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Francisco Reveles Vázquez, Coordinador
Coedición con la Facultad de Ciencias Políticas y Socialescon recursos del Programa de Apoyo a
Proyectos de Investigación e Innovación Tecnológica de la Dirección General de Asuntos del
Personal Universidad Nacional Autónoma de México
© Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, UNAM, 2002

© Ediciones Gernika, S.A., 2002


Latacunga No. 801 Y 807
Col. Lindavista
07300 México, D.F.

B y Fax: 5586 5262 y 5586 8324

e-mail: gernika@avantel.net

ISBN: 970-637-123-0
Primera edición, 2002
Cuidado de la edición
Franklin Ramos Basterrechea

Composición tipográfica
Pilar Fandiño Ugalde
Impreso y encuadernado en México Printed and bound in México
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Presentación 7

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Las señales de la institucionalización del Partido Acción Nacional.


Francisco Reveles Vázquez 13
Las relaciones de la dirigencia del
Partido Acción Nacional con el gobierno federal
en México: 1988-2000.
Gabriel Corona Armenia. 67

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Luchas y acuerdos el PAN: las fracciones y la coalición dominante.


Francisco Reveles Vázquez 111
El centralismo en la estructura del Partido Acción Nacional.
Francisco Reveles Vázquez- 165
La participación electoral del PAN: de las presidencias municipales a la presidencia de la República.
Francisco Reveles Vázquez. ' 193

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Neoliberalismo y hacienda pública En la ideología del PAN. 1988 - 2001. Carmen Solórzano
El Partido Acción Nacional y la política social. Análisis comparativo de
las plataformas electorales federales 1994 - 2000. Karla Valverde Viesca

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PAN, poder e iglesia como actores políticos. Guillermina Baena Paz

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1. Cronología del Partido Acción Nacional, 1987-2000
2. Órganos de dirección.
3. Representantes populares.
4. Datos relevantes.
5. Perfil curricular del gabinete ' del presidente Vicente Fox
6. Los estudios sobre el PAN: blbiografía comentada
7. Fuentes para el estudio del PAN
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El Partido Acción Nacional triunfó en las elecciones presidenciales del 2 de julio del 2Q00
en México. El objetivo de este trabajo es comprender su desarrollo previo y lo que se puede
esperar de su gobierno en el futuro. Se parte ante todo de que el partido debe ser estudiado como
tal, considerando los procesos internos y su actuación en el entorno político. Por ello el sistema
organizativo representa una cuestión fundamental para su adecuada comprensión.

Desde diferentes perspectivas, los autores abordan diversas facetas de la organización en


el periodo 1988-2000. El año de inicio está determinado por las consecuencias de los comicios
federales en la dinámica no solamente del PAN sino de prácticamente todas las organizaciones
políticas de nuestro país. En el caso de este partido, el 88 significó el encuentro de un equilibrio
interno que menguó a la fracción política más vociferante y favoreció a las fracciones gradualistas
que desde entonces controlaron la coalición dominante y determinaron el derrotero de Acción
Nacional.

El fin del periodo está señalado por la victoria en los comicios presidenciales por razones obvias: el
paso de partido de oposición a partido de gobierno (pese a todos los matices que se pudieran
señalar) implica una serie de profundas modificaciones en el desarrollo del sistema organizativo
del partido.

Inicialmente su historia reciente se caracteriza con base en los rasgos más importantes de su
institucionalización. Por su importancia, la relación con el gobierno es abordada en dos trabajos,
cada uno con su propia perspectiva e interpretación.

El interesante y al mismo tiempo complejo tema de las fracciones panistas y su coalición


dominante es abordado con el fin de esclarecer cómo se lucha por el poder, cuáles son los grupos
y los liderazgos más influyentes en su interior.

La estructura constituye otro tema de estudio pues a partir de ella se logran identificar los
mecanismos formales de dirección y de participación de los militantes. En el fondo, el estudio
permite descubrir el limitado grado de democracia que prevalece en Acción Nacional a causa de
un fuerte centralismo de su principal órgano de dirección.

1 Profesor de tiempo completo adscrito al Centro de Estudios Políticos de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales. Doctor en Ciencia
Política. Investigador Nacional del SNI. Distinción Universidad Nacional para Jó-venes Académicos en Docencia en Ciencias Sociales
2000.
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Las estrategias electorales que le dieron éxito al partido son analizadas en un trabajo
necesariamente extenso. En él destaca el estancamiento que vivió inmediatamente después de los
comicios federales intermedios de 1997, para resurgir notoriamente en la liza electoral del 2000.

La cuestión ideológica es un asunto poco manejado en los estudios sobre los partidos
políticos en general. Con la llegada al poder de un partido abiertamente conservador como el PAN,
el tema adquiere gran relevancia. Dos trabajos de este libro tienen como fin esclarecer sus
posiciones ideológicas en relación cor dos factores claves de su oferta a la ciudadanía: la política
fiscal y la política social.

Dos temas que recién han comenzado a llamar la atención son ilustrados en este texto:
uno es el de las relaciones entre el PAN, la iglesia católica y las organizaciones de católicos
militantes, actores que, en la actualidad y gracias a la victoria panista reciente, están asumiendo
un papel protagónico en el escenario político nacional. En el futuro parece probable su mayor
influencia en la toma de decisiones y, en consecuencia, en muchos aspectos de nuestra vida
política y social.

Adicionalmente a estos trabajos de carácter analítico, esta obra se complementa con una
serie de valiosos materiales que no deben dejar de revisarse: una cronología sobre la historia
reciente de Acción Nacional, una bibliografía comentada que se basó en una cuidadosa relación de
fuentes para el estudio del partido, un perfil curricular del gabinete presidencial en funciones y un
conjunto de cuadros con los nombres y las cifras más importantes para conocer a dicha
organización.

Al principio pensaba aprovechar esta introducción para reflexionar en voz alta sobre el
futuro del PAN. Afortunadamente ahora pienso que es mejor que el lector pase a conocer a fondo
al partido y saque sus propias conclusiones. Solo le recomiendo que de alguna manera las
confronte con la realidad. De lo contrario, los lugares comunes que tanto envuelven la realidad del
PAN le impedirán su auténtica comprensión.

Antes de que lo haga, el lector debe estar enterado que el libro que tiene en sus manos es
producto de un proyecto de investigación denominado: "El sistema organizativo de los partidos
políticos en México: un estudio del Partido Acción Nacional, Partido Revolucionario Institucional y
Partido de la Revolución Democrática", del cual soy responsable. Dicha investigación es
desarrollada en el Centro de Estudios Políticos de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la
Universidad Nacional Autónoma de México. Hubiera sido difícil llevarla a cabo y dar a conocer lo
que hasta ahora se ha producido en ella sin los auspicios del Programa de Apoyo a Proyectos de
Investigación e Innovación Tecnológica (PAPIIT) de la Dirección General de Asuntos del Personal
Académico de la propia UNAM.

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La institucionalización es la etapa de consolidación organizativa de un partido. El nivel


alcanzado se aprecia tanto por "el grado de 'autonomía' respecto del ambiente", es decir, del
escenario político o económico en el cual actúa el partido, como por "el grado de sistematización,
de interdependencia entre las distintas partes de la organización". Los indicadores de una
institucionalización fuerte son: 1) la presencia de una burocracia central fuerte; 2) la
homogeneidad entre los órganos internos de un mismo plano; 3) múltiples y regulares fuentes de
financiamiento; 4) relación de predominio con otras organizaciones; 5) congruencia entre los
estatutos y la estructura de poder real.?

En estas líneas se estudian cuatro rasgos del proceso de institucionalización organizativa del PAN
en el periodo 1988-2000: a) el tipo de burocracia con que cuenta; b) la homogeneidad estructural;
c) las fuentes de financiamiento y c) las relaciones que el partido sostuvo con los gobiernos
correspondientes. La escasez de datos para abordar los primeros de manera profunda impiden
que haya un resultado contundente; pero en el caso del cuarto, hay información suficiente para
señalar el fortalecimiento del partido, particularmente desde 1988.3En otros capítulos de esta
obra abordamos tres elementos más para evaluar la institucionalización del partido: las
características de su coalición dominante, el tipo de estructura interna y las tendencias de su
participación electoral.

1 Profesor de tiempo completo adscrito al Centro de Estudios Políticos de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la
UNAM. Correo electrónico: freveles@correo.unam.mx. Agradezco a Soledad Loaeza, Luis Javier Garrido, Jaime Cárdenas, José Luis
Tejeda, Octavio Rodríguez Araujo, José Raymundo García, Leonardo Valdés, Guillermina Baena, Gabriel Corona y Carmen Solórzano las
críticas y comentarios que hicieron a una primera versión de este documento. También manifiesto mi gratitud a Rene Torres-Ruiz,
Antonio Alejo, José Javier Rodríguez y Fabiola Jac-queline García Raya (becarios del proyecto) por su colaboración en la recolección de la
información hemerográfica correspondiente al periodo 1995-2000.

2 Panebianco, Angelo, Modelos departido, Madrid, Alianza, 1990, p. 118-125.


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De antemano debe señalarse que la institucionalización no es un proceso que ocurra de una vez y
para siempre. El periodo a analizar comienza en 1988 porque en ese año de elecciones
presidenciales el partido da muestra de su consolidación al manifestarse como fuerza política
fundamental, producto de su inserción en no pocas regiones del país; por el predominio de una
fracción pragmático gradualista sin la fractura de su coalición dominante; por su capacidad por
adaptarse al adverso entorno político y al establecer relaciones diferenciadas con sus principales
adversarios; por la aceptación del financiamiento público; por su papel protagónico en el
funcionamiento del Congreso de la Unión.

El periodo culmina en el año 2000 porque el ascenso al poder señala una nueva fase de desarrollo
del sistema organizativo. El cambio en la composición de su coalición dominante, la nueva relación
entre el partido y el presidente de la República, sus relaciones con actores políticos como la iglesia
católica y los empresarios, sus mayores recursos económicos, su papel como gobierno en el plano
federal (que le brinda la oportunidad de hacer llegar su programa a todos los rincones del país),
son todos ellos frentes de acción que el partido había explorado poco y que podrían llevar por otro
derrotero al partido como organización.

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‰ Analizando el sexenio 1988-1994, Soledad Loaeza señala que: "[...]En el periodo se afianzaron la autonomía, la continuidad de la
organización y la vocación de continuidad del partido, el cual entonces logró superar la debilidad que en el pasado permitía que se
convirtiera en instrumento de grupos de interés particular, como los empresarios o los católicos militantes. Después de 1988 la identidad
del PAN dejó de depender de actores externos y hasta cierto punto ajeno a sus propios fines. Aprendió a actuar conforme a una lógica
propia, diseñó estrategias y definió acciones a partir de un objetivo bien preciso, el mismo que el de todo partido político: la conquista
del poder". Loaeza, Soledad, El Partido Acción Nacional: la larga marcha, 19‰9-1994. Oposición leal y partido de protesta, México, FCE,
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p. 40‰.
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De acuerdo con el esquema teórico de AngeloPanebianco, mientras más crecimiento
experimente un partido político, más necesidades tendrá de carácter técnico para mantenerse
como organización. El desarrollo de un partido se expresa en una mayor participación electoral, en
un incremento en el número de militantes, en el mejoramiento y la multiplicación de los medios
de comunicación internos, en la definición de nuevas reglas que regulen las relaciones entre la
creciente membresía e inclusive en la indispensable capacitación de los representantes del partido
que al ganar comicios se convierten en gobernantes o en funcionarios públicos.

En un proceso de institucionalización como el del Partido Acción Nacional, la


profesionalización de los cuadros dirigentes acontece antes de que se dé el crecimiento electoral;
es su antecedente directo

El fenómeno de maduración que vive el PAN no se debe exclusivamente al auge electoral


de los ochenta en el norte de la República, ni a la participación y colaboración con el partido de
parte de ciertos miembros del empresariado nacional, ni mucho menos a la relación que
estableció con el gobierno a partir del sexenio 1988-1994. Lo mismo sucede en el caso de la
conformación de una burocracia cada vez más especializada. Sin duda, la obtención de triunfos, las
aportaciones de los empresarios recién militantes y primordialmente el financiamiento público,
profundizaron esta característica del partido. Fue la base para el crecimiento que tendría sobre
todo desde principios de los noventa.4

En la gestión de Abel Vicencio se emprendió la tarea de resolver la necesidad de


profesionalizar a los cuadros panistas, pero muy poco se avanzó en esos años. Cuando Pablo
Emilio Madero tomó posesión de la presidencia nacional en 1984 esa fue una de sus
preocupaciones. Al mismo tiempo trató de impedir que tal profesionalización transformara al
partido en una organización carente de mística de parte de sus agremiados y principalmente de
sus cuadros dirigentes.5

En la administración maderista, solamente había dos personas dedicadas de tiempo


completo al partido en el Comité Ejecutivo Nacional, lo cual era una muestra de la debilidad
organizativa de entonces.6 De algún modo ello contribuyó a que las dirigencias locales se sintieran
carentes de apoyo de parte del CEN frente a los embates del gobierno en elecciones estatales. Si la
dirigencia estaba desprovista de profesionales, de medios de comunicación fluidos y, por
supuesto, de recursos, era natural que los panistas locales se sintieran poco respaldados por sus
dirigencia nacional.

