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En el cementerio

Querido Padre

Hoy te escribo para contarte la tristeza de haber perdido a una de las


líderes viviendo con VIH en La Paz. Hace poco enterramos a esta
compañera. Cuatro hijos/as quedaron sin su madre, dos de ellos aún son
menores de edad. En el cementerio escuchamos el dolor, el llanto y
luego el silencio, el silencio largo que queda cuando una persona muere.

Como Red Nacional de Personas con VIH y sida (REDBOL), hicimos lo que
estaba en nuestras manos, tratando de incidir para que se hagan las
compras de los medicamentos que necesitaba. El problema es que no
existe el fondo de emergencia que el Fondo Mundial tenía en anteriores
fases y de esta forma, no se pudo comprar el medicamento que ella
necesitaba, porque tampoco se encontraba en las listas de
medicamentos esenciales.

En el cementerio, recordábamos cómo en los primeros años de REDBOL


(2000), íbamos al cementerio cada semana a enterrar a una persona
fallecida a causa del sida. En el camino a las tumbas, nos
preguntábamos ¿quién será el próximo?

El año 2002, juntando valor de forma colectiva, e inspirados en el primer


liderazgo de REDBOL (Julio César Aguilera) y en apoyo de activistas
internacionales (Richard Stern), decidimos presentar una demanda por
Medidas Cautelares contra el gobierno de Bolivia, ante la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos. En ella pedíamos que el gobierno
de Bolivia tome medidas cautelares para prevenir nuestras muertes. 52
personas con VIH firmamos la petición con nombre y apellido. Ganamos
la petición y el año 2004 recibimos las primeras donaciones de
medicamentos. Para esta fecha más de la mitad de los 52 firmantes, ya
habían fallecido y había muchos nuevos diagnosticados.

Luego vino la primera financiación del Fondo Mundial, con ello las
muertes y las visitas al cementerio se detuvieron un poco. No así en el
caso de las nuevas personas diagnosticadas, quienes llegaban en
estados muy tardíos de la infección y poco o nada se podía hacer para
recuperar su salud. Con el tiempo, algunas personas desarrollaron
problemas de resistencia y de efectos colaterales a los medicamentos
antirretrovirales; hasta la fecha, en Bolivia no tenemos los tratamientos
paliativos. Actualmente, el tratamiento de las personas que vivimos con
VIH depende enteramente de la cooperación de Brasil y del Fondo
Mundial.

A diez años de la fundación de REDBOL hay logros pero también nuevos


desafíos. Nuestra compañera que murió, es un ejemplo de estos
desafíos. Ella tenía una patología que además de ver con su experiencia
personal, es frecuente en personas con VIH, un daño en los riñones. Ella
intentó, en las formas que pudo, pedir ayuda pero, por múltiples causas,
no hubo respuestas favorables.

Padre Amado, te agradezco por los compañeros de ASUNCAMI


(Asociación Un Nuevo Camino), que no dejaron sola a esta compañera,
no solamente estuvieron con ella en los intentos de internación y en
todo el proceso lento de enfermedad; sino que hasta ahora siguen con
su familia. Tuvieron palabras de ánimo pero también acciones concretas,
como recolecciones voluntarias de fondos para ayudar en los gastos. Sus
corazones están llenos de amor y una de las formas prácticas demostrar
este amor fraternal, es su decisión de dar el trabajo de esta compañera
a una de sus hijas, con lo cual algunas deudas de la internación serán
pagadas y se podrá subsanar, en algo, los gastos de manutención de los
hijos pequeños.

A pesar de estas demostraciones de amor, aún queda la pregunta ¿Por


qué?

Padre Santo, ¿por qué aún la muerte se enseñorea de los humanos de


forma tan dolorosa?

El dolor que ha quedado luego de la muerte de nuestra compañera es


muy profundo. Por eso hoy te ruego que alivies el sufrimiento de sus
hijos/as. Te pido que alivies la tristeza de los compañeros que
trabajaban con ella. Y que después de acompañar a la familia en el
hospital y el cementerio, podamos levantarnos y seguir adelante.

