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Schutz Alfred Estudios sobre teoría social Amorrortu Editores Bs As 1974

allí donde la norma es aplicable, concebir al actor como aná-


3. El problema de la racionalidad logo al hombre de ciencia cuyo conocimiento es el principal
en el mundo social determinante de su acción, en cuanto su curso real corresponda
'- a las previsiones de un observador que posee, como dice Pare-
to, "un conocimiento más vasto de las circunstancias"».
Esta definición resume de manera excelente el generalizado
concepto de acción racional , en la medida en que se refiere
al nivel de la teor ía social. Parece importante, sin embargo,
precisar mejor la peculiaridad de este nivel teór ico, cont ras-
1 tándolo con los ot ros niveles de nuestra experiencia del mun-
do social. Por 10 tanto, debemos comenzar examinando a qué
Sin duda alguna, el problema sugerido por los términos «ra- nos referimos realmente cuando hablamos de niveles diferen-
cionalidad » o «acción racional», tal como son utilizados en la tes al observar el mundo social. A continuación, una breve
literatura actual, es fundamental para la meto dología y la epis- descripción del mundo social, tal como se aparece al actor
temología del estudio científico del mundo social. Sin embar- situado dentro de este mundo en su vida cotidiana, nos ofre-
go, no solo son empleados con muchos significados diferentes cerá la oportunidad de examinar si la categoría de la racio-
-a veces incluso en escritos de un mismo autor; p . ej., en el nalidad llega a ser o no determinativa de sus acciones. Cum-
caso de Max Weber- , sino que representan de manera muy plidos estos pasos preli minares, examinaremos luego el mundo
inadecuada el esquema conceptual subyacente. Para poner de social tal como está dado &1 observador científico; y, junt o
manifiesto los equívocos ocultos en las connotaciones, y aislar con ello, deberemos det erminar si las categorías de interpre-
el problema de la racionalidad de todos los demá s problemas tación empleadas por el investigador coinciden o no con las
que lo rodean, debemos penetrar en la estructura del mundo utilizadas por el actor observado. Anticipando nuestros resul-
social e inves tigar más a fondo las diferentes actitudes que tados, podemos decir de inmediato que, al pasar de un nivel a
adoptan hacia él, por una parte, el actor situado dentro de ese otro, deben modificarse todos los términos conceptuales y
mundo y, por la otra, el observador científico del mismo. todos los términos de interpretación.
La definición de «racionalidad » o «razonabilidad» propuesta
por Talcott Parsons en su notable estudio sobre La estructura
de la acción social? expone con suma claridad lo que suele
entenderse por la expresión «acción racional»: «La acción es II
racional en la medida en que persigue fines posibles dentro
de las condiciones de la situación, y por medios que, entre La circunstancia de que el mismo objeto muestre una aparie n-
aquellos con que cuenta el actor, son intrínsecamente los más cia diferente a diversos observadores ha sido ejemplificada por
adecuados para el fin en cuestión por razones comprensibles algunos filósofos mediante el caso de una ciudad que, aunque
y verificables mediante la ciencia empírica positiva». Al indi- es siempre la misma, presenta un aspecto d iferente a personas
diferentes según la posición de cada una de ellas. Aunque no
car con su habitual escrupulosidad el punto de vista metodo-
lógico desde el cual enfoca este problema, el profesor Parsons ji.. ' quiero insistir demasiado en esta metáfora, contribuye a acla-
rar la diferencia entre nuestra visión del mundo social en que
comenta así esta defin ición: «Puesto que la ciencia es la ad-
quisición racional por excelencia, el modo de enfoque aquí vivimos ingenuamente y el mundo social que es objeto de
esbozado se basa en la analogía entre el investigador científico observación científica. El hombre criado en una ciudad se
y el actor en las actividades prácticas habitu ales. Se parte de orientará por sus calles siguiendo los hábitos que ha adquirido
concebir al actor como conocedor de los hechos de la situación en sus ocupaciones cotid ianas. P uede no tener una concepción
en que actúa y, en consecuencia, de la condición necesaria y coherente de la organización de la ciudad, y si va a su oficina
los medios disponibles para llevar a cabo sus fines. Esta cues- en subterráneo es posibl e que desconozca gran par te de aque-
tión, aplicada a la relación entre medios y fin, se refiere esen- lla. Sin embargo, tendrá un sentido apropiado de las dis tancias
cialmente a la predicción exacta de los efectos probables de entre diferentes lugares y de las direcciones en que los dife-
varias maneras posibles de modificar la situación (empleo de rentes puntos están situados con respecto a cualquier cosa que
medio s alternativos) y la elección resultante entre ellos. Apar - él considere como el centro. Por lo general, este centro será
te de las cuestiones relativas a la elección de fines y de las su hogar, y quizá le baste saber que encontrará cerca una línea
que se relacionan con el "esfuerzo" ( . . . ) no es muy difícil, de subterráneo o un ómnibus qu e conducen a otros puntos
poniéndolos a su alcance. Podrá decir, po r consiguiente, que
1 Nueva York, 1937, pág . 58 . conoce la ciudad, y, si bien su conocimiento es de un tipo

