Luli Delgado
Antes de que se vayan
©Luli Delgado
Crónicas de
Luli Delgado
Asesoría Legal No sé de qué me siento más orgullosa, si de ser nieta
María Elena Ponte de Ángela Ninfa, hija de Lulú o mamá de Cecilia.
Libro diseñado y editado en Colombia por A ellas tres, con todo mi amor
Taller de Edición Ltda.
www.tallerdeedicion.com
Dirección editorial
Adelaida Del Corral S.
Diseño
Mariana Álvarez U.
ISBN 978-980-12-4596-4
Depósito Legal LF07620108003248
La familia
Juana Josefa 25
Ninfa limón 31
Virginia 34
Victorio 37
Cuatro corazones 40
Mis dos nietas, Blanca y Lulú 45
Los Diez 48
Para que tú te llames Clara 54
Ángela Ninfa
Julio 59
Moisés 66
Teresa Medina llegó con el hambre de 1912 70
Cosas del pupileo 73
Tinta roja 74
Ocho veces en cinco años 76
Belarmino 81
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Introducción
Ni él viudo, ni yo soltera 85
Celosa de Alfonso 89
Cinco abortos 92
Yo no sé cómo había gente viva 95
La sentencia de Alfonso 100
El doctor Parra 102
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Antes de que se vayan Introducción
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Antes de que se vayan Introducción
Me puse a escribir y Alfredo, mi marido, a leer los primeros bo- Bisbal, de la Fundación Andrés Mata del Diario El Universal, fue
rradores y animarme a seguir escribiendo. Cuando me encontré escaneando uno a uno de los taquitos que resultaron de esta in-
con relatos de mujeres, me puse en sus zapatos y los trabajé vestigación, todo para que Adelaida Del Corral y Marta Sierra, con
en primera persona. Cargar durante dos días a Virginia muer- esta utilería original, pudieran armarles un escenario de época.
ta sobre la barriga de un segundo hijo, Y como soy irreverente y todavía no he terminado de
me hizo llorar tal vez lo que mi bisabuela aprender a ocupar mi sitio, un día le conté al doctor Ramón J.
Ninfa no lloró en su momento, y esperar Velásquez lo que estaba haciendo y le mandé algunos de los
a mi abuelo Alfonso en la piel de Ánge- textos. No sólo que no le pareció tan desbocado, sino que me
la Ninfa sin saber si estaba con otra, me dijo que la de mi familia era la historia de nuestro país del siglo
hizo sentir unos celos que no conocía. XIX y que tanto le gustaba el proyecto que con todo cariño
El caso fue que meterme disfrazada de me escribiría la introducción. Creo que ése fue el día que la
primera persona en sus vidas constituyó existencia de este libro quedó garantizada.
una de las experiencias más densa y bo- Por el camino comenzaron a circular algunos borradores y
nita que me ha tocado vivir. no faltó un primo que dijera que no había sido así sino asado,
Ya con los varones, como siempre y que en vez de hacia la derecha, había sido para la izquierda,
me pasa con los hombres, que no ter- o que en vez de verde era morado, pero yo lo que hice fue
mino de entenderlos, no me atreví a aferrarme a la versión de mi abuela, a la forma como ella lo
nadar para lo hondo y opté por la ori- vio, que por último fue la idea original de este proyecto.
llita de la tercera persona, siempre mu- Mi papá decía que nadie se muere de verdad mientras haya
cho más tranquila. quien lo recuerde. En lo que a mí respecta, meterme en la piel
Colándose por los palos de mi propio de mis mayores, sufrir junto con ellos sus infortunios, aplaudir
día a día, poco a poco se fueron dibujan- sus decencias y admirarlos por lo bien que sobrellevaron las
do unos personajes que, mientras con- mil y una que les tocó vivir, los ha hecho inolvidables, más que
taban sus peripecias, yo inevitablemente nunca parte de mí, por eso me parece que nada mejor que
ubicaba en la Venezuela que El Cojo congregarlos en estas páginas y compartirlos con ustedes...
Ilustrado, que circuló entre 1892 y 1915, antes de que se vayan.
ya me había mostrado por otras razones.