Hablando con los compañeros de La Paz el viernes pasado, he visto el


impacto que la muerte de esta líder y amiga tuvo en sus vidas. Primero
porque es solo una persona más entre muchas que han muerto, quizás
de forma anónima. En los últimos meses otras dos personas en El Alto y
La Paz, han muerto sin tener ningún apoyo, no eran tan cercanos a
nosotros. En segundo lugar, porque esta era una muerte que se podía
evitar y las injusticias que acompañaron el fallecimiento de esta
compañera, causan indignación.
Actualmente, hay compañeros enfermos, algunos luchando al mismo
tiempo con el cáncer y el VIH, otros con la Hepatitis B y el VIH y otros
luchando con el VIH y la pobreza. Y por supuesto están los desafíos de
los huérfanos que quedan de estas familias.

Padre te ruego que guardes en tu mano la salud de todas las personas


con VIH en Bolivia, inclusive de aquellos a quienes no conocemos en los
Grupos de Ayuda Mutua, aquellos que tienen miedo de pedir ayuda y
aquellos que no saben que tienen el VIH. Te pido que alivies el dolor,
proveas los medicamentos y mantengas a sus familias como una fuente
de apoyo y amor y no de juicio.

Padre te ruego que abras el entendimiento de las autoridades a esta


realidad de las familias y las personas con VIH en Bolivia. Te pido que no
falte nunca la voluntad y los recursos para responder a tales
necesidades. Que las prioridades estén en el orden correcto y que
pongamos la vida de las personas por encima de cualquier protocolo.

También te ruego que llevemos de forma responsable los liderazgos que


tenemos, en las comunidades de base de personas con VIH, en el
estado, en los hospitales, en el gobierno; sabiendo que de toda
autoridad que hayamos recibido en la tierra, daremos cuenta a Dios.

Te ruego que los recursos del Fondo Mundial no falten y que habiendo
mucho dinero en otras cosas que destruyen a la humanidad (guerras,
armamento, tráfico humano, etc.), los países tengan conciencia de que
como naciones, también darán cuentas a Dios.

Te pido que el amor solidario entre personas con VIH no se desgaste a


causa del sufrimiento prolongado de algunas personas. Renueva
nuestras fuerzas, danos más estrategias, danos palabras de ánimo para
el que está enfermo y sufriendo. Danos fuerza física para bendecir con
nuestras vidas a los que nos rodean. Provee los recursos y los
medicamentos que nuestros cuerpos necesitan.

Te agradezco porque esta compañera pudo tener un encuentro contigo


antes de partir. Por esta razón podemos tener la certeza que ha renacido
para una esperanza viva.

“¡Alabado sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo! Por su gran


misericordia, nos ha hecho nacer de nuevo mediante la
resurrección de Jesucristo, para que tengamos una esperanza viva
y recibamos una herencia indestructible, incontaminada e
inmarchitable. Tal herencia está reservada en el cielo para
ustedes, a quienes el poder de Dios protege mediante la fe hasta
que llegue la salvación que se ha de revelar en los últimos
tiempos. Esto es para ustedes motivo de gran alegría, a pesar de
que hasta ahora han tenido que sufrir diversas pruebas por un
tiempo”

(1 Pedro 1:3-6 NVI)

Padre quiero pedirte que el imperio de la muerte y la enfermedad en la


humanidad, termine con tu reino, ven pronto y establece tu reino. Tú
has venido a darnos vida, vida eterna. Has vencido la muerte y nosotros
viviremos este triunfo cuando nos des una nueva naturaleza
incorruptible, un cuerpo que no sufre con el VIH o con otras
enfermedades. Ven pronto y establece tu reino, el reino de la vida
eterna.

“¿Dónde está, oh muerte, tu victoria? ¿Dónde está, oh muerte, tu


aguijón? El aguijón de la muerte es el pecado, y el poder del
pecado es la ley. ¡Pero gracias a Dios, que nos da la victoria por
medio de nuestro Señor Jesucristo!

Por lo tanto, mis queridos hermanos, manténganse firmes e


inconmovibles, progresando siempre en la obra del Señor,
conscientes de que su trabajo en el Señor no es en vano” (1
Corintios 15:55-58 NVI)

Diario de Oración

31/01/2011

Gracia Violeta Ross Quiroga

graciavioleta@gmail.com, violetitaross@hotmail.com

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