Muchos de los hermanos cristianos no-católicos creen que hay serios “conflictos” entre las doctrinas
bíblicas y la doctrina católica. Para una gran mayoría esto es algo evidente y que no admite ni siquiera
discusión: la enseñanza católica es claramente anti-bíblica y basada en tradiciones humanas. Por eso,
que un cristiano católico trate de explicar que en realidad no hay contradicción es para muchos de estos
hermanos nuestros “querer tapar el sol con un dedo”.
El presente artículo pretende, con la ayuda de Dios, mostrar que tales “conflictos” son aparentes, no
reales. En las Escrituras muchas veces nos encontramos, católicos y no-católicos, con pasajes difíciles,
los cuales tratamos de entender a la luz de toda la Escritura, del contexto, etc. No pudiendo hablar de
todos los puntos doctrinales tomaremos uno, muy importante, que nos servirá para aclarar tantos otros,
y que es un pasaje frecuentemente señalado a los católicos como anti-bíblico. Me refiero al pasaje de 1
Tim 2:5 (porque hay un solo Dios, y también un solo mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús
hombre): ¿acaso este pasaje no excluye clarísimamente la doctrina católica de la mediación de María y
los Santos a favor de los creyentes? Con un poco de paciencia veremos que la respuesta, según las
Escrituras, es “no”.
En este artículo entiendo por “fundamentalista” un creyente en Cristo que dice basar su fe
SOLAMENTE en la Biblia (aunque a este respecto ya lo dice bien el refrán popular: “del dicho al hecho
hay un largo trecho”), queriendo con eso significar que tal hermano no prestará oídos a la Iglesia, ni a la
predicación oral de los primeros discípulos de Jesús (que luego en parte quedará escrita), ni a nada en
el mundo: SÓLO lo que está ESCRITO, nada más, ya que esa es la Palabra de Dios, y no existe
ninguna otra.[1]
El tema que afrontamos es interesantísimo y muy útil, no sólo para el versículo concreto de 1 Tim 2:5,
sino para entender mejor el mensaje evangélico en su perspectiva real, evitando así la superficialidad
de miras, los criterios carnales, las discusiones vanas. Sin esta visión “en profundidad”, nos pasaremos
la vida citando versículos unos contra otros, cada uno interpretando a su modo cada palabra de Jesús o
de Pablo o de Juan, etc: una cuestión de nunca acabar. La idea que me mueve a escribir estas líneas
es solo una: incentivar la reflexión. Quien es capaz de pensar sin prejuicios se dispone a la verdad,
aunque en la práctica -y sin él saberlo- sea uno de sus peores enemigos[2].
Dado que la ignorancia de la auténtica enseñanza de la Iglesia es tal vez el motivo principal por el cual
muchos optan por el fundamentalismo cristiano, me propongo también ilustrar, tanto al católico como al
no-católico, cuál es verdaderamente la enseñanza que profesamos sobre la única mediación de Cristo,
las mediaciones de los Santos y algunas otras doctrinas afines, siempre de modo simple y breve[3].
¿QUÉ COSA QUIERE DECIR PABLO CUANDO AFIRMA QUE LA GRACIA VIENE A NOSOTROS -ASÍ
COMO LA RESURRECCIÓN Y LA RECONCILIACIÓN- POR MEDIO DE UN HOMBRE? El pecado era
un problema humano que podía resolverse a favor de la humanidad sólo mediante un ser humano.
Algunos pueden pensar que la eficacia de la salvación de la humanidad se debiese a Jesús como ser
divino, en cambio Pablo aquí quiere acentuar lo contrario: si Jesús no fuese hombre verdadero, la
humanidad no habría recibido la gracia, la resurrección, o – como lo hacen notar Colosense y Efesios-
la reconciliación. De hecho el evento extraordinario es precisamente que el hombre Jesús murió y
resucitó: Dios, prescindiendo del misterio de la encarnación, no está sujeto a la muerte. (...)
Resumiendo, para que la salvación llegase a los hombres y los rescatase, debía ser mediada por uno
que compartiese la humanidad.
