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La verdad oculta sobre Camisea

Publicado el julio 21, 2009 por jonkepa

Octubre-2002

The Camisea Pipeline

Camisea es la mayor esperanza energética del Perú, el negocio se estima, con valor
agregado, en algo así como US$ 300 mil millones de dólares y el controvertido contrato de
concesión fue firmado por el gobierno transitorio de Valentín Paniagua en noviembre del
2000. Algo que ni siquiera el régimen de Fujimori se atrevió a hacer.

Sin embargo, los vientos de fronda abundan en esta zona selvática del país, los trabajadores
peruanos que laboran en Techint y Pluspetrol, ambas empresas argentinas, se quejan de
malos tratos, pagas exiguas, discriminaciones odiosas en favor de extranjeros que han
venido a laborar en las diferentes zonas de Kiteni, Kepashiato, Palma Real, Ivochote,
Echarate. Los paros y huelgas se han sentido localmente pero en Lima no se sabe nada
porque hay el propósito férreo de evitar que el periodismo nacional tome contacto con esta
espeluznante realidad.

Técnicos de Pluspetrol han calificado la comida que se da a los trabajadores como de


“basura”. Ha poco 40 intoxicados graficaron esta circunstancia que tiene a la empresa
Sodexho, proveedora de la alimentación, en el ojo de la tormenta. Esta “comida para
perros” como ha sido calificada, no conserva los estándares mínimos nutricionales que
garanticen una adecuada alimentación.

El asunto alcanza grados de escándalo porque el gerente general adjunto de esta


transnacional francesa, Sodexho, es nada menos que Martín Quijandría, hijo del inefable
ministro de Energía, Jaime Quijandría Salmón, el mismo que formara parte de la primera
Copri que comenzó el descuartizamiento de Petroperú durante la administración privatista
de Kenya Fujimori.
Por “ahorro” según ha insinuado Pluspetrol, el gaseoducto pasará directamente por
Ayacucho y no llegará a Quillabamba, esfumando, como por arte de magia, el anhelado
sueño termoeléctrico de ese castigado pueblo cusqueño.

La población de Quillabamba ha reaccionado indignada ante semejante postura: el gas de


Camisea debía –y esa era una condición indispensable- favorecer a los pobladores del
Cusco. Sin embargo, no va a ser así porque la empresa argentina así lo ha dispuesto con la
complicidad –real o aparente- de las autoridades del ministerio de Energía y Minas que se
hacen de la vista gorda.

Por tanto, la anhelada esperanza de una autonomía energética del Cusco, queda abortada
porque hay malas empresas que presumieron de gran continente económico que no quieren
construir el ramal hacia Quillabamba por razones mezquinas como censurables.

Si esto es así, ¿cómo es que el Estado peruano permite que Pluspetrol esté a la caza
desesperada de financiación por parte del Banco Interamericano de Desarrollo? Según el
ministro de Energía, Jaime Quijandría, los primeros US$ 70 millones de dólares serían
entregados a esta firma en el primer trimestre del 2003 porque ya habrían sido superados
las diferencias referidas al medio ambiente y a las comunidades indígenas.

Pocos meses atrás, el BID, donde labora la funcionaria brasilera Elizabeth Britto, trajo a
una numerosa delegación de dirigentes machiguengas a lo que denominaron audiencia
sobre Camisea. ¿Será suficiente esto como para que el BID conceda US$ 70 millones de
dólares a una empresa que –a ojos vista- carece de capital? ¿Y contra qué garantías presta el
BID a Pluspetrol? ¿No será que estamos ante un viejo esquema que involucra al Perú como
país garante hasta de una quiebra ajena que nos deje con el muerto al hombro?

