Número 24

Sábado, 18
de diciembre
de 2010
El perseguidor
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LITERATURA TERESA GUARDANS
A propósito de h., de Carlos “Los grandes creadores no son los
Cruz que hablan de sí mismos sino de su
realidad”
por por
JUAN CARLOS SUÑÉN EDUARDO GARCÍA ROJAS

LOS CUADERNOS LITERARIOS

AZUL CUMPLEN VEINTE AÑOS

En torno a esta publicación se forjó una

generación de escritores y poetas palmeros 5
2 El perseguidor Sábado, 18
de diciembre de 2010

TERESA GUARDANS/ doctora en humanidades

Bajo el título de La mística, escuela de silencio, de arte y de vida, la doctora en Humanidades Teresa Guardans Cambó clausuró el I Encuentro
Arte y Pensamiento que se desarrolló entre noviembre y diciembre en la Fundación Cristino de Vera-Espacio Cultural CajaCanarias en La
Laguna, y en el que han participado entre otros, el mismo Cristino de Vera y el doctor en Filosofía y catedrático de Estética, Amador Vega
Ezquerra. Guardans Cambó es documentalista, filóloga y doctora en Humanidades y ejerce como profesora del Centro de Estudio de las
Tradiciones de Sabiduría (CETR) de Barcelona, un espacio no confesional dedicado al estudio del hecho religioso en sus distintas
manifestaciones, que abrió las puertas en 1999. Antes de la fundación de este centro de estudio, desarrolló su vida profesional en la red de
bibliotecas públicas de Cataluña. Además de algunos artículos y colaboraciones en obras colectivas, ha publicado El fet religiós (1996), El saber
marginat: l’altra cara del coneixement (1997); Las religiones: cinco llaves (2006), La séptima dirección: el cultivo de la interioridad (2008); Una
historia de las religiones (2009) y La verdad del silencio: por los caminos del asombro (2010).

“LOS GRANDES CREADORES NO

SON LOS QUE HABLAN DE SÍ
MISMOS SINO DE SU REALIDAD”
EDUARDO GARCÍA ROJAS
- Usted es autora de La verdad del silencio:
por los caminos del asombro, libro en el que
entre otras puntos habla del asombro que
produce la vida “cuando se la mira con la
claridad del silencio”. ¿No cree, sin embargo,
que silencio y asombro son términos contra-
puestos?
- Son conceptos opuestos pero uno y
otro se necesitan. El silencio da la posibili-
dad de escuchar, mirar, oír siempre y
cuando no estemos nosotros invadiendo
todo el escenario ya que mirar, oír y escu-
char significa que te retires, que hagas
espacio. Ese es el silencio al que me
refiero.
- Pero en el mundo actual, donde hay tanto
grito, ¿qué instrumento se pueden emplear
para silenciarnos del entorno?
- El silencio del que hablo no depende
tanto de que haya ruido exterior porque el
mayor ruido es el que generamos con
nuestras expectativas, miedos y deseos. Es
decir, que nuestro propio mundo está
repleto de ruido. No es fácil, quizá no lo
haya sido nunca, pero ahora es más difícil
cultivar el silencio interior del que tene-
mos que aprender para introducir en nues-
tra vida formas de escuchar y mirar no
como algo excepcional sino para darnos
cuenta que esos pequeños momentos de
atención son los que nos cambian el día.
Es decir, cuando paseas por la calle y en
ese ratito que avanzas cuatro manzanas
sientes que estás inmerso no en esa nube
de pensamientos que te controlan sino que
eres dueño de ese momento porque creas
espacios de mirada atenta, de oídos que
escuchan, todos esos pequeños momentos
que hacen que tu vida vaya cambiando.
- ¿Cómo aplica esa facultad al mundo del
arte?
- No la aplico sino que aprendo del arte.
El arte es de las pocas actividades que se
basa en esa capacidad de entender, mirar,
escuchar, intentar comprender desde el
silencio del artista.
- No dejo de asociar cuando habla de
asombro y silencio con la idea espiritual del
recogimiento para superar las presiones del
entorno.
- Quizá sea porque en el libro sitúo a los
místicos como los grandes maestros de esa
capacidad de atender y de silencio. A los
místicos se los ve hoy como gente que solo
veían fantasmas en los cielos pero si los
lees sin prejuicios te das cuentas que te
están enseñando a mirar esta realidad y a
nosotros mismos desde ese silencio de
nuestras expectativas. Los místicos nos
enseñan a parar. Cuando los leemos no
tenemos que creernos el mundo cultural y
de creencias y dogmas que podía caracte-
rizar a Santa Teresa en el siglo XVI, pero sí
que podemos aprender de lo que escribió
en torno a sus formas de silenciarse y vivir-
las para aplicárnoslas hoy. Lo mismo que
hace el artista, que puede aprender del
arte que se hizo en el XVI sin imitar sus
modos y la cultura de aquel tiempo pero sí
las maneras de expresar e indagar en ellas.
El mundo cultural de los místicos del XVI y
de los orientales no es el nuestro, es otra
cultura, pero sus técnicas, sus modos de
silenciar sí que podemos aprenderlos por-
que ahí se encuentra la escuela de silencio
gestada en siglos de técnicas de aprender
a mirar, de asombrarse de lo que hay.
- ¿Qué tipo de técnicas son esas?
- Cada uno de nosotros somos actividad,
pensamiento y sentimiento. Así que cual-
quier fórmula que uses durante un rato
para que seas dueño de actuar, pensar o
sentir. La forma más fácil es atender a la
respiración unos minutos. Ese aliento de
vida que está en nosotros. También cual-
quier otro método que ayude a que tu
atención esté puesta en algo que no sean
tus ocupaciones y preocupaciones es prác-
tica del silencio. Cualquier persona debe
elegir aquello que le gusta para conse-
guirlo: pasear por la ciudad o por la natu-
raleza… ese momento en el que estás
metido en tu mundo interior y al mismo aprender a dejarlas a un lado.
tiempo en ese mundo que tienes a tu alre- - ¿Es posible llegar a ese estado en un
dedor. También se puede alcanzar a través mundo como el actual repleto de tantas dis-
de la escritura, escuchando música. Cual- torsiones?
quier actividad que sirva para aprender a - Entiendo que va en contra de la
silenciarte. El silencio no es estar callado corriente general de la cultura pero cada
sino abrir las compuertas a nuestro sentir, vez nos damos más cuenta que lo necesi-
nuestro amar a lo que aquí hay. Y para tamos. La angustia, el estrés, ¡si hasta los
abrirlo solo tienes que bajar el volumen de monasterios están abriendo como lugar
todas aquellas cosas que llevas contigo y donde pasar las vacaciones! Solo hace
falta que antes de salir de casa te detengas
y contemples unos minutos el cielo…
Necesitamos convencernos del valor que
ese simple gesto tiene. Y si te das cuenta
Los místicos son los que algo cambia en ti, porque notas bien-
estar, eso anima porque por poco que pro-
grandes maestros de bemos notas que algo nos cambia, nos da
la capacidad de más fuerzas y ánimo para ir aumentando
esos pequeños momentos. Insisto mucho
atender y de silencio. en la educación, en aprender a introducir
pequeños momentos de silencio entre los
A los místicos se los ve niños porque da resultados y enseñas a los
más pequeños a saborear ese bienestar
hoy como gente que cuando algo cambia, cuando abres los
ojos, los oídos.
solo veían fantasmas - ¿Cómo trabaja con los niños el silencio?
- Se usa todo tipo de silencio. Como el
en los cielos pero si de ponerse las botas o esconder algo en la
clase para que sean ellos los que tengan
los lees sin prejuicios que descubrirlo. La idea es enseñarles a
atender, a descubrir algo nuevo. A llamar
te das cuentas que te su atención para que lo encuentren y
explotar su capacidad de atención que en
están enseñando a un niño es inmensa. Lo que ocurre es que
mirar esta realidad y tenemos la tendencia de llenarles la
cabeza de ruidos y no les damos espacios.
a nosotros mismos - ¿Esta capacidad da asombro y silencio
está más desarrollada en otras culturas que
desde ese silencio de no sea la nuestra?
- De silencio sí pero no porque fueran
nuestras mejores. Son maneras que emplearon
para sobrevivir que exigían estar muchas
expectativas. Los más horas atendiendo a la naturaleza.
Actividades que la atención milenaria ha
místicos nos enseñan desarrollado porque es una capacidad
connatural que tenemos. Y en ese silencio
a parar hay momentos de asombro. En este
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de diciembre de 2010