El Vocabulario de Teología Bíblica de Xavier Leon-Dufour[16], entre otras muchas consideraciones,
hace el siguiente comentario, bajo el término “mediador”:
El que Cristo sea el único mediador no significa que haya terminado el papel de los hombres en la
historia de la salvación. La mediación de Jesús reviste acá abajo signos sensibles: son los hombres, a
los que Jesús confía una función para con su Iglesia; incluso en la vida eterna asocia Jesucristo, en
cierta manera, a su mediación los miembros de su cuerpo que han entrado en la gloria. (...) Los que
desempeñan (las funciones de los apóstoles durante la historia de la Iglesia, n.d.r.) no son, propiamente
hablando, intermediarios humanos con una misión idéntica a la que tuvieron los mediadores del AT; no
añaden una nueva mediación a la del único mediador: no son sino los medios concretos utilizados
por éste para llegar a los hombres. (...) Evidentemente, esta función cesa una vez que los miembros del
Cuerpo de Cristo se han reunido con su cabeza en su gloria. Pero entonces, respecto a los miembros
de la Iglesia que luchan todavía en la tierra, los cristianos vencedores ejercen todavía una función de
otra índole. Asociados a la realeza de Cristo (Rev 2,26s; 3,21; cf. 12,5; 19,15), que es un aspecto de su
función mediadora, presentan a Dios las oraciones de los santos de acá abajo (5,8; 11,18), que son uno
de los factores del fin de la historia.
Comentando el rol de los “sacerdotes” en el libro del Apocalipsis, los comentadores tampoco dudan de
llamar a los cristianos “mediadores”, ya que el oficio sacerdotal, explícitamente atribuido a los creyentes
en Jesús (ver Apocalipsis 1:6, 5:10 y 20:6), no es otra cosa que un oficio de mediación entre Dios y los
hombres. Citamos alguno ejemplos (resaltado siempre mío):
Los cristianos comparten la autoridad del rey de reyes, constituyéndose en mediadores sacerdotales
en el mundo de la humanidad.[17]
El griego “hieréis” –sacerdotes- aparece en oposición a “basiléian” –reino- y subraya el rol mediador de
los creyentes en su consagración al servicio de Dios.[18]
... los miembros del nuevo Israel, en virtud de su incorporación por el bautismo a Cristo, Sacerdote y
Rey (cf. Ex 19,6; Is 61,6; 1 Pe 2,9) se convierten también ellos en mediadores de la Nueva Alianza.[19]
Como se ve, no es que estamos inventando una interpretación para justificar tradiciones humanas:
mucha gente, conocedora del texto bíblico y de vida cristiana, afirma que las Escrituras enseñan que los
cristianos son mediadores, por participar del oficio sacerdotal, profético y real de Jesucristo.
LA MEDIACIÓN ANGÉLICA
¿Y qué pensar de la acción de los ángeles? Si Jesús es el único mediador al modo como lo entienden
tantos hermanos no católicos ¿qué lugar ocupan los ángeles, que “están al servicio de los que se
salvarán”? (Heb 1:14) ¿No es una “mediación” la de los ángeles? En el Apocalipsis aparecen ofreciendo
a Dios las oraciones de los santos... La participación de ellos en la obra de la salvación ¿le quita
exclusividad a la única mediación de Cristo? ¿Debemos rechazar la ayuda de los ángeles en nombre de
la única mediación de Cristo? Cristo quiere servirse de los ángeles para favorecernos en nuestra
salvación, ¿vamos a decir nosotros que no necesitamos de ellos, porque vamos directamente a Dios?
Apocalipsis 8:3-4 presenta las oraciones de los santos llevadas a Dios mediante los ángeles. La
pregunta que nos hacemos es: ¿tiene Cristo, el Cordero degollado, necesidad de otros mediadores
entre Dios y los hombres? ¿Se molesta Jesús con los ángeles que le presentan las oraciones a Dios?
Claro que no, porque si los ángeles pueden ser de algún modo mediadores, eso es posible sólo gracias
a la mediación de Jesús; la mediación angélica, en efecto, sería absolutamente ineficaz sin la
salvación que nos consiguió Cristo y sólo Cristo. Pero en Cristo la obra de los ángeles es eficaz para
con nosotros, como es eficaz la oración del justo (carta de Santiago), y ciertamente que se está
hablando de una mediación de salvación: ellos están puestos al servicio “de los que se salvan”.
CONCLUSIÓN
La solución de fondo con respecto a este asunto está en la indisoluble unión entre el creyente y
Cristo, que la Iglesia Católica ha comprendido, vivido y desarrollado durante su ya larga historia, y que
una mentalidad fundamentalista no puede comprender. Cuando Jesús se acerca a “su hora” y habla
con el corazón en la mano, se oyen palabras como estas, una y otra vez: “Yo en vosotros, vosotros en
mí” (ver Juan 13-17). “Ya no soy yo, es Cristo que vive en mí”, dirá Pablo. ¿Qué Cristo vive en Pablo?
