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CAUSA Nro.

10034 - SALA IV
BARRAZA, Cristian David
s/recurso de casación

Cámara Nacional de Casación Penal


1REGISTRO NRO. 11.291 .4

// la ciudad de Buenos Aires, a los 23 días del mes de febrero


del año dos mil nueve, se reúne la Sala IV de la Cámara
Nacional de Casación Penal, integrada por el doctor Augusto
Diez Ojeda como Presidente y los doctores Gustavo M. Hornos
y Mariano González Palazzo como Vocales, asistidos por el
Secretario de Cámara, Matías Sebastián Kallis, a los efectos de
resolver el recurso de casación interpuesto a fs. 10/11 del
presente incidente Nro. 10034 del Registro de esta Sala,
caratulado: “BARRAZA, Cristian David s/recurso de
casación"; de la que RESULTA:
I. Que el Tribunal Oral en lo Criminal Nro. 29, en
el expte Nro. 2828 de su Registro, mediante la resolución
dictada con fecha 14 de noviembre de 2008, resolvió no hacer
lugar al pedido de excarcelación formulado en favor de Cristian
David Barraza.
II. Que contra dicha resolución el defensor
particular del nombrado, doctor Juan Pablo García Caserta,
interpuso recurso de casación (fs. 10/11), que fue concedido a
fs.12/13.
III. Que el recurrente señaló que la resolución del
tribunal oral mediante la cual se denegó la excarcelación a su
asistido, efectuó una interpretación iure et de iure de las
normas, pues construyó el riesgo de fuga desde la posibilidad
de la aplicación del “inconstitucional” instituto de la
reincidencia y la gravedad de los delitos imputados.
Cuestionó que se presumiera el riesgo de elusión
por la circunstancia de que se hubiese aprehendido a Barraza en
la salita sanitaria del barrio donde reside, donde se atendía las
lesiones sufridas en una supuesta riña con uno de los
denunciantes, pues las heridas no fueron tan graves como para
paliar la intención de fugarse, si hubiese existido.
Entendió que el tribunal se apartó de la doctrina que
surge del plenario “Diaz Bessone”, desoyendo la presunción de
inocencia de su pupilo, su buena conducta y predisposición para
colaborar con la investigación, la existencia de un núcleo
familiar constituido, que está anotado para trabajar y cursa
estudios.
IV. Que realizada la audiencia prevista por el art.
465 bis, en función del art. 454 del C.P.P.N. (texto según Ley
26.374), quedaron las actuaciones en estado de ser resueltas.
Efectuado el sorteo de ley para que los señores jueces emitan su
voto, resultó el siguiente orden sucesivo de votación: doctores
Mariano González Palazzo, Augusto M. Diez Ojeda y Gustavo
M. Hornos.
El señor juez Mariano González Palazzo dijo:
Se reprocha a Cristian David Barraza el haber
cometido en calidad de coautor el delito de robo agravado por
haber sido cometido con armas y en poblado y en banda, en
grado de conato (arts. 42, 45, 166 inc. 2 y 167 inc. 2 del CP).
El tribunal oral resolvió no hacer lugar a la
excarcelación impetrada, teniendo en cuenta la grave
imputación que pesa sobre el procesado, que impediría que la
eventual condena pueda ser de ejecución condicional, y que
tampoco podría ser beneficiado con el instituto de la libertad
condicional.
Asimismo, adunaron su postura en que existe la
posibilidad de que sea declarado reincidente, pues registra los
siguientes antecedentes: una condena a la pena de dos años y
diez meses de prisión dictada el 6 de febrero de 2003 por el
Tribunal Oral en lo Criminal nro. 6 por el delito de robo simple;
otra dictada el 19 de septiembre de 2003 por el Tribunal Oral en
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lo Criminal nro. 30 a la pena de tres años y seis meses de
prisión por el delito de tenencia ilegítima de arma de guerra, el
cual, a su vez, dictó la pena única de seis años y dos meses de
prisión. Esta última, fue modificada por el Juzgado de
Ejecución Penal nro. 1, fijándola en cinco años y dos meses de
prisión, cuyo vencimiento operó el 18 de diciembre de 2007.
Todo ello configuraba, a criterio de los judicantes,
el peligro de fuga que intentan paliar mediante la medida
cautelar, pues entendieron que en caso de recuperar su libertad
intentaría eludir el accionar de la justicia.
Ahora bien, a la luz de lo resuelto por esta Cámara
en el reciente fallo plenario identificado como nro. 13, “Díaz
Bessone, Ramón Genaro s/ recurso de casación”, del 30 de
octubre de 2008, a los fines de evaluar la pertinencia del
beneficio impetrado por la defensa de Barraza, habrán de
considerarse no sólo las pautas objetivas establecidas por los
arts. 316 y 317 del ordenamiento adjetivo, sino que también
deben valorarse los parámetros establecidos por el art. 319 del
mismo cuerpo de leyes.
Desde esta perspectiva, cabe acudir en primer
término al margen punitivo que resulta aplicable en abstracto
según la calificación legal propiciada por el representante de la
sociedad, frente a la cual, se avizora, ante la gravedad y la
