1 Sobre el tema de las generaciones sigo a José Ortega y Gasset. El tema de nuestro tiempo. Ma-
a) La conquista
b) Los indígenas
13 Ob. cit., p. 100-3. Arlegui, José, MRP Crónica de la Provincia de Nuestro Padre San Francisco de
Zacatecas. México. Cumplido. 1851.
14 Ábside, t. IV, núm. 10, pp. 15-26, núm. 11, pp. 30-38, núm. 12, pp. 56-65.
15 Página 12.
Atanasio G. Saravia
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para sortear los peligros ordinarios que su género de vida ofrecía, sino tam-
bién para por la astucia o por la fuerza librarse frecuentemente de las acome-
tidas de aquellas hordas salvajes que del Norte irrumpían haciendo una cam-
paña de terror.”20
c) La hacienda y la Revolución
22 Halperin, Tulio, Historia contemporánea de América Latina. Madrid, Editorial Alianza, 1970,
pp. 20-1.
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d) Patria e Historia
los actos de nuestros mayores y nos hará apreciar infinitamente más los es-
fuerzos desarrollados en el curso de los años por gentes y partidos que en mu-
chos de sus puntos de vista pueden merecer respeto y no ser simplemente
arrollados por el sólo himno de triunfo de los vencedores”... “una interpreta-
ción que la aparte totalmente de los resquemores de las luchas y de las ideolo-
gías egoístas de los partidos”. Enfatizará que la Historia, “estudiada con am-
plitud de criterio, con verdadero patriotismo, tendrá que llevarnos a un
conocimiento mejor de las aspiraciones generales y por la justa apreciación de
los sucesos del pasado, de los principios y valores rebatidos, haciendo la debi-
da justicia a los diversos componentes de los partidos en lucha, y de los ideales
y propósitos que sustentaban, llegaremos seguramente a un mejor entendi-
miento nacional”. “Indudablemente si un pueblo conoce su pasado y lo sabe
valorar, si ese pueblo puede orientarse para una noble aspiración común exis-
tirá de manera más firme una mayor unión entre los habitantes del país, y un
deseo, también mayor, de cooperar, con todo su esfuerzo, en el sentido en que
verdaderamente se tengan puestas las miras para el bienestar nacional.”26
Una conciencia histórica más clara, aligerada de toda carga de resenti-
mientos, “sería estímulo para toda acción positiva”, en beneficio de la socie-
dad, en beneficio de la nación.
Si el mexicano dejaba de mirar como negativa su herencia española, si
aprendía a valorar lo positivo y lo negativo y, sobre todo, a aceptarlo como un
hecho histórico del cual nació el mexicano, podría afincarse firmemente en
sus dos raíces y consolidar su grandeza.
¡Noble afán de integrar al mexicano! Otros ilustres investigadores hacían
ya la valoración del mundo indígena; Saravia, por su circunstancia, por voca-
ción, se ocupó de la raíz española.
“A su juicio –lo destaca León-Portilla en su discurso de ingreso a la Aca-
demia Mexicana de la Historia–, 27 era necesario intentar una revaloración
crítica de lo que habían significado, como etapa formativa, los tres siglos vi-
rreinales. Reflexionando sobre el largo periodo de la dominación española,
encontraba razonable que, durante los años que siguieron a la independencia,
se hubiera mantenido en México una profunda actitud anti-hispana. Pero, “la
formación de la historia de un país –añade–, es un trabajo nunca interrumpi-
do, pues que el ensanche diario de los conocimientos adquiridos va descu-
briendo siempre nuevos puntos de vista. Cada generación aporta algo a esa
obra constante...” A su parecer había llegado el momento en que, superadas
26 Op. cit., p. 200.
27 Memorias, t. XXIX, abril-junio, 1970, núm. 2, pp. 161-178.
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la cristianización de los indios, para que surgiera de la oscuridad la otra faz del
mundo, el Nuevo Mundo y la Nueva España, de la cual naciera México.