åUn dato significativo que salta a la vista es que hasta principios de los años ochenta el partido logró tener un local propio. Por más de
cuarenta años la organización no había sido capaz de hacerse de algo tan esencial para sus actividades a pesar, incluso, de que
comúnmente se le tachara como un partido de la burguesía.
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Los empresarios que ingresaron al PAN y aportaron un caudal importante de recursos


pasaron a ser los principales dirigentes (aunque fugazmente). Como consecuencia, durante la
gestión de Madero fue notorio el declive y aislamiento de la dirigencia nacional y el vigor de
ciertos núcleos de dirigentes locales, especialmente del norte del país.

El desarrollo más importante en cuanto a conformación de una burocracia ejecutiva


fuerte, con profesionales, con especialistas, con expertos en su quehacer partidista, aconteció
durante la gestión de Luis H. Álvarez [1987-1993]. El progreso natural fue acelerado desde el
momento en que comenzó a recibirse el financiamiento público, a finales de 1988.

La organización de los propios comités ejecutivos muestra los cambios en la división del
trabajo de los dirigentes, si se compara la estructura formal del CEN de Pablo Emilio Madero
[1984-1987], el de Luis H. Álvarez [1987-1993] y los siguientes de Carlos Castillo Peraza [ 1993-
1996], Felipe Calderón Hinojosa [ 1996-1999] y Luis Felipe Bravo Mena [1999-2002].

En 1990, cuando Álvarez iniciaba su segundo periodo al frente del partido, en lo referente
a la Secretaría de Administración y Finanzas se apuntaba:

Esta secretaría se propone [...] profesionalizar el trabajo del partido, duplicar los ingresos
en términos reales, apoyar la estructura económica de los comités [...], descentralizar la asignación
de recursos de la Comisión de Financiamiento Público, solucionar en forma definitiva las
necesidades de espacio físico del Comité Nacional.7

Estas preocupaciones son trascendentales* para el propio desarrollo de la organización.


Inclusive en un terreno estrictamente administrativo, la profesionalización está presente. Los
organigramas son elocuentes al respecto.

Un dato relevante en este rubro es el de que, antes de 1988, pocos miembros del CEN
recibían remuneración económica del partido. En realidad ni Madero ni Alvarez cobraron como
presidentes nacionales. Por otro lado, unos cuantos dirigentes se habían dedicado al desempeño
de actividades específicas. Quizá el único ejemplo al respecto sea Gerardo Medina Valdés, quien
fungió como director de la revista La nación a lo largo de muchos años.

En 1986, el CEN del PAN tenía una nómina de 56 empleados, entre dirigentes y personal
administrativo. En 1995, la planta de empleados del CEN fue la más nutrida de muchos años, con
lo cual se manifestaba el grado de avance en la profesionalización de la burocracia ejecutiva del
partido, como se aprecia en el siguiente cuadro.

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· Entrevista con Pablo Emilio Madero, 12 de diciembre de 1992.


ÎEntrevista con Gustavo Vicencio Acevedo, 20 de octubre de 1995
r PAN, "CEN. Periodo 1990-199‰", Mimeo, p. 10.

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Con base en esta información es destacable el hecho de que casi la mitad del personal del
CEN perteneciera al partido. Era sustancial la presencia de los militantes, muchos de ellos aun
voluntarios para el trabajo en tal órgano. A diferencia de algunos años atrás, la dirigencia nacional
se apoyaba cada vez más en el trabajo de las personas que percibían remuneración económica.

Un aspecto igualmente importante es el de la preocupación que los dirigentes han


mostrado por analizar seriamente la situación del país y del partido mismo. Esto explica la rápida
evolución de su Secretaría de Estudios, inicialmente pensada como centro de capacitación, y la
posterior constitución de dos fundaciones: una llamada Rafael Preciado Hernández y otra llamada
Miguel Estrada Iturbi-de. Mientras la primera se encarga de realizar estudios de diversa índole
para toda la estructura del partido y para sus gobernantes, la segunda se ha especializado como
asesora de los grupos parlamentarios panistas.

Fue Carlos Castillo Peraza quien comenzó estas tareas bajo la presidencia de Alvarez. En la
actualidad el partido cuenta con análisis generales y particulares, coyunturales o de largo plazo
referentes a aspectos claves para su actuación política, que sirven tanto a dirigentes nacionales y
locales como a candidatos a puestos de elección de cualquier nivel. Desde 1994 las plataformas
electorales federales han sido producto, primero, de la mencionada secretaría y, después, de la
labor conjunta entre la misma y las dos fundaciones.9

Tal vez poco significativos, pero otros datos que a fin de cuentas revelan la preocupación
de la dirigencia tanto de contar con una burocracia ejecutiva eficaz como el monto del
financiamiento es que desde mediados de los noventa todos los comités estatales y los comités
municipales más importantes contaban con fax y que desde entonces se tuvieran

-Jesús Ramón Rojo, tesorero del CEN en 1988, indicó que en sus oficinas centrales el PAN tenía una nómina de 56 empleados, entre
directivos y personal administrativo. Su nómina neta en efectivo, ya sin impuestos, as-cendía a ‰5 millones de pesos mensuales. Por
reglamento el sueldo míni-mo a los empleados panistas era 15% mayor al salario mínimo nacional. Todo el personal estaba afiliado al
IMSS y recibía una gratificación anual equivalente aun mes de sal aiio y prima vacacional. De acuerdo con los estatutos, todos los
funcionarios públicos debían entregar un porcentaje de sus ingresos al partido. Los diputados del Distrito Federal entregaban el ‰‰% de
sus dietas; los que viven en provincia, el 2‰%. Proceso, ‰1 de octubre de 1988, p. 8.

Un ejemplo muy sencillo de esta actitud fue la creación de CED1SPAN (Centro de Documentación e Información sobre el PAN) y, luego,
la elaboración de un Prontuario, sumamente útil para quien desee conocer los datos más relevantes de la organización.

"Informe del Presidente Nacional del partido al LXIV Consejo Nacional, 28 de agosto de 1994", en PAN, La victoria cultural..., pp.
299-‰01.
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los medios de comunicación necesarios para que en caso de elecciones locales y federales se
enviara información vía satélite desde el lugar en que ocurrían los hechos a todos los comités
panistas del país.

Al parecer, la profesionalización de los dirigentes corrió paralela al crecimiento del


financiamiento, que sufrió un cambio sensible con la aceptación del subsidio legal a que tenía
derecho Acción Nacional por ser un partido político con registro.

Castillo Peraza impulsó un Programa de Redimensionamiento para profesionalizar a la


organización. Si bien ya existían antecedentes, con el programa se buscó maximizar las cualidades
del partido y hacerlo más eficaz para la lucha por el poder. En reiteradas ocasiones este dirigente
panista señaló la urgencia de alcanzar ese objetivo porque la misma competencia electoral lo
exigía. Con el redimensionamiento se plantearon como metas las de la consolidación de los
órganos de base, poniendo atención a los comités municipales y formando seccionales o incluso
de manzana; asimismo se creó un moderno sistema de comunicación "directa e inmediata" al
interior de la organización para lograr la vinculación horizontal y vertical de los militantes y sus
dirigentes; se instruyó a los mandos medios capacitados en la "sociología del voto", para poder
planear y desarrollar mejor las tareas electorales; se atendió a los estados, a las regiones, con
todos los recursos con los que se contaba.10 Con todo esto, Acción Nacional mostraba
abiertamente su preocupación por ratificar su vocación de partido por la toma del poder y, en
términos generales, se mostraba atento a continuar con su institucionalización organizativa.

Castillo Peraza fue el dirigente que mayor atención concedió a la modernización de la


organización. Su postura se basaba en la idea de que la lucha electoral se iba a dar más en el
terreno organi-zacional que en el ideológico, por la cercanía que las posiciones partidistas habían
llegado a manifestar en nuestro país y en muchos otros países del mundo. La eficiencia
organizacional era vista como una necesidad para el máximo dirigente panista, pues solamente
contando con ella se lograría garantizar la voluntad de los ciudadanos expresada en las urnas.

La semejanza de propuestas económicas, sociales y culturales tiende, y tenderá, a ser cada


vez mayor [...] La lucha será, en camino hacia el año 2000, de tipo organizacional, es decir, de
eficiencia para conseguir el voto y defenderlo, de decencia y de eficacia en el ejercicio del poder
cuando éste se consiga, y de posicionamiento, no sólo de imagen, sino real-ético-político.11

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11 ídem.
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Otro rasgo de un partido fuertemente institucionalizado es la homogeneidad estructural.


Para poder medirla es preciso utilizar varios elementos, entre los cuales fundamentalmente
encontramos el voto a favor del partido y el número de militantes existentes en el plano
geográfico. En este apartado hacemos énfasis en el notable crecimiento de la militancia panista en
los últimos años y, al mismo tiempo, destacamos las regiones donde cuenta con mayor presencia y
aquellas donde resulta francamente escasa.

El PAN distingue en sus Estatutos a dos tipos de miembros: el activo y el adherente. Una
de las metas de la dirigencia encabezada por Carlos Castillo Peraza (1993-1996) fue la elaboración
de un padrón confiable de los miembros activos. El resultado de este arduo trabajo fue sintetizado
en el siguiente cuadro, con datos de 1989 a 1994.
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Sin contar con datos del periodo 1996-2001, de cualquier forma el crecimiento panista es
evidente hasta 1994. Después de la elección presidencial de ese año el partido realizó una re-
afiliación nacional que incluyó también a los miembros adherentes. Los datos por entidad por año
en el periodo 1995-2000 no han sido dados a conocer. Para este estudio solamente se obtuvieron
las cifras vi-gentes en enero del 2001 y los datos globales número de activos y adherentes. En la
medida en que los datos de 1994 y los más recientes no muestran gran diferencia, a continuación
se manejan los datos de ambos años para presentar un panorama de la presencia panista en la
República Mexicana.

En el padrón interno el ascenso del número de militantes es la tendencia. Baste señalar


que en seis años el partido aumentó en más del doble su membresía. Esto expresaba un acelerado
crecimiento si además tomamos en cuenta que siempre había sido una organización de cuadros
(con afiliación individual) y no de masas.

Si vemos la presencia de Acción Nacional en los estados en ese periodo, la membresía


estaba concentrada en los estados de Sinaloa, Chihuahua, Jalisco, Guanajuato, Durango, Puebla y
Distrito Federal, que permanecieron con una militancia por encima de la media nacional por año.
En los primeros cuatro años Veracruz, Estado de México y Oaxaca están ubicados en ese conjunto.
El segundo solamente en 1993 no superó el promedio anual. Por otro lado, Sonora, San Luis Potosí
y Yucatán son entidades cuya membresía activa está por encima de la media en los últimos años.
Para enero del 2001, Jalisco contaba con el 10% de los afiliados, y junto con otros siete estados
aportaba al 50% de la militancia (Chihuahua, Estado de México, Guanajuato, Puebla, Nuevo León,
Sinaloa y Durango).

Durante el periodo 1989-1994, Baja California, Nuevo León, Coahuila y Guerrero


estuvieron dos años en este rango, sin que hubiera una tendencia definida para ellos.

Sorprende, por un lado, que Baja California (gobernado por el PAN en esos años) no apareciera a
lo largo del periodo. También es curioso que Veracruz, Guerrero y Oaxaca aparezcan. En esta
tercia de estados el partido no ha conseguido más que algunas victorias locales y la fuerza
electoral de) PRI en ellos era contundente. Mi-choacán únicamente se cuela en 1992 en este grupo
de estados de militancia numerosa.

En el lado opuesto encontramos a la mayoría de las entidades. En ningún año se llegó a


sobrepasar el número 13 en cuanto a estados con membresía por arriba del promedio. Para el
2001 solamen-ic ocho lo superaban.
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Los estados con escasa membresía eran: Quintana Roo, Baja ('alifornia Sur, Tabasco,
Campeche, Hidalgo, Morelos, Nayarit y I I;i \cala. Colima y Chiapas contaban también con muy
poca mem-lui-sía, así como Aguascalientes en los últimos cuatro años. Queré-i.uo en 1992 se
estancó y Zacatecas aparecía entre los 10 estados con menor número de afiliados.

