FENOMENOLOGÍA DE
LA JORNADA
INTRODUCCIÓN.
A lo largo de la Jornada, a través de las diversas pláticas, las dinámicas, los momentos de alegría y
de oración, cada joven vive paso a paso un proceso muy personal de encuentro con Jesús. Este
contacto de él con la Gracia de Dios exige de todos los que integramos el M.J.V.C. respeto y
atención, servicio y dedicación, para que lleguemos a ser todos en las manos de verdaderos
instrumentos más y más aptos en la realización de esta acción evangelizadora de la Iglesia.
Tenemos aquí una razón válida para incluir en el Manual este capítulo, que nos va a permitir
visualizar y comprender mejor el proceso de la Jornada, a saber: ¿Qué está viviendo el joven? ¿Qué
siente en cada uno de los momentos de la Jornada? ¿Cuáles son las fuerzas, las presiones y
obstáculos que se presentan en su proceso de conversión? ¿Puedo yo, como auxiliar, ayudarlo a
crecer como cristiano y a que se comprometa con Cristo? ¿Cuáles son los criterios que debo yo
manejar para hacer más efectiva mi labor? Estas y otras preguntas más que nos surjan, creemos
encontrarán respuesta en estas líneas.
Comenzaremos por señalar algunos Criterios Generales que nos permitan ubicar nuestra reflexión.
En seguida presentaremos algunos factores relacionados con la persona misma del joven, para
luego señalar lo que va ocurriendo en el desarrollo de la misma y algunos puntos de interés
especial.
Tenemos en seguida algunos criterios generales que debemos todos tomar en cuenta en la Jornada
de Vida Cristiana.
No olvidemos que el Espíritu Santo es el Gran Evangelizador. Sin Él, afirma Pablo VI, "los esquemas
más elaborados sobre bases sociológicas o sicológicas se revelan pronto desprovistas de valor. El
Espíritu Santo es el agente principal de la Evangelización. El es quien impulsa a cada uno a
anunciar el Evangelio y quien, en lo hondo de las conciencias, hace aceptar y comprender la
Palabra de Salvación" (cfr. E.N. 75).
El Espíritu Santo es quien realiza la Jornada. El moldea cada corazón y sabe tocarlo en el momento
adecuado.
Un buen Auxiliar sabe discernir los signos de la presencia del Espíritu y ser paciente, dejando que
sea Dios quien actúe en cada persona. Sabrá él mismo llenarse de ese Espíritu y dejarse impulsar
por Él.
1. 2.- LA FUERZA DEL MENSAJE.
No nos cansaremos de recordar que lo que la Jornada anuncia es una Buena Nueva, un mensaje
alegre y gozoso de liberación. Dicho mensaje, lo hemos dicho ya antes, tiene fuerza por sí mismo,
puesto que la Buena Nueva es el mismo Jesús, quien toca los corazones de los jóvenes. Para que la
Jornada logre su objetivo será necesario no olvidar que es Dios, y no nosotros, el que actúa en ellos.
Por la Fe estamos convencidos que este mensaje, el "Kerygma" de salvación tiene fuerza por sí
mismo, sin tener que depender de dinámicas o de criterios meramente humanos. Es esencial que
creamos en la Fuerza y Sabiduría de Dios, a fin de no depender de nuestro propio esfuerzo. El
mensaje, por sí mismo, llegará al corazón de cada joven.
Si creemos en la fuerza del mensaje, tenemos que cuidar su integridad; presentarlo claramente y
sin ambigüedades. La Jornada es siempre la presentación adecuada del contenido de la fe que
expresamos en el Credo, así como de todas sus implicaciones doctrinales que nos permiten conocer
y relacionarnos con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo
La Jornada es una experiencia libre que hacemos del Dios personal que lleva a una adhesión que se
llama fe. La fe es creer en alguien y, por lo tanto, vivir una relación interpersonal con Dios que me
ama. Esto implica ver la Jornada con una mirada de Fe, es decir, con los ojos de Dios. Tratar de ver
y comprender las cosas como Él las ve: "La mirada de Dios no es como la mirada del hombre: El
hombre mira las apariencias, pero Yahvé mira el corazón (1 Sam.16, 7).
Si buscamos despertar la fe en los jóvenes, debemos ser los primeros en vivir y profundizar nuestra
fe en Jesús.
Conviene repetir aquí una vez más, algo sobre lo que ya hemos insistido: El testimonio personal.
Hoy, más que nunca, nos dice nuevamente Pablo VI, el testimonio de vida se ha convertido en una
condición esencial de la predicación (cfr. E.N. 76).
