Revista de ensayo
PRIMAVERA 2008 // El fin del ar te: la reelaboración del ar te contemporáneo.
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Constanza Jarpa-Luco
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ISSN:
revistaintersecciones@gmail.com
2/
Editorial
4/
1. Contemporaneidad y posmodernismo en las artes visuales en Chile.
M iradas transeúntes , obsesiones contemporáneas :
la fotografía en A lvaro L arco
Joaquín Hernández
“Profesora de matemáticas. Jodpur, India, 1998” fotografías a través del mundo, algo así representa-
tivo de lo que se podría llamar ´el fotógrafo viajero’,
en donde de hecho las fotos denotan la extrañeza
a dichas culturas. La otra es Santiago, que viene a
ser una serie de fotografías ciudadanas, mayoritaria-
De este modo, la presente crítica preten- mente del centro de la urbe.
derá recorrer la fotografía de Álvaro Larco usando
la misma perspectiva que nos ofrece su texto: una A su vez estas dos partes tienen una
visión personal, con sus obsesiones e intereses, y serie de subdivisiones temáticas, las cuales al pa-
que dan de hablar de algún modo u otro a los espec- recer tienen un orden perfectamente aleatorio, sin
tadores. Así podremos reflexionar sobre la viabilidad embargo, también se hacen parte de un discurso
de su proyecto, sobre las estrategias discursivas del que finalmente se vuelve único, concluyente.
autor, tanto en el imago como en el logos, para final-
mente ver las posibilidades de la fotografía y del arte Dejando de lado los aspectos más téc-
contemporáneo. nicos y estructurales, es necesario entrar a la obra
misma, sumergirnos en el contenido fotográfico,
La obra de Larco es vista por él mismo para volver a salir e interpretar la totalidad.
como la visión de un sujeto cualquiera, de la multi-
tud. De ahí el título La mirada transeúnte, donde le Tal vez podríamos comenzar por la por-
resta totalmente el carácter aurático del fotógrafo y tada misma del libro, por supuesto también conteni-
se enmarca como un sujeto más, que ve y comparte do dentro en la obra. Es una fotografía interesante
su ver.
Su obra esta dividida en dos partes
principales, que tienen cierta independencia entre sí.
Una es Impresiones, que viene a reunir una serie de
6/
ya que demuestra ‘lo otro’, lo lejano, lo ajeno a nuestra cultura. Pero además de eso, la disposición
El contenido de la foto se nos intenta ocultar, intenta hacer pa- de los sujetos parece comprender una intención
tente la distancia. La mujer –si leemos o miramos mejor, una no sólo estética sino también de sentido. La ne-
profesora de matemáticas- oculta su cara y lo único que nos gación a mostrar la cara no tan sólo hace más
muestra son diferencias. La tez de la piel, los adornos, la ves- difícil la interpretación de la imagen, sino tam-
timenta: todo se nos hace ajeno. El transeúnte desde el inicio bién muestra lo inaccesible del sujeto en nues-
se nos muestra como un sujeto que es capaz de ir a lo lejano, tros tiempos, así como también la parcialidad
pero incapaz –o tal vez nosotros seamos los incapaces- de del sujeto cognoscente, el cual es incapaz de
comprenderlo, de ser parte de ello. Esta primera fotografía no dar una visión completa a lo que quiere inter-
es muestra de un sujeto que con naturalidad recorre sus es- pretar4.
pacios, sino más bien una forma turística, donde el observador
–en este caso ojo/cámara- busca lo extraño, lo distinto: una Podemos encontrar otras formas
especie de coleccionista cultural. paradigmáticas que el fotógrafo utiliza en su
obra. En su serie Equilibrios, por ejemplo, se
Ahora sí, entrando al corpus fotográfico, nos en- ocupa la división de los espacios en dos para
contramos ante una primera imagen en donde se demuestra un tratar sucesos paralelos, divididos pero interre-
trabajo de brillante acabado. En Posada para camiones, la es- lacionados. También ‘situaciones espejo’, que
cena está bien lograda en parte al uso de un gran angular y un viene a ser una especie de juego con el referen-
filtro -naranjo o rojo- que oscurezca el cielo para lograr dar una te, a su vez que hace patente la homogeneidad
sensación de soledad. La escritura, por muy parca que sea, nos de la sociedad que esta captando (en estos
incita, nos contextualiza en el desierto chileno, y de ese punto casos la India). Ocupa también como estilo la
es que nos es comprensible este paisaje abierto y solitario, en triangulación de sujetos, pero ellos se muestran
parte nebuloso y en parte perdido. Esta y las siguientes fotos indiferenciados entre sí, como si fueran uno y
se enmarcan en una serie que se llama La tierra, y la mayoría tres a la vez5.
de estas tienen características comunes. En primer lugar el uso
ya citado de gran angular3, en donde el autor parece seguir
el dogma de uso de estos lentes en la formación de paisajes. Títulos, series, imágenes.
Sin embargo, su uso en estos casos es bastante certero. Por
ejemplo en Niño volviendo a casa, la perspectiva acentuada
del lente y la alta profundidad de campo hacen juego con el Toda imagen es mediada, de un
alambrado y los postes, formando una diagonal. O en Mujeres modo u otro. Por un lado, el bagaje cultural nos
lavando, donde el uso del lente de distancia focal corta colabo- permite entender ciertas situaciones más que
ra a crear la sensación de circularidad en la disposición de los otras, mientras que, por otro lado, la constitu-
sujetos en la imagen. ción de discursos hegemónicos, discursos par-
ticulares que hacen que lo que vemos se nos
Otro de los rasgos comunes, y que encontraremos haga comprensible.
a lo largo de toda la obra del fotógrafo es la presencia de suje-
tos de espaldas al lente. Larco pretende ser escueto en sus
descripciones para permitirnos una interpreta-
Uno de los motivos de la decisión del autor por ción más libre, sin embargo las más simples pa-
esta forma es lograr romper con la fotografía tradicional, en labras que designan las series presentadas en
donde –heredera del retrato- el sujeto salía de frente o en su el texto nos obligan a una lectura u otra. Pero lo
defecto a tres cuartos mirando hacia el lente. La fotografía do- más significativo de esta lectura guiada es que
cumental atribuye a la presencia de sujetos de espaldas como lleva a todas las fotografías a transformarse en
una muestra de espontaneidad de lo captado, que a su vez da lugares comunes, en imágenes naif. Dichas pa-
la sensación de un sujeto que no es capaz de aprehender la labras obligan al lector-observador a mirar la
totalidad. imagen en su modo más simple, más obvio.
Pero estas excusas serían sólo justificables si es
que fueran ocasionales. O bien Larco tiene la obsesión de se-
guir este acto espontáneo de la fotografía como un ‘tic’ que lo 1 Larco, Álvaro: La mirada transeúnte, Impresión Alguero S.A., Santiago, 2000.
lleva a nada más que la mecanización del gesto. O tal vez haya 2 ‘impresiones’ acá obedece a un doble y único sentido: como forma de percibir y
algo más profundo que sea necesario revisar. también como este modo de ver se plasma en el papel fotográfico.
3 Luego, al avanzar del libro el uso de gran angular se va haciendo cada vez
La idea del ‘tic’ fotográfico es de hecho bastante más escaso, usando lente normal y en algunos casos, como en la serie Vértigos,
plausible. Se puede ver en la obra de Larco una obsesión por también teleobjetivo.
4 En ese sentido la perspectiva fotográfica es una derrota y una resignación, en su
innovar, o bien por mostrarse actual: intenta tensar el lengua- bidimensionalidad es incapaz de captar la totalidad de los objetos.
je fotográfico hasta el límite. Dentro de esa obsesión es que 5 Sin embargo relacionar este juego con la Trinidad me parece un poco descabellado,
se puede leer la presencia de sujetos ocultos, que no se nos aunque podría reportar una interpretación interesante, más si volvemos a invocar el
muestran del todo, y que niegan la idea de una fotografía total- concepto de Equilibrio. A su vez el tres en la sociedad referida –la hindú– atribuye
mente digerible. a dicho número también cierta idea de perfección.
Por ejemplo en la sección de Santiago, hay una serie que se llama Imposiciones, estas simplemente
versan sobre la abundante presencia publicitaria del Santiago actual. Tal vez en ellas hayan interesantes logros
efectistas, pero que están amparados en un discurso débil, en una interpretación mutilada.
Asimismo ocurre en la serie Sospechas –por no nombrar otras-, donde el texto inmediatamente
hace denotar la simplicidad del discurso de Larco, y la incapacidad de haber generado imágenes de un mayor
poder simbólico que escapen más a lo evidente del referente. La fotografía Carabineros es el paradigma de esta
redundancia imagen-texto, donde el discurso se da por lo evidente, por el referente, y no por lo soterrado, lo
simbólico, lo poético. Esto último puede ser visto como herencia de la imagen barroca, donde imagen y texto se
complementaban en la redundancia, y la correspondencia exacta entre uno y otro.6
Por su lado, la serie La noche parece ser simplemente una designación, que por lo demás nos parece
evidente, al Santiago nocturno, no da nada que hablar, menos para pensar.
Como dijimos al principio, la primera parte de la obra de Larco corresponde al fotógrafo viajero,
turista, que pretende comprender desde afuera, aunque también a veces desde adentro.
La diferencia entre Álvaro Larco y probablemente cualquier turista es que uno de sus temas son
precisamente los turistas. Se podría afirmar que hace un gesto autoreflexivo de los usos de la imagen técnica,
e incorpora a los turistas como parte natural y espontánea de los mismos paisajes7. Siente que al dar la vuelta
y ubicarse en la dirección contraria a los otros fotógrafos le permitirá mostrar una nueva visión de esos tantos
lugares ya prostituídos por el lente y el flash.
Sin embargo, y a pesar de ello, su visión sigue siendo la de un extraño, la de un extranjero que
pretende importar su visión de mundo a una cultura que comparte este ver lo otro como otro.
Esto se asemeja a lo que ocurrirá con su visión de Santiago, la cual pretendiendo uno que fuese la
visión de la familiaridad, de la ciudad en que uno vive y se desenvuelve, no muestra sino extrañeza. Y eso es lo
particular de su discurso, su logro más allá de lo fotográfico. Es ver la posibilidad de que la ciudad se nos vaya
haciendo ajena, incluso a los sujetos que vivimos en ella, de que los rostros que aunque nos parezcan familiares,
parecen agobiados en este eterno moverse y los inefables quehaceres. Es un turista en su propia tierra.
Tal vez acá nos sea por primera vez relevante el año de las fotografías, las cuales corresponden
en su gran mayoría a los años 1998-1999, tiempos en que Chile sufre una importante recesión económica que
además de los efectos culturales que tiene, también conlleva otros de carácter más bien espiritual, como la
pérdida de fe respecto al desarrollo de los años anteriores.
Probablemente los constantes envíos que tiene Larco respecto a la publicidad no serían mirados
con el mismo ojo crítico el año 1997 que en el 1999 o el 2000, probablemente en el primer caso hubiese sido
producto más de elogios que de críticas. Se creía que el país podría en algunos años ingresar al selecto grupos
de países desarrollados, se estilaba la hoy irrisoria –en realidad siempre lo fue– frase de que éramos los
“jaguares de América Latina”.
8/
De este modo se trata de una 6 Cfr. Gruzinski, Serge: La
ciudad que se ha desarrollado increíblemen- guerra de las imágenes,
te, que ha crecido, pero que sin embargo el F.C.E. México, 1994
7 Quizás el turista, en su afán
sujeto no puede comprenderla, se encuen- de simulacro, de exclusividad
tra ajeno a ella, o demasiado sumergido de su experiencia –intentando
como para reflexionar en ella. Luego, si seguimos avanzando por obviar que el turismo es un
el discurso que nos ha preparado el autor, nos fenómeno de masas par
En ese sentido es que el autor vamos encontrando progresivamente con una excellence- busque excluir a
nos llama finalmente a una reflexión sobre la la masa de otros turistas de
descripción de la ciudad y de los sujetos que sus fotografías.
ciudad, guiada por muchos matices y estra- transitan en ella. Rara vez trata la detención, 8 No digo que lo lograrán,
tegias. Veremos ahora cuán acertada o no parece esta no ser la forma predominante de como tampoco afirmo que
es su reflexión, y por supuesto, cómo utiliza desenvolverse en la metrópolis. El hombre de Larco haya logrado asimismo
el lenguaje fotográfico para llevarla a cabo. Santiago parece siempre caminar entre dos su propósito.
9 Berman, Marshall: Todo los
puntos, sea solitario o acompañado. sólido se desvanece en el
Comienza con la serie de Impo- aire, Siglo XXI, México, 1988
siciones, que precisamente hace juego con 10 Sontag, Susan, Sobre la
las imágenes masivas de la publicidad que Larco, Baudelaire, ciudad, modernidad. fotografía, Alfaguara, Buenos
abundan en la ciudad. De este modo se su- Aires, 2006. p.85
ceden una serie de fotografías en donde se
hace de las imágenes publicitarias el paisaje Tal vez me aleje del ‘acto fotográfi-
de los habitantes de la ciudad, recalcando co’, tal vez me extralimite en mis interpretacio-
mayoritariamente la naturalidad hacia éstas, nes, sin embargo ya se nos revela en Larco su
como si fuesen parte de la cotidianidad. El interés de mostrarse como transeúnte. Tal vez
fotógrafo se muestra de este modo como un la fotografía anterior pretendía ser juez8, hacer
tipo más lúcido, más perceptivo de la aliena- ciencia, ver los hechos, hacer de la subjetividad
ción que implica esta ‘invasión de las imáge- una capacidad creadora de objetos ‘claros
nes’ moderna y nos invita a reflexionar. y distintos’. Desde la creación de Daguerre y
Niepce, la fotografía se ha relacionado con la
Sin duda el gran logro estético ciencia, tanto en los medios de existencia, como
de esta serie es el aprovechamiento del so- en los usos. De ahí que nos encontremos con
porte fotográfico en su bidimensionalidad, estos aparatos en las grandes expediciones
de este modo sujeto fotografiado y sujetos científicas del siglo XIX, donde la cámara era
publicitarios cobran la misma naturaleza, la garante de la objetividad y la visión impar-
la misma corporeidad, y de este modo se cial de lo estudiado. El lente era así entendido
les iguala en el plano de valores. Esta es su como comprensión y asimilación de lo exótico,
primera crítica al status del sujeto de la ciu- lo desconocido. La pretensión de Larco –como
dad. muchos otros- es todo lo contrario, es hacer
patente que él es un individuo, un extraño, ergo
incapaz de comprensión.
“Turistas en el Louvre. París,Francia”
La idea del transeúnte nos recuerda a Baudelaire, poeta y pensador de los inicios de la modernidad, que a su vez es también
hombre de ciudad. Tal como señala Marshall Berman9, Baudelaire es el pensador del París del siglo XIX.
Larco y Baudelaire tienen en común ser transeúntes y hacer teoría de ello. Tienen también en común el asombro ante esta ciudad
que en su modernización se les va haciendo ajena, y donde la única forma de aprehenderla es transitar en ella como un extraño:
“De hecho, la fotografía al principio se consolida como una extensión de la mirada del flâneur de clase media, cuya sensibilidad fue descrita tan
atinadamente por Baudelaire. El fotógrafo es una versión armada del paseante solitario que explora, acecha, cruza el infierno urbano, el caminante
voyeurista que descubre en la ciudad un paisaje de extremos voluptuosos. Adepto a los regocijos de la observación, catador de la empatía, al flâneur
el mundo le parece pintoresco”10.
La idea de ‘flâneur’ tratada por Baudelaire corresponde al modo de ver que tiene Larco, sólo
que esta vez mediado por un ojo mecánico, en donde finalmente nos mostrará que su extrañeza es igual
en el extranjero como en su tierra natal, en su propia urbe.
10/
Siendo interesante los plan- De este modo, tal como a Álva-
teamientos teóricos que se pueden leer ro Larco se le hace ajeno Santiago, al igual
en las imágenes de Larco, muchas de sus que las otras partes que él ha recorrido, a
expresiones estéticas obedecen más al ‘tic’ nosotros se nos hace ajeno el transcurrir de
de la necesidad de la innovación, que por en un discurso que sin ellas sería más fluido su discurso, y no porque su lenguaje sea in-
lo demás no lo es tal. Hay algunos gestos y profundo. La redundancia de algunas téc- novador, sino porque es rebuscado, redun-
que funcionan también como formas poéti- nicas asemejan a lo que es el tartamudeo en dante y balbuceante. Lacan relacionaba la
cas de los contenidos, pero otros, como el el lenguaje hablado, el negarse al avanzar esquizofrenia con una malformación del len-
uso de reflejos o fundidos, parecen ser más del relato. guaje, y en este sentido esta malformación
muestras de argucias fotográficas que del del lenguaje nos habla de la esquizofrenia
tratamiento serio de un tema. Estas mismas Lo interesante es que este ges- del arte y fotografía actuales, que se escinde
imágenes aparecen forzadas, añadidas a to no es exclusivo de Larco, sino del arte en sus dos identidades, la expresión de un
la fuerza en el corpus discursivo, como la contemporáneo en general, y la fotografía discurso, y la neurosis por la innovación, por
necesidad de mostrar que además se es un en particular. La necesidad de que los ges- no asumir el fin de las vanguardias.
buen fotógrafo, que es capaz de llevar la tos sean nuevos, y de que la forma sea más
técnica más allá de lo normal. Pero en este importante que el fondo ha hecho que las
acto, la técnica se vuelve sólo argucia, pres- artes innoven en el siglo recién pasado.
tidigitación carente de fondo y contenido. ¿Pero qué pasa con la fotografía? Es posi-
Asimismo tulle el discurso por completo, lo ble que en este medio hoy nos sea imposible
hace inmóvil, -en la terminología de Ronald innovar, las formas que arguye Larco como
Angela Avalos
I. La ficción de lo posmoderno
“No existe una ‘teoría social postmoderna’ unificada, sino una pluralidad de teorías
y posiciones postmodernas diferentes”1.
Es por lo anterior –la inestabilidad y globalidad del término-, además de una proximidad teórica
que si bien no es total, sí suficiente respecto al tema, que acudiremos a Escenas de una vida posmoderna de
Beatriz Sarlo para abordar el problema de lo moderno/posmoderno a través de la cuestión de la infancia/
juventud en la obra de Mario Z. Si bien se considera que la postura de Sarlo se tiñe y vicia en demasía de una
suerte de nostalgia moderna respecto a la época contemporánea, creemos que por lo mismo, es sumamente
asertiva en denunciar aquellos efectos -actuales diferencias- de lo que no es ya una modernidad.3 Es de
relevancia destacar también su lucidez respecto a la -muy acertada- alusión a un clima y no más bien un
tiempo posmoderno, en la medida que referirse a clima, significa apuntar hacia los conceptos de globalidad,
inespecificidad e impureza. En otras palabras, la posmodernidad como clima, nos da una meta-relato4 de lo
actual, uno que envuelve y contiene el tiempo específico. De este modo, esta visión globalizante -climatiza-
da- contenida en la noción de posmodernidad, pierde proximidad con lo específico, apuntando más bien a
una condición de época estandarizada y de lo particular. Lo posmoderno, en otras palabras, pierde relación
con las escenas de la vida, razón que genera en Beatriz Sarlo la necesidad de conceptualizarlo a través de
fragmentos y preceptos específicos; es decir, acudir a lo cotidiano. Finalmente, y volviendo a la cita inicial
del sociólogo George Ritzer, diremos que aquello posmoderno se desenvuelve entonces, necesariamente en
la subjetividad de una aparente objetividad, entre lo que podríamos llamar lo ‘real’ y lo ‘aparente’; es decir,
se despliega en un espacio de ficción donde la especificidad y subjetividad de la experiencia es tensionada a
través del intento de su estandarización.
12/
parece encarnar la figura de un dibujan-
Con el fin de adentrarnos propiamente en la problemática te de croquis, uno que deambula por la
que nos convoca -que es la lectura de la infancia y la juventud como ciudad captando y dejando huellas de
escenas de lo que podríamos llamar la ficción de lo posmoderno a través todo aquello que aparece como intere-
de la obra de Mario Z- se comenzará por esbozar algunas cuestiones sante, para así llegar a su taller y editar.
fundamentales sobre la sociedad posmoderna en Sarlo, para finalmente La teórica entonces nos presenta una
poder dar, in concreto, con su lectura sobre la infancia. construcción conceptual-literaria, no
sobre, ni desde los problemas que es-
capan a la vida misma, sino inserta en el
cotidiano. Es decir, aquello que proble-
II. Croquis en el Shopping matiza –si bien puede esto trascender o
no- se trata sobre y desde el aquí. A lo
primero que alude Sarlo en su texto es
la evidente desigualdad y radical distan-
La argentina presenta en el texto dos modos de acceder ciamiento de los polos socioeconómicos.
a aquello que refiere como posmoderno. Por un lado, a través de un Esboza y nos contextualiza en lo que de-
proceso conceptual y reflexivo, y por otro, desde una mirada directa, fine como la precaria situación material
perceptiva y sensitiva de lo real5. Dicho de otro modo, lo que leemos del país -americano tercermundista- y
como escenas de una vida posmoderna es el resultado tanto de la con- sus ciudadanos. Tal es el núcleo motor
ceptualización de un problema, como del registro desde una primera de su reflexión, y si bien la teoría en su
impresión e intuición –siempre necesaria-. Beatriz Sarlo, de este modo dimensión conceptual se basa efectiva-
mente en estadísticas y tratados econó-
micos, Sarlo pone énfasis más bien en
el terreno de lo simbólico: en la inter-
pretación de aquellas nociones. Aquello
que ve es entonces sumado a aquello
ya teorizado, desde lo cual interpreta y
construye el significado de lo captado.
1 Ritzer, George, Teoría sociológica contemporánea, 1993,
Mc Graw Hill, p. 566 Como segundo punto propo-
2 Sarlo, Beatriz, Escenas de una vida posmoderna, Seix ne que, como fundamental para la teoría
Barral, 2004, p. 7. de lo posmoderno desde Latinoamérica,
3 En este punto se hace necesario aclarar que aquello
aludido como ‘suficiente con relación a la proximidad habría que comenzar con la aceptación
teórica’ (es decir, los puntos que tomo desde Sarlo) refieren de la marginalidad del tercer mundo y su
en particular a su abordaje sobre la temática de la infancia carácter tributario. Sólo desde tal base,
y lo juvenil en tanto “estética de la vida cotidiana”, y no a la podríamos ver y entender cómo operan
unilateralidad al criticar los fenómenos de masas. las transformaciones culturales que
4 Alusión a la noción de posmodernidad en Lyotard como
estado compuesto por un metalenguaje. Es decir, códigos que impactan en los ciudadanos y las socie-
están más allá de nuestra comprensión, y que precisamente dades. Ahora, este carácter tributario
se sostiene por su condición de inaccesibilidad. apunta a la aparición de un nuevo modo
5 Antes de continuar, y conciente de lo conflictivo de la de vivir cívicamente, en otras palabras, a
noción de realidad, defiendo y fundamento su uso a través un nuevo modo de ser ciudadano. El país
de las evidentes relaciones de Sarlo con la teoría marxista.
Entonces, en la medida que aludo a lo real, no refiero a se postula ahora regido por el mercado,
reflexiones desde la teoría de la imagen (ciberespacio, lo que consecuentemente conlleva que
la virtualidad de lo real…etc.), sino más bien a aquello -como ciudadano inserto en el sistema
que acontece en la vida material (la base real) y no a la de país-, para una existencia eficaz6, se
ideología de tal. debe necesariamente pertenecer enton-
6 Es necesario tomar en cuenta que la eficacia y eficiencia ces al sistema de consumo.7
se constituyen también como nuevos valores sociales.
Valores propuestos por la teoría económica de la ‘mano
invisible’ de Adam Smith. A modo de profundización
7 Trasladándolo a lo actual (en Chile), basta con reflexionar de lo anterior, y como pie a lo que será
en torno al modo de solucionar los problemas de salud o fundamental para comprender el proble-
vivienda –por ejemplo- desde la política. La entrega de ma de lo juvenil en Sarlo, trabajaremos
bonos, parece ser el modo privilegiado de calmar, mas no
mitigar, el problema en cuestión. Es decir, reducir más no sobre lo que la misma literata presenta
resolver el problema. en la imagen del shopping -o mall- como
un monumento del civismo. Éste –el
shopping- articula un nuevo modo fun-
damental de pertenecer a la sociedad,
en la medida que es en el mismo mall
donde se encuentra, no el símbolo del
capitalismo, sino su plena realización. Es
decir, el modo de país -el modo de ser par-
te del país- se pone en práctica desde el
shopping bajo un nuevo modelo que decide como nueva forma de ser ciudadano
los símbolos de estatus y condición de los desde un nuevo sistema social, se hace
ciudadanos. El mall al asentarse de manera casi obvia la relación entre ambas nocio-
autorreferente e indiferente en la ciudad, nes: el mercado y la juventud se traman
tanto impone nuevos y únicos códigos de creando así un nuevo producto llamado
existencia en comunidad, como elimina la lo juvenil. En otras palabras, la juven-
historia y los conflictos por los que se ex- tud no se rige ya bajo un canon erario,
plicaba tal comunidad. Es precisamente en sino -así como la totalidad de las cosas
ese punto, desde donde Sarlo considera y seres- bajo el mercado o sistema de
que el shopping se vuelve proyecto semióti- consumo.
co del mercado, y por tanto, de la sociedad
misma, pues se presenta en él una trans-
parencia y acceso directo al ser del sistema En el texto se alude a distin-
y deber ser del ciudadano en éste. Este de- tos períodos que conllevan a su vez di-
ber ser significa finalmente la estandariza- versos modos de comprender la juven-
ción del yo, es decir, una homogeneización tud. Refiere por ejemplo al 1900, época
siempre en vistas a dar con una oferta que gentina, como por otro, las que servirán, en la cual las mujeres, a los quince años
se ajuste a un deseo común. Deseo a su y posteriormente, se reafirmarán en la y consideradas ya adultas, contraían
vez también predeterminado por el sistema obra de Mario Z. matrimonio con hombres diez años ma-
mismo. Esto es justamente a lo que Sarlo yor presentados como en plena madu-
refiere como “territorio de marea generali- Se presentó, previo a lo que rez. Refiere también al joven romántico,
zadora” en donde se vive un “proceso de se ha de tratar en esta instancia, la cues- quien reflexiona sobre la sublimación de
pluralidad de ofertas, pero en un marco de tión sobre la relevancia del sistema de una juventud con la actitud de un sa-
pobreza de ideales colectivos.” El mercado, mercado –de consumo- en la sociedad bio.10 Y en última instancia, alude a la
el país-mercado genera entonces nuevos posmoderna de modo estratégico. La época de las revoluciones juveniles en
modos de ser social: por lo tanto, genera anterioridad en su exposición se debe las que, en pos de una juventud, quie-
también nuevos valores y consecuente- precisamente a que es el mercado mis- nes se manifestaban, dejaban de serlo.
mente nuevos lazos relacionales.8 De cierto mo, como nuevo modo cívico, el que Dicho de otro modo, al problematizar
modo, el consumo alimenta imaginariamen- funciona como impulso hacia una noción la juventud, se distanciaban y renun-
te la nueva forma de ciudadanía. de estética de lo juvenil enfrentada a la ciaban a ella. Es precisamente en este
de juventud. Dicho de otra forma, el mer- punto donde se patentiza la idea más
cado de consumo –ya entendido como relevante en torno a lo que significa una
III. Juventud y mercado de lo juvenil. generador de nuevas formas sociales, juventud en la modernidad; la constante
y siempre en vistas a un progreso- fun- presencia de la utopía. Pareciera que,
Vale la pena comenzar este ciona como puente de dirección obligada tanto en el joven romántico como en el
punto del escrito (III) esclareciendo que no desde lo entendido como juventud hacia revolucionario de mayo 68 en París, se
esta en la pretensión de este trabajo es- el mercado de lo juvenil. manifiesta a través de una lucha que lo
tablecer un análisis exhaustivo respecto a trasciende. Si bien hablan desde la ju-
lo juvenil y su relación con el mercado en ventud, lo hacen como si no pertenecie-
“La infancia, casi, ha desaparecido,
la posmodernidad, sino más bien exponer ran a ella, es decir, se expresan y luchan
acorralada por una adolescencia
por un lado, tanto aquellas cuestiones que por algo que está más allá de su condi-
tempranísima.”9
aparecen como claves en la teoría de la ar- ción de joven. Se despliegan en pos de
otros y venideros jóvenes, se desdoblan
De ese modo comienza Bea- y en tal acto, dejan entonces así de serlo
triz Sarlo exponiendo su teoría sobre la para sólo parecerlo, o bien padecerlo.
juventud. En primera instancia describe De cierto modo se hacen concientes
cómo han cambiado los tiempos de las en demasía de su juventud, y como se
etapas en la vida de un ser posmoder- aludió –respecto al concepto de ficción
no, las que se denotan como deformes y que es la posmodernidad- en cercanía
desmesuradas. Este cambio se evidencia tal, se abstraen de saberlo (y por tanto,
a través de una adolescencia prematura de serlo).
que, tanto se come a la infancia, como IV. Sarlo desde Mario Z: de lo juvenil
se sobre-extiende hasta los treinta años.
Ahora, la pregunta a abordar en este
punto no es cuáles son los efectos de
una tan abusiva juventud, sino más bien
cuál es la causa que genera tal cambio.
Si volvemos a lo expuesto
14/
IV. Sarlo desde Mario Z: de lo juvenil a lo inoxidable
“Hoy la juventud es más prestigiosa que nunca, como conviene a culturas que han pasado por la desestabilización de
los principios jerárquicos. La infancia ya no proporciona un sustento adecuado a las ilusiones de felicidad, suspensión
tranquilizadora de la sexualidad e inocencia.”
Mario Zeballos, conocido como Mario Z, nació el 19 de agosto de 1970. Realizó sus estudios
superiores en la Universidad Arcis, licenciándose en Bellas Artes con mención en Pintura. Se destaca por su
producción pictórica, trabajada principalmente en óleo y acrílico sobre material gráfico, así como también en
instalaciones donde el énfasis en la ejecución plástica de objetos emplazados sobre distintos espacios exposi-
tivos, rescatando siempre el valor del oficio manual.
De su diversa gama de trabajos, tomaremos algunas de sus obras expuestas en la serie “Los
niños de hoy reciben demasiado dinero para sus gastos de cocina”, muestra compuesta por tres instalaciones:
“Composición al borde del ego o Pavo Trufado”, “You promise Poems o Crema de Belleza” y “Dead Oil o Tar-
titas de Pascua”; así como también por la intervención de una caricatura de la revista erótica Playboy; obras
que en su mayoría, y según palabras del propio autor, dan cuenta de la muerte de ciertas imágenes infantiles.
Es precisamente sobre esta experiencia: como límite transcendental e introductorio de la discontinuidad, sobre
la que haremos foco; situando los postulados de Beatriz Sarlo en el vértice de esta interpretación y discusión
teórica.
16/
dentro de la obra misma, arraigada a un espacio particular. La
obra es, como se aludió, contingente y responde, por tanto, al
acontecimiento que la sostiene. En ese sentido, la diferencia y
reflexión de esta nueva obra artística está en que, si el espacio
constitutivo del pop histórico eran los mass media, la calle, la
parafernalia y en la categorización de primer mundo, este au-
todenominado Inoxidable Neopop, se centra en el proceso ín-
timo y particular de adopción que sufrieron lo elementos en la
cotidianidad. Pues aquello manoseado por la mano invisible del
mercado (valga la redundancia), más que la nostálgica moderni-
dad y sociedad industrial o la masificación del arte, en Chile, es el
imaginario colectivo. El travestimiento de los iconos infantiles, la
destrucción del barrio, el destierro de los almacenes, es aquello
que mueve el neopop chileno. Razón por la que Mario Z escoge
las imágenes que escoge, o aplica las técnicas que aplica. Ma-
rio Z despliega su discurso desde el espacio particular, desde
el campo de comodidad -lo evidente del imaginario colectivo-,
ahora como recinto débil. La precariedad y la violencia es lo que
caracteriza sus raspados, chorreados, frotados, empastes y pin-
celadas, el absurdo y acidez de la atmósfera respecto del lugar Acrílico sobre tela, 200 x 200 cm., 2006. Víctor Castillo, miembro y
donde se desarrolla el sentido de pertenencia. fundador del movimiento Inoxidable Neo-pop.
Felipe Aburto
tomas, junto con formular los límites del registro cinematográfico
y, con ello, la insipiente formalización de la imagen-cine como
bloque espacio-tiempo al centrar la representación según unas
dimensiones espaciales y una duración específica, hace posible
el despliegue de un desborde, una expansión de los elementos
contenidos como retención de un apunte o señal del límite. Así,
en el film de Harun Farocki “Obreros saliendo de la fábrica” el
I motivo parece evidente: un grupo de trabajadores, al terminar
su jornada, comienza a retirarse en un movimiento que avanza
desde el centro de la toma, donde segundos antes se observa
La puesta a prueba de una pedagogía de la ima- la puerta de entrada cerrada, hacia ambos lados del encuadre
gen cinematográfica, constituye un modo de ocurrir en (el) hasta quedar despejada. La duración de esta toma no sólo define
lugar de las imágenes: en una posición sostenida de prés- la cantidad de movimiento de los cuerpos en retirada sino que
tamo, de débito espacial respecto a un conjunto de relacio- además refiere la permanencia del registro, como en un encua-
nes, secuencias, ordenamientos e intercambios de imágenes dre que nos devuelve la mirada, en un punto donde (la vista)
producidos en el régimen audiovisual de una temporalidad la imagen temporaliza la ausencia, la emergencia del límite. En
expandida. Este régimen o economía de producción de imá- este sentido, las tomas de vistas realizadas por los hermanos
genes certifica en el dispositivo cinematográfico un modelo Lumiere, tanto en los trabajos de Harun Farocki como en las
de representación donde el tiempo supone dos ejes de in- “Histoire(s) du cinéma” filmadas a lo largo de diez años por Jean
tervención. En primer lugar, define una afectación interna de Luc Godard, determinan el estatuto pedagógico de sus operacio-
la representación de la imagen al darse esta en un tiempo nes audiovisuales al concebir la posibilidad de una inscripción,
donde difiere de sí (en los signos en ella referidos) en su su- entre imágenes, de una temporalidad que colma el registro cine-
cesiva realización. En segundo lugar, define una articulación matográfico de una acumulación imposible de signos: ese tiempo
de la recepción o visionado que toma lugar en un despliegue de sobra, en el que los obreros al salir ya no de la fábrica sino
temporal acordado por la sucesión y movimiento de presen- de la imagen como imagen de su incontenible inscripción, re-
tación de las imágenes. Estas dos condiciones constituyentes encuadran incesantemente la mirada.
del acontecer del tiempo en el dispositivo cinematográfico
traman una experiencia de la imagen donde el acto de mirar Pues bien, en el filme “Trabajadores saliendo de la
permanece embargado ante la recepción de su objeto, esto fábrica” (Alemania, 1995) de Harun Farocki la mencionada toma
por cuanto al tomar cuerpo en el tiempo, es decir, al presen- de vistas se nos presenta como imagen modelo del cine, a saber:
tarse durando, dispensa la emergencia del instante en el que imagen de la reproductibilidad del dispositivo cine. Desde un co-
la recepción de la imagen se recortaría en una sola presen- mienzo, una voz en off traza una referencia histórica de la técni-
cia singular. Pues bien, lo que “resta por mirar”, en el doble ca que ha dado lugar a la aparición de la imagen en movimiento
sentido de lo que se concibe como pendiente y aquello que junto con acotar el motivo de la misma. Se trata de la primera vez
se sustrae como posibilidad de su experiencia, viene a cons- en el movimiento al mismo tiempo que de la visión de un grupo
tituir una zona de reflexión y análisis en algunos trabajos de de obreros al término de su jornada. Este motivo de la imagen,
Harun Farocki y Jean-Luc Godard bajo la formulación de una a lo largo del filme, mediante la multiplicación de su misma refe-
operación audiovisual que consiste en producir un ensayo rencia, reenvía esa primera vez como lo ostensiblemente igual en
de lugar en el cual inscribir el testimonio de esa falta, como el tiempo. En efecto, Farocki trabaja con un conjunto de registros
índice o señal de tiempo. Este tipo de operación encuentra que muestran la salida de obreros en distintos periodos de tiem-
en la toma de vistas su modelo perimetral, esto por cuanto, po. En cada uno de ellos trama, mediante el recurso de la voz en
en ella estriban los desarrollos posibles de un hábito de la off, una observación que poco a poco, a medida que se suceden
mirada y la postura de un cuerpo visual de imágenes. en el filme, empieza a descubrir las diferencias manifiestas entre
las formas de salida de la fábrica. Para ello, repite las imáge-
En la toma de vistas, en rigor, la imagen es la nes alterando su secuencia de movimiento original de modo tal
figuración de un contenido, la acumulación progresiva de lo
visible que presta forma a un punto en el que coinciden bajo
una misma seña el registro y la variación de los elementos 1 J. Aumont: El ojo interminable, Paidós Comunicación Cine, Barcelona, 1997, p. 27.