LAICISMO Y RELIGIÓN
Estamos en una batalla en la que no se comprende lo que son las religiones y en las que las
religiones mismas intentan imponerse como sistema de organización social y de pensamiento.
Es una confrontación entre los que ordenan el mundo de una manera y de otra siempre en
función de un ser invisible que unos dicen que existe y otros que no. La laicidad bien
entendida es la que intenta comprender y profundizar, ver en esos mundos religiosos y qué
realizaciones han producido. Pero en este debate están confrontándose dos sistema de pensar
un mundo religiosa que divide a los que creen en una entidad y a los que no, y en el que
ninguna de estas opciones toma las configuraciones religiosas para distinguir en ella lo que
son ideologías humanas y realizaciones de esas búsquedas humanas en unos tiempos y en
una forma que, por el contrario, sí que ha sabido separar el mundo del arte.
FOTGRAFÍA: SERGIO MÉNDEZ

momento vivimos un período de selección
rápida y hemos adquirido otras facultades
para procurarnos algo tan básico como es
el alimento por eso tenemos que darnos
cuenta no que ahora estemos peor sino al
revés, que contamos con una inmensidad
de recursos que nunca antes hubo para
darnos cuenta de la capacidad innata de
nuestro silencio y asombro para desarro-
llarnos como seres humanos que ya no
tiene espacio en nuestro sistema de vida y
que debemos de volver a ese espacio for-
zándolo para aprender a saborearlo otra
vez porque que ahí nos va la vida.
- ¿Las tres grandes religiones monoteístas
occidentales se caracterizan por esta facul-
tad o se aprecia más en las orientales?
- El judaísmo cultiva quizá más el silen-
cio en la acción, actuar en la realidad y
procura cuidarlas como tradición. Aunque
actuar, pensar y sentir se encuentran en
todas las tradiciones culturales. Lo que
ocurre es que algunas acentúan más un
aspecto que otro. En el cristianismo, por
ejemplo, se insiste más en amar sin buscar
nada a cambio. Es silencio en el sentir. Y
en la oriental, en las religiones budistas y
en el hinduismo, se encuentra en la mente,
en la comprensión, en la lucidez mental.
- ¿Y en la musulmana?
- El silencio comunitario. La actuación
al servicio de la comunidad. El musulmán
es la visión del profeta Mahoma donde se
mira la realidad silenciándose. Mahoma
dice que la realidad es un Corán que hay
que aprender a leer. Mira a los cielos y ahí
está el Libro, mira lo que nos enseñan las
nubes, los mares, los pájaros. Mahoma es
el gran profeta del silencio.
- ¿Para un cristiano la oración puede ser
un camino de silencio?
- Sí, aunque hay dos rezares. Dos formas
de rezar tanto ahora como en cualquier
siglo. La primera es la que uno se reza a sí
mismo y pone como testimonio al dios que
nos fabricamos particularmente. Ese rezar
no ayuda al silencio ni nos enseña nada
porque es una forma de hablar contigo
mismo. El otro rezar es el de atender a ver
qué es lo que la dimensión absoluta, lo
sagrado, lo inefable, puede decir. Y ese
silenciarse es tu capacidad de entregarte,
de apartarte de en medio para que la reali-
dad diga y ese es el rezar que enseñan los
místicos y el que nos engrandece para que
seamos lo que realmente somos.
- ¿Puede haber místicos laicos?
- Los hay. Buda fue un místico laico al
poner en cuestión cualquier creencia por-
que consideraba que si tenía un dios no
dejaba que la realidad hablase. De hecho
muchos de los místicos que han empezado
a andar en religiones con un dios, a
medida que avanzaban se dieron cuenta
que el dios en el que creían era una fabri-
cación de su mente. El Maestro Eckhart
decía: ¡Señor, líbrame de Dios! con el fin de
despiojarse de ese dios que fabricamos. El
siglo XX está lleno de místicos laicos, artis-
tas y filósofos que en su caminar desde la
nada, de la desnudez, entienden que la
mística teísta hablaba de eso mismo solo
que a través de símbolos sagrados.
- ¿Un materialista puede ser capaz de lle-
El musulmán es la gar a ese silencio, a ese asombro?
- En ese mundo del asombro donde nos
visión del profeta hablan con palabras que no molestan y
que no creen en nada se encuentran los
Mahoma donde se artistas. Un Valente, un Giacometti, un
Rothko hablan con las palabras de lo que
mira la realidad están viendo así que su búsqueda parte de
esa especie de intuición de que ahí hay
silenciándose. más. En mi caso y gracias a descubrir
algún místico laico aprendí a callar y a
Mahoma dice que la darme cuenta que mis ojos son capaces de
ver lo que hace un Cristino de Vera o un
realidad es un Corán Rothko. Pero también me doy cuenta que
cuando San Juan de la Cruz escribe los ríos
que hay que aprender son Dios no es que los ríos se parezcan a
Dios es que San Juan de la Cruz los ve con
a leer. Mira a los los ojos de un artista que se deja impreg-
cielos y ahí está el nar por el silencio. Solo que en su caso lo
expresa con los términos de su época y es
Libro, mira lo que nos su forma de describir lo que se nos escapa
a todos. He aprendido a respetar en pro-
enseñan las nubes, fundidad la experiencia de los místicos y
que desde esa terminología teísta nos con-
los mares, los taran algo. Yo al menos puedo aprender
de ellos y los miro con respeto aunque sea
pájaros. Mahoma es verdad que me resulte más fácil y cercano
la manera de hablar de Buda porque no ha
el gran profeta del configurado un mundo de creencias.
Mundo de creencias que a mi probable-
silencio mente me queda muy lejos.
- Se dice que la obra de arte es un objeto
sagrado.
- Es una manera de ver la realidad redu-
cida por nuestra necesidad de simplificar
las cosas. Pasamos por los sitios sin mirar-
los y en lo poco que podemos callar es
cuando la filtración que hacemos de la rea-
lidad le damos la oportunidad a que esa
grandeza se muestre. Y eso es un pequeño
impacto que otras veces puede ser grande.
Es algo que se rebela, que se muestra. Lo
puedes llamar sagrado mientras no se
interpreta a través de unos dioses que
somos nosotros mismos. Tener momento
de algo, que vale, hace que mi vida coti-
diana trate las cosas de otra manera y que
me comprometa con lo que hay.
- Usted es una estudiosa de la historias de
las religiosas. ¿Considera a las religiones el
opio del pueblo?
- Lo son y no lo son. Es una pregunta
que requeriría una respuesta muy extensa
porque hasta hace cuatro días todas las
culturas eran religiosas. Y si bien todo el
aparato religioso se usaba para someter,
para no pensar, en las realizaciones reli-
giosas también hay grandeza humana. Ahí
están las obras de arte, de pensamiento.
Toda ciencia nació de la religión. La histo-
ria de las religiones es mirar la grandeza y
la pequeñez humana, la miseria, los mie-
dos y las grandes esperanzas. Es todo eso.
- ¿Qué opinión le merece en España el
debate religión y laicismo, laicismo y reli-
gión?
- Estamos en una batalla en la que no se
comprende lo que son las religiones y en
las que las religiones mismas intentan
imponerse como sistema de organización
social y de pensamiento. Es una confron-
tación entre los que ordenan el mundo de
una manera y de otra siempre en función
de un ser invisible que unos dicen que
existe y otros que no. La laicidad bien
entendida es la que intenta comprender y
profundizar, ver en esos mundos religio-
sos y qué realizaciones han producido.
Pero en este debate están confrontándose
