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13/02/2011

Perfil
Mitos y realidades sobre la inversión extranjera
Por Matías Kulfas
En los últimos meses, algunos economistas criticaron la política económica por no gene
rar las condiciones apropiadas para atraer capitales extranjeros, limitando –según e
llos– la capacidad para ampliar los niveles de inversión de nuestra economía.
Veamos qué ha ocurrido en los últimos años en la región. Resultaría esperable que los ingr
esos de inversión extranjera contribuyeran a incrementar la capacidad productiva d
e la economía, ampliando el acervo de capital existente. En otras palabras, que la
tasa de inversión de la economía, es decir la relación entre ésta y el PIB, se incremen
te.
Sin embargo, al observar los datos de los últimos años los resultados son ambiguos.
Es cierto que la Argentina ha perdido peso en materia de atracción de inversión extr
anjera directa.
También es real que países como Brasil y Chile fueron más dinámicos y que Colombia y Perú
mostraron mayor capacidad de atracción. Pero lo notable es que la tasa de inversión
de la Argentina es hoy superior tanto a la de Brasil como a la de Chile y Perú.
O sea que los inversores extranjeros vienen menos a la Argentina, pero en nuestr
o país se invierte más. A algunos podrá resultarles paradójico este resultado, pero los
datos del cuadro son contundentes.
Más aún, a pesar de que en la actualidad los flujos de inversión extranjera directa qu
e recibe nuestro país son aproximadamente la mitad de los que ingresaban en la décad
a del 90, la tasa de inversión es ahora seis puntos porcentuales más elevada que en
aquel período.
No es posible identificar patrones claros. Colombia, México, Perú y Uruguay son caso
s que muestran incrementos de sus tasas de inversión en forma concomitante a mayor
es ingresos de inversión extranjera directa.
La situación de Chile es inversa a la de Argentina: crecen los ingresos de inversión
externa pero su tasa se redujo. Y Venezuela contradice la lógica que se pretende
instalar como verdad revelada, pues los ingresos por inversiones externas se des
plomaron pero la tasa de inversión agregada no sólo creció: fue la más alta de la región.
En realidad, esta ambigüedad en los resultados no es novedosa. Los economistas Ago
sín y Mayer realizaron un estudio analizando los efectos de la inversión extranjera
sobre 32 países en desarrollo. Los resultados sorprendieron a ciertos sectores aca
démicos: en los países asiáticos, a mayores ingresos de inversión extranjera se producía u
n incremento de la tasa de inversión, al tiempo que en América latina esos mayores i
ngresos desplazaban a los inversores locales y no incidían positivamente en el inc
remento del stock de capital de la economía. La recomendación de los autores fue cla
ra: el efecto positivo sobre la inversión doméstica no está asegurado y la idea de que
la inversión extranjera siempre es positiva para el desarrollo del país –y que entonc
es una política liberal es suficiente para lograr resultados positivos– no se ve en
absoluto sustentada por los datos.
En síntesis, la evidencia empírica muestra que Argentina ha logrado la mayor tasa de
inversión de su economía en varias décadas, aún en un contexto en el que no se ubicó entr
e los países más atractivos de la región para el capital externo. La explicación de este
resultado hay que buscarla en la forma en que gestionó sus políticas macroeconómicas,
en los incentivos orientados al desarrollo productivo y la creación de empleos, e
n la eficaz gestión de las finanzas públicas y el adecuado proceso de desendeudamien
to externo. Es este el camino que habrá que profundizar si se pretende aumentar más
los niveles de inversión. El otro ya lo vivimos y produjo los resultados contrario
s.
* Economista. Director BNA y Presidente de AEDA

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