severidad de la pena prevista para los delitos que se le
reprochan, que resulta altamente posible que el imputado
intente evadir la acción de la justicia ante el pronóstico de una
futura pena grave y de efectivo cumplimiento (cfr. Sala IV
causa Nro.9043 “Estrada González s/ rec. de casación” reg. Nro
10596, rta. 24/06/08).
Ahora bien, en el estudio de los parámetros
establecidos por el art. 319 del digesto ritual, también encuentro
que existen distintas circunstancias que permiten tener por
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configurados los peligros procesales que, mediante la medida
cautelar bajo estudio, se intentan paliar.
De esta forma, es claro que a tenor de los
antecedentes condenatorios que registra el prevenido -por
delitos que afectaron los mismos bienes jurídicos cuya
vulneración se juzga en autos-, en caso de recaer condena en la
presente causa ésta no podrá ser de ejecución condicional (arts.
26 y 27 del CP), siendo que además, a tenor de lo dispuesto por
el art. 50 del mismo cuerpo de leyes, posiblemente, sea
declarado reincidente.
Estas circunstancias, aunadas a las características
violentas del hecho imputado, dan pábulo, consideradas en
forma conjunta, al riesgo de fuga al que se alude.
Así las cosas, entiendo que ninguna medida cautelar
de menor intensidad resultaría suficiente para, en la especie,
neutralizar los peligros procesales contemplados en el artículo
319 del C.P.P.N. y asegurar su comparecencia cada vez que el
tribunal así lo requiriera.
Recapitulemos. La escala punitiva que en virtud del
encuadre típico provisorio realizado y, en función de ello, la
modalidad de cumplimiento de la pena que resulte aplicable,
constituyen una aproximación inicial a la acreditación de los
peligros procesales que se pretenden neutralizar con el objeto
de concretar -y por ello impedir la frustración- de los fines del
proceso contenidos en el art. 280 del digesto procesal. No
obstante, esta ponderación se reafirma con la evaluación de los
parámetros asentados en el art. 319 del mismo cuerpo, los
cuales han arrojado la existencia de un peligro de elusión que
debe neutralizarse a través de la medida cautelar estudiada.
Por otra parte, la legitimidad constitucional de la
privación de la libertad durante el trámite del juicio penal y con
anterioridad a la sentencia condenatoria también han sido
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reafirmadas por la Corte Suprema de Justicia de la Nación
(Fallos: 310:1835 y 314:791).
Finalmente, huelga resaltar que el tiempo que el
prevenido lleva en encierro cautelar, se halla holgadamente por
debajo del tiempo tope que el legislador, de manera expresa,
estableció al efecto como razonable (art. 1º de la ley 24.390),
extremo que sumado al avanzado estadio procesal que revisten
las actuaciones, me convence acerca de la necesidad de
continuar con la medida de cautela en aras de neutralizar los
peligros procesales a los que aludiera.
Lo que he apuntado ut supra, entonces, me releva
de abordar las demás circunstancias que, según el recurrente,
permitirían la liberación solicitada.
En consecuencia, voto por rechazar el recurso de
casación intentado, sin costas.
El señor juez Augusto M. Diez Ojeda dijo:
I. El tratamiento de la cuestión sometida aquí a
estudio torna insoslayable recordar el criterio que, sobre la
procedencia y mantenimiento de la prisión preventiva, sentara
al emitir mi voto en los autos de esta Sala IV,“AYALA, Jorge
Daniel s/recurso de casación”, el que doy aquí por reproducido
para evitar reiteraciones (causa Nro. 9007, rta. el 11/06/2008,
Reg. Nro. 10.556; cuya doctrina fuera reiterada en las causas
Nro. 9033, “SASTRE, Leonardo Enrique s/recurso de
casación”, rta. el 8/07/08, Reg. Nro. 10.714; causa Nro. 9043,
“ESTRADA GONZÁLEZ Marco A. s/recurso de casación”,
rta. 24/06/08, Reg. Nro.10.596; causa Nro. 9058, “MUÑOZ,
Celso David s/recurso de casación”, rta. el 24/07/08, Reg. Nro.
10.762; “Kruger, Roberto Orlando s/recurso de casación” causa
Nro. 9032, rta. el 25/06/2008, Reg. Nro. 10.600, entre otras).
Sustancialmente, allí sostuve que las limitaciones a
la libertad del imputado durante el proceso, previstas por los
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artículos 316 y 312, inc. 1º, del C.P.P.N., no pueden extenderse
más allá del estadio procesal para el que fueron legisladas pues,
de otro modo, se vulnerarían los principios de libertad,
presunción inocencia, juicio previo y demás estatuidos por los
artículos 18 y 19 de la Constitución Nacional, 7 y 8.2 de la
Convención Americana de Derechos Humanos, 9 y 14.2 del
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, 9 y 11.1 de
la Declaración Universal de Derechos Humanos, 25 y 26 de la
Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre.
Y que, las limitaciones impuestas por la normativa
