Anda di halaman 1dari 5

Espondilitis anquilosante

La Espondilitis anquilosante, también llamada Morbus


Bechterew, Mal de Bechterew-Strümpell-Marie,
Espondilitis reumática y Espondilitis anquilopoyética,
es una enfermedad reumática autoinmune crónica con
dolores y endurecimiento paulatino de las articulaciones.
Pertenece al grupo de las llamadas espondilopatías o
espondiloartropatías seronegativas. Seronegativas porque
el resultado del análisis de sangre FR (factor reumatoideo)
es negativo, a diferencia de la artritis reumatoide que es
positivo. Las espondiloatropatías incluye a la artritis
reactiva, la artritis psoriásica, y la inflamación intestinal,
incluida la colitis ulcerosa y la enfermedad de Crohn. Afecta
principalmente a la columna vertebral, a los ligamentos,
inflamación denominada entesitis de la musculatura
esquelética, en especial en la zonas cervical, lumbar, y la
articulación iliosacral o sacroíliaca, pero puede afectar
también otras articulaciones del cuerpo como la cadera,
rodillas, hombros y el talón de Aquiles. Durante el
desarrollo de la enfermedad pueden aparecer también
inflamaciones oculares en el iris (iritis), en la úvea uveítis,
causando migraña y fotofobia. También pueden ser
afectados otros órganos como los riñones y pulmones.

Descripción

La espondilitis anquilosante es una de las formas más


frecuentes de las espondiloartropatías. Según un estudio
realizado con donantes de sangre en la ciudad de Berlín, se
calcula que aproximadamente el 1,9% de la población
alemana padece de esta enfermedad.[1] No es sabido si esta
cifra puede proyectarse al resto de la población mundial,
pero la probabilidad es bastante elevada. En muchos casos
la enfermedad se presenta con síntomas muy leves, lo que
dificulta mucho su diagnóstico e imposibiliza una estadística
relevante. La Sociedad Alemana de Morbus Bechterew[2]
menciona de 100.000 a 150.000 casos diagnosticados en el
país.

Antiguamente se creía que la enfermedad se presentaba


con el triple de frecuencia en los hombres que en las
mujeres. Este error se debe a que la enfermedad se
presenta con síntomas más ligeros en las mujeres que en
los hombres -por lo menos en lo que se refiere a osificación
o endurecimiento de la columna vertebral. Los primeros
síntomas aparecen por lo general entre los 20 y los 25 años
de edad, y sólo en el 5% de los casos después de los 40. La
aparición de la enfermedad está estrechamente relacionada
con el HLA-B27, un antígeno que parece jugar un papel muy
importante en la función del sistema inmunológico. Por esta
razón se supone que se trata de un mal hereditario. Si bien
el HLA-B27 es el gen más conocido en este contexto, no se
puede descartar la posibilidad de que otros genes también
estén involucrados en la transmisión hereditaria de la
enfermedad

Diagnóstico

Desde la aparición de los primeros síntomas hasta el


diagnóstico definitivo suelen transcurrir, según la
asociación alemana de Morbus Bechterew, entre 5 y 7 años,
y en algunos casos aislados hasta 15 años, lo que puede
evitarse con estudios sistemáticos. Se recomienda un
análisis específico cuando se sufre de dolores de espalda
por un lapso superior a los tres meses antes de haber
cumplido los 45 años de edad. Los síntomas característicos
son los siguientes:

• Dolor agudo de espalda de madrugada


• Rigidez matutina de al menos una hora de duración
• Los síntomas disminuyen con el movimiento

Las limitaciones motrices típicas de la enfermedad pueden


medirse con bastante precisión con métodos simples
(método de Schober, método de Ott, medición de la
distancia del mentón al esternón, medición de la distancia
entre la parte posterior de la cabeza y la pared, medición
de la reducción paulatina del volumen pulmonar). Un
diagnóstico seguro se puede obtener con la ayuda de un
estudio de la pelvis, en particular la articulación sacroíliaca,
con ayuda de la resonancia magnética. El factor reumatoide
es negativo en el 100% de los casos, lo que diferencia esta
enfermedad de las artritis reumatoides. El 90% de los
pacientes afectados presentan el antígeno HLA-B27
positivo. Como este gen aparece en casi el 9% de la
población mundial, no alcanza con su detección para
establecer un diagnóstico seguro. Los parámetros
inflamatorios CRP y VSG muestran en un 50% de los casos
una cierta actividad inflamatoria en el paciente, pero no son
concluyentes como lo es la presencia de esclerosis
subcondral o inflamación en las articulaciones sacroíliacas y
en la pelvis.

