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Sencillamente reproducible

¿Que hace a una iglesia sencilla diferente de una iglesia tradicional? ¿No son sólo los
grupos en casa o los grupos de célula?
La iglesia sencilla es algo muy diferente a lo que tu has experimentado como
“iglesia”. Cuando la gente escucha sobre la iglesia sencilla, a menudo están llenos de
preguntas. “¿Es como una reunión de oración?” bueno, nosotros oramos, pero no, no es una
reunión de oración. “¿Es un estudio bíblico?” no, no es un estudio bíblico, aunque
usualmente hay tiempo para estar en la palabra.
Quizás la tentación más grande que los creyentes de iglesias tradicionales enfrentan
cuando comienzan una iglesia sencilla es hacer de nuestras reuniones una versión en
miniatura de lo que siempre hemos conocido ¡Hemos encontrado algunas iglesias en casa
que ordenan sus sillas en filas y tienen un púlpito! Incluso cuando nos sentamos en un
círculo de manera más informal donde nos podemos mirar, podemos caer en el hábito de
hacer una iglesia tradicional en nuestras casas. Algunos preparan la música, otros la
enseñanza, y así sucesivamente. Pero, lo único que hemos hecho, es cambiar las paredes
del local donde la iglesia se reune por las de nuestro living. Si hacemos eso, omitimos de lo
que la iglesia sencilla se trata—el Señor mismo teniendo un plan para nuestros tiempos
juntos, revelándose a sí mismo a través del trabajo en cada miembro de su cuerpo.
Las personas pueden dejar una iglesia tradicional !Pero puede tomar mucho tiempo
para que la tradición los deje! Al inicio, probablemente, ellos se sentirán culpables cada
domingo en la mañana cuando no vayan al servicio. Como Frank Viola sugiere en su libro
“Reuniéndose en hogares”, especialmente cuando comienzan una nueva iglesia con gente
que viene de una iglesia tradicional, tal vez sea lo mejor, simplemente, compartir una
comida juntos por un par de semanas sin intentar tener un tipo de reunión “religiosa” o
“espiritual”. Comenzar a conocerse uno al otro en un contexto no religioso es un
importante ingrediente para permitir al Señor unir un grupo de personas en forma
relacional y espiritual.

Iglesia es familia. Cuando una familia se junta alrededor de la mesa de comida, la madre no
dice a los niños “ahora escucharemos lo que papá va a decir”, antes de que el padre hable
por cuarenta minutos explicando algo de pequeña relevancia a los niños. ¡De ninguna
forma! Las familias saludables son interactivas, participativas, e intensamente relevantes a
sus propias familias. Y la iglesia sencilla es igual.

Cada cosa viviente en la creación de Dios nace para reproducirse, incluso la iglesia. Y
mientras más simple, más rápido se reproducen. Los conejos se multiplican más
rápidamente que los elefantes por causa de su tamaño y estructura no complicada. Este
principio permea toda vida, y la iglesia no es la excepción.
Si nosotros esperamos ver las iglesias simples multiplicándose, necesitamos poner atención
a lo que modelamos. Todos los elementos claves de una iglesia simple son tan básicos como
posibles. Esto no significa que los contenidos sean simplistas o poco profundo—de hecho es
muy profundo—pero los patrones para hacerlo son simples y, por lo tanto, fácilmente
replicables.
Toma como ejemplo la oración. Si nosotros modelamos cinco minutos de “oraciones
sermón” nosotros inhabilitamos a todos, excepto a los cristianos maduros, para orar en voz
alta. Por otro lado, si oramos en forma sencilla, dos o tres frases en una oración
conversacional, todos están capacitados para unirse y la gente puede orar en varias
ocasiones.
Si nosotros hacemos una comida muy producida, la gente pensará que ellos deberán
ser cocineros expertos para iniciar una iglesia en sus casas. Algo sencillo para comer, lo que
sea, supone la participación de todos.
Si predicamos un sermón, los demás pensarán que ellos deben ser capaces de
predicar (ya que el mayor miedo de la mayoría de la gente es hablar en público, así que es
poco probable animar a la participación activa), pero todos pueden guiar usando un método
simple e interactivo de estudio bíblico. Un plantador de iglesias filipino lo dice de esta
forma: “Nunca hago nada con la iglesia que un cristiano que esté siguiendo por una semana
a Jesús no sea capaz de hacer”. Nosotros amamos esto.