En contraste con los criollos ricos del sector minero, para los ganaderos no
existió la liberación del capital, la posibilidad del desemboque de las riquezas
en el derroche. La riqueza, caso de existir –“en Hispanoamérica la posesión
de la tierra y de la riqueza no van juntas”–,33 la absorbían las exigencias de la
tierra. Nos lo ejemplifica el contraste de la austera Durango ganadera frente a
la opulenta belleza de Zacatecas, cuyo esplendor arquitectónico se sustentó en
la riqueza minera.
Sin embargo Durango, la antigua Guadiana, tiene los rasgos fundamenta-
les de la belleza. Tiene armonía, proporción y color; tiene la gama de matices
oro y rosa de su cantera, con vibraciones que el sol arranca sólo en las “regio-
nes más transparentes del aire”. Cielo y tierra se conjugan; sus colores la en-
marcan y armonizan; sólo para enfatizarla le faltan los árboles de que la pr i-
varon.
Saravia le dedicó sus estudios: La ciudad de Durango y Las cédulas de la erección
de la ciudad de Durango en Nueva Vizcaya, en las que analiza y valora los antece-
dentes y la fundación, y sus Notas sobre el escudo de la ciudad de Durango. La ciudad
de Durango y La conquista de Durango, fueron reimpresos, con textos de Pastor
Rouaix, y Gerard Decorme, formando el Manual de la historia de Durango, por
una feliz iniciativa del gobierno del Estado, en 1952.
La perspectiva económica de la ciudad la estudió en Del siglo XVI al siglo
XX, el comercio de Durango. Es un análisis económico hecho con la penetración
del financiero que dedicó largos años de su vida a esta actividad, en el Banco
Nacional de México, la institución con que se identificó.
La doble valoración de la historia y la economía se encuentra también en
sus estudios La Nueva Vizcaya, Durango oriental, Durango y su historia y en Minucias
de historia de Durango. Algodón, lana, moreras y colmenas.
Entre sus aportaciones documentales están el Padrón de Durango y el Inventa-
rio General de los libros y papeles del Excelentísimo Ayuntamiento de Durango, que pro-
porciona valiosa información sobre el interés cultural de las autoridades de la
ciudad de Durango, la capital de la Nueva Vizcaya, “que fuera por muchos
f) Su personalidad
A don Atanasio G. Saravia podían aplicarse sus propias palabras sobre la psi-
cología norteña: “eran en la paz, tranquilos y reposados, amantes de las bue-
nas formas, reservados y corteses”. Su aislamiento les obligaba a generar una
serie de valores con fuerza social: sabiduría, prudencia, virtud personal, ente-
reza para vivir conforme a la estricta moral de su fe y serenidad de juicio.
Tenía elevada estatura y buena presencia, rostro de nobles y acusados ras-
gos, de tez blanca, despejada frente, ojos vivaces bajo sus pobladas cejas. Era
solía decir “un hombre de campo” que se desplazaba con elegante naturali-
dad, al igual en los más exclusivos salones de la aristocracia española –el Du-
que de Alba se preciaba de su amistad– 35en las penosas travesías de la sierra
duranguense, o en los consejos financieros internacionales. Impresionaba su
sencillez, ello abonaba su inteligencia y noble ascendencia. La buena forma-
ción de su padre, le orientó a la Historia. Su madre fomentó su espíritu de
investigación y observación, que le llevaba a reportar, siendo niño, la medida
pluviométrica de su zona.