Para el 2001, Campeche, Quintana Roo, Aguascalientes, Morelos y Nayarit siguen sin
contar con muchos panistas, pese a que el partido gobierna Aguascalientes desde 1998.

Si vemos las cifras por entidad, encontramos fenómenos significativos. Por ejemplo, en
San Luis Potosí el salto es de 300% de Í992 a 1993. Ello no ocurre en otro estado. Sin embargo,
para el 2001 el dato de afiliación es semejante a 1994.

En Baja California, el PAN duplicó su número de miembros entre 1990 y 1991, pero se
estancó entre 1993, 1994 y 2001.

En el caso de Chihuahua, de 1992 a 1993 casi duplicó sus números y al año siguiente
aumentó en casi un tercio más. Pero su caída es grande pues pierde alrededor de 5 mil miembros.
La pérdida de la gubernatura en 1998 es al mismo tiempo causa y efecto de este descenso del
padrón partidista.

Guanajuato incrementó en más del doble su militancia de 1990 a 1991, y de éste al


siguiente casi la duplicó otra vez, aunque para el 2001 su cifra indica un descenso probablemente
debido a que Vicente Fox dejó la gubernatura en 1999 para dedicarse de lleno a su campaña
presidencial.

Jalisco dobló sus números de 1990 a 1991 y de 1992 a 1993 lo volvió a hacer. Para el 2001
es la principal fuente de recursos humanos para la organización.

En Sonora aumentó más del doble de 1990 a 1991. Al año siguiente subió casi el doble de
nuevo, para disminuir seriamente hacia el 2001, a causa de un agudo conflicto interno que implicó
la renovación de la dirigencia local por decisión del CEN en el año de 1998.

En Sinaloa el partido creció constante hasta 1993. En 1993 decayó un poco. Esto puede
deberse a que los panistas sinaloenses no apoyaron la candidatura presidencial de Diego
Fernández de Cevallos en 1994. De cualquier forma la afiliación siguió decayendo hasta el año más
reciente.

Yucatán, cuyos datos no aparecen en los tres primeros años, experimentó un crecimiento
de más del doble de su membresía de 1992 a 1993, pero se redujo al año siguiente. Durango se
mantuvo como centro de militancia relevante, y se detectaba un salto en sus cifras de 1992 a
1993, pero después se estancó. En Puebla hubo un incremento sustancial de 1991 a 1993, pero
después se estancó. Guerrero parecía tener un incremento constante a lo largo de estos años.
Pero fue superado ampliamente por los casos del Estado de México, Nuevo León, Veracruz y
Tamaulipas.
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Michoacán fue creciendo y alcanzó su mayor número en 1992, pero disminuyó al año
siguiente, aunque después se recuperó para subir significativamente hacia el 2001.

En Oaxaca y Querétaro hubo estancamiento, en tanto que en Veracruz hubo una


reducción de 1989 a 1990; después creció hasta el 2001.

Es significativo que el Distrito Federal no fuera el bastión principal de Acción Nacional en


estos años. De hecho, en 1993 y 1994 se encontraba en el décimo lugar de entre los estados con
mayor número de panistas. En el 2001 la situación era peor pues se ubicaba el 15° lugar.

Para las entidades con pocos militantes, las elecciones federales de 1991 constituyeron
una base importante para la afiliación. En el resto, al parecer, fueron más determinantes los
respectivos años de comicios locales pues en cada uno el incremento al año siguiente es claro.

De los datos del 2001 cabe destacar el importante número de afiliados en los estados de
Jalisco, Guanajuato y Nuevo León, donde cuenta con la gubernatura de dichas entidades. También
son importantes sus números en Chihuahua, Estado de México, Puebla, Sinaloa y Durango pues
representa una fuerza real por las Alcaldías que tiene en su poder y el número de diputados
locales Con que cuenta. Por otro lado es relevante mencionar que Aguascalientes tiene una exigua
presencia panista, pese a contar Con la gubernatura y otros importantes espacios de poder local.
Sobresale el estancamiento en Baja California y Querétaro (gobernados por el PAN), así como el
incipiente crecimiento en Nayarit y Morelos.

Si se toman en cuenta los miembros adherentes la tendencia es ascendente:

De ser 46 mil 165, pasaron a ser 437 mil 801 en el año 2000. No obstante, la distribución
geográfica de este tipo de membresía es semejante a la de los activos: para enero del 2001 la
mitad de ellos se ubicaba en siete entidades: Estado de México, Veracruz, Jalisco, Oaxaca, Distrito
Federal, Michoacán y Puebla, entidades que (a excepción del Distrito Federal) se destacan por una
importante inserción del panismo en el ámbito municipal o en la composición de los congresos
locales respectivos.

El incremento de miembros no se ha dado: de un total de 141 490 en 1994, el partido pasó


a contar con solamente 158 354 a principios del 2001. Si se toman en cuenta activos y adherentes
la suma es de 596 mil 155 miembros, equivalentes al 1% del padrón electoral de nuestro país (cuya
lista nominal de electores asciende a 58 millones 793 mil 522 ciudadanos en edad de votar). La
mayoría de los miembros pertenece al sexo masculino pues solamente el 41.6% son de sexo
femenino; la mayoría son ciudadanos adultos (únicamente el 16.8% son menores de 26 años).

Los estados con escasa inserción panista coinciden con la falta de una estructura de
organización adecuada. A pesar de los triunfos, siguen siendo pocos los estados que cuentan con
muchos militantes para llevar a cabo eficazmente el trabajo partidista. No obstante el notable
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crecimiento, el número de miembros es reducido si se toma en cuenta el total de empadronados


que hay en el país.

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El PAN se destaca de sus adversarios electorales por ser el único partido que durante
muchos años se opuso al establecimiento legal del financiamiento público para sus actividades
electorales, hecho que se dio en lareforma electoral de 1977. Por más de una década el partido se
negó a recibir recursos salvo papel y cartulinas para sus tareas de proselitismo electoral. La
discusión radicaba, según los panistas, en dos cuestiones: en primer lugar, el grado de
dependencia política que podría generarse y, en segundo, el otorgamiento de legitimidad a la ley y
al gobierno mismo con la aceptación del apoyo.

Las prerrogativas para los partidos políticos aparecieron en la legislación electoral en 1973.
Entonces se les exentó de impuestos, se otorgaron franquicias postales y telegráficas y también se
les reconoció el derecho a tiempo gratuito en radio y televisión durante las campañas electorales.
En la Ley Federal de Organizaciones Políticas y Procesos Electorales de 1977 se abrió la posibilidad
de que los partidos recibieran dinero para sus actividades y también equipo técnico para su labor
editorial, propagandística y de difusión en los medios de comunicación.

Las reformas a la ley de 1973 no generaron objeciones de parte de Acción Nacional, pues
las prerrogativas no eran entendidas como subsidio y, además, porque no daban margen para la
corrupción. Pero en 1977 lo establecido en la ley sí fue motivo de discusión en las filas panistas.
Inclusive la decisión del CEN (con Abel

Vicencio como líder nacional) de aceptar papel y carteles suscitó un conflicto interno.
Cuando el partido ya había rechazado el financiamiento, el CEN no consultó al Consejo Nacional
sobre la .11 optación de dicho material. El conflicto derivó en la renuncia de i natío panistas a las
candidaturas para obtener diputaciones plurinominales; entre ellos estaban Manuel González
Hinojosa, dos veces presidente del partido, y Jesús Martínez, quien renunció a la candidatura y a
su militancia en la organización.

El CEN recibió el respaldo de la Comisión Permanente del Consejo Nacional, el cual ratificó
el rechazo al subsidio y su aceptación del papel y los carteles.

El asunto no fue debatido otra vez sino hasta 1987, luego de que la LFOPPE fuera
sustituida por el Código Federal Electoral. Esta ley fue rechazada en lo general por el PAN; en lo
correspondiente al financiamiento, sin embargo, percibió con buenos ojos el que se definiera un
procedimiento explícito para distribuir los recursos. A diferencia de la anterior ley, en la cual esa
cuestión quedaba en manos de la Secretaría de Gobernación, el Código señalaba que para la
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definición de los montos del financiamiento era necesario tomar en cuenta costos de campaña,
número de candidatos y votos obtenidos.

En 1987 el presidente del CEN puso a debate en el Consejo Nacional la aceptación o el


rechazo al financiamiento público. Las posiciones versaron sobre si era ético aceptar el subsidio en
una época de precaria situación económica de la sociedad mexicana, aunque algunos apuntaron
que este asunto no tenía nada que ver con la moral. También se dijo que el financiamiento era
legal y que debía aceptarse; otros argumentaron que podría ser legal sin ser legítimo. No fueron
pocos los que demandaron la aceptación haciendo hincapié en las carencias de infraestructura
partidista. Pero hubo también quienes manejaron la idea de que, más que recursos, se necesitaba
trabajo organizado y sistematizado.

En el centro de la polémica estaba la dependencia que hubiese implicado la aceptación del


financiamiento. Se habló de la imagen

"pulcra" de Acción Nacional y de la forma en que esos recursos podrían subordinar a la


organización frente a los ojos de los electores. En una reunión regional previa al Consejo, Carlos
Castillo Peraza afirmó:

Aceptar los recursos públicos, por una parte, disminuiría la autoridad moral de Acción
Nacional y, al hacerlo, mermaría la capacidad de convocatoria y de liderazgo de la sociedad [...]
por otra parte, la aceptación de esos recursos [...] le daría al régimen al menos algo de la autoridad
moral que no tiene.

En mayo de 1987 el Consejo Nacional decidió rechazar el subsidio por una cerrada
votación (68 a 58 votos). En ese entonces el tesorero Pedro Arellano informó que el presupuesto
anual del partido sumaba unos 510 millones de pesos, constituidos con aportaciones de 20 mil
socios, el 30% de las dietas de los diputados y las rifas públicas.13 Resulta curioso que entre los
dirigentes nacionales de la época hubiera diferencias pues mientras que José Ángel Conchello y
José González Torres sustentaron la propuesta ganadora, Bátiz y Madero argumentaron en favor
de aceptar el subsidio.

A finales de 1988 el Consejo se reunió y deliberó nuevamente sobre este asunto


acordando una posición positiva: cien consejeros votaron por aceptar el subsidio y 66 por
rechazarlo; solo hubo una abstención. Lo que más pesó en esta decisión fue el conjunto de
necesidades que la estructura organizativa requería a causa del franco desarrollo que parecía
tener. Su orientación electoralista influyó en forma determinante en esta postura. Con ello el
partido alimentaba su consolidación interna.

Sin embargo, los recursos financieros tuvieron sus efectos negativos en 1992, cuando los
integrantes de la fracción interna denominada "Foro Doctrinario y Democrático" indicaban que si
había miembros del CEN que percibieran salario, esto comprometía su voto con el presidente
nacional. Asimismo, el sonorense Adalberto Rosas, precandidato a la presidencia de la República
en 1993, indicó que con el financiamiento público únicamente se favorecía a la burocracia interna.
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Esta es una de las consecuencias negativas que puede haber en los partidos en general, y
tal vez la más grave sería la del desplazamiento de la auténtica militancia por la de la militancia
clientelista. pero este es un problema para todos los partidos y no sólo para Acción Nacional.

Debido a la férrea oposición de un sector de los dirigentes a la aceptación del "subsidio",


desde un principio este asunto se trató con mucha delicadeza. El manejo de los recursos recayó en
una Comisión de Financiamiento Público que depende del Consejo Nacional, no del CEN. Se creó
un reglamento para ello y, lo más relevante, se acordó que los nuevos ingresos se utilizarían
principalmente para fortalecer la estructura orgánica de los comités estatales. A principios de
1995, Carlos Castillo afirmaba que:

[...] el 60% (del financiamiento público) va a los comités estatales, el 24% al CEN, 15% a la reserva
para campañas federales y 1% para gastos de administración".14

Las cuotas son otra fuente de recursos para el partido. Aunque voluntarias, su monto es de
medio día de salario mínimo vigente. La mayor parte de financiamiento por este rubro proviene de
los panistas que han logrado cargos de elección popular, los cuales están obligados a aportar
cierto porcentaje de su salario para el partido. En la actualidad la distribución de los ingresos por
cuotas está definida de la siguiente manera:

MMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMM?

12 La nación, 15 de abril de 198r, p. 25.


1‰ Proceso, 4 de mayo de 198r, p. ‰‰.
14 Carlos Castillo, "Informe 1991-1995 ante laXVIAsambleaNacional". 18 de marzo de 1995, en Palabra, No. 32, abril-junio de 1995, p.
34.

