de D. W. Winnicott
Marcela A. Aguirre
Estudios de la Primera Posesión “no yo”: suele considerarse como primer objeto
“no yo” el pecho.
Dos grupos de fenómenos:
1) niños recién nacidos utilizan puños, dedos pulgares para estimular la zona
erógena oral, para satisfacer los instintos de dicha zona y lograr una tranquila
unión.
2) a los pocos meses los niños, de ambos sexos, juegan con muñecos que las
madres le dan o algún objeto especial en espera que se conviertan en adictos a tal
objeto. Winnicott hace referencia a los juguetes que los niños reciben de sus
madres en los primeros tiempos de su vida o a cualquier objeto que pueda servir a
ese medio y que está dedicado al niño, incluida su ropa de cama o aquella que se
le pone
Entre 1 y 2 hay una relación y un intervalo de tiempo que las separa.
1
Hace referencia a la conformación del yo en tanto aquel nuevo acto psíquico, en tanto unidad y síntesis.
el estudio de la sustancia de la ILUSIÓN, permitida al niño y que en la vida adulta
es inherente al arte y la religión.
A veces, no hay objeto transicional, salvo la madre misma. Puede que el niño esté
turbado en su desarrollo emocional y no pueda disfrutar del estado de transición o
que se rompa la utilidad de los diversos objetos utilizados. La continuidad se
puede mantener oculta.
OBJETO TRANSICIONAL:
*Representa el pecho
*Objeto de la primera relación
*Antecedente a la instauración de la realidad
*En relación con el niño, éste pasa del control omnipotente al control por
manipulación
*Puede convertirse en fetiche, característico de la moda sexual adulta.
*Por sus características erótico – anales, puede representar las heces.
Ilusión – desilusión
Un niño pequeño solo puede pasar del principio del placer al principio de realidad,
o sobrepasar una identificación primaria si existe una madre suficientemente
buena, es la madre del pequeño la que realiza una adaptación activa a las
necesidades del niño, disminuyendo gradualmente, en tanto crece la habilidad del
pequeño para explicarse el fracaso de la adaptación y para tolerar la frustración. El
cuidado del niño pequeño depende de la duración y no de la inteligencia. A causa
del fracaso de la madre se produce el desarrollo prematuro del yo con una
separación precoz del objeto bueno y malo. Winnicott le da fundamental
importancia a la disponibilidad de la que puede disponer la madre para los
cuidados del niño pequeño. En tanto tiempo dispensado y no de sus habilidades o
recursos inteligentes como señalo anteriormente. Si la madre no dispone de
tiempos para el niño, lo que le permitirá tolerar la frustración
El período de ilusión, Winnicott lo llama fase transicional; el niño se ve turbado,
pero también proporciona al individuo una fase de descanso. Es el tiempo en que
se funda para el pequeño la constitución de un objeto interior, sujeto a la fantasía
pero también es el tiempo en que el niño encuentra descanso porque es allí donde
se puede servir del objeto transicional para calmar su angustia, como señalo
anteriormente por ejemplo en el tiempo de irse a dormir.
En tanto el niño va creciendo presenta cierta habilidad para afrontar los fallos
maternos y los medios de que dispone son:
1) su experiencia repetida, hay un límite temporal para la frustración, primero debe
ser breve.
2) Sentimiento de proceso creciente.
3) Comienzo de la actividad mental.
4) Se activa el recuerdo, revive las fantasías, los sueños; comienza a producirse la
integración del presente, pasado, futuro.
El niño puede sacar provecho de la experiencia de frustración, la adaptación
incompleta a la necesidad hace que los objetos sean reales, lo que implica que
sean odiados igual que amados.
La primera adaptación es para que el niño pueda iniciar y desarrollar una
capacidad para experimentar relaciones con la realidad exterior, no para formarse
un concepto de dicha realidad.
