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LV ANIVERSARIO DEL ASESINATO


DE MATIAS MONTERO

HAN MATADO A MATÍAS


MONTERO

LV ANIVERSARIO DEL ASESINATO DE MATIAS MONTERO

Invierno de 1933 a 1934. El frío de Madrid se hace más crudo al ritmo de la violencia,
impuesta a una República que es incapaz de dirigir los destinos de España. El otoño
anterior (29 de octubre de 1933) ha visto nacer a Falange Española. Al abrigo de ésta ha
surgido, en noviembre, una nueva organización estudiantil: el Sindicato Español
Universitario (SEU), que encabezan varios jóvenes falangistas, como Manuel Valdés,
Alejandro Allanegui, David Jato, Alejandro Salazar y un joven santanderino, estudiante de
Medicina, llamado Matías Montero.

LOS PRIMEROS PASOS DE LA FALANGE Y DEL SEU

Los primeros días de la joven Falange discurren en Madrid con la ferviente actividad de
estos jóvenes y de sus camaradas. En las calles se dedican a vocear y vender el periódico
del nuevo movimiento, titulado "FE". En la Universidad, su labor se dirige a organizar el
nuevo sindicato, que pronto cuenta con centurias y delegaciones en cada centro docente
de la capital de España. Ese tal Matías, al que nos referíamos antes, es triunviro de la
agrupación falangista de la Facultad de Medicina de San Carlos.

En la Universidad, los falangistas no están solos. Frente a ellos, la poderosa Federación


Universitaria Escolar (FUE) ha ido perdiendo la relevancia que tuvo en otros tiempos. Si
antes dominaba a la mayor parte del estudiantado, ahora se ha convertido en un reducto
de las izquierdas, que pretenden imponerse al resto de los estudiantes (como lo hacen en

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1998 los sindicatos izquierdistas que ya conocemos). Para la FUE, el SEU representa
evidentemente un importante obstáculo. Y la FUE, como toda la izquierda, no ha sido
educada en las "buenas formas".

OLEADA DE CRÍMENES DE LA IZQUIERDA CONTRA LA FALANGE

Este invierno, pues, augura disgustos. Ya el 2 de noviembre, en otoño, ha caído asesinado


por los socialistas el joven José Ruiz de la Hermosa, de Daimiel (Ciudad Real), militante
de las JONS de Ramiro Ledesma y Onésimo Redondo, grupo muy cercano
ideológicamente a la Falange. Las agresiones contra los falangistas no se detienen desde
entonces. El objetivo de la izquierda es desbaratar un movimiento que ellos tachan de
"fascista", aunque no lo sea, y para ello vale todo, incluida la violencia.

El 11 de enero de este "invierno de sangre", a las ocho de la noche, el estudiante


Francisco de Paula Sarnpol, de 22 años, pasea tranquilamente por la calle de Alcalá.
Allíse encuentra a un falangista voceando el periódico "FE", Y se decide a comprarle un
ejemplar. En plena calle, sin miedo a ser visto, lo ojea con calma, y luego lo guarda en un
bolsillo de su abrigo, dejando a la vista las iniciales "FE" del semanario falangista, que
después de la breve lectura, son para él una causa con la que se siente ya identificado.

Cerca de allí, dos o tres jóvenes marxistas han espiado los movimientos de los
falangistaso El vendedor del periódico está protegido. Como todos los grupos de venta del
"FE", cada voceador del periódico va acompañado de camaradas que le guardan las
espaldas en su arriesgada labor.

Pero Sampol camina solo. Es una "víctima fácil". Felipe Gómez Ruiz, uno de los marxistas,
saca una pistola. Entonces, dos disparos a traición, por la espalda, detienen secamente el
ajetreo de Madrid. Cuando llegan los "Guardias de Asalto", la policía de la época, es
demasiado tarde. Los asesinos se han perdido entre la gente, y el joven Sampol está
tendido en un charco rojo, sintiendo como se desangra su corazón, mientras se aferra
desesperadamente a ese periódico por el que ha dado la vida.

Al entierro de Sampol acuden los falangistas, gritando en su honor un "¡presente!" que, a


partir de entonces, dará la Falange en nombre, en honor y en memoria de sus numerosos
Caídos.

