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DOCENTE: LIC.

PRESENTADO POR:

• VERONICA YANETH LARICO TINTAYA

• PARI PAYE JUAN CARLOS

• ELMER ABEL, APAZA CHOQUE

PUNO-PERU

2010

INTRODUCCION

El presente trabajo esta intimamente ligado a un tema historico-politico, tal vez


uno de los hechos mas importantes sucedido a nivel de la historia- la
perestroika- y- la caida del muro de berlin-. No solo, diriamos que es un hecho:
politico, social, economico, o ideologico. Si no más que eso es un hecho
humano, humano en un sentido; psico-social, el cambio dialéctico de la
psicologia social e inidividual de la europa occidental, y porque no decir a nivel
mundial.

Luego del derrumbe, del comunismo de la URRS, posteriormente se vino la


caida del muro de berlin, este hecho trascendio un cambio, e los ámbitos:
económico, politico, y social en europa. Pero estas explicaciones, han sido
dadas por los estadistas, por los economistas, etc.

Pero lo que estos intelectuales, no podran dar es una explicación a nivel


psicologico, a nivel subgetivo, espiritual. Porque despues de la caida del muro
de berlin, las personas mostraron cambios en su yo interior, en su alma, en su
espiritu. Y eso es lo que debemos priorizar si queremos explicar un hecho
historico.
DEDICATORIA
Dedico este trabajo, con mucho amor y
respeto

Porque cotidianamente me brinda su apoyo,

Maternal, material, y por eso estudiare mas


y mas..

LA PERESTROIKA Y LA CAIDA DEL MURO DE BERLIN

CONSTRUCCIÓN DEL MURO DEL MURO DE BERLIN

El plan de la construcción del Muro de Berlín fue un secreto de estado de la


administración de

la RDA. El muro fue construido a instancias del Partido Socialista Unificado de


Alemania — los

trabajos se llevaron a cabo bajo la dirección y la vigilancia de la Volkspolizei y


de soldados del

Ejército Nacional Popular — contra las declaraciones del Presidente del


Consejo de Estado

(Staatsratsvorsitzender) Walter Ulbricht, quien, en una conferencia de prensa


internacional que

tuvo lugar en Berlín Oriental el 15 de junio de 1961, había contestado a una


pregunta de la

periodista Annamarie Doherr:

Entiendo su pregunta como que hay hombres en Alemania del Oeste que
desearían que

movilizáramos a los trabajadores de la construcción de la capital de la RDA


para erigir un

muro. No conozco la existencia de tales motivaciones, pues los obreros de la


construcción de

la capital emplean todas sus fuerzas principalmente en la construcción de


casas. ¡Nadie tiene
la motivación de erigir un muro!.

Ulbricht fue, de esa forma, el primero en emplear el concepto «muro» – dos


meses antes de

que se construyese.

De hecho, los aliados occidentales fueron informados del acordonamiento de


Berlín Oeste por

los miembros del plan «Medidas drásticas», pero fueron sorprendidos por el
calendario y la

amplitud de las barreras. El acceso directo a Berlín Oeste no se cortó, ni fue


interrumpido

militarmente. El Servicio Secreto de la RFA (Bundesnachrichtendienst – (BND))


ya disponía de

información similar desde mediados de julio. Tras la visita de Ulbricht a


Jrushchov durante las

reuniones de los países miembros del Pacto de Varsovia del 3 al 5 de agosto,


el BND informó:

Las informaciones disponibles muestran que el régimen de Pankow trata de


obtener el

beneplácito de Moscú para poner en vigor medidas rigurosas de bloqueo. En


particular el

bloqueo de la frontera de Berlín con la interrupción del tráfico de metros y


tranvías entre Berlín

Este y Berlín Oeste. (...) Queda por dilucidar si Ulbricht será capaz de obtener
un acuerdo tal

con Moscú.

El 11 de agosto la Cámara Popular (Parlamento de la RDA – Volkskammer)


aprobó los

resultados del Consejo de Moscú y autorizó al Consejo de Ministros a


emprender las medidas

correspondientes. El Consejo de Ministros de la RDA decidió el 12 de agosto


emplear a las
fuerzas armadas para ocupar la frontera de Berlín Oeste y construir el Muro.

El sábado 12 de agosto, el BND recibió la siguiente información: «El 11 de


agosto de 1961 ha

tenido lugar una conferencia entre el Secretario del Partido Comunista y otros
altos funcionaros

del partido. Se declaró: (...) la situación del constante incremento del flujo de
refugiados hace

Ocupación Militar (Sowietische Besatzungszone – SBZ) en los próximos días –


no se especificó

un día exacto – y no dentro de dos semanas, como estaba planeado.»

En la noche del 12 al 13 de agosto de 1961, sin previo aviso se construyó el


muro entero,

policía socialista. Empezaron a sellar los accesos a Berlín Oeste soldados del
Ejército Nacional Popular, 5.000 miembros de la policía fronteriza Alemana
(precursora de las Tropas

Fronterizas) (Grenztruppen), 5.000 miembros de la Policía Popular y 4.500


miembros de las

brigadas. Tropas soviéticas se apostaron listas para el posible combate en la


frontera aliada.

Todos los medios de transporte que aún comunicaban ambos Berlines fueron
detenidos. Sin

embargo, las líneas del tren municipal elevado (S-Bahn) y subterráneo (U-
Bahn) de Berlín

Occidental que circulaban bajo Berlín Este siguieron funcionando sin detenerse
en las

estaciones orientales, que quedaron como estaciones fantasma. Sólo una de


las líneas

afectadas de la estación (calle) Friedrichstraße permanecieron en servicio,


aunque bajo

estrictos controles.
Erich Honecker, como ex-secretario del Comité Central, fue responsable de la
planificación y

realización del Muro en nombre de la dirección del SED. Hasta septiembre de


1961 desertaron

85 hombres de las fuerzas de vigilancia (Grenztruppen), además de 400 civiles


en 216

escapadas. Es significativa la famosa fotografía del joven policía de fronteras


Conrad Schumann saltando sobre las alambradas de la calle Bernauerstraße.

El gobierno de la RDA alegó que era un «muro de protección antifascista» cuyo


objetivo era

evitar las agresiones occidentales, argumentando que la construcción del muro


era

consecuencia obligada de la política de Alemania Federal y sus socios de la


Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). Adicionalmente, se decía
desde la Alemania Oriental que

ningún muro hubiera sido necesario si Berlín Occidental no fuera una «espina
en el costado de

la RDA», como lo había definido su alcalde Willy Brandt, en el sentido de que


era un exclave de

otro estado inserto en el corazón de Alemania Oriental. Esta visión era


compartida por los

demás estados del Pacto de Varsovia, los cuales veían la rivalidad entre ambas
Alemanias

como un reflejo de la rivalidad entre los dos grandes pactos militares de la


época. De todos

modos, las autoridades de la RDA también reconocían que entre los objetivos
del muro estaba

evitar la emigración masiva o «fuga de cerebros».

La versión de las autoridades de la RFA y la visión generalizada en el mundo


capitalista u

Occidente fue que esta justificación no servía más que para matizar el que era,
según ellos, el
único propósito: impedir que los ciudadanos de la RDA entraran en Berlín
Occidental y, por lo

tanto, en Alemania Federal.

Los alemanes orientales no controlaban totalmente el tráfico entre el Berlín


Occidental y la

Alemania Federal y, en este sentido, se argumentó que las defensas del muro
estaban

diseñadas para funcionar desde el interior de la Alemania Oriental; las pistolas


automáticas

montadas en el muro eran disparadas al intentar escalarlo desde el interior, las


defensas contra

vehículos estaban situadas en el lado de Alemania Oriental y el muro de cuarta


generación

estaba hecho de secciones de hormigón armado con la base más larga en el


interior de la RDA.

CAUSAS DE CONSTRUCCION DE MURO DE BERLIN

El deseo de libertad fue para muchos más grande que la altura del muro. 75.000
personas

fueron arrestadas por intentar escapar, 200 resultaron heridas de bala y cerca de 250
fueron

asesinadas. Además, miles de ciudadanos fueron juzgados por ayudar a otros en su


huida.

El primero en formar parte de la lista negra fue Günther Liltin, de 24 años, que fue
abatido a tiros cuando trataba de cruzar nadando el río Spree.

Sin embargo, muchos sí lo consiguieron. Más de 40.000 personas lograron escapar.


En los

últimos años la cifra se disparó. En el verano de 1989 se produjo el mayor éxodo de


alemanes

orientales hacia la República Federal desde la construcción del muro. Muchos huían

aprovechando las vacaciones estivales. Desde Hungría, vía Austria, lograban salir.
El vopo (policía de fronteras) Conrad Schumann, de 19 años, considerado un soldado
leal al régimen comunista, fue uno de los primeros en huir a las pocas horas de que se
levantara el muro.

Quince vopos murieron durante estos 28 años. Uno de ellos fue asesinado por los
soldados occidentales que evitaron así la muerte de un joven de 15 años que
intentaba huir.