internacional exigen que las disposiciones de los arts. 312, 316
y 317, inc. 1º, del C.P.P.N., sean interpretadas en concordancia
con lo dispuesto por los arts. 280 y 319 del mismo cuerpo
ritual.
De tal exégesis, surge que si bien la posibilidad de
imponer una determinada sanción penal puede resultar
suficiente, tal como lo prevén los arts. 316 y 317, inc. 1º, para
sostener la prisión preventiva en las primeras etapas del
proceso, debe ésta, al tiempo que su duración razonable
transcurre, apoyarse también en circunstancias concretas que,
además de la imputación de un delito determinado -cuya
calificación primaria no es necesariamente conclusiva-, revelen
la indispensabilidad a que alude el art. 280 del ritual o los
riesgos de fuga o entorpecimiento u obstrucción de la justicia a
los que se refiere el art. 319 del C.P.P.N..
En ese orden de ideas, la doctrina que emana del
reciente Fallo Plenario dictado por esta Cámara “DIAZ
BESSONE, Ramon Genaro s/ recurso de casación” (Plenario
Nro. 13, rta. el 30/10/2008), estableció que “...no basta en
materia de excarcelación o eximición de prisión para su
denegación la imposibilidad de futura condena de ejecución
condicional, o que pudiere corresponderle al imputado una
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pena privativa de la libertad superior a ocho años (arts. 316 y
317, del C.P.P.N.), sino que deben valorarse en forma
conjunta con otros parámetros tales como los establecidos en
el art. 319 del ordenamiento ritual a los fines de determinar la
existencia de riesgo procesal.” (el resaltado me pertenece).
II. Analizada la decisión impugnada, adelanto que,
en atención a las particulares circunstancias que presenta el
caso bajo análisis, habré de hacer lugar a la pretensión de la
Defensa.
Conforme surge del presente legajo de
excarcelación, el Fiscal General antes los Tribunales Orales en
lo Criminal, doctor Horacio FORNACIARI, opinó
favorablemente al pedido de la asistencia técnica del imputado
(cfr. fs. 5/6).
Para así concluir, el representante del Ministerio
Público Fiscal sostuvo que “...al analizar la situación de
BARRAZA a la luz de las constancias de la causa y del citado
art. 319 del código adjetivo se advierte que la concesión del
beneficio peticionado puede resultar admisible.
Cierto es que existe la posibilidad de declararlo
reincidente pero ello es una circunstancia más a merituar, no
la única; no ha gozado de excarcelaciones anteriores y a ello
se suma que sus condiciones personales (ver Legajo de
Personalidad) no constituirían....óbice para el otorgamiento de
la libertad peticionada. Por el contrario le otorgarían sustento
debiendo destacar que posee un núcleo familiar propio que
integra con su pareja y los tres hijos de ambos.”
Incluso, el Fiscal de juicio agregó que “... el punto
crucial del examen en este caso lo constituya la pauta
enunciada en primer término por la citada norma rituaria
[C.P.P.N., art. 319]. Y en tal sentido debo apuntar que ́...la
objetiva y provisional valoración de las características del
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hechó, que ha quedado plasmada en el requerimiento de
elevación a juicio al describirse la conducta reprochada
también constituye...sin que sea necesario ahondar en otras
consideraciones, también un punto a favor en pos a la
concesión de la excarcelación solicitada.”.
Por último, el representante del Ministerio Público,
opinó que “...la liberación del enjuiciado no importara una
afectación al curso de la investigación del delito, ni que
intentará eludir el accionar de la justicia (...) el juramento de
ley resultara suficiente garantía para asegurar su
comparecencia, sin perjuicio de lo cual devendría procedente
imponerle como pauta su obligación de presentarse
periódicamente al Tribunal.” (cfr. fs. 4/5).
En tales circunstancias, advierto que en el presente
caso, el tribunal de mérito, se ha exorbitado en el ejercicio de su
función, y específicamente en la evaluación que realiza de los
peligros procesales que supone como fundamento para rechazar
la excarcelación de BARRAZA.
Ello es así toda vez que, no existiendo controversia
entre lo solicitado por la Defensa en su presentación de fs. 1/3 y
lo dictaminado por el representante del Ministerio Público
Fiscal a fs. 5/6, cobran relevancia los principios que rigen al
modelo de enjuiciamiento acusatorio, establecido por los arts.
18 y 75, inciso 22 de la Constitución Nacional.
Por un lado, las garantías de imparcialidad del
juzgador y defensa en juicio, en orden a la separación que debe
existir entre las funciones de acusar y de juzgar; y por el otro lo
previsto por el art 120 de la C.N., que ubica al Ministerio
Público Fiscal como órgano independiente, es decir, fuera del
ámbito del Poder Judicial y le confiere la función de parte, en
representación del interés social.

