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Iusnaturalismo-Ensayo de definición *

Michel Villey
Profesor de la Universidad de París

lusnaturalismo: Enfermedad mental, caracterizada por la hipertrofia


y alteración de los órganos del «Derecho natural». Identificada a media-
dos del siglo xix con todos los «ismos». Sin embargo, sus orígenes se
remontan al comienzo de la Edad Moderna, a partir de la eclosión de la

* Traducción del artículo de Michel Villey «Iusnaturalismo-Ensayo de defini-


ción», publicado en la Revue Interdisciplinaire d'Études ]uridiques, 17 (1986), edi-
tada por las Facultades Universitarias Saint-Louis, Bruselas. Con su publicación
rendimos homenaje postumo a tan insigne maestro.
El 24 de julio de 1988 falleció Michel Villey, autor capital para comprender la
Filosofía del Derecho contemporánea no sólo en Francia, donde restauró estos estu-
dios en su aspecto esencialmente jurídico, sino en buena parte de Europa, porque
a autores de muchas de nuestras naciones se ha extendido su magisterio. Baste como
ejemplo observar la diversidad de procedencias de los autores que colaboraron en
el cuarto coloquio de la Asociación Francesa de Filosofía del Derecho, celebrada los
días 23 y 24 de noviembre de 1984, y que se constituyó en un homenaje al profesor
de la Universidad de París. Como es natural, las aportaciones a este homenaje de un
autor que recuperó la dialéctica y la confrontación de opiniones como forma bri-
llante de expresión tenían que ser igualmente polémicas, y allí acudieron muchos
autores que, desde la consideración a Michel Villey, han venido discrepando de
muchas de sus posiciones, todo un ejemplo para los homenajes al uso. Con la tra-
ducción de este trabajo deseamos recordar, no al modo de los homenajes paganos,
sino con la esperanza cristiana del reencuentro, al catedrático de la Universidad de
París-II.
j Michel Villey, restaurador de los estudios iusfilosóficos en la patria del positi-
vismo práctico, se acercó a la historia de la Filosofía del Derecho desde su proce-
dencia, dedicado a los temas de la historia del Derecho, y en un principio, y como
inspiración de la totalidad de su obra, desde su firme conocimiento del Derecho
romano. Encargado de curso en Nancy, profesor agregado en Saigón, titular en la
Facultad de Derecho de Estrasburgo desde 1949 a 1961, Villey recaló finalmente en
la Universidad de París-II, donde ejerció su magisterio hasta 1982, realizando una
labor fundamental tanto en cuanto a la obra producida como a los numerosos dis-
cípulos iniciados a su sombra. Tras su jubilación y hasta su muerte, continuó con
su trabajo científico, produciendo en esta última fase, y junto a otras aportaciones,
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Escuela moderna, denominada de «Derecho natural» (Grocio, Pufendorf,


Wolff, etc.).
Se trata de un término confuso; como se ha comprobado, su descrip-

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ción es bastante difícil (I), y los medios de tratamiento están aún en fase

j
de experimentación (II).