José Antonio Primo de Rivera, uno de los tres líderes además de diputado parlamentario
de la joven Falange, llora esa noche. Su formación humana y cristiana le hace resistirse a
sus propios impulsos, y exige a sus camaradas que no se entreguen a las represalias por
la espalda, a la venganza a traición. Para él, el terrorismo es propio de los marxistas, no
de los falangistas.

Con todo, la brutalidad del marxismo sigue provocando a la Falange. La izquierda busca
desesperadamente que los falangistas respondan a sus provocaciones, para tener una
fácil excusa contra los falangistas. Sampoi ha sido sólo el primer episodio de lo que será
un sangriento y mortal goteo.

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El día 16 del mismo mes de enero es herido en Eibar (Guipúzcoa), por los izquierdistas, el
falangista José de Oyarbide. El día 18, en el paseo de la Independencia, en Zaragoza, el
falangista Manuel Baselga, de veintitrés años, es perseguido por dos izquierdistas. El
joven busca refugio en un café, pero antes de llegar es alcanzado -nuevamente por la
espalda- por varios disparos, que le hieren de gravedad. El "crimen" de Baselga es,
además de su condición falangista, el haber participado en la protección a edificios
religiosos durante la última huelga convocada en la capital aragonesa por los
anarcosindicalistas.

Pero el largo enero de 1934 no quiere acabar sin probar más sangre. El día 22 es muerto
a tiros, en la madrileña calle del Clavel, el capataz de venta del semanario FE, Vicente
Pérez. Aunque no estaba afiliado a Falange Española, contribuía -con su experiencia
como inspector de venta del diario "La Nación"- a la organización de los voceadores de la
prensa falangista.

Nada más comenzar febrero, es tiroteado en la Gran Vía madrileña, resultando herido
grave, un estudiante del SEU que vendía el "FE". Se trata del joven Felipe Pérez Alonso.
Al tiempo, estalla una bomba en la imprenta donde se edita este semanario, causando
heridas leves a cinco trabajadores y ocasionando diversos destrozos materiales.

La negativa de la Falange a responder con más crímenes a estos crimenes, es calificada


por los derechistas de tibia y cobarde, al tiempo que el diario "ABC", de signo monárquico,
tilda de "franciscana" a la Falange. Los reaccionarios muestran asi su total ignorancia de la
razón de FE, más tarde plasmada en su "Oración por los Caídos", que en una de sus
líneas, en clara alusión a esas derechas, reza: ".o. hoy vienen a pedir con vergonzosa
urgencia delitos contra los delitos y asesinatos por la espalda a los que nos pusimos a
combatir de frente."

LA FALANGE SE DEFIENDE

No obstante, aunque José Antonio ha prohibido todo acto de represalia contra los
marxistas, los jóvenes falangistas, en especial los miembros del SEU, se deciden a dar un
escarmiento a la izquierda. Bajo ningún concepto quieren devolver las balas por la
espalda, ni está en su mente entregarse a las actividades asesinas de los izquierdistas,
pero se hace necesario demostrar al marxismo, de algún modo, que los falangistas saben
defenderse.

Asi pues, el 2 de febrero, bastante inquietos por los recientes atentados, varios falangistas
agreden a un individuo que, en la Puerta del Sol de Madrid, se ha puesto a insultar y a
hacer comentarios despectivos sobre los panfletos que reparten nuestros camaradas. Al
día siguiente, es registrada por la policia la sede del SEU y son detenidos algunos
militantes. Como colofón, el local falangista de la calle Eduardo Dato es clausurado. El
gobierno centro-derechista emprende, así, una descarada represalia policial, que no se
lleva a cabo con ninguno de los elementos izquierdistas vinculados a los crimenes que
antes relatamos.

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En Zaragoza, la agresión contra el joven Manuel Baselga es seguida de ciertos incidentes
en la Universidad, donde los falangistas del SEU y otros estudiantes católicos,
protagonizan una violenta protesta por el atentado contra su compañero y por el monopolio
de los izquierdistas de la FUE en las aulas. A consecuencia de ello, varios locales fueístas
son clausurados por el Consejo universitario.

En Valencia, Cáceres, Toledo, Oviedo y Sevilla, la indignación de los falangistas por las
agresiones de la izquierda, tiene su reflejo en incidentes similares. En la capital andaluza,
una escuadra del SEU, dirigida por Narciso Perales, destruye los locales de la FUE en otra
acción de respuesta a los crímenes marxistas.

