F A C U L T A D DE IN G E NI E R I A
E S C U E L A DE A G R O IN DU S T R IA L
I N FO R MA T I C A
N o mb r e : G re g o r i o E r a s
1. Descripción de la problemática
2. Regulación de la presencia de plaguicidas
3. Técnicas convencionales de control de plaguicidas en frutas y hortalizas
4. Sistemas rápidos disponibles en la actualidad
5. Técnicas futuras en el campo de los biosensores
1. DESCRIPCIÓN DE LA PROBLEMÁTICA
Según el Codex Alimentarius (Comisión creada en 1963 por la Food and Agricultural
Organization, FAO, y la Organización Mundial de la Salud, OMS o WHO, World Health
Organization, pertenecientes a la ONU), se entiende por plaguicida o pesticida, cualquier
sustancia destinada a prevenir, destruir, atraer, repeler o combatir cualquier plaga, incluidas
especies indeseadas de plantas o animales, durante la producción y/o almacenamiento,
transporte, distribución y elaboración de alimentos, productos agrícolas o alimentos para
animales, o que pueda administrarse a los animales para combatir ectoparásitos.
Por tanto, el objetivo principal de este tipo de sustancias es aumentar la productividad de los
cultivos. Sin embargo, cuentan con un claro inconveniente, y es que son sustancias tóxicas que
presentan una elevada persistencia, es decir, que aparecen en alimentos, aguas, suelos, etc.
pasado un cierto tiempo desde que fueron aplicados. Por tanto, es absolutamente necesario un
control exhaustivo de los niveles de presencia de tales sustancias en los productos de origen
agrícola.
Es importante señalar, que si los plaguicidas se aplican correctamente a los cultivos para los que
han sido elaborados, siguiendo las correspondientes medidas de seguridad, aplicando las dosis
adecuadas y respetando los correspondientes días de descanso, el riesgo de contaminación se
reduce considerablemente.
C ur s o S up e r io r e n
C o n t r o l B io l ó g i c o d e P la g a s
El empleo de organismos beneficiosos (polinizadores, depredadores y parasitoides) en los últimos años
ha demostrado su utilidad en la mejora de la calidad de los productos hortícolas, y en el control de
plagas en los cultivos protegidos. A lo largo de este curso se exponen de forma clara y amena todos
aquellos conceptos relacionados con el manejo de enemigos naturales para el control de agentes
causantes de daño...
M á s inf o r m a c ió n
w w w . i n f o a g r o. c o m
2. REGULACIÓN DE LA PRESENCIA DE PLAGUICIDAS
En 1966, la comisión del Codex Alimentarius de la FAO creó el Comité del Codex sobre Residuos de
Pesticidas (CCRP) con el objetivo de fijar los LMR (Límites Máximos de Residuos) en productos de origen
animal y vegetal. A nivel europeo, es el reglamento CE Nº 396/2005 del parlamento y consejo europeo del
23 de febrero de 2005 el que establecerá los niveles máximos de pesticidas en productos de origen
animal y vegetal, armonizando así para todos los países miembro de la Unión Europea las previsiones en
materia de LMRs en alimentos y piensos de origen vegetal y animal.
A nivel nacional, el marco vigente sobre residuos de plaguicidas se localiza en el R.D. 280/1994 que
traspone las tres directivas comunitarias que resultan de aplicación en la materia. Dicho decreto se va
revisando y actualizando continuamente. A modo de ejemplo, hasta mayo de 2008 se han continuado
produciendo modificaciones de esta norma (Orden PRE/1402/2008, de 20 de mayo).
A la vista de la legislación vigente, así como de las directrices tanto europeas como estatales y
autonómicas existentes en lo que a materia de seguridad alimentaria se refiere, se hace necesario el
desarrollo de metodologías analíticas que permitan determinar residuos de pesticidas en un amplio
espectro de matrices, a nivel de sus LMR. Es más, las nuevas metodologías desarrolladas deben estar de
acuerdo con otras directrices europeas que señalan que dichas metodologías deben ser rápidas, fiables y
compatibles con el medio ambiente.
Los métodos analíticos para la detección de residuos de pesticidas en alimentos se basan generalmente
en separación cromatográfica y son métodos caros y lentos. Los costes de una determinación pueden
superar los 100 € y el tiempo necesario es superior a un día.
Además, son métodos que requieren de una preparación de muestra compleja, de personal cualificado y
de una inversión inicial muy elevada.