Hechos 2:42 provee un simple cuadro de cuando los primeros seguidores se reunían:
“Se mantenían firmes en la enseñanza de los apóstoles, en la comunión, en el partimiento
del pan y en la oración.” NVI [y decidieron vivir como una gran familia. Y cada día los
apóstoles compartían con ellos las enseñanzas acerca de Dios y de Jesús. También
celebraban la Cena del Señor y oraban juntos] BlS. Estos cuatro elementos definen lo que
sucede en las iglesias sencillas. No significa que estas cosas deban pasar en la misma
reunión o en el mismo orden, sino que es más probable que el Espíritu santo guíe el grupo
con esos parámetros.

Aprender de la Biblia

Miremos primero la enseñanza de los apóstoles. Si nuestras iglesias sencillas se están


multiplicando rápidamente, no nos podemos dar el lujo de estar muchos años enseñando la
Biblia. De todas formas, la meta no es tener unas pocas personas con el don de enseñanza y
un montón de alumnos hambrientos. El apóstol Pablo también enfrentó este dilema—en
algunas instancias él fue forzado a irse lejos de los nuevos creyentes casi inmediatamente.
Por ejemplo, en Filipos, él sólo estuvo por “varios días”. Por lo tanto, nos gusta usar una
aproximación que permita a la Biblia enseñarse a sí misma, habilitando, incluso, a
creyentes jóvenes para guiar. En el tiempo del nuevo testamento, la enseñanza era mucho
más interactiva. En algunas ocasiones, la palabra usada por Pablo en su enseñanza más
larga en Éfeso, es la palabra griega dialegomenai, de la cual nosotros obtenemos nuestra
palabra “diálogo” (Hechos 20:7). La enseñanza informal de Jesús fue frecuentemente en
base a discusión e interrumpido por preguntas planteadas por él o por otros.

Los cristianos evangélicos tienden a enfatizar la importancia de la buena enseñanza,


pero creemos que esto es perder el punto de ayudar a las personas a, genuinamente,
aprender la escritura y aplicarla a sí mismos cada día. Las estadísticas muestran que
aprendemos mucho más al participar activamente que por escuchar solos. La gente
recuerda aproximadamente el 20 por ciento de lo escucha, el 50 por ciento de lo que ve y
escucha y el 70 por ciento de lo que ellos mismo dicen. En la iglesia sencilla, todos están
involucrados en el proceso de aprendizaje. Más de una vez hemos tenido gente que nos ha
dicho que han aprendido más en sólo unos pocos meses en una iglesia sencilla que en años
de oír buenos sermones.
Al pasar los años, hemos regresado repetidamente a dos o tres diferentes patrones de
estudio bíblico. El método no es la cuestión vital, lo importante es que el método guíe a
una discusión participativa.
El patrón que nosotros ocupamos está basado en tres símbolos: un signo de interrogación,
una ampolleta y una flecha. Comenzamos con un pasaje de la escritura en la que una
persona lee fuertemente un verso o una sentencia. Ocasionalmente (por ejemplo, con una
de las parábolas o una historia de las escrituras), puede ser apropiado leer el pasaje
completo antes de volver a explorarlo verso a verso. El grupo luego observa cosas que
correspondan a los símbolos. El signo de interrogación, obviamente, significa algo que no
entendemos. Una persona puede decir: “Tengo un signo de interrogación en este verso.
¿Qué significa cuando dice...?”
La ampolleta es usada para representar algo que emite luz, algo en el pasaje de la
escritura o algo que está pasando en la vida de la persona. Así que una persona en el grupo
puede decir: “Tengo una ampolleta en este verso. Esto describe una situación que me pasó
en el trabajo la semana pasada...”
La flecha representa algo penetrando en el corazón de la persona—él o ella ha
escuchado a Dios y necesita hacer algo por eso. Un participante en el grupo puede decir:
“Dios me ha estado hablando sobre esto hace algún tiempo, pero lo había estado ignorando.
Voy a tener que cambiar... ¡esto es una flecha para mí!” o “me acabo de dar cuenta en este
verso que lo que Dios quiere es...”
Una vez que el verso o pensamiento haya sido cubierto, nos movemos al siguiente.
Hemos usado frecuentemente este método para comenzar iglesias, especialmente cuando
trabajamos con no creyentes. Con nuestro grupo de empresario aún-no-cristianos,
estudiamos el libro de Proverbios en este estilo, mirando los principios relativos a los
negocios y a la abundancia. Aunque esto comenzó como un estudio enfocado en los
negocios, al pasar el tiempo, ¡todas las personas en el grupo llegaron a ser cristianos! La
semilla del reino es la Palabra de Dios, la cual es viva y eficaz y cambia la vida. (Lucas 8:11;
Hebreos 4:12).