La biblioteca de nuestro consulado
en San Pablo tiene una colección que
gentilmente me dejaron consultar, y Luis San Pablo, 19 de julio de 2010
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Introducción
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Antes de que se vayan Introducción
Esos relatos que cubrían toda la También otras escenas del centenario vivir coriano, la de la
historia venezolana desde los días solemnidad de las misas que se ven interrumpidas por las mi-
en que los navegantes europeos radas taladrantes e indiscretas de quienes, futuras parejas, se
se encontraron con la península lo dicen todo por sobre la muralla de las diferencias sociales.
de Paraguaná y el lago de Coqui- O aquel secuestro de la niña que desafió todas las amenazas y
vacoa, no han dejado de crecer un peligros para tener un hijo que vivirá por muchos años dentro
instante y acompañar al coriano de un escondite que es misterio y con un sobresalto de todos,
en su presencia nacional, en todas para que no se vaya a descubrir lo que todos saben.
las horas de esa gran lucha que ha El ir y venir de una sociedad que cuida las fórmulas del siglo
sido la vida de los venezolanos. XVII, constituye en las páginas en que Luli la evoca, argumen-
Una periodista de origen co- tos para una novela que ella misma debe escribir.
riano, de excepcional talento, Luli En las cartas de Eustoquio Gómez, que encontré y publiqué
Delgado, hoy señora de Behrens, en el “Boletín del Archivo Histórico de Miraflores”, al referirse
vive en San Pablo, del inmenso el terrible jefe tachirense a la lucha que tiene empeñada en su
Brasil, y para que las gigantescas tierra contra los grupos guerrilleros liberales amarillos de Juan
dimensiones brasileras no aho- Pablo Peñaloza, en el año de 1919 y luego en 1922, siempre le
guen su recuerdo coriano, decidió dice a Juan Vicente: “Mándeme soldados corianos, porque son
poblar su mundo con los personajes que en los que resisten y no buscan atravesar el río para irse a Colom-
su tierra materna poblaron su historia, con bia”. Y repetía luego Eustoquio: “Son los únicos que no se van”.
episodios que ratifican cada una de las lí- Cuando se oyen las centenares de anécdotas que se han
neas de comportamiento, que desde antes amontonado como señales de referencia en las crónicas de la vida
de los Welsers marcaron su presencia. de esta provincia, resalta la existencia de un valor en los compro-
Es interesante leer los partes de guerra o misos, valor que no se alardea y un duro ejercicio de lealtades
las cartas, o los papeles confidenciales so- que van mucho más allá del simplemente político, pero que en-
bre los episodios militares más diversos en la vuelven la vida de toda esa gente, como si la manera de cumplir
historia venezolana, para encontrar siempre la palabra estuviera en la sangre y se respirara en el aire coriano.
la referencia a la audacia y lealtad de la gen- Cuenta Luli la historia de la mujer que ante la llegada de la
te coriana que se juega siempre, en los más peste que invadió a Coro, y para salvar a su niña decidió lle- “...la solemnidad
diversos episodios, como si fueran compro- varla a la Sierra para que se librara de la mortal infección, pero de las misas”
misos en que está de por medio la vida. andando el camino descubrió que la niña había muerto en
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La familia
La familia
Juana Josefa
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Lo que no se me salía de la cabeza eran las cocina, pero mi tía me pidió que le hiciera café al señor que
ganas de aprender a escribir. No sabía mucho estaba de visita y ya no pude esconderme más.
ni por qué ni para qué, pero esas letras juntas Comenzó a frecuentar la casa, ya no sólo se asomaba a las
me quitaban el sueño y no quería morirme ventanas sino que entraba, y un día que estaba terminando unos
sin poder escribirlas yo también. pantalones, mi tía me llamó serísima. Yo pensaba en cuál regaño
Así que un día, con un pedazo de sería el que me esperaba, porque siempre había algo que no le
carbón comencé a copiarlas en el piso gustaba, y me quedé sin entender cuando me dijo que Victorio
de ladrillos de la cocina. Me salían muy me pretendía. ¿Me pretendía cómo? Ahí me dijo que era que se
feas, pero yo después les echaba agua quería casar, y como ni era negro ni era borracho, yo dije que sí.
con un tobo para que nadie las fuera a La boda fue muy sencilla, pero yo estaba feliz con el anillo de
descubrir y se burlara de mí. oro que me trajo. Me llevó a vivir cerca, en una casita pequeña
Después me encontré un pedazo de lá- donde vivía con su mamá, y al poco tiempo me puse a vomitar
piz y así se me hizo más fácil, a pesar de que y mi suegra me dijo que era que estaba en estado.
con la costura de los uniformes no me quedaba mu- Fue el primero de tres varones. Los tuve seguiditos y mi marido
cho tiempo. Pero logré lo que quería y aprendí a que cada una estaba feliz de que sólo le paría hombres. Después nació Ninfa,
tenía un sonido y que si las juntaba aparecían palabras. que era la que yo más quería, porque era mi
“Pobre”, fue una de las que supe primero cómo se escribía. muchachita y pensaba en que así se había “Poco a poco fui aprendiendo
Y mientras me acordaba de mis padres, y de que cuando esta- debido sentir mi mamá cuando nací yo.