dos sistema de pensar un mundo religiosa
que divide a los que creen en una entidad
y a los que no, y en el que ninguna de estas
opciones toma las configuraciones religio-
sas para distinguir en ella lo que son ideo-
logías humanas y realizaciones de esas
búsquedas humanas en unos tiempos y en
una forma que, por el contrario, sí que ha
sabido separar el mundo del arte.
- Por último, ¿qué ha descubierto de asom-
bro y silencio en la obra de Cristino de Vera?
- Su búsqueda de la luz y aprender a ver
a Zurbarán. A redescubrir ese uso de la luz
que lo distinguió con ojos radicalmente
nuevos. Mi admiración por Cristino de
Vera y su búsqueda encaja además con la
que he ido escribiendo en torno a los gran-
des creadores que son aquellos que no
hablan de sí mismo sino de su realidad.
4 El perseguidor
A PROPÓSITO DE LA NOVELA H.,
DE CARLOS CRUZ
El pasado 1 de diciembre el escritor y guionista Carlos Cruz (Los Realejos, 1977) presentó en el Espacio Canarias de Madrid su primera novela
h., editada por Dilema, y obra insólita no ya solo en el actual panorama literario canario sino también nacional por su propuesta, ya que se
trata de un título que trasciende la frontera de los géneros. En h. su autor logra componer un habilidoso texto de iniciación cuyo final es
trágico y amargo. Este libro fue presentado por el poeta y director de la Escuela de Letras, Juan Carlos Suñén, de quien reproducimos a
continuación el texto que leyó durante este acto.
JUAN CARLOS SUÑÉN (*)
Sobre Carlos Cruz
N
ació en Los Realejos en 1977.
Comenzó sus estudios supe-
riores de Derecho en la Uni-
versidad de La Laguna, para
después de dos años prose-
guirlos en la Universidad Complutense de
Madrid. Se licenció en el año 2000. De ahí
pasó a realizar un máster en Periodismo
por la Universidad Autónoma de Madrid.
Más tarde en 2004 cursó un máster en pro-
ducción de cine y televisión por la Euro-
pean Business School de Málaga. También
estudió el curso de gestor cultural que
imparte la Universidad de La Laguna a tra-
vés de la Fundación Pedro García Cabrera
en 2009.
Ha trabajado en diversos medios de
comunicación en Madrid, así como cola-
boró con medios tinerfeños como en el
periódico La Opinión. Ha participado en la
producción de películas y series y ahora
mismo está desarrollando proyectos de
series de televisión.
H. es su primer libro editado en Dilema,
una pequeña editorial madrileña. Acaba
de terminar su segunda novela, No es la
noche, aún sin publicar.
Sobre h.
Eduardo G. Rojas titula “en la carretera”
una crítica de esta novela que debería
haberse titulado “quiero más” y Goñi, en
El País, menciona al cineasta David Lynch
donde debería haber apelado a Sánchez
Ferlosio. Lo malo de las primeras novelas
es que los críticos carecen de referencia; lo
malo de esta primera novela es que no se
inscribe en ninguna de las tendencias que
la narrativa española había venido mos-
trando. A servidor no le cabe la más
mínima duda de que si Carlos Cruz
hubiese firmado como Charles Cross y
hubiese inventado una pequeña biografía
los críticos habrían visto la huella de
Portada de h.
Faulkner donde vieron pasajes enrevesa-
dos. Y la de John Cheever donde apuntan
cierto exceso de síntesis. Y la de Camus
donde señalan desasosiego.
Personalmente querría apuntar algunas
cosas: la primera es que esa "mirada pura
del niño narrador" de la que algunos han
Como ocurría en El hablado, no me parece a mi ni tan pura ni
tan infantil. Quiero decir que hay algo
Jarama, los enfermo también en ese punto de vista,
algo sucio en ese foco que nos hace pro-
personajes retratados yectar nuestro relato, construirlo sobre lo
narrado. Ese niño que sigue a su padre no
aquí son como son sabemos si por voluntad propia lo hace
porque no puede hacer otra cosa. No tiene
porque viven en una elección. Y su relato es finalmente el relato
de esa elección. No es la víctima de una
sociedad elección ajena, no es el narrador de otro
protagonista. Es su propio narrador. Y lo
determinada, que narra funciona como una cortina
sobre cuya progresión dramática seremos
víctimas de una nosotros, los lectores, quienes debamos
sociedad construir el relato. Algo que hubiese
encantado a Juan Benet, quizás un buen
determinada, lector para esta primera novela tan ale-
jada del barroquismo formal del autor de
achatada y sin Volverás a Región, y mucho, pero tan cer-
cana a esa idea de que es la historia la que
futuro. Ahí se detiene debe evolucionar en los personajes y no al
revés, que igualmente empapa la litera-
la comparación con tura benetiana.
También he mencionado a Ferlosio.
Ferlosio, que ni puede Nada que ver, pensarán ustedes. Pues
piénselo mejor. Porque estamos, creo,
ni debe ir más lejos, ante lo que se llama una novela behavo-
rista. Me explico, como ocurría en El
pero hasta ahí llega Jarama, los personajes retratados aquí son
como son porque viven en una sociedad
para añadir una nota determinada, víctimas de una sociedad
sobre este texto que, determinada, achatada y sin futuro. Ahí se
detiene la comparación con Ferlosio, que
aparentemente, ni puede ni debe ir más lejos, pero hasta
ahí llega para añadir una nota sobre este
también le pasó texto que, aparentemente, también le
pasó desapercibida a los críticos.
desapercibida a los Pero además, y volviendo a la voz que
constituye el verdadero asunto del libro,
críticos creo que esta tiene algo de toque de cam-
Sábado, 18
de diciembre de 2010
panas, pero de esas campanas que sona-
ban antiguamente en los pueblos para ale-
jar las tormentas. Quiero decir que no se
nos escapa que el discurso evidente
enmascara una peripecia (y ahí quizás es
posible decir que el relato a lo Lynch es,
precisamente, el que la novela no cuenta),
una peripecia, digo, que no quiere enten-
der, se muestra autista ante ella. Y es otro
de los motivos por los que me gustó esta
novela: lo que no cuenta está tan íntima-
mente imbricado en lo que dice que un
lector desatento podría confundir ambos
niveles y pensar, equivocadamente, que es
ese relato el que debe desentrañar. Sería
un error tan grave como intentar leer
Rumbo a peor de Samuel Beckett como
una película de Garci.
Por último querría hacer una reflexión
musical. Eso sí, siguiendo a Schönberg:
toda nota añadida a una nota primera
hace dudosa la sonoridad expresada por
esta, y la adicción de nuevas notas puede
o no aclarar el problema (dice el músico).
Si Do es seguido por Sol, el oído no estará
seguro de si se trata de Do mayor o de Sol
mayor... De igual forma cada frase, al ir
añadiéndose a otra en este relato, va gene-
rando en el lector un estado de inquietud,
casi de indecisión, que se vuelve sustancia
de la historia acrecentándose a lo largo de
una buena parte del texto mientras su
ritmo se asegura, se clarifica en igual pro-
porción para conseguir un equilibrio que,
finalmente, permite el afloramiento de la
idea. No exagero si digo que es una cuali-
dad musical, su construcción musical, la
que produce que h. no sea una novela que
desentrañamos durante su lectura, sino
que visualizamos, como un todo, como un
potente, arbitrario y dramático fogonazo
de vida, tras su lectura y solo tras su lec-
tura.
(*) Juan Carlos Suñén es poeta y direc-
tor de la escuela de letras de Madrid
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Sábado, 18
de diciembre de 2010

