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Tedesco, Juan Carlos. (2000). Educar en la Sociedad del Conocimiento.

Fondo de Cultura Económica.


128 páginas.
ISBN 950-557-372-3

Reseñado por Gustavo R. Farabollini


Universidad Católica de Santa Fe (Argentina)

11 de Noviembre de 2005

En este libro se analizan los fenómenos que atraviesan a la educación en la actualidad y


se estudian sus consecuencias: el papel de la escuela, de las llamadas “industrias educativas” y
de otras agencias de socialización tales como la familia, las empresas y los medios de
comunicación.
El texto se organiza en cuatro capítulos, que implican adaptaciones de otras
publicaciones anteriores del propio autor. Los dos primeros capítulos se relacionan con un
trabajo que analiza los cambios más sustantivos en la estructura social y su impacto en la
educación, publicado en Educación social y animación socio-cultural (Pérez Serrano 1998). El
tercer capítulo se corresponde con un artículo de la revista Criterio (año LXXI, número 2.228,
12 de noviembre de 1998) que trata los problemas de la universidad. El capítulo cuarto es una
versión modificada de un trabajo de la revista Propuesta Educativa (Buenos Aires, año 9,
número 19, diciembre de 1998), que reproduce una ponencia presentada ante el Banco
Mundial ese mismo año.
En la Introducción, el autor destaca la novedad e inestabilidad que caracteriza a los
fenómenos que se analizan, en un período de profundas transformaciones donde no se sabe si
el cambio será constante, o se trata de una transición hasta llegar a cierta estabilidad. Identifica
dos reacciones ante estos fenómenos: la vinculada a la lógica de la investigación científica,
donde no se arriesgan juicios ni hipótesis explicativas por la posibilidad de equivocarse; y la
que tiene que ver con el contenido y sentido de los cambios, donde se pasa de un enfoque
propio de las ciencias sociales a otro cercano a la filosofía social, más claro para explicar las
orientaciones valorativas y los sentimientos que nos provocan estos procesos. Explicita la
tensión entre el temor a equivocarse y el deber en participar en la construcción de sentido para
el comportamiento de los actores sociales, lo que hizo que aceptara el desafío de “...reunir los
textos en cuestión y ponerlos al alcance de un público amplio...consciente del carácter
fragmentario y parcial de los análisis”.
El capítulo 1: “Conocimiento y sociedad”, se divide en los siguientes apartados: El
aumento de la desigualdad, el aumento de la homogeneidad, la ideología de la desigualdad, la
crisis del Estado-Nación, la desintermediación, las transformaciones culturales, cambios en la
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familia, la evolución del individualismo, las nuevas tecnologías, y cohesión social y