2 A saber: “…la pose, como una especie de retórica del cuerpo, implica la gracia de
inscriptos: la imagen como encarnación del punto de la vis- una subjetividad soberana que dispone al cuerpo conforme a un determinado patrón de
ta, “desde este momento-escribe Aumont- la vista Lumie- significaciones sociales, culturales e incluso psicológicas.” S. Rojas: Materiales para una
re es, literalmente, lo que se ve desde ese punto, lo que historia de la subjetividad, Editorial La Blanca Montaña, Santiago, 1999. p. 229.
de visible muestra el punto elegido, el ejercicio de la visión
(de la mirada) desde ese punto”1. La posibilidad de esta
encarnación se produce a través del encuadre, que en las
20/
de reinscribir una temporalidad caída en falta por efecto de la
sucesión de las imágenes. Esa temporalidad permite demorar
la recepción de la imagen encontrando elementos de diferen-
ciación entre una y otra. En el caso de la toma de vista Lumie-
re, Farocki, al volver a ella, observa un gesto que permanecía
escondido y que involucra un juego entre dos obreras, donde
una tira de la falda de otra de manera de inducir su caída.
Esta misma dialéctica de repetición y diferencia
obra como principio de una visión de la historia del cine en
Jean-Luc Godard. En Histoire(s) du cinéma (Francia, 1988-98),
en especial en el capítulo 1° “Todas las historias”, Godard se
filma mientras trabaja en una vieja máquina de escribir eléctri-
ca. El constante ruido que esta produce se mezcla con la pa-
labra del realizador que nombra de modo repetitivo una serie
de títulos fílmicos que luego se verán-escucharán anexadas a
una imagen con la que identificarse. El efecto de saturación
audiovisual remite en Godard a la imposibilidad de acumular las
imágenes dispuestas para contar las historias que componen
la historia del cine. Esto, debido a que cada imagen supone una
historia posible no narrada por el cine, una historia pendiente
que es ya el lugar que la imagen ocupa en la historia de la
producción cinematográfica. En ambos casos, la voz en off uti-
lizada por Harun Farocki y la propia, en escena, de Godard, so-
meten a la palabra a un escrutinio de lo imposible de inquirir en Fotograma de Obreros saliendo de la Fábrica, Harun Farocki, 1995
el régimen visual: imposibilidad de la mirada en el diferimiento
de la imagen, en el primero, y certificación de lo imposible en la
repetitiva triada gráfica-audible-visual, del segundo.
II
Una pedagogía de la imagen cinematográfica reencuentra en la toma de vistas la figura de un cuader-
no de notas, apuntes. No obstante, la valía genética y estructural que se le reconoce, su actualización respecto
a la premisa pedagógica aquí refrendada a los trabajos audiovisuales de Harun Farocki y Jean-Luc Godard,
acontece menos como modelo de registro cinematográfico que como imagen de lectura, en tanto que escena de
una temporalidad de sobra, movimiento de retorno sobre la imagen desde el límite. Desde el punto de vista de
la construcción fílmica, la toma de vistas prevalece bajo una condición de imagen reversible, retenida en-el-paso
(transcurrir) hacia otra imagen de la que resulta su contenido imposible. En ella, el eventual despliegue de las
imágenes en el tiempo consagrado por el montaje, se nos hace visible bajo los términos de una operación visual
de corrección y subordinación del movimiento de las imágenes en una proyección continua, como desarrollo de
una unidad legible de la totalidad de las imágenes. Ciertamente, esta visibilidad del montaje resulta del hecho
mismo de su inactualidad. Sin embargo, es en ello donde se juega -en la no convergencia histórica de la toma y
el montaje cinematográfico- la evidencia de una forma de ver que ha tomado por hábito y pose, en el sentido y
asociación que a dicho término otorga Sergio Rojas2, el efecto de movimiento coordinado en el tiempo de presen-
tación de las imágenes.
En cierto sentido, la presuposición del montaje en estas tomas, define la articulación de un cuerpo de
imágenes en movimiento, como imagen-presupuesta de ese cuerpo, en la medida que se des-cubre la inversión
de su pose. Así, el exceso de movimiento que presta relieve a la temporalidad incorregible de la toma, figurado
en el encuadre (límite) del movimiento de los obreros y la llegada del tren a la estación, al permanecer como vo-
luntad de inscripción en el registro de la toma (encarnación), permite recuperar ese tiempo como discontinuidad
en una historia de las imágenes, ensayo de una movilidad que vuelve presente, al presente, las imágenes en el
diferimiento de sus poses, es decir, en el paso de unas imágenes a otras. De este modo, apuntar las imágenes im-
plica un acto de legibilidad reversible, abierto a los distintos presentes (Histoire(s), siempre con (s) dirá Godard)
enquistados en el movimiento de las imágenes. Tanto en Farocki como en Godard el montaje avala la escisión de
la densidad visual de las imágenes, una cirugía que descubre el cuerpo de la representación. La función descrip-
tiva del régimen audible de la imagen administrada por el relato cinematográfico clásico determina un correlato
correccional del contenido visual de la misma: una economía de legibilidad que esconde la doble modalidad de
enunciación a través de su coincidencia efectiva.
Un ejercicio de reapropiación del sentido de la correc-
ción se encuentra también, en el filme de Godard “2 o 3 cosas
que yo sé de ella” (Francia, 1967). Allí, donde la banda de sonido
deja escuchar la voz de Godard, que de modo coincidente a las Hasta aquí dos son las premisas enunciadas en
“Histoire(s)...” relata las acciones de un personaje en el preciso torno a una pedagogía de la imagen, ambas inteligibles a par-
momento en que son realizadas. En principio, la coordinación entre tir de la observación de las condiciones de registro de la ima-
la enunciación-fónica y la enunciación-visual se torna compacta. gen en el dispositivo cinematográfico. Así mismo, la referencia
Sin embargo, la separación en la imagen se nos presenta cuando a las tomas de vistas de los hermanos Lumière nos permite
Godard corrige en voz en off una de las acciones ejecutadas. En articular la dimensión de una doble temporalidad. Ello en la
cierto modo muestra -corrigiendo- el tiempo de desarrollo de la medida en que, en primer lugar, reviste un modo ejemplar de
representación. Este mismo efecto de distanciamiento-escisión- visibilidad de ciertos recursos formales en la constitución de
reaparece en aquellos filmes donde los sonidos emitidos por un la imagen cinematográfica, que se expresarían en la disposi-
instrumento corre a des-tiempo de su exhibición en imágenes ción del encuadre y la temporalización del registro según una
(“Prénom carmen”, Francia 1983), o bien cuando, por el contrario, duración concebida en términos de excedencia. En segundo
el sonido reaparece adelantándose a la ejecución del instrumento. lugar, y en este sentido su referencia se torna operativa, esta
De tal suerte, el montaje hace posible componer la emergencia de excedencia toma cuerpo en la medida que interviene en una
una lectura como efecto de desnaturalización de la representación relación posible con otras imágenes, y esto no sólo por su
cinematográfica: es decir, se hace presente en la imagen, en la certificación como modelo de la imagen-cine (su condición
presencia a des-tiempo de lo que ocurre en ella. fundante y originaria) sino también por una suerte de reserva
de contenido que señala respecto a la historicidad de sus for-
Por su parte, en “Imágenes de prisión” (Alemania, mas.
2000), el registro videográfico de la muerte de un presidiario a
manos de los guardias de la prisión constituye para Farocki, en En la toma de vistas, la imagen-cine definida como
una asociación que prosigue en casi todos sus trabajos, un he- un sistema espacio-tiempo deja ver, en el mismo punto donde
cho de montaje. En efecto, la decisión de matar viene dada en el aún no lo es, y en ese caso en un punto de vista sobre el
modo en que las imágenes se superponen en el montaje, donde cine, una in-postura respecto a la materialización de la mis-
la duración de las acciones es manipulada en su desarrollo con el ma en el orden de la construcción fílmica, en tanto que su
fin de acreditar una mirada de seguridad ante los hechos. Harun excedencia atañe a un límite que será corregido en la arti-
Farocki, en este filme, rastrea en el tiempo del registro de la muer- culación de nuevas imágenes. Ese no ser, ocupándose de lo
te del presidiario William Martínez, señalando que las razones que que nos tocaría definir según una diferencia entre la toma de
ameritaron el disparo desde la torre de alta seguridad se fundaba vista y la imagen-cine, no debe guiarnos sobre una dimensión
sobre la evasión (ocultamiento) del punto de vista de la cámara de ontológica del lenguaje cinematográfico. En cierto sentido, la
seguridad. Aquí el montaje coincide con la mirada de la institución. toma de vistas sería el lugar geométrico de una temporalidad
Pero también, su re-montaje en los filmes de Farocki permite, la donde la imagen ocurre a falta de otras imágenes. No la forma
lectura comparada de un régimen representacional que presta de un develamiento sino la re-composición que acompaña la
sentido a la mirada en el lugar donde la relación entre punto de interrogación por un comienzo. De tal forma, una pedagogía
vista y destrucción, producción y amenaza de vida, se sostiene de la imagen cinematográfica se establecerá en el lugar de
en el tiempo de la imagen. Estos pares coincidentes o dicotomías las relaciones: entre imágenes, como también en su dinámica
re-montadas asoman en Farocki bajo el contraste de las figuras de sucesión interna radiada en torno a la posición de las ins-
de la fábrica/cárcel, trabajadores/condenados, prisioneros y en- tantáneas fotográficas. En efecto, Jean-Luc Godard, instalado
fermos. Al respecto, escribe Parodi: “La puerta de la fábrica es del lado del espectador y su negociación perceptual con el
el espacio virtual de transformación donde los trabajadores pa- movimiento de la imagen cinematográfica, opera con dos pro-
san de ser agentes de un tipo de producción para ser ciudadanos cedimientos que lo confinan a un borde donde el cine deja ver
comunes, transeúntes entregados a otras formas de producción. la estandarización de la recepción visual en términos de una
Pero, ¿dónde está, históricamente, específicamente, el rasgo o la
marca representacional que nos permita considerar a la puerta
de la fábrica, como el lugar donde algo de la sociedad de control
empieza a edificarse?”3. Esa marca del montaje, que en el modelo
clásico de narración desaparece, se invisibiliza tras el desarrollo
lineal y progresivo de la trama, es el lugar desde el cual esta misma 3 R. Parodi, Seminario Harun Farocki, Clase 3.
se nos cuenta-muestra. Este gesto de borramiento de la marca de 4 P. Dubois, Cine, Video y Godard, Libros del Rojas, Universidad de
la enunciación reaparece por efecto del montaje, que en Farocki Buenos Aires, Buenos Aires. p. 117.
relaciona la toma de vista y las cámaras de seguridad, puesto que 5 J. Aumont, op. Cit., p. 45.
en una y otra modalidad de representación el cuerpo de la cámara 6 También en el caso de algunos filmes de Farocki se puede pensar en
una división del ojo mediante la aparición en la pantalla de dos imágenes
desaparece del campo de visibilidad de la imagen. paralelas y levemente distanciadas, mientras que en Godard por efecto
de la sobreimpresión de imágenes y contenido gráfico, muchas veces
alusivo a las mismas, se trataría de una deformación interna. De algún
modo, el sentido de estas metáforas supone una reflexión sobre el
dispositivo y la familiaridad del cuerpo público de las imágenes.
22/
modulación técnica de la mirada. El ralénti, por ejemplo, es una de
esas operaciones por la que la imagen muestra su propio trabajo. Al
desacelerar el movimiento promovido por el dispositivo de proyección
cinematográfica, Godard hace retornar una suerte de pesantez al
movimiento de la proyección y la reproducción del cine. En Histoire(s)
du cinéma este procedimiento de intervención visual se nos presenta
en su ejecución: aparece allí el movimiento de las bobinas que dinami-
zan el movimiento del soporte película mientras, de modo simultáneo,
debido al uso de la sobreimpresión y el fundido, toma lugar la imagen
seleccionada al detener el movimiento. Otro gesto similar se observa
en aquellas imágenes que Godard comenta, en la medida que les sus-
trae el movimiento. Así la imagen-cine vuelve sobre la equidistancia
de las poses fotográficas que constituyen la base del lenguaje, eso sí
como variación. Al borde de la fotografía la imagen cinematográfica
enseña la densidad de los cuerpos en movimiento, la incomoda me-
cánica de la postura de un cuerpo actoral, interpretante (un origen
en sus distintas facetas, el no ser atrapado en el paso y tras-paso de
las imágenes).
Fotograma de Histoire(s) du cinéma (Francia, 1988-98), Jean Luc Godard
Se trata de una política del fotograma que subvierte el
efecto-movimiento del cine regionalizado en la proyección del regis-
tro fotográfico en el soporte filme. Una mirada fallida, o bien mos-
trándose en su fallo: el alto que detiene la película en un momento
cualquiera para producir el hallazgo de lo sustraído como objeto a la
mirada en el movimiento. El ralénti, tal como es operado por Godard,
prefigura una dimensión pedagógica al habilitar en las imágenes del
cine “un nuevo poder de visión, para transformar otra vez el acto de
la vista en un acontecimiento, para ver si el sentido puede ser todavía
construido con las imágenes”4. Lo importante de esta cuestión es el
hecho de la detención del movimiento como proceso de descompo-
sición en el tiempo de la imagen del cine. Pareciera actuar aquí una
cierta arqueología de las posiciones sucesivas en que la imagen se
hace de un cuerpo retórico móvil, y que en Godard, a diferencia de
Farocki, deviene literalidad ostensible de la escena misma de la re-
presentación. Farocki, por su parte, si bien emplea el ralénti, lo hace
en ocasión de acompañar el comentario hablado, como una extensión
visual de la palabra.
III
III
Si el efecto-cine depende de la facultad del dispositivo cinematográfico de reproducir el movimiento, el filme
viene a constituir el cuerpo-en-efecto de presentación de las imágenes en movimiento: la pose que trama las partes
de un cuerpo sostenido en su presencia durante el tiempo de la proyección. Este efecto se compone como tal en la
sustracción de una movilidad, siempre anónima, cadavérica (un “otro” cuerpo insepulto) que toma parte en el paso de
una imagen a otra, de un sonido a otro. Dicha movilidad reducida, como ocurre en el filme, al movimiento de sucesión
de imágenes, cifra una dieta gimnástica de la mirada en relación al tiempo y el espacio que construye la proyección, en
tanto el dispositivo cinematográfico se puede considerar “en primer lugar un dispositivo genérico en el que se ejercita la
mirada de modo duradero-no importa si continuo o no-, variable por lo tanto (en el tiempo) y, finalmente, aislable”5. So-
bre la base de estas condiciones espectatoriales, la toma de vistas interroga la modalidad de un regreso a las imágenes,
tal como lo harán Harun Farocki y Godard de distintas maneras; el primero mediante la repetición de una misma imagen,
neuma de un diferimiento que actúa como un repliegue sobre las imágenes; el segundo por efecto de una alteración del
movimiento secuencial. Volver sobre las imágenes es pasar de la gimnasia del ojo-cine a la caída del parpado6, debilitar
el hábito de la mirada al punto de inscribir lo que ha tomado en préstamo la vista. El lugar de todas estas variaciones
señala una tercera premisa pedagógica que se nos plantea como un conocimiento de la inscripción técnica de la imagen
como forma de ver.
7 A. Bergala: Nadie como Godard, Paidós Sesión Continua,
Barcelona, 2003. p. 273.
8 “La no-reconciliación, también es un modo de hacer los filmes,
Ahora bien, hemos supuesto este lugar como un entre: en de producirlos. Es el rechazo obstinado de todas las fuerzas de
homogeneización. Ella ha conducido a Straub y Huillet hacia lo que
(el) lugar de las imágenes. Entonces, de existir: ¿bajo qué condiciones podría denominarse una práctica generalizada de la disyunción.
es posible su remisión fílmica? Eventualmente deberíamos -paradójica- Disyunción, división, escisión…la mirada y la voz, la voz y su materia
mente- atribuir esta posibilidad a la presentación de un filme imposible. (su “grano”), la lengua y sus acentos hacen, como dice Zhou Enlai,
Esto no quiere decir irrealizable, sino que siempre retenido, colmado “sueños distintos en un mismo lecho””. S. Daney: Cine, arte del
por su propio movimiento, de modo tal de extraer la movilidad de un in- presente, Santiago Arcos Editor, Buenos Aires, 2004. p. 38.
agotable desfile: pausas, reiteraciones, ampliaciones, cantidad de imá- 9 En sus análisis sobre la obra de Hitchcock, Žižek presta atención
a la persistencia de una serie de motivos y gestos incluidos en
genes que vuelven diferentes en una sola, morfología de lo nunca igual distintos contextos de significado, y que formulan una resistencia
en la repetición incansable de la continuidad de las poses. Esta forma respecto a su estructuración narrativa. La “resistencia” de estos
imposible se acerca a la categoría del filme-ensayo propuesto para la signos materiales, el “síntoma Hitchcockiano” pone en evidencia
obra de Godard por Alain Bergala. Esta categoría permite circunscri- una escisión en el tiempo de configuración del sentido (trama)
bir la fallida plenitud de un enunciado, ya sea por razones de orden que sería interesante desplazar al emplazamiento de soporte de
las imágenes (film), en la medida que su repetición formularía la
conceptual o financieras, bajo una forma donde el filme “permanece resistencia de un film incumplido, como una mirada mostrándose
atrapado en el propio gesto de su producción, en las circunstancias escindida de su objeto. Al respecto véase S. Zîzêk: Lacrimae Rerum,
de su enunciado”7. Lo que nos interesa en la definición otorgada por Ensayos sobre cine moderno y ciberespacio, Debate Referencias,
Bergala a este tipo de filme es la inscripción formal de una tempora- Barcelona, 2006.
lidad de un cuerpo de imágenes accidentadas, donde el movimiento 10 Como ocurriría con aquellos documentos visuales anexados a la
edición original de un filme. Complementos fílmicos (extras, bonus)
de su articulación fílmica no accede al sentido puesto que la imagen de grabaciones paralelas que tienen por objeto el propio proceso
se ha tornado objeto de deuda respecto aquel. Esta retención de la de filmación de una producción determinada o entrevistas a los
enunciación, entendida como un gesto que vuelve sobre sí para indicar realizadores. En el formato televisivo este suplemento, muchas
lo que no ha tomado lugar en la forma de la imagen, actúa como objeto veces durante la misma emisión, reaparece bajo la figura del
de impenitente movilización, convirtiendo el efecto-cine en objeto-filme. backstage. Aquí dicha imagen faltante complemento (negocia
Nuevamente se trata de una separación, que encontrará en los análisis la desaparición) el presente que es el diferimiento de la imagen
respecto a sí en el tiempo de la representación, mediante el efecto
de Serge Daney sobre el trabajo de Jean Marie Straub y Danièle Huillet “en directo” o la selección operativa de las imágenes.
la lucidez de una formula: la disyunción8. En ambos casos, descubrimos 11 “La imagen misma deviene resto: imagen del resto, pero se
un objeto suspendido, errante, una imagen que señala la existencia de trata también del resto de una imagen que nunca fue plena. Esto
otra fallida. No obstante, esta movilidad de un significante que no se es lo que el presente no puede dejar de hacer con el pasado.” (el
deja abreviar en el acto fílmico, en la disposición en el tiempo y en el subrayado es mío), S. Rojas, op. cit., p. 224.
12“Porque “retener” quiere decir “cuidar”, pero también “retardar”.
espacio de las imágenes, excéntrico respecto a una trama narrativa10, Cuidar a un público de alumnos para retrasar el momento en que
define menos la evidencia de una imagen faltante11 que la emergencia correrían el riesgo de pasar demasiado rápido de una imagen a
de un presente constitutivo de su falta, en momentos que ya ha sido lo otra, de un sonido a otro.” S. Daney, op. cit., p. 46.
filmado: familiaridad suspendida de un cuerpo (voz, lengua, acento) y 13 J. L. Brea: El tercer umbral, Estatuto de las prácticas artísticas
accidente de sus poses, apunte audiovisual de lo que no ha sido posi- en la era del capitalismo cultural, CENDEAC, Murcia, 2003. p. 42.
14 Con ello se haría viable un conocimiento de la imagen en el
ble ver en un punto donde es ya (la imagen) todo lo contenido para la sentido del concepto benjaminiano del método el que “-paradójico,
mirada11. Separar para retener, en esto consiste la imagen como con- puesto que exige resignar la voluntad de conocer, sin la cual no
tenido de un conocimiento posible: su grado de inteligibilidad. Estrate- sólo el método, sino el conocer mismo pareciera no ser pensable,
gia de posición (enunciación) frente a una cantidad siempre creciente, en favor de la insustituible singularidad de lo conocido-, dicho
y en circulación, de imágenes: ahora, en (el) lugar de cualquier imagen. concepto, pues, quiere corregir la unilateralidad de la verdad,
Provocar el presente de las imágenes obliga, en tanto la retención es la estableciendo el vinculo indisociable, aunque infinitamente frágil
(está hecho de tiempo), de verdad y justicia.”, P. Oyarzún, “Cuatro
premisa que hará legible su recuperación12 (ciertamente una postura señas sobre experiencia, historia y facticidad en W. Benjamín”,
La dialéctica en suspenso, Universidad Arcis y Lom Ediciones, La
invención y la herencia, Santiago de Chile, p. 9-10.
que incomoda las poses), a desposeer el lugar tanto en el filme como en su historia. Por lo mismo, el film imposible es aquel devenido objeto-
filme como aquello contenido en cualquier imagen, cantidad de presentes retenidos. Este presente en el lenguaje cinematográfico atestiguaría
la inversión temporal de las elipsis y el corte. Se trata de la suspensión visual de la presencia en la imagen de un paso de tiempo asentado
como pasaje de relación entre una imagen y otra en conformidad al sentido vehiculado por la narración. En cambio en la intelección que del
filme (ahora objeto) acusan recibo las operaciones aquí comentadas el corte espacio-temporal que desplaza la mirada de una imagen a otra,
donde se manifiesta una materialidad subordinada a la dimensión móvil de la experiencia visual, admite su condición de presente a través de
las variaciones, un permanente re-vestir de las imágenes. En Farocki esa materialidad del corte se inscribe en la imagen. Para ello, recurre a la
exposición simultánea de dos imágenes que suponen un grado de referencia afín. Esta formulación, en el filme “Imágenes de prisión” aparece
a través de las imágenes recogidas de una grabación efectuada en un hospital durante los años veinte en Alemania y que comparecen junto
a otras donde se nos hace ver un grupo de presidiaros en fila. La proyección de las dos imágenes en la pantalla, descorridas en un mismo
plano visual, suspende la continuidad de su equivalencia icónica y figurativa, con el fin de administrar su diferencia temporal. Ahora, el lugar
entre-imágenes es ocupado por el comentario que dice y nombra el pasaje producido entre ambas: se nos dice de la primera que es una
imagen de asilo y la segunda de una prisión, inscribiendo un suplemento diferencial en el diferimiento que cada una comporta.
24/
IV
El presente de la imagen responde al tiempo de la toma de posición de las imágenes durante la representación cinematográfica,
al acto mismo por el cual transcurren en el movimiento como lo ya visto, lo que de suyo (en la imagen) permanece cedido para suceder y
así referir su disponibilidad (presentación). El presente cifra la dis-tracción producida (como diferencia en el movimiento mismo de sucesión)
para que el hecho de una aparición quede expuesto ante la mirada. Este darse de la imagen, puesto que es un tiempo que le ocurre, permite
en el cine devolvernos la vista “sobre lo efímero, lo contingente y pasajero, sobre la duración y sobre el acontecimiento”13, en la medida que
su imagen se muestra diferente de sí en el tiempo, o más exactamente, entre-vista: retorno de una imagen pendiente. Esta falta, igualmente
señal de un declive, ejercita la mirada movilizada sobre lo ya dado (fotograma, imágenes de filmes pretéritos y de archivo) en aquello que
deviene sustraído, escindido respecto a lo que inscribe en su aparición: tiempo de reunión y reunión de tiempo. De tal suerte, esta ejercita-
ción, que atribuiremos a una pedagogía de la imagen como su orientación prevaleciente, consiste en interrogar las imágenes no en razón
de un misterio o verdad, sino en el sentido de una economía de tiempo que circunscribe un aplazamiento ante la recepción de la imagen así
como también la reposición de un diferimiento, montado sobre la diferencia consustancial que en la imagen acontece por determinación del
dispositivo técnico que la produce, respecto al proceso de circulación en que se administra.
La puesta en práctica de un ejercicio de interrogación como el que hemos señalado se sustenta sobre dos posibles rendimientos
espaciales. En primer lugar, en una suerte de vocación suspendida que afecta al acto fílmico: En tanto se trata de hacer lugar al presente de
las imágenes, la materialidad de esta asunción articula una temporalidad archivística, de búsqueda y reapropiación de lo ya dado en imáge-
nes. Se trata, tanto en Godard como en Farocki, de conseguir imágenes, de reunir una cantidad necesaria para repactar la emergencia de un
presente: cita de imágenes del pasado en el cine como zona de producción de presente, de un conocimiento14.
En el caso de los realizadores aquí propuestos para examen, el soporte de proyección en mo-
vimiento, el filme, toma forma en un conjunto de imágenes previamente elaboradas y de distinta naturaleza
técnica (electrónica, televisiva y cinematográfica), donde la filmación tiende a reducirse y las imágenes toman
cita en el montaje en función de una serie de repeticiones en las que una misma imagen, en cada reaparición,
será comentada por una voz en off que interroga su contenido visual incluyendo cada vez la notación de
una diferencia (margen de indefinición). Junto a esta función de notación del montaje y el efecto de movilidad
textual que se produce mediante la reorganización incesante del material fílmico, se adjunta otro donde la cita
persiste como su operación de base, pese a qué sus efectos varíen. Se trata, en relación a esto, de un montaje
que trabaja al nivel de la superficie según la utilización de la sobreimpresión, la inscripción gráfica, el comen-
tario y la hibridación de la banda de sonido, provocando un efecto de ilegibilidad y superposición temporal
que tiende a un efecto de saturación y estratificación de la imagen. En lo que respecta a la trama expositiva,
hemos aludido a la proyección museística de las imágenes y a la noción de instalación visual. Esta noción
nos permite interrogar las condiciones espectatoriales del consumo de imágenes bajo las determinaciones
de espacialización y consagración de la singularización del instante. Farocki, en su instalación “Schnittstelle”
(interfaz), problematiza la estructuración de un orden de las imágenes en movimiento, disponiendo para ello
un proceso de secuencialización de imágenes a través de la mediación visual de tres pantallas. El problema
aquí se asienta sobre el desarrollo paralelo de las imágenes en las pantallas, que obliga al espectador a trazar
26/
para su propia contemplación la figura de un itinerario: le exige definir su mirada en el intervalo que separa las distintas proyecciones de
manera que cada elección, por tanto, supondrá una nueva distribución de las secuencias exhibidas: la movilidad en un tiempo extraído de la
multiplicidad proyectiva del dispositivo visual. Godard, por su parte, se ha dado a pensar la posibilidad de una exposición de cine en el recinto
museístico: un proyecto pensado para el Centre Pompidou, finalmente abortado18, titulado “Collage(s) de Francia, arqueología del cine según
Jean-Luc Godard”, en el que concebía un dispositivo escénico formado por nueve salas que servían como pauta o guía de visitación donde se
exhibía un montaje de imágenes procedentes de la historia del arte, de la actualidad y la historia del cine. Cada sala enfrentaría al espectador
a un trabajo de asociación de las imágenes tomadas en préstamo por Godard; en tanto, su tarea consistiría en reconstruir la multiplicidad de
imágenes, montar su propio film, en conformidad a la materialidad espacial dibujada en la elección de sus trayectorias.
Javier Zoro
Ye who read are still among the living; but I who write shall
have long since gone my way into the region of shadows.
E.A.Poe
30/
alcanzado un grado que le permite vivir (erleben) su
propia destrucción como un goce estético de primer Las prácticas de estos artistas interrumpieron la continuidad de percep-
orden. Este es el esteticismo de la política que el ciones y alejaron lo familiar, rompiendo la tradición histórica a través de
fascismo propugna. El comunismo le contesta con la la fuerza de su fantasía…El efecto era romper la continuidad del tiempo,
politización del arte2. abriéndolo a nuevas experiencias cognitivas y sensoriales. En contraste, el
partido se sometía a una cosmología histórica que no proporcionaba tal
Bastantes años antes de que Guy Debord libertad de movimiento. El reclamo bolchevique para conocer el curso de la
publicara La sociedad del espectáculo y que Raúl Peralta historia en su totalidad suponía una “ciencia” del futuro que alentaba a los
Paredes O., el protagonista de Tony Manero (2008) de políticos revolucionarios a dar órdenes al arte5.
Pablo Larraín, revelara en una de las primeras escenas
de la película que se dedicaba exclusivamente al rubro
del espectáculo, Benjamin anticipaba la soterrada co- El arte de vanguardia, incluido el cine -que tenía a algunos de
nexión que éste tendría con el fascismo y la destrucción; sus más emblemáticos exponentes en Eisenstein, Medvedkin, Kuleshov, Pu-
o, peor aun, con un cierto goce estético ante la misma. dovkin, Vertov-, contenía las revolucionarias potencias estéticas –nuevas
No es únicamente –o no en primer lugar- el deleite fren- experiencias cognitivas y sensoriales- que tendían el puente hacia las masas
te a las imágenes de destrucciones reales al estilo de la de un modo tal que algo en éstas se alteraba, a la par que las formas
estética de la guerra en Marinetti o de las snuff movies, convencionales del arte mismo. El enlace mediático-cinematográfico entre
que todavía nos parecen repugnantes o, al menos, nos arte y masa interrumpía los circuitos y códigos normales de la degradada e
generan cierto malestar. La violencia de la que tratamos insensibilizada vivencia cotidiana. Esta última, desde la mirada de Benjamin,
aquí, a partir de Tony Manero, viene disfrazada con di- había vuelto la vivencia del shock en la norma de la vida moderna6. Esta idea
versos envoltorios fantasmagóricos, de un modo tal que la tomaba de Freud, quien en Más allá del principio del placer había postu-
no sólo no parece ofensiva, sino que día a día es acep- lado la hipótesis de que, frente a cargas energéticas demasiado poderosas
tada epimeteicamente, tal como con la caja de Pandora, provenientes desde el exterior (shocks), la conciencia funcionaría como una
como si fuera un preciado regalo. Al menos como tal se suerte de pararrayos, como una “protección antiestímulo”, impidiendo que
valoraba la llegada de la televisión a color en la época dejasen impresiones demasiado profundas en la memoria del individuo: “la
en que se ambienta la película3. Esto es lo que oblicua conciencia surge en reemplazo de la huella mnémica”7. Freud elaboraba
y alegóricamente denuncia –como analizaremos en el esta hipótesis a partir de casos de soldados traumatizados por los horrores
siguiente capítulo- Tony Manero. de la Primera Guerra Mundial8. La condición para poder sobrevivir al cam-
po de batalla era poder resistir y responder rápidamente a los chocantes
Pero antes de considerar los aspectos pro- estímulos, para lo cual era necesario bloquear la pluralidad e intensidad de
pios del film, quisiéramos detenernos en algunas consi- las percepciones –olores putrefactos, visiones de cuerpos desmembrados,
deraciones, principalmente benjaminianas y buck-mors- estallidos de bombas, etc.-. En tal situación de stress, la conciencia iba, por
sianas, en torno al rol irrenunciable de la estética, en una parte, registrando los cambiantes datos perceptivos de relevancia para
general, y del cine, en particular, en relación al devenir el desarrollo del combate, pero, por otra, bloqueándolos en tanto pluralidad
–más que al porvenir- revolucionario de una sociedad pre-lingüística de sensaciones sinestésicas conectadas con los registros in-
determinada. voluntarios de la memoria corporal y sus accesos de sentimientos. Tal como
ocurre muchas veces con la percepción del espectador frente a películas
En una breve estancia en Moscú, entre 1926 construidas en torno a un conflicto central omniabarcante, la excitada per-
y 1927, Benjamin se fue dando cuenta de que el tiempo cepción bélica del soldado, para poder seguir hacia delante, sólo intenta
del partido de vanguardia (vanguard) iba a destiempo darle un sentido a la acción presente; mientras que, al mismo tiempo, los
con el de la vanguardia artística (avant-garde)4. El pri- sentidos –con los que su cuerpo entra “en contacto” con la realidad- son
mero estaba tan preocupado de la realización efectiva amortiguados o reprimidos por el parachoques energético de su concien-
de la modernización tecnológica e industrial (electrifica- cia.
ción total del país, construcción de canales, edificación
de fábricas, etc.) que hizo que la segunda se estancara,
puesto que el progreso para esta última no consistía en
la mera mantención de las formas artísticas convencio-
nales rellenadas con contenidos socialistas, sino propia-
mente en la experimentación de las formas. Mientras la
avant-garde ponía en marcha las potencias creativas y 8 Esto concuerda plenamente
experimentales de la fantasía o la imaginación, el Parti- con la idea de El Narrador de
do restringía el proyecto cultural a la alfabetización de Benjamin, en donde se señalaba
las masas, la instrucción técnica y la educación política;
que el quebradizo y minúsculo
cuerpo humano volvía de la
acusando la labor de artistas e intelectuales de infantil batalla enmudecido, despojado
o, en el extremo, de contrarrevolucionaria. Tal como lo de experiencias comunicables;
señala Susan Buck-Morss: lo cual –como veremos en el
capítulo final- puede relacionarse
con el uso del lenguaje del
protagonista de Tony Manero.