Otro patrón que ocupamos en la iglesia sencilla es leer un verso y luego pedir a todos
que comenten sobre eso, respondiendo tres preguntas: ¿Qué dice? ¿Qué significa? ¿Qué
diferencia hace en mi vida? Ocupamos este patrón con un grupo de nuevos creyentes en un
proyecto para personas de bajos ingresos. Cuando llegamos a I de Tesalonicenses 4
enseñando sobre pecado sexual, uno de los jóvenes que había llegado a ser cristiano unas
pocas semanas antes y continuaba viviendo con su novia, preguntó: “¿Significa esto que un
pedazo de papel es importante(refiriéndose a la licencia de matrimonio)? el grupo tomó la
mayoría de la semana discutiendo el verso. No dimos las respuestas, pero, en vez de eso,
dejamos a las escrituras hacer la enseñanza ¿El resultado? El Espíritu Santo convenció a este
joven a través de las escrituras y él vivió separado de su novia hasta que se casó.
También es importante que las personas pasen lo que están aprendiendo a otro:
“¿Quién piensas que debe escuchar lo que hemos discutido? Compárteles sobre esto en los
próximos días y déjanos saber cómo te fue.”
Recientemente Felicity (la esposa del autor) “asistió” a un seminario por internet
dado por David Watson. Él describió cómo estuvo enseñando patrones básicos similares a los
que describimos en este capítulo en una iglesia sencilla con la que él estuvo trabajando. Él
los había animado a pasar lo que ellos habían aprendido a otros. En un año, un grupo que
partió con seis personas estaba ahora involucrado en diez diferentes iglesias sencillas con
casi sesenta personas asistiendo.
Los grupos más grandes pueden correr más fluidamente si alguien actúa como
facilitador—asegurándose que el estudio se mueva, que todos estén tomando parte, y que
ninguno (especialmente el facilitador) domine. No es la tarea del facilitador responder
preguntas sino que devolver las preguntas al grupo: “¿Hay alguien que quiera decir algo
más sobre esta pregunta?” “¿hemos estudiado algo referido a este tema?” Por el hecho de
dirigir a las personas de vuelta a la escritura , el facilitador asegura que la Biblia tiene la
autoridad.
En este tipo de estudio bíblico participativo, todas las opiniones son valoradas y no
hay algo así como una respuesta errónea. Cuando alguien comparte algo bizarro, el
facilitador puede decir: “Este es un punto interesante. Yo nunca escuché a nadie expresar
algo así ¿Quién más piensa algo?” Alguien está obligado a llegar con una mejor respuesta.
Si tu insinúas que lo que esa persona dijo está mal, él o ella nunca participará otra vez.

Muchos de los que vienen con un pasado de iglesias tradicionales están preocupados
que este tipo de aproximación (a la escritura) abre las puertas a la herejía. Podemos
atestiguar que en las docenas de grupos de los cuales hemos sido parte en estos años,
nunca hemos visto a nadie desviarse por enseñanzas erróneas. Incluso con los cristianos más
jóvenes, hemos encontrado que cuando algo demasiado descabellado se acerca, alguien
usualmente lo señala.
En las iglesias en las cuales hemos participado, usualmente estudiamos un libro de la
Biblia. Algunas veces cubrimos tanto como un capítulo completo en una sesión;
frecuentemente, sólo unos pocos versos. Debido a que el analfabetismo puede ser un
problema en algunos grupos, usualmente leemos unos pocos versos antes de parar a discutir
lo que estamos aprendiendo. Incluso si los adultos están incapacitados para leer (o han
olvidado sus lentes), habrá, usualmente, un niño que pueda leer los versos.
El método que elijas no es tan importante como lograr tu meta de crear un estudio
bíblico participativo. La Biblia en sí es la maestra, y todos en el grupo están involucrados en
ambos, enseñar y aprender, así como de aplicar lo que estamos aprendiendo a la vida
diaria.
Esto no significa necesariamente que no haya lugar para la enseñanza por un maestro
que tenga el don. Hemos visto que reuniones pequeñas en hogares no son el mejor lugar
para largas lecciones tipo verbales. Si Dios ha revelado alguna verdad que nos ayuda o algo
emocionante a alguien, siempre animamos a esa persona a compartirla—pero en forma
breve. El hecho duro es que leer discursos demasiado largos no convierte a la gente en
discípulos.
De hecho, una investigación hecha por el Grupo George Barna ha revelado que en
iglesias convencionales a lo largo de los Estados Unidos, después de dos horas de haber
dejado el servicio dominical, el típico asistente no puede identificar el tema del sermón,
¡mucho menos los puntos clave comunicados en él! aunque hay muchas personas que
aprecian un bien pulido e impecablemente comunicado sermón, hay incluso más personas
que parecen sacar poco de los sermones para sí mismos. Pero, aunque ellos continúan
asistiendo al servicio de la iglesia por causa de su deseo de conectarse más profundamente
con Dios—ellos no están cerrados a aprender y adorar. Sencillamente necesitamos ofrecerles
opciones que son más apropiadas para su estilo de crecimiento.