Tarea del Equipo de la Jornada y de Asesoría será ofrecer una profunda, clara y vivencial
presentación de la doctrina cristiana, pero, sobre todo, ser ellos mismos testigos de esa fe.
1. 5- SERIEDAD EN LA PREPARACIÓN,
Ya hemos comentado algo sobre la preparación del equipo responsable de la Jornada. Recordemos
siempre que, como jóvenes evangelizadores, debemos ofrecer un servicio serio y de calidad. Para
muchos jóvenes la Jornada es su oportunidad única para conocer a Cristo. ¿Volverá a presentarse
otra en su vida? No la desperdiciemos.
A lo largo de la Jornada, tenemos en las manos jóvenes que viven toda su dimensión humana. Así
pues, tengamos muy en cuenta su:
2.- EL PARTICIPANTE.
Es necesario ahora decir una palabra sobre el joven que asiste a la Jornada. Esto es importante
pues hay que evitar la masificación, saber dar una atención personal a cada joven que viene a
nosotros buscando un encuentro con Dios.
Siempre será necesaria una preparación anterior a la Jornada. El muchacho que asiste a nuestras
Jornadas viene con su historia propia, con un rostro, un pasado y una personalidad que merecen
todo nuestro respeto.
En La Jornada procuramos acercarnos a las dimensiones y potencialidades del joven. Para ello,
tengamos en cuenta la capacidad de autoconocimiento, comunicación interpersonal y ubicación en
el ambiente y realidad social que cada uno de los participantes vive.
Es importante buscar en la Jornada los elementos integradores que hacen crecer al joven y le van
dando su personalidad, ya que bien sabemos que, en esta etapa de su vida, aún sigue configurando
su propia personalidad.
Si tenemos claros y equilibrados estos elementos de la persona de un joven, este irá captando, de
verdad, un nuevo sentido a su vida en los diversos aspectos que lo constituyen como una persona
humana, con mayor razón si tomamos en cuenta la inspiración cristiana de la vida y del propio ser
que manejamos en la Jornada.
Digamos ahora una palabra sobre las diferentes dimensiones de la persona del Jornadista.
1. El aspecto físico
Dentro de la dimensión personal del joven que participa en una Jornada, el aspecto físico es
importante, ya que por su medio, nosotros conocemos y nos comunicamos profundamente. La
Jornada aprovechará todos los instrumentos que afectan los sentidos del joven, procurando que, a
través de ellos, tenga el conocimiento intelectual y afectivo de la información-formación que se le
va proporcionando y sepa, definitivamente, asimilarla en los diferentes aspectos de su propia vida.
2. El aspecto afectivo.
Otro aspecto de la persona es lo afectivo. Lo afectivo es bien significativo. No sólo tenemos una
razón, sino que el afecto está integrado a nuestro ser y es parte de nosotros mismos. Necesitamos
equilibrarlo y saber conducirlo. Evitaremos explotarlo, manipularlo, convertirlo en sentimentalismo.
Cuidaremos con delicadeza trabajar el sentimiento o los sentimientos profundamente humanos y
legítimos, ya que estos sí surgen de una autentica vivencia y son, en sí, la expresión de una
carencia o la manifestación de una riqueza. Verdadera tarea del Equipo de la Jornada, junto con sus
asesores sacerdotes y laicos, es la de tener cuidado de crear y mantener este sano equilibrio del
que hablamos
El joven, por su carácter, es social. Busca la compañía de otros jóvenes con quienes convivir.
Recordemos, sin embargo, que la Jornada no es una simple reunión de jóvenes que analizan
algunos fenómenos sociales con instrumentos sociológicos en busca de nuevos criterios; y que
tampoco se trata de un grupo de jóvenes que se reúnen ya sea para compartir tiempos, dinámicas
y juegos o para confrontar ideas sin un punto en común que los una.
La Jornada es un encuentro con Dios, con el hermano, consigo mismo. Las tres realidades van
ligadas. Es así como las relaciones interpersonales que vive durante esos días un joven de esa edad
le ayudan definitivamente a vivir su encuentro en la fe. Y esta fe, a su vez, ilumina su propio Yo, su
ser social y da también sentido a la realidad social que lo rodea y que a menudo lo desborda. En
esta realidad está llamado a ser protagonista y en ella existe un lugar, que es precisamente "su
lugar".
Lo cristiano de la Jornada consiste, además de ser una experiencia libre del Dios personal y de la
adecuada presentación del contenido de la Fe, como ha quedado señalado antes, en ofrecer un
camino de espiritualidad de la vida cristiana a través de la oración. La Jornada es una escuela de
oración, donde Jesús mismo se acerca al joven para enseñarlo a orar.