¿No podría decirse, variando sutilmente e invirtiendo paródicamente un famoso aforismo de von Clausewitz,
que “el espectáculo es la continuación de la guerra por otros medios”? Evidentemente, no es lo mismo estar en las
trincheras que en la butaca del cine o no es lo mismo estar pilotando en el aire un bombardero que controlándolo acti-
vamente desde el computador personal en un simulador de vuelo o, de modo estratégico, en un World of Warcraft, pero
los principios de excitación del sistema psíquico y perceptivo –guardando las proporciones- no dejan de tener cierta in-
quietante continuidad. La exaltación solitaria –o, a lo sumo, en línea- del individuo frente al bombardeo de estímulos pro-
veniente de la pantalla lo entretiene y lo hace olvidarse de sí durante un lapso de tiempo, a la vez que va anestesiándole
la capacidad sensorial para vincularse con las esferas no espectaculares del mundo, devenidas profundamente grises,
monótonas y aburridas por lo mismo. Frente a esta ‘crisis de la percepción’, las señas de Susan Buck-Morss no dejan de
ser sintomáticas: “ya no es cuestión de educar al oído grosero (crude ear) para que escuche música, sino de devolverle
la escucha. Ya no es cuestión de entrenar al ojo para que contemple la belleza, sino de restaurar la perceptibilidad”9. E
inmediatamente después apunta, casi en la forma de marginalia, en un pie de página en que cita al paso a Benjamin, algo
profundamente significativo para nuestra lectura de Tony Manero –como veremos-:
En este contexto, el film [en general] reconstituye la experiencia, estableciendo “la percepción en la forma de shocks como
su principio formal” (Benjamin). Cómo es construido el film deviene un asunto de significado político central: si es que logra
atravesar o penetrar el escudo aturdidor que es la conciencia (numbing shield of consciousness) o si meramente provee un
“ejercicio” (“drill”) para el fortalecimiento de las defensas de ésta10.
32/
9 Buck-Morss, Susan, Aesthetics and Anaesthetics: Walter
Benjamin’s Artwork Essay Reconsidered. p.18. En el reverso de estos “espectáculos alegres” se oculta, al pare-
10 Ibid. La cita puede encontrarse en Benjamin, Walter, op.cit. cer, algo profundamente inquietante, como si en ellos estuviéramos mirando
p. 147.(La traducción es nuestra)]
11 Buck-Morss, Susan, Mundo soñado y catástrofe. La continuamente tan sólo al rostro sonriente de la bifronte cabeza de Jano, la
desaparición de la utopía de masas en el Este y el Oeste. divinidad romana de los umbrales y las transiciones, pero presintiéramos que,
Madrid, La Balsa de Medusa, 2004, p.126. de súbito, ésta nos podría dar vuelta la espalda, dejándonos de golpe ante
12 Considerando no primariamente al contenido, sino a la su otro rostro, ese de demonio horrorizado. La aguzada mirada de Benjamin
forma de filmación y de montaje como lo más profundamente penetraba constantemente en este otro lado y, por eso, bajo el rótulo de
ideológico. Cf. “Teoría del conflicto central”, en Poética del “esteticismo de la política”, denunciaba el goce estético irreflexivo vivenciado
cine, ed. Sudamericana, 1999, especialmente, pp. 30-32
13 Ruíz, Raúl, Poética del cine, p. 90. por las mayorías ante la destrucción y la desintegración, que se esparcían por
14 Cf. Buck-Morss, Susan, Mundo soñado y catástrofe. La doquier desde la caja de Pandora del espectáculo, sólo que camufladas con
desaparición de la utopía de masas en el Este y el Oeste. los atuendos fantasmagóricos de la entretención e, incluso, de la participación
Madrid, La Balsa de Medusa, 2004. p. 331: “En 1924, Stalin “democrática” de las masas –como ocurría, por ejemplo, en los concursos de
declaró que ‘la eficiencia americana’ combinada con ‘el ‘igualitos a’ en Tony Manero-: “el fascismo ve su salvación en que las masas
empuje revolucionario ruso’ era la esencia del leninismo”.
15 En el mundo soviético, esta amenaza la vio claramente lleguen a expresarse (pero que ni por asomo hagan valer sus derechos)”18.
Medvedkin y la ilustró con maestría en su película satírica La
Felicidad de 1935. Dadas así las cosas, podría interpretarse “la politización del arte”
16 Citado por Peter Kenez, en Cinema and Soviet Society, como el esfuerzo, constantemente renovado y singular, de construir puentes
1917-1953, New York, Cambridge University Press, 1992,
p.129. entre las masas y el arte, con lo cual –como conjeturábamos en el comien-
17 Para una descripción más completa cf. “4.2. La estética de zo de este ensayo- ambos lados sufrirían alguna transformación, aunque el
la superficie” en Buck-Morss, op.cit. efecto de cada obra-puente-de-arte no tuviera grandes e inmediatas conse-
18 Benjamin, Walter, Discursos Interrumpidos I, op. cit. p.55. cuencias mensurables sobre las masas. El propio Benjamin, en la segunda de
19 Cf. Corintios 2, 12, 9-10. sus Tesis sobre el concepto de historia (1940), se refería a una “débil fuerza
mesiánica” que inspiraría desde el pasado a cada generación. Probablemente
organización socialista soviética14. Si se nos permite esta debilidad habría que entenderla desde el contexto en que fue enunciada,
una imagen, sería como si en la clásica escena de tomando en consideración, aparte de las referencias bíblicas19, la magnitud
la cadena de montaje de Tiempos Modernos de gigantesca de las fuerzas que se alzaban en frente con el advenimiento del
Chaplin desaparecieran los dispositivos de vigilancia nacionalsocialismo; pero aun así, y pese a los fracasos pasados y presentes,
y disciplina implantados por el propietario burgués y, siempre quedaba una tenue esperanza, tal como en la caja de Pandora, en la
aun así, Charlot siguiera apretando frenéticamente cual lo único que quedaba almacenado después de la diseminación de todos
las tuercas, aunque ahora lo hiciera en nombre de la los males era precisamente la esperanza. Y ésta, sobre todo en Benjamin,
genuina soberanía del pueblo por el pueblo15. Y así encuentra su fuente de inspiración en la vinculación con un pasado olvidado
como con la forma de la fuerza del trabajo o de la que aparece de pronto, “como una constelación saturada de tensiones”, inte-
producción industrial, pasaría también con la forma rrumpiendo la homogeneidad del curso inercial de los hechos.
de la fuerza productiva de la cinematografía soviética.
Por los años 30, con Boris Shumiatskii como jefe del
Soiuzkino (Cine Soviético), la experimentación de
la avant-garde sería severamente reprimida por
la censura: muchas películas serían desechadas
por considerarse “productos defectuosos desde el
punto de vista ideológico” –como las catalogaría
Shumiatskii en su libro de 1935, Un cine para
millones16. Podemos servimos, una vez más, de la
gráfica precisión descriptiva de Buck-Morss para
explicitar esto:
34/
puesta es de carácter alegórico: a partir En estas formaciones –que re-
de los signos perceptivos particulares y cuerdan al Chile de los 60 y comienzos de
concretos –más bien, en ellos mismos-, los 70- la masa parecía consumar el pro-
en el modo de aparecer y de encadenar- grama lógico-político moderno consistente
se las relaciones entre los personajes, en la elevación de ésta al estatuto de suje-
que tienen a Raúl Peralta Paredes O. –y to político poseedor de historia y voluntad,
principalmente a su mirada- como su nú- o, dicho en otros términos, al estatuto de
cleo alegórico elemental, se representa el pueblo. En la historia de la filosofía, funda-
devenir del psiquismo de las masas en el mentalmente debido a la obra de Thomas
periodo determinado de la historia en que Hobbes, el concepto de pueblo está intrín-
está ambientada la película. No es –como secamente ligado a la noción de Estado; y
en la interpretación simbólica o mítica- la supone, a su vez, una oposición y supera-
momentánea fusión de la imagen sensible ción de lo que se entiende por multitud, la
con un concepto trascendente; la imagen pluralidad que persiste como tal. Por qué
fragmentaria y efímera de la alegoría no re- es combatida esta última por Hobbes lo
mite a arquetipos inmutables ni a estados describe con gran precisión y concisión el
determinados del tránsito, sino al tránsito filósofo italiano Paolo Virno:
mismo, al paso mismo del tiempo. Buck- Fotograma de Tony Manero
Morss lo describe del modo siguiente: La multitud, para Hobbes, es inherente
más o menos soterrado o atmosférico, los al “estado de naturaleza”, es decir, a
El modo alegórico permite volver violentos mecanismos que tuviera la dicta- aquello que precede la institución del
visiblemente palpable la experiencia dura en la disolución o desintegración de “cuerpo político” /.../ Antes que el
de un mundo fragmentado, en el que los antiguos vínculos afectivos y comunica- Estado estaban los muchos, después
el pasaje del tiempo no significa pro- tivos que habrían unido a la masa proleta- de la instauración del Estado adviene
greso sino desintegración21. ria, la cual, por primera vez en la historia, el pueblo-Uno, dotado de una voluntad
se constituía, aparentemente, como un única. La multitud rehuye de la unidad
sujeto autoconsciente y capaz de autode- política, es refractaria a la obediencia,
Lo que muestra, entonces, la terminarse a través del proyecto político
película es fundamentalmente la transición no establece pactos durables, no con-
socialista. sigue jamás el estatuto de persona ju-
vista desde una perspectiva de psicología
de masas –y no desde un mero punto de rídica porque nunca transfiere los pro-
Nos interesa –y es un trabajo pios derechos naturales al soberano.
vista cronológico-causal vinculado a una que, sin duda, tendría que extenderse más
teoría política clásica, es decir, abstrac- allá de los márgenes de este ensayo- re-
ta-. La virtud de esta imagen-tiempo que Si bien la imagen de un so-
parar en el estudio sobre las masas que berano hobbesiano podría rápidamente
es Tony Manero es la de rasgar el velo desarrolla Peter Sloterdijk en El desprecio
del espectáculo de masas, denunciando remitir al régimen post-golpe militar de
de las masas, para vincularlo al caso par- Pinochet, hay que señalar que el régimen,
oblicuamente, siniestramente, la fantas- ticular de Chile. Allí, el pensador alemán si-
magoría del proceso –y del progreso- que democráticamente electo, de Salvador
túa el problema contemporáneo de la masa Allende también se fundaba en una onto-
la opinión pública denomina transición a la dentro del contexto del proyecto político
democracia. Esta lectura alegórica de la logía política cuyo antecedente estaría en
emancipatorio de la Modernidad, resumi- Hobbes, en tanto que todavía dependería
película pretende mostrar que en el régi- do con un sello marcadamente hegeliano:
men democrático de masas actual persis- de la distinción pueblo-Estado. En Tony Ma-
“el desarrollo de la masa como sujeto”22. nero, fundamentalmente en la ‘vida infame’
ten, sólo que por otros medios, de modo Este autor –siguiendo la lectura del pro- de su protagonista, se muestra una esfera
bablemente más importante pensador de vital cargada de deseos y pulsiones pre-
la masa del siglo XX, Elias Canetti- describe
una de las “escenas fundamentales del es-
pacio psicopolítico moderno”:
Quisiéramos pensar el problema de la masa a partir de la lectura de Elias Canetti, ese “anarquista del pensa-
miento antropológico”24 y reconocidamente anti-hobbesiano, quien, reconociendo la radicalidad histórica del ingreso de las
masas en el espacio político y social, no se dejó ilusionar por los idealismos glorificadores y las supersticiones de su ascenso
propias del progresismo socialdemocrático, ni de las juventudes hegelianas, ni menos –no faltaba más- de las hitlerianas.
Tampoco cedió a los aristocratismos republicanos al estilo de Ortega y Gasset, a quien había leído. Su original lectura de los
fenómenos subraya el rasgo animal, primitivo y oscuro que anima toda formación humana masiva25:
Puede que algunas personas se agrupen, cinco, diez, doce, no más. Nada se había anunciado, nada se esperaba. Mas, de
repente, todo está repleto de gente [schwarz von Menschen].
Tal como en la tonalidad opaca y difusa dominante en Tony Manero, en las masas canettianas predomina la
oscuridad. El término alemán schwarz suele traducirse lisa y llanamente como ‘negro’, aunque también significa ‘opaco’ o
‘denso’. Tanto Canetti como Sloterdijk juegan con esta polisemia del lenguaje, que se pierde en la traducción de schwarz
von Menschen por ‘repleto de gente’. El sueño humanista-ilustrado del Publikum o del ‘colectivo autotransparente’ –como
le llama Sloterdijk- se refracta en la opacidad impenetrable de las turbas humanas que se aglutinan y amotinan en las calles
y suburbios. La voluntad unitaria y racional del sujeto-pueblo se disuelve y se descentra siempre en los infinitos micro-
movimientos de las múltiples partículas sociales que se van integrando y derivando complejamente, haciendo aparecer,
desaparecer o devenir a los distintos agentes políticos colectivos. Canetti, siempre atraído y obsesionado por los fenómenos
de masas, logró distinguir diversas fuerzas y direcciones de arrastre en ellas, vinculadas a distintos afectos y motivaciones
dominantes que, consiguientemente, conformaban sus distintos tipos –o dinámicas-26. La masa, en abstracto, no era sino
una ficción; ésta se constituía efectivamente tan sólo en el estrechamiento y roce de los cuerpos, sea en una protesta o
en una cacería, en una danza festiva o en una fuga, etc. Más exactamente, el momento en que la masa se constituía pro-
piamente como tal era aquel de la máxima densidad (am schwärzeste), a saber, el de la descarga: “antes de ella no existe
propiamente: solo la descarga la constituye de verdad. Es el instante en que todos los que forman parte de ella se deshacen
de sus diferencias y se sienten iguales”. El problema –o la paradoja- de la masa canettiana radica en que, una vez que se
detiene el incremento de la afluencia de gente, cuando se llega al máximo de saturación y se produce la descarga, entonces,
la masa irremediablemente se disuelve y retornan las viejas jerarquías y distancias:
Cada uno vuelve luego a su casa y se acuesta en su propia cama. Conserva su propiedad y no renuncia a su nombre. No repudia
a sus parientes ni huye de su familia. Solo en caso de conversiones muy serias, hay hombres que rompen viejas ataduras y
contraen otras nuevas27.
Cuando en Chile parecía que viejas ataduras estaban rompiéndose, a la par que nuevos lazos forjándose, de
pronto, hicieron erupción –como dice el poeta Armando Uribe- ciertas pulsiones arcaicas, primordiales, subterráneas,
tanáticas, provenientes de los larvados fondos del volcánico inconsciente colectivo nacional. Revelaba éste el contenido de
su fantasme, materializado o personificado ominosamente en la figura de Pinochet: “la violencia que quiere ser legítima” o
“la violencia que se cree legítima”28. La pregunta, entonces, es: ¿cómo se vuelve legítima?, ¿cómo se instituye y perpetúa
disimuladamente bajo o alrededor de una cierta carcasa democrática? A partir de la lectura alegórica y psicopolítica de Tony
Manero podemos vislumbrar ciertos aspectos de la persistencia de la violencia legitimada, de cómo el fantasme Pinochet
se alía, en tiempos de la dictadura, con los canales de televisión y con el neoliberalismo para que esparzan y modulen sus
fanstasmagorías espectaculares. A esto apuntaba la idea benjaminiana con que abríamos este ensayo: la autoalienación
de la masa, que termina vivenciando su propia destrucción como un espectáculo de goce inconsciente, podríamos en Chile
traducirla como la legitimación de la violencia por otros medios –o quizás, simplemente, por los medios-. ¿Pero en qué
sentido se perpetúa y, quizás, se agudiza la destrucción de la masa?, ¿por qué podríamos afirmar que en una horrorosa
encarnación del dios de la transición, Jano, éste se nos presentaría por un lado con la sonriente cara de la fantasmagoría
del espectáculo y el simulacro democrático, mientras que detrás escondería el rostro aterrador del fantasme inconsciente y
su incesante ejercicio de violencia? A describir cómo representa esto Tony Manero es a lo que, finalmente, nos abocaremos
en el último capítulo.
36/
24 Ibid., p.10.
25 Cf. Canetti, Elias, Masa y poder; para la conexión con III Tony Manero y el doble
lo animal o lo primitivo, véase especialmente el capítulo
titulado “La muta”. Ésta, por su parte, es descompuesta
en cuatro tipos distintos, que serán el antecedente de ...el aislamiento de pocos seres o de uno
las clasificaciones de masas: muta de caza, de guerra, en escenarios espectaculares, alimentan
de lamentación y de multiplicación. Es particularmente esa especie de priapismo de la mirada
interesante el desplazamiento teórico que lleva a cabo impotente del mirón y su visión
aquí en relación a Freud, quien –como es sabido- también solipsista, fisgona y quizá desesperada, de
retrotrae la psicología de las masas a la psicología de una realidad que se afantasma bajo sus
los primitivos –apoyándose también en otros autores, ojos.
como LeBon, Darwin, Frazer, etc.-, pero fijándose en una Enrique Lihn
formación diferente: la horda. Esta última se estructura
de un modo tal que le permite a Freud vincularlo con el
complejo de Edipo, mas Canetti, reacio a la interpretación
freudiana, lo vincula a un modelo primitivo más dinámico Peter Sloterdijk aseveraba algo que bien podría aplicarse al caso de
e histórico (no mítico): “Empleo la palabra muta para la transición en Chile: “casi sólo un fascismo de escape podría sujetar o amansar
los hombres, tomándola de los animales, porque es la
que mejor designa el carácter colectivo del movimiento al fascismo real” (quasi nur ein Ventilfaschismus den Realfaschismus psychopo-
apresurado y el objetivo concreto que se persigue. La litisch bändigen könnte)29. Este paso epocal, de una forma de violencia a otra,
muta quiere una presa; quiere su sangre y su muerte… se vuelve visible alegóricamente, en Tony Manero, a través de la representación
Empleo el término también para las otras tres formas de los dos modos principales del ejercicio del poder de destrucción o degrada-
básicas mencionadas, aunque en el caso de éstas ción de los vínculos entre los integrantes de la masa –vínculos que, siguiendo a
difícilmente se puede hablar de modelos animales; no he
encontrado una palabra mejor para designar lo concreto, Freud, son siempre esencialmente libidinales o eróticos30: por un lado, el pánico
direccional e intenso de estos fenómenos. También sembrado por el poder soberano y disciplinario de la dictadura (fascismo real)
su historia justifica su empleo en este sentido. Muta con su constante vigilancia y amenaza de echar a andar sus sombrías maquina-
proviene del bajo latín movita, que significa ‘movimiento’. rias de violencia desnuda –la clausura del espacio público que éste implica se
El francés meute, que proviene de ahí, tiene un sentido denota en las secuencias callejeras, marcadas por el apurado tránsito lineal y
doble: puede significar ‘alzamiento’, ‘insurreción’, o permanente delirio de persecución; la cámara va siempre persiguiendo a Raúl
también ‘partida de caza’” (p.178).
26 En el segundo tomo de su autobiografía, La Antorcha Peralta, cuyos inquietos ojos no pueden estar nunca fijos-, y, por otro lado, la
al oído, II, cuenta una experiencia de juventud: “Era la entretención hipnótica vehiculada por el poder del espectáculo (fascismo de es-
atracción física lo que no podía olvidar, ese deseo cape), movilizando la evasión ensoñadora y solitaria del espectador, sea frente
intenso de integrarme, al margen de toda reflexión o a la televisión en el hogar o a la gran pantalla en el cine –único momento en
consideración, ya que tampoco eran las dudas las que que el protagonista clava o fija atentamente su mirada, de la que podría decirse
me impedían dar el salto definitivo. Más tarde, cuando
cedí y me encontré realmente en medio de la masa, perfectamente, con Lihn, que: es sólo un escenario / donde el espectador se mira
tuve la impresión de que allí estaba en juego algo que en en sus fantasmas31-. ¿Cuál espectador? –podríamos preguntarnos-, ¿el que está
física se denomina gravitación. Pero esto distaba mucho dentro de la película, como Raúl Peralta Paredes O., que de profesión se dedica-
de ser, desde luego, una explicación real del asombroso ba al espectáculo, o el que está “afuera”, es decir, nosotros, el público asistente
fenómeno. Pues uno no era antes, estando aislado, ni durante este año 2008 y en el porvenir? Sólo el lector podrá contestar.
después, ya disuelto en la masa, un objeto sin vida, y
el cambio que la masa operaba en sus integrantes,
esa alteración total de la conciencia, era un hecho tan ¿Pero qué puede significar esa confesión inicial de Raúl Peralta res-
decisivo como enigmático. Yo quería saber qué era pecto a su ocupación o profesión? La verdad de esta constatación tiene una con-
realmente. Este enigma no me abandonó nunca más y notación no sólo laboral, sino que –y más profundamente- ontológica. Esto ya
me ha perseguido durante la mejor parte de mi vida, y
aunque a la larga he logrado averiguar ciertas cosas, el se podía barruntar en la primera escena de la película, cuando al ser interpelado
misterio sigue ahí”. por un funcionario del canal para decir su nombre –y luego de que el resto de
27 Canetti, Masa y poder, p. 74. los ‘dobles’ hubieran dado el suyo real, como Francisco Palma y no Chuck Norris,
28 Cf. Uribe Arce, Armando, El fantasma de la sinrazón por ejemplo-, Raúl responde: “Tony Manero”. En esta autoalienación del nombre
& el secreto de la poesía, Santiago de Chile, Editores se puede leer que no es sólo el intento igualatorio –porque no igualitario- de
Be-uve-dráis, 2001.
29 Sloterdijk, Peter; Heinrichs, Hans Jürgen, Die Sonne und ‘parecerse a’ lo que está en juego, sino que aquí ya se ha establecido un proceso
der Tod. Dialogische Untersuchungen, Frankfurt am Main, subjetivo más profundo de identificación, el cual va evidentemente mucho más
Suhrkamp Verlag, 2001, p. 121. allá de un mero juego: no quiere jugar a parecerse, quiere efectivamente llegar
30 Cf. Freud, Sigmund, “Psicología de las masas”, en a ser. En este caso, entonces, tenemos que tomar el nombre del concurso en un
Obras completas, Volumen 18, Buenos Aires, Amorrortu sentido estricta y siniestramente literal: “Yo soy Tony Manero”. El nombre de la
editores, 2003, p. 87: “Ensayemos, entonces, con esta película, Tony Manero, y no Raúl Peralta Paredes O., también se corresponde con
premisa: vínculos de amor (o, expresado de manera más
neutra, lazos sentimentales) constituyen la esencia del esta identificación alienante, con este rechazo o tachadura del sí mismo en fun-
alma de las masas”. ción de la asunción de la imagen de la pantalla. Las resonancias psicoanalíticas
31 Lihn, Enrique, “Nada que ver en la mirada”, en A partir de este proceso remiten inmediatamente a conceptos como el de ‘estadio del
de Manhattan, Valparaíso, ediciones Ganymedes, 1979, espejo’ en Lacan o a los estudios freudianos en torno al narcisismo. Sin intención
p.39. de transformar la película Tony Manero en el caso clínico Raúl Peralta Paredes
O., aunque esa misteriosa “O” final –nunca explicada- nos recuerde casos clíni-
cos célebres como, por ejemplo, el de la histérica Anna O., podemos recurrir a
ciertos estudios psicoanalíticos para ir desbrozando la complejidad inherente al
personaje en cuestión.
Una de las primeras cosas que salta samente se identifica. En el caso paradigmático de la película, esta alienación total del
a la vista -y que hemos estado intencionadamente profesional del espectáculo tiene su fracasado punto de consumación ontológico en
dilatando- es el carácter intrínsecamente siniestro el frustrado reconocimiento televisivo, es decir, cuando el protagonista por fin pasa al
(unheimlich) que importa la figura del doble. No otro lado del pseudo-espejo mediático y casi logra constituirse en el ganador, en el
obstante, en ciertas variedades de ésta, en Chile, verdadero reflejo o doble de Tony Manero.
nos parece efectivamente muy familiar y, por algu-
na extraña razón, nos parece algo más bien vin- Ya en 1921, en su famoso ensayo, Das Unheimliche, Freud aludía a la
culado a lo cómico32. Sin ir más lejos, en la actua- figura del doble como el primero de los “motivos de efecto siniestro”. Esto nos da, de
lidad, el humorista nacional más exitoso es el pa- entrada, ciertas razones para sospechar de la familiaridad, hilaridad y aparente nor-
rodista, Stefan Kramer, quien imita burlescamente malidad de los concursos de dobles a la chilena; y para vislumbrar, a su vez, cómo, en
a múltiples personajes de la farándula nacional. su reverso, se agolpan silenciosamente una muchedumbre de sombras inquietantes.
Pero muy distinto es el caso de esa otra, amplia y Naturalmente que Freud, cuando hizo la enumeración de “la presencia de dobles en
diversa, gama de ‘dobles’ que pululan por doquier todas sus gradaciones y plasmaciones”33, no tenía dentro de su esfera de experien-
en tierras nacionales; desde los que reciben con cia –ni clínica ni literaria- una modalidad de dobles como ésta -lo que nos obliga a
cierto orgullo o costumbre un apodo por cierto rastrear la especificidad del caso representado en Tony Manero, si es que queremos
ligero o sustancioso parecido con alguna celebri- obtener conclusiones novedosas vinculadas a las transiciones psicopolíticas efectua-
dad, hasta los que –si ascendemos gradualmente das en nuestra historia reciente-. Una de las referencias principales que manejaba
en esta escala- intentan deliberadamente imitar a entonces Freud era la de su colega psicoanalista –y anteriormente discípulo- Otto
sus ídolos especulares, sea en la vestimenta, el Rank. Este último había escrito en 1914 un texto titulado Der Doppelgänger (El doble),
habla, el estilo, etc., hasta, finalmente, los que donde investigaba ampliamente el tema a partir de múltiples referencias literarias y
llevan este anhelo mimético-espectacular –como antropológicas. Sin embargo, y para nuestra sorpresa, la primera referencia que se
en Tony Manero- al extremo de constituirlo en su encuentra en este libro es a una película, la cual había sido recientemente estrenada:
profesión u ocupación. En este caso extremo, omi- Der Student von Prag (El estudiante de Praga, 1913), dirigida y protagonizada por
nosamente patológico, el lugar del propio cuerpo y Paul Wegener34, y escrita por Hans Heinz Ewers, denominado en la época –como
psiquismo es un vacío que se dispone únicamente cuenta Rank- “el E.T.A. Hoffmann moderno”. La justificación para este punto de partida
para ser ocupado –en el fantasmagórico sentido la daba el propio Rank:
de ser poseído- por aquel otro con el cual narci-
32 Sobrepasa las posibilidades de este ensayo el rastrear minuciosamente las causales psico-históricas de este enigmático
fenómeno, pero –sin correr un riesgo desmesurado- podemos prever que éste echa raíces en las profundidades del inconsciente
nacional. Cf. Freud, Sigmund, El chiste y su relación con el inconsciente.
33 Freud, Sigmund, “Lo ominoso” en Obras completas, Volumen 17, Buenos Aires, Amorrortu editores, 2003, p. 234.
34 Director, entre otras, de Der Golem, Der verlorene Schatten, etc. La versión en la que nos basamos en este ensayo, sin embargo,
es su segunda versión homónima de 1926, filmada por Henrik Galeen, con actores legendarios del expresionismo alemán como
Conrad Veidt y Werner Krauss.
35 Rank, Otto. El Doble, Buenos Aires, ediciones Orión, pp. 31-32.
36 Es necesario destacar en este punto, otra producción chilena relacionada con el tema del doble, lo cual evidencia el carácter no
meramente caprichoso de la insistencia en el tópico en el ámbito nacional: Idénticamente igual o El Charles Bronson chileno (1984),
de Carlos Flores. Estoy muy agradecido a su director por haberme facilitado gentilmente una copia de este documento fílmico de
extrema lucidez satírica, que revela artística, cómica y siniestramente el impacto enajenante de la industria del espectáculo a nivel
masivo en los tiempos de la dictadura. La gran virtud de este documental es haber sido filmado durante la época (entre 1976
y 1984), utilizando la figura del doble a partir de un hiperbólico personaje real, Fenelón Guajardo López, ganador de la final del
concurso de dobles de Sábado Gigante y, desde ahí, gozador de gran popularidad bajo la identidad de Charles Bronson chileno.
Confieso que este ensayo sería, de seguro, muy distinto si esta obra hubiese llegado anteriormente a mis manos, pues es a todas
luces injusto resignarla a esta sintética nota a pie de página, cuando por lo menos requeriría de un ensayo aparte. Constato, de
todas maneras, que este ensayo está influenciado por esta obra de un modo que va mucho más allá de lo que esta lacónica e
incompleta nota representa.
Quizás resulte que la cinematografía, que en muchos sentidos nos recuerda el trabajo de los sueños, pueda también
expresar algunos hechos y relaciones psicológicos –que a menudo el escritor es incapaz de describir con claridad
verbal-, con imágenes tan claras y patentes, que faciliten nuestra compresión de ellos35.
Si es que es permitida, brevemente, una confesión, habrá que decir que esta sorpresiva coinciden-
cia gatilla inicialmente la escritura de este ensayo: si ya en esos años el cine –mudo, por cierto- permitía a la
investigación psicoanalítica de vanguardia profundizar en los abstrusos y esquivos procesos del inconsciente
y, en particular, en su relación con el problema del Doppelgänger, ¿por qué no intentar algo similar a partir de
la impresión profundamente siniestra provocada por la presencia de dobles en Tony Manero –recordando, de
todos modos, que nuestra indagación es alegórica-psicopolítica y no propiamente psicoanalítica-?36
Haciendo una vista general, lo que nos muestra el estudio de Rank es que el tema del doble no
38/
es una mera curiosidad o extravagancia, sino que Ha sido necesario todo este circunloquio para dar fe de
viene desde tiempos inmemoriales en la historia que Tony Manero no surge ex nihilo y que –como veremos- se inser-
de la humanidad, siendo una constante en las más ta originalmente en una tradición que a la larga es tan vieja como
diversas culturas. La estructura de su investiga- el género humano, a pesar de que ésta vaya adquiriendo nuevas
ción –la cual es efectivamente una in-vestigación, formas de expresión de acuerdo al paso del tiempo: cosmogónica,
un ir adentrándose en los vestigios- rastrea, en mítica, supersticiosa, literaria y, por último, también, cinematográfica.
un primer paso, las huellas literarias implicadas en Esta última, en particular, se inaugura con la magistral realización del
la cinematografía, lo cual es lógico en tanto que Estudiante de Praga –a partir de cuyo protagonista, el joven Balduin,
el film citado está inspirado tanto por E.T.A. Hoff- podrían trazar estrechas correspondencias con Raúl Peralta-. Des-
mann, con “La historia del reflejo perdido” de los de entonces, la lista de películas en torno a las diversas variantes
Cuentos fantásticos, como por Edgar Allan Poe en del Doppelgänger sigue creciendo hasta nuestros días. Nombramos
su magistral cuento William Wilson37. Pero a estos sólo algunas –y valga el exceso de arbitrariedad para no disimular
dos se le suman una larga serie de autores que la falta de erudición, ni para tampoco aburrir en exceso-: Strangers
elaboraron el tópico, sea en cuento, en novela o en on a train (Hitchcock, 1951), Persona (Bergman, 1966), The Shining
poesía: Jean Paul, Adelbert Chemisso, Guy de Mau- (Kubrick, 1980), Dead Ringers (Cronenberg, 1988), La Double vie de
paussant, Alfred de Musset, R.L. Stevenson, Wilde, Véronique (Kieslowski, 1991), The Fight Club (Fincher, 1999), The
Dostoievski, Andersen, etc. En cada obra de estos Talented Mr. Ripley (Minghella, 1999), Mister Lonely (Korine, 2007),
autores van apareciendo nuevas variaciones y etc.
matices, así como también insistentes repeticiones
que van a larga constituyendo a este inquietante En el contexto latinoamericano, por su parte, desconoce-
subgénero literario de los dobles. Posteriormente, mos si haya algún otro film (excepción de Charles Bronson chileno,
en un segundo paso, Rank se retrotrae a las ator- por supuesto) que se inserte en esta tradición. En la literatura, si bien
mentadas y más bien paranoicas biografías de los Borges es referencia ineludible, quien ha incursionado en el género
autores tratados, evidenciando cómo, en general, con mayor insistencia y maestría es Julio Cortázar38. Si este último, en
la escritura sobre el doble se funda en experien- un cuento como “La flor amarilla”, por ejemplo, ha logrado realmente
cias y traumas personales. Luego, la investigación traducir la tradición romántica del doble a la experiencia argentina o,
salta hacia un registro colectivo, impersonal, exa- quizás, latinoamericana, podríamos decir que en Tony Manero tam-
minando estudios antropológicos –principalmente bién se traduce esta tradición a la experiencia chilena –traumática,
de Tylor, Frazer, Rochholz y Rohde- relativos a las ¿cómo no?- de la dictadura y sus desplazamientos de transición en
innumerables creencias, supersticiones, leyendas el régimen psicopolítico de masas: del fascismo real al fascismo de
y mitos en torno a la figura del doble, a partir de escape -o del entretenimiento, como también le llama Sloterdijk-.
diversas culturas primitivas: eslavos, germanos,
neozelandeses, zulús, griegos, ecuatorianos, etc.
Todos los apuntes de antropología que allí rescata 37 El nombre de este cuento, William Wilson, no es
culminan, dentro de la investigación rankiana, en el verdadero nombre de su protagonista, tal como lo
el conocido mito de Narciso, el joven que se ena- hemos señalado respecto de Tony Manero. El cuento de
mora de su reflejo (su doble); y quien va a erigir Poe comienza con esta aclaración: “Permitan que, por el
momento, me presente como William Wilson. La página
el puente hacia el capítulo final, “El narcisismo y el inmaculada que tengo ante mí no debe mancharse con mi
doble”. Todo este largo y necesario rodeo, desde verdadero nombre”. El nombre del doble del protagonista
la cinematografía a las creencias más primitivas, que aparece en esta narración es asimismo William
va a encontrarse allí con los esquemas psicoana- Wilson. Hacemos esta constatación para resaltar el
líticos, que intentan explicarse las secretas y re- carácter siempre ambiguo o conflictivo entre el nombre y
la identidad de los personajes asediados por las sombras
petidas dinámicas inconscientes implicadas en los de los dobles.
diversos y enigmáticos modos de aparición de la 38 En una entrevista con Ernesto González Bermejo, relata
figura del doble. Cortázar: Sí, hay en mí una especie de obsesión del doble
¿Viene de la lectura temprana de Doctor Jekyll and Mister
Hyde, de Stevenson, de “William Wilson”, de Edgar Allan
Poe, o toda la literatura alemana que está habitada por el
tema del doble? No creo que se trate de una influencia
literaria. Cuando yo escribí ese cuento que usted cita,
“Lejana”, entre 1947 y 1950, estoy absolutamente seguro -y en ese sentido tengo buena memoria- esa noción de doble no era, en absoluto,
una contaminación literaria. Era una vivencia /…/ El tema del doble es una de las constantes que se manifiesta en muchos momentos de mi obra,
separados por períodos de muchos años. Está en “Una flor amarilla” -donde el personaje se encuentra con un niño que es él mismo en otra etapa-
un cuento escrito veinte años después de “Lejana”, está, como usted dice, en “Los pasos en las huellas” y, de alguna manera, está también en “La
noche boca arriba”. /…/ Una vez yo me desdoblé. Fue el horror más grande que he tenido en mi vida, y por suerte duró sólo algunos segundos. Un
médico me había dado una droga experimental para las jaquecas -sufro jaquecas crónicas- derivada del ácido lisérgico, uno de los alucinógenos
más fuertes. Comencé a tomar las pastillas y me sentí extraño pero pensé: “me tengo que habituar”. Un día de sol como el de hoy -lo fantástico
sucede en condiciones muy comunes y normales- yo estaba caminando por la rue de Rennes y en un momento dado supe -sin animarme a
mirar- que yo mismo estaba caminando a mi lado; algo de mi ojo debía ver alguna cosa porque yo, con una sensación de horror espantoso, sentía
mi desdoblamiento físico. Al mismo tiempo razonaba muy lúcidamente: me metí en un bar, pedí un café doble amargo y me lo bebí de un golpe.
