Presentación
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Prefacio
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REVOLUCIONES RADICALES
Misiones - Santo Tomé
CAPITULO I
Antecedentes
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EL CORONEL PILOTO
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EL TRIUNVIRATO MISIONERO
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PREPARATIVOS EN MISIONES
De inmediato comenzamos a trabajar. Dadas mis vinculaciones en
Río Grande me correspondió la principal tarea: obtener armas.
Efectué diversos viajes con ese fin, algunas veces acompañado por
Leguía. Leguía consiguió un permiso precario en la aduana de San
Javier para cruzar su automóvil a Río Grande. Ello facilitó nuestros
viajes en aquel estado.
Conseguimos pasar algunas armas a territorio misionero, depositando
otras en costa brasileña o islas del Uruguay, al cuidado de gente
amiga. Quedaban estratégicamente ubicadas en una zona donde yo
poseía antiguas amistades conseguidas en mis andanzas en una y
otra margen del río. No puedo dejar de decir modestia aparte que mi
éxito en Río Grande en la obtención de armas y municiones fue
superior a lo que esperara.
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SITUACIÓN EN MISIONES
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5 DE ABRIL
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REPRESIÓN POLICIAL
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POMAR EN CORRIENTES
LEZCANO EN MISIONES
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REUNIÓN EN CONCEPCIÓN
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EL PLAN DE ATAQUE
SITUACIÓN DE DUDA
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LEZCANO SE RETIRA
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PASIVIDAD POLICIAL
A ser verdaderos los informes de Berón, las autoridades policiales
hubiesen tomado medidas de fuerza, lo que no sucedió. Los policías
de la zona continuaron en la misma actitud pasiva y los compañeros
que formaban en sus efectivos, nada sabían.
Con Leguía realizamos un viaje apresurado a Cerro Azul,hoy Cerro
Largo, en Río Grande de donde debíamos retirar armas compradas
por un amigo de nombre Lauro Núñez, Un misionero, antiguo
compañero de escuela, Braulio Krieger comerciante en aquella
localidad, nos dio informes que fueron aclarando las cosas. Había
estado en su casa Deodeciano Rodríguez llevando consigo hombres
bien armados (capangas dicen en Río Grande) en busca de militares
argentinos que allí andarían comprando armas. Deodesiano
Rodríguez conocido comúnmente por Duque, residió en época
anterior en Concepción de la Sierra. Había hecho amistad con
muchos misioneros, uno de ellos Villalonga.
Krieger, amigo de Rodríguez le explicó que no existían tales oficiales
y quien compraba armas era yo, también amigo de Rodríguez. "Lucas”
“respondió éste será el baqueano, conocedor del pago y su gente,
pero la presencia de militares es segura porque ando en esta misión a
pedido del propio jefe de policía de Misiones". La intención de
Rodríguez estaba clara: apresar a los oficiales y entregarlos en la
margen argentina del Uruguay.
Un contrabando de mercadería gente, recurso empleado por los
policías de uno y otro país antes, entonces y después de aquella
época.
SE CONFIRMA LA INFIDENCIA
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LAS PRISIONES
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TRIBUNAL MILITAR
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con insistencia respecto a los presos: que serían llevados a Tierra del
Fuego y hasta fusilados. El país vivía en estado de guerra, se sabía
de violencias practicadas en otros lugares y ello explica la onda de
rumores. El pueblo tiene la imaginación fértil para inventar versiones,
que van aumentando de volumen a medida que circulan.
Esas versiones principalmente la última no podían admitirse como
verídicas, pero ellas ejercieron un efecto desolador en el ánimo y
sentimiento de los familiares, que vivieron horas de amarguras.
Quiero dejar constancia en este relato de un gesto del Dr. Acuña:
efectuó una visita a los detenidos, informándose del estado década
uno y notificándoles que hicieran llegar a su conocimiento cualquier
reclamación respecto al trato recibido. Esa actitud del gobernador,
visitar personalmente a adversarios que estaban tramando su
deposición, es una prueba de que Acuña no fue el mandón
empecinado y perseguidor como lo pintaron, y sí un adversario
hidalgo y humano. Los datos sobre la forma en que fueron tratados los
presos políticos me los dio mi hermano César. Este pudo aquilatar
personalmente la forma decente y humana observada por las
autoridades policiales que seguían las instrucciones del gobernador
Acuña. Nunca ocultó su juicio favorable a la actitud del gobernador en
ese sentido.
