Miles de vecinos del centro vivimos acosados por la música ambulante a todas
horas del día y de la noche, lo que se añade al ruido de bares y establecimientos de
ocio que saturan nuestras calles. La nueva redacción de la ordenanza ni tan
siquiera menciona cómo se va a preservar en la práctica diaria nuestro derecho al
descanso. Ese es el cometido de una ordenanza, no simplemente recordar un
derecho que ya está en la Constitución, como es el derecho a la intimidad y a la
inviolabilidad del domicilio.
Pedimos que la Ordenanza fije una licencia y una tasa para tocar música en la calle,
como se exige a los pintores de la Plaza Mayor, por ejemplo. También pedimos que
se establezcan, de acuerdo con las asociaciones de vecinos, zonas francas en las
que no se pueda tocar en ningún caso. Así como limitaciones de tiempo en el resto
de las calles, como se hace en Barcelona (media hora por músico y dos horas en
total en los lugares permitidos). Y también limitaciones de horario (hasta las 22
horas como marca la ley, para asegurar el descanso de todos).