXIste una vía de acceso privilegiada que es el examen semántico lo natural y el carácter cultural. En este sentido, evocan metafóricamente
:~l le~co de los diferentes movimientos-desplazamientos, así como de su la condición de los indígenas en el pensamiento negro: habitantes" de la
c~:cclón. Pero convi~ne señalar previamente que en el universo negro _ cuenca alta, asociados con el salvajismo creciente de la naturaleza, "no se
o en much~s SOCiedades selváticas donde una parte del hábitat parece visten, vagan en la selva, no creen en Dios y no curan sino con la ayuda
en extremo uniforme-las señales direccionales son definidas del diablo". Esta lista recurrente de las diferencias hechas por los chocoa-
fre . 1 . con mayor
cuencla p~r a ~oslción del sujeto en el espacio. Es moviendo los labios nos siempre es puntualizada con la expresión "pero qué bravos son". ,La
-gesto de orIgen mdígena-, y del término "allí" que e' di 11 fuerza así atribuida a los indígenas parece originarse precisamente de su
1 b' s m ca e ugar el
ser o e o. ~eto ~el que se habla, se encuentre éste visible o a varioS' kiIó~e- contigüidad y familiaridad con la naturaleza salvaje.
tros de distanCia. Además, la unidad con la cual se miden las di t .
la 'jor d" d' s anClas es Pero al mismo tiempo, los Emberá tienen para los negros un carácter
na a , es eClr un día de navegación en canoa, desde el amanecer
parcialmente cultural, que se deriva de las relaciones de parentesco ritual
160
Capítulo IV
La topografia pragmática y simbólica: Lugares y marcadores
establecidas con ellos, vínculo que hace menos "bravos" a los indígenas comunidades ribereñas no constituyen sino prolongaciones del territorio
que participan en él. ribereño propio, el espacio urbano de Quibdó se presenta, por su lado, bajo
dos aspectos divergentes.
Navegar aguas arriba significa entonces un esfuerzo y un riesgo cre-
cientes y una mayor distancia por recorrer, no sólo en la práctica sino tam- Por sus barrios cuyo paisaje espacial, arquitectónico y relacional repro-
bién en el pensamiento, que la conceptualiza en términos de espacialidad duce en gran medida el de las comunidades rurales~ se manifiesta también
simbólica. Esta distancia cultural creciente que se debe vencer, se proyecta como una prolongación del territorio propio. Pero la alteridad que encubre
también en la idea de que navegar río arriba significa un alejamiento con- en relación con éste, no está delimitada aquí por los Emberá. Este exterior
secutivo de lo divino --cuya morada es el espacio habitado- y el arribo del mundo comunitario negro se hace presente por la entrada parcial que
cada vez más solitario a lugares regidos por fuerzas naturales opuestas a implican estos viajes a una esfera de relaciones monetarias y de relaciones
lo divino; espacios paradójicos donde la evocación de los santos en lugar de asimétricas de dependencia frente al clero y las autoridades departameritél-
proteger es fuente de peligros mortales. Thl parece como si para alcanzar les que representan allí al Estado. Está lógica de relaciones es prácticamen':'
la abundancia de los recursos naturales, bases de la fuerza vital humana te inexistente dentro de los territorios ribereños comunitarios.
asociada a lo "bravo", de la naturaleza, tuviera el hombre negro que pagar
Este espacio cultural de "afuera" es profundamente dialéctico: tant'o
el precio de despojarse progresivamente de 10 que constituye su riqueza en
\ma prolongación del espacio habitml0 propio como un límite a la lógica
su universo cullural, de su!' I'dadllll\'S wdilka&ls clt' (:olílhomdún con sus
que lo constituye. Lindando en efedo mn el espacio de la sociedad nacio-
semejantes y de la identidad religiosa que su nombre connota. No es sor-
nal, dominio exclusivo de relaciones monetarias y de dependencia, estos
prendente entonces que las efigies de los santos y de la VIrgen que sacan de
barrios están asediados por la lenta pauperización hacia la cual los impul-
la iglesia para las procesiones nunca las suban hacia esos espacios; siempre
sa la lógica social nacional, al transformar progresivamente su frugalidad
los llevan río abajo.
en miseria, su dispersión en promiscuidad y su libertad en dependencia.
La parte baja del río connota en cambio un eje direccional en el cual La entrada de esta lógica monetaria y política apremiante en los espacios
cubrir una distancia requiere menos tiempo, y por ende la distancia se comunitarios ribereños podría prefigurar un riesgo tan importante de ani-
considera menor. Bajar por el río lleva a otras casas de negros, dispersas quilación de su cultura como el que implica el interior de la selva, dominio
o juntas. 1bmar esta dirección corresponde entonces prioritariamente a de lo "bravo", para el individuo solitario incapaz de hundirse parcialmen-
acercarse a otras comul'lidades ribereñas del mismo tipo que constituyen te en la lógica de la selva, a costa de suspender parcial y fugazmente su
la prolongación espaciaÍ, genealógica y afín a la de origen. Las gentes del identidad cultural. Por lo tanto, la existencia de Quibdó y su alejamiento,
Capá se ubican en sucesivos grados de distancias recorridas, en unidades permiten aceptar hasta cierto punto el desafio de las relaciones monetarias
sociales cada vez más amplias hasta llegar a la "chocoanidad", de la que y políticas que unen al Chocó con Colombia, al mismo tiempo que hacen
hace parte también la ciudad de Quibdó. posible mantenerlas parcialmente fuera del campo comunitario propio.
Quibdó se presenta así como el eje de la comunicación con la chocoanidad,
Las obligaciones y los derechos, creados por la prolongación extraco-
dentro de la cual todos los negros se reconocen como "parientes", lugar
munitaria de las relaciones de alianza y parentesco ritual son a menudo
circunscrito de los intercambios monetarios que mantienen, gracias al
la motivación de los viajes: el deber de participar en los ritos funerarios de
oro, con el mercado nacional.
parientes consanguíneos y políticos, la obligación de ofrecer, ya sea regalos
periódicos a los ahijados, o la fuerza de trabajo a un padrino o un compa- "Bajar" a Quibdó corresponde entonces a aceptar el desafio de enfren-
dre, la necesidad de explotar cultivos o yacimientos aluviales en otro río, tarse con esta racionalidad sin por ello dejarse absorber, de utilizarla sin
propiedad del tronco de descendencia, son ocasión de desplazamientos de someterse a ella. Para mantenerla a distancia de la interioridad comuni-
varios días o semanas, con techo y comida asegurados en casa de fami- taria, integrándola a su periferia cultural, los negros parecen desplegar
liares. Estos viajes implican a menudo la circulación de dinero, obtenido una estrategia análoga a aquella con la que le hacen frente a la selva: la
con la venta de madera o de oro, por lo general en Quibdó. Si las demás suspensión parcial de la identidad cultural. En este sentido, Quibdó y el
interior de la selva son dos espacios-límites simbólicamente homólogos. De esta forma, el juego conceptual hecho posible por la percepción de la
Sin embargo, dos diferencias esenciales los separan. A la existencia de una distancia espacial en términos de temporalidad, utiliza una realidad física
interpretación negra abundante sobre la naturaleza salvaje de la selva, co- ;<, (la corriente y contracorriente de los ríos) para codificar una graduación
rresponde el imperativo del silencio integral al penetrar en ella. En cambio, de las distancias simbólicas por cubrir. En consecuencia, si se considera el
ningún comentario explícito verbaliza el peligro que representa la lógica retorno río arriba, esta dificultad creciente que se debe superar para volver
del espacio urbano para la vida comunitaria; pero al vendedor o a los que puede ir acompañada de la tentación latente que constituye para el indivi-
viajan a Quibdó en busca de empleo o de favores se les recomienda que "se duo el carácter culturalmente análogo de las demás comunidades negras.
defiendan con la palabra", lo que significa para los negros emplearla en Puede verse tentado a cambiar, a establecerse definitivamente en otro río,
una forma mucho más intensa y enfática en las relaciones mediatizadas para librarse de las obligaciones de reparto que implican sus vínculos de
por el dinero o la autoridad de lo que conviene al i~terior del espacio consanguinidad. Mediante el enlace que allí puede contraer, el individuo
comunitario. es susceptible de convertirse en el punto de partida de un nuevo tronco de
tí' descendencia.
Así pues, a estos dos espacios corresponden sendas clases de relaciones .í
que articulan palabra y silencio, y que reproducen, con el fin de defender- La práctica reciente parece confirmar esta interpretación; la comunidad
se, el comportamiento atribuido al adversario: el de la no-comunicación teme en efecto que el establecimiento definitivo de los jóvenes en otros
frente a las figuras sobrenaturales de la selva, y a la inversa, una super- ríos se convierta en una costumbre mayoritaria, lo que según piensan los
abundancia verbal concebida como astuta y mentirosa frente a los "doc- ancianos "diluiría y empobrecería a la comunidad". Por el contrario, el
tores"9 de la ciudad. cambio de residencia de las jóvenes como consecuencia de su matrimonio
es considerado benéfico porque "eso crea parientes".
La segunda oposición entre el espacio de Quibdó y el interior de la selva
radica en la distancia; es más corta en el tiempo para ir río abajo a Quibdó La pobreza relativa y la falta de originalidad morfológica y semántica d~l
y más larga y fatigante en el retorno, mientras que lo opuesto rige para léxico de los movimientos centrípetos, contrasta con la riqueza de matices
las expediciones de caza o de tala de árboles. semánticos y el carácter a menudo lingüísticamente innovador del léxico
sobre el movimiento centrífugo. Aunque e1término "viajar" cubre este con:'
A este respecto, el léxico sobre los movimientos y desplazamientos
junto, también adquiere, según los contextos, un significado más preciso, a
resulta esclarecedor. Sorprende constatar la desproporción cualitativa y
saber: "ir a Q].Iibdó", "Coger la palanca", "embarcarse", "andar", "caminar",
cuantitativa que Cxlste entre los dos campos semánticos complementa-
"irse pa' su destino", "empuntarse", son algunos ejemplos; a menudo segui-
rios; el del movimiento centrífugo y el del movimiento centrípeto. Este
dos por los verbos direccionales "bajar" y "subir". El término "embarcarse"
último siempre se expresa con dos sinónimos semánticamente equivalen-
significa por extensión cualquier acto de partida de un espacio, dado que en
tes: "volver" y "regresar", términos no específicos en cuanto al modo del
la concepción topográfica negra del Chocó, el agua constituye siempre ellí-
movimiento centrífugo, para el que se usan, con la misma acepción, los
mite de cualquier unidad espacial. En el lenguaje de los hombres, este verbo
dos verbos direccionales "bajar" y "subir". Volver a la casa bajando equi-
es sinónimo de "trabajar". Pero el retorno centrífugo connotado por este
vale a regresar de los espacios río arriba, más salvajes y ricos en recursos,
verbo implica un retorno a la casa previsto para el mismo día. En cambio la
a donde se va sólo para realizar una actividad extractiva; volver en este
frase "irse pa' su destino", de uso cotidiano y sin énfasis, designa un despla-
caso implica una menor distancia por recorrer. En cambio, volver subiendo
zamiento hacia un sitio en el mismo río o en otro, de duración indetermi-
significa que uno vuelve de otras comunidades negras culturalmente simi-
nada, pero en todo caso de más de un día y que implica un retorno seguro.
lares a la propia, a donde se va para poner en circulación el producto, para
"Empuntarse" connota la reanudación del desplazamiento -sin precisar la
transformarlo ya sea en objetos que apoyan las relaciones sociales codifi-
duración o el destino-- después de una parada.
cadas, como los regalos, o en un dinero que servirá para alimentar los in-
tercambios con la parentela y con lo divino, bajo la forma de ofrendas. En En cambio, "andar" y "caminar" -verbos que en español normalizado
este caso, el retorno implica mayor tiempo y esfuerzo para el navegante. siempre connotan un desplazamiento terrestre-, en este contexto significan
166 167
168
169
Capítulo IV
La topografía pragmática y simbólica: Lugares y marcadores
CAPíTULO V
El campo
religioso y
ritual
El análisis de la espacialidad y de su simbolismo permitió evidenciar el
carácter doble y en cierta forma dividido de lo sobrenatural negro-colom-
biano entre: por un lado, las entidades sobrenaturales, pertenecientes a la
esfera de lo divino, y vinculadas con el espacio habitado y el río, y por el
otro, una especie de "contra-sobrenaturaleza" poderosa, pero que ningún
ritual puede controlar, y cuyo anclaje espacial es el espacio salvaje de la sel-
va. Entre las dos, se halla la brujería, ligada espacialmente a la selva, pero
que por el carácter de sus rituales secretos y de sus aliados sobrenaturales
se sitúa en la periferia de lo divino, que a primera vista parece dominado
por el imaginario del catolicismo impuesto por el colonizador hispánico.
En efecto, los múltiples dioses africanos de los orígenes y la lógica ritual
de comunicación con ellos parecen haberse difuminado aquí, sustituidos
por los espíritus de los muertos recientes y los santos, que para los negro-
colombianos constituyen dos tipos de entidades sobrenaturales protago-
nistas del campo ritual. En su faceta colectiva, el campo ritual también
se manifiesta sujeto al ritmo del calendario católico: la Semana Santa,. el
período de Navidad y la fiesta del santo patrón son sus tres momentos,
pero en sus modalidades rituales de celebración emerge un lenguaje ges~
tual, espacial y musical distintivo de los negro-colombianos, y que pare~
ce originarse en un pasado africano ausente. ya de la memoria colectiva
consciente. En cuanto a los ritos de paso que marcan la temporalidad de la
existencia individual, se observa una heterogeneidad que matiza en forma
aun más fuerte la imagen sumaria del catolicismo global: los ritos de na-
cimiento integran simbólicamente el universo vegetal y animal presentes
en la ideología de la reproducción, la representación y la práctica ritual del
bautismo, descentran la lógica católica de éstos hacia un simbolismo de la
nominación, y en los ritos funerarios se eilcarna una concepción etiológica
de la muerte, de la persona y de su identidad humana bastante alejada
del catolicismo. Asimismo, la naturaleza y las modalidades de la relación
electiva individual que vincula cada adulto a un "santo de devoción espe-
cial" evidencian una lógica en contrapunto con la representación católica
de la devoción. Aunque en los tres rituales colectivos del ciclo anual negro
la presencia física de los indígenas es periférica y su presencia simbólica
no parece marcarlos, influyen al contrario claramente en el desarrollo de
los demás ritos; su sistema chamánico marca con sus huellas los ritos· de
nacimiento y la imagen de la sobrenaturaleza hostil, rebelde a lo "divino"
y específica de la selva. Así, cada ritual negro puede verse como una escena
particular donde la desagregación de la herencia africana, el encuentro in-
termitente y obligado con elementos sueltos del catolicismo hispánico y la
173
I74 I75
en forma particular este periodo de calentamiento. El despliegue de este lan botellas de aguardiente local y se inicia el baile a ritmo de aplausos y
lenguaje constituye el núcleo ritual que unifica las tres fiestas colectivas, silbidos, ritos repetidos como "oé, oá", á los que responden los tambores.
junto con la salida de las imágenes y estatuas de los santos de la iglesia y La multitud danzante recorre así el espacio habitado y se detiene en cada
su procesión a través del espacio habitado, seguida de la que los lleva río esquina, frente al río y finalmente, por largo tiempo, al frente de la iglesia
abajo. para "calentar a los santos". En cada lugar que se detiene el grupo cier-
La Seman~ Santa tos cantantes improvisados se enfrentan con coplas jocosas, salpicadas de
La Semana Santa va de domingo a domingo en el calendario católico. alusiones sexuales, que repiten en coro los bailadores; las coplas hablan de
En cambio, para los negro-colombianos del Chocó comienza un sábado los asuntos y conflictos menores de la comunidad, y del poder y las aven-
y termina en la noche del lunes que sigue al domingo de resurrección. El turas atribuidos a los diferentes santos o a la VIrgen. A Jesucristo y a Dios
primer día se evidencia una división espacial entre la iglesia y el exterior, los excluyen de estos diálogos cantados, porque según dicen "están muy
división que se mantendrá durante todo el periodo ritual. Mientras en la lejos". Esta representación tiende a una concepción de lo ritual, ligada a la
177
179
CapftuloV
El campo religioso y ritual
no. mirarlQs de frente CQn insistencia, el vQltear la cabeza hacia QtrQ lado. al lQS núcleQs más impQrtantes del ritual y dar fQrma a una lógica de repre-
hablarles y el girarse o. el taparse la bQca para reírse. sentación de lQS religiQsQ propiamente negrQ-cQIQmbianQ.
182
Capitulo V
El campo religioso y ritual
Jesús en la iglesia, barrida y llena de ofrendas vegetales, alimentos y ci- cuando se reúnen, y luego conductas exageradas de algunos miem-
rios. Domina esta fiesta lo femenino, en la medida en que se supone que de la comunidad. Los niños terminan la fiesta con burdas imitaciones
las mujeres tienen una relación especialmente íntima con el Niño Jesús, a del comportamiento de los adultos con ellos.
quien escogen con frecuencia como su santo de devoción especial. Este en . Esta fiesta de burlas, una auténtica inversión ritual de los puntos fuer-
cambio, como dicen, "no le sirve a los hombres que no saben darle gusto"; tes del sistema cultural y religioso, parece una impronta inconsciente de
en cuanto al Cristo crucificado o resucitado, ni los hombres ni las mujeres -donde abundan los rituales de inversión- dentro de un marco
pueden elegirlo como santo de devoción especial por ser "demasiado fuerte católico cuyo sentido original es subvertido. Da forma, por medio de la
para uno solo", según dicen los chocoanos. Los diferentes avatares de la . burla, a la representación negra de los santos y a la naturaleza particular
Virgen, vinculados a la historia de su vida en la tierra, así como a sus apa~ de la relación que se establece con ellos. Esta fiesta iguala a humanos y
riciones posteriores, pueden ser escogidos por los dos sexos. El rechazo a .santos bajo los rasgos esbozados de animales genéricos, teatralizando tod?
hacer un pesebre doméstico en la sala de la casa ---contrario a la costumbré lo que en su respectiva naturaleza se reconoce como rebelde a los .co~stre~
hispánica pasada y presente-, se basa en explicaciones enredadas, de las ñimientos de los valores culturales. Pero también es uno de los pnnClpales
que parece resultar que: la reunión de la fuerza maternal sobrenatural de dispositivos étnicos negros en las relaciones interétnicas; aunque no tiene
la Virgen y la del Niño Jesús sería demasiado poderosa para I~ casa, hasta ningún equivalente entre los Emberá, este ritual se desarrolla en su pre-
el punto de desbaratarla. También se manifiesta aquí la representación de sencia y reúne paradójicamente a los dos grupos en la burla de sus inter-
la concentración de lo idéntico en cuanto peligro para el espacio humano cambios verbales caricaturizados. Finalmente, este ritual otorga la palabra
de la cultura, acentuado aun más por su carácter femenino. a los niños, a quienes el orden cultural condena al silencio frente a los
adultos. Espejo invertido, en el centro del espacio habitado, del sistema
fu
A la velada del 24 de diciembre en la iglesia, le sigue, al día siguiente, cultural y religioso, simétrico en ello con el espacio lejano de la selva, esta
procesión terrestre y fluvial de la Virgen y del Niño Jesús, también según . fiesta domina y domestica, mediante la burla ritualizada y compartida,
el esquema topográfico circular y descendiente. Los cantos de la noche del . el salvajismo subyacente atribuido tanto a los santos como a todos los
24 son coplas y "romances a lo humano" que se distinguen de las que se
cantan en Semana Santa por su temática en torno al amor "humano" dé
El periodo ritual de la Navidad es, entre los tres que hemos señalado,
los dos sexos, y que celebran tanto la concepción como el nacimiento.
el que reafirma con más fuerza los límites de cada comunidad. Fiesta del
Incesantes bailes, música y bebida animan estos días en Villa Claret, nacimiento y de la familia, lejos de proyectarse hacia otras comunida-
tanto más cuanto que se aproxima el primero de enero, día de inicio de la des ribereñas, la Navidad reafirma la independencia de cada una de ellas.
gran migración anual del lavado de oro que dispersará a la comunidad. También convoca, más que las demás fiestas, al retorno de los nativos que
Entretanto, el 28 de diciembre se intercala una fiesta particular, la de los viven en otras partes y prohíbe cualquier viaje por el río hasta el día de
Santos Inocentes. El nombre y la fecha provienen de la liturgia católica ofi- año nuevo.
cial, pero los chocoanos interpretan el término "inocente" en su acepción
***
de "pueril", "irresponsable" y "débil de espíritu". En ese día, los adultos y
los niños se disfrázan con máscaras toscas vagamente animales, fabricadas ¿Cuál podría ser entonces el reto simbólico de esta relación con los san-
por las familias. Entre risas y comentarios jocosos de los espectadores re- tos que está en la base de los rituales colectivos? El carácter de interlo-
unidos en las calles, recorren la aldea en círculo, pero en dirección opuesta cutores rituales posibles, atribuido a los santos, a causa de su condición
a la de las procesiones de los santos. Caricaturizan sucesivamente diversos humana pasada y de la representatividad iconográfica que se deriva de
comportamientos o "gustos" de los santos ---como el carácter demasiado ella, los hace visibles para los hombres. Además, por más que su anclaje
colérico de San Jorge, la candidez de la Virgen, la extrema circunspección se. encuentre en la esfera de lo alto, de lo divino, e incorporen en su ser un
fragmento del aliento y la luz divinos, éstos últimos se vuelven controla-
de San Pedro, la avidez atribuida a todos los santos en materia de ofrendas,
bles por los humanos con su mediación. La fuerza hecha del aliento y de la
etc.-, después las características verbales y mímicas de los indígenas y los
186
188 189
I9 I
19 2 193
194 I95
Capítulo V
El campo religioso y ritual
característica, asociadas con el portador natural de la sustancia y que se giada con lo aleatorio- se incluyen más bien en la serie de predominancia
transfiere mediante un procedimiento ritual metafórico al cuerpo del niño, metonímica.
lo que tiene por efecto establecer de por vida una relacióq privilegiada
. Las sustancias, todas supuestamente calientes, procedentes' de las par-
entre éste y el portador de la sustancia o con la sustancia misma (como el
tes de cuerpos de animales salvajes se usan sólo para "ombligar" a los
oro o el agua por ejemplo). Adicionalmente, la característica así captada
niños, con excepción de la araña y del conejo salvaje, cuyas caracterís-
del reino natural e incorporada en el recién nacido constituirá el núcleo de
ticas de rapidez, tenacidad y abundante fertilidad se desean transmitir a
sus aptitudes, de su carácter futuro. Pero en el caso del oro o del sudor de
las mujeres. El polvo de las plantas -con mayor frecuencia de la serie
la curandera partera, el ritual de transferencia tiene un carácter más me-
caliente, pero a veces de la tibia- corresponde por excelencia a las niñas.
tonímico; la sustancia representa una parte, supuesta mediadora de una
Las plantas elegidas tienen casi siempre virtudes terapéuticas, y han sido
relación positiva entre el niño y el todo evocado por ella. Son la madre y
domesticadas a partir de una v(J.l'Íante semi-silvestre, que se dan fuera
la partera quienes realizan la escogencia definitiva en la serie clasificato-
del espacio habitado, cerca del río, al borde de la selva, pero jamás en
ria, que asocia ciertas capacidades, caracteres o fuerzas con los diferentes
el interior de ésta. Se supone que transmiten su naturaleza caliente, que
elementos del reino animal, vegetal o mineral. Se cree que estas capacida-
comparten con el espacio de la vivienda y e! estado de embarazo. Thmbién
des son eficaces en la existencia humana individual y que la transferen-
deben transmitir su carácter inofensivo, la facilidad de multiplicarse, así
cia de lo escogido para el bebé va a constituir el núcleo de sus aptitudes;
como su capacidad de "estar en su lugar", tanto en el espacio habitado (en
así, mediante el juego de rompatibilidndeli e incompatihUidmkli. se sup<me
lo!! huertos de plantas medicinales y aromáticas que las mujeres casadas
olientará buena parte de los rasgos físicos y psíquicos de su personali-
cultivan alIado de la cocina) como en los espacios de viaje y de tránsito que
dad. Esta sustancia animal, vegetal o mineral, pulverizada e introducida
son las orillas de los ríos cerca de las casas en ellílnite de la selva, lugares
en e! lugar corporal de conexión por excelencia, e! ombligo, reemplaza
del lavado de oro femenino. Sin embargo, en la serie vegetal, así como en
desde el nacimiento el enlace simbiótico con el cuerpo materno y con el
la de origen animal, existe una brecha que introduce lo masculino en un
universo sobrenatural divino del origen del niño, al crear una comunidad
universo marcado por lo femenino. En efecto, se supone que la "yerba del
de sustancia con una especie natural. El procedimiento que la establece
carpintero", planta silvestre que no existe sino selva adentro, transfiere al
se puede considfrar como un discurso femenino objetivado, mágicamente
humano la capacidad de salir indemné de situaciones sociales peligrosas,
eficaz, enuncia~ó por los gestos de la partera sobre la serie metafórica de
como las peleas a mano armada o los encuentros con e! aparato policivo
las sustancias citadas; y que podría traducirse con exhortaciones impera-
y judicial de la sociedad nacional; esta planta: se utiliza en forma preferen-
tivas basadas en e! principio de la similitud: "Que el muchacho sea fuerte
cial, pero no exclusiva, para "ombligar" a los niños. El polvo de oro puede
e indomable como el tapir, o viajero como el' agua, obstinado como la
también usarse tanto con los niños cómo con las niñas, con una clara
araña, rápido y fecundo como e! conejo, aventurero y conocido en todas
preferencia para los primeros; sin embargo, se trata de una escogencia
partes como e! pájaro; que la niña cuide a sus hijos como la gallina, que
arriesgada puesto que se cree que su peso en el cuerpo humano predispone
sea fecunda y oenéfich como las plantas que curan", etc. En otros casos,'
al ahogamiento en los remolinos de los ríos. Thmbién en esto muestra el
este discurso i~perativo es más bien metonímico: "Que el polvo de oro en'
su ombligo atraiga hacia él (o ella) el oro de! fondo de los ríos, que tenga oro su cariz ambiguo para el universo negro del Chocó; aquel que trate de
dominar demasiado, en su hijo lo aleatorio de la suerte en el lavado de oro
suerte en la miria, que e! sudor de la curandera le transfiera a él su juicio y
corre el riesgo de perderlo. '
facilite así su aprendizaje de curandero". Se debe anotar que la adquisición
de características precisas, delimitadas y cotidianas parece situarse más El agua del río, el polvo extraído del CUerpo de algunos peces rápidos
bien del lado de la serie metafórica, mientras que las fuerzas más difusas, pero no peligrosos, y el sudor de la curandera constituyen sustancias sin
relacionadas con ámbitos de realidad de naturaleza ambigua y que no son marca sexual que sirven para "ombligar" tanto a niñas como a niños. Sin
sino parcialmente controlables por los humanos -la suerte de! lavador de embargo, sucede que se usa el sudor de un curandero de la familia extendi-
oro y la condición de curandero, que implican ambas una relación privile- da (aunque ausente en el parto) con los niños, lo quejamás se puede hacer
197
199
200
201
Capítulo V
El campo religioso y ritual
relación con la selva se opone al intercambio continuo de vida que domes- una curandera negra a base de elementos vegetales y animales; el otro es
tica recíprocamente a los humanos, las plantas domésticas y los peces. fabricado por los indígenas con dientes de animales salvajes. Cada uno de
Estos dos modelos de intercambio energético se proyectan también so- estos amuletos es la conjunción de dos alteridades, parcialmente domina-
bre el conjunto del campo mágico-religioso: el de la domesticación recí- das e integradas por el mundo cultural negro-colombiano.
proca marca las relaciones rituales con los santos y con los espíritus de los Pero la defensa mágica del pequeño niño negro no se detiene allí. En
muertos buenos en el espacio habitado; el del rapto define la lógica de las algunas zonas del Pacífico, tiene lugar el "bautismo del agua" unos días
acciones del brujo en la selva. después del nacimiento. Este hace entrar en escena el universo masculino,
Sin embargo, el ritual del "ombligado" exch,lye del todo a los santos. eje de las relaciones sociales codificadas. En efecto, aunque los ritos de na-
Todo sucede como si aquí también el silencio ritual con respecto a ellos in- cimiento que asientan la fuerza vital mediante el vínculo con lo natUral
dicara el conjuro del peligro del exceso de lo idéntico que su presencia pro- son asuntos de mujeres, la escogencia de los compadres es competencia
vocaría. Lo divino, inscrito en el alma-fuerza vital, ya representa en ella un del padre y de los abuelos del niño. Además el padre toma la decisión final
poderoso fragmento del aliento divino que el rito se propone precisamente en la elección del nombre. En este rito, el padrino y la madrina escogidos
fragmentar entre el territorio habitado y el reino vegetal y animal. Ade- dejan caer algunas gotas de agua bendita o de una fuente en la cabeza del
más, todo el campo ritual del nacimiento se presenta fuertemente marcado niño, a tiempo que dicen: "En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu
por los paralelismos con el de los Emberá. Aunque la representación del Sap.to, y con la ayuda de la Virgep. y de los santos te bautizo", pero sin
universo prehumano, lugar de origen del niíi9, dificff ~!'; los d9s grupos, pronunciar el nOmbre 9.d niño, incluso si ya esttj. escogido. Esta l)reve ce-
la conformaciÓn ritual de los vinculos de comunidad <le sustancia con el reU1Quiu qUe lien.;: lugar en la q;\sa unta} Qel bebé se propone movilizar
reino natural, mediante el rito del"ombligado" -palabra que con frecuen- lo divino para reforzar al niño frente a las malas influencias. Lejos de ser
cia usan los indígenas para designar su propio ritual- son casi idénticas. un rito de nominación, su fin es el de proteger en forma mágica su alma-
Dado que se atribuye a los indígenas una intimidad ip.trínseca con el reino fuerza vital, precisamente sin nombre pronunciable. El sentido que le dan
natural, este rito negro, que también construye una familiaridad con éste los negros a este rito es el mismo atribuido por los indígenas al bautismo
mediante la conjunción de lo divino, toma un sentido suplementario para de nominación que sella su relación de compadrazgo con el padrino y la
la sociedad negro-colombiana: el de una aproximación ritual a la identidad madrina negros: la protección mágica.
y a la fuerza particular de los indígenas, por medio de la apertura parcial
del sí al otro, estrategia negra que ya hemos visto en acción para tratar la El bautismo de nombre
alteridad.
Para el niño negro-colombiano, sin nombre aún, el momento del bau-
*** tismo de nombre llega obligatoriamente. Será el surgimiento de su segun-
Este rito de paso instaura la primera armazón de la identidad huma- da alma, el "alma-sombra", llamada también el "ángel guardián". Según
na. Sin embargo, ésta todavía es frágil y la acechan malas influencias. La: lo~ negros, es la verticalidad, la capacidad del caminar autónomo lo que
madre debe enterrar cuidadosamente, bajo los pilotes de la casa, el pelo y dota al ser humano de su sombra. Por ende, el ritual de nominación nunca
las uñas cortadas, partes separadas del cuerpo que darían poder sobre el puede tener lugar antes de que el niño camine por sí solo. Se supone que el
alma-fuerza vital. Si el brujo se apodera de estas, podría capturar el alma. nombre, utilízado en forma masiva por la comunidad ribereña, se "com-
El niño se debilitaría y su alma-fuerza vital que "se debe a lo divino", parte" con su sombra. Esta segunda alma se injerta, a través del ritual
aumentaría la fuerza maléfica del brujo. El otro peligro, el del "mal de de la nominación, en la primera, el alma-fuerza vital, llamada también
"aliento", muda para el lenguaje y el rituaL .
ojo", capacidad maligna que se supone innata en ciertos seres humanos, se
conjura mediante la confección y el porte de amuletos. El más·,eficaz es "el Ya hemos aludido a la escasa cantiaad de patronímicos que se usan en
doble", compuesto de dos tipos de amuletos: el primero !!s preparado por el Chocó y a su papel en la definición de los límites y las aperturas de las
202 2°3
Capítulo V El campo religioso y ritual
unidades sociales. A esta reducida cantidad de patronúnicos -herencia de padrino, donde se construye un pequeño altar con cirios blancos y ador-
la esclavitud- se opone en forma simétrica la enorme diversidad de nom- nos florales recogidos en el jardín de la madrina, rodeando una imagen de
bres que existen en la región. Estos son por lo general hispánicos, pero la Virgen con el Niño Jesús. Esta ocasión amerita con frecuencia el traslado
incluyen una considerable cantidad de nombres arcaicos, del todo caídos transitorio del santo de devoción especial hacia el dormitorio pequeño. Los
en desuso tanto en España como en el resto de Colombia. También pueden asistentes no emparentados directamente con el niño permanecen en el
tener origen anglosajón (sobre todo en los nombres masculinos), oriental o exterior de la sala abierta. Después de una invocación a la VIrgen, al Niño
bíblico, o ser completamente innovadores, y esto de diferentes formas: me- Jesús y a todos los santos, que por lo general empieza con la fórmula:
diante una invención fonética total, al concentrar y abreviar varios nom- "Santo Dios, santo e inmortal", los padrinos toman cada uno un cirio para
bres en uno, al añadir fonemas suplementarios a un nombre de base, o al iluminar al niño. El padrino y la madrina le vierten a su turno agua ben-
yuxtaponer en forma novedosa varios nombres poco comunes fuera de la dita en la cabeza, diciendo en coro dos veces: "En el nombre del Padre, del
región. Esta diversificación llega a tal grado que en esta región de 400.000 Hijo y del Espíritu Santo, con la ayuda de la Virgen y de todos los santos,
habitantes aproximadamente, es poco frecuente que dos personas tengan yo te bautizo X". Entonces el padre, y después la madre llaman al niño por
exactamente el mismo nombre. El cuidado que los negros ponen en la par- su nuevo nombre seguido de sus dos apellidos. Al final de la ceremonia,
ticularización del nombre se manifiesta en una especie üe angustia que se las dos parejas se tocan la frente con agua bendita y dicen, con un cirio
apodera de la familia del niño previamente a su bautizo. Hace un repaso prendido en la mano, "en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo
minucioso de todos los nombres del mismo sexo ya usados en la comuni- y con la ayuda de la Virgen y de todos los santos, y en nombre de X, te
dad y en la parentela extendida, así como los de los muertos más o ml~nos acojo compadre (comadre)". Después de estas palabras, la sala se llena de
recientes, no sólo para evitar repetir el mismv shw pm'U encontrar el más gente: el tabaco, los alimentos y los licores circulan, todos cantan "coplas"
nuevo posible. El muy frecuente éxito en esta proeza es aplaudido por la y "romances a lo humano" hasta bien entrada la noche. Los nuevos com-
comunidad en forma unánime, lo que permite que se pueda designar al padres intercambian regalos: joyas de oro, tocadiscos de pila, telas finas. El
individuo durante toda la vida -incluso después de la muerte- por su niño recibe el primer regalo de sus padrinos, que también ofrecen la fiesta.
nombre de bautizo, eliminando casi siempre el patronúnico. Entre adultos, A esta le sigue, o rara vez la precede, el bautismo en la iglesia con la in-
los nombre son precedidos por un "don" o un "señor" para los hombres, tervención del cura. En algunas zonas del Chocó, el bautismo se prolonga
o de "doña" y "señora" para las mujeres. Los límites del uso des nombre hasta en el río, con los padres, y los padrinos, ~os abuelos y los consanguí-
en el interior de la comuhidad están definidos por las relaciones recíprbcas neos, que eligen la desembocadura de un peqúeño afluente, o se embarcan
de compadrazgo y las rClaciones asimétricas de afiliación ritual. Por otra en canoa hacia la mitad del río, donde el agua es "pura". Con ella frotan
parte, la auto-designaciÓn con los patronímicos también marca las fron- el cuerpo del niño repitiendo las palabras rituales ya citadas. Se cree que
teras de la unidad ribere,ña, por cuanto la identificación extracomunitaria esta prolongación ritual del bautismo liga el niño al río, unidad espacial y
requiere imperativamente los dos apellidos. Signo de la singularidad de la social de la identificación comunitaria.
existencia individual frehte a la perennidad instituida del sistema social y
de parentesco, la extrema diversidad de nombres y su uso intensivo -que Como se puede ver, las relaciones de afiliaCión y de parentesco rituales
eclipsa al patronímico, salvo en situaciones sociales "de límite"- indican se establecen tanto evocando los nombres dé las entidades divinas como
una preocupación por ia individuación, con relación a los muertos y a el nuevo nombre humano, a menudo ajeno a cualquier nombre de santo
los vivos. La importancia dada a esta individuación parece también la de homologado. El onomástico que evoca lo divino se manifiesta aquí como
participar en la estrategia de fragmentación frente al peligro del exceso de marca y fuente de energía divina. El ritual y la sustancia de conjunción
lo idéntico que se manifiesta como un importante eje ideológico en este que constituye el agua dentro de este pensamiento transfieren una parte
sistema de pensamiento. de esta energía en el nuevo nombre humano. Se piensa que la contigüidad
ritual entre estos dos tipos de nombres crea la fuerza y la duración de las
El ritual del bautismo de nombre en el Chocó suele presentarse en dos relaciones establecidas en torno a ellos. Esta fuerza está más allá de toda
secuencias. La primera se desarrolla generalmente en la sala de la casa del corporalidad y excluye cualquier proximidad o contacto sexual. Es de or-
2°5
Capítulo V
El campo religioso y ritual
den divino, en la medida en que emparenta en alguna forma a los co-no- na. Se piensa que este componente extra-corporal y visible del ser humano
minadores con el Dios de la creación del mundo, de antes de la ruptura con se engarza de día al cuerpo por los pies, y que en la noche, al contrario,
el ámbito humano, aquel que solo con la nominación, mediante la fuerza se separa del durmiente para pasearse por el mundo; los sueñoS' son su~
de su verbo, hizo surgir de lo indiferenciado los seres y las relaciones. Este aventuras. Por sus encuentros oníricos son otras almas-sombras de los
ritual desvía el sentido católico convencional hacia la lógica de la posesión vivos o con los espíritus de los muertos, inspira desde los 12 o 13 años
africana y hacia la del chamanismo. En su versión nativa se rechaza la me- presagios y presentimientos que se cree protegen de peligros al individuo,
diación del sacerdote, pues los co-nominadores asociados son los mismos le recuerdan sus deberes para con los vivos y los muertos, o lo guían en
oficiantes del rito de nominación, que crea para el nombrado una deuda de sus decisiones diurnas.
nominación y de alma tanto con ellos como con lo divino. El ahijado paga
Sin embargo, para esta alma-sombra, suma de una historia individual
la deuda con sus nominadores al darles regularmente parte de su botín de
oscilante entre lo diurno y lo nocturno, soporte del acto ritual de nomina-
caza y sus cosechas. También tiene que ejecutar todos los servicios y tra-
ción, la noche constituye un espacio-tiempo cargado de ambigüedad. La
bajos que le pidan sus padrinos. En cambio, el pago con lo divino le atañe:
noche que se supone "hace entrar lo podrido en las casas" y "levantarse las
en el momento de su muerte, el alma-fuerza vital vuelve hacia el aliento
almas de los muertos" es por excelencia el momento en que se borran los
divino, quedando así saldada la deuda. La única manera de incumplirla,
puntos de referencia, las fronteras y límites entre lo salvaje y lo doméstico,
robando a 10 divino, parece ser, para los negros, la venta del alma al diablo,
entre la vida y la muerte. La noche es el tiempo de las simbiosis indebidas,
el pacto del brujo con éste.
y de las separaciones peligrosas. Es así como la movilidad onírica de esta
La adquisición del alma-sombra abre para el niño el camino de la indi- alma, considerada además como signo de una identidad humana sana y
vidualidad, del acceso a la memoria y al sueño, y sobre todo allenguaje12• cada vez más realizada, la enfrenta también a dos graves peligros noctur-
También es esta adquisición la que termina de fijar en él su alma-fuerza nos. En primer lugar, la visión onírica de la selva o los gestos y las palabras
vital. El mal de ojo no podrá en adelante afectarlo y su vulnerabilidad ante seductoras de un muerto -pariente o alguien del sexo opuesto- pueden
la brujería será desplazada del alma-aliento hacia su sombra, a causa de hundirla en una fascinación malsana que puede hacerla abandonar defini-
la deuda con lo divi,no cuya fuerza ya no podrá ser vencida por el mismo tivamente el cuerpo viviente para ser llevada al mundo de los muertos, que
brujo. En efecto, ddde el IÍlomento en que el individuo tiene un alma-som- desean captar su fuerza, mediante el co~ercio sexual onírico, con el fin de
bra, su alma-fuerza vital no puede ser capturada. Su muerte, la hará nece- aliviar su penitencia. Ceder ante esta fascinación es un riesgo permanen-
sariamente volver ~l aliento divino para pagar "la deuda por su sombra", te para el durmiente porque el pensami~nto negro no reconoce en nadie
según la exégesis negra. -salvo en el brujo y en los curanderos que han hecho un aprendizaje con
En cambio, dentro del abanico de experiencias que se abre desde enton- los chamanes Emberá- la capacidad d~ dominar por entero su propia
ces para el niño, se, cree que el alma-sombra se llena progresivamente de alma-sombra nocturna o el espacio onírico en el cual actúa.
