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Anoche soné que estaba en España, para alguna conferencia. Estaba en el


transporte público, hablando con una compañera de colegio que ahora estaba
estudiando en España. Me contaba su situación con mucha tristeza.

Ella había ido a España en busca de mejores opciones para su vida, pero sus
intentos de conseguir la visa de estudios habían fracasado. Buscando alternativas,
se contactó con un cubano a través de internet, él le había ofrecido enviarle
documentos con visas. Ella aceptó y le envió los 10.000 dólares que había
ahorrado y él le envió un pasaporte con una visa a España. Hizo el viaje y llegó a
su destino.

Una vez en España, éste hombre, que precisamente era el que estaba detrás de
nuestro asiento en el bus, le había informado que lamentablemente su negocio de
falsificar documentos y visas había sido descubierto y que la policía migratoria
había tenido acceso a los archivos de todas las personas que él había ayudado a
llegar a España. Por esto, todos ellos estaban en unas listas especiales que la
policía estaba buscando, si eran encontrados iban a ser encarcelados y
deportados.

No solamente ella estaba en esa lista sino muchos latinos que habían vivido la
misma situación con este hombre u otros que tenían negocios parecidos. El
hombre se comprometió a brindarle la protección que le fuera posible dar mientras
ella esté en España.

Le pregunté por qué no regresaba a Bolivia. Estaba atrapada en una situación


difícil, todo el dinero que tenía lo había entregado a este hombre, en su destino no
había encontrado un trabajo debido a su situación de ³ilegal´. Tenía temor de ser
atrapada si se iba pidiendo apoyo del gobierno, quizás ser encarcelada y no poder
tampoco volver a Bolivia. Estaba viviendo del apoyo de ayudas sociales en
universidades públicas, esperando alguna solución. No estaba en contacto con su
familia en Bolivia porque no sabía cómo explicar su situación y aunque les hubiera
avisado, ellos no podrían enviarle dinero, ya que la idea era que ella iba a
enviarles dinero a Bolivia y no al revés.

Mientras hablábamos, entró la policía migratoria al bus. Mi amiga y el hombre que


le ³ayudaba´ desaparecieron como el aire. No fue fácil darme cuenta de quiénes
eran estos policías, estaban vestidos como civiles, no tenían identificación alguna.
Solamente supe quiénes eran debido a su actitud prepotente conmigo. Viendo que
yo era latina, se acercaron con tono hostil pidiendo mis documentos y preguntando
qué hacía allí. Luego de ver mi pasaporte y ver la invitación a la conferencia,
preguntaron si había visto a otros latinos. Me informaron que había ³muchos
latinos, migrantes ilegales´ y que si los veía tenía que informar sobre su paradero
y que encubrirlos era un delito.

Expliqué que no sabía nada de la vida en España o de los migrantes, que


solamente había venido a una conferencia y que en 3 días, iba a regresar a
Bolivia, tal como se veía en la invitación y en mi pasaje de retorno.

Cuando se fueron, quedé pensando en mi amiga, ¿dónde se fue? ¿En qué


condiciones vivía? ¿Cómo podría encontrarla si deseaba ofrecerle alguna ayuda?
No tenía ninguna forma de contactarla.

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He estudiado el tema de la migración transnacional cuando fui parte del Grupo de


Trabajo para eliminar las restricciones de viaje a personas viviendo con VIH
durante el 2007-2008 que ONUSIDA organizó.

En las reuniones, análisis y lecturas pude entender que las personas migrantes, a
menudo sufren muchas violaciones a los derechos humanos, especialmente
aquellos relacionados al acceso a la salud.

Pareciera que en el país de origen se respetan los derechos fundamentales,


porque no queda otra opción. Pero una vez que las personas cruzan las fronteras,
esos derechos se esfuman como las esperanzas de una vida mejor.

La violación de derechos humanos de personas extranjeras sucede tanto en


países muy ³desarrollados´ como en aquellos en vías desarrollo. La discriminación
y maltrato aumentan de acuerdo a las condiciones específicas de las personas.

Por regla general, los migrantes no son bienvenidos, a no ser que estén
dispuestos a ser una fuerza de trabajo barata, sin beneficios sociales, pero si se
enferman por condiciones como el VIH o debido al excesivo trabajo, son
deportados (³repatriados´ en el lenguaje de algunos países).

A pesar de que existen acuerdos internacionales para proteger los derechos


humanos de las personas en movimiento, las violaciones suceden en el corazón
mismo de los países que proclaman una política migratoria abierta.

Con la crisis económica financiera mundial, la hostilidad contra los extranjeros/as


ha empeorado. Hay países que ya no tienen el doble discurso sino una abierta
práctica xenofóbica (miedo al extranjero).

Desperté pensando en los miles de migrantes latinos/as, especialmente aquellos


en Estados Unidos y Europa. Mi impotencia ante esta situación gigantesca,
solamente me permitió elevar esta oración a Dios:
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(Éxodo 23.9 RV)

K      
    

     
     

    (Deuteronomio 24:17 NVI)

K ! "

    

    
  (Salmo
146: 9a NVI)

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graciavioleta@gmail.com, violetitaross@hotmail.com

La Paz-Bolivia, Jueves 3 de febrero de 2011

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