ANTONIO ARROYO SILVA (*)
AZUL DETRÁS
DE BLANCO
Con motivo de la celebración de los 20 años de la constitución de los
Cuadernos Literarios Azul en La Palma, el grupo vinculado a este
proyecto está preparando una serie de actos a través de los cuales
quieren rendir homenaje a una iniciativa en la que jugó un papel como campanas celestiales, y aún resue-
nan. Pero, sobre todo, me hizo pensar en
fundamental Ediciones La Palma, y que reunió a jóvenes poetas y mi responsabilidad como escritor. Pensar

N
unca me hubiera imaginado
durante aquella década de
los 90 que en una revista sur-
gida de las fuerzas telúricas
palmenses iba a publicar un
poemario completo. Se titulaba Las Meta-
morfosis. Los primeros poemas nacieron
de aquellos días de incertidumbre en
Santa Cruz de La Palma cumplido un ser-
vicio militar del que siempre pensé me iba
a librar debido a mi alto grado de hiper-
metropía.
La Calle Real se transformaba en un
Támesis por donde fluía mi juventud. Des-
pués, por motivos de destino docente, el
agua de la vida me trasladó a Gran Cana-
ria. En esos primeros años acabé el poe-
mario, libre de todo planteamiento uni-
versitario, sólo pensando en una soledad
que iba a desembocar en un amor defini-
tivo. Atrás quedaba aquella entusiasta
aventura tejida en las tertulias del bar El
Faro de la Avenida Marítima con Roberto
Cabrera y Olga Luis Rivero que dio lugar a
La Menstrua Alba, una revista que albergó
un elenco muy importante de escritores
que empezábamos nuestra andadura.
No importaba lo que entonces se deno-
minaba la posmodernidad o antemoder-
nismo, no importaban las modas ni los
usos. Incluso nuestro inolvidable poeta
Félix Duarte colaboró en las dos primeras
entregas. Y de qué manera nos apadrinaba
con su entusiasmo sempiterno.
Como tantas revistas que han surgido
en Canarias, al tercer número, por diver-
sas razones, dejó de editarse. Sin
embargo, ahí queda el material publicado
que, para muchos de nosotros significó un
hito en nuestra marcha literaria.
Sin embargo, el entusiasmo y las ganas
de hacer por el bien común, no sólo de la
literatura de la Isla, sino de las distintas
corrientes literarias del momento, no
cayeron en saco roto. A principio de los
90, surge también al amparo del Cabildo
Insular de La Palma la revista Cuadernos
Literarios Azul dirigida por Nicolás Melini
y el consejo de redacción constituido por
Inmaculada Hernández Ortega, Carlos
Hernández y Lilia Rodríguez. Colabora-
dores no sólo de ésta sino de las demás
islas del Archipiélago, Leocadio Ortega,
Cecilia Domínguez Luis, Anelio Rodríguez
Concepción, Antonio Abdo, Ervigio Díaz
Marrero, Miguel Gómez Ramos, Luis
Junco Esquerra, Juan Luis Perdomo Man-
zaneque, Antonio Jiménez Paz, Tasio
Barrera, Sergio Domínguez Jaén, Ricardo
Hernández Bravo y éste que escribe, entre
otros.
A Leocadio Ortega lo conocía de La
Laguna y de algunos de mis viajes en gua-
gua a Barlovento. Me impresionaba su
aureola de poeta maldito, no de nombre
precisamente, sino de sangre. Ya estaba
escritores por aquel entonces como Anelio Rodríguez Concepción,
Nicolás Melini, Antonio Jiménez Paz, Ricardo Hernández Bravo y
Leocadio Ortega, entre otros.
Portadas de los dos primeros números de Cuadernos Literarios Azul. / DA
entre las leyendas contadas al calor del
hogar de mi infancia. Barlovento, al norte
de La Palma, los destinos trágicos, el
siroco que detiene el tiempo de los relojes
y crea una magua de lejanía, como si se
esperara algo indefinido, algo dulce,
amargo y sin nombre. Lo recuerdo en casa
de la poeta Olga Rivero Jordán, sus silen-
cios, sus balbuceos, hasta sus improperios
y radical oposición hacia el establishment
literario, es decir, aquél que años después
fue calificado de canon.
Antonio Jiménez Paz fue compañero
mío en el Instituto de Santa María de Guía.
Daba clase de Religión y, para ser sincero,
a mí no me cuadraba que impartiera tal
asignatura no sólo por la ideología de
izquierda que le salía hasta por los poros,
sino por ese talante filosófico y casi nihi-
lista de nuestras conversaciones. Claro,
era un escritor, lo que pasaba que no se lo
creía por aquel entonces. Realmente, la
mejor manera de ser escritor es no creér-
selo y ponerse a la tarea de emborronar
hojas para esconderse del yo que acecha
como el lobo. Querer volar y no importar
la caída, como ocurrió con el obispo bech-
tiano y como ocurriría en el brillante Tra-
tado de ornitología del mismo Antonio.
Anelio Rodríguez Concepción, entre
villancicos y duermevelas, con esa seguri-
dad estoica y alegre al mismo tiempo, en
aquellas noches dulces de Lo Divino, me
contó todos los proyectos que tenía en
mente para escribir en el futuro. Así,
cuando leí años más tarde su libro de rela-
tos La Habana y otros cuentos, me vino a la
mente una sonrisa cómplice, pues el
amigo casi ya había pergeñado esos rela-
tos en tales momentos, si bien ya me había
subido con él a la guagua de sus poemas y
saboreado algunas pomas cerca de la taba-
quería del barrio de San Telmo donde don
Anelio despalillaba las gavillas que en su