"pecados", término ,que para este pensamiento tiene muy pocas connota- En segundo lugar, la ausencia recurrénte de sueños, la imagen borrosa
ciones morales. Designa un conjunto de experiencias relacionales y sociales , de la sombra durante el día, el hecho de no reaccionar al escuchar su nom-
de la existencia individual que se supone aumentán el conocimiento y el bre bautismal, y la perdida progresiva de,la facultad del habla hacen temer
entendimiento. El carácter común de estas experiencias parece ser la am- otro peligro mortal: la captura del almá-sombra por el brujo al invoca!'
bigüedad. Para entender mejor su naturaleza, conviene examinar la repre- su nombre de noche en la selva. Esta captura significa también su separa-
sentación negra del alma-sombra misma. ción definitiva del cuerpo, aunque no su disolución en el campo energético
Si en el nivel simbólico es el nombre lo que garantiza la unión entre la maligno, como sucede en el caso del ~a-fuerza vital. Se considera esta
persona y su alma-sombra, en el corporal esta parece ser más débil parece captura como una parálisis de la libertad de movimiento onírica del alma,
ser más débil y sus fluctuaciones se inscriben en la alternancia de la luz y como encierro en el lugar salvaje de la selva donde el brujo ha hecho su
la oscuridad, en la de la existencia diurna y la experiencia onírica noctur- pacto con el diablo. La sombra será reducida allí a la servidumbre y libe-
206
208 209
Nada parecido sucede con lajoven que se embarca por primera vez sola
hacia una ribera más o menos cercana; aunque lo realiza sola, este viaje Los sueños y la ebriedad: los recovecos del alma-sombra
se inscribe en la relación de domesticación recíproca que el pensamiento
negro atribuye a la proximidad del humano con el agua del río, mediati- Según los negro-colombianos del Chocó, beber solo y fuera de algún
zado por la canoa. La primera vez que la mujer experimenta la capacidad contexto ritual o festivo es sfntoma de una clase de locura que sólo afecta
que proporcione el entendimiento de suspender una parte de su identidad a los hombres, y que a menudo se atribuye a un maleficio extra-étnico de
-olvidar momentáneamente lo divino- es cuando se enfrenta sola al oro, origen indígena. Por el contrario, el consumo colectivo del aguardiente de
siendo ya casada y madre. fabricación regional es parte integral de las reuniones vespertinas infor-
210 2II
2I2 213
21 4 215
216
2I7
Capitulo V
El campo religioso y ritual
poesía española) a "10 humano", tejidas de constantes sugerencias sexua- . una especie de contagio del cuerpo del guaU, es considerada de naturaleza
les. A estos cantos los acompañan sucesivos bailes ejecutados en círculo y procreadora, pues acelera el envío de otros niños por el aliento divino. Por
en los que se imita y se representa a animales como la tortuga, la gallina y consiguiente, la naturaleza del guaU-angelito se inscribe en dos universos
la culebra. Durante los bailes acompañados de cantos, el cuerpo del gualí, semánticos: su lado puro y la intercesión por sus familiares ante el Dios
alzado primero por su padrino, circula de brazo en brazo. E.sta secuencia .• Juez lo anclan al campo de lo divino de origen católico, mientras que su
termina con el canto del "niño sin acabá", que improvisa sobre el tema del .... faceta de multiplicador energético, cercana a lo natural, lo asocia con los
niño que "su madre dejó sin acabar". • indígenas.
Más allá de la representación circular del destino del niño, por el retor- Diferentes signos anuncian la proximidad de la muerte, cuyo momento
no a su condición inicial de ángel, los nombres y. algunas características se cree fue inscrito por lo divino en el alma-fuerza vital desde la concep-
de este ritual se aclaran si se comparan con la práctica Emberá de los can- ción. La pérdida de un diente, por ejemplo, el pelo cortado que se dispersa
tos y "bailes de animales, con~idcrados por los indígenas como de carácter al caer, Un espejo puesto ante la cara que no la refleja, el cuerpo bajo la luz.
¡¡exuahnent", se(iu~\Qr. t¡.;}ps d~~ r.stLlf ligados tll\ll COQtI:xJv f\Jlwrllrll), I;'stn5
de h:l 1\l11<} q\le no pro¡Juce somhru, trwzan el contorno de una io.c.nUdad
inmersa en el proceso definitivo de su fragmentación, que se cumple en el
ritos se realiZ<\n en la fiesta que pone fin a la reclusión iniciática de la jo-
momento de la muerte. Este conjunto de. signos articula la caída de partes
ven 14. En este paso de un sistema ritual a otro, la evocación de los animales
del cuerpo con la desaparición de las proyecciones visuales de la imagen
parece referirse aquí al estado cultural incompleto del niño, pero esto, que
corporal. Por otro lado, la aparición de hormigas negras al pie de la cama
equivale a la pureza en términos católicos, también remite al universo
o los giros de una mariposa negra que vUela en torno al enfermo parecen
natural asociado a los indígenas. El hecho de que designen este ritual con
ser signos de la invasión del cuerpo, abandonado por su sombra, de una
el término Emberá que denota al niño a la vez que con el del ángel parece
presencia animal portadora de una oscuridad diabólica. Animalidad y os-
indicarlo, al igual que la corona vegetal del niñito y la marcada presencia
curidad se manifiestan juntas como metáforas de la caída del ser, amputa-
lingüística y gestUal del reino animal en el ritual. Aunque los cantos que
do de su sombra, hacia un ámbito sombrío dOIlde se unen los poderes de la
evocan a los animales pueden escucharse durante las fiestas pr¿fanas, los
naturaleza y del diablo: la selva de la mala muerte.
bailes que los representan sólo están presentes en el ritual del guaU. Ade-
más, la evocación inicial del nacimiento del Niño Jesús y la proximidad de ¿Pero dónde se encuentra esta alma-sombra ausente? En el pensamien-
estos cantos y bailes con metáforas de significado sexual parecen remitir to negro, la agonía del adulto se representa como una especie de largo
a la representación del alma-fuerza vital como un tejido de la fuerza con- recorrido onírico que emprende el alma y durante el cual, por primera
junta de lo divino, lo humano y lo natural, inscrito en el cuerpo por el rito vez, el sueño y lo vivido se unen para aniquilarse mutuamente en el últi-
del "ombligado". Por esto, el paso del pequeño cadáver de brazo en bra- mo instante. La sombra, en efecto, recorre todos los espacios que pisó el
zo tiene la virtud de "fortalecer" a los asistentes. La energía, recibida por individuo en vida para "recoger sus pasos", para que ninguna huella la re-
218 219
221
220
222
225
Capitulo V
El campo religioso y ritual
Este canto, de reciente introducción por la misión claretiana en el Cho~ un muerto de la familia, escuchar un secreto que pesa en su espíritu y le
có, transmite una práctica funeraria y una visión de la muerte ajenas a la impide partir hacia el Reino de los Difuntos, acoger un pedido de oración
concepción negra. Además, uno de los ancianos añade enseguida: '1\bran o promesa para acompañarlo en su viaje, o percibir un presagio feliz o
camino para que pase el alma de X". Después de lo cual dejan libr.e la puer- . desgraciado del que es portador y recordarlo en la existencia diurna. Esta
ta principal en el recogimiento general. comunicación fuera de los limites del cuerpo y de la percepción ordinaria
que manifiesta, entre la sombra y el espíritu, como una homología de na-
Enseguida comienza una secuencia ritual que subvierte enteramente la
turaleza que el sueño, estado intermedio entre la vida y la muerte vehicula
lógica de apertura entre vivos y muertos instaurada por el rito anterior.
y vuelve perceptible. Esta escucha del muerto familiar pertenece al ámbito
Patean el piso y los muros, los hombres gritan groserías contra el espíritu,
no-ritual de la intimidad nocturna y no siempre se expresa verbalmente
y luego aseguran la casa regando sal o decocciones de plantas malolientes,
e incluso de excrementos animales. A este conjunto de actos, caracterizá~ después. En cambio, el espacio-tiempo del rito funerario crea, mediante
do por el abuso de gestos y palabras dentro de la misma lógica de contra la ebriedad rifual, una fluidez momentánea de los límites corporales y.un
seducción que caracteriza las querellas con el santo de devoción especial, encogimiento de la sombra en estado de vigilia, lo que permite acoger en
le sigue la colocación de dos machetes cruzados cerca de la puerta, para sí al espíritu desencarnado del muerto, para luego hablar en público con
formar el circuito mágico de protección y mantener al espíritu alejado de su lenguaje. Sueño y ebriedad ritual se presentan entonces en continuum
su hogar. Estos mismos rituales de cierre y delimitación del espacio serán como dos caras complementarias. de una capacidad psicológica y cognitiva
realizados cada vez que la visión crepuscular o nocturna de un espíritu parn comunicar con los muertos.
haga temer su retorno para llevarse .:on él a algún pariente amuuo o silll~ Aunque el rito funerario de la novena se realiza para todos los que mue- •
plemente mezclarse con los vivos. ren en la aldea, la identidad nombrada del espíritu del muerto, su apari~
Este conjunto de prácticas rituales J}.o sólo sugiere que la cercanía de los ci6n onírica después del ritual y la posibilidad de que oscile largo tiempo
muertos es peligrosa para la identidad de los vivos más allá del contexto entre un imposible retorno a la vida y su llegada definitiva al Reino de los
ritual de los velorios. Thmbién es la respuesta a una idea pagana subya- Muertos parecen vinculadas a la existencia de descendientes vivos. La figu-
cente en la concepción del destino del alma en el más allá, influida por el ra conceptual del Anima Sola corresponde a una especie de alma colectiva,
catolicismo popular hispánico. Sugiere esta idea que los muertos jamás que incluye a los muertos que no tienen descendientes en el mundo de los
se separan completamente del mundo de los vivos, que su núeva identi~ vivos. Nunca presente en los sueños, se lá considera una entidad errante,
dad como espíritú es frágil. Conserva algunos atributos corporales; por en busca del camino para partir hacia el Reino de los Difuntos, difusa en
ejemplo, se cree que los espíritus reaccionan ante los malos olores y los todos los espacios, tanto salvajes como domesticados, al contrario de las
golpes. Pero ante todo, se lo representa como habitado por un irreprinuble almas nombradas que no se presentan ~ino en el espacio habitado o el
deseo de vivir, máncillado por la opacidad propia de lo humano y por su cementerio. Asumiendo a veces la forma de una niebla gris, el Anima Sola
apego al amor humano. Por lo tanto, es algo paradójico que corresponda puede ser vista por los vivos en la selva o en playas solitarias, pero "no
a los hombres intentar concluir la obra imperfecta de lo divino, de suplir tiene voz para identificarse". La voluntad maléfica del brujo no la controla,
la impotencia última de todos los ritos realizados, al destruir la parte de pero los hombres sí pueden concertar en el cementerio un pacto defensi-
lo humano, en el espíritu del muerto. Deben sin descanso restablecer las vo con ella a cambio de ofrendas en la iglesia y de un cirio.bendito que se
fronteras entre el Yo y el Otro mediante la eficacia mágica del abuso y la enciende cada lunes en la noche, así como el Día de Difuntos; así protege
obscenidad, no permitir la intrusión del más allá en el espacio humano de de los peligros y aumenta la suerte del individuo. Ahora, si se descuidan
lo cotidiano para alejar a los muertos hacia la esfera divina. las obligaciones rituales, su venganza no tarda en llegar. Se cree que causa
Sin embargo, existe un espacio-tiempo en el que vivos y muertos se la muerte de los hijos de la persona, para que enriquezca su provisión de
comunican, aunque no esté libre de riesgos para aquellos: el de los sueños. espíritus anónimos que flotan en la periferia de lo natural, lo humano y
El alma-sombra vagabunda del vivo puede encontrar y ver en sueños a lo divino.
226 227
228
229
Capítulo V
El campo religioso y ritual
saber mágico aprendido que le permite al mago, al contrario del hombre ral importante en los sistemas mágico-religiosos negro-cubanos, negro-
común, ser siempre el iniciador del diálogo y tener una rela,ción persona- brasileros y negro-haitianos de manifiesto origen bantú. El carácter más
lizada con ciertos espíritus pertenecientes a su propia ascendencia. Desde abierto al sincretismo, más mágico y más taumatúrgico de estos sistemas
este punto de vista, el espiritista -que detecta la presencia de los espíritus bantú en América, frente a otros de origen yoruba y fon ha sido subraya-
en el movimiento de los objetos o por su consumo de agua o aguardiente do. En el Chocó, a la contigüidad con el sistema chamánico Emberá-wau-
que pone a su disposición- se manifiesta como poseedor de una relación naná, se agrega el catolicismo impuesto para probar e influir aún más en
con ellos, homóloga de la que vincula al hombre del sur a su santo. En esta esta capacidad estructural de flexibilidad,
región, donde los negros viven lejos de los indígenas, el hombre común,
cuya relación con los muertos sólo puede ser onírica, se presenta menos
La muerte como fundadora de cultura: los relatos mitlcos
taumatúrgico y potente en sus relaciones con los dos grupos de fuerzas
sobrenaturales (los santos y los muertos), pero esta pérdida de poder en el Los rel'atos etiológicos de carácter mítico 18 se estructuran en torno a dos
nivel individual se ve compensada por un aumento y una ampliación del acontecimientos fundadores, considerados ambos en el origen del tiempo
poder del médium, e incluso el de los muertos a quienes trata sin trance y social: el origen y la aparición de la muerte y el de las razas, es decir, de
a distancia. El poder magnificado de estos últimos parece ligado a la des~ las etnias. En esta sociedad, ningún relato trata sobre lo que está codifi-
aparición, en la práctica mágica del espiritista, de las fronteras simbólicas cado por el sistema clasificatorio y el sistema ritual; como si la práctica
entre los buenos muertos y los salvajes, y por otro lado, entre los familia- y el pensamiento negro-colombianos tuvieran cuidadosamente separados
res muertos y extraños. Al hombre común menos chamánico le correspon': dos ámbitos conceptuales que desea mantener distintos. El relato mítico
de en este caso un oficiante más taumatúrgico, adivino y mago a la vez, calla entonces todo aquello de lo que habla el campo religioso y ritual. El
como el curandero del chocó, pero que manipula fuerzas sobrenaturales único ámbito en el que el pensamiento mítico y el ritual se despliegan en
más ambiguas, que se creen más cercanas a los intereses y la opacidad hu- dos discursos complementarios, pero que están lejos de converger, es el del
manos que los santos y los muertos que pertenecen a lo divino. campo semántico de la muerte en sus dos facetas distintas e inseparables:
",.
Estos dos polos de acentuación, que corresponden respectivamente al el destino universal que inaugura la cultura y el destino individual cultu-
extremo nort~ y al :extremo sur del área negro-colombiana en su conjun': ralmente ambiguo. Pero incluso en él! los relatos míticos, los comentarios
to, no hacen sino poner más en evidencia las propiedades estructurales; individuales, los enunciados y las prácticas rituales enfocan en formas
presentes en tma forma menos manifiesta y más dispersa en la totalidad diferentes la muerte, en la que lo que calla uno lo dice y actúa el otro. De
de este campo religioso y ritual. Entre los dos, se hallan zonas geográficas esta manera, ningún relato mítico habla de los santos, del destino de los
y simbólicas como el Chocó, donde la proporción y la complementariedad muertos en el más allá y de sus relaciones con el mundo de los vivos y
entre las relatione~ con los dos tipos de poderes sobrenaturales es más o con el mundo de lo divino; estas representaciones no se expresan sino en
menos equilibrada., La noción misma de fuerza que recorre a todo lo largo las glosas y los rituales donde vida y muerte individuales se entrelazan.
y ancho este campo mágico-religioso, así como las características de estos El surgimiento de la fInitud, al contrario, como punto de partida de un
tipos de entidades sobrenaturales y las de la relación con ellos hacen eco destino cultural colectivo sólo se explicita en los relatos de carácter míti-
a los panteones negro-americanos de los espíritus ligados a la naturaleza, co. El rito, la glosa y el mito articulan entonces discursos contiguos pero
cuyo carácter bantú es manifi~sto en Haití, Cuba y Brasil. La relación que distintos sobre la muerte. Por ende, optamos por analizar tan solo lo que
vincula al negro-colombiano 17 a su santo de devoción especial parece re- subyace el sistema ritual.
sultar de una transformación que los iniciados tienen con los espíritus. De
igual forma, la relación negro-colombiana con los muertos se emparenta Si el ritual centrado en torno a la muerte constituye un campo fuerte-
con la representación bantú-americana del conjunto de los espíritus de mente unificado en todo el occidente negro-colombiano, los relatos míticos
muertos que viven en el monte y cuya invocación, el encuentro a menudo recogidos en el Chocó, en cambio, cuentan el surgimiento de la muerte en
onírico y la pacificación mediante las ofrendas, ocupa un lugar estructu- tres registros diferentes. Este es el primero:
-:. ,
233
Capitulo V
El campo religioso y ritual
"Los angelitos hicieron lo que Dios les ordenó. Y desde en- ra que pudieran resucitar después de la muerte. El Jaguar
tonces, la muerte se les present6 a los hombres y Dios se se puso en marcha, pero a mitad de camino se cans6 y se
alejó de ellos". quedó dormido. La Serpiente que odiaba. al Jaguar, porque
la habla pisado una vez en una fiesta, le dijo: 'No tengo
nada en contra de que los hombres vivan todó el tiempo, me
Aquí, la situación inicial seopone a la del primer relato en que la sepa-
entiendo bien con ellos. Pero que este insolente, mal educado
ración del cielo y de la tierra ya está consumada y los hombres viven en con las mujeres, sea eterno, no lo puedo aguantar. Voy a.
sociedad. Si en el primer relato los representantes del g€nero humano eran decirle a Dios que cuando mueran, no los haga resucitar'.
sólo una pareja, en éste son demasiado numerosos. Si en aquel Dios les da
a los humanos la posibilidad de escoger, en éste Dios impone su voluntad;
"Con los contoneos que hace para avanzar, la Serpiente se
puso en camino. Después de mil quinientos años, el Jaguar
en aquel la escogencia de la primera pareja inaugura la sociedad misma, la vio y le preguntó: '¿QJ1ién está ahí? Nadie puede en mi
en éste la escogencia de Dios crea una sociedad distinta. La proliferación ,~. 'presencia pasar sin saludarme y decirme a dónde va'. .
incontrolable de los hombres pone en peligro su mundo, la tierra, pero el
remedio está lejos de ser del todo positivo; el antagonismo de las relacio- "'Sólo sO)')'O', dijo la Serpiente. 'Voy a la fuente a lavar un
poco de ropa y traer un poco de agua'.
nes entre los humanos y Dios impone entonces la muerte, pero en forma
indirecta, al ponerla en manos de los hombres. En esta versión, nada con- "'iAh! Yo creía que era otro pequeño monstruo', dijo el Ja-
forme a las enseñanzas cristianas ortodoxas, los pecados humanos son guar y se volvió a quedar dormido. La Serpiente por fin
la voluntad y responsabilidad de Dios mismo; para la perdurabilidad del lleg6 al cielo y le dijo a Dios el mensaje que tenía pensado.
Dios le respondió que todo iba a ser como ella lo deseaba.
mundo social, la muerte individual es indispensable, así como lo son la
Mucho tiempo de8pués, el Jaguar lleg6 él su turno al Pil-
agresividad, las pusioncs y d <1utugouismo. tos pecodos y la llluerte se lacio del Creador y le dio el mmsaje de los hombres. Dios
presentan aquí como dos pilares de la existencia cultural realizada y de su le dijo que la Serpiente le habla pedido lo contrario y que
reproducción; el mundo de los hombres sobrevive a costa de una opacidad Él habla aceptado su demanda. Los hombres se pusieron a
de la condición humana y de lo social, a costa de una opacidad del mismo odiar al Jaguar ya la Serpiente cuando comprendieron que
Dios. El surgimiento de la muerte expresa y perpetúa esta opacidad impla- fue culpa de ellos que la muerte apareciera en la tierra¡ no
volvieron a hablar con ellos nunca más y Dios no volvió a
cable, compartida en los orígenes entre Dios y los hombres; ni el pecado,
escuchar los pedidos de los hombres H
•
ni la muerte se consideran propiamente hablando como un castigo de lo
divino, sino como el precio de la perpetuación de la cultura, y del acto de Este relato invierte la situación iÍúcialde los otros dos en varios pun-
multiplicarse. Muerte y fecundidad se piensan aquí interdependientes. Una tos. La muerte ya está presente entre los hombres y la resurrección es su
fecundidad insuficiente equivale a una condición prehumana ,y presocial, deseo consciente. Viven lejos de Dios, pero hablan y se llevan bien con los
pero la ausencia de la mortalidad amenaza a la sociedad ya existente. Tam- animales humanizados. Aquí la historia ¿ la de una comunicación fallida
bién en este relato, la muerte y la fecundidad aseguran juntas la supervi- por culpa del mediador entre los hombres y Dios; este mediador perezoso
vencia cultural, pero el precio es cada vez el alejamiento definitivo de Dios, es un animal masculino, y quien a conciencia hace que Dios rechace el
que sin embargo ha dejado en el mundo la marca ambigua de su poder mensaje de los hombres, un animai femenino. Lo que trastoca la comu-
y la opacidad que envuelve en adelante las relaciones entre lo divino y lo nicación entre los hombres y un Dios lejáno, pero todavía accesible, es el
humano. Este segundo relato encuentra un eco en la representación del antagonismo entre los sexos. El orgullo y la pereza del Jaguar y la vanidad
entendimiento, vinculado al pecado, así como en la del alma-sombra y de y astucia de la Serpiente contribuyenjuntás a la aparición de la muerte. sin
su tratamiento ritúal con los ritos funerarios. remedio en la tierra; el odio de los hombres hacia ellos inicia la separación
entre los humanos y el reino animal. El antagonismo entre los sexos que
Este es el tercer relato: esta situación evidencia, pone fin al estado parcialmente cultural en el que
"Como la vida le gustaba a los hombres, quisieron no mo- los hombres y los animales comparten los mismos atributos, y aleja para
rir. Por eso le enviaron a Dios el Jaguar para que él le pidie- siempre a Dios de la tierra. Este antagonismo se manifiesta aquí como el
234
Capitulo V El campo religioso y ritual
paradigma de todas las divisiones constitutivas del universo, así como el Notas.
origen mismo de la muerte. La revelación de este antagonismo empuja a Aunque los estudios más recientes que tratan sobre la cultura negra del Chocó
los hombres a su destino cultural, pero este antagonismo se vuelve tam- mencionan las relaciones interétnicas negro-indígenas y subrayan,de paso su
bién la base del salvajismo animal. significación social, solamente Friedemann (1986) reconoce en forma explícita
1
,,~ su importancia metodológica, esencial para comprender mejor el sistema de pa-
Aunque los relatos silencien los múltiples despliegues del campo reli- rentesco negro. Entre las obras sobre el pensamiento Emberá, Pardo (1987, p. 82
)
Y ss.) describe algunos intercambios de procedimientos terapéuticos entre indíge-
gioso y ritual, dan forma a las oposiciones sobre las cuales se basan las nas y negros, pero su estudio se concentra en el chamanismo Emberá, de modo
representaciones que los subyacen. De nuevo en este caso, es en las fonnas :~ que los últimos figuran en la periferia diluida del pensamiento indígena.
y personajes prestados del catolicismo que se desarrolla una cosmogonía .j Esta representación escalonada del cosmos entre el '~riba" (la Gloria y el Pur-
original que fragmenta las rígidas oposiciones del cristianismo al desviar ~~
gatorio), el mundo humano y el '~bajo", eUnfierno, cuya apertura hacia el
mundo de los hombres consiste en el cementerio y la selva (ver Cap. IV), se
su sentido. La representación de las figuras del infortunio, de la enferme- í encuentra en forma muy parecida entre los negro-ecuatorianos de la provincia
dad y de la acción hechicera se inscribe, también, en esta lógica. costera de Esmeraldas. Ver Whitten (1970) y Rahier (1986).
;¡
j
Esta concepción energética es simétrica a la que subyace a la naturaleza hostil
,'ol y no ritualizada de la selva, receptáculo de las fuerzas vitales hwnana, vegetal
~-1 y animal. Sin embargo, la divergencia de estas dos "energías" se plasma en los
-P
ritos de nacimiento. Ver infra .
• La chirimia nunca falta en las fiestas colectivas del Chocó. Esta orquesta in-
corpora la tambora (tambor) de tipo espafiol, el requinto y los platillos, ins-
trwnentos ntmicos de origen amerindio, y el clarinete. A veces, otros instru-
mentos ntmicos de origen afro-amerindio, como la raspa o las maracas, hacen
parte de ella. Los tambores de forma africana se pueden usar paralelamente con
la chirimía, pero nunca son incorporados a ella. Este universo instrwnental se
manifiesta así como una metáfora de la cultura negro-colombiana, con sus tres
('Omponentcs de orígenes culturales diversos cuyo juego de conjunto engendra
sin embargo una música nueva.
Los santos no navegan nunca no arriba en el Capa o en otros ríos donde los
Emberá ocupan la cuenca alta. No obstante, en los ríos sin presencia Emberá la
procesión fluvial también va río arriba. .
Formas cantadas de poesía negro-colombiana, ligadas al contexto funerario
cuyo tema central es la muerte, el pasó al más allá y la imploración a los santos
de ayuda. No son cantados sino en los días de duelo de la Semana Santa y en
los ritos funerarios; cantarlos fuera de estos contextos "atraería a la muerte".
Para su análisis detallado. Ver infra.
El excelente análisis de Villa (1984, manuscrito) sobre la fiesta anual de San
Pancho, santo patrón de Cblibdó, nos ofrece una magistral ilustración al
respecto.
Sin embargo, en estos últimos años -<on ayuda de las grabadoras-, los Einbe-
rá incorporan cada vez más en su espacio la música criolla bailable (el ballena-
to, la salsa). Esta música se impone en las parrandas intra-étnicas no rituales,
así como el aguardiente de fabricación industrial que reemplaza la tradicional
chicha de maíz. Esta doble utilización de objetos procedentes del exterior étnico,
más allá de la cultura negra vecina, no altera la música y las danzas rituales
indígenas y tiene una función muy diferente.
Ver el análisis de este "anclaje" ritual en Losonczy, 1990, pp. 90-95.
10 La representación de la persona como poseedora de dos almas -la de la fuerza
vital y la del alma-sombra- se manifiesta bajo diferentes formulaciones en la
236 237
CapitulO V El campo religioso y ritual
inmensa mayoría de las culturas afro-americanas. Ver sobre este tema, Polla-
ck-Eltz, 1974, pp. 18-41.
11 El concepto de "ensalvajamiento" del chamán siberiano (una cierta animaliza-
ción de su comportamiento ritual) está en el centro del análisis global de Hama-
yon (1990) sobre el chamanismo de caza cuyo objetivo sería precisamente una
alianza con la sobrenaturaleza animal, en la que el cazador es visto como un
marido y no como un raptor. Este ensalvajamiento chamánico ritual depende
de una lógica del intercambio, que rige también las relaciones de los Emberá
con el reino animal y la sobrenaturaleza vinculada con la selva. En cuanto a los
negros, la predominancia de una sobrenaturaleza de origen católico, poblada,
de entidades sobrehumanas, no parece permitir el despliegue de esta lógica cha-
mánica; al contrario, le da a las relaciones con la sobrenaturaleza selvática un
carácter de transgresión, donde el ensalvajamiento parcial del hombre-cazador
corresponde a una lógica de la depredación, sin contrapartes. Los intercambios
rituales están reservados para las relaciones con las entidades sobrenaturales de
lo divino.
12 En ciertas zonas del Chocó, a veces repiten el bautismo del niño que se demo-
ra en hablar de corrido, como si no pudiera pronunciar palabra sino una vez
nombrado.
13 La tradicional bebida de maíz fermentado de los Emberá.
14 Desde hace mucho tiempo, los Emberá no practican el ritual de iniciación de los
jóvenes; lo reemplaza funcionalmente un largo período de viaje que los lleva en
busca de una esposa en las numerosas unidades residenciales de otros ríos.
l' La poesía popular negro-americana se distingue en todos los géneros por la
influencia de las formas poéticas espafio)as arcaicas. Sobre este tema, ver para
Colombia, Granda (1997), pp. 258-346, Y Friedemann (1974), pp. 35-39, Y CAPíTULO VI
para el ECuador, Rahier (1986), .
lb Con la excepción dI,: la aldea dmarrOl![J del Pn!t>nqu\' de Srln fI¡¡si!ío, cuyo si~tr
ma ritual y de pensamiento estaba hace poco mucho más cercano a una "afrj.,
Enfermedad,
17
canidad manifiesta" que aquella, latente, del occidente colombiano.
Esta relación con un santo párticular se encuentra también en las comunidades
negro-venezolanas (Pollack-Eltz, 1974, pp. 157-204), Y negro-ecuatorianas
(Whitten, 1970, pp. 203-217).
.
infortunio, y
reparaclon
,. Estos relatos se distinguen tanto por su temática como por las condiciones en
que se enuncian, de los cuentos orales con protagonistas humanos o animales
humanizados cuya evocación por los dos sexos es frecuente en las fiestas profa-
nas y en el rito funerario de niños, el gualf. Los primeros son contados rara vez,
generalmente es el padre quien los refiere sin ningún formalismo en el contexto
de la familia restringida, "para abrirle el entendimiento a los niños". A veces, en
las vigilias de los "días misteriosos" de la Semana Santa, uno de los ancianos,
o un curandero "los recuerda". Pero en general se dice que "el que los cuenta
bajo la luz del día, miente"; o también que "no es bueno" que las mujeres, con
excepción de la curandera, cuenten "las historias de Dios".
Capitulo VI
El campo ritual, cuyas diferentes facetas acabamos de analizar, se de-
sarrolla a través de dos tipos de temporalidad: la cíclica y reversible de los
ritos colectivos y la de la existencia individual, marcada por los ritos de
paso que introducen en ella una irreversibilidad y hacen lineal su tempora-
lidad. Pero las vicisitudes de las enfermedades y del infortunio constituyen
acontecimientos a la vez previsibles y siempre imprevistos; surgen en el
camino de la persona, se imprimen en el tejido social y amenazan entonces
tanto al individuo particular como al orden colectivo del que hace parte. La
representación negro-colombiana de la desgracia, el malestar y la enfer-
medad, asf como las prácticas reparadoras con que se los enfrenta, son in..:
separables de las representaciones de la persona y del universo subyacentes
en lo religioso y lo ritual. Pero una temporalidad reversible, la del paso no
definitivo entre el bienestar y el malestar, une el campo del infortunio con
el de su reparación. Las figuras del infortunio, en un sentido amplio del
término, incluyen las enfermedades que afectan los componentes internos,
inmateriales, de la persona, pero también comprenden las alteraciones de
las prolongaciones de ésta en el mundo, tanto la mala suerte en la caza o
en la explotación del oro como la enfermedad o la muerte del cónyuge, los
hijos o los hermanos.
Trataremos primero los males que pueden alterar el cuerpo propio y
los componentes inmateriales de la persona, asf como la concepción de las
enfermedades y su clasificación. Después de considerar su etiologfa y.su
nosograffa, trataremos de comprender la relación entre éstas y el origen de
las desgracias en un sentido amplio. Enseguida, analizaremos los procedi-
mientos de diagnóstico que definen lá naturaleza del mal y su reparación,
asf como la clasificación de los procesos terapéuticos y rituales basados en
la toma de medicamentos. En este punto de nuestro recorrido, encontrare-
mos los diferentes tipos de terapeutas y veremos su relación con las diver-
sas figuras del infortunio. Pero éste también franquea los limites étnicos;
hay enfermedades y desgracias cuyo origen o agente, asf como las fuentes
de su reparación, se encuentra entre los Emberá asentados rfo arriba.
Enfermedades y desgracias
241
243
Capítulo VI Enfermedad, Infortunio y reparación
momentáneo. Éste se manifiesta cuando el alma se expone a lÍh exceso en imposible de nombrar. La lucha contra su manifestación patológica remite
sus contactos con el mundo; cuando, por ejemplo, un golpe fuerte en la , a otra faceta de lo divino, la que se puede domesticar mediante la palabra
cabeza o el pecho (las dos sedes corporales del alma-fuerza) "hace temblar y el ritual. Es así como las oraciones y secretos que se usan en el trata-
el aliento vital", o también cuando se tiene un contacto demasiado intenso miento etiológico de estas enfermedades y que contribuyen a reforzar el
ya sea con los elementos naturales o con el ámbito humano de lo sexual, , alma-fuerza vital, pertenecen ambas a la categoría de lo divino, y son su
o cuando se siente un "exceso de amargura" en los sentimientos, lo que aspecto ritualizado.
se opone a la regla negra de la parsimonia del buen vivir, denotada con el
Curiosamente, este modelo etno-médico recuerda la lógica de ciertas
adjetivo "sabroso".
, ideas sobre el capital genético humano en la medicina occidental. Se trata
Sin embargo, se considera que el grado de resistencia contra estos facto- . de una patología potencial, ligada al origen, que en este caso se pierna
res depende de la calidad (fuerte o débil) de la sangre paterna y de la leche . como extrah\lmana, pero que es constitutiva de la condición del hombre y
materna. También está vinculado a la fuerza y la acertada escogencia del que se sostiene en la herencia biológica bilateral, transmitida por la sangre
"ombligada" depositado en el cuerpo en el rito del nacimiento. Se supone y por la leche materna. No se considera que la instalación de estas poten-
que la calidad de estas sustancias "sostiene el aliento vital". cialidades patógenas en la identidad fetal por el aliento divino sea conse-
cuencia de una maldad personalizada o general de Dios hacia los hombres.
Se cree que las enfermedades divinas son de fácil curación si no se pre- Se la tiene más bien como un signo intrínseco de la diferencia irreductible
sentan en dos edades críticas para el alma-fuerza vital, la primera infan- existente entre la energía divina y la del hombre, que procede de 'ella, al
cia, sobre todo antes del bautismo, cuando aquella todavía no está fija y mismo tiempo que por un efecto de su paso de lo inmaterial al material .
cargada, y la vejez, cuando el alma se vuelve cada vez más leve, "lista para efímero del cuerpo; dicen que "el aliento divino nunca se enferma porque
partir". Se considera que en estos dos cjisos, el fracaso de las terapias de no tiene cuerpo". Esta patología latente que se actualiza en situaciones de
curación y el resultado fatal son la voluntad de Dios, que dese<! "cobrar la contacto excesivo con los elementos naturales y los humanos, funciona
deuda" que le debe el ser humano "por su sombra". también como un recordatorio de las normas culturales de la apropiada
Estas enfermedades se encuentran más bien en la periferia del campo distancia corporal tanto con la naturaleza como entre los hombres y los
semántico de la desgracia propiamente dicha que en su interior; se pre- sexos. Estos contactos inoportunos debilitan la parte divina del alma-fuer-
sentan como la eclo~ión de las potencialidades innatas de origen divino za vital. El tratamiento etiológico tendrá como efecto "recargar" este com-
constitutivas de la prrsona, cuyos efectos paLológicos SI' pueden ('ombal1r '~ ponmte, es decir, curar con lo idéntico; tI cárácter divino de las oraciones
con una terapia verbal y vegetal que pertenece a la misma categoría de y los secretos ''vuelve a amarrar" la enfermedad y refuerza esta faceta del
.-' ¡.
alma-aliento. Esta lógica evoca el principio homeopático de la curación con
lo divino. La manifestación sucesiva de estas enfermedades y su curación
consecutiva se consideran signos acumulativos de un aumento de peso 'f ; lo idéntic02 ; mediante la terapia el individuo se hará más resistente ante
esta forma patológica, y el siguiente exceso en que incurra será la causa de
del alma-fuerza vital y de un refuerzo del cuerpo que anima; son pues
necesarias para el logro de la plenitud energética individual. El sentido otra enfermedad divina. Así, la memoria personal y familiar sobre los di-
mismo que en este caso tiene el término "curación" (a la vez tratamiento <> versos males de esta clase ya sufridos y curados tiene un papel importante
y curación) denota una relación ambivalente con esas marcas ambiguas en la búsqueda de un curandero, porque es sobre la base de los síntomas
de lo divino que son los síntomas. En este sentido, una terapia, no puede pasados que éste decidirá la fuerza del enfermo y la etiología divina, hu-
despojar a la identidad individual de estos signos innatos, pero sí puede mana o mixta del nuevo episodio patológico.
''volver a amarrar" estas enfermedades al interior del cuerpo y reducirlas
de nuevo al silencio. En otras palabras, la curación exitosa es la que logra Las enfermedades humanas
regresar a su estado latente estas potencialidades patógenas menores que
determinan la inevitable presencia de lo divino en la constitución biológica Una agravamiento súbito o una evolución hacia un estado crónico o
de lo humano. Pero esta presencia, difusa y dada, es por ello literalmente la recurrencia de estas enfermedades, denotadas por la expresión "estoy
244 245
247
249
253
254 255
257
259
Capitulo VI Enfermedad, InfortunIo y reparación
',):
"
~
~4
de los componentes internos de la persona por un familiar o un proyectil ~' Aunque la figura negro-colombiana del brujo por pacto y sus actua-
mágico interpuestos. Pero se diferencia en la manera como se lleva a cabo ;'¡ ciones parecen ser de inspiración chamánica, el conjunto del ámbito de la
esta agresión-desposeimiento. La estatuilla representa metafóricamente a :; "brujería muestra una coexistencia de varios modelos conceptuales cuya
la víctima, la ropa la evoca en metonimia. El espacio salvaje de la selva, :. • conjunción parece rara. Se encuentra en él, en efecto, el desvío de una en-
conjugado con la oscuridad, lugar por excelencia de la "mala muerte", de fermedad divina, la manipulación de la sangre, la agresión por penetración
la pérdida de la condición humana, se considera en sí mismo como pro- de proyectiles mágicos naturales, el desposeimiento del alma por rapto y
picio para la aniquilación. Pero la esencia de la eficacia mortífera del rito la funesta posesión del alma de una mujer por el espíritu de un muerto.
parece residir en la sucesión de las palabras rituales pronunciadas en ese Esta yuxtaposición de múltiples modelos le da al campo del maleficio un
espacio. Thdo sucede como si la contigüidad ritual de esta sucesión de ora- carácter de mosaico que recuerda el que descubrimos en el campo religioso
ciones con el momentó de la muerte, las impregnara con el poder de matar. y ritual.
Pero estas palabras no logran su labor de separación del alma del mundo
humano de una víctima aún viva, sino con la condición de que se corte
Cuerpo y naturaleza: lo caliente y lo frio
otra contigüidad -la de las palabras a lo divino-, es decir que estas pala-
bras no tengan aquí un destinatario sobrenatural. Este corto circuito de la
Para los malestares y los accidentes benignos que no se repiten, no se
comunicación religiosa lo realiza el espacio-tiempo de la selva, sede de una
requiere recurrir a un curandero. Su diagnóstico y su tratamiento sinto-
sobrenaturaleza hostil, fuera de cualquier comunicación que recusa a lo
mático son parte de un saber clasificatorio común, centrado en torno a
divino. El reto paradójico de este rito maléfico es entonces cortar en forma
las plantas que cada uno puede usar por sí mismo, pero cuyas tenedoras
radical con lo divino -del que las oraciones son el soporte y el vehículo-,
y recuperar al mismo tiempo la otra "fuerza" de estas palabras, es decir, la principales son las mujeres, a causa de su relación privilegiada con el uni-
que proviene de su contigüidad con la muerte y que separa al alma-som- verso vegetal. Sin embargo, este sistema clasificatorio cumple un papel
bra de su morada corporal. El desplazamiento a la selva de la escena del importante en el tratamiento de los síntomas que siguen al tratamiento
velorio parece reforzar aún más el poder disyuntivo de las OI'deionrs. El etiológico dado por los curanderos.
conjunto de este ritual maléfico constituye pues una trampa mágica para La frase recurrente, '1as plantas viajan sin moverse" formula la singu-
la sombra, así como las palabras divinas de las oraciones para los muertos laridad de los vegetales en relación con el mundo animal y mineral; esta
son palabras-trampa de la muerte. afirmación se refiere a la diseminación de las semillas, gracias al viento y
La segunda variante del rito -en la que las oraciones se recitan invir- a la lluvia, a la extensión y multiplicación del universo de las plantas en
tiendo el orden de las frases- evidencia más aún su objetivo, el enturba- sentido horizontal, sin que éstas cambien de sitio. Esta difusión horizontal
miento voluntario de la comunicación con lo divino, la aniquilación del se opone a la verticalidad escalonada entre lo divino, lo humano y el mal:
poder de comutlÍcación de las palabras para no conservar sino su poder Además, como la movilidad se presenta para los negros como el signo
evocador de la muerte, la eficacia disyuntiva de los componentes internos distintivo principal de lo vivo, mientras que asocian la inmovilidad a lo
de la persona. Por lo tanto es esta aniquilación del poder comunicador de inanimado y a la muerte, la unidad de lo móvil y de lo inmóvil que encar-
la palabra divina -palabra que se convierte de este modo en seductora nan las plantas les asigna una condición mediadora entre estos dos modos
y trampa del alma, a imagen del espacio salvaje en el que se desplaza el fundamentales de la existencia. Por otra parte -como los Emberá- aso-
agresor-, la que parece darle a este rito su carácter irrevocablemente letal. cian el reino vegetal con lo femenino; el aire, por el contrario, depende del
Thmbién aquí se revela la naturaleza profundamente ambivalente y ligada dominio masculino. La interacción de estos dos elementos que da lugar a.
a la espacialidad que la ideología negra atribuye a lo divino. Este desvío la extensión horizontal, se presenta en el discurso de algunos curanderos y'
maléfico de lo divino, paralelo al que la brujería común inflige a las enfer- parteras negras como la metáfora de la relación procreadora humana ideal,
medades divinas, apunta en filigrana hacia una teoría subyacente de la pa- cuyo resultado ha de ser una descendencia numerosa extendida en todas
labra eficaz, que también organiza el campo de las palabras reparadoras. las zonas de la región chocoana. Este estatus paradigmático de las plantas
260 261
respiratorias, la gripa, la tuberculosis, los parásitos intestinales que se alo- l~ ~rma. Se trata de determinar con certeza si la enfermedad es de origen'
jan en el hígado, tienen una localización caliente. Las enfermedades frfas, divmo o humano. Para hacerlo, el curandero le da de beber agua bendita al
al contrario, se dan en la parte inferior del cuerpo, debajo de la cintura; por enfermo, coloca una reliquia de santo sobre su cuerpo o esparce incienso
lo tanto se consideran frías el dolor en los riñones, la retención urinaria, la en la habitación. Si el enfermo vomita, pierde el conocimiento o se agravaiJ.
inflamación de los genitales masculinos, así como todas las enfermedades sus smtomas, no cabe duda del origen humano de su enfermedad.