Comida y hermandad

Los siguientes dos elementos del cuadro de Hechos 2:42 son la hermandad y el comer
juntos.
Hemos estado participando en reuniones de iglesias sencillas ahora por los últimos
treinta años y hemos llegado a creer que las comidas son muy importantes para determinar
si un grupo tendrá éxito o no. Los grupos que comen juntos invariablemente parecen
funcionar mejor que aquellos que no lo hacen.
La comida es un gran tiempo para la hermandad y compartir nuestras vidas juntos. Es
un tiempo para hacer las preguntas a nuestro grupo: ¿Qué ha ido bien en los últimos días?
¿Cómo te ha hablado Dios? Qué has aprendido de la palabra? ¿Con qué estás luchando?
Comer juntos ofrece una oportunidad a las personas de ser transparentes, bajar las
máscaras y ser reales el uno con el otro.
Comer, obviamente, jugó una parte importante en la vida de Jesús también. Algunos
de sus más efectivas interacciones con creyentes y no creyentes ocurrieron en una cena,
incluyendo en esto su cena con Mateo (Levi) y sus amigos (Marcos 2:15) y la última cena
(Mateo 25:26). En Hechos 2:46 aprendemos que la iglesia naciente compartía comidas
diariamente con gran alegría, y I de Corintios 11 cuenta de los problemas que emergieron
cuando algunas personas fallaron en compartir la cena común (un tiempo para recordar la
muerte del Señor) apropiadamente.
A raíz de que el comer juntos es imporante, hemos encontrado algunas directrices y
patrones para que sean de ayuda. En general, nuestras comidas son sencillas, del tipo en
que cada uno aporta algo. Si el grupo se junta en la tarde, es fácil para aquellos que están
trabajando traer algo de un almacén en su camino a la reunión. Si nuestro grupo incluye
personas que tienen problemas de dinero, enviamos lo que sobra con ellos, una forma
sensible de ayudarlos. (Algunas veces hacemos comida extra así que sabemos que sobrará
para que la gente lleve a su casa). Nuestras celebraciones ocasionales, cuando todas las
iglesias en casa se juntan, también incluye una variedad de comida, así como cuando los
líderes de iglesias sencillas o redes de iglesias se juntan.
Una comida es también una manera muy natural de tener comunión. Esta simbólica
parte de la comida—compartimiento de pan y vino—no necesita ser más un ritual que el
resto de nuestro tiempo junto. No hay nada en las escrituras que indique que esta parte
necesite ser servida por alguien con un entrenamiento especial, hacerlo particularmente
solemne o de una forma especial. Animamos a que la comunión sea un tiempo de reflexión
enfocada en lo que Dios ha hecho por nosotros. Algunas veces hacemos esto pidiendo a
todos que tomen un pedazo de pan de varios que están en la mesa y luego compartirlo con
otros mientras otros oran por ellos. Una familia puede reunirse para compartir juntos, o
talvez un grupo de amigos querra incluir a un visitante, él o ella, en esta representación de
la muerte de Jesús.

Oración

La oración es el cuarto elemento que las iglesias sencillas incorporan de Hechos 2:42.
Algunas veces le pedimos a una persona que se siente en la “silla caliente” mientras otros
ponen sus manos en la persona y oran por su necesidad. Algunos pueden compartir palabras
o imágenes proféticas [sobre lo que Dios está indicando hacer, animando], y otro más puede
compartir un verso de la escritura. Hemos encontrado que este tipo de oración puede
cambiar la vida.
En otros momentos, separamos los grupos en diez o veinte grupos pequeños de tres o
cuatro para orar. De esta forma, nos aseguramos que cada persona en el grupo puede
tomar, fácilmente, parte activa en la oración.
De nuevo, hemos encontrado en la enseñaza del fundador de la iglesia “la Viña”,
John Wimber, mucha ayuda en esta área. Él pensó que FE se deletrea R-I-E-S-G-O. Puede
ser riesgoso orar audazmente por respuestas específicas, pero nos hemos dado cuenta que
Dios responde en maneras poderosas cuando damos pasos de fe.
Cualquiera puede aprender estos sencillos y básicos patrones de estos cuatro elementos
encontrados en hechos 2:42. Creyentes muy nuevos pueden aplicar estos patrones para
guiar un grupo de sus amigos a aprender de la Biblia y tener hermandad juntos. De esta
forma las “iglesias conejo” pueden multiplicarse rápidamente.

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