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Introducción y propósito

A continuación se presenta un análisis de la obra literaria ¨La vida es otra cosa¨ de la


autora Jeannette Miller, quien trata aspectos relativos sobre una situación que se viene
arrastrando a través de los años en nuestro país y en gran parte de Latinoamérica.

La vida es otra cosa trata de hacernos ver las situaciones actuales como son en la
realidad; el tema de la violencia, la impunidad y la muerte que se vienen arrastrando
desde el siglo XX, donde al parecer ¨no pasa nada¨, pero en realidad si pasan todo tipo
de situaciones adversas.

El objetivo en la obra que la autora quiso transmitir ha sido el de reflejar la situación de


un país, pero ha sido especial, pues no ha sido otro país más que el propio, lo que le
da aún más grandeza a su trabajo, pues ha plasmado la realidad de su propio país sin
adorno alguno, ha escrito sobre una verídica y cruda realidad. Básicamente, su
propósito es dar a conocer que la vida es otra cosa de lo que uno se imagina.

Se abarcará brevemente, dentro de esta presentación, lo que son dentro de la obra: la


intención comunicativa, argumento, expresiones significativas, figuras literarias, los
personajes principales y descripción de los mismos, valores que se destacan en la
obra, entre otros. Además se ofrecerá nuestra valoración personal sobre los temas
tratados dentro de esta obra literaria.

Personajes principales:

María: Una mujer trabajadora, ágil, le gustaba ver televisión. Madre de doce
muchachos. Tenía manos ásperas, gruesas, llenas de pequeñas cicatrices que
hablaban de lo que había sido su vida

Chino: Trigueño, de ojos y cabellos color melaza, era buenmozo, inteligente y


trabajador, había llegado al octavo curso, pero desde que le cogió el gusto al dinero
dejó de estudiar. Era el de menor edad de los hijos de María. Un muchacho bueno,
confiado y honrado.

Miguel: Hijo de Martina y Clodomiro, a la vez, padre de Yudelka. Atractivo, ni alto ni


bajo, tenía piel negra y limpia, los dientes algo separados. Los trabajos y el río le
habían hecho el cuerpo duro, bien formado. Cepillaba el pelo crespo hacia atrás y
vestía moderno, pero sin exageraciones. Lo que sí llamaba la atención eran los
cinturones anchos y gruesos que usaba. Era un hombre rico, buen hijo y solidario.
Aunque bailaba bien nunca lo hacía en fiestas.
Martina: Madre de Miguel. Alta, delgada, de piel clara, estaba llena de arrugas y se le
dificultaba caminar. Había sido una mujer trabajadora y de un solo hombre.

Lurdes: Blanca, con el pelo negro, corto y brillante, tenía un cuerpo bien formado. Una
mujer buena, simpática e inteligente. Era profesora, sabía de vinos, le gustaba la
música, rechazaba los lujos y las superficialidades. Se vestía con faldas largas y
mocasines y nada de afeites. Usaba lentes una cartera grande repleta de libros y
papeles. Era atractiva y aparentaba menos edad.

Yudelka: Era la hija de Leticia y Miguel, aunque todos creían que su padre era
Domingo. Trigueña, de cuerpo escultural y rasgos duros, lo que la hacía parecer mayor,
inteligente y organizada. Llevaba el pelo teñido color caoba. Usaba ropa pegada al
cuerpo y aretes grandes y brillantes.

A los diez años sospecho que Domingo no era su papá, y se lo preguntó a Leticia,
quien se lo confirmó al cambiar de tema. Prefirió irse de prostituta a la capital en vez de
estudiar para ser guía turística. La amadrinó, por así decirlo, Petra, que era dueña de
una casa de masajes. Luego de darse cuenta que Miguel era su padre segundos antes
de que lo mataran, dedicó su vida a Dios en una congregación laica de docentes y
médicos.

Petra: Vestía ropa interior provocativa, la mayoría era roja o negra y muy tranparente.
Tenía cuarenta años, usaba jeans apretados y blusas blancas sin mangas que le
hacían lucir un cuerpo increíblemente bien formado. Sin carne de más ni joyas
llamativas, las manos ásperas al tacto, aparentaba una comerciante del montón.
Trabajó como sirvienta donde una señora que tenía una casa de citas y luego entró al
negocio de los proxenetas.

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