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Antología

Literaria
7 Grado 2010
“…Lo que tengo para decirles es quizás
sencillo y por esa razón de una profundidad
tremenda. Los textos que forman este
volumen, lo que está escrito es sencillamente:
literatura…”

Profesor: Bruno Berman


VANEDUC
Antología Literaria
-7º 2010-

Índice
Prólogo…………………………………………………….. .Pág. 3

Buenos servicios…………………….…………………….Pág. 5

FBI…………………………………………………………… Pág. 14

Envidia……………………………………………………… Pág. 17

La Barranca Oculta……………………………………… Pág. 23

El Testigo…………………………………………………… Pág. 26

El último partido…………………………………………..Pág. 31

La venganza mortal………………………………………. Pág. 36

Padre de familia…………………………………………… Pág. 40

Nueva Alianza……………………………………………... Pág. 44

Hora exacta…………………………………………………. Pág. 49

El Holocausto en Buenos Aires………………………… Pág. 54

El caso Harmon……………………………………………. Pág. 59

El Galpón……………………………………………………..Pág. 67

Ojalá que llueva……………………………………………. Pág. 69

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Manifiesto para el siglo XXI

Ordenemos algunas cosas. Hace mucho tiempo ya que he optado, y no hay


dudas de que es una cuestión de elecciones, no dejarme llevar por lo que se
dice de la juventud. No voy siquiera a glosar aquí los vanos y atormentados
argumentos que esgrimen los sabelotodo del mundo contra las nuevas
generaciones. Yo mismo cuando más jovencito he sido víctima de tales
inculpaciones. Decía, hace tiempo que optado más por la fascinación y la
curiosidad por los jóvenes que por el espanto. Primero porque el espanto
implica, digo que el que se espanta se asume naturalmente, evidentemente
mejor que aquél que es objeto de espanto. Decía, implica una subvaloración
del objeto de espanto. Y la verdad es que dudo mucho de que mi generación y
la que me precede sea mejor que la que viene.

Cuando comenzamos el año de trabajo –el término no es azaroso- nos


propusimos analizar textos literarios y realizar algunos trabajos de escritura.

Lo que tengo para decirles es quizás sencillo y por esa razón de una
profundidad tremenda. Los textos que forman este volumen, lo que está
escrito es sencillamente: literatura. Para quienes amamos las palabras, tal
afirmación, es la diferencia que existe entre lo real y lo sugerido, entre la vida
cotidiana y el arte. No son éstos, trabajos escolares hechos por alumnos para
cumplir con los designios de un profesor trasnochado. Repito: lo que
encontrarán en las páginas que siguen es literatura. El compromiso y la
dedicación de los escritores que dejan aquí sus relatos, es el compromiso del
artista, para quien su arte se justifica a sí mismo. Como decía mi querido amigo
Oscar Wilde, todo artes es inútil. Para los que hemos entendido a Oscar
sabemos que lo que nos está diciendo es que nos debemos una vida
intensamente artística, y esto excede al arte. Vivir artísticamente es recorrer
un camino por el solo hecho de transitarlo, sin siquiera ocuparnos de los que
nos espera al final. Estos jóvenes han creado por el solo hecho de crear:
bienvenidos.

Ahora bien, los cuentos que han escrito mis chicos son cuentos policiales. Para
los que no saben –claro, pueden preguntarles a ellos que les sabrán explicar- la
escritura de este género requiere de un conocimiento muy preciso de una serie
de procedimientos escriturarios que le son constitutivos. Se suele observar que
este es un género matemático, geométrico, simétrico, rígido en su estructura y
elementos. Tales exigencias demandan del escritor una faena tan compleja
como la escritura de un soneto. Es cierto que al poeta la métrica y la rima tan
rígida le proporcionan un marco, una seguridad, una senda por donde transitar,
al igual que al escritor de relatos policiales. Sin embargo, también se corre el

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riesgo de degenerar en una escritura mecánica. En el policial equivale a una
trama argumental desprovista de vida. Bien, esto es lo que los escritores de
este volumen han sorteado con admirable gimnasia. Cuando referí al hecho de
hacer literatura es porque ellos han partido del conocimiento de una técnica, la
han aplicado y la han excedido, transformado, transgredido. Partir de las reglas
para transgredirlas, pero siempre moviéndose dentro del género. A los que no
están avezados en los fangosos territorios de la literatura les digo que ésta es
una tarea ardua. Requiere de conocimiento y talento. Estos jóvenes escritores
han dejado entrar en sus relatos un mundo poético que supera al relato
policial, y tal vez a cualquier relato, pensado como sucesión de acciones. Si al
final, en la ficción y en la vida solo se trata de crear mundos: mundos
imaginarios en la ficción, mundos mejores en la vida.

Ahora, si me lo permiten quisiera referir unas palabras directamente a los


escritores. Lo primero que deseo es expresarles mi agradecimiento y mi
admiración por su honestidad intelectual, su honestidad para el trabajo, su
compromiso y claro, su generosidad y talento. Me han permitido ser parte del
camino de la creación y el conocimiento. Aunque intuyo que sólo los he
acompañado hasta la puerta.

Por último, les referiré el regalo que una querida profesora tuvo la generosidad
de revelarme, hace ya mucho tiempo, pero que me sigue y me acompaña con
obstinada terquedad a lo largo de todas las vidas que ya he recorrido: Do worry
and be happy. Preocúpense y sean felices.

Con amor.

Bruno Berman

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Buenos servicios
Llevaba toda la noche revisando expedientes de casos anteriores.
Según algunas declaraciones sospechosas de los testigos, estaba por
resolver el misterio. Ya casi terminaba, me entusiasmaba porque
recibiría una recompensa si eso sucedía. En ese preciso instante sonó el
teléfono. Me resultó extraño, no esperaba ninguna llamada. Pero al
reconocer la voz de Felipe Wilger, mi compañero de trabajo, me
tranquilicé.

Nos habíamos hecho muy amigos en el último año de la


universidad. Es un tipo muy trabajador, astuto y de buena fe, que resultó
ser indispensable para resolver la mayoría de los casos. Esta vez me
llamaba para informarme que trabajaríamos juntos nuevamente.

Se trataba sobre el crimen de un novato en la alta sociedad, Daniel


Herrera, luego llamado Roger Herrera. Éste había heredado la fortuna de
su padre.

Lo hallaron el 26 de diciembre del 2006, dos días después del


crimen, tirado en la cama de su habitación. Parecía estar durmiendo,
pero Roger no daba señales de vida. Al principio supuse que había
sufrido un paro cardíaco y que estuviese de fiesta en fiesta sostenía más
mi hipótesis. Para confirmar mi suposición continué con la investigación.
Hice algunas preguntas a la gente del barrio en el que vivía y me enteré
de la gran fiesta que había organizado en su mansión para festejar la
Navidad. A ese enorme evento habían asistido alrededor de 700
personas de las cuales 200 se habían colado. Esto aumentó la cantidad
de sospechosos, por lo cual nos interesamos más en el caso.

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Decidimos interrogar a varios invitados y llegamos a la conclusión
de que Herrera no tenía verdaderos amigos, pero tampoco enemigos.
Volvimos a la casa. Pero esa vez solamente yo entré a la escena del
crimen. Quería analizar minuciosamente cada detalle.

Descarté la posibilidad de que hubiera ocurrido algún acto de


violencia, ya que el cuerpo no lo indicaba. El cuarto se encontraba en
orden, no parecía que alguien más hubiese estado allí más que él. No
podía ser una muerte súbita por su edad, éste apenas tenía unos 25
años.

Salí de la habitación confundido, pero con una nueva hipótesis. Me


encontré con los muchachos y con la mirada hacia abajo y apretando los
dientes murmuré: “veneno”.

La primera pregunta ya se había respondido, solo nos faltaba


saber quién y por qué lo había hecho.

Retomé los interrogatorios, pregunté si alguno de los invitados


había observado algún comportamiento raro. Pero todas las respuestas
indicaban que había sido una fiesta común, esa en las que se bebe
alcohol, se baila y conversa. También pregunté si tenía algún problema
en particular con alguno de los que asistieron al evento. La mayoría
respondió que era un tipo sin problemas excepto con un hombre
llamado Miguel Freicht.

Lo primero que hicimos al oír esta respuesta fue ir al domicilio de


Miguel y hacerle un par de preguntas. Llegamos al conventillo en el que
vivía, de fondo se escuchaba la voz de un hombre discutiendo con una
mujer. Llamé a la puerta, y una voz grave dijo:

-¿Quién es?

Respondí:

- Detective Ramírez, Pedro Ramírez.

La puerta se abrió con un movimiento brusco, y la cabeza de un


hombre se asomó.

Le pregunté si podía pasar, y con una cara no muy amigable me hizo


el gesto de que entre. Me senté en el sofá y él se sentó en una silla en
frente mío. Su aspecto no parecía ser el de un hombre trabajador, sino el
de uno que pasa los días en su casa dándole ordenes a su mujer. Éste

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tenía 3 hijos y según parecía le costaba bastante mantenerlos. Era un
buen motivo para querer robarse la herencia de Roger. Comencé con el
interrogatorio.

- Miguel, me gustaría que me cuente un poco como era su relación


con el señor Herrera.

- Eh… Mi relación con Roger estaba bien, hace poco nos habíamos
arreglado. La última vez que lo vi hubo un mal entendido. La
prostituta con la que estaba me estaba seduciendo y él entendió
todo al revés. Luego de un par de días me enteré que había
mandado a un colega en común a matarme, pero como él tenía
más confianza conmigo me contó todo. Igualmente decidí no
rebajarme a su nivel y pasarlo por alto.

- Bien, señor Freicht. Según lo que usted dice no asistió a la fiesta.


¿Es así?

- Traté de evitarlo, pero en verdad, sí fui. Pero solo porque esa


noche no tenía con que alimentar a mi familia. Nada más.

- ¿Se habían enfrentado anteriormente?

- Sí, antes de que el heredara esa enorme fortuna. Le había ganado


en varias peleas callejeras y mis socios habían estafado a los
suyos pero no fue nada personal hasta ese día en su casa.

- Muchas gracias. Perdone las molestias.

- Hasta luego.

Salí del cuarto de la familia Freicht, y noté que unos tipos se me


estaban acercando.

Relajado traté de manejar la situación. Entregué todas mis


pertenencias de valor sin mirarlos a la cara mientras aplastaba la
carpeta con los relatos de cada sospechoso contra mi cuerpo y
disimuladamente los iba escondiendo debajo del sobretodo, así que no
me hicieron daño alguno.

Al llegar al lugar donde estaba el auto estacionado mis colegas me


preguntaron qué tal me había ido.

- Bastante bien – respondí – el tipo parecía estar diciendo la verdad.


Pero si es así está bastante mal.

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- Bueno, déjalo. Andá a descansar y mañana seguimos.

- Sí, pero igual me queda picando el tema de la familia de este


Herrera, ¿Con quién vivía? Me parece que mañana voy a ir para la
mansión a interrogar a todos los empleados.

- Buenísimo, ¡de paso chusmeá un poco la casa! - me dijo un


desubicado-

- Jajaja- Reí sin ganas.

Al día siguiente, me dirigí hacia el hogar. Toqué timbre y me recibió el


mayordomo que se sorprendió al verme y me dijo:

- ¿Qué hace usted por acá? Creí que ya había terminado su labor en
esta casa. Todos seguimos de luto y le agradecería que no hable
mucho del tema con la cocinera.

- ¿Por qué?

- Porque está convencida de que el veneno fue puesto en la comida.

- ¿Cómo dice?

- La historia es larga, pase y le cuento.

Entré a la misma mansión en la que había ocurrido el crimen, pero ya


no parecía serlo. Todos los sillones que quedaban eran negros y los
demás estaban todos juntos en un rincón cubiertos con una gran tela
blanca.

- ¿Qu'e pasó acá?

- Como le dije, estamos de luto y lo demás se va a vender. Pero


mejor le cuento la historia de Elisa, la cocinera.

- Si, mejor.

- Está totalmente convencida de que fue su culpa. Porque después


del brindis de Navidad ella fue a ver la cara que ponía Roger al
probar su comida. Notó una cara de disgusto, se deprimió pero
después se dio cuenta de que era por el veneno y se sintió más
culpable porque creyó que era una falta de responsabilidad de su
parte.

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- Señor Greco agradezco que nos haya contado esta historia. Ahora
me gustaría escuchar su versión de lo ocurrido.

- Bueno, usted sabe que yo lo conocía desde hacía poco tiempo


pero nos habíamos hecho buenos compañeros. Yo era casi la única
persona en la que él podía confiar, y así fue como conocí todos sus
problemas a lo largo de los últimos 5 años aunque solo tengo
contacto con él desde el 2005. También sé de lo que le gustaba
salir a embriagarse con desconocidos y que a veces se peleaba
con estos, pero nada pasaba a mayores. Por eso tengo dos teorías,
pero me traen malos recuerdos, por favor... ¿Podríamos seguir otro
día?

- Está bien, llámeme cuando se reponga, si tiene ganas de hablar de


algo sospechoso que sepa o haya visto. Aquí le dejo mi tarjeta.

Dejé mi tarjeta sobre una mesa llena de polvo con algunos pegotes
de ponche seco de la fiesta y me retiré. Había escuchado cada palabra y
observado atentamente cada movimiento nervioso, pero a pesar de que
no me contó sus sospechas, nada me cerraba. ¿Por qué le traerían malos
recuerdos? Si son solo teorías… ¿A caso sabría quién era el asesino pero
no lo quería delatar? ¿Estaría cubriendo a alguien? ¿Lo estarían
amenazando? ¿Sería él el asesino? Esas cinco preguntas revolotearon en
mi cabeza durante toda la noche, pero de repente solo pensaba en si
había sido el señor Greco el asesino. Me tranquilicé pensando en que al
día siguiente por la mañana buscaría evidencias y todo terminaría.

Me despertó el celular, sonaba sin parar ese ringtone insoportable.


Cuando fui a atender, paró. Atiné a seguir durmiendo, pero volvió esa
musiquita que cada vez me irritaba más. Ésta vez atendí justo, esperaba
sólo la llamada del mayordomo, pero no era él, sino que se trataba de la
cocinera. Había encontrado mi tarjeta sobre la mesa, parecía que al
señor Greco le importaba poco y nada llamarme y la había dejado
olvidada allí.

- ¿Se? – dije con una voz cansada y de bajo tono.

- Perdone señor, ¿estaba durmiendo? Soy Elisa Brandt, la cocinera


de la mansión. Necesito hablar urgentemente con usted, estoy
aterrada, no sé como ÉL pudo haber hecho algo como eso.

- Espere señora Brandt, ya estoy yendo para allá.

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Al momento que decía esto me abrochaba la camisa y el pantalón,
intuía que una confesión se aproximaba, así que llamé a Felipe, mi
colega, para que llevara esposas, armas y para que me acompañara por
si algo pasaba. Lo pasé a buscar en mi Peugeot 206 y nos dirigimos
directamente hacia la mansión. Tocamos timbre y nos abrió el señor
Greco, cabizbajo. Desde la puerta de entrada se podía ver a Elisa,
sentada en un sillón con un vestido, el delantal de cocina y un repasador
sobre la falda. Felipe me dijo al oído que parecía como si la cocinera me
hubiese llamado repentinamente mientras hacía sus tareas, por eso
cada vez me entusiasmaba más. Si había sido como mi compañero me
había dicho, no cabía duda de que la culpa la estaba atormentando y
decidió confesarse.

Al vernos, Elisa dio un pequeño salto como para pararse e hizo una
suave reverencia al mismo tiempo que nos agradecía la rapidez con la
que habíamos llegado. Cuando la señora Brandt amagó empezar a
contar la historia miró al mayordomo y éste le hizo un gesto de silencio.
Elisa le devolvió el gesto pero con uno que daba a entender que ya no
había vuelta atrás.

- Bueno señora Brandt ya estamos aquí, ¿qué tiene usted para


decirnos? – dijo Felipe.

- Eh… - exclamó Elisa haciendo un gesto de que necesitaba


privacidad, es decir que el mayordomo se retirara.

La presencia del Señor Greco parecía incomodarla, así que le pedimos


que se vaya. Cuando se fue, retomé el diálogo.

- Ahora sí, ya puede continuar. O empezar mejor dicho.

- Aunque lo quiera mucho, debo decir que el señor Greco fue el


culpable de la muerte de Roger.

- ¿Tiene pruebas? – dije con mucha calma aunque por dentro todo
era una fiesta de alegría y culpa. Alegría porque parecía que el
caso estaba resuelto, y un poco de culpa por desconfiar de Elisa.
También estaba sorprendido, en todos mis años de carrera, nunca
nadie había soltado tal confesión tan rápido y de forma tan
directa.