La Liturgia celebra la Fe. En la Jornada, el joven vive la liturgia celebrando su propia Fe. Debe ser
participativa y clara, sobre todo en la Eucaristía, como veremos más adelante. En la Jornada se
afianzan y viven, en un nuevo descubrimiento, los Sacramentos del Bautismo, la Confirmación y la
Reconciliación o Confesión. El joven enriquece en mucho su vivencia de la Fe. Es indispensable
cuidar y preparar la Liturgia y los momentos de oración para que se adecuen al grupo.
La Jornada es ir caminando con el joven para que experimente y haga suya la Iglesia como
comunidad de fe, esperanza y caridad. Lo ayuda a que sea protagonista, viva y construya la Iglesia,
que es una, santa, católica y apostólica.
El joven que vive su Jornada ve con claridad su pertenencia a la Iglesia y palpa la acción del Espíritu
Santo en sus miembros. Admira así la estupenda obra de la Gracia en la Virgen María, su entrega y
su fidelidad y se siente acompañado por Ella en su caminar diario de un testigo de la fe. Se
despierta en él el deseo de imitarla.
Queda claro para nosotros que la Jornada no propicia ser un grupo sectario divorciado de la Iglesia
particular y que no quiere ver nada con la Pastoral Juvenil de la Diócesis o de la Parroquia. Tampoco
favorece el poco aprecio al Papa y a los Obispos, antes al contrario, valora su palabra que, como
Pastores, entregan a la juventud. Propicia que apreciemos el Magisterio de la Iglesia y que lo
tengamos como guía en las diversas circunstancias de la vida.
La Jornada nos lleva a amar la Iglesia y a entregarle nuestra vida como jóvenes laicos en busca del
llamado de Dios a un servicio específico (vocación) en ella, y con ella, al mundo. Es ya en el joven
semilla de un deseo de formar comunidad.
Debemos ser terriblemente respetuosos de esta dimensión espiritual del joven y presentar la
Jornada como una oportunidad, en verdad privilegiada, para un encuentro con Dios, y que sin duda
alguna va a iluminar y clarificar el que él mismo es una persona trascendente. Vemos ahora mejor
la importancia de mantener en el desarrollo de la Jornada un justo equilibrio entre lo material y lo
espiritual en el ser humano del joven.
El Documento de Puebla nos muestra con claridad la importancia de conocer este proceso:
"La educación ordenada y progresiva de la fe debe ser la acción prioritaria en América Latina",
acción que lleve a "un proceso de conversión y crecimiento permanente y progresivo de la fe”.
Debe formar "hombres comprometidos personalmente con Cristo, capaces de participación y
comunión en el seno de la Iglesia y entregados al servicio salvífico del mundo" (D.P. 997, 998,
1000).
Es indispensable distinguir las diversas etapas y momentos que forman el proceso evangelizador,
que esté bien definido y conocido por todos, para así poder trabajar con criterios claros y
unificados. Lo confirma la Catechesi Tradendae:
"La Evangelización es una realidad rica, compleja y dinámica, hecha de elementos o, si se prefiere,
de momentos, esenciales y diferentes entre ellos, que es preciso saber abarcar en una sola mirada
y en la unidad de un solo momento" CT 18.
Veamos ahora algunos elementos presentes en todo proceso de conversión, y que debemos de
conocer para ayudar mejor al joven:
En el proceso de Prejornada se buscará conocer y si posible quitar los posibles obstáculos De esto
ya hemos hablado en este capítulo.
En segundo lugar viene la presentación clara y explícita del Mensaje de Salvación, presentación
hecha "de manera fehaciente", creíble, y que suscite la fe. La persona de Jesús resalta en su plena
verdad.
Siempre será indispensable el Testimonio claro y comprometido del Auxiliar. Nadie espera que el
Auxiliar sea un experto, pero sí que sea coherente con lo que predica.
Para profundizar en este mensaje que se le presenta, el participante necesita de uno o varios
momentos de diálogo, de intercambio, de joven a joven o con un adulto, para compartir vivencias,
resolver dudas, comparar puntos de vista, remover obstáculos.
El mensaje presentado requiere de un espacio para ser asimilado y aceptado. Son necesarios
ciertos mecanismos que ayuden a esta aceptación. Si se pide una respuesta, debe darse al joven la
oportunidad de dar esa respuesta: tiempo, silencio, acompañamiento, ambiente adecuado. Todos
estos elementos son indispensables para una respuesta madura, personal libre.
