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ANALISIS POEMA X TRILCE

(1)       Prístina y última piedra de infundada

(2)       ventura, acaba de morir

(3)       con alma y todo, octubre habitación y encinta.

(4)       De tres meses de ausente y diez de dulce.

(5)       Cómo el destino,

(6)       mitrado monodáctilo, ríe.

(7)       Cómo detrás deshaucian juntas

(8)       de contrarios. Cómo siempre asoma el guarismo

(9)       bajo la línea de todo avatar.

(10)     Cómo escotan las ballenas a palomas.

(11)     Cómo a su vez éstas dejan el pico

(12)     cubicado en tercera ala.

(13)     Cómo arzonamos cara a monótonas ancas.


(14)     Se remolca diez meses hacia la decena,

(15)     hacia otro más allá.

(16)     Dos quedan por lo menos todavía en pañales.

(17)     Y los tres meses de ausencia.

(18)     Y los nueve de gestación.

(19)     No hay ni una violencia.

(20)     El paciente incorpórase,

(21)     y sentado empavona tranquilas misturas.

La tensión causada por la temida trascendencia que entraña la sexualidad aparece en el


poema V y en otros cuatro poemas de Trilce. Se trata de los poemas IX, X, XII y LX. En todos
ellos la referencia a la vida sexual constituye al menos uno de sus ejes semánticos y es
presentada como factor de distanciamiento y de heterogeneidad.

El poema X también permite leer la obsesión dominante del poema V: la multiplicidad que la
sexualidad comporta. Pero en el V era aún posible escapar a la reproducción del ser desde la
castidad; en el X en cambio puede leerse el motivo de la gestación ligada intrínsecamente a
la reproducción del número. El eje semántico que comporta la unidad temática del texto
atraviesa la presencia de tres sintagmas, el primero de ellos bastante distante de los otros
dos. Ellos son: “encinta” en la primera estrofa; “pañales” y “gestación” en la cuarta.
El poema X se compone de cinco estrofas de seis, tres, cuatro, cinco y tres versos
respectivamente. De rima y versificación absolutamente dispar, ningún principio de regula-
ridad formal puede extraerse de estos versos. Como el poema anterior, éste también eriza al
lector al poner a prueba el principio de legibilidad tradicional que intenta extraer de todo
texto un sentido coherente entendido como mensaje. La voluntad de ruptura y de disonancia
manifestada en el poema se lleva adelante a través del empleo de:

a) Arcaísmos: “prístina”, “ventura”.

b) Neologismos: “monodáctilo” y “arzonamos”, transformaciones ambas del léxico existente:

- “monodáctilo”: prefijo mono- más dáctilo (pie de la poesía antigua, compuesto de una
sílaba larga seguida de dos breves).

- “arzonamos”: 1ra. persona del plural de arzonar, virtual forma verbal derivada de arzón
(fuste de una silla de montar).

c) Ciertos términos singulares o raros que amplían el registro del vocabulario poético usual;
algunos de ellos provienen del discurso científico-matemático, como: “cubicado”,
“guarismo”, otros del discurso de las ciencias biológicas, como: “gestación”, “misturas”.

d) Nexos despojados de su función relacional como el coordinante “y”: “Y los tres meses de
ausencia. / Y los nueve de gestación”.

e) Palabras de circulación familiar, no canónicamente poéticas, como: “pañales”.

f) Palabras que abandonan su categoría gramatical propia para asumir otra, como: “octubre
habitación”, en donde el sustantivo “octubre” adopta por contexto la función privativa del
adjetivo (modificar de manera directa al sustantivo que lo acompaña).

g) Palabras que conservan su propia función sintáctica, pero que pierden su sentido habitual:
“diez [meses] de dulce”, “cubicado en tercera ala”, “Cómo escotan las ballenas a palomas”.
Acompañando la idea de gestación puede rescatarse en la primera estrofa la noción de
contingencia o riesgo. Asistimos en los tres primeros versos al origen de algo que se crea y al
mismo tiempo al final de algo que muere. La creación comporta la muerte de un estado
anterior de la materia. Los tres primeros versos sugieren la presentación de una situación
inicial comprendida por: un protagonista, “prístina y última piedra”; un acontecimiento,
“acaba de morir”; un dónde, “habitación”; un cuándo, “octubre”; un cómo, “con alma y
todo” (esto es: completamente); y una causa, “de infundada ventura”. Si se piensa “de
infundada ventura” como causa del morir, este sintagma antepuesto a la frase verbal a la
cual modificaría es retóricamente un hipérbaton (una disposición gramaticalmente bien
ordenada diría: “Prístina y última piedra acaba de morir de infundada ventura”). El
diccionario señala dos acepciones de la palabra “ventura”: “felicidad, suerte”, o bien
“contingencia, riesgo, peligro”. “Infundada” a su vez significa “sin fundamento”, y así
tendríamos que el fin es promovido por una suerte o bien una contingencia inmotivada. Esta
contingencia que el poema metaforiza es la instancia azarosa de la fecundación.