Sin embargo, aquí en el Valle de La Convención, no parece que las condiciones del medio
ambiente sean las más propicias para los trabajos que ha emprendido Pluspetrol. La tala de
árboles no tiene ningún tipo de control; los helicópteros llegan mañana, tarde y noche a los
campamentos y producen un ruido que ahuyenta a la fauna y empiezan a producirse riñas y
peleas entre peruanos y los numerosos argentinos, colombianos y chilenos, traídos a
trabajar con facilidades extrañas a esta zona selvática. ¿Cómo así el ministro Quijandría
puede tan alegremente decir que el BID ya ha aprobado el préstamo a Pluspetrol cuando
esta empresa incumple con requisitos básicos?

Gran parte de los residuos provenientes de los trabajos diversos que aquí se llevan a cabo
van a dar a los ríos de la zona. No hay ningún tipo de tratamiento, en buen romance, las
aguas ribereñas empiezan a sentir el paso de la civilización y no el mejor de ellos porque
comienzan a contaminarse.

En los campamentos las condiciones de salubridad brillan por su ausencia. No hay vacunas,
no hay campañas de información, la suciedad atrae moscas portadoras de infecciones y los
zancudos tienen a mal traer a la población local que no sabe cómo combatir a estas plagas.
La posta médica en Echarate tiene solo dos médicos, pero no hay servicios higiénicos y
tampoco medicinas.
En Kiteni se han producido a la fecha más de 25 muertes por accidentes de trabajo que
aguardan hasta hoy la justa indemnización a que debieran tener derecho por parte de las
empresas responsables, pero ¡nada de nada!

Los quillabambinos y pobladores de los aledaños de Camisea se han reunido en diversas


oportunidades para tratar el tema y de sus reivindicaciones. Las autoridades locales han
dirigido cartas múltiples solicitando a Lima la inspección de sus denuncias por vejámenes y
abusos por parte de Techint, Pluspetrol y TGP. Sin embargo ¡no se oye padre!

¿Qué ocurre y cuál la razón o razones por las que el ministerio de Energía y Minas no toma
cartas en el asunto?

Una razón aparente es que Jaime Quijandría tiene a un hijo trabajando para Sodexho,
empresa que acostumbra a intoxicar a sus alimentados. Otra, que no se quiere entorpecer,
vía la desinformación sistemática, el préstamo que está implorando Pluspetrol al Banco
Interamericano de Desarrollo y que el mismo ministro ya ha anunciado como inminente.

Sin embargo ¿quién custodia la salud laboral y dignidad cívica de los peruanos de estas
zonas de Kiteni, Kepashiato, Ivochote, Cashiriare, Echarate, Quillabamba y en general de la
selva del Cusco?

Los testimonios dan cuenta parcial de una realidad más dura que las declaraciones alegres e
irresponsables de un ministro que ha demostrado una parcialidad más que escandalosa para
con las empresas extranjeras.

El mar de fondo aquí es que la concesión de Camisea adolece de vicios gigantescos. Una
empresita que tuvo un capital de US$ 400 dólares (S/. 1,500 nuevos soles), Hidrocarburos
Andinos SAC, se hizo del 10% del contrato en circunstancias hasta hoy nunca aclaradas. La
propaganda institucional de Pluspetrol ahora menciona a otra empresa Tecpetrol (100% de
Techint) que reemplaza a Hidrocarburos Andinos SAC. Sin embargo nadie sabe cómo ha
ocurrido esta traslación de acciones, si la hubo.

Además, un alto funcionario de Pluspetrol, Alberto Moons reveló al país la existencia de


una cláusula, la 8.6, que prevé el otorgamiento de regalías distintas hacia el Estado peruano
en caso de la exportación del gas, lo que contraviene el espíritu integral de todo el contrato
de concesión. Se ha llamado como la nueva página 11 a esta cláusula absolutamente lesiva
contra el Estado peruano.

Por toda respuesta, Pluspetrol ha maquillado hasta hoy sus informes, dice que tiene capital,
pero su campaña por obtener dinero del BID con el aval tácito del Estado peruano es
enorme.