conocimiento: la naturaleza reflexiva de la modernidad. El autor comienza afirmando que:
“No estamos viviendo una de las periódicas crisis coyunturales del modelo capitalista de
desarrollo, sino la aparición de nuevas formas de organización social, económica y política”,
siendo la actual crisis estructural, caracterizándose por las dificultades de funcionamiento que
se producen simultáneamente en las instituciones responsables de la cohesión social (Estado-
Providencia), en las relaciones economía-sociedad (crisis del trabajo) y en los modos de
formación de las identidades individuales y colectivas (crisis del sujeto). Indica el consenso
existente en reconocer que el conocimiento y la información se estarían transformando en
variables claves de la generación y distribución del poder en la sociedad. Recuerda el
optimismo inicial respecto a las potencialidades democráticas del conocimiento, que tuvo
también expresiones en América Latina. Partiendo de la centralidad del progreso técnico en las
estrategias de desarrollo social, la CEPAL y la UNESCO generaron un documento, en 1992,
donde sostienen que la educación y el conocimiento constituyen la variable clave para apoyar la
estrategia de transformación productiva con equidad, que impactan sobre la competitividad
económica, la equidad social y el desempeño ciudadano. Reemplazado este optimismo inicial
por visiones más complejas, la hipótesis que sostiene esta publicación expresa que “...una
sociedad y una economía basadas en el uso intensivo de conocimientos producen
simultáneamente fenómenos de más igualdad y de más desigualdad, de mayor homogeneidad y
de mayor diferenciación”.
En el apartado “El aumento de la desigualdad”, se afirma en primer lugar que
crecimiento económico y desigualdad han comenzado a ser concomitantes, siendo uno de los
factores fundamentales la transformación de la organización del trabajo, en relación a la
incorporación de nuevas tecnologías, que acarrea la eliminación de numerosos puestos de
trabajo. En segundo lugar, se menciona el nuevo fenómeno social que aparece junto al
aumento de la desigualdad: la exclusión de la participación en el ciclo productivo, que a su vez
provoca una modificación fundamental en la estructura de la sociedad. Se estaría pasando de
una sociedad vertical, basada en relaciones sociales de explotación, a una sociedad horizontal,
donde no importa tanto la jerarquía sino la distancia con respecto al centro de la sociedad. La
exclusión, además no implica relación (como la jerárquica) sino divorcio y su toma de
conciencia no genera una reacción organizada de movilización. En América Latina el proceso
de reconversión productiva permitió recuperar el crecimiento, controlar la inflación e
incorporar la región a la economía internacional, pero , también es donde se producen las
mayores diferencias entre los ingresos de los más ricos y los más pobres.
En el apartado “El aumento de la homogeneidad”, se retoma el tema de la complejidad
de los procesos sociales cuando se constata que junto a la desigualdad y la exclusión coexiste
una disminución de las jerarquías tradicionales en la organización del trabajo, basada en el uso
intensivo de conocimientos que tiende a reemplazar las pirámides de relación de autoridad por
redes de relaciones cooperativas (como la que se desprende, por ejemplo del concepto de
Calidad Total). Sin embargo, se advierte que en el nuevo contexto, la segmentación social y la
desigualdad cambian de sentido: antes cada segmento social implicaba un grupo distinto,
mientras que ahora la segmentación se produce dentro de cada grupo social. Como
consecuencia las nuevas desigualdades provocan sufrimientos más profundos porque son
percibidas no como un fenómeno socio-económico y estructural sino como algo más personal.
En el apartado “La ideología de la desigualdad”, se explicita que el aumento de la
desigualdad está acompañado de teorías que lo justifican, no como consecuencia de un orden
social injusto sino como asociado a la naturaleza y a la responsabilidad personal. En el
extremo, los cultores del llamado “neodarwinismo social” suponen que la habilidad cognitiva
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será la variable clave en la estructura social del futuro, siendo ésta –según ellos- hereditaria.
Frente a estas tendencias ideológicas neoconservadoras, se está generando un nuevo
pensamiento democrático basado en que eliminar la desigualdad no es contradictorio con el
respeto por la diversidad, siendo la justicia y la solidaridad elementos básicos para sostener el
desarrollo social. Este nuevo enfoque de la justicia social está asociado al fortalecimiento de la
dimensión política de la sociedad en general y de la democracia en particular, porque “...sólo si
existe un fuerte sentido de pertenencia colectiva, es posible aceptar la idea de la redistribución
directa de los bienes”.
En el apartado “La crisis del Estado-Nación”, se relaciona el proceso de globalización
económica, que ha producido una tendencia a construir entidades políticas supranacionales,
con el nuevo concepto de ciudadanía, que ha comenzado a perder significado asociado a una
nación reemplazado por adhesiones tanto a entidades supranacionales como a un repliegue
sobre el comunitarismo local donde se define una integración cultural en lugar de integración
política. La globalización económica entonces reduce la capacidad del Estado tanto para definir
las variables macroeconómicas como la satisfacción de las necesidades sociales de su
población. “Al estar basada fundamentalmente en la lógica económica y en la expansión del
mercado, la globalización rompe los compromisos locales y las formas habituales de
solidaridad y de cohesión con nuestros semejantes”. Por ello, el fortalecimiento de la cohesión
social mediante la aceptación del “otro”, es el principal objetivo de las instituciones
responsables de la socialización, particularmente la escuela.
En el apartado “La desintermediación”, se agrega el factor de la creciente globalización
de las comunicaciones, que debilitan la capacidad de los estados para controlar el flujo de
información circulante. Esto tiene un correlato político de crucial importancia ya que además
de impedir el control, facilita el intercambio directo entre personas, evitando la necesidad de las
organizaciones colectivas de representación. Pero esta democracia directa, por un lado debilita
los ámbitos institucionales de discusión colectiva y por otro, a partir de la mayor presencia de
los medios en la esfera política, crecen los fenómenos vinculados a la manipulación de los
individuos. En síntesis, se abre un panorama que desde lo político plantea el desafío de
“...evitar que tanto el individualismo asocial como la cohesión social autoritaria supriman la
política, es decir, la concertación social para la solución de los problemas comunes”.
En el apartado “Las transformaciones culturales”, se afirma que la profundidad de los
cambios culturales, concomitantes con los políticos y económicos, referidos tanto a los
contenidos de los valores, de los hábitos y de las pautas de conducta, como al proceso en el
cual se elaboran esos contenidos. A tal punto que se habla de una ruptura, asociada
principalmente a los cambios en la familia y a la forma en la que cumple su función
socializadora.
Este tema se trata en el apartado “Cambios en la familia”, destaca la importancia de la
familia en el proceso de socialización primaria, que sucede durante la niñez, y con ello el
impacto que provocan sus cambios estructurales, a los que se agregan cambios en los valores y
la forma como son transmitidos. El cambio fundamental que se ha producido en la familia es
por una parte la disociación entre la conyugalidad (vínculo de pareja) y filiación (vínculos entre
padres/madres e hijos/hijas), y por otra, “...la familia contemporánea ya no es una institución
sino una red de relaciones que, en lugar de ser responsable de transmitir el patrimonio
económico y moral de una generación a otra, tiende ahora a privilegiar la construcción de la
identidad personal”.
En el apartado “La evolución del individualismo”, se expresa que actualmente éste
“...pone el acento en la autoexpresión, en el respeto a la libertad interna, en la expansión de la
personalidad, de sus cualidades y su excepcionalidad”, mostrándose a la vez dos tendencias
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contradictorias: la adquisición más temprana de la autonomía cultural con la más tardía de la