La cromatografía de gases (GC) es la técnica más ampliamente empleada para el análisis multiresidual
de plaguicidas, siendo capaz de conseguir límites de detección muy bajos (µg/l - ng/l). Muchos métodos
oficiales de análisis están basados en esta técnica, empleando como detectores el de nitrógeno y fósforo
(NPD), de captura electrónica (ECD), de ionización de llama (FID) o de espectrometría de masas (MS).
Para el análisis de compuestos de alto peso molecular, altamente polares o térmicamente lábiles, se
emplea la cromatografía líquida de alta resolución (HPLC), que ha ido ganando terreno especialmente con
el acoplamiento a un espectrómetro de masas.
Los ensayos ELISA (Enzyme-Linked ImmunoSorbent Assay) son un tipo de inmunoensayo en el que se
realizan simultáneamente numerosas determinaciones en una placa de 96 celdas o pocillos.
Existen numerosos kits ELISA para detectar plaguicidas en frutas y hortalizas, y se trata de un
procedimiento muy adecuado para controlar la presencia de un residuo en muchas muestras. Sin
embargo, requiere de personal cualificado y de un laboratorio bien acondicionado para obtener una buena
reproducibilidad.
Otro sistema rápido disponible en la actualidad es el biosensor. Se
trata de un instrumento de medida, basado en un elemento biológico
capaz de interactuar con el analito problema, que genera una señal eléctrica proporcional a la
concentración de la sustancia problema. Existen numerosos biosensores aplicados a diferentes sectores,
pero en lo que se refiere a la detección de plaguicidas, apenas existe un dispositivo comercialmente
disponible a nivel europeo.
Las posibilidades de los biosensores como método rápido de medida, económico, automatizado y sencillo
de utilizar, auguran una amplia utilización en el futuro, pero previamente es necesario avanzar en algunos
aspectos relevantes que se detallan a continuación:
- Homogeneizar las materias activas empleadas en los diferentes países miembros de la Unión
Europea, de modo que se emplee un menor número de plaguicidas pero a mayor escala.
- Desarrollar biosensores pequeños y portátiles que permitan su utilización tanto en campo o en una
planta agroindustrial.
- Desarrollar sistemas multianalito que sean capaces de detectar la presencia de más de un único
plaguicida.
- Reducir los costes por ensayo o determinación a unos pocos euros.
- Transferir los desarrollos tecnológicos a empresas de distribución de reactivos y equipos para dar
soporte al sector.
- Validar los nuevos instrumentos y técnicas para que sus resultados sean comparables a los que se
obtienen con las técnicas analíticas de referencia
Publ icida d
Los especialistas del INTA en la EEA Oliveros, estuvieron investigando esta práctica desde los años 80,
arribando a la conclusión que después de la pulverización con el “chorro de piretroide”, se necesita un
mes para que se recupere la población de predadores en los cultivos tratados en forma temprana o
preventiva. Esto quiere decir, que se desprotege al cultivo durante ese tiempo, de manera que si se
produce un ataque de la misma u otra plaga en ese mismo período, la población suele ser muy alta y
requiere de un nuevo tratamiento con insecticida.
2. LOS ENSAYOS
A través de los primeros ensayos que realizaron los técnicos del INTA Oliveros en la década del 80 se
pudo verificar el efecto diferencial de insecticidas químicos y biológicos aplicados en etapas tempranas de
la soja, sobre la fauna benéfica y la reinfestación del “barrenador del brote”.
En cultivos de productores del sur de Santa Fe se evaluó el efecto de una aplicación temprana del
insecticida piretroide beta-ciflutrina para el control de la “oruga bolillera”. Se comprobó la reinfestación
del cultivo con oruga medidora en el término de 30 días, en forma diferencial entre el cultivo tratado y el
cultivo sin insecticida (Tabla 1).
Durante el ciclo 2001/02 se realizó otro ensayo donde se evaluó el impacto de cipermetrina acompañando
al herbicida glifosato aplicado en el estado fenológico V4 del cultivo de soja. Se determinó el efecto de la
cipermetrina sobre la mortalidad de los controladores naturales predadores, aunque no se produjo
reinfestación inmediata posterior.
Otro ensayo sobre el tema se efectuó durante el ciclo 2004/05, donde se planificó un experimento a
campo con la siguiente hipótesis de trabajo: “la aplicación del insecticida piretroide cipermetrina en
estados tempranos de desarrollo del cultivo de soja afecta a las poblaciones de los controladores
naturales predadores y favorece la reinfestación de los insectos plaga”.
Las conclusiones que arrojó esa experiencia señalan que la aplicación de cipermetrina en un estado
temprano de desarrollo de la soja produjo una reducción de la población de los predadores totales durante
los 30 días posteriores al tratamiento, mientras que la preservación de los controladores naturales en el
cultivo sin cipermetrina no fue suficiente para regular la población de larvas de “anticarsia” y, por lo tanto,
poder evitar su control químico.