Hasta hoy nadie entiende para qué van a traer el gas a Lima si aquí no hay un mercado que
absorba semejante volumen de producción. Otro absurdo aparente es que uno de los
ramales del gaseoducto vaya hacia Pisco, en la playa Lobería en el área precisamente de la
Reserva Ecológica de Paracas. ¿Se pretende ahuyentar la fauna marina, contaminar el agua
de la zona y destruir un atractivo turístico de innegable creación de divisas para el Estado
peruano? ¿Habría algún Estudio de Impacto Ambiental, capaz de darles pase a los
argentinos que ya se han hecho de múltiples terrenos en Pisco?

Irregularidades al por mayor, desprecios y abusos son los que aquí en Camisea se
protagonizan a diario. Es deber del periodismo denunciar semejante estado de cosas y
reclamar la atención de los demás medios para que el Perú no consienta a través de la mala
acción de empresas acostumbradas a tratar con autoridades inmorales y comprables, la
subasta de un negocio tan gigantesco que debe ser patrimonio exclusivo de los peruanos y
de quienes quieran venir a invertir con tecnología y poder financiero auténticos. No como
ahora que somos campo de experimentación de empresitas irresponsables y encima
insolentes porque así se los permiten.

Es hora de tocar el tema de Camisea y de hacerlo con la verdad en la mano. Este testimonio
echa luces sobre un tema en el que hay que ir hasta las últimas consecuencias para
establecer el grado de complicidad o abyección al que podrían haber llegado ciertos
personajes políticos con ambiciones hasta presidenciales.

octubre-2002

Camisea es la mayor esperanza energética del Perú, el negocio se estima, con valor
agregado, en algo así como US$ 300 mil millones de dólares y el controvertido contrato de
concesión fue firmado por el gobierno transitorio de Valentín Paniagua en noviembre del
2000. Algo que ni siquiera el régimen de Fujimori se atrevió a hacer.

Sin embargo, los vientos de fronda abundan en esta zona selvática del país, los trabajadores
peruanos que laboran en Techint y Pluspetrol, ambas empresas argentinas, se quejan de
malos tratos, pagas exiguas, discriminaciones odiosas en favor de extranjeros que han
venido a laborar en las diferentes zonas de Kiteni, Kepashiato, Palma Real, Ivochote,
Echarate. Los paros y huelgas se han sentido localmente pero en Lima no se sabe nada
porque hay el propósito férreo de evitar que el periodismo nacional tome contacto con esta
espeluznante realidad.

Técnicos de Pluspetrol han calificado la comida que se da a los trabajadores como de


“basura”. Ha poco 40 intoxicados graficaron esta circunstancia que tiene a la empresa
Sodexho, proveedora de la alimentación, en el ojo de la tormenta. Esta “comida para
perros” como ha sido calificada, no conserva los estándares mínimos nutricionales que
garanticen una adecuada alimentación.

El asunto alcanza grados de escándalo porque el gerente general adjunto de esta


transnacional francesa, Sodexho, es nada menos que Martín Quijandría, hijo del inefable
ministro de Energía, Jaime Quijandría Salmón, el mismo que formara parte de la primera
Copri que comenzó el descuartizamiento de Petroperú durante la administración privatista
de Kenya Fujimori.
Por “ahorro” según ha insinuado Pluspetrol, el gaseoducto pasará directamente por
Ayacucho y no llegará a Quillabamba, esfumando, como por arte de magia, el anhelado
sueño termoeléctrico de ese castigado pueblo cusqueño.

La población de Quillabamba ha reaccionado indignada ante semejante postura: el gas de


Camisea debía –y esa era una condición indispensable- favorecer a los pobladores del
Cusco. Sin embargo, no va a ser así porque la empresa argentina así lo ha dispuesto con la
complicidad –real o aparente- de las autoridades del ministerio de Energía y Minas que se
hacen de la vista gorda.

Por tanto, la anhelada esperanza de una autonomía energética del Cusco, queda abortada
porque hay malas empresas que presumieron de gran continente económico que no quieren
construir el ramal hacia Quillabamba por razones mezquinas como censurables.