ba pequeña los problemas los resolvían ellos, me daba cuenta Por las tardes jugaba con ella mientras los
yo también a coser
de que mi juventud era lo único que me quedaba. Además de varones corrían por el patio y se perseguían la ropa de los soldados...”
joven tenía la piel blanca, y eso ya era bastante. unos a otros. Se trataba del mundo de ellos,
No tenía otra salida. “Con el primero que me lo pida, que que me respetaban mucho, pero yo sentía que la linda era mi niña.
no sea ni negro ni borracho, me caso”, ése era mi consuelo, Cuando tenía veintiocho años me quedé viuda. Mis hijos
porque vivir así no era vida. estaban todavía chiquitos, el mayor con trece, los del medio
Apareció Victorio. Ni feo ni bonito, pobre pero muy bueno, con once y nueve, y Ninfa con siete.
venía por las tardes y se asomaba a las ventanas a verme co- Una escalerita de hijos y sin mucho con qué mantenerlos,
ser. Yo hacía que no lo veía, pero lo esperaba desde que salía pero yo sabía coser y me iba defendiendo.
el sol y me levantaba. Un día, a las seis de la mañana, camino de la iglesia, vi a un
Un día entró con el pretexto de saber el nombre de una hombre de una familia que nosotros conocíamos, tirado en la
mata del patio y yo, muerta de miedo, me fui a esconder a la acera durmiendo una borrachera.
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Ninfa Limón
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hiciera respirar otra vez, pero no había nada que hacer. Como si
estuviera soñando y sin apartar los ojos de Virginia, me puse
a pensar: "Si mando al peón a buscar a Augusto, se tarda dos
días para ir y dos para regresar. Si la entierro aquí, ni flores le
voy a poder poner".
Las ideas venían sin rabia ni dolor, apenas como una ráfa-
ga de lo que tenía que hacer. Por fin dije en voz alta: “Me la
llevo”. Las mujeres que rezaban a mi lado, se voltearon inte-
rrumpiendo sus avemarías.
Victorio
La amortajé como mejor pude, no quise que nadie me ayuda-
ra, y emprendimos el viaje de regreso. Esta vez Virginia no per-
día la paciencia, ni se resbalaba, ni había que cantarle canciones
olvidadas. Yo la apretaba contra mi pecho a modo de despedi-
da, tratando de sentirla lo más cerca de mí, porque después no
F ue varón y quise que se llamara Victorio como su abuelo. Bue-
no, en parte por eso y también porque sentía que le había
ganado a la muerte, así que se lo pedí a mi marido y me complació.
tendría más chance de abrazarla. El camino se hizo tal vez corto, Su nacimiento me ayudó mucho a consolarme de la pena
mucho más triste, más callado. Era procesión de muerto. de no tener más a Virginia. Es que madre es madre, y aunque
"Aquí te la traigo para que la enterremos juntos", fue lo es muy fácil que se le mueran a uno los hijos chiquitos, no
único que se me ocurrió decirle a Augusto cuando llegamos, por eso deja de ser doloroso.
pero ni aun así pude llorar. En mi vientre el niño no se estaba Victorio vino sanito y terminó volviéndoseme un hombre. A
quieto. Yo sabía que la muerte había decidido respetarlo y tal ése no lo tuve que enterrar, por lo menos echándole tierra, pero
vez era eso lo que me mantenía con fuerzas. igualito lo lloré con lo que pasó después, a pesar de que lo llo-
raba callada y por fuera lo que mostraba era una furia desatada.
No se puede ser tan apasionada, pero yo soy así.
Su papá lo mandó con nuestro sobrino Carlos Diez a es-
tudiar en Curazao, pero no dio la talla y tampoco teníamos
dinero para seguir manteniéndolo, así que se regresó a mi-
tad de curso. Tenía una letra muy bonita, pero era
muy flojo para estudiar.
El pobre no tenía mal carácter, pero era como
abobado y cuando iba a contar una cosa, hablaba
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en el mismo tono. Mi hija Ángela siempre decía que su her- pre me las arreglaba para saber de él, a pesar de que nunca cam-
mano le daba sueño. bié mi postura de que para mí se había muerto. Uno es raro, ¿no?
Yo creo que como estaba en estado de él cuando tuve la En vez de parir como Dios manda, la María Nebrus, esa
gran pena de la muerte de Virginia, se me debe haber echado que se sacó, no hacía sino abortar uno detrás del otro. Por fin
a perder desde la barriga. tuvo dos hijos, Moisés y Blanca, que más le habría valido que
Ahora, de lo que sí estoy segura es que en el Purgatorio hubiera abortado también, pero de esos no quiero ni hablar,
Dios me va a poner como suplicio oír un eterno cantar de primero porque fueron otra desgracia en mi vida y después
gallos. Ya lo empecé a padecer en vida, porque cada vez que por el ataque de lobanillo que tengo y que no me deja en paz
cantaba un gallo fino, Victorio salía como un poseso a ver de de tanto que me duele.
dónde venía el canto. Era lo único que lo sacaba de la silla y
de su eterno mirar al vacío y no decir nada.