El origen de su familia procede del “Excelentísimo señor don Antonio
González Saravia, Mollinedo y de la Quadra, Teniente General de los Reales
Ejércitos y Capitán General del Reino de Guatemala”; de quien don Atanasio
escribiera la biografía, y que fue fusilado, por orden de Morelos, en Oaxaca. 36
Halperin ya enfatizó que “las primeras filas de la alta clase criolla norteña,
minera y ganadera” tuvieron su origen “o en los conquistadores cuyo impera-
tivo de poblar la tierra se tradujo en una febril reproducción”, o en los solda-
dos hispanos, “que les heredaron el sello de la escuela de honrada seriedad del
ejército español”. 37
Al impacto revolucionario el sector social que perdió tierras y haciendas vol-
vió su interés hacia otras actividades en las que fue fecundo. Saravia, en cambio,
1. “Las tribus primitivas del Norte”, La Nave. México. mayo de 1916. Año
1. núm. 1, pp. 98-119.
2. Los misioneros muertos en el Norte de la Nueva España. Durango, Talleres tipo-
gráficos de Silvestre Dorador, 1920. Segunda edición corregida y au-
mentada, publicada por Ediciones Botas, México, 1943.
3. “La dominación.” Discurso de recepción en la Academia Mexicana de
la Historia, leído en la sesión del 28 de junio de 1920. Memorias de la
Academia Mexicana de la Historia, tomo I, núm. 3, México, enero-marzo de
1942, p. 225, y en “Ensayos Históricos”, pp. 149-160.
4. Ensayos Históricos. México, Ediciones Botas, 1937
“La Nueva Vizcaya al finalizar el siglo XVI.”
“Las Tribus Primitivas del Norte.”
“La Iglesia Española de Indias a fines del siglo XVIII.”
“El descubrimiento de América.”
“Los Funerales de don fray Gonzalo de Hermosillo.”
“Durango - Breves Apuntes Históricos.”
“Para Ella y por Ella.”
“La Dominación.”
“Biografía del Excmo. Sr. Dn. Antonio González de Saravia.”
“Discurso en la recepción de don José López Portillo y Weber.”
“Historia del Malpais.”
“Notas sobre el Escudo de la Ciudad de Durango.”
“Discurso en la recepción de don Alberto María Carreño.”
5. Apuntes para la historia de la Nueva Vizcaya, tomo I, La conquista, México,
Instituto Panamericano de Geografía e Historia, Imprenta Riveles,
1938.
6. El indio Rafael, 1938.
7.¡Viva Madero!, novela, Editorial Polis, México, 1940.
8.”Nuestra Señora y la Nueva Vizcaya”, Ábside, México, tomo IV, núms.
10, 11 y 12, 1940.
9. Del siglo XVI al siglo xx (Del comercio de Durango), 1940.
10. Proyecto de levantar un monumento a don Francisco de Ibarra (carta a
don Antonio Juanbelz, director de “El Siglo de Torreón”), 1941.
16
11. Apuntes para la historia de la Nueva Vizcaya, tomo II, La ciudad de Durango,
1563-1821, México, Instituto Panamericano de Geografía e Historia,
1941.
12.”Los primeros franciscanos en la Nueva Vizcaya”, Memorias de la Real
Academia Mexicana de la Historia Correspondiente de la Real de Madrid, tomo I,
núm. 4, México, octubre-diciembre, 1942, pp. 369-387.
13. Consideraciones sobre Durango y su Historia (Conferencia leída en la
Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística el 14 de septiembre de
1943).
14. “La Nueva Vizcaya, Durango Oriental.” Conferencia leída en la terce-
ra reunión de Mesa Redonda de la Sociedad Mexicana de Antropolo-
gía e Historia, 1943.
15. La insurrección de la Tepehuana en 1616. Conferencia leída en la So-
ciedad de Alumnos de la Facultad de Filosofía y Letras el 21 de sep-
tiembre de 1943.
16. “Contestación al discurso de recepción de don José López-Portillo y
Weber. Memorias, tomo II, núm. 3, julio-septiembre, 1943, pp. 230-240.
“Ensayos Históricos.”
17. “Contestación al discurso de recepción de don Alberto María Carreño,
por el señor Académico don Atanasio G. Saravia”, Memorias, tomo III,
núm. 2, abril-junio, 1944, pp. 179-188.
