La conquista ocurrió
especialmente por dos
razones. El primero fue
que el estado hispano
tenía una grave crisis
por los constantes
problemas sucesorios de
la monarquía. Por esto,
su estructura política
era frágil. Además, los
musulmanes podían
hacer conquistas
rápidas y victoriosas por
su mayor capacitación
técnica militar. Entre los
años 711 y 716 todo el
territorio peninsular
había ido dominado por
ellos.
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Desde el año 714 hasta el año 756 fue un período, que se llama el
emirato dependiente. Córdoba fue en la capital política y el
gobierno de Al-Andalus estuvo guiado por un valí o emir. En este
período era muchas dificultades: enfrentamientos internos,
rivalidades entre las principales facciones de la aristocracia árabe
y, además, conflictos con los bereberes. Después de muchas
violencias, el período terminó cuando Abd al-Rahman se proclamó
emir en 756.
Durante los años 1031-1246 fue el período de las tai fas y las
invasiones bereberes. El califato dio lugar a los reinos pequeños,
las taifas. Su primer problema era los almorávides, bereberes del
norte de África, que cruzaron el estrecho de Gibraltar y
conquistaron Sagrajas. Las taifas tenían guerras y al final,
surgieron los segundos reinos de taifas. Éstos perdieron poco a
poco sus tierras a manos cristianas y en el final de esta etapa
nacieron unas terceras taifas.