269
Capitulo VI
Enfermedad, Infortunio y reparación
mismas palabras, pero dichas al revés, transforman la comunicación con otro secreto divino que evoca a la Vll'gen. Enseguida, el curandero llena su
los destinatarios sobrenaturales; por lo tanto, retardan y debilitan la redis- boca con hojas de tabaco o con una mezcla de tres plantas cultivadas, con
tribución de la fuerza vital, que es su propósito. Estas acciones que depen- el fin de crear una barrera para el veneno. Entonces chupa el veneno de la
den de la brujería común, no constituyen una agresión letal, al contrario herida e inmediatamente lo escupe en una pequeña hoguera de carbón ve-
de las novenas invertidas; en este caso, el enfermo, el curandero y el enre- getal. Después toma su "piedra de hierbas" un compuesto de plantas me-
I
dador se encuentran todos en el espacio habitado, donde lo "divino está en dicinales silvestres, endurecido con grasa vegetal, y lo presiona con fuerza
su casa". Además, los poderes divinos intermediarios son influenciables, sobre la herida. Este objeto (frío y silvestre por las plantas que lo forman, y
pero no los de Jesucristo y de la Vll'gen, familiares a Dios y destinatarios caliente por la grasa) se llama también "liga", y se cree que detiene el resto
privilegiados de las oraciones para los muertos. Por lo tanto es posible co~ del veneno y evita que suba en el cuerpo.
municarse con los santos, tanto para convertir una enfermedad divina en
humana y retardar la curación, como para curarla y protegerse. En este punto, intervienen los compuestos de plantas frías y calientes,
todas silvestres y recogidas selva adentro. Son tres, cinco, siete o nueve,
La acción maléfica protectora o restauradora de fuerzas tiene también según la gravedad del caso; entre ellas hay dos con las que se supone se
como condición un cierto grado de comunicación con los destinatarios de alimenta la culebra para elaborar el veneno. Estas plantas se aplican me-
las palabras. El simple desvío de éstas logrará cortar completamente esta diante una infusión, con compresas o en un baño. Su función no es sólo
comunicación. Para que tenga una eficacia letal, hay que desplazar las pa- curar la herida, sino hacer que en el futuro la víctima resista más el veneno
labras al espacio no ritual por excelencia que es el interior de la selva. de las serpientes, por un efecto que recuerda el principio de las vacunas en
Resulta de esto que mientras exista una comunicación entre el hombre la medicina occidental.
y las entidades sobrenaturales por intermedio de ademanes, actos, espacios El enfermo se recluye en la casa del curandero, porque su curación pue-
y palabras, las relaciones con ellas y sus resultados nunca son irrevoca- de fallar si ve mujeres en edad de prQcrear. Se cree que la naturaleza feme-
blemente maléficos. Incluso la brujería por pacto sólo es del todo mortal nina salvaje de la culebra y de su veneno pueden avivarse en el cuerpo con
si su acción contra la víctima se desarrolla en la selva. La ambivalencia el contacto de mujeres con regla, signo en ellas de esa misma naturaleza.
constitutiva de la palabra eficaz refleja la que caracteriza a la representa- Le sirve pues al enfermo una mujer que ya tenga la menopausia. Además
ción de lo divino; la comunicación y la captura de fuerza coexisten en ella , su curación será más lenta y dejará secllela~ si há tenido una relación
ya menudo permiten la viétoria del lwmbrc sobre la opacidnd últiina dc lo ::;~ sexllill ('n la víspera de In picadura. La pic1.o ~Íbnde ~lwrdará reposo debe
divino. Pero éste se vuelve una trampa mortal si su poder 110 se fragmenta "asegurarse" esparciendo sal en los cuatro rintones; con agua bendita, o
por el espacio habitado, el espacio colectivo de la cultura, de las mediacio- incluso con el humo de tabaco fumado por el cUrandero. Cerrar el espacio
nes y de la comunicación. Contiguas a la concentración vegetal salvaje de sirve para contrarrestar la influencia del brujo que puede reducir la efica-
la selva, las palabras divinas son sinónimo de trampa y destrucción para cia curativa.
la vida humana.
Para terminar la curación, el convaleciente debe limpiarse la suciedad
de la selva, lavándose al amanecer o al atardecer en una fuente. Antes de
Culebras y mala muerte: la reparacIón de los males de bruJerla sumergirse en el agua, el curandero le escupe aguardiente en la cabeza, el
pecho y las piernas. El enfermo debe trazar una cruz en el agua, mientras
La forma triangular de una picadura de culebra es signo de que ha
el curandero, en la orilla, invoca con una oraciÓn apropiada a San francis-
habido brujería. Su curación se desarrolla en tres etapas. En primer lugar,
co de Asís, pacificador de los animales. El efecto de éstos actos es el cierre
el curandero hace sobre la herida una incisión en forma de cruz con un
definitivo del cuerpo.
cuchillo purificado mediante un brebaje de plantas calientes cultivadas;
Luego murmura tres veces el secreto enteramente divino que invoca los Algunas secuencias de este proceso terapéutico son'paralelas a las que
tres clavos con los que crucificaron a Jesucristo, seguido de tres credos y se realizan en el tratamiento de las enfermedades divinas desviadas hacia
272 273
Capitulo VI Enfermedad, Infortunio y reparación
lo humano; otras son diferentes. La secuencia etiológica que combate la medicinales silvestres y frías, cultivadas y calientes, elementos animales que
influencia enemiga con la fuerza mágica positiva, capturada en la oración evocan la fuerza específica de la especie (uñas de tapir, dientes de jaguar,
divina, es seguida por un tratamiento que, por los compuestos vegetales , hilos de araña, etc.), aguardiente, y a veces de orina o saliva del curandero,
de naturaleza térmica y espacial cruzados, contrarresta el efecto corporal quien prepara esta bebida con la que introduce su "fuerza acompañada de
del veneno y refuerza el componente natural del alma-fuerza vital. Estas . Dios". Esta práctica tiene una eficacia preventiva contra la agresión hechice-
dos secuencias remiten en efecto al desarrollo de la mayor parte de las cu- 'ra de tipo penetrante (el envío de proyectiles mágicos al cuerpo) y contra
raciones que reparan los males causados por la brujería común y vuelven . el desvío de algunas enfermedades divinas mediante la brujería común; se
a atar la enfermedad divina en su sitio. En cambio, el hecho de aislar al supone que la bebida hace "resbalar" la agresión y así evita que el desvío
paciente de las mujeres se explica por la naturaleza femenina de la culebra. del brujo alcance el cuerpo. La operación de cerrar el cuerpo por fuera
El aguardiente, líquido caliente, cultural y masculino por excelencia, que tiene, por el contrario, el fin de prevenir el rapto del alma, el mal de ojo y
el curandero escupe en los dos asientos del alma-fuerza vital y en la parte las accionestle los brujos-vampiros, así como la puesta de enfermedades
herida del cuerpo, seguido del baño purificador con el movimiento en cruz . peligrosas, que se supone penetran en el cuerpo por medio del aire o latie-
y la oración que lo acompaña, apuntan a librar finalmente al alma-fuerza ; rra pisoteada. Esta operación perfila un campo de fuerzas defensivas, pro-
vital de las huellas de la suciedad salvaje y feminizante de la selva. El con- venientes de todos los niveles del universo (de los reinos vegetal, animal,
tacto con estos dos líquidos reintegra al hombre dentro del orden cultural humano y divino) que rodean el cuerpo, a tiempo que detienen la agresión
porque restaura la imagen ideal del cuerpo masculino: un cuerpo cerrado en los límites de éste. La conjunción de las dos operaciones debe crear un
cuyas aberturas y flujos son controlados. Esta secuencia de descontami- circuito energético defensivo cuya apertura o deterioro exigen igualmente
nación también remata la terapia contra las heridas supurantes que hace la fuerza conjugada de várias clases de ataques maléficos dirigidos a la
el brujo, transformado en animal, cuando toca en forma subrepticia al , vez contra el alma-fuerza vital interior de la persona y contra su sombrar
cazador. . prolongación exterior móvil de su identidad.
La picadura de serpiente constituye la razón principal pam que los ne- La locura de las mujeres tiene dos etiologías distintas. La que vehicula
gros acudan a la ayuda de un chumáll Embrrá. Los negro-colombianos del la olteración en la sangre menstrual o en el posparlo afecta ante todo a
Chocó, consideran, en efecto, que los espíritus de animales que controlan las mujeres casadas, y resulta de una acción de brujería común, cuyo ori-
los chamanes no pueden hacer nada contra las enfermedades divinas y la gen social es a menudo una rivalidad a~or04a o matrimonial. La sangre
brujería común, pero que poseen por el contrario una eficacia particular "enfría", "empobrece", "se vuelve agria", áltera-la fuerza vital y afecta
contra aquel animal-liana maléfico. también la leche materna, y por ende al bebé. Se cree por lo tanto que
también tiei-te un efecto debilitante sobre los vínculos que establece la leche
materna,. entre el bebé y el tronco de descendéncia de la madre. En ocasio-
Locura de hombres, locura de mujeres nes se atribuye a la subida de la sangre.a la cabeza de la mujer, que altera
la función del aInia~sombra de vagar por la noche en los sueños y recupe-
Se cree que la locura de los hombres es un desposeimiento definitivo y rar su base corporal al despertar. Se considera que el alma-sombra queda
letal, un rapto irreversible del alma-sombra. Pero aunque no hay terapia "atrapada" debido a la concentración peligrosa de la sangre, por lo que
eficaz contra esta agresión, existe en cambio un conjunto de procedimientos sigue siendo prisionera del espacio onírico que se desborda en el diurno.
mágicos preventivos. En suma, es el mismo conjunto de procesos que se em- La mujer sueña despierta y murmura palábras incomprensibles, porque
plea en el cuidado de las enfermedades humanas: la recitación cotidiana de "habla con los muertos". La terapia contra estas perturbaciones de la san-
ciertas oraciones divinas-humanas, la limpieza de la casa y de la canoa con gre femenina se compone de oraciones divinas y mezclas de remedios de
mezclas de plantas y el porte permanente de amuletos protectores, ayudan naturaleza caliente. Pero para reparar la alteración causada por la subida
a "cerrar el cuerpo por fuera". En cambio, para ti cerrar el cuerpo por dentro" de la sangre se requiere también la colaboración del padrino y de la madri-
es necesario consumir a diario un brebaje defensivo, compuesto de plantas na de la mujer, quienes deben velar su sueño con oraciones y llamarla sin
274 275
Capítulo VI Enfermedad, Infortunio y reparación
descanso por su nombre de bautismo para que su abna-sombra salga del :existencia de dos formas opuestas y complementarias que no surgen sino
sueño y encuentre su base corporal viviente. con la vida y que se acaban con la muerte: lo masculino y lo femenino
cuya lógica se opone a aquella, asexuada, de lo divino. Del mismo modo,
La otra clase de locura femenina afecta sobre todo a las jóvenes. ES
la aprehensión de las diferentes figuras de lo sobrenatural debe hacerse a
resultado de la agresión de un brujo por pacto que busca someter algu~
, distancia, sin confusión corporal, sin trance.
nas sombras. Para ello envía desde la selva a uno de sus espíritus de mala
muerte cautivos para que haga el amor con el alma-sombra de la m4Íer
y atraiga la víctima hacia la selva, y encuentre su mala muerte. La repa- El curandero acompañado de Dios
ración de este maleficio que puede causar la muerte desborda el campo
terapéutico propiamente dicho. Se trata de llevar a cabo una doble disyun- Los negro-colombianos suelen referirse a la naturaleza particular de la
ción. En un primer momento, la víctima que ya no responde a~ su nombre, , relación que el curandero tiene con lo divino con la frase: "Está acompa-
tendrá que ser rebautizada; los padres, el padrino y la madrina repiten , fiado por Dios". Esta relación con lo divino se adquiere tras un aprendizaje
entonces el ritual de co-nominación, para que lo divino vuelva a tomar la : : que repercute en la identidad del curandero.
sombra de lajoven y así restablecer la conjunción perdida. Enseguida, se le E! aprendizaje del saber curativo es una libre elección, y en buena parte
aplica un tratamiento ritual al espíritu masculino separado de su víctima , es accesible a las mujeres. Esta decisión no debe nada a una "enferme-
por su bautizo, pero que se cree permanece en la aldea. Se trata de arreba- dad de elección", como en el chamanismo, suele estar condicionada por la
tarlo del dominio del brujo y separarlo del mundo de los vivos mediante la aparición onírica de un santo con fama de curandero (como san Lázaro o
celebración de una novena completa para él. Este ritual se convierte en una , santa Lucía), que le ofrece su compañía. E! hombre o la m4Íer que sueñan
auténtica guerra simbólica, alrededor del destino ulterior del espíritu del con ellos deben de inmediato hacer su santo de devoción especial, aunque
muerto; es una guerra entre el espacio habitado, marcado por lo divino, no tengan la obligación de comenzar el aprendizaje con un maestro cu-
y el espacio de la selva, el del salvajismo no ritual y del mal. Las armas randero. Sin embargo, la sapiencia curativa también puede heredarse de
de esta lucha simbólica son la invocación repetida del "ánima sola13" y del padre a hijo y de madre a hija: se supone que la sangre paterna y la leche
nombre y el poder de Dios mismo. Asimismo, lo divino se manifiesta como materna transmiten este talento que después será perfeccionado. Thmbién
el factor disyufttivo ~n este tratamÍl"nto ritual de la locurn, pUt'5to que se~ puede s\lcedl'r que 1,1)1 curandero le tranSlllite lit} entendimiento a un recién
para un enla,ce::'posesióll doblemente peligroso para elvrden cultural. Para nacido de otra familia con el consentimi~nto de la madre, puede emplear.
éste, el enlace benéfico que da vida, no puede ser sino el de los cuerpos, su propio sudor como sustancia de "ombligadb". En tal caso, el niño así
terreno por exCelencia de lo humano sexuado; el modelo de comunicación designado hará después su aprendizaje con el donante de la sustancia.
por enlace, la confusión de identidades, es incompatible con lo sobrenatu-
El aprendizaje del arte de curar implica varios viajes obligatorios a Ras-
ral, del que dependen las almas-sombras. En segundo lugar, la energía que
padura, centro ritual de la chocoanidad, lugar de irradiación de la fuerza
estos rituales solicitan a lo divino restablece y revitaliza el orden amenaza-
del Cristo Ecce Horno de la que se impregna el aprendiz. Además se aprende
do del universo, al separar la vida de la muerte, tanto como el salvajismO
tanto el sistema de clasificación térmica de la naturaleza (la identificación
propio de la selva, del cultural propio del lugar habitado.
yel cultivo de las plantas terapéuticas), como la multiplicidad de oraciones
Como se puede ver, este universo de origen africano rechaza decidida- y secretos divinos que evocan las diferentes dénominaciones de Jesucris-
mente la posesión como modelo de comunicación entre el hombre viviente to y de la Vrrgen. La memorización de las oraciones divinas siempre está
y lo sobrenatu1:aL Si la buena muerte significa una toma de posesión de precedida por la de fórmulas de carácter humano y de sus usos mágicos
dos almas desencarnadas por lo divino, las diferentes modalidades de la en relación con la naturaleza particular de los santos que evocan. Y esto
mala muerte corresponden a la posesión definitiva de éstas por un sobre- porque se cree que de las oraciones divinas emana una fuerza tal -hecha
natural negatiVizado: los poderes selváticos y el mal diabólico. Así mismo del aliento y la luz divinos- que sólo los curanderos pueden usarlas sin
el cuerpo a cuerpo del enlace sólo puede ser humano, porque supone la que su alma-sombra se queme con el contacto.
277
Capítulo VI Enfermedad, Infortunio y reparación
Pero n:ás allá de los conocimientos específicos, el largo aprendizaje con se encuentra más allá del saber curativo negro-colombiano; es la práctica
varios maestros conduce a la adquisición de una identidad especifica. Se chamánica del curandero mismo, aprendida de los chamanes Emberá, pero
considera que la repetición regular de las oraciones divinas impregna poco reconfigurada dentro de la lógica simbólica negra. Esta práctica es exclusiva
a poco el alma-fuerza vital y el alma-sombra del aprendiz con el acom': de los curanderos hombres, aquellos que, además de un aprendizaje de los
pañamiento del mismo Dios. Algunos informantes curanderos comparan procesos divinos y vegetales, aprenden de los chamanes indígenas a "curar
este acompañamiento con "una capa brillante de aliento y de luz" que con el diablo"; tienen fama de ser los más efectivos. Pero este curandero,
cubre su cuerpo por dentro, su aliento y su sombra, y que los aísla de los llamado "doble", debe equilibrar esta faceta ambigua de su saber con una
perjuicios exteriores. Es esta capa interna brillante, invisible y permanente, piedad a toda prueba respecto a lo divino, al hacer una ofrenda y una pro-
lo que permite a los hombres y a las mujeres curanderos aventurarse sin mesa en la iglesia después de cada terapia chamánica. Esta práctica ritual en
una frontera intercultural introduce el universo indígena en la escena de la
peligro al interior de la selva y reconocer allí, entre el enmarañamiento
inextricable y hostil de las plantas, aquellas que curan. Es igualmente esta curación de la enfermedad negra.
protección corporal interna de origen divino la que llena las oraciones de
una fuerza suplementaria que las guía en las entrañas del cuerpo enfer- El curandero Indlanlzado; el chamanlsmo de los negros
mo. Pero esta impregnación del curandero por lo divino reproduce en él
la ambivalencia fundamental de éste; quien sabe curar las enfermedades El aprendizaje chamánico del curandero con un maestro Emberá sigue
humanas también tiene la capacidad de "ponerlas". en grandes líneas el esquema didáctico de los propios indígenas, pero se
aparta en varios puntos. En primer lugar, el curandero negro que em-
Sin embargo, este saber aprendido que capta mediante una impregna-
prende esta tarea, lo hará después de tomar precauciones. Después de un
ción interna un fragmento de energía proveniente de lo divino, por me-
viaje a Raspadura, y de realizar ofrendas al Ecce Homo y a los santos de la
dio de la palabra, tiene una eficacia limitada. Aunque el rapto brujo del
iglesia del pueblo, sigue durante un largo período la ingestión regular de
alma-sombra en la selva no pueda afectar personalmente al curandero,
un brebaje particularmente fuerte, hecho con plantas silvestres, polvos de
sus conocimientos son inoperanles frente il él. 1.a "noveno al rl.'vrs", lel'¡ll
origen animuJ y agun bendita, con el fin de ",errar d cuerpo por dentro
también, es imparable si llega a su término. Lo máximo que puede hacer el
y amarrar la sombra al cuerpo". Se supone que esta bebida evita que su
curandero en este caso es usar la faceta de su acompañamiento divino que
cuerpo y sus sueños sean invadidos por ¡'gente del diablo", es decir que 'su
comporta una capacidad mayor de pacificación de la hostilidad interper-
alma-sombra siga siendo divina y que su cuerpo no sea capturado por un
sonal, a través de sus palabras cargadas de lo divino. Asimismo, cuando ve
espíritu indígena. Esto es porque el aprendizaje chamánico implica la toma
un debilitamiento, una apatía y una melancolía extraordinarias, se dedica inicial de brebajes alucinógenos, como ei borrachero, para aprender a ver
a identificar los enemigos del enfermo. Pronuncia sus nombres de tres en y reconocer algunos espíritus ligados alos animales salvajes, y luego la
tres, hasta que ~caba por "sentir" cual es el culpable. Luego lo busca soÍo y y
memorización de cantos para llamarlos seducirlos. Sin embargo, al con-
se vale de toda su autoridad y su fuerza para lograr que detenga el malefi~ trario del aprendiz Emberá~ el candidato a chamán negro no llamará, ni
cio mortal, úniéa oportunidad de supervivencia de la víctima. tendrá contacto onírico con los espíritus chamánicos primordiales que re-
Pero el saber curativo negro-colombiano tiene otro limite; es impotente presentan a los primeros chamanes dentro de la mitología Emberá. Ambos
para curar las enfermedades graves que se originan en el envío a distan- grupos consideran que este arraigo en la: ancestralidad chamánica Emberá
cia de proyectiles mágicos que devoran o ahogan el cuerpo de la víctima les es imposible. Para los indígenas, estos espíritus primordiales "sólo es-
por dentro. Esta agresión corresponde al modelo nosológico Emberá de cuchan Emberá". A los negros, además, les parece literalmente impensable
las enfermedades más corrientes que, junto con el modelo de rapto del llamar a los muertos, arrebatarlos del Reino de los Difuntos, donde el hom-
alma, agresión sobrenatural mayor, constituyen la totalidad del ámbito bre no tiene ningún poder. No pueden, por añadidura, considerar positiva
Emberá de desgracias, que sólo el chamán puede reparar. La única respues- una conjunción que creen ser la fuente de peligros mayores en su cultura;
ta terapéutica éontra este modelo de agresión de inspiración chamánÍca el de la vida y la muerte, que se presentaría sin falta al llamar a un muerto.
279
tus de los muertos, pues éste compete sólo a lo divino. Les parece imposible 'Donaí, que "destruiría todo". Ya de noche, también es esa cabafia donde se
convertir el modelo negativo de este poder (los maleficios de brujo) en una la batalla ritual con el poder del brujo para liberar el cuerpo de la
capacidad terapéutica. Para salir de este impasse conceptual, el aprendiz de de un proyectil mágico.
chamán negro no se indianiza sino parcialmente; su "ombligado" con una Para esta ceremonia, el curandero negro va a la cabaña y comienza por
sustancia de origen animal y su acompafiamiento-impregnación corporal i~.inidi~lni:zar su aspecto, invirtiendo por completo las normas vestlmentarias
divino le permiten tomar alucinógenos y percibir y "seducir" así a unos su cultura. Se quita todas sus prendas y se pinta con jagua la cara, los
espíritus chamánicos vinculados a diferentes especies de animales salvajes. y el pecho. Los indígenas consideran defensiva, protectora y "se-
Pero el cierre de su cuerpo y de su espacio onírico evitan el cuerpo a cuerpo · ductora" esta pintura corporal que emplean cada vez que deben tener un
con los espíritus propios del chamán Emberá, lo que protege su calidad de: · contacto intenso con lo sobrenatural, la selva, el exterior étnico o el otro
cristiano, incluso si durante el aprendizaje debe apartar de su conciencia : sexo (en la caza, las ceremonias chamánicas, la iniciación de las jóvenes y
voluntariamente cualquier pensamiento de lo divino. l
los viajes). Esta práctica atemoriza y disgusta a los negros, para quienes
En el momento de la ceremonia de iniciación que corona su aprendi- el color negro es el color de la bruj ería15. Los curanderos-chamanes negro-
zaje, el negro, al igual que el aprendiz Emberá, recibe de su maestro un colombianos atrIbuyen a la jagua dos funciones complementarias: la de
bastón chamánico antropomórfico y zoomórfico tallado por éste para él. aumentar la "bravura" y sobre todo la de esconderse de lo divino, de modo
El bastón es la morada permanente de un espíritu auxiliar del que es amo · que éste no pueda reconocer al curandero.
el nuevo chamán; a menudo es un fragmento del "jaure" (el alma Emberá, Éste se pone luego un taparrabo, se adorna la cabeza y se pone pesados
principio de la energía vital) del chamán Emberá iniciador. Pero para el collares y brazaletes de plata en torno al cuello y las muñecas,' atributos
negro, al contrario de sus colegas indígenas, este espíritu no tendrá su mo- del hombre Emberá. Vierte en las totumas chicha preparada para él, como
rada sino en el bastón; no ocupará silenciosamente su cuerpo por dentro, . para un chamán Emberá, por una joven virgen indígena, que en su caso no
y tampoco se le presentará en los sueños. mastica el maíz antes de molerlo y cocerlo. Frente a las totumas ha puesto
A.. f como el candidato Embrl'¡'t, clUl'ill!tC su apreudir,q;e el negro talla, un machete de mmkra, taJlmlo durante el aprcndizaje y que contienc un
bajo la dirección de su maestro un bastón antropomórfico que debe con- espíritu cortador de bejucos, así como una palma y dos bastones antro-
vertirse en la morada permanente de los espíritus propios seducidos por él. pozoomorfos, receptáculos y representaciones de los espíritus auxiliares
En la ceremonia de iniciación, el maestro llama a una multitud de espíritus recibidos del chamán iniciador y de Donaí, auxiliar propio del curandero-
ligados a los animales para que uno de ellos entre en el bastón del candida- chamán. El paciente, desnudo hasta la cintura y con los ojos vendados,
to, mientras que el negro llama a Donaí, el mensajero del diablo, con can- se acuesta en medio de la pieza. Los hermanos que lo han llevado deben
tos en español, para que se introduzca en su bastón y le sirva en adelante guardar silencio durante toda la noche y no salir de la cabaña hasta el fin
como mediador para combatir las enfermedades enviadas por una volun": de la ceremonia, so pena de enloquecer y morir en la selva circundante.
tad humana maléfica, vinculada a un pacto con el diablo. De esta forma, Ningún objeto recuerda lo divino y ningUn pensamiento sobre él puede
Donaí y el espíritu chamánico auxiliar Emberá se encuentran en el mismo penetrar en ese espacio: no sólo Donaí, lo mismo que los espíritus indíge-
espacio en las ceremonias terapéuticas ulteriores: toman chicha juntos y nas, ignorarían el llamado del curandero, sino que el brujo y las figuras
su fuerza unida, mediatizada por el curandero-chamán negro, preside a la sobrenaturales maléficas de la vegetación capturarían a los asistentes para
extracción del proyectil mágico del cuerpo de la víctima.
El curandero-chamán negro asfiniciado construye una cabaña pequeña Al contrario de algunos chamanes Emberá, el curandero negro no toma
selva adentro, más o menos cerca de uno de sus terrenos. Allí deposita sus jamás alucinógenos para inducir su trance; los curanderos-chamanes ha-
bastones mágicos, las calabazas para el "convite" de los espíritus y todos blan del estado ceremonial como de un "recogimiento de la sombra" que
los objetos de su función que en ningún caso debe llevar a lugares habita- permite que el entendimiento se llene progresivamente con el aliento de
Esta ceremonia de exorcismo chamánico, limitada al espacio salvaje de En este sistema médico-religioso el estatus del trance parece tender un
la selva, corresponde en grandes líneas a aquellas, terapéuticas, que los hilo entre la herencia africana desaparecida de posesión y el modelo cha":
chamanes Emberá presiden en su propia casa. Sin embargo, se diferencia mánico indígena. En este caso, la relaci6n entre el hombre y los poderes de
en algunos puntos y tiene un estatus particular, mucho más circunscrito, lo divino jamás se concibe dentro de las modalidades de una fusión cor-
y que amerita algunos comentarios. poral; este modelo de comunicación pertenece exclusivamente al dominio
humano de relaciones entre los sexos que se opone a la representación de
lo divino. Thmpoco se vive o piensa dentro de las modalidades del cuerpo a
El trance limitado o el ardid del espfrltu cuerpo ritual del combate, o de un diálogo frente a frente de carácter im-
perativo que disminuiría por el ascenso del hombre la distancia entre él y
La terapéutica negro-colombiana de las enfermedades divinas o huma- lo sobrenatural: a la manera del contacto chamánico. Se trata aquí de una
nas ocasionadas por la brujería común constituye siempre l,ma ocasión solicitación corporal a distancia que se propone realizar un intercambio
Capitulo VI
Enfermedad, InfortunIo y reparacIón
energético. Sólo la muerte elimina esta distancia entre el hombre y lo divi~ salvaje de la selva, transforma las palabras divinas de oraciones para los
no; el alma-fuerza vital humana se fusiona con el aliento divino, y la som~' muertos en una trampa para las almas de los vivos. Los proyectiles na-
bra se integra a uno de los niveles de lo divino: el purgatorio o el cielo. turales intrusivos, procedentes de la selva y enviados por un brujo aliado
de un avatar del diablo, ponen en evidencia otra faceta de esta división: el
La posesión maléfica corresponde a la locura de las mujeres; a la co~
hecho de que el universo vegetal y animal de la selva se asocie con los indí-
pulación entre el espíritu de un muerto y la sombra de una mujer viva.
genas. Su mundo se presenta como fuente indispensable de la fuerza vital,
La respuesta ante esta infortunada posesión es ritual; es precisamente lo
integrada ritualmente al cuerpo del recién nacido. Pero, al mismo tiempo
divino lo que va a desunir mediante el bautismo de la mujer y el rito fune-
es enemigo mortal del alma-sombra que emerge en el bautismo.
rario del muerto, esa unión maligna que pretende imponer la modalidad
humana de la unión de los cuerpos a la inmaterialidad de las almas, para No obstante, si lo divino puede combatir al diablo, por el contrario es
realizar la insostenible conjunción de la vida y la muerte. impotente para actuar contra la selva, por lo que el objetivo del ritual
chamánico negro es el de no romper con lo divino, tal como lo hace el
El hombre, por su lado, no puede ser poseído durante su vida, siendo su
brujo, sino encontrar al mismo tiempo armas simbólicas para vencer a
locura un desposeimiento definitivo de sus almas y de su condición huma-
los objetos metonímicos de la selva. De esta forma se aclara la tensión que
na, lo que conduce a una muerte inmediata.
alimenta la ambigüedad del chamán-curandero negro, entre su aprendi-
Así mismo, el trance no corresponde a ningún modelo propiamente ne- zaje chamánico y la salvaguarda de su condición de cristiano, cuyo pacto
gro-colombiano de contacto con lo sobrenatural. Los personajes vegetales' con el diablo, comprometería el destino positivo de su alma en el más allá:
maléficos de la selva requieren una incomunicación radical. El mismo bru- La ingestión inicial de alucinógenos, y luego el contacto con los espíritus
jo siempre mantiene la distancia corporal; el modelo del pacto, taumatúr- indígenas ligados a los animales salvajes y al "jaure" de su iniciador Em-
gico y chamánico, expresa el mismo repudio cultural del cuerpo a cuerpo berá no afectarán su alma-sombra, protegida por el cierre previo con el
con lo sobrenatural que subyace al sistema religioso y ritual. brebaje mágico. Así, su experiencia chamánica no se inscribe en su alma-
fuerza vital, reforzada por su "ombligado" con una sustancia animal y
Es precisamente en este fondo que se incorpora el modelo nosológico recubierta de divino mediante su práctica de curandero. Sin embargo, en
limitado de agresión intrusiva que penetra en el cuerpo, al causar una su iniciación tiene que "colocar afuera" incluso estas huellas indígenas, al
confusión corporal destructiva con elementos, metonimias de la naturale- ponerlas en sus dos bastones chamánicos, pata restablecer de esta manera
za salvaje, guiados por un poder dinbóJi!;o maléfi<;o Q,csde lo prol\llulq de Ii\l integridad corporal frente al poder sbbrcnatural, dentro de la lógica de
1\1 Selvil. Este moddQ n9:;QIº~ÍI;Q de il1~piradóH dl(Uwíllkn Enlbcr4 imp\jc,:1\ 5\1. c1,.!ltura.
una actuación hechicera indianizada, chamanizada, vinculada además a
Al hablar sobre esta entrada parcial del curandero en el universo cultu-
un espacio opuesto al poder divino. La replica eficaz contra esta agresión
ral y sobrenatural Emberá, los negros Ía comparan con la experiencia del
del exterior cultural, cuyo responsable es sin embargo un pariente étnico,
cazador solitario en la selva, quien para cazar la presa y salir indemne debe
responde a esta realidad paradójica con otra paradoja: una práctica cha-
olvidar su nombre y apartar de su conciencia cualquier pensamiento re-
mánica limitada, que salvaguarda la identidad cultural propia mediante el
lacionado con lo divino. Sólo su ensalvajamiento parcial, cuya posibilidad
uso del español en el ritual, el rechazo de contacto con los espíritus de la
está arraigada en su "ombligado" -esa suspensión defensiva de una parte
ancestralidad chamánica indígena, y el cierre del cuerpo del oficiante negro
de su identidad y la asimilación momentánea de la lógica del adversario
ante estos espíritus.
selvático-, le permite realizar la hazaña. De igual forma, el curandero
Ya analizamos abundantemente el carácter dividido del uiuverso so- pone a salvo su alma-sombra cristiana mediante el cierre del interior de
brenatural negro-colombiano entre lo divino (ligado al espacio habitado) su cuerpo, efectuado previamente, mediante el rechazo de los espíritus
y la sobrenaturaleza vegetal y animal de la selva (radicalmente a-ritual y chamánicos ancestrales indígenas y de cualquier entrada de espíritus a su
hostil a lo divino). Esta división se proyecta en el campo etnomédico; en el cuerpo. Si para el chamán Emberá, el trance equivale a una "visión clara",
maleficio letal de las novenas invertidas que, gracias a la noche y al espacio para el curandero negro significa un encogimiento de la sombra, su pues-
pues a oponerse a lo divino, ni a "romper" con él, sino más bien a situarse nas, establej::e, por intermedio del chamán, una relación personal y dual,
momentáneamente en un lugar diferente, exterior al universo escalonado que excluye el cuerpo a cuerpo del trance, entre un espíritu y un individuo
entre lo divino y el mal. ., que no es chamán; esta relación se parece a la práctica negra del pacto,
también periférica en relación con el ritual central.
Pero el segundo objetivo de la indianización momentánea del curande~
ro-chamán negro es precisamente reforzar la bravura que necesita en el Pero "familiar" o "aliado" son también términos con los que los chama-
tenso cara a cara nocturno con Donaí y los espíritus indígenas, para evitar nes Emberá, al hablar en español, desigúan a los espíritus dobles y auxi-
que no se le acerquert demasiado, es decir, que el diálogo no se transforme •. liares que el aprendizaje y la iniciación les permiten controlar, fijados en
en una intrusión corporal que, se cree, implicaría su muerte al instante. bastones rituales y dentro de su cuerpo. Los negros también utilizan estos
Para lograrlo, debe apostar a uno contra el otro, es decir, contener a uno lexemas para hablar de Donaí y de los espíritus indígenas fijados en los
con la ayuda del otro. La representación negra ~socia la cualidad ambigua bastones del curandero-chamán, pero para distinguirlos de los familiares
de "lo bravo" al reino animal de la selva, y a los cazadores Emberá por sú del brujo le añaden la expresión "por ch<?10"19. Estos dos conceptos consti-
cotidiana y ritual familiaridad con ella. Con el atuendo y las joyas indíge- tuyen un puente entre los campos de la brujería común y del chamanismo·
nas, y sobre todo con la pintura corporal de la jagua, se trata de captar e intra y extra-étnico, haciendo visible una lógica común subyacente entre
incorporar durante la ceremonia esa cualidad que denota una mayor resis':' sus modos de contacto con las entidades sobrenaturaIes 2o •
tencia de la fuerza vital indígena y un mayor dominio suyo del salvajismo
Esta actividad chamánica modificada por la lógica simbólica negra, re-
selvático. Adquirirlas momentáneamente constituye la condición para el
duce el sistema chamánico global a una réplica terapéutica ante la intru-
diálogo, tanto con Donaí como con los espíritus indígenas, asociados a los
sión patógena de la naturaleza salvaje en el cuerpo, guiada por un poder
animales, y con el del chamán Emberá iniciador.
diabólico. Pero esta réplica se inscribe en la periferia de un sistema etnomé-
A Donaí se le invoca y se le habla en espafiol, último baluarte de la iden- dico no chamánico. A la vez diagnóstico y reparación, con un trance ligero
tidad cultural negra, puesta en suspenso; esta lengua es también la que . que no implica ni enfrentamiento, ni cuerpo a cuerpo con las entidades
entiende Donaí, quien es parte del universo conceptual negm. , .; sobrenaturales, esta práctica médico-religiosa se sitúa en el eje del chama-
286
287
Capítulo VI
Enfermedad, infortunio y reparación
rusmo auténtico y en el de lo que Heusch llama "médiumnismo médico", Notas
ampliamente representado dentro del mundo bantú africano. Sin embar- , '
go, la lógica de la actitud del curandero-chamán -que amplifica la del Hasta el momento no existe ningún estudio que confronte esta nosografia ne-
gra con la de la medicina. Según nuestra encuesta, a los estados -inclusos pa-
cazador negro- se presenta aquí como de inspiración claramente chamá- sajeros- caracterizados por una tos persistente y un ahogamiento rápido los
ruca: se trata de la capacidad de manipular por sí mismo los componentes llaman tuberculosis, pero no creen que sean contagiosos, y por lo tanto puedan
internos de la persona, y de suspender voluntariamente una parte de su ser transmitidos por el contacto interpersonal. El "tifo" es una enfermedad ca-
racterizada por la fiebre alta, las deposiciones líquidas y una fatiga persistente;
identidad con un objetivo preventivo o terapéutico sin la ayuda de ningún .
la descripción de los sintomas de la malaria y su carácter recurrente parecen
intermediario ritual. corresponder a la categoría nosológica biomédica.
Esta entrada explícita del chamanismo Emberá dentro del campo etn~~ Este paralelo sumario entre una lógica etiológica de origen no científico y la
de algunas ramas de la medicina occidental le debe mucho a la reflexión de
médico negro está lejos de constituir un hecho aislado. Es la figura sunb6: Chaumeil sobre la faceta "etno-virológica" del chamanismo amerindio; Chau-
lica condensada de la presencia indígena en los modos de organización y de ' meil, 1991. Le agradecemos a Jean-Pierre Chaumeil el habemos facilitado su
representación negros del Chocó. Por lo tanto, para comprender el reto y eÍ ' ' manuscrito.
alcance de estos ajustes simbólicos y de los intercambios entre las dos so~ Los estudios de los sistemas de agresión en las sociedades amerindias utilizan
a menudo esta noción. Ver entre otros, Albert (1985), pp. 40 Y ss., sobre los
ciedades, se impone el análisis del sistema chamánico Emberá, núcleo de la " Yanomami.
influencia indígena en el sistema de representaciones negro-colombiano'. Esta concepción de una enfermedad debida a la penetración de objetos, dirigidos
por una maldad humana y sobrenatural, es una de las dos grandes categorí!l.:l
nosológicas del chamanismo Emberá, así como de los chamanismos amazóni-
cos en general. Sobre este tema ver, entre otros, Chaumeil (1983).
Este no es el caso entre los Emberá vecinos, donde la acción chamánica puede
reparar la agresión por rapto del alma.
El pacto con el diablo, así como el gato negro en cuanto animal diabólico, tam-
bién hacen parte de los temas de la brujería popular europea de la Edad Media.
Sin embargo, éstos se hallan inmersos aquí en una lógica de conjunto, diferente
de aquella que subyace en el catolicismo europeo.
La idea de este poder del brujo de asumir la forma de animal se emparenta con
la de los Emberá, que piensan que su chamán pUede transformarse en un ani-
mal salvaje, parn atacar a una víctima m¡'diant~ l'sln actualización de la fac ... IH
malévola de su poder. Después de su muerte, se cree que el chamán se trans-
forma en jaguar ávido de sangre humana, a menos que se tomen precauciones
especiales en su entierro. Ver adelante el cap. VlII.
En todo el Chocó existe un conjunto de relatos que cuentan la vida y acciones
mágicas (transformaciones en animales, caminar sobre el agua, viajes de dis-
tancias enormes en unos minutos, etc.) de generaciones de magos-brujos per-
tenecientes a troncos de descendencia existentes y conocidos. El tronco Mena de
Quibdó y Condoto, el tronco Caicedo, el tronco Lozano-Mosquera son algunos
de ellos. Varios le han dado al Chocó poetas, escritores y congresistas nativos,
conocidos en el resto de Colombia. Numerosos son los informantes que hacen
un acercamiento explícito entre esta acumulación familiar de poderes mágicos
adquiridos en línea paterna o materna, y el acceso a conocimientos apreciados
por la sociedad global, combinados con una posición social elevada.