18. “Discurso leído por el señor don Atanasio G. Saravia, director de la
Academia el 12 de septiembre de 1943, en la velada conmemorativa del
XXV aniversario de su fundación”. Memorias, tomo III, núm. 4, octubre-
diciembre, 1944, pp. 401-409.
19. “Discurso en la recepción del ingeniero don Vito Alessio Robles en la
Academia Mexicana de la Historia”, Memorias, tomo IV, núm. 2, 1945,
pp. 158-166.
20. Mazatlán y Villa Unión, Memorias, tomo IV, núm. 3, enero-diciembre,
1945, pp. 270-289,
21. “La proclamación de don Luis I en 1724.” Memorias, tomo IV núm. 4,
octubre-diciembre, 1945, pp. 355-368.
22. “Homenaje a don Ignacio del Villar Villamil, Duque de Castroterreño,
ex-director de la Academia Mexicana Correspondiente de la Real de
Madrid.” Memorias, tomo IV, núm. 4, octubre-diciembre, 1945.
23. “Nombre de Dios”, manuscrito del Fondo Franciscano de la Biblioteca
Nacional de México, tomo V, núm. 3, pp. 302-329.
17
24. “Contestación al discurso de recepción del señor doctor don Silvio Za-
vala el 16 de diciembre de 1946.” Memorias, tomo V, núm. 4, 1946, pp.
367-373.
25. “Las Cédulas de erección de la ciudad de Durango en Nueva Vizca-
ya.” Memorias, tomo VI, núm. 1, enero-marzo, 1947, pp. 45-59.
26. “Inventario general de los libros y papeles del Excmo. Ayuntamiento
de Durango.” Memorias, tomo VII, 1948, pp. 1-74.
27. “Discurso leído en la Academia durante la ceremonia de recepción del
señor D. Joaquín Meade.” Memorias, tomo IX , núm. 3, abril-junio, 1950,
pp. 266-273.
28. La catedral de Durango, Durango, Imprenta Salas, 1950.
29. “Minucias de historia de Durango. La casa de los gobernadores.” Me-
morias, tomo X, núm. 1, enero-junio, 1941, pp. 32-42.
30. “Discurso leído por don Atanasio G. Saravia en la velada con que la
Academia Mexicana de la Historia correspondiente de la Real de Ma-
drid y la Academia Mexicana de la Lengua, correspondiente de la Es-
pañola, conmemoran el Quinto Centenario del Nacimiento de doña
Isabel la Católica el 20 de abril de 1951.” Memorias, tomo x, núm. 2,
enero-junio, 1951, pp. 117-124.
31. Pastor Rouaix-Decorme-Saravia, Manual de Historia de Durango, México,
Ediciones del gobierno de Durango, 1952, pp. 400.
32. “Minucias de Historia de Durango. Don Francisco de Rojas y Ayora.”
Memorias, tomo XI, núm. 4, octubre-diciembre, 1952, pp. 476-511.
33. “Minucias de Historia de Durango. Algodón, lana, moreras y colme-
nas.” Memorias, XV, núm. 3, julio-septiembre, 1956, pp. 271-285.
34. Apuntes para la historia de la Nuera Vizcaya, tomo IV, Las sublevaciones, Mé-
xico, Librería de Manuel Porrúa, S. A., 1956.
35. “Fuentes documentales. I. Don Rodrigo de Río de Losa. Su testamen-
to.” Memorias, tomo XVI, núm. 3, julio-septiembre, 1957, pp. 262-280.
36. “Fuentes documentales, Padrón de la ciudad de Durango 1778. “ Me-
morias, tomos XVII, 1958, núms. 3 y 4; XVIII, 1959, 1 y 2, abril-
diciembre, 1958, pp. 254-309; 406-453 y enero-julio, 1959, pp. 47-96,
173-202.
37. Cuatro siglos de la vida de una hacienda. México, 1959.