Me quedé esperando y de pronto comprendí que ya podía mirar, que yo ya no estaba a mi lado. El doble –al margen de esta anécdota- es una
evidencia que he aceptado desde niño».
Probablemente, sea uno de los “logros” más acabados de esta transición el haber
conseguido que la violencia, en general, no tenga que ser ejercida directa y represivamente por
las fuerzas de orden del Estado, sino que, en su relevo, ésta haya podido anidarse en la espon-
taneidad –evidentemente no natural, sino mediatizada- de los deseos inherentes a las solitarias
y deprimidas masas. Uno de los logros, por su parte, de Tony Manero es reflejar alegóricamente
esta dimensión de violencia indirecta a través de la alienación narcisista de un personaje, cuyo
núcleo de agresividad se encuentra en el corte de todo real vínculo afectivo –o erótico- con
su entorno, ya que toda su libido afluye circular y narcisistamente hacia la incorpórea figura
de Tony Manero, en cuyo anhelo de imitación total se resume escueta, certera y patéticamente
la totalidad de su proyecto de vida. Raúl Peralta representa alegóricamente el devenir de una
masa en que los lazos que le habrían dado cierta unidad alguna vez -como masa popular-,
se han violentamente deshilachado y desgarrado; pseudo-recomponiéndose posteriormente
en la colectiva puesta a disposición ante los medios de comunicación de masas y su cotidiano
simulacro democrático-participativo. En Tony Manero vemos justamente el proceso de compo-
sición de lo que Sloterdijk describe como masa posmoderna –lo que implica, por otro lado, la
descomposición de la masa moderna clásica, esa capaz de reunirse físicamente, densa, repleta
de gente (schwarz von Menschen) -:
Podemos ver esto representado en una escena de la película en que Raúl Peralta
aparece semidesnudo en la claroscura soledad de su cuarto, no precisamente inmóvil ante su
aparato receptor radial –que emite una canción de Pollo Fuentes-, sino que bailando extasiado
–‘como el Tony’- y haciendo extrañas contorsiones, a la vez que profiriendo ciertos gruñidos
guturales y risas voluptuosas. Esta imagen denota una oscura y animalizada sensación de po-
der sobrevenida sobre el protagonista, una momentánea elevación por sobre su normalmente
apagada e impotente individualidad: un simulacro de la experiencia de masa. Las instancia
masiva y comunitaria de la música y el baile (Canetti hablaba de masas rítmicas y palpitantes)
es vivenciada, aquí, al modo de una representación solitaria frente a una masa ficticia; mientras
nadie se infiltre en este ritual de soledad, imponiendo un cierto principio de realidad, Raúl se
siente a sí mismo como el deseado centro de atención de todas las miradas, tal como Manero
danzando en medio de la pista. Aquí, el mirón se pone y se siente momentáneamente en el lugar
del mirado, aunque sea a través de un público imaginario que no sea más que la proyección
de su deseo narcisista. Lo que mira Raúl es precisamente lo que capta el ángulo de la cámara,
es decir, la mirada del mirón Raúl coincide con la mirada de nosotros, los espectadores, que
lo miramos moverse y excitarse en su solitario ritual exhibicionista. La cámara nos muestra el
punto ciego desde el cual mira la mirada inconsciente de Raúl Peralta, nos sitúa allí donde se
agolpan como sombras la multitud de sus fantasmas. Pero él no ve a nadie, ni nadie lo ve a él.
Se expresa perfectamente en esta secuencia la idea de que, en esta posmoderna comunidad
de los medios, uno es masa en tanto individuo:
40/
Ahora se es masa sin ver a los otros. El resultado de todo ello El primer elemento está vinculado directamente con la
es que las sociedades actuales o, si se prefiere, posmodernas experiencia del paso del tiempo en el propio cuerpo. Lo apreciamos
han dejado de orientarse a sí mismas de manera inmediata por en la misma escena que veníamos analizando: son los 52 años, que
experiencias corporales: sólo se perciben a sí mismas a través de cada vez más pesadamente arrastra el cuerpo de Raúl Peralta,
símbolos mediáticos de masas, discursos, modas, programas y los que frenan su ritual extático, arrojándolo sobre un viejo sillón
personalidades famosas.40 para recuperar el aire. En esta posición, sus ojos nuevamente son
movidos por el pánico, que los hace girar en todas direcciones,
Pero detrás de la iridiscente luminosidad de los códigos como si, de pronto, presintieran que miles de ojos amenazantes
espectaculares, en los que se reconocen los individuos de esta ga- se esconden en los resquicios de la habitación. En su inconsciente
sificada masa posmoderna, hay dos elementos que inexorablemen- paranoico, la masa ficticia del público ha devenido una masa de
te se rehúsan a una disolución final: por una parte, la experiencia acoso que lo persigue y que, probablemente, sea la culpable de
inmediata del cuerpo individual, aún cuando no se reúna con otros su cansancio. La imagen del sí mismo poderoso, en que se reco-
cuerpos, y, por otra parte, la impenetrabilidad y opacidad que per- nocía alienadamente hace unos instantes, se vuelve cada vez más
siste en las masas posmodernas, al igual que en las formaciones borrosa ante la inevitable irrupción del cuerpo envejecido, que lo
de masa clásicas, expresadas en la película en la factura y en los devuelve hacia el más acá de la imagen del espejo -o de la pantalla
contrastes lumínicos de la imagen.
en que inconscientemente se proyectaba y en la que nosotros lo observábamos- y lo remite con horror hacia el vacío de la
propia muerte. El intento de rechazar esta verdad inexorable de la caducidad del cuerpo se repite a lo largo de la película:
reticencia a decir la edad, inculpación al entablado por falta de flexibilidad en las rodillas, tintura del pelo, violencia cuando le
recuerdan el paso del tiempo, etc. Todos estos síntomas remiten a la tanatofobia inherente a las actitudes narcisistas, tópico
absolutamente recurrente en la literatura del doble. En múltiples casos, el terror ante la inminente y progresiva destrucción
del yo, ante la imposibilidad de regresar al ideal de la juventud, terminan conduciendo al individuo a una liberación a través
de la muerte misma. Se da en estos casos lo que Rank denomina la extraña paradoja del suicida: “busca la muerte en forma
voluntaria, para liberarse de la intolerable tanatofobia”41.
El segundo elemento que no se disuelve, por su parte, está vinculado a las constantes contraposiciones e inter-
ferencias entre luz y sombra, brillantez y opacidad. Éstas expresan la persistencia de la oscuridad de las concentraciones
multitudinarias en la fragmentada dispersión de la masa posmoderna; lo vemos en el trasfondo siempre lúgubre y difuso,
tan sólo contrastado por las luces del espectáculo, las cuales atraen hipnóticamente a las ensombrecidas masas: “en las
oscuras turbas humanas –afirma Sloterdijk- existe un aspecto que no cesa de soñar en una luminosidad más grande”42. El
caso de nuestro protagonista es evidente. Los primeros planos de éste observando Fiebre de sábado por la noche dentro
del cine vacío (¿metáfora de sí mismo?), son los únicos momentos en que se ve transfigurada la oscuridad de su torva
e inexpresiva mirada, pues entonces, se ciernen resplandecientes sobre sus negras pupilas un par de puntos brillosos,
reflejos de lo que transcurre espectacularmente en la pantalla y que lo conmueve hasta las lágrimas.
Fotograma de Tony Manero
allí el germen de una futura paranoia. Pasa, por ejemplo, en el caso
El goce audiovisual narcisista vivenciado en el cine, en de gemelos que se aman a sí mismos a través de su inseparable
que se mira proyectándose a sí mismo en la imagen de Manero, hermano o hermana43. O en el célebre caso de Dorian Gray, quien
influye de manera radical no sólo sobre él, sino que también –y buscaba amistades íntimas con muchachos jóvenes, en claros
de manera evidentemente funesta- sobre su entorno inmediato. Su intentos, inconscientes o no, “de realizar –como decía Rank- el
narcisismo se exacerba a tal punto que –y este es otro tópico de la enamoramiento erótico con su propia imagen juvenil; mientras que
tradición de los dobles- se torna incapaz de relacionarse afectiva de las mujeres sólo era capaz de obtener los más toscos placeres
o eróticamente con mujeres y, más extremamente, con el prójimo o sensuales sin lograr jamás una relación espiritual”44. Esta capaci-
el otro en general, al cual ni siquiera es capaz de reconocer como dad defectuosa para el amor la comparte Dorian con casi todos los
tal –como iremos viendo con más detalle, a medida que nos aden- héroes-dobles; y, por supuesto, no podemos excluir a Raúl Peralta
tremos más en la conexión entre narcisismo y paranoia-. Según Paredes O. de la lista de estos últimos.
Freud, y también, con sus respectivos matices, según Rank y Lacan
–aunque no sea nuestra intención sobre-psicoanalizar la película-, ¿Pero cuál es la razón de que tienda a encontrarse
cuando la plasticidad libidinal de un individuo se queda narcisista- este germen de paranoia allí donde, por un u otro motivo, se ha
mente fijada en sí mismo o en la imagen de sí mismo, se encuentra producido una fijación narcisista? Sigamos, momentáneamente al
menos, las explicaciones psicoanalíticas, aunque tengamos fuertemente en consideración las dia-
tribas canettianas contra éstas, relativas al mismísimo caso Schreber, del que arrancara Freud
toda su investigación sobre la etiología de la paranoia, y que reelaborara luego Jacques Lacan:
Se ha intentado reducir este caso en particular y luego también la paranoia en general a la represión
de tendencias homosexuales. Apenas es posible imaginar un error más craso. Todo puede desen-
cadenar una paranoia; lo esencial es la estructura y aquello que puebla el delirio, en los que los
fenómenos de poder tienen siempre una importancia decisiva45.
El apunte de Canetti -con el que estamos de acuerdo y sobre el que volveremos- nos
adelanta la etiología psicoanalítica de la paranoia, que no deja de ser muy penetrante en ciertos
casos: una defensa infructuosa contra un deseo homosexual reprimido. El estudio de los casos
demostraría que el sujeto que rechaza o forcluye este deseo narcisista-homosexual tendería a
tener posteriormente episodios de delirio paranoico, expresados en alguna de las variantes de
la aparición del doble. Lacan, en particular, asocia esto a una fijación en el ‘estadio del espejo’,
en el cual el niño –de entre 6-18 meses- se formaría por primera vez un sentido coherente de sí
mismo (Selbstheit, selfhood) a través de una identificación narcisista con su imagen en el espejo,
logrando en esta proyección visual solipsista apreciarse como una totalidad, en la que superaría
o compensaría la percepción inmediata y siempre fragmentaria de su todavía dependiente e
inmaduro cuerpo46. Para Lacan, en este estadio todavía no se logra reconocer la inerradicable
otredad del no-yo, reduciéndola a la forma de una narcisista proyección de sí mismo: Lacan habla
de esta fase del desarrollo como méconnaissance, en un juego del lenguaje que la distingue su-
tilmente, por oposición, con reconnaissance (reconocimiento). A este último sólo se accedería en
un segundo estadio dialéctico, mediante una segunda identificación, pero esta vez con el falo del
padre, el cual “sería introyectado [por el niño] como falo simbólico en vez de intentar ser el falo
imaginario que viene a completar el cuerpo ‘castrado’ de la madre”47. Dicho en otras palabras,
el niño atravesaría satisfactoriamente el complejo de Edipo al asumir la prohibición del deseo
incestuoso de fusión con la madre y, consiguientemente, al renunciar a su deseo primario de iden-
tificación con su imagen completa del espejo, asumiendo así su condición de sujeto incompleto,
escindido, infinitamente deseante. La instancia a través de la cual se da la segunda identificación
es la que Lacan denomina Le nom du père (El nombre del padre), que en francés hace un juego
de palabras con Le non du père (El no del padre). Destacamos esto último para hacer explícito
que, en la teoría lacaniana, la primera identificación está relacionada con la visión, mientras que
la segunda con el lenguaje.
42/
Esto último se vincula con el uso del lenguaje en Tony Ma-
nero, específicamente por parte de su protagonista, quien pareciera
no haber ingresado propiamente al campo simbólico de la palabra,
remitiendo siempre su hablar al campo imaginario del espectáculo.
¿Cómo podría interpretarse esto? No intentamos leer psicoanalítica-
mente la paranoia de este personaje, tampoco tenemos noticias de su
infancia como para intentarlo siquiera (“todo puede desencadenar una
paranoia”), tan sólo nos interesa apuntar brevemente, a partir de su 43 Un caso tal, que adquirió gran fama en el contexto
uso particular del lenguaje, algunas notas -que, de todos modos, no francés de entreguerras, fue el de las hermanas Papin,
sobrepasan el estatuto de conjeturas y demandarían un mayor estudio- presentado por Jacques Lacan en 1933 en la revista
respecto a los desplazamientos de transición en el lenguaje en Chile, surrealista Minotaure. La brutalidad del crimen de las
bellas hermanas gemelas las convirtió en heroínas para
aparentemente concordantes –al menos hasta cierto punto- con los los surrealistas, así como también condujo al propio
mismos desplazamientos en el ámbito psicopolítico. Lacan al descubrimiento de un concepto que fuera
crucial en su teoría, ‘el estadio del espejo’. Transcribimos
al español, desde una traducción inglesa, la descripción
hecha por Lacan del crimen, el cual se presta para ser
comparado con el modus operandi de los asesinatos
de Raúl Peralta Paredes O., tanto por su súbita violencia
Al comienzo de este capítulo nos referíamos a como, especialmente, por la actitud expresada por las
las consecuencias provocadas sobre el régimen visual por el hermanas después de cometer sus crímenes: “}{Cada
constante terror de la dictadura, del fascismo real, plasmado una de las hermanas agarra a su adversaria, y le arranca
alegóricamente –según nuestra lectura- en el incesante movi- los ojos desde la cuenca de los mismos mientras todavía
está con vida –algo que, dicen, nunca ha sido escuchado
miento de ojos de Raúl Peralta, en un evidente caso de delirio en los anales del crimen-. Luego, usando cualquier cosa
de ser observado (Beobachtungswahn), como lo denominaba que les viene a la mano –un martillo, un jarro de peltre,
Freud en La Introducción al narcisismo. ¿Podría generarse un cuchillo- se arrojan violentamente sobre el cuerpo de
también un delirio de ser escuchado?, ¿dónde cae la palabra sus víctimas, machacando sus rostros, exponiendo sus
de aquel que entra en el delirio paranoico de persecución? genitales, lacerando sus muslos y nalgas, y embadurnando
cada uno con la sangre del otro. Posteriormente, lavan los
Podríamos pensar que, a pesar de que vaya acumulando gri- instrumentos usados para sus atroces ritos, se limpian
tos de espanto, ante un delirio tal, el individuo no queda sino sus cuerpos y se van a acostar a la misma cama”. Cf.
aterrorizado en el silencio. Pero Raúl Peralta todavía habla; la- Lacan, Jacques, “Motifs du crime paranoïaque: le crime
cónica, pragmática, reactivamente. La condena de la dictadura des soeurs Papin, Minotaure, 3 / 4 (Diciembre, 1933). La
no es al silenciamiento total, sino a una devastadora ortope- cita fue extraída y traducida de Jay, Martin, Downcast
dia y envanecimiento de la lengua. Esta operación tan sólo la Eyes, The Denigration of Vision in Twentieth-Century
French Thought, Los Angeles, University of California
puede concretar en su vínculo con el fascismo de escape del Press, 1994, p. 338.
espectáculo, a través del cual se abre una válvula para que las 44 Rank, Otto, op.cit. p.116.
personas sigan relacionándose mediante palabras, sólo que 45 Canetti, Elias, Masa y Poder, p. 633.
en una dosificada mezcla de censura y control. A diferencia 46 Jacques Aumont establece una doble analogía
de la represión disciplinaria que impone moldes sobre cuer- entre la situación del ‘niño ante el espejo’ y la pantalla
de cine, en Estética del cine, Bs. Aires, Paidós, 2005, p.
pos todavía reacios o rebeldes, la permanente modulación del 249-250: “Primera analogía: entre el espejo y la pantalla.
control espectacular opera sobre la aparente espontaneidad En los dos casos tenemos una superficie cuadrada,
del deseo, precisamente codificándolo en sus manifestaciones, limitada, circunscrita. Esta propiedad del espejo (y de la
pantalla) es la que permite de modo fundamental aislar
un objeto del mundo y, al mismo tiempo, constituirlo en
objeto total /…/ Segunda analogía: entre el estado de
impotencia motriz del niño y la postura del espectador
flujos y objetos. Ya Guy Debord, en una conocida sentencia, decía que el espectáculo implicado por el dispositivo cinematográfico. Jacques
Lacan pone el acento sobre una doble condición, ligada
“no es un conjunto de imágenes, sino que es una relación social entre personas, a la premaduración biológica de la cría humana, que
mediatizada a través de imágenes”. Podríamos perfectamente decir esto respecto determina la constitución imaginaria del yo después de la
de la espectacularización del lenguaje plasmada sintomáticamente en Tony Manero. fase del espejo: la inmadurez motriz del niño, su falta de
¿Cómo se vinculan el miedo, el deseo, el espectáculo, el narcisismo, la paranoia y la coordinación, que le llevan a anticipar de modo imaginario
transformación del lenguaje en la figura de su protagonista? su unidad corporal y a la inversa, la maduración precoz de
su organización visual”.
47 Jay, Martin, op.cit.
Ya nos hemos referido a la obliteración y enajenación del nombre propio
de Raúl (“Manero”), pero la alienación lingüística va más allá, se transfiere a la to-
talidad del idioma castellano-chileno. El monólogo en que intenta remedar malogra-
damente el diálogo de Manero con su hermano cura es el ápice de esta alienación
(“one day you look at the crucifix…”). No entiende el significado de las palabras
que él mismo pronuncia, pero el eminente vacío en el lenguaje es disimulado por el
color y el timbre de unos sonidos, que no son sino la quebradiza carcasa de una voz
que se ha vuelto pura imagen (look). “¿Habla ingléh’?” –preguntan con extraña-
miento-. Podríamos acercarnos a una respuesta a esto con las siguientes palabras
de Maurice Blanchot: “los sucesos cotidianos pierden su poder para alcanzarnos;
ya no se trata más de lo que es vivido, sino de la máscara-identidad que asume, para así no revelar su sí mismo vaciado y temiendo,
de aquello que puede ser visto o que se ex- antes que todo, que su máscara sea rasgada o deteriorada. La lucha por la supervivencia
hibe a sí mismo /…/ El mundo entero nos e inmunidad de su tan amado yo excluye la posibilidad de exponer la propia identidad al
es ofrecido, pero en la forma de un vistazo imprevisible y riesgoso movimiento de mutación implicado en toda experiencia de masa
(by way of a look)”48. Pierde la lengua su (entendiendo aquí por masa la unión física y/o espiritual con el o los otros, hasta el punto
relevancia, su profundidad; la voz de Raúl de formar con ellos un nuevo cuerpo y unas nuevas articulaciones por las que pase más
se presenta -usando un concepto de Canet- intensidad creativa, más intensidad amorosa). Pero el temor, como describe en una entre-
ti- como una máscara acústica (akustische vista el poeta Raúl Zurita, no siempre fue paralizante y, en ocasiones, llegó a intensificar los
Maske) que funciona como un dique para amenazados lazos de la convivencia:
cortar o, al menos, contener la afluencia
de las desvalorizadas palabras provenien- La dictadura fue una experiencia horrible en la que paralelamente se dieron las muestras
tes de los registros de la experiencia y la más extremas de compañerismo, de solidaridad, de amor /…/ Tú hablabas con alguien al
memoria, pues éstas están obturadas por filo del toque de queda y toda tu vida se iba en ese otro. Ese amor increíble fue lo primero
la fascinación ante el poderío del lenguaje que olvidamos. Esa y no otra es la condena de la transición49.
extranjero pronunciado por Manero.
Precisamente es esta la transición que muestra alegóricamente Tony Manero,
Podría decirse que lo que se en que el aumento del narcisismo de masas va devorando el vínculo experiencial y afectivo
expresa en Tony Manero es la pérdida de con los otros. Todos los precarios vínculos que traza Raúl con su entorno suponen la previa
la identidad de la lengua, pero nos pare- identificación narcisista –visual antes que lingüística- con el símbolo mediático que es Tony
cería esto un total error en tanto que esta Manero. Toda relación social está mediada por el afán de alcanzar a ser (como) su exterio-
última es lo que en principio no se deja
apresar por identidades, y que, en cambio,
está siempre deviniendo y metamorfoseán-
dose junto con aquellos que hablan por
ella. Desde este punto de vista, aprender
lenguas extranjeras –y esto es algo bien
sabido- es una forma de adentrarse más rizado ideal del yo; desde esa tensión se articulan los desgra-
profundamente en la propia; pero Raúl, ciados acaecimientos que a lo largo del film va protagonizando
evidentemente, no deviene a través del Raúl Peralta (asesinatos, robos, traiciones, etc.), en los que
habla inglesa-norteamericana de Mane- se manifiesta el corte de todo flujo libidinal o amoroso hacia el
ro ni “inventa una lengua extranjera en la exterior. Dada la imposibilidad ontológica de ser Tony Manero,
propia lengua” –como decía Proust y re- el anhelo pasa por constituirse en su ‘verdadero doble’, lo cual
petía Deleuze-, sino que queda cada vez sólo podría ser conseguido a través del reconocimiento mediá-
más atornillado en una identidad a la que tico otorgado por aquella masa que se configura como público
nunca puede ajustarse por lo radicalmente televisivo o como masa de espectadores. El deseo de Raúl no
desconectada de su experiencia e historia. es sino el de ser reconocido, el de ser querido, pero su deseo
También el lenguaje corporal del baile pier- está atrapado en la fascinación paranoica ante la imagen de
de toda soltura y creatividad (“es que eso su ídolo, que ha llegado a ponerse en el lugar de esa instancia
no sale en la película”), así como la posibi- que Freud denominaba ‘ideal del yo’. Su estar alienado es más
lidad para el individuo de metamorfosearse radicalmente un estar poseído, por el espectáculo.
en el acoplamiento rítmico con el otro. El
amedrentado narciso-mirón-paranoico se Al final de la Introducción al narcisismo, Freud
esconde, inconscientemente o no, detrás apuntaba que “desde el ideal del yo parte una importante vía
para la comprensión de la psicología de las masas”60. ¿Pero
cómo va a operar esta formación psíquica del ideal del yo al
nivel masivo? Tenemos que partir por una somera descripción
de la naturaleza de ésta desde la perspectiva freudiana –coin-
48 “Everyday Speech”, Yale French Studies, 73 (1987), p. 14; citado en inglés cidente con la rankiana-. Según ésta, el ideal del yo es una
por Jay, Martin, op.cit. p. 432. {La traducción es nuestra} instancia psíquica que tiene su raigambre fundamental en el
49 Neustadt, Robert, CADA DÍA: la creación de un arte social, Santiago, narcisismo infantil o primario, del cual el yo tiene que distan-
Editorial Cuarto Propio, 2001, p. 87. ciarse para poder llevar a cabo su desarrollo. Es la intensa as-
50 Freud, Sigmund, “Introducción al narcisismo”, en Obras completas, Volumen
14, Buenos Aires, Amorrortu editores, 2003, p. 92. piración a recobrar la satisfacción narcisista de la que alguna
51 Para una descripción más detallada de la formación y función de la vez gozó, la que provoca un desplazamiento libidinal hacia esta
instancia del ideal del yo Cf. Ibid., p 90-98. formación psíquica que, en un comienzo, le ha sido impuesta
52 Cf. Freud, Sigmund, “Psicología de las masas”, en Obras completas, desde fuera, pese a que luego la ha introyectado dentro de
Volumen 18, Buenos Aires, Amorrortu editores, 2003, p. 107. sí. El ideal se forja como la convergencia entre el narcisismo
53 Freud, Sigmund, “Introducción al narcisismo”, p. 98: “Además de su
componente individual, este ideal tiene un componente social; es también el primario y las subsecuentes identificaciones, con los padres,
ideal común de una familia, de un estamento, de una nación”. maestros y todo el enjambre indeterminado e inabarcable de
54 Sloterdijk, Peter, El desprecio de las masas, p. 34. El concepto de Kraftfeld
(campo de fuerza) es manifiestamente una cita tácita a Walter Benjamin.
55 Foucault, Michel, “Espacios diferentes” en Estética, ética y hermenéutica,
p. 435.
44/
las otras personas del medio en que se ha movido o silenciar su conciencia moral en pos de la entrega absoluta a los
o se mueve (la sociedad, la opinión pública). Desde designios de su “objeto amado”:
este ángulo, eso que algunos maestros de la ética
han considerado como el juez inquebrantable de la Calla la crítica, que es ejercida por esta instancia; todo lo que el
conciencia moral, no pasa, aquí, de ser una cons- objeto hace y pide es justo e intachable. La conciencia moral no
trucción variable, dependiendo de la diversidad e se aplica a nada de lo que acontece a favor del objeto; en la ce-
intensidad de las identificaciones, conscientes o guera del amor [o de la hipnosis], uno se convierte en criminal sin
no, sobre las que está construido el ideal del yo. remordimientos. La situación puede resumirse cabalmente en una
La conciencia moral, a través de la observancia fórmula: El objeto se ha puesto en el lugar del ideal del yo52.
de sí, es la instancia que se asegura de que se
lleven a cabo los esfuerzos por cumplir el ideal y
se reprochen (conscientemente) o se repriman (in- Y un poco más adelante, en este mismo texto, complementa:
conscientemente) las pulsiones que se dirijan en su
contra51. Una masa [compuesta por sujetos] de esta índole es una multitud
de individuos que han puesto un objeto, uno y el mismo, en el lugar
No obstante, como se daba perfecta- de su ideal del yo, a consecuencia de lo cual se han identificado
mente cuenta Freud ya en 1921, en Psicología de entre sí en su yo.
las masas, hay ocasiones en que el ideal del yo, in-
cluso el de una colectividad, puede encarnarse ex-
teriormente en un individuo en particular; tal como El fascismo tiende a funcionar a través
pocos años más tarde le ocurriría a gran parte de de la proyección de una figura que encarne y se
la deprimida población alemana de entreguerras, ponga en el lugar del ideal del yo de las mayo-
que quedaría hipnóticamente sojuzgada frente a un rías, las que se identifican con esta figura, sobre-
Hitler, por ejemplo. Este proceso de exteriorización invistiéndola de poder. La condición para que esto
del ideal del yo lo situaba Freud a medio camino ocurra es que quien tome el puesto represente
entre el enigmático poderío de la hipnosis, en que máximamente a las auto-alabadas cualidades del
el hipnotizado obedece todo lo que le dice el hipno- ideal del yo de una determinada colectividad53, a la
tizador, y la idealización propia del enamoramiento, vez que acredite la posibilidad de concreción de sus
en que un jovencito, por ejemplo, puede subyugar deseos más profundos. ¿No materializó –o materia-
liza- el general Pinochet al prepotente ideal del yo
de un importante sector de la población nacional,
que considera en su persona –o en su fantasme,
como diría Uribe- la realización de la síntesis de una
serie de ideales y valores morales como el patriotismo, la religiosidad y el orden social? Lo que está en juego
desde una perspectiva psicopolítica va más allá de los intereses conscientes y declarados de los actores
políticos colectivos, pues lo que más hondamente entra en escena aquí son –citando una vez más a Sloterdijk-
“campos de fuerza (Kraftfelde) en los que cristalizan pasiones en torno al autoestima”54.
¿Pero cuáles pasiones rodean la deprimida autoestima de Raúl Peralta Paredes O.? Luego de que
la válvula de escape del espectáculo liberara las imágenes del mundo de ensueño de Tony Manero, toda su
libido narcisista se desplaza hacia éste, y, consecuentemente, se retira –suponiendo que alguna vez lo hubiese
estado- del entorno inmediato de personas y objetos que lo rodean. Puede apreciarse esto en su impotencia y
desinterés sexual, así como en el macabro pragmatismo con el que ‘remueve’ o convierte en medio a cualquier
persona o cosa con tal de conseguir la realización del mundo irreal al que ha ido a poblar su delirante fantasía.
Manifiesto se hace esto desde el principio, cuando asesina a una anciana para robarle la tele o, explícitamente
luego, cuando rechaza taimadamente la interpelación de Cony (Amparo Noguera): “más tonto ud., si el otro es
gringo, en cambio ud. no po’, ud. es de acá nomá’ po’, como nosotros, de la misma comuna, somos todos de
la misma comuna”. Su negativa (“ya no po’, ya no má’) produce cierta perplejidad, porque físicamente no ha
habido desplazamiento, sigue habitando la misma periferia de siempre. Esto remite a la ya mentada alienación
de quien, en este caso, ha quedado envuelto en la imaginería utópica, preso de un mundo de fantasía en que
visualiza a la distancia a su yo ideal como quien avista un oasis en medio del desierto, un espejismo:
Al fin y al cabo el espejo es una utopía, puesto que es un lugar sin lugar. En el espejo me veo donde no estoy, en un
espacio irreal que se abre virtualmente tras la superficie; estoy allá lejos, allí donde no estoy, soy una especie de
sombra que me da mi propia visibilidad, que me permite mirarme allí donde estoy ausente: utopía del espejo.55
Raúl no sólo se mira, sino que se constituye –o se in- toma en que Raúl volverá a mirarse al espejo (la cámara lo enfoca a
tenta constituir- allí donde está totalmente ausente. La sombra o él, no a la perdida imagen del espejo): cuando se está arreglando
el reflejo que le da su propia visibilidad allí donde él no está, ni para ir al concurso final y copia exactamente los movimientos con
siquiera es la suya propia, sino que es esa sombra audiovisual de que alguna vez Tony Manero se aprestó para ir a bailar; aunque la
John Travolta que es Tony Manero. Una sombra sobre-iluminada cámara varía los ángulos y sonidos, pues para Raúl no hay música,
que se proyecta agigantada en el espejo-espejismo de la pantalla ni contrapicados, tan sólo un sórdido silencio y un doble movimiento
como el ideal del yo exteriorizado, en el cual debe -a como de lugar- paneado de la cámara que lo muestra de arriba-abajo, delatando la
calzar, para realizar, así, su más hondo anhelo narcisista. Pero esta radical impostura de un personaje que ha hecho de ésta [la impostu-
alienación desemboca en la paranoia cuando implica el rechazo ra] su silenciosa verdad más profunda. Raúl pierde su propia imagen
de la real sombra propia, lo cual se representa en la significativa del espejo, y, a la vez, se vuelve el patético reflejo viviente de un
ruptura del espejo, que nos remite al repetido tópico del reflejo o móvil y autónomo reflejo espectacular no-viviente, el de Tony Manero.
la sombra perdida (die verlorene Schatten), sólo que con la va- Él ya no tiene reflejo, pero se ha vuelto en sí mismo un reflejo, una
riación –imposible para los románticos del siglo XIX- de referirlo sombra envejecida que baila, sin poder seguirlo, el baile de un otro
al fantasmagórico y reduplicado mundo del espectáculo. ¿Por qué fantasmagórico.
esta sombra, en la tradición literaria del Doppelgänger, así como en
Tony Manero, retorna siempre como un doble persecutor que anti- El devenir del espejo roto, por su parte, muestra alegóri-
cipa tragedias y muertes? Una penetrante indicación de Rank, que camente el sentido de la transición: con los retazos de vidrio pegados
aquí parafraseamos, nos puede dar la pista: la sombra arrastra el sobre la pelota de fútbol del niño es construida, luego, de forma he-
pasado de una persona, el cual se aferra inevitablemente a ésta y chiza, la ‘bola estroboscópica’, con la que se intenta precariamente
se convierte en su destino en cuanto ésta trata de despojarse de imitar a la de la discoteque de ‘Fiebre’. Tal como la masa posmoderna
él56. viene, tras la violenta descomposición propiciada por el Golpe, a ‘re-
componer’, a su manera, a la fracturada masa popular, así también,
tras el estrépito del quiebre del espejo, los pedazos rotos se ‘recom-
El pasado sería aquello que uniría a Raúl a su también negada y ponen’ siendo pegados sobre una vieja pelota de cuero. Es el niño
despreciada comuna -o comunidad-, de la cual, pese a todo, no que nunca habla y que ya no puede jugar más al fútbol, quien tiene
puede desprenderse por completo, ya que está físicamente atado, que cambiar su lúdica y sociable actividad -no por castigo, sino tan
hundido en ella. No le queda más que transformarla, dentro de sólo por la resignada aceptación del ajeno delirio- por la de, primero,
lo posible, para aproximarla progresivamente a ‘su’ importado y ser quien pegue los vidrios quebrados –que, así dicho, recuerda irre-
paranoico ideal utópico; en función de esta realización concreta del mediablemente el clásico ‘pagar los platos rotos’- y, luego, ser quien
ideal en el espacio rompe en pedazos un viejo espejo, hace trizas haga girar la ‘bola estroboscópica’ con un palo de escoba, mientras
su pasado, lo rechaza, lo forcluye. Después de eso sólo habrá una mira a los otros que hacen el show sobre el piso iluminado, recubierto
por los High-density. Si interpretamos esta imagen como alegoría de la transición, entonces, habría que
decir que ésta no es más que el giro sobre sí misma, sin ningún destino, de una sociedad que cree que
avanza hacia el futuro y no hace más que esforzarse en la fracasada imitación de una falsa utopía que
nunca llega; al mismo tiempo que intenta enterrar en el olvido un pasado que, de uno u otro modo, siem-
pre retorna y se convierte en su verdadero destino, tal como le ocurría al paranoico Raúl Peralta.
La pasión, siempre desconfiada, a partir de la cual el paranoico se instala en el mundo, es la 56 Rank, Otto, op.cit.,p. 34.
de un hipertrofiado temor, traducido en su percepción delirante y distorsionada que le hace aparecer todo 57 Lihn, Enrique, Íbid.
58 Sloterdijk, Peter, El sol y la
como una potencial amenaza. En el caso de Raúl, este peligro le venía dado por todo lo que obstaculizara muerte, Madrid, Siruela, 2004,
el cumplimiento de su deseo obsesivo de ser reconocido por el público (el único deseo que en verdad le p. 82.
importa es el de esa masa anónima de espectadores), ser reconocido como la encarnación criolla de su
exteriorizado y mediático ideal del yo. Cada vez que iba a realizar este deseo se le aparecía desde el exte-
rior la figura de algún doble que le salía a la competencia; allí donde no había sino otros seres humanos,
él no veía sino el retorno ominoso de los fantasmas no exorcizados del pasado –tal como le ocurría al
protagonista de El estudiante de Praga, cada vez que estaba al borde de besar a su amante-.