I
una espléndida crítica de la noción de derechos del hombre, nuevamente contra
corriente y otra vez con razón.
Si su obra se centró en el mundo del Derecho, con el firme propósito de librarlo
de supeditaciones extrañas, lo hizo desde una acertada perspectiva filosófica, alejada
de las modas ambientales, vueltos sus ojos hacia la filosofía perennis. Y, en efecto,
el realismo racionalista de Aristóteles y Santo Tomás de Aquino fue el camino que
le permitió contemplar el Derecho. Porque, como es sabido, el supuesto antifilo-
sofismo de Villey se basa en rigurosos conocimientos filosóficos, en los que se inició
desde edad temprana, probablemente influido por su ambiente familiar.
Villey ha consagrado su esfuerzo intelectual a volver a centrar el estudio del
Derecho en sus justos límites, denunciando las desviaciones que han llevado a la
situación actual. Y para ello ha rastreado en la historia del pensamiento jurídico las
desviaciones que han llevado al nominalismo y al subjetivismo, centrando su crítica
en la que a su juicio ha sido la nociva influencia de Occam, y de allí la tergiversa
ción del propio pensamiento del Aquinatense, achacada a la Segunda Escolástica es
pañola. La objetivización del ius, el fin del Derecho, centrado en la justicia particular,
consistente en el ius suum quique tribuendi: ésta es la aportación de Villey. Y junto
a la denuncia del positivismo, el rechazo de la desviación iusnaturalista, del raciona
lismo de la Escuela protestante, que a punto estuvo de enterrar la percepción del
verdadero Derecho natural. Todo esto debieron de saber los editores del Dictionnaire
encyclopédique de théorie et sociologie du droit cuando le encargaron la realización
de la voz iusnaturdismo para el diccionario, y conociendo el carácter de nuestro
autor, no debían haber esperado una voz al uso. Cuando envió su aportación, los
editores, entre los que se encontraba su discípulo André-Jean Arnaud, no creyeron
oportuno publicarla, por lo que la voz apareció en 1986 como artículo en la Revue
Interdisciplinaire d'Études Juridiques, publicada por las Facultades Universitarias
Saint-Louis. La voz iusnaturdismo no apareció en el mencionado diccionario enciclo
pédico sino con la breve referencia «ver Derecho natural»; esta segunda voz apa
rece realizada por la profesora de la Universidad de Siena Leticia Gianformaggio, la
cual mantiene una posición cercana a la filosofía analítica, poco apropiada para
entender lo que es el Derecho natural. Mucho menos en una obra como el diccio
nario que citamos, en la que Michel Villey aparece mencionado en la lista de cola-
botadores, sin que finalmente se incluyese ninguna aportación suya, aunque sea repe
tidamente citado en algunas voces. Para colmo de la paradoja, la Gianformaggio
cita en su aportación el trabajo de Villey que aquí traducimos, y que cuando apa
reció el diccionario en 1988 ya había publicado la revista belga antes mencionada.
Por los datos hasta aquí esgrimidos y por lo que se puede observar al leer la pre
vista aportación de Villey, la posición de los editores del diccionario queda grave
mente en entredicho no sólo por la acción de censura, justificada en nombre de no

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se sabe qué neutralidad, sino además por la utilización del nombre del que fuera '
catedrático de París. I
Este trabajo de Villey tiene una forma peculiar, tomada de las exposiciones mé- i
dicas, que muy bien conocía nuestro autor, pues su hermano, un gran teórico de la ¡
medicina liberal durante años, ha presidido el Consejo Nacional de la profesión j
médica. La descripción del iusnaturalismo como una enfermedad da un tono irónico
a la acostumbrada forma de escribir de Villey. Precisamente esto constituye uno de
los atractivos del ensayo de definición que aquí reproducimos, lo que espero no

I
haber traicionado en la traducción. (NOTA PRELIMINAR del traductor, Prof. Dr. D.José
Miguel Serrano Ruiz-Calderón.)
I. DESCRIPCIÓN

a) Etiología
Las investigaciones contemporáneas han conseguido aislar el virus
patógeno, que, pese a todo, se extiende ampliamente. Ataca a los centros
de la razón y entraña la proliferación para-cancerosa de razonamientos
deductivos, sean silogísticos o sean geométricos (euclidismo); generando
también la erección de sistema. Ya Grocio comparaba el Derecho a las
Matemáticas. Domat se esforzó en encadenar las leyes en su orden natu-
ral. Asistimos a la producción de sistemas de normas edificados sobre
pretendidas evidencias. La ambición de la Escuela es la de fundar una
especie de Derecho universal, de valor pseudocientífico, opuesto tanto a
la arbitrariedad de los legisladores (voluntarismo) como a la diversidad
de las costumbres locales.

b) Clasificación
Esta psicosis, cuyas fronteras permanecen mal definidas, reviste for-
mas variadas. Sugerimos clasificarlas según la especie de ficciones obse-
sivas que sirvan de premisas a las deducciones iusnaturalistas.

1. Leyes divinas reveladas.


Se trata de su primera forma de manifestación histórica. Una vieja tra-
dición clerical, cuyas raíces pueden detectarse incluso en textos literarios
del siglo xvn (p. ej., Bossuet: política que se autodefinía como «extraída
de las Sagradas Escrituras»), y que tendía a derivar el derecho de los pre-
ceptos incluidos en las Sagradas Escrituras, dictadas por Dios, señor de
la «Naturaleza». Esta tentativa estaba destinada a fracasar, ya que la «Ley
Nueva» del Evangelio está desprovista de contenido jurídico.
Pero de ahí el iusnaturalismo ha ganado la reputación de ser una
doctrina clerical (doctrina social de la Iglesia).

2. «Leyes naturales» morales.


