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Adolescentes: Consecuencias de no dormir

Durante las vacaciones, el trasnochar con frecuencia parece de lo más normal... ¿Qué tanto afecta esta
situación en su desarrollo físico?

¿Qué tiene de malo que me acueste a las 4:00 de la mañana y me levante al


mediodía, si estoy de vacaciones? Clásica pregunta de un adolescente durante el
verano, que necesita de una sólida respuesta de sus padres.

Para muchos jóvenes, el verano es sinónimo de dormir durante el día y vivir de


noche. No saben cuán necesario es un sueño reponedor en esta etapa de grandes
cambios, los cuales exigen que el organismo descanse. Desconocen también que no
sólo deben dormir un mínimo de horas, sino que éstas deben ser nocturnas.

Mientras el recién nacido necesita 14 y hasta 17 horas de sueño y un preescolar debe


dormir 9 horas, los adolescentes deberían dormir un mínimo de 10 horas, pues su
organismo está sufriendo muchos cambios, tanto desde el punto de vista físico como
psíquico.

Porque el sueño no es sólo para descansar y reponer fuerzas: mientras dormimos se


renuevan las células del cuerpo, piel y vísceras. Asimismo, se forman defensas
contra las enfermedades, como son los glóbulos blancos y, entre otras cosas, se
producen las hormonas necesarias para el crecimiento. "Mientras mejor es la calidad
del sueño, mejor es el mantenimiento del organismo", señaló recientemente en una
entrevista de prensa la neuropsiquiatra de niños y adolescentes, Amanda Céspedes.
"Las proteínas de la inteligencia -agregó la doctora- se adosan a la membrana de
cada uno de los millones de neuronas cerebrales y se sintetizan en el sueño
profundo, para ser empleadas durante la vigilia todas las veces que se requiere, de
un modo infinito, a través de la vida.

La falta de sueño también repercute en el carácter y el rendimiento académico de los


adolescentes. Si no se duerme bien, se produce irritabilidad, mal carácter y
agresividad. En cuanto al rendimiento escolar, hay estudios que demuestran la
importancia que tiene dormir en forma adecuada. Uno de ellos es el que actualmente
realiza el Centro Médico del Sueño de la Universidad Católica en alrededor de 100
escolares, cuyas edades fluctúan entre 8 y 15 años. "Según los resultados
preliminares existe una directa relación entre problemas de sueño y alteraciones
académicas", dice el doctor Tomás Mesa, neurólogo infantil y coordinador de la
sección pediátrica de dicho Centro Universitario.

¿A QUÉ HORA?

Una moda española o argentina trajo a Chile la costumbre de salir muy de noche.
Muchos panoramas empiezan, como mínimo, a la una de la mañana. "¡Mamá, si
mañana duermo hasta las tres de la tarde y recupero las horas de sueño!", suelen
alegar. Pero la intuición de las madres no es vana: no es lo mismo dormir de día que
dormir de noche, por algo la naturaleza dispuso horas "oscuras" (especiales para
invocar a Morfeo) y horas "claras". Según el doctor Tomás Mesa, además de la
cantidad de horas de sueño, es fundamental dormir de noche. Explica que el sueño y
la vigilia (horas en que estamos despiertos) constituyen un ciclo indisolublemente
unido: todo lo que ocurre durante ella va a tener una expresión sobre él y viceversa.

"Alrededor de 15 horas después de habernos levantado, nos da sueño porque el


organismo está fatigado, nos cansamos tanto física como psíquicamente. Es
importante descansar en ese momento y no prolongar artificialmente la vigilia ,
señala el médico.

Para el doctor Mesa, si un adolescente se acuesta a las cuatro de la mañana después


de haber comido, bailado y tenido gran actividad, su sueño no va a ser el mismo que
podría tener sin tanta excitación previa. "No va a tener un sueño tan calmo y
reparador como el que necesita y las diferentes etapas del sueño no se lograrán
como se debe", agrega el profesional.

Dormir de noche, es decir, cuando no hay luz, no es un capricho del cuerpo. "El ciclo
circadiano, el día y la noche, nos hace funcionar desde un punto de vista hormonal, y
es por eso que tenemos que dormir cuando no hay luz. Hay una serie de hormonas,
como la melatonina, que dejan de producirse con la aparición de la luz solar", explica
el doctor Mesa. La neuropsiquiatra infantil Amanda Céspedes señala que la
melatonina ayuda a mantener el sueño durante 8 ó 10 horas, activa los procesos de
síntesis de proteínas y de recambio celular, y estimula la producción de endorfinas,
que son hormonas del bienestar y el afecto.

Para la profesional, si se mantienen artificialmente la vigilia y la luz, la melatonina no


se produce y tampoco las endorfinas; además sobreviene el insomnio, pues la
melatonina también es la que induce a dormir de noche.

A todo esto se une lo fundamentales que son desde el punto de vista fisiológico y
psicológico, las horas que van desde las once de la noche a las tres de la mañana,
porque en esos momentos el organismo requiere una actividad mínima, tanto de
alimentación como de actividad física o mental.

Finalmente, el doctor Mesa plantea que en los ciclos circadianos la temperatura, la


actividad mental y la actividad cardiaca funcionan más precariamente alrededor de la
una y dos de la mañana. "Muchos accidentes se producen a estas horas porque el
organismo está más débil", concluye el neurólogo infantil.

¿NADAR CONTRA LA CORRIENTE?

Dormir de noche no sólo es importante desde el punto de vista fisiológico, sino


también para tener una sana convivencia familiar. Si para los jóvenes la mañana es
noche, se olvidan del deporte, se atrasa el aseo de sus piezas y llegan con dificultad
al almuerzo familiar.

Los propios jóvenes reconocen que preferirían acostarse más temprano para no estar
tan cansados al día siguiente y aprovecharlo mejor. Sin embargo, no quieren ser los
primeros en llegar a los panoramas, aunque tengan que "hacer hora" en sus casas
hasta las doce de la noche.

"Como padre creo que lo que se puede hacer es tratar de ponerse de acuerdo con los
otros padres para tratar de que las fiestas no duren hasta tan tarde. Me parece que
la única manera de que se acuesten más temprano es hablar con la comunidad y con
nuestros hijos. Uno no puede prohibir por ley dice el doctor Mesa.

Las horas que van desde las once de la noche a las tres de la mañana son
fundamentales desde un punto de vista fisiológico y psicológico, porque en esos
momentos el organismo requiere una actividad mínima para producir melatonina y
endomorfinas, responsables del correcto funcionamiento del cuerpo y la mente.

Dormir de noche, es decir, cuando no hay luz, no es un capricho del cuerpo. "El ciclo
circadiano, el día y la noche, nos hace funcionar desde un punto de vista hormonal, y
es por eso que tenemos que dormir cuando no hay luz, Hay una serie de hormonas,
como la melatonina, que dejan de producirse con la aparición de la luz solar".

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