Los berlineses agudizaron su ingenio para intentar escapar: un hombre cruzó el mar
Báltico con

un mini submarino y consiguió llegar a Dinamarca; un vehículo Isseta fue empleado 18


veces para transportar a fugitivos, que se escondían en el hueco de la calefacción y en
la batería; un coche consiguió pasar por debajo de la barra fronteriza gracias a su
pequeño tamaño; una familia utilizó un cable tendido sobre el muro por el que se
deslizaron y otros huyeron con un globo aerostático.

Una cadena de televisión norteamericana financió a cambio de la exclusiva la


espectacular fuga de 29 personas bajo tierra.

Otros tuvieron menos suerte. Las imágenes del joven Peter Fechter agonizando tras
ser alcanzado por los disparos de la policía impresionaron al mundo occidental.

Otro caso significativo fue el de Klaus Brüske, que herido por una bala, aguantó al
volante de su furgoneta hasta llegar al otro lado del Muro para poder salvar a sus
compañeros.

La última víctima fue Chris Geoffrey, que murió nueve meses antes del derribo.

Los berlineses que consiguieron llegar a la RFA tuvieron una muy buena acogida por
parte de

sus paisanos occidentales y el Gobierno les dio todo tipo de facilidades. Los medios de

comunicación también contribuyeron creando un clima favorable a la integración.

La decisión era una respuesta a la política del canciller germano-occidental


Konrad Adenauer,

tendente a fomentar activamente la fuga de refugiados. Hasta ese momento,


los resultados

habían sido muy buenos. Con una población total de 16,6 millones de
habitantes, 3,5 millones
habían abandonado la RDA de una u otra forma entre 1950 y 1962. Desde
1952, la frontera

entre las dos Alemanias estaba clausurada, pero en Berlín el tráfico entre los
dos sectores de la

ciudad continuaba siendo libre: medio millón de personas cruzaban la frontera


cada día; 50.000

alemanes del Este trabajaban en el sector occidental, y unos 7.000 del Oeste
lo hacían en el

oriental.

Eso hacía de la antigua capital el lugar ideal para escapar hacia la RFA. En el
verano de 1961,

antes de la construcción del Muro, se fugaban diariamente unas mil personas.


Era evidente

que esa sangría estaba debilitando al bastión más adelantado del bloque
comunista en Europa.

Pero si bien el dirigente germano oriental Walter Ulbricht fue el artífice de la


construcción del

Muro, el momento de la operación había sido planificado de común acuerdo


con Moscú.

SEPARACIÓN DE ALEMANIA
REACCIÓN DE LA ALEMANIA DEL OESTE

El canciller de la RFA, Konrad Adenauer, pidió ese mismo día por la radio
calma y prudencia a

la población y declaró las medidas que los aliados pensaban tomar. En las
primeras dos

semanas tras la construcción del muro visitó Berlín Oeste, sólo el alcalde Willy
Brandt protestó

enérgicamente, aunque finalmente no pudo hacer nada contra el


amurallamiento de Berlín

Occidental y la división definitiva de la ciudad. Los Länder del oeste fundaron


ese mismo año

en Salzgitter un centro de documentación judicial sobre las violaciones a los


derechos humanos

perpetradas por la RDA. El 16 de agosto de 1961 Willy Brandt convocó una


manifestación que

reunió a 300.000 berlineses occidentales junto al Ayuntamiento de Schöneberg.

REACCIÓN DE LOS ALIADOS

La reacción de los aliados occidentales ante la construcción del muro fue lenta:
pasaron 20

horas hasta la aparición de las fuerzas militares en la frontera; 40 horas hasta


que se

comunicaron con el comandante soviético de Berlín; 72 horas hasta que


protestaron

diplomáticamente ante Moscú. Cada vez hubo más rumores de que los
soviéticos habían

asegurado a los aliados occidentales que no amenazarían sus derechos. La


experiencia del
bloqueo había mostrado a los aliados que Berlín Oeste estaría constantemente
amenazada,

así que la construcción del Muro fue una confirmación material del statu quo,
que se cimentó,

en el sentido literal de la palabra. La Unión Soviética abandonó aparentemente


su petición de

que Berlín Oeste estuviese «libre» de tropas aliadas, que había formulado
anteriormente en el

Ultimátum de Jrushchov de 1958.

Reacciones internacionales en 1961:

• «Una solución poco elegante, aunque mil veces preferible a la guerra.»


John F. Kennedy, Presidente de los Estados Unidos.
• «Alemania del Este detiene el flujo de refugiados y se atrinchera tras un
grueso telón de acero. No se trata de nada ilegal.» Harold Macmillan, Primer
Ministro británico.
Tras esto, el presidente Kennedy afirmó que Berlín era un «estado libre» y
envió unas brigadas

de refuerzo de 1.500 hombres a Berlín Oeste. El dirigente de la RDA Walter


Ulbricht determinó

incluso el control por parte de las Policías Fronteriza y Popular sobre los
oficiales y policías

aliados, lo que produjo un fuerte rechazo, en particular por parte de los


estadounidenses.

Finalmente, el comandante de las tropas soviéticas situadas en Berlín debió


intervenir con los

funcionarios de la RDA para calmar la situación.

El 27 de octubre de 1961 se produjo una confrontación directa y peligrosa entre


tropas

soviéticas y americanas en el Checkpoint Charlie de la Friedrichstraße,


formando diez carros de combate de cada bando junto a la línea fronteriza. Al
día siguiente, ambas tropas de carros

de combate fueron retiradas. Ambos bandos temían que el conflicto de Berlín


acabase en una
guerra atómica.

DOS PAÍSES

Desde el 1 de junio de 1962 no se pudo entrar a la RDA desde Berlín Oeste.


Tras largas

negociaciones, un acuerdo de 1963 permitió que más de cien mil berlineses


del oeste visitaran

a sus parientes del lado este por fin de año.

A principio de la década de 1970, Willy Brandt y Erich Honecker emprendieron


una política de

aproximación entre la RDA y la RFA para relajar la frontera entre ambos lados
de la ciudad. La

RDA acordó simplificar los trámites necesarios para los permisos de viaje, en
especial para la

población «improductiva» que cobraba pensiones y permitió a los ciudadanos


de la parte oeste

visitas básicas a las regiones colindantes con la frontera. Como precio para
relajar más las

fronteras, la RDA exigió que se le considerase un estado soberano, así como


la extradición de

sus ciudadanos residentes en la RFA. Estas exigencias, contrarias a la


constitución de la RFA,

fueron rechazadas categóricamente.

La RDA denominaba al Muro, así como a las fronteras que la separaban de la


RFA, «Muros de

protección antifascista» que protegían a la RDA contra «la inmigración, la


infiltración, el

espionaje, el sabotaje, el contrabando, las ventas y la agresión de los


occidentales».
LA PERESTROIKA.

Al morir Breznev en 1982, la Unión Soviética controlaba un imperio extendido


por todos los continentes. Los ejércitos Soviéticos vigilaban mediante una red
de guarniciones las naciones del Este de Europa. En América, Cuba era su
principal cabeza de puente, y su influencia se extendía a Nicaragua y algunas
naciones pequeñas. En Africa, la ayuda a Angola y Mozambique le había
proporcionado posiciones estratégicas. En Asia, Corea del Norte y Vietnam
representaban otros dos puntos de apoyo de la segunda potencia militar del
mundo, y Yemen del Sur le deparaba un puesto de vigilancia en la zona crucial
del petróleo. Estamos hablando de un gigante, pero de pies de barro, porque la
asunción de responsabilidades planetarias lo había debilitado y el nivel de vida
de los ciudadanos rusos empeoraba de forma inexorable:

a) Estancamiento económico. El Instituto de Economía Mundial, de 1984,


emitió un diagnóstico cruel sobre la economía soviética. A partir de 1970 se
produjo un freno del crecimiento, que repercutió en el descenso de los niveles
de vida. Con rendimientos decrecientes en la agricultura, el antaño granero de
Europa se vio obligado a importar trigo de Estados Unidos y Canadá. Dotada
de inmensos recursos energéticos, petróleo y gas en primer lugar, el despilfarro
era evidente, porque en Rusia se necesitaban 1.490 kg de carbón para producir
mil dólares de productos, frente a los 820 de Gran Bretaña o los 565 de
Alemania Federal. Y su explotación produjo un inmenso desastre ecológico

b) Atraso tecnológico. A pesar de sus éxitos en la carrera espacial, la URSS


había terminado quedándose rezagada en sectores de alta tecnología, como la
robótica, telecomunicaciones, fibra óptica, etc. Y la inferioridad de la técnica
soviética tenía una inmediata repercusión militar, como se comprendió en
Washington cuando se elaboró el programa denominado “Guerra de las
Galaxias”. El atraso derivaba en gran medida de su aislamiento de la
comunidad científica internacional.

c) Deterioro de la calidad de vida. Los índices demográficos. Los índices


demográficos constituyen un indicador inequívoco del descenso en la calidad
de vida de un pueblo. Entre 1960 y 1985 la mortalidad en la URSS subió desde
el 7,1%~ al 10,8%~. Desde finales de la Segunda Guerra Mundial este índice
había mejorado lentamente, pero a partir del año 1960 se produjo un reflujo
indicador de que los bienes sociales no se destinaban al bienestar de la
población, sino que se orientaban hacia el rearme. La esperanza de vida
descendió de los 70 a los 67,7 años. La mortalidad infantil se encontraba en la
tasa sorprendente del 25%~ frente a la de 6-7%~ de los países desarrollados.
Según los datos de 1989, la URSS, segunda potencia militar del mundo, se
situaba en el puesto 51 del ranking de la renta per cápita.