hijo se hicieron literatura. Años importan-
tes de La Palma, navideña y veraniega.
Vacacional y despreocupada de nuestra
juventud.
El caso fue que un día Carlos Hernández
me escribió pidiéndome colaboraciones
para este nuevo proyecto que Nicolás
Melini (el pibe que juega en el Mensajero,
decía Carlos) había ya plasmado con un
número. Le envié todo el poemario y, al
poco tiempo, recibí unos cuantos ejempla-
res con todo él, sus mares, sus esquinas,
sus barqueros ahí, entre tantos buenos
escritores y habitaciones literarias. Mi ale-
gría y la de todos aumentó cuando leímos
una carta dirigida a Nicolás Melini con la
firma nada menos que de Jorge Rodríguez
Padrón que, en esos momentos, era un
hito en la crítica literaria tanto en España
como en Iberoamérica. Celebraba en
dicho escrito el importante movimiento
literario que se estaba desarrollando en la
isla, que todo lo publicado en ese número
2, tanto poesía como prosa “no era moco
de pavo ni más de lo mismo” como Jorge
suele decir, y especialmente hacía men-
ción a la poesía de éste que escribe. Al
principio sus palabras resonaban en mí
que la cosa iba en serio y no se trataba de
escribir por escribir, sino segar toda la
yerba que impidiera ver el cielo, aunque el
cielo estuviera lleno de nubes. Todos pen-
samos exactamente lo mismo, Anelio,
Melini y Antonio Jiménez Paz, que aún
permanecían en el terruño, y yo en Guía…
Después Jorge Rodríguez Padrón dirigió
un número especial sobre la poesía de
Canarias para la revista de Bilbao Zurgai
“50 años de poesía canaria” donde recalcó
los hechos enunciados en sus cartas.
Años de aislamiento. Una isla escrita
entre los versos y el ancla de un academi-
cismo poético. Las naves quemadas para
permanecer en el lugar del no retorno del
vacío una vez capturado el silencio tal
como prescribía Valéry o más bien los
valeryanos de una teleología importada y
asfixiándose en los propios moldes de su
desidia. Mentiras sobre Wallace Stevens:
no la palmera pintada en el paisaje del
poema, sino la poesía como vía de enri-
quecimiento de la verdad. La mentira cal-
cada de la verdad del mármol.
Casi renuncia a escribir, pero no resig-
nación. De repente, todo volvió. Aquel
viento huracanado lleno de electricidad
que casi asola la Santa Cruz de La Palma
de mi primera juventud se asomó a mi
verso y trajo consigo la memoria de aque-
llas cosas buenas y malas que me hicieron
crecer como poeta y como persona.
En fin, supongo que todos los que pasa-
mos de una manera u otra por esa aven-
tura tan especial como la de Azul, hemos
recorrido senderos similares con mayor o
menor difusión, pero con seguridad
hemos fundado las habitaciones de nues-
tras literaturas individuales. No se trata,
pues, de resaltar ninguna forma de expre-
sión de nadie –para esto me reservo otros
capítulos- sino el hecho eficaz de una
colectividad de escritores a la sazón nove-
les que en un momento determinado lle-
varon a cabo unos proyectos aglutinado-
res y aglutinantes. Esto ocurre entre la
década de los 80 y los 90, cuando apenas
había medios. Sólo alguno de nosotros
que sabía pasar los escritos a máquina o a
esos horribles ordenadores que había
entonces y así, sin saber pero con ilusión,
hacer la maqueta porque el presupuesto
que daba el Cabildo apenas alcanzaba y se
abarataba bastante el precio de impresión.
Después, a finales de los 90, vino el boom
de Internet, las técnicas de impresión en
pdf y tantas cosas buenas para la difusión
de la literatura. ¿Qué ha ocurrido en La
Palma durante tantos años a pesar de que
ahora las dificultades se han disminuido
considerablemente? ¿Un noray se ha que-
dado a esperar la lejanía?
(*) Antonio Arroyo Silva es poeta
6 El perseguidor
EL VUELO DE ÍCARO /
UN POEMA DE
CHRISTOPHER
MARLOWE
TRADUCCIÓN Y TEXTO EXPLICATIVO: MARIO
DOMÍNGUEZ PARRA
THE PASSIONATE SHEPHERD TO HIS LOVE
Come live with mee, and be my love,
And we will all the pleasures prove,
That Vallies, groves, hills and fieldes,
Woods, or steepie mountaine yeeldes.
And wee will sit upon the Rocks,
Seeing the Sheepheards feede theyr flocks,
By shallow Rivers, to whose falls,
Melodious byrds sing Madrigalls.
And I will make thee beds of Roses,
And a thousand fragrant posies,
A cap of flowers, and a kirtle,
Imbroydred all with leaves of Mirtle.
A gowne made of the finest wooll,
Which from our pretty Lambes we pull,
Fayre lined slippers for the cold:
With buckles of the purest gold.
A belt of straw, and Ivie buds,
With Corall clasps and Amber studs,
And if these pleasures may thee move,
Come live with mee, and be my love.
The Sheepheards Swaines shall daunce and sing,
For thy delight each May-morning.
If these delights thy minde may move;
Then live with mee, and be my love.
EL ARDIENTE PASTOR A SU AMOR
Ven, vive conmigo y sé mi amor,
Y todo placer probaremos
Que valle, arboleda, alcor, campo,
Bosque, escarpada montaña dan.
Sosegados sobre las rocas,
Nutriendo el pastor su rebaño
Por charcas, a cuyas cascadas
Madrigales cantan las aves.
LA BELLEZA DE
LO COTIDIANO
M. CINTA MONTAGUT
Ana Pérez Cañamares Alfabeto de cicatrices. Baile del Sol
