MINISTERIO DE EMPLEO
TRABAJO Y
ASUNTOS SOCIALES DIRECCIÓN GENERAL DE
TRABAJO
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2. La Ley 32/2006, de 18 de octubre, incluye en su ámbito de aplicación (artículo 2)
“los contratos que se celebren, en régimen de subcontratación, para la ejecución de
los siguientes trabajos realizados en obras de construcción:
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La preocupación por la existencia de estas prácticas contrarias a la salud y
seguridad de los trabajadores es la que conduce a abordar “una regulación del
régimen jurídico de la subcontratación que, reconociendo su importancia para el
sector de la construcción y de la especialización para el incremento de la
productividad, establece una serie de garantías dirigidas a evitar que la falta de
control en esta forma de organización productiva ocasione situaciones objetivas de
riesgo para la seguridad y salud de los trabajadores.”
- Exigir una serie de requisitos de calidad o solvencia a las empresas que vayan a
actuar en este sector: disposición de una organización preventiva adecuada, de
recursos humanos debidamente formados y de un nivel mínimo de estabilidad en
el empleo en el conjunto de la empresa.
4. En la línea expuesta, no cabe duda de que las empresas a las que se refiere la
consulta serán, con seguridad, de las que producen ganancias de productividad, en
la medida en que:
Ahora bien, el hecho de que la empresa subcontratada sea de uno u otro tipo no
determina la inclusión o exclusión en el ámbito de aplicación de la Ley, pues esa
inclusión se hace depender en la norma de los siguientes factores:
Por otra parte, este criterio objetivo no difiere del utilizado en otras ocasiones por la
normativa laboral, como ocurre, señaladamente, en el caso del Real Decreto
1627/1997, de 24 de octubre, por el que se establecen disposiciones mínimas de
seguridad y salud en las obras de construcción.
6. Con los datos anteriores se puede concluir que un contrato celebrado entre
dos empresas que tiene por objeto que una de ellas ponga a disposición de la
otra una grúa y un operador de grúa, con el fin de efectuar trabajos
identificados en el artículo 2 de la Ley (incluidos, en definitiva, en un proyecto de
obra), estará incluido en el ámbito de aplicación de la Ley 32/2006, de 18 de
octubre.
Si, por el contrario, el contrato tuviera como objeto el mero arrendamiento del equipo
para su utilización por los propios trabajadores de la empresa contratante, nos
hallaríamos ante un contrato diferente, cuyo fin no sería la ejecución de ningún
trabajo en la obra, sino el mero arrendamiento de un bien, circunstancia ésta que se
produce también con frecuencia y normalidad en el ámbito de la construcción.
7. Como indica el Código Civil, “toda obligación consiste en dar, hacer o no hacer
alguna cosa” (artículo 1088); en el caso del contrato de arrendamiento, lo arrendado
pueden ser cosas, obras o servicios (artículo 1542). Es claro que lo que se arrienda
en el supuesto planteado no es simplemente una cosa, pues no sólo se arrienda
el equipo, sino que también se contrata la prestación de servicios de un operador
para dicho equipo; por otra parte, es obvio que el trabajador no puede ser
considerado un objeto susceptible de arrendamiento.
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En consecuencia, el contrato sólo podrá considerarse como un arrendamiento
de servicios, en el que se contratará la prestación de servicios de un operario y de
su máquina. Ambos (equipo y operador) formarán parte, pues, de una prestación de
hacer que se lleva a cabo por un tiempo determinado a cambio de un precio. En la
medida en que esa prestación consista en ejecutar trabajos (aunque sean
inespecíficos) en una obra de construcción incluida en el ámbito de aplicación de la
Ley 32/2006, de 18 de octubre, la empresa denominada arrendataria tendrá la
consideración de contratista o –más probablemente- de subcontratista, en el nivel
que corresponda.
Por otra parte, tampoco puede entenderse que el hecho de que los trabajos de la
grúa se lleven a cabo bajo la dirección técnica del personal de la obra suponga que
la empresa subcontratada no aporte la infraestructura necesaria, ni asuma los
riesgos de su actividad, ni ordene u organice la actividad de sus trabajadores, pues
todas ellas son condiciones necesarias para ser una empresa real. De otra manera,
esto es, si no hubiera una organización y dirección del trabajo de los empleados (al
margen de instrucciones técnicas que puedan recibirse de terceros), cabría calificar
el arrendamiento de servicios como una cesión ilegal de personal, lo que, con
seguridad, no se produce en este caso.
9. Debe señalarse, por último, que los criterios expuestos no tienen carácter
vinculante, sino meramente informativo, al carecer la Administración de competencia
para efectuar interpretaciones de aquel carácter, competencia esta atribuida en
exclusiva a los órganos jurisdiccionales del orden social.
EL DIRECTOR GENERAL
P.D. EL SUBDIRECTOR GENERAL