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muy incoh er ente, le bast a para tod as sus nece sidades prácticas. supuesto nivel concreto, por otro lado , tenemos qu e admi tir
C~ando un forastero llega a la ciudad, tiene que aprender a como incuestionables muchas suposiciones e implicaciones .
ori entars e en ella y a conocerla. Para él, nada se explica por Hasta podemos considerar que el nivel de nu estra investiga-
sí mismo , y para aprende r cómo ir de un punto a otro se ve ción actual es definido por la totalidad d e pre suposiciones
obligado a consultar a un experto; en este caso a un h abi- incuestionadas que hacemos situándonos en el punto de vista
tante de la ciudad. Puede, por supuesto, recurrir' a un mapa, específico desde el cual enfocamos la in terrelación de proble-
~ero hasta par~ utilizarlo con eficacia debe conocer el signi- mas y aspectos en examen. De acuerdo con esto, el paso de
ficado de sus signos, el punto exacto en que él se encuentra un nivel a otro requeriría cuestionar ciertas presuposiciones
y su correl~tivo en el mapa, y, al menos un punto más, para de nues tra investigación hasta entonces consideradas incu es-
poder relacionar correctamente 'Ios signos que halla en aquel tionables, y lo que antes era un dato de nu est ro problema se
con los obj et os reales de la urbe. haría ahora problemático a su vez. P ero el simple hecho de
Mu y di stintos son los med ios de ori ent ación que debe emplear que al modificarse el enfoque surjan nuevos problemas y as-
un cartógr afo par a tr azar un mapa de la ciudad· se le presen- pectos de los hechos, mientras de saparecen otros antes situa-
tan vari os caminos alterna tivos: comenzar por una fotografía dos en el centro de la cuestión, basta para iniciar una completa
tom ada desde un avión ; colocar en un punto conocido un modificación del significado de todos los términos correcta-
teodolito, medir determinada di stancia y calcular funciones mente utilizados en el nivel anterior. Por lo tanto, es indis-
tri gonométricas, etc. P ara tal es operaciones la cienci a de la pensable controlar con cuidado tal es modificaciones del signi-
cartogr afía ha elabor ado normas, elementos 'que el cartógrafo ficado , si se quiere evitar el rie sgo de pasar ingenuamente de
debe conocer antes de comenzar a trazar su mapa, y reglas un nivel a otro términos y proposiciones cuya validez se limita
que debe ob servar par a confeccionarlo de manera correcta esenci almente al primero, vale decir, a sus supuestos implí-
~a ciudad es la ~isma p ara las tres personas que hemos m~n­ citos.
clOn~do: el ~abltante~ el. ~orastero y el cartógrafo; pero par a La teoría filosófica, y en particular la fenomenológica, ha he-
el primero tiene un SI~~lfIcado especial: es «mi ciudad»; pa- cho contribuciones muy importantes p ara la mejor compren-
ra ~l fo~a stero, es un SItiO donde debe vivir y trabajar durant e sión de este fenómeno. No hace falt a, sin embargo, que nos
algu n tiemp o ; para el cartógr afo , es un objeto de su cienci a ocupemos, desde el punto de vista fenomenológico, de este
que le interesa úni camente p ara el propósito de confecci on ar cornplicadís ímo problema. Bast ará con referirnos a la teoría
un mapa. Po demo s deci r que el mismo objeto es cons iderado de la conceptuación elaborada por un notable pensador del
d esde diferen tes niveles. mundo de habla inglesa, William J ames. Fue él quien nos en -
Sin du~a nos sorprendería encontrar un cartógrafo que para señó que cada uno de nuestros conceptos tiene orl as que
confeccionar el mapa de un a ciudad se limitara a reu nir infor- rodean a un núcleo de su significado no modificado. Dice
ll? aci~n cnt~e sus habitantes . No obstante, los exp ertos en J ames : «En todo nuestro pensar voluntario hay algún tema
ciencias SOCIales eligen con frecuencia este extraño método. a cuyo alrededor giran todos los elementos que integran el
Olvidan que su labor científica se cumple en un nivel de inter- pens amiento. La relación con nuestro tem a o interés se expe-
pretación y comprensión que no es el mismo de las actitudes rimenta constantemente en la orl a de nu estros conceptos.
ingenuas de orientación e interpretación que caracterizan a las Cada pal abra de una oración es experimentada, no solo como
personas en la vid a cotidiana. Cu ando estos espec ialistas ha- una pal abra , sino como poseedora de un signific ado. Así, un a
blan de di ferentes niveles, suelen considerar que la difer encia palabra utilizada dinámicamente en una or ación puede tener
entre lo.s, dos niveles .reside ~otal y simplemente en el grado de un significado muy diferente del que posee cuando se la toma
concrecion o generalid ad . S1I1 embargo, esos dos términos no de manera estática o fuera de contexto».
son sino den omin aciones de problemas mucho más complica- No nos corresponde examinar aquí la teoría de J ames acerca
dos que los que sugieren de modo directo. de la índole de tales orlas y de su génesis en el flujo del peno
Tal como en nu estro mundo científico, en nuestra vid a coti- sarniento. Para nuestros fines , bastar á decir que ya la cone xión
d iana tod os tenemos, como seres humanos, la tendencia a su- en qu e se utiliza un concepto o un término y su rel ación con
poner, de manera más o menos ingenua, que lo que un a vez el tem a de interés (y este tema de interés es, en nuestro
he mos ver ificado como válido seguirá siéndolo para todo el fu - caso , el problema) crean modificacion es específicas de las
turo, y que lo qu e ayer no s pareció incuestionable lo será orlas que rodean al núcleo y h ast a del núcl eo mismo . Fu e
~ún mañana. Es ta premi sa ingenua pu ede ser adoptada sin pe- también William James quien explicó que no apercibimos fe-
Iigro cuando nos referimos a prop osiciones de carác ter pura- nóm enos aislados, sino más bien un campo de varias cosas
mente lógico, ? a enunciados empíricos sumamente gener ales, interrelacionadas y entrelazadas que emer ge del flujo de nue s-
a u n~~le es p.oslble demostrar qu e también es tos tipos de pro- tro pensamiento. Esta teoría explica de manera suficiente
POSICI ones nenen un ámb ito limitado de ap licabilidad. E n un para nue stros fines el fenómeno del significado de un término

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que se modifica cuando pasamos a otro nivel. Creo que estas profesor Parsons en el párrafo citado. Ni siquiera interpreta-
referencias superficiales bastarán para indicar la naturaleza mos de manera racional el mundo social que nos rodea ex-
del problema que estamos abordando. cepto en circunstancias especiales que nos obligan a abandonar
Dentro del armazón de las ciencias sociales , el término «racio- nuestra actitud básica de vivir simplemente nuestra vida. En
nalidad» -o al menos el concepto al que alude- cumple el apariencia, cada uno de nosotros ha organizado ingenuamente
papel específico de un «concepto fundamental». Es propio de su mundo social y su vida cotidiana, de tal manera que se
los conceptos fundamentales el que, una vez introducidos en enc.uent~a en el centro del cosmos social que 10 rodea. 0,
un sistema aparentemente uniforme, establezcan las diferen- mejor dicho, ya ha nacido en un cosmos social organizado.
ciaciones entre puntos de vista que llamamos niveles. En con- Para. él, es un cosmos y está organizado en la medida en que
secuencia, el significado de tales conceptos fundamentales no contiene todos los elementos adecuados para hacer de su vida
depende del nivel de la investigación actual; por el contrario, cotidiana y de la de sus semejantes una cuestión rutinaria.
el nivel en el cual se puede cumplir la investigación depende Exis~en, por ~na .parte, instituciones de diversa especie, he-
del significado atribuido al concepto fundamental, cuya intro- rramientas, rnaqumas, etc.; por la otra, hábitos , tradiciones,
ducción divide por primera vez lo que antes aparecía como reglas y experiencias reales y sustitutivas. Además, existe una
un campo homogéneo de investigación en diferentes niveles. escala de relaciones sistematizadas que cada uno mantiene con
Adelantando lo que tendremos que probar más adelante, dire- sus semejantes, a partir de las relaciones con los miembros
mos que el nivel al que da acceso la introducción del término de 'su núcleo. familiar, parientes, amigos personales, personas
«acción racional» como principio fundamental del método de que conoce directamente, personas que ha encontrado una sola
las ciencias sociales no es sino el nivel de la observación e vez en su vida, pasando por relaciones con hombres anónimos
interpretación teórica del mundo social. que trabajan en alguna parte y de una manera que él no puede
imaginar, pero con el resultado de que la carta que echa en el
buzón llega al destinatario, y de que su lámpara se enciende
al oprimir un botón.
III Así, el mundo social con los «alteregos» que contiene está
ordenado alrededor del sí-mismo como centro, en grados di-
Como observadores científicos del mundo social, este no nos versos de intimidad y anonimia. Aquí estoy yo, y cerca de mí
interesa prácticamente, sino solo cognoscitivamente. Esto sig- «alteregos» cuyas «almas desnudas», como dice Kipling, co-
nifica que no actuamos en él con plena responsabilidad por las nozco. Luego están aquellos con quienes comparto el tiempo
y el espacio, y a quienes conozco más o menos íntimamente.
consecuencias de nuestras acciones; lo contemplamos, en cam-
bio , con la misma distanciada ecuanimidad con que los físicos Siguen después las múltiples relaciones que mantengo con
observan sus experimentos. Pero recordemos que, a pesar de personas cuya personalidad me interesa, aunque solo tengo
nuestra actividad científica, todos somos seres humanos en un conocimiento indirecto de ellas, como el que puede obte-
nuestra vida cotidiana, hombres entre semejantes con quienes nerse, por ejemplo, en sus obras o escritos, o en informes de
nos relacionamos de muchas maneras, Para ser precisos, aun terceros. De este tipo es, por ejemplo, mi relación social con