LA LUCHA POR EL PODER.

Como sucesor de Breznev fue elegido en 1982 Andropov, jefe del KGB y en
este puesto conocedor de la realidad rusa, bien diferente de la presentada en la
propaganda. Sus deseos de reforma se quedaron en proyectos, ante su
temprana muerte. El aparato impuso un conservador, el mediocre Chernenko,
que cayó gravemente enfermo poco después de su elección. Y se repitió un
nuevo dilema sucesorio en marzo de 1985. Los ortodoxos, en torno al ideólogo
Romanov, intentaban que nada cambiara. Pero en el Politburó consiguieron
imponerse los reformistas, con el apoyo del influyente Gromiko. El 11 de marzo
era elegido Secretario General Mijail Gorbachov, discípulo político de
Andropov.

Dos días después, en presencia de muchos mandatarios occidentales, que


habían acudido a las honras fúnebres de Chernenko, habló sin papeles y sin
recato de los problemas de la URSS. El presidente francés Mitterrand
comprendió que se hallaban ante un nuevo tipo de líder.

FASES DE LA “PERESTROIKA”.

Entre 1985 y -1987 la anunciada reestructuración o perestroika se movió en


una fase de tanteos, con algunas medidas económicas que enlazaban con las
adoptadas por Andropov. El momento crítico se produjo en el XXVII Congreso
del PCUS, en el cual Gorbachov consiguió arrinconar a la vieja guardia
brezneviana. A partir de ese momento, se tomaron las primeras medidas
democratizadoras y se impulsaron iniciativas para la distensión de la vida
internacional. Incluso, el mandatario reformista se retiró durante varias
semanas en 1986 para escribir su libro Perestroika. Mi mensaje a Rusia y al
mundo entero (1987), en el que explicaba su programa.

El período 1987-1989 corresponde a la perestroika plena, con el desmontaje de


las empresas estatales y las sucesivas reformas democráticas, y, sobre todo,
con el impulso de la glasnost, que supuso la aparición de la palabra libre, de la
crítica, por vez primera en la historia del régimen. Al mismo tiempo, se
modificaban las relaciones con EE UU y las potencias occidentales para poner
fin a la Guerra Fría. Frente a la doctrina brezneviana de la “soberanía limitada”
aplicada a los países satélites, Gorbachov permitió la decisión libre de estos
países para elegir su destino, y esta política produjo la caída en cascada de los
regímenes comunistas en el otoño de 1989.

Los años 1990-91 fechan la crisis de la perestroika. El fracaso de la reforma


económica y el auge de los nacionalismos debilitaron el proyecto de
Gorbachov, ya que amenazaban la cohesión de la URSS. La revolución de los
ortodoxos (agosto de 1991) intentó parar el proceso, pero, al fracasar, desató la
revolución democrática, provocando el final del régimen comunista y el estallido
de la URSS.

LA URGENCIA DE UN NUEVO MODELO ECONÓMICO.


Era urgente el saneamiento de una economía que se derrumbaba. Un
economista soviético, Schmeliov, resumio en un simposio en Barcelona los tres
defectos principales: ‘primero, el dictat (es decir, el monopolio) del productor en
todas las esferas de la economía; segundo, el interés muy débil de los
trabajadores en un trabajo en alto rendimiento; tercero, la insensibilidad de las
empresas respecto al progreso tecno-científico”.

En una economía dirigida, donde los niveles de producción y los precios son
fijados por el Estado, el mayor inconveniente, como ha explicado en un libro
fundamental el economista Aganbegyan, asesor de Gorbachov, estriba en el
divorcio entre producción y consumo. Se fabrica lo que no se necesita y
escasea lo que la población demanda.

Por otra parte, resultaba imperativo —escribe Aganbegyan— reformar el


sistema de precios. La subvención de todos los artículos y su consiguiente
baratura derivó en que las capas de la población con mayores ingresos
comprasen en grandes cantidades y se dificultase su adquisición para el resto.
Abanbegyan propuso trasvasar la

subvención a la población, en forma de subida de salarios que generaran un


mayor poder de compra.

Con la planificación centralizada las empresas se habituaron a formular


pedidos hinchados; pedían más materias y máquinas de las que necesitaban
porque suponían que, en todo caso, sus pedidos iban a ser recortados. Así, se
desembocó en una economía sumergida. En una región determinada los
koljoses y sovjoses construyeron edificios por un total de 400 millones de
rublos cuando sólo se les había asignado metal, cemento, ladrillos, etc. por 60
millones, lo que quiere decir que los 5/6 de los materiales fueron obtenidos de
modo ilegal, mediante intercambio con empresas de la construcción.

La URSS vivía en una dictadura del productor. Al desconectarse producción y


consumo también se prescindió del ciclo vital de los artículos. Los productos
soviéticos duran menos, son menos útiles y se estropean más, y por añadidura
no se contemplaba, como en Occidente, su reparación, el seguimiento del ciclo
de uso de cada artículo.

Se trataba de una economía errática, en la que eran posibles las decisiones


más absurdas. Así ocurrió con la denominada “decisión del siglo”, el desvío de
ríos siberianos hacia el Sur, un proyecto de enorme coste y antiecológico,
gestado y apoyado en instancias burocráticas. A quienes se opusieron, como
Aganbegyan, se les amenazó. Al acceder Mijail Gorbachov al poder el proyecto
fue revisado y desechado.

TRANSICION A LA ECONOMIA DE MERCADO.

La perestroika económica supuso la sustitución del sistema de planificación


centralizada. Se apoyó, en primer lugar, en la primacía de las necesidades
reales y, en segundo lugar, en el estímulo al trabajador. En la agricultura se
ensayó el sistema de arriendo a las brigadas, que podían vender el excedente,
un sistema copiado directamente de la NEP del año 1921. Se inició la
conversión de los obreros en accionistas de su empresa y la posibilidad de
adquirir obligaciones del Estado. El horizonte último era la instauración de la
economía de mercado en la cual la producción respondería a la demanda y los
precios reflejarían la realidad de los costes, pero, por otra parte, se estimularía
al trabajador para el aumento de la producción. A pesar del entusiasmo del
equipo económico que diseñó el programa, los resultados de la transformación
fueron desalentadores y sumieron a la población en una situación de agobio
que desacreditó el proyecto de Gorbachov.

Las reformas a medias se convirtieron en el mayor problema. Por ejemplo, se


intentaba que el campesino se beneficiara de la cosecha, pero no se aceptaba
la propiedad privada de la tierra. En cuanto a las empresas, inseguras de los
suministros, recurrieron a subterfugios para conseguirlos. Los precios se
siguieron fijando por el gobierno durante algún tiempo. De momento habla
desaparecido la economía planificada, pero se temía la implantación del
mercado En expresión de Angel Rojo, la Unión Soviética se quedó “sin plan y
sin mercado”.

Los problemas de desabastecimiento de alimentos, ropa y medicinas fueron


cada vez más apremiantes. Para agravar la situación, la bajada de los precios
internacionales del petróleo y gas, con los que obtenía Moscú el 80% de sus
divisas, mermó la capacidad de importación. Las mafias económicas, que
vivían en la mayor clandestinidad, comenzaron a aprovecharse de la situación
de escasez.

En el verano de 1990 los problemas de desabastecimiento llegaron a ser tan


graves que se intentó un acuerdo entre Gorbachov y el presidente de Rusia,
Yeltsin, recién elegido en la primera consulta electoral con varias candidaturas.

Un equipo de economistas presidido por Shatalin, asesor de Gorbachov,


elaboró el “Plan de los quinientos días”. En él se proponía: venta masiva de las
propiedades del Estado, reducción del déficit —eliminando cargas en el
exterior, entre ellas las ayudas que se prestaban a Cuba—, liberalización de los
precios al consumo, convertibilidad del rublo (para facilitar el comercio exterior).
Con este plan se intentaba convertir la economía rusa en una economía plena
de mercado, pero los ortodoxos comenzaron a sabotearlo, y las presiones
políticas y militares sobre Gorbachov se hicieron insistentes

La perestroika económica.

Aquí no se puede eludir la reforma de los sistemas de formación de precios,


abastecimientos y venta, sin los cambios en la práctica de colocación de los
pedidos estatales, sin la creación de bolsas mercantiles, y posteriormente la
bolsas de fondos. Importante medida debe ser el paso al impuesto natural
sobre ¡os tipos principales de la producción agropecuaria y de materias primas
en combinación con el comercio libre de los excedentes de producción
agropecuaria.