Si esto es así, ¿cómo es que el Estado peruano permite que Pluspetrol esté a la caza
desesperada de financiación por parte del Banco Interamericano de Desarrollo? Según el
ministro de Energía, Jaime Quijandría, los primeros US$ 70 millones de dólares serían
entregados a esta firma en el primer trimestre del 2003 porque ya habrían sido superados
las diferencias referidas al medio ambiente y a las comunidades indígenas.

Pocos meses atrás, el BID, donde labora la funcionaria brasilera Elizabeth Britto, trajo a
una numerosa delegación de dirigentes machiguengas a lo que denominaron audiencia
sobre Camisea. ¿Será suficiente esto como para que el BID conceda US$ 70 millones de
dólares a una empresa que –a ojos vista- carece de capital? ¿Y contra qué garantías presta el
BID a Pluspetrol? ¿No será que estamos ante un viejo esquema que involucra al Perú como
país garante hasta de una quiebra ajena que nos deje con el muerto al hombro?

Sin embargo, aquí en el Valle de La Convención, no parece que las condiciones del medio
ambiente sean las más propicias para los trabajos que ha emprendido Pluspetrol. La tala de
árboles no tiene ningún tipo de control; los helicópteros llegan mañana, tarde y noche a los
campamentos y producen un ruido que ahuyenta a la fauna y empiezan a producirse riñas y
peleas entre peruanos y los numerosos argentinos, colombianos y chilenos, traídos a
trabajar con facilidades extrañas a esta zona selvática. ¿Cómo así el ministro Quijandría
puede tan alegremente decir que el BID ya ha aprobado el préstamo a Pluspetrol cuando
esta empresa incumple con requisitos básicos?

Gran parte de los residuos provenientes de los trabajos diversos que aquí se llevan a cabo
van a dar a los ríos de la zona. No hay ningún tipo de tratamiento, en buen romance, las
aguas ribereñas empiezan a sentir el paso de la civilización y no el mejor de ellos porque
comienzan a contaminarse.

En los campamentos las condiciones de salubridad brillan por su ausencia. No hay vacunas,
no hay campañas de información, la suciedad atrae moscas portadoras de infecciones y los
zancudos tienen a mal traer a la población local que no sabe cómo combatir a estas plagas.
La posta médica en Echarate tiene solo dos médicos, pero no hay servicios higiénicos y
tampoco medicinas.
En Kiteni se han producido a la fecha más de 25 muertes por accidentes de trabajo que
aguardan hasta hoy la justa indemnización a que debieran tener derecho por parte de las
empresas responsables, pero ¡nada de nada!

Los quillabambinos y pobladores de los aledaños de Camisea se han reunido en diversas


oportunidades para tratar el tema y de sus reivindicaciones. Las autoridades locales han
dirigido cartas múltiples solicitando a Lima la inspección de sus denuncias por vejámenes y
abusos por parte de Techint, Pluspetrol y TGP. Sin embargo ¡no se oye padre!

¿Qué ocurre y cuál la razón o razones por las que el ministerio de Energía y Minas no toma
cartas en el asunto?

Una razón aparente es que Jaime Quijandría tiene a un hijo trabajando para Sodexho,
empresa que acostumbra a intoxicar a sus alimentados. Otra, que no se quiere entorpecer,
vía la desinformación sistemática, el préstamo que está implorando Pluspetrol al Banco
Interamericano de Desarrollo y que el mismo ministro ya ha anunciado como inminente.

Sin embargo ¿quién custodia la salud laboral y dignidad cívica de los peruanos de estas
zonas de Kiteni, Kepashiato, Ivochote, Cashiriare, Echarate, Quillabamba y en general de la
selva del Cusco?

Los testimonios dan cuenta parcial de una realidad más dura que las declaraciones alegres e
irresponsables de un ministro que ha demostrado una parcialidad más que escandalosa para
con las empresas extranjeras.