La primera aparición ocurre el día del show en el bar. En la mitad del ‘espectáculo’ Raúl pierde
la concentración, debido a la flexibilidad y gracia de los movimientos de quien supuestamente tiene un rol
secundario en el sketch, el joven Gollo (Héctor Morales); la cámara encuadra tan sólo a estos dos, hacien-
do evidente el descentramiento de la envidiosa mirada con que Raúl persigue -y es perseguido por- la
agilidad del muchacho, la cual incluso le hará perder el equilibrio. Después del show, su notoria tribulación
y disconformidad van silenciosamente enarbolando la venganza contra este joven, que, efectivamente, no
46/
ha hecho nada en su contra: aprovechándose de las circunstancias, y enfrente de todos, arrastra a Pauli
(Paola Lattus), la hija de Coni, hacia un sórdido y malogrado acto sexual, en el cual él eyacula de manera
precoz y ella termina masturbándose. A esas alturas del film ya se ha hecho manifiesta la complicidad
que hay entre Gollo y Pauli, así como el amor de Coni por Raúl; por lo cual el acto de Raúl desgarra todas
estas relaciones, a las que previo al show el bienintencionado y aún ingenuo Gollo se había referido como
propias de una ‘familia’.
Pasados unos días, y vueltos a una cierta ‘normalidad’, es el mismo Gollo quien se le apa-
rece: sorprende y ensombrece a Raúl al dar abiertamente la noticia de que se había mandado hacer un
traje ‘como el del Tony’ para ir al concurso de dobles del Festival de la una. Esta vez la consecuente y
repugnante reacción, propia tan sólo de la imaginación psicótica de un sádico-anal, consiste en sacarle
el traje blanco nuevo a hurtadillas y empollar –como una gallina- unas cuantas heces sobre el mismo,
esparciéndolas luego.
El último conjunto de apariciones le sobreviene luego de escaparse disfrazado por el techo
de la casa, dado que en el interior estaba el ‘servicio de inteligencia’, que había venido por la acusación
que Coni había hecho respecto del ‘actuar político’ de su propia hija, aunque sabemos que efectivamente
era una venganza por su ‘actuar sexual’. Al llegar Raúl a la antesala y durante el concurso mismo, ante
su desorbitada mirada, se desencadena –como en una pesa- del movimiento que puede denominarse transición a la demo-
dilla- la siniestra multiplicación de su fantasma; en la camada cracia, considerado desde una temporalidad que va más allá
de ‘igualitos a Tony Manero’ no es capaz de mirar lo que ve, de la cronológica y que se inmiscuye en los fundamentos psi-
nunca puede mirar lo que ve, sino que tan sólo se le aparece copolíticos de la misma. Podemos culminar, con una breve afir-
o, más bien, retorna por doquier la amenazante sombra de su mación de Sloterdijk, que podría confirmar el sentido alegórico,
pasado -el reflejo perdido del espejo quebrado- para mirarlo así como la escalofriante belleza de un personaje tan siniestro
a él: la mirada / es sólo un escenario / donde el espectador como Raúl Peralta Paredes O.:
se mira en sus fantasmas57. Ya hemos señalado que la verdad
más profunda, así como su radical mal de ojo (que es una posi-
ble traducción del latín fascinatio), es su profesión u ocupación La justificación de un paranoico individual reside en que él
del espectáculo. ocasionalmente puede actuar como la encarnación de un
pueblo entero58.
Finalmente, la última escena, profundamente ale-
górica, nos muestra al solitario y deprimido Raúl, tras haber
obtenido el segundo lugar, esperando en el paradero de buses.
En seguida aparece el doble ganador con su esposa, quienes
lo saludan al paso y se suben a la misma micro. Éstos quedan
sentados risueñamente delante de él, mientras la cámara en-
foca un primer plano del cerrado y rígido rostro de Raúl, que
no sabemos si contempla –o es contemplado por- la felicidad
de su victorioso contendor-fantasma que va dos asientos más
adelante o si, simplemente, hunde su horrorizada mirada en el
vacío que lo constituye. En la tradición de los dobles son repe-
tidos los finales en que el protagonista termina asesinando a
su doble persecutor, sin darse cuenta, hasta la concreción del
crimen, de que efectivamente se estaba suicidando. En Tony
Manero queda abierto el final, así como la historia, en el mo-
vimiento de un bus que no sabemos si lleva o no hacia algún
destino. Tampoco sabemos qué pueda pasar con la paranoia
de su protagonista, si girará eternamente dando vueltas por
la capital, si lo llevará a cometer nuevos crímenes o si podrá
pasar algo inesperado. Lo que abre este final es una nueva
Fotograma de Tony Manero
“En el fondo la Fotografía es subversiva, y no cuando asusta, trastorna o incluso estigmatiza, sino cuando es pensativa.”1
48/
En este sentido, a lo que apunta este estudio es a realizar una historia Cuando hablamos de fotografía ha-
desde la fotografía; a partir de momentos que se constituyen en sí mismos como blamos de percepciones, de recopilaciones de
pura historia, en tanto pura potencia visual: detrás de cada fotografía encontrare- mundo. De elecciones y apropiaciones de espa-
mos circunstancias, acontecimientos, cotidianeidad. cios a través de una acción, a través del acto
fotográfico. En este sentido, podríamos afirmar
que el mundo pasa a ser mi representación, en
Fotografía por documento tanto lo apropio en fotos, lo cosifico en mi pelí-
cula fotosensible. Con cada fotografía, con cada
encuadre, es como si se pusiera nombre a cada
La imagen permite acercarnos a un momento, uno que en tanto foto- momento, un nombre ‘imaginario’, en tanto
grafía parece nítido, real. En este sentido, la fotografía, al igual que la fuente escrita, imagen6. Todo encuadre constituirá, por tanto,
es un documento, un pedazo de información abierta y dispuesta al dialogo4. una suerte de narración, un discurso en tanto
quiere decir, expresar o dar cuenta de algo7.
Cartier-Bresson señala que la cámara será “un libro de bocetos, un En este sentido, la imagen adqui-
instrumento de intuición y de espontaneidad, el amo del instante que, en términos riere una potencia propia. La foto no es un
visuales, simultáneamente pregunta y decide. Para “dar un sentido” al mundo, hay simple complemento de un texto, sino que está
que sentirse sumergido en lo que uno enmarca a través del objetivo.”55. Éste será cargada en sí misma de sentido, de un lenguaje
precisamente el ejercicio que llevarán a cabo los fotógrafos pertenecientes a la propio que permite generar un diálogo único.
AFI: ellos buscarán insertarse, sumergirse en las manifestaciones, en una realidad Esto último parece interesante además porque
particular de un momento de la historia chilena. Una historia de la que eran parte, la imagen puede leerse, puede traducirse. Este
en la que estaban insertos y permanentemente construyendo. ejercicio de traducción implica una negociación
cultural, de adaptaciones de un lenguaje a otro.
De este modo, creemos que será esencial el comprender que toda pro- De esta forma, es interesante constatar como
ducción fotográfica se constituye como un documento en la medida que es imagen, las ideas, la información, los ‘artefactos cultu-
elección, sensación de un instante. La imagen es reflejo, luz que entra y marca; una rales’ y prácticas no son simples transferencias,
percepción de mundo plasmada en una película fotosensible. sino que se han adaptado a nuevos ambientes
culturales.
La fotografía es un artefacto, es
mediación y es superficie a la vez que índice,
icono y significación. Al estar inserta en una cul-
tura “las imágenes son una guía para el estudio
de los cambios experimentados por las ideas”8.
La foto se constituye como testigo en la medida
que ofrece información que debe ser traducida.
Cada imagen tendrá entonces, un mensaje que
comunicar, o puede tenerlo, y por lo mismo, “es
preciso utilizar las imágenes con cuidado, inclu-
so con tino –lo mismo que cualquier otro tipo de
fuente- para darse cuenta de su fragilidad”9.
50/
Quiebre 1984-1986: La necesidad de documentar.
Para 1983 Chile entraba en una profunda crisis económica que permitió, entre varias cosas, plantear una seria
duda al modelo económico impuesto en el país18; dando paso a una serie de manifestaciones que comenzaron a proliferar
desde lo más profundo del descontento social. Fue precisamente en estos años que una serie de jóvenes comienzan a entrar
en la AFI, jóvenes que ven en las protestas una potencia nunca antes vista y necesaria de ser documentada.
A partir de 1983, estos fotógrafos más bien marginales –en tanto arriesgados e independientes19 - comienzan
a presionar para entrar a la Asociación. Finalmente, ante la presión, todo este grupo ingresó a la AFI luego de un año. Esto
generó en la AFI un soporte interesante, una línea mucho más política.
Los fotógrafos se lanzan a la calle a contar y construir la imagen de la historia que estaba viviendo el país. La
fotografía se torna más documentalista, se quiere registrar, se quiere mostrar. Este lenguaje documental será la bandera de
lucha de muchos de estos jóvenes que ingresaron a la AFI con las protestas. Este cambio de lenguaje implicará que quienes
captaban la represión callejera, los abusos de la policía, serían quienes venderían sus fotos a agencias extranjeras. Estas
imágenes son lo que terminó proyectando la AFI hacia el exterior.
Algunos de los fotógrafos socios de la AFI vieron en las fotos de estos jóvenes algo más allá del registro
fotográfico, la búsqueda por un lenguaje. Podríamos decir entonces, que se fue desarrollando un discurso de resistencia
acompañado de una particular interpretación.
En un comienzo, lo que más interesaba era registrar la violencia en estado más tosco y cómo se representaba en
la calle. Para esto se recurría a las manifestaciones más claras: las protestas. Sin embargo, lo que primaba era la intención
de registrar. Por lo mismo, comenzó a suceder que muchas de las fotos eran iguales.
Lo que se buscaba, esencialmente, era movilización social. Sacar fotografías sobre lo que estaba viviendo en
ese momento, evidentemente tenía dos lados: quienes se manifestaban y quienes reprimían20. Lo que se buscaba en estas
primeras fotografías era entonces, una acción política; es decir, no había una conciencia, no había una búsqueda de un
lenguaje propio.
Estas responden a situaciones en las que una imagen indirecta parecía ser mucho más representativa
que una fotografía de violencia expresa. Ahora bien, esas imágenes se fueron dando en la práctica misma y no bajo
un discurso premeditado. En el tiempo, el aprendizaje fue dado por el mismo trabajo colectivo y las conversaciones
que se daban entre los fotógrafos. Estas fueron las constructoras de un discurso en torno a la fotografía. Ahora
bien, cada uno tenía ciertas sensibilidades ante algunos temas. Estas sensibilidades son las que permiten al espec-
tador, al lector, distinguir miradas. Son estos temas los que se ven en el tiempo, los que trascienden, y es en ese
sentido que no podemos hablar de un discurso teórico previo.
A nivel de AFI no podemos encontrar por tanto un gran discurso, pero sin duda es un espacio más de
organización antidictatorial. Es desde ese quehacer fotográfico que se plantea una resistencia. Ahora bien, la condi-
ción de la AFI de ‘gremio’ dentro de la dictadura, parece haber dado la seguridad suficiente para que se conformara
un grupo de fotógrafos llenos de iniciativas. Esta condición de seguridad que daba, ya sea la credencial o el gremio
mismo, permitió la circulación de ideas sobre lenguaje fotográfico que fueron configurando una nueva forma de
entender la fotografía en el contexto de dictadura.
De esta forma, para entender acabadamente lo que los fotógrafos intentan plantear en las fotografías,
precisamos conocer qué se entiende por discurso fotográfico. La fotografía está determinada por dos constantes:
perspectiva –espacio- y tiempo. Esto, podríamos decir, es lo que constituye a la imagen como tal, son los grandes
pilares de la foto. Son estas constantes las que dan a la fotografía coherencia y nos permiten ‘leerla’.
Los espacios que conforman las fotografías no son neutros, “nosotros percibimos los objetos en re-
lación con otros objetos, al mismo tiempo que percibimos los espacios entre ellos”23. De esta forma, en la imagen
se van dando una serie de relaciones que permiten que la imagen fluya, configurándola como algo dinámico y no
puramente mecánico. En esa multiplicidad y dinamismo que ofrece la fotografía es que situamos la posibilidad de
leer la imagen24, constituyéndose como una superficie significante.
Es decir, la foto, al ser pura contingencia, “sólo puede significar (tender una generalidad) adoptando
una máscara”25, y será ésta máscara la que dotará de sentido, pues en el establecimiento de su contingencia en-
contramos lo perecedero del presente. En este sentido, la instalación de esta máscara es llevada a cabo por todos
aquellos que vemos las fotos y dialogamos con éstas.
52/
que cada vez llena a la fuerza la vista y porque en ella nada puede ser
rechazado ni transformado”30. Sólo la cámara puede desnudar, violar31,
realidades, retratando un temperamento, una personalidad individual que
se revela al retratar la realidad con la cámara.
Consideraciones finales
El discurso fotográfico avanza, se enriquece. Todo menos es-
tático, busca la movilidad en los aportes de todo aquel que observe una
fotografía. De esta forma, el discurso fotográfico va a ir cambiando en la
medida que más personas observen una fotografía. La idea no es, por lo 23 Lorenzo Vilches. Teoría de la imagen periodística. Paidós, España,
tanto, establecer y dejar sobre la mesa una certeza, sino más bien una 1987. p. 22.
posibilidad. 24 “Al descifrar las imágenes se debe tomar en cuenta su carácter
mágico… Su poder mágico se debe a su estructura superficial, y su
Ahora bien, puesto que la construcción del discurso es poste- dialéctica inherente, sus contradicciones intrínsecas, deben considerarse
rior a la fotografía misma, ésta va ir siempre mediada por la contingencia, teniendo en cuenta su carácter mágico.” (Vilém Flusser. Hacia una
filosofía de la fotografía. Ed. Trillas, México, 2004. p. 12).
por quien lee, por el azar. Al mismo tiempo, el discurso del mismo fotó- 25 Roland Barthes, op cit. p. 69.
grafo se va enriqueciendo con cada fotografía, con cada nuevo encuadre 26 Ibid. p. 31.
que lo lleva más allá, más allá de su fotografía y de su discurso. De esta 27 “El fotógrafo saquea y preserva, denuncia y consagra a la vez.”
forma, el encuadre, la fotografía, gana vida con cada nueva lectura. (Susan Sontag, Sobre la fotografía. op. cit. p. 75).
28 Es interesante ver lo que señala Sontag respecto a esto: “Toda
fotografía tiene múltiples significados; en verdad, ver algo en forma
Finalmente, ¿dónde radica lo resistente de la fotografía? y, en de fotografía es enfrentar un objeto de fascinación potencial… Las
particular, ¿dónde está la resistencia en la fotografía que se sacó en los fotografías, que por sí solas son incapaces de explicar nada, son
años ochenta en Chile? Creemos que las respuestas están en la acción de inagotables invitaciones a la deducción, la especulación y la fantasía.”
este grupo de jóvenes fotógrafos, que vieron en la fotografía un ‘arma’, (Ibid. p. 33).
una posibilidad de actuar y documentar. La resistencia está finalmente 29 Roland Barthes. op cit. p. 76.
en las ganas de mostrar qué acontecía en el país. Lo interesante es que, 30 Ibid. p. 141.
31 “Fotografiar personas es violarlas, pues se las ve como jamás se ven
si bien la rabia e impotencia los guió en una primera instancia, fueron a sí mismas, se las conoce como nunca pueden conocerse; transforma
percatándose de sus posibilidades. Esto les permitió constituir discursos a las personas en objetos que puedes ser poseídos simbólicamente”
propios. Ahí está la gran fortaleza de la AFI, su multiplicidad; no en su uni- (Susan Sontag, Sobre la fotografía. op cit. p. 24).
dad gremial, sino en la capacidad de abrirse, al igual que la fotografía.
Revista Apsi, N° 155, p. 16
“N o vamos hoy a B ailar ”
H acia un análisis intertextual de la propaganda musical durante
la U nidad P opular .
El Chile de los '60 evidenció, en grado creciente, una progresiva agitación política, social y cultural. Será la década de los grandes
proyectos sociopolíticos, intentos más o menos coherentes con la línea progresista de transformación cultural y modernización económica.
Tres fueron los grandes proyectos ideológicos que competieron entre sí, propiciando un escenario de discusión crítica y de confrontación: la
Derecha liberal, el centro Demócrata-cristiano (que propiciará la Revolución en libertad), y la Izquierda (agrupada en torno a un cambio del
sistema capitalista por el socialismo revolucionario). Los '70 anunciarán la llegada de la Unidad Popular al poder, no sin antes desplegar una
variedad de contradicciones, contra-proyectos e intensos debates ideológicos.
1 Garretón, Manuel A, La revolución como contenido sin método revolucionario, en Rodrigo Baño (editor), La
Unidad Popular treinta años después, Universidad de Chile, Santiago, 2003. Pág 337.
2 Bowen Silva, Martín, El proyecto sociocultural de la izquierda chilena durante la Unidad Popular. Crítica,
verdad e inmunología política, Nuevo Mundo Mundos Nuevos, Debates, 2008, Puesto en línea el 21 de
enero del 2008. <<URL : http://nuevomundo.revues.org//index13732.html>>. Consultado por última vez a En este ensayo nos cen-
las 13:08, del 20/10/2008.
3 Para María Berríos 4 fueron las grandes posturas en torno a la cultura de masas. La primera será la traremos en el proyecto cultural de
asumida por los ‘Popularistas’ (M.A.P.U sobretodo) cuyo supuesto básico es la existencia de una contracultura la izquierda, el cual tendrá como gran
popular intrínsecamente opuesta a la cultura burguesa, que para ellos es la que ha predominado hasta frente de propaganda ideológica a la
ese entonces. La Segunda la define como ‘Dialéctica mecanicista’ (PC), grupo que asume que a pesar música popular agrupada en torno al
del carácter elitista de la alta cultura, ésta es patrimonio de valor universal y debe reconocerse. En este proyecto político de la UP. Buscaremos,
sentido el intelectual creador debe asumir una doble función: por una parte seguir desarrollando su aporte a través de un repertorio musical espe-
al patrimonio cultural universal (cultura privada y para sí mismo) y por otro debe ser “co-protagonista” con
el actor popular (mediante una cultura para el pueblo con rol didáctico). Se asume que después de un cífico, poder comprender las vertientes
determinado tiempo se dará una síntesis de esta función dual de los trabajadores culturales y que sólo socioculturales de la izquierda chilena
en ese minuto nacerá el verdadero arte revolucionario. La Tercera definida como ‘Militante’ (Mattelart y de los años '70, aunando los puntos
Dorfman), quienes se plantean en oposición no sólo a la cultura burguesa, sino que además a la cultura de vista de la Historia y la Musicología.
popular, a la cual consideran una cultura alienada. Así, la cultura de masas es vista como la principal
culpable de la deformación de la cultura del pueblo, encauzando imaginarios hacia los intereses del
imperialismo norteamericano. En casos extremos, esta postura militante plantea la necesidad de hacer
una tabla rasa, suponiendo que la revolución creará una cultura alternativa que no tendrá relación ni con la La posibilidad de trasfor-
cultura burguesa ni tampoco con la cultura popular alienada, sino que será una cultura nueva que incitará a mar la desigual sociedad chilena no
sus espectadores a la revolución. La última postura, ‘Revisionistas’, refiere que las únicas acciones de artes fue resultado de un pensamiento utó-
verdaderas y significativas no las hacen las acciones culturales de los artistas en campos simbólicos, sino pico, ni muchos menos un cálculo polí-
las acciones sociales en la historia. Por lo cual, lo único que va a generar intelectuales orgánicos, objetivo tico errado. En palabras de Manuel A.
final del debate cultural, es la lucha en sí, es decir, no se puede enseñar la revolución, sólo se puede vivir.
Berríos María, Presentación del tema cultura, en Rodrigo Baño (editor), La Unidad Popular treinta años Garretón, “lo importante es entender
después, Universidad de Chile, Santiago, 2003. pp. 231-239. que la Unidad Popular, el debate de su
4 Lalive, Cristián. Cultura y dependencia en América Latina en Cuadernos de la Realidad Nacional, N° 7, proyecto mismo, forman parte de una
Santiago, Pontificia Universidad Católica, marzo de 1971. pág. 35. época; me atrevería a decir, de un mini
5 Ídem. pág. 39. epistéme, de una manera de plantear,
6 Para Juan Pablo González “la historia de la música popular urbana tiene como característica central la
masificación y transformación de la música en un bien de consumo, lo que influyó en gran parte de la discutir y actuar los problemas, que
vida musical en Occidente desde los albores del siglo XIX. Es así como las pequeñas comunidades de hoy día simplemente no existe. Y que,
campesinos y los círculos de aficionados que tocaban, bailaban o escuchaban música en el siglo XVIII, si uno quiere definirlo de una manera
comenzaron a ser reemplazados por grandes grupos obreros, empleados, profesionales y jóvenes, que precisa, era una época en la cual se
demandaban nuevos repertorios y nuevas formas de acceder a ellos. Para llegar a estos amplios sectores concebía y se aceptaba por parte de
sociales, la música tuvo que masificarse, participando del desarrollo de la industria comunicacional y todos, que el mundo podía ser cam-
cultural de la modernidad”. Advis, Luis; Cáceres, Eduardo; García, Fernando; González, Juan Pablo, Clásicos
de la música popular chilena, Vol. II, Ediciones Universidad Católica de Chile, 1998. pág. 10. biado, y que para cambiar el mundo,
7 A los esfuerzos de Dicap habría que sumarle los aporte de la Peña de los Parra, el sello ASFONA, había que tener una idea o proyecto y
DEMON, Arena y el sello EMI-Odeón, todos insertos en el circuito habitual de difusión musical asociada a eso se realizaba a través de la política.
la Unidad Popular. En conjunto dieron un impulso pocas veces visto en la empresa musical chilena, lo cual, En aquella época, el sentido común
como se aprecia, va en estrecha sintonía con el discurso por la urgencia de la ‘producción’, única manera era ése, cualquier posición que se tu-
de solventar la sociedad.
8 Rolle, Claudio, “‘La Nueva Canción Chilena’, el proyecto cultural popular y la campaña presidencial y el viera”1.
gobierno de Salvador Allende”, Pensamiento Crítico (Revista Electrónica de Historia), Nº 2, 2002. <<www. En este ambiente convul-
hist.puc.cl/historia/iaspm/pdf/Rolle.pdf>>. Consultado por última vez a las 13:08, del 20/10/2008. sionado, el sistema de sentido del país
se reformula por completo, originando
las tendencias socioculturales que
durante el gobierno de la izquierda
54/
llegarán a su apogeo2. Así, en todas las manifestaciones artísticas se desarrolló una conciencia crítica marcada fuertemente
por la denuncia de la alienación, la represión y la explotación a que eran sometidas las clases populares. En este sentido la
revolución no sólo fue económica sino sobremanera tuvo presente los desafíos que planteó la cultura popular3. Se afirmará que
la principal característica de la cultura nacional es su dependencia con respecto a los centros de producción cultural capitalista,
emisores de valores comerciales burgueses, razón por la cual la revolución cultural se planteó como la planificación y puesta en
práctica de una acción “desadaptadora” que podría liberar a los hombres de este condicionamiento inicial. Las teorías acerca
de la dependencia de América Latina, producidas en su gran mayoría en torno a la CEPAL, restituirán, así, la historicidad de los
pueblos, en cuanto el subdesarrollo “dejaría de ser un estado propio de ciertos tipos de sociedades para convertirse en una
relación histórica correlativa a la del desarrollo, constituyéndose ambos polos funcionales del sistema capitalista”4. Por consi-
Por consiguiente, el elepé No volveremos atrás intentará vincular a la mujer en las luchas sociales y políticas, que hegemonizadas
por el hombre (y en especial por parte del nebuloso 'hombre nuevo') terminó por ser un factor contrarrevolucionario y de fracaso elecciona-
rio. Así el disco abordará temáticas centradas en el rol de la mujer en las transformaciones sociales, tanto como pilar y compañera necesaria.
Desplegará una serie de recursos musicales intertextuales, que refuerzan este intento, en el sentido que las canciones dentro del disco están
llenas de lo que Rubén López Cano denomina 'tópicos musicales'12, o 'musemas' siguiendo a Philip Tagg13, es decir unidades musicales,
sígnicas y/o representacionales de carácter intertextual que nos ayudan a otorgar significaciones al momento de la escucha y comprensión
de una música determinada.
En este punto, la semiótica musical nos permitirá sumergirnos en la esfera sonora de la canción,
develando las significaciones y transacciones ya referidas. Serán tres los ejes a analizar: el timbre sonoro y
su instrumentalización, la narrativa de los textos y la estructura armónica en general.
Análisis Tímbrico.
‘No vamos hoy a bailar’, original de Sergio Ortega compositor de la Universidad de Chile, es
interpretada por Quilapayún con instrumentos musicales poco habituales dentro del circuito de músicos
de izquierda durante los años de la UP. Lo primero que llama la atención es la utilización musical del pop
argentino, el cual tendrá una sonoridad muy característica e identificable. Destaca el uso del bajo, la guitarra
eléctrica, la bateria, y los bronces (trompetas sobre todo). Asimismo, y presumiblemente por la vinculación
de Sergio Ortega con la música académica, se utilizarán también violines y un piano, que acompañan a la
guitarra sobretodo.
Toda la estrucutura
musical de la canción descan-
sa, a primera vista, en el bajo,
el cual es a su vez fundamental
para el discurso musical de
la nueva ola (o música libre).
La guitarra eléctrica funciona
como apoyo a la sonoridad
aportada por el bajo, a mane-
ra de identidad característica,
centrada en la pulsación a con-
tratiempo14 : ‘No vamos hoy a
bailar’, Quilapayún:
El bajo, rítmicamen-
te, está estructurado de similar
forma al como se presenta en
la denominada música libre, y
en especial en el pop argentino
de los ‘70. Veamos los siguien-
tes ejemplos al respecto:
‘Estamos todos contentos’
(2:39), Los Yeites:
56/
‘Saltando en una pata’ (2:31), Los Tios Queridos:
(coro) Vamos allá,
contigo quiero compartir el do- Desde el inicio se pretende asistir a la mujer en el develar
mingo.
Yo voy a ir,
contigo yo lo paso mucho mejor. un misterio tantas veces ocultado: “No vamos hoy a bailar/te mostraré
yo un lugar/distinto de todo lo que has visto tú”. También la invitación
Y si tú quieres seguir
al puerto vamos a ver
como trabaja puede ser concreta: “conmigo debes venir, al campo vamos a ir”.
duro el estibador.
Quisiera detenerme un poco en la temática del baile. La
Y entre las aves del mar
las grúas vienen y van
de las relación entre el título escogido y el tópico musical seleccionado (la
bodegas muchos cascos saldrán.
música libre o nueva ola, en este caso) no es mera casualidad. El tema
central de la música libre en los años ‘70 será el baile desprendido,
Conversaremos con él
de la faena hablará
de los obreros y las fiestas como espacio de socialización ideal. El amor juvenil se
que trabajan con él. desarrollará entorno a una buena fiesta. De esta manera la letra invita
a la mujer a bailar no ya por placer individual, sino a vivir la fiesta
Con el esfuerzo común
resulta mucho mejor
así es más social que significó la victoria de la Unidad Popular. Por consiguiente,
fácil trabajar. el sábado festivo, juvenil y hedonista, se opondrá al domingo familiar,
íntimo, reflexivo y constructivo17.
Conmigo debes venir
al campo vamos a ir
te enseñaré
como trabaja el tractor.
Así, de manera algo sucinta hemos podido constatar la
relación intertextual que establece la canción con el contexto político
Es fácil de manejar
los surcos vamos a abrir
y la semilla
y cultural de la Unidad Popular, relación indexal que no se agota sólo
en la referencia literal del texto narrativo de la misma, sino que está
al viento tú lanzarás.
asociada a una cantidad de factores tanto musicales como también
de identificación e identidad juvenil. Pasaremos ahora al análisis de
De tu trabajo vendrá
progreso y seguridad
y nuestros
la música de la canción en sí, tratando de relacionar la esfera sonora
hijos más felices serán.
tanto con el texto recién analizado, como con el contexto más gene-
ral.
Con la Unidad Popular
un mundo nuevo y mejor
el
mundo del trabajador.
Análisis de la música.
(coro) Vamos allá
con nuestro esfuerzo se construye
el mañana.
Ahora sé
que en el trabajo nace un mundo
En términos generales podemos decir que la canción se
mejor. desenvuelve en los términos característicos de la canción romántica
estadounidense, de la cual el pop argentino toma una de sus vertien-
tes (la otra será la música italiana de los ‘60)18. Así por tanto, estará
muy presente la resolución de una cadencia característica del pop,
desarrollándose en la canción el conflicto entre la tónica y la domi-
nante19, pasando por variaciones de la misma irresolución. No estará
aquí lo llamativo del análisis, sino más bien en la manera en que se
desenvuelven y presentan los factores en torno a la música, entre
los que destacan los matices, la instrumentalización y la dinámica de
la música, es decir lo que podríamos denominar como ‘enunciación
musical’.
58/
Acá presento un cuadro resumen de la canción en análisis gradual:
Estrofa 1: IV VII
I III
No vamos hoy a bailar, Las velas hay que afirmar
te mostraré yo un lugar III V
V IV V II II
IV II cuando viene el temporal,
distinto de todo lo que has visto tú.
II V I
En ese lindo lugar es peligroso navegar.
hay pescadores que van
V VI V I VII II V Coro:
II
a navegar al mar que es ancho y azul.
VII II V I
Estrofa 2: II
I Vamos allá, contigo quiero compartir el domingo.
Y desde el amanecer II V I V I
comienzan a trabajar Yo voy a ir, contigo yo lo paso mucho mejor.
V IV V II
IV II
y con sus botes llevan redes al mar.
Como se puede apreciar, la canción responde a lo que López Cano denomina el círculo de Do, verdadero
“emblema de la balada romántica-cursi”, caracterizado por su estructura armónica: I-VI-II-V-I ó I-VI-IV-V-I. Este estruc-
tura armónica no hace más que reafirmar el análisis hecho ya con los timbres y sonoridades atribuibles a la música libre,
como también el análisis intertextual de la letra desarrollada en ‘No vamos hoy a bailar’.
Ahora bien, será útil centrarnos en la ‘exposición narrativo-musical’ de la canción, es decir en la manera en
que los factores musicales se van ‘enunciando’ a lo largo de su desarrollo. En este sentido podemos decir que en térmi-
nos estructurales generales la obra presenta un crescendo constante (<), aplicado en todos los factores implicados.
Por un lado la forma en que se van sumando los instrumentos utilizados es interesante al respecto. La
canción consta de guitarra eléctrica, bajo, batería, trombón, trompetas, violines y un piano casi inaudible. La manera en
que se enuncian y organizan es la siguiente:
Así, queda sellada la primera parte de la canción. Pero lo que más refuerza dicha
idea es la relación establecida entre la aparición de los violines y el texto narrativo, relacionados
a lo largo del crescendo instrumental anteriormente citado. Los violines aparecen finalizado el
primer coro, es decir, después de la estructura musical recién citada. En términos armónicos son
dos los acordes importantes de considerar, tocados de manera constante (como una armonía
estática) aparecen de la siguiente manera:
-El primero sobre la armonía de Tónica (I) , es un acorde de Si bemol mayor con 20 Para mayor información
segunda agregada y séptima mayor, consultar Tagg, Philip,
Fernando the Flute, analysis
of musical meaning in an
-El segundo sobre un II grado, es un acorde de Do menor con séptima y Abba mega-hit, Mass Media
novena, Music Scholar’s Press, New
York, 2001.
I II
60/
Para Philip Tagg esta estaticidad armónica denotaría una suerte de espacialidad no sólo sonora, siendo
utilizada por la música occidental al momento de significar espacios físicos como prados, valles, montañas, es decir,
espacios abiertos y grandes20.
He aquí lo interesante, ya que por un lado esto se relaciona de manera evidente con el texto que acom-
paña esta sonoridad armónica:
Adolfo Vera Peñaloza “El arte no es, ni según el contenido ni según la forma, el modo supremo y absoluto de hacer al espíritu
consciente de los verdaderos intereses”.
“...lo cierto es que el arte ha dejado de provocar aquella satisfacción de las necesidades espirituales
que sólo en él buscaron y encontraron épocas y pueblos pasados, una satisfacción que, al menos en lo
que respecta a la religión, estaba muy íntimamente ligada al arte”.
“Por eso, dadas sus circunstancias generales, no son los tiempos que corren propicios para el arte”.
“Considerado en su determinación suprema, el arte es y sigue siendo para nosotros, en todos estos
respectos, algo del pasado (...) Lo que ahora suscitan las obras de arte es , además del goce inmediato,
también nuestro juicio, pues lo que sometemos a nuestra consideración pensante es el contenido, los
medios de representación de la obra de arte y la adecuación o inadecuación entre ambos respectos”.
“El arte nos invita a la consideración pensante, y no por cierto con el fin de provocar arte de nuevo,
sino de conocer científicamente qué es el arte”2.
La muerte forma parte del destino moder-
Policleto, “Cabeza de Hera” (450-420 a.C.)