nuestra misma actividad científica se basa en la cooperación
entre nosotros, los hombres de ciencia, y nuestros maestros y
los maestros de nuestros maestros, cooperación por influencia
mutua y por crítica mutua; pero en la medida en que la acti-
vidad científica está fundada socialmente, es una entre otras
¡ el autor del libro que estoy leyendo. Por otro lado, tengo rela-
ciones sociales (en el significado técnico del término) aunque
superficiales e inconsistentes, con otros cuyas personalidades
no me interesan, pero que llevan a cabo funciones en las que
sí estoy interesado. Es posible que la vendedora de la tienda
donde compro mi crema de afeitar, o el hombre que lustra
emanaciones de nuestra naturaleza humana, perteneciente sin
mis zapatos, sean personalidades mucho más interesantes que
duda a nuestra vida cotidiana, gobernada por las categorías
algunos de mis amigos. No 10 investigo; no estoy interesado
de l~ ."oc~ción y la falta de vocación, el tr abajo y el ocio , la
planificación y la realización. Una cosa es la actividad cien- en el contacto social con esas personas. Lo único que quiero
t~fica, ~omo fenómeno social, y otra la actitud específica que el
es obtener por cualquier medio mi crema de afeitar y hacer
c~entIfIco debe adoptar hacia su problema. Considerada exclu-
lustrar mis zapatos. En este sentido, si quiero hacer una lla-
sivamente como una actividad humana la labor científica solo mada telefónica , me da casi 10 mismo que sea directa o por
se di~ti~gue de otras actividades humanas por el hecho de medio de un telefonista. Dicho sea de paso -y aquí entra-
co~stltU1r el arquetipo de la interpretación racional y la acción
mos en la esfera más remota de las relaciones sociales- tam-
racional. bién el dial telefónico tiene una función social porque deriva,
En nuestra vida cotidiana, muy pocas veces actuamos de ma- como todos los productos de la actividad humana, del hom-
nera racional, entendiéndolo en el sentido expuesto por el bre que lo inventó, 10 diseñó y lo fabricó. Pero si no me guía

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un motivo especial, no indago la historia, génesis y construc- la época de la dinastía Ming estará organizado de una manera
ción de todas las herramientas e instituciones creadas por la muy diferente del mundo social de un joven norteamericano
actividad de otras personas. De igual modo, no investigo la cristiano de la actualidad, pero subsiste el hecho de que ambos
personalidad y el destino de semejantes cuya actividad consi- mundos están organizados, y esto dentro del marco de las cate-
dero como una función puramente típica. Sea como fuere -y gorías de familiaridad y ajenidad, de personalidad y tipo, de
esto es importante para nuestro problema-, puedo utilizar intimidad y anonimia. Además, cada uno de estos mundos
eficazmente el teléfono sin saber cómo funciona; solo me in- estará centrado en el sí-mismo de la persona que vive y actúa
teresa el hecho de que funciona. No me importa si el resultado en él.
obtenido -que es lo único que me interesa- se debe a la
intervención de un ser humano cuyos motivos no discierno o
a un mecanismo cuyo funcionamiento no comprendo. Lo que
cuenta es el carácter típico del suceso dentro de una situación IV
tipificada.
De tal modo, en esta organización del mundo social por el ser Pero continuemos analizando el conocimiento que un hombre
humano que vive ingenuamente en él, encontramos ya el que vive ingenuamente posee acerca del mundo, tanto social
germen del sistema de tipos y relaciones típicas que más tarde como natural. En su vida cotidiana, el ser !humano sano, adul-
organizaremos en todas sus ramificaciones como característica to y alerta (no hablamos de otros) tiene tal conocimiento
esencial del método científico. Esta tipificación es gradual en automáticamente a mano, por así decirlo. Su acervo de expe-
la misma proporción en que la personalidad del semejante riencias se construye a partir de la herencia y la educación, las
desaparece más allá de la anonimia no develada de su función. múltiples influencias de la tradición, los hábitos y su propia
Si queremos hacerlo, podemos interpretar también este pro- reflexión previa. Abarca los más heterogéneos tipos de cono-
ceso de tipificación gradual como un proceso de racionaliza- cimiento de un modo muy incoherente y confuso. Se mezclan
ción, contemplado al menos por uno de los diversos signifi- experiencias claras y nítidas con vagas conjeturas; se entre-
cados que Max Weber atribuye al término «racionalización», cruzan suposiciones y prejuicios con evidencias bien estable-
cuando habla del «desencantamiento del mundo» (Entzau- cidas; se entrelazan motivos, medios y fines, así como causas
berun g der Welt). Esta expresión indica la transformación de y efectos, sin una clara comprensión de sus conexiones reales.
un mundo incontrolable e ininteligible en una organización Hay por doquier lagunas, interrupciones y discontinuidades.
que podemos comprender y, por lo tanto, dominar, y en cuyo Parece existir una especie de organización según los hábitos,
marco se hace posible la predicción. reglas y principios que regularmente aplicamos con éxito. Pe-
En mi opinión, el problema fundamental de los diferentes ro el origen de nuestros hábitos está casi fuera de nuestro
aspectos en los cuales parecen dársenas nuestros semejantes y control; las reglas que aplicamos son reglas prácticas, cuya
su conducta y acciones no ha recibido todavía la atención que validez nunca ha sido verificada. En parte, adoptamos nues-
merece de los sociólogos. Pero si las ciencias sociales, con tros principios básicos acríticamente de padres y maestros, y
pocas excepciones, no han tenido en cuenta este tipo de racio- en parte los extraemos al azar de situaciones específicas de
nalización de su esquema conceptual, cada uno de nosotros, nuestra vida o de la vida de otros sin haber profundizado en
los seres humanos, ya ha llevado a cabo esta tarea con el «sim- la investigación de su coherencia. Nada nos garantiza la con-
ple vivir», sin planificarla y sin haberse esforzado por efec- fiabilidad de todas estas premisas mediante las cuales nos
tuarla. No nos guían, para hacerlo, consideraciones metodoló- gobernamos. Por otra parte, esas experiencias y reglas nos
gicas, ni un esquema conceptual de las relaciones entre medios bastan para desempeñarnos en la vida. Como normalmente
y fines, ni idea alguna acerca de valores que debamos concre- debemos actuar, y no reflexionar, para satisfacer las exigencias
tar. El único principio pertinente para la construcción de la del momento, no nos interesa la «búsqueda de la certeza».
estructura de perspectivas en que nuestro mundo social se nos Nos contentamos con disponer de una discreta probabilidad
aparece en la vida cotidiana es nuestro interés práctico, tal de concretar nuestros fines, y nos inclinamos a pensar que dis-
como surge en determinada situación de nuestra vida y como ponemos de ella si ponemos en movimiento el mismo meca-
será modificado por el cambio de la situación que está por nismo de hábitos, reglas y principios que ya ha sido proba-
tener lugar. En efecto; así como todas nuestras apercepciones do. En nuestro conocimiento de la vida cotidiana no faltan
visuales corresponden a los principios de la perspectiva y las hipótesis, inducciones y predicciones, pero estas tienen
transmiten las impresiones de profundidad y distancia, así todas el carácter de lo aproximado y lo típico. El ideal del
también todas nuestras apercepciones del mundo social tienen, conocimiento cotidiano no es la certeza, ni siquiera la proba-
necesariamente, el carácter básico de visiones en perspectiva. bilidad en un sentido matemático, sino la probabilidad común.
Por supuesto, el mundo social de un anciano budista chino de Las anticipaciones de situaciones futuras son conjeturas sobre

