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NADIA ESCOURIDO QUINTIANA

16/03/2010

EL EMILIO O DE LA EDUCACIÓN
JEAN-JACQUES ROUSSEAU

« La única costumbre que hay que enseñar a los niños es que


no se sometan a ninguna. »
Jean-Jacques Rousseau

Actual marco de referencia en el tratamiento pedagógico


de la enseñanza, El Emilio o De la educación constituye una de
las obras literarias más destacadas de Jean-Jacques Rousseau
en lo que a materia educativa se refiere. De hecho, este
« tratado filosófico » constituye el ámbito de concreción teórica
de una concepción educativa de corte reformador, construida
en base a un precepto fundamental: la aplicación de una
educación natural que contribuya activamente a la
formación de individuos libres y autónomos; esto es,
individuos capaces de interactuar con su entorno, sin que ello
suponga someter servilmente sus convicciones personales a los
dictados de la sociedad.

« La educación consiste en enseñar a los hombres, no lo que


deben pensar, sino a pensar.»

Calvin Goolidge

Llegados a este punto de obviedad máxima en cuanto a la


motivación que se encuentra en el origen de la filosofía
educativa de Rousseau, cabría preguntarse qué debemos
entender por educación natural. En líneas generales, podríamos
definir dicho concepto como la iniciativa de llevar a cabo un

1
proceso de E/A individualizado y diferenciado; esto es,
adecuado a las necesidades inherentes a cada una de las
etapas evolutivas del individuo. En efecto, Rousseau distingue
cuatro fases de desarrollo: la primera infancia (0-5), la
segunda infancia/niñez (5-12), la juventud (12-15) y la
adolescencia (a partir de 15 años), a las que atribuye modelos
de educación específicos que, abordados en mayor profundidad
en párrafos posteriores, persiguen un claro objetivo: estimular
en el individuo el deseo de aprender, centrando el proceso de
enseñanza en sus intereses y facultades.

Partiendo de la convicción de que la educación es un largo


proceso que se extiende de la infancia a la edad adulta, no es
de extrañar que resulte de gran interés determinar la manera
en la que se articula el proceso de enseñanza en la etapa
infantil (0-12).

Siguiendo pues esta iniciativa descriptiva, diremos que, en


esta fase de desarrollo inicial, los conceptos de educación
negativa (aprendizaje mediante el error) y educación de los
sentidos pautan la labor educativa, con vistas a que el niño
comience su aprendizaje guiado por la curiosidad y por su
propia experiencia. Por lo tanto, lo que se pretende es que el
individuo encuentre como principal agente aleccionador la vida.
En este sentido, el « preceptor » debería limitarse a mantenerlo
en un ambiente adecuado que despierte el interés del niño por
aprender mediante juegos y evite la inculcación de « hábitos»
(entendidos como tendencias conductuales e, incluso, morales)
que le impidan desarrollarse de manera natural.

En una segunda fase, la de la juventud (12-15) y la de la


adolescencia (+15), Rousseau considera que el alumno ya es
capaz de razonar, por lo que será en estas etapas en las que se

1
anime al alumno a colaborar con el entorno, a compararse así
mismo con sus semejantes.

Es en esta etapa cuando aparece una mención a los


estudios de religión, historia o estadística. Hasta este momento
Rousseau desaconsejaba su aprendizaje debido a que son
disciplinas en las que puede haber cierto tipo de
“contaminación” por parte del enseñante. Para Rousseau el
estudio de la historia, por ejemplo, debe hacerse mediante la
lectura de grandes historiadores, sin lecciones de moral por
medio; y el de la religión, debe llevarse a cabo justo en el
momento en el que el alumno sea capaz de decidir cuál de
todas las religiones que existen es la que le permite realizar un
mejor uso de su razón.

Ya en una etapa más tardía de la adolescencia, el alumno


hipotético, Emilio, conoce a su pareja Sofía. Aquí aparece una
mención a la educación de las mujeres. Rousseau considera que
la educación de la mujer debe estar diseñada para servir al
hombre, para complacerle. Debe ser una educación
convencional que esté complementada por la educación natural
que recibía el hombre.

Para concluir, tan sólo mencionar que Jean-Jacques Rousseau


asentó, en gran medida, los cimientos de la pedagogía tal y como se
entiende en la actualidad al someter bajo mirada crítica un sistema
educativo coercitivo que impedía formar individuos libres y
autónomos; es decir, seres capaces de aproximarse a su entorno
social desde una posición reflexiva y crítica.

En este sentido, es evidente que Rousseau revolucionó el ámbito


educativo al trazar una renovada línea de acción que, entendiendo al
alumno como centro del proceso de enseñanza, impulsó un modelo
de educación individualizado (sujeto a las motivaciones e intereses
del individuo) y diferenciado (esto es, variable en función de la etapa

1
evolutiva en cuestión) que, por primera vez, buscó garantizar el
afloramiento de la verdadera personalidad del individuo y no
su encorsetamiento en moldes sociales prefijados.

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