Fuente: PAN, Reglamento de las relaciones entre el PAN y los funcionarios públicos de elección postulados por el PAN,
1991, arts. ‰1 y ‰2.

Los panistas han logrado mantener una sana administración de sus recursos a lo largo de
este tiempo que han vivido con subsidio legal. Inclusive, en una acción sin precedentes, han
devuelto en dos ocasiones otras tantas sumas de recursos que según el partido no les
correspondían. El PAN rechazó los montos de financiamiento público suscritos en la reforma del
Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales (COFTPE) de 1996. Entonces pretirió
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quedarse únicamente con lo que según su propuesta le correspondía para final-mente devolver el
excedente a la máxima autoridad electoral.

El financiamiento, el crecimiento de la membresía, el número de funcionarios públicos, de


gobernadores, diputados, senadores y asambleístas multiplicaron los recursos, antaño basados en
cuotas, donativos y en la recolección de los sorteos y rifas. Hoy el PAN cuenta con diversas fuentes
de financiamiento y el subsidio legal no fue medio de control del gobierno sobre el partido.

La aceptación del financiamiento público fue una garantía para los panistas de viejo cuño
de que los nuevos militantes de extracción empresarial no lograrían controlar al partido gracias a
su capital. Esto significó independencia del CEN frente al pujante panismo norteño. Este había
ingresado al partido asumiendo el papal protagónico en las campañas electorales locales. En razón
de sus amplios recursos, se había desentendido de las directrices del CEN y, al mismo tiempo,
logró paulatinamente ingresar a los cargos de dirección más importantes dentro del PAN.

La multiplicación de las fuentes de financiamiento y, más bien, la aceptación del subsidio


legal en una época de crecimiento electoral, estimularon cuatro rasgos característicos del partido:

ͻ? La profesionalización de su burocracia ejecutiva, principalmente, y de sus militantes,


quienes en buena medida siguen realizando su labor de proselitismo y organización sin
contar con una compensación económica pero con mayor capacitación;
ͻ? La realización de campañas electorales técnicamente eficaces, con aprovechamiento al
máximo de los relativamente abundantes recursos;
ͻ? La paulatina moderación y posterior aislamiento de los empresarios panistas de
reciente ingreso, quienes vieron disminuida su influencia en función de su peso
económico en la actuación panista;
ͻ? La conservación de la autonomía de la dirigencia frente al gobierno.

Más que un riesgo, la aceptación del financiamiento público representaba para el PAN la
confirmación de que, aun con él, la organización era independiente del gobierno. En México la
existencia de ciertos partidos subvencionados por el gobierno en forma ilegal y la atribución
estatal de conceder registro y financiamiento a los que consideraba como partidos a pesar de no
serlo del todo, daban argumentos al PAN para negarse a recibir el subsidio legal. El manejo claro y
transparente de los recursos representó para el partido la oportunidad de confirmar tanto su
independencia económica respecto del régimen como la posibilidad real de ejercer legítimamente
esa prerrogativa.

En 1997, Acción Nacional dio otra muestra de su postura legalista respecto del financiamiento
público al regresar recursos públicos destinados originalmente para las campañas electorales de
ese año. Según la dirigencia del PAN, el cálculo hecho por la autoridad electoral fue erróneo y se
otorgaron grandes cantidades de dinero a los partidos para financiar las campañas de candidatos a
senadores de la república. De suerte que Acción Nacional hizo su propio cálculo, devolviendo el
38.5% de lo que originalmente se le concedió, equivalente a 45 millones 630 mil 449 pesos.15
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El tema de los recursos públicos para los partidos tiene estrecha relación con el de las
relaciones entre el gobierno y los partidos en general, asunto que trataremos en el siguiente
apartado.

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En nuestro país, el gobierno ha sido factor determinante en el tipo de sistema de partidos
que tenemos. Por si fuera poco, en muchas ocasiones ha jugado un papel sustanti-vo en la vida de
cada uno de los partidos políticos. Por mucho tiempo el gobierno controló sin cortapisas los
procesos electorales, convirtiéndose en factor esencial de los triunfos de su partido, el PRI. Hoy es
un hecho conocido y aceptado por todos que la ley obliga a cualquier organización a buscar su
registro legal, so pena de no participar ni en los comicios ni en el reparto del subsidio oficial.

En el periodo de hegemonía del PRJ había partidos que simulaban ser de oposición.
Mientras que en sus documentos y en algunas de sus declaraciones públicas hacían gala de
extremistas, en la práctica adoptaban posiciones sin duda favorables al régimen: campañas
electorales para dividir el voto, ataques a auténticos partidos alternativos, simulación de
posiciones antisistema, sirviendo como espacios de consolación para priistas afectados por su
partido, recibiendo apoyos ilegales y hasta curules en la Cámara de Diputados. Fueron los casos
del Partido Popular Socialista, el Partido Auténtico de la Revolución Mexicana, el Partido del
Frente Cardenista de Reconstrucción Nacional y, en menor medida, el Partido Verde Ecologista de
México y el Partido del Trabajo.

El PAN estuvo lejos de ser un partido con este perfil. No hay datos fidedignos que
demuestren dependencia financiera respecto del gobierno. Tampoco el que se le hayan otorgado
triunfos electorales sin sustento popular y legal de por medio. La oposición panista fue, hasta su
crisis de 1975-1976, funcional al sistema político: intervenía en elecciones, esto es, presentaba
candidatos y realizaba campañas aun a pesar de sus constantes derrotas. También fue persistente
en su manejo de un discurso contestatario (anti gobierno y anti PRI). Acción Nacional, en los
hechos, era una oposición funcional al sistema político: de discurso crítico pero de acción legal,
limitada y circunscrita a la arena electoral.

Su perfil poco competitivo fue lo que impidió su pleno desarrollo como opción electoral.
Aunado a ello, el carácter autoritario del sistema electoral y de partidos fue un obstáculo
insalvable para el partido de ciudadanos llamado PAN. Las determinantes externas contribuyeron
a su limitado nivel de competitividad y, por lo tanto, a su falta de consolidación organizativa.

La situación cambió en los ochenta. El PAN emprendió su crecimiento pleno como un


partido profesional-electoral, buscando expresamente el poder político.16

MMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMM?

· La nación, 1 de marzo de 199r.


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Estimulado por la apertura inicial del gobierno de Miguel de la Madrid, Acción Nacional
luchó denodadamente por ganar gubernaturas, presidencias municipales, diputaciones locales y
diputaciones federales entre 1983 y 1986. Antes del proceso electoral de Chihuahua en 1986, para
el gobierno, el PAN era uno más de los partidos de oposición. Las reuniones públicas entre estos
actores constituyeron un pequeño espacio de discusión sobre problemas de carácter electoral
aunque, según los panistas, para el gobierno fuesen simples consultas hacia un partido de
oposición. Por ello el dirigente nacional, Pablo Emilio Madero, indicaba en 1985:

En los encuentros con el Jefe del Ejecutivo (noviembre de 1984 y mayo de 1985)
exponemos nuestros puntos de vista uno tras otro, porque hemos dispuesto sólo de 30
minutos para hacerlo.

[...] cuando simplemente se escuchan los planteamientos que uno hace y el encuentro
queda como una visita de cortesía, eso no tiene sentido. Ése no es el verdadero diálogo
que construye [͙]17

En 1986 las contiendas electorales con el PRI y el gobierno en Chihuahua, Durango y Sinaloa
obligaron a una ruptura de relaciones entre el ejecutivo federal y la dirigencia panista. Después de
los comicios de Chihuahua y de la masiva movilización en contra del fraude, los adversarios del
PAN buscaron negociar con el fin de resolver el grave problema político. Las dirigencias local y
nacional y los candidatos panistas se negaron a ello. El CEN condenó de esta forma lo ocurrido:

[...] es evidente que la saña con que se estorbó y falsificó la expresión de la voluntad del
pueblo en Chihuahua fue de tal magnitud, que los resultados electorales fueron
totalmente distorsionados por los votos falsos agregados a las urnas y por los votos
verdaderos que no pudieron ser depositados.

Sólo quienes están acostumbrados a considerar al hombre como un objeto pueden


atreverse a ver el voto como una mercancía.

[...] Para Acción Nacional, el voto del pueblo no es objeto ni está sujeto a negociación.18

Por su parte, Guillermo Prieto Lujan, líder estatal en Chihuahua (quien participó también
en las reuniones que se efectuaron con el Presidente de la República y en particular con el
secretario de Gobernación) dijo: No negociaremos nada. Exigimos la nulidad de las elecciones. En
Chihuahua acordamos no aceptar ninguna diputación ni regiduría de representación proporcional,
porque también sería parte del mismo proceso electoral que repudiamos. Es más, no vamos a
aceptar siquiera el triunfo que se nos reconoció en el ayuntamiento de Nuevo Casas Grandes, ni
tampoco otros triunfos que podría, en marcha atrás, reconocernos el Colegio Electoral. Nuestra
única postura es la anulación de todo el proceso.19

Durante la etapa poselectoral de los comicios chihuahuenses, la dirigencia pidió al presidente


respeto a la legalidad. La Secretaría de Gobernación también intervino pero nada cambió el
supuesto triunfo del PRI en la elección de gobernador.
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Las campañas por la presidencia de la República en 1988 definieron las posiciones al


respecto tanto del gobierno como del PAN. Hubo fuertes críticas de parte de Manuel J. Clouthier,
el candidato presidencial panista, frente a sus contrincantes. Después de la elección, el fraude
complicó la posibilidad de una relación armónica entre estos actores. '

El conflicto llegó hasta la petición de juicio en contra de Manuel Bartlett, Secretario de


Gobernación, y de José Newman Valenzuela, Director del Registro Nacional de Electores, por la
alteración del padrón y de los resultados de la elección federal de 1988.

Como consecuencia de estos comicios cambió drásticamente la ubicación de los partidos


en la arena electoral. El PRI, enarbolando una plataforma abiertamente neoliberal, estuvo a punto
de perder por primera vez la presidencia de la República. El Frente Democrático Nacional,
reclamando la vigencia del nacionalismo revolucionario y aprovechando el liderazgo de
Cuauhtémoc Cárdenas, la división del PRI y la crisis económica, se reveló como una alternativa
para la población.

El PAN, por su parte, con una campaña fuerte, con recursos suficientes, un discurso anti
gobiernista y con una notable similitud en sus propuestas económicas con las del PRI, fue
desplazado del segundo puesto, que tradicionalmente ocupaba desde mucho tiempo atrás.

Ante la agudización del conflicto poselectoral, de cara a la capacidad de movilización que


demostraba el neocardenismo y sacando a relucir su raigambre de partido legal, en el PAN
comenzaron a escucharse voces en favor de la concertación. Por ejemplo, el secretario general,
Abel Vicencio, advirtió:

MMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMM?

Î Panebianco afirma que en los años cincuenta el tipo más generalizado de partido era el burocrático de masas (acepción cuya
autoría pertenece a Maurice Duverger). Pero en la actualidad prevalece el de partido profesional-electoral (el comúnmente conocido
como "catch-allparty"). El mismo desarrollo de los sistemas electorales y la evolución de los sistemas políticos autoritarios hacia
regímenes de democracia representativa provocaron el paulatino deterioro del primer tipo. En la actualidad los partidos están casi
exclusivamente dedicados a la participación electoral más que a la lucha social o dentro de una perspectiva política que trascienda lo
puramente electoral (como antaño pretendieron hacerlo los partidos de masas). Las consecuencias de este fenómeno han sido la de una
especie de "depuración" de los partidos para constituirse en organizaciones estables, sin muchos militantes pero con los suficientes para
intervenir en comicios. Los cuadros dirigentes se han convertido en estrategas electorales, cuya principal meta no es la afiliación de un
cada vez mayor número de miembros, sino la búsqueda de votos. La vida interna es poco activa y poco relevante pues el objetivo
fundamental es la obtención de sufragios para ganar elecciones. De ahí también la importancia de los medios masivos de comunicación
para estos partidos, pues a través de ellos se lleva a cabo la atracción de los electores. Panebianco, Op. cit., p. 26r-2r0.

Madero apuntaba también que "La ley electoral de Sonora, injusta, ha sido motivo de preocupación nuestra. Se lo
planteamos al presidente. El ordenó que se analizara la situación: no se hizo nada[...] En otro caso, hubo una reunión de dirigentes del
PAN en Chihuahua. Ahí se llegó a un arreglo en relación con los auxiliares de la comisión electoral y los representantes en las casillas,
porque la Comisión Estatal Electoral estaba 'amachada' en re- ducirlos a su mínima expresión. Se llegó a un acuerdo en Gobernación: la
comisión electoral se echó para atrás. Pero como que no se logra nada. Se habla mucho pero no se llega a soluciones concretas. En
Coahuila también se habló mucho. Se llegó a algún arreglo a través de negociaciones, en el asunto de Monclova. En Piedras Negras no
se llegó a nada. Preferimos ya no negociar, porque no se obtiene nada". Proceso, 24 de junio de 1985, p. 8.