Digo que era, porque nunca se está tan mal que no se pue-
da empeorar, y yo que le echaba pestes por lo de los gallos y
porque no había querido estudiar, ahora veo que no era nada
comparado con lo que hizo después.
No se le ocurrió nada mejor que
sacarse a la ahijada de la vecina de
“...cada vez que cantaba un gallo enfrente, una morena buena moza
fino, Victorio salía como un poseso a llamada María Nebrus que había sido
ver de dónde venía el canto” criada en alta estima.
No me explico cómo fue que la ena-
moró, si casi no hablaba ni salía, pero
lo cierto es que una mañana amanecimos yo buscándolo por
un lado y la vecina buscando a su ahijada por otro, hasta que
nos dimos cuenta de que se habían ido juntos.
Se la llevó para Paso Real, muy cerca de Coro, y yo le mandé a
decir que para mí se había muerto, sin urna ni lápida, pero que ésa
no se la iba a perdonar, y que ni se me presentara más por aquí.
No sé si ese recado le llegó o si fue la vergüenza que en el fondo
sentía, pero lo cierto es que no lo vi nunca más. Madre al fin, siem-
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Mientras, Ángela se recuperaba con mucho esfuerzo. Estaba machete contra la acera, le fue advirtiendo: “No se le acerque a
muy débil y para colmo le dio flebitis. En la casa todo el mundo mi hija, porque si lo vuelvo a ver por aquí, lo mato”. El hombre
aguantaba la respiración. Alfonso, mi yerno, no se consolaba cogió miedo y nunca más apareció.
pensando que iba a quedarse viudo por segunda vez. Blanca lloraba desconsolada, pero para Victorio estaba más
Pero no se cumplió ninguno de los malos presagios que que decidido. Soltera se quedaba y encerrada viviría mientras
tanto nos atormentaron. La niñita comía y dormía bien y cre- dependiera de él que fuese así. ¿No ve que lo mataba la culpa
ció sin que nadie terminara de entender cómo, pero creció. Mi de saber que ella nunca sería una señorita de primera sociedad?
hija Ángela también fue superando su gravedad poco a poco, Yo mientras tanto me fui enfermando y cada día me preocu-
a punta de caldos reforzados de gallina y todos los cuidados paba menos de los otros y más de mi pierna. Sufría mucho.
que le podíamos ofrecer. En medio de mis dolores, sentía que mi nieta Lulú jugaba
Esa era la parte de mi vida que comentaba con mis amigas y calladita debajo de la mesa del comedor y como todos en la
por la que me preguntaba todo el que se encontraba conmigo. casa respetaba mis poquísimas horas de descanso.
La otra nieta supongo que nació sin contratiempos, pero de De Blanca no tuve más noticias, pero las dos iban creciendo
ella me vine a enterar cuando ya habían pasado varios días del mientras yo me apagaba. Mi nieta estrella y mi nieta indesea-
parto. La pusieron Blanca y Victorio no la reconoció, así que da, cada una fue escribiendo su historia, y la vida las llevó por
más lejos todavía de mi parentela. caminos diferentes, hasta que mucho más adelante las volvió
Lulú Su mamá la fue criando con mucho es- a unir, pero ése ya es un capítulo que no puedo contar, por-
tímulo y a pesar de que era hija natural, que pasó mucho después que yo me fui.
“Esa era la parte de mi vida que comentaba la terminó poniendo en la escuela para
con mis amigas y por la que me preguntaba señoritas de la señora Irausquín, donde la
todo el que se encontraba conmigo” enseñaron a leer y a escribir y a tejer, que
era lo que se enseñaba en esa época.
La niña fue creciendo y cuando tenía
como quince años comenzó a merodear un mozo dueño de una
finca en la Sierra. Quedó en evidencia que era por Blanca que
frecuentaba la calle.
Mi hijo Victorio, que sabía de sobra de lo que un hombre es
capaz, porque para ejemplo él mismo, un día se puso a esperar
al sujeto en la puerta de su casa con un machete en la mano.