Tratamiento

En el tratamiento de la espondilitis anquilosante juegan un


papel fundamental la gimnasia y la fisioterapia para
conservar la movilidad de las articulaciones y evitar el
deformamiento paulatino de la columna vertebral (cifosis),
aún cuando el ejercicio pueda resultar algo doloroso para el
paciente afectado. Especialmente recomendables son los
ejercicios de extensión, como Yoga o Pilates. El tratamiento
de base es la sulfasalazina o sulfapiridina, medicamento
inmunomodulador que reduce la inflamación en las
articulaciones. Desde el año 2003 existen los denominados
"biologicos", como el medicamento Enbrel (Amgen,
Etanercept, Infliximab), un preparado de la familia de los
TNF-alpha-Bloqueadores (TNF = Factor de necrosis tumoral)
que reduce los procesos inflamatorios. Asimismo, podemos
tomar distintos estudios[4] que demuestran que
Adalimumab, el primer anticuerpo monoclonal totalmente
humano, posibilita la reducción de los signos y síntomas,
induciendo una importante respuesta clínica en pacientes
con Espondilitis Anquilosante Activa. El Adalimumab se une
específicamente al factor de necrosis tumoral FNT alfa, pero
no a la linfotoxina (FNT- beta)) y neutraliza la función
biológica de éste mediante el bloqueo de su interacción con
los receptores p55 y p75 para FNT en la superficie celular.
Con estos medicamentos, por ahora muy costosos, se han
obtenido muy buenos resultados, aunque todavía no
existen estudios a largo plazo que garanticen su utilización
segura. Antes de su aparición se utilizaban los
antiinflamatorios no esteroideos (AINEs) como
Indometacina, Sulfasalazina o Metotrexate para reducir los
dolores y controlar los procesos inflamatorios. Existen
también estudios que mencionan el tratamiento con
Pamidronat, Talidomida y con el isótopo radioactivo radio
224.[5] En los casos muy avanzados existe también una
solución quirúrgica, en la que las vértebras que adquirieron
rigidez son fracturadas y vueltas a sujetar en la posición
correcta con placas metálicas. Esta operación es
complicada y de no poco riesgo, pero puede mejorar
considerablemente la calidad de vida del paciente.

Dieta sin almidón

El grupo de investigación dirigido por el inmunólogo


londinense Alan Ebringer pudo identificar a la bacteria
Klebsiella pneumoniae como uno de los desencadenates
principales de la hiperreacción del sistema inmunológico en
el caso de las espondiloartropatías.[6] Esta bacteria, que
reside en el intestino grueso y presenta una estructura muy
parecida a la del antígeno HLA-B27, se alimenta de
polisacáridos y fundamentalmente del almidón que, por su
compleja estructura, no puede ser digerido completamente
en el estómago o en el intestino delgado. Ebringer pudo
demostrar que suprimiendo el almidón de la nutrición se
logra una reducción considerable de la población de
Klebsiellas en el organismo. Si bien esto no cura la
enfermedad, disminuye la reacción del sistema
inmunológico hasta tal punto que desaparecen casi todos
los síntomas al poco tiempo de modificado el plan
nutricional.

Otra perspectiva en todo similar es la de Jean Seignalet,


médico inmunólogo, nutricionista y biólogo de origen
frances autor del libro La alimentación, la tercera medicina,
que argumenta que muchas enfermedades de origen
autoinmune se "activan" debido a la alimentación actual,
que generaría una flora intestinal de putrefacción y no de
fermentación, haciendo que ciertas bacterias se
multipliquen de forma alarmante y activando con ellos
ciertas enfermedades del grupo genético. Propone un
régimen para eliminar las toxinas del organismo bastante
radical que prohibe el consumo de cereales (y con ello
elimina buena parte del almidón), los lacteos (porque la
lactosa es un azúcar muy difícil de digerir), los aceites
refinados y aconseja el consumo frecuente de probiótivos y
fermentos lácticos.
Tanto una opción como la otra no están libres de
discusiones. Por desgracia, son investigaciones poco
conocidas fuera de sus respectivos países y sólo los
pacientes aquejados de estas enfermedades sueles
informar respecto a ellas.

Prevención

Es necesario educar al paciente con espondilitis


anquilosante. Así, tiene que aceptar sus limitaciones para
evitar una mala evolución de la enfermedad y mejorar su
calidad de vida. Existen unas pautas o normas que tiene
que seguir:

• Evitar las malas posturas.


• No utilizar fajas o corsés que inmovilicen la columna.
• No estar demasiado tiempo en la cama o sentado. - No
coger demasiado peso.
• No fumar para no perjudicar la función respiratoria.
• Darse una ducha matinal para relajar los músculos y
aliviar la rigidez matutina.
• Hacer ejercicio físico moderado a diario.

Anda mungkin juga menyukai