Es por eso que los especialista en Protección Vegetal recomiendan no utilizar esta técnica del “chorro de
piretroide” para el manejo de plagas insectiles, en las aplicaciones de post emergencia temprana de
herbicidas.
Autores:
Ing. Agr. Rubén A. Massaro. (INTA EEA Oliveros).
C O NT A MI NA C I Ó N D E S U E L O S P O R M E T AL E S P E S A D O S
Resumen.
1. Importancia del estudio de la contaminación de suelos.
2. Fuentes de contaminación por metales pesados.
3. Dinámica de los contamintantes en el suelo.
4. Especiación de los contaminantes en el suelo.
5. Formas de retención y disponibilidad de los metales en el suelo.
6. Factores que afectan a la disponibilidad de los metales.
6.1. Propiedades del suelo.
6.1.1. pH.
6.1.2. Textura.
6.1.3. Condiciones de óxido-reducción.
6.1.4. Materia orgánica.
6.1.5. Capacidad de Intercambio Catiónico (CIC).
6.1.6. Presencia de otros elementos.
6.2. Propiedades de los metáles.
7. Comportamiento de los metáles en los sistemas suelo-planta.
8. Umbrales de contaminación de edafología.
9. Efectos desfavorables de la contaminación.
9.1. Efectos directos sobre los suelos.
9.2. Efectos indirectos sobre los suelos.
10. Conclusiones.
RESUMEN.
De acuerdo con el Plan Director para la Protección del Suelo se considera como suelo contaminado
aquél que ha sufrido un cambio en sus características físicas, químicas o biológicas que por su
naturaleza, dimensión o duración en el tiempo resulte incompatible con sus propiedades funcionales de
uso o suponga una amenaza grave para la salud pública o el medio ambiente. Los metales pesados
constituyen uno de los grupos de contaminantes ambientales sujetos a una mayor investigación y
preocupación, fundamentalmente debido a su movilidad y a las bajas concentraciones a las que
comienzan a manifestar sus efectos tóxicos.
El suelo es un componente ambiental que por su origen, formación y evolución no puede ser aislado del
entorno que lo circunda, representando, en la mayoría de ecosistemas terrestres, el medio físico-químico
en el que se desarrolla la vida. Es frágil, de difícil y larga recuperación, y de extensión limitada. Por ello,
un uso inadecuado del mismo puede contribuir a la degradación de este recurso natural no renovable a
corto plazo.
De todo lo anterior se desprende que el concepto tradicional de degradación de suelos como pérdida o
reducción del potencial productivo resulta en la actualidad insuficiente, pues existen otras formas de
degradación que si bien no están orientadas hacia la producción, disminuyen la calidad medioambiental y,
por tanto, la sostenibilidad de los sistemas. Una alternativa consiste en considerar como degradación
cualquier cambio en las propiedades del suelo que ocasione una reducción en las funciones que el mismo
puede desempeñar. Se puede hablar de diferentes tipos de degradación (física, química y/o biológica),
según se produzca una alteración de dichas propiedades del suelo.
Se pueden distinguir diferentes fuentes de contaminación de los suelos por metales pesados dependiendo
de su origen. En ocasiones, la propia naturaleza del material originario y su alteración son los
responsables de la contaminación; en este caso, se denomina contaminación endógena. Otras veces
los aportes contaminantes son externos, frecuentemente como resultado de actividades antropogénicas,
denominándose contaminación exógena. La contaminación de origen natural es significativamente
menos importante que la de origen antropogénico.
Figura 1. Las principales fuentes de contaminación exógena proceden de
los aportes indirectos a través del aire, que con el tiempo se depositan
por vía saca o húmeda sobre el suelo, siendo la minería y la producción
de energía las actividades industriales que contribuyen en mayor medida
a este tipo de contaminación, junto con la incineración de plásticos, los
residuos orgánicos y los combustibles fósiles.
Otras causas que contribuyen a la contaminación del suelo por aporte directo, son el uso inadecuado de
fertilizantes minerales y productos fitosanitarios, el vertido de los residuos que se generan (estiércol,
purines, residuos sólidos urbanos, lodos de estaciones depuradoras de aguas residuales), y la utilización
de aguas de calidad inadecuada para uso agrícola. Los vertidos industriales o la implantación de
vertederos donde se acumulan distintos tipos de residuos, son además otras fuentes importantes de
contaminación por metales pesados.