El mar de fondo aquí es que la concesión de Camisea adolece de vicios gigantescos. Una
empresita que tuvo un capital de US$ 400 dólares (S/. 1,500 nuevos soles), Hidrocarburos
Andinos SAC, se hizo del 10% del contrato en circunstancias hasta hoy nunca aclaradas. La
propaganda institucional de Pluspetrol ahora menciona a otra empresa Tecpetrol (100% de
Techint) que reemplaza a Hidrocarburos Andinos SAC. Sin embargo nadie sabe cómo ha
ocurrido esta traslación de acciones, si la hubo.

Además, un alto funcionario de Pluspetrol, Alberto Moons reveló al país la existencia de


una cláusula, la 8.6, que prevé el otorgamiento de regalías distintas hacia el Estado peruano
en caso de la exportación del gas, lo que contraviene el espíritu integral de todo el contrato
de concesión. Se ha llamado como la nueva página 11 a esta cláusula absolutamente lesiva
contra el Estado peruano.

Por toda respuesta, Pluspetrol ha maquillado hasta hoy sus informes, dice que tiene capital,
pero su campaña por obtener dinero del BID con el aval tácito del Estado peruano es
enorme.

Hasta hoy nadie entiende para qué van a traer el gas a Lima si aquí no hay un mercado que
absorba semejante volumen de producción. Otro absurdo aparente es que uno de los
ramales del gaseoducto vaya hacia Pisco, en la playa Lobería en el área precisamente de la
Reserva Ecológica de Paracas. ¿Se pretende ahuyentar la fauna marina, contaminar el agua
de la zona y destruir un atractivo turístico de innegable creación de divisas para el Estado
peruano? ¿Habría algún Estudio de Impacto Ambiental, capaz de darles pase a los
argentinos que ya se han hecho de múltiples terrenos en Pisco?

Irregularidades al por mayor, desprecios y abusos son los que aquí en Camisea se
protagonizan a diario. Es deber del periodismo denunciar semejante estado de cosas y
reclamar la atención de los demás medios para que el Perú no consienta a través de la mala
acción de empresas acostumbradas a tratar con autoridades inmorales y comprables, la
subasta de un negocio tan gigantesco que debe ser patrimonio exclusivo de los peruanos y
de quienes quieran venir a invertir con tecnología y poder financiero auténticos. No como
ahora que somos campo de experimentación de empresitas irresponsables y encima
insolentes porque así se los permiten.

Es hora de tocar el tema de Camisea y de hacerlo con la verdad en la mano. Este testimonio
echa luces sobre un tema en el que hay que ir hasta las últimas consecuencias para
establecer el grado de complicidad o abyección al que podrían haber llegado ciertos
personajes políticos con ambiciones hasta presidenciales.

octubre-2002

Camisea es la mayor esperanza energética del Perú, el negocio se estima, con valor
agregado, en algo así como US$ 300 mil millones de dólares y el controvertido contrato de
concesión fue firmado por el gobierno transitorio de Valentín Paniagua en noviembre del
2000. Algo que ni siquiera el régimen de Fujimori se atrevió a hacer.

Sin embargo, los vientos de fronda abundan en esta zona selvática del país, los trabajadores
peruanos que laboran en Techint y Pluspetrol, ambas empresas argentinas, se quejan de
malos tratos, pagas exiguas, discriminaciones odiosas en favor de extranjeros que han
venido a laborar en las diferentes zonas de Kiteni, Kepashiato, Palma Real, Ivochote,
Echarate. Los paros y huelgas se han sentido localmente pero en Lima no se sabe nada
porque hay el propósito férreo de evitar que el periodismo nacional tome contacto con esta
espeluznante realidad.

Técnicos de Pluspetrol han calificado la comida que se da a los trabajadores como de


“basura”. Ha poco 40 intoxicados graficaron esta circunstancia que tiene a la empresa
Sodexho, proveedora de la alimentación, en el ojo de la tormenta. Esta “comida para
perros” como ha sido calificada, no conserva los estándares mínimos nutricionales que
garanticen una adecuada alimentación.