Recogida en 1988 en los ríos Neguá y Capá.
10 Ciertas plantas alimenticias son tanto "silvestres" como "domésticas", no por-
, que no sean siempre cultígenos (la papaya, la guayaba, la piña, el borojó, el
almijaro), sino por su localización más o menos cercana al lugar habitado.
Capítulo VI
Enfermedad, Infortunio y reparación
11 Para un análisis y una identificación botánica de las plantas utilizadas por los
negros del Chocó, ver Velásquez (1957) Y Losonczy (1989).
12 Los Negro-Colombianos consideran cambiante el color del semen; creen que es.
amarillo en el cuerpo del hombre y que eyaculado se enrojece.
13 Conglomerado de espíritus de los muertos sin descendencia viviente que tienen
una fuerza ambigua de mediación entre los vivos y los muertos. Ver capítulo
V.
14 Los negros no perciben como peligrosa la presencia de espíritus chamánicos
indígenas en su espacio habitado, aunque el oficiante que los lleve sea un cha-
mán Emberá. Presenciamos varias veces ceremonias terapéuticas chamánicas
en Villa Claret, con pacientes tanto indígenas como negros (por picaduras de
culebra). Sin embargo, ninguna familia está dispuesta a que la ceremonia se
celebre en su casa; disponen para ello de la escuela, espacio neutro. Mientras
se lleva a cabo, también deben cerrar la iglesia. Si ésta permanece abierta, se
produciría, comentan los negros, una "guerra terrible" entre lo divino allí con-
centrado y los espíritus de los indígenas.
15 Los negro-colombianos no consideran negro, sino moreno, su color corporal.
16 También es el caso en la práctica chamánica Emberá. Ver Losonczy (1990/b),
pp. 185-187. .
17 La afirmación de esta amnesia posterior se opone a las características del tran-
ce chamánico, cuya síntesis reciente se encuentra en Peters & rrice Williams
(1980), pp. 106 Y ss.
18 Un relato mítico Waunaná del río San Juan formula explícitamente esta exte-
rioridad en relación del uno con el otro de los universos negro e indígena (ver
cap. VII). Entre los negros, los relatos hablan de un origen divino común y de
una divergencia posterior de su destino.
CAPíTULO VII
19 "Cholo" es un término aplicado a indígenas urbanos o a los mestizos de fisono-
mía indígena, de uso muy extendido en los países andinos de América del Sur.
En el Chocó, el lenguaje negro común lo emplea para designar a los Emberá.
El sistema
20 El carácter chClmánico pero sin trHnn· de la hrujerfa ali:icmm y rllJel pacto hru-
jo en el catolicismo europeo,han sido analizados por Heusch, 1971, pp. 277-
chamánico
280.
emberá
Capítulo VI
Las ceremonias chamánicas no representan la totalidad del campo ri-
tual Emberá. En efecto, los ritos en torno al nacimiento, como el ombliga-
do, la iniciación de la joven fjemenedé) y los ritos funerarios no requieren
la participación del chamán sino en un papel secundario o excepcional. En
.;. un nacimiento no se necesita su presencia sino en caso de que el embarazo
sea anormal y sólo durante el parto. En la iniciación de la joven, el chamán
Uaioaná) prepara la comida ritual de los espíritus fjai) y les presenta a la
. nueva mujer por medio de cantos improvisados; esta intervención tiene
lugar entre la primera y la última secuencia del rito, en las que no des-
empeña nin~ papel. A los ritos funerarios sólo acude para darles inicio;
sentado en su banco, interpela y reprende -sin alimentarlos- a los espí-
ritus responsables de la muerte y luego, de pie, se funde en el grupo que
rodea al cadáver, y le cede el protagonismo al llanto de las ancianas. En
estos ritos, que marcan un paso individual irreversible de un estado exis-
tencial a otro, dominan la escena las "madres viejas" que reciben al recién
nacido, la anciana y los tres hombres casados escogidos para introducir
a la joven en su nuevo estado, y las ancianas que lloran en los funerales.
Sin embargo, las representaciones de la concepción, de la persona y de la
muerte que subyacen en estos ritos se manifiestan también ·en el sistema
¡. ritual chamánico.
293
El sistema chamánlco emberá
La Identidad del jaibaná: captura y arraigo pule sus conocimientos en el curso de un último aprendizaje en el que será .
;" iniciado ante su grupOl.
Una mirada fija y aguda, una cierta autoridad respecto de sus comp~~ k
ñeros de la misma edad, una atención poco habitual a las palabras del otro Esta itinerancia solitaria entre diferentes maestros prefigura e inscribe
sexo, un vivo interés en las ceremonias chamánicas, sueños poblados de en la realidad la sucesión de viajes-persecuciones oníricas que construi-
animales salvajes y de seres indefinibles, y sobre todo el llamado cada ve~ rán la identidad chamánica. Frente al mundo móvil de los espíritus, estos
más lancinante de ciertos animales que lo incitan a la exploración solita~ ," aprendizajes dotan al candidato de una movilidad onírica cada vez mayor,
ria de la selva desde la niñez, la percepción de cantos lejanos en estado d~ corolario de sus viajes reales hacia el exterior 2 ; ésta se presenta como doble,
vigilia y luego en los sueños, seguida de la visión onírica de espíritus que cuya culminación será su retorno y su última iniciación. A esta movilidad
"piden cantar con él" o "ser sus familiares, sus aliados", son unas tantas de" creciente del chamán -que significa el aumento de su sabor- corresponde
las peculiaridades que llaman la atención de los chamanes hacia un candi- una disminución gradual de la movilidad intrínseca de los jaiS, hasta su
dato para este tipo de conocimiento, aunque también han podido escogerlo captura y encierro, logro y primer objetivo del aprendizaje. Todo sucede
ya en el vientre de su madre. Esta elección in utero está precedida por un como si la capacidad itinerante de las entidades sobrenaturales fuera limi-
sueño en el que el chamán ve al niño o niña nacer y crecer; se vuelve de- tada y que debieran perderla necesariamente al compartirla a la fuerza con
finitiva cuando el chamán sopla y escupe sobre el vientre de la mujer em- el chamán. En otras palabras, el objetivo y la consecuencia de la itinerancia
barazada, murmurando y canturreando deseos imperiosos para la buena real y onírica del futuro chamán es precisamente reducir la de los jaiS. Su
salud y los talentos chamánicos del bebé que va a nacer. El elegido deberá; progresiva inmovilización, así como el control cada vez más riguroso de
en todo caso, hacerse notar por las mismas particularidades y experiencias sus movimientos, se manifiestan entonces como el signo mismo del poder
oníricas de los demás candidatos, y además, hacia la edad de diez o doce chamánico adquirido.
años, un sueño le hará reconocer al chamán que lo ha escogido y, llevado
Este tratamiento simbólico de la itinerancia sugiere una concepción se-
por una fuerza irresistible, le pedirá que sea su maestro.
gún la cual poder y dominio consistirían en el aumento de la movilidad
Para aquellos que ~lllamado de lo!> jais toca mediante una enfermedad propia gracias al control de la del advers~rio o incluso a su inmovilización
dc elección el api'endizaje puede comenzar desde los docto o trece mIOS, pero momentánea'. La adquisición de esta movilidtlá tiene su origen en un más
es frecuente iniciarlo mucho más tarde. El objetivo de este aprendizaje allá, a la vez fuera de la comunidad de origen y a veces de la etnia, y fue':'
-así como lo expresa la mayor parte de los chamanes del Alto Choc~ es ra de la cotidianidad diurna. Así, la noción de; itinerancia como origen y
la conclusión gradual de una alianza con ciertos espíritus (jaiS) que hará modelo del poder chamánico contribuye a arraigarlo en una extra-territo-
posible, aunque no obligatorio, el control de muchísimos más. Esto último rialidad social y simbólica que los mitos Emberá también expresan en otro
requiere una cantidad de aprendizajes sucesivos con diferentes maestros. registro.
Durante el largo viaje, a veces de varios años, que lleva al candidato ¿Qué se propone entonces este ciclo de aprendizajes sucesivos bajo el
en busca de otros maestros-chamanes e incluso -más allá de los límites signo de la itinerancia7 Jaibaná designa a un ser humano que al reunir en
étnicos y geográficos del Chocó- hacia aquellos, sibundoyes, guajiros, él a los espíritus, se convierte en una trampa para ellos, causas y agente~
ingas o tucanos, que ofician en las estribaciones de los Andes del sur, en la del malestar y la enfermedad en el hombre común. La prueba de haber
península de la Guajira y en la Amazonía, el aprendiz de chamán perma- adquirido control sobre las entidades sobrenatUrales es que él mismo no es
nece aislado dentro de la comunidad, teniendo como su único interlocutor víctima suya y puede curar a los demás. Pero su nombre expresa también
al maestro-chamán. Cada estadía de aprendizaje parece desarrollarse se- la ambivalencia fundamental de su ser: a la vez un humano y una multi-
gún un esquema similar, a veces sancionado por una ceremonia pública de plicidad de espíritus inmovilizados, de quienes se supone adquiere su poder
legitimización. La ceremonia que cierra generalmente el ciclo tiene lugar maléfico. No es un enfermo pero puede hacer que otros enfermen si lanza
después de su retorno a la comunidad de origen donde el futuro chamán sus jaiS al asalto del cuerpo y el alma de sus enemigos.
294
Capítulo VII El sistema chamánlco emberá
El futuro jai'baná se instala en casa de su maestro y contribuye a man~ Esta es la diferencia principal entre el aprendizaje "de totuma" y otro
tenerla, haciendo los trabajos que éste le indique; también le paga una menos común, de acceso a los conocimientos chamánicos que l.os
suma acordada con anterioridad. Sin esta contraparte obligatoria, incluso UI'tnn,el'A llaman "jai'banismo de yerba". Este aprendizaje se realiza directa-
entre padre e hijo, "el aprendizaje se daña", según los chamanes Emberá; el con los jafs sin intermediario humano; se hace por completo en la
trabajo ritual posterior pierde su eficacia y no se lleva a cabo la transfor- con las plantas jai' kera como únicas armas rituales. Entre el chamán
mación del candidato enjai'baná. Según algunos chamanes del alto Chocó; '" plantas y los jafs no circulan sino sustancias que pertenecen al mundo -'l'ó
la falta de una contraparte económica lleva a la huida de los jai', que dejan extra-.hulm"ln(). Comprometido en un intercambio asimétrico con los es-
de presentarse al llamado del maestro en trance y no' vuelven a aparecer ro el jai'baná de yerba parece más ser parte del mundo sobrenatural
los sueños del aspirante. Lo que se daña en primer lugar, es la fase onírica que del universo cultural humano; es lo que expresan los Emberá
del aprendizaje cuya pérdida de eficacia hace imposible el despliegue de su afirman que es más animal que Emberá.
fase diurna: la fabricación de la parafernalia ritual que llama o captlÍra
En el alto y medio Chocó, lo más frecuente es que el candidato comience
definitivamente a los jafs. Primero están los bastones tallados con figuras
aprendizaje una vez haya visto en sueños' a su maestro "cantar jai'''y
antropomorfas o zoomorfas, tablas pintadas en rojo y negro con las que
sido capaz de cantar, también en sueños, el principio de un canto de
se construye la cabaña pequeña donde se acuestan sus pacientes, estatui"
llarna<la a los jafs. Esta especie de remodelaje onírico del candidato que le
llas antropomorfas de balsa, también pintadas de rojo y negro, que serán
abre el camino hacia el chamanismo y que atestigua de su aptitud, toma
los últimos receptáculos del mal extraído del cuerpo del enfermo o que
tiempo: el novicio debe repetir y volver a encontrar en sueños los cantos,
encarnarán aljaure (el alma) capturada del paciente, un pequeño tambor
las características de los animales, de las plantas y los espíritus que la "",:lh
296 297
299
t
que los Emberá también llaman "muerte animal"s. Esta forma de muerte t:, los lugares acuáticos a los que están vinculadas personifican la apertura
no permite que el alma se aleje del cuerpo. Lo que acaba por transformar )~ hacia un mítico mundo de Abajo, ambiguo frente al universo humano. Sin
en jai' el jaure del difunto es la promiscuidad del cadáver y su mezcla con i: embargo, la intervención ritual chamánica puede encerrarlas, caso en e!
las sustancias animales o vegetales de la superficie terrestre o acuática; ,
en este caso el jai' se presenta como una condensación de energía vital de
t cual dejan de hacer daño a los hombres.
tipo agresivo, encarnada en el cuerpo de un animal susceptible de adoptar Cada uno de losjai' bbia (losjai'buenos) tiene la capacidad de curar una
a veces la forma humana. Concebido como una pareja macho-hembra no enfermedad específica, Su nombre hace referencia a la especie vegetal o
divisible, el jai' flota en el universo intermedio entre el territorio cultural de animal en cuyo contacto está e! origen de! mal, o a los objetos cuya pene-
los hombres y el mundo de Abajo, y puede ser encerrado por un chamán ' tración en e! cuerpo los hace agentes de la enfermedad. Estos jaiS se pueden
vivo o por unjaibaná muerto transformado enjai' zarra. comprar, y su circulación negociada entre los chamanes es permanente.
Estos últimos -se puede traducir su nombre Emberá por "guardianes En cambio, e! chamán puede utilizar los jai' kachirua (los jai' malos)
jai""- constituyen un grupo particular; son los jefes de una aldea dejaiS y, ' para agredir o para defenderse contra los ataques de un colega celoso, Son
habitan a la vez en el cuerpo del chamán y en el bastón ritual que fabrica, libres o aliados de un jaibaná. La atumia, llamada por los negros "madre
durante e! aprendizaje con su maestro; cada uno puede asumir la forma de agua", incluye una variedad de seres sobrenaturales vinculados al uni-
humana de! maestro cuando e! nuevo jaibaná lo llama. Es así como los verso subacuático que ahogan a sus víctimas, En cambio, la pakoré es una
chamanes maestros, convertidos en jai' zarra, se desdoblan y multiplican identidad femenina cuya influencia maléfica se ejerce en la caza, al confun-
aún en vida; briznas de su ser se diseminan así en todo e! territorio Em- dir al cazador que se extravía, Pakoré también significa "suegra" en Embe-
berá. Habitan e! espacio onírico, e! cuerpo y e! bastón de sus discípulos y rá, y en algunos re!atosest~jai' selvático habla de sus víctimas como sus
actúan con ellos, al mismo tiempo que siguen ejerciendo su saber en su co- ' wiu salce ("yernos"). Eljaibaná puede pacificar a estas entidades agresivas,
munidad. Este sistema de alianza chamánica, mediatizada por los suefios, mediante una invitación a compartir en una ceremonia comidas, bebidas,
e! cuerpo y la parafernalia, que une a los chamanes vivos entre ellos así cantos y danzas. Pero su alianza con e! chantán también puede exacerbar
como con los 'Jaibaná" muertos, se extjenclemás allá de! tel'Titorio Embe~á su natllraleza violenta, pQr lo que a menudo Sr las emplea para agredir.
en la, llledida en qllf d\JnI!lt~ .;1 CUI,'IW I1d ~lp('tlldj?.f\Írlpli ji!Íl}iln,( (lcudm
Las flores, los ríos, las montañas y hasta las ciudades lejanas pueden
a chamanes de otras etnias indígenas de Colombia y a ~eces de grupos
convertirse temporalmente enjaiS si e! cnamán logra capturarlos median-
autóctonos de los países limítrofes. Los chamanes negro-colombianos se
te una ceremonia particular, así como puede encerrar fugazmente e! alma
hallan en la periferia de este sistema de alianza, porque su aprendizaje no
de personas vivas que vagan fuera del cuerpo durante e! sueño. Estos jaiS
les permite adquirir sino e! espíritu de su maestro-chamán vivo. Sin em-
ocasionales siempre son buenos; su fuerza contribuye a la curación.
bargo, esta red chamánica se superpone tanto a los límites étnicos como a
la frontera que separa la vida y la muerte, e! pasado y el presente, y los jai' Las "madres" de las plantas medicinales, venenosas y alimenticias, el
zarra son e! instrumento conceptual privilegiado de esta construcción. fuego (la causa de las fiebres), los jai' soldados para la protección, los jai'
niños que advierten sobre los peligros que amenazan al jaibaná o a la
Algunas figuras estári ligadas a lugares acuáticos precisos (grutas, calas,
cataratas, arroyos). Ubi'es de! control chamánico, causan por su contacto comunidad o que se encargan de curar ciertas enfermedades, la canoa, e!
o mordedura la enfermedad llamada "susto", aunque también capturan barco y hasta e! avión, vehículos de los jaiS y jaiS en sí mismos, todos los
y devoran a quieri se los encuentre en e! camino. Árboles con e! rostro de elementos de este conjunto heteróclito de seres vivos y de seres inanima-
hombre negro, béjucos animados con vida reptil, animales de oro en el dos, puede ser obligado mediante la labor chamánica a transformarse y
fondo de los ríos, monstruos híbridos animales: e! peligro que condensan actuar temporalmente como jai'.
estas figuras se origina en la mezcla caótica de categorías clasificatorias, Antumia y Aribamia son dos poderosos jaiS, pilares obligatorios de la
e! corto circuito que constituye su ser mismo; ni plantas, ni animales, ni identidad completa del jaibaná. El primero, negro, fuerte y feroz, tiene
humanos, ni lugares, sino todo esto a la vez y en forma imprevisible. Por forma humana y es e! protector y mensajero de! chamán; habita en un
300
Capítulo VII
El sistema chamánlco emberá
lugar solitario de la selva escogido por su amo, o bajo el agua. Aribamia, el o garras se hunden en el cuerpo humano. Son el habitáculo permanente
más fuerte de los jai', habita, por su lado, dentro del cuerpo deljaibaná y, de los jai's; uno, el que regala el maestro a su alumno el día de la cere-
capaz de multiplicarse, cambia constantemente de aspecto y se convierte a monia de legitimación, contiene su jai' zarra poderoso, al mando de' una
menudo en un perro salvaje que devora el alma de sus víctimas. Se resume tropa de parejas de jai's; el otro, tallado por el candidato, encierra después
en él todo lo que hay de maligno y de incontrolable en el ser de cualquier a un jai' zarra libre que captura bajo la dirección de su iniciador, gracias a
jaibaná, cuya ambivalencia constitutiva, que oscila entre la amenaza y la .l. palabras-cantos. Estos, repetidos con el maestro y en los sueños, y luego
protección, es la condición misma de su eficacia positiva. :~ improvisados a partir de lo que ha aprendido y de otros sueños más, atrae
: gradualmente hacia el bastón al jai' recalcitrante, pero solamente lo fija
Si Antumia y Aribamia remiten en forma explicita al tiempo de los orí-
genes, las demás categorías de jaJ pueden también ser consideradas como · definitivamente en el momento de la ceremonia iniciática.
figuras residuales de un pasado mítico, anterior al advenimiento de los Al mismo tiempo que los bastones, el candidato hace con balso tabIDlas
hombres (Emberá), época en que los seres presentaban características tan- , y estatuillas ligeras que van a ser los receptáculos, los lugares de fija-
to humanas como animales y vegetales, y se reprodudan sin jamás mo-' ción provisoria de los jai's responsables de las perturbaciones por reparar o
rir". Es este pasado prehumano lo que explica la apertura de las fronteras · agentes de reparación para ceremonias particulares, y que actúan directa-
entre los vivos y los muertos, y entre los hombres, los animales y los ve- , mente sobre el cuerpo enfermo al aspirar el mal.
getales de los que los jai' son la representación condensada. Además, la ca';
pacidad chamánica de movilizar, en el curso de un ritual, hasta entidades , La construcción solitaria del espacio onírico permite un primer anclaje
extra-étnicas (ciudades, barcos, aviones, el gobernador, el antropólogo) al de los jai's en los accidentes-signo geográficos del territorio Emberá. Pero
transformarlos temporalmente enjai's parece sugerir que para los Emberá ; es la talla conjunta con el maestro del bastón, combinada con el aprendi-
el núcleo original de todo ser consiste en la fusión de las categorías clasi..: i iaje del canto-palabra, lo que asegura para algunos su anclaje definiti-
ficatorias, fusión cuya potencialidad siempre está contenida en ellas pero • YO. En cuanto a otros, los jai's particulares, es gracias a la fabricación de
que únicamente el jaibaná ara (el chamán fino, es decir, sabio, bUeno y estatuillas-trampas provisorias que el chamán los captura, para después
poderoso) es capaz de hacer resurgir y capnlrar con el fin de utilizar. enviarlos de vuelta a los espacios intersticiales donde se hallan sus puntos
de andaje 11Of'mElles.
La abundancia de esta sobre-naturaleza sobre la cual se ejerce la acti-
vidad ritual chamánica se despliega en todos los espacios de la topografía
Emberá y los reúne bajo el control potencial deljaibaná. Frente al universo La ceremonia de legitimaciÓn: el espacio chamánlco
sobrenatural negro-colombiano, dividido entre el' espacio habitado y la
selva -lugar de una sobre-naturaleza no ritual e incontrolable- el mun· Uega por fin el momento de la ceremonia, el finar del aprendizaje, a ve-
do de los jai's le ofrece al chamán Emberá la constante posibilidad de una ces precedido de una breve reClusión en una cabaña de hojas entreÍazadas
comunicación a través dei trance. que el mismo candidato ha construido en la selva; allí ayuna, sólo toman-
do agua o brebajes de "pilde# o de borrachero con el fin de multiplicar y
*** perfeccionar los sueños que lo comunican con sus jai's y los de su maestro.
El aprendizaje solitario del contr?l de los sueños que introduce al candi- Estos le transmiten los cantos que le permiten diagnosticar y curar, Y otros
dato en un universo de viajes, movilidad y metamorfosis, se desarrolla en jai's que lo protegen le dan la capacidad de soportar los ataques mágicos
otra faceta de característiCas opuestas. En efecto, las largas horas pasadas solapados de otros jaibanás, siempre celosos de sus colegas. También es en
con el maestro corresponden a una actividad compartida; hombro a hom- su cabaña donde completa su arsenal de objétos chamánicos; allí acaba la
bro, el maestro y el' aprendiz tallan cada cual un bastón en una madera talla del barco de los jai's (los espíritus de jaibanás míticos que flotan en
dura de oquendo, el primer árpol creado por Caragabi, también e(primero canoa entre el mundo de Arriba, el mundo humano y el mundo de Abajo),
en tallar un bastón chamánico. Estos bastones son antropomorfos, con así como el pequeño banco en el que se sienta aparte del espacio ritual para
\mn fiJ:\l.1rD animal sobre la cabeza, los hombros o la espnlda, cuyas pntas soñar, y en su centro después para oficiar.
pre orientado hacia la selva. En el altar (chimia ego hari) y a su alrededor se procurar su curación con su banco y cantos a 10sjaiS. Después de esta pri-
hallan los bastones del maestro, el que ha tallado poco antes el candidato, mera acción ritual autónoma, en el curso de la cual libera a sus jaiS de los
las estatuillas de balso, las estatuillas y la canoa de los jaiS. En el suelo, nu- bastones y del cuerpo, alimentados con chicha y palabras, y haciéndolos
merosas totumas pintadas llenas de chicha fresca esperan la llegada de los trabajar para después reintegrarlos a su habitáculo, es cuando finalmente
jaiS. El maestro comienza a llamarlos soplando en dos caracoles, macho)' sus espíritus aliados se anclan definitivamente en él.
hembra, fumando, barriendo el espacio con dos hojas de plátano, y luego ,~
El espacio chamánico se construye pues con la ayuda de numerosos'
con cantos y apacibles movimientos de baile; enseguida, se sienta en su ban- ' i;
operadores simbólicos. Para alejar los desórdenes y desgracias que nacen y
co e invita al candidato a entonar con él los cantos de llamada, agitando con
renacen constantemente de las brechas del territorio chamánico -vincu-
una mano las hojas y sosteniendo en la otra dos bastones. El canto conjunto
ladas al mundo mítico Emberá-, y que reactivan las acciones de hombres
se intensifica; llama a los jaiS que tienen nombre, se dirige a las tropas de
vivos o muertos así como de animales, el jaibaná debe construir espados
espúitus sin nombre, los guía a través de la selva, por el fondo del río, entre
simbólicos de fijación para 10sjaiS. Su cuerpo miSmo se convierte en lugar
rocas y grutas, cuenta su itinerario y el motivo para invitarlos, los seduce,
de arraigo sin falla frente al universo de movilidad y viajes que ha recorri-
los halaga, los impulsa a continuar el camino y los saluda al llegar. Ya todos
do en sus sueños, vistos y nombrados, y en los cuales va a seguir actuando
allí, beben la chicha preparada para ellos, bailan y cantan con el maestro.
como cazador, en adelante mediante dos títulos.
Este se endereza de pronto y con una voz fuerte les grita y repite: "¿Cuáles
entre ustedes quieren entrar en el cuerpo del nuevo jaibaná para vivir y ser Como todos los hombres Emberáadultos, casádos y realizados después
sus guardianes, p~ra sieÍllpre sometidos a su voluntad?" Se supone que la 'lli de su primer hijo, será cazador de animales~ pero, lo será también de nue-
~~
respuesta le llega ((m Ihites y wü'S, y luego lOlUa "por Jn manu" II los jili~ Y¡ vos jai's libr~s, sin macstro-chamán; los bus'cará cilio profundo de la selva
que consienten y lbs introduce en el cuerpo del candidato al frotar, con la y en el espacio de sus sueños, los seducirá con sús cantos y luego los en-
ayuda de dos bastones tomados del altar, todo su cuerpo, ascendiendo len- cerrará en "canales" y les ordenará que se r~prodüzcan y se multipliquen.
tamente de los pies hasta la coronilla, por delante y en el dorso; y luego, Estos canales parecen hallarse en sitios inaccesibles de la selva, rodeados de
descendiendo de la cabeza, sopla sobre los bastones y el cuerpo, y canta barreras mágicas invisibles que su fuerza chamánica mantiene sin tregua;
para pedirle a los jitls que conviertan al candidato en un jaibaná ara. Realiza pero los jaibanás llaman también "canal" el espacio dentro de su cuerpo,
luego las mismas operaciones con dos totumas de chicha, cuyo contenido sobre todo en la cabeza. Es a la vez en estos dos sitios donde se encuentran
final es absorbido por el nuevo chamán. lras haber agrupado los bastones los jaiS que pueden legarle a su muerte los Viejos chamanes, y los espíritus
soplando y cantando sobre ellos, los entrega cargados en adelante con la libres, fuertes y malvados que sus sueños le permiten descubrir en su terri-
presencia definitiva de los jai' zarra (guardianes) que se han alojado simultá- torio, así como aquellos que, con ayuda de sus dobles, logra sacar del canal
neamente dentro del cuerpo del aprendiz. de otros chamanes o capturarlos cuando, al ser enviados por un colega
celoso, se incrustan en el cuerpo de un mieIhbro de su comunidad.
Al amanecer, el maestro y el nuevo jaibaná, sentados lado a lado en sus
bancos, entonan los cantos de despedida de los jaiS que van a regresar a El papel social del chamán Emberá parece hoy centrado en el control
sus mundos exteriores. Se quedan para siempre capturados y encerrados de los desórdenes cuyos agentes o causas son los jaiS. Se supone que estos
306
Capitulo VII El sistema chamánlco emberá
sidenciales o de contactos esporádicos con Emberá desconocidos y a su (chamán), el jai' y el agredido, con la mediación de los jais, entidades so-
chamán en la ciudad, sin que se puedan atribuir a una intención maléfica brenaturales controladas por el chamán. El carácter ambivalente de los jar,
personalizada. Estos males, que podríamos denominar "enfermedades de connotado por la palabra kachirúa (ruin, brutal, salvaje, pero' al mismo
contacto", se caracterizan -así como las de la segunda categoría- por la tiempo valiente, temerario) modela la percepción de estas enfermedades,
entrada agresiva de sustancias patógenas en el cuerpo de la víctima. Se las que circulan dentro de un sistema de intercambio de agresiones entre uni-
considera como emanaciones involuntarias de la agresividad intrínseca, dades residenciales. Se trata de un modelo de agresión doble, por una parte
pero difusa e impersonal, de la presa en la selva (territorio chamánico por con la proyección de entidades y sustancias letales, y por la otra con la
excelencia) o del mismo chamán, al encontrarse con Emberá extraños a su captura de un componente vital de la persona. Estas dos formas de ac-
comunidad. La curación de estos males se hace mediante la extracción del ción pueden causar daño a distancia, pero algunas agresiones específicas
cuerpo extraño, sin que sea necesario un trabajo de identificación del agre- requieren la proximidad espacial entre el chamán agresor y la víctima, lo
sor o un retorno de la agresión. Al amanecer, el chamán lanza de regreso que acontece periódicamente durante los ritos de iniciación de las jóvenes,
a la selva el mal extraído. jemenedé, la presentación ritual bianual de la chicha nueva, pero también
en los encuentros informales entre diferentes grupos Emberá en el terreno
Este conjunto de males "soplados" pone de manifiesto dos caracterís..;
extraétnico de la capital del Chocó. La sustracción deljaure, que el agre-
.! , ticas fundamentales de la agresividad chamánica. Por una parte, su face-
sor esconde bajo el agua del río o en la selva, es una agresión curable que
ta intrínseca, involuntaria y difusa, vinculada al ser chamánico mismo,
pero que puede convertirse en una metonimia de la agresividad subyacente precipita a la víctima a un estado de profunda anorexia. Se supone que
imputada a cada unidad residencial atomizada al encontrarse con otras, se efectúa a distancia con el envío de un jaro Cuando éste se envía desde
aliadas potenciales o reales. Por otra parte, esta agresividad de tipo "wit- lejos por un chamán y se introduce en el cuerpo del enfermo en forma de
chcraft" se manifiesta como una característica común del chamán y del animales, plantas o minerales que desgarran, cierran o ahogan. La inter-
conjunto de los animales cazados, lo que demuestra que existe un vínculo vención terapéutica del chamán de la comunidad consiste entonces en su
privilegiado entre ellos. De cada uno de ellos emana un soplo maligno y extracción.
agresivo -que parece traducir la esencia misma de su ser- con una ca- Por el contrario, la devoraci6n deljaure de la víctima por un jai: enviado
pacidad involuntaria de proyección de sustancias patógenas; se supone bajo la forma de un animal salvaje, constituye una agresión imposible de
además, en cuanto a la mayor parte de males de este conjunto, que son. detener y con un desenlace siempre m~rtal. Esta agresión pone de nuevo
transmitidas por ro~dores pequeños, pájaros o insectos, el alimento salvaje en evidencia el profundo vínculo de identificación entre chamán y ani-
y crudo de loS animales cazados. maks salvajes por intermedio de los jAis, vínculo que perfila al chamán
Es en esta categoría de males que los Emberá incluyen el daño interét- Como una especie de caníbal simbólico, que practica Ull exocanibalismo en
nico del mal de ojo, procedente de los negros. La representación negro- los límites del grupo y del otro próximb, zona ésta de ambivalencia en la
colombiana de éste, en cuanto emanación difusa, y en parte involuntaria alianza potencial entre unidades residenciales atomizadas.
de un poder patógeno, que ataca mediante la proximidad, hace eco con Existe una forma de agresión chamánica que consiste en tomar la fuerza
el concepto Emberá de las enfermedades sopladas, así como el maleficio del "ombligado" de la víctima. Esta fuérza aumenta el poder del chamán
indigena de la "madreagua" se piensa entre los negros en el modelo de agresor, no frente a sus jais, sino contra' la hostilidad de los humanos hacia
agresión hechicera que se realiza mediante la introducción de proyectiles él, mientras que su carencia hace al agredido vulnerable ante los animales de
en el cuerpo. caza, que en un corto plazo lo hieren mortalmente. Esta agresión requiere
La segunda categoría de enfermedades, designada por la expresión la proximidad espacial de la partja agresor-agredido, porque es al tocar el
jaiaeba kakúa kachiruá se refiere a una agresión chamánica deliberada, brazo de la víctima o pronunciar su nombre que esta fuerza personal reci-
orientada y vengadora. En este caso, el modelo bipolar (agresor-agredido) bida en el nacimiento abandona al agredido y pasa al chamán. Se trata de
de los males del "cuerpo soplado" se amplía a tres términos: el agresor una agresión diferida, cuyas consecuencias jamás se manifiestan en forma
El ser-chamán, lleno de paradoja, se manifiesta entonces como una fi- Lejos de ser un factor centrípeto de solidaridad y ae cohesión étnica, la
gura de poder virtual. Este jaibaná solitario, desprovisto de toda influen- institución chamánica Emberá se manifiesta tradicionalmente como una
cia coercitiva formal e institucionalizada sobre la vida y el devenir de su fuerza centrífuga que contribuye a mantener la independencia de los gru-
sociedad, encarna no obstante ese espacio simbólico que desborda y niega pos locales y la fragilidad de las alianzas. Sin embatgo, el carácter móvil
el intercambio y la reciprocidad, fundamentos de la sociedad, espacio que y atomizado de las parentelas ribereñas parece haber contribuido más a
también puede volverse el de la eclosión de la violencia polftica. su supervivencia étnica y cultural desde la colonización que cualquier es-
tructura centrípeta más unificada. No obstante, ante la exacerbación de
los conflictos intraétnicos que se expresan en el idioma de agresión sim-
Conflictos de humanos, batallas de espfrHus bólica a través de los chamanes, los intercambios con los negros le ofrecen
La guerra interétnica desapareció de la escena social Emberá desde hace
a los indígenas una especie de campo simbólico· de amortiguación. En este
por lo menos dos siglos. Este sistema de agresión constituia la única fuerza sentido, el compadrazgo interétnico crea consanguíneos ficticios y le da
de cohesión sociopolftica supralocal que unia a los grupos locales Emberá al niño Emberá un nombre cristiano que funciona como refugio del jaure
al mando de un jefe de guerra, frente a otro conjunto étnico (los Cuna O (el alma) ante la toma chamánica del "ombligado". El recurso terapéutico
los españoles). Su desaparición condujo a la sociedad Emberá hacia un des- a los santos y a la farmacopea vegetal de los curanderos negros también
equilibrio estructural a través de un proceso de repliegue y atomización de permite sustraer de la intervención chamánica una parte de las enferme-
3I2
Capítulo VII El sIstema chamánlco emberá
dades que atacan a los Emberá. Mediante este ingreso parcial en otro sis- aguas de un afluente, en sitios que sólo él conoce, y que los Emberá consi-
tema de representación, los Emberá aplican la misma estrategia simbólica deran aperturas hacia el mundo de Abajo, lugar mítico de origen de los jais
de sus vecinos negros: la suspensión momentánea de la identidad cultural y fuente del saber chamánico de los primeros jai"baná.
con el fin de escapar a una amenaza procedente de su propia sociedad. Pero
este repliegue simbólico interétnico parece contribuir en forma paradójica En cambio, el jai" ajeno arrancado del cuerpo enfermo ingresará en el
al mantenimiento del sistema chamánico, porque al limitar su dominio, corral del curandero, aumentando así su poder. Por esto, cada victoria de
mitiga el peligro de su degeneración en brujería. tipo tripolar --conjai" interpuesto-lo hace más poderoso. . ,
Así, para los Emberá tanto la curación, como el ataque de la enferme-
La curación como agresión dad, se producen por la creación de un 'estado de posesión agresiva en el
cual el eh amán terapeuta y sus tropas ocupan el cuerpo enfermo para
El carácter paradójico del chamamsmo Emberá se percibe incluso cuan- horar en él una batalla. Pero el cuerpo no queda del todo sano después del
do su poder reparador se despliega al servicio de su comunidad. Según el desalojo de las tropas enemigas, pues se requiere la intervención deIsoplo
pensamiento Emberá, el cuerpo enfermo se presenta siempre como hora- del chamán y la toma de la chicha de los jais para alcanzar el restableci-
dado, ya sea por la intrusión violenta de objetos y de sustancias, activados miento de sus limites e impermeabilidad normales. El cuerpo así sanado,
y proyectados por múltiples jais o por el chamán mismo, o mediante el llevará en adelante la huella y el sello de los vehlculos de agresión.
rapto, la captura de una de sus instancias vitales. Este cuerpo es entonces
Por ende, la curación misma puede ser vista como una modalidad de
un cuerpo "chamanizado", pero de una forma salvaje que la víctima no
agresión. Un tratamiento y una canalización particularmente sutiles de la
controla. Es el reverso, el espejo invertido del cuerpo del chamán que la
agresividad intrínseca de la pareja chamán-ja¡~ en la que cada extracción
iniciación "chamaniza" (lo convierte en habitáculo de los jais y permeable
t'Xitosll dt' jai:~ ñnmt'nta la riqut'za de C'spfritus del,i'1ivilná, y por lo tanto "
a voluntad) (11 una forma cOlls\'ntidn, gl'tllhml y conlwl<lda.
su u/jn'sivídad, 'Iue es, en suma, su capacidad terupéutka misma.
A este modelo de agresión fálica y hasta caníbal de penetración, que
Ya sea que devore eljaure de sus víctimas, que tome la fuerza del "om-
devora o desgarra (muerde) a un cuerpo por dentro, responde un modelo
bligado" de nacimiento, que enferme a los anin1ales de caza e incluso que
de reparación, de extracción o de reintegro en los rituales terapéuticos.
cure al enfermo al encerrar al jai" extraño responsable del mal, o que cap-
Para llevarlo a cabo, el chamán convoca y guia a sus tropas de jais hasta el
ture a los jais y todo el poder de otros chamanes, el poder del jai'baná se
espacio ritual de su casa, en torno al enfermo. lbdos acuden, liberados de
alimenta de la fuerza y de los males de los demás humanos. Nos encontra-
los corrales, y también sus espíritus dobles dejan su habitáculo que son el
mos entonces ante una figura cuyo núcleo parece ser la agresión.
propio cuerpo del chamán y sus bastones tallados. Alimentados y saciada
su sed, quedan listos para la batalla. Los bastones del chamán, fl humo de
su cigarro y sus testos de masaje localizan el mal en el cuerpo enfermo, El cuerpo "chamanlzado" del enfermo
así como la parte del cuerpo (los pies, la boca, las orejas, etc.) por la que
llevará a cabo la extracción o reintegro. Se supone que el chamán y sus jais Se cree que los males recurrentes tienen su origen en una malevolencia
penetran en el cuerpo enfermo para librar batalla contra el jai" enemigo y activa, personalizada y localizada. Las Madres de los animales salvajes, en-
luego sacar el proyectil o el enemigo maléfico después de una lucha reñida, colerizadas contra el cazador inoportuno e insaciable, le envían una mala
o para reintegrar la instancia vital atraída. Finalmente el enfermo bebe la suerte persistente en la caza a ciertos signos de debilitamiento que afec-
chicha destinada para los jais y el chamán sopla sobre el sitio de la apertu- tan sobre todo a los hombres. Los jais enviados por un chamán airado, a
quien le paga una persona o una familia hostil, ya sea para alojarse en el
ra terapéutica para cerrar el cuerpo.
cuerpo de la víctima o para lanzarle proyectiles, le hacen mucho daño a
El chamán no devuelve la agresión a la comunidad o al chamán agre- los hombres, y a las mujeres pueden causarles complicaciones obstétricas
sor; al amanecer, bota el proyectil mágico extraído en la selva o en las o esterilidad. La visión de entidades patógenas en espacios salvajes o en los
Capitulo VII
El sistema chamánlco emberá
sueños provoca caídas, vértigos persistentes, delirios y fiebres (enferme- volver a abrir el cuerpo femenino sirve para que puedan fluir libremente
dades de desorientación), mientras que su agresión física (picada, golpe, la sangre y la leche y que la mujer recupere así su apertura controlada de
herida) es causa de pérdida de sangre, visible o no, de diarreas, vómitos o "captora" de hijos.
abortos (pérdida incontrolada de sustancias). Ciertos ja'is, espíritus de ani- La topografía del cuerpo enfermo se altera entonces en forma doble: el
males o de personas muertas, libres y maléficos o enviados por unjaibaná desplazamiento de sus límites lo desexualiza y lo despoja de su identidad
negro (agresor), "se comen" poco a poco el alma de sus víctimas y pueden funcional y simbólica. Pero también lo altera su brusca y dramática con-
manifestarse mediante numerosos síntomas físicos y psíquicos o con la fusiÓn con un cuerpo-mundo, cuyas partes disgregadas, dispersas y que
muerte de los hijos de la víctima, así como con ciertos daños que afectan escapan a cualquier orden parecen personificarse en las diferentes catego-
las prolongaciones de la identidad personal o social (herramientas, armas rías de ja'is y sus armas-prolongaciones agresivas.
de caza, casas o huertos).
