II- La observación histórica. (En este apartado y los siguientes se tratarán las fuentes y el
método con que trabaja la Historia).
El historiador se halla en la imposibilidad absoluta de comprobar por sí mismo los hechos que
estudia. Ningún egiptólogo ha visto a Cleopatra. Por lo tanto, no podemos hablar de las épocas
que nos han precedido sino recurriendo a los testimonios. Estamos en la misma situación que
un juez que trata de reconstruir un crimen al que no ha asistido. Podemos acceder a un
conocimiento indirecto. Toda información sobre cosas vistas está hecha en buena parte de
cosas vistas por otro. Igualmente, todo conocimiento de la humanidad, sea de la naturaleza
que fuere, extraerá siempre de los testimonios de otro una gran parte de su sustancia.
La primera característica del conocimiento de los hechos humanos del pasado consiste en ser
un conocimiento por huellas. Sean rastros arqueológicos o documentos escritos, son huellas,
es decir, la marca que ha dejado un suceso del pasado. Los historiadores no tenemos más
máquina para remontar el tiempo que nuestro cerebro, con los materiales que le proporcionan
las generaciones pasadas. Todo tipo de testimonio del pasado se convierte en fuente histórica
en la medida en que el historiador lo “haga hablar” al analizarlo y entenderlo dentro de su
contexto.
El pasado es un dato que ya nada habrá de modificar. Pero el conocimiento del pasado es algo
que está en constante progreso, que se transforma y se perfecciona sin cesar. Por la
investigación han salido de la niebla civilizaciones enteras que antes eran ignoradas. De todas
maneras, el historiador debe admitir que a veces hay ciertas cosas que no puede saber, sea
porque no quedaron huellas de eso o porque, simplemente, hay cuestiones que no tienen
explicación.
En nuestra inevitable subordinación al pasado, condenados, como lo estamos, a conocerlo
únicamente por sus rastros, por lo menos hemos conseguido saber mucho más acerca de él
que lo que tuvo a bien dejarnos dicho. Bien mirado, es un gran desquite de la inteligencia
sobre los hechos. Los textos o los rastros arqueológicos, aun los más claros en apariencia, no
hablan sino cuando se sabe interrogarlos. La diversidad de los testimonios históricos es casi
infinita. Todo cuanto el hombre dice o escribe, todo cuanto fabrica, cuanto toca puede y debe
informarnos acerca de él.
El concepto de “fuente histórica”, entonces, es muy amplio. Lo primero que hay que distinguir
es a las fuentes primarias y a las secundarias. Las primeras, son las que nos deja consciente o
inconscientemente una sociedad; en cambio, las segundas, son aquellas que se han elaborado
después sobre esa sociedad, es decir, el trabajo de los historiadores. El trabajo con fuentes,
sean orales, escritas o de otra índole es uno de los procedimientos más habituales e
importantes para la comprensión de la Historia.
Los hechos no hablan por sí solos, sino que hablan porque el historiador los hace hablar,
porque él los selecciona y les da trascendencia, produciendo un proceso continuo de
interacción entre el historiador y los hechos, un diálogo sin fin entre el presente y el pasado3.
Cada suceso histórico se nutre de diversos tipos de fuentes (documentos, restos
arqueológicos, monumentos, etc.). Para llegar a comprender un proceso o un hecho, es
necesario estudiar distintas fuentes, porque los hechos humanos son muy complejos y
abarcan muchas esferas de la vida, que muchas veces la Historia no puede desentrañarlos
sola, sino que necesita de otras ciencias auxiliares para completar su estudio (por ejemplo: la
antropología, la economía, la arqueología, sociología, geografía, paleontología, etc.).
III- La crítica.
Hasta los más ingenuos policías saben que no debe creerse sin más a los testigos. De la
misma manera, hace mucho que se está de acuerdo en no aceptar ciegamente todos los
3
CARR, E., op. cit., pp. 110-112.
2
Diagnóstico
¿Qué es y para qué sirve la Historia?
testimonios históricos. Más de un texto se da como perteneciente a una época y a un lugar
distintos de los que realmente les corresponden; no todas las narraciones son verdaderas (no
siempre a propósito, la memoria puede fallar sin mala intención) y, a su vez, las huellas
materiales pueden ser falsificadas, por tanto, hay que hacer una crítica para determinar si un
documento es verdadero o no.
ACTIVIDADES (Texto 1)
1- Subraya las ideas principales del texto.
2- Luego de leer el texto ¿para qué te parece que sirve estudiar Historia?
3- Escribe la definición de “Historia” que da el autor.
4- ¿Con qué fuentes trabaja el historiador? ¿De qué tipos hay?
5- Determina si las siguientes afirmaciones son verdaderas (V) o falsas (F) y justifica
en ambos casos.
a. El historiador debe tomar todo documento del pasado como verdadero,
sin dudar de su veracidad en ningún momento. ___
b. Es deber del historiador juzgar todo lo acontecido en el pasado. ___
4
CARR, E., op. cit., p. 153.
3
Diagnóstico
¿Qué es y para qué sirve la Historia?