Cuando el mozo pasó, Victorio lo llamó, y mientras afilaba el
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Para que tú te llames Clara se fueron sus ilusiones, y a pesar de que crió a
Carlitos con devoción, su corazón de madre
no alcanzó la recuperación. Ni el de ella, ni
el de nadie. El dolor de todos fue tan grande
y les quedó a todos tan marcada su ausencia,
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Ángela Ninfa
Ángela Ninfa
Julio
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Antes de que se vayan Ángela Ninfa
Yo no sabía que él venía con un pues- Lo que tenía era un tronco de enemigo en Cleandro Arocha,
to, nada menos que de Jefe Civil de Curi- el hombre ése que yo atendí.
magua, pero eso lo supe mucho después. El Jefe Civil se alió con Cleandro. Julio le dijo entonces a
Resulta que Julio estaba muy bien allá su negrito: “Ese hombre me va a poner preso. Si acaso me
y yo tenía negocios con él. Le mandaba vienen a buscar, tú pones este telegrama”.
cachivaches, porque yo he sido comer- En Curimagua no había teléfono, y la señora que ponía
ciante toda la vida. telegramas los mandaba por teléfono a San Luis e inmediata-
Tenía un negrito que le hacía los man- mente de allí los mandaban a Coro.
dados allá en Curimagua, que andaba en Me pone Julio el telegrama y le pongo yo el que te dije.
un burro con las encomiendas, y Julio lo Le llega a Julio en la prisión Cleandro y le dice: “Mire,
mandaba a Coro a llevar recados y eso. ¿cómo supo su hermana que usted está preso?”.
Julio llamaba a mi padrino Carlitos. “Ah, porque yo le puse un telegrama”.
“Recibo yo Cuando quitaron a padrino, porque se acabó la Secretaría Ge- Y el hombre le contesta: “¿Usted no sabe que por lo más
un telegrama...” neral, Cleandro le decía: “Ahora no tenés a Carlitos en Coro”, ligero come el tigre?”.
y le tomaba el pelo.
Cleandro Arocha, se alió en compañía de uno que era muy ami-
go del Urbina, a quien Julio reemplazó, para ir en contra de Julio.
Recibo yo un telegrama de Julio mi hermano, donde me
dice: “Estoy preso”.
Entonces le mando yo un telegrama al hombre a quien le
había dado café cinco o seis meses antes en mi casa, en el que
le decía: “Acabo de saber que Julio mi hermano está preso.
Agradézcole muchísimo lo que pueda hacer por él”.
Lo que pasó fue que Julio se estaba lavando las manos en
su salón, ya había despachado a todos los niños, y llega un
hombre y le dice: “Vengo a pasarle revista a la escuela. ¿Por
qué está desolada?”.
“Se comprende”, le dijo Julio, que era volado así como yo,
“que usted no sabe nada de colegios”. Los niños se despa-
chan a las 11 y son las 11.30 a. m.
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Julio dice que recogió todas sus fuerzas y pensó: “Este hombre era de allá, y ella me dice: “Ángela, no se te ocurra ir a Pedregal,
me viene a vejar; pero antes de eso, yo lo voy a estrangular”. que es muy enfermizo”.
No te puedo decir porque no sé, si lo soltó ese mismo día o Yo no me fui, pero Alfonso se llevó a Julio en los cachos
lo dejó a dormir allí, pero lo cierto fue que lo soltó. para que lo ayudara con el negocio.
Al día siguiente se presentó Julio en Coro. No respiraba. Se Estaban en un campo cerca de Pedregal, y le dio paludismo
iba a casa de mamá, y se venía de casa de mamá, yo com- a Alfonso.
prendo que era exagerado, pero la pasión que uno siente tie- Pero como Alfonso tenía mujer. Yo había oído decir: “¡Niña!,
ne que exteriorizarla, porque si no uno se muere. Él caminaba tenía tanta fiebre que yo me acercaba a la hamaca y le sentía
por los corredores de Las Ventanas de Hierro, día y noche. el fuego del cuerpo”.
“Yo tengo que ir a matar a ese hombre”. Y mamá, que Yo siempre había pensado que eso era embuste, pero des-
había dicho siempre: “Yo prefiero que me traigan a un hijo pués que me acerqué a la hamaca donde estaba Alfonso, sen-
muerto a que lo pongan preso por criminal”. tí como si se abriera un horno.
Esas eran las ideas de antes. Y así fue, porque jamás estu- ¿Qué resultó? Que Julio quedó hecho cargo del negocio y
vieron presos. la carta que le hizo a Santiago Davalillo, hace poco la rompí,
Victorio nunca estuvo preso, con todo y lo retardado men- porque daban ganas de llorar. Le decía: “No voy a tu casa,
tal que era. porque no tengo zapatos. Ando de alpargatas”. Santiago no
Entonces padrino le decía: “Julio, no puedes”. Julio de- me la quería enseñar. La vi ahora, no hace mucho.
cidió: “Entonces yo renuncio”. “Y no hemos podido quitar el negocio, porque me siento
Y ahí vino su muerte. Estaba tan bien en Curimagua. responsable por él”.