18 "Declaración del CEN", 10 de julio de 1986,en Proceso, 14 de julio de 1986, p. ‰.


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Tenemos que estar a la altura de las circunstancias. La actividad política depende de los
tiempos que se viven. Si en este caso nuestro proyecto no es el de levantarnos en armas, tenemos
que buscar un camino aceptable para los fines que perseguimos. Sería erróneo adoptar una táctica
de lucha o resistencia que fuera buena por un momento, pero que a la larga resultara inadecuada.
En este sentido, tenemos que pensar a largo plazo y no sólo en lo inmediato[...].20Por su parte,
Bátiz indicaba que la elección ya había sido calificada, independientemente de su legitimidad, y
concluía:

Es una realidad con la que es necesario actuar. El PAN no es un grupo guerrillero, es un


partido político y como tal debe seguir actuando dentro de la ley.

José Ángel Conchello afirmaba:

[...] (El PAN) está obligado a la constitucionalidad. Debe armonizarse la lucha de Manuel J.
Clouthier por sus derechos como candidato y las tácticas del partido por acomodarse a la
nueva realidad política. Estamos ante un gobierno de facto que necesita legitimarse. Aquí
lo único que cabe es la concertación de buena fe.

Ante esta situación y con la plena convicción de que era mejor tener un gobierno ilegítimo
de origen que una inestabilidad política que hubiera causado la anulación de los comicios, el PAN
convocó al diálogo a todas las fuerzas por seguir avanzando en la búsqueda d; democracia y
justicia. Lejos de la hermética actitud del gobierno anterior y ansioso por obtener el
reconocimiento de sus adversarios, el gobierno de Carlos Salinas de Gortari respondió de
inmediato a la propuesta panista. Entonces comenzó una nueva etapa en las relaciones gobierno-
PAN.

Una de las claves que explican el viraje panista fue la notable presencia del
neocardenismo. Es innegable que el partido reconoció como adversario ya no sólo al PRI, sino a
este nuevo contrincante, cuyas propuestas económicas a todas luces diferían sustancialmente de
las propuestas panistas. Por ello el cambio en las relaciones PAN-gobierno ocurrió después de las
elecciones de 1988.

Otro elemento que explica la nueva relación PAN-gobierno fue la privilegiada posición del partido
en la Cámara de Diputados. Al ganar 101 diputaciones de 500, sus votos fueron necesarios para

Proceso, 28 de julio de 1986, p. 4. Es importante señalar que en ese entonces Luis H. Alvarez, candidato a la alcaldía de Chihuahua,
afirmó que en el PAN "hay quienes postulan que debe aceptarse que vivimos en una realidad que nos obliga a mantener relaciones con
el gobierno, lo que conlleva a la necesidad de mantener ciertas formas de conducta; y hay, por otro lado, quienes sostienen que debe
asumirse una posición más enérgica frente al gobierno". Alvarez compartía la segunda posición: "Estoy convencido de que la acción
electoral, por sí misma, en las circunstancias de nuestro país y habida cuenta del sistema político que padecemos, es insuficiente para
lograr los cambios que México requieref...] Haré lo que esté a mi alcance para que se complemente la actividad electoral con otras
acciones parale-las, siempre dentro de la línea de no violencia que hemos marcado [...] He sostenido la necesidad de no constreñimos a
acciones que la ortodoxia marca en los sistemas verdaderamente democráticos. Vivimos en un medio antidemocrático. A partir de este
hecho, no podemos actuar conforme a los cánones que distinguen a los partidos políticos en otros países". Proceso, 22 de diciembre de
1986, p. 20-2‰.
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realizar diversas reformas constitucionales formuladas en principio por el gobierno o por el PRI.
Inclusive esto le permitiría llevar a cabo aportaciones sustantivas en ciertos aspectos de las
reformas constitucionales.

Una clave más de la alianza fue la similitud programática de las propuestas priísta y panista
en el terreno económico. Ciertamente el neoliberalismo impulsado por el gobierno de Salinas fue
criticado por el PAN. Sin embargo, las diversas modificaciones a la Carta Magna que se requirieron
para desarrollar tal proyecto económico fueron sustentadas por este partido.

Según la dirigencia panista, además de triunfos electorales, el partido había conseguido


también una victoria cultural pues muchas de sus propuestas económicas y políticas fueron
llevadas a la práctica por el gobierno. La reducción del gasto público, la venta de paraestatales, la
apertura al exterior, por ejemplo, eran demandas que enarbolaba desde tiempo atrás. Por eso
muchas de las medidas instrumentadas por el gobierno contaron con el aval de este partido
cuando las modificaciones a la Constitución resultaron indispensables.

La primera de las manifestaciones de esta relación armónica fue la reforma a la


constitución en materia electoral, realizada en 1989 y después en la nueva ley electoral que se
formuló en 1990.

El panismo estuvo sin duda de acuerdo con las reformas al artículo 27 constitucional
(conocida como la reforma del ejido), sobre la cual el coordinador de la fracción parlamentaria,
Diego Fernández de Cevallos declaró:

La iniciativa del Ejecutivo federal rectifica rumbos, cambia radicalmente la posición política
del gobierno, recoge planteamientos que se han oído a través de décadas [...] Reconocemos
expresamente lo que significa para el Ejecutivo enviar una iniciativa que pretende romper de cuajo
con mitos y tabúes, que enfrenta directamente a una corrupta burocracia política que ha hecho
del campo desolación, miseria y muerte. El PAN no se suma a ella, la iniciativa toma plantea-
mientas de Acción Nacional."

La reforma al artículo 130 (entre otros) referente a las relaciones Estado-iglesias también
fue vista por Acción Nacional como un logro propio. Lo mismo ocurrió con cambios que se dieron
en el ámbito educativo y esencialmente en cuanto a las reformas electorales realizadas después
de 1990. Enja^ita-siguiente se sintetiza la apreciación de la dirigencia (en vélele Álvarez)<acerca de
tales cambios:

Las reformas (constitucionales) son un avance importante, pero falta perfeccionarlas para
considerarlas satisfactorias. En el caso de las leyes secundarias relativas al artículo 27
constitucional, las consideramos un paso transitorio, incluso reconociendo las modificaciones que
nuestros diputados^-N lograron introducir al proyecto original. En el 130 creemos^-/ que habrá de

20 Proceso, 19 de septiembre de 1988, p. 1r.


21 ídem, p. 19,
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reglamentarse con cuidado lo que serán la actividad, los derechos y las obligaciones legales de las
iglesias. En el caso del artículo 3, todo está virtualmente por hacerse, aunque reconocemos que se
ha dado un importante paso hacia la libertad de educación con sólo despojar a las normas
antiguas del carácter cuasidivino que se les atribuía.

Los principales miembros de la dirigencia panista (como Fernández de Cevallos)


formularon incesantemente un discurso con el que al mismo tiempo que elogiaba los aciertos del
régimen, decían criticar sus errores.

El carácter armónico de la relación fue más notorio en los conflictos que muchos de los
comicios locales generaron. Ahí seguía presente el predominio de las estructuras de dominación
priísta y el acelerado crecimiento de la fuerza electoral del panismo.

La historia partidista del sexenio lleva la marca de los acuerdos pos electorales a los que
tuvo que llegar el PAN con el presidente de la República (que si bien necesitaba de su apoyo,
continuaba teniendo un poder sumamente amplio). No fueron pocas las victorias panistas que en
el pasado carecieron de reconocimiento gubernamental. Así, el reconocimiento de los votos en
favor del PAN fue negociado por la dirigencia del blanquiazul bajo una línea gradúa-lista. Los
interinatos fueron costumbre a partir de Guanajuato, en cuanto a gubernaturas de estado, y en
diversas presidencias municipales. En la medida en que los comicios eran poco confiables, la duda
sobre sus resultados era la base para la impugnación y posterior negociación de triunfos
generalmente parciales; así, Acción Nacional aceptó interinatos propios pero con una fuerte
influencia del PRI o del gobierno en ellos.

A lo largo del sexenio pasado el partido optó por aliarse con el poder ejecutivo federal
para asegurar su desarrollo electoral en lugar de apostar a la formación de una alianza opositora.
Los críticos de esta postura provinieron del mismo PAN. Por ello, su dirigente en 1991, Luis H.
Álvarez, después de los comicios intermedios, apuntó:

Se ha sugerido e incluso afirmado que Acción Nacional concluye acuerdos secretos y


cupulares con el gobierno, por detrás del pueblo y hasta ignorando los sufragios de éste. Lo niego
rotundamente. Nuestros encuentros y diálogos con autoridades han tenido como único contenido
la existencia del respeto a la ley y, en su caso, la del respeto del voto popular.

Por supuesto que hay otros senderos posibles. Entre ellos el de renunciar al diálogo con las
autoridades y abrir el camino a enfrentamientos o a aislamientos que es precisamente el pueblo
quien los sufrirá.24

Los argumentos no convencieron a los impugnadores de esta línea. Estos continuaron


criticando a la dirigencia hasta que finalmente algunos de ellos abandonaron la organización.

MMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMM?

22 CEDISPAN, Prontuario PAN, 199‰, mimo., p. 1r.


2‰ Luis H. Alvarez en una reunión del Consejo Nacional, La Nación, 16 de marzo de 1992, p. 9.
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Ciertamente el partido marcó sus diferencias con el gobierno no tanto en el terreno


económico sino en el político. Las críticas estaban centradas en el presidencialismo, que implicaba
la subordinación del Poder Legislativo y la presencia de un Poder Judicial disminuido. El
centralismo era parte sustancial de ese sistema, al igual que la carencia de un estado de derecho
en el que se respetaran los derechos políticos y civiles de los ciudadanos.

Cuando se realizaron las reformas electorales en el sexenio pasado, el PAN, jugó un papel
decisivo en la elaboración y aprobación del nuevo orden electoral.26 El partido llamó la atención
sobre la necesidad no sólo de una reforma a las normas sino también a las prácticas de la
burocracia gobernante.

Más allá de acciones y declaraciones aisladas en sentido contrario, el papel de Acción


Nacional a lo largo de los últimos dos sexenios fue de respaldo a las políticas del gobierno. El
partido adoptó una línea moderada, de adaptación a las condiciones políticas del momento y se
convirtió según algunos en una oposición responsable; según él mismo, en un partido
cogobernante; según el presidente de la República, Carlos Salinas de Gortari, en su "aliado
estratégico".

La obtención de tres gubernaturas y el control de algunos congresos locales en el


sexenio 88-94 hicieron que Acción Nacional se comportara como partido en el poder. Su
identidad cambió: de partido de oposición pasó a ser partido gobernante. En su informe al
Consejo Nacional en septiembre 8 y 9 de 1990, Alvarez mostraba en su discurso ese nuevo
perfil panista:

[...] seguiremos buscando, propiciando y practicando el diálogo, continuaremos nuestra


labor de edificación de consensos, persistiremos en la modesta tarea de avanzar todo lo
que se pueda y de modificar la actitud de nuestros adversarios demostrando que somos
capaces de cambiar la nuestra.

Reitero, para el caso, mi convicción: hay un modo seguro de lograr que la realidad no cambie:
asumir la actitud y la práctica políticas que, desde el enunciado constante de los principios más
altos, se abstiene de participar en la toma de decisiones, y en aquellas

_____________________________________________________________________________

24 Alvarez, Luis H., Mensaje al Consejo Nacional, reunido en León, Guanajuato los días r y 8 de septiembre de 1991, en idem, p.

25 A pregunta expresa, Diego Fernández de Cevallos afirmó que "Entre los principales aciertos están los relacionados con las
reformas económicas y del Estado promovidas por el gobierno [...] En relación con los desacier-tos, el primero y fundamental es el no
haber abierto el paso franco a condi-ciones democráticas del país, es decir, subordinar el cambio político a sus intereses". Cfr. Reyes
Heroles, Federico, 50 preguntas a los candidatos, México, FCE, 1994, Además, PAN, La fuerza de la democracia. Plataforma política
1994-2000. México, Sría. Nacional de Estudios-PAN, 1994, p. 90.

26 "[...jdurante el sexenio Acción Nacional mantuvo la iniciativa en materia electoral; en la elaboración del documento final (de
1989) y en las refor-mas posteriores (199‰ y 1994) intervinieron todos los partidos, pero lapro-puesta panista fue central en la
elaboración de los documentos de discusión y en el proceso de negociación interpartidista". Loaeza, Soledad, op. cit., p. 415.
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tareas que acercan la realidad a los principios y a los ideales. Proclamar éstos y dejar que todo siga
igual sería una forma de conservadurismo.

