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Manipuladores Ilógicos

Emilio del Barco


En cada una de las religiones existentes, hay un cuerpo de doctrina indiscutible; en
el que se ha de creer, sin duda, aceptándolo como tal. Estos son los dogmas.
Mientras más complicados, irreales, inexplicables, o contradictorios, sean los
dogmas, más dispuesto, a la entrega total, estará el creyente que los acepte sin
discusión. De lo que se deriva un mayor abandono de la individualidad, para
integrarse en el grupo.
La propaganda de masas puede ser usada, y de hecho lo es, para acercar la opinión de un
pueblo a la propia de quien esté interesado en promoverla. No hay más que saber lo que el
pueblo quisiera oír, y decírselo. Eso hará que los oyentes se identifiquen con el comunicador
interesado.

Ahora nos ha tocado la peste de tener que escuchar a quienes profetizan la pérdida de
nuestros valores, ante la inminente amenaza de invasión por el Tercer Mundo. Como si las
masas hambrientas del África Negra fuesen a venir a roernos los huesos. Pienso, por el
contrario, que hemos de tener más miedo a la historia de Europa, invasora de todos los
continentes, que a las cábalas sobre un futuro mitificado.

Si seguimos considerándonos dignos de ser admirados y creemos ser envidiables, por


nuestras estructuras sociales y familiares, no progresaremos, si no seguimos mejorándolas.
Podríamos quedarnos petrificados, admirándonos ante el espejo de la historia.

Tendremos que aprender a mirarnos sin tanto narcisismo. Nuestra civilización, tiene cosas
buenas, sin duda, pero los avances sociales, son siempre mejorables. Basados en doctrinas
o convicciones, nunca son todo lo buenos que deberían ser, porque el hombre, en su camino
hacia la perfección, siempre se exige un ´mas allá´, más luminoso. La perfección siempre
está fuera de nuestro alcance. Nunca los tiempos pasados fueron mejores. La base es el
cambio constante, la transformación de la sociedad, continuadamente.
Para crear cosas, es necesario destruir otras. Nada surge de la nada.
Entre las divinidades hinduistas, la diosa Kali ocupa un lugar preeminente. Vista
con ligereza, pudiera ser considerada cruel. Pero no lo es tanto, su labor es de
continua creación. Es decir, asume el papel de transformadora. Diosa del hogar.
Como ama de casa, utiliza carne en sus guisos. Usa los restos de cataclismos,
para alimentar nuevas vidas.
En la Humanidad, todo ha ido perfeccionándose. No podemos juzgar al género humano, por la biografía
de cada uno. Los relatos de tradicionales, no por su realidad, sino por su tradición aceptada, dan la
expulsión del Paraíso, como el comienzo de todas las desdichas humanas. Cuando Dios ordena a Eva
estar bajo el mando y dominio del hombre, la mujer queda marcada como parte perdedora del Paraíso,
por lo que su condicionamiento religioso ya está señalado. Resulta paradójico que, aún hoy día, cuando
la medicina paliativa está tan avanzada, en medios eclesiales se insista en que la mujer ha de parir con
dolor, para cumplir con el mandato bíblico. Por supuesto, la jerarquía eclesiástica está formada por
hombres.25/11/09. Emilio del Barco. emiliodelbarco@gmail.com
www.emiliodelbarco.com

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