La Escuela de Derecho natural cuenta preferentemente con la ley de-
nominada «natural», noción a la vez paulina (Epístola a los Romanos)
y estoica (Cicerón). Estarían, según San Pablo, «inscritos en el corazón
de todo hombre» una serie de preceptos morales: mantener sus promesas,
no robar, reparar los perjuicios ocasionados por su culpa, etc., que el
liberalismo moderno ha tenido el descaro de convertir en Derecho (cfr.
Código de Napoleón, art. 1.134, 544, I, 382).
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¡

3. «Naturaleza del hombre».



Más allá de las leyes se ha recurrido a definiciones estáticas de la esen-
cia del hombre. Nótese que ésta fue también la base del sistema de Hob-
bes, uno de los fundadores del positivismo legalista.
El iusnaturalismo extrae de una determinada concepción de la natu-
raleza su lista de leyes naturales o de deberes del individuo hacia sus
semejantes. Pero es más: esta concepción postula que, «por naturaleza»,
«el hombre» tiene vocación a la libertad, a la felicidad, al completo des-
arrollo de sus facultades, la panoplia de los «derechos del hombre»
(Locke, Wolff, etc.).

4. Naturaleza de las cosas.


Más atentos a la función social del Derecho, ciertos autores han fin-
gido deducir las reglas de definición, de la naturaleza de las cosas o de
organismos sociales (el matrimonio, la ciudad, los intercambios, etc.);
por ejemplo, Pufendorf y sus Entia moralia (cfr. la concepción de un De-
recho «apriorístico», desarrollada en el siglo xx, en el seno de un filosofía
por otra parte diferente, por Adolf Reinach).

5. Razón pura.
Según Kant, el Derecho natural se construye sobre la razón pura. Es
preciso llamar la atención sobre el que esta manera de entender el Dere-
cho natural le hace cada vez menos acreedor a recibir este nombre; de-
beríamos llamarle Derecho racional (Vernunftsrecht).

c) Epidemiología
La Escuela de Derecho natural apenas infecta más que a los círculos
académicos (cfr. A.-J. Arnaud, Los orígenes doctrinales del Código Civil).
A pesar de estos límites, sus efectos son sensibles en las grandes codifica-
ciones del final del Antiguo Régimen y en las Declaraciones de Derechos
del Hombre.
A ello sigue un período de reacción. Aunque Savigny ha designado
algunas veces como «Derecho natural» su concepto de derecho espontá-
neo, producido históricamente por el espíritu de los pueblos, el iusnatura-
lismo sufre los ataques de la Escuela histórica, a la que se unen posterior-
mente los procedentes del estatismo triunfante. El positivismo jurídico
triunfa y el Derecho natural es excomulgado (Naturrechtsphobie-Berg-
bohm).
Pero numerosos casos de recaídas se han observado desde el principio
del siglo xx: así, Rommen, proclamando «el eterno retorno» del Dere-
cho natural, o Francois Geny, al hablar de su carácter «irreductible», y
los neokantianos, proponiendo versiones nuevas acomodadas al histori-
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cismo ambiental (Stammler, Del Vecchio). Después de la caída de Hitler,


la corriente se amplía, pues el «positivismo» ha sido considerado respon-
sable del servilismo de los juristas hacia el poder (Hitlersargument).
El movimiento ha ganado sobre todo al mundo católico; pero, oca-
sionalmente, alcanza a autores marxistas (Ernst Bloch). El lector encon-
trará una idea de este maremoto de literatura en la obra colectiva recien-
te Das Naturrechtsdenken heute und morgen (Derecho natural hoy y
mañana), Duncker u. Humblot, 1983, 70 autores, 1.000 páginas.
Si bien es cierto que la mayoría de los prácticos se avergonzaría de
usar el término, la opinión común se revela en el fondo tributaria de la
ideología iusnaturalista. Ciertamente han desaparecido las formas agudas
observadas en el siglo xvín: así la extraña ambición de codificar bajo los
dictados de la razón unas reglas de Derecho universales —tan inmutables,
que serían los principios mismos de la razón—. A partir de Kant y del
neokantismo, el Derecho natural es una idea, instrumento de combate
contra la injusticia o de un pretendido progreso del Derecho. Llega a ser
el criterio de valoración de la justicia de las leyes positivas. Por tanto, no
ha perdido nada de su nocividad.
El iusnaturalismo moderno genera una forma de esquizofrenia: esci-
sión entre el dato positivo, la estricta aplicación de las leyes impuestas
por el poder en lugar de las costumbres establecidas y el sueño de un
ideal nebuloso, inconsistente y utópico, ahogado en una ola de palabras
ilusorias.
La arbitrariedad es la única beneficiaría del despliegue de las neblinas
iusnaturalistas o de los símbolos vacíos sobre los cuales resurge el Dere-
cho natural: «Principios generales del Derecho», «Equidad» (término que
ha perdido su antiguo sentido semántico) y sobre todo «Derechos del
hombre». Los derechos del hombre, ese producto típico de la Escuela de
Derecho natural, se consideran deducidos de la naturaleza del hombre
y de la eminente dignidad de la «persona humana». Parecen ganar actua-
lidad en nuestros días. Están compuestos de promesas desconsideradas,
y jamás mantenidas (derecho al trabajo, a la salud o a la cultura), o des-
provistas de sentido. Son espejismos. El uso de estos términos confusos
es el signo de la descomposición del lenguaje jurídico.
En los medios expuestos al contagio, el pronóstico es la atrofia del
sentido de la justicia y la muerte del Derecho.