El acercamiento del PAN con el PRI y el gobierno (o a la inversa), dio lugar a la posibilidad
de un gobierno de coalición entre estos dos partidos. En 1993, a unos cuantos días de que Luis
Donaldo Colosio fuera postulado por el PRI y en medio de la disputa por la alcaldía de Mérida, en
el estado de Yucatán, Carlos Castillo Peraza (a la sazón el dirigente nacional) declaró que su
partido podría aceptar colaborar con un gobierno priísta si se daban las siguientes condiciones:

Primera: elecciones limpias y, segunda, un acuerdo sobre el programa de gobierno. Habría


que hacer un acuerdo político muy serio y estudiado sobre el programa de gobierno,
porque la sola distribución de sillas o de espacios de poder [...] conducen a fracasos
estrepitosos, no sólo de gobierno, sino de política en general."28

Esta postura fue muestra de que el partido estaba dispuesto a mantener una relación
armónica con el nuevo titular del Poder Ejecutivo. La posibilidad de un gobierno PRI-PAN contrastó
con la posición asumida por el blanquiazul durante la campaña con respecto a una alianza con el
PRD. El candidato presidencial, Diego Fernández de Cevallos, apuntó que: *

No creemos que para derrotar al PRI se necesiten alianzas o unión de fuerzas de la


oposición. No todas las alianzas se justifican. Históricamente ha quedado demostrado que con
estos procedimientos se retrocede.

Pensar en una alianza de partidos para derrotar al PRI y al gobierno podrían llevar a
México a un camino de retroceso, argumentó.

En el sexenio 1988-1994, Acción Nacional evitó plantear abiertamente sus coincidencias


con el PRI y con el gobierno. Siempre tuvo el cuidado de no cuestionar al régimen de Salinas de
Gortari. Simplemente buscó resaltar las diferencias con sus propuestas, que se ubicaban
fundamentalmente en el terreno político: auténtica división de poderes, fortalecimiento del poder
judicial, autonomía de los municipios. En el plano económico, censuró el que hubiera un grado tan
elevado de marginación y de pobreza como resultado de la política económica seguida por Salinas
de Gortari. Por ello, la propuesta panista era la de una economía humana, no "salvaje" como la del
gobierno. En realidad las coincidencias no eran de fondo entre ambas fuerzas. Hubo diferencias
siempre, que el partido prefirió encubrir. En lugar de hacerlo, decidió capitalizar finalmente las -

____________________________________________________________________________

2r La nación, 1r de septiembre de 1990, p. 15.

28 La jornada, 11 de diciembre de 199‰, p. 10. Castillo Peraza fue el impulsor principal de la estrategia de la relación armónica con el
gobierno. En su postulación para dirigir al PAN, llegó a afirmar lo siguiente, en alusión a los críticos de esa línea: "Nos están tratando de
llevar a un panismo de pe-rros acosados; nos hacen hablar de nuestros dirigentes como de la cúpula; nos hacen hablar de nuestros
debates como de negociaciones ocultas, su-cias. Nos quieren hacer sentir "salmistas" y creer que abandonamos la doctrina; toda la
prensa, nuestros adversarios de los distintos colores[...], todo es para que el panista se sienta apenado de ser panista". "Mensaje al
Consejo Nacional de Carlos Castillo Peraza como candidato a la presidencia nacional del partido", en PAN, La victoria cultural 198r-
1996, México, EPESSA, 1999, p. 2‰4.
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propuestas que, siendo iniciativas del presidente de la República o de su partido, parecían


responder a las antiguas demandas de Acción Nacional.30

La postura frente al gobierno fue sumamente respetuosa, no así con los gobiernos locales
o con los candidatos presidenciales del tricolor. Esto tuvo su razón de ser en la idea del PAN de
que su objetivo era "combatir el sexenio del presidente Salinas de Gortari, no derrotarlo". Por
México, decía el candidato presidencial panista en 1994, el gobierno debía terminar bien, con
untrabajo constructivo. ~ Esta fue una constante en el discurso de Diego en ese entonces.32 Todo
lo contrario puede decirse de su actitud respecto de Cuauhtémoc Cárdenas y el PRD, para el que
emitió por lo general acres comentarios. En el momento de que se hizo alusión a una posible
alianza, puso siempre de por medio los principios de Acción Nacional, asegurando que era
imposible el acuerdo entre organizaciones con doctrinas diferentes.

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Sin destacarse por encima del resto de los partidos, en el sexenio del presidente Ernesto
Zedillo Ponce de León (1994-2000), el PAN planteó sus posiciones frente a cada acontecimiento,
tratando de ser el principal interlocutor y el crítico más maduro del gobierno de la República.
Conservando la misma línea política que en el sexenio anterior, el panismo se afanó por ser el
sostenedor de la legalidad, del "Estado de Derecho" frente a los excesos tanto del régimen como
del resto de las fuerzas políticas. Sin llegar a comprometerse con el impulso de una profunda
reforma económica y política. Acción Nacional se constituyó en "asesor" del nuevo gobierno, con
el fin de evitar un colapso del régimen político.
MMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMM

29 Castillo Peraza afirmó: "'Acción Nacional hace la política que Acción Na-cional decide. No estará a la merced de nadie. Su
único aliado estratégico es el pueblo y su única estrategia es la democracia". "Mensaje del presi-dente nacional a la XL Convención
Nacional". 20 de noviembre de 199‰, en PAN, La victoria cultural [...], p. 268.

‰0 Loaeza resalta las divergencias entre las propuestas del gobierno y las del PAN en el sexenio de Salinas de Gortari: "la imagen
de que el PAN gober-naba desde la oposición contribuyó la aparente coincidencia entre la pro-puesta modernizadora del presidente
Salinas y las antiguas reivindicaciones de ese partido. No obstante, el alcance de la influencia de Acción Nacional en las políticas de
gobierno es palpable únicamente en el ámbito electoral, pues en otros terrenos las diferencias [...1 nos habla de una profunda
incompatibilidad. Así aparecen en asuntos concretos como el restablecimiento de la banca mixta; los cambios al artículo 2r, relativos al
régimen de la tenencia de la tierra, y al 1‰0, sobre el status jurídico de las iglesias. Con ellos el Ejecutivo perseguía profundizar la
modernización del país; para los panistas, en cambio, eran una rectificación histórica que le daba la razón a Acción Nacional, que desde
19‰9 había propuesto la titu-lación de las parcelas y el reconocimiento de la Iglesia Católica". Loaeza, Soledad, op. cit., p. 482.

‰2 Y no sólo Diego. Por ejemplo, Francisco Barrio, gobernador de Chihuahua, quien desde el comienzo de su gestión concedió
elogios a Salinas de Gortari, en la campaña de 1994 llegó a afirmar que "la federación" tenía una real preocupación por evitar los
fraudes electorales, y que buscaba que el proceso del 21 de agosto no fuese cuestionado. Consideró que el gobierno federal no
trabajaba ya con el fraude, pues estaba preocupado porque los partidos y la ciudadanía participaran en los comicios. La jorna-da, 12 de
abril de 1994, p. 16.

‰‰ Al hacer referencia a las reuniones solicitadas por el Presidente con diputados federales, senadores y asambleístas, además de las
que pidió con el CEN y los diputados y senadores del PAN, de la actitud negociadora en Chiapas y la firma del Acuerdo Político Nacional,
Carlos Castillo Peraza señaló que todo ello "permitía hablar objetivamente del inicio de una nueva manera de ejercer el poder
presidencial". Respecto de la supuesta debilidad de Zedillo, indicó: "Mi convicción es que el presidente no tiene la fuerza de antes, ni
puede ni quiere tenerla, pero que la presidencia es todavía en el país y frente a los demás actores sociales, la más fuerte que hay, y la
más arcaica y antidemocráticamente fuerte que podría haber si se da un solo paso atrás o si estimulamos que se dé". Castillo Peraza en
su mensaje en la sesión ordinaria del Consejo Nacional panista, el día 28 de enero de 1995. En el suplemento especial de La Nación, 1r
de febrero de 1995, p. 6.
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En la ratificación de una alianza de largo alcance, el PAN se olvidó de las condiciones que
durante la campaña de Diego Fernández de Cevallos había definido para poder participar en un
gobierno "plural": limpieza en el proceso electoral y proyecto de gobierno acordado entre las
fuerzas participantes. Ni uno ni otro fueron elementos evaluados a conciencia por Acción
Nacional, el cual finalmente justificó su participación con el endeble argumento de que la del
presidente había sido una invitación a título personal y no al partido. Aunque la dirigencia panista
reiteró esta idea, tanto la declaración del presidente nacional de la organización, Carlos Castillo
Peraza, de que primero se convocó a Fernández de Cevallos y después, ante su negativa, a Lozano,
así como las declaraciones de éste poco después de su designación, son muestras de que la PGR
fue cedida al partido.34

La actuación de Lozano no se distinguió del todo de las anteriores gestiones. Por el


contrario, la PGR bajo su administración respaldó al Presidente de la República y al régimen al no
esclarecer ni los asesinatos políticos de 1994, ni la vinculación del narcotráfico con el gobierno, y al
servir de instrumento en el intento de aprehensión de los dirigentes del grupo guerrillero llamado
Ejército Zapatista de Liberación Nacional.

Tampoco hubo mejoras relevantes en la impartición de la justicia a través de la PGR.


Ciertamente a Lozano le correspondió proceder al encarcelamiento del hermano mayor del ex
presidente Carlos Salinas de Gortari, por ser el autor intelectual del asesinato del secretario
general del PRI, José Francisco Ruiz Massieu, después de los comicios presidenciales de 1994. Pero
el balance resulta poco favorable para su gestión en general.

Además de la designación de Lozano, debe considerarse el hecho de que en la lista del


ejecutivo federal enviada a la Asamblea de Representantes del D. F. para su ratificación, la
militante panista Esperanza Gómez Mont fue propuesta como delegada de Benito Juárez, en el
Distrito Federal.35

En el conflicto chiapaneco, Acción Nacional fundamentó su postura en su concepción del


cambio gradual y su convicción a favor de la legalidad. En marzo de 1994, Castillo Peraza, dirigente
nacional., indicó:

Acción Nacional nunca ha coqueteado con la violencia, nunca ha cedido a la tentación de


la clandestinidad. No lo hará ahora, y por eso se presenta ante los mexicanos como la
única opción democrática y pacífica de genuino cambio social y de auténtica reforma
política [...]

‰4 Cfr. Castillo Peraza, Carlos, Informe a la XVI Asamblea Nacional Ordinaria, 1r de marzo de 1995, mimeo., p. ‰0. Al día siguiente de
anunciado el gabinete, el nuevo procurador declaró que por la envergadura del puesto, cuando le fue ofrecido lo planteó a la dirigencia
nacional del PAN, que no sólo analizó y autorizó que él aceptara sino consideró que era realmente un logro importante de la oposición,
"de mi partido, por la perseverancia, por el trabajo, así como por la calidad moral del blanquiazul". La nación, 9 de diciembre de 1994, p.

‰5 También un simpatizante perredista, Alejandro Ordorica, fue propuesto para la de Tláhuac. Ambos fueron ratificados por la ARDF. La
Jornada, 15 de diciembre de 1994, p. 56 y 14.
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Querernos orden y luchamos por el orden. No por el orden impuesto autoritariamente


desde la ilegitimidad o exigido,no menos autoritariamente, desde instituciones sin
democracia interna o desde agrupaciones clandestinas.

El orden que nos preocupa y nos ocupa es el orden democrático, el orden que fluye de la
definición común y la realización común del Bien Común, de la vigencia de leyes justas, de la
eficacia del sufragio, de la construcción dialogada del poder público, de la vigencia del Estado de
Derecho, del equilibrio e independencia entre los Poderes del Estado, de la justicia social que,
como bien se ha escrito, es la forma política de amor al próximo.36

El Acuerdo Político Nacional zedillista fue visto positivamente por el PAN porque convenía
a sus intereses. Antes, se trataba de asegurar una salida pacífica y legal a la difícil situación
política. Con el nuevo gobierno la apuesta era profundizar el cambio político. Pero quedó en
suspenso por la debilidad de la modelo de desarrollo descubierta en diciembre de 1994.

La reforma constitucional que pretendía darle un mayor grado de autonomía al poder


judicial no estuvo exenta de críticas del PAN. Pero también contó con sus votos de apoyo.

Poco después, frente a la crisis económica y a los evidentes signos de fracturas en la burocracia
gobernante, Acción Nacional reiteró su papel en el régimen político imperante.