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lo que cabe esperar o temer, o, a lo sumo, sobre lo que se donar el uso de analogías y buscar un a nueva manera de
puede razonablemente preve r. Cuando luego la situaci ón anti- hacer frente a la situación.
cipada se concreta de alguna forma, no decimos que nues- 2. A veces se equipara acción racional con acción delibe-
tra predicción ha sido confirmada o desmentida, o que nuestra rada. Sin embargo, el mismo término «deliberada» supone
hipótesis ha sido compro bada, sino que nuestras espera nzas o muchos elementos ambigu os.
temores te nían o no fundamento . La coherencia de este siste- a. La acción rutinaria de la vida cotidiana es deliberada en
ma de conocimie nto no es la de las leyes naturales, sino la la medida en qu e se rel aciona siempre con el acto origina rio
d e las sucesiones y relaciones típicas. de deliberación que pr ecedió otrora a la elaboración de la
Denominaré a este tipo de conocimiento y a su organización, fórmula adop tada por el actor como norma para su conduc ta
«conocimiento de libro de cocina ». Un libro de cocina contie- actual.
ne recetas, listas de ingredientes , fórmulas para mezclarlos e b. Si se lo define en forma conveniente, el término «delibera-
instr ucciones para la presentación. No necesitamo s otra cosa ción» puede abarcar la percepción de la ap!icabilidad a un a
para preparar un pastel de manzanas, ni tampoco para abordar situación actual de una receta que ha producido bueno s resul-
las cuestiones rutinarias de la vida cotidiana. Si nos gusta el tados en el pasado.
pastel de manzanas así preparado, no preguntamos si la ma- c. Podemos dar al término «deliberación» un significado que
nera de elaborarlo según ind ica la receta es la más adecuada abarq ue la anticipación pur a del fin, y esta anticipación es
desde el punto de vista higiénico o alimenticio, o si es la más siempre el motivo para que el actor inicie la acción.
rápida, la más económica o la más eficiente . Nos limitamos d. Por otra parte, el térm ino «deliberación» - tal como lo
a comerlo y saborea rlo. La mayoría de nuestras actividades emplea, por ejemplo, el prof esor Dew ey en La .natu:ale~a
cotidianas, desde que nos levant amos hasta que nos acosta- humana y la conducta, significa «un ensayo teatral ~maglnano
mos, pertenecen a este tipo: son cumplidas siguiendo recetas de diversas líneas de acción posibles». En este sentido, suma-
que se reducen a hábitos aut omátic os o a trivialidades indi s- ment e import ante para la teoría de la racionalidad, no pode-
cutidas. Este tipo de conocimiento se refiere únicamente a la mos clasificar como racional el tipo de acciones cotidianas
regularidad de los sucesos en el mundo externo, cualquiera que hemos examinado hasta ahora como acciones deliberadas.
que sea su origen. Esta regularid ad permite prever razonable- Por el cont rario , es caract erístico de estas acciones rutinarias
mente que el sol saldrá mañana por la mañana. Es igualmente que el problema de elegir en tre diferentes posibilidades no
regular - y, po r lo tanto, puede ser prev isto con igual buena entra en la conciencia del actor . Tendr emos que volver ense-
razón- que el ómnibus me llevará a mi oficina, si tomo el guida al problema de la elección.
que corresponde y pago mi boleto. 3. La acción racional suele ser definida como acción «planea-
d a» o «proyectada», sin un a indicación pr ecisa del significado
de los términos «planeada» o «proyecta da ». No podemos
limitarnos a decir que los actos rutinarios no racionales de la
v vida cotidiana no están planeados conscientemente. Por el
cont rario, se sitú an dentro del marco de nuestros planes y
Las observacio nes ant eriores caracterizan de una manera muy proyectos; son, incluso, instrumentos para llevarlos a cabo.
superficial el esquema conceptual de nuestra condu cta coti- Toda planificación presupone un fin que debe ser concre tado
diana, en la medida en que es aplicable la expresi ón «esquema por etapas, cada una de las cuales puede ser llamada, desde
conceptual» . Una conduc ta de! tipo descripto , ¿debe ser clasi- uno u otro punto de vista, medios o fines intermedios . Aho-
ficada como racional, o como irr acional? Para responder en ra bien, toda labor rutinaria tiene por función estandar izar y
forma adecuada a esta pregunta debemos analizar las diversas mecanizar las relaciones entre med ios y fines como tales, al
implicaciones ambiguas que encierra e! término «racionali- remitir medios estandarizados a clases estandarizadas de fines.
dad», tal como se lo aplica en el nivel de las experiencia s Como efecto de esta estandarización, los fines intermedios
cotidianas. desaparecen de la cadena conscientemente elabora da de me-
dios a que se debe recurrir para cumplir el fin planeado. Pero
1. La palabra «racional» es utilizada con frecuencia como si- aquí surge el problema del sentido subjetivo , que ya hemos
nónimo de «razonable». Ahora bien; no hay duda de que mencionado. No podemos hablar del acto-unidad como si esta
actuamos en la vida cotidi ana de una manera razonable si unidad fuera constituida o delin eada por el observa dor . De-
aplicamos las recet as que encontramos en e! acervo de nues- bemos preguntar seriamente: ¿Cuándo comienza un acto y
tra experiencia y que ya han sido puestas a prueba en un a cuándo queda cumplido? Como veremos, ún icamente el actor
situación análoga. Pero actua r racionalmente significa, a me- está en cond iciones de respo nder a esta pregunta.
nudo, evita r la aplicación mecánica de los precedentes, aban- Tomemos el siguiente ejemplo: supóngase que un empresario