El cuerpo masculino sano, el del cazador adulto con suerte y el del El espaciO de la restauración: la ceremonia de curación
procreador razonable, no demasiado prolífico, se caracteriza por su cierre
controlado. Dan prueba de ello la prohibición de cazar si el cuerpo tiene La respuesta chamánica ante una queja, individual (malestar o des-
una herida o rasguño, por pequeño que sea, y la obligatoria abstinencia gracia) o comunitaria (catástrofes, escasez de pescado o de presas de
sexual del hombre antes de la caza, condición de su éxito y fórmula para caza), comienza siempre en soledad; el jaibaná se retira con sus basto-
evitar picadas de serpiente. Lo atestigua igualmente la prohibición de ma- nes, su banco y sus caracoles para llamar a los ja'is. En sus sueños puede
tar solamente a un animal antes de haber preñado a su mujer por primera ver ya sea a los ja'is, animales o chamanes causa del mal, o hacer que
vez (después de haberla "abierto"). Debe ser pues un "abridor" con el cuer- los identifiquen sus "familiares" que visita en los canales,. en compañía
po cerrado y cualquier acción que invierta la lógica de su ser, es decir, cual- de sus jais guardianes. El espacio onírico solitario, el espacio del viaje,
quier penetración sufrida lo feminiza y al mismo tiempo lo debilita más es entonces el del diagnóstico, pero será allí también donde haga -de
que a la mujer. Cortes, heridas y acto sexual hacen permeable su cuerpo, acuerdo con sus guardianes-la primera escogencia de los ja'iS auxiliares
mientras que para él su éxito en la caza depende del cierre del suyo, en el para la ceremonia de reparación. Asimismo, el sueño es a veces también
que nílda penetra y del que nada O\lye. el espacio donde, transformado, desdoblado en animal salvaje, comienza
5\1 t'oml;liIte-negQci¡1l;i6n ('on Itls Madres d~ los úninnlks descontelltas o
El cuerpo femenino no llega a la plenitud sino qespués de la primera re- con un airado colega lejano. La ceremonia pública exhibe lo obtenido en
gla, cuya sangre se supone la abre por primera vez, siendo el útero capaz, el espacio onírico y lo proyecta en el espacio cotidiano de la casa y en el
a partir de ese momento, de captar el semen del hombre y, a través suyo, cuerpo del enfermo. Mediante los sueños percibe igualmente el descon-
a los jaures libres que viven en los mundos intermedios. La apertura, la tento y la sed de sus ja'is encerrados, y varias veces al año fija la fecha de
capacidad de seducción y de captación de hijos que resulta de ello consti- la fiesta de la chicha, ceremonia pública de invitación y de alimentaciÓn
tuyen el ideal del cuerpo femenino. La penetración maléfica puede tener ritual de los espíritus.
efectos negativos inversos; abrirla demasiado (de ahí una fertilidad exce-
Todo sucede como si las acciones rituales deljaibaná confirmado repro-
siva que debilita a la pareja y a los hijos), o cerrarla al bloquear la sangre
dujeran cada vez el esquema topográfico y tronológico de su aprendizaje;
menstrual o la leche, lo que ahogaría su cuerpo, o también al obstruir el
principian en el espacio onírico del viaje ligado a la soledad y al salvajismo
útero, provocan la esterilidad o el nacimiento de bebés muertos.
de la selva, espacio de reconocimiento, de nominación, de negociación y,
La curación de las enfermedades equivale entonces a una remodelación a veces, de lucha cuerpo a cuerpo con los espíritus, de metamorfosis de
de los límites y de las aberturas del cuerpo de cada cual durante"y después su cuerpo en animal, de movimiento y de dispersión para él y sus ja'is.
de la extracción de un proyectil que los altera o cuando se reintegra un Después, estos se despliegan en el espacio cultural y ritualizado de la casa,
componente vital robado. Cerrar el cuerpo masculino permite devolverle rodeados de numerosa asistencia, espacio de condensación, de arraigo para
su identidad de cazador-captor de animales y de procreador razonable, y los humanos y para los ja'is; de ampliación de los límites del cuerpo huma-
317
Capitulo VII El sIstema chamánlco emberá
no del chamán (mediante la liberación de sus guardianes); y de acciones Existe, en cambio, un ritual chamánico llamado nennedoi que se con-
sobre sus jafs y el cuerpo enfermo. sidera el punto culm1nante de una convalecencia porque su propósito es
"reforzar el ahna del enfermo al mismo tiempo que a los jai que lo han •
La ceremonia empieza con la misma preparación-limpieza de la casa
curado". En este caso parece invemrse la relación del espacio ritual con la
que se realiza para la iniciación, pero además con la construcción de una
pequeña cabaña interior, ya sea con hojas trenzadas o con tablillas talladas naturaleza salvaje. En efecto, aunque las jóvenes que preparan la bebida
deljaibaná; esta construcción es realizada siempre por algunos miembros ritual -en este caso guarapo de caña- adornan su cuerpo con flores y
femeninos de la familia extendida, jóvenes o mujeres con menopausia, que plantas fragantes, son los hombres quienes decoran las vigas de la casa
no hayan procreado o no puedan ya procrear. Esta preparación del espacio con figuras de reptiles, animales acuáticos y pájaros, talladas en balsa.
ritual y la disposición de totuma s llenas de chicha recién fermentada para El ritual comienza con cantos masculinos onomatopéyicos que aprenden
los jaí', el jaibaná y el paciente, parecen entonces necesitar del universo desde niños, y que llevan el nombre de los animales evocados por las esta-
femenino. Pero se trata de mujeres próximas al chamán, con el cuerpo tuillas. Esta presencia metafórica masiva del reino animal -en su compo-
relativamente cerrado, sin regla ni embarazadas y, en cierta forma, mas- nente intermedio entre los animales domésticos y los de caza propiamente
culinizadas. La chicha ceremonial (bbe ne Ma), cuyas reglas de prepara- dichos- se aclara si se considera que el alma de cada persona proviene
ción son diferentes de las que rigen la de la chicha cotidiana, la hacen en supuestamente en parte del universo animal. El anclaje de la identidad
forma exclusiva las jóvenes en la noche de la víspera; también son ellas humana normal en la animalidad sé manifiesta como el punto de conver-
quienes la vierten en las totumas pintadas del chamán, añadiéndole plan- gencia entre la humanidad y el mundo de los jaro Por lo tanto, el refuerzo
tas jar kera, y quienes decoran la casa con ramas y palmas puestas entre de este condensado de energía vital que es el alma exige la presencia del
los pilares y las vigas por donde se supone que llegan los jafs. Esta acción elemento animal, cuyo llamado parece también permitir la reconciliación
de marCar ritualmente el espacio de la casa, efectuada por las mujeres y la alimentación compartida con los ja'is. Este acto de revitalización de los
que el pensamiento Emberá asocia ante todo con el mundo vegetal, parece hombres y los espíritus parece también exigir la incorporación de lo natu-
corresponder, en suma, a una naturalización parcial del espacio cultural ral en el espacio ritual, pero aquí se trata de su aspecto animal, asociado
que transforma la casa en un t'llpncio ritual, COmo si el <,eto de l'el'arndón
ritual e;'Cigiera la. aliam:a con lo Iwlunü, pero (~n su COHlponcnt.: vcgt'tnl,
ª
:; .. a la masculinidad.
femenino. Sin embargo, esta naturalización del espacio es apenas parcial, El tiempo ceremonial es la caída de la tarde, y.luego la noche, preferi-
porque la entrada metonímica del universo vegetal de la selva en la casa blemente de luna menguante; se supone que la oscuridad agudiza la visión
tiene su contraparte en el escrupuloso retiro de cualquier huella de pre- chamánica, a tiempo que se presenta como el medio privilegiado de los ja'is,
sencia de animales (incluso de los domésticos), y también de las armas sobre los que dicen los Emberá que "le tienen miedo a la luz". El jaibaná,
de caza. Las mujeres son las encargadas de espantar a todos los animales el cuerpo pintado conjagua, toma su lugar sobre el banquito en el centro
de la casa y quienes, una vez llegan los asistentes, retiran la escalera que del espacio, frente a las estatuillas de balsa viejas o talladas por él para la
comunica al "tambol/ Con el suelo y el mundo exterior cotidiano. Thmbién ocasión, y las totumas rituales dispuestas en el suelo. En la mano izquier-
son ellas quienes se encargan de acostar al paciente en la pequeña cabaña da sostiene varios bastones que ha escogido ~ntre los que posee, guiado por
interior. Por el contrario, incumbe a los hombres esconder las armas y he- sus sueños, y con la derecha coge· alternativamente dos caracoles en los
rramientas de caza que no vuelven a colocar en su sitio habitual sino hasta que sopla varias veces para empezar. Su sonido sordo y penetrante, que se
el final de la ceremonia, cuando 'el grupo femenino distribuye la chicha supone llega l/hasta los confines del todo"B, hace que se estreche el círculo
ritual entre los participantes después de haberla revuelto con ayuda de los de los asistentes. Una vez los caracoles puestos en el suelo, el chamánbebe
bastones chamánicos. Esta marcación vegetal del espacio ritual se aclara el contenido de sus totumas -que su mujer llena varias veces en el Curso
si se considera el objetivo de la ceremonia; se trata ya sea de separar del de la noche-, y enciende un cigarro cuyo humo sopla hacia la puerta de la
cuerpo enfermo una presencia patógena, ligada al mundo animal, o la de . casa, hacia el enfermo y luego hacia los asistentes. Lo conserva en la boca,
quitarle a un jar animal el alma secuestrada para reintegrarla al cuerpo de y comienza un canto lento y suave, mientras barre el espacio con hojas de
la víctima. Para esta tarea se requiere el papel mediador de las plantas. palma grandes que sostiene con la mano derecha.
320 321
su cuerpo y el cosmos. A la salida del sol vuelve a tomar su escopeta, su l/ver a la gente"). Esta "visión clara" no se obtiene, según los jaibanás Em-
machete y su canoa como los demás hombres. berá, sino después de culminar el aprendizaje con varios ~aestros; incluso
si el chamánjoven puede llamar a los espíritus, sólo esta visión le permite
· garantizar la eficacia de su acción ritual. Unjaibaná "con muchos basto-
El chamán y el territorio
,'nes" (cada uno significa un aprendizaje ya hecho) y gran experiencia puede
Según los Emberá, el territorio que se extiende más allá de las casas, y debe permitirse simplificar el dispositivo ritual y aumentar su parte de
los terrenos y los senderos de caza, esconde presencias sobrenaturales ma':' improvisación para acceder al trance. Puede bastarle cerrar los ojos para
léficas. Éstas están más particularmente ligadas a grutas, pendientes y · kaimokará (soñar), después de un breve canto y de haberse tomado una
calas solitarias. Se trata de seres que, al contrario de los demás jais, nunca , totuma de chicha. Según los chamanes, el recuerdo sensorial y visual del
pueden asumir un aspecto humano; son animales "monstruosos" por su · trance se vuelve cada vez más preciso; la mayor parte lo describen como
tamaño o porque en su apariencia se combinan las características de varias una sensación de 'ligereza corporal, de calor y de frío intensos. Hablan de
especies. Serpientes gigantescas, 'Jaguares de agua" o nüsis, pescados in- una "fuerza que invade y que sale", de una "niebla gris que se levanta poco
mensos que emiten "sonidos de tambor", y se cree que devoran a los seres a poco y se comienzan a ver los jais de los animales, de los lugares, de
humanos que pasan cerca de ellos, a menos que hayan sido encerrados por todo"lO. El trance chamánico -trance tranquilo y dominado, que animan
un chamán. En consecuencia, el establecimiento de cualquier unidad resi- solo el canto y algunos pasos esbozados- se presenta como la demostra-
dencial nueva exige una ceremonia chamánica con el fin de apartar el peli- ción pública del poder del jaibaná. Es la prolongación y la manifestación
gro de su presencia. Pero también se corre el riesgo de que estos jais malé- ritualizada de su actividad onírica solitaria.
ficos se presenten periódicamente en grupos residenciales más antiguos, y Hecho notable es que el trance del chamán Emberá no esté necesariamente
para alejarlos también se requiere un tratamiento ritual chamánico. ligado a la ingestión de una sustancia psicotrópica, aunque implique sin em-
A la ceremonia de la chicha cantada la precede la misma limpieza y la bargo el consumo de una bebida y/o de tabaco comúnl1 • Todo sucede como
misma decoración vegetal del espacio realizadas por las mujeres antes de si el chamán debiera hacer entrar en su cuerpo un alimento para compartirlo
los rituales terapéuticos y de iniciación. También preparan la chicha cere- Z, así con los espíritus-guardianes que habitan en su cuerpo. Este reparto, reali-
moninl de la misma fornul y disponen 1,lS t.otumns rituaks para los jili's. )' z:Jllo en estado dl' kilmokará (de sueño ritual) ql1e se slllJOne abre su cuerpo,
Sólo que esta vez, el residuo de maíz se mezcla conjugo de caña, que com- *' desdibuja las fronteras entre el adentro y el afuera,' con eí fin de que sus dobles
parten los asistentes al principio de la ceremonia. "Chupan" eljugo y luego puedan salir para luego entrar en el cuerpo del enfermo. El cuerpo del cha-
escupen el residuo en hojas de palma, que ponen frente al altar chamánico mán, al contrario del poseído, no debe estar vacío para acogerlos: debe estar
para que los jais también las chupen. Eljaibaná, en trance, llama y guía a lleno para hacerlos salir. La bebida y el tabaco no se. utilizan entonces como
los espíritus con sus cantos, y luego comparte con ellos la chicha, el can- substancias embriagantes (la ebriedad del jaibaná lo haría perder el control de
to y el baile. En general, no se le pide a los espíritus ninguna contraparte sus jais) , sino velúculos simbólicos que abren las fronteras entre los espacios,
los universos creados por el chamán. Este se manifiesta a la vez como hom...,
terapéutica; el rituaÍ solamente se propone alimentarlos y contentarlos.
bre y como multiplicidad de espíritus; su acción ritual consiste precisamente
Una vez satisfechos y alegres, la seducción de la palabra chamánica puede
en desenvolverse como hombre~spíritu con otros espíritus en el espacio sin
obrar para guiar y encerrar a los jais animates maléficos, y fijarlos en un
fronteras que ha creado entre los universos.
lugar apartado de la selva para mantenerlos allí mediante la fuerza mágica
de los jais aliados. El objetivo de esta ceremonia es una especie de limpieza ***
y de marcación del territorio del grupo local, que por ende incluye a todos
los participantes en el reparto del alimento con los espíritus. Gracias a este recorrido a través del chamanismo Emberá, es posible
delimitar mejor la naturaleza del encaje simbólico entre lo sobrenatural
Los chamanes describen el trance como una agudización de los sentidos Emberá y el de los Negro-colombi<inos, así como la especificidad de cada
y sobre todo de la vista, connotada por el término miaaku (literalmente, uno de estos sistemas.
322
Capítulo VII El sistema chamánlco emberá
El núcleo ritual de todas las ceremonias chamánicas, así com~ el objeti-- Notas
vo de la relación entre eljaibaná y sus jais, es un intercambio. Los alimen~
tos, el baile y el canto se ofrecen periódicamente a los espíritus marcados : Hace falta estudiar la influencia que este aprendizaje itinerante -practicado
por la animalidad, para obtener de ellos la reparación de una desgracia, el también por ciertas etnias a las que viaja el chamán Emberá-gerce en la ho-
éxito en la caza o la protección para otros, la defensa de sí mismo o la ca- mogeneización de algunos rituales chamánicos en el suroeste colombiano.
pacidad agresiva para el mismo chamán, mediante la captura y el anclaje El poder de un jaibaná se mide y se da en relación con la cantidad de basto-
de la fuerza de los jais. Este intercambio de energía y de saber entre los nes que ha recibido, cada uno de los cuales proviene de un maestro diferente;
en otras palabras, en relación con el número de etapas iniciáticas de un largo
espíritus y el jaibaná -así lo formula el mito--- está en la base y el origen trayecto. Asimismo, un chamán confirmado, pero que va perdiendo su eficacia
mismo de la institución chamánica. Es más esta forma global de contacto ritual, vuelve a recorrer su itinerario "para reforzarse".
con lo sobrenatural que su modalidad especifica ---el trance-, lo que ha La itinerancia solitaria, menos larga y estructurada que la del chamán, nunca
dejado su huella en el campo ritual negro-colombiano que maneja los san- lleva a la persona fuera de los límites étnicos y tampoco tiene por objetivo el
poder, juega también un papel fundamental en la vida individual Emberá. El
tos y los "familiares", encarnaciones del diablo. Esta estructura subyacen-
retorno marca en los dos casos la adquisición por el individuo de una fuerza
te, que se ha vuelto compartida, ha hecho posible la incorporación de una (charea). Notable es el paralelismo de estas prácticas con las experiencias itine-
práctica chamánica limitada en la periferia del sistema ritual de los negros, rantes solitarias de los jóvenes negro-colombianos.
por una parte, y por otra el recurso terapéutico de los Emberá a los santos Por ejemplo, Reiche1-Dolmatoff (1960), pp. 84-96; Torres de Arauz (1966), pp.
por intermedio del curandero negro-colombiano. 25-37; Y Vasco (1985), p. 82 Y ss.
La unión incestuosa o el matrimonio con una pareja extra-étnica también tie-
El lugar central acordado a las figuras sobrehumanas provenientes del nen como sanción sobrenatural una "muerte animal" .
catolicismo parece haber obligado a los negro-colombianos a realizar una El relato detallado de estos mitos se encuentra en Pinto (1978), pp. 111-167.
división conceptual entre el intercambio energético con éstas y la depre- Esta inflexión terapéutica -en un sentido amplio- del chamanismo Emberá,
dación sin intercambio de la presa de caza y de la fuerza vital tomadas de se inscribe en una tendencia que afecta a una gran parte de los chamanismos
amerlndios. Se puede pensar que en el pasado éstos se concentraban más en su
una sobrenaturaleza vegetal y animal irreductible, vinculada él ]a st'lva. papel de !lestiól1 de las relaciones cinegéticas con la naturaleza, en la obtención
Pt'ro es el carácter no rihml, salvuJe, de esta sobrrnaturaleza sdvritiea, lo de la pr<,sa (sobre el "chamanísmo de caza", ver Hamayon, 1990). Su evolución
que precisamente obliga al cazador negro común a convertirse él mismo hacia la terapéutica se presenta como un fenómeno más tardio, tal vez facilita-
en depredador, a adoptar periódicamente frente a los animales una actitud do por la situación colonial y por las epidemias que ésta introdujo en el Nuevo
Mundo (Chaumeil, 1991, p. 15).
semejante a la del chamán, que según comentan los Emberá, ante los hu-
Palabras de Custodio Thnay, chamán de la comunidad 21 de la carretera Quib-
manos "no sabe sino tomar, nunca dar". d6-Medellín.
En otras palabras, el carácter dividido del universo sobrenatural negro- Cantos chamánicos Emberá recogidos en 1980 y 1982, en los ríos Capá, Icho y
Carretera y traducidos por la autora.
colombiano entraña una permanente tensión inscrita en la oposición espa-
10 Nuestros datos concuerdan en este punto con aquellos incluidos en la excelente
cial entre la selva y el espacio habitado, entre la animalidad y la humani- síntesis del chamanismo Emberá del Alto Baudó que constituye la obra de Par-
dad. El sistema chaniánico Emberá supera esta oposición al atribuir al ser do (1987), p. 63.
humano un jaure (un alma, una energía vital) de origen animal o vegetal 11 En la inmensa mayoría de las ceremonias chamánicas que hemos podido pre-
que comparte con las especies así como con los espíritus (los jais). La natu- senciar completas, el jaibaná bebe chicha apenas fermentada ya menudo in-
raleza, la sobrenaturaleza y lo humano están ligados en forma indisoluble cluso gaseosas, generalmente bebidas sin ningún contenido de alcohol. Según
dicen losjaibanás, el poder de un chamán se mide, ya iniciado, por su capaci-
en el jaure. Esta comunidad de naturaleza fundamental es lo que se expresa
dad de no recurrir a los alucinógenos; pero siempre comparte con sus jais una
y se revela en el trance chamánico y en su capacidad de inmovilizar a los bebida y el humo del tabaco.
espíritus en el territorio humano y en su cuerpo; abolición ésta de la dis-
tancia que el sistema negro rechaza. Todo sucede como si la aceptación sin
restricción del trance chamánico equivaliera, para los negros, a renunciar
sin remedio a su condición humana vinculada a lo divino.
CapítUlO VII
El sistema chamánlco emberá
e A P í TUL o VIII
El campo
interétnico:
representaciones
e intercambios
entre los negros
y los emberá
Si la presencia de los Emberá, tanto próxima como lejana, real o sim-
bólica, marca el pasado y el presente de los afro-colombianos del Chocó,
la huella de estos se inscribe también en la práctica y las representaciones
indígenas. Existe, en efecto, un sistema propio de comunicación interétni-
ca en el que los intercambios de bienes son sólo una faceta entre muchas
otras. Gracias al despliegue de este sistema, la presencia próxima del otro
grupo oscila en forma constante entre lo metafórico y lo real, lo pensado
y lo vivido.
"Libres" y "Cholos"
I
I 32 9
El oampo 1.1e""100, "'p"''''''do.'s' I......mblos , .... los .....s y los 'm....
andinos de América del Sur, aplicado a grupos étnicos muy distint "
. . os, con " : sidera feos e ignorantes porque no creen en Dios, no se visten como los
una connotac~ón sl~mpre despectiva. En este caso, los negros lo empleari: , cristianos y se la pasan vagando por la selva. Sin embargo, los negros les
como una designación genérica de los indígenas. '
conceden un saber superior al suyo "en las cosas del diablo", saber que no
,;1
otro l~ema de auto-designación negro-colombiana, el de "cristia~ deja de inquietarlos e intrigarlos 3 • Al mismo tiempo, les parecen "salvajes"
los frecuentes conflictos intra-étnicos que a menudo llevan a la división de
no , es también de origen colonial' su contrario "pagan" l' l'
. dí . . ' , o , se ap Ica a os
In genas. Aquí la diferenCia se codifica en términos religiosos. En c b' sus pequeñas unidades residenciales.
" "dfin amlo
~oreno e . e a los negro-colombianos según el registro del color deIa Los Emberá también adoptaron del vocabulario de los negros la desig-
piel. Este térnuno no se opone sino a "blanco'" n .t . , 1
' . ' o exIS e nmgun exema nación "doctores", para referirse a todos los representantes blancos de la
que defina a los Indígenas en términos de color. Para expresar la unidad sociedad nacional de los que reciben regalos en las visitas médicas o en
que se supone forman 'con los blancos frente a los indígena 1 la de los religiosos" en los censos y otras ocasiones semejantes, sin tener
1 . s, os negro-
co omblanos también usan un término de origen colonial: "racionales". que darles nada a cambio. Los negros ocupan en este sentido una posición
Este postula un nexo entre negros y blancos en la posesión de la razón de intermedia entre los "doctores" y los parientes étnicos de otros ríos. Cada
la q~e.~e supone los indígenas carecen, mostrándolos así relegados a ~na una de las dos comunidades se considera superior a la otra y la asocia a
condiCIon más natural y menos cultural que los primeros. A los blancos de una condición intermedia entre lo animal y lo humano. Alimenta hacia
una condición superior los llaman "doctores" ya los extranjeros los desi _ el otro un sentimiento difuso de desconfianza y desprecio, con matices de
nan con el término "míster". g t,' indulgencia. Pero en la práctica los intercambios acaban equilibrándose, y
'~ en el nivel simbólico codifican, fijan y ritualizan las relaciones mediante el
I
Los Emberá llaman a los negros chi paima¡ paima significa negro y chi
lenguaje interétnico y el parentesco ritual del compadrazgo.
es u~ pronombre personal no definido que corresponde a las tres personas l·
J
del sIn~ular; en este caso es entonces el color corporal lo que domina la ~ 11 ~¡.
percepCión del otro grupo. Pero en los cuentos indígenas sobre animales ~ El lenguaJe del Intercambio limitado: el habla Interétnlca
los negros son identificados alternadamente con el mono nrrrro y pI con" '
d . L' , tl0
gran e negro, ammales asociados a la fealdad ya lo grotesco. Esto resulta :~ Es Pl'áC ticl'amentc iInbPOáS!blr encolntrar en .ról Cdhoalcó un nr~óro del COdInún
tant~ más significativo cuanto que la denominación "Emberá" significa ~ que sepa la engua Em er ,y con a exCepCI n e gurtos J venes e uca-
prec~samente "~er humano". Al negro lo asocian entonces con el col~r de dos l(jos de la comunidad, no había, hasta hace poco, nillgún Emberá cuyo
su piel y los ammales de los límites de la selva, que no están incluidos en conocimiento del español superara el nivel del intercambio lingüístico co-
la c~tegoría de los animales de caza, sino que constituyen figuras inter- rriente con los negros del mismo río.
medias entre los animales doinésticos y los salvajes. Es el pronombre chi
Hasta fecha reciente, en general, los indígenas aprendían el español a
("mío, tuyo, suyo") el que vincula a los miembros del otro grupo étnico al
través de sus contactos con los negros, pero no recibían ni usaban todo el
mundo humano de los hombres (los Emberá).
dialecto "chocoano". Actualmente, le asignan a los elementos del léxico
Sin embargo, en los contactos verbales interétnicos, los únicos términ u"n campo semántico más amplio del que tiene entre los negros; el voca-
. ' os
que. se pronuncian son ~'libres" y "cholos". Este último es también el que bulario y las estructuras gramaticales que emplean crean una lengua de
los Indígenas emplean para hablar de sí mismos con los extraños a\ln compromiso que las dos comunidades usan exclusivamente en los inter-
lh 1 . , . que cambios lingüísticos interétnicos5 • Las características generales de este len-
a. acer o pierde su conilotación despectiva. Esto permite que no proilUn-
cien frente a los extraños el nombre de su etnia en su propia lengua2 • guaje, que se opone tanto al dialecto de los negros como a ciertas recientes
tendencias de la lengua Emberá, es su notable normalización y unidad en
Cuando hablan informalmente entre ellos, los Emberá no dejan de imi- todos sus hablantes; carece por completo del "polimorfismo de realizacio-
t~r los ges.tos y la forma de hablar de los negros que encuentran torpes, nes indiferentes", de la personalización individual del habla y de la innova-
ridículos, Ignorantes y feos. De forma recíproca, el otro grupo los con- ción 6 • Todo sucede como si la rigidez de este código -que contrasta con la
33°
331
Capitulo VIII
El campo Interétnlco: representaciones e Intercambios entre los negros y los emberá
mitir la transmisión de todos los mensajes. Existe un filtro riguroso para
plasticidad de las lenguas intraétnicas respectivas- creara para cada acto los enunciados verbales "buenos para el intercambio", Y además se tiende
de enunciación interétnica a interlocutores intercambiables, borrando así a despojarlos de cualquier incidencia individual. Los mensajes que este len-
cualquier individuación del intercambio. guaje transmite son en su mayoría de orden económico, ecológico, y est~
Los indígenas adoptan ciertas alteraciones fonológicas que caracteri- relacionados con el destino y la duración de los viajes, o con las modalI- ':"
"
zan al dialecto negro chocoano y añaden otras, a causa de las diferencias dades de curación de las enfermedades benignas para lo cual los indígenas
fonéticas entre el Emberá y el español. Los elementos del léxico utilizados acuden a menudo a los curanderos negros.
en español son los nombres de los productos de intercambio, los números Este código --creación común de los dos grupos- refleja una ideología
para contar el dinero, el nombre de los meses del año y de los días de la subyacente compartida del vínculo entre sí y con la al~eridad, i~eología
semana, las palabras que designan los principales elementos naturales (el que rige también todos los demás niveles del sistema de mtercambIO entre
río, la selva, la fuente, el afluente, la parte alta de los ríos, la lluvia, las los dos grupos. 'Dos tendencias contrarias operan en ella, que crean Y re-
crecidas y bajas, el agua, etc.), algunos términos dialectales para nombrar crean cada vez un equilibrio dinámico: la que lleva al intercambio y la que
ciertas plantas medicinales conocidas por todos y que se supone curan las limita su campo Y su alcance, de forma que salvaguarde lo propio de los
enfermedades benignas, las denominaciones de los animales domésticos y espacios simbólicos intraétnicos, mediante la afirmación de esas zonas de
de caza más conocidos, las palabras que usan los negros en el momento comunicación restringida, donde el espacio cultural propio toca el espacio
del bautismo del niño Emberá (como Dios, Virgen, Padre, Hijo, Espíritu limítrofe. Este lenguaje de compromiso que hace posible la comunicación,
Santo, diablo, santos) pero que los indígenas procuran no usar fuera de aunque al mismo tiempo la limita, codifica también con sus silencios ~a
este contexto, y finalmente algunos términos de parentesco (compadre; relación potencial de conflicto intraétnico. En otras palabras, no conti~~e
pariente, mujer, niño, cuñado, hermano, hermana, madre, padre, etc.). literalmente palabras comunes para verbalizar mutuamente una hostilI-
El léxico carece casi por completo de adjetivos y de adverbios; en cuanto a dad individual o colectiva. En este sentido, veremos que dicho código cons-
los predicados que utiliza, tienen en este lenguaje un sentido generalmente tituye la faceta lingüística complementaria de la estrategia interétnica del
más amplio que en el español dialectal de los negros. Bashmte escasos, se compadrazgo.
n:fieren básicamente a los trabujos y a los desplazamientos. La forma ver-
bal, utilizada en forma exclusiva, es el gerundi0 7, cuyo efecto semántico es Nominadores Y nombrados: el compadrazgo Interétnlco
el de crear un sujeto impersonal y una temporalidad flotante y repetitiva
de las acciones, como si el hablante no hablara y no actuara sino en cuan- Dentro de los lineamientos de los intercambios de bienes, servicios y
to metonimia de su grupo. Los enunciados tienden a ser independientes mensajes entre negros e indígenas, vemos en acción dos tendencias conco- ,,'
I
o yuxtapuestos sin ninguna articulación; esto también contribuye a de- mitantes: una que lleva a la comunicación y otra que limita su campo Y
bilitar los parámetros temporales del discurso, en ia medida en que deja su alcance. Pero en el nivel del intercambio de las mujeres, nos encontra-
implícita la expresión de relaciones condicionales o de causa y efectoo. mos ante un vacío. En efecto, los matrimonios interétnicos e incluso las
relaciones sexuales furtivas están rigurosamente prohibidas por los dos
Esta habla constituye un compromiso. El vocabulario en el que también
grupos; la transgresión -muy infrecuente9.....:... es causa, para ambo~, de
figuran algunos lexemas de origen Emberá, como champa, el nombre Em- la exclusión comunitaria. Más aún, cada uno oe los dos grupos conSIdera
berá de la canoa, que pasa incluso al etnolecto negro, y en el que algunos que la cohabitación pública, el comercio sexual durader~ y finalment~ la
términos designan plantas, así como los topónimos de la mayoría de lu-
procreación de hijos entre miembros de los dos grupos tiene ~a sanCl~n
gares del Chocó, constituye un equilibrio de intercambio entre el etnolerío sobrenatural que afecta el destino post mortem del componente mterno m-
negro y el Emberá. Los verbos y la sintaxis provienen del español, pero el material de la persona: el alma-sombra para los negros y eI}aure
. 10
para 1os
significado de los verbos es sometido a una ampliación mientras que la Emberá. Según los primeros, el matrimonio interétnico "le quita lo divino"
sintaxis es radicalmente simplificada. El resultado de estos procesos es un al alma-sombra del transgresor, que será entonces "incapaz de encontrar
código de comunicación, pero un código restringido que está lejoS' de per-
333
33 2
El campo Interétnlco: representaciones e Intercambios entre los negros y los emberá
Capítulo VIII
1
J: conocida en ambos grupos. De la misma forma, los dos sistemas de paren-
el Reino de los Difuntos" y deberá vagar eternamente en la selva, como las
,: tesco muestran una tendencia a la valorización simbólica privilegiada de
almas de los malos muertos, amenazando a los vivos. El jaure de un Em-
, los vínculos de filiación y de consanguinidad, frente a los del matrimoniO.
berá casado con una pareja extraétnica, no se va del mundo humano y no
, Es así como el peligro social y sobrenatural de estas uniones matrimonia-
puede por lo tanto ''volver a subir" para reencarnarse en un bebé indígena;
les interétnicas pensadas como demasiado lejanas, no hace sino complicar
también permanece en la selva como un espíritu. errante que atormenta
el riesgo que cada uno de los dos grupos asocia a la representación intra-
a los vivos, a menudo bajo la forma de un animal y que al ser capturado
por un chamán puede convertirlo en unjai' maléfico. Así pues, rebasar los étnica de la alianza matrimonial.
lúnites étnicos mediante el matrimonio lleva, según los dos grupos, a una Es entonces en este vacío de comunicación instaurada por la prohibi-
pérdida de sus características humanas ligadas al sello de lo sobrenatural, ción interétnica de intercambio de mujeres, donde se construye el vínculo
propio en la persona. de inspiración católica del compadrazgo. Generalizado entre las dos co-
munidades, se establece ritualmente entre los padres y los padrinos en el
Para el grupo negro, las relaciones sexuales ocasionales con una pareja
bautismo de un niño Emberá. Puede considerársele como una "sustitución
extraétnica "ensucian el alma-sombra, sin tocar por ello al alma-fuerza
H
vital; el culpable debe entonces viajar a Raspadura para pedirle su Hlim_ simbólica"!2 de la alianza matrimonial.
pieza al Ecce Horno milagroso. Esta alteración de la sombra puede ma-
H
La ceremonia que crea este vínculo es el bautismo de un niño indígena
nifestarse en el color negro más marcado de ésta en el suelo o en sueños por un negro y una negra. Puede hacerse en casa de los padrinos con oca-
recurrentes, poblados de animales salvajes y que "ya no reciben a los pa- sión de una de las "fiestas" religiosas colectivas, cuando los indígenas se
rientes muertos". Solamente un retorno a 10 divino, mediante la compra hospedan en el pueblo, o durante los períodos en que trabajan las familias
de oraciones; ofrendas y promesas a los santos y el consumo de agua ben- negras en los terrenos o en los yacimientos auríferos de la parte alta del
dita, reparan este ensalvajamiento de los 'sueños debido a la mancha de la río. Previendo estos bautismos, los negros siempre llevan consigo agua
sombra. En cambio, según los indígenas, este comportamiento sexual oca- " bendita que obtienen en la catedral de OUibdó. '
sional debilita al jaure, que se convierte en presa fácil de los jais maléficos, "'J
'1 Se trata del miSmO ritual bautismal que en el caso de un bautismo in-
agentes de las enferult>dades. Sólo Ull!1 lcrapéutlCil Cb¡;llnánica le devuelve
.~ traétnico. Pero aquí, el padrino y la madrina negros son los únicos encar-
su fuerza al jaure así alterado 11 •
gados de realizarlo, diciendo: "En el nombre del Padre, dél Hijo y del Espíri-
Esta prohibición recuerda por su rigor a la que en muchas sociedades tu Santo, yo te bautizo fulano". Entre tanto los padres indígenas guardan
se aplica contra los matrimonios considerados demasiado próximos -in- silencio. Thmbién son s610 los padrinos quienes deben pronunciar: "En el
cestuosos. Sin embargo, es una inversión simétrica de éstas, puesto que en nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, somos compadres"; mien-
este caso se trata de matrimonios entre partes consideradas demasiado le- tras que la pareja indígena se limita a repetir el término "compadres". La
janas. Esta prohibición constituye para los dos grupos los lúnites extremos ceremonia termina con un ademán del padrino y la madrina -que los
de la exogamia, que corresponden con los lúnites entre los dos cotUuntos padres no imitan- que consiste en tocar al niño eón un cirio bendito pren-
étnicos. Equivale a la imposibilidad de que los dos grupos adquieran alian- dido. al mismo tiempo que trazan la señal de la cruz frente a sus ojos, boca
zas con el otro por medió del matrimonio. y or~jas, recitando un Padrenuestro. Al salir de este breve ritual, el padrino
negro le da algunos regalos (ropa13 , herramientas o una escopeta) a 'su
A este respecto es interesante recordar dos rasgos comunes de la repre- ~ nuevo compadre, que résponde regalándole maíz, gallinas o canastos.
sentación de la sexualidad en las dos etnias. nmto en una como en otra, la
sexualidad se percibe como un ámbito cambiante, efímero, lleno de hosti- ·I~ Esta ceremonia puede tener lugar tanto por iniciativa del padre como
lidad latente y que debilita potencialmente al hombre. Esta representación ;, del padrino, y siempre es una relación en la que predomina lomasculino;
se proyecta en el campo de la alianza entre dos familias por matrimonio . el hijo bautizado también es un niño la mayoría de las veces. En la esco-
de sus miembros, cuya base es la unión sexual duradera y pública de dos , gencia del compadre, las preferencias personales de'parte y ~e juegan
Egos. La inestahilidnd potencinl de este vinculo entre dos parentelas es re- ~~ igualmente un papel. Sin embargo, también existe un cierta t~ndencia a
334 ~
i;):¡
'}j
335
.,]
Capitulo VIII '.,.\ El campo Interétnlco: representaciones 8 Intercambl08 entre los negros y 108 emberá .
.;,
"
'!
reelegir los negros de edad madura más conocidos por ellos, que tienen sus por otra, parece ser de naturaleza diferente al vínculo que une a los negros
terrenos o sus lavaderos de oro en la parte alta del río y que pasan con al convertirse en compadres. Al contrario de las dos parejas negras a las
frecuencia cerca de las casas de los Emberá 14. que el bautismo del hijo de una de ellas los hace co-nominadores rituales,
El negro le da al niño un nombre en español que puede ser escogido por en el otro caso el padrino y la madrina negros son los únicos oficiantes del
el padre, pero que en general es el suyo15. Thmbién este nombre consagra ritual y los nominadores. Además, son doblemente nominadores puesto
la congruencia entre el que bautiza y el bautizado y se convierte en una que es frecuente que impongan al niño el nombre del padrino. Los padres
especie de vínculo fónico entre ellos, considerados como metonimias de sus indígenas reciben el nombre por medio del niño; permanecen inmóviles
respectivas culturas" (Dumont, 1974). y mudos durante la ceremonia. Su actitud de contacto limitada con las
palabras y los gestos rituales de los oficiantes negros recuerda en forma
A través de esta ceremonia, el negro incorpora culturalmente al indíge- simétrica la del curandero-chamán negro ante la ceremonia chamánica y
na, convertido en compadre, en su universo de relaciones codificadas; por los espíritus Emberá. Más aún, esta relación ritual nunca es recíproca; los
su lado, el Emberá lo incluye también, al comunicarse con el negro ya no indígenas nunca pueden ser padrinos de un niño negro. Así pues, se trata
en términos de compraventa, sino por un intercambio que crea un campo de una relación asimétrica entre los donantes y los receptores del nombre,
de reciprocidad dentro de su propia sociedad. En otras palabras, cada cual ya que éste solamente proviene de las reservas onomásticas de la sociedad
se convierte para el otro en un ser cultural periférico.
.
