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Texto: Bases Pedagógicas de la Evaluación. Guía práctica para educadores.

Autor: José Manuel García Ramos


Ed. Síntesis

¿Qué es la evaluación? Necesidad de evaluar.


En el contexto educativo se vienen utilizando tres vocablos para dar a conocer y valorar,
con la mayor precisión posible, el producto educativo, el producto de la actividad escolar,
son los conceptos de evaluación, calificación y medida.

a) El primero de ellos-evaluación- es el más general, y apoyándose en los otros dos


conceptos – calificación y medida- , pretende valorar el resultado del trabajo escolar, el
resultado del proceso de enseñanza-aprendizaje, la eficacia de un centro educativo, la
eficacia relativa de un programa de acción; apreciando, asimismo, todas las variables que
inciden en el proceso educativo: alumnos, profesores, programas, estímulos educativos,
ambiente social, etc. El término evaluación, no obstante, se ha incorporado hoy día a
todos los sectores de la actividad humana y no sólo a la actividad educativa. Su utilización
es, pues, universal.

La evaluación, en general, aspira a conocer y valorar, no sólo los resultados conseguidos,


sino también la correlación que existe entre estos y los medios utilizados.

La actividad evaluadora es una característica inherente a toda actividad humana


intencional. Se presenta como una fase de todo sistema operativo, vinculada a los
restantes elementos del mismo. De hecho, y durante décadas, la literatura pedagógica, en
particular, ha considerado a la evaluación como algo necesario.

La evaluación educativa intenta conocer los resultados de las instituciones escolares, de


sus programas de enseñanza, de sus métodos, etc., matizándola con criterios de valor.
Como afirma Pophan (1980), “evaluar algo es determinar su valor” (pág. 16).

Así pues, y para empezar, la evaluación es un juicio de valor apoyado en conocimientos y


datos de lo evaluado. La evaluación exige un conocimiento previo de unas escalas de
valor que sirvan de marco de referencia a la formulación de nuestros juicios. La primera
consecuencia que se deriva de ello es que evaluar exige medir; sin medidas no es posible
calificar ningún resultado o producto y mucho menos evaluar en sentido objetivo,
sistemático y científico.

Para muchos autores, pues, la evaluación es la valoración que se realiza sobre la base de
medidas previas, medidas objetivas, precisas, fiables y válidas en cierto grado.
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Autor: José Manuel García Ramos
Ed. Síntesis

Ahora bien, la evaluación, siendo un elemento permanente en toda situación de


aprendizaje, y en cuanto tal, implica bastante más que la simple aplicación de pruebas
objetivas o algún tipo de medida. Como afirma De la Orden (1982), “el profesor deberá
dirigir su atención a cuestiones como éstas: ¿logré mis objetivos?, ¿cambió la conducta
de los alumnos?, ¿fueron efectivos mis procedimientos?, ¿los usaría de nuevo en una
situación similar?, ¿qué destrezas, aptitudes o conocimientos necesitan más atención?,
interesarse en averiguar si se siguieron los mejores caminos para lograr los objetivos
establecidos” (pág.14).

La evaluación es pues, en si misma, un proceso continuo y un elemento, a la vez, de toda


actividad educativa intencional.

b) El segundo término –calificación- es similar al de evaluación, en cuanto que exige una


comparación entre la realidad a evaluar –sujeto, objeto, situación, proceso- y el patrón o
criterio de evaluación; ahora bien, menos amplio, de menor nivel de generalidad.

Por lo general, el término calificación suele utilizarse para valorar solamente la conducta
de un alumno. Se habla por lo común de calificaciones escolares. Concretando un poco
más, una calificación escolar es siempre una apreciación del rendimiento de un alumno en
algún aspecto importante de la vida escolar.