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tiene su vida profesional organizada y planificada hasta el ticos. En esta medida -pero solamente en esta medida- el
punto de que se propone continuar con sus negocios durante principio del pragmatismo se halla incuestionablemente bien
los próximos diez años, al cabo de los cuales tiene la esperan- fundado. Es una descripción del estilo del pensamiento coti-
za de retirarse. Continuar con su labor supone ir a su oficina diano, pero no una teoría del conocimiento.
todas las mañanas. Para este propósito, tiene que salir de su 6. Según la interpretación ofrecida por otros autores, un acto
casa a determinada hora, comprar un boleto, tomar el tren, racional presupone una elección entre dos o más medios ten-
etc. Así 10 hizo ayer y así 10 hará mañana, si no 10 impide dientes al mismo fin, o aun entre dos fines diferentes, y una
nada fuera de 10 común. Supongamos que un día se retrasa y selección del más apropiado. Esta interpretación será anali-
piensa: «Perderé el tren y llegaré tarde a mi oficina. El zada en la sección siguiente.
señor X ya estará allí esperándome. Estará de mal humor y
tal vez no firme el contrato del cual depende en gran medida
mi futuro». Supongamos, además, que un observador ve a
este hombre que corre para alcanzar el tren «como de cos- VI
tumbre» (según cree aquel). ¿Su conducta es planificada?
y en caso afirmativo, ¿cuál es el plan? Solo el actor puede Como 10 ha señalado john Dewey, en nuestra vida cotidiana
responder a este interrogante, porque solamente él conoce el predomina la preocupación por el paso siguiente. Los hombres
alcance de sus planes y proyectos. Es probable que toda labor se detienen a pensar recién al interrumpirse la sucesión del
rutinaria sea un instrumento destinado a lograr fines que la actuar, y la disyunción en forma de problema los obliga a de-
exceden y determinan. tenerse y ensayar maneras alternativas de superar, evitar o
4. Con frecuencia se identifica «racional» con «predecible». transponer este problema, que les son sugeridas por sus ante-
No es necesario volver a esta cuestión. Ya hemos analizado la riores enfrentamientos con él. La imagen de un ensayo teatral
forma específica de predicción del conocimiento cotidiano de la acción futura, utilizada por el profesor Dewey, es muy
como un simple cálculo de probabilidades. acertada. En verdad, no podemos descubrir cuál de las alter-
5. Según la interpretación de algunos autores, «racional» se nativas conducirá al fin deseado sin imaginar este acto como
refiere a «lógico». Un ejemplo de esto es la definición ofreci- va realizado. De este modo, debemos ubicarnos mentalmente
da por Parsons, y otro la teoría de Pareto sobre la acción no en una futura situación que consideramos ya realizada, aun-
lógica, a la que aquel se remite. En la medida en que se trate que realizarla sería el fin de la acción que pensamos poner en
del concepto científico de acto racional, puede ser plenamente práctica. Solo considerando cumplido el acto podemos juzgar si
aplicado el sistema de la lógica. Pero en el nivel de la expe- los medios previstos para llevarlo a cabo son o no adecuados,
riencia cotidiana, la lógica, en su forma tradicional, no puede o si el fin que queremos alcanzar se adapta al plan general de
rendir los servicios que necesitamos y esperamos. La lógica nuestra vida.
tradicional es una lógica de conceptos basada en ciertas ideali- Prefiero llamar a esta técnica de deliberación, «pensar en
zaciones. Al aplicar el postulado de la claridad y distinción tiempo futuro perfecto». Pero hay una gran diferencia entre
de los conceptos, por ejemplo, la lógica tradicional excluye la acción efectivamente efectuada y la acción a la que solo se
todas las orlas que rodean al núcleo dentro de la corriente del imagina efectuada. El acto realmente efectuado es irrevocable
pensamiento. Por otra parte, en la vida cotidiana el pensa- y debe hacerse frente a sus consecuencias, haya sido eficaz o
miento tiene como principal interés, precisamente, la relación no. La imaginación siempre es revocable y puede ser revisada
de las orlas que unen el núcleo con la situación actual del pen- una y otra vez. En consecuencia, cuando me limito a ensayar
sador. Esta cuestión es, evidentemente, de suma importancia. en la imaginación diversos proyectos, puedo atribuir a cada
Explica por qué Husserl clasifica la mayor parte de nuestras uno de ellos diferentes probabilidades de éxito, pero nunca
proposiciones del pensamiento cotidiano como «proposiciones verme defraudado por su fracaso. Como toda anticipación,
ocasionales», es decir, válidas y comprensibles solo con res- la acción futura ensayada en la imaginación también tiene
pecto a la situación del que habla y al lugar que ocupan en lagunas que solo la efectuación del acto puede llenar. Por 10
su corriente de pensamiento. También explica por qué nues- tanto, sólo retrospectivamente el actor verá si su proyecto ha
tros pensamientos cotidianos se interesan menos en la antíte- resistido la prueba o ha terminado en el fracaso.
sis «verdadero-falso» que en la escurridiza transición «proba- La técnica de la elección es la siguiente: la mente del actor
ble-improbable». No formulamos proposiciones cotidianas con examina una alternativa y luego otra, hasta que la decisión
el propósito de lograr, dentro de cierto ámbito, una validez cae de su mente -para emplear la imagen acuñada por Berg-
formal que pueda ser reconocida como tal por otro, como 10 son- como un fruto maduro cae del árbol. Pero toda elección
hace el lógico, sino con el fin de obtener un conocimiento vá- exige que el actor comprenda con claridad que en la práctica
lido solo para nosotros mismos y para nuestros fines prác- existen maneras alternativas de aplicar diferentes medios o

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inc1uso fines alterna tivos . Es erró neo presuponer que antes claridad y nitidez adecuada s a los requi sitos del int erés prác-
de cada acción hum ana se da necesariamente la conciencia de tico del actor. No es nue str a tarea det erminar si en la vida
tales alt ern ativas y, por ende, la elección, y qu e, en con se- cotidiana se dan con frecuencia actos racionales que res-
cuencia, todo actuar supone deliber ación y preferenc ia. Es ta pondan a las características mencionadas. No hay dud a de
inte rpre tación confunde acrít icamente la selección en el senti- que los «actos racionale s», junto con sus antí tesis, definidas
do de escoger una alternativa sin compararla con las demás, y por Max Weber como actos «tra dicionales» o «habit uales»,
la elección en el senti do de elegir la alte rnativa que se prefie- repr esent an en buena medida tipos ideales qu e con muy poca
re. Como ya 10 señalara James, la selección es un a fu nción frecuencia serán hall ados en su forma pur a en la acción coti-
esencial de la conciencia humana. El interés no es otra cosa diana. Deseo destacar solamente que el ideal de racionali dad
que selección, pero no involucr a necesariamente elección cons- no constituye, ni pued e constituir, una característica peculiar
ciente entre alternativas, 10 cual presupone refle xión, volición del pensamiento cot idian o, y por ende no puede ser un prin-
y preferencia. Cuando paseo por un jardín discutie ndo un cipio metodológico de la interpretación de las actos h umanos
problema con un amigo y vaya la izquierda o a la derecha, no en la vida cotidiana . Esto qu edará más claro si examinamos
elijo h acerlo ; no tengo prese nte ninguna alt ernativa. Determ i- las implicaciones ocultas del enunciado --o mejor dicho, del
nar los mot ivos de tal conducta es un problema de la psico- pos tulado-- según el cual solo habría elección racional si el
logía, pero no pu edo decir que prefiero una direc ción u otra . actor poseyera un cono cimien to suficiente del fin que desea
H ay, si n du da, situaciones en las que cada uno de nosotros alcanzar, así como tambi én de los diferentes medios propios
se det iene a pensar en sus problemas. En general, .]0 hacem os para lograrlo.
en puntos críticos de nuestra vida, cuando nos int eresa pri n- Este postulado implica:
cipalmente dominar una situación. Pero aun ento nces, acep-
tamos nue stras emociones, además de la deliberación racional , a. El conocimiento del lugar qu e ocupa el fin qu e se desea
como guía para hallar la solución más adecuada, y es correcto alcanzar dentro del marco de los planes del actor (que tam-
que lo hagamos, porque esas emociones también tien en sus bién deben ser conocido s por él).
raíces en nuestros intereses prác ticos. b. El conoc imiento de las interrelaciones de dicho fin con
Ta mbién apelaremos a nuestro acervo de recetas, a las reglas ot ros, su compatibilidad o incompatib ilidad con ellos.
y técnicas que surgen de nuestra vid a profesional o nuestras c. El conocimiento de las consecue ncias deseables e inde sea-
experiencias práct icas. En contra remos, por cierto, muchas so- bles que pue dan sur gir como productos colaterales de la
luciones sistematiza das en nu estro conocimien to estanda riza- realización del fin principal.
do. Podemos tal vez consulta r a un experto, pero tampoco d . El conocimiento de las diferentes cadenas de medios que
este nos pr oporcion ará otra cosa qu e recetas y soluciones sis- son técnica o aun ontológicament e adecuados para la realiza-
tematizadas. Nuestra elección será deliber ada, y habiendo en- ción de ese fin, al mar gen de que el actor controle todos sus
sayado en la imaginación todas las posibilidades de acción elementos o varios de ellos.
que se nos abr en en el tiempo fu turo perfecto, pond remos en e. El conocimiento d e la inte rferencia de tales medios con
práctica aquella solució n que parezca tener la mayor prob abi- ot ros fines u otras caden as de medios que incluyen todos sus
lidad de éxito. efectos secundarios y sus consecuencias incidentales.
Ahora bien : ¿en qué condiciones podemos clasificar un acto /. El conocimiento de la accesibilidad de esos medios para el
deliberado de elección como racio nal ? Al parecer, debemos actor , eligiendo los medios que están a su alcance y qu e puede
distinguir entre la racionalidad del conocimient o, qu e es un utilizar .
requ isito de la elección racional, y la racionalidad de la elec-
ción misma. La racionalidad del conocimiento se da solamente Los puntos antedichos no agot an en modo alguno el compli-
si todos Jos elementos a par tir de los cuales el actor debe cado análisis que sería necesario efectu ar para desmenuzar el
elegir son concebidos por él de maner a clara y nítida. La concepto de elección racional en la acción. Las complicaciones
elección misma es racional si el actor elige, entre todo s los aumentan cuando la acción es de carácter social, vale decir,
medios a su alcance, el más apropiado para llevar a cabo el cuand o está dirigida hacia otras personas. E n este caso , los
fin propu esto. elementos siguientes se convierten en determinantes adicion a-
H emos visto que la clarid ad y nitidez, en el significado estric- les de la deliberación del actor:
to de la lógica forma l, no corresponden al estilo t ípico del
pensamient o cotidiano. Sin embargo, sería erróneo deducir de P rimero, la interpretación o no interpret ación de su acto
ello qu e la elección raciona l no existe en la esfera de la vida por part e de su semejante.
cotidiana. E n verda d, bas tar ía inte rpretar los térmi nos clari- Segundo , la reacción de ot ras personas y su motivación.
dad y nit idez en un sentido modificado y restringido: como Tercero , todos los elementos de conocimiento antes esboza-