Renunciar y firmar su decreto de muerte fue lo mismo. Hasta que cayó con la fiebre, llamó a Santiago y Santiago
¿Qué pasó? Que a mi pobre marido, que estaba de lo asistió, le buscó médico en pleno carnaval en Caracas. El 21
Registrador Principal de Coro, también lo habían quitado. de febrero se murió Julio, mi hermano.
Como él era negociante se fue para Pedregal;
y yo no me morí, por una amiga que me quería
mucho, que era gente muy decente de Pedregal.
Se fue a traer de allá arreos y burros cargados
de maíz para venderlos en Coro, ganándose cuatro
lochas. Este era el negocio.
Pedregal y todos sus alrededores era un paludis-
mo de locos. Entonces voy a casa de mi amiga, que
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Teresa Medina llegó qué edad tenía, siete, ocho años, pero llegaron pidiendo traba-
jo a cambio de que les diéramos de comer. Es que en aquella
con el hambre de 1912 época la gente trabajaba por la comida, porque la garantía de
tres platos por día era un lujo que no todo el mundo se daba.
Nosotros no era que tuviéramos mucho, pero por lo me-
nos teníamos una casa y comida sencilla, pero comida al fin
y al cabo, y donde comen
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Tinta roja amigo Raúl Salcedo que se los hiciera llegar al mozo de quien
más adelante voy a hablar mal y por eso prefiero no nombrar.
Raúl, muy extrañado de mi osadía, los guardó en el bolsillo
de su paltó y no me hizo mayores comentarios.
Después, en mi casa, me puse a pensar que como se le ocu-
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Ocho veces en cinco años casé a los veintidós, así que en cinco años bailé nada más que
ocho veces. Eso sí, con música de orquesta, en los bailes que
organizaba la Sociedad Tersícore de Coro, a la que yo perte-
necía, por supuesto. Lo demás era furruco que uno mismo
ponía. Yeyé tocaba el piano y uno llamaba a tres o cuatro
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conocía. El caso es que ya tenía como diez días de muerta recosté a una de las ventanas de la casa de las mujeres de
cuando llegó la noticia a Coro, justo la víspera de un baile en enfrente, a llorar, a sollozar, delante de Víctor y todo, pero no
casa de las Capriles, de esos rimbombantes, porque ninguna me importaba nada.
gente pobre ponía bailes, sino la gente adinerada, Llegué a mi casa llorando y me acosté. Galita, mi hermana,
sobre todo los judíos. que tenía doce años más que yo y que ya había pasado a la his-
Y a mi mamá no se le ocurrió idea peor que toria, porque en ese tiempo las mujeres de más de treinta años ya
plantarnos luto cerrado a cuenta de que era so- no contaban, me tendió una sábana por encima y me decía: “In
brina de Margarita, tan cercana a nosotros. Pax Requiem”. Yo pocas veces he sido tan desgraciada, te digo.
La casa de las Capriles quedaba atravesada. Después dio la mala suerte de que ya comprometida, po-
Enfrente había una casa muy alta, que tenía unas nen un baile en los salones del teatro. Y yo no pude ir, porque
ventanotas, y todos los Capriles, uno de ellos, por Alfonso, mi prometido, estaba en Paraguaná.
cierto, enamoradísimo de mí, fueron a hablar con Otra vez, ya recién casada, hubo otro baile, pero mamá
mamá “Misia Ninfa, déjela ir”. tampoco me dejó ir. Yo sabía que Alfonso no se iba a poner
–No puede, porque una sobrina de Margarita se bravo, porque él tenía una confianza enorme en mí, pero por
murió y la familia está de luto. las apariencias aquello no se veía bien, y no me dejó ir para
A mí no me alcanzaba la respiración, parecía que la gente no fuera a hablar mal de mí en el baile. ¡Y yo que
que tenía asma. hubiera bailado con todo el mundo, así más nunca nadie en
Al ratico de irse los Capriles, llegó Víctor, Coro ni la mirada me volviera a dirigir!
el hijastro de Margarita. Y eso porque no te he contado que tu pobre abuela, cuan-
–Te mandan a decir Margarita y Carme- do conseguía un trapito para estrenarlo en un baile, venía
lina que vayas para allá. mamá, que estaba en la menopausia, le daba una hemorragia
Mamá me dijo: y yo no iba, porque no podía ir sola, sino con mamá atrás
“...ninguna gente pobre –¿Te fijas? Ellas no pensaron ni por un momen- como un policía. Así que me quedaba con el calembe hecho.
ponía bailes to que tú ibas para el baile y por eso te mandan a buscar. Donde sí me acuerdo que bailé fue en casa de mi padrino,
sino la gente adinerada” Cuando pasé por la casa de la fiesta, estaba la venta- Carlos Diez, en una casa muy bonita que tenían. Le pidieron
na abierta, pero todavía no había nada de baile, porque la casa prestada para un baile, creo que de carnaval, y ahí sí,
era muy temprano. claro, pude ir sin problemas. Fue una de las piches ocho veces.