Hay que aprobar urgentemente leyes y decisiones encaminadas a


desmonopolizar la económía. Con la existencia de un mercado pletórico, el
Estado debe tener instrumentos seguros de influencia en los procesos
económicos. En primer lugar, se necesita un sistema racional de impuestos
sobre las utilidades de las empresas y de los ingresos de la población, el
control financiero, la regulación por el Banco Estatal de la URSS de todo el
movimiento de pagos como un todo único y una política crediticia activa con el
establecimiento de tasas de intereses acordes con la coyuntura económica
real.

Es indispensable en un corto plazo llevar a cabo una considerable reducción de


los gastos del Estado con el fin de liquidar el déficit del presupuesto nacional y
hacer frente a la inflación. Al mismo tiempo hay que elaborar firmes garantías
sociales ara toda la población —en primer término para las capas de ajos
ingresos y menos favorecidas—, distintas medidas de de fensa social, incluido
el sistema de sobretasas compensatorias respecto a los ingresos debido a la
subida de los precios.

Los diputados del agro, y todos los trabajadores del campo a quienes
representan, deben saber que para mí, como presidente, todos los problemas
de la vida del campesino soviético, el problema alimenticio, son problemas
prioritarios.

La responsabilidad principal de la realización práctica de todas estas medidas


recae, naturalmente, sobre el Gobierno. Al mismo tiempo se necesitará la
aprobación de decretos presidenciales sobre los problemas clave, señalando
claramente las tareas, los plazos y las personas concretas que respondan por
ello.

Hay que ser sinceros hasta el fin: la realización de tan ingentes medidas
pondrá a la sociedad en nuevas condiciones y podrán ir acompañadas en los
primeros tiempos de fenómenos dolorosos y afectar los derechos de algunos.
Por eso, en todos los problemas cardinales hay que lograr la comprensión
mutua y la concordia en la sociedad.

El destino de la perestroika dependerá en grado considerable de cómo se logre


llevar a cabo la transformación de nuestra Federación. Como presidente
confirmo una vez más mi fidelidad a ¡a integridad del país. MIJAIL
GORBACHOV: Discurso de aceptación de la Presidencia de la URSS (9 de
marzo de 1990)

ALGUNOS ERRORES.

Parece existir cierto acuerdo entre los observadores de la política rusa acerca
de que el fracaso de la perestroika se inició en el de la reforma de la economia.
Aganbegyan ha apuntado algunos errores que explicarían tal fracaso:

— Déficit e inflación. Elevación del déficit del presupuesto, desde cifras del 4
al 10%, generándose tensiones inflacionistas que hicieron perder poder
adquisitivo a las capas populares. A la inflación contribuyó el gobierno con la
fabricación masiva de rublos. En 1991 la inflación se desbocó hasta el 775%.

— Impopularidad y fracaso de la campaña antialcohol. El gobierno quedó


privado de los ingresos fiscales que proporcionaba la venta de vodka, sin
conseguir en cambio que descendiera su consumo.

— Excesiva dependencia de la importación de bienes de consumo, cuya


producción dentro de la Unión Soviética se había abandonado en beneficio de
la fabricación de armas y los programas espaciales.

— Falta de preparación de los economistas rusos para desenvolverse dentro


de los mecanismos de la economía de mercado.
El problema fundamental fue de carácter político. Los sectores contrarios a los
cambios sabotearon todas las medidas.

LA “PERESTROIKA” POLÍTICA.

ASPECTOS DE LA REFORMA POLÍTICA.

Pasar de una sociedad cerrada, totalitaria, a una sociedad abierta,


democrática, éste fue el objetivo central de Gorbachov, destacado en su libro,
sus escritos posteriores y sus discursos: “en suma, necesitamos una profunda
democratización en todos los aspectos de la sociedad”.

En el modelo cerrado del comunismo, tal y como hemos estudiado


anteriormente, no existía pluralidad de partidos ni listas diferentes del Partido
único. Por tanto supuso una revolución la convocatoria en marzo de 1989 de
elecciones para diputados de la URSS con multiplicidad de candidaturas y
propaganda en la campaña, incluyendo debates por televisión. Con esta
innovación fue posible la llegada al parlamento de no comunistas y de
disidentes, el más ilustre el físico Sajárov. En marzo de 1990 el Congreso
elegía a Gorbachov presidente de la URSS.

En la vida social rusa la perestroika significó, en primer lugar, una modificación


de los comportamientos del poder. Supuso la aceptación normal de la
disidencia y de los disidentes, capítulo en el que el regreso del físico Sajárov
desde su residencia forzada en Gorki (Nizhni Novgorod) a Moscú fue el
ejemplo más destacado. Supuso, por añadidura, una auténtica ruptura cultural,
al aceptar

se que el poder político no implica el monopolio infalible de la verdad, lo que


exigió, en primer lugar, la revisión de la Historia, que no se resume en un
conjunto de dogmas explicados por las instancias centrales del Partido, postura
nueva que aconsejó la supresión de los exámenes de la asignatura de Historia
en los centros escolares, en tanto se redactaban nuevos libros basados en la
investigación historiográfica y no en los dictados desde una mesa de despacho.
No menos trascendentales fueron los cambios jurídicos, al garantizarse los
derechos de los ciudadanos, tanto tiempo constreñidos, entre ellos los de
expresión, reunión o posibilidad de salida y entrada al país.

El monopolio político del Partido Comunista desapareció. El artículo 6 de la


Constitución prohibía el pluripartidismo, y en su defensa el Comité Central del
PCUS se opuso al reconocimiento de otros partidos, alegando el peligro de las
fuerzas centrífugas del nacionalismo. Pero en 1990 se anuló este artículo y se
formó una coalición de fuerzas en torno a Boris Yeltsin, con el nombre de
“Rusia Democrática’, que reclamó elecciones presidenciales en Rusia y colocó
a su líder en la presidencia en la convocatoria de la primavera de 1991. Esta
elección constituyó un paso adelante importante. Casi a continuación y en torno
al ex ministro de Asuntos Exteriores Shevarnadze se reunió una plataforma de
personalidades denominada “Movimiento por las Reformas Democráticas”,
embrión de otro partido.

El último paso de Gorbachov, la transformaciòn de la naturaleza del PCUS, fue


intentado en la reunión del pleno del Comite Central de finales de julio de 1991,
donde se adoptò la decisiòn verdaderamente histórica de la renuncia a la
ideologìa marxista-leninista.El significado parecía claro: muerte del comunismo
y sustitución como antes en Italia por una fuerza socialdemócrata y tanto, la
renuncia a la lucha de clases y a la revoluciòn como instrumento de cambio,
aceptándose la lucha pacífica del juego democrático.

LA PUGNA CON LOS ORTODOXOS.

El Secretario General se rodeó de políticos rclormistas, entre los que


destacaron Shevarnadze, en el runisterio de Asuntos Exteriores, y Alexander
Yakovlev como cerebro e inspirador de la reforma. Pero se topó con fuerzas
formidables de oposición, aglutinadas en torno a Ligachov, el ideólogo del
Partido.

En la medida que avanzaban las reformas democráticas, más fuerte era la


oposición de los ortodoxos. Contemplada la perestroika desde su final, hay que
concluir que Gorbachov en ningún momento contó para sus programas con los
grupos más influyentes de la nomenklatura. La contraofensiva de los
conservadores se intensificó en momentos concretos. En marzo de 1988 la
revista “Sovietskaia Rossia” publicó una denuncia contra las reforma firmada
por una alta funcionaria del Partido poco conocida, Nina Andreevna. El artículo
resumía en cinco páginas un original de dieciocho. Publicado íntegro en una
revista italiana, el original diseñaba una auténtica conspiración, al llamar a la
resistencia invocando las enseñanzas de Stalin y defendiendo con entusiasmo
al “padrecito”.

Frente a esta ofensiva se movilizaron ¡os reformistas en las páginas de


“Pravda”, “lzvestia” y “Novedades de Moscú” para denunciar los crímenes de
Stalin. La preSión de los ortodoxos consiguió que en la primavera de 1990
Gorbachov situara en los puestos más relevantes a algunos nostálgicos, en
uno de los vaivenes que desconcertaban a los occidentales, si bien meses
después reanudaba las reformas.

POLÍTICA EXTERIOR: EL “NUEVO PENSAMIENTO”.

En el momento de la llegada al poder de Gorbachov, las relaciones


internacionales pasaban por un estado de tensión. El proyecto de Reagan de
“Guerra de las Galaxias”, la instalación de misiles en Europa (88-20 soviéticos
frente a Pershing y Crucero americanos) y focos de tensión en el Tercer Mundo
(invasión vietnamita de Camboya, revolución sandinista en Nicaragua,
bombardeo de Kabul por los rebeldes afganos) dibujaban un panorama
sombrío. El nuevo dirigente se propuso aliviar las tensiones. En las
conversaciones de desarme de Ginebra se organizaron tres grupos de trabajo
para conseguir resultados concretos. En su libro, Gorbachov describió el
peligro de apocalipsis nuclear. Y en su primer año como mandatario se reunió
en París con Mitterrand y en Ginebra con Reagan, a quien propuso la
reducción del 50% de las fuerzas estratégicas de los dos bandos. Al año
siguiente, sus propuestas de desarme en el encuentro con Reagan en Rejkiavik
no encontraron respuesta en su interlocutor.
La tenacidad terminó por conseguir resultados en medidas parciales de
reducción de los arsenales atómicos —en primer lugar, acuerdo de moratoria
de pruebas nucleares— y en el freno al programa de “Guerra de las Galaxias”.