El Cristo Hijo, el Cristo fundamento, el Cristo mediador, el Cristo sacerdote, el Cristo pastor, el Cristo
maestro, etc. EN CRISTO y POR CRISTO Pablo y el creyente son también fundamento, hijos,
mediadores, sacerdotes, pastores, maestros, padres, luz, etc.
Para Pablo esto era algo que había experimentado desde su primer contacto con el Señor, cuando en
el camino a Damasco “y al caer a tierra, oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿porqué me
persigues?; y él dijo: ¿Quién eres, Señor? Y Él respondió: Yo soy Jesús a quien tú persigues” (Hechos
9:4-5). ¿Pablo perseguía a Jesús? ¡Pero si Jesús estaba muerto, y Pablo no creía en la resurrección!
¿Porqué dice Jesús “ME” persigues? ¿Porqué no dice: “persigues a la Iglesia” o “persigues a mis
discípulos”? ¿No será tal vez porque Cristo ya no es más separable de su Cuerpo, la Iglesia?
Como la vid y los sarmientos: “quien permanece en mí y yo en él, ese da mucho fruto”, “y hará obras
más grandes” que las de Jesús (Juan 15:2). ¿Obras más grandes que las de Jesús?
¿Y qué decir del “quien a vosotros oye, a mí me oye, quien a vosotros rechaza, a mí me rechaza”?
(Lc 10:16) ¿Nos damos cuenta del peso de esta "interdependencia" entre Jesús y sus apóstoles? ¿No
superficializamos su interpretación?
En mi opinión, el problema principal de una interpretación pequeña y “conflictiva” de la Escritura como
sucede con el fundamentalismo cristiano no es algo de poca monta. Quién tenga esta visión del
evangelio se cierra a la posibilidad de vivir en plenitud el don de Cristo. Es importante aceptar el
mensaje evangélico en toda su plenitud, y no quedarse a una cierta distancia. Si Jesús quiere hacernos
uno con él, no podemos contentarnos con ninguna otra cosa, sino con ser uno con él. Errando en el
entender las Escrituras y el poder de Dios, erramos “gravemente” (Mc 12:27). No son minucias,
discusiones sin importancia: negarse a recibir el mensaje de Cristo tal como el Padre lo ha pensado
hace que el creyente se auto-excluya de la comunicación que Dios quiere hacerle de sí mismo. No
basta con “no estar lejos del Reino de Dios” (Mc 12:34), sino que hay que “entrar” (Mt 23:13). Según el
cuarto evangelio, el creer no es nunca una mera profesión de fe, un “aceptar” a Jesús como salvador
una vez para siempre y estar así “salvado irreversiblemente”, sino que se trata de un “vivir la filiación
divina” hasta las últimas consecuencias, totalmente, viviendo en comunión inseparable con Jesús, hasta
dar la vida si fuese necesario. Jesús y el creyente, se podría decir, son “una sola cosa” (ver por ejemplo
Juan 14:20; 15:4-9)[23]. Y no solamente con Jesús, sino que, formando con él un solo cuerpo, somos
también “miembros los unos de los otros” (Rom 12:4-5).
Espero que el lector católico haya encontrado buen material para profundizar su fe. Con respecto al
lector no-católico, no se si este artículo lo convencerá de lo que creemos, pero al menos le dará
material para pensar. Aunque no comparta nuestra doctrina, tendrá que reconocer que los textos
bíblicos que hemos citado están ahí, y hablan de que Dios ha querido hacernos partícipes de su oficio
de mediador.
Jesucristo es el único juez supremo, pero los cristianos serán jueces en el cielo. (Mat. 19,28; Lucas
22,30; 1 Cor. 6,2-3
Jesús es el único Pastor (Juan 10,16), pero El establece pastores (Juan 21,15-17; Ef 4,11)
Jesús es el único Rey, pero nosotros Reinaremos con EL: (Apocalipsis 4,4, 10)
Jesús es el único Mediador, pero en El los santos son mediadores (Cf. St 5, 16; Ap 5,8; 6,9; 8,3-4;
18,18-20)
http://www.apologetica.org/unico-mediador.htm - 134k
http://www.corazones.org/diccionario/mediador.htm