En un caso menos extremo, la teoría asume que en el corto plazo se pueden identificar
insuficiencias en la información de que disponen los agentes económicos o bien
rigideces establecidas por distintas causas que impiden el libre ajuste de los salarios y
los precios de los bienes y servicios a sus valores de equilibrio. Estos factores tienen
como consecuencia que por el momento no se produzca el vaciamiento de los mercados
y que se presente la desocupación -o, en su caso, la sobre ocupación- de los recursos
productivos existentes. Pero cuando las deficiencias de información son subsanadas o,
en una situación más drástica, cuando los obstáculos a la competencia son removidos
mediante los cambios institucionales adecuados, los mecanismos equilibradores de la
economía recuperan su capacidad de conducir al vaciamiento de los mercados.
Como consecuencia de todo lo señalado hasta aquí, debemos admitir que nos
encontramos con que una porción significativa del análisis macroeconómico
convencional que nos ofrecen los libros de texto nos proporciona una imagen de la
estructura y el funcionamiento de la economía que con frecuencia no podemos
reconocer frente a la realidad observable y ante los problemas más apremiantes que nos
afectan a lo largo de nuestra existencia diaria, razón por la cual éste enfoque nos
produce insatisfacción en nuestro afán por entender la problemática cotidiana
prevaleciente y nos impide asimismo discernir, con todas sus consecuencias, las pautas
que se pueden seguir para enfrentarla.
A partir de todo lo anterior, del análisis que se desarrolla en este libro no se infiere que
los mercados tiendan a vaciarse ni que por lo tanto la economía deba presentar una
tendencia manifiesta a oscilar en torno a la plena ocupación. En consecuencia, tampoco
tiene cabida la noción de que la desocupación en general, y el desempleo de personas en
particular, obedezcan simplemente a que los mercados no funcionan correctamente
según lo que marca como referencia un escenario teórico cuya composición y
contenido, reiteramos, no parecen corresponder adecuadamente a la estructura y al
funcionamiento observables de las economías de mercado. Además, en los ámbitos del
funcionamiento de la economía explorados en este libro nos encontraremos con que la
inflación y los problemas de pagos frente al exterior no aparecen como fenómenos que
se interpreten como consecuencias de la presencia de imperfecciones en los mercados
involucrados en cada caso.
Nuestro análisis parte de considerar que existen dos cuestiones que deben ser el objeto
principal de preocupación de la macroeconomía: (i) el crecimiento del potencial
productivo general y por persona ocupada, entendido éste como un fenómeno de largo
plazo, y (ii), el nivel de utilización de la capacidad productiva con la que ya se cuenta en
el corto plazo, en donde, antes de saturar dicho potencial productivo, la limitante
fundamental de la producción total y de la ocupación está constituida por el tamaño de
la demanda agregada de bienes y servicios. El análisis que este texto ofrece se centra
fundamentalmente en este segundo aspecto, entendiendo que la inflación acelerada y el
desequilibrio de los pagos al exterior son fenómenos adversos que resultan del propio
curso que sigue la economía y que al mismo tiempo se convierten en problemas que, al
agravarse, se tornan en restricciones para sostener la producción y el empleo totales en
un nivel deseable desde un punto de vista económico y social.