Evitó que el pueblo de su tierra presenciara la onda de vejamen, odio
y vergüenza a que fueron sometidos los presos políticos en otros
lugares de la República.
JUICIOS PRECIPITADOS
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CAPITULO II
Compás de espera
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GENERAL TORANZO
SECTOR MISIONES
Por indicaciones de Leguía fui llamado a Sarto. Pomar, con quien nos
conocíamos desde muchos años antes, estaba en antecedentes de
mis vinculaciones de amistad con los riograndenses. Por muchas
razones necesitábamos de la cooperación, buena voluntad, tolerancia
-por lo menos- de aquellos, principalmente de los samborgueños. En
San Borja dejamos un gran número de amigos que fueron nuestros
protectores desinteresados, empezando por miembros de la familia
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CAPITULO III
El exilio
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URUGUAYANA
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SANTO TOME
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Contaba con una propiedad de muchas miles de hectáreas sin caminos internos
miradas delatoras-con la simpatía de sus vecinos y la tolerancia amiga de las autorid
por lo tanto dar a los hombres de su batallón de caballería una instrucción casi
brasileño se ultimaban los preparativos. Bosch y Pomar llegaron hasta San Borja -
oportunidades- estableciendo una estrecha vinculación de amistad, principalmen
Benjamín Vargas. Allí tomaron contacto con los santotomeños lo que significó ventaja
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Del jefe se traduce en estímulo. Pedí al coronel Bosch que me relevara del
comando del sector norte pues el señor Estratón Pérez no se
conformaba en actuar a mis órdenes llegados el momento. Por edad,
prestigio partidario, actuación conocida de a muchos años, Pérez no dejaba
de tener razón en resistirse a ser mi subordinado. En realidad yo era un
extraño en la zona y lógicamente despertaba resistencia. Para que esa
resistencia no se convirtiera en mala voluntad, que perjudicaría a la causa,
pedí mi relevo. Estaba resuelto a evitar que mi persona restara esfuerzo a la
revolución. Además mi deseo fue siempre actuar en mi tierra natal y así me
resultaba oportuno alejarme de Santo Tomé.
El coronel Bosch resistió a atender mi pedido y solo admitió mi relevo con la
condición de que continuara como segundo comandante, actuando
directamente en Santo Tomé. Mi ausencia de Santo Tomé significaría un
nuevo reajuste en la organización de los cuadros combatientes. Ello ya no
era posible por falta de tiempo. Por lo tanto mi deseo fue una realidad a
medias.
PLAN DE CAMPAÑA
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RED DE COMUNICACIONES
EL MAYOR AGUIRRE
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ORDEN DE ATAQUE
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29 DE DICIEMBRE DE 1933
El día 29 fue de una extraordinaria agitación en ambas márgenes del
Uruguay. Desde las primeras horas comenzaron a llegar santotomeños a
costa brasileña. Algunos regresaron con instrucciones de Aguirre, otros
quedaron para pasar con nosotros la noche. Para ganar tiempo y evitar
comentarios nuestros hombres fueron saliendo dispersos en dirección al
Saladero Cué, un puerto abandonado, donde varios años atrás funcionó el
saladero Alto Uruguay. Se avisó a los santotomeños que allí cruzaríamos.
Aguirre lo hizo a la tarde. Quedé en San Borja hasta la noche para
conducir el armamento que lo tenía depositado en varios puntos.
Del plan de combate organizado por Aguirre, éste impartió a los
santotomeños las siguientes instrucciones: 1) enviar un contingente a la
costa del río, frente al puesto del Saladero Cué, para garantir el éxito de
nuestro desembarque; 2) Pérez debía aislarla subprefectura hasta tanto
llegara Aguirre y entonces el ataque sería en dos frentes; 3) Billinghurt
debía evitar la llegada a la ciudad de refuerzos gubernistas de la campaña y
esperar en el lugar combinado (chacra de Pérez), las armas que nosotros
llevaríamos.
Al anochecer pasó un grupo de santotomeños a San Marcos (puerto
enfrente) entre ellos dos prestigiosos dirigentes: Luis García y Osvaldo de
Brum que siguieron de inmediato al Saladero Cué. Desde San Borja nos
acompañaron algunos santotomeños, entre ellos un joven de apellido
Lavalle lo que significaba, buen augurio.