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Es que, la función que la Constitución Nacional y la
ley le atribuyen al Ministerio Público Fiscal no se trata de una
mera función dogmática concretada en una opinión legal sino
que tiene a su cargo el ejercicio de la pretensión punitiva en
todos sus aspectos posibilitando al propio tiempo el ejercicio
imparcial de la jurisdicción.
Ello no empece que sí, en ejercicio del control de
legalidad que también le compete, el juez hubiera advertido que
el representante del Ministerio Público Fiscal, hubiera emitido
su dictamen con tal déficit en la consideración de las
circunstancias de la causa o en un palmario apartamiento del
texto legal que lo tornen infundado o arbitrario, pudo haber
actuado en concordancia con lo dispuesto por el C.P.P.N., arts.
167, inciso 2º y 69.
Ahora bien, no siendo este el caso, no puede el juez
de intervención sustituir las razones del Fiscal para restringir el
derecho del imputado a permanecer en libertad durante la
tramitación del proceso.
En esa inteligencia, habré de otorgar favorable
acogida al reclamo de excarcelación formulado por la
recurrente pues, tal como lo manifestara el señor Fiscal al
prestar conformidad con lo solicitado por la Defensa.
III. En orden a lo antes manifestado, voto por
HACER LUGAR al recurso de casación interpuesto a fs.
10/11vta por el doctor Juan Pablo GARCIA CASERTA
asistiendo a Cristian David BARRAZA, sin costas, y, en
consecuencia, ANULAR la resolución de fs. 6/7 vta., y remitir
las presentes actuaciones al Tribunal de origen para que emita
un nuevo pronunciamiento, de acuerdo con las pautas aquí
establecidas (C.P.P.N., arts. 471, 530 y 531).
Así voto.
El señor juez Gustavo M. Hornos dijo:
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I. Liminarmente, tal como se ha resaltado en
diversos precedentes de esta Sala IV (causa Nro. 1607,
“SPOTTO, Ariel Alberto s/ recurso de casación”, Reg. Nro.
2096, rta. el 4/10/99; causa Nro. 4827, “CASTILLO, Adriano
s/recur-so de casación”, Reg. Nro. 6088, rta. el 30/9/04; causa
Nro. 5117, “MARIANI, Hipólito Rafael s/recurso de casación”,
Reg. Nro. 6528, rta. el 26/4/05; causa Nro. 5115, “COMES,
César Miguel s/recurso de casación”, Reg. Nro. 6529, rta. el
26/4/05 y causa Nro. 5199, “PIETRO CAJAMARCA, Guido
s/recurso de casación”, Reg. Nro. 6522, rta. el 20/4/05; causa
Nro. 5438: “BRENER, Enrique s/ recurso de casación”, Reg.
Nro. 6757, rta. el 7/7/05; causa Nro. 5843: “NANZER, Carlos
Alberto s/recurso de casación”, Reg. Nro. 7167, rta. el 28/12/05
- entre varios otros- y recientemente en el Plenario Nro. 13
“DIAZ BESSONE, Ramón Genaro s/ inaplicabilidad de ley”,
dictado el 30 de octubre de 2008) la prisión preventiva es una
medida cautelar de carácter excepcional (función cautelar que
es la única constitucionalmente admisible), y que sólo puede
tener fines procesales: evitar la fuga del imputado y la
frustración o entorpecimiento de la investigación de la verdad.
Este criterio no sólo surge del principio de
inocencia como primera y fundamental garantía judicial,
consagrado por la Constitución Nacional (artículo 18) y los
Tratados Internacionales (artículo 8.2.- de la C.A.D.H.), sino
también de los artículos 280 y 319 del C.P.P.N.; y fue además
sostenido por la Corte Suprema de Justicia de la Nación
(“ESTÉVEZ, José Luis”, rta. el 3/10/97) y por la Corte
Interamericana de Derechos Humanos (caso “SUÁREZ
ROSERO”, sentencia del 12 de noviembre de 1997). De manera
que ese objetivo -subrayado también por la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos en los informes 12/96 y