La perestroika supuso el final de un imperio. Frente a la soberanía limitada que


Breznev había definido para los Estados satélites europeos, Gorbachov
prometió la soberanía plena. En Praga habló de la “casa común” europea y se
proclamó hijo de la Primavera de Praga de 1968. En Berlín forzó a dimitir a un
ortodoxo duro, Honecker. Sin el apoyo a la autonomía de los Estados satélites
y sin la retirada de gran parte de las tropas de guarnición rusas en el Este no
se hubieran producido las revoluciones de 1989. El KGB, alarmado ante la
pérdida de peso de la Unión Soviética como potencia mundial, expresó su
disconformidad en algunos informes.

Esta política de diálogo con Washington y de permisividad con los países del
Pacto de Varsovia fue denominada “Nuevo Pensamiento”. Por su contribución
a un mundo pacífico Gorbachov fue galardonado con el Premio Nobel de la
Paz, que recogió en Oslo el 5 de julio de 1991, a poco más de un mes de la
revolución que pondría fin a su obra.

QUE ES EL GLASNOT?.

‘El pueblo debe saber qué anda bien y qué anda mal, a fin de multiplicar lo
bueno y combatir lo malo; así es como deben ser las cosas en el socialismo”
(Gorbachov). La transparencia informativa fue el aspecto más renovador de la
reforma. Después del XXVII Congreso, la censura vio restringidas severamente
sus facultades, la televisión se abrió a los debates, informando de problemas
reales, y se inició, al principio con temor, la publicación de libros prohibidos. Por
ejemplo El doctor Zivago de Pasternak se anunció durante meses, demorando
su salida, quizás porque los editores no acababan de creer en la desaparición
de la censura.

Después de una época tan larga de vigilancia de la información, la sociedad


tardó en responder al estímulo de la palabra “libre”. La cabeza de lanza de la
liberación informativa estuvo representada por revistas: “Novedades de
Moscú”, “Novi Mir”, “Ogoniok”, “El Siglo XX y la Paz”. Destinadas a un público
culto y crítico, sus tiradas eran reducidas. Sólo cuando se sumaron a la
reforma, aunque con titubeos, los grandes diarios, ‘Pravda”, “lzvestia”, el viento
de la libertad llegó hasta amplios sectores del público.

PROYECCIóN DE LA “GLASNOST”.

La transparencia exigió en primer término ¡a revisión de la historia. En este


capítulo los líderes reformistas tardaron en reaccionar. En 1987, con motivo del
septuagésimo aniversario de la Revolución, el discurso de Gorbachov resultó
decepcionante para los intelectuales, porque el Secretario General, ceñido a
una línea de elogio de Lenín, criticó los desviacionismos de Trotski y Bujarin,
consideró la colectivización forzada —sin nombrar a las víctimas— como un
paso en la consolidación del socialismo, y, omitiendo una exposición sobre las
purgas de Stalin, se limitó a calificarias de “grave error político”. Al mismo
tiempo, las encuestas entre estudiantes demostraban que los jóvenes carecían
de la más mínima formación histórica.

De aquí se llegó a la necesidad de escribir nuevos libros, que exponían la


historia soviética de 1917 con criteríos académicos, no de propaganda. En un
encuentro con intelectuales norteamericanos en diciembre de 1987, un mes
después de su frustrante discurso de aniversario, Gorbachov reconocía que
debía cambiarse la propia historia de la Unión Soviética: “No siempre nos
resulta fácil enjuiciar nuestro pasado histórico. Tuvimos que llamar a muchas
cosas por su nombre”.

Los intelectuales se movilizaron. En “Sovetskaya Kultura” (Cultura Soviética)


artistas y escritores se expresaban sobre la censura y la libertad para crear, la
injusticia social, la democratización de la sociedad. Algunos de ellos
consideraron que había llegado el momento de irrumpir en el coto de la política.
El físico Sajárov llegó a diputado apoyado por un amplio movimiento popular.
Los clubes ofrecieron un cruce para los debates; en Moscú llegó a haber 500,
en una floración que recuerda el fenómeno de los clubes políticos de la
Revolución Francesa de 1789.
Las letras rusas, herederas de una tradición gloriosa, contemplaron una nueva
aurora con la publicación de los libros de los escritores malditos. En la revista
“Neva” de Leningrado se publicó por capítulos la novela Las túnicas blancas de
Dudintsev, reconstrucción histórica del sufrimiento de los intelectuales bajo
Stalin.

Pero el impacto más hondo de los lectores fue el producido por la novela Los
hijos del Arbat de Anatoli Ribakov, extraordinario fresco histórico, en la línea de
la gran novelística rusa, donde se relata el rumbo hacia los grandes procesos,
tras el asesinato de Kirov, jefe del Partido en Leningrado. El novelista traza un
retrato sombrío del dictador y proporciona claves para deducir que el “asesinato
del siglo” pudo ser instigado por Stalin.

EL PROBLEMA NACIONAL.

Más que una nación, la URSS era un imperio inmenso, en cuyo territorio
convivían más de 150 pueblos y lenguas. Con la democratización, estos
pueblos, antes severamente reprimidos, comenzaron a expresarse. Y en las
elecciones de 1989, ¡as primeras con candidatos múltiples, sus lideres
accedieron a los parlamentos. Por tratarse de líderes reformistas, opuestos a la
ortodoxia comunista, Gorbachov se apoyó en ellos en algunos momentos, pero
en otros, temiendo la desmembración de ¡a URSS, adoptó posiciones más
ambiguas.

Los primeros en movilizarse fueron los pueblos bálticos que nunca habían
aceptado su incorporación forzada a la Unión Soviética. Y en seguida surgieron
otros focos de inestabilidad.

Varios factores contribuyeron a la difusión del nacionalismo:

Vacío ideológico. Si no se era comunista había que ser otra cosa: lituano,
georgiano o ruso, porque uno de los nacionalismos más intensos fue el ruso.
Resurgimiento del sentimiento religioso. Se abrieron de nuevo las iglesias y
asumieron nuevas funciones los popes. Pero las naciones profesaban
religiones diferentes: ortodoxos, católicos, islámicos.

Reaparición de sentimientos étnicos. lnicialmente no desempeñaron un


papel, pero finalmente las repúblicas del Sur, islámicas y étnicamente
diferentes a las europeas, desearon emanciparse.

Precisamente, la firma de un Nuevo Tratado de la Unión, que sustituiría al


Estado fuertemente centralizado comunista, provocó la revolución de los
ortodoxos.

LA REVOLUCIÓN DE AGOSTO EN LA UNIÓN SOVIÉTICA.

Hundidos los regímenes comunistas en Centroeuropa, sólo se mantenía en el


Viejo Continente el modelo del socialismo real en la Unión Soviética. La
revolución de agosto de 1991 constituye el último y más importante episodio en
la cadena de cambios. El derrumbe del último bastión fue propiciado por el
fracaso del golpe de Estado de los ortodoxos.

El 19 de agosto, víspera de la firma del nuevo Tratado de la Unión, que


modificaría la estructura de la URSS, los duros del Partido, entre ellos el
vicepresidente Yanaev, el Primer Ministro Paulov, el Ministro del Interior Pugo,
el jefe del KGB Kruchkov, aislaron a Gorbachov en Crimea, formaron un
Comité de Emergencia y suspendieron todas las libertades propiciadas por la
perestroika. Quizás esperaban una aceptación popular pasiva, como había
ocurrido con la defenestración de Kruschev. Pero el presidente ruso Yeltsin
llamó a la desobediencia civil y el Parlamento ruso, la “Casa Blanca”, se
convirtió en el reducto de la resistencia. El mundo contuvo el aliento durante las
60 horas que duró el golpe. Se temía el regreso a un régimen totalitario y a los
años tensos de la Guerra Fría. Pero el golpe fue desarticulado y se inició una
revolución de signo inverso.

El fracaso de los golpistas se debió a varios factores.


a)El heroísmo personal de Yeltsin, respaldado por autoridades e instituciones
democráticas. La Junta golpista

cometió errores decisivos al no tener en cuenta la existencia de estas


personalidades e instituciones

b) La movilización popular en Moscú en defensa dcl Parlamento, reacción


impensable sin la forja previa

de una conciencia cívica generada por la glasnost. Lii este sentido, el programa
democratizador de Gorvhachov obtuvo sus frutos.

c) La falta de apoyo del ejército y de algunos sectores de la KGB, inclinados al


respeto de la Constitución.