- Al señor Roger le gustaba filmar todas sus fiestas. No sé si en la


grabación de esta fiesta se ve, pero podrían fijarse. En el plato

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especial del señor Roger estaba el veneno, ¿no? Un momento
antes, Ferdinand lo envenenó.

- ¿Ferdinand? – preguntó Felipe

- Sí, el mayordomo Greco…

- Ah, siga. – dijo interesado mi compañero

- No, no tengo nada más para decir, fíjense. Yo estoy SEGURA de lo


que digo.

- Está bien, iremos. Le avisaremos si tenemos alguna novedad. –


tranquilicé a Elisa, mientras miraba la cara de desilusión de Felipe
al enterarse que la historia había terminado.

Salimos de la casa sin decir más que “Gracias, hasta luego.” hasta
que subimos al auto. Allí Felipe y yo hablamos de lo ocurrido. Los dos
estábamos asombrados por la declaración y, raramente, no
desconfiábamos de lo que nos habían dicho, pese a que la cocinera
sonaba muy convencida. Fuimos a la comisaría donde conseguimos la
dirección del camarógrafo que no había entregado la filmación a Roger a
pedido del mayordomo ahora conocido como Ferdinand. Esto lo hacía
más sospechoso aún.

Inmediatamente fuimos a la casa del camarógrafo, que nos vendió la


filmación por una gran suma de dinero, no estaba dispuesto a
entregarla, pero tampoco se resistió. Así que rápidamente fuimos a lo de
mi compañero y la vimos. Efectivamente lo que decía Elisa era verdad.
Entonces con la cinta en la mano fuimos a detener a Ferdinand Greco y
lo llevamos a la comisaría donde tendría que declarar.

Aunque yo quería que este caso terminara de una vez por todas,
todavía nos faltaba saber el móvil. Estábamos en el patrullero con el
mayordomo y volvieron a mi cabeza esas preguntas del día anterior,
pero yo solo hacía foco en una: ¿Lo estarían amenazando? Porque por
más que las pruebas estén yo no lo creía capaz de matar por decisión
suya.

Cuando llegamos a la comisaría yo estaba ansioso por preguntarle


“¿¡POR QUÉ!?”. Así que lo hice al segundo en que Greco se sentó en la
silla de la sala de interrogación.

- Por mi hija – me respondió

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Le dije a Felipe que siga con la interrogación y me retire de la sala.

Fui a investigar que hacia la hija: llevaba una vida normal, se había
recibido el año pasado en medicina y no tenía problemas económicos ya
que salía con el hermano de Roger, tres años mayor que ella, quién no
había heredado una gran fortuna pero sí una importante suma de dinero
con la cual se lo podía calificar como “rico”. Esto último culminó con mis
hipótesis.

Llamé a mi colega y le pedí que le preguntara sobre Frederick


Herrera el hermano de Roger. Mi compañero Wilger se sorprendió
cuando escuchó que Roger tenía un hermano porque así se sumaba un
sospechoso más que podría haber mandado a Ferdinand a conseguir la
herencia.

Le pedí a Felipe que me pasara con Greco y le pregunté.

- ¿Qué pasa con tu hija? Sí, sale con Frederick pero… ¿qué tiene que
ver?

- No puedo decirle nada, sino le pueden hacer daño.

- ¿A quién? Hable claro

- A mi hija, no me haga hablar más.

- Mire señor, está en una comisaria todo lo que usted diga no va a


salir de aquí hasta que sea aprobado. Ahora que usted sabe eso
dígame: usted nos había dicho que aunque lo conocía hace poco
tiempo Roger le había contado mucho sobre su intimidad y la
relación con sus pares ¿no es así?

- Así es.

- Entonces usted sabe muy bien como se llevaba con Frederick, su


hermano.

- Sí – me respondió angustiado.-

- ¿Por qué se angustia? Si no pasa nada malo. ¿No es cierto?

- ¡Basta ya, me rindo! Yo lo envenené pero solo porque Frederick


me estaba extorsionando con lastimar a mi hija.

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- Sabía que algo estaba ocultando. Dígame ¿Como fue su
comunicación con Frederick? ¿Sabe dónde se encuentra en este
momento?

- Mire, el día que partió fuera del país, enojado por haber recibido la
parte más pequeña de la herencia, se llevó a mi hija con él y
nunca dijo a donde. Desde ese entonces se quebraron mis
relaciones con el señor, pero tenía que aceptar y hacer todo lo que
me decía debido a que tenía a mi hija en su poder, como ya sabe.
Nos comunicábamos a través de llamadas, sin que nadie más que
nosotros dos supieran de ellas. Las condiciones no eran muy
descabelladas, hasta el día que me mandó a matar a Roger. Me
costó mucho aceptar hacerlo, pero no me quedaba opción. Decidí
envenenarlo, era la forma más sencilla y menos dolorosa de
terminar con él, y aproveché la gran fiesta que había organizado
para Navidad. Supuse que como varias personas con las que
Roger había tenido algunos malentendidos asistirían al evento
sería más difícil descubrirme. Pero fue en vano.

- Muchas gracias señor Greco. Veremos qué hacer con usted.

Lo dejé solo en el cuarto de interrogación mientras lloraba como


nunca antes. La culpa le carcomía la mente de solo pensar lo que había
hecho. Ya teníamos el caso resuelto, pero no podíamos darlo por
terminado. El señor Greco fue encarcelado por haber cometido el crimen
pero quedaba un asunto pendiente: Frederick y la hija del mayordomo.

Enseguida llamé a mi compañero Felipe y juntos fuimos a la división


de comunicaciones de la policía para rastrear las llamadas recibidas por
Greco, y así saber desde donde fueron realizadas. Ni bien obtuvimos la
dirección nos dirigimos hacia allí. No nos fue difícil encontrarlos.
Frederick creyó que arrestarían solamente al mayordomo, por eso
decidió no esconderse mucho. Incluso mintió que se iría fuera del país
cuando en verdad seguía en el mismo lugar de siempre: su casa en
Nordelta. Al llegar al destino decidí mirar los alrededores de la casa,
pero no noté nada fuera de lo normal. Espié por la ventana trasera del
hogar, sin que nadie pudiera notarme y desde allí podía verse a
Frederick mirando las noticias por televisión y al mismo tiempo armando
las valijas para irse en ese preciso instante. Más al fondo se veía una
habitación con la puerta abierta. Allí dentro se encontraba Luciana, la
hija de Greco, atada a una silla con la boca tapada con cinta.
Rápidamente decidimos ingresar a la casa: Felipe por la puerta

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delantera, armado por si algo pasaba, y yo por la trasera, preparado
para enfrentarlo. Cuando entramos dije:

- ¡Alto las manos señor Herrera! Somos los detectives Pedro


Ramírez y Felipe Wilger y tenemos una orden de arresto.
¡Entregue ya a la joven!

Al oír nuestras palabras, Frederick no tuvo más remedio que


entregarse y sin decir nada señaló la habitación donde se encontraba la
joven.

Wilger se ocupó de liberar a Luciana y la condujo al hospital debido a


las cortaduras de navaja halladas en su cuerpo. Yo me ocupé de
Frederick, lo llevé a la cárcel y luego fui a la mansión en la que vivía
Roger a informarle lo ocurrido a la cocinera. El enigma ya había sido
resuelto.

- Caso cerrado Felipe – le dije a mi compañero.

- Lo invito a tomar unos tragos de licor a mi casa.

- Buena idea Wilger.

Llegamos a la casa de mi compañero y levantamos el periódico de los


domingos que siempre dejan en el umbral de la puerta. Enseguida nos
dirigimos a la botella de licor, que nos acompañaría leyendo el diario.

- Mirá Ramírez, acá hay un caso de una mujer desaparecida. Parece


ser que a la semana después desapareció su marido.

- Mmm... parece interesante, ¿No crees?

- Vayamos por él.

Por Amaya, Merlina, Aurrecoechea, Camila y Lemme, Ludmila

FBI

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Esta les parecerá una historia aburrida, común, la típica, un
asesinato un detective, un culpable, sospechosos etc. Capaz que es por
eso que me la acuerdo tan bien.

Era un domingo, esos lluviosos y fríos, un 23 de julio de 1985, yo;


Mario trabajaba para el FBI, si, me imagino que estarán pensando, que
debe estar buenísimo, pero no. Eran las 4:30 Am y ese maldito teléfono
no paraba de sonar. Me digne a contestar. Era mi Jefe; pidiéndome que
vaya más temprano a la oficina. Llegue, entró y en la mesa había un
diario que en la primera plana;”un suicidio”, del millonario Paul Declin,
lo habían encontrado en su cama pálido ya sin respirar. Hace cuatro días
ya de esto, de inmediato contacte a la policía para que me diera la
dirección de la casa, y todo lo que pudieron averiguar, Anote todo y Salí
corriendo para agarrar un taxi. Llegue a una mansión de lo más
elegante, unas mucamas me abrieron la puerta y me acompañaron
hasta la sala donde me esperaba su esposa; Sara Declin, una señora no
muy agradable de unos 48 años que mandaba a todos, parecía ser la
nueva dueña de la casa, todos la trataban como a una reina, y esta se
creía una.

Le hice varias preguntas; cuando entra un señor alto con bigote a


los gritos buscándola era el hermano de Paul simón, Cuando entro a la
sala y me vio quedo paralizado, sin saber que hacer se sentó a escuchar
la conversación. Cada vez que intentaba hablar este me interrumpía, lo
notaba muy nervioso.

Según las palabras de Sara, esa mañana había salido con sus
sobrinos y él se quedo porque tenía mucho trabajo que hacer, cuando
volvió, las mucamas desesperadas le avisaron que encontraron a Paul
tirado en el piso. Le dije que se detuviera, le pedí que se retire y que
me espere en el living, quedamos solo el hermano y yo. Empezamos a

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conversar, de lo sucedido y le pedí una opinión, quien le parecía que
podría haberlo matado, o porque razones se quería suicidar.

Este se quedo callado, dijo que no tenía ninguna razón para


suicidarse, amaba su trabajo, a su familia que lo tenía todo.

Pero… no porque sea millonario y lo tenga todo, puede ser feliz-


dije.

Se cayó otra vez.

Cuando llegué, y me enteré lo que había sucedido la noté


bastante tranquila como si estuviera satisfecha de algo, desde un
principio note que algo raro estaba ocultando, pero no dije nada.- dijo
Eduardo, el hermano.

Satisfecha de algo? Piensas que ella podría ser una de las


personas que lo pudo haber matado? - dije.

No, solo digo que algo oculta, no quiero meterme y tampoco me


interesa saber que es. –dijo

Los salude muy educadamente, y me retiré por la puerta


prometiendo volver para investigar la habitación de la víctima y poder
sacar algunas hipótesis.

Al día siguiente regrese a la mansión con mi jefe para poder


conseguir pruebas, entramos a la habitación, estaba fría, había un
ventanal grande donde cualquier persona puede escapar pero hace dos
meses que está rota y si la abrís se cae el vidrio, está intacta, si hubiera
querido escapar hubiera sido por la ventana, no había marcas ni nada,
estaba todo limpio, ya hace cinco días que enterraron a Paul, y desde
ahí en ningún diario apareció algo, ni de su familia ni del entierro; nada.

Es extremadamente raro- dijo mi jefe.

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Es obvio que el criminal no quiere dar explicaciones, y se quiere
olvidar del tema, como si no hubiera pasado nada- dije yo.

Y como encontramos al culpable? – dijo mi jefe

No sé, pero se me va a ocurrir algo.

Voy al baño un minuto- le dije a mi jefe

Cuando subía por las escaleras encontré a las mucamas llorando y


escondidas atrás de un mueble no sabía porque pero lo que me
imaginaba era que estaba relacionado con la muerte de Paul. Le
pregunte a una mucama porque estaban llorando y escondidas ellas no
me quisieron decir así que llame a mi jefe para que venga pero las
mucamas dijeron que no venga .Yo, le dije bueno. Pero díganme porque
están así y ellas me agarraron y me llevaron al baño, una mucama me
dijo: me llamo Laura y ella Mónica y nosotras vivimos en un infierno
porque la señora Sara Declin hace dos años atrás estuvo en el
manicomio y cuando salió vio la mansión y fue para hacerse la esposa
de Declin y así poder ser millonaria pero como veía que el tenia muchas
deudas lo mató y quedo todo para ella.

¿Y ustedes cómo lo saben?-dije yo

Porque lo escuchamos de la señora Declin y nos obligo a que la


ayudáramos envenenándolo.

Sabía que algo Ocultaba. Dije

Sabían que ella tenía una caja fuerte en donde guardaba todos sus
pensamientos y que el código estaba debajo de la cama. Fueron
rápidamente a la habitación y encontraron a la señora Declin durmiendo
así que tuvieron que hacer mucho silencio, cuando abrieron la caja
fuerte encontraron una arma, un video grabado por una de las cámaras

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que olvido ocultar que mostraba lo sucedido y lo peor encontraron una
carta que era del hermano de Paúl que decía:

Querida Sara:

Me encanto haber pasado la noche con vos, ojala nos volvamos a


ver cuando vuelva del viaje, te dejo mi numero para que me contactes
por cualquier cosa,

Mándale saludos a Paul.

Ellas también sabían que lo estaba engañando, pero Sara las había
amenazado con echarlas del trabajo o con matarlas.

Inmediatamente llame a mi jefe y le dije que venga con la policía.

Apenas tocaron timbre bajo la señora Declin que la arrestaron y la


llevaron a la cárcel, tiene 6 años para divertirse ahí dijimos.

Matándonos de la risa volvimos a la oficina, le contamos a todo el


mundo, tocaron la puerta y nos avisaron que la prensa los diarios
estaban afuera esperándonos. Orgullosos de haber resuelto un nuevo
caso, hablamos y contamos detalladamente.

Y si, ahora la casa quedo para el hermano de Paul, las mucamas


trabajan en otra casa, y yo acá, casado y con dos hermosos hijos.

Por Ferrante, Agustina y Lopez, Victoria

ENVIDIA

Caía la noche del 19 de Octubre del 2004 en Buenos Aires. Mi


colega y yo estábamos tomando el té y leyendo nuestra sección favorita
del diario, la sección de policiales. Entonces vi una noticia que me llamó
mucho la atención: “Ha ocurrido un suicidio de un multimillonario, en su
mansión, cercana al aeropuerto”. Al mostrársela a mi amigo se
sorprendió tanto como yo lo había hecho. Inmediatamente ambos nos

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fuimos a nuestras sendas computadoras, a investigar. Luego de una
hora de investigación descubrimos que era presidente de una empresa
muy importante de Holanda y que estaba preparando un importante
viaje de negocios, no tenía familia, el más cercano era su hermano.

Tocamos timbre. Nos atendió una muy entristecida. Le dijimos a


que veníamos y nos dejo entrar. Fuimos a investigar la escena del
crimen, el cadáver aún estaba allí, blanco y rodeado por un gran charco
de sangre. La casa era bonita, tenía cuadros caros, jarrones invaluables
y una bonita escalera de mármol que llegaba hasta el 2º piso, donde se
encontraba el dormitorio de la víctima. Allí, definitivamente, no había
sido el crimen, ya que no estaba el cadáver, ni tampoco había manchas
de sangre, por lo que supusimos que, por la hora, estaba durmiendo y
algo lo había despertado, por lo cual bajo las escaleras. Luego, en el 1º
piso estaban los dormitorios de los empleados. El jardinero, la mucama,
el masajista, el guardia de seguridad y la cocinera. Decidimos
interrogarlos igual, ya que “el suicidio” podía ser un asesinato oculto.

Primero interrogamos al guardia de seguridad, que era el único


que permanecía despierto durante la noche, y, teniendo en cuenta que
era el asesinato había sido en la madrugada, era el principal
sospechoso. Entramos a su habitación, lo saludamos cordialmente y le
pedimos amablemente que comenzara su relato; ninguno de los
interrogados podía mentir, porque contábamos con una licencia especial
de detectives que nos permitía interrogar a cualquier persona que se
necesite para resolver el caso en cuestión. El buen hombre comenzó con
su relato:

-Era una noche tranquila. Cada 30 minutos se oía un avión. En un


momento me pareció escuchar un ruido extraño, entré, revisé toda la
casa pero no vi a nadie. Volví a mi lugar de trabajo hasta la 7:00
que era la hora a la cual se levantaba el patrón. El era un buen hombre,

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Antología Literaria
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tenía mucho dinero, pero no sabía cómo administrarlo, ese dinero lo
tendría que tener alguien que lo sepa usar mejor, como yo, espero que
el heredero, el hermano, sepa usarlo mejor de lo que lo hacía él.-

Mientras nos estábamos yendo el hombre nos interrumpió:

-Ah, antes de que se vayan, una cosa más. ¡¡Usted es el detective


Quinteros y usted su ayudante Carlitos!! ¿No es así?-

-Si, gracias por su reconocimiento- Le respondimos.