UNA DESOBEDIENCIA

El 25 de enero también tiene lugar en Madrid una acción similar, organizada por el SEU
contra la Asociación Profesional de Estudiantes de Medicina, afiliada a la FUE, en
respuesta a una nueva agresión de la izquierda contra un estudiante falangista de la
Facultad de Medicina de San Carlos. Esta vez, los efectivos falangistas se elevan a una
centuria, encabezada por Agustín Aznar, estudiante de Medicina, cofundador del SEU y
campeón de Castilla de lucha grecorromana. En esta movilización también destaca la
figura de Matías Montero.

Treinta universitarios falangistas entran, pues, en el local de la FUE de Medicina,


destrozando el mobiliario, mientras el resto de la centuria cubre la acción desde fuera. Un
desobediente ha de poner la nota amarga. Uno de los falangistas, armado con una pistola,
hiere al miembro de la FUE y de Juventudes Socialistas Antonio Zárraga.

Esto provoca un gran revuelo en los medios izquierdistas y derechistas, que se han
mantenido cobardemente callados ante los atentados contra la Falange. En ese momento,
los marxistas, que creían acobardada a la Falange, se alarman ante la posibilidad de que
los falangistas se hagan fuertes y ganen apoyos con esas decididas réplicas a los ataques
contra sus militantes.

Los socialistas madrileños, conscientes de este hecho, deciden entonces recrudecer sus
acciones contra la Falange. Estamos a 9 de febrero de 1934.

HAN MATADO A MATÍAS MONTERO

Nacido en Santander en 1913, Matías Montero y Rodríguez de Trujillo entra, desde muy
joven, a estudiar la carrera de Medicina en la Universidad Central, en Madrid. Allí se ha
afiliado en un primer momento a la FUE madrileña, como muchos estudiantes de aquellos
años. Cuando Ramiro Ledesma funda, en 1931, el semanario "La Conquista del Estado",

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Matías es el autor de la primera carta de adhesión al periódico, escrita casualmente un 9
de febrero, o sea, justo tres años antes de su muerte: "Sinceramente convencido de que
su ideario viene para abrir un camino salvador en la actual confusión políticosocial envío
desde luego mi adhesión y le ruego me envíe folletos que expliquen detalladamente lo que
va a ser el partido. Yo soy estudiante de Medicina y tengo 17 años, pero me falta muy
poco tiempo para cumplir dieciocho años." Así se presenta Matías al patriotismo social y
revolucionario.

UNA VIDA PLAGADA DE COMPROMISO

Afiliado en un primer momento ala FUE madrileña, como muchos estudiantes de aquellos
años, poco después, Matías se convierte en miembro de las Juntas de Ofensiva Nacional-
Sindicalista (JONS). A finales de 1933 será unpo de los primeros afiliados de Falange
Española, cuando el joven sólo suma 20 años de vida. Desde el inicio de su militancia
destaca como uno de los militantes más entusiastas de la causa falangista, lo que le lleva
a escribir en la sección "Falanges Universitarias" del semanario "FE", concretando allí las
primeras consignas estudiantiles del falangismo.

En el otoño de 1933, Matías Montero colabora con los estudiantes falangistas Allanegui y
Valdés, ayudados por Julio Ruíz de Alda (uno de los triunviros de FE), en la redacción de
los primeros estatutos del Sindicato Español Universitario, la sección estudiantil de
Falange Española. Lamentablemente, estos estatutos son injustamente rechazados por el
Ministerio de la Gobernación el 10 de noviembre de 1933.

A tan diversas tareas se suma la del reclutamiento de nuevos militantes, labor en la que
Matías colabora con el ya citado estudiante vizcaíno Manuel Valdés Larrañaga, del SEU
de Arquitectura. Y entre sus responsabilidades tampoco se excluye, por supuesto, la venta
cotidiana en las calles del semanario "FE", en la que Matias participa en tareas de
protección a los voceadores.

Matías Montero, que estudia quinto curso de Medicina, encabeza junto con Agustín Aznar,
el 25 de enero de 1934, el asalto del SEU madrileño al local de la FUE antes citado. Por
esta razón, los socialistas deciden poner en su "punto de mira" al joven seuista.