64/
tendría que mostrar su efectividad histórica a partir de diver- 3 No vamos a discutir aquí un problema que
sos y variados momentos que, cada uno a su manera, corro- necesitaría, él solo, de una investigación
borarían, tanto a un nivel teórico como práctico, diferentes autónoma para ser esclarecido: el de la
distinción entre “muerte” y “fin” en el sistema
perspectivas en las que ella –la sentencia del “fin del arte”, de hegeliano. Para ello, por ejemplo, pueden
su muerte por disolución en un tipo de discurso, el filosófico, consultarse las páginas introductorias de Dino
que no era esencial a su definición histórica- tendría todavía Formaggio a su obra –sin duda una de las más
que realizarse. Sucede que Hegel, a diferencia de lo que seña- interesantes que se han escrito sobre el asunto
lan la mayoría de sus exégetas, no era un autor “profético”: y de esta investigación- La “muerte del arte” y la
si en este particular caso, al igual que frente a su tesis del “fin estética, (Grijalbo, Madrid, 1992). En cualquier
caso, la “muerte” en Hegel posee dos amplios
(o muerte3) de la historia”, podría pensarse en un carácter y, a su vez, parcelados campos semánticos:
marcadamente anticipatorio de su pensamiento, ocurre más uno antropológico y otro lógico. Es el segundo el
bien que aquellas nociones estaban, ya en el momento en que que a nosotros nos interesa, fundamentalmente
Hegel las pudo observar, tan henchidas de historicidad, tan porque la muerte dialéctica –integrada a las
plenas de “sentido histórico” (para decirlo con Nietzsche), raíces mismas de la lógica hegeliana- , más
que la muerte histórica (la negatividad más que
que todavía debían recorrer un largo camino (el de la moder- la tragedia), aunque ambas estén íntimamente
nidad) para cumplir a cabalidad con la corroboración factual relacionadas, indica la posibilidad de un término
que su concepto reclamaba. que es apertura, lo que en el caso del arte como
fenómeno histórico significa que su liquidación
Las muertes del arte comenzarían, según esta conlleva ante todo una nueva forma de ser. “Fin”,
evidentemente, posee el mismo significado, lo
hipótesis, con la época de Hegel, aquella del Romanticismo que nos habilita para –en un sentido lógico, en
Alemán, y a él debemos que el pensamiento especulativo co- nuestro caso aludiendo al movimiento artístico
bre cuenta de ello; pero ellas –esas muertes, esos fines del más que a su contenido ideológico- usar ambos
arte, esas disoluciones de la forma en el discurso- tendrán conceptos indistintamente. Por lo demás –y que
todavía que recorrer algunos caminos que funcionarán como esto quede claro desde ahora- esta no es una
los momentos de un decurso que, a su vez, contendrán en sí tesis sobre Hegel, sino desde Hegel, vale decir,
Hegel es la excusa, y sólo eso.
mismos el devenir histórico de la modernidad del arte. Ahora 4 En lo que sigue, utilizaremos la categoría
bien, esos caminos son indicados, en lo general, por cada “arte moderno” para designar aquel período
una de las más relevantes rupturas, por los quiebres más que, ya perfectamente constituido en sus
significativos que han definido el desarrollo de las prácticas rasgos esenciales desde el primer tercio del
artísticas modernas y contemporáneas.4 siglo XIX, abarca hasta la década del 60 del
siglo recién pasado. La importancia del quiebre
que entonces se produce —que, apoyados
en los más lúcidos analistas de nuestra
contemporaneidad, habremos de probar en
Cuestiones de método lo que sigue— nos permite fijar allí un límite
metodológico a nuestra investigación, la que
culminará justamente en el lugar en el que
Es necesario, pues, atender brevemente a los debiera iniciarse otra, que habría de interrogar
las condiciones de posibilidad del arte en la
problemas metodológicos implícitos en esta investigación. época que, para el arte justamente, comienza
Atentos a los desarrollos teóricos más relevantes puestos en a delinearse en los 60’: la posmodernidad. A
juego a lo largo del siglo XX en el ámbito de la teoría de la esto se refieren los dos nombres que aparecen
historia, no podríamos —so pena de pecar de obsoletismo como correlato en el título de esta investigación:
teórico— postular a estas alturas la adscricpción sin reser- Hegel, artífice de la teoría moderna del arte,
y Kosuth, quien vendrá —con su ejercicio
vas a una metodología o bien puramente histórica, o bien pu- teórico-artístico— a extremar las condiciones
ramente teórica. Sabemos –después de Benjamin, después señaladas por el filósofo alemán, invirtiéndolas
de Foucault— que, en el ámbito de los fenómenos culturales, —“el arte después de la filosofía”—, abriendo
toda argumentación teórica, definida a grandes rasgos como así la posibilidad de la práctica del arte a un
aquella que centra su actividad interpretativa fundamental- nuevo período, el posmoderno.
mente en el establecimiento de relaciones conceptuales, no
puede prescindir, si pretende extraer la mayor cantidad de
consecuencias analíticas del problema estudiado, del corre-
lato fáctico con el cual dialoga, el que contiene en sí mismo
— en su materialidad, en su concreción determinable a partir
de coordenadas relativamente precisas— los desarrollos
conceptuales que el análisis deberá permitir observar. Por
el contrario, no es posible fijar aquellas coordenadas cuan-
titativas (económicas, históricas, sociológicas) sin practicar
el trabajo de iluminar las categorías conceptuales que cons-
tituyen la densidad del objeto. Es preciso, entonces, apelar
a una metodología histórico-teórica, no sólo –como podría
pensarse— porque uno suscribe tal o cual corriente teórica,
sino que –y esto es fundamental— atendiendo al particular
campo de problemas que aquí serán estudiados, esto es, el referido al desarrollo del arte moderno. Umberto
Eco ha señalado, hace ya bastante tiempo, cómo los análisis en torno al período moderno del arte habían de
centrarse en la interpretación de las poéticas, entendidas como la concepción filosófica, referida a la definición
del arte, que existe como sustrato en toda obra de arte moderna.5 Y, como es obvio, al desentrañamiento
de las poéticas particulares implícitas en cada momento del desarrollo del arte moderno ha de abocarse la
interpretación conceptual; no obstante, ella debe indagar cómo semejante poética es capaz de materializarse
en una forma determinada, cómo ha sido posible –debido a qué tipo de coordenadas económicas, históricas
o sociológicas— la conformación (la puesta en materia, la puesta en obra) de la poética ínsita a una o más
obras analizadas.
5 Cf. Umberto Eco, La definición del arte, 8 Cf. Formaggio, op. cit., pp. 40 y ss.
Por otra parte, y siguiendo con la Ediciones Martínez Roca, Barcelona, 1970, pp. 9 Id., p.69.
cuestión metodológica, es necesario señalar que, 157-267. 10 Incluido en el libro Poética y filosofía
en ningún caso, adoptaremos aquí la pauta estric- 6 Algunos de los trabajos, en el ámbito de de la historia I, Visor, Madrid, 1992, pp.
tamente cronológica, derivada de aquella filosofía la teoría de la historia, fundamentales a este 15- 152.
respecto son: F. Nietzsche, Sobre la utilidad 11 Cf. Szondi, op. cit., p. 19.
del progreso que, desde por lo menos Nietzsche y y el perjuicio de la historia para la vida (II 12 Id., p. 17.
Benjamin hasta nosotros, pasando por Foucault, ha Intempestiva), Editorial Biblioteca Nueva, 13 Cf. Id., pp. 20-22.
sido desenmascarada como uno de los núcleos de Madrid, 1999; W. Benjamin, La dialéctica en 14 Id., p. 25.
la falsa conciencia moderna. Esto es particularmente suspenso, Arcis-Lom, Santiago de Chile s/f.
significativo de aclarar en los inicios de una investi- ; M. Foucault, La arqueología del saber, Ed.
S.XXI, México D.F., 1997.
gación en la que se tratarán los diversos momentos 7 Para una actualización de la noción
que conforman un período determinado del trans- nietzscheana de “genealogía”, en el contexto
curso artístico (el moderno), ya que entonces la de los desarrollos teóricos propios de las
cuestión de la periodización, central a todo trabajo ciencias sociales contemporáneas, cf.
de historia del arte, se aparece como una necesidad Foucault, Nietzsche, la genealogía, la historia,
metodológica primordial.6 De tal suerte, al momento en Microfísica del poder, Las Ediciones de La
Piqueta, Madrid, 1992, pp. 7-29.
de apelar en nuestra investigación a determinados
saltos o rupturas que ponen en crisis la continuidad
del transcurso histórico del arte –y en definitiva la
modernidad del arte consiste, entre otras muchas
cosas, en la sistematización de este procedimien- de los demás fenómenos culturales (así, por ejemplo, nuestro
to—, se lo hará en atención a la necesidad de in- Duchamp no habrá de ser el omnipotente artista que señalará
terpretación propia a tal momento, en el sentido de el camino a las próximas generaciones, sino un momento, de
que aquí se pone en juego la observación de cómo gran importancia pero un momento más, en el que se cumplirá
un concepto –el de la “muerte del arte”— cobra la modernidad del arte y que habrá de ser estudiado como
forma en prácticas artísticas diversas. Hay aquí un eje de recuperación y proyección de energías creativas, no
indesmentible privilegio del concepto por sobre el siendo más importante esta última función que la primera),
campo fenoménico determinado. Pero esto es así, ya dando paso a una actividad propiamente genealógica7, en la
lo hemos dicho y lo veremos con detenimiento más que los sustratos conceptuales que a nosotros nos interesa
adelante, por cuanto la particularidad más relevante develar habrán de ser descubiertos por medio del trabajo de
de aquello que hemos venido en llamar la moderni- interpretación de las capas materiales (condicionantes cuanti-
dad del arte es justamente, como lo señalaba Eco, tativas de la más diversa índole) que los cubren. Trabajo, este
el subsumir la práctica artística bajo una visión de último, propio de una “Arqueología del saber artístico”.
mundo ideológica y filosófica (que sobrepasa con
creces la problemática propiamente artística, como
ya ocurre claramente con los románticos alemanes,
en los que Hegel se basa para desarrollar su tesis de
la “muerte del arte”). Habremos, pues, de jugar con Modernidades, Romanticismos
aquello que Benjamin llamaba la “imaginación dialé-
ctica”, entendida como la capacidad de observar los
procesos históricos no como concatenación de cau- Podemos ahora entrar en materia. La determina-
sas y efectos, sino de “destellos” que, discontinuos ción hegeliana del concepto “muerte del arte” aparece en un
y dispersos, se iluminan en un encuentro no pre- contexto muy instructivo. Se trata de cómo en un trabajo —el
determinable por redes lógicamente jerarquizadas, más amplio y complejo que un filósofo haya hecho en torno al
sino por la capacidad del intérprete de encontrar fenómeno del arte— en el que se señalan las posibilidades
lo igual en lo desigual y viceversa. Así, podremos lógicas e históricas de realización del arte, y en el que son
cumplir con el cometido nietzscheano de acabar con agotadas hasta las más recónditas proyecciones de análisis,
la concepción “monumentalista” de la historia, en como de pasada, sin bombos ni platillos –estos vendrían ya
la que todo ocurre debido a la influencia de ciertos con los primeros comentaristas, italianos como Giovani Genti-
“hitos” o monumentos que ejercen como Causa Sui le y Benedetto Croce, alemanes como Rosenkranz e ingleses
66/
como Bosanquet8-, se anuncia que el arte ya llas condiciones, sobretodo en lo que se refiere al contacto con las obras literarias
no es posible. Pero de lo que se trata no es de y artísticas cuya observación es sin duda el origen de la pregunta hegeliana en
pensar la imposibilidad del arte, sino más bien torno al arte. Da la impresión —y esto podría probarse— que el impulso fun-
el término de una “cierta” posibilidad. Pero ello damental que Hegel recibe al elaborar sus ideas sobre el arte lo encuentra en el
no es menos radical: pues la posibilidad que impacto que ciertas prácticas de sus compañeros de generación románticos —los
deja de ser es justamente aquella que había hermanos Schlegel, por ejemplo— habían establecido, y que conllevaban una
definido, hasta la médula, la actividad artísti- radical redefinición de lo que hasta entonces se entendía por “arte”.
ca. Cuando Formaggio afirma que “la muerte
no puede en modo alguno acabar con el arte, En su ensayo Antigüedad clásica y modernidad en la estética de la
por el contrario, es precisamente esa muerte época de Goethe10, Peter Szondi, para entender la radical innovación histórica que
la condición primera y necesaria de la genera- significa el advenimiento del Romanticismo Alemán, pone atención fundamental-
ción del arte como obra libre, individualizada mente en la cuestión de la aparición de la “historicidad”. Según Szondi, justamente
e histórica; y, por ende, lejos de acabar con el porque será ésta la cuestión nuclear en la monumental estética hegeliana —lo
arte, la muerte lo genera”9, aunque alude a más relevante que se produce al respecto en todo el período idealista—, puede
una cuestión de la lógica dialéctica hegeliana entenderse a la estética de la época de Goethe como una “preparación” de la
—el término-recomienzo de todos los pro- estética hegeliana11. Ahora bien, según Szondi la cuestión de la historia aparece
cesos del Espíritu y de su manifestación en la en el momento en que “la pregunta por la esencia de lo bello se convierte...en la
materia— que no podemos obviar, intenta en pregunta acerca de si hay diferentes clases de belleza, si lo bello en sí cambia”12.
alguna medida minimizar un asunto cuya radi- Paradójicamente, la Estética Idealista se constituye —en su historicidad y, por
calidad es abrumadora. Pues en esta investiga- tanto, en su oposición a la Ilustración— a partir de una relectura del Arte Grie-
ción intentaremos demostrar que, una vez que go, desde Schelling y Hölderlin hasta Hegel, asunto que era central en la estética
el proceso quede consumado y zanjado por el clásica e ilustrada. Desde el Renacimiento en adelante, es posible distinguir tres
desarrollo histórico, caeremos en la cuenta que fases en el desarrollo del pensamiento estético: la Época de la Autoridad (siglos
seguiremos llamando “arte” al arte únicamen- XV-XVI), la Época de la Razón (siglo XVII), y la Época del Gusto (siglo XVIII), esta
te de un modo analógico, referencial, pues el última dominada por el trabajo kantiano, y caracterizada por un tono fuertemente
arte efectivamente habrá muerto: y quienes normativo, es decir, por una voluntad de establecer criterios y dogmas para la
todavía detenten su ejercicio, harán otra cosa comprensión del arte marcadamente a-históricos e intemporales13. Aquí, entonces,
que, con mucho, recuerda al “arte”. ¿Cómo es aparece la figura señera de Winckelmann, quien “se ocupó más de la comprensión
que el arte termina convirtiéndose en una ac- del nacimiento de una obra de arte que de la formación de reglas abstractas”14.
tividad que “se recuerda” a sí misma, que ha Winckelmann, en la interpretación de Szondi, piensa lo antiguo como lo “perfecto”
dejado de ser lo que era, que es un “pasado”? y “unitario”, mientras, lo moderno como lo “dividido”. Winckelmann introduciría
Pero debemos, como se dice, empezar por el en la reflexión en torno al arte, por vez primera, la cuestión de la evolución de las
principio. formas artísticas. Existirían, efectivamente, “diferentes clases de belleza”.15
Y este principio estaba dado, como Observamos, aquí, una primera fractura que la modernidad va a operar
decíamos, por el Romanticismo Alemán. No es sobre la definición tradicional del arte. Esta fractura refiere precisamente a “dividir
necesario, en este momento, aludir a las con- la unidad del arte”. Que el arte ya no sea unitario significa que se ha introducido
sabidas condiciones de formación del joven en él —en su producción subjetiva y objetiva, en su recepción epocal— un fun-
Hegel en el ambiente romántico —su amistad damental “principio de incertidumbre”, que con el transcurso del tiempo moderno
con Hölderlin y Schelling, su interpretación del no hará más que ahondarse hasta significar un colapso total en la definición del
pensamiento de Schiller—, sino más bien a las
implicancias que, en la elaboración de su pen-
samiento tardío acerca del arte, expresado en
las “Lecciones de Estética”, van a tener aque-
15 Resulta importante destacar una de las más interesantes consecuencias que, en el período idealista, tuvo esta idea Winckelmaniana, y que refiere a lo que
podría considerarse como uno de los más antiguos anuncios de un tipo de actividad teórica que, instalándose definitivamente con la consolidación del método
sociológico (del cual Arnold Hauser tal vez signifique su “época clásica”, junto con Worringer, Riegl y Wölfflin), persiste hoy en el trabajo de la “crítica cultural”,
consistente justamente en considerar la actividad artística como un fenómeno ante todo pluricultural, definitivamente comprensible únicamente cuando se conocen
sus condicionantes no sólo epocales sino igualmente geográficos (Taine sería aquí la “época clásica”), pero ante todo “culturales”. No menos significan los trabajos
de los Schlegel sobre arte hindú y literatura española, la preocupación de Hölderlin por la Grecia pre-clásica o bárbara, el descubrimiento de Shakespeare (al que
todavía tendrá que defender con gran polémica un romántico francés tardío, Victor Hugo, en su famoso Manifiesto Romántico), en fin, todas aquellas preocupaciones
romántico-alemanas que implican que el Arte Griego ha perdido definitivamente su carácter modélico, su definición normativa en tanto cuna de una civilización
occidental aterrada por lo “bárbaro”, por la otredad de las “otras culturas” —que en la primera modernidad e Ilustración no pasan de ser consideradas como la
inquietante parte “pantagruélica”, rabelaiseana del mundo, su “parte maldita”, para decirlo con Bataille— : ¿no significará esto que, al descubrirse la “historicidad”
del arte, su condición trágicamente determinada por el paso irrecuperable de las “épocas”, comienza seriamente la desestabilización de lo que últimamente se ha
dado en llamar “logocentrismo” o, cuando menos. que se inicia allí una segunda modernidad, que contiene en sí ya su disolución, que ya es posmoderna pues ya no
cree en la razón? Es en este sentido, y no en otro, en el que hoy debemos estudiar a los románticos alemanes, vale decir, comprendiendo el fundamental carácter
político de sus investigaciones artísticas, pues —como sabremos ya definitivamente con Debord y el Situacionismo, con Kosuth y el Conceptualismo— el arte no es
más que el resultado de un malentendido, pero de un malentendido social.
arte. La historia, entonces, es el inicio del proceso corrosivo. en el reino del “arte bello”— y lo propiamente moral, será
Esta capacidad corrosiva, en el sistema hegeliano general, la profundamente cuestionado por los románticos alemanes de
poseerá la historia como su capacidad de, por medio de la la generación de Schlegel, quienes, por el contrario, propon-
negatividad, producir positividad: habría que observar, pues, drán la posibilidad de una particular “experiencia artística
cómo esta corrosión positiva se ejerce en el dominio del arte. sublime”. Esto implicará que el terror, la inquietud, la desa-
zón y el anonadamiento, que definían en Kant a lo sublime,
Hay varios momentos preparatorios y ejecutorios formarán parte, desde ahora, de la esencia de la experiencia
de este camino de corrosión. No es necesario concentrarnos artística romántica. La historicidad del arte será la piedra
en cada uno de ellos para extraer el sentido genérico que aquí de toque por la que se constituirá esta desazón romántica
más nos interesa: aquel que refiere a la crisis fundamental frente al arte, pues será la conciencia de que el pasado –la
del modelo artístico originario que en Hegel se traduce en la “norma”— ya no existe como modelo y como guía, sino
problemática de la “muerte del arte”. En primer lugar, dire- como “pasado”, la que conllevará a esa cierta “nerviosidad”
mos algunas cuestiones en torno a la experiencia teórica y con que poetas como Schlegel concibe su práctica reflexiva.
artística —pero desde ahora ya no será posible ocupar estos Veremos más adelante cómo, en la interpretación hegeliana,
términos separadamente— de Friedich Schlegel. Esta ex- surgen aquí las cuestiones del genio, de la ironía y del humor
periencia se establece en el contexto de la estética idealista (objetivo y subjetivo).
como uno de los momentos más paradojales e intensos: se
introducía igualmente un tipo de producción creativa en el que Pero lo fundamental a comprender aquí es el
la inquietud —una suerte de incomodidad trágica ante un paso que se da desde esta concepción filosófica a una clase
desvarío incierto e impredecible del pensamiento, que tradu- particular de práctica artística, o más bien cómo esta prácti-
cía éticamente la metafísica fichteana— venía a reemplazar ca se funde con aquella concepción. En el caso particular de
la seguridad normativa de la época anterior. Referíamos más Schlegel, esto sucede a partir de lo que define como “poesía
arriba la importancia de la introducción de la historicidad en la de la poesía”17. Se trata de un particular tipo de poetización
reflexión en torno al arte efectuada por Winckelmann. Ahora en la que el asunto poético fundamental –que en la época
bien, en el caso de los románticos alemanes tempranos, esta clásica era la Naturaleza o el Ideal – será justamente la poe-
introducción va a significar la experimentación y teorización de sía misma. Así, la poesía se transforma en “poesía trascen-
una especie particular de deriva intelectual que traduce, en dental”: “Poesía trascendental crítica es la que comprende,
términos estéticos, aquella sutil experiencia moral que Kant en el sistema de las propias representaciones, el producto
distinguía bajo la idea de lo Sublime16. Como es sabido, en y el productor, la poesía y la poesía-de-la-poesía”18. Justa-
Kant lo Sublime se transforma ante todo en experiencia por- mente, como ha notado Szondi, esto lleva a Schlegel a sacar
que es capaz de “anular el juicio”, como consecuencia del pre- una consecuencia positiva del proceso de modernización del
dominio de la facultad del entendimiento (a la que se reduce arte, en el sentido de que la pérdida radical de los lazos na-
el enjuiciamiento de la experiencia moral) por sobre la de la turales a partir de los cuales la época clásica del arte asegu-
imaginación, terminando con el “libre juego” que, al enfren- raba su tranquilidad, al generar un fundamental espíritu de
tarse a la obra de arte bella, se produce entre ambas faculta- artificialidad, permite a su vez el libre desenvolvimiento de
des en el sujeto. Justamente, este carácter conflictivo entre lo la fantasía y, en general, el reino de la libertad en el arte19.
propiamente artístico —que para Kant comienza y termina Como se ve, la escisión que funda la discusión idealista en
torno a la estética, se introduce en Schlegel a la obra misma,
pues es ésta la que aparece desde ahora dividida, imposi-
bilitada ya de alcanzar la unidad quieta y pacífica de la obra
clásica20.
16 Cf. Emmanuel Kant, Crítica de la facultad de
juzgar, Monte Avila, Caracas, 1992, pp.158 y ss.
17 Para el desarrollo de esta cuestión, cf. Dino
Formaggio, op. cit., pp. 70 y ss.
18 Schlegel, fragmento 238, citado por Formaggio
en op. cit., p. 73.
19 Cf, Szondi, op. cit., pp. 74-78.
20 Cf. Id., pp. 82-88.
21 Citado por Szondi, op. cit., p. 98.
Caspar David Friedrich, “El Océano Ártico” (
68/
Será esta cuestión de la división la que motivará, a su vez, los desarrollos teórico- 25 Citado por Szondi, op. cit., p. 101.
prácticos de otro de los más importantes de los temprano románticos alemanes: Schiller. En su 26 Citado por Peter Bürger en Crítica
famoso ensayo Sobre la poesía ingenua y la sentimental, en una asombrosa anticipación del método de la estética idealista, Visor, Madrid,
1996, p. 69.
hegeliano, Schiller propone el enfrentamiento, en la modernidad escindida irremediablemente, de 27 Ésta es la pérdida definitiva del
dos formas fundamentales de hacer poesía. La primera —la ingenua— consiste en una concep- contacto con la naturaleza (la “madre
ción del arte fundada en una “infantilidad donde ya no se la espera”21. Vale decir, la actitud poética natura” que, una vez muerta, ha
ingenua es aquella en la que el poeta no ha tomado consciencia de la “adultez” que implica el dejado a los artistas, sus hijos, en la
reconocimiento de la pérdida de todo contacto con guía natural alguna, de la “seriedad” que surge orfandad absoluta) o con toda norma
en el artista al asumir la escisión fundamental del mundo, del ser humano y de la obra de arte22. o regla que no sea la que el propio
artista se autoimpone en su ejercicio
Por su parte, la poesía “sentimental”, propiamente moderna, es la que, tomando consciencia de la autorreflexivo.
“pérdida de la antigua unidad griega entre reflexión y fantasía, entre lo universal y lo particular”23,
se asume a partir de una completa libertad e infinitud, proponiendo al artista la posibilidad de una
“plena libertad creativa de la poesía” conseguida gracias a la “independencia del arte frente a
la naturaleza”24. Como se ve, la pareja de conceptos-experiencias señaladas por Schiller viene a
retomar aquella famosa y muy instructiva Querelle des anciens et des modernes que caracterizó en
gran medida a la Ilustración francesa, en la que se discutía la relación que debía producirse entre
los “artistas antiguos” y “los modernos”. Schiller, en cualquier caso, optará por la solución Ideal,
aunque inalcanzable, de una relación armoniosa entre lo ingenuo y lo sentimental, pues “tenemos
en los tiempos modernos, aún en los últimos tiempos, poesías ingenuas de todas las clases aunque
ya no solamente del tipo puro, y entre los antiguos poetas latinos, incluso griegos, no falta lo sen-
timental”25. Y también: “Ese camino que emprenden los nuevos poetas es, por otro lado, el mismo
que debe recorrer el ser humano en general, tanto en particular como en conjunto. La naturaleza lo
une a sí mismo, el arte lo separa y divide, a través del ideal retorna a la unidad”. Como es sabido, la
particular concepción que posee Schiller del arte —que debía conllevar ante todo a la elaboración
de una especial “educación estética”— llevó a Lukács a señalar que, para los románticos, el arte
no era más que “el médico de las enfermedades del progreso” 26.
28 Es importante señalar
en este punto que, en las
manifestaciónes artísticas
concretas, este tipo de
situaciones se observarán El texto de Hegel
privilegiadamente en la
poesía, no sólo porque los
teóricos del movimiento
sean principalmente poetas, Antes de entrar directamente en los textos hegelianos, es necesario retener un par de cosas.
y no músicos o pintores, sino En primer lugar, lo relativo al núcleo de la paradoja romántica: la indecisión entre el carácter negativo
por una situación que el y positivo de la división27. Por una parte, se concibe negativamente esta realidad, pues ella implica que
mismo Hegel aclara, y sobre el artista está condenado a la inquietud, al desamparo simbólico y al terrible desafío de inventarlo todo,
la que volveremos: la poesía
es el arte, por definición, sin guías ni maestros (pues éstos, aunque para los románticos tienen nombre y apellido: Shakespeare,
conceptual, ya que surge Cervantes, Homero, Dante, etc. son esencialmente inimitables, pues pertenecen a una época radicalmente
intrínsecamente ligado a otra). Por otra parte, se asume la evidencia de la división en un sentido positivo al caer en la cuenta de
una clase de materialidad la posibilidad histórica única en la que se encuentran para ejercer sin límites ni restricción la libertad de
intelectiva (el sonido y el la autodeterminación humana, y no sólo —como es evidente— en cuestiones relativas a la producción
sentido del entrecruce de las
palabras, y sus variaciones artística.
temporales ), lo que trae
consigo el que en la pintura La otra cuestión importante de retener antes de continuar refiere a la radicalidad con la que
romántica, por ejemplo, con debe asumirse la ruptura romántica. Hemos visto cómo algunos intérpretes intentan suavizar esta radica-
la excepción de Hogarth y lidad a partir de consideraciones ligadas a una idea del progreso en las artes, que nosotros rechazamos.
Blake, no ocurran cambios
tan radicales e importantes La experiencia romántica significa, ni más ni menos, que la primera muerte del arte: muerte por aparición
como en la poesía y literatura de la historicidad en la experiencia artística, por pérdida del encadenamiento a un canon, del apego a una
romántica en general, norma organizadora que actúe como guía, apego que aparece como esencial a la definición originaria del
permitiéndosele a la poesía fenómeno del arte28.
un muchísimo mayor margen
de invención (o, en este Para introducirnos en el texto hegeliano debemos, antes que nada, volver sobre algo que
caso, autodeterminación,
autorreflexión al infinito, para sentábamos al inicio: lo que parece motivar la reflexión filosófica en torno al arte de Hegel es la suma de
decirlo con Fichte). fenómenos “radicales” que pudo observar en sus compañeros artistas románticos. Hegel realizaría, en
este sentido, el enorme proyecto investigativo —el más amplio y complejo que filósofo alguno jamás haya
consagrado al arte— que son las Lecciones sobre la estética como una suerte de recapitulación general
y total de uno de los fenómenos más relevantes en la historia de la evolución del Espíritu en la materia
—el arte— en el momento en que justamente, como obser-
70/
diríamos) puede la subjetividad artística Pero esto —no podía ser de otro modo aquello que Schiller llamaba “ingenuidad”,
autodisolverse, disolviendo al mismo tiem- en Hegel— forma parte del contenido lo que le obliga, literalmente, a “ir más
po la forma artística. de verdad del arte, pues éste pertenece allá” de la forma artística (tendencia que,
al “reino de lo bello”, el que a su vez es como veremos más adelante, no puede
Y nos encontramos con la definido, ya en la primera página de las sino ser hacia la filosofía). Por eso Hegel
cuestión del genio. Las primeras teoriza- “Lecciones” como “reino de lo artificial”38. va a definir la “genial ironía divina” como
ciones importantes a considerar para el La ironía, entonces, va a ser comprendida a una “concentración en sí del yo, para
entendimiento de la concepción román- como la “infinita negatividad absoluta”39. el cual se han roto todos los lazos, y que
tica del genio aparecen ya en Diderot y Se trata de una pérdida de la “seriedad sólo puede vivir en la beatitud del goce
en Kant. Para el primero, el “genio” es del mundo” (introducción de la cuestión de sí mismo”41. Y dirá más adelante: “...en
aquello que, en el artista, se opone al del humor, sobre la que volveremos en cuanto a individualidad genial, lo irónico
gusto, entendido éste como el conjunto breve): “En la perspectiva según la cual el radica en la autodestrucción de lo mag-
de convenciones, reglas y postulados artista es el yo que todo lo pone y disuelve nífico, lo grande, eximio, y así también las
que definen lo que una sociedad deter- por sí, al cual la consciencia no le mani- figuras artísticas tendrán que representar
minada, en un momento dado, entiende fiesta ningún contenido como absoluto y el principio de la subjetividad absoluta,
como “bello”32. El “genio”, sin embargo, en y para sí, sino como apariencia hecha pues muestran en su autodestrucción la
suele oponerse al gusto, y lleva al artista a sí misma y destructible, no puede caber nulidad de lo que para el hombre tiene
hacia territorios inexplorados, colindantes tal seriedad, pues sólo se le concede vali- valor y dignidad”42.
muchas veces con lo desagradable, con lo dez al formalismo del yo”40.
“salvaje”. El genio, según Diderot, “cons- Como consecuencia de esta
truye edificios osados en los que la razón Tal vez una de las consecuen- excesiva autoconsciencia producida por
no se atrevería a habitar”33, evidenciando cias más significativas de este proceso el proceso de radical subjetivización que
por primera vez la importancia que, en el de ironización de la actividad y represen- conllevan las obras de los contemporá-
arte romántico, cobrará el carácter negati- tación artística, por el cual el artista se neos románticos de Hegel (éste pensa-
vo, destructivo de la representación. “Las siente capacitado no sólo para cuestionar ba fundamentalmente en los hermanos
reglas –escribe igualmente Diderot- y las y disolver la forma de la obra sino que Schlegel, pero también en poetas como
leyes del gusto pondrían trabas al genio; igualmente la realidad del mundo, sea la Jean Paul y Novalis), se cae en el proble-
él las rompe para llegar a lo sublime, a dada por la capacidad de “autoconscien- ma del humor subjetivo. Para introducir
lo patético, a lo grande”34. Por su parte, cia” que el artista así consigue. Al releer esta cuestión es preciso atender nueva-
Kant postula la relación fundamental entre este proceso desde nuestra perspectiva, mente al texto hegeliano:
la obra de arte y la naturaleza a partir de da la idea de que el artista alcanza un
la tesis según la cual la naturaleza le da nivel demasiado elevado de consciencia “El humor no se propone la
la regla al arte por medio del genio (“don sobre su proceder, perdiendo justamente tarea de que un contenido se desar-
natural”)35. Sin embargo, aunque tanto en rolle y configure objetivamente según
Diderot como en Kant el genio permanece su naturaleza esencial, para redon-
anclado a la naturaleza, manteniéndose dearlo y articularlo artísticamente
en alguna medida la concepción clásica desde sí mismo en este desarrollo.
de la naturaleza como guía y maestra del
arte, en estos autores ya el genio da un
primer paso hacia una liberación de toda
dependencia natural —vale decir, de
toda reglamentación— y, entonces, hacia
la subjetividad abstracta y vacía a la que 37 Id.
38 Como es sabido, esto va a significar una fundamental ruptura con la tradición kantiana,
se refería Hegel. Pero lo más relevante la que va a postular la supremacía de la “belleza natural” por sobre la “belleza artística”;
aquí es cómo Hegel es capaz de notar el Hegel, en cambio, piensa lo contrario, ya que para él lo artificial (en tanto manifestación
carácter esencialmente negativo del tra- más pura del Espíritu) siempre será superior, en su capacidad de comprender la verdad del
bajo del genio. “Y este virtuosismo de una absoluto, a lo material o natural. Recuérdese el inicio de la Introducción a las Lecciones sobre
vida irónico-artística se aprehende ahora la estética: “Estas lecciones se ocupan de la estética; su objeto es el vasto reino de lo bello,
y, más precisamente, su campo es el arte, vale decir, el arte bello.” Y más adelante: “Pues
a sí mismo como una ‘genialidad divina’ la belleza artística es la belleza generada y regenerada por el espíritu, y la superioridad de
para la que toda y cada una de las cosas lo bello artístico sobre la belleza de la naturaleza guarda proporción con la superioridad del
no es más que una criatura inesencial a espíritu y sus producciones sobre la naturaleza y sus fenómenos” (Hegel, op. cit., pp. 7-8).
la que el libre creador, que se sabe no Otra vez, esta concepción hegeliana tendrá un importante correlato artístico en las teorías
comprometido con nada, no se ata, pues estéticas de tres poetas fundamentales de la modernidad decimonónica: Poe, Baudelaire
puede tanto aniquilarla como crearla”36. y Mallarmé, quienes reivindicarán fuertemente la superioridad de las producciones de la
invención pura, artificial, por sobre la representación de la naturaleza.
Se produce aquí una particular especie de 39 Hegel, op. cit., p. 52.
“nihilismo artístico”, que es definido por 40 Id., p. 50
Hegel como una suerte de “alma bella y 41 Id., p. 51.
languidez enfermizas”37. Se trata, más 42 Id.
aún, de la osadía de unos artistas que
se atribuyen la capacidad inaudita de
cuestionar la realidad objetiva del mundo.
Más bien, es el artista mismo el que entra en la
¿Después de Hegel?
materia. Por tanto, su actividad esencial consiste en
que todo lo que quiere hacerse objetivo y alcanzar
una forma fija de la realidad, o que parece tenerla No está de más destacar la asombro-
en el mundo exterior, se erosione y disuelva a través sa pertinencia con que estas palabras pueden ser
del poder de ocurrencias subjetivas, golpes de pen- aplicadas a los fenómenos más representativos
samiento y formas sorprendentes de comprensión. del arte pos-hegeliano, desde la poesía visionaria
Con ello queda aniquilada en sí toda autonomía de de Rimbaud hasta el conceptualismo más reciente,
un contenido objetivo, así como la conexión firme en pasando por el “azar objetivo” de los surrealistas
sí de la forma, dada por la naturaleza de la cosa. Y la y el humor desintegrador de un dadaísta como Du-
representación pasa a ser un juego con los objetos, champ44. Por ahora, es preciso concentrarse en las
un uso disparatado de la materia y una inversión de particularidades que esta teoría del humor alcanza
la misma, un vagar y zigzaguear de las manifesta- en las investigaciones sobre el arte de Hegel. Es
ciones, los puntos de vista y la conducta del sujeto, preciso comprender, ante todo, cómo es que el
a través de lo cual el autor se abandona a sí mismo humor subjetivo se torna objetivo. La cuestión se
y a sus objetos”43. jugará, como veremos, en el paso de la aleatoriedad
del contenido subjetivo con el que se constituye la
obra a una azarosidad formal, relativa al tratamiento
del material artístico. Para el sistema hegeliano, es
de suma importancia que este proceso se de en el
contexto del arte romántico —precisamente como
la situación que indicará su disolución, señalando al
mismo tiempo la del arte en general— , pues esto
probaría que un fenómeno semejante formaba parte
del contenido de verdad del arte (es decir, que el
43 Hegel, op. cit., p. 440. arte en sí mismo contenía el principio de su diso-
44 Para una interpretación interesante de algunas lución). Para comprender más acabadamente este
manifestaciones artísticas pos-hegelianas, desde una
perspectica hegeliana, cf. el ensayo de Peter Szondi, La complejo fenómeno, es preciso atender brevemen-
teoría hegeliana de la poesía, en op. cit., pp. 153-285, el te a la concepción que Hegel posee de la relación
ensayo de Formaggio Las antinomias románticas y el arte forma-contenido.
contemporáneo, en op. cit., pp. 207-232 y la obra de Peter
Bürger, Teoría de la vanguardia, Península, Barcelona, 2000,
especialmente pp. 125 y ss.