Luego de leerme las acotaciones que mi ayudante había anotado


en su libreta. Ambos pasamos a la habitación de al lado, la del jardinero.
El no trabajaba de noche, pero aún así vivía en la casa. Como el anterior,
nos reconoció y comenzó:

-Esa noche me fui a dormir temprano, a las 22:00. A la mitad de la


noche, no me acuerdo la hora, me fui a servir agua y en la cocina me
encontré a la cocinera, también se estaba sirviendo agua, nos quedamos
15 minutos charlando. Cuando estábamos subiendo, nos encontramos al
jefe, nos dijo que se había despertado porque le había parecido escuchar
un sonido de que algo, se había caído al suelo y se había roto y quería ir
a averiguar que había sido. Luego volví a la cama y me quede
durmiendo hasta la mañana siguiente.-

-Gracias por su tiempo.-Le dije yo.

Luego de leer los apuntes que mi colega había escrito en su


libreta, agregamos a alguien más a la lista de sospechosos, el hermano.

Justo cuando estábamos por entrar al cuarto de enfrente, salía el


masajista, dijo que no lo podíamos interrogar en ese momento, porque
lo había llamado su esposa que estaba por nacer su segundo hijo, y que

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Antología Literaria
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no podía no estar allí. Nos pidió disculpas y se retiró de la casa a toda
velocidad.

Pasamos a la habitación de al lado, la de la mucama. Entramos


pacíficamente, pero ella no nos respondió de manera tan adecuada:

-¡¡Lárguense, estoy haciendo mi deber, déjenme en paz!!-

Después de que mi amigo, le trajo un vaso de agua, la alterada señora,


se calmó y, de una vez por todas, pudimos empezar:

- Aquella noche, yo, me fui a dormir muy tarde, ya que la noche


anterior, el jefe, había tenido una cena de bienvenida al mundo de
sus dos sobrinos, Melina y Josep, junto a su hermano. Y yo, junto a
la cocinera, nos quedamos limpiando todo, hasta la 1:30. Después,
me fui a dormir. Hoy a la mañana encontré un jarrón tirado en el
piso, aún no sé porque, yo no fui, porque yo no soy sonámbula. Me
desespera, ver todo sucio, por esto mismo era que hoy estaba tan
alterada. Sepan disculparme.-

- No hay problema. Gracias por su colaboración-

Al entrar al dormitorio de en frente, el de la cocinera, ella no


estaba ahí, por lo que ambos pensamos que estaría en la cocina, y así
era, allí la encontramos, cocinando para sus amigos (los demás
empleados).

Le preguntamos si anoche a la madrugada se había levantado a


tomar agua y si se había encontrado con el jardinero. Ella, muy
concentrada en lo que hacía, nos asintió con un leve movimiento de
cabeza. También le preguntamos si se había cruzado con el dueño de
la casa al subir las escaleras. Nos volvió a asentir con la cabeza.

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Antología Literaria
-7º 2010-
Eso era todo, no necesitábamos saber mucho más, los otros
sospechosos, ya nos habían contado bastante información. Solo
debíamos corroborar si esa información era verdadera o falsa.

Luego de leer todos los apuntes de mi ayudante, descubrimos que


solo nos quedaba por interrogar a una persona, frecuentemente
nombrada en los relatos, el hermano. Entonces, gracias a los datos
brindados por los interrogados, partimos hacía la casa del heredero,
pero justo antes de que cruzáramos la calle, nos topamos con el
masajista, su mujer y su hijo recién nacido. Entonces, aproveché para
hacerle unas muy breves preguntas, pero las respuestas ya nos las
habían dicho los demás, por lo cual lo dejamos seguir su camino en
paz.

Al llegar a la casa del hermano lo encontramos llorando


desconsoladamente. Le pedimos que nos diga algo, pero el pobre
hombre, estaba tan triste que casi no podía no hablar. Solo llegamos
a entenderle un par de palabras:

“Por qué – mató- hermano”

Sin decir ni una palabra más, nos retiramos de la casa. A todo esto
ya eran eso de las 23:00, por lo cual nos fuimos a dormir.

A la mañana siguiente, nos despertamos e inmediatamente, sin


lavarnos los dientes siquiera, fuimos a sacar conclusiones de lo
anotado a partir de los testimonios de los sospechosos. Luego de
varias horas, concluimos 4 hipótesis:

1- El suicidio

2- Que el asesino era el hermano, por razones de envidia, herencia y


cuestiones familiares. Y lo hizo pasar por un suicidio.

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Antología Literaria
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3- Que la asesina era la mucama, que tiró el jarrón al piso, para
atraer al patrón, y así poder matarlo y hacerlo parecer un suicidio.

4- Que el jardinero y la cocinera hicieron una dupla mortal y mataron


a los superiores económicamente por envidia, entre ellos este
hombre y hacerlo parecer un suicidio

Luego de investigar muy detalladamente la escena del crimen,


descubrimos una cosa que nos llamó mucho la atención:

¿Por qué se habría matado con un cuchillo y no con una pistola?

Entonces fuimos a hablar de nuevo con la cocinera, pero esta vez


cara a cara. Le preguntamos sobre el curioso hecho del cuchillo, nos
dijo que él era amante y coleccionista de cuchillos, tenía cuadros
llenos de cuchillos coleccionables, pero no de cualquier marca,
solamente los Tramontina.

Al oír esta declaración descartamos la hipótesis del suicidio,


porque ¿por qué iba a manchar un cuchillo, justo el, que tanto los
amaba?

Para demostrar o no que otra hipótesis era falsa, tiramos una pelusa
de pequeño tamaño al suelo, para ver si la mucama lo detectaba, ya que
era tan amante de la limpieza. Y si, lo detectó, así que descartamos a la
mucama, porque no ensuciaría el piso a propósito jamás. Nos quedaban
dos hipótesis. La dupla mortal y el hermano.

Había sido un largo y duro día de trabajo, llegamos a nuestra casa y


mi compañero se quedó dormido sin siquiera haberse quitado la ropa de
trabajo. Pero mi caso no fue igual. Yo no pude dormir hasta las 00:30.
Me quedé pensando, y pensando…

Al despertarme a la mañana siguiente, recordé algo de todo lo que


había pensado la noche anterior. La víctima era coleccionista de

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Antología Literaria
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cuchillos Tramontina. ¿Y si el cuchillo con el cual asesinaron al hombre
no era Tramontina, no habían sido ni la cocinera ni el jardinero, sino el
hermano?

Cuando levantamos el cadáver, que aun seguía allí por orden nuestra,
vimos el cuchillo clavado ahí, lo sacamos y descubrimos que era marca
Stainless. Lo que nos llevó a tener un solo sospechoso, EL HERMANO.

El instante siguiente llamamos al 911, y ordenamos que fueran a la


casa del hermano.

Al llegar, ahí estaban, todos los cuchillos de la cocina, maraca


Stainless.

A él se lo llevaron preso y a su familia se la llevo a un refugio para


personas sin familia.

En cuanto a la herencia, los empleados decidieron que nos la


quedáramos nosotros, los detectives, pero como no podíamos haberlo
hecho sin ellos, decidimos que el dinero lo repartiríamos entre las 7
personas que ayudaron para resolver este caso.

Por Mazzie, Vincenzo

La Barranca oculta

Era un 30 de agosto de 1999. Se nos venía una lluvia torrencial


sobre la ciudad que ya había provocado destrozos en los edificios. Mi
hermano y yo vivíamos en un departamento por Belgrano. Nos
levantamos a las seis de la mañana para ir a trabajar. Formábamos
parte de la policía científica como cadetes; lo suficiente para pagar el
alquiler, comida y ropa. Era de esperar que el Ford Falcon del año del
pedo que teníamos, con suerte se moviera.

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Antología Literaria
-7º 2010-
Habíamos llegado a la comisaría media hora tarde pero todo
estaba muy tranquilo. Nadie gritaba ni daba órdenes. Y bueno, era
sábado a la mañana. ¿Quién querría levantarse a las seis ese día? Pero
yo sabía que en cualquier momento algo ocurriría en la ciudad de
Buenos Aires… y no me equivoqué. Dos horas después uno de nuestros
compañeros nos informó de un asesinato dentro de La Reserva natural
de La Costanera sur. Todos corrimos a los patrulleros, nosotros al Falcon,
que ahora sí no encendía. Pensábamos que la batería estaba muerta
hasta que fui a fijarme que ocurría entre tanta chatarra. El idiota de
Sánchez (el comisario) cambió la batería del auto por pilas de juguete y
dejo una pequeña nota diciendo “¡ja! Tontos”. El siempre nos saboteaba
para que no consiguiéramos el cargo de detectives. 5 minutos después
nos consiguieron un patrullero modelo 68 que yo agradecía mucho que
haya encendido.

Al llegar a la escena del crimen avistamos un gran perímetro a lo


lejos. Tuvimos que acercarnos a pie porque no podíamos entrar con el
auto. Además había llovido toda la mañana y los senderos estaban todos
embarrados. El camino era largo. Unos 2 kilómetros hasta el lugar.
Sánchez casi mojaba sus pantalones al ver al anciano de 80 años difunto
entre los arbustos de una barranca oculta.

-Ernesto Banderas, 72 años exactamente, divorciado, jubilado desde


hace 5 años- Afirmaba uno de nuestros compañeros

-Si, fue asesinado a sangre fría. Está claro que no fue un suicidio Parece
que el asesino le puso cinta de embalar en la boca para que los gritos
agonizantes de la víctima no fueran escuchados.- Dije yo. Para mí fue un
asesinato lamentable. Banderas fue mi primer comisario, buen hombre,
y me ayudo a llegar a donde estoy ahora (no es mucho pero podría ser
peor), y me decidí a resolver este caso a toda costa.

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El capitán había ordenado el inmediato cierre de la reserva para
que nadie entre ni salga de ella. Unos segundos después paro de llover
en la ciudad. Se interrogaron a los 13 visitantes dentro del terreno, pero
ninguno tenía algún vínculo con la víctima. Además, había que estar
completamente loco para asistir a una reserva enorme con una lluvia
torrencial.

Luego se interrogaron a los trabajadores del lugar; bueno, eran 50. La


mitad no lo habían visto pasar y tampoco lo conocían, los otros
restantes ni siquiera tenían registro de que el señor había entrado al
establecimiento. Solo uno tenía relación con la familia del asesinado. Su
nombre era Juan Carlos Iraola. Era amigo de toda la vida del yerno de
Banderas, Nicolás Silveira. Ninguno de los dos tenía una buena relación
con el jubilado. Nicolás tenía problemas con el alcohol, y Banderas no
quería dejar a su hija en manos de un alcohólico. Mientras que Juan
Carlos apoyaba a su amigo. Además Silveira había intentado drogarla
con cocaína

Ya era medio día y ninguna pista más se había encontrado en 2


horas. Y claro, si Sánchez y sus amigos salían a bajarse un pollo con
papas fritas, ni el mismo Sherlock Holmes podría resolver ente caso.
Dejé a mi hermano investigando los expedientes de los sospechosos
(Silveira e Iraola) mientras que yo fui a buscar pistas en la escena del
crimen. Busqué pero no pude encontrar nada. Hasta que encontré un
revólver con silenciador 9 milímetros. Tenía un cartucho de 7 balas pero
solo encontré 4. Era como las pistolas que tenía Sánchez, como las que
le daban a los comisarios. Allí cerca encontré 3 capsulas de balas. Así
pude confirmar mi hipótesis de que la víctima quiso vengarse de su
victimario disparándole. Pero esto fue lo que más me impactó. Encontré
un papel debajo de una rama; era un boleto de colectivo. De la línea
152. Figuraba que había sido abonado ese día, 30 de agosto de 1999 a

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las cinco cuarentisiete de la mañana. Además la impresión afirmaba
que fue un boleto para dos personas. Creí que era una salida planeada.

Luego me reuní con mi hermano y otros federales. Encontraron en el


expediente de Silveira que él vivía con sus padres. Por lo tanto fueron a
la casa de los Silveira para saber si su único hijo había salido por la
mañana. Dijo que había llegado de algún lugar a las siete y cuarto de la
mañana y que salió muy apurado hacia el aeropuerto de Ezeiza con
Iraola.

- ¡que esperan, se están escapando!- exclamé

Los vimos a los dos corriendo hacia un avión pequeño. Comenzaron a


disparar pero Sánchez logro incapacitarlos disparándoles con balas de
goma (al fin hizo algo productivo). Los arrestamos y los llevamos a la
justicia. Recién en ese momento entendí por que no estaban registrados
como visitantes de la reserva ni Silveira ni Banderas, porque en el
tribunal, el asesino, declaró que su cómplice Iraola había dejado entrar
a la víctima y a él al terreno antes de la hora de apertura.

Los delincuentes fueron castigados. El cómplice tuvo que sufrir 7


años de prisión y el verdadero asesino 10 años. Yo y mi hermano fuimos
ascendidos a inspectores. Sánchez sigue molestando como siempre sin
embargo nos pudimos comprar un auto nuevo. Pero nunca voy a
entender por qué un borracho quiso matar a un gran hombre como
Banderas

Por Papazian, Gastón

El Testigo

Una noche de puro invierno del 2002 surgió un inesperado accidente


en el barrio chino de Nueva York. Un joven llamado Jorge Rufino llamó a

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Antología Literaria
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los únicos investigadores conocidos y confiables, Nicholas Oxford y yo,
Chealsee Rinaldy.

Cuando nos enteramos del accidente inmediatamente fuimos a ver a


la víctima, Agustín Wilsom. Nicholas empezó a observar el cuerpo de la
víctima y se dio cuenta de que había sido un asesinato porque tenía una
bala en el pecho y no había ningún arma alrededor.

Luego interrogamos al señor Rufino para preguntarle que había


sucedido.

-¿Dónde estuvo usted durante el asesinato?-Le preguntó Nicholas.

-Yo estaba cenando en un local con mi hermana, Martha, a una cuadra


del lugar del asesinato. Y cuando escuchamos el tiro salimos corriendo
para acá.-Le respondió.

-Cuando llegó ¿Vio algún sospechoso?

-Si pero no lo pude reconocer. Solo pude ver su espalda.

Cuando el señor Rufino dijo eso Nicholas se quedó pensando en que si


estaba diciendo la verdad. Entonces le pregunto:

-¿Usted es un pariente del señor Wilsom?

-No, éramos compañeros de trabajo.

-¿El señor Wilsom tenía algún enemigo?

-No estoy muy seguro, pero sé que tiene un hermano con el que no tenía
una muy buena relación.-Le respondió mientras se tocaba la sien.

-Y… ¿Sabe dónde vive?- Le dije mirándolo a los ojos.

-No, no lo sé, pero el todos los viernes va a un boliche llamado “La


noche oscura”.

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El viernes, Nicholas, el señor Rufino y yo fuimos en busca de ese
boliche. El hermano de Agustín Wilsom se llamaba Bernardo Wilsom.
Luego llegamos al boliche y vimos que uno de los de seguridad sacó a
un borracho del lugar, y el señor Rufino dijo que ese era Bernardo.
Cuando el de seguridad se fue Bernardo estaba tirado entre bolsas de
basura, me acerque a él y Nicholas lo levantó.

-Hola, ¿Usted es Bernardo Wilsom?-Le pregunté.

-No, soy tu mama.-Me respondió tirándome su aliento a whisky.

-¿Perdón? Eso es una falta de respeto y por favor cuando hable tápese la
boca.

-¿Qué perdón? Hablando de otra cosa ¿Tenés novio?

-¡Perdón!-Le repetí pegándole una cachetada.

-No era necesario ese golpe. ¿Me vas a responder o no? No mentira yo te
quiero.-Me dijo mientras que me acariciaba la cara.

-Hemm… ¡Separado!-Le dijo Nicholas empujándolo muy celosamente.

- ¿Estas separada? Uyyyy que suerte que tengo-Me dijo Bernardo.

-¡No!, te quiero decir que te alejes- Le dijo Nicholas.

-¿Por qué?

-Porque es mi esposa.

-¿Y por qué?

-Porque me casé con ella.

-¿Por qué?

-Porque la amo.

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-Y… ¿Por qué?

-Porque… ¡Basta de decir por qué!

-¿Por qué?

-¡Basta! ¿Qué, me estas cargando?

-¡Si! No mentira porque no tengo tu cargador.-Le dijo riéndose y


queriendo hacer choque los cinco con la mano de Nicholas.