Además, la ideología de la relRción -compartida por los dos grupos-
del donante, y que a menudo es el suyo propio. La consanguinidad ritual
así establecida no es entonces biunívoca, como lo es entre los neg~os. Su
excluye cualquier agresiólll11ágica entre los compadres. Elllegro considera
}i lógica recuerda más bien la de las relaciones entre mayores y menores,
tanto más cuanto que la afiliación ritual del nombrado (el niño) con los
este beneficio de paz simbólica mutua como una atenuación del carácter
nominadores pasa muy claramente a un segundo plano en la percepción
"bravo" (salvaje, ligado a la selva) del compadre indígena y por extensión
de los dos grupos, pues es la relación entre adultos la que prima.
del de todos los miembros de su familia co-residente. En cambio, para los
Emberá este bautismo significa una protección mágica adicional de su hijo Que los indígenas acepten y busquen esta relación de lógica asimétri-
contra los jafs maléficos de la selva, así como de cama y comida para toda ca, sin aceptar por ello la ideología negra de la nominación centrada en el
su familia cada vez que baja a la comunidad negra o que pasa por ella. papel creador de lo divino, se debe en primer lugar a ia inestabilidad de su
sistema de matrimonios intraétnicos. La obtención de aliados extraétnicos
La relación que establece el bautismo entre los padres por una parte y
estables, con los cuales las relaciones se sustraen a los riesgos conflictivos
el padrino y la madrilla por otra, equivale a una consanguinidad ficticia,
de un verdadero matrimonio y a los de la sexualidad -lo cual salvaguar-
obligando a intercambios de servicios y a una actitud verbal y gestual de
da también los límites sobrenaturales de la identidad étnica- los seduce
respeto que excluye cualquier comercio sexual o cualquier acción mágica.
tanto como tienta a los negros. La segunda ratón para esta aceptación se
La terminología del sistema de parentesco Emberá es clasificatoria, de ailí
desprende de la representación de la persona Emberá en ¡'elación con la
que esta prohibición ¡'especto de la sexualidad y de la magia incluye pata
onomástica.
los indígenas a todos Íos parientes de sangre del compadre y de la comadre
negros y protege a los suyos y a los de su mujer. Más aún: los Emberá por Fuera del patronímico, el nombre de una persona proviene del rito de
lo general llaman a todos sus contemporáneos negros, hombres y mujeres nacimiento, llamado "ombligado", que entre los Emberá consiste en frotar
de la comunidad vecina, compadre y comadre respectivamente. Engloban todo el cuerpo del recién nacido con lma parte del cuerpo de un animal
así, en el nivel lingüístico, al conjunto de la comunidad negra en su te~ (las garras, las patas, los ojos, las plumas, etc.) o de una planta reducida
minología clasificatoria, y les extienden a ellos así las implicaciones de la a polvo, o dársela de beber. Piensan que esta impregnación o ingestión fija
imposibilidad del matrimonio que codifica la relación de compadrazgo. en la persona ciertas características o virtudes funcionales atribuidas al
animal, si se trata de un niño, o a una planta en el caso de una niña. Este
No obstante, la relación que la ceremonia de bautismo interétnico es- permanente contacto ritual metonímico con una especie animal o vegetal
tablece entre los padres y el padrino y la madrina por una parte y el niño con el cual el rito marca el cuerpo humano, precede y abre el proceso de
337
Capitulo VIII
El campo Interétnlco: representaciones e Intercambios entre los negros y los emberá
individuación del niño. Desde que éste empieza a caminar, el nombre que ': distancia, y en medio de risas generales, gestos de clara significación sexual
se le atribuye recuerda esa parte del cuerpo animal o la planta (por ejemplo j; dirigidos a las mujeres del otro grupo. Estos gestos hacen que la unión po-
"Pata de mico" uUHoja de Orquídea") en la que se supone reside el núcleo tencial (pero no realizada) pase al nivel de la evocación manifiesta. El inter-
funcional de su identidad particular16 • En el curso de la vida adulta, una ¡ cambio que efectivamente realiza el compadrazgo imposibilita la potencial
persona puede hacerse otros "ombligados" con otras sustancias naturales, i unión al crear una consanguinidad ficticia. Los gestos de broma y el compa-
para adquirir otras aptitudes. Así como la curación chamánica de ciertas en- drazgo constituyen dos facetas del intercambio posible de mujeres, una que
fermedades, estas prácticas pueden dar lugar a cambios de nombre, porque lo insinúa y otra que lo prohíbe al "sustituirlo" simbólicamente.
se cree a menudo que correspOnden a una transformación del alma que se
ve también como una condensación personal de energía vital que poseen los La comunicación interétnica se estructura entonces perfectamente de
animales y los vegetales. acuerdo a los tres niveles definidos por Lévi-Strauss, que forman un sis-
tema destinado a codificar los intercambios. Pero en este caso no se trata
Solamente a algunos espíritus de malos muertos así como de chamanes de crear aliados mediante el intercambio de mujeres (posibilidad que las
Emberá, se les atribuye la capacidad maléfica de "quitarle el 'ombligado'" a
dos comunidades limitan al intercambio interior), sino de convertirse en
una persona, ya sea tocándola o por la manipulación mágica de su nom-
consanguíneos ficticios mediante la sustitución de este intercambio, lo cual
bre. Se cree que este maleficio de consecuencias patológicas graves provie-
es una forma de mantenerlo latente, al tiempo que expurga la relación de
ne ante todo de ciertos chamanes enemigos pertenecientes a otras comu-
., esa otra faceta de la alianza que es la enemistad abierta. La comunicación
nidades Emberá 17, pero la vaga sospecha de la posibilidad de tal acción se
~ e~tablece una relación de compatibilidad entre los dos universos sociales,
extiende al conjunto de los "extranjeros" (no co-rrsidelltes). Por ello es qllc :¿
o', nI I"ccrenl' constantemente un límite que fortifica la idCJ1tidad de cmla cual
muestran una marcada rdicelldu a revdar su nombre Embcl'á, vincu\ndo ff
y evita la absorción del uno por el otro. Al mismo tiempo, esta comunica-
a sujaure, frente a alguien que no sea parte de su parentela cercana.
ción permite la incorporación periférica del otro en el universo propio; este
En este sentido, el objetivo simbólico del bautismo extraétnico de un j estatus-límite que define al otro es utilizado estratégicamente con el fin de
niño es doble: en primer lugar, la adquisición de una especie de nombre- pensar y resolver conflictos internos. Dos ejemplos de esto son: el chama-
amortiguador que esconde y preserva la identidad verdadera conga una nismo limitado de los negros, en cuanto respuesta a una clase de brujería
acción mágica durante los contactos con el exterior intra y extraétnico; y. intraétnica; y el nombre-amortiguador cristiano de los Emberá, como una
en segundo lugar, el establecimiento de una relación de seudo consangui~
nidad con los nominadores" metonimias de su cultura, lo que conjura el
'. I de las formas de defensa contra el maleficio Emberá del rapto del alma.
;:¡. .•'.
, Ambos comportan una estrategia simbólica que consiste en disimularse
peligro latente de alguna acción mágica procedente de ellos. Así como su tras el otro para defenderse de un peligro endógeno.
nombre tradicional se· manifiesta para los Emberá como una especie de
captura metonímica de energía mediante una sustancia incorporada o un-: ;¡,1
tada en su cuerpo, el nombr~ que reciben en el bautismo con agua bendita ~ La presencia del otro en el espacio propio
'~
inscribe en el jaure un fragmento protector de la fuerza de la sobrenatu-
11 Las familias de compadres indígenas pasan los tres períodos rituales de
raleza negra. Dentro dC esta óptica, el aprendizaje que el curandero negro
.~ las fiestas colectivas negras en casa de sus compadres. Allí son espectado-
recibe del chamán Emberá se manifiesta como una compensación de este ;j res, nunca participantes de las fiestas, puesto que se mantienen al margen
~
don por otro, ya que tÍlmbién transfiere al candidato negro una parte del
de los espacios rituales animados por las representaciones iconográficas de
poder chamánico sobré la sobrenaturaleza Emberá.
los santos. Sin embargo, estos períodos, así como sus breves visitas a la
Pero debido, a la consanguinidad ficticia que instaura entre los nomina- J comunidad negra, son también ocasión para que consulten al curandero
dores y los padres, el bautismo puede ser visto como el inverso simétrico del 1
··1,
o curandera negros sobre las enfermedades que no dependen de los espí-
matrimonio18 • En las fiestas colectivas negras, no sin ayuda de la bebida, ne- ritus controlados por un chamán. En forma inversa, para los negros es el
gros e indígenas (sin nihgún vínculo de compadrazgo) esbozan a menudo a ~ momento de recurrir al chamán para la confección de un amuleto contra
;¡"
'.!
339
Capitulo VIII El campo Interétnlco: representaciones e Intercambios entre los negros y los emberá
el mal de ojo, por una picadura de culebra infectada u otras enfermedades entonces el marco privilegiado de la afirmación de una identidad étnica
de carácter particular. común y de una potencial solidaridad. Las luchas ritualizadas entre los
hombres y las discusiones públicas de las mujeres durante la parte profana
Ahora bien, la presencia de los negros en el espacio habitado de los de estos rituales constituyen expresiones no violentas de estos conflictos.
Emberá obedece a normas subyacentes que no son simétricas con las que Sin embargo, más allá de un cierto umbral de tensión, y bajo el efecto del
rigen el paso de los indígenas por el suyo. Estos últimos siempre llegan licor, pueden degenerar en una agresión física grave y hasta en un homi':
con su familia, mientras que la presencia negra en la unidad residencial cidio en venganza.
Emberá nunca es masiva; ninguna de las dos partes la aprueba. Los negros
que tienen su terreno o su lavadero cerca de la parte alta del río, van oca- Para los Emberá, la percepción social de estas fiestas es ambigua; son
sionalmente donde su compadre indígena para pedirle una ayuda puntual, tan deseadas como temidas. En el Capá, corno en otros ríos del alto y me-
el préstamo a corto plazo de una herramienta (un hacha, un machete) o dio Chocó, para conjurar el peligro de las agresiones, los Emberá tienen la
para comprar a menor precio huevos, una gallina o un canasto. En estos costumbre de invitar cada vez a tres negros escogidos entre aquellos que
casos el negro no pasa la noche en el tambo indígena, sino que vuelve a su son sus socios preferidos en los intercambios que sostienen con la comuni-
rudimentaria cabaña cerca de su terreno" o de su yacimiento. ntmbién, en dad negra. Estos no participan en la parte ritual de la fiesta; esperan en sus
la medida de lo posible, evita tener que aceptar comer o beber, sobre todo si canoas. En cambio sí asisten en calidad de espectadores externos a la parte
está ausente el compadre, por temor a que haya un maleficio en lo que le profana, con el acuerdo tácito de que sólo en caso de que baya un alter-
ofrezcan. En una forma general, la interacción entre los parienles rituales cado físico O amenazas con arml,i blanca deben jntervenir con la. palabra,
interétnico~ es ml~dw má.1i disl'Hlh' y forrn<.l! en el cspndo {I", habitación ¡j o inchJsQ físicamente, para :o¡er!,\rar 1) 10(i a<lYer~arios C(Ir1 el fin de evit{lr
Emberá que en el de los negros. Esb,s, alUegar, siempre se deUellen al pie lo irreparable. NQ deben entonces beber COn los dern,ás, ya que d,eben con..,
de la escalera del tambo y esperan a que el hombre de la casa los invite a servar "el entendimiento templado", como dicen ellos lnismos. ntmbién
entrar, y cuando lo hacen se instalan cerca del umbral y evitan a toda costa deben mantenerse al margen del espacio donde se desarrolla la fiesta, y no
acercarse al espacio femenino en la parte de atrás. mezclarse sino en caso de un conflicto, y justo el tiempo necesario para
aplacarlo. llevan la comida que consumer{ o se la preparan en el lugar,
Estas reglas formaleS de contacto sólo se rompen cuando el negro llega
pero no pueden comer mezclados con los irldígenas. El baile y la juerga se
con su mujer o cdn uno de sus hijos en busca de una terapia chamánica. En
este caso, al igual que los enfermos indígenas que no pueden regresar has- desarrollan sin su participación, y además, como los indígenas hablan en
ta su hogar, se instala durante algunos días en casa del chamán y contri- lengua Embet:á, también quedan fuera de los intercambios verbales. Unos
buye a la alimen(:ación de la familia con ofrendas de alimentos vegetales. pobres regalos de alimentos (carne de cerdo, gallinas, huevos, maíz) re-
compensan su presencia vigilante al termmar la ñesta.
Los Emberá tAmbién celebran rituales seguidos de una fiesta, a veces
de varios días, qUe marcan su ciclo anual. A estas fiestas pueden asistir Esta invitación formal a las fiestas Emberá de unos pocos compadres
indígenas Emberá de otros ríos, sobre todo familias emparentadas o con escogidos y sin el acompañamiento de su familia, encargados de cumplir
las que se desea hnirse con el matrimonio de un hijo o una hija. La ato- una función precisa, quedando excluidos de la parte ritual, contrasta con
mización y la independencia tradicional de los grupos de parentesco, el las normas de la presencia indígena en las fiestas religiosas negras, que es
carácter lábil del matrimonio que lleva a la inestabilidad de las alianzas y a masiva, familiar, no requiere una función determinada, y les es abierta-
conflictos entre lós parientes polfticos, y las luchas que se supone libran los mente permitido ver el ritual. Los dos grupós perciben la asimetría de estas
chamanes de los diferentes ríos mediante maleficios, sostienen y recrean dos prácticas. El pensamiento negro atribuye la capacidad de hacerle estas
dentro de los grupos Emberá un clima latente de hostilidad y de recelo, que concesiones a los indígenas a los poderes mágicos de pacificadores que
con mucha frecuencia se expresa en forma violenta durante estas fiestas. consideran tienen los hombres que acumulan múltiples relaciones de com..:
Pero al mismo tiempo, éstas son una de las escasas ocasiones de encuen- padrazgo dentro y fuera de la comunidad. Asumir este papel en las fiestas
tros intraétnicos que reúnen a parentelas geográficamente distantes; son indígenas significa y enriquece un prestigio social basado en una relación
34°
Capitulo VIII El campo Interétnlco: representaciones e Intercambios entre los negros y los ilmberá
privilegiada con lo divino de la que se deriva la "claridad" y la "fuerza" del puesta chamánica negra, son ante todo los accidentes relacionados con los
alma-sombra. animales de la selva los que motivan el acudir a una terapéutica chamáni-
ca Emberá. En cambio, para los indígenas, todos los males que no parecen
Por su parte, los Emberá del Capá perciben tales concesiones como un
proceder de la intervención de los ja'is pueden en principio ser ocasión para
deber, en cierta forma, una rnfuima contraparte a cambio de la ocupación
>recurrir a los curanderos negros. Estas enfermedades son de dos clases: en
por los negros de terrenos cerca de la parte alta del río, que los indígenas
primer lugar, "las enfermedades de los blancos" (tos ferina, gripa, viruela,
consideran parte de su propio territorio. Por lo demás, la condición de los
neumonía, tuberculosis), que el contacto esporádico con la ciudad o con
negros invitados, relegados al margen de la fiesta y excluidos de su parte
visitantes blancos ha proyectado en la representación Emberá de la enfer-
ritual se aclara aún más si se tiene en cuenta qu~ para los Emberá estos
rituales están vinculados ya sea a la limpieza del territorio de los espíritus medad. Son males que no pueden ser curados con la intervención de los
maléficos y a su re-delimitación simbólica, o a la iniciación de las jóvenes chamanes. Una parte de ellos corresponde a las enfermedades que están
asociada al matrimonio y la procreación. Ahora bien, estos ámbitos mar- incluidas en la categoría negra de las enfermedades divinas; sin embargo,
can precisamente los límites de las relaciones interétnicas. en estos casos, los curanderos no las asocian con la idea de un origen di-
vino de la fuerza vital indígena. La ven más bien como un debilitamiento
Sin embargo, mediante este uso estratégico de los vínculos de com- del asiento natural (vegetal o animal) atribuido a la fuerza vital indígena.
padrazgo, con la presencia no participante pero vigilante de estos seres- Pueden combatir este debilitamiento mediante fórmulas verbales que evo-
mediadores entre el adentro y el afuera que constituyen los compadres can a los santos, pero no a Jesucristo.
negros, los grupos locales Emberá lograron hasta fecha reciente ahorrarse
la instalación de un poder coercitivo propio19 • En eSOS momentos ambi- La segunda categoría de enfermedades por las que los indígenas con-
guos de 1& coexistenda social Emberó qur son las fiestas, la fundón dI' la ]'. sultan al curandero o a la Cl"l1'undera negros son las causadas por la intro-
presencia negra se muestra paralela a la del nombre cristiano recibida en el ducción de un veneno vegetal en la comida o la bebida. Esta acción forma
bautismo interétnico que establece el compadrazgo. Thmbién en este caso parte, según ellos, de la brujería común menor. Cl.1ando se produce dentro
se trata de un papel-amortiguador asignado al Otro, en la autodefensa de la unidad residencial, está ligada a los azares de la magia amorosa o
contra una agresión intraétnica. Además, si bien esta práctica le permite a a las desavenencias matrimoniales. Si el mal se descubre después de una
los compadres negros escogidos con regularidad aumentar su prestigio in- fiesta con una presencia Emberá exterior, se busca la causa en una disputa
tracomunitario, también hace posible que los indígenas atenúen en cierto menor que lugar durante ésta, La enfermedad por envenenamiento tam-
grado la no-reciprocidad de la ocupación negra de los terrenos cerca de la bién se puede atribuir a una equivocación involuntaria en la dosis de un
parte alta del río. remedio de un yerbatero indígena: niara, que designa en Emberá tanto al
veneno como al remedio vegetal.
Parece, en suma, que, compadrazgo interétnico, chamanismo limitado
del curandero negro y presencia del Otro en las fiestas rituales p~opias ac- Las repetidas heridas causadas por una misma especie animal que afli-
túan simultáneamente en dos registros: pacificar al socio extraétnico, así gen al cazador o al leñador negros, o la desa:parición de una especie (la
como responder mediante un desvío hacia el exterior étnico al conflicto y imposibilidad prolongada de cazarla y matarla) provoca que las víctimas
a la agresión internos. piensen en la "cólera" de ésta con ellos. Para cUrar las heridas y contentar
a la especie del caso, los negros recurren al chaihán Emberá que consideran
familiar de los animales de la selva. Pero una picadura de culebra y sus
Curarse: el Intercambio de procedimientos terapéuticos
complicaciones ulteriores son el motivo más frecuente para llevar a cabo
Pero los intercambios entre las dos sociedades no se detienen en ese una ceremonia terapéutica con el chamán, quien simplemente le solicita a
punto. También exiSten para cada una de las enfermedades corrientes en la Madre de la especie que retire el veneno del cuerpo de la víctima o deje
las que parece más eficaz la terapéutica del otro. Para los negros, además de picarlo; después de compartir la chicha rituál con el espíritu-Madre y de
de las enfermedades graves de etiología hechicera que requieren una res- bailar con él, el chamán chupa la herida.
:-1-1 2 343
Capitulo VIII
La secuencia del pedido difiere de los rituales terapéuticos que curan .• aromáticas cultivadas. Los dos grupos comparten también la clasificación
los males causados al cazador Emberá por una Madre descontenta. En . térmica de las afecciones, así como de los vegetales y partes del cuerpo
este último caso, el chamán rodeado de sus jaiS auxiliares debe dedicarse . animal con efectos terapéuticos y rituales.
a una negociación tensa y dramática, con la oferta de una contraparte e
La oposición caliente-frío constituye frecuentemente uno de los. ejes
incluso, a veces, entrando en combate con el protector de la especie. Los
". centrales del discurso nosológico de sociedades muy diversas, pero se pre-
jaibanás Emberá interrogados atribuyen este cambio de la intervención
senta en particular en numerosos sistemas etnomédicos negro-america-
chamánica al hecho de que las Madres simplemente se equivocan de vícti-
'. nos, sobre todo en Haití, Santo Domingo, Martinica y Guadalupe donde
ma al atacar a los cazadores negros, puesto que estos no tienen la fuerza
las etnias indígenas locales se extinguieron desde hace siglos. Sin buscar
para causarles verdaderos perjuicios. Por ello, para que se aparten, bas~
resolver el problema del origen cultural de este sistema entre los negro-
mostrarles a su lastimosa víctima. Esta práctica, así como la asociación de
americanos, parece lícito pensar, en vista de los datos disponibles, que al
los negros con los animales torpes e inofensivos, refleja la representación
contrario de la ~pinión de Pardo, en el Chocó este sistema sería más bien
indígena subyacente del otro grupo, que considera a sus miembros como v
seres incompletos. el resultado de un encuentro entre los descendientes de los africanos y los
Emberá. Los primeros habrían tomado prestado muchos conocimientos
Otra faceta de esta representación ambigua del otro se revela en el re- botánicos de los segundos. En esta óptica; el manejo de las plantas tera-
curso indígena a la terapéutica negra. Estos tratamientos, que son igualeS péuticas clasificadas según el eje térmico podría ser una creación común
para los enfermos negros, se conjugan mediante las oraciones, los secre- que Jos dos grupos utilizan tanto dentro de su cultura respectiva como
tos y las combinuciones térmicamente equilihradas de los vrgdnlt's. Sill , en los intercumbios interétnicos. Esh: campo correspowJé entonces a un
embargo, los curanderos negros afirman que sólo recurren a oraciones y j levantamiento recíproco de las fronteras entre los dos grupos, un nivel de
a secretos que evocan a los santos cuyo carácter es divino-humano, pero
que excluyen las fórmulas verbales divinas que evocan a Cristo y a ciertas
I ~;=7:0ct;::::!~: :::a~~ntos étnicos, distintos por lo demás, fun-
I,
manifestaciones de la Virgen. Esta restricción se explica por el origen y la
naturaleza no divinas del alma india, y por el hecho de que los Emberá "vi-
ven fuera de la mirada de Dios". Es por ello que estas fórmulas no tendrían La enfermedad del otro: Intercambio de agresión y de reparación
ninguna eficacia terapéutica contra sus enfermedades. En cambio, los ca- ?í El compadrazgo interétnico establece una re1acióh de consanguinidad
racteres tanto humano cOlno divino de los santos hacen posible que reca~
guen la fuerza vital de un }ndígena con la energía de que son portadores,
I ritual que traza un extenso campo de relacione~ en el que está excluida en
principio cualquier acción mágica hostil contra el otro. Los intercambios
pero a condición de que sJ evocación se realice en el espacio habitado de de procedimientos terapéuticos para ciertas enfermedades corrientes, y
los negros, donde se eJlcuentran "en su casa"20. Esta restricción se presenta
como simétrica de la cerem.onia chamánica Emberá reparadora de picadu-
i~
más en particular el uso compartido del campo vegetal terapéutico, tam-
~
bién tienden a conjurar el peligro de una agresión mágica procedente del
ras de serpiente y de heridasode caza de los negros, desprovista de su faceta
de enfrentamiento sobren~tural. En el núcleo mismo del intercambio, el i otro grupo. No obstante, comentarios dispersos tanto de indígenas como
~
de negros, expresan y comunican la convicción, de que el otro posee pode-
lfmite sobrenatural que separa al otro de una condición humana completa,
res mágicos incontrolables que pueden infiltra~se en los intersticios de los
mantiene las fronteras simbólicas de los dos conjuntos étnicos y evita la
absorción de uno en él otro.
.~ sistemas de comunicación. En los dos grupos, la representación que sirve
":j de base a esta convicción es la de considerarse parcialmente asimilado al
En cambio el ámbito de la terapéutica vegetal constituye un terreno i~ otro y por lo tanto receptivo a sus maleficios. Así, para los Emberá, el ha-
,Y
de intenso intercambio, prácticamente sin restricciones21 • Es así como los U ber sido bautizados por un negro y el ser compadre de otro debilita frente
yerbateros indígenas y sus colegas negros aprenden mutuamente unos de '1 al "mal de ojo", mientras que para sus vecinos el contacto cercano y conti-
otros y tratan con los mismos medios a enfermos intra y extraétnicos. Las 1
./ nuo, y el vínculo de compadrazgo con los indígenas, los convierte en presa
comadres negras e indígenas también intercambian plantas medicinales y J fácil del maleficio indígena llamado "madreagua". Este peligro potenciál,
,l.,
~
344 345
capitulo VIII El campo Interétnlco: representaciones e Intercambios entre los negros y los emberá
percibido como inherente al contacto con el~ otro, se encuentra constante- tambo; pero también es posible ponerlo a distancia y hacerlo entrar en el •
mente en el horizonte de los diferentes intercambios interétnicos. cuerpo por medio del aire. Esta representación explica el hecho de que los
negros hagan todo lo posible para no aceptar la comida o las bebidas que
Los dos grupos consideran que no hay sino un tipo de agresión simbóli': les ofrecen en las unidades residenciales Emberá; también cuidan de no
ca que puede atravesar los límites étnicos. La agresión de los negros contra
perder de vista su canoa cuando están de visita allí.
los Emberá sólo la transmite el mal de ojo, lo que implica la proximidad
espacial entre la víctima y el agresor, proximidad "a la vista". Para los Como se puede ver, los dos modelos de agresión no son simétricos. El
negro-colombianos se trata de una capacidad femenina difusa y en gran Emberá percibe la amenaza extraétnica difusa, emanando del contacto di-
parte involuntaria de causar daño a la integridad corporal del otro. Está recto y de la mirada, sobre todo de las mujeres, en cambio el negro la siente
vinculada con problemas de fertilidad, pero tras el aprendizaje mágico o condensada y precisa, enviada mediante un chamán o los espíritus, tanto
en ciertas circunstancias, como la menstruación o la ausencia temporal de desde lejos como de cerca. El foco de peligro, para los dos, se encuentra en
una pareja sexual, puede agudizarse y volverse voluntaria. En cambio, los el espacio habitado del otro.
indígenas piensan que el "mal de ojo" emana en diversos grados de todos
La sintomatología negra de la agresión de la "madreagua" es un mutis-
los miembros de la comunidad negra, pero en forma particularmente in-
mo terco, acompañado de vagabundeos, atracción por la selva, rechazo de
tensa de las mujeres. El modelo de un poder maléfico difuso también existe
cualquier alimento, deseo desmesurado de consumir bebidas alcohólicas;
en la etiología propia de los Emberá22 , pero aquí lo perciben transmitido
síntomas todos de un debilitamiento general que puede, a la larga,' ser
por la mirada. Por lo tanto, para defenderse, los indígenas se pintan el
mortal. El origen extraétnico del mal se reconoce en la incapacidad de la
cuerpo cuidadosamente conjagua cuando visitan a sus vecinos, y también
i{ víctima de pronunciar o de escuchar palabras divinas como las oraciones
se cubren el cuerpo con ropas recihidas de sus compadres negros; p¡mta-
o los nomhres de los santos, y en su propensión a romper el altar de su
Iones y camisas los hombres, blusas o bufandas para cubrirse el pecho las
santo de devoción especial.
mujeres.
En cambio, el Emberá afectado por el "mal de ojo" exhibe un comporta-
De parte de los Emberá, se cree que la agresión interétnica contra los ne-
miento sintomático inversamente simétrico. Habla y gesticula sin parar, se
gros es transmitida por un espíritu primordial muy poderoso que llaman
ríe a carcajadas sin razón, come sin moderación, deja de depilarse y de ba-
en español la "madreagua". Este jai" subacuático forma parte del mundo
ñarse, y le dan ganas permanentes e incontrolables de copular y de cazar,
de Abajo. Lo representan como un ser peludo de color negro brillante -las
todo ello junto a un debilitamiento espectacular y rápido. También en este
mismas características con las que los Emberá describen a sus vecinos ne-
caso, la prueba decisiva de la etiología extraétnica del malla proporciona el
gros. Capturan y se comen a los niños indígenas, a menos que los encierre
fracaso de cualquier' intento curativo chamánico; "los jafs no sienten este
un chamán. En cambio" para sus víctimas extraétnicas, este jai" caníbal
tiene los rasgos de un indígena desnudo, que captura a los negros adultos mal", dicen los chamanes Emberá interrogados al respecto.
y los ahoga en el río o que, por órdenes de un chamán, les lanza proyectiles Mirado más de cerca, este intercambio limitado de agresión engendra
mágicos que devoran sus entrañas. Esta segunda faceta de su agresividad síntomas de algo así como un cambio brutal y maléfico de identidad étni-
lo emparienta con el brujo negro-colombiano por pacto. ca; así, los síntomas de la víctima negra son los rasgos de comportamiento
Pero para los negros, la "madreagua" tiene también otro significado. por los que el desprecio de los negros identifica al indígena; comporta-
Este término connota mi objeto minúsculo, hecho con maíz, hierbas sil- miento que invierte radicalmente el código de buena conducta valoriza-
vestres venenosas y elementos de origen animal al cual el espíritu familiar do culturalmente por los primeros. De la misma forma, la hiperactividad
(el espíritu tutelar) de Un indígena o el mismo chamán le insuflan con su agresiva de la víctima Emberá del "mal de ojo", al negar todas las normas
poder la fuerza ofensiva de un animal salvaje para que penetre en el cuer- culturales Emberá de parsimonia y de comportamiento sensato y adulto,
po de la víctima negra. El agresor puede enviar este maleficio poniéndolo produce una especie de negro caricaturesco, a imagen de la forma como los
en la canoa del agredido o en la comida que le ofrecen los indígenas en su indígenas perciben y describen la diferencia de sus vecinos. Dicho de otro
347
Capitulo VIII El campo Interétnlco: representaciones e Intercambios entre los negros y los emberá
modo, este intercambio restringido de agresión sobrenatural que la faceta su peligro. Pero ambos parecen representar como ineludible la presencia
oculta en los demás intercambios interétnicos, produce en los dos grupos del otro en la periferia de su espacio simbólico.
la enfermedad simétrica de "ser el otro".
Las modalidades de reparación de este mal refuerzan aún más su carác- ¿África entre los Emberá?
ter de intercambio restringido. Es así como el "mal de ojo" que aflige a un
Emberá no puede ser tratado sino por un curandero negro, mientras que Hemos visto que entre los negro-colombianos del Chocó se presenta
sólo el chamán Emberá puede librar a la víctima negra de la "madreagua", una práctica chamánica particular, cuyo origen Emberá es claro y cuyo •
con la condición de que los dos procedan de una comunidad distinta de ejercicio actual es atestiguado en la observación etnológica. En cambio,
aquella de donde proviene la agresión. Pero los curanderos negros iniciados en la literatura consagrada a los Emberá hay una sola obra, que data de
en el chamanismo Emberá y los chamanes indígenas, instruidos también la década de 193023 , que contiene la descripción de un singular ritual te-
por curanderos negros, son las figuras por excelencia para la reparadón de rapéutico cuyo origen africano parece ser incontestable. No obstante, ni
la agresión interétnica. Su pouer sobrenatural comporta la incorporación nuestra propia investigación de los Emberá, ni otros trabajos también re-
parcial de la identidad del otro, pero ésta, en ellos, lejos de ser una enferme- cientes, dan cuenta de su existencia actual. La literatura etnográfica sobre
dad debilitante, se manifiesta como un aumento de su eficaci<i benéfica. esta etnia atestigua, sin embargo, de procesos de simplificación ritual y de
empobrecimiento que desde hace unos cincuenta afios afectan el sistema
En los dos casos, la agresión produce en la víctima una especie de con-
chamánico indígena del Chocó. Por ende, creemos que es necesario volver
taminación identitaria maléfica que la vuelve insensible a los métodos cu-
a describir este ritual desconcertante e intentar su análisis, ya que su exis-
rativos de su grupo étnico y la convierte completamente dependiente de
los del agresor. Paradójicamente, esta reparación extraétnica le devuelve al tencia, incluso pasada y tal vez periférica, en el seno del sistema chamáni-
paciente su plena alteridad en relación con el agresor-reparador, sólo que co Emberá, podría arrojar una nueva luz sobre los intercambios simbólicos
esta alteridad restablecida lleva en adelante la marca de este último. entre indígenas y negros.
Según Verrill, el objetivo de este ritual terapéutico es la curación de
Se trata aquí de una violencia simbólica canalizada, mesurada, y cuyo
carácter compartido abarca y alimenta la simetría y la asimetría de los la enfermedad mental. Los síntomas que manifiestá entre los Emberá, la
demás intercambios interétnicos entre los dos grupos. A la consanguinidad oawamia, que traducen al español con dos térriIinos, "locura" y "ataque",
ficticia, estructurada rituaimente por la institución de origen cristiano del son crisis de cólera de carácter a menudo convulsivo, acompafiadas de
compadrazgo, que sustituye el intercambio prohibido de mujeres, corres- huidas a la selva, deambulaciones caóticas y rechazo a vestirse y comer. La
ponde, en este caso, un intercambio restringido y equilibrado de agresión etiología de esta enfermedad remite a la penetración intempestiva de unjai'
cuyo objetivo simbólico subyacente parece ser complementario del que en el cuerpo de la víctima; este espíritu libre (sin control chamánico) busca
estimula al compadrazgo interétnico. En ambos casos, todo sucede como aliarse con el enfermo, su potencial "dueño/, que se resiste a esta alianza.
si se tratara de levantar en forma recíproca las barreras étnicas para resta- Se cree que un ritual terapéutico chamánico aleja momentáneamente al
blecerlas de inmediato. Si el compadrazgo introduce al negro y al Emberá espíritu intruso. Pero los chamanes Emberá están de acuerdo en considerar
en el universo respectivo del otro en cuanto consanguíneo ritual (cuasi- que la única solución definitiva de este mal consiste en el aprendizaje cha-
consanguíneo), el intercambio interétnico restringido de agresión crea, a mánico de la víctima que, al obedecer así al deseo del espíritu, se convierte
través de la enfermedad, cuasi-indígenas y cuasi-negros que la reparación en su aliado. Esta interpretación etiológica de la locura explica el elevado
extraétnica borra al restablecer su identidad étnica unívoca: la salud. Thn- número de Emberá que en algún momento de su vida emprendieron el
to el compadrazgo como el intercambio de agresió~ se presentan como la aprendizaje chamánico sin concluirlo, ni ejercerlo después.
escenificación de dos tratamientos simbólicos complementarios de un mis-
En la ceremonia descrita por Verrill, el chamán Emberá no entra en
mo problema de límites territoriales e identitarios. Uno organiza y revela
trance y tampoco coloca las totumas rituales llenas de chicha para los
el lado benéfico de la existencia del otro grupo; el otro da forma visible a
espíritus, como lo hace habitualmente. Es al enfermo mismo -y no a los
349
Capitulo VIII
El campo Interétnlco: representaciones e Intercambios entre los negros y los emberá
espíritus- a quien pide en qué forma desea ser satisfecho. La escogencia es con él con quien el chamán comparte el alimento, el baile y el diálogo
del paciente siempre es una bebida alcohólica de fabricación nacional, que sobre la terapéutica, como acostumbra hacer con los jafs invitados. El re-
comparte con el chamán. Enseguida degüellan en sacrificio un gallo o un sultado es que este enfermo-espíritu se presenta como un poseído, víctinia
pato, y juntos, el chamán y el enfermo, beben su sangre caliente vertida en de una "posesión desgraciada" por un espíritu ligado al mundo de los ani-
las totumas rituales, la escupen y bailan, lado a lado hasta que se agotan, males salvajes; el objetivo del ritual es, por lo tanto, la disyunción de esta
frente al altar chamánico dedicado a los espíritus, dobles y auxiliares del fusión patológica. Según Verrill, se supone que la sangre que escupen, el
chamán. El enfermo coge con una mano una gallina viva de color oscuro, "baile frenético" y el mordisqueo del cochinillo extraen la enfermedad del
y con la otra blande los bastones del chamán. Este tiene en su mano un cuerpo del paciente.
cochinillo vivo que durante el baile ofrece al enfermo para que lo mordis-
El chamán, amo de los espíritus, trata aquí al enfermo como espíritu.
quee. Esta secuencia ceremonial debe repetirse durante tres noches segui-
Pero al mismo tiempo se comporta como un exorcista consciente, ya que
das; un baño compartido en el río del chamán y del enfermo concluye el
no entra en trance. Parece, más bien, acompañar la crisis del enfermo.
ritual: el enfermo está curado.
Pero, ¿qué sucede con el sacrificio violento y la sangre del animal domésti-
A pesar del carácter fragmentario de la descripción, es claro que esta co, bebida y luego escupida?
ceremonia constituye una completa inversión del desempeño ritua I cha- .~
Las sCC\lencins rituales de esta ceremonia presentan intrigantes analo-
mánico. El jaibantí no Huma a los l'spíritns y tam.poco les ofrece chic hu, ~u
alimento habitual, en las totumas rituales; y además no entra en trance.
No es a los espíritus sino al enfermo, a quien,pedirá que escoja el medio
terapéutico que puéde curar su mal. En lugar de bailar con los espíritus
I gías con el tratamiento que los Tllonga, población balltú de Mozambique,
da a los patológicamente poseídos por los espíritus ancestrales procedentes
de etnias vecinas 24 • La sangre escupida del animal sacrificado se presenta
en él como el velúculo del espíritu, el medio de su expulsión del cuerpo de
invitados, lo hace con el enfermo. Pero en lo que este ritual difiere más
de la ceremonia chamánica común es en el hecho de matar a un animal 1
.~
la víctima. De Heusch percibe en esta práctica ritual bantú un "chamanis-
mo debilitado, privado de su sustancia extática", es decir, del trance del te-
~
doméstico y beber ritualmente su sangre. La mayor parte de los espíritus
rapeuta. La considera como "un punto crítico de estructuración, el enlace
chamánicos Emberá están vinculados a los animales salvajes de la selva;
.~
'invertido' que une sólidamente el chamanismo y Ía posesión" .
son agentes de las enfermedades, pero también de su curación. De igual
modo, en las ceremonias chamánicas habituales, los objetos, como flechas, ~ Esta singular irrupción de la figura de la posesión maléfica africana
cerbatanas, escopetas, que evocan la violencia humana de la caza contra
los animales, deben retirarse del espacio ritual y esconderse, se supone que j en el chamanismo autóctono del Chocó podria ser un signo de antiguos
contactos con los esclavos negros, probablemente de origen bantú. Cons-
~~
su presencia evita la venida y la ira de los espíritus. ~ tituiría entonces una etapa en la tortuosa marcha de la posesión en este
El comportamiento del enfermo también se contrapone a lo que ca- ~'J encuentro interétnico; entre, por una parte, los descendientes de losafri-
:Í canos que lo borraron de su campo ritual a cambio de una comunicación
racteriza al paciente habitual. Este último permanece acostado, inmóvil y 1~
~": más distante con un sobrenatural de origen católico, y por otra parte los
mudo durante toda la ceremonia, mientras que en este caso el paciente víc- ;1
'J indígenas que acogieron esta posesión para inscribirla en la periferia de su
tima de locura habla y baila, tiene en sus manos los bastones del chamán,
habitáculos de los espíritus que nadie fuera de éste o de su mujer tiene el ~ir sistema chamánico. Porque la solución ritual exorcista de esta posesión,
pensada como maléfica, se sitúa, en efecto, en ellfmite extremo de la lógica
derecho de tocar normalmente. y el jaibaná, en lugar de extraer el mal
chamánÍCa Emberá. Esta reconoce el ataque de un espíritu por penetración
chupando el cuerpo de la víctima, en este caso, le da al enfermo un animal
como la enfermedad, signo de la elección por los espíritus del futuro cha-
doméstico vivo para que lo mordisquee.
mán. Considera que el alejamiento de este espíritu del cuerpo-víctima, que
¿Qué puede significar esta espectacular inversión de la perspectiva ri- constituye el objetivo de esta ceremonia de origen africano, no es más que
tual? Si se examina más de cerca, todo sucede como si fuera el enfermo el una solución momentánea y defectuosa que responde a la reticencia de la
que se comporta y es reconocido por el chamán como espíritu. Por lo tanto víctima ante un comercio continuo con el espíritu por medio del aprendi-
35° 35I
Capitulo VIII El campo Interétnlco: representaciones e Intercambios entre los negros y los emberá
zaje de las técnicas chamánicas. La solución definitiva de este tipo de locu- dijo: "Hijos mios, vayan a la costa Pacifica y hagan esta-
ra no es posible sino mediante el aprendizaje que establece una relación de tuillas con este barro. Cuando las hayan hecho, sóplenlas
alianza entre el candidato y el espíritu intruso. y después póngalas suavemente en la costa para que no se
rompan. Se convertirán en los hombres de allá".
Este ritual no parece ser el único signo de la presencia de África en el cen-
tro del chamanismo Emberá. Desde 1940, Wassen señaló el parecido entre Los ángeles obedecieron. Al llegar a la frontera con funamá,
algunos bastones chamánicos antropo-zoomorfos Emberás y los bastones tomaron el primer barro, el que era rojo¡ lo modelaron, lo so-
rituales que se encuentran en el área bantú africana, desde Angola hasta plaron y colocaron suavemente las estatuillas. Así nacieron
ciertas regiones del actual Congo. Atnbufa Wassen el parecido a antiguos e los indígenas. Enseguida tomaron el segundo barro, el blan-
incesantes contactos entre los Emberá y los descendientes de los africanos. co. Hicieron lo mismo con éste y de estas estatuillas nacieron
Esta pista de investigación no ha sido explorada en trabajos posteriores15 • los blancos. Cuando cr9'eron que no les quedaba más por
Estos bastones son los habitáculos permanentes de los espíritus, dobles y hacer, se lavaron las manos. Pero uno de ellos, al ver el barro
auxiliares del chamán, obtenidos en su iniciación. Que su representación negro le dijo a los otros: "Hagamos cualquier porquerút con
iconográfica, cargada de eficacia ritual, haya podido integrar formas afri- este hollín y tirémoslo en la tierra, para ver qué sale de ah(".
canas de origen bantú mostraría la profundidad de la presencia negra en el "¿y adónde lo vamos a tirar?", preguntó otro. "En los MaS, en
centro mismo de lo sobrenatural Emberá. Sería entonces una especie de pa- los pantanos, en las calas y desembocaduras de los MOS". Hi-
ralelo de la ideología de la posesión desa[orttmada y de una práctica limitada cieron las estatuillas de cualquier manera y las timran con
del exorcismo.
.
Esta presencia en filigrana del África bantú entre los autóctonos del
fuerza. Cayeron sobre las piedras y sobre las raíces y troncos
de los árboles. que les aplastaron la nariz e hincharon sus
labios, y se quedaron as( para siempre. Su pelo era tierno y se
Chocó es también una faceta oculta e inconsciente del intercambio interét-
pusieron a asemejarse a la maleza que los atrapó. As( tuvo ¡-
nico. En efecto, ni el ritual africano que exorciza de una "posesión desgra-
su origen la nación de los negros.
ciada", ni las representaciones iconográficas de entidades sobrenaturales de
índole africana, existen ya en el campo religioso de los negro-colombianos. Este segundo relato describe el origen de las razas en otro registro:
Todo sucede entonces como si una parte de la africanidad de su identidad,
Dios hizo a los hombres de un solo y mismo color oscuro.
desaparecida de su memoria colectiva, se hubiera en cierta forma deposi-
Después, quiso que fueran diferentes. Los dividió en tres
tado y guardado entre los indígenas. Pero la posibilidad de incluirla en la
grupos y les ordenó tomar un baño una mañana que hacía
malla de una lógica chamánica no se vuelve comprensible sino admitiendo
muchofrio.
con De Heusch que posesión y chamanismo constituyen los dos polos de
un mismo campo religioso de transformación. El primer grupo lo hizo sin quejarse. Y al hundirse en el
agua estos hombres vieron que su piel empezaba a cambiar
a medida que se frotaban la mugre, y muy rápido se convir-
"Libres", "cholos", "blancos" y Dios: los relatos de los origenes
tieron en blancos. Al salir del agua, se arrodillaronfrente a
Entre los relatos etiológicos negro-colombianos, existen dos que cuen- Nuestro Señor y le dieron las gracias por su bondad. Como
tan el origen de los diferentes grupos étnicos del Chocó, llamados "razas"26. recompensa de su humildad, Dios les dio el gobierno sobre
Este es el primero: los demás hombres.