Cuando la crisis económica se manifestó en 1995, Acción Nacional impugnó lo que ya


antes había cuestionado de la política económica. Pero sobre las medidas de emergencia, trató de
reconocer un nuevo discurso presidencial e hizo eco del mismo. Sin alternativa propia, Acción
Nacional sugirió lo que parecieron propuestas aisladas para superar la emergencia económica.

a)? "[...] construir un gran acuerdo nacional para la normalización económica y política
del país".
b)? b)"[...] que sea el Congreso de la Unión quien decida en materia de impuestos [...]
y que éstos cumplan los principios constitucionales de equidad, generalidad y
proporcionalidad".
c)? Que el "Poder Ejecutivo [...] informe al Congreso [...] los detalles precisos de las
causas de la crisis, así como de quienes a su juicio son responsables individuales o
institucionales de los errores competidos".
d)? Que en la lucha contra la inflación "se incluyan compromisos que vinculen al
sector financiero y generen en el mercado de dinero condiciones de
competitividad tales que propicien una disminución significativa de las tasas de
interés. Asimismo, compromisos que ayuden a superar esta crisis a quienes se han
visto atrapados por ella en la trampa de las carteras vencidas".
e)? "la plena y definitiva autonomía del Banco de México y que éste anuncie [...] las
reglas de política monetaria".

‰6 "Mensaje del presidente del CEN a la XLI Convención Nacional". 19 de marzo de 1994, en PAN, La victoria cultural [...], p. 2r9-280.
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f)? "reforma estructural del gasto centralizado con criterios de austeridad, de


reducción de burocracias paralelas como las creadas por PRONASOL y con metas
de auténtico federalismo".37

Cuando el paquete presidencial fue anunciado, Acción Nacional no hizo sino reiterar sus
críticas en el discurso. Ya antes la dirigencia había impuesto, tal como reconoció explícitamente el
mismo presidente nacional panista, un voto diferenciado de sus representantes populares en la
discusión del paquete de créditos que el gobierno federal había concertado con el exterior.

Mientras que los senadores votaron en favor, los diputados lo rechazaron.j8

Poco después, y tal vez por el cúmulo de críticas que recibió esta postura dentro y fuera
del partido, el paquete económico de emergencia fue rechazado por ambas fracciones
parlamentarias.

Frente a la rebelión indígena, el panismo sostuvo la línea ya manifestada en 1994.


Llamando al irrestricto respeto de un supuesto "Estado de Derecho", Acción Nacional justificó la
ofensiva militar del gobierno. En tanto que Lozano Gracia al frente de la PGR fungió como un actor
más del escenario justificador de la ofensiva, la dirigencia nacional apoyó abiertamente la
iniciativa y sólo reiteró la necesidad de respetar la ley. Muy pocos se atrevieron a reconocer que
precisamente la acción gubernamental era anticonstitucional. Por lo demás, tampoco fue
seriamente cuestionado el hecho de que el nuevo gobierno estaba encubriendo las profundas
raíces del movimiento rebelde, dándole simplemente una explicación judicial.

Así como no se ponía en duda la validez del proyecto económico, en el caso Chiapas
tampoco se impugnó la inexistencia de una propuesta de solución de fondo a los graves problemas
de los sectores mayoritarios de la sociedad mexicana, que se evidenciaban en esa rebelión
indígena.

La relación entre el PAN y el gobierno tuvo variaciones relevantes en el nuevo sexenio


debido a que el gobierno decidió establecer acuerdos tanto con el PAN como con el PRD. El peso
electoral del PAN por un lado, y por otro, la ya armada vinculación que el partido tenía desde el
periodo anterior posibilitaron la continuación del diálogo entre ambas fuerzas. Acción Nacional
dejó de ser el aliado exclusivo para pasar a una fase de negociación entre todos contando con un
papel privilegiado y siendo capaz de traducir sus coincidencias con el gobierno en funciones en el
ámbito parlamentario.

El primer paso de negociación fue (como ya se señaló) el Acuerdo Político Nacional de 1995, en el
cual los partidos y el gobierno se comprometieron a discutir y formular un programa para la

‰r Síntesis de la "Posición frente al Acuerdo de Unidad para Superar la Emer-gencia Económica", ‰ de enero de 1995,en La nación, 6 de
enero de 1995, pp. 22-2‰.

‰8 Cfr. Castillo Peraza, Carlos, Informe a la XVI Asamblea Nacional Ordina-ria, 1r de marzo de 1995, mimeo., p. ‰4-‰5.
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reforma del estado mexicano. Para tal efecto se trabajó en mesas de concertación en las cuales las
dirigencias de los partidos y representantes del gobierno debatieron y fueron definiendo las
grandes líneas a partir de las cuales se lograría dicha reforma.

Las vicisitudes de la concertación fueron muchas. PAN y PRD se levantaron de las mesas en
protesta por procesos electorales locales presuntamente fraudulentos. En el caso del PAN, las
irregularidades en el pequeño municipio poblano de Huejotzingo lo orillaron a retirarse de las
pláticas en abril de 1996." Si bien la reforma del estado no cuajó en tales encuentros, sí se
consiguió formular un proyecto general de reforma electoral que cristalizaría en la reforma a la
constitución en los artículos referentes a la cuestión electoral y en diversas modificaciones al
Código Federal de Instituciones y Procesos Electorales |COFIPE] en el año de 1996. Uno de los
logros de esta legislación fue la eliminación del control directo del gobierno sobre los órganos
electorales, con lo que desde entonces los comicios en general se llevarían a cabo sin generar la
inestabilidad e incertidumbre que provocaban en el pasado.

El PAN fue actor fundamental en la reforma al Código Federal de Instituciones y


Procedimientos Electorales. Ya desde su constitución en 1989, el partido había introducido una
serie de propuestas en la ley que habían sido aceptadas por el Poder Ejecutivo para su ratificación
en el Congreso de la Unión. El PRD fue el que intervendría constructivamente por vez primera en
una reforma electoral.

La percepción de la dirigencia panista acerca del régimen era fundamentalmente


positiva.40 La concepción general formulada por el presidente nacional, Carlos Castillo Peraza, en
1995 exaltaba las virtudes del presidente de la República y atacaba sistemáticamente a los
caciques que prevalecían en la clase política de entonces:

[...] las fuerzas antidemocráticas que aun prevalecen en el interior (del PRI)[...] parecen
haber decidido utilizar el federalismo y la separación PRI-gobierno del discurso
presidencial para cobijar en los niveles locales la antidemocracia. Sólo que, si el proceso de
perfeccionamiento democrático naufraga, el presidencialismo del que queremos salir será
sustituido por un caciquismo local incontrolable, multiplicado por miles, y la separación
PRI-gobierno será reemplazada por su exponencialización estatal y municipal. Al amparo
de ideales en los que nunca creyó, este caciquismo hará rehenes suyos a los ciudadanos de
estados y municipios, y también al gobierno de la República.41

‰9 El alcalde priísta electo, Miguel Ángel Martínez Escobar debió pedir licencia para que se nombrara como sustituto al panista
Heriberto Ramírez Cerón. La jornada, 16 de mayo de 1996.

40 Castillo Peraza consideraba los siguientes elementos al respecto: diálogo entre el Ejecutivo y el Legislativo; entre aquél y la
oposición; mejores le-yes, instituciones y prácticas electorales; invitación del Presidente Zedillo a Lozano para ocupar la PGR, y el intento
de negociación para la resolución del conflicto en Chiapas. Cfr. "Mensaje del presidente del CEN al LXV Consejo Nacional", mayo de
1995, en PAN, La victoria cultural [...] op. cit., p. ‰41.

41 ídem, p. ‰4-2
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En 1996 el partido era dirigido por Felipe Calderón Hinojosa, ex secretario general con
Carlos Castillo Peraza. A semejanza de lo que éste en su momento había diagnosticado respecto
del régimen, Felipe Calderón sostuvo la hipótesis de la existencia de dos tendencias en la clase
gobernante: por un lado la del presidente de la República y, por otro, la de los liderazgos
regionales despectivamente llamados cacicazgos.42 En algún momento incluso identificó al PRI
como "el mayor obstáculo de la modernización política y económica del país".43 Este diagnóstico
permitía mantener su vínculo con el presidente de la República, supuestamente la parte moderna
y democrática de la clase política, y facilitaba el deslinde de los liderazgos tradicionales del PRI en
los gobiernos locales y en el Congreso de la Unión.

Lo que el PAN no pudo explicar fácilmente (ni tampoco otras fuerzas y analistas políticos)
fue el invariable endurecimiento de los "blandos" de la clase política priísta en cuanto a la
instrumentación de su política económica de corte neoliberal. El único argumento esgrimido
recurrentemente por los parlamentarios panistas cada vez que votaron a favor de medidas
vinculadas directa o indi-rectamente con la política económica vigente fue el "bien de la nación".
Con ello aseguraron su conservación y, en consecuencia, no constituyeron dique alguno para
revertir los efectos de la estrategia gubernamental en amplios sectores de la sociedad.

La identificación de "duros" y "blandos" por parte del PAN se basaba en la consideración


de que se vivía en un proceso de transición a la democracia y que éste además debía ya concluir.
Calderón expresaba su certeza de que la transición se vivía en realidad en estados y municipios
donde se había alcanzado la alternancia. También buscaba consolidar procesos e instituciones que
brindaran garantías para una alternancia en el plano federal para las elecciones de 1997 y,
posteriormente, para las del 2000.

Un cambio fundamental en las relaciones entre el partido y el gobierno tuvo lugar en las
elecciones del 97. Por primera vez en su historia el PRI no logró tener la mayoría absoluta de las
diputaciones, con lo cual los representantes del resto de los partidos instituyeron un bloque
mayoritario (erróneamente denominado "bloque opositor"). Aunque el panismo no obtendría los
resultados esperados de las elecciones federales intermedias de 1997, la nueva composición del
Congreso de la Unión concedió un margen de maniobra amplio al PAN para ubicarse
estratégicamente en el escenario político nacional: para modificar la constitución y hacer leyes
reglamentarias, el PRI requería del apoyo del PAN, pues el PRD difícilmente se lo iba a otorgar.
Otra vez el PAN emergía como pieza insustituible para que el gobierno afianzara la política
económica y los raquíticos avances de la llamada reforma del estado.

42 Manuel Bartlett fue calificado de esta forma por Calderón por el caso Huejotzingo y también por la promoción de una ley
local (Ley para el Federalismo Hacendado) que dejaba en manos del ejecutivo estatal la distribución de recursos financieros para los
municipios. Luego, con motivo de la presunta ejecución fraudes electorales en comicios locales, también serían identificados como tales
los gobernadores de Yucatán, Víctor Cervera Pacheco, y el de Tabasco, Roberto Madrazo Pintado. Con éste úl-timo incluso se daría una
confrontación más ríspida en 1998, cuando las fracciones parlamentarias del PAN y el PRD pretendieron hacerles juicio político a ambos
gobernantes. Santiago Creel Miranda, diputado del PAN, fue centro de los ataques del tabasqueño. Los juicios no fructificaron, pero
sirvieron al panismo para demostrar la veracidad de su concepción sobre el régimen político en ese entonces.
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Tal situación explica en parte la falta de acuerdos sólidos entre el PAN y el PRD en el
sexenio. Todos los intentos de alianza política entre ambos resultaron frustrados, a excepción del
alcanzado para el gobierno de la Cámara de Diputados en el periodo 1997-2000.44 El PAN prefirió
entablar negociaciones y firmar pactos con el poder ejecutivo en vez de favorecer la constitución
de una alianza opositora. Las diferencias ideológicas tuvieron su peso en los desencuentros, y
sobre todo influyeron las diferentes concepciones que ambos partidos tenían del cambio político.

Como los panistas no apostaban al derrumbe del régimen, preferían caminar conforme a
lo establecido por el gobierno. Sin una estrategia global clara, el PAN se sumó a las políticas de los
gobiernos de Salinas de Gortari y Ernesto Zedillo.45 Aunque su trabajo parlamentario rindió frutos,
su presencia electoral se estancó y, en algunos casos, hasta decreció relativamente en los comicios
federales y en la mayoría de los locales de 1997 y 1998.

A raíz de los comicios federales del 97, los partidos diferentes del PRI se vieron en
posibilidad de cargar la balanza hacia su lado y el gobierno se vio forzado a la negociación directa
con ellos. La constitución del "bloque opositor" fue punto de partida para redefi-nir las relaciones
gobierno-partidos, de la cual resultó una vinculación más equilibrada entre ambos, en particular
en lo que al PAN se refiere. Este partido se cuidó de precisar que el bloque funcionaría solamente
para gobernar la cámara de diputados y de inmediato estuvo dispuesto a negociar y, en su caso, a
aprobar las iniciativas del ejecutivo o del PRI.46

MMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMM?