Me quedé con Margarita como hasta las nueve y
media, y me vino a traer Víctor. Cuando venía, ahí sí
ya estaba el baile andando y las ventanas abiertas. Me
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Belarmino
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Un día comencé a echarlo de menos en la iglesia, y le pre- que tengo ya no estaba enamorada de él ni pizca. Y fue por
gunto a Nano: medio de ese amigo que supe que apenas duró tres meses
–Nano, tengo como dos misas de aguinaldo que no veo a de casado, porque encontró que a la mujer ya se la habían
Belarmino, ¿qué se hizo? pasado por el filo. Se acostó con ella creyendo que era virgen
–Se fue para Barquisimeto. y se dio cuenta de que no era, pero de todas formas siguió la
Pero yo que soy tan volada, y que tenía con él amores de función y resulta que la mujer salió embarazada.
pupileo, me puse furiosa. Cuando le preguntaban sus amigos íntimos, que están todos
–¿Se fue para Barquisimeto y no me dijo nada? ya muertos y por eso no los nombro, por qué había hecho esto,
Todavía furiosa con él, como a los dos meses me fui a Para- él les decía: “Porque en Mapararí me recibieron como a un rey,
guaná, conocí a Alfonso, y el resto de la historia tú la conoces. y como era músico, me recibieron con toda la orquesta”.
Pero, te digo, la culpa de que no me haya casado con él, Él se casó una mañana y se fue en la tarde para San Luis, donde
la tuvo él mismo, porque si me hubiera mandado a decir “me le tenían una cena preparada. Ella se llamaba Céfora, y te estoy
voy, pero que me espere”, yo lo habría esperado, aunque diciendo el nombre para que veas que parecen cosas de novela.
hubieran sido diez años y aunque fuera de segunda. No me Total es que vamos en el vapor, que en ese tiempo tenía
habría importado. vista al mar, y uno se sentaba en unos corredores que tenían
Yo llevé la cuenta entre la fecha en que me lo dijeron y la unas barandas de metal.
fecha en que se murió mamá y fueron diez años justos. Había una mujer recostada y yo estaba sentada enfrente.
Después se casó con una muchacha muy blanca, y yo, Belarmino me pregunta:
como te dije, con Alfonso. Pasó el tiempo y no supe más –¿No encuentras a esa señora parecida a Céfora?
nada de Belarmino. Y yo que ni me acordaba de la Céfora con la que se había
Muchos años más tarde, ya viuda, iba a viajar a Nueva York casado, sino de Céfora Curiel, otra señora de Coro muy boni-
en vapor y me dice Nano: “Pero, Ángela, qué coinciden- ta, que después se hizo católica, le digo:
cia. ¿Tú te vas a Nueva York en el vapor Santa Rosa? –¿A Céfora Curiel? ¿Cómo se va a parecer una mujer con
Pues nada menos que Belarmino, que ahora está ri- la cara tan fina a esta muchacha?
quísimo, va a viajar en ese mismo vapor”. Y él me contesta:
Yo creo que esos millones los hizo pensando en al- –No, no es a Céfora Curiel que te digo que se parece. Es a
gún día darme la cara, pero esas son conjeturas mías. la Céfora con la que yo me casé.
Lo cierto del caso es que terminamos viajando jun- Y yo que a veces tengo una manera de contestar que pare-
tos. Él llevaba a un amigo íntimo que sabía inglés, Carlos ce cosa del Espíritu Santo, le dije:
García, un muchacho muy bueno, pero yo con este carácter –No la conozco.
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Celosa de Alfonso
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Yo no sé cómo
había gente viva
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porque se iban sin que uno pudiera hacer nada para salvarlos. a dar miedo. Pero si una simple aspirina, que hoy venden en
Sólo quien es madre puede entender. cualquier farmacia, vino llegando casi con la primera guerra.
Ahora, con las gentes del pueblo, no sé cómo, pero era A la gente que le daba una simple gripe, o una apendicitis, o
diferente. una diarrea ya tenía suficientes motivos para morirse, porque
Imagínate tú que papá tenía una hija natural, llamada no teníamos ni suero, ni antibióticos, ni nada.
