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Alegría en la edad de oro

Cada momento en nuestra vida debe ser ocupado en algo sensato, sólo así
podremos sentir una cierta satisfacción con lo que hacemos y lograremos
que estén conformes y contentos quienes nos rodeen. Para tal fin debemos
enriquecer nuestra relación con los demás para lograr un beneficio mutuo.
Si ese beneficio es sólo para mí, a costa de los demás, eso es deplorable; si
mi alegría no considera a los demás, esa alegría sería egoísta. Por el
contrario si la alegría mía es el resultado de haber hecho felices a los demás,
entonces sí es muy apreciable y recomendable.

La alegría en la tercera edad sin una visión trascendental se deriva, por lo


general, de los propios bienes materiales, comodidades y diversiones; y está
siempre afectada por el temor de tener un cuerpo que no va a durar por
mucho más tiempo.

Por dicha razón el conocimiento espiritual se vuelve de importancia


fundamental en la tercera edad. Cuando el cuerpo comienza a arrugarse, los
huesos se vuelven frágiles, la memoria se debilita y hasta los sentidos fallan;
en este momento es cuando necesitamos inevitablemente de una
iluminación sobre nuestra propia identidad.

En la tercera edad es cuando, gracias a las experiencias vividas de joven o


adulto, se deberían obtener los frutos maduros de un crecimiento digno; los
cuales podrían ser compartidos con todos aquellos que así lo deseen. Pero,
debido que la gente en la tercera edad no tiene visión trascendental y más
bien se lamentan de no tener un cuerpo joven para disfrutar, los jóvenes no
encuentran en ellos una buena fuente de inspiración, como resultado de
esto, los ancianos se ven obligados a llevar una vida aislada o a vivir en el
pasado.

Primero se debe entender que uno no es este cuerpo material y que este
cuerpo joven o viejo es temporal y es el resultado de las acciones de la vida
pasada. Debo tener en cuenta que muy pronto tendré que dejarlo del todo y
obtener un próximo cuerpo para recibir, pagar y experimentar en él todo lo
bueno y lo malo que haya hecho en esta vida.

Comprender esto ayuda a ver la tercera edad como la época perfecta para el
arrepentimiento por los errores cometidos en el pasado.
Con conocimiento védico la tercera edad se convierte en una época de
grandes oportunidades; se puede aprender, se puede compartir y se puede
preparar para el paso a la siguiente vida. Sin embargo, vemos que algunas
personas en la tercera edad, estando incluso libres de la dificultad
económica gracias a alguna ayuda o pensión, no saben cómo usar el tiempo
apropiadamente.

Es ahí cuando se debe sembrar la medicina de fundamental importancia para


esta edad:

Entender que no somos este cuerpo material de huesos, piel y sangre.


Entender que somos responsables de nuestros actos y que podemos crecer
inmensamente si desarrollamos la devoción, el amor y la sinceridad en todas
nuestras relaciones con los demás.

Las personas de la tercera edad, por ejemplo, deberían emplear su tiempo


libre en buscar personas jóvenes confundidas para darles la mano y
ayudarles en su compresión espiritual.

Uno de los aspectos más importantes que debemos entender es que hemos
recibido la vida para ayudar a los demás. Este servicio nos da crecimiento
personal y es la única conexión del ser con la felicidad.

Esa cantidad de tiempo libre que tienen las personas en la tercera edad, si es
bien utilizado renunciando por completo a la sensualidad y los mensajes
trasmitidos por el cine y la televisión, permite a la persona ser más realista
sobre el propósito real de su estadía en este mundo. El ver películas que
promueven la sensualidad y la gratificación de los jóvenes hace que la
persona de edad avanzada únicamente desee tener de nuevo un cuerpo (que
seguramente le será dado por los nacimientos y muertes repetidos como es
explicado en la ciencia de la reencarnación). Pero la gratificación no es la
meta de la vida. La meta de la vida es desarrollar amor puro por Dios, amor
universal y estar dispuesto a ser un verdadero amigo y bienqueriente de
todas las demás entidades vivientes.

Las personas en la tercera edad deben ser muy cuidadosas de la dieta y, al


igual que en otras edades, volverse estrictamente vegetariano; de esta
manera su salud va a mejorar mucho y serán ejemplos para los jóvenes a
quienes podrán informar sobre los grandes beneficios de una dieta
vegetariana. Por otro lado, las personas de la tercera edad también pueden
hacerse voluntarios para mejorar la educación en los programas escolares,
crear apoyo en los jardines de infancia y visitar con frecuencia a las
personas que cuidan niños para compartir con ellos la valiosa información
obtenida durante esta vida.