II. TRATAMIENTO

La terapéutica está poco desarrollada. En el estadio presente de la in-


vestigación, muy embrionario, se recomienda un tratamiento homeopá-
tico: administración por vía oral, en dosis repetidas y frecuentes, de com-
primidos de Derecho natural puro, sin adiciones de racionalismo. Se han
intentado curaciones con éxito mediante inyecciones intracerebrales.
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Se considera apropiado prescribir con preferencia los productos si -


guientes:

a) Aristóteles, Etica a Nicómaco, V, 1134 y sig.


(En uso en algunas Facultades de Derecho de Inglaterra.) Esta fór -
mula constata la existencia del Derecho natural, es decir, en el seno de
los grupos sociales advierte repartos adecuados de bienes, honores, cargas
y funciones públicas. Este orden no es el efecto de pensamientos racio -
nales de los hombres si no se constituye espontáneamente, o más bien
tiende espontáneamente a constituirse. El Derecho natural es inherente
a las realidades sociales, y como todas las realidades naturales humanas,
cambiante y diverso.
Otra cosa es el conocimiento que los hombres llegan a adquirir del
Derecho natural. Al ser deficiente la razón humana, no aprehende sino
parcelas del Derecho natural, y nunca con certeza.
En cuanto no tenemos una ciencia acabada del Derecho natural, y el
Derecho natural mismo está tan raramente «actualizado» que las situa -
ciones de injusticia son, en la práctica, las más frecuentes, es forzoso in -
ventar remedios. Según la Etica de Aristóteles, una parte singularizada
de lo justo procede de la invención autónoma del legislador. Existe un
justo de derecho positivo (Dikaion nomikon). Este filósofo no era «ius-
naturalista».

b) Digesto, I.I.I y sigs.


El Digesto se abre con un título primero, De iustitia et iure, que pre -
sidió hasta el fin del Antiguo Régimen la educación de los juristas. La
doctrina jurídica romana estaba perfectamente advertida de la dificultad
y rareza del conocimiento del Derecho natural. Ciertos textos llegan in -
cluso a reducir aquello que conocemos realmente de lo justo natural a un
pequeño número de principios «comunes a todos los animales», relativos
sobre todo a la vida sexual; así como a vagas máximas de moralidad. En
la mayoría de los casos, el jurista no puede dispensarse del examen de
cada una de las causas, todas particulares, en las que reside el Derecho:
«Ius in causa positum est» (método casuístico).

c) Summa Theologica, II-II, q. 57, arts. 2 y 3.


Se trata del análisis más incisivo que poseemos sobre este procedi -
miento de investigación. Sin duda, al hombre le es posible aprehender
inmediatamente del Derecho natural, «latente en las cosas», ciertos prin -
cipios muy abstractos. Pero lo que sigue a esos principios —el ius gen-
tium— en los asuntos contingentes a los que el juez se enfrenta, no se
revela sino a través de la observación de los casos singulares (art. 3).
IUSNATURALISMO - ENSAYO DE DEFINICIÓN 347

El propio Santo Tomás atribuye en su doctrina una gran relevancia


al Derecho positivo; hasta el punto de incluir al Derecho civil en el mar-
co del Derecho positivo (ibidem).
Esta última medicación no se debe dar sino con prudencia y bajo el
control del facultativo; habiéndose observado numerosos casos de aler-
gia e incluso ocasionalmente fenómenos de recha2o.
En general, el descrédito que sufren hoy día los estudios especulati-
vos dificulta las oportunidades de alcanzar, en un próximo futuro, la re-
cesión del síndrome iusnatur^lista.

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