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dos (de a a f) que el actor, con razón o sin ella, atribuye a cacion en el punto de vista, el investigador reemplaza a los
sus copartícipes. seres humanos que observa como actores en el escenario social
Cuarto, todas las categorías de familiaridad y ajenidad, de por títeres que él ha creado y manipula. Lo que llamo «tí-
intimidad y anonimia, de personalidad y tipo, que hemos teres» corresponde a la expresión técnica «tipos ideales», in-
descubierto en el curso de nuestro inventario de la organi- troducida por Weber en las ciencias sociales.
zación del mundo social. El análisis de nuestro mundo social común nos ha mostrado
el origen de la tipificación. En la vida diaria, tipificamos
Este breve análisis muestra que no podemos hablar de un actividades humanas que nos interesan únicamente como me-
acto racional aislado, si entendemos por esto un acto que dios adecuados para lograr determinados efectos, pero no
resulta de la elección deliberada, sino solamente de un siste- como emanaciones de la personalidad de nuestros semejantes.
ma de actos racionales? El procedimiento del observador científico es, globalmente,
Pero, ¿dónde encontraremos este sistema de acción racional? el mismo. Observa que ciertos sucesos son causados por la
Ya hemos observado que el concepto de racionalidad se ori- actividad humana y comienza a establecer un tipo con tales
gina, no en el nivel de la concepción cotidiana del mundo procedimientos. Luego coordina con estos actos típicos ac-
social, sino en el nivel teórico de la observación científica del tores típicos, como realizadores de aquellos. Así, termina
mismo, y es aquí donde encuentra su campo de aplicación me- construyendo tipos ideales personales, a los que imagina do-
todológica. Por lo tanto, debemos pasar al problema de las tados de conciencia. Esta conciencia ficticia está construida de
ciencias sociales y a los métodos científicos de su interpre- tal modo que, si el actor ficticio fuera un ser humano de
tación. carne y hueso en lugar de un maniquí, tendría la misma co-
rriente de pensamiento que un hombre vivo que actuara de
la misma manera, pero con la importante diferencia de que
la conciencia artificial no está sujeta a las condiciones ontoló-
VII gicas de la existencia humana. El títere no nace, no crece ni
muere. No tiene esperanzas ni temores; no conoce la ansiedad
Al analizar el mundo social en que vivimos, hemos indicado como motivación decisiva de todas sus acciones. No es Iibre
que cada uno de nosotros se considera como el centro de este en el sentido de que su actuación pueda transgredir los límites
mundo, al que agrupa alrededor de sí mismo según sus pro- que ha fijado su creador, el investigador social. Por lo tanto,
pios intereses. La actitud del observador hacia el mundo so- no puede tener otros conflictos de intereses v motivos que
cial es muy diferente. Este mundo no es el teatro de sus acti- aquellos implantados en él por el científico. El tipo ideal no
vidades, sino el objeto de su contemplación, que él examina puede equivocarse, si equivocarse no es su destino típico. No
con distanciada ecuanimidad. Como investigador científico puede cumplir un acto que esté fuera de los motivos típicos.
( no como ser humano que aborda la ciencia), el observador es de las relaciones típicas entre medios y fines y de la situación
esencialmente solitario. No tiene ningún compañero, y pode- típica establecida por el investigador. En síntesis, el tipo
mos decir que se ha colocado fuera del mundo social, con sus ideal no es sino un modelo de una mente consciente. sin la
múltiples relaciones y sus sistemas de intereses. Quien desee facultad de espontaneidad y sin voluntad propia. También
convertirse en científico social debe decidirse a colocar en el en situaciones típicas de nuestra vida cotidiana todos nosotros
centro de este mundo, no a sí mismo, sino a otro: la persona asumimos ciertos roles típicos. Aislando una de nuestras acti-
observada. Pero al modificarse el punto central, se transfor- vidades de sus relaciones con todas las otras manifestaciones
ma todo el sistema y -si se nos permite recurrir a esta metá- de nuestra personalidad, nos disfrazamos de consumidores o
fora- todas las ecuaciones que se han demostrado válidas en contribuyentes, ciudadanos, miembros de una Iglesia o un
el sistema anterior deben ser expresadas ahora en términos del club, clientes, fumadores, transeúntes, etc. El viajero, por
nuevo sistema. Si el sistema social en cuestión hubiera alean- ejemplo, debe comportarse de la manera específica que, según
zado una perfección ideal, sería posible establecer una fórmu- cree, el tipo «empleado ferroviario» espera de un pasajero tí-
la universal de transformación como la inventada por Eins- pico. Para nosotros, en nuestra vida diaria, estas actitudes son
tein para traducir en términos de la teoría de la relatividad solo roles que asumimos voluntariamente por conveniencia
las proposiciones de la mecánica newtoniana. y que podemos abandonar cuando queramos. Pero asumir este
Como consecuencia primera y fundamental de esta modifi- rol no cambia nuestra actitud general hacia el mundo social o
hacia nuestra vida. Nuestro conocimiento sigue siendo inco-
2 Véase el excelente estudio dedicado por Parsons a este problema herente, nuestras proposiciones, ocasionales, nuestro futuro,
con el título «Systcms of Action and thcir Units», al final ele Tbe incierto y nuestra situación general, inestable. En el momento
Structure 01 Social Actiol1,t:, op cit. siguiente puede producirse el gran cataclismo que afecte nues-