-¡Basta! ¡No peleen por mí!-Dije yo para parar la pelea.-Hay que seguir
con el trabajo, Nicholas.

Luego de esta discusión fuimos a la comisaria con Bernardo. Le dimos


un poco de agua y esperamos hasta que se calme para hacerle algunas
preguntas.

Cuando nos respondió nos dijo todo lo necesario para ir a buscar a otro
sospechoso, Sofía Arberanstain, la novia de Agustín. Bernardo nos dijo
que la podíamos encontrar en Los Ángeles, porque se había ido de viaje
antes del día del asesinato.

Tardamos como tres horas para encontrar su casa. Cuando llegamos a


su casa encontramos a Sofía junto a su madre llorando
desesperadamente. Ella nos contó que quería mucho a Agustín y desde
que el murió lloraba todas las noches de la semana. Nos dimos cuenta
de que ella no podía ser la culpable. Le hicimos algunas preguntas más y
nos dio el nombre de otro sospechoso más, Pedro Sanguiño, el era el
mejor amigo de Agustín.

Sofía nos había dicho que vivía en Florida. Cuando llegamos a Florida
yo estaba muy sorprendida, porque para mí Florida era la mejor ciudad a
la que nunca había ido. Le pregunté a Nicholas que si me podía llevar a
conocer la ciudad, pero me dijo que fuéramos a conocerla después de
resolver este caso.

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Fuimos a ver a Pedro y cuando tocamos el timbre de su casa parecía
que no había nadie en la casa. Detrás nuestro tendría que estar el señor
Rufino, pero no estaba. Esto a Nicholas le pareció muy sospechoso.
Entramos a la casa rompiendo la puerta para ver que había pasado y
vimos que la casa estaba toda desordenada como si alguien quiso entrar
a buscar algo y no pudo. Fuimos al patio de la casa porque
escuchábamos unos ruidos de una silla tambaleándose y un grito. Vimos
por la ventana de la puerta del patio y estaba Pedro atado a una silla
con la boca tapada con cinta. Rápidamente lo fuimos a desatar y
escuchamos una voz que dijo:

-Lo desatan y mato a alguien más.

La voz era de un hombre que al parecer era el asesino de Agustín. El


hombre se acerco. Dio la cara y supimos que era Jorge Rufino. Pedro con
los ojos nos señalo un diario, Nicholas lo agarro y vio que era un crimen
del señor Jorge Rufino, el jefe de la mafia china y Nicholas dijo:

-¡Lo sabía!

-¿Qué sabías?-Le pregunté.

-Sabía que en algún diario había visto su nombre.

El señor Rufino disparó al aire y dijo:

-Bueno, ya me descubrieron pero no me van a poder atrapar.

Intentó escapar pero no pudo porque toda la policía de Nueva York


estaba rodeando la casa.

-¡Rufino, empieza a decir todo lo que tienes que decir!-Dijo Nicholas


señalándolo con su dedo índice.

-¡Bueno! Diré todo pero… ¡No me disparen!

Lo llevamos a la comisaria y Nicholas le preguntó:

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-¿Por qué lo mataste?

-Lo maté porque el se quería unir a la mafia.

-Pero… ¿Por qué lo mataste?

-Es que yo le dije que haga su primera misión para poder entrar pero no
lo quiso hacer.

-¿Qué misión?-Le pregunté golpeando la mesa.

-La misión de matar a su hermano.

-Pero ¿Por qué querría matar a su hermano?

-Porque Bernardo me debía mucha plata y no me la quería pagar.

-Pero… ¿Por qué no le diste otra misión además de esa?

-Es que no tenía otra.

Después a Rufino lo encerramos en la cárcel por siempre.

Como el caso ya está resuelto, Nicholas me llevó a conocer Florida,


como me prometió. Ese día fue el mejor que tuve en toda mi vida
porque yo y Nicholas solos fuimos al restaurante más romántico de la
ciudad y nos quedamos a vivir allí por siempre.

Por Chen, Jessica y Luna, Carolina

El último partido

Capítulo 1
“El partido disputado entre River Plate y Boca Juniors. 0-0 en el
marcador, 44 minutos del segundo tiempo. Penal para River. Tira y…

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Antología Literaria
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¡GOOOOOOOOOOOOOOOL DE RIVER! El arquero Boquense se quiere
matar”.
Apagué la radio sintiendo lástima por ese pobre arquero, pero al
mismo tiempo mucha alegría porque soy fan de River. De repente,
escuché mi canción preferida saliendo de mi mochila, era… mi celular.
Hace mucho que no sonaba porque no tenía crédito, pero este llamado
era de la policía. Atendí con mucha curiosidad. Era mi compañero Javier
Zubiri que llamaba para resolver otro caso. Me puse mi ridículo
sombrero de Sherlock Holmes y subí a mi auto.
Capítulo 2
“El crimen fue ejecutado en los vestuarios del club Boca Juniors
justo después de que terminara el partido”, dijo Javier en el teléfono.
Llegué un toque tarde porque andaba cortito de nafta.
Oh! Olvidé mi presentación, mi nombre es Novaro, Matías Nahmod
Novaro.
El vestuario se encontraba lleno de gente forense y policías, pero nada
más me enfoqué en el muerto.
-¿Qué tienes para mí?- Pregunte ansioso a mi compañero.
-Parece un suicidio y la víctima está degollada con una navaja en la
mano derecha, la hábil- Dijo convencido.
-Gran comentario, mi querido Javier, elemental para este tipo de casos-
Lo animé.
-Gracias, significa mucho para mí cuando sale de la boca de un
detective- Agradeció.
-Hazme un favor y ve a buscar los expedientes de los testigos- Ordené.
-¡De acuerdo!- Exclamó.
-¿Cuál era el nombre de la víctima?- Le pregunté al jefe médico forense,
Pablo Papazián.
-Paolo Cabreras- Dijo-El arquero titular de Boca- Continuó.
-¿¡Ése que le metieron el gol en el final!?- Grité.

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Antología Literaria
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-Sí, sí, sí- Se apresuró a contestar decepcionado-Bueno, volvamos al
tema- Aconsejó-El hombre tenía un pedazo de dona en la garganta-
-Eso significa que estaba tragando cuando murió- Comenté.
-¡Exactamente!- Exclamó.
-Interesante, muchas gracias- Dije y me fui del club a buscar a mi
compañero a la comisaría.
En mi oficina, mi compañero volvió corriendo con un aliento
acelerado. Traía en la mano una pila de papeles de 3 Kg. Eran… los
legajos de los empleados del club.
Los leímos con tranquilidad hasta que terminamos y memorizamos
detalles, datos, toda utilidad para el caso.
-Interroguemos a los testigos- Propuse.
-Bueno-Asintió-Empecemos con el que llamó al 911, el arquero suplente-
Capítulo 3
Un hombre alto, manos grandes y buena musculatura entró en
nuestra oficina, se llamaba Alec Mejail.
-¿Qué vio en el vestuario?- Pregunté.
-Francamente, no pude ver mucho, ya que nos estábamos duchando y el
vapor era inmenso-
-Interesante, ya se puede retirar, pero le pediremos mucha más
información en breve- Dije.
5 minutos después, entró otro hombre de menor estatura, pero de todos
modos alto, se llamaba Guido Gutiérrez.
-¿Qué vio en el vestuario?- Pregunté.
-Nada, le digo, porque había muchísimo vapor en las duchas- Mientras le
agarraba un tic nervioso por estrés y miedo-¡Yo no hice nada, por favor
créanme, fue un suicidio, me dan miedo los policías!- Exclamó aterrado
mientras se hacía encima de miedo.
-Por favor, relájese y vaya con mi compañero a tomar un poco de agua-
Lo tranquilicé antes de que dijera otra palabra.
Entró el tercer y último testigo, Ezequiel Bilar.

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Antología Literaria
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-Por lo que se, vos estabas a su lado cuando murió, ¿Pudiste ver algo?-
-No, solo sentí un extraño objeto que volaba hacia mi pierna-
-Váyase, pero lo contactaremos en breve-
Ya habiendo interrogando a todo los testigos, sentía que
necesitaba más información de conocidos de la víctima… así que llamé
al DT del equipo.
Entró un hombre de estatura promedio con cara roja y muy
nervioso. Y, por supuesto, triste por el suicidio.
-Me siento culpable por el suicidio- Comentó.
-¿Por qué?- Pregunté intrigado.
-Porque yo amenazaba con bajar su sueldo-
-Cálmese, por algo habrá sido que le iba a bajar el sueldo-
-Sí, era porque andábamos cortitos de plata y el era el que peor jugaba-
-Ya veo… Ya se puede retirar-
Quedé satisfecho con los interrogatorios. Como fue un día muy
agotador, no tuve ganas de manejar, así que caminé hasta mi casa. En
el camino, pasé por tres locales de comida, uno de ellos tenía un enorme
cartel con una dona en el techo.
-¡Lo tengo!- Grité y salté tan alto que mi ridículo sombrero salió volando.
Capítulo 4
Cuando lo recuperé, seguí mi camino a mi casa con ansias para
que se vuelva un nuevo día para comentar mi nueva idea del crimen.
Llegué a mi casa. Allí me esperaba mi compañero Javier. Le pregunté si
quería cenar y su respuesta fue: “Ya cené, me voy a dormir”.
Al otro día, en el desayuno, le dije a Javier:
-Fue un asesinato-
Partimos para la comisaría tan rápido como pudimos para que se
interrumpa la investigación a partir de la idea del suicidio. Cuando
llegamos, le avisé al comisario que había sido un asesinato y que
debíamos interrogar nuevamente a los testigos, pero esta vez como
sospechosos. Empezamos con Alec Mejail.

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Antología Literaria
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-¿Usted tenía rencor en contra de Paolo?-
-No, nada, excepto que yo quería su puesto-
-Mandaré a compañero a investigar tu casillero, pero no lo tomes como
algo ofensivo, solo queremos más información-
-Chau- Dijo y se fue.
Al rato, entró el segundo sospechoso, Guido Gutiérrez.
-¿Tenía rencor en contra de él, no es cierto?-
-Sí, solo decía que atajaba mal, pero no es para matarlo-
-Al igual que le dije a Alec, investigaremos tu casillero-
Entró en la habitación el último sospechoso, Ezequiel Bilar, que ahora se
presento más serio y nervioso.
-¡Yo no fui!- Gritó muy nervioso
-¿Ya habíamos mencionado un asesinato?- Pregunté en forma ofensiva y
tranquila a Javier
-Si, digo no… ¡Perdóneme, es que estoy muy nervioso!-
-Mandaré a investigar tu casillero y los juntaré a los tres y al DT en mi
oficina para una cena mañana-
Capítulo 5
Al otro día nos juntamos todos en lujoso restaurant porque yo
había anunciado que había encontrado al asesino, pero jamás dije quién.
En la mesa, todos brindamos por Paolo y sus triunfos. Cuando llegó la
entrada de este restaurant tan exótico nos presentaron donas. Todos
agarramos una, la levantamos en homenaje y le dimos un mordisco.

-Que sabor tan peculiar- Comentó el DT


-Es que les puse un extraño saborizante que tenía Alec en su casillero,
espero que no te moleste, Alec- Dije con un acento ofensivo
-Pero claro que me molesta, es que… es que… Yo vi a Ezequiel
poniéndole algo extraño, creo que deberíamos ir al hospital- Dijo
inculpándolo
-¡Al hospital no! No sirven buenas donas- Dije con tono burlón

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Antología Literaria
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-¡¿Cómo que al hospital no?! ¿¡Nos estamos envenenando y te
preocupan tus malditas donas?!- Gritó desesperado Alec
-¿Quién habló de veneno?- Me burlé otra vez
-¡Está bien! ¡Fui yo! Merezco ir a la cárcel-
-¿Estamos envenenados o no?- Gritó el DT
- No claro que no, cambié el veneno por saborizante común- Dije

Capítulo 6
-¿Cómo resolviste el caso?- Preguntó Javier en mi despacho
-Elemental, mi querido Javier. Era muy sospechoso el agujero en el
guante que encontramos en el casillero de Alec, gracias a eso y el
enorme cartel de dona que había visto vuelta a mi casa me ayudaron a
resolver este caso:
Alec estaba cansado de ser el arquero suplente y si Paolo no se iba el
no lograría su objetivo. Alec necesitaba su puesto y su plan fue muy bien
pensado con cada detalle, el sabia que a Paolo le gustaba comer
durante su baño, así que envenenó su dona con su supuesto saborizante
e hizo parecer que fue un suicidio. Después, para que todos creyéramos
que había sido un suicidio, puso la navaja en la mano de Paolo y se
aseguró de ser el quien llamara a la policía. Cuando ya había resuelto el
caso, cité a todos a una cena, mencioné que el supuesto saborizante era
de su casillero, él saltó tratando salvar nuestras vidas pero yo había
intercambiado el veneno por un saborizante común.

Por Ezequiel Cañibano, Matías Moar y Santiago, Nahmod

La venganza mortal

Capítulo 1: Un nuevo caso

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Antología Literaria
-7º 2010-
Eran las 9:00 de la mañana, yo estaba preparando el desayuno en
la oficina de mi compañero Fabricio Mondez cuando me mostró una
noticia en el periódico; en ese momento, alguien tocó la puerta, y la abrí.
Era un policía amigo de Fabricio, de Inglaterra, Johnny Maloon. Lo invité
a pasar y nos explicó un nuevo asesinato como siempre lo hacía en sus
visitas, este, había sido hace más o menos dos días. Era sobre el capitán
del Manchester United, había sido asesinado en las duchas. El policía se
retiró luego que mi colega y yo aceptamos el caso.

-creo que la policía ha fracasado otra vez, ¿no lo crees compañero?- me


preguntó Fabricio.

Yo asentí con la cabeza.

A la mañana siguiente, fuimos hacia la escena del crimen, los


vestuarios del Manchester united. Ahí, estaba todo el plantel siendo
interrogado por la policía inglesa.

-¿Algún hallazgo?- le preguntó a Johnny mi colega

-Sí, lo mataron mientras se cambiaba, porque ese día se tenía que ir


temprano y no se iba a bañar con los demás del plantel, murió en el
momento y ya le sacaron la bala del pecho y coincide con una de una
nueve milímetros con silenciador-respondió.

Nos advirtió que eso era lo único que había y mi compañero le dijo
que habían hecho un muy buen trabajo.

Entonces, Fabricio Mondez, mi colega, le dijo a Johnny que nos


acompañe a la comisaría.

En la comisaría, Johnny, Fabricio y yo, solicitamos los expedientes


penales de todas las personas que estaban en los vestuarios en el
momento del hecho.

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Antología Literaria
-7º 2010-
A la mañana siguiente, en nuestra oficina revisamos los
expedientes uno por uno. En estos, descubrimos que el arquero estuvo
preso una semana en Colombia por tráfico de drogas y que el director
técnico fue arrestado una semana por tráfico de armas. A los dos,
conocidos le pagaron sus fianzas por lo tanto nadie se había enterado de
estos sucesos.

Capítulo 2: Los testimonios

Luego de leer todos los expedientes llamamos a Johnny para que


traiga al plantel a nuestra oficina. Primero, iniciamos con los jugadores
que no tenían antecedentes penales, ninguno de ellos nos pareció
sospechoso. Luego, interrogamos al director técnico.

-Sabemos que sigue metido en el tráfico de armas ilegales-.

Nos respondió que sí, pero que no sería capaz de matar a nadie;
también descubrimos que el DT se enojaba con los delanteros porque no
hacían caso. Luego de algunos testimonios, un masajista llamado Freddy
Nicaso aseguró ser fanático del Manchester City, el máximo rival del
Manchester United. El último masajista llamado Robert Fulton se veía
sospechoso debido a que se había puesto muy nervioso; también
descubrimos que se auto medica y a veces se marea demasiado como el
día del asesinato y no es consciente de lo que hace. Las personas del
plantel se retiraron y con su salida empezamos a discutir sobre los
testigos,

-los del plantel nunca entraron a las duchas excepto el DT, al menos es
lo que me dijeron- me dijo mi compañero con cara de pensamiento.

-puede ser un asesinato de “dos cabezas”-agregó mi compañero


mirando el periódico mientras se sentaba

Capítulo 3: la investigación

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Antología Literaria
-7º 2010-
Eran solo 6 días pasados del asesinato, el partido del Manchester
estaba a tan solo 3 días y nosotros estábamos con muy pocas pistas. Mi
compañero pasó mucho tiempo en su oficina con su “libro” en el cual el
anota todo lo que sabe del caso y lo analiza; luego de un rato se
despidió y salió a caminar. Cuando salió, entré a su oficina y vi un papel
dentro de un cajón y lo leí, decía que una hipótesis podría ser que
alguien lo habría hecho por algo que paso hace un tiempo, tal vez un
año, y esto me indujo a revisar los diarios de hace un año pero nadie del
plantel tuvo “problemas” ese día o al menos nadie apareció en el diario.