45 Hegel, op. cit., p. 53.
46 Cf. supra, n. 29
47 Es interesante atender al giro que, con respecto a
Kant, realiza Hegel al tratar el concepto de lo “sublime”. Si “El contenido del arte —escribe
para Kant éste permanecía en un espacio más cercano Hegel— es la idea, su forma la configuración
al de la moral que al propiamente artístico, puesto que su figurativa sensible”45. Aclarábamos más arriba46
experiencia producía un tipo de enjuiciamiento (que más bien cómo el movimiento de las formas artísticas ge-
era la imposibilidad del mismo) opuesto al dado a partir de nerales, el paso progresivo de una a otra, se
la experiencia de lo bello, para Hegel lo “sublime” adquiere daba fundamentalmente a partir de la particu-
un lugar al interior mismo de lo bello, transformándose en su
polaridad –su negatividad- y siendo por lo tanto un ámbito lar relación que en cada una de ellas se daba
propiamente investigable desde la estética (y no desde entre forma y contenido. De tal suerte, si en la
la moral). “Hegel tiene la posibilidad de dejar de tomar el forma simbólica se producía una inadecuación
concepto de lo sublime como un concepto contrario, exterior entre ambos producida por una fundamental
al concepto de lo bello, sino introducirlo en la oposición interior exterioridad del contenido —Dios, el Espíritu
de lo bello, definirlo como su negatividad” (Szondi, op. cit., p.
218). Para la teoría de Kant, cf. en op. cit., la “Analítica de lo Absoluto— , ante la cual la forma resultaba
sublime”, pp. 158 y ss. Ahora bien, con respecto a la forma incapaz de conseguir una representación ade-
artística simbólica, escribe Hegel: “En la inadecuación entre cuada, al mismo nivel de aquél, manteniéndo-
ambas, la relación de la idea con la objetualidad deviene se aquella representación en la sublimidad47,
por tanto negativa, pues, en cuanto algo interno, ella misma en la forma clásica se daba —por primera y
está insatisfecha con tal exterioridad y, en cuanto sustancia
universal interna de ésta, prosigue sublime por encima de última vez— una perfecta adecuación entre
esta plétora de figuras que no le corresponden” (Hegel, op. forma y contenido, como consecuencia de la
cit., p. 58). cual “la forma clásica es la libre conformación
48 Hegel, op. cit., p. 58. adecuada de la idea en la figura peculiarmente
pertinente, según su concepto, a la idea mis-
ma, con la cual puede por tanto entrar en libre,
perfecta consonancia. Con lo que sólo la forma
clásica ofrece la producción y la intuición del
ideal perfecta, y presenta a éste como efectiva-
mente realizado”48; quedando, finalmente, para
72/
la forma artística romántica reservada una última inadecuación, esta vez
opuesta a la ocurrida en la forma simbólica, pues si en ésta se daba a
partir de la objetividad, inalcanzable para la forma, del contenido, en la ro-
mántica el contenido se subjetiviza excesivamente, lo suficiente como para
que la forma, esta vez, se vea impelida a seguir al contenido. De tal suerte,
“el aspecto del ser-ahí externo es dejado a merced de la contingencia y
abandonado a las aventuras de la fantasía, cuyo arbitrio puede reflejar
lo dado tal como se da, así como también revolver las figuras del mundo
externo y distorsionarlas grotescamente”49.
El ar te y el pasado
Poseemos ya antecedentes suficientes para comprender la tesis hegeliana de la “muerte del arte”, esa idea se-
gún la cual “el arte es ya para nosotros un pasado”. Sin embargo, agreguemos uno más, relativo a la disolución del arte que
se opera en el terreno del desarrollo del “sistema de las artes singulares”. Piensa Hegel que “los géneros artísticos tienen
en sí las mismas diferencias esenciales que nosotros conocimos como formas artísticas generales”56. Esto quiere decir que
ellas poseen un devenir determinado por la singular relación que en su configuración se produce entre forma y contenido.
Aquí notamos que Hegel piensa semejante relación como produciéndose, al mismo tiempo, en un nivel general, ideológico (el
de las adecuaciones del Espíritu con respecto a la forma que lo representa) y en otro particular, concreto, determinado por
las decisiones que el artista — que, en cualquier caso, es deudor de las relaciones generales del Espíritu con su adecuación
a la materia— adopta para “dar forma” a la obra. Así, tenemos que “las artes particulares, por una parte, pertenecen
específicamente a una de las formas artísticas generales y forman su externa realidad efectiva artística conforme y, por otra,
representan en su modo de configuración externa la totalidad de las formas artísticas”57. Tenemos, entonces, que cada forma
singular participará de un modo privilegiado en un tipo de “forma artística general”, constituyéndose entonces en su forma
singular característica, pero al mismo tiempo ella existirá en cada momento histórico del arte ya sea como forma subordinada
o como forma privilegiada (cuando le corresponda erigirse en el modelo de realización ideal para la determinada fase de la
relación entre espíritu y materia).
74/
60 Id.
61 Id.
62 Id., p., 64.
Resulta, entonces, que cada fase del desa- 63 Id., p. 64.
64 Id.
rrollo de las “formas artísticas generales” posee una
determinada forma de arte singular como su expresión
privilegiada. En el caso de la forma Simbólica, su arte
singular privilegiada es la Arquitectura. Ocurre que en
la arquitectura la pesadez del material, la enormidad y
magnificencia —Hegel se expresaba en los términos
que su propia época le permitía—, en una palabra, su sólo ella tendrá la capacidad de “conformar” la perfec-
monumentalidad, le posibilitaban especialmente para re- ta adecuación entre forma y contenido que ocurre en
presentar aquella inadecuación entre forma y contenido el Arte Clásico. Según Hegel, “el dios mismo entra en
por superioridad de éste por sobre aquélla que es la este templo, al caer el rayo de la individualidad sobre la
forma simbólica. Como la forma no podía expresar ideal- masa inerte, al penetrarla, y al concentrar y configurar
mente al contenido, permanecía siempre en un estado la infinita y no ya meramente simétrica forma del espí-
de fría mecanicidad, de inmovilidad y pesantez, que im- ritu mismo la corporeidad”60. Se trata, pues, de com-
plicaba —con respecto a la gracilidad de la escultura— prender cómo la forma artística clásica se constituye
un cierto carácter “bárbaro”. En palabras de Hegel: en el momento en que lo interno espiritual es instalado
en la forma sensible y el material externo de ésta. “El
“Su tarea consiste en enderezar de tal modo la material sensible externo no se elabora tampoco ya ni
naturaleza inorgánica externa que ésta, como mundo sólo según su cualidad mecánica, como masa pesa-
externo conforme al arte, devenga afín al espíritu. Su da, ni en formas de lo inorgánico, ni como indiferente
material es él mismo lo material en su exterioridad frente a la coloración, etc., sino en las formas ideales
inmediata como pesada masa mecánica, y sus formas de la figura humana, es decir, en la totalidad de las
siguen siendo las formas de la naturaleza inorgánica, dimensiones espaciales”61.
ordenadas según las abstractas relaciones intelecti-
vas de lo simétrico”57. La “superación” de la forma artística Clá-
sica por la Romántica merece, por su importancia para
Posteriormente, aparece la preponderancia históri- nuestros fines, ser tratada aparte. Sucede, según He-
ca de la escultura. Esta aparición — como ocurre con gel, que “la sólida unidad en sí del dios de la escultura
cada momento no sólo de las formas particulares sino se deshace en la pluralidad de la interioridad singulari-
que igualmente de las generales—, como es natural zada, cuya unidad no es sensible, sino ideal sin más”62.
en el sistema hegeliano, ocurre como consecuencia de Ya hemos mencionado que la particular inadecuación
una “superación”, de una “muerte-recomienzo”58. La entre materia y contenido que se da en la forma artís-
superación en este caso ocurre “pues su límite [de la tica romántica es una tal que, contrariamente a lo que
arquitectura] radica precisamente en mantener lo espi- ocurría en la forma simbólica, en la que el contenido
ritual como algo interior frente a formas externas y, por permanecía “exterior” para la materia, se interioriza
tanto, en remitir a lo anímico sólo como a algo otro”59. de tal manera el contenido que éste determinará,
La escultura, por su parte, será el arte del Ideal, pues subjetivizándolas al máximo, las manifestaciones de
la materia. Sucede que “la conexión entre significado
espiritual y material sensible germina en una intimidad
superior a la que era posible en arquitectura y escul-
tura. Es esta sin embargo una unidad más íntima, que
entra por entero en el aspecto subjetivo, y que, en la medida en que forma y contenido deben particularizarse e
idealmente ponerse, sólo tiene lugar a expensas de la universalidad objetiva del contenido así como de la amalga-
ma con lo inmediatamente sensible”63. Como es obvio tratándose de Hegel, la forma romántica asumirá la fusión
materia-contenido que la forma clásica había ganado con respecto a la simbólica (la que producía una relación entre
ambos elementos mecánica, fría, “bárbara”), aunque esta vez dicha fusión ocurrirá en un nivel puramente “interior”.
Ahora bien, tres son las formas artísticas singulares privilegiadas en el ámbito de la forma artística romántica: pintu-
ra, música y poesía. El movimiento en virtud del cual una da paso a la otra está dado por su capacidad de “confor-
mar” el contenido de verdad propio a la forma romántica, vale decir, el de la subjetivización. De tal suerte, en el caso
de la pintura se da ya un primer grado de subjetivización con respecto a la escultura clásica, pues la materia prima
de la pintura es el color, y éste al ser fundamentalmente superficial, pierde el predominio espacial –tridimensional-
de la forma escultórica. “La visibilidad y el hacer -visible de la pintura tienen sus diferencias como más ideales,
como las particularidad de los colores, y al limitarse a la dimensión de la superficie liberan al arte de la integridad
sensible- espacial del material”64. La música, momento siguiente en el camino de conformar el contenido de ver-
dad esencial a la forma artística romántica, se como el tortuoso camino por el cual el Espíritu intenta, en la historia, satisfacer
caracteriza por un grado de subjetivización tal sus necesidades en la forma artística. Este camino tuvo un momento de brillo en la
que indica el tránsito de las artes espaciales llamada “religión artística” griega, pero ese momento —es el drama del idealismo
a las temporales. “Tal incipiente idealidad de romántico alemán— se ha perdido para siempre. Y debe llegar un tiempo en el
la materia, que ya no aparece como espacial, que el Espíritu cobre conciencia de que sus necesidades ya no podrán ser satisfe-
sino como idealidad temporal, es el sonido, lo chas por la forma artística. Este momento es el de la forma artística romántica y es
sensible negativamente puesto, cuya abstrac- representado privilegiadamente por la forma singular de la poesía. La “pérdida de
ta visibilidad se ha tornado audibilidad al por seriedad” del artista, la genialización e ironización extremas de su hacer creativo,
así decir desligar al sonido a lo ideal de su su autoconsciencia que implica que la obra ya no surge de un misterio —la imagen
aprisionamiento en lo material”65. del devolver de la mirada por la obra con la que Benjamin definía al aura— y por
tanto pierde su “valor cultual” que la definía antropológicamente como un “fetiche”,
Finalmente, llegamos a uno de los mo- son actitudes que Hegel observará —y ahí comienza y termina su monumental
mentos más relevantes de la estética hege- investigación estética— en los poetas románticos. Y esto no podía ser de otra
liana, sobretodo en lo relativo al tema de la manera, pues en la definición de la poesía misma está contenido el hecho de un “ir
muerte del arte. Se trata de la aparición de más allá” del arte. Dice Hegel de la poesía:
la poesía como manifestación privilegiada
del contenido de verdad de la forma artística “Su peculiaridad característica reside en la fuerza con que se somete al
romántica. Aquí el arte viene a culminar un espíritu y a las representaciones de éste al elemento sensible, del cual comenzaban
proceso que ya estaba potencialmente dado ya a liberar al arte la música y la pintura (...)El sonido se convierte por tanto en la
en el arte simbólico, y que podría resumirse palabra como voz en sí articulada cuyo sentido es el de denotar representaciones y
pensamientos, pues el punto en sí negativo, hacia el que avanzaba la música emerge
ahora como el punto completamente concreto, como punto del espíritu, como el
individuo autoconsciente que, partiendo de sí mismo, vincula el espacio infinito de la
representación al tiempo del sonido”66.
65 Id., p. 65.
66 Id., p. 66.
67 Citado en Formaggio, op. cit., p. 111.
68 Id.
69 Cf. a este respecto el significativo artículo de Umberto Eco Dos hipótesis acerca de la muerte del arte, en op. cit., pp. 250-267.
70 Hegel, op. cit., p. 66
Es preciso poner atención aquí sobretodo en el hecho de que la poesía concretiza, por medio de la palabra, aquello —el sonido ordenado
temporalmente— que la música había dejado negativamente como todavía contrario a la materia. Se trata, entonces, de que el arte se va
a diluir – va a morir— a través de un proceso que le compete a él mismo, pues es su materialidad (su forma) la que se ha visto afectada
por la aleatoriedad autoconsciente. Por ello piensa Hegel que “el arte mismo se autodestruye para hacerse verdad y pone de manifiesto a la
conciencia la necesidad de granjearse, para la comprensión de la verdad, formas más altas que las que podía ofrecer el arte”67. Por lo mismo,
según Formaggio, “el arte muere por la conciencia que, por encima de la muerte de sus modos de inteligencia de lo real, libera nuevos y
más filosóficos modos de acercamiento a la verdad”68. Se trataría de que, justamente en el momento en que se inicia —con el romanticismo
alemán— el arte moderno, el arte muere, abandona su esencia y se transforma —desde entonces hasta hoy— en un hacer sin esencia
y sin verdad. El arte moderno no sería, desde esta interpretación, más que un tipo de práctica fantasmal, vaciada de sí misma, en torno a la
cual sus hacedores buscan —en una empresa perdida de antemano— hallar algo que pueda asemejarse a la antigua verdad. De allí que,
en el arte moderno, la cuestión esencial sea justamente la “definición del arte”69. Pero esa definición ya se ha perdido. Ocurre que “el arte
va más allá de sí mismo al abandonar el elemento de la sensibilidad reconciliada del espíritu y pasar de la poesía de la representación a la
prosa del pensar”70.
76/
Justamente el tránsito de
la “poesía de la representación” a la
“prosa del pensar” es lo que debe ser
clarificado en los próximos momentos
de esta investigación. Se trata de ob-
servar cómo se hace efectivo, en los
fenómenos concretos más relevantes
de la evolución del arte moderno,
aquel tránsito. Pero este tránsito, a
diferencia tal vez de lo que pensaba
Hegel, tardaría por lo menos un siglo
en consumarse: el transcurso de esa
consumación es precisamente el arte
moderno. Y el momento en que se
consume será ya definitivamente el de
la “muerte del arte”. Todos los fenó-
menos de ruptura que definen al arte
moderno, desde el romanticismo y el
impresionismo hasta el conceptualis-
mo, pasando por las vanguardias his-
tóricas, tal vez no signifiquen más que
los intentos —desesperados muchas 71 Escribe, por ejemplo, Kosuth: “En una
veces, como en el caso del dadaísmo época en que la filosofía tradicional es
y del surrealismo— por redefinir al irreal debido a sus presuposiciones, la
habilidad del arte para existir dependerá no
arte, imposiblemente. Paradójicamen- sólo de que no cumpla un servicio –como
te, esta redefinición será lograda —y distracción, como experiencia visual (o de
al mismo tiempo (nueva paradoja) ello otro tipo) o como decoración- que es algo
significará el cese definitivo de la acti- que puede ser fácilmente emprendido por
vidad artística— en el momento en la cultura Kitsch y la técnica, sino también
de su capacidad de permanecer por
que se abandone su intento. El primer encima de los juicios filosóficos”. Cf. Arte
paso en este sentido lo dará Marcel y filosofía en Gregory Battcock (comp.)
Duchamp, y su experiencia va a fun- La idea como arte, Gustavo Gili, Barcelona,
cionar como un verdadero paradigma 1977, pp. 60-81. Gran parte del trabajo
en nuestro análisis. Pero el abandono teórico de Kosuth ha sido reunido en el libro
definitivo será el que llevará a cabo Art after philosophy and after. Collected
writings. 1966-1990 , Massachusetts
Joseph Kosuth, y sobre él habremos Institute of Technology, USA, 1991.
de volver repetidas veces. Pues será
Kosuth quien se dé cuenta de hasta
qué punto, en su fase moderna, el
arte está ligado a la filosofía, a sus
avatares e incertidumbres, a sus vai-
venes y a sus afanes por encontrar su
propio nombre. De manera que, en la
reflexión de Kosuth, el único modo de
encontrar una definición del arte será
abandonando cualquier pretensión
de ella, pues el arte es ante todo una
tautología (Kosuth popularizó aquella
fórmula del “arte-como-arte”); pero
ello no implica en modo alguno volver
a la visualidad o a la “aisthesis” —ello
significaría volver al arte retiniano que
ya Duchamp desmanteló—, sino más
precisamente abandonar, finalmente, a
la filosofía71. Se trataría de que el arte
deje de ir detrás de la filosofía, y sea
capaz de ir delante. Pero hacerlo con-
lleva, ni más ni menos, el fin definitivo
de la forma artística. Pues entonces
comenzaría el reino de la experiencia
artística, de la vida-como-obra.
La militarización del arte : un inicio para la estética de la
desaparición
1 Virilio,Paul. Cibermundo ¿Una política suicida?, Ed. Dolmen, En el caso de Virilio la vivencia de la guerra, no sólo tiene una
Santiago de Chile, 1997, p.102. (En adelante C.M) repercusión de orden biográfico, porque ésta también entrega las claves
2 C.M, p.41. para comprender la organización e implicancias de su pensamiento filosó-
3 En 1966 Paul Virilio en conjunto con el arquitecto Claude fico, pues si bien no recibe una educación formal en el área filosófica, el
Parent gana un concurso de diseño para construir la Catedral trabajo que realiza responde al tipo de especulación que caracteriza a esta
de Nevers. En la actualidad esta obra es considerada
un monumento histórico. Junto a Parent en 1963 había disciplina, aún cuando Virilio prefiera nominarse como urbanista y no como
fundado el grupo Architecture principe. Esta asociación filósofo.
tiene como axioma de trabajo, repensar la arquitectura y
la labor del arquitecto, así como también, la reorganización Ricouer y Deleuze son filósofos; yo soy urbanista. No digo esto por modestia,
del territorio. puesto que la filosofía nació de la ciudad. No nació en las marinas, ni en
4 La vanguardia definía una primordial función destructiva
en la milicia, pues significaba, romper frentes, destrozar medio de los océanos o las montañas, nació en la ciudad. Soy un hombre de
infraestructuras, batir retaguardias, desarticular e inutilizar ciudad y la cuestión del tiempo en un lugar y de la inscripción de ese tiempo
las formas de subsistencia del enemigo. Luego, semejante en un lugar dado se hace en la ciudad. […] No hay política sin la ciudad. No
concepto militar apuntaba hacia una disolución general de hay realidad de la historia sin la historia de la ciudad. La ciudad es la forma
todo cuanto fuera sólido en el campo enemigo en provecho
de un principio arcaico de violencia. suprema de la historia2.
5 Subirats, Eduardo. La linterna Mágica, Ediciones Siruela,
S.A., Madrid, 1997, p. 24.
78/
Virilio además de dar excelentes coor- Comprender estas últimas palabras es comprender el pensamiento de
denadas para entender la complejidad que implica Virilio, pues en ella se encuentra el juego conceptual que el autor organiza para
el problema de la ciudad, también realiza grandes explicar lo que acontece tras esta nueva forma de vida que impone la hipervelocidad.
aportes teóricos en relación a las telecomunica- En efecto, guerra, violencia, velocidad, ciudad, relación y desterritorialización son
ciones y la hipervelocidad que caracterizan al siglo términos claves para entender a Virilio no sólo en el campo de las artes, sino también
XX, sin embargo, es en el área artística donde su en lo que respecta a su explicación del mundo e incluso de él mismo.
pensamiento adquiere mayor desarrollo filosófico,
ya que, a diferencia de la mayoría los pensadores La guerra como se ha señalado es el detonante inicial de su trabajo,
que abordan el análisis de la disciplina artística, él porque en una cultura dominada por la guerra, el complejo militar-industrial tiene
no sólo es un pensador sino también un creador. protagonismo en los debates sobre la organización del espacio en la ciudad, así
como también, en la esfera artística. Esta concepción bélica del arte no es nada
Efectivamente, a inicio de los años extraña si se piensa que vanguardia es el término utilizado para denominar a las
50 Virilio comienza su formación en L’Écoles des primeras corrientes artísticas del siglo XX.
Metiers d’ Art de París. La formación profesional
que adquiere es la de maestro vidriero, actividad
que le brindará la oportunidad de trabajar con
dos de los pintores más importantes del siglo I.- La militarización del ar te.
que también fueron vitralistas: Matisse y Braque.
A esta labor artística se agrega su trabajo sobre
Esta concepción ligada a la guerra, que entrega el
los bunkers del muro Atlántico, la construcción de
pensamiento de Virilio no es ajena al fenómeno artístico, pues si
la Catedral de Nevers3 en Francia y, la dirección y
se piensa en el gran quiebre histórico que sufre el arte a principios
producción del Museo de la Catástrofe en Japón.
del siglo XX, a través de la multiplicidad de vanguardias artísticas
que lo caracterizaron, es posible establecer un nexo concreto entre
Esta afinidad con el arte podría llevar
arte y guerra, debido a la utilización del término “vanguardia”4.
a pensar, a quien se acerca al pensamiento de Vi-
Pues, originalmente esta palabra designó una estrategia militar.
rilio, que éste optaría por entregarle un dimensión
magnánima y providencial al mismo, sin embargo,
Entonces, la identificación de la creación artística con
es necesario aventurar que realiza más bien lo
la estrategia miliciana no es, simplemente, una metáfora casual. El
contrario, pues ve al arte, en su expresión con-
significado militar del término da cuenta de un valor central de las
temporánea, no como una salvación sino como
propias vanguardias artísticas: su carácter destructivo, su concep-
portador de devastación. Para Virilio el arte ha
ción nihilista del mundo, la renovación absoluta del orden, de las
adquirido una dimensión despiadada durante el
normas estéticas y sociales, así como también de las representa-
siglo XX.
ciones de poder.
En la actualidad para el autor se ha
entrado a una fase terminal del arte, que cumple
La vanguardia artística tomó prestados sus signos de la van-
de algún modo los designios del arte abstracto; en
guardia militar. Al igual que la avanzadilla militar la vanguardia
cuanto, la palabra abstracción significa una cuali-
artística declaraba la guerra contra el academicismo y el natu-
dad con la exclusión del sujeto, conduciendo con
ralismo, contra el orden de la representación estética y contra la
ello a la desaparición del arte. En efecto, desde el
arte representativo o estética de la aparición, el establecida moral. Y al igual que las vanguardias políticas postuló
arte ha ido sufriendo variadas transformaciones el advenimiento de una nueva era y un nuevo orden social, la
las cuales lo han llevado hoy a la realización de transformación de la civilización y la superación de los conflictos
una invitación o propuesta letal, que nos conduce de la sociedad industrial5.
hacia una estética de la desaparición, la que no se
reduce a la desaparición de las formas, sino a la En efecto, las vanguardias artísticas de principio del
aniquilación misma del arte que hasta el momento siglo XX postularon por medio de su trabajo el abandono de la
se ha desarrollado. memoria, la liquidación de las formas de la experiencia del pasado,
la destrucción de los símbolos y sus estilos, en busca de un orden
Esta estética de la desaparición que civilizatorio radicalmente nuevo. Bajo esta función destructiva, las
Virilio trae a discusión, viene dada por las condi- vanguardias cumplieron uno de los principios históricos del sujeto
ciones que se establecen a partir del nuevo orden revolucionario, es decir, crear un grado cero de civilización.
mundial, que surge luego de la segunda posgue-
rra, pues tras un ambiente marcado por la violen- A partir de las vanguardias se transforma la obra de
cia y la velocidad aparece una nueva sensibilidad, arte en una acción revolucionaria, la cual no afectaba solamente
que se manifiesta con radicalidad en el arte. a la llamada función del arte, ni tampoco significaba un cambio
exterior de su concepción, sentido o actividad. Más bien, la revo-
lución estética de las vanguardias transformó, primordialmente, su
concepto de experiencia, de representación, de expresión formal o
lingüística; modificó desde el interior la concepción de arte, pues es
a partir de la expresión artística que se genera este giro.
6 Virilio, Paul. El procedimiento del silencio, Ed. Paidós, Buenos
Aires, 2001, p.18.
7 David, Catherine, Alles fertig: se acabó (una conversación), en
Iglesia Sainte Bernadette du Banlay, Nevers.
80/
Esta inserción de la velocidad en la escena artística hace que Virilio realice
un quiebre fundamental en la historia del arte, pues considera que la aparición de la
supravelocidad conlleva a que se pueda distinguir entre dos estéticas bien disímiles, que en el caso de las artes plásticas parecieran
por una parte, la primera denominada estética de la aparición, la cual va desde el arte estar acabando con el modo según el cual hasta
clásico al land art 9, considerando a éste como el último refugio de este tipo de arte, el momento se las había considerado.
pues el land art se inscribe a escala de la tierra, es decir, el más amplio territorio o
formato plausible. Y por otra parte, la estética de la desaparición, receptáculo de la La estética de la aparición es propia de
deslocalización del arte en la realidad virtual. la escultura y la pintura. Las formas emer-
gen de sus sustratos -el mármol para una
estatua de Miguel Ángel, la tela para la pin-
tura de Leonardo da Vinci- y la persistencia
II.- La estética de la desaparición del soporte es la esencia de la llegada de la
imagen. Esa misma que emerge a través del
bosquejo y que se fija con el barniz, de la
La deslocalización o la desterritorialización que misma manera que se pule un mármol […]
afecta al arte, consiste en la pérdida del cuerpo o de la pre- va a nacer una estética de la desaparición
sencia, ya que es el cuerpo el que se sitúa siempre respecto […] la estética será puesta en movimiento.
de algo, y por lo tanto sin cuerpo no hay para Virilio relación Las cosas existirán en la medida en que de-
o trayecto:
saparecen12.
Los plazos tecnológicos que provocan la telepresencia in-
tentan hacernos perder definitivamente el cuerpo propio en
Son estas razones las que hace que
Virilio sostenga que las artes plásticas se han
aras del amor sin límites por el cuerpo virtual, por ese es-
acabado. Se acabó. ¡Alles fertig!
pectro que aparece en la ‘extraña ventanilla’ y en el ‘espacio
de la realidad virtual’. Hay ahí una amenaza considerable de
pérdida del otro, de ocaso de la presencia física en aras de
una presencia inmaterial y fantasmal10.
8 Fue el italiano Marinetti, quien, en 1910 declara la guerra a todo arte del pasado y pide “originalidad audacia y violencia para el arte del futuro”- de ahí proviene
el nombre de escuela futurista. Además expresa el esplendor del mundo ha sido enriquecido con una nueva belleza, que es la velocidad”. Esta tendencia pictórica
se reduce a un elemento fundamental: mientras el cubismo era estático, el futurismo aspira a ser dinámico. En vez de surgir el movimiento, quiere dar una visión
completa del movimiento mismo. Otta, Francisco, Guía de la pintura moderna, Ed,. Universitaria, S.A., Santiago de Chile, 1996, p.81.
9 Esta denominación recoge el trabajo de aquellos artistas que actúan mediante intervenciones sobre el paisaje natural. El artista sale del espacio tradicional de la
galería o del museo y actúa directamente en el espacio macroscópico de la naturaleza; amplias extensiones de desierto, montañas rocosas, campos cubiertos de
nieve, etc. La intervención sobre la naturaleza tiene lugar a una escala sobre el paisaje, y por ello las huellas y los signos que el artista deja son evidentes.
10 C.M., p. 46
11 “La cuestión de la velocidad es central (...). La velocidad es una amenaza tiránica, en la medida en que es capitalizada, y a la vez, la vida misma (...). Si queremos
dar una definición filosófica de la velocidad, podemos decir que ésta no constituye un fenómeno, sino una relación entre fenómenos. No consiste simplemente en un
problema de tiempo entre dos puntos, es un medio provocado por el vehículo. Este vehículo puede ser metabólico, o técnico y condiciona a la sociedad” C.M, p.105.
Este especial papel que posee la velocidad en la vida del ser humano hace que, para el autor, sea necesario abordarla de modo especial, al punto de propone
el desarrollo de una dromología o “economía política de la velocidad”, la cual consiste en ser un estudio dedicado a las consecuencias de la velocidad, o de las
consecuencia de la velocidad en la relación de los seres humanos. La velocidad, por lo tanto, no puede seguir siendo considerada como un fenómeno que pueda ser
aislado de la expresión humana, puesto que es la velocidad la que determinará las características de toda relación que se establezca, ya sea con su entorno o con
sus pares, pues ésta es la que da el pulso a toda relación, determinándola y caracterizándola.
12 C.M, p. 24.
IV.- Conclusión
Una de las principales tareas que ha emprendido la labor estética durante el siglo XX es justificar y legitimar la autonomía del arte
contemporáneo, debido a que desde principios de este siglo, y producto de las vanguardias artísticas que lo caracterizaron, pareciera que el
arte logró desprenderse de muchas de las categorías estéticas que hasta ese minuto lo había caracterizado, al punto que conceptos como
bello o sublime perecieran quedar ajeno a cualquier planteamiento artístico actual.
Por eso la intervención en el pensamiento estético de intelectuales como Paul Virilio cumplen un rol importante para la renovación
de la especulación entorno al arte, pues la implicancia directa en el ejercicio artístico que posee el autor, permite que su pensamiento de
cuenta de aquello que sucede en el arte contemporáneo, desde una mirada no meramente teórica, sino también práctica, lo cual enriquece
su labor y contribución a la revisión del fenómeno artístico.
Virilio en sus libros, muestra una faceta del arte que muchas veces no se quiere aceptar, pues al quedar ajenos conceptos tan
tradicionales como el equilibrio o la armonía artística aparecen en su reemplazo la violencia y el aniquilamiento de la obra. En efecto, el arte
contemporáneo ha efectuado un asesinato de la obra misma al poner énfasis en la mediatez entre espectador y artista en un feed-back tan
rápido, que la obra desaparece del escenario artístico. Un claro ejemplo de esta estética de la desaparición de la que da cuenta Virilio está
dado por hacer de la obra un mero instante, como en el Happening, Performance, Mail-Art, Wrap-Art y Arte Virtual.
82/
P ensamiento y cuerpo : fragmentos acerca de A ntonin A rtaud
Luis Ramón Sánchez
A. Artaud, El pesa-nervios
Antonin Artaud
1 Antonin Artaud, Heliogábalo o el anarquista coronado, Argonauta,
1I Buenos Aires, 2006, p.41.
2 Antonin Artaud, Le théâtre et son double (Préface, Le théâtre et la
culture), Oeuvres complètes, IV, Gallimard, Paris, 1964, p. 18.
“La poesía es la multiplicidad triturada y que despide 3 Dino Formaggio, “La muerte del arte y la estética”, Grijalbo, México
llamas”1. Esta declaración es la expresión y el compendio de una D.F., 1983, p…..
metafísica, de una experiencia y de un proyecto. Una metafísica 4 Antonin Artaud, Van Gogh el suicidado por la sociedad, Argonauta,
Barcelona, 1981, p. 92
porque da cuenta de los intercambios y conflictos generales de
la naturaleza y el espíritu, del cuerpo y del alma. Una experiencia
porque se trata de un grito, es decir, es la expresión de molestia de
una subjetividad que experimenta estos intercambios y conflictos
como lo más propio: el punto límite de este circuito es la superficie
en que se somatiza (de manera inmediata) el pensamiento. Un 2II
proyecto porque lo que esta formulación –como evidencia de una
metafísica y una experiencia- pone en juego es una agenda, un
programa que adopta la forma de un complot que busca minar los
En Artaud se asiste a un movimiento de crítica del arte
occidental. El atentado escenificado contra las prácticas y percepciones
cimientos sobre los que se funda una cultura, esto es, sus modos artísticas asociadas a la cultura de la cual este arte es síntoma, no
(o su modo) de representarse las cosas. En definitiva, en esta implica un olvido de la expresión, sino, por el contrario, una renovación
declaración se pone en práctica una denegación de la representa- de los ademanes ejecutados y experimentados en el material. Se tra-
ción. ta de “un proceso de ‘muerte del arte’ no sólo como un tránsito del
plano sensible al racional y como un morir del arte en idea-verdad y
en filosofía, sino como un morir del arte en el arte mismo; o sea, no
Denegar es poner en suspenso, es dejar en entredi-
ya en una verdad de reflexión filosófica, sino propiamente en la verdad
cho aquello que tiene un uso definido y perdurable, es recusar la
artística de la pura ‘artisticidad’, en una autoconciencia que se actúa
autoridad de lo puesto al servicio de cualquier lógica de estratifi-
no ya en la idea, sino como autoconciencia que el arte asume de sí
cación e identificación. Denegar es deformar, pervertir, eludir los
mismo dentro de su propio operar praxístico-corpóreo. Todo el arte
deberes que el poder exige del cuerpo, revirtiendo las energías de
contemporáneo ha vivido y documentado esta muerte corpórea -es
éste contra la instancia autoritaria. Antonin Artaud persigue dotar
decir, sensible, intuitiva- no como muerte del cuerpo y los cuerpos
al cuerpo de un uso otro, transformarlo en el eco transfigurador
sensibles, sino como reencuentro y actuación de una dialéctica interna
de algo más fundamental y, con todo, algo ajeno a la violencia de la
más sólida y autónoma (...), como matriz de signos y símbolos no lin-
identidad. Frente a un cuerpo sumiso –homogéneo y perdurable-
güísticos, no discursivos, no metafóricos, no científicos ni intelectuales,
opone unos nervios triturados y quemados. Su fijación será la de
sino que viven por sí mismos de manera inmediata, autosignificante y
querer que la representación mute hasta devenir una extensión de
no representativa de otro distinto de sí”3.
“una especie de núcleo frágil y agitado que no es tocado por las
formas”2.
Esta renovación del arte es el testimonio de una relación indisoluble -y esto en la línea in-
augurada principalmente por Marx y Nietzsche-: la intimidad entre cuerpo y pensamiento. En Artaud es
indisociable el pensamiento de una concreción material: la idea no es ajena a los estruendos y miserias de
la materia, sino que se incardina en ella, se contamina, se hace de un cuerpo. Así, un arte que asuma esta
situación no esperará superar un pretendido déficit expresivo del objeto mediante un desvanecimiento en
una actividad espiritual que se bastaría a sí misma. Por el contrario, su capacidad expresiva necesita de
aquellos trazos otrora considerados indignos remedos. De manera que un arte reinventado tiene como
signo la inmanencia, es decir, la fluctuación de elementos que no encuentran su fundamento o legitimación
en un Otro que los trasciende, legitima y coordina a distancia; estos elementos son, más bien, una distri-
bución de puntos móviles que actualizan una idea. El cuerpo propio es el espacio de materialización del
espíritu, éste a su vez se retroalimenta de los medicamentos y tóxicos que fluyen por los nervios.
86/
forzado a someterme por riguroso que sea el razonamiento que
me lleva a aceptarla. Dos o tres principios de muerte y de vida
están para mí por encima de toda sumisión precaria. Y cualquier
lógica siempre me parecerá prestada (…) Pero lo que les pareció
por encima de todo condenable y blasfematorio
fue que no quisiera comprometerme sino conmigo mismo acerca
de la determinación de mis límites, que exigiera ser dejado libre y
dueño de mi propia acción.
¿Pero qué me importa toda la Revolución del mundo si sé per-
manecer eternamente doloroso y miserable en el interior de mi
propio osario?
Que cada hombre no quiera considerar nada más allá de su
sensibilidad profunda, de su yo íntimo, es para mí el punto de vista
de la revolución integral. No hay mejor revolución que la que me
beneficia a mí y a la gente como yo. Las fuerzas revolucionarias
de un movimiento cualquiera son aquellas capaces de desarticu-
lar el fundamento actual de las cosas, de cambiar el ángulo de la
realidad.18.