2010
A
na Pérez Cañamares es una de las poetas jóve-
nes con una obra, por su edad, breve pero
intensa y muy interesante por su expresión
directa y su lirismo contenido. Es éste su
segundo libro de poesía, en 2007 publicó en
esta misma editorial La alambrada de mi boca su primera
entrega después de haber publicado en varias antologías
de poesía joven. Tiene también un libro de relatos En días
idénticos a nubes, título extraído de un poema de Cer-
Sábado, 18
de diciembre de 2010
NÚMERO: CIX
Coordinación: Coriolano González Montañez
Y te haré lechos de rosas
Y mil fragantes ramilletes,
Una cofia en flor, un vestido
Tejido con hojas de mirto.
Una bata de fina lana
Que lindas ovejas otorgan,
Bellas zapatillas forradas,
Con hebillas del más puro oro.
Cinto de broza, hiedra en brotes,
Broche coral, lóbulo ámbar:
Si estos placeres te emocionan,
Ven, vive conmigo y sé mi amor.
Zagales bailarán, cantarán
Tu placer las mañanas de mayo:
Si este placer tu mente excita,
Vive pues conmigo y sé mi amor.
Christopher Marlowe, poeta, dramaturgo y traductor de los Amores de Ovidio y
del Primer Libro de la Farsalia de Lucano, nació en 1563 y murió en 1592. Autor de
siete obras dramáticas, del poema «Hero and Leander», (que George Chapman,
poeta y traductor de la Ilíada, concluyó tras la muerte de Marlowe) y de este poema
lírico. Las tres primeras estrofas fueron impresas en la antología England’s Helicon
(1600), con la firma «Chr. Marlow.». Ya habían aparecido en The Passionate Pilgrim
(1599), una colección miscelánea, con el nombre de Shakespeare en la portada, y
se incluyeron en la segunda parte, titulada Sonnets to Sundry Notes of Music. Sha-
kespeare, en The Merry Wives of Windsor, hace que Sir Hugh Evans cante algunos
de estos versos de forma sensiblera, cuando tiene «una gran disposición a llorar».
Sir Walter Ralegh (¿1554?-1618) escribió una respuesta con la misma estructura
poética, titulada «The Nymph’s Reply to the Shepherd» («La respuesta de la ninfa
al pastor»), impresa en England’s Helicon junto al poema de Marlowe. El poema de
Ralegh tiene un sesgo absolutamente opuesto, con versos como «a honey tongue, a
heart of gall» («lengua de miel, corazón de bilis»). John Donne escribió otra res-
puesta al poema de Marlowe, «The Baite», que forma parte de Songs and Sonets,
con una curiosa y elaborada dicotomía amor-pesca. En español se titula «El cebo»
(vid. John Donne, Canciones y sonetos, ed. Purificación Ribes, 2004). Izaak Walton,
en The Compleat Anger, puso en boca de uno de sus personajes que Donne había
escrito el poema para mostrar al mundo que podía escribir de manera suave y
tersa.
Fuentes bibliográficas:
Frederick S. Boas, Christopher Marlowe: A Biographical and Critical Study (Oxford
University Press, 1966).
The Songs and Sonets of John Donne (ed. Theodore Redpath, Methuen, 1967).
John Donne, Poetical Works (ed. Sir Herbert Grierson, Oxford University Press,
1968).
Sir Walter Ralegh, Selected Writings (ed. Gerald Hammond, Penguin Classics,
1986).
nuda. montañas/espían a los rascacielos/los miran como a un
Alfabeto de cicatrices nos habla de la vida diaria, del
mundo cotidiano, del mundo roto, fragmentario, injusto
y duro en el que transcurre la vida de nuestros días. La
niño enfermo/ que no sabe que va a morir”.
La poesía se convierte en un mal necesario “Mis poe-
mas llevan en sus venas/ el antídoto para mitigar mi
vida cotidiana es gris, permanece el recuerdo de la guerra
civil, a pesar de que a la autora le queda ya muy lejos, una
vida cotidiana sin más esperanza que las quinielas que
enfermedad”.
En la poesía de Ana Pérez Cañamares hay siempre una
voz de mujer que se divide y multiplica, que se fragmenta,
entre sus signos ocultan la esperanza de cambiar de vida, que sufre y que es lúcida.
de tener una casa con jardín, de vivir mejor. En el poema- El realismo es lo que predomina en estos versos en los
rio hay casas de treinta metros cuadrados donde vive una que la autora emplea un vocabulario que transmite esa
familia, la cerveza y las pipas sirven de bálsamo para la dureza de la vida de la que hablo. A veces ese vocabulario
vida. se hace coloquial, directo y hasta soez “Si son tan hom-
El libro se divide en tres partes cada una de las cuales se bres todos/ por qué cojones/cuando los necesité/nin-
inicia con un fragmento del dicho popular “Tropezón que guno/ vino a rescatarme”.
das y no te caes, camino que adelantas”, lo que ya es toda Libro en el que la ternura de una mujer que acuna a su
una declaración de intenciones que deja clara la dificul- hija contrasta con la muerte de una amiga; en el que las
tad de vivir. pequeñas cosas, los pequeños gestos se enfrentan casi a
Aparece el consumismo con que nos bombardea la tele- la imposibilidad de vivir. Pero siempre, siempre aparece
visión a diario “La primavera, impúdica y triunfal/ ha lle- la irrevocable voluntad de sobrevivir, sobre todo, para ser
gado al campo y a El Corte Inglés”. La ciudad es la nega- feliz.
ción de la naturaleza y aún de la vida “Desde lejos las