Mi compañero volvió de su caminata y juntos llamamos a Johnny


para que reuniera al DT, al arquero y al masajista.

Cuando llegaron, interrogamos al DT primero

-sabemos que sigue metido en el tráfico de armas- dije

- y, también sabemos que les vendiste armas a los jugadores- agregó mi


compañero

El DT asintió y dijo que las únicas nueve milímetros con silenciador


que vendió fueron al arquero, a un ex defensor y a Vitence el delantero
miedoso.

-¿todo esto es legal?- pregunté

-no, pero la policía no lo sabe- respondió

Luego de varias preguntas yo despedí a todos y los escolté a la puerta.

Capítulo 4

Llamamos a Johnny y lo citamos en la cancha del Manchester el


día de la final. Como siempre estaba llegando tarde y al encontrarme
con mi colega me dijo “ya lo he resuelto”. Por un momento no le creí,
pero minutos después me explicó todo lo sucedido paso por paso. Lo

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Antología Literaria
-7º 2010-
que rescaté fue que había sido el arquero, que fue el que menos creí
que lo había hecho, debido a que el capitán había matado a su hija hace
un año en una picada en la B4032 High Street (una calle en Inglaterra).

Luego del partido final, el cual terminó 4 a 3, el arquero fue


arrestado por homicidio doloso y por uso de armas sin permiso y
nosotros, continuamos con nuestra vida diaria, resolviendo nuevos
casos.

Por Nahuel Fuenzalida, Ignacio Mendez y Nicolás Revello

Padre de familia

-¡Mairon! ¡Ey! ¡Mairon! ¡Mairon! ¡Ey! ¡Mairon!- así entró el


cavernícola de mi jefe a mi oficina, mejor conocido como Rojas, pero a
mi cabeza le importaba poco y nada tratarlo de lujo y adorarlo como si
fuese un gran hombre tal como lo hacían el resto de mis compañeros.
Solo yo sabía que era un miserable.

-Comisario Rojas, ¿Qué pasa?- le contesté con una cara un tanto


intrigada.

-Asesinaron al jefe del narco argentino, Julián Piñeiro ayer a las 3 pm.-

-¿Y yo qué puedo hacer por él?-

-Já já, muy gracioso, dejate de joder, acá tenés el caso y lo quiero
resuelto.-

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Antología Literaria
-7º 2010-
Luego de decirme éstas animaladas, cerró violentamente la
puerta de mi oficina. Rápidamente, me decidí por leer el expediente del
caso y de Julián Piñeiro, acá en la comisaría sinónimo del mayor
traficante de efedrina en el país.

Lo que mis compañeros anotaron del caso, cuando visitaron el


lugar de los hechos fue simplemente una corta lista de los cercanos a
Piñeiro y debo admitir que estaba bien hecha. Resumiendo, los
sospechosos eran:

-NICOLÁS PIÑEIRO (HIJO MAYOR)

-FEDERICO PIÑEIRO (HIJO MENOR)

-RAQUEL ESPÓSITO (ESPOSA)

-LUIS CASAÍS (NARCOTRAFICANTE DE COMPETENCIA)

-CÉSAR GARINO (NARCOTRAFICANTE DE COMPETENCIA)

-ANTONIO MÁRQUEZ (NARCOTRAFICANTE DE COMPETENCIA)

-MARIO “EL ÁNGEL” RODRÍGUEZ (NARCOTRAFICANTE DE COMPETENCIA)

-SILVIA PRAT (EX ESPOSA)

No solo fue eso lo que anotaron mis compañeros, también gracias


a sus anotaciones me dieron a conocer en qué estado se encontró el
cuerpo de Piñeiro: se encontraba recostado boca abajo con un modelo
de una Torre Eiffel clavado en la nuca. El cuerpo no mostraba ninguna
marca de golpes ni que él se haya resistido a algún tipo de agresión
física.

Cuando finalicé de leer la lista lo primero que se me vino a la


mente fueron los cuatro narcotraficantes: automáticamente revisé sus
expedientes pero dos de ellos -Casaís y Márquez- estaban fuera del
país, y el que quedaba “El Ángel” Rodríguez, ese hijo de puta maniático

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Antología Literaria
-7º 2010-
que además de narcotraficante era violador pero aunque sea el inepto
de Rojas, lamentablemente mi jefe, lo había atrapado hace tres meses.

-Cesar Garino, Cesar Garino…- mi mente no dejaba de repetir ese


nombre. En eso el molesto de Rojas, como de costumbre, abrió
violentamente mi puerta sin solicitar permiso alguno. Lo miré con tanta
rabia que hoy en día sigo sin entender muy bien como hice para calmar
a ese irrespetuoso.

-Eh, Mairon, ¿Vas bien con el caso?- Me lo dijo con tanta calma que
su repentino cambio de trato me dio demasiada bronca aunque era la
primera vez en su vida que me respetaba.

-Avanzado…Necesito el expediente de Cesar Garino…Ahora.-

-No está...-

-¿¡Cómo qué no está!?-

-Eh, Garino lo quemó.-

-¡¿Y de que puta manera un narcotraficante entra a una comisaría, roba


su expediente y nadie se entera de nada?!-

-Pasó hace dos días. López me informó. Él es el encargado de los


expedientes.-

-Ese estúpido… Bueno, ya está ¿Qué puedo hacer? Ya fue… Seguí en la


tuya- le dije con tanto fastidio.

De ésta manera Rojas se fue pero mi sospecha sobre Garino crecía


y crecía. Así que decidí ir a buscarlo. Desafortunadamente no lo
encontré en consecuencia tuve que ir a la casa de Piñeiro. Tardé media
hora en llegar porque había decidido ir caminando. Me puse frente a la
puerta y lo único que se escuchó fue una pesada y violenta música, por

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Antología Literaria
-7º 2010-
eso decidí golpear la puerta y avisar que yo estaba allí, pero esa persona
no me abrió al instante en el que yo golpeé.

-¿Quién es?- dijo este hombre

-Mi nombre es Mairon, soy policía y te conviene abrir. Vengo a investigar


el asesinato de Julián Piñeiro- en ese momento abrió la puerta un joven
bastante alto, con pelo colorado y enrulado, demasiado flaco para su
edad una semi barba, pantalones rotos y una remera negra, sucia y rota.
Sus ojeras eran tales que noté lo mal que dormía, tal vez por los nervios.
Decidí tratarlo un poco mejor para que podamos hablar naturalmente.

-Disculpá por haberte hablado así, sabrás que en éste trabajo te


encontrás con cada enfermo…-

-Sí, ya sé, pero te aseguro que Julián era la persona más enferma.-

-¿Vos sos Nicolás? -

-Sí ¿Por qué?-

-Me imaginé; pero ¿Por qué te llevabas tan mal con Julián?

-Me trataba como la mierda. Me pegaba porque decía que la droga era
una basura.

-Ahá. ¿Y tu hermano?-

-Federico era el hijo perfecto, se dedica a las drogas como hacía Julián,
trabajaban juntos pero Federico lo envidiaba porque no era conocido
como Federico Piñeiro, él era “el hijo de Julián”. El muy hijo de puta de
mi viejo lo dejaba y alentaba a trabajar en esa mierda a pesar de que
Federico tenga solo 14 años-

-Te entiendo. Más que nada vine para pedirte un favor.-

-¿Cuál?-

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-Si sabés el teléfono de un ex colega de tu viejo, César Garino.-

-Em... Yo no, pero sí está en la agenda de Julián. Ya te la alcanzo-

-Gracias, te debo una. Acordate, si querés hablar contá conmigo.-

-Sí, bueno, me tengo que ir a ensayar, te acompaño hasta la puerta.- me


dijo con una sonrisa forzada en la cara.

-Dale.-

Así nos despedimos y me fui directo a buscar a Federico, pero me


pareció que un nene de 14 años no iba a ayudar. Por eso fui a la
comisaría y llamé a Garino. Fue la conversación más idiota de mi vida,
pero Garino decía la verdad, había estado con Federico en el momento
del asesinato. Las únicas sospechosas que me quedaban eran Raquel
Espósito, la esposa actual de Julián, y Silvia Prat, la ex esposa.

Sabía que algo me iba a develar el lugar de los hechos. Llegué allí
y fui directo a la habitación de Julián. Busqué por todos los lugares
posibles e imposibles. Como no encontré nada, me tire en la cama y
escuché que por mi movimiento un objeto se había golpeado contra la
ventana. Me dirigí para allá y vi que era un pedazo de uña. Como estaba
pintada de rosa automáticamente me di cuenta que era de mujer. Fui
corriendo a la comisaría para hacer un ADN, por suerte Rojas me
consiguió una muestra del ADN de la esposa de Piñeiro. Cuando el
análisis reveló los resultados eliminé todas mis sospechas sobre Raquel.
Entonces, ya sabía quien había matado a Piñeiro. Agarré el teléfono y la
cité a la comisaría, en 3 días estaría aquí. Había pasado ese plazo y
Silvia Prat, ex mujer y asesina de Piñeiro estaba acá, en la comisaría. Le
di un poco de charla sobre la muerte de Julián pero se hizo la
desentendida. Repentinamente comenzó a gritar:

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-¡Paren de hacerse los estúpidos, no traten de que digan lo qué pasó, si
ya saben que lo empujé y se clavó una Torre Eiffel en la cabeza! ¡Saben
que fue accidental! ¡No puedo ir presa! ¡Fue sin querer!-

Antes que pueda terminar de hablar yo ya la había esposado para


que cumpla sus próximos 7 años de prisión.

Por Bekerman, Sofía

Nueva Alianza

Un mes planeando el crimen perfecto y ya era hora de terminarlo.


Asaltar un banco con millones de dólares. Cada detalle: Cámaras de
televisión, turnos de guardia, entrada y salida del personal, combinación
de las cajas fuerte, etc., tenía registrado y planificado en mi cabeza.

Sin duda alguna, no sería una tarea fácil, pero estaba convencido
que sería el golpe perfecto.

Había un problema solamente… Necesitaba un ayudante, una


mano derecha, un compadre, o más bien un Compañero.

Nunca fui una persona amigable, no tenía amigos, si así los podía
llamar. Ninguna de las personas que conocía me despertaba suficiente
confianza como para proponerles robar un banco. A ninguno de ellos
podía proponerle hacer el trabajo, no tenía la seguridad de su valor para
semejante emprendimiento.

Necesitaba imperiosamente alguien en quien confiar.

Desperté, me tomé mi Actimel diario y fui a caminar buscando a


alguien astuto, hábil y con valor, que pudiera acompañarme en el riesgo
que yo ya había asumido, pero hasta el momento no encontraba a nadie
con estas cualidades...

Seguí buscando y vi en una plaza un muchachito, con no más de


40 años de un envidiable estado físico, jugando al ajedrez. Le veía cara
conocida, y sí, era mi primo. Resulta que de niños éramos inseparables,

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Antología Literaria
-7º 2010-
éramos mejores amigos. En la adolescencia, nuestros padres se habían
peleado por la pequeña fortuna de mi abuelo, haciendo así más difícil el
solo hecho de vernos, años más tarde perdimos todo contacto, si no me
equivoco su nombre es Leandro.

Me llamaba la atención su habilidad en el juego, me parecía que era


increíble, por esa razón me quedé disfrutando del partido.

Tiempo después y con el partido terminado, lo invite a jugar al


futbol, a ver qué tal, y él dudo unos pocos segundos para contestar “por
supuesto”. Otros hombres también participaron del juego, éramos ocho
contra ocho y mi rapidez con la pelota no era fácil de vencer. Yo,
queriendo ver que tal la rapidez de mi primo, tomé la pelota y comencé
a jugar. Ya estaba corriendo junto a la pelota y acercándome al arco del
equipo contrario, cuando noté que una sombra corría junto a mí, gire la
cabeza y sí, era él. Era un gran jugador, logró quitarme la pelota y anotó
tres de los cuatro goles de su equipo. No pudo vencer a mi equipo, pero
vi otro talento en él.

Era muy agradable, tal y como lo recordaba, entonces empecé a


hablar con él, le pregunte su nombre, se llama Leonardo y su apellido
DiCiprio, trabaja en la policía, pero dijo que estaba cansado. Hablamos
unos minutos y me dijo que el también me veía cara familiar. Le
mencioné que en mi opinión éramos familia, y sí, me recordaba. Así
poco a poco fuimos agarrando confianza hasta que le pregunté sobre su
familia, como andaban todos, etc. Dijo que su madre estaba muy
enferma y que necesitaba dinero para curarla y también que debía
pagar la renta de su departamento y no estaba muy bien
económicamente.

Pasaron meses, y con Leandro éramos casi como hermanos


nuevamente.

Luego de una cena llegué a mi casa, y observé unos papeles en la


mesada. ¡EL PLAN! Me había completamente olvidado de todo. Lo
repase y noté la pieza faltante, mi compañero. Me dije a mi mismo: El
compañero que necesito es mi querido primo. Ágil, inteligente, rápido y
astuto. Pero no sabía si se atrevería a ayudarme en este crimen, es un
buen hombre y es policía aunque si aceptaba me serviría mucho su
profesión. Pensé, intentaré convencerlo, mañana lo citaré al mediodía
para conversar de este asuntito en una cafetería.

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Antología Literaria
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Ya eran las 11:00 am. Cuando fui rumbo a la cafetería donde me
encontraría con Leonardo. Lo espere unos de minutos y ya a las 11:45
estaba en la puerta, lo saludé y pedimos la comida. Una vez con la
panza bien llena, luego de haber tomado varias cervezas le propuse el
trabajo. Se lo mencioné en voz baja, como susurrándole, para que nadie
me oiga, espere un momento y él hasta con timidez me respondió: que
los problemas familiares, económicos y laborales que me había
mencionado lo llevaban a pensar en la propuesta y hasta casi con
certeza aceptar dicho trabajo. Era una nueva y rara alianza. Amigos,
casi hermanos y al mismo tiempo enemigos contra de la ley.

Ya debíamos poner en marcha el crimen. Ya sabíamos que el


cambio de guardia era a las 12:00 pm. Entonces aprovechamos ese
tiempito entre guardia y guardia para escabullirnos. Leonardo, como
aceptó ser mi “campana”, se colocó en la puerta del banco con una
capucha y anteojos cubriendo su cara, para hacerme saber cuándo y
quienes entraban al escenario del delito.

Todo marchaba tal y como lo había planeado todos estos años.


Solo hubo un GRAN percance que me podría costar mi libertad. Yo
llevaba una máscara, pero al correr al sitio donde se encontraban las
cajas fuertes la deje caer.

Todo salió casi a la perfección. Logré robar Cuatro Millones de


Dólares, de los cuales un millón quinientos mil eran para Leonardo y dos
millones quinientos mil para mí.

Sin duda alguna debía escapar de Buenos Aires lo antes posible, ya


que, si mi imagen había quedado grabada en la cámara de seguridad, no
tendría escapatoria.

Me tomé el primer avión –en clase ejecutiva- con una identidad falsa a
Madrid, España.

Ya en España -luego de unas hermosas doce horas en clase


ejecutiva- no se me ocurría una idea mejor que llamar a Leonardo a ver
que pasaba en Buenos Aires. Me dijo que el asalto salía en todas las
noticias y que la policía estaba investigando, me advirtió que tenga
cuidado, ya que conocían mi cara pero aun no mi identidad, por lo
menos de eso se enteró en la televisión. También comentó que tal vez él
estaría a cargo del caso, le dije que si el llegaba a estar a cargo, me

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Antología Literaria
-7º 2010-
avisara y así me iría advirtiendo que medidas tomaba la policía para
hacer más fácil mi escapada.

Con unos millones en el bolsillo, fui a un hotel a dejar mis cosas y


descansar un rato. Dormí dos horas y me levanté a la hora de la cena.
Prendí la notebook para ver si había noticias de Leonardo, y sí, había. Me
escribió una noticia buena y otra mala, la buena era que él estaba a
cargo de la investigación, y la mala fue que luego de 4 sospechosos ya
sabían mi verdadera identidad por la imagen y porque dejé mi huella
digital en una caja fuerte. Otro gran error. Me estaban buscando en toda
la Argentina, hasta ofrecen recompensa.

Comencé a asustarme. Cada vez iban encontrando más pistas.