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2/97- es el principio rector que debe guiar el análisis de la
cuestión a resolver.
Regla en orden a la cual he señalado también que
entonces las pautas contenidas en los artículos 316, 317 y
concordantes del Código Procesal Penal de la Nación deben
interpretarse armónicamente con lo dispuesto en el artículo 319,
considerándoselas presunciones iuris tantum, y no iure et de
iure (cfr. mi voto en las causas Nº 1437, “ACUÑA, Vicente s/
recurso de casación”, Reg. Nro. 1909, rta. el 28/6/99; Nro.
4827, “CASTILLO, Adriano s/recurso de casación”, Reg. Nro.
6088, rta. el 30/9/04; Nro.4828, “FRIAS, Delina Jesús s/recurso
de casación”, Reg. Nro. 6089, rta. el 30/9/04; Nº 5124,
“BERAJA, Rubén Ezra y otro s/recurso de casación”, Reg. Nro
6642, rta. el 26 de mayo de 2005 -entre varias otras-; y en el
Plenario Nro. 13 “DIAZ BESSONE”).
Cabe también tener presente que instrumentos
internacionales (artículo 75, inciso 22º de la Constitución
Nacional) dan sustento normativo con jerarquía constitucional
al instituto de la prisión preventiva, sin contradicción con aquél
principio general [artículos 32.2, 7.2 y 5.2 de la Convención
Americana sobre Derechos Humanos (o Pacto de San José de
Costa Rica), artículo 25 de la Declaración Americana de los
Derechos y Deberes del Hombre, artículos 9.1, 9.3 y 10.2 del
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos].
Tampoco puede desconocerse que, tal como lo ha
señalado la Comisión Interamericana de Derechos Humanos
(cuya opinión debe servir de guía para la interpretación de los
preceptos convencionales en la medida en que el Estado
Argentino reconoció su competencia para conocer en todos los
casos relativos a la interpretación y aplicación de la Convención
Americana -artículo 2º de la ley 23.054-), tanto el argumento de
seriedad de la infracción como el de severidad de la pena
-11-
pueden, en principio, ser tomados en consideración cuando se
analiza el riesgo de evasión del detenido -punto 86 del Informe
12/96, criterio mantenido en el Informe 2/97-, en casos en los
que el escaso tiempo de detención cumplido, no se presenta
irrazonable en atención, fundamentalmente, a los plazos
contenidos en la mencionada ley 24.390 (CIDH, Informe Nº
2/97; y la doctrina que emana de los fallos de la Corte Suprema
de Justicia de la Nación en los precedentes “BRAMAJO,
Hernán J.”, Fallos 319:1840 y “ESTÉVEZ, José L.”, Fallos
320:2105) (cfr. mi voto en la causa “CASTILLO”, rta. el
30/9/04 y “PIETRO CAJAMARCA”, antes citadas -entre
muchas otras-y en el Plenario Nro. 13 “DIAZ BESSONE); ni,
por lo demás, desproporcionado en relación al estado procesal
de la causa.
Esta interpretación armónica, a la luz del principio
de inocencia contenido en el artículo 18 de la Constitución
Nacional, fue en definitiva sostenida por la Corte Suprema de
Justicia de la Nación, en cuanto sostuvo que la impugnación
constitucional de los artículos 316, 317 y 319 del C.P.P.N. no se
justifica pues ellas no constituyen sino una razonable
reglamentación del derecho constitucional de obtener la libertad
en tanto no medie sentencia penal condenatoria (Fallos
322:1605).
II. En primer término, y a la luz de los parámetros
expuestos cierto es que la pena máxima prevista para el delito
que se le imputa a Cristian David BARRAZA: robo calificado
por su comisión en lugar poblado y en banda en grado de
tentativa (artículos 42 y 167, inciso 2º) del C.P. -ver dictamen
fiscal de fs. 4/5-), no supera el monto de ocho años de prisión
previsto por el artículo 316, segundo párrafo, del C.P.P.N.; y
que si bien su mínimo permite la procedencia de una condena
de ejecución condicional no se trata de un supuesto de primera