En la aplicación práctica de cualquier modelo evaluativo, el concepto de calificación es un


elemento básico y fundamental que permite expresar cualitativa o cuantitativamente el
juicio global o específico, que corresponde, con mayor o menor fiabilidad y objetividad, al
resultado de la actividad del estudiante. En este juicio, se suele querer expresar el grado
de suficiencia o insuficiencia de los conocimientos, destrezas o habilidades demostradas
por un alumno, como resultado de algún tipo de prueba, examen o ejercicio.

La calificación escolar, pues, como apreciación del rendimiento, permite responder a


algunas exigencias capitales de todo sistema evaluativo del rendimiento escolar, tales
como:

1. Orientar al alumno, al informarle de su proceso.

2. Proporcionar al profesor un conocimiento objetivo del alumno y de la clase, a fin de


que pueda adaptar la actividad a los intereses, necesidades y ritmo del alumno.
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3. Facilitar el diagnóstico de los escolares, de cara a su posterior elección


académica y/o profesional.

4. Informar o motivar a los padres, ya que al indicarles el ritmo de progreso de sus


hijos se les impulsa a colaborar eficazmente en las tareas formativas realizadas en
la escuela.

5. Suministrar datos que permitan ayudar a la planificación de la enseñanza.

c) El tercer término aquí considerado es el de medida. Lo que parece obvio, es que la


calificación es el resultado de un examen (observación, comprobación, interrogación,
prueba objetiva, etc) y en este sentido, exige medir. Sin medición no es posible hablar
de calificación mínimamente objetiva y fiable, y por ende, no es posible hablar
1
tampoco de evaluación .

Los tres conceptos, pues, evaluación, calificación y medida, están íntimamente ligados.
Ciertamente, el valor de la evaluación y de la calificación (objetividad, fiabilidad o validez)
dependen de los criterios de examen y estimación; de aquí que existan distintas formas o
tipos de calificación, dependiendo del uso a que estén ordenadas, del país, del sistema
escolar, del nivel de enseñanza y de otros elementos. De igual forma, existen también
distintas formas o tipos de evaluación que analizaremos más adelante.

Siguiendo con el análisis del concepto de evaluación, y además de ser en un núcleo


conceptual un juicio de valor sobre una realidad, la evaluación se caracteriza además por
su carácter instrumental, esto es, evaluamos algo que trasciende a la propia evaluación.
Se evalúa para tomar decisiones en el contexto educativo, para mejorar la enseñanza y el
aprendizaje. Así pues, como afirma De la Orden (1982), “ al juicio de valor en que la
evaluación consiste, sigue una decisión… Ciertamente que en ocasiones la mera
formulación del juicio puede parecer la única decisión: tal alumno ha comprendido el
concepto; tal profesor es eficiente; tal departamento funciona bien; tal centro es mejor que
tal otro; etc. Pero aun en estos casos, hay decisiones implícitas que van más allá del
propio juicio de valor: este alumno ha comprendido, luego no necesito repetir la
explicación; como tal profesor o departamento o centro son eficientes, me quedo
satisfecho; etc. Estas consecuencias y otras de tipo similar constituyen la manifestación
mínima de la toma de decisiones inherente a todo proceso educativo” (pags. 17-19). El
diagrama que presentamos a continuación – tomando de De la Orden ( 1982, pág.18)-

1
Entendemos por medida, un concepto muy amplio, un concepto similar al que Sevens formula: “asignación de un
numeral a un objeto” Dicho numeral puede ser una categoría (medición nominal), un rango (medición ordinal), o un
valor cuantitativo con propiedades similares a las de los números reales (medición de intervalos o de razones).
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presenta en síntesis una estructura de la evaluación educativa coherente con las


características antes señaladas como definitorias del concepto de evaluación (Fig. 1).

