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Anacoretas y Eremitas

Emilio del Barco

Cada uno busca lo que quiere ver. Así se explica que, las mismas palabras, puedan
servir de guía en sus misiones a santos anacoretas y a guerreros conquistadores. La
enseñanza, en sí misma, es la maestra, pero toda la perfección parte de uno
mismo. Los otros no son culpables de nuestras faltas y defectos.

El mejor arrepentimiento es, sustituir los errores por aciertos. Que los pensamientos
positivos, ocupen el lugar de los negativos. El recto pensamiento, la recta
motivación, implica la eliminación de las raíces egoístas, sustituyéndolas por actos
de generosidad, comprensión, amabilidad, compasión. Para ejercer estas virtudes,
se ha de vivir en la sociedad, con la sociedad. Si se considerase que son ‘los otros’
la fuente del mal, es como si se rechazara a toda la Humanidad, con la excepción
de uno mismo.

La quietud, el aislamiento, no aporta nada a la vida. Sobre todo, cuando la quietud


física se suma a la mental. Eso es la negación de la vida, esencia de nuestra
existencia. El progreso vital ha de ser ejercido en beneficio de la comunidad. Del
místico aislado no sabremos nunca si tiene la mente poblada de ángeles o comida
por diablos. Es egoísta, ególatra, egocéntrico, aislarse, para procurar la propia
salvación. El hombre, o forma parte de la Humanidad, o pasa sin dejar huella.
Anacoretas y eremitas, apenas dejan más estela de su vida que la de su rechazo
por lo humano. Lobos solitarios que no forman manada. Tratando de extirpar de
sus cerebros lo que ellos consideran ’malos pensamientos’, se anulan a sí mismos
como personas. Nadie está completo, sin contradicciones. El arrobo contemplativo,
ni cambia el pasado, ni arregla el futuro, sólo invalida el presente El futuro se
construye encauzando el presente, no tratando de borrar el pasado, tarea inútil. Los
arrepentimientos amargan, no corrigen.

No hay vida más inútil que la del contemplativo perfeccionista de sí mismo. La vida,
o es acción, o no es. El pensamiento debe ser activo, no anulador. Con
arrepentimientos, nada se borra. Sólo emprendiendo un nuevo camino, se llega a
otra parte.

El futuro es ya. Cada bocanada de aire que aspiramos, nos está metiendo en
momentos que no habíamos vivido. Si seguimos vivos, nos adentramos en el futuro.
El presente se extingue por sí solo. La preparación debe ser continua. Intentemos
que el porvenir no nos coja desprevenidos. Vivimos, demasiado tiempo,
rememorando el pasado, ya muerto. Lo muerto sólo se añora, no se resucita,
añorándolo. La nostalgia paraliza.

Si proyectamos el futuro, vivimos mejor el presente continuado. Que ya es un trozo


de futuro. Si pensamos, continuamente, en corregir el pasado, realmente lo
estamos validando, Tratando de mejorar lo ya vivido, tarea imposible. Actuamos
desde la irrealidad. El río de la vida, no pasa dos veces; cuando lo recordamos, ya
se ha ido.

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