Allí se habían concentrado durante el día y primeras horas de la noche
nuestros efectivos incluso los garrucheños. Este núcleo de amigos
constituyó en todo sentido lo mejor de nuestra tropa de choque. Basta citar
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Fuimos informados que una fuerte guarnición defendía el puente del Itacuá.
Atacamos ese objetivo y después de un corto tiroteo los defensores lo
abandonaron lo que nos dio la impresión de que eran pocos.
Esa noche la suerte estaba con nosotros. Los adversarios habían
abandonado casi sin lucha dos puntos de fácil defensa y gran importancia:
la costa del río y el puente. Dejé allí una guarnición al mando de Calvo y
con él quedó el armamento para Billinghurt. Antes de continuar nuestro
avance oímos el tiroteo en el puerto, señal de que Aguirre atacaba
subprefectura. Nítidamente se escuchaba el tableteo de la ametralladora
pesada, -la única que teníamos-. Fue extraordinario el impacto emocional
que produjo en el ánimo de nuestros muchachos el tableteo de aquella
arma, poderosa para la época. Desde ese momento Santo Tomé estaba
siendo atacado en dos frentes.
Entre el puente y las primeras casas existía en aquel entonces una planicie
sin obstáculos donde los defensores intensificaron su resistencia. Por qué lo
hicieron allí? Al abandonar el puente, el mejor lugar para la defensa sería la
zona poblada, donde las casas y los sitios arbolados servirían de trincheras.
En la planicie presentábamos buen blanco, pero ellos a su vez carecían de
defensa. Allí tuvimos las primeras bajas, dos heridos, uno de ellos de
gravedad que murió a la tarde siguiente. Era correntino y su nombre Elías
Cabral.
Los defensores perdieron dos hombres; un sargento de apellido Ponce,
muerto durante el combate y otro no identificado. Quedó mortalmente herido
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ESTABLECEMOS ENLACE
Cuando disminuyó la intensidad del fuego, traté de comunicarme con
Aguirre quien había enviado enemigos a mi encuentro. Nuestros chasquis
se identificaron a mitad de camino.
En la boca calle donde nos hicimos fuertes nos conservamos varias horas
mientras duró la lucha. Allí tuvimos un muerto y varios heridos de poca
gravedad Octavino Piris, sanborjeño. La muerte de ese compañero me dio
una prueba más del destino que acompaña la existencia del hombre. Piris
me pidió que le permitiera disparar su carabina desde la trinchera donde me
encontraba parapetado. Le di lugar y cuando levantó el arma para hacer
puntería, recibió un balazo en el cuello. Me sustituyó voluntariamente la
muerte. Destino de uro y otro. Su cadáver fue llevado a San Borja.
Una vez más le tocó a Mario la misión difícil, pues tuvo que retirar a bs
heridos y llevarlos al puerto donde estaba el Dr. Arrechea. Sostuvo en el
trayecto un encuentro con situacionistas que huían ocasionándoles algunas
bajas. Indiscutiblemente ese da la suerte peleaba en nuestras filas.
Una vez tomada la subprefectura, Aguirre continuó su avance hacia el
centro de la ciudad aproximadamente a la jefatura donde estaban
concentrados los defensores. En forma lenta y segura, con buenos guías y
a la vez buenos combatientes, fue rodeando aquel objetivo.
Leonardo Losada llegó al Hotel París, en la azotea del edificio apostó la
ametralladora pesada y algunas andanadas dirigidas a Jefatura por sobre
otros edificios, dieron fin al combate.
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RENDICIÓN
La acción de Leonardo Losada fue la decisión de última instancia, el
efecto rápido y categórico. Apareció en jefatura el paño blanco pidiendo
tregua y Aguirre envió a don Carlos Perini a exigir la rendición. Consumada
ésta, fui notificado por Aguirre y luego cesó la lucha, después de 11 horas
de combate. Durante ese corto tiempo la lucha se mantuvo sin interrupción
aunque disminuía su intensidad en algunos momentos.