En el contexto educativo, como vemos, pueden evaluarse diferentes instancias de la


realidad educativa:

a) El aprendizaje de los alumnos


b) La eficacia del profesor
c) La eficacia de un programa
d) La eficacia diferencial de diferentes técnicas o métodos didácticos
e) La eficacia relativa de diferentes materiales didácticos.
f) La estructura y organización de un departamento o de un centro educativo
g) La eficiencia de un esquema de evaluación
h) Etc.
De hecho, la evaluación educativa debe abarcar todo el conjunto de valores significativos
que inciden, no sólo en el aprendizaje, sino en la educación integral de los sujetos. Pero a
la vez, debe referirse también a todo el conjunto de elementos que forman parte del
proceso educativo, condicionándolo o facilitando la mejora de los educandos.

En este trabajo nos vamos a ocupar fundamentalmente de la evaluación del aprendizaje


de los alumnos, esto es, de las características, tipos, modelos y funciones de la
evaluación de los conocimientos adquiridos por unos alumnos en el contexto de una
institución educativa, aun cuando sea preciso hacer referencias ocasionales a la
evaluación de otros contextos educativos.

Quizás el punto de partida de este análisis sea la tesis del profesor De la Orden (1969,
1981, 1982) de que la evaluación, sea cual sea el sistema utilizado, tiene una influencia
decisiva y directa sobre la calidad de la educación. Esta tesis, que dicho autor formula así:
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R MODELO DE EVALUACIÓN

L
• Aprendizaje de los • Selección
I alumnos Recogida de información: • Admisión
Especificación de la • Clasificación
• Eficiencia docente observación y medida instancia de referencia
D • Programas • Sanción
• Métodos y técnicas • Certificación y
A • Materiales titulación
didácticos • Perfeccionamiento
D • Organización del del proceso
centro • Perfeccionamiento
• Sistema directivo del proceso docente-
discente
• Sistema de
Descripción y síntesis de la Formulación del criterio • Adopción de la mejor
E agrupamiento
naturaleza y característica evaluador alternativa
• Esquema de Comparación
evaluación de la realidad • Adaptación de
D
objetivos
• Etc.
• Planificación
U educacional
• Predicción
C Orientación
• Etc
A

T Juicio
Decisión
Figura 1.
I Diagnóstico/pronóstico

A
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“sea cual fuera la modalidad, sistema o tipo de evaluación vigente es un contexto


educacional, su influencia sobre el proceso y el producto de la educación es decisiva y
afecta directa o indirectamente a su calidad” (pág 23), nos debe invitar a reflexionar
sobre la importancia que debe darse al sistema evaluativo utilizado, y a la evaluación
educativa en general, dado que, según este planteamiento, el modelo de
comportamiento implícito en los criterios de evaluación –al constituir una expresión de
lo que se espera del alumno, puesto que es lo que realmente se le exige-, define de
una manera efectiva los objetivos reales y operantes de la educación, con
independencia de lo formulado en los programas y de que existan o no formulaciones
expresas o no de los mismos.

En consecuencia y así contemplada, la evaluación se constituye en motor y palanca


del aprendizaje del alumno y “determina en gran medida- al prescribir realmente los
objetivos de la educación- las características de la enseñanza y del aprendizaje, lo
que los alumnos aprenden y cómo los aprenden, lo que los profesores enseñan y
cómo lo enseñan, los contenidos y los métodos; en otras palabras, el producto y el
proceso de la educación” (De la Orden, 1982, pág. 25). Dada la importancia que
concedemos a este enfoque, continuemos con el análisis del mismo autor: “ En efecto
si la calidad de la educación está vinculada a un sistema de coherencia con el proceso
total de la educación, la virtualidad de la evaluación, como estímulo o freno de la
calidad educativa, dependerá enteramente de las características del esquema
evaluador. Si, los criterios y modos de evaluación que determinan los objetivos reales
y, en última instancia, el producto de la enseñanza y el aprendizaje son coherentes
con los objetivos formalmente establecidos –o sobre los que existe un consenso
implícito- y a través de ellos con los fines generales de la educación y el sistema de
valores del que derivan, la evaluación actuará como el más poderoso factor de
promoción de la calidad educativa, al garantizar la congruencia y eficacia del sistema
en su conjunto. Si, por el contrario, los criterios y modos de evaluación movilizan los
procesos educativos hacia objetivos o coherentes con las metas formalmente
establecidas o implícitamente aceptadas, ni en consecuencia con los fines generales
de la educación y el sistema axiológico en que se sustentan, la evaluación se
2
constituye en el mayor obstáculo a una educación de calidad” (págs.. 25-26)