Cuando Dios acabó de hacer la costa Pacífica, se detuvo y Al ver esto, el segundo grupo se metió en el agua, que se
la vio muy bella. Entonces se dijo: «Esta belleza no puede estaba yendo poco a poco. A ellos no les quedó mucha agua.
ser sólo para mf'. Llam6 entonces a algunos ángeles que Tomaron pues el color amarillo de la caña de azúcar y el
jugaban en su corte. Les dio barro rojo, blanco y negro y les pelo liso. Se quedaron en el mundo de segundos.
35 2 353
Capitulo VIII El campo Interétnlco: representaciones e Intercambios entre los negros y los emberá
Más tarde, después de hacerse mucho de rogar, el tercer la imagen divina que formulan los relatos sobre el origen de la muerte. La
grupo ya no encontró agua para bañarse. Apenas tocaron ambigüedad que se atrIbuye a Dios frente a sus criaturas lo presenta como
el fondo arenoso con los pies y las manos. Como no se vol- fuente de vida, pero también como fuente de enfermedades y de muerte, de
vieron ni blancos ni amarillos, no se mostraron agradeci- conflictos e injusticia. Sin embargo, en el primer relato sobre el origen de
dos con su Creador. Este es el origen de nuestra raza. las razas, la responsabilidad de la injusticia hacia los negros incluye a toda
la esfera de lo divino; es la negligencia de los ángeles lo que peIjudica a los
El denominador común de los dos relatos es quela diferenciación de las negros. El segundo enfrenta de nuevo a Dios y a los hombres; la reticente
razas, pensada en términos de color, es voluntad y obra de Dios mismo. sumisión ante su poder, que no admite sino la ciega obediencia, marca a
Pero en el primero, la fabricación de lo humano -las estatuillas modeladas los rebeldes con el color negro. A la ambigüedad de Dios, responde en este
de barro y sopladas por los ángeles según órdenes delCreador---: recuerda caso el recelo de los negros hacia Él.
el procedimiento descrito por uno de los mitos etiológicos Emberá para
modelar los seres humanos. En este mito, después de varios intentos in- También es interesante anotar que en cierta forma estos dos relatos
fructuosos, el Creador resuelve pedir la ayuda de su rival, Thtruica, amo contradicen el discurso negro cotidiano que no deja de afirmar que los
del mundo de Abajo; este termina por cederle el barro y es con esta materia indígenas viven l/fuera de la mirada de Dios". En cambio, aquí aparecen
que Caragabi logra modelar a un hombre que se mueve, sonríe y habla; como más cercanos tanto a Él y a sus intenciones, como a los blancos que
pero tiene que quitarle con su soplo la gravedad de la tierra. Ahora bien, a los negro-colombianos. Para comprender esta contradicción, sirve como
el papel creador de humanos del soplo divino también está en la base de la aclaración el examen de los relatos etiológicos indígenas que expresan el
representación negro-colombiana de la concepción y de la persona. origen diferenciado de los dos grupos. .;
No obstante, el barro que Dios les da en este caso a los ángeles es de tres Según los mitos Emberá y Waunaná, existió un demiurgo creador de
colores. Los primeros en ser creados son los indígenas 27 • En cambio, los los hombres, del mundo vegetal y animal y de algunas fuerzas sobrená':
negros figuran de últimos, por cuenta de su color. Los modelan de forma turales (espíritus ligados a los animales). Enfrentado a él, existe otro, su
más tosca y los tiran sin miramientos en una tierra ingrata, lo que explica rival, responsable de la creación de los espíritus chamánicos primordia-
las particularidades físicas que los distinguen de los otros dos grupos. les. Éste siempre permaneció distante d~ los primeros hombres. El creador
primordial, al principio cercano a ellos, tamóién acabó por alejarse. Sin
El segundo relato atribuye aún con mayor claridad la diferencia a Una
embargo, al contrario de los Emberá, los Waúnanál8 evocan su nombre
voluntad divina tras un primer aeto de creación uniforme de hombres
durante una ceremonia cíclica anual que tiene como objetivo agradecer y
oscuros. Pero hace intervenir también el comportamiento de éstos frente
asegurar la fertilidad agrícola.
al orden divino. La humildad sin rebeldía ni vacilación ante esta voluntad
divina introduce unajerarqufa en la diferencia; los que se le muestran más Según un relato recogido en este mismo subgrupo, Ewendamá, el crea-
sumisos, dominarán el mundo de los hombres. En este caso, el color de los dor del universo, creó a los hombres en Bahfll Solano modelándolos con
negros es el signo visible de su recalcitrante sumisión a la voluntad divina; barro oscuro. Enseguida, hlw surgir un río de leche del mar y ordenó a
esta vez es esta reticencia la que los convertirá de nuevo en los últimos, los hombres que se bañaran en él. Los primeros que se tiraron al agua
después de los blancos y los indígenas. fueron los ancestros de los blancos; los segundos, que se bañaron en una
leche menos clara, se convirtieron en los primeros indígenas. Enterados •
Estos relatos reorganizan elementos provenientes de la evangelización
tarde, los últimos en llegar no encontraron sino unas pocas gotas que sólo
colonial y postcolonial para expresar una relación~bigua entre los ne-
blanquearon las palmas de sus manos y las plantas de sus pies; fueron los
gro-colombianos y Dios. Hemos visto que esta ambigüedad opera también
primeros negros.
en las representaciones que subyacen el campo religioso y ritual. Pero aquí
no se formula en el registro de una superabundancia energética cuya per- Este relato se contenta de mostrar solamente un esbozo de jerarquía,
tenencia a lo divino no la vuelve menos temible. En cambio coincide con pero no un verdadero antagonismo. Pero según este subgrupo, existe al
354 355
CapítulO VIII El campo Interétnlco: representaciones e Intercambios entre los negros y los emberá
lado de Ewendamá un creador algo inferior, llamado Edau. Ewendamá vive y su carácter interétnico. Estos arraigan la diferencia en el fundamento
en el cielo, Edau, en cambio, en el aire. Creó el sol y la luna, y enseguida mismo del mundo humano, y la presentan en términos del color corporal,
los obligó a casarse, aunque no se entendían bien, por lo que terminaron vinculado primero a la tierra, y luego al agua y a la leche respectivamente.
separándose para siempre. A Ewendamá se le considera tutor de los indíge- Si la tierra se manifiesta como portadora de una naturaleza primordial
nas y de los blancos. Edau, el creador desafiado por sus criaturas, es el de fundamentalmente similar de unos y otros, las otras son los velúculos de
los negros. Según algunos Waunaná, sería incluso su creador. una diferencia posterior. Todo sucede como ésta, materia corporal primor-
dial común, se manifestara como portadora de la comunicación posible
Los dos dioses se alejaron del mundo humano, pero una hostilidad pri-
entre los dos grupos, mientras que el color es signo de su diferencia y de su
mordial continuó oponiéndolos. Los rituales Waunaná no se dirigen a nin-
necesaria separación. Pero tanto esta comunidad de materia corporal como
guno de ellos, pero su eficacia exige la neutralidad benevolente de Ewenda-
la aparición de diferentes colores corporales están vinculadas al Creador.
má. Los Waunaná explican por lo tanto la exclusión de los negros de estas
No obstante, mientras los indígenas pueden asociar esta dualidad a la exis-
ceremonias por el hecho de que su presencia podría atraer a Edau, lo que
tencia y rivalidad de dos dioses taumaturgos, el discurso de los negros
despertaría la cólera de Ewendamá, manifiesta en catástrofes naturales
acentúa, por su parte, la ambigüedad de la relación con un solo Dios, cuya
que perjudicarían a los indígenas2.9.
imagen se perfila en estos mitos muy diferente de aquella que se desprende
El relato Waunaná atribuye también la diferencia étnica y dI!! color a de los rituales negro-colombianos. En este caso, su acción creadora lo así·
una voluntad del Creador, posterior al surgimiento de los hombres que al mila en cierta forma al Creador indígena y lo aleja así de los negros. Estos
principio eran todos de ,olor oscuro. Pero dan un paso más en la co(!lfi~ tratan de superar ('sta división dela imagen de lo divino, que se presenta
ración de las diferencias, al púner a los tres grupos bajo la tutela de dos unas veCeS en el Centro mismo Jd espado :¡ocial y simbólico negro, y otras,
dioses rivales, el más poderoso de los cuales une a los blancos y a los indí- como aquí, en la exterioridad étnica, al afirmar que, al contrario de lo que
genas. Aunque ningún relato mítico sobre el origen de las razas ha podido sucedió con ellos, los indígenas terminaron por "abandonar" a Dios y vi-
recogerse entre los Emberá del alto Chocó, sus comentarios informales a ven desde entonces "fuera de la mirada de lo divino".
veces afirman una relación entre los negros y Thtruika, el amo del mundo Como se puede ver, la existencia próxima y la diferencia de los indíge-
de Abajo, creador del maíz y de los espíritus chamánicos primordiales. Le
nas obliga constantemente al sistema simbólico negro'-colombiano a poner
proporciona sin embargo al Creador el barro con el que acaba creando a en tela de juicio lo divino procedente del catoliéismo hispánico. La ambi-
los primeros hombres Emberá.
güedad de Dios en estos relatos responde así a la división entre el espacio
Así, para los indígenas, la diferencia e incluso el antagonismo con sus habitado y la selva asociada con los indígenas. Estos dos espacios son la
vecinos negros pueden interpretarse como la prolongación y en cierta for- sede de dos universos sobrenaturales irreductibles.
ma la traducción de una división que preside la creación misma del cosmos.
En resumidas cuentas, el sistema de intercambios interétnicos y el dis-
Sus creadores son dos, y estáIi divididos al igual que sus creaciones. Por lo
curso cruzado sobre el otro trata de hacer "pensable" a la etnia vecina. Ar-
tanto, la opacidad y la división no surgen con el mundo humano, sino que
ticulan prácticas y representaciones paradójicas que a la vez recuerdan y
lo preceden. El universo cultural de la diferencia se presenta entonces como
formulan el peligro del otro, y lo conjuran mediánte su asimilación parcial.
una copia del modelo de relaciones entre los dos creadores. Pero aunque
Cada sociedad se presenta como una figura de límite para la otra, ayudán-
estos se oponen y son incluso hostiles, su cooperación fue indispensable
dola a trazar de nuevo el contorno de su espacio social y simbólico propio.
para la creación del mundo; ambos fueron necesarios para que éste existie-
Pero al mismo tiempo, cada sociedad funciona para la otra como una figu-
ra. Pensar el origen de las razas significa entonces, en este caso, prolongar
ra amortiguadora dentro de las zonas simbólicas internas de conflicto. Así
(en lugar de hacer surgir como ruptura) una relación de interdependencia
pues, el reto de neutralizar la amenaza del otro se entreteje para los dos
antagonista, una división que tiene un fundamento cósmico.
grupos con el amansar de la faceta peligrosa de la coexistencia en el espacio
Este discurso paralelo a dos voces muestra claramente la existencia de social propio. De esta forma, el equilibrio dinámico de las representaciones
relaciones de interpenetración entre los relatos míticos de los dos grupos y de las prácticas simbólicas interétnicas zigzaguea constantemente entre
!
I 357
Capitulo VIII
I
!
El campo Interétnlco: representaciones e Intercambios entre los negros y los emberá
dos polos extremos: la ignorancia radical del otro y la violencia interétnica Notas
abierta. Esta estrategia compartida de sincretismo parcial, parece haber Lévi-Strauss (1958), p. 326.
evitado a esta prolongada vecindad forzada a resbalar hacia a uno u otro Esta reticencia para nombrarse como grupo frente a un extraño es par~ela a
extremo; nos incumbe entonces esbozar sus mecanismos internos. aquella, más firme aún, que los Emberá sienten de pronunciar su nombre Em-
berá en el exterior. Sobre las razones de esta reticencia, ver infra.
Según Stipek (1975), el miedo -a menudo recíproco- frente a la brujería del
otro grupo étnico y, más en particular, frente a los espíritus (los ja'is) contro-
lados por un chamán Emberá o negro, constituye uno de los principales meca-
nismos simbólicos que mantienen los lfmites entre las dos etnias.
Los "chamanes negros" -los curanderos negro-colombianos que también ha-
cen un aprendizaje chamánico con los jaibanás Emberá- constituyen en este
sentido un caso aparte (ver supra, cap. VI).
Los Emberá se oponían firmemente, hasta la reciente introducción de la escritu-
ra en su cultura, a cualquier intento de que un extraño (contando los blancos)
aprendiera su lengua.
Para el análisis de estas tendendils, en cuanto distintas, del "etnolecto" ne-
gro-colombiuno de zonas dd Pacífico, ver Gmnda (977). Paralelamente, los
etnolingüistas perciben en la lengua Emberá misma, una influencia masiva,
estructural, de este etnolecto negro al que han llamado la "criollización" del
Emberá. Se manifiesta en el paso a esta lengua de numerosas estructuras mor-
fológicas del español dialectal del Chocó (Landaburu, comunicación personal,
1991). Esta morfología mixta acompañada de préstamos de léxico da lugar en
una lengua ya fuertemente fragmentada en dialectos (Pardo, 1987) a procesos
innovadores, y a una multiplicidad de lenguas individuales que lo relaciona
también con las tendencias del etnolecto negro.
Un ejemplo de intercambio verbal característico entre un negro y un indígena
sería: "-lQué haciendo? -Viajando con señora". Esta estructura gramatical
anula en cierta forma el sujeto preciso y la duración de la acción.
Una cierta cantidad de estas características se encuentran también en el habla
interétnica que usan los grupos de colonos (de diferente origen regional) y los
miembros de las diferentes etnias de la Amazonia colombiana (de Hildebrand,
comunicación personal, 1980). Falta realizar estudios detallados sobre las rela-
ciones entre estos grupos.
Ante la evocación de una relación sexual de esa clase, las mujeres de los dos
grupos reaccionan con repugnancia, que mezclan con risas. Los hombres ne-
gros evocan con reprobación los casos de matrimonios mixtos entre negros e
indígenas andinas en el vecino departamento de Antioquia. Sin embargo, el
origen andino, por lo tanto campesino y "cristiano" de esas mujeres parece dis-
culpar en cierto modo para ellos el comportamiento matrimonial de su pariente
étnico. En el alto Chocó, durante los últimos quince aftos, hemos sabido de sólo
dos casos de matrimonio indígena-negra e india-negro. Estas parejas tuvieron
que vivir solas, apartadas de sus comunidades de origen, y su unión se disolvió
en pocos años.
10 Fuerza vital, principio energético personal, compuesto por el de un animal o
planta introducido en el indígena en su nacimiento, por el rito del "ombligado",
pero que puede ser reforzado por otros "ombligados" en la vida adulta. Pero
esta parte natural deljaure personal se injerta en la deljaure "de los huesos",
359
Capitulo VIII El campo Interétnlco: representaciones e Intercambios entre los negros y los emberá
que es el del Emberá muerto, y que ''vuelve a subir" desde el mundo de Abajo a la sociedad politicamente acéfala que por tradición constituyen los Emberá.
al útero femenino, en la concepción. Es por ello que el "Emberá nunca muere, En un conflicto grave dentro de una unidad residencial, la solución que sigue
siempre somos los mismos de antes", como nos decía el chamán Italiano Du- rigiendo es la división de! grupo, sólo que ésta se está volviendo cada vez !llás
masá en 1988. dificil de realizar, a causa de la escasez de tierras disponibles.
11 La condición social y sobrenatural de los hijos de estas uniones es ambigua para 20 Según los negros, su alejamiento de este espacio hacia la parte alta del río y
los dos grupos. Según los negros, su alma-fuerza vital tiene pese a todo la hue- el espacio salvaje de la selva -al evocarlos en el territorio indígena- vuelve
lla de lo divino; si nace en la comunidad y encuentra padrinos para bautizarlo "sordos" a los santos.
dos veces, tendrá un alma-sombra "chica". En caso contrario, será un "cholo 21 La única excepción es constituida por la manipulación regular para su propio
flojo". Según los indígenas, estos niños llegan dificilmente a la plenitud física uso que los chamanes Emberá hacen de plantas alucinógenas y aromáticas
y social; tendrán unjaure "en pedazos" e incluso si se casan con una Emberá, para "seducir a nuevos jafs". Este saber -que tampoco poseen los indígenas del
creen que su progenitura será débil. Un prolongado tratamiento chamánico común- se encuentra por fuera de la comunicación interétnica; ni los negros
puede sin embargo mejorar esta tara congénita, aunque no suprimirla. En rea- lo buscan, ni los chamanes indígenas están dispuestos a enseñárselo.
lidad, lo más frecuente es que estos niños mixtos, que son muy pocos, escojan
vivir en QJJibdó, marginados de sus dos comunidades de origen. II Este poder es el que produce las enfermedades que los Emberá agrupan en la
categoría de los males soplados.
12 J.P. Dumont (1974) propone e ilustra esta hipótesis al analizar la comunicación
23 Verrill (1933).
interétnica entre campesinos criollos venezolanos e indígenas Panare.
24 Esta "locura de los dioses" entre los Thonga fue descrita por Junod y analizada
13 Estando en la comunidad, donde siguen prevaledendo los taparrabos de los
por De Heusch (1971). pp. 2,31-2n. Seguimo~ aquí SI.1Óptica.
hombres y la parum¡¡ (una tela que se dikn nI cuerpo desde el pecho hl1,lo !.;\s
rodillas) de las mujeres, los Embcrá casi nunca usan esta ropa. Lo hacen única- ~, El estado actual de nuestras illvcstigm:iones no nos permite lomar una posidón
mente solo cuando viajan a una comunidad negra o a OJ¡ibdó. al respecto. Nos proponemos consagrarle un trabajo futuro y asociar a él a un
investigador de la cultura bantú.
14 El resultado es que algunas parejas negras maduras acumulan muchísimas re-
laciones de compadrazgo con los indígenas, lo que se manifiesta en los períodos l6 El primero fue publicado por Velásquez (1960). La segunda versión que damos
rituales colectivos, por la presencia en su casa de una multitud de éstos que se aquí, fue recogida por nosotros en 1982, en Bebaramá y en e! Capá. Su trama
quedan y comen alli, incluso si han llevado alimentos de regalo. Esta acumula- es idéntica a un relato que le contaron a Velásquez en 1957 y que publicó en
ción es muy apreciada por la opinión comunitaria que ve en ella una fuerza del 1960, pero en la variante recogida por nosotros el lugar de los indígenas lo
alma-sombra que estas relaciones no dejan de aumentar. ocupan los mulatos.
27 La idea de que los indígenas ocuparon el Chocó antes que los negros y los blan-
15 En algunas zonas de! Chocó, e! apellido de! negro, unido a su nombre, también
se transmite. Este no es e! caso en el río Capá. Anotemos en todo caso que el cos, "llegados después", se presenta a veces en los comentarios de los negros,
hecho de transmitirle su nombre a un ahijado se opone totalmente a la ten- sin que las modalidades o las razones de la llegada de estos últimos pueda ser
dencia negra de! onomástico, que busca precisamente la mayor diferenciación precisada.
individual posible (ver capítulo V, "El bautismo de nombre"). 28 Este subgrupo de indígenas ocupa parte de la cuenca del Baudó y la parte baja
de! río San Juan en e! Chocó; consta aproximadamente de tres mil miembros.
16 Sobre e! conjunto del proceso simbólico de individuación Emberá, ver Losonczy
Su contacto con las comunidades negras es antiguo y constante.
(1987).
29 Pinto (1978), p. 122; Y Lotero Villa (1977), p. 29.
17 La atomización tradicional de esta etnia, los avatares de su historia, así como
ciertas características de su sistema chamánico (ver Pardo -1987-, pp. 84-
101 Y nuestro capítulo VII) hacen que las diferentes unidades residenciales es-
tén sujetas a sospechas y conflictos latentes. Esta característica estructural,
agravada por e! impacto de la Iglesia y de la sociedad nacional es de importan-
cia básica para comprender e! objetivo de los indígenas en sus relaciones con los
negros.
" En este punto seguimos en general la interpretación de J.-P. Dumont (1974).
19 La Organización Regional Emberá-Waunaná del Chocó (OREWA) desde su fun-
dación en 1982 impulsó a las unidades residenciales a elegir un cabildo (ver
capítulo 1). Entre los poderes de éste se encuentra la posibilidad de castigar a los
camorristas de las unidades residenciales mediante el arresto, la inmovilización
del culpable durante algunas horas o días en un aparato de madera de origen
colonial (el cepo) que le ciñe los brazos y las piernas. Sin embargo, este instru-
mento se utiliza poco en la práctica, puesto que esta filosofía del poder es ajena
Conclusiones
Al cabo de este recorrido por el universo social e ideal de los negro-co-
lombianos del Chocó, nos proponemos recordar algunos puntos destaca-
dos que abren la investigación hacia nuevos ángulos de estudio.
Conclusiones
gunos estudios americanistas recientes han desarrollado en el campo social firman la interdependencia de las dos sociedades. De tal suerte que, com-
amerindio. Estos trabajos se niegan a caracterizar estas sociedades como padrazgo y práctica chamánica negro-colombiana colocan respectivamen-
"flexibles" e "informales" y se proponen dar cuenta de su especificidad te la lógica cultural del otro en el centro mismo de cada sociedad mediante
estructural. Centran el análisis en el lugar privilegiado que las sociedades el ritual. Por otro lado, el carácter circunscrito de estos intercambios, así
amerindias conceden a los intercambios rituales de propiedades simbóli- como la prohibición de la circulación interétnica de mujeres mediante el
cas (constituyentes no materiales de la persona) en la construcción de un matrimonio, se manifiestan como los principales mecanismos sociológicos
espacio sociopolítico entre grupos locales. Esta nueva perspectiva permi- y simbólicos de afirmación de las fronteras entre los dos grupos.
tiría comprender la organización social de las comunidades "negras", en
términos de su representación y vivencia por sus miembros, en lugar de El objetivo subyacente de estos intercambios simbólicos entre las dos
caracterizarla negativamente, a través de la aplicación de categorías analí- sociedades nos pareció doble: neutralizar la amenaza del exterior al ins-
ticas inspiradas en el estudio de la sodedad nacional, o en la investigación cribir al otro en su propia periferia ~ocial, y al mismo tiempo camuflarse
de "supervivencias africanas". simbólicamente d¡:trá,s de él para eludir un peligro simbólico interno. En
I.'¡¡te sentido, se podría d~cir qm: d espado Ilpd!lF neSr() y el espacio sodal
Sin embargo, nlguna.s dift:rend[!~ entre el si~tfnw sPdal \1fgrcH:ülom-
Emberá comportan cada cual una intersecciÓn con el otro que hace parte
biano y el indígena nos parecen también pertinentes. La existencia de nú-
integral del campo social propio. Ni dos conjuntos sociales de límites rígi-
cleos parentales "afianzados" en la repetición de la alianza matrimonial,
dos y formales, vinculados por algunas prácticas de intercambio ad hoc, ni
concluida entre las familias por los padres, y ante todo la ausencia de
rituales intercomunitarios, en cuanto armazones simbólicos y políticos una sola sociedad, resultado cohesivo o fragmentado de un encuentro in-
del conjunto "chocoano, oponen el sistema social negro-colombiano a la terétnico, las comunidades negras y Emberá del Chocó nos obligan a con-
organización Emberá y a la de otras etnias amerindias. El estudiQ de es- siderar los límites de conjuntos étnicos distintos, pero histórica, geográfica
tas diferencias y de su alcance se presenta como una fecunda pista de in- y simbólicamente cercanos, en cuanto lugares de transacciones simbólicas
vestigación que profundizaría este primer acercamiento del espacio social específicas entre alteridades étnicas parcialmente ajustadas e interdepen-
negro-colombiano, confrontándolo con una sociología comparativa de las dientes. La naturaleza de estas transacciones rituales modifica la lógiea
sociedades amerindias de su entorno. Nos parece lícito ampliar este cues- intraétnica de cada uno de los espacios sociales del cáso.
tionamiento a las comunidades negro-ecuatorianas y negro-panameñas,
Entre los negros y los Emberá del Chocó, este tratamiento particular de
así como a ciertos grupos negros de Venezuela y de Brasil que también son
los límites sociales y simbólicos se apoya en el futercambio ritual de bienes
vecinos de diferentes etnias amerindias desde hace mucho tiempo. El estu-
inÍnateriales (nombres, espíritus, enfermedade~, métodos terapéuticos). El
dio etnográfico de esta conexión y la reflexión sobre sus consecuencias so-
papel que aquí le corresponde al rito lo perfiia como el soporte de una
ciológicas hacen falta en la literatura relacionada con estos grupos; y sobre
"estructura de red"3, como armazÓn socio-simbólica,de tranSacciones que
todo está poco presente en las investigaciones antropológicas basadas en
observaciones etnográficas precisas. Uno de nuestros deseos fue contribuir abren y delimitan a la vez un espacio social. Pero el rito se presta para ello
a la apertura de este archivo etnográfico y etnológico. por el objetivo que Uvi-Strauss le reconoció, ~l de "reconstruir lo conti-
nuo mediante operaciones prácticas a partir dé lo discontinuo especulati-'
vo [ ... ]".4 En este caso, lo discontinuo lo constituyen las diferenciaciones •
Frontera Interétnlca y ritual conceptuales que también tienen una pertinericia de tipo sociológico; su
La organización social negro-colombiana también plantea con notable representación privilegiada se encuentra, para los negros-colombianos, en
agudeza el problema de los límites de un conjunto social. El compadrazgo la divisiÓn que establece su topografía simbólica entre el espacio habitado
interétnico entre los ,negros y los Emberá, que los convierte en consanguí- y la selva, que asocian a los indígenas. Es sobre este discontinuo interétni-
neos rituales, así como los intercambios de entidades simbólicas (nombres, co codificado en el idioma espacial que los intercambios rituales entre los
espíritus chamánicos, enfermedades y procedimientos terapéuticos) con- negros y los Emberá tratan de construir paralelos.
Conclusiones
En el plano sociológico, el ritual tendría la misma función que le atribu- dualidad contradictoria, inscrita en su identidad misma, somete al hom-
ye Albert, haciendo eco a Lévi-Strauss, en oposición al mito: "recomponer bre negro-colombiano a una tensión entre la relación de depredación sin
constantemente las disyunciones impuestas por la organización cognitiva contraparte frente a la selva, y a la reciprocidad ritual en el comercio con
de lo real"5. El rito por lo tanto se nos presenta corno "una estructura de los santos. Adentrarse en la selva para tornar allí la vida de un animal
comunicación constitutiva de la articulación interna de cualquier orden constituye pues una doble transgresión del orden de lo divino. Exige que el
social"ó • El estudio del espacio sociopolítico de algunas sociedades amerin- cazador ponga en suspenso momentáneamente su alma-sombra, marcada
días 7 ha comprobado la pertinencia de tal concepto del ritual en cuanto por lo divino, soporte de su nombre y de su memoria. Esta manipulación
fundador y armazón de un espacio social en su densidad máxirná dentro deliberada de un componente no-material de la identidad se emparienta a
de una etnia. El caso de los intercambios simbólicos interétnicos entre los la lógica del actuar chamánico Emberá.
negros y los Emberá del Chocó incita a prolongar esta perspectiva y a El intercambio de energía subyacente en las relaciones colectivas e in-
contemplar de manera complementaria el rito en cuanto dispositivo cul- dividuales con los santos, así corno el pacto del brujo con los avatares
tural privilegiado de relaciones con el Otro extraétnico, en cuanto la acción del diablo, se manifiestan también corno un modelo de contacto de tipo
ritual re-maneja las posiciones de los actores creando entre ellos nuevas charnáníco, aunque carezcan, sin embargo, de su modalidad específica: el
relaciones. Dentro de esta óptica, el acoger redprocamente elementos ri- trance. La ausencia del trance entre los negros, y el carácter reversible de
tuales pertenecientes al otro en el espácio social y simbólico propio, con la su relación electiva individual con una entidad sobrenatural, desvían la 16-
exclusión del matrimonio interétnico, establece una relación particular de gica de alianza que rige la relación chamánica con la sobrenaturaleza hacia
tipo político que tiene efecto tanto en la afirmación de los límites étnicos una lógica de pacto, que instaura una comunicación igualitaria, al mante-
respectivos corno en su levantamiento parcial. Nos parece que oota pers- ·ner la distancia corporal con las diferentes figuras de la sobrenaturaleza.
pectiva, muy poco explorada, podría resultar fecunda para el examen de
Esta lógica "contractual" charnánica, posible vestigio de antiguos con-
las relaciones interétnicas entre una multitud de grupos locales geográ-
ceptos paganos en el catolicismo, constituye una de las facetas de la con-
ficamente vecinos, pero pertenecientes a conjuntos étnicos diferentes en
cepción católica sobre la empresa satánica. Nos parece lícito suponer que
muchos lugares del mundo.
fue a través del contacto con el charnanismo indígena que este modelo de
relaciÓn, circunscrito al campo maléfico y driramente reprobado por el
Diferencia y semejanza: el buen uso de la alteridad catolicismo, se extendió y generalizó en todo el tampo ritual negro-colom-
biano. Se convirtió en el soporte de toda comunicación con la sobrenatura-
No obstante, este tipo de. relación interétnica supone una estrategia
leza humanizada y en el dispositivo privilegiado de lá actividad ritual, que
simbólica compartida de relación con el Otro. Se incorporan comq, una de
distingue al sistema negro, tanto en relación con el charnanismo indígena
las figuras de su reproducción algunos elementos rituales de este último al
corno con el catolicismo ortodoxo. Ni fusión corporal con la sobrenatura-
campo socio-simbólico propio, sin abrirlo por ello en su totalidad al Otro.
leza corno en la posesión, ni lucha chamánica, m exorcismo, ni adoración;
Esta clase de estrategia comporta una graduación de las diferencias y de
esta lógica contractual de comunicaciÓn que eiccluyé tanto la sumisión a
las semejanzas entre los dos sistemas sociales, rituales y de representación
la sobrenaturaleza corno el cuerpo a cuerpo con ella, nos parece ser un
en contacto. modelo intermedio, frecuente pero poco estudiado, en un campo de trans-
Hemos puesto de relieve el carácter dividido de la sobrenaturaleza ne- formaciÓn estructural, esbozado por De Heusch, cuyos dos polos extremos
gro-colombiana entre, por una parte, el universo de los santos, depen:dien- son la posesión y el chamanismo.
tes de lo divino y arraigados en el espacio habitado, y por otra, las entida-
des sobrenaturales de la selva con las cuales ninguna comunicación ritual
Lógica bantú, católica e Indigena: el fondo chamánlco
es posible; estas figuras de la naturaleza salvaje están ligadas a un espacio
asociado a los indígenas. Sin embargo, el sello de ambas sobrenaturalezas, En las américas negras, el contacto de los sistemas religiosos afro-ame-
sobrehumana una, animalIa otra, marca la fuerza vital masculina. Esta ricanos con el catolicismo y las prácticas chaniánicas indígenas no llevó
368 '369
Conclusiones
en todas partes al surgimiento del modelo "contractual" de comunicación el contacto con el sistema chamánico Emberá y Waunaná. Se habría des-
con lo sobrenatural. Bastide demostró que aunque los cultos de posesión plegado, ordenando los elementos del catolicismo impuesto, explotando
de origen yoruba, fon y fanti-achanti, cultos fuertemente articulados a el fondo pagano del pacto con el diablo, para instaurarlo como modelo
una mitología integrada, pueden yuxtaponer figuras sobrenaturales aje- general de comunicación con las entidades sobrenaturales. Pero los lími-
nas, estas últimas siguen estando subordinadas a la lógica ritual y mito- tes estructurales de una sobrenaturaleza católica fuertemente humani:'
lógica original. En cambio, las prácticas rituales de origen bantú acogen zada, límites tal vez fortalecidos más aún por la voluntad de diferencia-
generosamente entidades rituales procedentes de otros sistemas y se dejan ción étnica de los negro-colombianos, no permitieron la incorporación
transformar por ellas. en ella de una dimensión natural (vegetal y animal). Por consiguiente,
Pero más allá de esta apertura bantú al sincretismo, atestiguado en toda el espacio selvático salvaje, asociado con los indígenas, se convirtió en
América, la sensibilidad particular del campo ritual negro-colombiano a la la sede de un universo sobrenatural en cierta forma concurrente, que
lógica chamánica nos parece remitir al fondo chamáníco de las culturas excluye cualquier comunicación dentro del sistema ritual negro, y que
bantúes en África, puesto al día por el análisis de De Heusch. Lo descubre constituye el límite de su lógica simbólica. Sólo por intermedio de un
en la brujería en África central y del sur, donde su modo de agresión es acces!) e inclusión parciales y limitados a la práctica chamánica Emberá,
representado por la gente como un "chamanísmo vacío", sin rit,?al visible, basada en una alianza con los espíritus de naturaleza vegetal y animal,
integralmente figurado en el imaginario. Pero este fondo chamáníco se este espacio pudo convertirse en el soporte de una comunicación ritual
precisa aún más a través del análisis de De Heusch de la práctica ritual del positiva para los negro-colombianos.
"médiumnismo" como un chamanismo mitigado; más que de un cuerpo a Nos parece que este análisis puede aplicarse para el estudio de otras cul-
cuerpo, se trata de un cara a cara del médium y del espíritu protector me-
turas negro-americanas donde la africanídad de los orígenes no sobrevi-
diante un trance autoinducido. De Heusch sitúa esta práctica ritual, que
ve sino en elementos dispersos, integrados a sistemas de representaciones
caracteriza a varias poblaciones bantúes, en el eje del chamanísmo y de la
centrados en la relación ritual con los santos y los espíritus de los muertos
posesión. Su posición estructural le permite en tal forma "evolucionar in-
familiares. Tal parece ser el caso de los grupos negros de Venezuela, Pana-
diferentemente hacia manifestaciones francas de posesión o, al contrario,
má, Ecuador y Perú, y los "quilombos" rurales de Brasil. La mayor parte
trocarse en un chamanismo auténtico" 6 •
j de estas comunidades se encuentran próxin1as a etnias indígenas, incluso
Las fuentes histó~icas disponibles no permiten precisar para Colombia
el origen étnico mayoritario que habría predominado en la trata de escla-
vos africanos. Además, Bastide demostró que no es el número particular-
I si es variable su grado de aislamiento de la sociedad nacional mestiza. Este
trabajo se propuso mostrar que la comprensión de los sistemas sociales
y rituales negro-americanos gana en profundidad si se centra el análisis
mente elevado de escÍavos provenientes de una etnia el hecho deterÍninante 1 en la compatibilidad y los ajustes de las diferentés lógicas de representa-
en la supervivencia de algUnos sistemas religiosos africanos; esta supervi- ciones que la historia puso en contacto. 'lllmbién desea demostrar que la
vencia parece más bien condicionada por la naturaleza estructural de estos división analítica e ideológica con la cual la literatura afro-americanista
cultos. Dentro de esta óptica, es la lógica estructural misma del campo ri-
tual negro-colombiano, surgida en el crisol del catolicismo impuesto y del
1 ha abordado la africanídad manifiesta de algunos cultos de posesión en las
\ américas, o la desaparición de la herencia africana en otros grupos negro-
chamanismo Emberá próximo, lo que nos permite suponer una influencia 1 americanos, pueden ocultar la evolución más compleja y subterránea de
bantú predominante entre los esclavos del occidente colombiano, más que una lógica de origen africano. En este sentido, el sistema ritual puede verse
la persistencia de algunos rasgos léxicos y culturales disperso~ que algU- 1 como marcado por una africanidad latente, por una lógica bantú cuyo en-
nos trabajos postulan como de origen bantú. Esta influencia tal vez no fue
contrarrestada por la presencia de cultos de origen yoruba o fono Y, por !
¡
cuentro con el catolicismo hispánico y el chamanismo Emberá-Waunaná
ha acentuado el fondo chamánico. Este a su vez ha modificado la lógica
ende, no pudo anclarse en un sistema ritual centrado en la posesión para católica y el chamanismo indígena, dando así nacimiento a un nuevo sis-
reestructurarse: así se perdió su panteón originario. En cambio, el fondo tema autónomo. Este complejo proceso muestra el carácter simplista de
chamánico original de las culturas bantúes se habría acentuado mediante la división entre una africanidad, asociada únicamente a la existencia de
37° 371
Conclusiones
rasgos manifiestos, y la consideración de las sociedades negro-americanas al otro, mediante su inscripción simbólica en la periferia de la representa-
como ensamblajes heteróclitos, construidos sobre el ''vacío'' cultural que ción pr?pia. Este caso de figura parece situarse en posición intermediaria
habría dejado la completa desaparición de la herencia africana. entre una lógica de adición que deja intacta aquella, original, del sistema
religioso, y un ajuste simbólico propio del sincretismo.
Figuras del Si y del Otro: nueva perspectiva para el sincretismo
Las culturas "negras", articuladas en torno a las relaciones rituales con
Los ajustes simbólicos entre los sistemas rituales negro y Emberá se los santos y los espíritus de los muertos familiares, trazan una tercera
inscriben, en el nivel analítico, en la problemática del sincretismo, noción . figura de relaci6n con el Otro. Estas entidades sobrenaturales, así como
cuyas definiciones múltiples y aplicación a fenómenos culturales muy di- otras de origen indígena borraron por completo a las divinidades africanas
versos han desdIbujado en gran medida su contorno. Intentaremos sacar desaparecidas. Además, la relación que el ritual instaura con una sobre-
las enseñanzas de este caso, al situar la noción de sincretismo dentro de naturaleza fuertemente humanizada rechaza tanto la posesión como la
una perspectiva en la que éste define algunas modalidades específicas de alianza chamánica, manifestada en el trance, así como el sumiso recogi-
una relación simbólica con el otro en una situación de contacto y de con- miento del fiel católico. A esta relación la subyace una lógica contractual,
flicto larvado. Estas modalidades revelan ciertas virtualidades latentes de entre la alianza chamánica y la distancia corporal que la religión católica
la lógica de los sistemas de representación implicadas en el contacto. Úlstaura con lo sobrenatural. En este caso, todo sucede como si se tratara
de digerir en cierta forma al Otro mediante una completa apertura del es-
Las américas negras ofrecen tres formas de respuesta a una situación de
pacio propio, de asimilarlo transformándolo para que se convierta en uno
ruptura social y cultural brutal y a la presencia constrictiva de un sistema
mismo. Nos parece que esta estrategia sólo pudo desarrollarse en razón •
religioso dominante: el catolicismo. A este respecto, Bastide habla de "reli-
del fondo chamánico que subyacía al sistema ritual de origen africano y
giones en conserva" y de "religiones vivientes". Las primeras, de origen fon,
gracias a la ausencia de cultos de posesión "en conserva". El carácter cató-
estarían representadas por la "Casa de Mina" de Sao Luis do Maranhiio en
lico de lo sobrenatural evitó el deslizamiento del sistema hacia una fusión
el Brasil y por centros rituales Rada en la isla de 1rinidad; estos son cultos
con el chamanismo indígena; en cambio, este último sirvió de soporte al
vudú "en conserva". Los caracterizaría la índole "indómitamente conser-
modelo del contacto con las entidades sobrenaturales.
vadora tanto de la dogmática ,como de la práctica africana", que Bruitide
califica como una "mineraliza¡;ión cultural" por el rechazo que oponen a El sistema de representación y el ritual de los negro-colombianos apa-
todo cambio. Se trata de una estrategia de cerrazón ante el Otro que niega recen entonces como portadores de un sincretismo global, que consistiría
simbólicamente el contacto y el conflicto de las interpretaciones. en incorporar al Otro, transformándolo al mismo tiempo para hacer sur-
gir en él una nueva frontera identificatoria del yo colectivo. Los negro-
En cambio, el vudú haitiano y el candomblé Angola en el Brasil cons-
colombianos desarrollaron esta estrategia subyacente frente a dos alteri-
tituyen, según Bastide, religiones "vivientes" en el sentido en que acogen
dades sociales y religiosas: la hispánica y la Emberá. La primera impuso
entidades sobrenaturales procedentes del catolicismo o de los sistemas re-
sus modos de representación y sus ritos; la segunda hizo posible que la
ligiosos indígenas y las yuxtaponen a sus divinidades. Lo hacen mediante
adopción de estos modos se inscribiera en un intercambio, un modelo sin
un mecanismo simbólico de adición, yuxtaposición y cúmulo que conclu-
sumisión. Se trata de una estrategia simbólica compartida: la de la apro-
ye a menudo en un sistema funcional de correspondencias entre los santos
piación de componentes inmateriales de la identidad del otro (el nombre,
y las divinidades indígenas. Leiris y De Heusch han mostrado en el vudú
los espíritus) que, incorporados a la identidad propia, reducen su alteridad
el carácter superficial de esta correspondencia así como la autonomía de
y sirven al mismo tiempo como protección simbólica contra los peligros
los dos universos sobrenaturales dentro de un culto dominado por la ló-
intraétnicos.
gica africana de la posesión. Sin embargo, el análisis de De Heusch revela
también el papel de impulsador ritual que la invocación inicial a los santos Pero este intercambio sigue siendo asimétrico. Aunque los negros se
desempeña en la puesta en marcha de las divinidades propias que luego to- sirven de un modelo global de contacto con la sobrenaturaleza, aunque los
man posesión de los iniciados. En este caso se trata de una apertura parcial retoquen, sus dones simbólicos a los Emberá -como el nombre cristiano
372 373
Conclusiones
y los procedimientos terapéuticos- se inscriben solamente en la periferia Nos parece que el tipo de sincretismo que se instauró entre sus dos sis-
del sistema ritual chamánico sin modificar fundamentalmente su lógica de temas rituales y de representaciones constituye precisamente una solución
conjunto. Esto sugiere que la comprensión del proceso sincrético gana al cultural alternativa a la violencia de un enfrentamiento mortífero entre
analizarlo como modificador de todos los sistemas que le están asociados. los hombres. 1bdo sucede como si fuera una especie de guerra simbóli-
Sin embargo, las modalidades y la profundidad de esta transformación ca con rehenes, una captura recíproca de elementos del otro, tanto para.
dependen de las virtualidades internas de la lógica de cada cultura para desarmarlo gracias a una asimilación parcial como para reproducir por
tratar la alteridad y trazar las fronteras de su identidad. intermedio suyo la identidad propia y sus límites. Este doble objetivo; sub-
yacente en todos los intercambios, constituye una articulación simbólica
de la agresividad interétnica que evita el deslizamiento hacia la violencia
Conflicto de Interpretaciones y enfrentamiento entre los hombres: del enfrentamiento. El sistema de ~ustes y de implicaciones mutuas que
el sincretismo como figura politlca vincula a los dos espacios sociales y simbólicos nos parece ser una figura
Parece claro que una reflexión sobre el sincretismo, en cuanto estrategia aún demasiado poco explorada del sincretismo entre dos sociedades, entre
cultural de tratamiento de la alteridad y de la identidad, no puede evitar las cuales ninguna domina a la otra. Pero posee también, a nuestro juicio,
plantearse el problema de la dominación y de la violencia simbólica y real. una dimensión política fundamental por el hecho de constituir una estra-
Estas a menudo están en el origen del proceso sincrético, a veces lo acom- tegia coherente para mangar y desarmar la violencia virtual que entraña
el contacto con la alteridad étnica, sin caer por ello en la fusión identita-
pañan, pero siempre constituyen, a nuestro juicio, su horizonte y su reto
ria, ni tampoco en la ignorancia recíproca. Esperamos por lo tanto haber
virtuales. Por consiguiente, el sincretismo posee una faceta política en el
contribuido a demostrar el interés de un enfoque de este tipo de relaciones
sentido amplio del término, donde el conflicto de interpretaciones puede
interétnicas en términos de esquemas conceptuales y simbólicos que or-
a menudo desembocar en un enfrentamiento entre los hombres. Así, la
ganizan el espacio social y ritual de dos culturas radicalmente diferentes.
presencia de Jos santos y del diablo entre los negro-colombianos surgió de
Pero son sus ajustes y diferenciaciones mutuas lo que dan coherencia a la
una conquista armada y de una larga dominación pragmática y simbólica; estrategia de contacto con el otro, al crear un espacio socio-simbóliCo de
el sistema ritual original que los negros derivaron de ello constituye, en intersección, integrado al espacio propio de cada uno.
cierta forma, una construcción de paz sobre las ruinas del enfrentamiento.