Los combatientes del segundo escuadrón se desempeñaron como
veteranos. Sus efectivos fueron disminuyendo pues además de las bajas,
fui dejando guarniciones, pero el poco número fue compensado con la
decisión de los que avanzaban. He dicho que el tiempo borró de mi
memoria, hechos, fechas, nombres. A pesar de ello conservo vivo el
recuerdo del desempeño valiente y sereno de los que me acompañaron. En
el encuentro donde murió el Mayor Ocampo, que fue lo más bravo de la
jornada, tuve la felicidad de que estuviera a mi lado además de los ya
citados, compañeros como Poli Benítez, Juan Falkembach, José Ramírez.
Ramírez se encontraba enfermo, lo que no impidió su presencia voluntaria
en el combate. Entre los combatientes se distinguió por su valor rayano en
la locura un paisano correntino, Faustino Alegre. No quiso saber de
trinchera, ni cuerpo a tierra. Disparaba un fusil parado en medio de la calle,
presentando un blanco magnífico. Las balas lo respetaban. Años después
murió ahogado en el Alto Uruguay. Ironías del destino.
Con igual encada actuaron los combatientes del primer escuadrón. Las
primeras palabras de Aguirre al darme un apretón de manos después de la
victoria fueron éstas: "Le agradezco haber destinado a Losada como mi
ayudante. Es un honor comandar hombres como ese amigo''.
MEDIDAS DE SEGURIDAD
Consumado el triunfo, tomamos las primeras medidas de seguridad. Los
jefes gubernistas que estaban concentrados en jefatura dirigiendo la
defensa, continuaron como prisioneros, sustituyendo a los radicales presos
desde el día anterior. Transpórtese a los heridos de ambos bandos al
hospital o a domicilios particulares. Los muertos fueron entregados a sus
familiares y del mayor Ocampo se efectuó el velatorio en la jefatura.
Fue enviado un comisario a la estancia "Casualidad" con instrucciones para
Billinghurt, en el sentido de su urgente regreso a la ciudad. Se designó jefe
de policía a don Luis Garda, quedando a cargo las medidas de seguridad de
la población civil. Fui personalmente a la estación de ferrocarril a pedir que
alistaran un convoy para las 2 de la tarde, siendo atendido en forma efectiva
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Para remate de esta situación se presentó el tercer factor en contra, que fue
al mismo tiempo el peor suceso en Santo Tomé. Formaba parte de nuestros
contingentes un buen número de mercenarios, aventureros que nunca faltan
en los movimientos armados. No duré que ignorase los antecedentes de
esos elementos. Me ofrecieron su cooperación y la acepté, pues la
necesitaba para asegurar el triunfo en una lucha que esperaba dura y difícil.
Fueron bajo mi responsabilidad, unos pocos lo hicieron por espíritu de
aventura, otros por amistad, los más esperando una retribución en dinero,
alguien buscando un desquite.
La rendición de los defensores me obligó a intensificar mi actividad. Pude
detenerme pocos minutos en jefatura, cambiando impresiones y recibiendo
órdenes. Saludé a los dirigentes situacionistas prisioneros. Di a los
hombres, en situación difícil, algunos de ellos antiguos conocidos, mi
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LLEGADA DE BILLINGHURT
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caballos tordillos blancos. Tropillas de un solo pelo es uno de los lujos que
alegra el corazón criollo. La caballada llegó maltrecha, consecuencia de tres
marchas violentas entre la ciudad y la estancia en menos de 24 horas.
Billinghurt se encargó de la vigilancia de la ciudad, pero sus hombres
debieron moverse a pie, lo que es un desastre para el campesino.
Teníamos pocos caballos y fue necesario dar un descanso a los de
"Casualidad”.
SITUACIÓN DIFÍCIL
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RETIRADA
Resuelta la retirada pedí a Mario que llevara dos o tres compañeros para
organizar el cruce del río. Le recordé la presencia de Arrechea en el Hotel
París para que no lo dejara. Cruzaron muchos radicales que no vinieron con
nosotros, incluso algunos que no participaron de la lucha. Finalmente nos
retiramos de jefatura los últimos en cruzar el río: los hermanos Losada.
Calvo, Billinghurt, García, de Brum, Benítez, Ponci y yo.
