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TRADUCCION: LUIS GONZALEZ MARTINEZ
Faceta 1: Pedagogía
Siendo el aprendizaje de los estudiantes la tarea principal del maestro, la pedagogía es
claramente el aspecto más importante de sus intervenciones. Nos referimos aquí a las
intervenciones relevantes de su planificación inmediata, a las estrategias de enseñanza y a
la evaluación formativa.
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3. ORGANIZAR un desarrollo lógico y pedagógico.
Esta dimensión concierne al control del desarrollo efectivo de las actividades, en un tiempo
dado, en una secuencia prevista, en un espacio físico preciso y con las restricciones ligadas
a los recursos disponibles, a la interacción con los estudiantes y a los imprevistos
susceptibles de producirse, de manea de asegurar lo esencial de lo que se había previsto y la
utilización óptima del tiempo.
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Lo esencial de las energías de los estudiantes se consagra al cumplimiento
de las tareas pedagógicas.
Los plazos son respetados.
El maestro asegura los preparativos materiales inmediatos del curso (inicio del
curso)
La duración y el ritmo de la exposición tienen en cuenta la capacidad de
concentración de los estudiantes (exposición magistral)
Si el trabajo es en equipos, la repartición de los estudiantes en equipos es
coordinada (trabajo individual o en equipo).
El maestro se asegura que cada estudiante (o cada equipo) ejecute las tareas pedidas
(trabajo individual o en equipos).
El maestro se asegura que el material necesario para el cumplimiento de las tareas
esté disponible, en buen estado, en cantidad suficiente y listo para ser utilizado
(trabajo en el laboratorio)
El maestro asigna un tiempo al fin del período, para la limpieza, el control y el
arreglo del material (trabajo en el laboratorio).
El maestro inicia los procedimientos de cierre en los minutos que preceden al fin del
curso (cierre del curso).
El maestro respeta, sin sobrepasarse, el tiempo asignado al curso (cierre del curso).
Aquí entendemos la capacidad del maestro para estimular la motivación del estudiante
frente a los objetos de conocimiento que le son presentados al igual que a las tareas que son
esperadas de el. Todas por igual, ya que una actividad es más susceptible que otra de
interesar al estudiante si ella le parece útil, si ella le permite hacer lazos con los elementos
conocidos e importantes para el, si ella responde a interrogantes o a necesidades reales y si
el tiene una idea clara de lo que se espera de el y si posee la confianza de poder realizarla.
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Las interacciones (solo, en equipo, en grupo) y sus modalidades
(cooperativo o competitivo son diversificados).
La duración de las actividades varía.
Las tareas exigidas alternan en su contenido y en su estilo).
Los estudiantes tienen una idea clara del producto final esperado.
El maestro utiliza analogías y ejemplos.
Los ejemplos tienen en cuenta lo vivido por los estudiantes o de la actualidad.
El maestro alterna las ilustraciones verbales, visuales y escritas.
Respetar el proceso de aprendizaje exige, de parte del maestro, que una vez que la situación
se haya planteado, la actividad haga alternar las fases de la experimentación (exploración,
descubrimiento, manipulación) con las fases de la objetivación (estructuración, análisis
reflexivo) y que ella fluya sobre una fase de recolocación (transferir a otros contextos,
generalización.
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Las evaluaciones de tipo sumativo son, en la práctica, reservadas para el final
del aprendizaje.
El maestro se asegura que el estudiante utilice correctamente los útiles necesarios.
Las actividades incluyen elementos que puedan reunir los diferentes estilos de
aprendizaje.
Se debe destinar tiempo suficiente de manera específica para que los estudiantes
pregunten.
Tareas particulares son propuestas a los estudiantes que alcanzan rápidamente los
objetivos.
Las consignas son revisadas a la luz del progreso del grupo.
Faceta 2: Comunicación.
Es el aspecto en el que los maestros se sienten más incómodos ya que tienen la tendencia a
eximirse de causas no modificables, como la personalidad, el talento natural, el instinto y
en un límite a la gética. Son otro tanto más reforzados en esta percepción que nadie, en su
formación, la que no les proporciona las técnicas de comunicación elementales, a las que
todo maestro debe recurrir, si es que no las practica por instinto.
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El léxico particular a la disciplina es explicado.
Las confusiones posibles entre conceptos vecinos es explicado.
Esta dimensión concierne al maestro como emisor que, además del referencial (cubierto en
la dimensión 5, controla el contexto de la comunicación (el entorno físico y psicológico) y
el medio que emplea (el lenguaje oral, la mayoría del tiempo) y debe tomar en cuenta de
las características y del estado de ánimo de los receptores, (los estudiantes a los que se
dirige).
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El maestro plantea preguntas para verificar la comprensión de las explicaciones.
El maestro da tiempo para que el estudiante responda a las preguntas.
Se invita a los estudiantes a reformular las explicaciones.
El maestro incita al estudiante a precisar el sentido de sus preguntas y sus
intervenciones.
El maestro responde con claridad a las preguntas de los estudiantes.
El maestro espera a que haya silencio antes de dirigirse al grupo (inicio del curso).
El maestro emplea pausas en su exposición (exposición magistral).
El maestro sitúa precisamente a los alumnos en relación con el material didáctico al
que se hace referencia (exposición magistral).
El maestro proporciona guías para facilitar la toma de notas (exposición magistral).
El maestro concluye formalmente el período de trabajo (trabajo individual o en
equipos).