El asunto alcanza grados de escándalo porque el gerente general adjunto de esta


transnacional francesa, Sodexho, es nada menos que Martín Quijandría, hijo del inefable
ministro de Energía, Jaime Quijandría Salmón, el mismo que formara parte de la primera
Copri que comenzó el descuartizamiento de Petroperú durante la administración privatista
de Kenya Fujimori.
Por “ahorro” según ha insinuado Pluspetrol, el gaseoducto pasará directamente por
Ayacucho y no llegará a Quillabamba, esfumando, como por arte de magia, el anhelado
sueño termoeléctrico de ese castigado pueblo cusqueño.

La población de Quillabamba ha reaccionado indignada ante semejante postura: el gas de


Camisea debía –y esa era una condición indispensable- favorecer a los pobladores del
Cusco. Sin embargo, no va a ser así porque la empresa argentina así lo ha dispuesto con la
complicidad –real o aparente- de las autoridades del ministerio de Energía y Minas que se
hacen de la vista gorda.

Por tanto, la anhelada esperanza de una autonomía energética del Cusco, queda abortada
porque hay malas empresas que presumieron de gran continente económico que no quieren
construir el ramal hacia Quillabamba por razones mezquinas como censurables.

Si esto es así, ¿cómo es que el Estado peruano permite que Pluspetrol esté a la caza
desesperada de financiación por parte del Banco Interamericano de Desarrollo? Según el
ministro de Energía, Jaime Quijandría, los primeros US$ 70 millones de dólares serían
entregados a esta firma en el primer trimestre del 2003 porque ya habrían sido superados
las diferencias referidas al medio ambiente y a las comunidades indígenas.

Pocos meses atrás, el BID, donde labora la funcionaria brasilera Elizabeth Britto, trajo a
una numerosa delegación de dirigentes machiguengas a lo que denominaron audiencia
sobre Camisea. ¿Será suficiente esto como para que el BID conceda US$ 70 millones de
dólares a una empresa que –a ojos vista- carece de capital? ¿Y contra qué garantías presta el
BID a Pluspetrol? ¿No será que estamos ante un viejo esquema que involucra al Perú como
país garante hasta de una quiebra ajena que nos deje con el muerto al hombro?

Sin embargo, aquí en el Valle de La Convención, no parece que las condiciones del medio
ambiente sean las más propicias para los trabajos que ha emprendido Pluspetrol. La tala de
árboles no tiene ningún tipo de control; los helicópteros llegan mañana, tarde y noche a los
campamentos y producen un ruido que ahuyenta a la fauna y empiezan a producirse riñas y
peleas entre peruanos y los numerosos argentinos, colombianos y chilenos, traídos a
trabajar con facilidades extrañas a esta zona selvática. ¿Cómo así el ministro Quijandría
puede tan alegremente decir que el BID ya ha aprobado el préstamo a Pluspetrol cuando
esta empresa incumple con requisitos básicos?

Gran parte de los residuos provenientes de los trabajos diversos que aquí se llevan a cabo
van a dar a los ríos de la zona. No hay ningún tipo de tratamiento, en buen romance, las
aguas ribereñas empiezan a sentir el paso de la civilización y no el mejor de ellos porque
comienzan a contaminarse.

En los campamentos las condiciones de salubridad brillan por su ausencia. No hay vacunas,
no hay campañas de información, la suciedad atrae moscas portadoras de infecciones y los
zancudos tienen a mal traer a la población local que no sabe cómo combatir a estas plagas.
La posta médica en Echarate tiene solo dos médicos, pero no hay servicios higiénicos y
tampoco medicinas.
En Kiteni se han producido a la fecha más de 25 muertes por accidentes de trabajo que
aguardan hasta hoy la justa indemnización a que debieran tener derecho por parte de las
empresas responsables, pero ¡nada de nada!