Al comienzo del desarrollo del ser humano, el niño dentro de cierto marco
aportado por la madre, es capaz de hacer concebir la idea de que algo satisface,
la creciente necesidad suscitada por el instinto. Al principio el pequeño no sabe lo
que tiene que ser creado, momento en que se presenta la madre, da el pecho y su
potencial necesidad de alimentar. Lo que conlleva la adaptación de la madre a las
necesidades del pequeño, cuando es suficientemente buena, da al pequeño la
ilusión de que existe una realidad exterior que corresponde a la necesidad de
crear del propio pequeño. Hay coincidencia entre lo que la madre aporta y lo que
el niño es capaz de concebir. El niño percibe el pecho en la medida en que puede
ser creado ahí mismo y en ese preciso instante. En éste sentido no hay
intercambio entre madre y niño. El niño se alimenta de un pecho que forma parte
de sí mismo, mientras que la madre da el pecho a un niño que forma parte de si
mima. El intercambio se basa en la ilusión. Da forma a una zona de la ilusión,
lugar donde se ubica la principal función del objeto y fenómenos transicionales,
que ponen en contacto a cada ser humano con aquello que será siempre
importante para él: una zona mental de experiencias que no serán disputadas.
El problema que preocupa al pequeño a causa de que la principal tarea de la
madre, luego de aportar una oportunidad para la ilusión, es la des- ilusión.
La des- ilusión ocupa lo preliminar al destete; va bien como proceso gradual,
abona el terreno para la serie de frustraciones que reunimos bajo el nombre de
destete, lo que implica disponer de la oportunidad para la ilusión y la gradual des-
ilusión. Si la relación ilusión – des-ilusión se descarría el niño no logra alcanzar el
destete, ya que la terminación del amamantamiento no lo constituye.
Sabemos que el proceso del destete – serie de frustraciones - puede tener lugar
en el niño porque el proceso ilusión – des-ilusión se está desarrollando bien.
La tarea de aceptación de la realidad nunca es completada, ningún ser humano
está libre de la tensión que ocasiona relacionar la realidad interior con la exterior y
que el alivio de tal tensión la aporta una zona intermedia de experiencias que no
es disputada, en continuidad directa con respecto a la zona de juego, donde el
niño pequeño se pierde al jugar. Zona necesaria en la infancia para la iniciación de
una relación entre el niño y el mundo, siendo posible por una buena maternización
en la fase crítica precoz. Pero lo esencial para esto es la continuidad en el tiempo
del medio emocional exterior, de los elementos específicos del medio físico,
objetos transicionales.
A modo de resumen:
• El aporte de las primeras experiencias del niño sano tal como se expresen
en relación con la primera posesión no yo. De cómo se constituya esa
primera posesión dependerá la constitución de la subjetividad,
disponibilidad del otro materno en tiempo y espacio y conformación del
objeto transicional
• El niño establece una relación temporal retroactiva entre la primera
posesión y los fenómenos autoeróticos. La primera posesión se relaciona
tanto con el objeto externo (pecho) como con el objeto interno (pecho
mágicamente introyectado); es diferente de ambos.
• Fenómenos y objetos transicionales pertenecen al terreno de la ilusión, que
se halla en la base de la iniciación de la experiencia, fase precoz del
desarrollo, es posible por la capacidad de la madre para adaptarse a las
necesidades del pequeño permitiéndole la ilusión de que las cosas que él
crea existen realmente.
• Zona intermedia de experiencia, indisputada respecto de su pertenencia
interna o externa. Constituye la mayor parte de la experiencia del pequeño
y es retenida durante toda la vida dentro de la experiencia del arte, la
religión o como labor científica creadora.
• La ilusión tiene un valor positivo.
• El objeto transicional va siendo descatectizado a medida que se desarrollan
los intereses culturales.
Bibliografía general
Winnicott, D. W.:
o Escritos de Psicoanálisis y Pediatría. 1952. Traducción Jordí Beltrán.
Primera edición de Barcelona 1979. Editorial Paidós.
o Clínica Psicoanalítica Infantil. Traducción Bernardo Gorsd. 2da.Edición
1993, Buenos Aires. Editorial Horme.
o El proceso de maduración en el niño y el Ambiente Facilitador .Estudios
para una Teoría del Desarrollo Emocional. Traducción Jorge Piatigorsky.
1993 Buenos Aires. Editorial Paidós
o Realidad y juego. Traducción Floreal Mazias. 2da reimpresión mayo 2000,
España. Editorial Gedisa.
o El Niño y el Mundo Externo. Traducción Noemí Rosemblat. 4ta Edición
1993. Editorial Horme.
Sumario
Curriculum Vitae
Prof. Lic. Marcela A. Aguirre. Licenciada en Psicología. Jefe de trabajos prácticos
del Departamento de Psicoanálisis de la Universidad Argentina J. F. Kennedy,
Asistente de Guardia Unidad Sanitaria Nº 18, Planta permanente, de la
Municipalidad de Avellaneda, Secretaría de Salud.