EL ASESINATO DE MATÍAS

Es viernes 9 de febrero. La noche ya se echa sobre Madrid. Tras participar en la venta del
número 6 de "FE" (que ha salido a la calle la víspera), Matías regresa a su domicilio, en la
calle Marqués de Urquijo, 21 - 3°, en el barrio de Argüelles. El joven falangista, que es
huérfano, vive allí con sus dos hermanos y con dos tíos suyos, empleados de la Compañía
Telefónica.

Este trayecto discurre por pleno centro de la capital de España. En la calle Quintana, a
pocas manzanas de su hogar, Matías Montera se despide de Bonet, un amigo suyo que le

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ha acompañado hasta allí. Ninguno de los dos se imagina que jamás se volverán a ver.

Matías gira en la esquina, y sigue su recorrido -cada vez más cerca de casa- por la calle
Juan Álvarez de Mendizábal. En ella le esperan dos izquierdistas. Uno de ellos es
Francisco Tello Tortajada, obrero afiliado al PSOE y a las Juventudes Socialistas e
integrante de "Vindicación", grupo formado por miembros del sindicato socialista UGT.
Dispuesto a todo, Francisco Tello esconde una pistola.

Matías Montera no tiene tiempo de ver a sus agresores, de darse cuenta de su último
momento ni de intentar una última defensa de su vida. Dos disparos se ensañan con él, a
traición, otra vez por la espalda...

Ambos tiros alcanzan a Matías en el corazón, provocándole rápidamente la muerte. No


obstante, su asesino aún se acerca a rematarle, ya en el suelo, con otros tres disparos en
el vientre, tras lo cual huye, dejando a Matías tendido en el suelo, rodeado de un charco
de sangre.

Esta vez, a diferencia de otras, el criminal es apresado, gracias a la rápida actuación


policial del inspector Justino Arenillas Caballero. El 19 del mismo mes de febrero,
Francisco Tello será juzgado por procedimiento de urgencia, actuando José Antonio de
abogado de la acusación particular. Te110 será condenado a 23 años y 3 meses de
prisión, que no cumplirá al verse beneficiado por la amnistía general promulgada por los
izquierdistas del Frente Popular, en 1936.

En el momento de este asesinato, José Antonio participa en Toledo en una cacería. Al


enterarse de la noticia, afirma estremecido: "Este es el último acto frívolo de mi vida."
Desde entonces abandonará la vida de joven aristócrata que lleva -es Marqués de Estella
y se entregará en cuerpo y alma a la empresa revolucionaria iniciada el 29 de octubre de
1933 por Falange Española.

LEGADO Y ENTIERRO DEL PRIMER ESTUDIANTE CAÍDO DE LA FALANGE

Como una de las primeras aportaciones a esa Revolución aparece, entre las ropas del
cadáver de Matías, un artículo titulado "Las flechas de Isabel y Fernando", que había
escrito el joven falangista para la revista "FE". En él traza, de manera clara, las líneas de
una nueva "Universidad limpia de pasiones, bloque compacto de profesores y estudiantes,
que marche entusiasta en pos de la cultura al servicio de la Patria."

Este artículo es copiado de los mismos folios sumariales de la cusa abierta por el
asesinato de Matías, para trasladarlo a las columnas del nº 7 de "FE", que saldrá a la calle
el 22 de febrero. En sus páginas también será publicado otro artículo póstumo de Matías,
titulado "Universidad e Imperio", en el que el joven asesinado hace una dura crítica a la
FUE, al liberalismo y a una Universidad que "no concibe la idea de sacrificio."

No obstante, antes de que estos preciosos textos salgan a la luz pública, el 10 de febrero,
por la tarde, varios centenares de falangistas, y casi un millar de amigos y simpatizantes

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de FE, acuden al entierro de Matías Montero, en el cementerio de la Sacramental de Santa
María de la Almudena (también llamado del Este), en Madrid. Hasta allí se desplazan
muchos falangistas en formación marcial, entonando nuestro himno al compañero caído,
una hermosa canción de procedencia germana titulada "Yo tenía un camarada". Marchan,
de este modo, escoltando el féretro de Matías, en cortejo fúnebre desde la Plaza de la
Alegría hasta el Cementerio del Este.