Aquello que muere: “Prístina y última piedra”, es el origen de una contradicción. La


predicación “Prístina y última” es un oxímoron. Prístino indica en su primera acepción tanto
lo primitivo, lo original y lo antiguo, sentidos en relación a los cuales “última”se contrapone,
como también indica lo puro y lo sin igual. Así, es la pureza del origen, la piedra fundamental
(el óvulo) la que al ser tocada resulta fecundada cayendo en consecuencia en el universo de
lo relativo y de lo contingente. Como bien señala Américo Ferrari, en la poesía de Vallejo “el
número representa la imposibilidad de reposar en la unidad”14. Dada la fecundación, la caída
en la individuación sobreviene y con ella la multiplicidad evidenciada en este poema en la
arbitrariedad del número: “De tres meses de ausente y diez de dulce”(4), “cubicado en
tercera ala” (12), “Se remolca diez meses hacia la decena ” (14), “Dos quedan todavía en
pañales” (16), “Y los tres meses de ausencia”(17), “Y los nueve de gestación” (18).
Finalmente, la primera estrofa se cierra con la expresión admirativa de la voz poética que
identifica el futuro con el triunfo del “mitrado monodáctilo” sonriente. Este sintagma tiene
por referente aquella unidad constituida en el acto de la fecundación. El pasaje de la rareza
del juego lingüístico al concepto aludido se opera aquí no por relación de semejanza
conceptual (mecanismo tradicional de la metáfora), sino por vecindad sonora. En efecto, la
lengua pone de relieve su condición material al ser sometida a un juego de relaciones
homofónicas que funda cierta unidad de sentido. Así, “mitrado mono - dáctilo” porta la
presencia de lo propio, de lo único y de la unidad: “mi-”, pronombre posesivo de primera
persona singular; “mono-”, prefijo que significa “único”; y “dáctilo”, unidad o pie poético
compuesto de una sílaba larga y dos breves15. La repetición de sonidos consonánticos
oclusivos, nasales y sonoros: “m” y “n” y de la vocal “o” es el criterio lingüístico
-concretamente fónico- de asociación de estas dos palabras que comportan en su asociación
la idea de lo uno16. A su vez, atendiendo al aspecto semántico del sintagma, sabemos que
“mitrado” es el calificativo relativo al individuo que usa mitra, “especie de sombrero alto y
puntiguado que usaban los antiguos persas”, o bien la “toca alta y apuntada que llevan los
obispos como signo de su dignidad”17. La “mitra”connota altura, dignidad social. Ambos
semas delínean la plenitud con que este futuro nuevo individuo erigirá su existencia.

La referencia a la muerte y a la negatividad que comporta el número continúa en la segunda


estrofa. El verbo desahuciar del verso (7) enuncia la muerte de esperanzas potenciales, de
aquellos encuentros que pudieron haber sido, pero no fueron. Fecundada la “prístina y última
piedra”, otras uniones (“juntas”) de opuestos (elementos masculino y femenino) son
descartados. Nos acercamos a la mitad del poema y los versos (8) y (9) retoman el lenguaje
socializado para condensar a modo de epifonema el sentido de lo expuesto. “Cómo siempre
asoma el guarismo / bajo la línea de todo avatar” constata la presencia acechante del
número corruptor -por multiplicador-, el cual desencadena la dispersión del ser a la vez que
pone en evidencia la dificultad del mundo fenoménico (“de todo avatar”) por mantener la
unidad.

La tercera estrofa retoma el perfil negativo del discurso poético inaugural. Perfil negativo en
tanto el poeta trabaja la materia lingüística para sugerir imágenes dislocadas que sofocan la
comunicabilidad del sentido volviéndolo por lo menos enigmático cuando no francamente
abstruso. La voz poética no abandona su gesto de asombrada constatación de la actuación
multiplicadora del mundo fenoménico. Como anteriormente en los versos (5), (7) y (8), la
interjección admirativa “cómo” se repite a comienzo de los versos (10), (11) y (13), pero vale
la pena destacar que su presencia siempre está despojada de la compañía de los signos de
admiración que usualmente flanquean al enunciado, retirada que aligera de expresividad al
enunciado al mismo tiempo que sofoca la presencia del yo lírico.

Dos nociones se desprenden de la tercera estrofa y aportan un principio de coherencia


semántica: la noción de corte que implica la noción de límite, y la noción de terceridad que
entraña la noción de multiplicación. La primera de ellas, corte, la acerca el verbo escotar
(cortar y cercenar una cosa para que ajuste a lo que se necesita). Su sujeto, “las ballenas”,
son el agente de la acción. El elemento sobre el cual esta acción recae es “palomas”. Ahora
bien, el hecho de que la ballena porte alguna acción sobre la paloma revela tanto la
enormidad de la existencia empírica -a través del peso majestuoso de la primera-, como la
fragilidad de la contingencia, del avatar que cambia de rumbo azarosamente -a través de la
debilidad de la paloma-. El par ballena / paloma pone en evidencia tanto la gravedad de la
existencia (tema vallejeano) como su contradicción. El atrevimiento poético de este
encuentro revela el ser en el mundo como ausencia y vacío de sentido antes que como
presencia y plenitud. La pluralidad de existencias, la caída en la individuación y en la
diferencia son puestas en evidencia a través de la desemejanza extrema que comporta el par:
ballena / paloma. Ambos elementos se excluyen y se limitan recíprocamente desde sus
diferencias: “la ballenas escotan [cortan, limitan] a las palomas”.
El ave multiplica su pico en “tercera ala” (verso 12) al cubicarlo. La multiplicación de las alas
connota el principio de exterioridad ya en marcha, proceso de desintegración que se acelera
en progresión geométrica.18

Finalmente, el verso (13) alude al lugar portador de la multiplicidad, al lugar de asiento del
ser: “ancas”, sintagma que sintoniza con el neologismo “arzonamos” proveniente de “arzón”.
Ambas elecciones lingüísticas consolidan la animalidad como campo semántico de la estrofa.

La cuarta estrofa presenta el descontrol del número en proceso de multiplicación, siempre en


el marco semántico de la sexualidad, factor que promueve la multiplicidad y la dispersión,
instancias éstas últimas representadas en la estrofa por el recuento incoherente de los meses
de gestación.

La última estrofa comporta la conclusión lógica del poema. Lo creado, “el paciente” (el
naciente) se erige en su heterogeneidad, como el “1” gestado por el grupo dicotiledón del
poema V.19

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