El poema X también permite leer la obsesión dominante del poema V: la multiplicidad que la
sexualidad comporta. Pero en el V era aún posible escapar a la reproducción del ser desde la
castidad; en el X en cambio puede leerse el motivo de la gestación ligada intrínsecamente a
la reproducción del número. El eje semántico que comporta la unidad temática del texto
atraviesa la presencia de tres sintagmas, el primero de ellos bastante distante de los otros
dos. Ellos son: “encinta” en la primera estrofa; “pañales” y “gestación” en la cuarta.
El poema X se compone de cinco estrofas de seis, tres, cuatro, cinco y tres versos
respectivamente. De rima y versificación absolutamente dispar, ningún principio de regula-
ridad formal puede extraerse de estos versos. Como el poema anterior, éste también eriza al
lector al poner a prueba el principio de legibilidad tradicional que intenta extraer de todo
texto un sentido coherente entendido como mensaje. La voluntad de ruptura y de disonancia
manifestada en el poema se lleva adelante a través del empleo de:
- “monodáctilo”: prefijo mono- más dáctilo (pie de la poesía antigua, compuesto de una
sílaba larga seguida de dos breves).
- “arzonamos”: 1ra. persona del plural de arzonar, virtual forma verbal derivada de arzón
(fuste de una silla de montar).
c) Ciertos términos singulares o raros que amplían el registro del vocabulario poético usual;
algunos de ellos provienen del discurso científico-matemático, como: “cubicado”,
“guarismo”, otros del discurso de las ciencias biológicas, como: “gestación”, “misturas”.
d) Nexos despojados de su función relacional como el coordinante “y”: “Y los tres meses de
ausencia. / Y los nueve de gestación”.
f) Palabras que abandonan su categoría gramatical propia para asumir otra, como: “octubre
habitación”, en donde el sustantivo “octubre” adopta por contexto la función privativa del
adjetivo (modificar de manera directa al sustantivo que lo acompaña).
g) Palabras que conservan su propia función sintáctica, pero que pierden su sentido habitual:
“diez [meses] de dulce”, “cubicado en tercera ala”, “Cómo escotan las ballenas a palomas”.
Acompañando la idea de gestación puede rescatarse en la primera estrofa la noción de
contingencia o riesgo. Asistimos en los tres primeros versos al origen de algo que se crea y al
mismo tiempo al final de algo que muere. La creación comporta la muerte de un estado
anterior de la materia. Los tres primeros versos sugieren la presentación de una situación
inicial comprendida por: un protagonista, “prístina y última piedra”; un acontecimiento,
“acaba de morir”; un dónde, “habitación”; un cuándo, “octubre”; un cómo, “con alma y
todo” (esto es: completamente); y una causa, “de infundada ventura”. Si se piensa “de
infundada ventura” como causa del morir, este sintagma antepuesto a la frase verbal a la
cual modificaría es retóricamente un hipérbaton (una disposición gramaticalmente bien
ordenada diría: “Prístina y última piedra acaba de morir de infundada ventura”). El
diccionario señala dos acepciones de la palabra “ventura”: “felicidad, suerte”, o bien
“contingencia, riesgo, peligro”. “Infundada” a su vez significa “sin fundamento”, y así
tendríamos que el fin es promovido por una suerte o bien una contingencia inmotivada. Esta
contingencia que el poema metaforiza es la instancia azarosa de la fecundación.
La tercera estrofa retoma el perfil negativo del discurso poético inaugural. Perfil negativo en
tanto el poeta trabaja la materia lingüística para sugerir imágenes dislocadas que sofocan la
comunicabilidad del sentido volviéndolo por lo menos enigmático cuando no francamente
abstruso. La voz poética no abandona su gesto de asombrada constatación de la actuación
multiplicadora del mundo fenoménico. Como anteriormente en los versos (5), (7) y (8), la
interjección admirativa “cómo” se repite a comienzo de los versos (10), (11) y (13), pero vale
la pena destacar que su presencia siempre está despojada de la compañía de los signos de
admiración que usualmente flanquean al enunciado, retirada que aligera de expresividad al
enunciado al mismo tiempo que sofoca la presencia del yo lírico.
Finalmente, el verso (13) alude al lugar portador de la multiplicidad, al lugar de asiento del
ser: “ancas”, sintagma que sintoniza con el neologismo “arzonamos” proveniente de “arzón”.
Ambas elecciones lingüísticas consolidan la animalidad como campo semántico de la estrofa.
La última estrofa comporta la conclusión lógica del poema. Lo creado, “el paciente” (el
naciente) se erige en su heterogeneidad, como el “1” gestado por el grupo dicotiledón del
poema V.19