Los contaminantes se diluyen más o menos rápidamente en los ríos o en el aire. Sin embargo, en los
suelos tienden a acumularse. Por esta razón, el suelo actúa como un sumidero de la mayor parte de los
contaminantes, incluidos los metales pesados.
Los metales pesados son retenidos en los suelos de distintas formas, tal y como se indica en la Tabla 1. A
su vez, dichas formas de retención representan diferentes grados de disponibilidad relativa para las
plantas.
Para conocer el comportamiento de los metales pesados en los suelos deben considerarse los siguientes
factores:
Tales como el pH, la textura, las condiciones de óxido-reducción, el contenido en materia orgánica, la
capacidad de intercambio catiónico y la presencia de otros elementos.
6.1.1. pH.
Es el principal factor de control de la disponibilidad de los metales para las plantas. La mayor parte de los
metales tienden a estar más disponibles a pH ácido, ya que al producirse un descenso del mismo se
mejora tanto la solubilidad de los metales como su absorción por las raíces de las plantas. En algunos
casos, suele ocurrir que un incremento del pH del suelo no provoca necesariamente una disminución en
la disponibilidad de los metales como ocurre con el As, Mo, Se y Cr. De manera que, el pH es un
parámetro importante para definir la movilidad del catión, debido a que en medios de pH moderadamente
alcalino se produce la precipitación como hidróxidos. Sin embargo, en medios muy alcalinos estos
hidróxidos pueden pasar de nuevo a la solución como hidroxicomplejos. Por otra parte, algunos metales
como Se, V, As y Cr pueden estar en la disolución del suelo en forma de aniones solubles.
Publicida d
6.1.2. Textura. C u r s o S up e r io r e n
C o nt r o l B io ló g ic o d e
Los suelos de textura fina proceden probablemente de minerales Plagas
secundarios que se alteran con facilidad y que son generalmente la El empleo de organismos
fuente principal de metales pesados. Los suelos de textura gruesa beneficiosos (polinizadores,
tienen minerales primarios como el cuarzo, con un bajo contenido en depredadores y parasitoides)
metales pesados. en los últimos años ha
demostrado su utilidad en la
6.1.3. Condiciones de óxido-reducción. mejora de la calidad de los
productos hortícolas, y en el
Muchos metales forman sulfuros relativamente insolubles en control de plagas en los
condiciones fuertemente reductoras. Éstos incluyen el Cd, Zn, Ni, Co, cultivos protegidos. A lo largo
Cu y Pb. Otros metales como Fe y Mn pueden volverse más solubles de este curso se exponen de
en estas condiciones. forma clara y amena todos
aquellos conceptos
6.1.4. Materia orgánica. relacionados con el manejo
de enemigos naturales para
La materia orgánica del suelo presenta una elevada afinidad por el control de agentes
ciertos metales (Co, Cu, Mo, Ni, Pb y Zn), reaccionando con ellos e causantes de daño...
influyendo en su disponibilidad. La disponibilidad de los metales está M á s in f o r m a c ió n
generalmente asociada con la formación de complejos de los metales
con las sustancias húmicas y con otros compuestos de elevado peso ww w . inf oagr o. c om
molecular. Los metales, una vez que forman estos complejos, pueden
migrar más fácilmente a las capas profundas o mantenerse en la
solución del suelo como complejos orgánicos solubles.
La CIC es una función del contenido en arcilla y materia orgánica del suelo, controla también la
disponibilidad de los metales. En general, un incremento en la CIC produce un aumento en el tiempo en
que estos metales se encuentran disponibles para las plantas dado que aumenta la capacidad del suelo
de fijar metales.
Algunos metales influyen sobre la disponibilidad de otros (por ejemplo, Cd/Zn). La concentración de Zn
puede influir sobre la absorción de Cd por las plantas debido a que ambos elementos tienen una
estructura iónica similar.
Tales como el potencial iónico de los mismos, la electronegatividad, las condiciones de hidratación y la
valencia de los metales en cuestión.
El sistema suelo-planta se considera un sistema abierto, que se encuentra sujeto a aportes, tales como
contaminantes, fertilizantes y pesticidas, y también a pérdidas, mediante lixiviación, erosión o
volatilización. La incorporación de los metales pesados por las plantas se produce fundamentalmente
desde el suelo, a través de las raíces, y está influenciada por varios factores entre los que destacan el tipo
de suelo, la temperatura, pH, aireación, condiciones redox y fertilización, la especie vegetal, el momento
del desarrollo y el sistema radicular, entre otros. Aparte de la absorción que tiene lugar por medio de las
raíces, las plantas también pueden incorporar cantidades significativas de algunos elementos a través de
la absorción foliar. Una vez que los iones metálicos han sido absorbidos, pueden moverse por toda la
planta. Este movimiento depende del tipo de metal, del órgano de la planta y de su edad. En general, la
proporción en que los elementos son movilizados en el interior de las plantas disminuye conforme al
siguiente orden: Cd>B>Zn>Cu>Pb.