En algún momento esta respuesta debe ser explicitada, una vez que se ha interiorizado el mensaje
y hecho vida. Solo será válida aquella respuesta que se dé sin presiones, con plena libertad, en
pleno conocimiento de causa.
Ayudará mucho a dar esta respuesta el ver que otros jóvenes la han dado antes y son coherentes
con su fe.
Es importante que sean adecuados los espacios físicos donde se celebra la Jornada, pues ayuda, sin
lugar a dudas, a un mayor aprovechamiento de la experiencia.
Debemos asimismo cuidar el equilibrio del horario entre los tiempos de trabajo, reflexión,
recreación, descanso, aseo, alimentación y otros, pues su adecuado manejo nos facilitará una
mejor integración. La Jornada es, en cierta forma, una escuela, donde vamos realizando todo un
aprendizaje de reflexión, interiorización y apertura al conocimiento y al diálogo con los demás. De
aquí la importancia de saber dar suficiente tiempo al intercambio y que busquemos las dinámicas y
formas más adecuadas. Sabemos que la juventud, por excelencia, es sincera y nosotros debemos
proporcionar a su sinceridad, el campo adecuado en el que fructifique plenamente.
Algunos momentos de la Jornada pueden ser aprovechados para facilitar a cada joven su encuentro
con Cristo. Mencionemos algunos:
Al llegar a la Jornada, el joven puede sentirse desubicado, perdido: no conoce a nadie, no está
seguro de querer estar ahí, tiene dudas.... Una acogida sincera, alegre, con cantos, una atención
personalizada le ayudarán a abrirse y participar.
De igual modo, una Dinámica de Presentación al inicio de la Jornada ayudará a que exista
confianza entre los miembros del grupo.
Los jóvenes participantes en una Jornada suelen tener muchas dudas y desconocen no pocas cosas
prácticas de nuestra religión. Lo que podríamos llamar una "Misa Didáctica" es, sin lugar a duda,
algo que ayuda a resolver esas dudas, conocer lo que se ignora y, sobre todo, el camino para
conocer mejor el misterio de la Eucaristía.
El sacerdote, en su celebración, además de explicar la función de los ministros, hablar de los vasos
sagrados y de otras cosas más, insistirá en profundizar el sentido de cada una de las partes de la
Eucaristía, permitiendo al joven, al asimilarlas, abra su corazón y aproveche este hecho de Jesús,
que salva a la humanidad. Así conoce y profundiza más su participación en la Misa.
En toda Jornada hay momentos de descanso, de distracción, de pausa entre las actividades. Estos
momentos no son por ello momentos "vacíos". Al contrario, pueden ser aprovechados con gran
fruto por los Auxiliares y la Asesoría al hacer lo que se conoce como "labor de pasillo".
Por "labor de pasillo" entendemos ese diálogo personal, informal que el Auxiliar suscita con el
participante en estos momentos libres. Acercarse al joven, ganarse su confianza, entablar un
diálogo con él son pequeñas cosas que ayudan muchísimo al proceso de conversión. Estos
momentos de encuentro pueden ser decisivos para el joven. El Auxiliar puede evaluar el
crecimiento del participante a lo largo del Retiro y brindarle, en caso necesario, la ayuda que
requiere. Puede igualmente detectar los casos más difíciles y dar una respuesta adecuada.
Tanto los Auxiliares como los asesores, cada uno en su papel, deben desempeñar esta tarea. Esto
requiere de un esfuerzo adicional, pero bien vale la pena.
A.- Los momentos comunitarios: La Jornada deberá contar con varios momentos de oración
personal, pero en un ambiente comunitario. Esto es importante pues genera comunión en el grupo
y con Dios. Como posibles momentos sugerimos los siguientes:
Finalmente es bueno recordar que pueden existir obstáculos, incluso serios, para la conversión: un
vicio grave, una experiencia previa negativa con un sacerdote, o con un grupo católico.
No juzguemos a la ligera a las personas que han pasado por estas dificultades y que necesitan de
nuestra ayuda para vencerlas. A menudo nuestra actitud podrá ayudar a sanar esas heridas. Aquí
vemos la importancia de brindar un servicio serio. ¡No hagamos Jornadas a la ligera!
"La Pastoral Juvenil (LA JORNADA) será la pastoral de la alegría y de la esperanza que transmite el
mensaje gozoso de la salvación a un mundo (A TRAVÉS DE SUS JÓVENES) muchas veces triste,
oprimido y desesperanzado en busca de su liberación."