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El libro de los Agravios

Pablo Ojer C.
El Globo Caracas, Lunes 11, Abril de 1994

Me permito simplificar como indica el título del libro del doctor Marco A.
Angeli “Agravios de Colombia a Venezuela” (Italgrafica. Caracas, Dic. 1993) que está
comenzando a circular. Su autor, hombre de leyes, carupanero de la mejor estirpe
oriental, es uno de los que en representación del Ministerio de Comunicaciones
asistía a las sesiones del Consejo Nacional debe Fronteras creado en 1970 donde lo
conocí. Se trata del fundado en el primer gobierno de Caldera por iniciativa del
canciller Arístides Calvani, institución que, a diferencia del actual Consejo Nacional
de Fronteras presidido por el ministro de Estado Pompeyo Márquez, estaba adscrito,
dentro del más escrupuloso respeto a la tradición constitucional venezolana desde
1830, al Ministerio de Relaciones Exteriores despacho al que corresponden
privadamente todos los asuntos en materia internacional como son los fronterizos.
De entonces a esta parte nuestro mutuo conocimiento cn el autor de la obra que
comento se ha acrecentado.

El doctor Angeli en su bella y espaciosa casa de Altamira, con paciencia y


tesón benedictinos, ha ido recopilando los materiales que sustentan este “libro de los
agravios”, los que le han servido de base para ir desgranando los temas en la prensa
diaria en beneficio de basto público de lectores. Son 170 artículos los que conforman
estas páginas que, como diría otro oriental, el viejo Vallenilla Lanz, se caracterizan
por su “sinceridad y exactitud”. Páginas que desenmascaran los objetivos
expansionistas de nuestros vecinos codiciosos.

El “Libro de los agravios” aparece en un momento muy oportuno cuando ha


culminado el bochornoso quinquenio del menos venezolano de nuestros presidentes,
Carlos Andrés Pérez, quinquenio en el que Colombia, con todo el apoyo del poder
político y económico de dentro de Venezuela, ha pretendido imponer la doctrina de la
llamada “integración binacional” que el pueblo ha captado con certeza como
entregación de Venezuela. Justamente hace pocos días Mauricio Pérez Badell ha
resumido con pluma firme y sapiencia de abogado y economista el gobierno pasado
como “Cinco años de colombianización” (El Globo 2.4.94). Es el proceso vergonzante
enmarcado en los acuerdos CAP-Barco de Caracas (3.2.89), Ureña (28.3.89) y San
Pedro Alejandrino, Santa Marta (6.3.90).

Aparece el libro justo en el momento en que Colombia acaba de asestar una


“puñalada”, como lo ha llamado el propio canciller Burelli Rivas, a Venezuela y su
candidato con la candidatura para la Secretaría General de la OEA en la persona del
propio presidente Gaviria Trujillo, la cual ha resultado victoriosa por el apoyo
desembozado del Departamento de Estado de los Estados Unidos con la colaboración
entre bambalinas, en la sobra aludida por Bolívar en su famosa sentencia, de Carlos
Andrés Pérez.

Ante la incapacidad desidia y aun complacencia de una dirigencia política y


económica que ha permitido a Colombia lograr sus objetivos expansionistas en
Venezuela bajo la mal llamada “integración binacional”, bien vale la pena recordar lo
dicho por el dirigente conservador colombiano Laureano Gómez con cuyas palabras
se abre el libro de Angeli y se cierra como epígrafe del último artículo: “Si un país se
presenta en todo momento dispuesto a ceder, listo a entregarse: si no tiene más
tesis que la conciliación a todo trance; si no tiene más palabras que la fraternidad,
aun cuando haya recibido los mayores agravios, ese país está destinado a
desaparecer a espaldas del derecho internacional”.

Y también a espaldas de la historia, agregaríamos, ante las laudatorias


alabanzas de Gaviria Trujillo pronunciadas por nuestro vicecanciller Roy Chaderton
Matos en Washington, por Maruja Tarre ex asesora de la Cancillería y por el propio
Burelli Rivas en su melosa carta que los propios medios colombianos han calificado
de la más laudatoria entre todas las recibidas luego de la elección en la OEA.

Lleras Camargo y la exaltación del magnicidio

Vivía en Colombia bajo las presidencias de Alberto Lleras Camargo, primero


en los años 40 tras la renuncia del Presidente Alfonso López Pumarejo, y en 1959
cuando ascendió al solio de Nariño con el voto de liberales y conservadores después
del pacto de Benidorm. Al término de su primer período, producida la división del
liberalismo, ganó la presidencia el conservador Mariano Ospina Pérez. Pues bien,
como señala Angeli, a pesar de su estirpe venezolana por la sangre de los Camargo.
Alberto Lleras no pudo ocultar su antibolivarianismo cuando en artículo publicado en
“El Tiempo” de Bogotá en 1931. Calificó de “blancas” las manos de los que atentaron
contra la vida del Libertador en la noche septembrina de 1928. Pero yo advierto en el
escrito de Lleras Camargo algo más que una tendencia antibolivariana: la exaltación
del intento de magnicidio como fuente de inspiración del liberalismo colombiano.
“Qué importa –escribió- que la noche septembrina se calumnie y se denigre en los
manuales de historia nacional para los niños de las escuelas. De allí arrancó toda la
vida constitucional de Colombia; de allí, con los sables y puñales de la conjura, se
estaba dictando el código democrático de la República.