Pensar en estar 40 años en la cárcel me puso los pelos de punta. Lo


único que me quedaba era confiar en la alianza y confiar en Leonardo…

A la mañana siguiente abrí mi correo electrónico y vi 30 mails de


mi compañero. Decían que me debía ir YA de Madrid, no estaba a salvo,
los policías estaban siguiendo mis huellas. Me habían visto en el
aeropuerto y sabían que utilicé una identidad falsa. Ahora no solo es en
Argentina dónde me buscan, soy buscado por el “INTERPOL” (Policías
Internacionales).

Salí corriendo hacia el aeropuerto, hice el check out del hotel lo


más rápido que pude y me tomé el primer vuelo hacia Las Islas
Canarias. Fueron otras 2 horas de viaje, pero sabía que dentro del avión
la policía no iría.

Por fin llegué a las Islas Canarias, un lugar no tan lindo que
digamos… Pero por lo menos me aseguré que los que me vieron cara de
sospechoso no dirán nada... no hay nada que dos palos verdes no
arreglen.

Al llegar, lo primero que hice fue abrir el correo. Recibí un nuevo


mensaje de Leonardo, pero esta carta era distinta a las demás, en ella él
decía que se sentía apenado y arrepentido. Ahora que veía a las
personas que fueron asaltadas pensando que su dinero estaba seguro

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Antología Literaria
-7º 2010-
en el banco se sentía destruido. Dijo que me agradece todo lo que hice
por él, pero no puede con esto. Se entregaría, y yo seguiría solo.

Intentaré seguir solo, pero cómo dije al principio: Necesito un


compañero.

No será lo mismo sin Leonardo, pero no quiero que sea en vano todo lo
que ya hice.

Me pondré al día con el INTERPOL por los diarios de Argentina.

Ahora sé que los policías fueron al hotel donde yo estuve en


Madrid para saber cuando hice el check out para saber que vuelos pude
haber tomado, necesitan saber donde estoy ahora, entonces
investigarán cada lugar en el cual salió un vuelo en un horario
aproximado al que yo pudiera asistir. Horas más tarde, luego de limpiar
algunos rastros a mi alcance, vi en el diario La Nación por Internet como
se entregó Leonardo, recibiendo una larga condena, pensé “No hay
vueltas, me encontrarán”.

Esperé un día más en Las Islas Canarias, me compré un jet privado


en el mercado negro, para no andar divagando en aerolíneas. Entraba
cada hora a Internet para leer las noticias.

Ya con los ojos como huevos fritos, hubo un artículo nuevo en la


tapa de Clarín por Internet que decía “Culpable del robo al banco con las
manos al fuego” y pensé, cómo? Quién? Cuándo? Sí, se enteraron que
estaba aquí. Al parecer tuve varios errores al cometer el delito, o más
bien en esta improvisación, los “viajes”.

Escuché tiros y un grito que decía “Manos en alto” Me di por


vencido y me entregué.

Ahora ya estoy en la cárcel, con mi viejo compañero, “Leonardo”


qué también es mi nuevo compañero… de celda.

Por Pilar Fernández

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Hora Exacta
Prólogo

Maldita sea la noche, esa noche. No veo, no escucho, no hablo…

Y ¿por qué me preguntan?, a lo que yo no se, porque no lo cause; yo no


lo mate. Ahí estaba tendido, frío, muerto, sin vida. Es verdad, el pibe era
insoportable, fastidioso y yo lo envidio, porque ahora piensan que fui yo,
pero no…la verdad será revelada de una sola pasada y sin frazada al
expuesto quedara…y eso me liberará

Capítulo 1

Qué día ayer. La policía con sus preguntas interminables. Si no me


quieren creer, entonces voy a tener que hacer que me crean. Me dieron
un mes para mostrar mi inocencia o lo van a dejar a mi viejo en banca
rota. Le quieren cobrar 20000 pesos para sacarme de la cárcel. Y si no la
paga voy a estar 5 años en cana. Y no tengo muchas ganas que
digamos.

Bueno, en vez de quejarme mejor empiezo la investigación. Pero antes


voy a descansar un día porque tengo un sueño que me caigo.

“Poco logre dormir, con los pensamientos de estar 5 años en la cárcel


atormentándome durante mis sueños. Pero luego desperté, y con migo
nació un nuevo día”.

Capitulo 2

Me desperté a las 9 de la mañana. Me dolía la cabeza. Decidí vestirme


tomar un cafecito con un Ibupirac y me fui a investigar la escena del
crimen. Llegue al colegio, pero la policía no me quería dejar pasar, nada
que mi amiga la billetera no pueda solucionar.

También les puede sacar información sobre el asesinato. Me dijeron que


aun no se sabía la causa de la muerte.

Observé minuciosamente el escritorio donde José, la víctima del


asesinato y también un pibe re molesto y engreído, trabajaba. descubrí
una marca en el borde. El jefe de la policía me dijo que era una “falla de
diseño” pero no soy tan tonto como para creerme eso y me dirigí a la
morgue del pueblo para examinar el cuerpo.

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Antología Literaria
-7º 2010-
Capítulo 3

Entré en el edificio. Era frío, no corría un alma, parecía la casa de la


muerte. Un señor viejo de unos 60 años, vestido con una bata blanca se
me acerco y me saludo. Charlamos unos diez minutos en los cuales le
expliqué mi situación. Me escuchó atentamente y sin pensarlo me llevó
directo hacia el cuerpo de la víctima. Sacamos al cuerpo del congelador
y empecé a examinarlo. Busqué pistas en la cabeza que expliquen la
“falla de diseño” de la mesa del colegio. Luego de unos minutos
descubrí un golpe en la frente de la víctima. Pensaba que había
descubierto la causa de la muerte, pero al operar el cráneo el doctor me
dijo que no había fracturas en el mismo, lo que me llevaba a cero de
vuelta con la investigación.

Capítulo 4

Frustrado, me marche a mi casa. Al día siguiente el timbre me despertó


a las siete de la mañana. Era un policía, alto, feo y viejo. – El doctor dice
que te va a mandar noticias si las encuentra- me dijo y se marcho. Me
quedé pensativo un rato, pero volví a mi conciencia después de unos
minutos y me fui caminando a la casa del director del colegio.
Necesitaba saber quién mas estaba en la escuela a la hora del
asesinato. Llegué a su casa y toqué la puerta. Me abrió su madre, una
encantadora señora, y me invito a pasar. Fui directo a la oficina del
director. Ahí estaba sentado fumando su pipa mientras leía un libro. –
Pasa nene- me ordenó el director Nicolás Marconi. Tomé asiento y
empecé a hablar sobre mis hallazgos recientes. –interesante, pero
decime, ¿para que viniste?- me preguntó, en lo que yo le respondí:-
¿Quién mas estaba en el colegio a las siente de la tarde más o menos?-
-Melinda, una chica medio problemática, tuve una charla con ella de 6 a
6 y media y luego se fue a una fiesta según ella.- después de decirme
esto extendió su mano y me entrego un papel. Yo le agradecí su tiempo
y me fui a buscar a Melinda.

Capitulo 5

Como lo esperaba, el papelito era una dirección, y luego de leerla, me


dirigí a la casa de Melinda. Llegue a un edificio alto y viejo. Toque el
timbre pero nadie me respondió. Inspeccionando el área descubrí unas
vigas cercanas al edificio por las cuales podía trepar y saltar hacia el
balcón del departamento de Melinda. Luego de trepar no me resulto
difícil desarmar la cerradura y entrar en el departamento.

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Antología Literaria
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Ella estaba allí sentada con cara de nada -¿Qué quieres Roberto?- -
Quiero tantas cosas… entre ellas que me digas que hacías en el colegio
a las seis y media el día del asesinato- - Estaba con el director en una
reunión de seis a seis y media- -¿Y después?- -Me fui a una fiesta- me
dijo.-ya se pero…¿viste algo?- -no- -¿que te pasó con José?- -no te
importa- -Si me importa querida- -no te lo voy a decir- -¡DECIME YA! –ok,
ok. Me Gustaba José y lo estaba espiando-me contesto, ella estaba
llorando, la deje sola y me fui caminando a mi casa. Pobre chica, dios
mío.

Capitulo 6

Los sucesos recientes me dejaron medio traumado, pero debía seguir


adelante. Fui a visitar al doctor a la morgue. Me permitió la entrada y la
libre inspección del cuerpo otra vez. examiné el cadáver durante horas y
luego de frustrarme decidí marcharme, pero antes de que pudiera salir
del edificio, el doctor entró eufórico en la sala de espera, gritando.

–Lo tengo, lo tengo, es veneno.

–Muy bien doctor, explíqueme.

Me contó que la víctima había ingerido el veneno media hora antes de


su muerte, ya que el veneno era de lenta acción. Le agradecí y me
largue. Permanecí pensativo por un rato.

–Seguro que el asesino quería que efecto del veneno tarde en matar a
José, pero ¿por qué?

Camine por media hora cuando se me ocurrió una idea, me di media


vuelta, y me fui.

Capítulo 7

Estaba seguro de que el veneno había sido conseguido por el asesino en


el mercado negro, así que me dirigí al escondite “secreto” de los
traficantes y empecé a buscar al líder: Nahuel Chevere, mi primo y su
guardia personal: Gastón Balero. Me vieron a distancia y
automáticamente se lanzaron hacia a mí como un león se lanza hacia su
presa. Di un paso al frente y les dije en voz baja.

–veneno, dos semanas atrás, ¿quien fue?

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Antología Literaria
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–Que te importa! Me respondió el viejo de Nahuel. Sin paciencia levanté
mi mano con el puno cerrado, al mismo tiempo Gastón da un paso al
frente.

- ya maricón, aceptalo, te vas a pudrir en la cárcel y nunca vas a saber


quien fue.

Eso me detuvo, ya no era consciente de mis acciones. De un puñetazo


noquee al guardia, agarré a Nahuel del cuello y lo levanté un metro en el
aire. – ¡Decime ya! Le grité a Nahuel; pero seguía terco.

–Tenés tres segundos.

–No sos capaz Roberto- lo estampé contra la pared y le bajé un par de


dientes de una patada.

–La próxima viene más fuerte Nahuel, ¿ya cambiaste de opinión?

– ¡Basta!, fue Carlos Mortero.

–Con eso me basta.- Dije, y me largue. Pero una cosa, si la tenía bien
clara, Carlos iba a confesar el secreto, por las buenas o por las malas.

Capitulo 8

Llegué a casa nervioso, sucio y cansado. El tiempo se me acababa, me


pegué una ducha, comí una tostada con mate y tomé un taxi a la casa
de Carlos. Era verdad, yo lo odiaba a José Quiroga, pero matarlo no era
una opción, con humillarlo me bastaba. Pero me preguntaba, ¿por qué él
fue asesinado por Carlos?

Carlos era un chico tranquilo, hijo del alcalde y siempre respetaba la


autoridad de la gente mayor. Ahí fue cuando se me ocurrió: el alcalde
hizo algo ilegal, a José Quiroga le gustaba hacerse el detective e
investigaba cosas sin sentido, pero esta vez encontró algo y el alcalde
no tenía otra opción que silenciarlo y lo hizo a través de Carlos. Llegué a
su casa, yo quería convencerlo de que me ayudará a demandar a su
padre. Me dejó pasar, pero parecía como si de repente estuviera
asustado.

-Ya sé todo Carlitos, le dije.

-¿Cómo? Me preguntó aún más asustado

-No te hagas el tonto, vos lo envenenaste.

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Antología Literaria
-7º 2010-
El pobre sabía que lo habían descubierto, y me amenazó con llamar al
911 y acusarme de intento de homicidio.

-Calmate, ya sé que te obligó tu padre, nada más necesito tu ayuda.


Aliviado, Carlos me dijo que vayamos a mi casa por si su padre llegaba
temprano de trabajar. Se quedó a dormir y a la mañana siguiente
comenzamos un juicio, pero me quedaba solo una semana antes de que
me encierren en la cárcel.

Capitulo 9 El juicio final

Me quedaban solo dos días de juicio y las influencias de Pedro el alcalde,


me jugaban en contra. Decidí hablar con Carlos.

-Che, ayudame, es ahora o nunca. ¿Qué hizo tu padre?

-Tierras ilegales, me contestó.

En el momento saqué una conclusión final.

-Señor juez, tengo la respuesta. Verá, Pedro tiene tierras ilegales, pero
José lo descubre de algún modo. Pedro usa la confianza de su hijo para
envenenar la tapita de la lapicera de José, ya que a este le encantaba
morderla. José cae muerto por el veneno de lenta acción, luego de
media hora de morder la tapita de la lapicera, pero Carlos ya se había
ido, y sólo quedábamos yo y el conserje, por lo cual nosotros íbamos a
ser los culpables. Un ingenioso plan, lástima que se metió conmigo.

-Bueno esa es mi historia. Ahora vamos a ver como salen las cosas.-

El juez se levantó y me dijo –Se cierra el caso, fallo de la corte a favor de


Roberto Pelambero.

Carlos pasará dos años en prisión, y Pedro será condenado a quince


anos de prisión por tenencia de tierras ilegales y homicidio indirecto.

Tras escuchar la sentencia, me retiré del recinto y grité – ¡Soy libre!

Por Mejail, Alec y Terenghi, Guido

EL HOLOCAUSTO EN BUENOS AIRES

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Antología Literaria
-7º 2010-
Mi nombre es SUATSON, el acompañante, y mi amigo, el famoso
ARTHUR, estábamos leyendo el diario sentados en un sillón cuando
encontramos esta noticia.

La noticia era del 30 de Junio de 2006.El día en que se produjo fue el 23,
en una tarde en que en Bs. As. todos estaban en sus casas mirando el
mundial de futbol.

El titular del diario comentaba: -Estaba viendo Argentina vs Corea


cuando de repente se escuchan 3 disparos . Las victimas fueron
catalogadas todas mujeres, algunos con apellido Corso y otros con
apellido Ramírez, dos familias muy ricas.

Tres días después el 26 de Junio se volvieron a registrar disparos en


toda la ciudad. Esta vez las victimas fueron , parte mujeres y parte
hombres, y luego que les hizo el identikit en donde se descubrió que
otra vez algunas de las víctimas se apellidaban Ramírez y otras Corso.

Mientras seguimos leyendo descubrimos también que las víctimas,


gracias a personas que pudieron ver o escuchar algo, estaban bajo la
tierra o enterrado en los parques, otros se hallaron en casas que no eran
suyas.

Al terminar de leer este artículo voltee la página del diario y encontré


otro artículo sobre este crimen, esta vez era una persona que contó lo
que escuchó ese día.

De Nora, mamá de una de las víctimas.

“Estábamos en casa con mi hijo, Horacio, eran las 8 de la noche. El


había venido de paso por mi casa a tomar algo y luego se dirigía a su
casa. Tomamos algo y se fue, lo vi salir. Lo ultimo que pude ver de el. Yo
le había dicho que no se quede hasta tarde porque podía ser muy
peligroso cuando se iría, pero no me hizo caso. De repente escucho tres
disparos. Me pregunte habrá sido mi hijo . Salí apurada en busca de mi
hijo y cuando doble en una casa lo vi ahí tendido, muerto“.

Cerramos el diario y como ya sabíamos, nos iban a dar el caso porque


los policías no podían descifrarlo. Entró a la casa el jefe de policías Jorge
Ovallos y nos dijo que precisaba de nuestra ayuda, y que nos veríamos
en dos horas en la comisaría que quedaba cerca de casa. Se retiró de
nuestra casa. Agarramos todo lo que podíamos precisar y nos dirigimos
hacia la comisaría. Al llegar no lo vimos a Jorge y pensamos que

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Antología Literaria
-7º 2010-
habíamos llegado temprano, entonces nos fuimos a un bar a beber algo.
De regreso a la comisaría ya estaba Jorge.

- ¿Que es lo que están pensando en hacer? Nos preguntó

- Vamos a tratar de hablar con esta señora que publicó ese artículo en el
diario. Tal vez podemos hallar más pistas o tal vez mienta sobre lo que
dijo.

- Está bien.

Luego de hablar con Jorge apuntamos nuestra mira hacia la casa de la


señora.

Eran las 10 de la mañana. Arribamos en la casa de la señora, tocamos la


puerta, y nos abrió la puerta una señora grande de aproximadamente 66
años, pelo canoso con anteojos. Nos invitó a pasar y nos ofreció algo de
tomar. Se la veía un poco nerviosa. Le preguntamos un par de cosas
como que es lo que pasó exactamente ese día , si no tenía nada mas
que acotar, si su hijo tuvo o tenía enemigos . Nos comentó que el nunca
le contó a ella si algo había pasado en una pelea o algo, pero nos
comentó que un día fue a su casa y estaba todo golpeado y sospechó
algo, también el estaba portando algo como un carnet social. Ese
nerviosismo lo portó por toda la visita la señora. Buscamos pistas en su
casa y encontramos un arma al que le faltaba tres balas.
Inmediatamente corrimos hacia el living donde ella estaba ordenando
algo.