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tra elección , modifique todos nuest ros planes y acaso destru ya lizado , o sea el problema para el cual ha sido construido. Para
el valor de toda nuestra experiencia. Y aun dentro del rol, utilizar un término matemático, podemos decir que el tipo
conservamos la libertad de elección,en la medid a en que tal ideal siempre necesita un subíndice qu e se refiera al pro -
libertad existe dentro del alcance de nuestras cond iciones hu- blema que determina la formaci ón de todos los tipos que se
manas y sociales. Esta l ibert a~ abarca la posibilidad de aban- van a usar. En este sentido, el p roblema en examen es el
donar nuestro disfraz, renunciar al rol y recomenzar nuest ra locus de todos los tipo s posibles que pued an pertenecer al
orientación en el mundo social. Seguimos siendo suje tos, cen- sistema inve stigado .
tros de actividad espont ánea, actores . No puedo profundizar aquí en los fundamentos lógicos de
El tí tere llamado «tipo ideal pe rsonal », por el contrario, nun - esta tesis, a la que llamo el principio de significatividad, pero
ca es un sujeto o un cent ro de actividad espontánea. No cabe interpretarla como una aplicación de la teoría de James
tiene como tarea dominar el mundo; hablando en términos referente a las orla s de los conceptos. El tipo ideal, igual que
estrictos no tiene ningún mundo. Su destino es regulado y otros conceptos, tiene orl as que se relacionan con el tem a
determinado de antem ano por su creador , el investigador so- pri ncip al, a cuyo alrededor giran todos los ele.mentos d~l pen-
cial, y con arm onía pre establecida tan p.erfecta com~ la que samiento . Es fácil comprender que un cambio en el SIstema
Leibn iz atribuyó al mundo creado po r DlOS. Por gracia de su prin cipal - vale decir en el problema- automáticamente
constructor dicho títere está dot ado precisamente de ese supone una modificaci ón en las orlas que r~~a? a cada co~­
tipo de conocimiento que necesit a para cumplir la tarea para cepto. Y, como un cambio en el problema significa una mod i-
la cual fue introducido en el mundo científico. El hombr e de ficación en el ámbito de significatividad, la misma razón nos
ciencia distribuye su propio acervo de experiencia - lo cual permite explicar por qué al cambiar el punto de vista surgen
significa experiencia científica en término clar~s y nítidos- nuevo s he chos, mientras desaparecen otros que antes se halla-
entre los títeres con que puebl a el mundo social. Pero tamo ban en el centro de la cuestión . Pero este enunciado no es
bién este mundo social está organizado de una manera muy nada más que nuestra definici ón originaria del paso de un
diferen te: no está centrado en el tipo ideal; carece de las nivel a otro . Debe admitirse, claro está, que el término «ni-
cate zorías de intimidad v anonimi a, de familiaridad y ajeni- vel» sólo se aplica estrictamente a sistem as totales de pro-
dad ~ en sínt esis, carece del carácter básico de lo que se ~a­ blemas' sin embargo, las consecuenci as son, en principio, las
nifiesta en perspectiva . Lo que cuenta es el punto de vista mism as. En mi opi nión , es importante que el científico teng a
desde el cual el científico contempla el mundo social. Este presente que cada cambio en el problema supone una m.odi-
pun to de vista define el marco de la perspectiva general en ficación completa de todos los conceptos y todos los tip os
que el secto r elegido del mun do so~ial ~e I?r~s~nta al o~se r­ que maneja . Muchos malentendidos y controversia.s en l?s
vador cient ífico tanto como a la conciencia ficticia del muneco ciencias sociales resultan de aplicar conceptos y tipo s, S10
tipo. Se denomina a este punto d e vista centr al del investi- modific arlos, a un nivel que no es aquel que constituye su
gador su «problema científico en examen~>. lugar natural.
En un sistema científico, el problema tiene exactamente la Pero, ¿por qué elaborar tipo s ide~l.es pers ona!es? (Por q~é:,-o
misma significación para la activi dad científi~a qu ~ ~os inte- reunir simplemente hechos empíricos? O ~len, SI la t~n~ca
reses prácti cos para las actividades del trabal? coti diano . El de la in terpretación tipológica puede ser aplicada con eficacia,
problema cien tífico, tal como se lo for mula, tiene una doble ¿por qué no lim itarse a elaborar tipos de sucesos impers?-
fu nción: na1es, o tipos de la conducta gru pal? ~Acaso la ~onon:lla
modern a no ejemplifica una ciencia socl a~ que no Inv;~tlga
a. Determina los límites dentro de los cuales se hacen signi- tipos ideales personales, sino curvas, funciones m atemat~cas ,
ficat ivas par a la investigación ciertas proposiciones posib les. mov imient os de precios o insti tuciones t~le~ como lo s~l~te­
De tal modo, crea el dominio del objeto de estudio cientí fico mas banc arios o el circulante? La estadística ha permitido
dentro del cual deben ser compatibles todos los concep tos. reunir información acerca de la conducta grupal, ¿ Por qué
b. El simple hecho de qu e se plantee un problema cr ea un volver al esquema de la acciónsocial y al actor individual?
esqu ema de referencia para la construcción de todas los tipos He aquí la respuesta: es verdad que gran parte de la ciencia
ideales que pueden ser utilizados como significativos. social puede ser y ha sido elaborada en un nivel qu~ s.e
abstrae lezftimamente de todo 10 que sucede en el actor indi-
Para comprender mejor es ta últ ima observaci ón, debemos vidual. Peroeste operar con gener alizaciones e idealizaciones
tener en cuen ta que el concepto de «tipo» no es independie n- de un alto nivel de abstracción no es, en todo caso, sino una
te, sino que siempre necesita un complemento. No p odemos especie de taquigrafía intelectual. Cada vez que el problema
hablar simplemente de un «tipo ideal» como tal; debemo.s en examen lo hace necesario, el científico social debe tener la
indicar el esqu ema de referencia den tro dd cual pued e ser un - posibilid ad de pasar del nivel de su investigación al de la