Al fracasar el golpe se abrió un proceso revolucionario de signo democrático


con dos consecuencias trascendentales: el fin del comunismo y el fin de la
Unión Soviética. El PCUS fue suspendido y clausurados sus centros. Al mismo
tiempo, las repúblicas iniciaron una imparable cadena de declaraciones de
independencia. Las tres Repúblicas Bálticas recuperaron la independencia
perdida en 1940, las restantes se plantearon la posibilidad de mantener un
Estado de naturaleza distinta a la URSS y, con excepción de Georgia, firmarían
el 21 de diciembre el nacimiento de la CEI.

LA RUSIA DE YELTSIN. UNA “TRANSICIÓN ANÓMALA”.

La historia de Rusia está presidida por regimenes autocráticos. Nunca el


pueblo ruso ha vivido la experiencia de la democracia. En el trance decisivo de
diciembre de 1991, al producirse la explosión de la URSS, se esperaba de los
nuevos dirigentes una evolución rápida hacia un modelo democrático, pero la
transición rusa se mostró como un proceso difícil. Tres notas nos permiten
afirmar que constituye una transición anómala, bien diferente —por ejemplo—
de la española: autoritarismo, improvisación y mantenimiento del funcionariado
comunista.
Entre 1991 y 1995 la Federación Rusa contó con dos Parlamentos diferentes.
El primero, elegido en 1990, durante la perestroika, en condiciones
semidemocráticas, cuando el Partido Comunista era el único legal y las
restantes formaciones tenían la condición de toleradas, no era sin embargo un
refugio de funcionarios del Partido. Recordemos que en el golpe de agosto fue
un reducto de oposición a los ortodoxos golpistas. Su primer presidente,
Yeltsin, fue sustituido por una personalidad ambigua, Jasbulatov. Pronto chocó
el autoritario Yeltsin con el Parlamento, que fue asaltado e incendiado en
octubre de 1993.

En el Parlamento elegido en las elecciones de diciembre de 1993 se


repartieron los escaños los partidos centristas y los comunistas, aliados a los
agrarios como formaciones más nutridas, seguidos de cerca por nacionalistas
radicales y reformistas radicales. La presencia de casi un 20% de diputados de
extrema derecha, de carácter claramente fascista, seguidores del exaltado
Zirinovski, fue la nota más llamativa y alarmante de la primera convocatoria
democrática a las urnas.

También en diciembre de 1993 se refrendaba una nueva Constitución, que


venía elaborándose a través de proyectos cambiantes desde el año 1990. La
Constitución estableció las competencias del poder central, en Moscú, y los
poderes regionales y locales de la Federación, y para frenar las fuerzas
centrífugas estableció una sola moneda, el rublo, y una sola lengua oficial, el
ruso, aunque cada república p’udiera fomentar el uso de la lengua propia. En
línea con la tradición rusa, los poderes del presidente son casi omnímodos, lo
que le permite esquivar o anular los acuerdos del Parlamento.

PROBLEMAS DE LA RUSIA POSCOMUNISTA.

En la Federación Rusa, formada por Repúblicas y poderes locales, se han


repetido algunos de los problemas de la URSS y han surgido otros nuevos.
Sólo como indicador seleccionamos tres.

Los nacionalismos que implosionaron la URSS han tenido su réplica en


Repúblicas que no desean pertenecer a la Federación Rusa. El conflicto más
grave de índole nacional ha sido el de Chechenia, una de las repúblicas de!
Cáucaso Norte. Al triunfar en las elecciones el nacionalista Dudáyev, sin
convocar siquiera un referéndum, proclamó la separación de Rusia. La
confrontación terminó en una guerra cruenta que Moscú no pudo ganar,
produciéndose una segunda edición del síndrome de Afganistán, la
imposibilidad de victoria militar de una gran potencia, pero con la novedad de
que, durante la guerra de Chechenia, la opinión pública rusa tuvo la
oportunidad de expresar su oposición a una solución bélica.

El problema de los refugiados e inmigrantes se convirtió en otro desafío para


los gobiernos democráticos. Recordemos e! complejo tejido étnico de la URSS.
Al desmembrarse, muchos ciudadanos de repente se convirtieron en
extranjeros en su lugar de residencia. Y se produjo un gigantesco éxodo interior
entre las Repúblicas. En 1994 se evaluó en dos millones el número de
personas procedentes sólo de Georgia, Armenia y Azervbayán, que retornaban
a repúblicas rusas. Muchos se encontraban en tránsito, sin documentación, y
eran considerados inmigrantes ilegales.

Con el hundimiento de la economía estatal surgió el fenómeno de las mafias,


ya existentes durante la URSS, pero que ahora se organizaron en circuitos
controlando parte de la nueva economía. Las dimensiones de la mafia rusa han
llegado a ser preocupantes y constituyen un signo más de la desarticulación del
aparato estatal. En febrero de 1993 el presidente Yeltsin señaló que el 40% de
los hombres de negocios y los 2/3 de las operaciones comerciales estaban
vinculadas con el crimen organizado, y sus prácticas se extendían a todo tipo
de actividades.

El rumbo hacia la democracia plena aparece incierto, tanto por la complejidad


de los problemas como por e! carácter autoritario de la mayoría de los
dirigentes.

El proceso de paso del comunismo a la democracia ha sido calificado en Rusia


de “transición anómala”. Parecen haberse mezclado viejos recuerdos de ¡a
tradición zarista —en realidad Yeltsin se ha convertido, como en su día Stalin,
en otro “zar”—, con algunas propuestas reformistas del comunismo diseñadas
por Kruschev y en mayor medida por Gorbachov, y notas liberales copiadas de
Occidente. Con tal mezcla se ha elaborado un cóctel difícil de entender para los
occidentales y probablemente para los mismos rusos, desconcertados por lo
incierto del rumbo de su país y por su falta de tradición democrática.

Una simple enumeración de problemas dibuja un panorama inquietante: crisis


económica interminable, a pesar de las sucesivas ayudas de organismos
internacionales; escasa participación popular en la política; débil control del
ejecutivo por el legislativo; incómoda situación de las minorías.

La tesis de la presencia eterna del zarismo en Rusia con diversas modalidades


parece acreditarse en el caso de Yeltsin. Una interpretación de la historia rusa
afirma que tras el zar Nicolás II surgió el “zar” Stalin. En los años finales de
siglo aparecería el “zar” Yeltsin.

LA CAIDA DEL MURO DE BERLIN

9 de Noviembre de 1989 miles de berlineses del oeste y del este, con sus
propias manos derribaban la infamante pared que los había separado durante
casi tres décadas. En medio del júbilo, se abrieron los pasos fronterizos de la
ciudad, permitiendo el reencuentro de familias y la reunión de aquellos
separados contra su voluntad. Con la caída del muro de Berlín el mundo le
dijo adiós a la Guerra Fría, el mundo había empezado a cambiar.

El muro de Berlin dividió a la ciudad y el mundo, hoy muy poco de él queda en


pie y lo que queda irónicamente está cercado para evitar que este histórico
testimonio desaparezca.
Frente a la puerta de Brandenburgo cien mil personas se congregaron el lunes
pasado para celebrar la caída del muro, junto a los líderes de los países que
vencieron a las tropas de Hitler. A lo largo de un kilometro donde estuvo la
pared, mil coloridas y grandes piezas de dominó pintadas por estudiantes,
cayeron, el cielo de Berlín se llenó de un espectáculo de fuegos artificiales visto
por todo el mundo, en un evento denominado el aniversario de la revolución de
la libertad.

"El 9 de Noviembre de 1989 es una fecha que ha quedado grabada en la


historia. Ese día se anunció oficialmente, en conferencia de prensa, que a partir
de la medianoche los alemanes del este podrían cruzar cualquiera de las
fronteras de Alemania Democrática (RDA), incluido el Muro de Berlín, sin
necesidad de contar con permisos especiales. De inmediato se corrió la voz en
ambas partes de la ciudad dividida y mucho antes de la medianoche miles de
expectantes berlineses se habían congregado a ambos lados del muro. En el
momento esperado, los berlineses del Este, a pie o en automóvil, comenzaron
a pasar sin mayor dificultad por el puesto de control. Abundaron las escenas
llenas de emoción: abrazos de familiares y amigos que habían estado
separados por mucho tiempo, crisis de llanto, rostros que reflejaban
incredulidad, brindis con Champaña o cerveza, regalos de bienvenida a los
visitantes, flores en los parabrisas de los autos que cruzaban la frontera y en
los rifles de los soldados que custodiaban los puestos de vigilancia. A esta
primera reacción seguirían otras de carácter político y económico.

Muchos de los visitantes se dirigieron a los barrios elegantes de Berlín


Occidental para celebrar su recién adquirida libertad, mientras que miles de
berlineses prefirieron escalar el muro y, en muchos casos, armados de
cuerdas, picos y cinceles, comenzaron a hacer realidad su sueño de muchos
años, el derrumbamiento del muro de Berlín."