TEXTO 2
- Metodología del estudio histórico.
Selección y adaptación de RAMALLO “Metodología de la enseñanza
de la Historia”
Como toda ciencia, la historia tiene una metodología propia que hay que cumplir para poder
abordarla con la mayor exactitud posible. José María Ramallo 5 enuncia diez normas para
aproximarse al estudio histórico:
1. Guardar un absoluto respeto por la verdad: la primera ley de la historia es la de no
atreverse a decir nada falso y, la segunda, atreverse a decir todo lo verdadero.
2. Conocer, luego comprender, por fin interpretar: hay que evitar el estudio histórico
partiendo de ideas preconcebidas, porque de esa forma, se estará dispuesto a forzar
la información para que cuadre con la propia concepción de las cosas.
3. Hacer el pasado inteligible: para ubicarnos en el presente, debemos entender el
pasado.
4. No interpretar el pasado con la mentalidad del presente: debemos ubicarnos en el
contexto, en la mentalidad de la época que estamos estudiando, ya que estudiar el
pasado con la forma de ver de hoy sería completamente erróneo y falsificador. Es
necesario recomponer la mentalidad de los hombres de otra época, ponerse en su
cabeza.
5. No ignorar el presente
6. No analizar los hechos aislados, fuera de contexto
7. No hacer historia unilateral: los estudios parciales son necesariamente incompletos,
no hay que abocarse solamente al estudio económico, o social, si no que hay que
tratar de englobar todos los aspectos.
8. No confundir la anécdota con la historia
9. No idealizar ni renegar del pasado: ninguno de los dos casos se compadece con la
realidad multifacética de todas las épocas y conducen a una visión equivocada de los
hechos y, sobre todo, de sus protagonistas, presentados a veces como seres
impolutos y otras como monstruos abominables.
10. No utilizar la historia como instrumento: no se debe poner a la historia al servicio de
determinados objetivos, ya sean políticos, económicos, sociales, culturales o
religiosos, con prescindencia de la verdad.
TEXTO 3
H.I. MARROU, El conocimiento histórico, Barcelona, Idea Books,
1999.
La Historia se encuentra entre dos planos de la realidad humana: el del pasado, pero también
el del presente del historiador, que actúa y piensa dentro de su perspectiva existencial, según
su orientación, sus aptitudes… y sus límites, los suyos exclusivos (hay aspectos del pasado
que, por ser yo quien soy y no otra persona distinta, no soy capaz de percibir ni de
comprender). El que en este conocimiento haya necesariamente algo subjetivo, algo
dependiente de mi situación de estar en el mundo, no impide que pueda ser al mismo tiempo
una auténtica comprensión del pasado.
TEXTO 4
Lucien Febvre. Combates por la Historia, Barcelona, Ariel, 1992
(1953)
Entonces, a la tarea rápido, historiadores. Basta de discusiones. El tiempo pasa, el tiempo
presiona. El mundo os empuja, el mundo os sopla al rostro su aliento de fiebre. El mundo de
ayer terminó. Terminó para siempre. Hemos perdido todos o casi todos nuestros bienes
materiales. Pero nada hemos perdido si nos queda el espíritu. Expliquemos el mundo. Por la
5
RAMALLO, J. M. Metodología de la enseñanza de la historia, Buenos Aires, Braga, 1992, pp. 12-34.
4
Diagnóstico
¿Qué es y para qué sirve la Historia?
Historia. Pero ¿qué Historia? ¿La qué cuenta la vida de María Estuardo? ¡Pues no! No tenemos
tiempo. Demasiados historiadores pierden el tiempo quedándose en datos. ¡Trabajan bien,
claro! Hacen Historia a la manera que tapizan las abuelas, pero si se les pregunta el porqué de
todo ese trabajo, lo mejor que saben responder es “Para saber exactamente cómo pasó”; con
todo detalle naturalmente. No tenemos tiempo. Hacer Historia, sí. En la medida, precisamente,
en que la Historia es capaz, la única capaz, de permitirnos vivir con reflejos distintos de los del
miedo, en un mundo en situación de inestabilidad definitiva. Hablo de la Historia, que no liga a
los hombres, que no obliga a nadie, pero sin la cual no se hace nada sólido. La Historia
comprende y hace comprender. No es una lección que hay que aprender, devotamente, cada
mañana, sino realmente, una condición permanente de atmósfera.
La Historia responde a las preguntas que el hombre de hoy se plantea necesariamente. Pido a
los historiadores que trabajen con una buena hipótesis de trabajo en la cabeza, que no se
hagan coleccionistas de hechos y que nos proporcionen una Historia no automática sino
problemática. De esta manera, operarán sobre su época y permitirán a sus contemporáneos
comprender mejor los dramas de que van a ser actores y espectadores. Sólo es digno de este
hermoso nombre quien se lanza completamente a la vida, con la sensación de que
sumergiéndose en ella, bañándose en ella, penetrándose en ella de humanidad presente,
despliega sus fuerzas de investigación, su potencia de resurrección del pasado. De un pasado
del que se apropia y restituye el secreto sentido de los destinos humanos.