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condena a pena de prisión (artículos 26 y 27 del código de
fondo -cfr. fs. 6 vta.-). Todo lo cual define el encuadramiento
del caso estudiado en la regla contenida en el inciso 1) del
artículo 317 del Código Procesal Penal de la Nación.
En efecto, el a quo sostuvo que además de la
gravedad de la sanción hipotética a aplicar se suma “...la
circunstancia de que, en caso de recaer condena, el imputado
Barraza no podrá gozar de una eventual condena de ejecución
en suspenso, ni tampoco podrá verse beneficiado con el
instituto de la libertad condicional. Así también debe valorarse
como un dato de significancia la posibilidad de declaración de
reincidencia...” (el imputado registró dos condenas anteriores,
respecto de las cuales el Juzgado de Ejecución Penal Nro. 1 de
la Capital Federal modificó la unificación y fijó la pena única
de cinco años y dos meses de prisión, que venció el 18 de
diciembre de 2007); y agregó “...todos estos elementos
valorados en su conjunto me permiten presumir fundadamente
que en caso de recuperar su libertad, el encausado se sustraerá
al accionar de la justicia.” (cfr. fs. 6/7vta.).
Sin embargo, entiendo que el razonamiento
evidenciado por el Tribunal Oral en lo Criminal Nro. 29 de la
Capital Federal en el caso no importa una válida interpretación
armónica de las reglas contenidas en los artículos 316, 317 y
319 del C.P.P.N. ya citados, sino que se advierte contrario a los
principios fundamentales incorporados a la Constitución
Nacional con esa jerarquía -artículo 75, inciso 22, de la C.N.- en
cuanto se protege el derecho a la libertad estableciéndolo como
regla en el proceso penal.
Es que, tanto la seriedad de la infracción como la
seriedad de la pena y la posibilidad de ser declarado reincidente
son parámetros válidos a efectos de evaluar el riesgo de evasión
-más aún en el presente caso en que el tiempo de detención
-13-
sufrido no se presenta como irrazonable atento a lo establecido
en la ley 24.390- pero ello debe ser estimado teniendo también
presente las circunstancias personales que rodean al imputado o
si este ha gozado de excarcelaciones anteriores.
Así, de las constancias obrantes en el presente
incidente surge que el imputado no gozó de excarcelaciones
anteriores así como también que posee un núcleo familiar
propio que integra con su pareja y los tres hijos de ambos (ver
fs. 4/5), extremo este que no ha sido merituado ni desvirtuado
por el tribunal a efectos de evaluar el riesgo de fuga del
imputado en caso de recuperar su libertad, por lo que entiendo
que la resolución recurrida carece de debida fundamentación.
En este orden de ideas, he tenido oportunidad de
dejar sentada mi opinión en cuanto a que las restricciones a la
libertad durante el proceso, especialmente transcurrido cierto
tiempo de detención, en las respectivas etapas procesales, no
pueden basarse única y exclusivamente en la gravedad de los
hechos o en la naturaleza de los delitos investigados, sino que
deben apoyarse también, en consideración del conjunto de
circunstancias concretas del caso, en otros parámetros como los
previstos en el artículo 319 del C.P.P.N., que demuestren la
imprescindibilidad de tales medidas (cfr. esta Sala IV, causa
Nro. 5115, “MARIANI, Hipólito Rafael s/recurso de casación”,
Reg. Nro. 6528, rta. 26/4/05; causa Nro. 5117, “COMES, Cesar
Miguel s/recurso de casación”, Reg. Nro. 6529, rta. 26/4/2005;
causa Nro. 7821: “OLEA, Enrique Braulio s/ recurso de
casación”, Reg. Nro. 9634, rta. el 22/11/07; causa Nro. 8822:
“MUÑOZ, Carlos Antonio s/ recurso de casación”, Reg. Nro.
10.315, rta. el 19/3/08; causa Nro. 9032: “KRUGER, Roberto
Orlando s/ recurso de casación”, Reg. Nro. 10.600, rta. el
25/6/08; y causa Nro. 8827: “BENITEZ ISAAC, Amado s/