- ¿Que es esto? Le consultamos apresuradamente.

- Ahh... suspiró pensando que se trataba de otra cosa.

- Es un arma que me vendieron en la calle

- ¿Recuerda cómo era la apariencia del que te lo vendió? Seguimos


preguntando

- 40 a 50 años; pelo negro con rulos; barba con bigote. Esperá que
recordé algo. Sacando algo de su bolsillo. Me dio esta tarjeta -espero
que los ayude-. Nos la dio.(El nombre de esta persona era Emilio Girald)

- Gracias, ¿podes arreglar que te venda algo haber si podemos


agarrarlo?

- Si…claro. Agarrando su celular. -Cállense un segundo- nos ordenó.

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Antología Literaria
-7º 2010-
- Si…hola, soy yo la señora a la que le vendió el otro día el arma.

Mientras que ella hablaba nos corrimos del lugar y nos fuimos hacia la
cocina. Al terminar de hablar nos llamó para que fuéramos hacia el
living.

-Ya hablamos. Nos encontramos hoy bajo el puente que une a Vicente
López con la cuidad. Al mediodía le dije que nos encontráramos.

- Ok. Y nos fuimos para preparar todo.

Eran ya las 12. Estaba todo listo, lo tuvimos que hacer apresurado pero
pudimos. Nos situábamos nosotros dos cerca de la señora y los de la
policía en edificios apuntando hacia el lugar que estaba la señora.

Llamaron al celular de la señora y al contestar le contestó el señor que


decía que cambiaba de sitio de encuentro, esta vez era en el obelisco.
Nos lo gritó la señora.

- ¿Porque habrá cambiado de sitio? Nos preguntamos. Habrá sido que el


señor se dio cuenta. Temíamos eso.

Tuvimos que movernos rápido; el final podía estar cerca.

Al arribar cerca del Obelisco, miramos hacia todos lados y nos dimos
cuenta que al lado del monumento había una persona en actitud
sospechosa que traía consigo una bolsa. Eso nos hizo percatarnos de
que podía ser el vendedor de armas.

Enseguida y muy disimuladamente, le avisamos a la señora que se


encontraba cerca del hombre; hasta ese momento teníamos todo bajo
control.

A pesar de nuestros lentos movimientos para sorprenderlo, él tomó a la


señora por la espalda y apuntándole con un arma en su cabeza, nos
amenazó diciendo - ¡No hagan ningún movimiento…porque la mato!.

Nos quedamos paralizados, no reaccionamos hasta que el tipo se subió a


un auto con la mujer y lo vimos huir.

Reaccionamos sólo para organizarnos y comenzar la persecución. Lo


seguimos por las calles del centro de la ciudad, en ese horario el tránsito
era un caos lo que dificultaba poder acercarnos.

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Antología Literaria
-7º 2010-
Comenzó a alejarse hacia el conurbano, las calles comenzaron a ser
menos transitadas. De repente te detiene en un edificio en
construcción, aparentemente abandonado pero en donde se veía una luz
hacia el fondo. Logramos acercarnos , y él nos vio. Le dimos la voz de
alto - Deténgase, entregue a la mujer y podremos conversar.

No nos contestó e intentó escaparse hacia el interior, siempre


apuntando a su cabeza con el arma. Pero pensamos que teníamos una
ventaja, lo veíamos solo.

El hombre corrió apresuradamente hacia una puerta que se encontraba


abierta y alcanzó a bloquearla, nosotros lo seguíamos de cerca.

Pero algo le falló, la madera con la que trabó la puerta, cedió ante
nuestra presión y entramos. Nos encontramos con sus cómplices
encapuchados apuntándonos y exigiéndonos bajar las armas.

Tuvimos que entregarlas y luego nos ataron en una habitación sucia y


vacía. Tratamos de serenarnos y allí pudimos escuchar quedamente la
voz de la mujer llorando y pidiendo ayuda.

Astucia de detective…mi compañero traía entre sus ropas un elemento


que nos sirvió para zafar mis ataduras y rápidamente lo ayudé con las
de él.

Nos quedamos en silencio hasta comprobar que los pasos de los


malvivientes se dirigían hacia el fondo del edificio. Decidimos
arriesgarnos a salvar a la dama. Por un momento no sabíamos si aún
estaba viva. Salimos sigilosamente, ellos entre risas y palabrotas
estaban mirando un programa de televisión, no pudieron escucharnos
cuando desatamos a la mujer y salimos del lugar.

Fuimos a toda velocidad hacia la comisaría para organizar el operativo


para ilustrarles a los policías lo que había sucedido. Cuando estuvimos
un momento a solas le reproché -Que pena que no pudimos llegar a ver
cualquiera de los partícipes de lo que sucedió-. - No importa - me dijo
calmándome.

-¿Qué te gustaría hacer ahora? - Le sonsaqué.

- Seguramente si volvemos a ese edificio ya no vamos a encontralos -


Recitó

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Antología Literaria
-7º 2010-
Terminamos de hablar y fuimos a sentarnos a unas sillas que se
ubicaban en la sala de espera de la comisaría.

En ese momento llegó el suboficial Reinaldo con unos informes en la


mano y nos dice - No dejen de atender este testimonio, un anciana
reportó en esos días disparos cerca de su casa en la calle Salcedo al
500.

Ya era muy tarde y estábamos cansados y entonce decidimos ir a ese


departamento al otro día.

Eran las 10 de la mañana a la hora en que decidimos ir allí .Observamos


que al estar en ese barrio no era el mismo que recordábamos. Tocamos
la puerta y nos atendió la mucama y nos dijo que ella estaba de viaje y
que volvería en la semana.

Al retirarnos del recinto vimos escapándose a un señor mayor.


Observamos que tenía prisa. Tan rápido que lo agarramos le
preguntamos como se llamaba y nos dijo su nombre , Gerardo Ester.
Recordé lo que me dijo la mamá del difunto Horacio Corso.

- Este señor está asociado con el traficante de drogas Gerardo Ester - .

Al terminar de memorizar esto le Arthur le preguntó a este tal señor si


tenía algo que ver con el traficante de armas ,Emilio Girald. Lo tuvimos
que llevar corriendo a la comisaría para examinar más de él.

En la comisaría le quisimos extraer más información pero no quiso


contestar.

A metros donde yacía Gerard Estyer sentado en la mesa de


interrogación se encontraba su celular. Examiné sus mensajes en
búsqueda de pistas y descubrí un mensaje que decía:

De: Emilio Girald

Para: Gerard Ester

“¿Nos juntamos para hablar de negocios, hoy a la noche?. Te especifico


hora en mensaje a parte”.

El mensaje era del mismo día.

Y otro que decía:

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“Está bien, podría ser en Atahualpa y Cerros“.

Al final logramos detener a Emilio Girald dos días después de haber leído
estos mensajes.

Por Corso, Santiago

“El Caso Harmon”


CAPÍTULO 1

La luz entraba por los múltiples ventanales de la casa. Esta estaba al


lado de un edificio en construcción y de una casa abandonada, y cerca
de un baldío. El único lugar habitado, además de esta casa, era un
edificio que se encontraba en la otra esquina. Enfrente había un parque.

Mi día había comenzado cuando me informaron de un nuevo caso. En


esta misma casa de la que les hable, habían sido encontrados tres
cadáveres, el de una madre, un padre y su hijo.

-¡Sean ven aquí!- me llamo, el teniente Kyle Caine- debes ver esto-
continuó.

Mi jefe, Kyle Caine, ha estado en el equipo desde siempre, juntos, y


nuestra buen amiga Becky Monroe, hemos resuelto muchos casos.

Seguí al Teniente hasta el living de la casa. Al entrar me encontré con


una enorme y desagradable sorpresa: tres cuerpos colgaban de la pared
clavados con tres sables diferentes. No había rastros de sangre y todo
estaba completamente ordenado. Me pare frente a los occisos y di
media vuelta. Al hacerlos me encontré con unos de los enormes
ventanales. Este estaba completamente descubierto, por lo tanto, me
pareció raro que nadie haya visto nada y que el asesino se hubiese
arriesgado tanto a que lo vieran.
–Ya se lo que piensas- me dijo “K”- muy publico para un asesinato de
este tipo- continuo- Estuve investigando la zona y supuse que el asesino
llego por el lado oeste ya que por ese camino nadie lo vería.

-¡Kyle! Aquí esta el señor Tom Chassaing, socio del padre. EL fue el que
llamo a 911. Quizá el pude ayudarnos a identificar a las victimas- le
informó Becky.
Con Kyle nos acercamos al socio del padre para hacerle algunas

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Antología Literaria
-7º 2010-
preguntas. –Hola. Soy el Teniente
Caine y este es mi compañero, Sean Cooper. Debemos hacerle algunas
preguntas. Muy bien empieza por contarnos que sucedió-.
–De acuerdo…llegué aquí a las 11 de la noche. Al pasar por esta
ventana- dijo señalando al ventanal por el cual se veían los cuerpos- me
asusté mucho, pero como estaba muy oscuro no estaba seguro de lo
que estaba viendo, así que seguí hasta la puerta y toque el timbre, pero
nadie atendió. Esperé y esperé, hasta que un auto pasó y alumbró la
casa. Ahí pude ver claramente los tres cadáveres colgando. Enseguida
tome mi teléfono y llamé al 911-. -¿Qué
hacía usted a esa hora en la casa de su socio?- pregunté.
–Iba a buscar el dinero que Alejandro me debía- respondió
-¿Y cuánto era ese dinero?- preguntó Kyle
-Más de 5.000 Euros.
-¡Wow! Eso es mucho dinero… Sigamos, ¿Cree que podría reconocer los
cuerpos señor Chassaing? –Por supuesto- respondió- El del medio, el
padre, es mi socio, su nombre es Alejandro Harmon. Al lado esta su
esposa, Fabiana Harmon y el niño es Peter Harmon…pero…-.

-¿Que sucede?-pregunté
-Falta su hija, Lindsay Harmon-.

Los tres nos miramos sorprendidos, pensábamos lo mismo: había sido


la hija. Sin embargo, en unos minutos llego unos de los forenses y nos
informó algo muy importante: habían hallado una habitación cerrada.
Los tres subimos al segundo piso hasta una puerta blanca. El forense
pegó una patada y en unos segundos no encontrábamos en la
habitación de una adolecente.

–Revisen la habitación- nos ordenó Caine.


Mientras yo revisaba debajo de la cama (donde no había nada), Becky
fue directamente hacia el armario. De repente se oyó un grito que salía
de la boca de mi compañera. Desesperada la detective estaba
sosteniendo el cuerpo de una adolecente, Lindsay Harmon.

CAPÍTULO 2

De vuelta en el laboratorio todo el equipo se juntó para repasar el


caso. –Muy bien. Sabemos
que el asesino vino desde el oeste y por lo tanto nadie lo vio…-
comencé.

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-…y también sabemos que los tres primeras víctimas fueron asesinadas
con espadas ordinarias que usaba la familia como adornos- siguió Kyle.
–Aguarda- interrumpió Becky - ¿Cómo podemos saber eso?-
-Bueno, me tenia intrigado saber de donde eran esas espadas, así que
volví a revisar la casa y encontré colgado en la pared tres cajas para
poner espadas- Dijo mientras nos mostraba las fotos de las cajas.

-De acuerdo, entonces el asesino llega, le abren la puerta, porque la


cerradura no estaba forzada, toma a uno de los familiares lo levanta del
cuello y le clava la espada dejándolo colgado de la pared y luego hace lo
mismo con los otros dos. Después sube a la habitación de la chica y la
mata a golpes…pero… ¿Por qué mataría a los primeros tres de esa
manera y a la chica de una forma tan diferente?- razonó Becky
-Esperen. Aun no sabemos si el asesino de Lindsay es el mismo que el
del resto de la familia…- sospecho Kyle.
-¿Dices que hay dos asesinos?- pregunté
-Es muy posible- respondió.

CAPÍTULO 3

Al día siguiente Becky nos informó que habían encontrado al novio de


Lindsay. Jack Villa había ido esa mañana e buscar a su novia y cuando se
encontró con la policía y esta le preguntó quién era, él explicó. El
Teniente pidió que lo llevaran a una sala de interrogatorios, y a mí me
llevó con él.

Ya dentro de la sala Kyle le hizo algunas preguntas simple como:


“¿Cuál era su relación con las victimas?” o “¿Cuándo fue la última vez
que vio a su novia?” y “¿Dónde estaba la noche del viernes?”. A todo
esto Jack respondió:

-Lindsay y yo somos novios desde hace seis meses. A sus padres no les
caigo bien, dicen que soy un mal ejemplo porque soy muy “rebelde”.
Ese viernes nosotros habíamos estado paseando y por paseando me
refiero a robando. Resulta que la policía nos descubrió robando unos
CD’s y como era un daño menor, aunque no causamos ningún daño, nos
llevaron en su carro hasta nuestras casas. Al llegar a su casa su mamá
se veía muy frustrada. Cuando el auto estaba por arrancar pude ver
como, en la cocina, la mama le gritaba mientras sostenía el palo de
amasar-.
–Revisa de vuelta esa casa y busca un palo de amasar, es una posible
arma homicida- susurró Kyle al oído de Becky, que salió disparada hacia

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-7º 2010-
la puerta- Entonces- retomó Caine, ya en voz alta y mientras se paraba-
la familia de tu novia te odiaba, lastimaba a Lindsay y no querían que
ustedes se vieran más, eso amigo mío, en mi trabajo se llama móvil-.

CAPÍTULO 4

Sonó la puerta de mi oficina. Eran Becky y el Teniente que traían


buenas noticias. Había hallado el palo de amasar y en el habían hallado
una manchita de sangre que era de la joven, y huellas de la madre, por
lo tanto Fabiana Harmon era la asesina de su hija, pero ahora faltaba
que averigüen quien era su asesino y el del resto de la familia.

Esa mañana fuimos a la oficina de Alejandro, el padre muerto, para


averiguar más sobre su vida. Al llegar nos recibió el portero y luego la
recepcionista nos indico el piso en que se encontraba la empresa en la
que él trabajaba. Ya en el piso el secretario de Adolf Glumstumbuker, el
jefe, no nos quería dejar pasar, pero apenas les mostramos nuestras
placas nos llevó a la oficina. Los tres entramos y nos sentamos en unos
sillones de cuero, tal como el secretario nos había dicho. Era una oficina
muy ordenada y decorada con diplomas, certificados, y fotos de un
señor esquiando, aparentemente en Alemania.

-Bonitas montañas ¿no?- se apareció el señor Glumstumbuker- Me


presento soy el señor Adolf Glumstumbuker, jefe de esta compañía.
Lamento que Henry no los haya dejado pasar. Muy bien ¿Qué sucede?-
-Buenos días señor, soy el Teniente Caine y ellos son mis compañeros,
Sean Cooper y Becky Monroe. Venimos para hablar de su cliente
Alejandro Harmon- -¡Ah si! Alejandro que buen
hombre… posiblemente el mejor de mis empleados… ¿Qué sucede con
él?- respondió Adolf.

–Fue encontrado muerto en su casa junto a su familia- dije.

La alegre cara del señor de repente empezó a cambiar.

-¿Podría contarnos algo sobre él?- pregunté

-Por supuesto, cualquier cosa por ayudar. Alejandro no estaba pasando


por un buen momento. Su hija robaba todo el tiempo con su novio, su
hijo no estaba bien en el colegio y además estaban a pleno juicio-
respondió

-¿Cómo que estaban en juicio?- pregunto la detective Monroe

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-Si, le habían hecho un juicio a un negocio que les vendió unas espadas
Samurai S.XII, al parecer eran falsas. Ellos estaban muy enojados- dijo

-Mmm.....… eso es extraño, los cuerpos fueron colgados con espadas


falsas- le explicó Kyle- ¿Hay algo mas que puede contarnos? ¿Ustedes
eran amigos?

-Bueno si, amigos del trabajo. Muchas veces nos juntábamos en la


cocina cuando le tenía que decir algo importante o simplemente para
charlar- explicó

-¿Por qué no citarlo a su oficina para hablar, al menos, de trabajo?-


Pregunté

-Pues, Alejandro era alérgico al cuero y ese sillón lo hacia estornudar-


Recordó Adolf.

-Aguarden- interrumpí- había una campera de cuero en la casa-

-¿Y entonces?- pregunto Becky.