4‰ "Mensaje del presidente nacional del CEN a la Convención Nacional de 1996", en La Jornada, 1r de noviembre de 1996.

44 El II de agosto de 199r el PAN, el PRD, el PT y el PVEM acordaron:'1. Rescatar la dignidad y la independencia del Poder
Legislativo; 2. Integrar en forma paritaria al órgano de gobierno de la Cámara y hacer rotativa su presidencia; ‰. Modificar el formato
del informe presidencial; 4. Integrar comisiones de manera proporcional; 5. Ciudadanizar a los funcionarios camarales y designarlos por
consenso". La jornada, 12 de agosto de 199r. Los dos acuerdos iniciales ya en la cámara fue para su instalación en agos-to del 9r y para
la distribución de las comisiones, que efectivamente se realizó en forma proporcional.

45 Luis Felipe Bravo Mena, sucesor de Calderón como dirigente nacional del PAN, también tuvo presente la distinción entre
"duros" y "blandos" ya mencionada, sin valorar las nuevas condiciones para la relación con el go-bierno que daba la composición de la
Cámara de Diputados a partir del 9r. Esto es evidente en el hecho de que, luego de que el PRI suspendiera la se-sión donde se discutiría
la reforma al COFIPE aprobadas por los diputados en 1999, se reunió con el Secretario de Gobernación, Diódoro Carrasco. Al salir de
dicho encuentro, Bravo se manifestó dispuesto a continuar con las negociaciones en otros aspectos de la reforma del estado y dio por
cancelada la discusión sobre las modificaciones a la legislación comicial: "Nosotros no podemos establecer que, simplemente por una
inconformidad, porque no haya salido la reforma electoral, otros temas deben quedar pendientes. Yo creo que eso no es lo correcto. Lo
correcto es que cada tema sea analizado en su propio valor, en su propia dimensión, y sea resuelto de acuerdo al análisis que cada
partido hagamos y lograr los acuerdos para tener las reformas a las leyes que son necesarias". La jornada, ‰ de julio de 1999

46 El PAN aprobó la Ley de Ingresos y el Presupuesto para 1998. Luego, con el bloque, aprobó la reducción del IVA del 15 al 12%,
lo cual fue rechaza-do por el Senado ( que contaba con mayoría priísta). Más tarde, el PAN aprobó los rescates carretero y bancario. En
este último primero se acordó la conversión en deuda pública del 6‰.4% de los pasivos del FOBAPROA (‰50 mil millones de pesos), que
serán pagados con los impuestos de todos los contribuyentes. Posteriormente, en diciembre del 1998. PAN y PRI aprobaron la iniciativa
de Ley de Protección al Ahorro Bancario, del cual se derivaría el IPAB, organismo sustituto del FOBAPROA.
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Aunque el resto de los integrantes del bloque recriminaron la actitud del panismo, PRI y
PAN aprobaron medidas de diversa índole. En todo caso, el PRI tuvo en sus manos la posibilidad de
detener en el Senado prácticamente cualquier acuerdo del bloque opositor de los diputados.47

El protagonismo de Acción Nacional fue notorio en el caso del Fondo Bancario de


Protección al Ahorro (FOBAPROA). El proyecto de ley finalmente aprobado. Mediante el cual se
concretaba el rescate de los bancos endeudados, fue elaborado por el PAN bajo la asesoría de la
Secretaría de Hacienda, es decir, del Poder Ejecutivo Federal. El panismo por vez primer lograba
tener la iniciativa de los cambios con más claridad que en el caso de la reforma electoral. No era
gratuito pues tanto el tamaño de su grupo parlamentario como su afinidad con el proyecto
económico del gobierno eran las razones principales de su capacidad para determinar el rumbo de
fuerzas diversas de su entorno político.

El destacado papel del PAN no es explicable sin tomar en cuenta la condición acotada del
presidente de la República. En la concepción del PAN sobre el ambiente, era razonable el
acercamiento del ejecutivo con el panismo si su propio partido no estaba del todo de acuerdo con
sus políticas desde el principio del sexenio.

No debe olvidarse que la "sana distancia" establecida por Ernesto Zedillo ante el PRI, más
allá de su verdadera magnitud, fue vista críticamente por muchos sectores de este partido.
Además prevalecía el conflicto presente sobre todo desde el sexenio anterior entre la fracción
tecnócrata y los grupos políticos tradicionales de la élite priísta. Por si fuera poco, aun sin desearlo,
el presidente Zedillo requería del apoyo panista por la misma composición de la Cámara de
Diputados y por la oposición del PRD a arreglos con el gobierno en materia de política económica.
En otro contexto es difícil imaginar tales alianzas por parte del Ejecutivo Federal.48

El caso FOBAPROA generó diferencias en el panismo que dificultaron a la dirigencia


proseguir con su línea de negociación y acuerdo con el gobierno. Un factor externo, la sucesión
presidencial, también repercutiría en la disminución de los tratos PAN-gobierno. De cualquier
forma, su capacidad de adaptarse y de controlar el ambiente fue manifiesta en ese momento. Su
institucionalización seguía siendo palpable.

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4r Uno de los más sonados fue el de las reformas al COFIPE que el bloque acordó a mediados de 1999. Con una maniobra
legaloide, la mayoría priís-ta ni siquiera puso a discusión el dictamen; sencillamente lo suspendió. De haberse aprobado, esas reformas
se hubieran aplicado en los comicios del 2000 y hubieran permitido facilidades para formar coaliciones, mejorar la fiscalización del
financiamiento público y de los gastos de campaña, así como otorgar el derecho de voto a los mexicanos residentes en el extranjero.

48 El suceso protagonizado por Francisco José Paoli en diciembre de 1999 es un ejemplo: justo en el momento de votarse en la cámara
de diputados la asignación de recursos para el IPAB, Paoli abandonó la sesión, aun siendo presidente de la mesa directiva en esa
ocasión, posibilitando con ello que el PRI aprobara su postura (que era la del Ejecutivo federal). Por un voto de diferencia, el PRI evitó
que se establecieran "candados" para el instituto: "el retorno de los 5 millones de dólares que donó Carlos Cabal Peniche a las campañas
electorales de Roberto Madrazo y Ernesto Zedillo en 1994 y las listas con los nombres de las personas que realizaron operaciones ilícitas
que pararon en el Fobaproa [...] la desaparición de Paoli Bolio no pudo ser más oportuna para los afanes del PRI, para dar recursos al
IPAB como lo quería el gobierno federal. El tablero quedó 245 votos para el G-4 y 246 para los priístas". La jornada, 29 de diciembre de
1999. La acción de Paoli generó muchas críticas de parle de sus correligionarios (incluyendo a Fox), lo cual provocó que el partido
emitiera un extrañamiento a su diputado.
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Su consolidación organizativa estaría en tela de juicio a partir de la sucesión presidencial


del 2000, que empezó en realidad tres años antes. El PAN de nueva cuenta se hizo presente como
actor protagónico en esa coyuntura debido a que uno de sus gobernadores comenzó su campaña
en pos de la presidencia de la República desde los comicios de julio de 1997. La labor proselitista
de Vicente Fox rompió con muchas tradiciones de la sucesión presidencial del régimen autoritario.
Al interior del partido representó también una alteración importante de las reglas escritas, al
grado de que finalmente sería el único aspirante público de la candidatura panista. Por si fuera
poco, metió al partido a la discusión con el PRD acerca de una gran alianza opositora (la cual
finalmente no se concretaría por las diferencias ideológicas entre ambas fuerzas). Como ocurre en
todos los partidos con liderazgos fuertes, en este caso el de Vicente Fox puso en predicamento la
fortaleza institucional del partido al transgredir reglas y prácticas tradicionales en los procesos de
selección de candidatos. Y el partido fue incapaz de dar respuesta al activismo del guanajuatense.


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El PAN vivió un proceso de institucionalización desde mediados de la década de los


ochenta hasta el año 2000. En principio, planteó la conquista del poder como su principal objetivo.
Estimulado por los nuevos militantes que llegaron desde 1983, utilizó diversos recursos
propagandísticos y de movilización política inéditos hasta entonces; desde 1988 la negociación con
el gobierno sería una estrategia más. El partido vislumbró con claridad el rumbo a seguir en la
transición política que el régimen experimentaba: la del cambio gradual y pacífico.

La actitud del panismo en los comicios presidenciales del 88 reflejó también su


consolidación organizativa: dentro de un ambiente adverso, fue capaz de adaptarse para
finalmente salir con la mejor parte de la crisis política de ese entonces.

Los signos de una institucionalización fuerte son, en primer lugar, la conformación de un


aparato burocrático, que se aprecia en el crecimiento de la estructura formal partidista. Si bien la
inserción del partido no es nacional, sí tiende a serlo. Por otro lado, la preocupación de los
dirigentes por profesionalizar a la organización ha estado presente desde 1987.

Un segundo signo es el incremento de los recursos financieros a través de diversas


fuentes, tales como: las cuotas de los militantes, en especial de los funcionarios gubernamentales
y de los representantes con cargos de elección popular; las aportaciones de los empresarios que
empezaron a participar desde 1983; el financiamiento público que el partido aceptó desde 1988 y
que dio a la dirigencia el sustento necesario para asegurar su autonomía ante los fuertes
liderazgos regionales de extracción empresarial.
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En tercer lugar, en el caso de las alianzas con otras fuerzas, el partido dio muestra de su
capacidad de adaptarse al ambiente político y al mismo tiempo de poder modificarlo según sus
propios intereses. Su relación con el gobierno en el periodo 1988-2000 le redituó más saldos
positivos que negativos, si bien un elemento sustantivo como es el de su perfil ideológico se
desdibujó por su cercanía con los gobernantes de esos años y con el PRI en el Congreso.

Las relaciones de Acción Nacional con el gobierno en su periodo de institucionalización


pasaron de una etapa de fuerte confrontación y hasta ruptura (entre 1984 y octubre de 1988) a
otra de diálogo y armonía (desde noviembre de 1988 al 2000). Más allá de la situación concreta
que forzó este cambio (a saber, la cerrazón del gobierno de Salinas se transfomó en apertura a la
negociación de parte del gobierno del presidente Zedillo, la aparición y desenvolvimiento del
neocardenismo y más tarde del PRD, las aparentes coincidencias programáticas del gobierno con
el ideario panista y la consolidación del partido como opción electoral), también hay que reparar
en el hecho de que esta actitud es muestra de la capacidad de adaptación del partido.

En el sexenio salinista parecía que el PAN había preferido asumir el papel de "conciencia"
del gobierno. El partido apuntaba errores y planteaba posibles soluciones; vigilaba la actuación
estatal y llamaba la atención hacia el respeto de los derechos ciudadanos; adoctrinaba e instruía a
un cada vez mayor número de mexicanos; frente a la crisis, buscaba adoptar una actitud serena y
hacía propuestas cuya base era el respeto a la legalidad; antes de pretender el derrumbe del
régimen, el partido buscaba el cambio legal y pacífico, en el que cualquiera podía ganar. En el
fondo, Acción Nacional basa su línea en la idea de que él era el único capaz de sustentar un
cambio con estas características. Esa línea, sin embargo, tenía una contradicción intrínseca: Acción
Nacional concedía la iniciativa de los cambios al gobierno.

Lo que ocurrió desde 1996 fue un crecimiento notable del partido como gobernante en el
plano local y particularmente su papel en el parlamento se incrementó notablemente desde 1997.
La composición de la Cámara de Diputados dio un giro a las tradicionales formas de vinculación
subordinada de los partidos hacia el gobierno, otorgándoles un mayor peso tanto al PAN como al
PRD. Incluso el primero sería el más beneficiado con esta situación pues pudo ejercer una política
de alianzas proclives al régimen en su conjunto pero cada vez más con un carácter decisivo. La
capacidad del partido de adaptarse y de controlar el ambiente político fue evidente y con ello su
fuerte institucionalización organizativa. Por su parte, las instituciones clave del régimen político
autoritario, el presidente de la República y su partido, dieron muestras de una debilidad que no se
les había conocido hasta entonces.

Pese a todo, los signos de la institucionalización fuerte del PAN no son en modo alguno
definitivos. Factores internos o externos pueden alterar sustancialmente su sistema organizativo
en el futuro inmediato, sobre todo a raíz de su paso de partido de oposición a partido gobernante
en el año 2000. De hecho, este año marca el inicio de una nueva fase de desarrollo en la cual el
partido tiene la oportunidad de darle mayor consistencia a su institucionalización. Nada mejor
para ello que estar en el poder.

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