Se desarrolla el sepelio como un acto emocionado, pero en silencio, sin gritos de odio o de
rencor que alteren la recta conducta de la joven Falange. José Antonio, ante la tumba
abierta que recoge los restos de Matías, pronuncia estas breves palabras:

"Aquí tenemos, ya en tierra, a uno de nuestros mejores camaradas. Nos da la lección


magnífica de su silencio. Otros, cómodamente, nos aconsejarían desde sus casas ser más
animosos, más combativos, más duros en las represalias. Es muy fácil aconsejar. Pero
Matías Montero no aconsejó ni habló: se limitó a salir a la calle a cumplir con su deber, aun
sabiendo que probablemente en la calle le aguardaba la muerte. Lo sabía porque se lo
tenían anunciado. Poco antes de morir dijo: "Sé que estoy amenazado de muerte, pero no
me importa si es para bien de España y de la causa". No pasó mucho tiempo sin que una
bala le diera cabalmente en el corazón, donde se acrisolaba su amor a España y su amor
a la Falange."

"iHermano y camarada Matías Montero y

Rodríguez de Trujillo! Gracias por tu ejemplo."

José Antonio termina su intervención -sin lágrimas- con la que se consagrará como
oración fúnebre para cada falangista muerto:

"Que Dios te dé su eterno descanso y a nosotros nos niegue el descanso hasta que
sepamos ganar para España la cosecha que siembra tu muerte."

"Por última vez: Matías Montero y Rodríguez de Trujillo."

Todos los asistentes, ante la última invocación del nombre de su camarada caído,
contestan al unísono con un resonante "¡Presente!", alzando sus brazos en forma de
saludo romano.

"ES MUY FÁCIL ACONSEJAR"

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Al asesinato de Matías no le suceden represalias de ningún tipo. Las derechas,
empezando por su habitual portavoz, el diario ABC, vuelven a reprochar a la Falange, y
esta vez concretamente a José Antonio, su falta de iniciativa a la hora de devolver los
ataques a los izquierdistas. José Antonio escribe una breve nota al periódico, a modo de
respuesta: "Falange Española aceptará y presentará siempre combate en el terreno que le
convenga, no en el terreno que convenga a los adversarios. Entre los adversarios hay que
incluir a los que, fingiendo acucioso afecto, la apremian para que tome las iniciativas que a
ellos les parecen mejores. Por otra parte, Falange Española no se parece en nada a una
organización de delincuentes, ni piensa copiar los métodos de tales organizaciones, por
muchos estímulos oficiosos que reciba."

No obstante, a este descontento frente a la falta de represalias también se unen no pocos


falangistas, empezando por Julio Ruíz de Alda, uno de los Triunviros. Pese a todo, José
Antonio, consciente de su razón en este aspecto y con una idea clara de lo que debe ser la
Falange, se mantiene en su actitud, reclamando a los falangistas respeto a la autoridad de
sus Jefes.

Y así lo pide el Fundador de la Falange, además, por respeto a la memoria de Matías, el


camarada que no llegará a conocer, como emblemas de su movimiento, al yugo y las
flechas y a la bandera roja y negra que conoció en las JONS, que no llegará a vestir la
camisa azul ni a cantar el "Cara al sol", pero que deja, con su sangre joven, una fértil
muestra de lucha y de muerte, un sacrificio que se convierte en un firme y generoso
ejemplo. Un ejemplo de valor y de servicio. Un ejemplo de fe y de abnegación. En fin, un
ejemplo de militancia para los que, sesenta y cinco años más tarde, seguimos tomando el
relevo de Matías y del viejo SEU en las filas del sindicato de los estudiantes falangistas, el
Frente de Estudiantes Sindicalistas (FES).

El FES rememora el sacrificio de este camarada ejemplar cada 9 de febrero, desde hace
décadas, dedicando esa jornada al llamado Día de la Enseñanza Nacional y Popular, con
el propósito de renovar año tras año nuestra firme voluntad de seguir luchando por una
nueva Universidad, entendida como "ayuntamiento de maestros y alumnos", tal como
decía Alfonso X "El Sabio" y como lo recordaba, en su último escrito, un joven universitario
que se llamaba Matías Montero.

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