6
VI
VIII
7
“La verdadera poesía es metafísica, quiéraselo o no, y yo aún diría que su valor depende de
su alcance metafísico, de su grado de eficacia metafísica”20. En estas formulaciones el término “metafísica” no
debe ser comprendido en su sentido usual, es decir, como denotación de una realidad sustancial que trasciende
los avatares de las materialidades inmediatas. La poesía es una metafísica en cuanto a su pretensión de dar
cuenta de una totalidad. La metafísica es poética porque da cuenta de esa totalidad mediante una alta inten-
17 Antonin Artaud, Dossier du théâtre et son sidad en el hecho de actualizarse como revelación. Esta metafísica utiliza
double (appendice), Oeuvres Complètes, Tome las palabras no por su condición de elementos que expresan un significado
IV,op. cit., p. 321. indemne a las fluctuaciones de los cuerpos, asegurando así la disposición
18 Antonin Artaud, En plena noche o el bluff
surrealista, en www.philosophia.cl/biblioteca/ calculada de los elementos, sino por su calidad móvil y vibratoria. Las pa-
Artaud labras son utilizadas como signos que dan cuenta de los estados variables
19 Antonin Artaud, Le théâtre et son double de un cuerpo, de sus intensidades prelingüísticas, de sus vibraciones como
(Préface), op. cit., p. 18. también de sus quietudes rotundas. La voz, primera supuesta manifestación
20 Id., (La mise en scène et la métaphysique), de pensamientos, no es un instrumento de comunicación de significados,
p. 53.
21 Artaud considera que el (proyecto de) sino un aparato sensible de auscultación del estado de los cuerpos. Es este
teatro de la crueldad posee su antecedente el caso de Artaud en la emisión radiofónica Para acabar de una vez con el
y germen paradigmático en el teatro oriental juicio de Dios. Así también, la escritura –según la tradición fonocéntrica,
balinés. En ambos está en juego un teatro de mímesis imperfecta de la expresión oral- es más bien la presentación de
orientación metafísica. A este teatro puro se bloques afectivos.
opone el teatro occidental o de orientación
psicológica, que reduce la puesta en escena
a los caracteres determinados e identificables
de personajes que mediante las relaciones que El poema metafísico no designa el alma universal y abstracta
mantienen configuran un entramado argumental. del mundo. Es la extensión de un cuerpo presente. No remite, pues, a una
Se podría decir que la mediación es aquí el trascendencia ajena a los ataques de las cosas, no es la expresión de un
despliegue argumental y caracterológico de una pensamiento razonado y sistemático, sino que se trata de la manifestación
psicología, destinada a reducir los afectos y
los desplazamientos de los cuerpos a formas
reguladas, calculables y reconocibles (objeto inmediata de un Absoluto. Absoluto que es la cerco social. Sólo ofrecen un consuelo con-
de representación). La presencia directa de los concreción inmanente del espíritu en la ma- templativo y sutil, no afectan los entramados
cuerpos se supedita al lenguaje como expresión teria: actualización en un cuerpo que se re- estructurales del cuerpo social. La poesía
de un argumento. De este modo, el teatro
psicológico es una manifestación cercenada de tuerce y estira de acuerdo a las fluctuaciones metafísica posee, por el contrario, un alto
la vida, la somete, evita la libre circulación de sus de su vitalidad, de acuerdo a las repetidas poder de conmoción.
violencias, la regula mediante un aprisionamiento, destrucciones de una totalidad fracturada.
no es una actividad completamente espiritual en
la medida en que no afecta a la totalidad del Este cuerpo se basta a sí mismo Puede ser que la convención
cuerpo como receptor de la totalidad bullente, siguiendo el designio de sus leyes, secre- social identifique al autor Antonin Artaud
conflictiva.
ciones, flujos, cimas y depresiones. De esta con una cierta historia desde hace ya mucho
manera, en la medida en que el entramado encasillada al interior de algún lugar común.
social se impone desde fuera como cerca- En lo íntimo del individuo Artaud, las fuerzas
miento de la fuerzas puras (las trasciende, (identificadas por él simple y rotundamente
pudiendo así controlarlas y anticiparlas), la con la poesía) que proceden de las fibras de
poesía metafísica es una denegación de las ese cuerpo recusan semejante asignación de
prácticas sociales estatuidas. Ésta es el eco lugar. Esas fuerzas delinean un programa
de estos estados afectivos variables, no que excede a un sujeto particular: la rein-
sujetos a una regulación previa. En cam- vención del arte occidental mediante una
bio, el arte que surge en el contexto de una práctica ejercida en la propia fisiología, una
sociedad de regulación sólo aparentemente práctica atenta a los rumores de los flujos
supera o revierte los condicionamientos. informes. El órganon eminente de esta forma
Las formas artísticas pretenden superarlos de pensamiento y acción será una nueva dis-
mediante el rescate de una conmoción, pero posición de los cuerpos en el espacio y en el
realmente no hacen sino dar vueltas en tor- tiempo: el teatro de la crueldad21. Ahí tendrá
no a una forma anestesiada que reafirma el su escenario la revelación.
88/
5 . C o n v e r s a c i ó n c o n G o n z a l o R a b a n a l
C onversación con G onzalo R abanal
90/
producción similar al grabado en desplazamiento. El corte de la pasta en el cepillo de dientes, la
mirada en el espejo, la sombra de un caballo, un recuerdo, un corte de dedo, en fin, todo lo que
fuese seriado y editable es incorporado y comprendido como una edición no tradicional. Esta fue la
lección que Eduardo Vilches transmitió desde la Universidad Católica, revolucionando la escena local
e incomodando a muchos artistas de caballete y rodillo.
Yo vi esta experiencia, y mi salto fue del grabado a la escuela audiovisual, entendiendo que yo iba
a estudiar audiovisual, con una propuesta que desarrollaba el grabado y la experiencia del cuerpo
a través de la cámara en tanto dispositivo tecno-mediático. Esa fue mi primera apuesta, tomando
como referencia algunos trabajos que ya existían: la obra de Carlos Leppe, de Francisco Copello, de
Diamela Eltit, de Elías Adasme, de Víctor Hugo Codocedo y de Ronald Kay, incluso. De Kay había, en
ese momento, menos antecedentes; de hecho, lo único que se conocía era su texto “Dell espacio
de acá”, donde reflexiona en torno a la obra pictórica y gráfica de Eugenio Dittborn a partir de su
relación con la fotografía, la serialización de la imagen, la trama, el punto y la memoria histórica impli-
cada en una cierta retórica policial y delictual. Ese es un texto maravilloso sobre la obra de Dittborn
y sobre la fotografía de crónica roja, y fue también un calce para entender la presencia del cuerpo
como posibilidad de ser registrado en la memoria en tanto soporte de reproducción y transferencia,
mediante la trama, la mancha, el pliegue, el corte. Entonces, mis jugadas fueron las posibilidades
de trabajar en el arte con la fotografía y el video, mientras que la performance estaba en retirada.
Eran los tiempos del arte neo-conceptual criollo, la transvanguardia con Gonzalo Díaz a la cabeza, la
defensa de la pintura, el marco, la tela y el amparo del objeto de arte, junto a la fachosa teoría del
mercado en el arte. Todo este ambiente post en el arte criollo se fue rarificando mucho más con la
G.R.: Sí, aunque eso es un poco antes. Con Ánjeles Negros (sic)
llevábamos el trabajo al espacio urbano y ahí aparecía el cuerpo
también performando a su vez, y sobre todo, siendo agente movili-
zador de parodias entendidas como resistencia y contestación a la
escena local de arte post, que para nosotros era muy reaccionaria.
Éramos un grupo activista que tensaba los circuitos de comunica-
ción, fundamentalmente la prensa escrita. Nosotros trabajábamos el
diario como soporte de transmisión y transferencia de las obras que
veníamos desarrollando. Ahora, hablábamos de transferencia no en
un sentido psicoanalítico ni postestructuralista, sino en relación a
una forma de traspaso que tenía que ver con un proceso de edición y
recepción. La cosa tenía que ser simple y clara, nada de paja mental. El cuerpo indecible, Universidad Diego Portales, 1987.
Para nosotros era clave entender que la obra se iba a imprimir en un En este proyecto participaron las trabajadoras sexuales: DORIS Y LIVIA.
tiraje que el diario imponía, de acuerdo a los que repartían, y por lo
tanto nuestra obra podía multiplicarse e ir generando otros mecanis-
mos de conexión y otra clase de consecuencias y recepciones.
Recuerdo lo que fue el trabajo de intervención del espacio urbano con la visita de George Rousse, artista fran-
cés de intervención urbana, que en un momento de su pasantía en Chile se deprimió y abandonó el país (jue-
ves 26 de octubre del 1989). Dijo el invitado: “Chile me angustia, me deprime, es un país sin historia, oscuro,
no participo en esto”, y se fue sin dar mayores explicaciones a todos los que participábamos en el encuentro,
y antes de hacerlo realizó una charla en el Instituto Chileno-Francés acompañado de Nelly Richard y Pastor
Mellado. En ese momento, nosotros lo que hicimos fue regalar a George Rousse un ataúd mediano, hecho en
cartón espatulado y cubierto con pintura martillada color verde, muy bien decorado interiormente, forrado
en algodón y encajes negros. Sobre ese forraje pintamos el escudo nacional -me acuerdo- y por dentro, junto
a un cuchillo cocinero clavado al centro con mucho lacre de color rojo chorreado, escribimos la frase -para
citar equivocadamente a Delacroix- “la libertad es guía del pueblo”, y al lado escribimos la data de muerte de
George Rousse, que era la fecha del día en que él se iba. Así, entonces, intervenimos esa charla, esa ponencia.
Convocamos a los medios de prensa y llegaron los periodistas para publicar un trabajo que recién comenzaba.
George nos increpó y nos acusó públicamente de rufianes del arte.
Nosotros trabajábamos mucho con actitudes muy desvergonzadas, proponíamos el engaño como estrategia
de arte, el timo, nos planteábamos como los delincuentes visuales de la plástica chilena, que era, en el fondo,
el juego del voyeur. El tema nuestro fue el activismo callejero, pero simultáneamente –y eso estaba en nuestros
planes- nos auto-delatábamos en vistas de conmocionar más a la opinión pública. Llamábamos a la policía y
la policía nos llevaba presos, para que luego nuestros amigos abogados y compañeros de
ruta nos retiraran de la comisaría. Y todo esto se publicaba en la prensa. Cuando sucedió
todo este acontecimiento, la directora del Chileno-Francés, María Cristina Riviere, nos expul-
só de ese encuentro, y entonces eso nos dio pie, para redactar una respuesta al diario “La
Época” diciendo que había falta de comprensión para el arte moderno y una confabulación
internacional contra el colectivo (risas)… y fue público (risas)… entonces ahí ya el tema
se cerraba. Nuestra postura era que si no había capacidad de leer lo que hacíamos por
parte de los críticos o historiadores de turno, nuestro único recurso era inscribir el trabajo
en los medios de prensa, y así lo hicimos… con esos registro nadie puede omitir lo que
realizamos como Ánjeles Negros (sic), ahí esta: Revista Cauce, Análisis, Fortín Mapocho, El
Mercurio, La Segunda, La Nación, La Época, revista Hoy, revista APSI, entre otras.
M.G.: ¿Veían algún vínculo en lo que estaban haciendo en ese momento con lo de Las
Yeguas, por ejemplo?
G.R.: Los vínculos tenían que ver con las resistencias políticas, el sarcasmo y la apatía, enten-
92/
diendo que nos separábamos completa- caba mucho, es decir, podíamos entrar a generábamos una parodia, estábamos
mente desde el punto de vista estético y una calle para la cual no necesitábamos ahí hinchando y hurgueteando, éramos
discursivo. Yo diría que lo de Las Yeguas mayor aparataje, donde nos dábamos el arena en el ojo para un grupo que ya
era una cosa mucho más performativa; gusto de tener cuatro puntos de obser- tenía todo resuelto, o sea, sus certezas
nosotros, en cambio, lo que hacíamos vación y de protección. Trabajábamos estaban completamente establecidas,
era intervención urbana con elementos con guardaespaldas (risas)… todo en como discurso, como texto. Nosotros
de performance, con elementos de la el fondo respondía a la superabundan- nunca adherimos, nunca compramos
gráfica, del papelógrafo, con elementos cia de la especulación, porque éramos ese discurso, como sí lo hizo mucha
más panfletarios, con los signos políti- unos especuladores absolutos. gente. Para nosotros era mucho más
cos de la propaganda y la agitación a fin vital en ese entonces el trabajo del
de cuentas. Pero teníamos alianza con grupo Cada, o de la Lotty Rosenfeld,
M.G.: Pero en ese contexto, ¿cuál sien-
Las Yeguas, trabajábamos a la par con Castillo, Eltit, (que nunca fueron esce-
tes que era el impacto que tenía el tra-
Casas, Lemebel y Carmen Berenguer, na de avanzada), ellos nos parecían
bajo de ustedes, el impacto en términos
pero no sólo con ellos, estaba el colec- mucho más próximos a los referentes
de su especificidad, digo…?
tivo Luger de Luxe, el Piano de Ramón que nosotros manejábamos, que era la
Carnicer, TV Star y los Dada, entre otros Brigada Ramona Parra y una serie de
colectivos más marginales y punky que G.R.: Hicimos un trabajo que tuvo un otros colectivos callejeros. A nosotros
también se asociaban a nosotros. Tra- impacto por su conexión con lo político, lo que nos atraía era la calle y la calle
bajábamos, además, con la Chacón, que con el activismo, el humor, la parodia, era nuestro escenario de obra, nunca
nos apoyaba logísticamente cuando con la movilización de ideas que eran nos instalamos en galerías. Nosotros lo-
ocupábamos sectores conflictivos. Ellos contrarias a lo que la oficialidad o la he- gramos intervenir la ciudad desde otra
nos brindaban (a pesar de que noso- gemonía del discurso en ese momento coyuntura, y en eso compartíamos con
tros éramos todos ex miristas y ellos del instalaban. Operábamos con la idea de Las Yeguas, o en conjunto con ellas y
PC) una especie de aparatos de apoyo la marginalidad, pero una marginalidad sus obras.
para resguardar nuestras operaciones, completamente corrosiva, parodiante,
y digo “operaciones” porque nosotros sarcástica, que usaba este carcoma
M.G.: ¿Y hasta cuándo llega Ánjeles Ne-
veníamos de una práctica política y nos como un arma de desmontaje contra
gros (sic)?
ceñíamos mucho a las estructuras pro- los discursos verticales que venían ins-
pias de las “acciones de cuadro” -como talando un poder en el arte, un poder
parodia a la pintura-. Trabajábamos en que nosotros visualizábamos como el G.R.: Bueno, trabajamos alrededor de
grupo, en células, en cuadros, y tenía- camino para reubicarse en la institución diez años y nos volvimos a juntar para
mos alianzas con otros sectores que del recambio. Estoy pensando en la Es- lo que fue Chile Cien Años. Quisimos
nos respaldaban, nos apoyaban y nos cena Avanzada, que era una cofradía, generar una queja, un reclamo al cu-
protegían, literalmente, desde el Frente un grupo de “artistas inteligentes” que rador Justo Mellado, que no incluyó en
Patriótico, pasando por la Chacón y Los sólo se entendían entre ellos y traba- su selección lo que fueron los trabajos
Lauchas. Entonces era toda una infra- jaban para sí, y que no se abrieron laterales que se produjeron al margen
estructura muy precaria, pero eficiente nunca a un discurso más horizontal y de la institución. No hubo una cura-
y coordinada, que para nosotros signifi- democrático. Frente a eso, nosotros toría democrática, quedaron muchos
referentes importantes en exclusión: el
trabajo de la Lotty, Dávila y otros, por
ejemplo, quedaron fuera -aún si fue por
autoexclusión, lo importante es que no
estaban-; así también quedaron fuera
Las Yeguas, el de Luxe, El Piano de Car-
nicer, y bueno, también Ánjeles Negros
(sic). Lo que hicimos entonces, para el
Chile Cien Años, fue un acto fuera del
museo cuando se inauguraba el evento.
Llamamos a mucha prensa y genera-
mos un llamado de atención contra una
Anjeles Negros (sic)
curatoría que castigó por des-
atención a muchos artistas.
Ahora: Machuca descalifica a la prensa y a los performistas sindicándolos de promiscuos, sensacionalistas, cool
y pornográficos, describiendo este vínculo como circunstancial e indeseable. Según él, “la escena periodística
exige un arte obsceno; que demanda un arte obeso y de fácil digestión”… eso es lo que dice en su pésimo
libro “Estremeciendo al papa”. Bueno, grave error, porque más allá de que el periodista esté alfabetizado o
no en la discusión de arte, la prensa es un medio que socializa, difunde, canaliza y posibilita la recepción de
una obra que va más allá de los cincuenta “clones” que llegan a ver arte inteligente… hablemos entonces de
recepción y circulación de obra.
M.G.: Pero entremos a tu trabajo de performance propiamente tal… tú te formas como videísta, decías…
G.R.: Sí, entré el año 87 al Instituto Arcos (que hoy en día ha dejado de ser lo que fue) y el 2000 ingresé a la
Universidad de Chile por examen de suficiencia a estudiar licenciatura en arte con mención en grabado.
M.G.: ¿Y en qué sentido se vincula tu trabajo de performance con la cuestión del video, es decir, con el problema
que plantea lo audiovisual?
94/
G.R.: Con el advenimiento de la transición democrática, surge G.R.: El video, en tanto re-producción, puede poseer la cuali-
un problema con el tema de la memoria política y la causa de dad de la inmediatez de un trazo manual pero, por el carác-
derechos humanos en Chile: por un lado una memoria ofi- ter de “en vivo” del origen del medio y del paso del tiempo
cial y por otro una memoria paralela, ambas en discordancia real o ilusorio, sigue siendo una especie de ser neutro, pues,
con la gestión. El gobierno de la concertación abre dos hitos en cierta forma, perpetúa y relativiza la inmediatez. Uso el
emblemáticos que no son suficientes, el informe Valech y el in- video como herramienta, para crear otras obras, otros pro-
forme Rettig, uno y otro con grandes vacíos e imperfecciones. ductos. Genero entonces una fractura al tiempo real que la
Desde este gesto se inicia el borroneo a la memoria. Con ese performance tiene, desde un resultado completamente aje-
antecedente comienzo a trabajar, para conectar el tema de no, otro, una obra completamente diferente. Lo que yo hago
la memoria particular a la memoria colectiva. Se suma a este es trabajar con las herramientas, con los medios tecnológi-
trabajo también la desaparición política del cuerpo en Chile y cos. Mis proyectos no dan cuenta del trasvasije del tiempo
la desaparición del cuerpo en el arte (metáfora de la desapa- real de la performance, sino que lo que yo hago es margi-
rición de la performance en la discusión de arte). nar, seleccionar, combinar y reconstruir productos con otro
tiempo, con otro ritmo, para hacer un producto audiovisual
más que una sola performance coherente con ese tiempo
En lo formal, mi trabajo siempre fue una experimentación e
real. Me alejé de las fórmulas y he tratado de hacer algo en
indagación para una puesta en cámara. Yo siempre hablé
relación con lo que postulo. Entonces, lo que yo he realizado
de la puesta en acción como una puesta en cámara. En ese
ha sido negar y desmontar esas estructuras dogmáticas y
entonces, yo hacía mis proyectos en espacios cerrados, en
plantear un trabajo completamente transversal, que fue y es
estudios fundamentalmente, sin obedecer a la norma de lo
muy criticado por muchos puristas de aquella época.
que era para la escuela un trabajo de estudio, ficcional. En
ese sentido, yo transgredía en cierta forma esas normas y
desarrollaba una propuesta de registro en cámara desde un
ángulo que subvertía los códigos de la televisión en ese mo-
M.G.: Ahora, me parece que eso puede inscribirse en el mar-
mento. Todo pasaba muchas veces por el documental. Nestor
co de un cambio epocal también…
Olagaray y Jaime Muñoz, Brugnoli, Carlos Pérez Villalobos,
eran los único buenos profesores que daban oportunidades
para salirse del marco de restricción, ellos fueron mis me- G.R.: Claro. En ese período quienes entregaban la línea de
jores maestros y los peores. Porque a mi, acción eran los referentes que par-
como lección, me entregaron una herencia tieron con el video primitivo en Chile,
que correspondía a lo que fue el trabajo de en los festivales del Chileno-Francés
la vanguardia de los años sesenta y setenta, y más atrás todavía, ellos y muchos
representada por toda la obra de una serie otros conformaron lo que era la clase
de maestros en el lenguaje del arte, el cine artística de la época. Instalaron un dis-
experimental y el video, dando mu- curso hegemónico y se
cho énfasis al tema del registro. convirtieron en la institu-
Eran códigos sumamente esque- cionalidad audiovisual en
máticos y específicos. Entonces, el arte contemporáneo
lo que yo hacía era generar, a la chileno; su futuro fue en-
inversa, productos y secuencias tregarse a la industria de
vertiginosas, que se aproximaban la TV concertacionista,
mucho al video clip, pero con la donde se olvidaron de
presencia de un cuerpo en tanto todo lo que antes habían
performativo. Ahora, todo eso se propuesto como resis-
fue dando como un experimento, tencia a la TV. Lo que
una indagación, fue un trabajo de en la escuela se hizo fue
escuela que recuerdo con mucho un trabajo que marcó y
afecto. Yo creo que el año 98 parte destacó un momento cla-
mi propio trabajo, ya más maduro, ve en el hacer del arte,
basado en una reflexión más pro- pero llegó un momento
funda; lo otro fue un ejercicio de Familia Rabanal, 1928 de fatiga con toda la
escuela, fue una buena pesquisa del signo, sobrecarga del signo y la irrupción de
pero nada más que eso. los nuevos medios, de la información
mediática. Entonces pasamos a otras
formas y comprensiones del lenguaje
J.Z.: Fundamentalmente, entonces, tú dejarías
audiovisual: el ritmo y el tiempo de la
de ocupar el video como registro y lo asocia-
simultaneidad, lo efímero y la disolu-
rías más bien a una forma de creación…
ción de la obra fueron los temas. Final- cio de reconstrucción de cuerpos y fan-
mente la interfase se transformó en la tasmas, pero su construcción la hago
nueva golosina y el fetiche, pero sin una desde una forma y un lenguaje que ya
mirada crítica del asunto. está en la memoria del espectador, con
la idea de revelar esas historias encu-
biertas que la sociedad comporta. Eso
M.G.: Es interesante el hecho de que no
lo hago desde una forma y un conteni-
ocupes el video como registro, un poco
do que apunta a depositar su resultado
en contra de su uso como testimonio,
en un video como una obra distinta a
como registro de lo pasado, y sin em-
lo que fue el aquí y el ahora de lo pre-
bargo el tema de la memoria esté tan
sencial.
presente en tu obra.
96/
a que él no sabía leer. Más que enseñarme una lectura aparece allí la noción de sujeto, un hombre sujeto al querer
determinada, él se salía del texto y me contaba historias saber, entendiendo el tema del saber como una metáfora
del campo, de sus abuelos, sus vecinos, mitos y leyendas del dominante-dominado y corrector del cuerpo, un cierto
que fueron abriendo mi sesera al lado imaginario de las código de ingreso normalizador a través de la educación.
cosas. Esto yo lo veo como una paradoja en el aprendizaje.
Mi padre lo que hizo, a fin de cuentas, fue enseñarme el
Pero mis preocupaciones que surgen como discurso per-
desear la vida, el amor, el mundo, fue una forma fantástica
formativo tienen que ver con un discurso que se sale del
de aprender a hacer y deshacer las cosas, completamente
hecho presencial referido a mi padre exclusivamente. Tie-
impensado como posibilidad. Eso a la vez que me guiaba
nen que ver con nosotros, los destinatarios, para pregun-
en un aprendizaje de la memoria, pero él sin saber lo que
tarnos: ¿qué tan sujeto estamos? y ¿a qué estamos suje-
yo estaba repitiendo en mi silabario, porque no podía leer.
tos? Tenemos que entender que esta forma establecida de
Su rol, en ese sentido, no era más que la presencia de
la razón iluminista, con sus normas, absolutos y certezas,
una autoridad para el aprendizaje. En esta performance,
nos ha privado de un cuerpo como unicidad, arrancando
entonces, yo lo re-sitúo en escena, y al final nosotros, es
de cuajo la sensibilidad, la emoción, la imaginación, la au-
decir, yo y mis hijos, terminamos exponiendo el habla y la
toestima. La concepción mecanicista del cuerpo nos separó
escritura de mi padre en el acto de la performance. Él lo
y limitó las funciones biológicas, dejando afuera nuestras
que hace es intentar hablar del cómo se ha hecho suje-
capacidades lingüísticas de significar, imaginar y crear
to, “sujeto al lápiz”. Ahora, esto yo lo instalo por sobre la
nuestro mundo experiencial.
anécdota del hombre que no sabe escribir y leer, y es que
Maldecir la letra, Museo de Arte Contemporáneo, 2003
98/
lo que se presenta al otro es la esfera no de un fin en sí, sino de una
mediación pura y sin fin. Además, el performer se desplaza y evolucio-
na en un tiempo que tiene lugar cuando aparece el acto (que no es
actuar), haciendo aparecer una realidad que todavía no es para luego
para hacer desaparecer una realidad que era. Dentro de este proceso o
movimiento, el cuerpo se afecta sin ser trasformado en otro, se produce
un cambio que no lo convierte en otro devenido como personaje, sino cial, determinable, perfectible, inacabable. Esa evolución no
que sigue siendo el mismo sujeto luego del cambio en la acción, que tiene que ver con un “tener que ser” en la perfección, sino
comporta otro carácter en su forma, en su hacer. propiamente con la capacidad de “ser” en el error.
ello confiero al latino y a mis hijos el poder para que sean ellos los sujetos
de la anulación, así como, a su vez, los sancionadores de esa figura de
la otredad.
Ahora, claro, ahí hay factores que conceptualizan de otra manera el tra-
bajo del pasado, de obras que igual tienen mucha carga, mucho peso,
y que de cierto modo hacen sombra a todo lo que yo pueda hacer hoy
día, porque al ser tan maximalistas y espesas entran, en alguna medida,
a carear estas otras densidades que yo podría estar situando en este
nuevo trabajo, que me parece también muy potente. Es un nuevo paso,
un nuevo gesto, pero también con una potencia y una consistencia mu-
cho más compleja, por la multiplicidad de asociaciones y anudamientos
que comparecen hoy cuando el cuerpo ya no es el de los años setenta,
ochenta o noventa. La contemporaneidad está atravesada por nuevos
imaginarios y ordenamientos sociales, entonces desde ahí se tiene que
hablar y hacer. De igual manera tú hoy te relacionas con el público (o
sin él), con toda tu carga o densidad, y de la ropa mojada aplicado por mi hijo en el cotidiano, ni la pintura ni la escul-
que son pura violencia. La desnudez, la en mi cuerpo colgado de cabeza; en el tura tienen esa facultad de llegar a ser
morbidez, los humores corporales, las Maldecir La Letra, también abandono tan extremas, donde el cuerpo muchas
marcas corporales, son registros con mi integridad y recibo el corte en las veces sale dañado y muy mal parado.
historias y relatos, en fin, todo este menú manos dado por mis hijos. Esto tiene Hoy día yo pregunto, ¿cuál es la validez
es constituyente de resistencia. El cuerpo, relación con un asunto que me interesa de una práctica donde la violencia se
tanto en la belleza como en la fealdad, es situar en la discusión. La performance constituya por la pura violencia, cuando
una demasía impensable y es un privilegio está hoy día atravesada justamente por el derroche no pasa por la compren-
trabajar con esa materia prima, es una un acto que piensa el cuerpo y transi- sión del gasto sino que es puro des-
pulcra perversidad que solo en el arte ta por el lugar del riesgo y la caída sin perdicio? Mantengo esta crítica cuando
puede pensar. alterar su equilibrio; el performer logra hoy todo es adelgazado para restar
sobreponerse al acto de la incertidum- potencia o resistencia al cuerpo, donde
bre y la fluctuación, y ahí hay que dar el espectáculo abduce la carne para
M.G.: También me pareció percibir un
una discusión: ¿qué sucede?, ¿cuál es jíbarizar su fuerza.
cierto tránsito desde un cuerpo que ve-
la validez hoy día del error que te so-
nía trabajándose desde el doblegamiento,
breexpone en el acto de performance
desde un cuerpo colgado -que se cuelga J.Z.: …pero está el momento en que
relegando la integridad física?, ¿cuál
a sí mismo, de todas formas, que no es tú practicaste este tipo de performan-
es la validez de reproducir los refe-
del todo pasivo- al cuerpo que aparece ce en que incluías prácticas de dolor y
rentes accionistas en el año 2009? La
en este caso, que es un cuerpo que es de cierta violencia, ¿cómo la entendías
performance se extralimita y traspasa
bastante más activo, que ya no es com- entonces?
demarcaciones a las que no se accede
pletamente víctima, un cuerpo que no es
completamente colgado ni usurpado, sino
que hay una cierta apropiación…
Maldecir la letra, Museo de Arte Contemporáneo, 2003
100/
cada uno sus propias formas de cómo pensar el cuerpo, desde sus culturas parti-
culares. Un estonio, por ejemplo, o un performer de Singapur, de Corea, de Suiza,
USA, Bolivia, Argentina, etc., tienen cada uno sus retóricas situadas en su contexto
cultural para referirse a estos temas; cada uno ve de manera muy distinta el cómo
relacionarse con el dolor, evidenciando finalmente que el dolor es siempre cultural.
Así, nos encontramos con reflexiones y prácticas completamente diversas, en las
que se está entendiendo la sobre-exposición de un modo muy distinto a como la
entendemos nosotros.
M.G.: ¿Y cómo vislumbras el modo en que el problema del dolor es abordado por las
nuevas generaciones de performistas? Teniendo en cuenta lo que refiere el mismo
Besacier, citando a Clareboudt, respecto a la actualidad de la performance como una
“fase en la que el cuerpo reconstituye un recorrido activo, experimenta la historia
de los signos, revive su formación, reorganiza, rearticula, reactiva , reestructura el
espacio a su medida”…
En fin, hay jóvenes artistas que están partiendo en esta cosa de la performance, con
ideas y miradas muy diferentes. Lo planteaba en una entrevista/conversación con
Carolina Lara, la periodista de El Mercurio, y le decía que actualmente aparecen otros
bajos referenciales; son nuevas preocupaciones elementos formales en las obras de performance, que no se encuentran en los tra-
de forma y contenido, pero siempre alejadas de
la pura estética o el onanismo del arrobamiento.
La gente nueva viene con otra carga, con otras Contra restos perdidos, fotograma video
resistencias políticas y miradas, con otros códi-
gos, otros signos… eso hay que verlo.
G.R.: Yo creo que ese es un trabajo muy complejo, que ha sido mal leído y que también ha tenido mucha crítica. Lo
que yo hago allí es desarrollar una puesta en acción que se resuelve después con el video. Si bien es cierto que
hay dos cámaras que hicieron el registro, yo instalo paralelamente los dos registros, sin corte, pero voy desarro-
llando un proceso que tiene que ver con el desgaste de la imagen. Comienza, si te acuerdas bien, la imagen en
blanco y negro, y después lentamente pasa a rojo; por lo tanto, ahí hay una operación de tecnología que resuelve
el sentido de ese trabajo y da una significación a la puesta en acción a partir de algo que no está en el trabajo
de performance. Allí nunca existió el rojo como dominancia y como conclusión de lo que podría ser este empaña-
miento de la pantalla en una dominancia total; fue una pega que se hizo post performance. Ahora, sí entiendo que
ese proyecto tiene una carga simbólica muy fuerte, porque trabaja los elementos de la memoria política desde el
acto performativo componiendo el cuerpo, proyectándolo, fragmentándolo, e inscribiéndolo en un lugar cargado
por los acontecimientos, de manera divisible en el límite de lo sublime y el asco. Fue un acto que instaló el dolor
desde una puesta en escena para hablar del encarnato, hijos-padre, y evidenciar los protagonismos históricos
traumantes de la violencia, en un lugar/espacio que puso en movimiento, a través de la obra, la disolución de la
alteridad de la materia, de la máquina, del sonido y de la imagen.
102/
referencialidad de estas imágenes y, en consecuencia, aparece la certeza
de un concepto de repetición de otra realidad, esta vez modificada, en
donde no existió anterioridad o posterioridad sino que pura simultanei-
dad.
llejones, que hoy día se ha transformado en un lugar de gran opulencia Yo creo que uno tiene que estar predispuesto a esta posibilidad de
y consumo pero que en un momento, en los años setenta, no era sino querer mirar de otra manera. Si tú te niegas al riesgo no creces,
un lugar de mucha pobreza. Frente a este último escenario instalé mi te estancas en la mediocridad de la mirada, no ves nada, y sigues
trabajo Estéticas de la ruina y la pobreza. insistiendo en viejos gestos que al final son taras que se arras-
tran y pegan, para no permitir avanzar. Por mi parte no tengo
J.Z.: ¿Qué es lo que gira con esta experiencia de Italia que, como la nada que perder y siento que puedo hacer todo y más, estoy con
planteabas recién, hace que ésta se presente como un momento de muchas ganas de trabajar en performance, teatro, video, música.
quiebre?, ¿qué pasa ahí que genera este cambio? Porque la performance, tal como ha sido desarrollada hasta aho-
ra, tiene ciertas estructuras rígidas, al margen de que sean obras
G.R.: No ha sido particularmente Europa. Creo que para mí y muchos efímeras, fugaces, completamente impredecibles. Hay estructuras
performers locales ha sido muy bueno entrar en relación, mediante las que determinan su lenguaje y lo llevan a ser un canon. Frente a
dos bienales internacionales convocadas por DEFORMES 2006-2008, eso, hoy día estoy tratando de pensar cómo revertir estas estruc-
con más de cien artistas de todo el mundo, ya que ello nos ha permitido turas rígidas que la performance instala. El arte tiene y ofrece esa
ver cómo trabajan el pensamiento de obra desde distintos contextos: posibilidad de entender los cambios como una flexibilidad que es
los argentinos, colombianos, bolivianos, africanos, asiáticos, europeos. parte de la inteligencia, o sea, hay que generar una plasticidad del
Eso es lo que te cambia el mate y te das cuenta que tienes que variar entendimiento para poder ingresar elementos que puedan nutrir
en algo tu tema o, si no, te quedas con la tecla pegada. Para nosotros más tu vida y los proyectos de arte. Para mí, este viaje fue el inicio
ha sido muy bueno conocer a artistas como Adam Nanquervis, Nao de una búsqueda que me ha permitido ir avanzando: nutrirme no
Bustamante, Lisette Olivares, Iroko Kikuche, Kim Hyun, Tamar Raban, solamente de la experiencia de otros artistas, sino entender que
Lilian Frei, Alejandra Dorado, Soledad Sánchez, Alonso Zuloaga, Ana mi trabajo debe dialogar de otras formas y con otros accesos.
Texeira, Dorotea Rust, Javier Sobrino, Thomas Koner, Livia Caputo, entre otras formas, con otros accesos.
muchos otros artistas que han visitado Chile.
El cuerpo indecible, Universidad Diego Portales, 1987. En este proyecto participaron las trabajadoras sexuales: DORIS Y LIVIA.
104/
INTERSECCIONES
2008
106/