2
Véanse ejemplos clarificadores de esta tesis en páginas 26 y 27 de De la Orden (1982)
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Quizás sea también importante, en este capítulo introductorio, diferenciar los


conceptos de evaluación e investigación. Es evidente que están íntimamente
relacionados, dado que en el proceso de evaluación y en el de investigación existen
muchos elementos comunes, tales como: la necesidad de formular los objetivos, la
necesidad de especificar variables, la importancia de diseñar el proceso, la necesidad
de medir, herramientas metodológicas de análisis, etc.; ahora bien, las diferencias
entre ambos conceptos son claras y básicamente radican en la finalidad diferencial de
ambos procesos. Así, mientras de decisiones sobre el valor de a que la evaluación es
un proceso que busca información para la valoración inmediata y la toma de
decisiones sobre el valor de algo, la investigación es más bien un proceso que busca
principios y leyes, conocimiento generalizable (al menos la investigación básica), un
proceso que busca conclusiones. Quizás, en ocasiones y en el intento de unir
investigación y praxis educativa, se han aproximado los conceptos de investigación y
la evaluación. Lo que debe quedar claro, es que la investigación busca
fundamentalmente conclusiones para la construcción de teoría, sobre la base de
distintos modelos o paradigmas, pero sin que dicha teoría tenga necesariamente una
aplicación inmediata, pretende generalizar los resultados a otras situaciones. Su
3
interés en esa situación y en las decisiones a tomar sobre ella .

Así pues, la evaluación es una actividad o proceso de identificación, recogida y


tratamiento de datos sobre elementos y hechos educativos con el objetivo de
valorarlos primero y, sobre dicha valoración, tomar decisiones. En palabras de Pérez
Juste (1986),” evaluar es el acto de valorar una realidad, formando parte de un
proceso cuyos momentos previos son los de fijación de las características de la
realidad a valorar, y de recogida de información sobre las mismas, y cuyas etapas
posteriores son la información y la toma de decisiones en función del juicio de valor
emitido” (pág 31)

Pophan(1980) utiliza una definición más practica aún: “ la evaluación educativa


sistemática consiste en un juicio formal del valor de los fenómenos educativos” (pág
16). En esta definición, destacan los conceptos sistemática( para diferenciar a la
evaluación educativa de la evaluación diaria informal) y formal ( en el sentido de
determinación del mérito de una actividad, concepto éste sobre el que Scriven, 1976,

3
Para una clarificación mayor, véase De la Orden, A. (1984), escorza (1980, págs.. 26-30) y Popham (1980,
págs.. 20-22)
Texto: Bases Pedagógicas de la Evaluación. Guía práctica para educadores.
Autor: José Manuel García Ramos
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ha insistido reiteradamente al afirmar que la valoración del mérito es la esencia del


acto evaluativo).

Así pues, y como síntesis, la evaluación implica tanto el procedimiento de recogida de


información como el procedimiento de toma de decisiones. No puede, de hecho,
hablarse de evaluación si falta la referencia a alguno de estos procedimientos. El
primero implica medir, el segundo valorar, decidir.

Quizás la definición del Comité Phi Delta Kappa de Evaluación de la Enseñanza


Nacional (1971) es de las que mejor expresan el concepto y el contenido de la
evaluación: “el procedimiento que define, obtiene y ofrece información útil para juzgar
decisiones alternativas”, esto es, para decidir cuál, de entre las opciones disponibles,
es la más adecuada y útil para alcanzar unos objetivos o para valorar si unos objetivos
se han cumplido o no y en qué grado.

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