Fue Santo Tomé el mayor triunfo que registró el radicalismo en la lucha
armada contra Uriburu y Justo. Allí se produjo una contradicción de la lógica
que generalmente rige cuando se ataca un objetivo militar. Siempre los
atacantes sufren el mayor número de bajas. En aquella ciudad sucedió lo
contrario. Los atacantes tuvimos 2 muertos y 6 heridos. Los defensores: 9
muertos y 14 heridos, siendo una de las primeras víctimas de una bala
perdida. Debo hacer notar que respetamos la vida de los adversarios
heridos o prisioneros. Cual fue la causa de ese contraste? No lo sé explicar,
y en una oportunidad en que el coronel Bosch me pidió razones que
justificaran nuestro triunfo, me defendí con mi fatalismo criollo, que en
resumen reza así: "lo que debe suceder, no tiene vueltas". Del plan de
combate organizado por Aguirre se ejecutó tan solo la división de nuestro
contingente en dos escuadrones y la marcha a los primeros objetivos. Lo
demás fue improvisado por unos y otros y en algunos casos, contrariamente
a lo planeado.
LIGERAS CONSIDERACIONES
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No haré crónica de los hechos de Libres pues ello no cuadra en este relato.
Apenas una referencia por la relación de uno y otro sector. Allí actuó
personalmente el coronel Bosch, jefe del comando del Litoral al que
estábamos subordinados. De él recibimos orden de ataque y a él, Aguirre
comunicó que lo haríamos 24 horas después. Constituimos en verdad un
solo frente. Al decir que Libres influyó desfavorablemente en Santo Tomé,
mis palabras pueden dejar una impresión falsa. Los radicales tuvieron allá
su contra, factores de real importancia bélica, que anularon en combate las
principales armas de los revolucionarios: corazón y coraje.
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MI SITUACIÓN
Creí que mi situación personal quedaría afectada desfavorablemente, en el
concepto que pudiera merecer de amigos y adversarios, a causa de los
desórdenes a que hice referencia y cuya responsabilidad me correspondía
por entero. Me equivoqué, felizmente. Los brasileños de quienes era deudor
de una importancia elevada en dinero por compra de armas, municiones,
víveres, transporte, continuaron siendo los amigos de siempre. Nada me
cobraron, ninguna censura recibí y la tradicional hidalguía riograndense
continuó presente. La nueva leva de exiliados pudo constatarlo. De mis
adversarios políticos con algunos de los cuales mantenía relaciones
personales (hermanos Joaquín y Ángel Ragio) muchos se convirtieron en
camaradas con el correr del tiempo. Don Ramón Corrales, jefe de policía
departamental -al que no conocía de antes-fue el que más sufrió
moralmente y no por nuestra culpa. De comienzo me hizo cargos graves e
injustos, incluso en las declaraciones ante el juez federal de Corrientes. Con
los años establecimos camaradería y más de una vez, sin acritud.
De su parte, recordamos episodios en los que fuimos actores en campos
opuestos. En cuanto a mis compañeros de lucha y partido, después de
narrar el gesto de solidaridad de Leonardo Losada y demás amigos, no
necesito agregar nada más. En resumen: solidaridad de mis amigos,
defensa de los compañeros, comprensión humana de mis protectores,
relaciones posteriores con mis adversarios. Eso marca la pauta de mi
procedimiento. Volví al exilio y por razones de oficio llegué con frecuencia a
Santo Tomé. Algunos radicales que fueron espectadores pasivos en la
lucha revolucionaria me censuraron amigablemente "la forma blanda en
que tratamos a los prisioneros". No me arrepiento de la manera en que
procedí. Creo que de igual forma piensan mis compañeros de lucha, incluso
el jefe, Domingo
Aguirre. Es muy fácil ser duro mirando de afuera, sin arriesgar el cuero.
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Uruguayana: Salve
Te canta un argentino
que derrotado y triste hasta tu paya llegó
te canta recordando que
el día que llegara
aquí en tus mismas playas
de gratitud... lloró.
Es cierto derrotado... pero humillado nunca
después de hacer pedazo mi bravo
y fiel fusil.
Hasta las playas llegué de üruguayana
en busca de amparo ¡¡Gigante del Brasil!!!
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VUELTA AL TERRUÑO
Poco a poco los compañeros fueron regresando a la querencia, pues el
ambiente mejoró rápidamente a nuestro favor en Corrientes y Misiones. A
fines del año 34, quedábamos en Río Grande tan solo tres dirigentes
radicales misioneros: Viejo Losada que había regresado de la internación,
Sarraillé y yo.