autonomía material. En síntesis, se está viviendo un período complejo con tensiones entre
libertad individual y compromiso social, entre respeto al patrimonio cultural heredado y
derecho a definir el estilo propio de vida, entre dependencia material y autonomía espiritual, lo
que indica la necesidad de aceptar que vivimos en una sociedad multicultural.
En el apartado dedicado a “Las nuevas tecnologías”, se vincula fuertemente a éstas con
los cambios culturales en la sociedad actual, con un impacto no sólo en la producción de
bienes y servicios sino en el conjunto de las relaciones sociales, y a su utilización con la
modificación de conceptos básicos como los de tiempo y espacio, haciendo a la vez repensar la
noción de realidad, a partir de las llamadas realidades virtuales. Reconociendo sus efectos
poderosos de estas tecnologías en nuestros patrones de conducta, finalmente el autor se vuelca
por la línea de la socialización de las técnicas, contra las posturas propias del determinismo
tecnológico.
En el último apartado del capítulo 1, “Cohesión social y conocimiento: la naturaleza
reflexiva de la modernidad”, se advierte, siguiendo a Giddens, que “...el rasgo más específico
del orden social actual es el aumento de la reflexividad social y, con ello, el aumento de los
riesgos y de la incertidumbre...”. Particularmente han cambiado los ámbitos de confianza
anteriores: las relaciones de parentesco se reemplazan por relaciones de amistad, la comunidad
local por sistemas sociales abstractos y la cosmogonía religiosa y la tradición, por una
orientación al futuro, rompiendo las antiguas articulaciones y la cohesión social. Por ello, y en
relación a lo expuesto en le capítulo, el autor concluye que “...ahora más que nunca la
democratización del acceso al conocimiento y del desarrollo de las capacidades de producirlo,
es fundamental para la cohesión social. Pero una educación de estas características es una
educación sustancialmente diferente de la tradicional, desde el punto de vista de sus
modalidades de gestión y de sus contenidos. La transformación de la educación está, por ello, a
la orden del día en la mayor parte de los países”.
En el capítulo 2: “Sociedad del Conocimiento y Educación”, luego de haber analizado
y marcado la importancia de las transformaciones operadas en la estructura económica, política
y cultural de la sociedad, el autor introduce destacando que las formas emergentes de
organización social se apoyan en el uso intensivo del conocimiento y de las variables culturales,
contexto en el que las instancias a través de las cuales se producen y distribuyen los
conocimientos y los valores culturales (instituciones educativas, educadores e intelectuales en
general) ocuparán un lugar central; enfoque que supone aceptar que la educación no es
solamente escolarización. Concretamente, se intenta analizar las consecuencias más
importantes de estos cambios sobre la educación, así como los problemas que la educación
debe enfrentar, desde lo institucional y desde lo pedagógico, desarrollado en dos apartados:
“Educación y movilidad social” y “Educación y socialización”.
En el apartado “Educación y movilidad social”, se mencionan los dos fenómenos que
han erosionado la relación tradicional entre educación y movilidad social: la crisis del modelo
fordista de organización del trabajo y la masificación del acceso a la educación. Respecto a la
organización del trabajo se remarcan los dos fenómenos que erosionan las posibilidades de
movilidad vertical: la transformación de las estructuras piramidales en estructuras de tipo red,
que promueven oportunidades de movilidad horizontal, y la polarización de la estructura
social, donde aparecen barreras estructurales que impiden el pasaje entre segmentos. En cuanto
a la masificación de la educación, su efecto más visible ha sido permitir el acceso a los niveles
tradicionalmente reservado a las elites. Actualmente las personas altamente cualificados se
agrupan en comunidades más densas, relegando a los menos calificados a tareas viles o a la
exclusión. Respecto al papel de la educación, en la economía posfordista, sostiene que puede
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suceder lo contrario: el trabajador que no se recalifica (que antes ocupaba espacios en la base
de la pirámide productiva) no sólo no es reclutado sino que es excluido de su segmento
productivo o abandonado por la sociedad. Estos fenómenos hacen visible la necesidad no de
detener la marcha hacia una escolarización universal sino de acompañar la expansión educativa