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actividad humana individual, y allí donde se lleva a cabo una un sistema típico ideal, pero, como ha señalado el profesor
verdadera labor científica, este cambio siempre será posible. Parsons, es analítico y no referente a las acciones concretas,
La verdadera razón de esto es que no podemos abordar fenó- como él las llama. En una oportunidad formulé la misma idea
menos del mundo social como abordamos fenómenos pertene- al afirmar que los tipos ideales personales de acción cons-
cientes a la esfera natural. En esta última, reunimos hechos y truidos por las denominadas ciencias teóricas tienen un má-
regularidades que no podemos comprender, sino solo remitir ximo de anonimia, 10 cual quiere decir que lo que se tipifica
a ciertos supuestos fundamentales acerca del mundo. Nunca es la conducta de da gente como tal» o de «los hombres».
comprenderemos por qué el mercurio del termómetro ascien- Cualquiera que sea la fórmula que utilicemos para describir
de cuando es expuesto al sol. Únicamente podemos interpre- la peculiaridad del ámbito teórico, es evidente que un sistema
tar este fenómeno como compatible con las leyes que hemos lógicamente interrelacionado presupone que las relaciones en-
deducido de algunos supuestos básicos acerca del mundo fí- tre medios y fines, junto con el sistema de motivos constantes
sico. Por el contrario, deseamos comprender los fenómenos y el sistema de planes de vida, deben ser construidos de tal
sociales, y no podemos comprenderlos fuera de su ubicación manera que:
dentro del esquema de motivos humanos, medios y fines hu-
manos, y planes humanos; en síntesis, dentro de las catego- a. el sistema sea plenamente compatible con los principios de
rías de la acción humana. la lógica formal;
Por lo tanto, el especialista en ciencias sociales debe pregun- b. todos sus elementos sean concebidos con plena claridad
tarse -o, al menos, debe estar siempre en situación de pre- y nitidez;
guntarse- qué sucede en la mente de un actor individual c. contenga sólo supuestos científicamente verificables, que
cuyo acto ha conducido al fenómeno en cuestión. Este pos- deben ser en un todo compatibles con la totalidad de nuestro
tulado de la interpretación subjetiva puede ser formulado más conocimiento científico.
correctamente del siguiente modo: el científico debe pre-
guntarse qué tipo de mente individual se puede construir y Estos tres requisitos pueden ser sintetizados en otro postulado
qué pensamientos psíquicos se le deben atribuir para explicar para la construcción de tipos ideales: el de racionalidad, que
el hecho en cuestión como resultado de su actividad dentro puede ser formulado así: el tipo ideal de acción social debe
de una relación comprensible. ser construido de tal manera que el actor del mundo viviente
Este postulado halla su complemento en otro al que propongo efectuaría el acto tipificado si tuviera un conocimiento cien-
llamar, adoptando una expresión de Max Weber, el postulado tífico claro y nítido de todos los elementos significativos
de adecuación. Este puede ser formulado así: todo término para su elección y la tendencia constante a elegir los medios
empleado en un sistema científico referente a la acción huma- más adecuados para la concreción del fin más adecuado. En
na debe ser construido de tal modo que un acto humano verdad, como ya adelantáramos al comienzo, solo mediante la
efectuado dentro del mundo de la vida por un actor indivi- introducción del concepto fundamental de racionalidad es
dual de la manera indicada por la construcción típica sería posible suministrar todos los elementos para la constitución
razonable y comprensible para el actor mismo, así como para del nivel llamado «teoría pura». El postulado de racionalidad
sus semejantes. Este postulado es de suma importancia para la implica, además, que toda otra conducta debe ser interpretada
metodología de las ciencias sociales. Lo que hace posible que como derivada del esquema básico de actuación racional. Esto
una ciencia social pueda. remitir a sucesos del mundo de la se debe a que solamente Ia acción situada dentro del marco
vida es el hecho de que el especialista en ciencias sociales de las categorías racionales puede ser examinada científica.
pueda interpretar cualquier acto humano de igual modo que mente. Al no disponer de otros métodos que los racionales,
el actor o su copartícipe. la ciencia no puede verificar o refutar proposiciones puramen-
El principio de signifícatividad, el postulado de la interpre- te ocasionales.
tación subjetiva y el de adecuación son aplicables ,a cada nivel Como ya dijimos, a cada tipo elaborado por el científico co-
de los estudios sociales. Todas las ciencias históricas, por rresponde un subíndice referido al problema principal. En un
ejemplo, se rigen por ellos. El paso siguiente sería circuns- sistema teórico, por lo tanto, solase admiten tipos racionales
cribir, dentro de las ciencias sociales, la categoría que incluve puros. Pero, ¿dónde puede encontrar el científico la garantía
a las que llamamos teóricas. La característica descollante de de que establece un verdadero sistema unificado? ¿ Dónde
estas ciencias teóricas es la interpretación del mundo social están las herramientas científicas que permitan cumplir esta
en términos de un sistema de estructura lógica determinada." difícil tarea? La respuesta es que, en toda rama de las ciencias
Este sistema de relaciones entre medios y fines es también sociales que se ha desarrollado hasta la etapa teórica, existe
una hipótesis fundamental que define los campos de investi-
3 Parsons, op cit., pág 7. gación v ofrece el principio regulador para construir el siste-

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ma de tipos ideales. Hipótesis fundamentales como estas son, de la vida cotidiana. Y en la medida en que utiliza con éxito
por ejemplo, el principio utilitarista en la economía clásica y métodos que han resistido y resisten esta prueba, hace muy
el principio de la marginalidad en la economía moderna. El bien en seguir su camino sin preocuparse por problemas meto-
sentido de este postulado es el siguiente: construid vuestros dológicos. La metodología no es la preceptora ni la tutora
tipos ideales como si todos los actores orientaran 'sus planes del oientffico: es siempre su discípula, y no hay ningún gran
de vida y, por ende, todas sus actividades, hacia el fin princi- maestro de su campo científico que no pueda enseñar a los
pal de lograr la mayor utilidad con el mínimo de costo; la metodólogos cómo proceder. Sin embargo, el maestro real-
actividad ihumana así orientada (y solo este tipo de actividad mente grande siempre aprende de sus discípulos. El famoso
humana) es el objeto de estudio de vuestra ciencia. compositor Arnold Sohoenberg comienza el prefacio de su
Pero estos enunciados ocultan una cuestión muy inquietante. magistral libro sobre la teoría de la armonía con esta frase:
Si el mundo social, como objeto de nuestra investigación cien- «Aprendí de mis discípulos todo lo que contiene este libro».
tífica, no es sino una construcción típica, ¿por qué ocuparse En esta función, el metodólogo debe plantear interrogantes
de ese juego intelectual? Nuestra actividad científica, y en atinados acerca de la técnica de su maestro. Y si estos inte-
particular la que trata del mundo social, también se lleva a rrogantes ayudan a otros a pensar sobre lo que realmente
cabo dentro de cierta relación entre medios y fines, o sea, con hacen, y tal vez a eliminar ciertas dificultades intrínsecas ocul-
el fin de adquirir conocimiento para dominar el mundo, el tas en el cimiento del edificio científico, donde los hombres
mundo real, no el creado por obra y gracia del científico. Que- de ciencia nunca se internan, la metodología habrá cumplido
remos saiber lo que sucede en el mundo real, y no en la fan- con su misión.
tasía de unos pocos excéntricos refinados.
Algunos argumentos pueden tranquilizar al interlocutor que
se planteara tales interrogantes. Ante todo, la construcción
del mundo científico no es un acto arbitrario que el investi-
gador pueda efectuar a discreción:

1. El ámbito de la ciencia de cada investigador tiene límites


históricos que aquel ha heredado de sus antepasados como
un acervo de proposiciones aprobadas.
2. El postulado de adecuación exige que la construcción tí-
pica sea compatible con la totalidad de nuestra vida cotidiana
y nuestra experiencia científica.

Pero si alguien no se contenta con tales garantías y pide una


mayor realidad, quiero decirle que temo no saber exactamen-
te qué es la realidad, y en esta desagradable situación me
consuela únicamente compartir mi ignorancia con los más
grandes filósofos de todos los tiempos Citaré nuevamente a
William James y su profunda teoría de las diferentes realida-
des en que vivimos simultáneamente. Quien crea que el ca-
rácter esencial de la ciencia reside en investigar la realidad
se equivoca, si consideramos como pauta de la realidad al
mundo de la vida cotidiana. Tanto el mundo del especialista
en ciencias naturales como el del especialista en ciencias so-
ciales son ni más ni menos reales de lo que puede ser,en ge-
neral, el mundo del pensamiento. No es el mundo dentro del
cual actuamos y en el que nacemos y morimos, pero sí la
sede real de esos importantes 'sucesos y adquisiciones que en
toda época la humanidad llama cultura.
Por consiguiente, el especialista en ciencias sociales puede
continuar su labor con plena confianza. Sus métodos, clarifi-
cados y regidos por los postulados que hemos expuesto, le
dan la seguridad de que nunca perderá contacto con el mundo

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