Sábado, 18
de diciembre de 2010
EL BUEY SOBRE EL TEJADO/
CUADERNOS DE OFELIA: DE LA NOSTALGIA
Y LAS FRESAS (A PROPÓSITO DE LENNON)
OFELIA QUAINTRELLE
Dedicado a Teófilo Ramírez
N
o te alarmes, Teófilo, supongo
que, conociendo mis gustos,
considerarás con temor la
posibilidad de que me sume
gustosa a la larga lista de
autores que han publicado sin tregua bre-
ves reseñas sobre John Lennon ahora que
acaban de cumplirse treinta años de su
muerte –aunque mejor diré de su asesinato,
para qué eufemismos-. Por supuesto que no
voy repetir una serie de cuestiones de sobra
conocidas para muchísima gente, pero sí
deseo aprovechar mi estancia neoyorquina
para recoger algunas de mis sensaciones de
estos días: Verme reflejada en un escapa-
rate cercano al Edifico Dakota --con unas
gafas de sol redondas, naturalmente--,
caminar por el Strawberry Fields Memorial
de Central Park una mañana de diciembre
o encontrar en una vieja librería del Soho
In his own write (De su propia mano), publi-
cado por Lennon a los veinticuatro años, el
primero de sus libros de historias cortas y
dibujos. Se trata de cosas que no podían
dejarme indiferente.
Estoy tan cansado, no he pegado ojo /
Estoy tan cansado, mi cabeza no funciona /
¿Seré capaz de levantarme y ponerme una
copa? / No, no, no.
El humor negro y cierta sombra de amar-
gura son habituales en sus letras. Segura-
mente se trata de una forma de autoprotec-
ción para un espíritu sensible. Su infancia,
aunque atípica, no resultó tan dura o trau-
mática como para dejar huellas severas en
su vida de adulto, pero a veces la inseguri-
dad personal acompaña asombrosamente
al talento. La influencia de una banda como
The Beatles en la historia de la música popu-
lar urbana es tan profunda que a menudo
hasta se vuelve invisible, se convierte en
parte del paisaje sonoro y no parece un ele-
mento a destacar. La riqueza y variedad de
su legado, su capacidad para encarnar los
rasgos esenciales del espíritu del rock britá-
nico y una incansable vocación experimen-
tal (sólo el desconocimiento de su obra
puede justificar afirmaciones como que se
trataba de un grupo “comercial” o de “chi-
cos buenos” frente a otros más “rebeldes”,
ahora creo que el tiempo ha puesto muchas
cosas en su sitio), deberían haber bastado
para aplacar, tal vez, los demonios interio-
res a nivel artístico de uno de sus responsa-
bles. Parece que no fue así.
Sentado en un copo de maíz / esperando
la furgoneta / una camiseta con un anun-
cio. Estúpido, maldito martes. / Tío, has
sido un chico malo.
Un sueño puede ser interrumpido de dos
Coordinación: Pompeyo Pérez
Un sueño puede ser maneras, por el despertar o por la muerte.
No idealizo en absoluto los años sesenta, ni
interrumpido de dos tengo especial simpatía por la cultura hippy,
lo sabes de sobra, pero en la distancia creo
maneras, por el que se aprecia algo de ensoñación en la
combinación de elementos que acontecie-
despertar o por la ron entonces, como una superación defini-
tiva de la postguerra. Cambios sociales,
muerte. No idealizo en movimientos civiles, cierta bonanza econó-
mica, la ingenua contracultura, la consoli-
absoluto los años dación del pop art, la eclosión de la psico-
delia. Se trata de factores que, en perspec-
sesenta, ni tengo especial tiva, parecen articular el discurso (y la ilu-
simpatía por la cultura sión) de un mundo en plena evolución. El
despertar de ese sueño fue rotundo, pocos
hippy, lo sabes de sobra, aspectos del mismo pueden ser recordados
hoy sin una sonrisa nostálgicamente con-
pero en la distancia creo descendiente. El mundo no cambió radical-
mente para volverse un lugar más amable y
que se aprecia algo de acogedor. Además hubo muertes. Líderes
de movimientos civiles abatidos a tiros,
ensoñación en la artistas fallecidos por sobredosis de sustan-
cias diversas, la Guerra Fría generando
combinación de cruentas guerras en lugares remotos. Era el
contexto en el que maduró Lennon, un
elementos que marco idóneo para desarrollar su lenguaje,
un entorno que se transformaba segura-
acontecieron entonces, mente en la dirección no pretendida, aun-
como una superación que él se encontró en el lado de los que
sobrevivieron. Por un tiempo.
definitiva de la Déjame llevarte / porque me voy a los
campos de fresas / nada es real / y no hay
postguerra nada de qué preocuparse. / Campos de fre-
sas para siempre.
El perseguidor 7
Sí, hoy he comido fresas, Teófilo, acom-
pañadas de una cerveza belga de barril,
roja y afrutada, seguro que lo esperabas.
¿Qué puedo decir? He sentido esa nostal-
gia de cosas no vividas que a veces nos
envuelve absurdamente (o no) y echamos
de menos lo que no hemos conocido. La
evolución de la cultura urbana, del arte en
general, durante los años sesenta –y rei-
tero que no son mis favoritos- presenta una
luz cambiante, una capacidad de generar
sorpresa que me hubiera gustado presen-
ciar in situ. También, no voy a negarlo, me
hubiera encantado poder experimentar
cómo era recibido por los medios y por el
público un nuevo disco de The Beatles o
escuchar en directo a John Lennon can-
tando, digamos, Mind Games. Pueden
parecer tics de mitómana, y quizá lo sean,
pero realmente creo que preguntarse de
qué momentos del pasado a cada uno le
gustaría ser testigo resulta un juego intere-
sante y del que se puede aprender bastante
sobre las personas. Te prometo que en otro
momento te escribiré abundando en este
tema.
La gente dice que estoy loco haciendo lo
que hago / me dan toda clase de consejos
para salvarme del desastre. / Cuando les
digo que estoy bien me miran de forma
extraña / no puedes ser feliz ahora que ya
no sigues el juego.
Cuando alguien se convierte en una
figura canónica de la música rock y en
general de la cultura urbana contemporá-
nea (“cómo llegar a ser un icono pop”, me
anoto esa tema para una futura reflexión),
cuando se han publicado sobre él cientos
(puede que miles) de páginas con biogra-
fías más o menos documentadas, con todo
tipo de historias y de leyendas urbanas
sobre su vida privada, cuando se han cre-
ado fábulas de buenos y malos en las que
ocupa uno u otro de esos papeles, real-
mente se vuelve difícil realizar una refle-
xión que no derive en lugar común, valora-
ción rutinaria o mera boutade. Sin
embargo no me negaré el placer de expre-
sar mi vinculación con unas canciones, con
unas propuestas estéticas y artísticas, lle-
nas de imaginación, de ecos de belleza y a
la vez de alguna forma de melancólica
rabia existencial; mi simpatía hacia una
postura de cuestionar ciertos usos, ciertas
normas, de provocar pequeñas o grandes
transgresiones que lo convierten en miem-
bro del esquivo grupo de aquellos que
creen en la rebelión personal como una
forma de dignidad ante el azar incontrola-
ble, ante poderes demasiado reales, adop-
tando para ello como actitud cotidiana el
dandysmo vital.
8 El perseguidor Sábado, 18
de diciembre de 2010