Los quillabambinos y pobladores de los aledaños de Camisea se han reunido en diversas


oportunidades para tratar el tema y de sus reivindicaciones. Las autoridades locales han
dirigido cartas múltiples solicitando a Lima la inspección de sus denuncias por vejámenes y
abusos por parte de Techint, Pluspetrol y TGP. Sin embargo ¡no se oye padre!

¿Qué ocurre y cuál la razón o razones por las que el ministerio de Energía y Minas no toma
cartas en el asunto?

Una razón aparente es que Jaime Quijandría tiene a un hijo trabajando para Sodexho,
empresa que acostumbra a intoxicar a sus alimentados. Otra, que no se quiere entorpecer,
vía la desinformación sistemática, el préstamo que está implorando Pluspetrol al Banco
Interamericano de Desarrollo y que el mismo ministro ya ha anunciado como inminente.

Sin embargo ¿quién custodia la salud laboral y dignidad cívica de los peruanos de estas
zonas de Kiteni, Kepashiato, Ivochote, Cashiriare, Echarate, Quillabamba y en general de la
selva del Cusco?

Los testimonios dan cuenta parcial de una realidad más dura que las declaraciones alegres e
irresponsables de un ministro que ha demostrado una parcialidad más que escandalosa para
con las empresas extranjeras.

El mar de fondo aquí es que la concesión de Camisea adolece de vicios gigantescos. Una
empresita que tuvo un capital de US$ 400 dólares (S/. 1,500 nuevos soles), Hidrocarburos
Andinos SAC, se hizo del 10% del contrato en circunstancias hasta hoy nunca aclaradas. La
propaganda institucional de Pluspetrol ahora menciona a otra empresa Tecpetrol (100% de
Techint) que reemplaza a Hidrocarburos Andinos SAC. Sin embargo nadie sabe cómo ha
ocurrido esta traslación de acciones, si la hubo.

Además, un alto funcionario de Pluspetrol, Alberto Moons reveló al país la existencia de


una cláusula, la 8.6, que prevé el otorgamiento de regalías distintas hacia el Estado peruano
en caso de la exportación del gas, lo que contraviene el espíritu integral de todo el contrato
de concesión. Se ha llamado como la nueva página 11 a esta cláusula absolutamente lesiva
contra el Estado peruano.

Por toda respuesta, Pluspetrol ha maquillado hasta hoy sus informes, dice que tiene capital,
pero su campaña por obtener dinero del BID con el aval tácito del Estado peruano es
enorme.

Hasta hoy nadie entiende para qué van a traer el gas a Lima si aquí no hay un mercado que
absorba semejante volumen de producción. Otro absurdo aparente es que uno de los
ramales del gaseoducto vaya hacia Pisco, en la playa Lobería en el área precisamente de la
Reserva Ecológica de Paracas. ¿Se pretende ahuyentar la fauna marina, contaminar el agua
de la zona y destruir un atractivo turístico de innegable creación de divisas para el Estado
peruano? ¿Habría algún Estudio de Impacto Ambiental, capaz de darles pase a los
argentinos que ya se han hecho de múltiples terrenos en Pisco?

Irregularidades al por mayor, desprecios y abusos son los que aquí en Camisea se
protagonizan a diario. Es deber del periodismo denunciar semejante estado de cosas y
reclamar la atención de los demás medios para que el Perú no consienta a través de la mala
acción de empresas acostumbradas a tratar con autoridades inmorales y comprables, la
subasta de un negocio tan gigantesco que debe ser patrimonio exclusivo de los peruanos y
de quienes quieran venir a invertir con tecnología y poder financiero auténticos. No como
ahora que somos campo de experimentación de empresitas irresponsables y encima
insolentes porque así se los permiten.

Es hora de tocar el tema de Camisea y de hacerlo con la verdad en la mano. Este testimonio
echa luces sobre un tema en el que hay que ir hasta las últimas consecuencias para
establecer el grado de complicidad o abyección al que podrían haber llegado ciertos
personajes políticos con ambiciones hasta presidenciales.

por Herbert Mujica Rojas*

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