Sin embargo, no debe de pensarse que este acontecimiento histórico ocurrió


espontáneamente. Muy al contrario, tiene sus antecedentes en innumerables
hechos de la vida cotidiana alemana, así como de la política internacional.
Debe señalarse, en primer lugar, que en la Alemania Democrática las
organizaciones de oposición como Nuevo Foro, Partido Socialdemócrata y
Alternativa Democrática se fortalecían a ritmo acelerado, tanto por el creciente
número de sus simpatizantes, como por su habilidad para hacer oír su voz en
todos los ámbitos del país, esto significaba una activa participación política de
los ciudadanos y, por tanto, constantes demandas de cambios democráticos a
los que el gobierno ya no podía prestar oídos sordos.

Así en los primeros días de Noviembre de 1989 ocurrieron manifestaciones


masivas y pacificas en ciudades como Berlín del Este, Leipzig, Dresden y Halle
en que miles de alemanes alzaron su voz para exigir la dimisión de todo el
gabinete en el poder, así como la celebración de elecciones libres y otras
reformas.

Por otra parte, los intentos de huir a la República Democrática Alemana, que
habían ocurrido desde el momento mismo en que Alemania quedó dividida, a
últimas fechas se habían incrementado a un ritmo vertiginoso.

El 2 de mayo de 1989 los soldados húngaros comenzaron a desmantelar las


barreras en la frontera con Austria, lo que constituyó la primera apertura al
mundo occidental. Los principales beneficiarios fueron los Alemanes del Este,
que de pronto podían pasar al mundo occidental a través de Hungría y Austria.

A medida que miles de alemanes del este se internaban en territorio húngaro,


se incrementaron las tensiones entre los dos países. El gobierno de Berlín del
este exigió a Budapest enviar de regreso a os refugiados, pero los húngaros se
negaron y fue así como en tan sólo tres días, a principios de septiembre,
15,000 alemanes del Este pasaron a Alemania Federal. La respuesta del
gobierno alemán del Este fue prohibir el paso a Hungría, pero esto solo sirvió
para que los alemanes que buscaban escapar se refugiaran en la embajada de
Alemania Federal en Checoslovaquia.

Para octubre de 1989 se vio que la revoluciónen Alemania Democrática era


inminente. Comenzó con las marchas en pro de la libertad celebradas en
Leipzig. El 9 de Octubre el jefe del partido Comunista ordenó usar toda la
fuerza militar disponible para aniquilar las manifestaciones, pero Egon Krenz, el
entonces jefe de seguridad, lo convenció de que retirara la orden. Nada impidió
que semana tras semana aumentara el número de manifestantes. El 23 de
Octubre fueron alrededor de 200,000, y para el 6 de noviembre llegaban a
480,000. Las marchas siempre pacificas se generalizaron por toda Alemania
Democrática.

Mijail Gorbachov fue la pieza clave que evitó el derramamiento de sangre. En


su visita del 7 de Octubre a Berlín del este, Gorbachov advirtió a los dirigentes
que no contarían con el apoyo soviético si usaban la fuerza para suprimir las
manifestaciones. Once días después Honecker fue despojado de todos sus
cargos y lo sustituyó Egon Krenz, quien de inmediato trató de apaciguar a los
manifestantes.

El 27 de Octubre, Krenz promulgó una amnistía para los refugiados


invitándolos a regresar al país. Sin embargo, el 3 de Noviembre la RDA
autorizó nuevamente a sus ciudadanos a viajar a Checoslovaquia, lo que fue
aprovechado por varios miles de ciudadanos para refugiarse en la embajada de
Alemania Federal en Praga.

Ante los éxodos masivos y proliferación de manifestaciones de protesta contra


el régimen, el día 7 de Noviembre renuncia todo el consejo de ministros, el
organismo que regía el destino de la RDA. Dos días después, la frontera que
separaba a las dos Alemanias, al igual que el muro de Berlín, pierden su
significado, de modo que ya no es necesario rodear a través de otros países
como Checoslovaquia, Hungría y Austria.

LAS VÍCTIMAS DEL MURO DE BERLIN.


"Desde el mismo día de la construcción del muro comenzaron los intentos de
fuga hacia la Meca que significaba el sector occidental. La primera víctima fue
un sastre berlinés de 24 años, Günter Litfrin, que falló en su cometido de cruzar
el muro.

El último integrante de esta fría y terrible cronología, fue Chris Gueffroy, quien
con tan sólo 20 años, perdió la vida el 5 de febrero de 1989, en el intento de
conocer otro mundo.

A su hermano Jürgen no se lo encontrará en las fotos de aquellos que hace 15


años se bañaron con las masas para celebrar la caída del Muro, "aquella noche
solo lloré, de alegría, No podía creer que por fin se acabara aquel sistema
criminal, que sometía a una vigilancia continua, que obligaba por ley a
denunciar al padre o a la madre si resultaban sospechosos de deslealtad al
régimen, que mataba o vendía a sus ciudadanos"

CONSECUENCIAS DE LA CAIDA DEL MURO

"Para el bloque socialista significó una ruptura radical con su pasado


(economía planificada sin propiedad privada; un estado sobre protector que les
exigía ser ateos y restringía la circulación de las personas; el pleno empleo y el
consumo reducido a lo necesario).

Tuvieron que sobre adaptarse al capitalismo, un universo desconocido por el


aislamiento que el Muro había impuesto.

Cayo en desuso el compromiso político al estilo Sartre y gran parte de una


generación quedó fuera de onda salvo si aceptaba los nuevos valores que
rendían culto al éxito, al dinero y al interés individual por encima del bien
común".

"El exorbitante costo que suponía para Alemania Occidental absorber una
Alemania Oriental económicamente muerta era uno de los mayores problemas
que traía aparejados la caída del muro. Esto fue bien aprovechado por los
partidos de coalición que apoyaban el programa del Canciller Kohl, quienes en
la campaña electoral formularon diversas propuestas integradoras desde el
punto de vista económico, lo que les permitió captar el voto de la mayoría de
los alemanes orientales. Así, para facilitar el paso de Alemania Oriental a la
competitiva economía de mercado, el gobierno invirtió miles de millones de
marcos en una red de seguridad social que sirviera de contención a los
flamantes ciudadanos".

La privatización de las empresas estatales del este en favor de las empresas


del oeste fue subsidiada masivamente por el Estado alemán (que se hizo cargo
de la deuda externa de la RDA y de las deudas internas y externas de sus
empresas), lo que provocó una descomunal emisión monetaria y un
crecimiento espectacular del déficit fiscal. El 'costo' de la 'unidad alemana'
ascendió a varios cientos de miles de millones de dólares que ahora se
pretende que paguen los trabajadores del este y del oeste mediante la
reducción del seguro al desempleado, de los subsidios familiares y el
elevamiento de la edad jubilatoria.

La anexión significó, efectivamente, una enorme destrucción de fuerzas


productivas: desaparecieron las dos terceras partes del PBI industrial este
alemán y la desocupación trepó más allá del 40% de la población activa. Esta
sangría sistemática del este sirvió para que los capitalistas del oeste amasaran
enormes beneficios y para que la economía alemana escapara por un tiempo a
la recesión. Pero cuando la 'fiesta' de la 'unificación' pasó, dejó al descubierto
una crisis capitalista agravada, pero por sobre todo, ha dejado en claro que la
unidad alemana sólo puede hacerla la dictadura del proletariado y el
socialismo.

La crisis 'oriental' se ha convertido, entonces, en una crisis general; que la


gigantesca masa de beneficios provocada por el copamiento (subsidiado) de
los mercados orientales y la eliminación (también subsidiada) de los
competidores orientales por los grupos occidentales, no haya alcanzado para
elevar de una manera decisiva la tasa de beneficio, es una demostración
inapelable de la envergadura de la crisis del capitalismo alemán. La política
capitalista frente a la crisis apunta a la 'convergencia de los salarios' y a una
'flexibilización radical del mercado del trabajo en toda Alemania'. Esto significa
agudizar la competencia entre los trabajadores mediante la eliminación de la
estabilidad en el empleo y la introducción de la famosa 'flexibilidad'; la
burguesía trata de utilizar el desempleo oriental para forzar la reducción de los
salarios y las condiciones de trabajo de los obreros del oeste. (De Privitellio,
L.J. Luchilo, Moneneyo y otros, 2002).

La privatización de las empresas estatales del este en favor de los pulpos del
oeste fue subsidiada masivamente por el Estado alemán (que se hizo cargo de
la deuda externa de la RDA y de las deudas internas y externas de sus
empresas), lo que provocó una descomunal emisión monetaria y un
crecimiento espectacular del déficit fiscal. El 'costo' de la 'unidad alemana'
ascendió a varios cientos de miles de millones de dólares que ahora se
pretende que paguen los trabajadores del este y del oeste mediante la
reducción del seguro al desempleado, de los subsidios familiares y el
elevamiento de la edad jubilatoria. Este 'costo', enfatizábamos entonces, "está
expresando dos cuestiones fundamentales: de un lado, la falta de pujanza, el
envejecimiento o la descomunal crisis del capitalismo mundial; y, del otro lado,
los métodos de destrucción económica que inevitablemente ha tenido que
imponer para encarar la 'unificación' ... Todo esto importa porque demuestra los
límites insalvables de la penetración capitalista en el este, y su tendencia a
generalizar las condiciones revolucionarias al este y al oeste de Europa" .