con otros cambios sociales y culturales. Se destaca que “...para que la educación pueda jugar un
papel democratizador y no un papel vinculado a la expansión y a la segregación, será preciso
avanzar más rápida y radicalmente en el proceso de universalización”. El autor agrega, a la
dimensión cuantitativa del acceso a la educación, la necesidad de contemplar los niveles de
acceso al conocimiento, siendo necesario educarse a lo largo de toda la vida para poder
adaptarse a los requerimientos cambiantes del desempeño social y productivo. Destaca la
importancia del acceso universal a la comprensión de fenómenos complejos, para evitar la
ruptura de la cohesión social, siendo esta condición necesaria no sólo para los niveles
superiores del sistema educativo.
En el apartado “Educación y socialización”, precisamente se considera a la educación
desde el punto de vista del proceso de socialización. En este sentido se aclara que no es posible
pensar, como en le pasado, que los marcos de referencia normativos, las visiones del mundo y
de la propia identidad serán provistos fundamentalmente por instituciones como el Estado, la
iglesia o la familia, mientras que las formas tradicionales de solidaridad están perdiendo
importancia y dejando al individuo aislado frente a una colectividad anónima. Por ello “...la
desaparición de las formas tradicionales de pertenencia obligada provoca la aparición de una
nueva obligación, la de generar uno mismo su forma de inserción social” y se cita como
ejemplo a la familia, que si bien mantiene su importancia no responde al esquema fijo y estable
del pasado. Siendo propio de la ciudadanía moderna la pluralidad de ámbitos de desempeño y
teniendo en cuenta que la formación del sentido de solidaridad está asociada a la formación del
sentido de pertenencia, el autor destaca que “...el desafío educativo implica desarrollar la
capacidad de construir una identidad compleja, una identidad que contenga la pertenencia a
múltiples ámbitos: local, nacional e internacional, político, religioso, artístico, económico,
familiar, etc.”. Agrega que, al respecto existe un significativo déficit de experiencias
democráticas y pluralistas en la sociedad. Pero, para transformar a la escuela en un ámbito de
socialización, involucra a los educadores en el desafío de definir los diseños institucionales
apropiados y elaborar las metodologías más eficaces para superar la retórica y transformándose
en metas concretas de aprendizaje. En síntesis, marca la necesidad de romper el aislamiento
institucional de la escuela, redefiniendo sus pactos con los otros agentes socializadores, y
enfatiza la idea de que la escuela debe asumir una parte significativa de la formación en los
aspectos duros de la socialización, preparando para el uso conciente, crítico y activo de la
tecnología que acumula la información y el conocimiento, ofreciendo un diálogo directo y
dejando para los instrumentos técnicos el lugar de instrumentos y no fines en sí mismos.
Finalmente advierte que la autonomía de las instituciones escolares -para poder conectarse con
el medio- debe ser un estímulo para la vinculación y no para el aislamiento, constituyendo la
idea de red “...una forma fértil para estimular conexiones entre las instituciones escolares que
superen el formalismo tradicional y permitan intercambios reales, tanto en el nivel local como
nacional e internacional”.
En el capítulo 3: “Universidad y sociedad del conocimiento”, se tratan –pretendiendo
abrir la discusión- como apartados principales “El acceso al conocimiento” y “Las relaciones
entre universidad y sociedad: el tema de la autonomía”, temas ausentes en los dos enfoques
existentes sobre el papel de las universidades: uno que niega la profundidad de las
transformaciones y otro que reduce el debate a una cuestión de técnicas de gerencia y
administración.
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En el apartado “El acceso al conocimiento”, se sostiene que el debate actual sobre este
tema debería tomar en cuenta, al menos tres nuevos factores: en primer lugar cómo garantizar
un acceso permanente a nuevas formas de aprendizaje que permitan la reconversión
profesional continua; en segundo lugar priorizar el mejoramiento de la calidad de la educación
general obligatoria como exigencia de las estrategias de desarrollo con equidad (accediendo a
niveles más complejos del conocimiento); y en tercer lugar encarar los desafíos que plantean las
nuevas tecnologías de la información a las instituciones y a los métodos de enseñanza.
En el apartado “Las relaciones entre universidad y sociedad: el tema de la autonomía”,