Los metales pesados incorporados al suelo pueden seguir cuatro diferentes vías:
1. Quedar retenidos en la solución del suelo o bien, fijados por adsorción, complejación y/o precipitación.
2. Ser absorbidos por las plantas e incorporarse a las cadenas tróficas.
3. Pasar a la atmósfera por volatilización.
4. Movilizarse a las aguas superficiales o subterráneas.
Cuando un contaminante se incorpora al suelo desencadenarse una serie de procesos físicos, químicos o
biológicos que condicionan los efectos que éste puede causar no sólo sobre el sistema suelo sino también
sobre el resto de compartimentos ambientales y, sobre la cadena trófica. Para valorar el impacto
ambiental de la contaminación en el sistema suelo-planta se deben conocer las características del
contaminante, del medio receptor y su entorno y, los modelos que rigen el comportamiento del
contaminante y su transferencia a las plantas. Una vez incorporado el contaminante, éste puede verse
influenciado por procesos tales como transformación, retención y transporte.
Figura 3. Dinámica de los metales pesados en el sistema suelo-planta.
Las aportaciones de residuos de origen industrial, urbano o agrícola pueden ser optimizadas teniendo en
cuenta que el suelo puede actuar como filtro y reactor mediante procesos físico-químicos y biológicos. Sin
embargo, al considerar el suelo como receptor de residuos hay que reconocer que su capacidad de
aceptación no es ilimitada. De forma que, las prácticas agrícolas habituales como la utilización agrícola de
compost y lodos de depuradora, han determinado que en diferentes países como Holanda y determinados
organismos oficiales, pusiesen a punto una legislación basada en valores de referencia máximos de
contenido en metales pesados que podrían alcanzarse en los suelos, de modo que por encima de estos
umbrales se puede considerar que existe contaminación.
Como consecuencia, más recientemente, se ha establecido la necesidad de conocer los valores de fondo
que son independientes de las prácticas agrícolas, por lo que se deben medir en suelos naturales.
Los contaminantes provocan, por lo general, efectos negativos sobre el medio ambiente que pueden
actuar directa o indirectamente sobre el sistema suelo. A continuación, se describen algunos de los
efectos de la contaminación.
Publicida d
9.1. Efectos directos sobre los suelos.
A n u n c i o s c la s i f ic a d o s
- Inhibición de la actividad enzimática de los mismos debido a la y N e g o c io s B 2 B
destrucción del poder de autodepuración por procesos de F E R TI L I Z AN T E S Y
regeneración biológica normales, al haberse superado la capacidad F I TO S AN I T AR I O S
de aceptación del suelo. Se ve afectado el ciclo biogeoquímico y la Anuncios gratuitos y ofertas
función de biofiltro. de productos para abonado y
- Disminución cualitativa y cuantitativa del crecimiento normal de las el control fitopatológico.
poblaciones de microorganismos y la fauna del suelo o bien, V e r la s O f e r t a s
alteración de su diversidad, lo que aumenta la fragilidad del sistema.
- Disminución del rendimiento de las cosechas. ww w . inf oagr o. c om
- Cambios en la composición de los productos, con riesgo para la
salud de los consumidores, al entrar determinados elementos en la
cadena trófica.
10. CONCLUSIONES.
La contaminación provoca, por lo general, una perturbación del suelo la cual que se traduce en una
pérdida de calidad y aptitud para el uso o lo hace inutilizable, a no ser que se le someta a un tratamiento
previo.
El suelo puede contener una gran variedad de elementos químicos, por lo que puede resultar díficil
establecer a partir de qué momento, un elemento deja de ser beneficioso o no tóxico para el suelo, y pasa
a tener la cualificación de contaminante. Asimismo, también resulta difícil precisar cuándo deja de estar
contaminado un suelo que está siendo objeto de un proceso de recuperación.
En la naturaleza prácticamente no existen suelos que se encuentren totalmente “libres” de los aportes
antropogénicos dado que, incluso los suelos forestales alejados de la actividad industrial, reciben
elementos y compuestos transportados por la circulación atmosférica a largas distancias, aunque sea en
cantidades ínfimas.
Autor:
A. I. Roca Fernández.
Centro de Investigaciones Agrarias de Mabegondo. INGACAL. Xunta de Galicia.