No se olvide que entre los conspiraciones se hallaron Francisco de Paula


Santander, padre putativo del liberalismo, y Mariano Ospina Rodríguez, fundador del
partido conservador de nueva granada.

CRONICAS DE GRATA LECTURA

El Doctor Angeli no trata de entregarnos una obra de investigación histórica, ni


jurídica. El llama a todos artículos que fueron apareciendo en la prensa diaria
“Crónicas” Podemos aceptar el término en cuanto “el libro de los agravios” es de fácil
y grata lectura para un vastísimo sector de lectores que sin duda cultivará –aunque
por diversos motivos- tanto en Venezuela como en Colombia.

En cuanto al pasado remoto, al que dedica sólo las primeras treinta páginas, se
le podrían formular algunas precisiones y aun correcciones, muy pocas por cierto,
como que el nombre del golfo de Venezuela aparece no en 1504, sino en 1500, pues
el portulado o mapa de Juan de la Cosa en el que aquel nombre aparece fue
terminado en el Puerto de Santa María el año de 1500. También corregiríamos la
fecha de las negociaciones Toro-Acosta las cuales tuvieron lugar en 1844 a 1845, y
no dejaríamos pasar la oportunidad de señalar la primera falsificación hecha por los
neogranadinos: la de expediente de Sinamaica (1790-92) presentando a Fermín Toro
mutilado y trunco sin la fundamental Acta de Sinamaica del 1 de agosto de 1792. Así
mismo precisaríamos el embrollo del Acta Declaración de París de 1886 de la que a
nuestro juicio no se concluye – como cree Angeli – que el gobierno de la monarquía
española se le dieron facultades de árbitro arbitrador. Son detalles que se pierden en
este voluminosa y fundamental obra que llamamos “El libro de los agravios”.

Agravios no territoriales

Por supuesto, los agravios de Colombia a Venezuela en materia territorial están


cuidadosamente registrados por el doctor Angeli. Pero con ellos incluye otros muchos
de la más variada índole como el proyecto de llevar el oleoducto colombiano de Caño
Limón (Arauca) por territorio Venezolano, tema que encontró acertadas críticas en
los sectores responsables del país en 1988; la invasión de indocumentados o
ilegales, la presencia de reservistas colombianos en nuestros estados fronterizos,
particularmente en el Zulia; los secuestros de ganaderos y empresarios venezolanos
en general a lo largo de la frontera: los ataques a nuestros puestos militares, la
agresión del caldas y otras naves de guerra colombianas en agosto de 1987; el
contrabando de gasolina; hasta la penetración de la droga, incluyendo su
introducción por medio de las remesas de flores. Son todos temas de permanente
actualidad.

Véase p.e. la polémica suscitada en 1988 sobre el proyectado oleoducto. Ahora


ya no se trata sólo del Caño Limón (Arauca) sino del que se está licitando para sacar
el petróleo de Cusiana, Cupiagua y otros yacimientos descubierto en Casanare, los
más importantes hallazgos del oro negro después de los de Alaska. Ya se ha
adelantado Alberto Quiroz Corradi a propiciar que se le dé salida a ese
petróleo colombiano por territorio venezolano. Le recomendaría que releyera
en “el libro de los agravios” la polémica suscitada en Venezuela en torno al
proyectado oleoducto colombiano. Las razones entonces expuestas en función de los
intereses económicos, políticos y estratégicos de Venezuela que desaconsejan sacar
el petróleo colombiano por nuestro territorio, tanto al Lago de Maracaibo como a El
Palito, junto a nuestra más importante base naval, adquieren hoy mayor validez. Es
asunto al que dedicaremos en otra oportunidad especial atención porque a nuestro
juicio la elección de Gaviria Trujillo tiene que ver con el interés de los Estados Unidos
por el petróleo del Casanare, y debemos estar alertas ante las presiones que
prevemos serán ejercidas sobre Venezuela. Por el momento invito a leer
detenidamente “El Libro de los agravios” que desnuda las ambiciones de Colombia.

Baje el Libro aquí: Los Agravios de Colombia a Venezuela Marco Antonio Angeli

Transcrito por: Felipe Torrealba. www.abajocadenas.com

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