La anexión significó, efectivamente, una enorme destrucción de fuerzas


productivas: desaparecieron las dos terceras partes del PBI industrial este
alemán y la desocupación trepó más allá del 40% de la población activa. Esta
sangría sistemática del este sirvió para que los capitalistas del oeste amasaran
enormes beneficios y para que la economía alemana escapara por un tiempo a
la recesión pero cuando la 'fiesta' de la 'unificación' pasó, dejó al descubierto
una crisis capitalista agravada, pero por sobre todo, ha dejado en claro que la
unidad alemana sólo puede hacerla la dictadura del proletariado y el
socialismo.
La crisis 'oriental' se ha convertido, entonces, en una crisis general; que la
gigantesca masa de beneficios provocada por el copamiento (subsidiado) de
los mercados orientales y la eliminación (también subsidiada) de los
competidores orientales por los grupos occidentales, no haya alcanzado para
elevar de una manera decisiva la tasa de beneficio, es una demostración
inapelable de la envergadura de la crisis del capitalismo alemán. La política
capitalista frente a la crisis apunta a la 'convergencia de los salarios' y a una
'flexibilización radical del mercado del trabajo en toda Alemania'. Esto significa
agudizar la competencia entre los trabajadores mediante la eliminación de la
estabilidad en el empleo y la introducción de la famosa 'flexibilidad'; la
burguesía trata de utilizar el desempleo oriental para forzar la reducción de los
salarios y las condiciones de trabajo de los obreros del oeste.
EL COMPLEJO ORDEN MUNDIAL CON LA CAÍDA DEL MURO

Entre 1989 y 1991, el mundo experimentó, en secuencia rápida, una serie de


acontecimientos drásticos (la caída del Muro de Berlín, la reunificación de las
dos Alemanias, el estallido interno de la Unión Soviética, el término del Pacto
de Varsovia y la guerra en la antigua Yugoslavia), que resultó en los siguientes
hechos:

Fin de la guerra fría y del mundo bipolar, emergiendo los Estados Unidos como
potencia hegemónica. Los Estados Unidos de América reunió 28 naciones
aliadas y obtuvo permiso de la O.N.U. para sacar las tropas iraquíes del
territorio de Kuwait en caso de que las mismas no se retiraran de sus fronteras
antes del 15 de enero de 1991. La Guerra del Golfo duró desde el 16 de enero
al 27 de febrero de 1991 con la rendición incondicional de Iraq.

El inicio de las reivindicaciones del Japón y Alemania, grandes potencias


económicas, pero alejadas desde el fin de la Segunda Guerra Mundial de las
decisiones políticas mundiales. El Japón, al recibir la negativa de Rusia de
devolver las islas Curiles, ciertamente reevaluará su estructura militar, hoy
limitada al 1% de su PBI por disposición constitucional impuesta por los
Estados Unidos durante la ocupación al final de la Segunda Guerra Mundial.

Alemania reivindicó la retirada de las tropas de la OTAN de su territorio, ya que


no existe amenaza justificada. Ambos, Japón y Alemania, desean tomar
asiento como miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU. No
se justifica tomar parte del "Grupo de los Siete" (líderes de las naciones más
industrializadas) si no se tiene la contrapartida del poder político, a través del
poder del veto, en el órgano de mayor representación política en el planeta. Tal
reivindicación causó el pronunciamiento de los 108 países del Movimiento No-
Alineado, reunidos en Indonesia en septiembre de 1992, manifestando
preocupación con el ingreso de esas naciones como miembros permanentes
del Consejo de Seguridad.

Formación de mega-bloques económicos y políticos. La formación del NAFTA,


conformado por los Estados Unidos, Canadá y México, sorprendió a los países
de América del Sur pues se constituía otro mega-bloque económico en el eje
Norte-Norte. Por ello se concibió la creación del MERCOSUR, del cual
formaban parte inicialmente Brasil, Argentina, Uruguay, Paraguay y ahora
Chile. La posibilidad de formación de nuevos mega-bloques económicos (en el
sudeste asiático encabezado por Japón, en el Oriente Medio a través de la
identificación islámica, arrastrando las repúblicas islámicas a la ex-URSS y
otros) es seria en relación a la perturbación que podría producir en las
relaciones internacionales.

Interferencia cada vez mayor de la O.N.U., a través del Consejo de Seguridad,


en las querellas regionales con el consecuente aumento del número de tropas
y el número de "Peace Keeping Forces" (Fuerzas de Mantenimiento de la Paz).

Se ha observado que las sociedades del primer mundo ya no aceptan con


facilidad que sus hijos sean enviados a regiones de conflicto, aumentando así
los efectivos de los países en desarrollo, siendo una paradoja la gran presencia
de sudamericanos tratando de hacer la paz en tierras europeas.

A la luz de los temas discutidos brevemente arriba, y teniendo en vista las


tendencias observadas en estos preludios de la postguerra fría, saco las
siguientes conclusiones:

En el campo político: el paso de un mundo bipolar a otro unipolar, de potencia


hegemónica global, significa un cambio en la situación inicial de alta
confrontación y baja inestabilidad, hacia una situación de baja confrontación y
alta inestabilidad en el escenario mundial. En esa nueva situación, los
conflictos bélicos regionales, siendo menos apocalípticos en cuanto a la
amenaza de la paz mundial.

En el campo económico: el comercio multilateral, que floreció bajo el sistema


del mundo bipolar, ahora ha evolucionado hacia la relación entre bloques o
regionalismo económico. El concepto de soberanía no prevalece en el mundo
de los altos intereses económicos, dado el hecho de que cada Estado ya no
tiene la capacidad de sobrevivir sólo, lo cual ha conducido a la aparición de las
economías de conjunto.
En el campo militar: la baja observada en los gastos militares durante el final de
la guerra fría, en términos mundiales, no habrá de continuar, debiendo volver a
aumentar en los próximos años, aunque de manera discreta. A lo largo del
tiempo, habrá una reducción drástica de las armas nucleares de largo alcance
y destrucción masiva y una implementación de las armas no nucleares de alta
tecnología.

En el campo psicosocial: la mayor amenaza a la paz se originará a través de la


pobreza, de las discriminaciones étnicas, del nacionalismo exacerbado, del
radicalismo religioso, del narcotráfico y de las condiciones del medio ambiente,
más que de cuestiones políticas.

Un muro psicológico separa todavía a los alemanes del Este y Oeste, cinco
años después de la reunificación

LA CAÍDA DEL MURO Y SU RELACIÓN CON EL ORDEN MUNDIAL

Entre 1989 y 1991, el mundo experimentó, en secuencia rápida, una serie de


acontecimientos drásticos (la caída del Muro de Berlín, la reunificación de las
dos Alemanias, el estallido interno de la Unión Soviética, el término del Pacto
de Varsovia y la guerra en la antigua Yugoslavia), que resultó en los siguientes
hechos:

Fin de la guerra fría y del mundo bipolar, emergiendo los Estados Unidos como
potencia hegemónica.

La Guerra del Golfo duró desde el 16 de enero al 27 de febrero de 1991 con la


rendición incondicional de Iraq.

El inicio de las reivindicaciones del Japón y Alemania, grandes potencias


económicas, pero alejadas desde el fin de la Segunda Guerra Mundial de las
decisiones políticas mundiales. El Japón, al recibir la negativa de Rusia de
devolver las islas Curiles, ciertamente reevaluará su estructura militar, hoy
limitada al 1% de su PBI por disposición constitucional impuesta por los
Estados Unidos durante la ocupación al final de la Segunda Guerra Mundial.
Alemania reivindicó la retirada de las tropas de la OTAN de su territorio, ya que
no existe amenaza justificada. Ambos, Japón y Alemania, desean tomar
asiento como miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU. No
se justifica tomar parte del "Grupo de los Siete" (líderes de las naciones más
industrializadas) si no se tiene la contrapartida del poder político, a través del
poder del veto, en el órgano de mayor representación política en el planeta.

Formación de mega-bloques económicos y políticos. La formación del NAFTA,


conformado por los Estados Unidos, Canadá y México, sorprendió a los países
de América del Sur pues se constituía otro mega-bloque económico en el eje
Norte-Norte. Por ello se concibió la creación del MERCOSUR, del cual
formaban parte inicialmente Brasil, Argentina, Uruguay, Paraguay y Chile.

Interferencia cada vez mayor de la O.N.U., a través del Consejo de Seguridad,


en las querellas regionales con el consecuente aumento del número de tropas
y el número de "Peace Keeping Forces" (Fuerzas de Mantenimiento de la Paz).
(Maestri, 2001)

El movimiento revolucionario de la República Democrática Alemana no fue un


fenómeno aislado. Todos los países del bloque socialista experimentaron
cambios radicales en un plazo relativamente corto

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