-14-
recurso de casación”, Reg. Nro. 10.227, rta. el 10/3/08; entre
otras).
III. Por lo expuesto, propongo al acuerdo HACER
LUGAR al recurso de casación interpuesto a fs. 10/11 por el
doctor Juan Pablo GARCÍA CASERTA asistiendo al imputado
Cristián David BARRAZA y ANULAR la resolución obrante a
fs. 6/7vta. y remitir las presentes actuaciones al tribunal de
origen para que emita un nuevo pronunciamiento, de acuerdo
con las pautas aquí establecidas (artículo 471 del C.P.P.N.). SIN
COSTAS ya que ha tenido razón plausible para recurrir
(artículos 530 y 531 del C.P.P.N.).
Por ello, en mérito del acuerdo que antecede, el
Tribunal
RESUELVE:
HACER LUGAR al recurso de casación
interpuesto a fs. 10/11, por el doctor Juan Pablo García Caserta,
asistiendo al imputado Cristián David Barraza , sin costas;
ANULAR el decisorio de fs. 6/7 vta. y REMITIR las
actuaciones al tribunal de origen para que emita un nuevo
pronunciamiento.
Regístrese, notifíquese y, oportunamente, remítase
la causa al Tribunal Oral en lo Criminal Nro. 29 de esta ciudad,
sirviendo la presente de muy atenta nota de envío.

AUGUSTO M. DIEZ OJEDA

GUSTAVO M.HORNOS MARIANO


GONZÁLEZ PALAZZO

Ante mí:
-15-
MATÍAS SEBASTIÁN KALLIS
Secretario de Cámara

-16-

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