En esa época fui víctima de una emboscada a traición en las proximidades
del puerto de San Isidro, en el cual fui herido de gravedad. Me acompañaba
en ese momento el Dr. Isidoro Ruíz Moreno ex-presidente de las Cortes de
Justicia de Paraná que se encontraba exiliado en-Río Grande y que también
resultó herido. El Dr. Arrechea, establecido entonces en Concepción, me
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trajo, con otros amigos contra mi voluntad. Fue mi salvación. Así regresé a
Misiones a esperar la muerte que no llegó porque la hora no había sonado.
"No hay mal que por bien no venga", dice el viejo refrán. Pude aquilatar
entonces la simpatía fraternal que con mis luchas había despertado en la
hermandad de mis amigos. También la tolerancia, buena voluntad y respeto
demostrado por los que fueron mis adversarios. Mi regreso obligado, trajo
consigo a los compañeros que aún permanecían en Río Grande. Se cerró
así una etapa de nuestras luchas políticas.
Después de un siglo de sometimiento, los misioneros nos hicimos presentes
en la vida política de nuestro terruño esclavo y de la Nación que lo
esclavizaba. Con el correr del tiempo, misioneros y argentinos fueron
tomando conciencia de la situación absurda en que permanecía esta tierra.
Mi sueño de los que lucharon contra el atentado cometido en Posadas,
renació y la provincia jesuítica volvió a ser parte integrante de la
nacionalidad.
No en sus antiguos límites, menos en sus viejas riquezas naturales,
tampoco en sus tradiciones y leyendas, y sí en sus derechos en la
comunidad argentina. Argentina: podemos decir ahora.
En la actual situación misionera está latente nuestro esfuerzo
revolucionario de 30 años atrás. Es la retribución que nos concedió la vida a
los que continuamos durando. Muchos de los compañeros de aquel
entonces se han ido para siempre de este mundo, pero sus espíritus desde
la eternidad, contemplarán el florecer de la nueva vida en la tierra de sus
amores.
AMIGOS BRASILEÑOS
No quiero cerrar este relato dejando de nombrar a los amigos que en tierra
brasileña hicieron lo posible por aliviar las dificultades que encontramos
fatalmente en el exilio. Además de los ya citados en estas páginas debo
recordar los siguientes: De San Borja: Sabino Guimaráes, Dusinho Dos
Santos, Serafín Dos Santos, Fausto Aquino, Jacinto Santiago, Biro Aguirre,
Antonio y Valdemar Gómez, José y Pedro Patricio, Esteban Rocha,
Maximiliano y Laylo Obregón. Fernando Fukes, Teodoro y Antonio Saco,
Amador y Atanazio Lagos, Ireneo y Doval Santos, Jango y Manuel Juan Da
Luz, Enrique y Maurilio Mendoza Argentino Rocha, Constancio Suárez, Tido
Suárez, Aureliano y José Saso, Marcos y Gastón Forza Avehlmar
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Cabeleira. Valentín Flores, Juan Bica, Povao, Leal, Manuel Araujo, Faunorio
Miranda, Dorval y Darwin Gómez, Juan Marva y Antonio Antúnez, Matoso,
Andrés Pereyra, Gregorio Fortunato, Leco; Silvestre Carvallo, Durque y
Regivaldo Rodríguez. En Sao Luís: Diñarte Vieira Márquez, Raimundo
Gómez Neto, Juan Pedro Gay, Marcirio Apolinario, Atanacio y Salustiano
Braga, Marcelino, Braulio y Carlos Krieger, Nelson Porthino, Cándido Silva,
Roberto Fortunato, Miguel Rivero, Juan Rodríguez, Coimbra, Valentín
Ferreyra, Arturo Maciel, Evaldo Serener, Armindo Rodríguez, Otto
Sebastiang, Paulino Madeiros, Juan Cardozo, Autao González, Francisco
Graciadey, Pedro Diodolich, Pedro Miranda, Lino Vega, Andrés Alburna,
Libertao Márquez, José Machado, Cándido Feijó, el Viejo Dungan, Cordero,
etc. Olvidé muchos nombres en este momento, aunque ellos surgen en la
memoria imprevistamente muchas veces
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