PORTADA DE IRA DEI. LA

IRA DE DIOS, DE MARIA-
NO GAMBÍN GARCÍA.

Intriga en La
Laguna
RAFA CEDRÉS
La ciudad de La Laguna se
convierte en escenario de una
fascinante novela de intriga de
la mano del escritor Mariano
Gambín García, quien ubica la
acción de su primera novela Ira
Dei. La ira de Dios (Editorial
Oristán y Gociano) en las calles
y plazas de Aguere. El autor es
licenciado en Derecho y en
Historia por la Universidad de
La Laguna y desde el año 2000
lleva publicados tres libros en
solitario, otros dos como
coautor, y una veintena de
artículos de investigación
histórica en diversas revistas
científicas sobre aspectos
políticos y sociales de Canarias
tras la conquista. Fue ganador
del Premio Especial del Cabildo
de Gran Canaria y la Casa de
Colón de investigación histórica
sobre las relaciones Canarias -
América en 2005 por su libro
En nombre del Rey. Los primeros
gobernadores de Canarias y
América y redacta en la
actualidad la tesis doctoral en
Historia sobre la formación de
las élites dirigentes en Canarias
a principios del siglo XV.
El escritor narra en Ira Dei. La
ira de Dios cómo a raíz de unos
trabajos de excavación de una
obra se deja al descubierto una
cripta subterránea donde se
amontona un grupo de
cadáveres que presentan una
mutilación especial, pertenecen
a personas desaparecidas en el
siglo XVIII. Paralelamente, la
policía sigue la pista de otro
asesinato ocurrido días antes.
El inspector Galán constata que
la víctima ha sufrido la misma
mutilación que los cadáveres de
la cripta.
La Laguna, fascinante y
desconocida, renacentista y
barroca, es el escenario en el
que interactúan cuatro
personas sin aparente relación -
-Antonio Galán, un inspector de
policía; Marta Herrero, una
arqueóloga; Luis Ariosto, un
funcionario de hacienda en
excedencia y Sandra Clavijo,
una periodista--, cuyas
pesquisas se entrecruzan en el
presente siguiendo rastros que
se hunden en el pasado de la
ciudad.
El autor ha reconocido en una
entrevista que sus referencias
literarias para construir esta
novela han sido la de escritores
norteamericanos como la
pareja formada por Lincoln
Chid y Douglas Preston, y
admite que su primera
incursión en los territorios de la
ficción solo pretende entretener
al lector.
Ira Dei. La ira de Dios es el
primer título de una trilogía
que completarán las novelas
que llevan por título El círculo
platónico y Tiempo sur.

ESA LITERATURA DE GÉNERO / Eduardo García Rojas

UN ESCRITOR LLAMADO
La guerra, un asunto que como confesó
el cineasta en cierta ocasión “me apa-
siona” porque “la muerte es la emoción
básica. Vivimos en un mundo de odio”.
Otras novelas norteamericanas ambien-

SAMUEL FULLER tadas en la guerra del Vietnam son la muy

recomendable Un chaleco de acero (en la
que se inspiró vagamente Stanley Kubrick
para La chaqueta metálica), de Gustav
Hasford y editada en su momento en
España por Seix Barral, y la reaccionaria

I
magino que algunos conocerán si no
en su totalidad sí algunas de las pelí-
culas realizadas por Samuel Fuller
(Worcester, 1911-Los Ángeles,
1997), un director especializado en
películas de acción y bajo presupuesto que
fue reivindicado en los años setenta por
jóvenes cineastas europeos que poco o
nada supieron captar de su talento. En
concreto, me refiero al sobrevalorado
cineasta alemán Win Wenders, cuyo cine
se ha ido empequeñeciendo con el paso
del tiempo por mucho amigo americano
que buscase desesperadamente.
No voy a comentar sin embargo lo que
me sugiere el cine de Fuller, ese león de
blanca cabellera que cuando gritaba la
palabra ¡acción! disparaba al aire según
registra la leyenda. No, no quiero hablar
de sus películas aunque recomiendo a los
iniciados y a los novatos en su cine a que la
redescubran o descubran según sean los
casos. Hoy quiero hablarles del señor
Fuller como escritor ya que, afortunada-
mente, se han traducido algunas de sus
novelas.
El primer título que leí del director de La
casa de bambú fue Muerte de un pichón,
novela que más tarde llevaría al cine en el
invierno de su descontento. O en el de una
carrera plagada de meridianos éxitos. La
película no vale mucho pero la novela que
da origen al filme todavía rezuma interés
para los que saben disfrutar con una
buena novela de género, en este caso una
briosa ficción policiaca.
Fuller se sumergió con su Muerte de un
pichón en la corriente más dura del noir,
probablemente influenciado por la sole-
dad del corredor de fondo que caracteriza
el universo de uno de los grandes maes-
tros literarios del género: David Goodis.
La acción de su novela transcurre en los
escenarios de la antigua Alemania Federal
y está protagonizada por un detective con
nervios de acero, parco en palabras y
blando corazón con las mujeres. Se editó
en nuestro país en la colección Espiral, de
la mítica Fundamentos, y con suerte aún
se puede encontrar en rastros y librerías
de viejo.
Lo mismo pasa con su deliciosamente
reaccionaria 144 Piccadilly, novela con la
que arremete contra los hippies. Política-
mente incorrecta, más en estos tiempos
extraños, la lectura de 144 Picadilly sigue
incomodando a los que tienen prejuicios
en la cabeza pero si el lector sabe abs-
traerse del peculiar ideario del cineasta y
escritor, es una de esas Boinas Verdes, de Robin Moore, título que
novelas que se deja fue llevado al cine por John Wayne en la
entrar. Lo mismo me fue su última película como director tras
pasa con su película su épica (y sí) fabulosa El Álamo. Hay otros
Manos peligrosas, (bru- títulos sobre este conflicto escritos tanto
tal y reaccionaria refle- por estadounidenses como vietnamitas,
xión anticomunista) también franceses cuando Vietnam era
uno la contempla y Indochina.
queda abducido. A las tres novelas reseñadas de Fuller
Considero, sin (todas ellas editadas por Fundamentos),
embargo, entre las añadimos Mi nombre es Quint, que apare-
novelas leídas hasta la ció en español en la inolvidable colección
fecha de Samuel Fuller Etiqueta Roja de Ediciones B.
la más interesante El Mi nombre es Quint es otro de los gran-
fusil, cuya acción trans- des títulos literarios de este genial hombre
curre en plena guerra de de acción. El lector puede leer esta intras-
Vietnam. cendencia como si se tratara del lado
El fusil es un M-1 que oscuro de Bourne, el súper espía al servi-
pertenece a un vietna- cio de nadie creado por Robert Ludlum,
mita, Quan, un arma -- aunque en el caso de Fuller su agente
narra el escritor-- que resulta mucho más coherente y bestia. En
cuando lleva encima lo hace sentir “un esta novela hay un poco de todo: asesinos
gigante de cinco pies capaz de luchar con- profesionales que han entrado en la ter-
tra el mundo por sí solo”. Fuller aprove- cera edad, hombres poderosos que encar-
cha la novela para mostrarnos también nan lo peor que todos llevamos dentro y
dos actitudes en torno al conflicto del sud- un héroe con cierto parecido al presidente
este asiático en el que se desarrolla la estadounidense Abraham Lincoln que
acción de esta novela: la de un militar nor- recorre media Europa perseguido por un
teamericano y un pacifista de la misma ejército de liquidadores profesionales.
nacionalidad que dan con sus huesos en Muy recomendable para los que gustan de
ese apocalipsis ahora. la novela de evasión.
Como en todas las novelas de Fuller, y Concluyendo, que la obra narrativa y
como en sus películas si uno se para a pen- cinematográfica de Fuller fue la de un
sarlo, el pacifista no será tan pacifista hombre especializado en los territorios
cuando vea frente a frente la sonrisa de la del bajo presupuesto. Historias sencilla,
muerte mientras el militar, acostumbrado que van directas al grano pero que no por
a los chistes macabros de la vieja bromista, ello no dejan de mostrar el talento --en
resulta más humano (junto a Quan) en ocasiones discutibles, también es verdad--
sus reacciones en esta todavía sorpren- de un profesional de eso que llaman indus-
dente historia contra ¡la guerra! tria del entretenimiento.