Cada uno busca lo que quiere ver. Así se explica que, las mismas palabras, puedan
servir de guía en sus misiones a santos anacoretas y a guerreros conquistadores. La
enseñanza, en sí misma, es la maestra, pero toda la perfección parte de uno
mismo. Los otros no son culpables de nuestras faltas y defectos.
El mejor arrepentimiento es, sustituir los errores por aciertos. Que los pensamientos
positivos, ocupen el lugar de los negativos. El recto pensamiento, la recta
motivación, implica la eliminación de las raíces egoístas, sustituyéndolas por actos
de generosidad, comprensión, amabilidad, compasión. Para ejercer estas virtudes,
se ha de vivir en la sociedad, con la sociedad. Si se considerase que son ‘los otros’
la fuente del mal, es como si se rechazara a toda la Humanidad, con la excepción
de uno mismo.
No hay vida más inútil que la del contemplativo perfeccionista de sí mismo. La vida,
o es acción, o no es. El pensamiento debe ser activo, no anulador. Con
arrepentimientos, nada se borra. Sólo emprendiendo un nuevo camino, se llega a
otra parte.
El futuro es ya. Cada bocanada de aire que aspiramos, nos está metiendo en
momentos que no habíamos vivido. Si seguimos vivos, nos adentramos en el futuro.
El presente se extingue por sí solo. La preparación debe ser continua. Intentemos
que el porvenir no nos coja desprevenidos. Vivimos, demasiado tiempo,
rememorando el pasado, ya muerto. Lo muerto sólo se añora, no se resucita,
añorándolo. La nostalgia paraliza.