Es este tipo de relación entre violencia y sincretismo que los análisis sobre Nos parece que en América del Sur y en otras partes abundan situa-
éste último enfatizan más. ciones interétnicas parecidas, en las que el sincretismo y el tratamiento de
la violencia intra e interétnica pueden manifestarse vinculados de manera
En cambio, el encuentro de los negros y los Ember.á al término de la es- análoga.
clavitud perfila un itinerario diferente entre violencia y sincretismo, cuyo
Al final, el largo itinerario a que ha convidado este estudio perfila unas
alcance no ha merecido la misma atención hasta el presente. Los negro-
figuras de diálogo. Para los negros y los Emberá del Chocó éste no parece
colombianos y los Emberá se encontraron en un territorio para compartir;
posible sino en la medida en que los interlocutores se perciben como ni del
territorio que cada uno de los dos grupos consideraba suyo. A este hecho
todo el mismo, ni del todo el otro, y que cada cual logre concebir simbóli-
se añadieron las barreras culturales· endurecidas por la diferencia de esta-
camente y desplegar pragmáticamente la alteridad en su propio espacio y
tus que la legislación colonial había fijado al definir su condición a cada lo familiar en el espacio del otro.
uno, lo cual sentó las premisas de una potencial violencia interétnica. Que
esta violencia virtual no se transformara jamás en una realidad dentro
de una sociedad nacional desgarrada por enfrentamientos perpetuos e
indiferente ante su supervivencia, obliga el análisis a colocar al sincretis-
mo de intercambio entre negros e indígenas del Chocó b~o un enfoque
complementario.
374 375
Conclusiones
Notas
Para una caracterización más general de éstas, ver sobre todo Overing Kaplan
(1977), p. 391; Y Albert (1985), pp. 673-678.
Para el análisis de este tipo de organización social, pensamos con Albert (1985),
p. 684, que el concepto de espacio social más pertinente es el desarrollado para
el sudeste asiático por Condominas (1980): "El espacio social es el espacio de-
terminado por el conjunto de los sistemas de relaciones característico del grupo
considerado" (p. 14). Es en este sentido que utilizamos esta noción.
Sperber (1972), pp. 116-118.
Lévi-Strauss (1971), p. 610.
, Albert (1985), p. 690.
6 Albert (1985), p. 691.
Overing-Kaplan (1981), Hugh-Jones, C. (1979), y Albert (1985), entre otros.
De Heusch (1971), pp. 268-278.
Referencias
bibliográficas
AGUIRRE BELTRAN, G.1946. La poblaci6n negra de México. México.
AGUIRRE BELTRAN, G. 1958. Cujila, esbozo etnográfico de un pueblo negro.
México. .
ALBERT, B. 1985. Temps du sang, temps des cendres. Représentatión de la
maladie, systeme rituel et espace politique chez les Yanomani du S.E. Th~se
de Doctorat (inédita). Université Paris-X - Nanterre.
ANONIMO (1777). 1948. Descripci6n de la Provincia del Citará y curso del
rioAtrato. Bogotá: Boletín de la Soco de Geografía, vol 8:1.
ARBOLEDA. J. 1962. La Historia y la Antropologla del negro en Colombia.
Río de Janeiro: América Latina, año 5, W 3. .
ARBOLEDA. J.R. 1950. The Ethnohistory ofthe Colombian Negroes. Chicago:
Northewestern University, tesis de doctorado. .
AROSEMENA, M. 1972. El rito de la Chicha cantada entre los Chocoes.
Hombre y Cultura. N° 2. Panamá.
ARRAZOLA, R. 1970. Palenque, primer pueblo libre de América. Cartagena:
Ediciones Hernández.
ATENCIO BABILONIA, J. 1973. Hacia un Marco Histórico-cultural en las
Relaciones de Negros e Indios. Revista Logos. W 7, pp. 83-90. Universi-
dad del Valle. C a l i . -
AUGE, m. 1977. Pouvoirs de vie, pouvoirs de mort. París: Flammarion.
AUSTIN, J.L. 1970. Quand dire, c'estfaire. París: Seuil.
BASTIDE, R. 1958. Le candomblé de Bahia. París: Mouton.
BASTIDE, R. 1958. Le mythe de l'Afrique noire et la societé de classe mul-
tiraciale. En Esprit, octubre: pp. 401-413.
BASTIDE, R. 1960. Les religions africaines du Brésil.
BASTIDE, R. 1969. Etat actuel et perspectives d' avenir des recherches afro-
américaines. En Journal de la Société des Américanistes. París: ;romo
LVIII.
BASTIDE, R. 1970. Historia del papel desempeñado por los Mricanos y
sus descendientes en la evolución sociocultural de América Latina. En
Introducci6n a la cultura africana en América Latina, obra colectiva,
UNESCO.
BASTIDE, R. 1971. Anthropologie appliquée. París: Payot.
BASTIDE, R. Le Besoin religieux. En Thxtes des Conférences et Entretiens or-
ganisés par les Rencontres lnternationales de Geneve.
BASTIDE, R. 1973 .. Les Amériques Noires. París: Payot.
BASTIDE, R. 1977. Art et sociétés. París: Payot.
BECQUELlN, A., MOLINIE, A. (eds.) 1993. Mémoire de la tradition. Nante-
rre: Societé d'éthnologie.
379
Blbllografia
BECWITH, W.M. 1929. Black roadways : a study of Jamaica Folk Lije. 'Uru- DANE. Censos correspondientes a los afios 1981,1938,1951,1964. '
versity of North Carolina Press.
DE GRANDA, G. 1968. Notas sobre léxico palenquero de origen bantú.' En
BETANIA, M. de. 1964. Mitos, leyendas y costumbres de las tribus surame- Estudios lingüisticos hispánicos, afro-hispánicos y criollos. Madrid: Bi-
manas. Madrid. blioteca Romántica Hispánica. Editorial Gredos.
BOUGEROL, C. 1983. La médecine populaire él la Guadeloupe.París: DE GRANDA, G. 1977. Diatopía, diastratia y diacronía de un fenómeno
Karthala. fonético dialectal en el Occidente de Colombia. En Estudios sobre un área
BOYER-ARAUJO, V. 1923. Femmes et cultes de possession au Brésil. París: dialectal hispano-americana de poblaci6n negra. Instituto Caro y CuerVo
XLI, Bogotá.
I:Harmattan.
DE HEUSCH, L. 1971. Pourquoi l'épouser?París:Gallimard.
BRICEÑO, J.C. de. 1984. Influencia americana en la mitología afroamerica.-
na. Montalbán, Venezuela: 15, pp. 9-17. DE HEUSCH, L. 1989. Il sincretismo religioso ad Haiti e nella Repubblica
Dominicana. EnAntropolog(a, tendenze contemporanee. pp. 1939. Milan:
CAlCEDO, C. 1980. El Choc6 por dentro. MedelIín: Lealon. Hoepli.
CAlCEDO, M. 1977. Ch0c6Mágico-Folc16rico. Quibdó: Gráficas Universitarias. DE HEUSCH, L. 1990. I:apport bant~u au vaudou hai'tien. En Essais ~ur
. CAlCEDO, M. 1977. Choc6, verdad, leyenda y locura; Quibdó: Gráficas le Rituel 11. pp. 127-148. Blondeau et Schlpper éd. Peeters, Louvain .
París.
Uruversitarias.
CARDONA, F. 1956. El lenguaje de los tambores africanos. 1965. Bogotá: DEL CASTILLO, N. 1982. Esclavos negros en Cartagena y sus aportes léxicos':
Instituto Caro y Cuervo, N" LXII. Bogotá.
Soco Col. de Etnología.
DELUZ, A. 1975. I:initation d'un chamane emberá. Bulletin de la Societé
CARRERA DAMAS, G. Huida y enfrentamiento. En Africa en América Lati- suisse des Américanistes N" 39. .
na. México: UNESCO - Siglo XXI Editores.
DESCOlA, Ph. La nature domestique. París: Editions de la Maison des Scien-
CASTRILLON CAVIEDES, H. 1979. Los Ind(genas Emberá del Choc6. Su Des- ces de I'Homme. .
integraci6n Social. Medellin: Ed. Compás.
DOS SANTOS, D., ELBEIN, J. 1977. Religión y Culturánegra. México: En
CASTRILLON, H. La visi6n del mundo de los indígenas chami. 'Irabajo pre- Africa en América Latina. Siglo XXI, UNESCO.
sentado a la Diócesis de Perefra.
DROLET, P.L. 1980. El ritual Congo del Noroeste de Panamá. Panamá: Insti-
CASTRILLON, H. 1981. Choc6 indio. Medellín: Ed. Compás. tuto Nacional de Cultura.
CHAUMEIL, J.-P. 1982. Les-plantes-qui-font-voir. Role et utilisation des DUMONT J.-P. Enero-marzo 1974. I:alliance substituée. EnI:Homme, tomo
hallucinogenes chez les Yagua du nord-est péruvien. I:Ethnographie: IXY. N"l. .
Voyages chamaniques. n, 87-88: 55-85.
DUMONT, L. 1971. Introduction él deux théories d'anthropologie social. Pa-
CHAUMEIL, J.-E 1991. Dti projectile au virus. Le complexe des fléchettes rís: Mouton.
magiques dans le chamarusme ouest-amazoruen (inédito). EISENSTADT, S.N. Ritualized Personal Relatións. Blood BrotherhoOd, Best
ClASTRES, P. 1974. La Socleté contre l'Etat. París: Editions de Minuit. Friends, Compadre, Etc; Some Comparative Hypotheses and Suggestio-
ns. Man 56, N" 96: pp. 90-95.
CONDOMINAS, G. 1980. I.:espace social. A propos de l'Asíe du Sud-Esto París:
Flammarion. ESCALANTE, A. 1954. Notas sobre el palenque de San Basilio~ En Divulga-
ciones Etnol6gicas, Iv. Universidad del Atlántico.
CORDOBA, J. 1983. Etnicidad y estructura social en el Chocó. Medellín:
Ed. Lealon. ESCALANTE, A. 1964. El negro en Colombia. Bogotá: Universidad Nacional
de Colombia.
CUCHE, D. 1977. La mort des diéux Africains et les religions noires au PeroU.
Archlves des sciences sociales des Religions. París: 43. pp. 77-91. ESCALANTE A. 1971. La minería del hambre, Condoto y la Choc6 Pacifico.
Barranquilla: Tipografía Dovel.
Cultura Emberá. 1990. Memorias del simposio sobre cultura Emberá. Quin- FARON, L. 1962. Marriage residence and domestic group among the Pana.;.
to congreso Colombiano de Antropología. Medellín: O.l.A. menian Chocó. En Ethnology, vol. 1, pp. 13-38.
380
38r
Blbllografla
FAVRET, J. 1985. Les mots, la mort, les sorts. Parfs:Folio, Gallimard. FRIEDEMANN, N.S. de. 1987. Ma Ngombe. Bogotá. Carlos Valencia
Editores.
FOSTER, G.M. 1961. The Dyadic Contract : A Model for the Social Struc-'-
ture of a Mexican Peasant Village. American Anthropologist 63,6: 1173- FRIEDEMANN, N.S. de, J. AROCHA, 1986. De sol a sol. Génesis, trarisforma-
92. ción y presencia de los negros en Colombia. Bogotá: Editorial Planeta. J"
FRANKLIN, J.H. 1947. From Slavery to Freedom. Nueva York. FRIEDEMANN, N.S. de, y MORALES GOMEZ, J., 1966 Y 1969. Estudios ,il
:\
FRAZIER, F. 1939. TIte Negro Family in the United States. The University of de negros en el litoral Pacífico Colombiano. En Revista Colombiana de
Chicago Press. Antropología, N° 14, pp. 55-78.
FRAZIER, F. 1955. Bourgeoisie Noire. París: Plon. GALINIER, J. 1990. La mitad del mundo. Cuerpos y cosmos en los rituales
Otomíes. México.
FREYRE, G. 1978, MaUres et esclaves: laformation de la société brésilienne.
París: Gallimard. GALVAD, E. 1976. El Santo Ecce Homo o Señor de Raspadura. 1976.' Rev.
Universidad Tec. del Chocó. W 1.
FRIEDEMANN, N.S. de. 1969. Contextos religiosos en un área negra de
Barbacoas (Nariño, Colombia). Bogotá: Revista Colombiana de Folklore, GOMEZ, F. 1980. Chocó, quinientos años de espera. Medellín: Lealoíi.
, ,
vol. 4, N" 6. GRACCHUS, F. 1986. Les lieux de l~ m~re dans les societés afro-américaines.
FRIEDEMANN, N.S. de. 1974. Minena, descendencia y orjebrerfa artesanal. París: Editions Caribiennes.
. Litoral Pacífico Colombiano. Bogotá: Facultad de Ciencias Humanas. GUTIERREZ DE PINEDA, V. 1969. Familia y cultura en Colombia., Bogotá: i!
Universidad Nacional de Colombia. Ediciones 'Iercer Mundo (Reed. 1975).
','
FRIEDEMANN, N.S. de. 1974. Minería del oro y descendencia: Guelrttambí, HAMAYON, R. 1990. La quéte de l'Ame. París.
Nariño. Bogotá: Revista Colombiana de Antropología, vol. 16.
HERNANDEZ DE ALBA, G. 1956. Libertad de los esclavos en Colombia; Bo-
FRIEDEMANN, N.S. de. 1975. La fiesta del Indio en Quibdó: Un Caso de gotá: Editorial ABe.
Relaciones Interétnicas en Colombia. Revista Colombiana de Antropolo-
gía, vol. XIX, pp. 65-78. Bogotá: Italgraf. HERSKOVlTS, M.J. 1928. The American Negro: a study of racial crossing.
Nueva York: Knopf.
FRIEDEMANN, N.S. de. 1976. Agonía de las máscaras de madera. Escultura
popular de tradición negra en Colombia. Bogotá: El Espectador, abril HERSKOVlTS, M.J. 1933. A footnote to the history of Negro slaving. En
25. Opportuniy, 11: p. 178 Y ss.
FRIEDEMANN, N.S. de. 1978. El negro: su contribución a la cultura colom- HERSKOVITS, M.J. 1935. Social History of the Negro. Clark University.
biana. San José, Puerto Rico.
HERSKOVITS, M.J. 1937. Life in a Haitian valley. Nueva York.
FRIEDEMANN, N.S. de. 1978. El negro: un olvidado de la antropología co-
HERSKOVITS, M.J. 1938. Acculturation: the study of culture contacto
lombiana. Ponencia I Congreso Nacional de Antropología en Popayán.
Massachussets.
FRIEDEMANN, N.S. de. 1981. Emberá: Escultores de Espíritus, en Arocha
HERSKOVITS, M.J. 1938. Les Noirs du Nouveau Monde: sujet de' recller-
y Friedemann, Los Herederos del Jaguar y la Anaconda. Bogotá: Carlos
ches africanistes. En Journal de la Société des Africanistes, VIII/pp. 65"'"
Valencia Ed.
82.
FRIEDEMANN, N.S. de. 1981. Escultores de espíritus. Lámpara XIX (83):
pp. 1-9. Bogotá. HERSKOVITS, M.J. 1945. The processes of cultural change. En LINTON,
Ralph (ed.) TIte science ofman in the world. Nueva York: Columbia Uni-
FRIEDEMANN, N.S. de. i984. Estudios de negros en la antropología co- versity Press, pp. 143-170.
lombiana. Un siglo de investigación social: Antropología en Colombia
(Arocha y Friedemann, Eds.). Bogotá: Etno. HERSKOVITS, M.J. 1952. Economic anthropology. Nueva York.
FRIEDEMANN, N.S. de. 1985. Carnaval en Barranquilla. Bogotá: Editorial HERSKOVITS, M.J. 1952. El hombre y sus obras. La ciencia de la antropo-
La Rosa. logía cultural. México.
Bibliografía
HERSKOVITS, M.J. 1966. I:héritage du Noir (trad. francesa de TIte myth of LOSONCZY, A-M. 1986. Le destin des guerriers - Agression chamanique
the Negro pasta. París: Présence Mricaine. et agression guerriere chez les Emberá du Chocó. En Journal des Améri-
canistes. París: Musée de I'Homme.
HERSKOVITS, M.J., HERSKOVITS, F.S. 1964. 1Hnidad Village. Nueva York:
Octagon Books. LONSONCZY, A:-M. 1987. Le nom et l'origine - Constitution de l'identité
individuelle chez les Emberá du Chocó. En Civilisations, vol. XXVIII.
HUGH-JONES, C. 1979. From the milk river. Spatial and temporal pro~ses Bruselas: Institut de Sociologie.
in North-Westa Amazonia. Cambridge: Cambridge University Press.
LONSONCZY, A-M. 1989. Del ombligo a la comunidad - Ritos de naci-
HURAULT, J. 1961. Les Noirs réfugiés Boni de la Guayane Franfaise. Dakar: miento en la cultura negra del litoral Pacffico colombiano. En Revindi
I.FAN. N' 3, Budapest.
HURAULT, J. 1965. La vie matérielle des Noirs réfugiés Boni et des Indiens LONSONCZY, A.-M. 1989. Les nourrices du vivant - Le statut des plantes
Wayaná. París: Orstom. dans la pensée afro-colombienne du Chocó. En Ethnologies d'Europe et
ISACSSON, S.E. 1973. Indios Cimarrones del Choc6 (Colombia). GOteborg: d'ailleurs, Civilisations, vol. XXXVIII, N° 3. Bruselas: Institut de Socio-
Etnografiska Museet Goteborg Arstrick. logie, Université Ubre. . .
ISACSSON, S.E. 1974. Biografia Atrateña. BerlÚl: Ibero-Americanistes Ins- LONSONCZY, A-M. 1990. Cadre rituel et improvisation dans le chamanis-
titut Preubischer Kulturbesitz. me emberá du Chocó. En Acte du Colloque du Centenaire, E.P.H.E., quinta
sección, volumen Xcv. Lovama-París : Peeters.
ISACSSON, S.E. 1975. BiografiaAtrateña Indiana N' 3. Ibero-Americamstes
Institut Preubischer Kulturbesitz. LONSONCZY, A-M. 1990. La mattrise du multiple. Corps et espace dans le
chamanisme emberá Chocó. En UHomme, N° 113, enero-abriL
ISACSSON, S.E. 1975. Observations on Chocó Slach and Mulch Culture. Ars-
I.ONSONCZY, A-M. 1990. Le deuil de soL Corps, omhre et mort chez les
trick. Goteborg: Etnografiska Museet 1
Afro-Colombiens du Chocó. En Cahiel's de LitIérature Orale, N° París:
JARAMILLO URIBE, J. Ensayos sobre historia social colombiana. Bogotá: INALCO.
Universidad Nacional de Colombia.
LONSONCZY, A-M. 1990. Lo onírico en el chamanismo emberá del Alto-
JARAMILLO URIBE, J. Esclavos y señores en la sociedad colombiana del si- Chocó. En Formas y usos del sueño en las sociedades amerind(genas. Qui-
glo XVIII. Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura. Bogotá: to: Ediciones Abya Yale. .
Universidad Nacional de Colombia. LONSONCZY, A-M. 1991. Del vegetal a lo humano: un modelo cogÍritivo
KAHN, M.C. 1937. Djuka, the Busch Negroes of Dutch Guayana. f'iueva negro-colombiano. En América Negra. Bogotá: Revista de la Universi,;.
York. dad JaverÍana, N° 1.
LEVI-STRAUSS, C. 1962. La pensée sauvage. París: Plon. LOTERO VILLA, L. 1977. Monografia de los ind(genas Noanamá. Medellín.
LEVI-STRAUSS, C. 1964. Lecru et lecuit. París: Plon. MANZINI, G. 1974. Ind(genas e indigeniSmo en el Choc6. Medellín.
LEVI-STRAUSS, C. 1967. Du miel aux centres. París: Plon. MAYBURY-LEWIS, D. (ed.) 1980. Dialectical Societies: the Geand Bororo of
Central Brazil. Cambridge: Harvard University Press. .. .
LEVI-STRAUSS, C. 1968. I:origine des matieres de tableo París: Plon.
MENGET, P. 1977. Au nom des autres. Classificanon des reIations sociales chez
LEVI-STRAUSS, C. 1971. I:Homme nu. París: Plon. les Indiens Txicao du Haut-Xingu (Brésil). Tesis de 3er. ciclo, E.P.H.E.
LOEWEN, JA 1960. A Chocó Miraculous Escape Thle. América Ind(gena, METRAUX, A 1958. Le Vaudou hai'tien. París.
vol. XX, N° 3, pp. 207-217. México.
METRAUX, A 1967. Religions et magies indiennes. París: Gallimard.
LOEWEN, JA 1960. Dialectología de la Familia Lingüística Chocó. Revista
Colombiana de Antropolog(a, vol. 9, pp. 19-44. Bogotá. MINTZ, S.w. y WOLF E.R. 1959.An analysis of ritual co-parenthood
(compadrazgo). Southewestem Joumal ofAnthropolo8Y, W 6.
LOSONCZY, A-M. 1979. Ubres y Cholos. Pluriel. N° 20, pp. 19-44. París.
MINTZ, S.w., PRICE R. 1976.An antropological approach to theAfro-Ame-
LOSONCZY, A-M. 1984. Espace féminín, espace masculino En Ufricaine. rican past: A Caribbean perspective. Philadelphia: Institute for the Study.
Sexes et Signes. Cahiers du Grif. París: Editions Tierce. of Human Issues.
Bibliografía
MINTZ, S.w. 1969. Comments on the socio-historical background to pid- PEREA GARCIA, J.T. 1985. Las investigaciones en borojó. Quibdó: Revisti!-
ginization and creolization. Proceedings of a conference held at the Uni- CooechocÓ. N" 1, pp. 7-14.
versity of West Indies. (Marzo, 1969).
PERRIN, M. 1992. Les Practiciens du reve. Les Champs de la Santé. París:
MINTZ, S.w. 1971. The Caribbean as a socio-cultural area. En Michael P.U.F.
Horowitz (ed.), Peoples and cultures ofthe Caribbean, pp. 17-46. Nueva
York: The Natural History Press. PETERS, L., Y PRICE WILUAM, D. 1980. Toward and Experimental Analy-
sis of Shamanism. American Ethnologist 7 (3): pp. 397-418.
MINTZ, S.w. 1984. I:Afrique en Amérique Latine. París: UNESCO, pp. 317-
322. PINEDA GIRALDO, R. 1953. Los Chocó, una tribu de la selva tropieal hú-
meda. Inédito, Bogotá.
MOUNIE FIORAVANTI, A. 1992. Comparaisons transatlanquites. I:Homme,
122-124, abril-diciembre, pp. 165-183. París. PINEDA GIRAlDO, R., PINEDA v.G. de. 1958. En el mundo espiritual del
indio Chocó. Miscelánea Paul Rivet, pp. 435-462. México: UNAM.
MORENO FRAGINALS, M. 1977. Aportes culturales y deculturación."Africa
en América Latina. UNESCO: Siglo XXI Editores. PINTO, C. 1978.· Los indios Katlos. Su cultura y su lengua, I-II. Medellín:
Compás.
NORDENSKIOLD, E. 1927. The Chocó Indians of Colombia and Panama.
Discover, tomo VIII. N° 95, noviembre, pp. 350-377. Londres. PITT-RIVERS, J. 1968. Pseudo-kinship. International Encyclopedia of the
NORDENSKIOLD, E. 1929. Les rapports entre l'art, la religion et la magie Social Sciences, pp. 408-413.
chez les indiens Kuna et Chocó. Journal de la Societé des Américanistes. POLlACK-ELTZ, A. 1974. El concepto de múltiples almas y algunos ritos fú-
XXI, pp. 141-158. París. nebres entre los negros americanos. Caracas: Universidad Católica Andrés
ORTEGA RICAURTE, E., RUEDA BRICEÑO, A. 1954. Historia Documental Bello, Instituto de Investigaciones Históricas.
del Chocó. Departamento de Bibliotecas y Archivos Nacionales. Bogotá: POSADA, E., 1933. La esclavitud en Colombia. Bogotá.
Editorial Kelly.
PRICE, R. 1994. Les premiers temps. La conception de l'histoire des Marrons
OVERING KAPlAN, J. 1977a. Orientation for papers topies. En Actes du saramaka. París : Editions du Seuil.
XLle. Congres International des Américanistes, vol. 1I, pp. 9-10. París.
PRICE, T.J. Jr. 1994a. Estado y necesidades actuales de las investigaciones
OVERING KAPlAN, J. 1977b. Comments. En Actes du XUe. Congres Inter- afro-colombianas. En Revista Colombianh. de Antropología, vol. 11, pp.
national des Américanistes, vol. 11, pp. 387-394. París. 13-36.
OVERING KAPlAN, J. 1981. Review artiele: Amazonian Anthropology. Jo-
PRICE, T.J. Jr. 1954b. Aspectos de Estabilidad y Desorganización cultural
urnal ofLatinAmerican Studies, vol. i3, parte 1, pp. 151-165.
en una Comuninad isleña del Caribe colombiana. En Revista Colombiana
PARDO M. 1980-81. Bibliografía sobre Indígenas Chocó. Revista Colombia- de Antropología, vol. lII, pp. 11-54.
na de Antropología, vol. XXIII, pp. 465-528. Bogotá.
PRICE, T.J. 1955. Sainls and spirits:·a study of differential acculturation in
PARDO M. 1985. Zroara nembura. Literatura oral emberá por Floresmino Colombian Negro communities. Evanston, Illinois: tesis de doctorado.
Dogirama. Bogotá: Centro Cultural Jorge Eliécer Gaitán.
PRICE, T.J. Jr. 1970. Ethnohistory and self-image in three NewWorld so:"
PARDO M. 1985. Indígenas chocoanos, 450 años de resistencia. En Revista cieties. En WHITTEN y ZWED (eds.) Afro-American Anthropolo8)', pp.
Codochocó, N° 1, pp. 45-50. Quibdó. 63-73.
PARDO M. 1986. La escalera de cristal. Términos y conceptos cosmológicos de PUJOL, N. 1971. La raza negra en el Chocó. Bogotá: Revista Colombiana de
los ind(genas Emberá. En Maguaré, N" 4. Bogotá: Universidad Nacional Antropología, vol. xv.
de Colombia.
RAHIER, J. 1986. La décima: poesía oral negra del Ecuador. Quito: Abya
PARDO M. 1987. El convite de los esp(ritus. Quibdó: Ediciones CPI (Temas Yala. .
chocoanos 4).
RAHIER, J. 1988. Le jeu des cagoules et les relations interethniques él Esme-
PATIÑO ROSELU, C. 1983. El Habla del Palenque de San Basilio. Lengua raldas. Proyecto de investigación manuscrito.
y sociedad en el Palenque de San Basilio (con Nina S. de Frledemann).
Bogotá: Instituto Caro y Cuervo. RAMOS, A. 1943. Las culturas negras en el Nuevo Mundo. México.,.
Blbllograffa
REICHEL-DOLMATOFF, G. 1945. Bibliografía lingüística del grupo Chocó. SAND\ TERESA, Fray Severino de. 1924. Creencias, ritos, usos y costumbres
Bogotá: Bolet(n de Arqueolog(a, vol 1, N° 6, pp. 625-627. de los indios cat(o de la Prefectura Apostólica de Urabá, p. 151. Bogotá.
REICHEL-DOLMATOFF, G. 1960. Notas etnográficas sobre los Indios del SAND\ TERESA, Fray Severino de. Los Indios catíos. Los Indios Cunas. Mede-
Chocó. Bogotá: Revista Colombiana de Antropolog(a, vol. IX, pp. 73- llín.: Biblioteca de Autores Antioqueños, ~ 1. Imprenta Departamental.
158.
SINCLAIR, F. Población estimada y asentamiento amerindios de Panama.
REICHEL-DOLMATOFF, G. 1962. Contribuciones a la etnografía de los in- Scientia (Panamá), vol. 4, ~1.
dios Chocó. Bogotá: Revista Colombiana de Antropolog(a, vol. XI, pp.
169-188. SIGNORINI, J. 1981. Padrini e compadri. Un analisi de la parentela spiri-
tuale. Torino: Loescher Editore.
REICHEL-DOLMATOFF, G. 1966. Notas sobre un movimiento apocalíptico
en el Chocó, Colombia. Bogotá: Colcultura, Biblioteca Básica Colombia- SPERBER, D. 1972. Le structuralisme en anthropologie. Paris: Seuil.
na, 1978, vol. 29, p. 541. STIPEK, G" Jr. 1975. Relaciones Interétnicas en el Chocó Colombiano. Re-
REICHEL-DOLMATOFF, G. 1973. Desana. París: Gallimard. vista Universidad de Antioquia, vol. 1, ~ 193. Medellín..
REICHEL-DOLMATOFF, G. 1974. Aspects de la vie de la femme noire dans STIPEK, G, Jr. Sociocultural responses to modemization among the Colom-
le passé et nos jours en Colombie (Cote Atlantique). En Roger Bastide bian emberá. Tesis de doctorado. State University of New York at
(ed.) Lafemme couleur en Amérique Latine, pp. 247-265. París: Edipons Binghamton.
Anthropos.
STUZMAN, R. 1974. Black Highlanders: racism and ethnic stratification in
REICHEL-DOLMATOFF, G. y A. Investigaciones arqueológicas en la Costa the Ecuadorian Sierra. Ann Arbor, University Microfilms.
Pacífica de Colombia 1: El sitio de Cupica. Bogotá: Revista Colombiana de
'D\USSIG, M 1976. Destrucción y resistencia campesina. Ed. Punta de Lanza.
Antropolog(a, vol. X, pp. 239-31 7.
REICHEL-DOLMATOFF, G. y A. 1966. Notas sobre un movimiento apoca- TORRES DE ARAUZ, R. 1962a. El chamanismo entre los indios Chocoes.
líptico en el Chocó. Hombre y Cultura. Tomo 1, N° 1, pp. 16-43. Panamá.
RESTREPO, V. 1952. Estudio sobre las minas de oro y plata de Colombia. TORRES DE ARAUZ, R. 1966. El chamanismo entre los indios Chocós.
Archivo de la Econom{a Colombiana, Banco de la República. Bogotá. Hombre y Cultura, tomo I (7), pp. 16-43. Panamá: Universidad Nacio-
nal de Panamá.
RESTREPO, V. 1979. Estudio sobre las minas de oro y plata en Colombia.
Medellín: FAES. TORRES DE ARAUZ, R. 1966. La cultura chocó, estudio etnológico e histórico.
Panamá: Universidad de Panamá.
RIOS RINCON, D. 1985. Acerca del crecimiento poblacional de Quibdó. En
Revista Codochocó, ~ 1, pp. 31- 33. Quibdó. ULLOA, A. 1992. KIPARA. Dibujo y Pintura, dos formas Emberá de repre-
sentar el mundo. Bogotá: Centro Editorial, Universidad Nacional de
RIVIERE, p. 1984. Individual and society en Guyana. A comparative sqtdy of Colombia.
Amerindian social organization. Cambridge Studies in Social Anthropo-
logy, N° 1. Cambridge University Press. URBlNA, F. 1978. Emberá (Chocó). Bogotá: Colcultura (Literatura de Co-
lombia Aborigen. Biblioteca Básica Colombiana, 39).
RIVET, p. 1943. La lengua Chocó. Revista de Instituto Etnológico Nacional,
vol. 1, N° 1, pp. 131-196. Bogotá. VALENCIA E. 1983. La colonización del Urabá chocoano. Bog~tá:
ROCHERAU, H. 1933. Nociones sobre las creencias, usos y costumbres de Monografía Departamento de Sociología, Universidad Nacional de
Colombia.
los Katíos del Occidente de Ahtioquia. Joumal de la Societé des América-
nistes, s.f., vol. XXV; pp. 71-105. VARGAS p. 1984. La conquista tard{a de un territorio aurlfero. Bogotá: Uni-
ROMOLI, K. 1975-1976. El Alto;Chocó en el siglo XVI. Revista Colombiana versidad de los Andes.
de Antropología, vol. XIX, vol. XX. Bogotá. VARGAS P. Y M. PARDO, 1985. Occidente Colombiano, indígenas Chocó
ROUGET, G. 1980. La musique et la transe. París: Gallimard.
.
SALAZAR, c.A. 1990. La organización social y política de los emberás.
. y Cuna. Atlas Etnográfico y Lingüistico de Colombia. Bogotá: Instituto
Colombiano de Antropología. (ms.)
En: Cultura Emberá. Memorias del simposio sobre cultura emberá. Quinto VASCO, L.G. 1985. Los jaibanás: los verdaderos hombres. Bogotá: Banco
Congreso Colombiano de Antropología, pp. 17-31. Medellín: OlA. Popular.
388
Blbllografia
VElASQUEZ, R. 1948. Notas sobre folklore chocoano. Revista de la Univer- WHITTEN, N. 1967. Música y relaciones sociaIes en las tierras bajas co-
sidad del Cauca, N° 12, pp. 21-29. Popayán. lombianas y ecuatorianas del Pacífico, estudio sobre microevolución
VELASQUEZ, R. 1957. La Medicina Popular en la Costa Colombiana del socioculturaI. México: América Ind{gena, vol. 27, N° 4.
Pacífico. Revista Colombiana de Antropolog(a, vol. VI, pp. 195-244. WHITTEN, N., Y SZWED N.Y. (eds.). 1970. Afro-American Anthropology.
Bogotá. Nueva York: The Free Press.
VElASQUEZ, R. 1957. Muestras de fórmulas médicas utilizadas en el Alto WHITTEN, N. 1974. Black Frontiersmen: a South American case. Nueva
y Bajo Chocó. Revista Colombiana de Antropolog(a, vol. VI, pp. 245-258. York.
Bogotá. WHITTEN, N., Y FRIEDEMANN, N.S. de. 1974. La cultura negra del LitoraI
VElASQUEZ, R. 1959. Cantos de la raza negra. Revista Colombiana de Fo- ecuatoriano y colombiano: un modelo de adaptación étnica. Revista
lklore. Segunda Epoca, vol. 11, N° 3, ppa. 3-63. Bogotá. Colombian de Antropología, vol. 17, Bogotá.
VElASQUEZ, R. 1959. La canoa chocoana en el folklore. Revista Colombia- WOLFE, E. 1971. Specific aspects of plantation systems in the New World:
na de Folklore. Segunda Epoca, N° 3, pp. 103-126. Bogotá. Cornmunity Sub-cultures and sociaI classes. En Michael Horowitz (ed.),
Peoples and Cultures of the Caribbean, pp. 163-178. Nueva York: The
VElASQUEZ, R. 1960. Cantares de los tres ríos. Revista Colombiana de Fo- NaturaI History Press.
lklore. Segunda Epoca, vol. 11, N° 5, pp. 9-99. Bogotá.
ZAPATA OLIVELlA, D. 1962. La cumbia, síntesis musical de la Nación
VElASQUEZ, R. 1960. Leyendas y cuentos de la raza negra. Revista Colom- colombiana. Reseña histórica y coreográfica. En Revista Colombiana de
biana e Folklore, vol. n, N° 4. Bogotá. Folklore, vol. m, N° 7, pp. 187-204. Bogotá. .
VElASQUEZ, R. 1961. Ritos de la Muerte en el Alto y Bajo Chocó. En Re- ZAPATA OLIVELlA, D. 1960. Los pasos del folklore colombiano: alabaos
vista Colombiana de Folklore, vol. n, N° 6. Bogotá. y lumbalués. BoleUn Cultural y Bibliográfico de la Biblioteca Luis Angel
VElASQUEZ, R. 1962. Gentilicios Africanos del Occidente de Colombia. En Arango, ~ 3 (6), pp. 388-389. Bogotá.
Revista Colombiana de Folklore, vol. m, N° 7. Bogotá. ZAPATA OLIVELlA, D. 1963. Comparsas y teatro callejero en los carnava-
VERGER, p. 1968. Flux et reflux de la traite des Negres entre le Golfe de Bénin les colombianos. BoleUn Cultural y Bibliográfico, vol. 16, N° 11.
et Bahfa de Todos os Santos, du 17e. siecle au 1ge. siecle. París: Mouton. ZAPATA OLIVELlA, D. 1967. Aportes materiales y psicoafectivos del negro
VERRILL, J. 1933. Results of preliminary survey of the archeology and al folklore colombiano. BoleUn Cultural y Bibliográfico, vol. 10, N° 6.
ethnology of the Atrato Valley of Colombia. Washington: Bureau of ZAPATA OLIVELlA, D. 1974. El hombre colombiano. Bogotá: Enciclopedia
American Ethnology, Smithsonian lnstitution. del Desarrollo Colombiano.
VILlA, W. 1983. Carnaval, poUtica y religi6n (fiesta en el Chocó). Quibdó: ZAPATA OLIVELlA, D. 1977. Identidad del negro en América Latina. Semi-.
manuscrito. nario Cultural, El Pueblo, Cali, ms.
VILlA, W. 1985. Lloró: dinámica de una región minera. En Revista Codo- ZAPATA OLIVELlA, D. 1983. Ciclo de la cultura afro-colombiana (conferen-
choc6, N° 1. Quibdó. cias), Bogotá.
WASSEN H. 1933. Cuentos de los Indios Chocoes, recogidos por E. Nor- ZEMPLENI, A. 1985. La maladie et ses causes. En Causes, origines et
denskiold durante su expedición al istmo de Panamá y publicadas con agents de la maladie chez les peuples sans écriture (dir. A. Zempleni).
notas y observaciones comparativas. Journal de la Societé des América- CEtnographie, N° 9.6-97. París.
nistes, vol. XXV; pp. 103-137. París.
WASSEN H. 1935. Notes on Southern Groups of Chocó lndians in Colom-
bia. Etnologiska Studer, pp. 35-182. G6teborg.
WASSEN H. 1949. An anaIogy between a South American and Oceanic
myth motif and negro influence in Darien. Etnologiska Studeri' N° 10,
pp. 69-79. G6teborg.
WASSEN H. 1963. Etnohistoria chocoana y cinco cuentos wananá apunta-
dos en 1955. Etnologiska Studer, N° 26, pp. 7-78. OGOteborg.
WEST R.e. 1957. The Pacific Lowlands ofColombia: a NegroidArea ofthe
American 'Iropics. Baton Rouge: Louisiana State University Press.
39° 391
Blbllograffa