Rosa Durán, que después se casó con un hombre blanco y de Y esas eran las causas naturales, pero no eran las únicas,
cierta educación, no era un peón pues, llamado Temístocles porque la otra peste era la de la matadera. El revólver para
Chávez, que tenía una huerta. allá y el revólver para acá, y en la gente más del pueblo, el
Rosa Durán trabajaba como un hombre. machete suelto. A cada rato nos enterábamos de una des-
Cortaba la hierba y a veces se iba con uno gracia. La gente ajustaba sus cuentas con su propia mano, y
de los hijos en los brazos. A otro cuando cualquier motivo, linderos, infidelidades, pleitos en la familia,
lo parió le cortó la placenta machacándo- era pretexto para salir matando.
sela con una piedra. Esa tuvo como diez Te cuento todo esto para que veas cómo era la vida en
hijos. No sé cuántos se le llegaron a morir, aquellos tiempos. Los que quedamos, llegamos a esta edad
pero era una máquina de parir. de puro milagro, te digo.
¿Y de tifoidea? ¡Cómo se moría la
gente! Es que el que se enfermaba, de
lo que fuera, lo trataban con brebajes y
“¿Y de tifoidea? compresas de cuanto te puedas imagi-
¡Cómo se moría la gente!” nar. En Caracas a veces había más re-
cursos, no muchos, porque la medicina
estaba muy atrasada en todos lados,
pero por lo menos era un poco menos
malo. Imagínate lo que quedaba para
nosotros, perdidos en la provincia. Y si
te pones a ver para atrás, aquello vuelve
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La sentencia de Alfonso
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Pequeñas
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nuestras familias, porque eran decentes, gente de educación, pobres y además miserables, porque por lo menos sabíamos leer,
que iba a la iglesia, que pertenecía a las Hijas de María y se conversar con altura, tocar instrumentos, en fin, era otra cosa.
ponían su medalla, muy católicas y todo, pero no era la gente A ellos se los llevaba cualquier peste, se les caían los dientes
que iba a bailar con uno, ni iba a nuestros matrimonios, ni no- como si los tuvieran pegados con otra cosa, y eso sí, parían que
sotros a los de ellos. Algunas veces, por alguna no hay más allá. Se les morían los hijos como a todos nosotros,
circunstancia, tenían un deber de obligación y pero en lo que volvías a ver, ya estaban pariendo otra vez.
de gratitud y lo invitaban a uno. No como aho- Sufrían mucho, te digo, pero a la vez no parecían darse
ra, que todo el mundo nace igual y no le hacen cuenta de su desgracia. Si nosotros nos reuníamos a tocar pia-
caso de dónde viene quién, ni de qué color tiene no y bailar, así, entre nosotros mismos, no te quiero ni contar
la piel. Te digo, era una cosa horrible. lo que eran los parrandones que esa gente ponía. Claro, to-
Como te conté, mamá primero mandaba a mando una caña barata y mala, porque la borrachera andaba
preguntar quién iba antes de dejarnos ir o no a un suelta, y sin modales de ningún tipo. ¡Sólo Dios sabe cuántas
baile, y cuando yo conocí a Alfonso y me comen- barrigas no habrán salido de esos bailes!
zó a enamorar, lo primero que hizo fue averiguar Te cuento todo esto para que te hagas una idea de lo que
de dónde había salido y si era como nosotros. a mí me pasa por el corazón cuando veo esas cosas de ahora,
Cuando eran extranjeros, había cierto rece- donde se casa la gente sin preguntar. El mundo cambia, y uno
lo, porque no se sabía de dónde venían, pero no se da ni cuenta, pero cambia. Debe ser por eso que uno se
si eran blancos y gente correcta, acababan por tiene que morir, digo yo, para que vengan otros a quienes les
integrarse a nuestra sociedad, sobre todo los dé lo mismo una cosa que otra.
americanos y los alemanes, que salían tan tra-
bajadores y buenos maridos.
Y con los judíos era otro tema. Muchos se
bautizaron y entonces, ahí sí, se podían mezclar
con uno, pero a los que se mantenían en su re-
ligión, los tratábamos con mucha amabilidad y
todo, pero cada quien en su lugar.
Después había la gente del pueblo, para quienes
agua limpia y comida caliente eran cosas de ricos.
Ellos nos llamaban así, aunque éramos pobres
como unas ratas. La diferencia era que no éramos
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Para estar
a la última moda
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Y ni te cuento
¿Cómo se hace? de las Fonsequita
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Hijos naturales
Casadas o viudas, al quedar demos- “La vergüenza de la familia
trado el desliz, a las esposas no nos fue de tal magnitud que la madre
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Los masones no pudieron Y así se les fueron dos días con sus noches, y mientras más
las mujeres rezaban, más los hombres, de paltó de paño
a pesar del calorón, hacían acto de presencia, en una
especie de velorio con el difunto todavía vivo, ambos
bandos redoblándose y negados a darles tregua a sus
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El reloj de la abuela
Dedico a mi hija Luli, en el umbral de mis ochenta años.
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