La tercera edad implica cuidarse exigentemente de las propias frustraciones,


de las tendencias a volverse amargado y enojado (que alejan a todas las
personas), y de la mentalidad de sólo querer gozar de los recursos de otros.

La tercera edad es un examen natural. Sabiendo que uno debe entregar este
cuerpo en breve, uno debería comprender su identidad eterna para poder
sentirse satisfecho y agradecido por haber tenido este cuerpo, por haber
podido aprender y aún enseñar muchas cosas a otros con el más profundo
cariño y humildad.

Yo he visto en mi vida que los sabios vaisnavas que han dedicado su vida al
Bhakti Yoga y han alcanzado la autorrealización estando en su más
avanzada edad, fueron buscados por el resto de la humanidad para recibir
bendiciones de ellos y escuchar sus instrucciones. Esto es algo que no es
posible entre la gente que ha llevado una vida pecaminosa y luego en la
vejez sólo se dedican a lamentarse, quejarse y a buscar un culpable para lo
que no funcionó como ellos querían.

La tercera edad es un gran momento para recordar a Dios y orar


profundamente. Uno debe prepararse apropiadamente durante toda la vida
de tal manera que en el momento de partir de este mundo pueda recordar al
Señor Supremo.

La belleza del ser alcanza su grado maduro de dedicación en la tercera edad.


La belleza del alma no es la del cuerpo, sino la de su carácter, su ternura y
su disposición de servir a los demás.

Cuando le preguntaron a Jesús quién los lideraría después de su partida, él


respondió: “sea quien sea, el que quiera liderar que se haga ya servidor de
todos los demás”. Así los hombres y mujeres de la tercera edad deben ser
líderes en el pensamiento, en la apreciación y en las responsabilidades que
se tienen en este mundo material. Esto es algo que debe ser enseñado por
los mayores, con su propio ejemplo y al hacerlo, serán valiosos consejeros
para todos los demás y serán extremadamente apreciados. Así su vida
terminará logrando el máximo éxito que se puede obtener en este mundo,
que es el de amar a Dios y amar al prójimo como a sí mismo.

Las personas de la tercera edad no tienen generalmente una gran necesidad


económica; así que ellos deben desempeñar todas estas actividades
desinteresadamente sin búsqueda de ganancias o acumulación de riquezas.
No tiene sentido que algunas personas no quieran terminar sus negocios y
asuntos familiares sino hasta el día en que se mueran.

En la antigua India la tercera edad está dedicada a desapegarse de la familia,


de los bienes que se obtuvieron y de la comodidad personal para seguir el
camino de la renunciación. Los sabios ancianos viajan incluso de pueblo en
pueblo y de casa en casa para entregar en todos lados el mensaje del amor
universal.

En la tercera edad se puede hacer más íntimamente la adoración a las


deidades en los templos, participar y aumentar el apego hacia todo aquello
que le conecte con Dios. La tercera edad es el peldaño hacia su próxima
existencia, por eso aprovéchela bien para que no tenga que lamentarse
después por el tiempo perdido, por haber vivido en el pasado o en otros
sueños ilusorios.

Los lectores que aún no han llegado a la tercera edad, tengan mucha
comprensión con aquellos que ya están en ella y no se olviden que esa edad
los está esperando.

En una casa vivía un abuelo que comía con su familia todos los días. Cuando
él se volvió más senil comenzó a regar la comida y no podía controlar muy
bien sus manos para comer; ya necesitaba asistencia. Hasta llegó a romper
el plato. Entonces papá y mamá pensaron que era incómodo tenerlo en la
mesa principal, así que lo sentaron en la cocina, en un rinconcito para que
allí se alimentara el viejo. Además le pusieron un plato de madera. Un día el
padre de la casa llegó y vio que su niño de 10 años estaba en el patio
tallando un pedazo de madera y le preguntó: hijo, ¿qué estás haciendo? El
hijo respondió: Papá, estoy tallando tu plato de madera para cuando estés
viejo. Esto impactó tanto al padre que llevó al viejo abuelo de vuelta a la
mesa “Bueno, que riegue un poquito, qué importa”, dijeron.
Cuando maltratamos a nuestros hijos es seguro que en la vejez seremos
maltratados por ellos, y si los tratamos con cariño y paciencia, eso mismo
recibiremos, esa es la ley de este mundo.

Swami B.A. Paramadvaiti


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