se trata primero la relación entre la universidad y el estado, donde el tema de la autonomía ya
no está vinculado a la lucha contra el control ideológico de las universidades sino en la tensión
entre la lógica de los intereses generales y la lógica de los intereses particulares en la producción
y distribución de conocimientos. En este contexto se destaca como responsabilidad del Estado
y de la universidad, responder a la demanda de sentido que la sociedad contemporánea
requiere. En cuanto a la relación entre la universidad y el sector productivo, se cita la larga
tradición de desvinculación propia de América Latina y se propicia la investigación sobre el
impacto de la apertura de las economías en ese sentido, debiendo pasar la discusión por la
tensión entre formar para la producción de conocimientos o formar para el uso del
conocimiento disponible, a partir de una actitud y una base de informaciones que permitan
asumir el debate en forma más calificada.
Finalmente, en el capítulo 4: “Desafíos de las reformas educativas en América Latina”,
junto al reconocimiento de un conjunto de logros: la tendencia al aumento de la inversión
educativa, las reformas institucionales y el mayor nivel de conciencia pública sobre la prioridad
de la educación en las estrategias de desarrollo, se explicita el consenso en reconocer que estos
logros no son suficientes, a lo que se suma una significativa insatisfacción con los resultados
del aprendizaje, especialmente con los que provienen de familias de bajos ingresos, con el
ritmo de las reformas y por la existencia de núcleos de resistencia a las transformaciones. El
autor intenta postular algunas hipótesis de trabajo sobre las posibles causas de estos
fenómenos, destinadas a la discusión y profundización en otras investigaciones, en tres
ámbitos: la relación entre educación y equidad social, las secuencias de los procesos de
transformación educativa y las relaciones entre el sector público y privado. En el primer
ámbito, “Educación y equidad social”, a la vez que confirma la validez de esta correlación,
advierte que los resultados escolares también dependen de ciertos factores de educabilidad,
asociados a condiciones materiales de vida y origen social de los alumnos. En América Latina
en particular, el bajo nivel de educabilidad con que ingresan los alumnos, neutraliza los
esfuerzos institucionales. En el segundo ámbito, “Las secuencias de los procesos de
transformación educativa”, critica la utilización de la misma secuencia, en contextos
significativamente heterogéneos, provocando esta uniformidad la pérdida del sentido de estos
procesos. Por ello, el desafío está en crear adhesión al sentido de las transformaciones, con
estrategias situadas y centradas en el campo pedagógico, mediante políticas integrales para la
profesionalización docente basadas en el objetivo de aprender a aprender, a lo largo de toda la
vida. En el tercer ámbito, “Relaciones entre el sector público y el privado”, se destaca que los
procesos de transformación han estimulado las alianzas entre ambos sectores, superando las
tradicionales dicotomías y abriendo una mayor articulación entre instituciones. En este sentido
se muestra como necesario definir estrategias de acción específicas respecto a la articulación
entre la escuela y otras tres instituciones: la familia, los medios de comunicación y la empresa.
Como “Conclusión final”, el autor destaca la importancia de “...reconocer que el
principal desafío de la transformación educativa es el de manejar la complejidad de estos
procesos. Reconocer la multidimensionalidad y la necesidad de trabajar con secuencias
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diferentes y simultáneas, implica admitir la necesidad de introducir ciertos niveles de


experimentación en las políticas públicas, dotando a estas experimentaciones del rigor
necesario”.

Acerca del autor del libro


Juan Carlos Tedesco es un destacado especialista en educación, docente universitario de
grado y posgrado, investigador y autor de diversas publicaciones sobre los debates educativos
contemporáneos, actualmente se desempeña en la UNESCO.

Acerca del autor de la reseña


Gustavo R. Farabollini es Profesor en Historia y Magíster en Administración Pública, por la
Universidad Nacional del Litoral. Docente titular del Seminario de Investigación en la
Licenciatura en Sistemas de Información de la Universidad Católica de Santa Fe (Argentina),
actualmente cursa el Doctorado en Educación en esta misma universidad.

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