Al igual que un comediante, un maestro es, por su voz y su cuerpo, el principal vector de lo
que comunica como emisor. La comunicación será más eficaz y será mucho más de una
naturaleza tal, que estimule el interés del estudiante si ella es modulada y portadora de
energía.
1. EXPRESARSE de manera vivaz y animada.
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Indicadores de esta dimensión particulares a ciertas situaciones en el
aula.
Esta dimensión concierne a la competencia del maestro como receptor y por su capacidad
de respetar al estudiante como emisor. Una comunicación viva y ordenada exige en efecto
la alternancia de emisor y receptor. El cuadro escolar y la tradición pedagógica privilegian
a menudo, por la enseñanza, el rol de emisor. Esta dimensión, centrada en la disponibilidad
y la capacidad de acogida y de escucha es pues, por lo tanto, más importante para la
eficacia de una comunicación real.
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El maestro esta disponible a las peticiones de explicaciones aparte (trabajo
individual o en equipo).
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FACETA 3: ENCUADRE O AMBIENTE..
El aprendizaje efectuándose en un cuadro colectivo y estructurado, el maestro debe
asegurar la disciplina, (el respeto de las reglas y el control de los comportamientos
indeseables) y favorecer la iniciativa y la autonomía (el fomento de comportamientos
deseables).
Los problemas de disciplina preocupan mucho a los maestros y a los directores de las
escuelas Eso se debe, por una parte, a que sus manifestaciones son inmediatas, evidentes y
perturbadoras; y por otra parte, las acciones disciplinarias (las sanciones, casi siempre)
tienen resultados limitados y como efectos secundarios poco deseables para el clima del
aprendizaje.
La razón reside a menudo, en que la causa de esos problemas esta afuera. Paradójicamente
ya que se confunde la manifestación con la causa, y se encarnizan a querer refinar sus
técnicas disciplinarias “querer hacer las mismas cosas que no funcionan” además que, a
menudo, la disciplina gana a ser situada en el contexto más amplio de un verdadero
encuadre que tiene que tomar también en cuenta la prevención, la detección y la
motivación.
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3. JUSTIFICAR sus exigencias.
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La ejecución se sanciones y de órdenes es controlada.
Esta dimensión concierne con la capacidad del maestro de estimular en sus estudiantes la
propensión a producir comportamientos positivos. Estos comportamientos no deben ser
simplemente en conformidad con las exigencias o con la ayuda de la motivación extrínseca,
sean positivas o negativas; ellas deben, al final ser interiorizadas por los estudiantes. Esto
supone que el maestro de la oportunidad al estudiante la ocasión de escogerlas y después
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producirlas al interior de una gama así entendida para respetar las características de la
personalidad de cada una de las personas.
Sin ser verdaderamente democráticos ( ya que es siempre el maestro el que asume solo la
responsabilidad de su gestión), un aula funciona mejor si el funcionamiento toma en cuenta
de las necesidades y de las aportaciones de los diferentes participantes y si cada participante
tiene un espacio para expresarse, un rol a desempeñar y derechos comparables a los de los
demás. Esta dimensión concierne al maestro de respetar un equilibrio entre las necesidades
individuales (divergentes) y las necesidades colectivas (convergentes).
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El maestro tiene en cuenta factores externos que pueden influenciar el
comportamiento del estudiante.
Los juicios del maestro se refieren más a los comportamientos que a la
personalidad del estudiante.
FACETA 4. ACTITUDES
La sociedad espera que el maestro, que no sea solamente un técnico competente del
aprendizaje pero además que sea un educador. El maestro debe por lo tanto, en la
cotidianidad, testimoniar por sus actitudes y sus gestos, de valores que lo animan y
fomentar en los estudiantes el desarrollo e interiorización de valores educativos.
Este aspecto es más intangible que los precedentes, descansando menos en las técnicas que
en los valores: ejemplaridad, seguridad interior, humor, afecto por los jóvenes. Esto es algo
que todas las encuestas lo confirman –es el aspecto al que los jóvenes son más sensibles: se
trata de la vía regia para ganarse su respeto y su confianza, las que son condiciones
esenciales del funcionamiento durable y armonioso de un aula.
La capacidad del maestro para controlar la expresión de actitudes se mide, por una parte a
la coherencia entre los valores que propone y el ejemplo que da, y por otra parte, por la
ausencia en el aula de tensiones negativas o su rápida resolución, ya que dichas tensiones
conciernen a las interacciones recíprocas del maestro y los estudiantes o de las
interacciones de los estudiantes entre ellos.
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1. SUJETARSE a sí mismo a las exigencias éticas y profesionales.
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El maestro vigila que sus intervenciones sean escuchadas con respeto
(trabajo individual o en equipo).
Si la sala de clases no estará ocupada en el siguiente período el maestro sale
al final y se asegura que las ventanas estén cerradas, que las luces estén
apagadas y que la puerta esté bien cerrada (cierre del curso).
Esta dimensión concierne a la capacidad del maestro de favorecer un entorno propio para
estimular las interacciones sociales y el compartir experiencias comunes, donde cada uno
se siente aceptado en sus diferencias y reconocido en su pertenencia al grupo.
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frecuentemente de la cultura entre el y sus estudiantes, y la de crear con ellos de
interacciones que, sin negar estas diferencias las respetan, las tienen en cuenta y las hacen
fecundas
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LAS COMPETENCIAS DEL DOCENTE FUERA
DEL AULA.
19. Coordinación.
21. Responsabilidad.
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22. Solidaridad.
24. Eficacia.
27. Transparencia.
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29. Encargarse de su desarrollo profesional.
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