-¿No les parece raro que haya una campera de cuero para hombre en
una casa donde el padre es alérgico a ese material?-respondí

-Es cierto, muy bien pensado-me felicitó Caine- Una última pregunta
Adolf, ¿recuerda usted el nombre del espadero?-

-¡Pero claro! Tengo los papeles del juicio aquí mismo, yo era su abogado-
Glumstumbuker buscó unos papeles y los leyó- su nombre es Marco
Cavalieri-

-Vayamos a hablar con ese Marco y luego a buscar la campera- dijo el


Teniente- Muchas gracias Adolf, has sido de mucha utilidad- concluyó

CAPÍTULO 5

Llegamos en camioneta. El local se encontraba a quince cuadras del


B57, la casa en la que fueron encontrados los cuerpos. Se notaba que
poca gente había entrado a comprar allí, probablemente por la mala
propaganda del juicio.

Entramos. No había nadie. Esperamos hasta que un hombre se nos


acercó y nos preguntó que se nos ofrecía. El hombre era alto, flaco y

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notablemente fuerte. Estaba vestido muy informal: jeans algo rotos y
una remera blanca sucia. Enseguida le mostramos nuestras placas y le
dijimos que veníamos a hablar de la muerta de la familia Harmon.

-Esos desgraciados, se merecían la muerte. Ahora me estoy fundiendo


por su culpa- respondió Marco

-Señor Cavalieri, tengo entendido que usted le vendió espadas falsas a


los Harmon, ¿por qué?- preguntó el Teniente Caine

-Escuche, tengo una palabra para usted: “inflación”. Ya no tenía dinero


para comprar los materiales correspondientes, así que compré unos más
baratos, eso es todo-dijo imponente.

-¿Sabe usted que eso es ilegal?-pregunté

-Así es, pero no creí que se dieran cuenta-respondió.

-Pues si lo hicieron, ¿y sabe que creo yo? Creo que usted estaba tan
furioso que fue a su casa y los mató- remató Kyle

-¡NO! ¡Yo no los maté, carajo!-el hombre empezó a gritar como un


animal salvaje.

Cuando pudimos calmarlo, lo sentamos en una silla.

-Veo que usted tiene problemas de ira- Kyle rompió el silencio.

-¡No! ¡No es así!- contestó Marco

-Muy bien entonces continuemos. ¿Dónde esteba usted el viernes a las


10 p.m?- preguntó Kyle Caine.

-Eh…yo estaba…eh…con mi hermano, así es estaba en mi casa con mi


hermano- respondió.

CAPÍTULO 6

Recién llegábamos de buscar la campera en la escena del crimen.


Apenas llegamos empezamos a averiguar en que lugares de la zona
vendían esas chaquetas. Fue una noche larga pero al fin, a las 12 p.m,
Becky encontró un lugar llamado “Brian`s” en donde las vendían.
Enseguida tomé mis cosas para ir allí, pero antes de llegar a la puerta el

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Teniente me tomó del hombro y me pidió que me fuera a mi casa a
descansar, así que obedecí y me retiré.

Durante el camino no me podía sacar el caso de la cabeza. Todo el


tiempo estaba pensando hipótesis. “Quizá podría ser Jack que al
enterarse de la muerta de su novia mata a la familia, pero no, todo
estaba muy limpio para tratarse de él… Quizá fue el socio que al no
recibir su dinero se enfadó y decidió acabar con la vida de Alejandro y, al
ser un hombre inteligente, trató de incriminar al espadero…”.

Todas estas ideas rondaban en mi cabeza y sabía que no podría


descansar hasta haber resuelto el enigma que este caso traía.

CAPÍTULO 7

El día empezó a las 9 a.m cuando llegué al laboratorio. El Teniente


Caine y la detective Monroe me esperaban para partir hacia “Brian`s”.

Cuando llegamos recién estaban abriendo. Teníamos la chaqueta en


mano.

-Buenos días amigos, ¿en que puedo ayudarlos?-nos preguntó el


vendedor.

-Somos de la policía y nos gustaría ver su lista de compradores para ver


quién compró esta campera-le expliqué mientras mostraba mi placa.

-¡Por supuesto! Síganme. Últimamente la lista se ha acortado un poco-


bromeó- Aquí tienen, todos los compradores de los últimos tres meses-.

-¡Que extraño! Esta lista dice que Marco Cavalieri compró una campera
como esta, de este talle, igual, hace dos semanas-dije sonriendo.

-Bueno señores, creo que tenemos a nuestro principal sospechoso.


Muchas gracias.- dijo Kyle

Los tres volvimos a la camioneta para ir de vuelta a hablar con Marco.


Al llegar definitivamente no estaba feliz de vernos.

-¿A que vienen ahora?- preguntó indignado.

-Queremos saber si esta campera le pertenece, creemos que la tomé por


equivocación ayer- pregunté.

-¡Ah si! Me preguntaba dónde la había dejado…- agradeció

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-…pues nada más y nada menos que en la escena del crimen- dijo K

La cara alegre de Cavalieri se apagó.

-Además estuvimos averiguando y su hermano falleció hace dos meses-


agregué- ¿`por qué no nos cuenta qué pasó?-

Marco lo pensó.

-Llegué esa noche como a las 9.45 p.m. Iba para pedir disculpas por
haberles vendido espadas falsas y para ofrecer hacerles unas nuevas
con tal de que terminaran con el juicio. Toqué el timbre y la madre me
abrió, bastante bien para tratarse de mí. Entré y me dijo que me sentara
en el sillón para charlar, pero cuando estábamos en medio de la
conversación bajó el padre y empezó a gritar: “¡Ese desgraciado! ¡Nos
robó, no hables con el Fabiana! ¡Vete de esta casa maldita rata!” Ya no
lo soportaba. Vi las espadas colgadas en la pared cuando él gritó: “¡Esas
espadas no sirven para nada!” y entonces le contesté: ¡¿Quieres ver que
sí sirven?!”. Un diablo interior recorrió mi cuerpo y mi ira llegó a tal
punto que una fuerza sobrenatural me hizo tomarlo del cuello y clavarle
una de las espadas. Luego tomé a la madre, que había visto todo, e hice
lo mismo con ella. Enseguida tomé mi campera y me acerqué a la
puerta, pero cuando estaba por irme su hijo bajó y al verme intentó
escapar, pero no pudo. Dejé mi campera sobre el sillón, tomé también al
niño del cuello y le clavé la tercera espada, acabando así con la familia
Harmon. Desde ese día no puedo dejar de pensar en lo que hice y
siempre creo que soy una bestia.- Marco declaró.

-Pues si, si lo eres. – le dije mientras le ponía las esposas.-Marco


Cavalieri está arrestado por el asesinato de Peter, Fabiana y Alejandro
Harmon. Tiene derecho a guardar silencio, todo lo que diga será usado
en su contra. Puede llamar a su abogado y sino se le asignará uno.-

FIN

Por Bustos, Florencia y Campeotto, Julieta

El Galpón
Esa tarde oscura del 13 de octubre de 1998, la policía llamo a mi
puerta, parecían estar irritados; me dijeron que varias mujeres

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Antología Literaria
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extranjeras habían hecho una denuncia. Esta denuncia era por violación
y maltrato, pero luego cuando quisieron comenzar a investigar no las
pudieron contactar más. Es por esto que me buscaron a mí, para
encontrar una solución.les pregunte si las victimas sabían algo más. Los
policías sabían aproximadamente donde ocurrían los hechos, ya que las
victimas se lo habían descripto.

Con esta información comenze a investigar, llame a mi colega para


que investigue sobre este lugar. A la mañana siguiente, desperté y como
todas las mañanas fui a la cocina a desayunar. En eso cogí el periódico,
leí algunos artículos y de repente note un anuncio extraño. Me detuve
para leerlo y vi la imagen de un galpón muy similar al que los policías
me habían enseñado.

Este anuncio trataba sobre una agencia de modelos, donde no


hacían falta estudios. Aclara que es solo para mujeres de 18 a 30 años,
de preferencia extranjeras. El mismo me pareció muy sospechoso, lo
que se me ocurrió fue mandar una agente en cubierto, le pedí a Valdez
que se infiltrara en el lugar y que me pase por handie toda la
información. Cuando Valdez se infiltro en el lugar me dijo que era una
agencia común como todas. Las modelos haciendo fila para presentarse
y hacer el casting.

Valdez fue de gran ayuda, me pudo describir a toda la gente que


trabajaba ahí. Al principio no sabíamos exactamente lo que se realizaba
allí, no teníamos indicios de nada. Pero 3 días después Valdez me
comento que había encontrado varias pistas, una de ellas eran los
pequeños manchones rojos en el piso, la otra eran los gritos de mujeres
pidiendo ayuda y por ultimo que las encerraban por la noche. En ese
mismo instante me di cuenta que tenia que ir allá inmediatamente,
cuando llegue vi por la cerradura del picaporte a un montón de mujeres
drogadas incluyendo a Valdez. Fui para el otro lado del galpón y me
encontré con el cuarto de Valdez el numero 8, a través de un orificio

69
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pude observar un poema escrito en la pared, no lo pude leer muy bien
porque el borde del orificio me interrumpía la vista, aunque pude ver
que decía…NOS VIOLAN, NOS MALTRATAN Y SI HABLAMOS NOS MATAN

Al terminar de leer ese mensaje, escuche a una mujer gritando y


luego de eso un disparo. Me preocupe pensé que podría ser Valdez, no
sabia como reaccionar y no se me ocurría ninguna idea que hacer al
respecto me fui a mi casa y empecé a pensar. La cabeza no me daba
mas, sentía que iba a explotar. Quise relajarme y se me ocurrió llamar a
mis amigos para jugar al póker, cuando llamé al gordo tonny me dijo que
no podría venir eso me hizo sospechar de que el estaba detrás del
crimen. Decidí que no podría ese mismo día volver al lugar donde esta
ubicado el galpón, entonces espere. A la mañana siguiente invite otra
vez a el gordo tonny a jugar poker ,para sacarme la duda de que el
podría o no ser uno de los sospechosos, acepto mi invitación. pero al
empezar con el y con otro par de amigos a jugar, le llego una llamada
urgente y tuvo que irse corriendo. Obviamente les dije a mis amigos que
no se podía jugar porque faltaba un integrante y que lo pospondríamos
para la semana que venia, al irse todos agarre mi saco y mi sombrero y
segui al gordo tonny, me costo un poco encontrarlo porque el había
salido antes, después lo logre hallar, disimuladamente lo segui con el
auto negro para que no me descubra porque era de noche. Lo vi llegar al
galpón donde ocurrían los hechos, ahí me di cuenta que era el criminal
mayor. Entre al lugar y me escondi detrás de una maquina de papel ya
había como 500 mujeres sangrando algunas muertas por el maltrato.

En un momento hice un pequeño ruido sin querer, el gordo tonny


me vio y empezó a correr trate de seguirlo pero como era tan gordo
corrió media cuadra y no aguanto mas. Me despiste un minuto, cuando
me di vuelta el ya no estaba. Me dije a mi mismo como es posible, si el
gordo tonny no puede correr. Mire hacia mi derecha y me di cuenta que
no estaba el auto de el.

VolvÍ al galpón y no había nadie se habían ido todos ni una sola


mujer, busque por todos lados, ni un rastro de nadie. Unos minutos
después alguien disparó un dardo para poder desmayarme, por suerte lo
logre esquivar. cuando me di vuelta estaba el gordo tonny desmayado
con un dardo en la pompi. Al despertarse apareció en la carcel y no
tenía salida se quedaría ahí de por vida.

Eso sí, nunca volví a saber nada de Valdez.

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Antología Literaria
-7º 2010-
Por Moreno, Belén y Rago Aldana

Ojalá que llueva café


Era una tarde de Domingo, los policías de la comisaría número 57
de Ballester terminaban su jornada laboral. Fernando, subcomisario,
cansado de tanto trabajar, se fue al bar de la cuadra a tomarse un café.
Por una extraña razón la espera del café se hizo muy extensa. Durante
ésta larga espera le sonó el celular, era el comisario con la mala noticia
de que Pablo Salguero, un prisionero, había sido liberado. El café frío
llegó a la mesa, mientras charlaba con el comisario en el teléfono. El
subcomisario comenzó a sentir un fuerte dolor en el pecho, y después de
un rato, cayó redondo al piso.

Mi nombre es Pier Casterpone y soy el secretario de un


investigador profesional. Cuando salí de la comisaría, luego de mi
jornada, noté mucho disturbio en la puerta y decidí entrar para empezar
a investigar por mi cuenta. Me acerqué a una joven y le pregunté su
nombre. Se llama Laura y me contó todo lo ocurrido. Me fui a la cocina
del bar y me encontré con el cocinero tirado en el piso desmayado.
Cuando logré despertarlo el hombre estaba con un aspecto de
desorientación absoluta, como no quise perder el tiempo con el me fui a
donde estaban los lockers. Comencé a abrirlos y en el número 33
encontré el veneno con el que supuestamente habían matado a
Fernando. Luego de dos días, estaba en mi casa de Núñez tomando un
té y leyendo el diario hasta que alguien llamó a mi puerta. Era la mujer
que me había contado todo lo que pasó, Laura. Ella me vino a pedir que
me encargue del asesinato del hombre del bar. Yo le pregunté porque
tanta preocupación por ese hombre su si o lo conocía, entonces ella me
confesó que era su amante. Le pregunté, entonces, si su amante tenía
algún enemigo y ella me respondió que en los últimos días, el estaba
muy preocupado por un criminal que el había apresado hace unos años
atrás y ahora lo habían liberado. Después de la interrogación, que duró
unos cuarenta minutos, Laura me pidió que no le diga nada a su esposo,
porque el era compañero de la víctima.

Esto último me hizo pensar en tres posibles sospechosos. Uno de


ellos pudo haber sido Pablo Salguero, porque Fernando lo había
apresado y en el momento del asesinato el estaba libre. Otro posible
sospechoso pudo haber sido el mozo, porque el veneno con el que lo

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Antología Literaria
-7º 2010-
mataron estaba en su locker, aunque también podemos pensar que
alguien lo dejó ahí. Y el último buscado es el novio de Laura, Roberto,
porque él era el compañero del muerto.

A la mañana siguiente decidí ir a buscar al criminal Salguero y le


pregunté en donde estaba y que estaba haciendo el domingo 27 de
mayo a las 18:00. Él me dijo que estuvo en su casa con sus hijos, y es
más, me mostró una foto que se había sacado ese mismo día a las
17:30, eso demostraba que era inocente.

Luego fui al bar a buscar al mozo. Le pregunté si alguien le había


pagado para que envenene a Fernando y me dijo que él que no.
También me dijo que él no había puesto el veneno y que nadie le pagó,
pero que en ese momento escuchó un ruido en la puerta trasera. Este
hombre me parecía muy extraño, pero no parecía ser un asesino, así
que lo descarté como sospechoso.

Fui a la comisaría, a interrogar a Roberto. Cuando comencé a


interrogarlo lo noté muy nervioso, le pregunté si lo conocía a Fernando y
me respondió que era su compañero de trabajo pero que no tenía mu
buena relación con él. Tampoco se llevaba bien con su esposa, ya que, a
escondidas, salía con Fernando. Mientras que lo interrogaba un
compañero de caso me trajo el resultado de las huellas digitales del
veneno. Abrí el sobre lentamente y miré el resultado. Todo concordaba,
el hombre que había matado a Fernando estaba en frente mío entonces
lo llamé a Alejandro Cabanna para que encarcelara a Roberta.

A las siete de la mañana del otro día me dirigí hacia el juzgado


donde iba a declarar Roberto. El policía, sin opción, tuvo que declarar.
Roberto se negó a decir la verdad, entonces yo decidí intervenir.

Todo ocurrió un 27 de Mayo cuando los policías terminaban su


jornada laboral. Roberto sabía que su esposa se iba ajuntar con
Fernando en el bar y aprovechó la ocasión. Entró por la por la puerta
trasera escurridizamente, donde se encontró con un obstáculo, el
cocinero. En ese momento sacó su cloroformo y lo colocó sobre la boca
del señor. Después sacó su veneno e introdujo unas gotas en el café que
ya había preparado y empujó la bandeja con el café por una ventanilla
en donde sólo se le veían las manos. Se dirigió rápidamente hacia los
lockers para poner el veneno en el casillero del mozo, para poder pasar
desapercibido. Cuando terminó se fue por la puerta trasera.
Evidentemente cometió este crimen por celos y bronca. Gracias.

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Antología Literaria
-7º 2010-
Roberto, al escuchar mi relato, aceptó que fue él el criminal.
Gracias a mí, encarcelaron a este hombre por homicidio culposo, en la
cárcel número 57 de Ballester.

Por Brey, Camila, Miotti, Lucía y Colagiovanni, Fabiana

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